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EPISTEMOLOGÍA Y GNOSEOLOGÍA

ADAPTADO DE ROLANDO GARCÍA

“EPISTEMOLOGÍA” y “TEORÍA DEL CONOCIMIENTO” son expresiones que suelen ser utilizadas
como si fueran intercambiables, pero no son sinónimas. Las diferencias obedecen a razones
históricas.
Piaget utilizó el término “epistemología” para referirse a su concepción del conocimiento. Rara
vez usó la expresión “teoría del conocimiento”. Esta elección no fue arbitraria. La adopción del
término tiene fundamentos teóricos.
La teoría del conocimiento formó parte de la filosofía a lo largo de toda su historia. Por su
parte el término “epistemologie” (epistemología) fue introducida en el idioma francés en 1901.
Según el Diccionario Histórico de la Lengua Francesa, se atribuye su primera utilización a la
traducción de la obra de BERTRAND RUSSELL An Essay on the Foundations of Geometry,
señalando que se tomó prestado del término inglés “epistemology”, el cual a su vez se formó
para traducir del alemán Wissenschaftslehre con la significación de teoría del conocimiento
científico. El diccionario aclara finalmente que “el término es introducido en francés para
designar el estudio crítico de las ciencias, dirigido a determinar su valor, su fundamento lógico
y su campo de acción”.
No es por azar que el término surge en un periodo que abarca el fin del siglo XIX y comienzos
del siglo XX, con la definición antes citada que lo diferencia de una teoría general del
conocimiento. El hecho tiene importantes implicaciones para la historia de la filosofía porque
expresa una de las mayores revoluciones en el campo del pensamiento (sólo comparable a la
revolución científica que culminó en el siglo XVII), aunque en su momento haya pasado
prácticamente inadvertida en los medios académicos. Los grandes protagonistas de esa
revolución fueron en primer término, la LÓGICA y la MATEMÁTICA, en la segunda mitad del
siglo XX con la RELATIVIDAD y la MECÁNICA CUÁNTICA. Pero no se trató únicamente de una
revolución dentro del campo de esas disciplinas. Los conceptos básicos de todas las ciencias,
de todo nuestro conocimiento de eso que llamamos “el mundo exterior”, “la naturaleza”, “la
realidad”, tuvieron que ser reconsiderados.
LA FILOSOFÍA ESPECULATIVA
La filosofía especulativa, que durante toda la historia había sido considerada depositaria del
derecho y la responsabilidad de dictaminar sobre la naturaleza, del espacio, del tiempo y de la
causalidad, sobre el significado de la lógica, delas matemáticas, sobre el concepto mismo de
teoría científica, se vio forzada a ceder ese terreno a la ciencia. Este retroceso de la filosofía
especulativa podría considerarse el primer gran derrumbe epistemológico del siglo.
No se trata de reprochar a la filosofía el haberse apropiado de esos temas. No es posible
tampoco pensar en un súbito y meditado reemplazo de la filosofía por la ciencia. La transición
fue gradual, y en algunos aspectos no claramente demarcada. En los dominios de la
matemática, por ejemplo, la situación fue señalada con suficiente equidad por BERTRAND
RUSSELL en su prólogo a la Introducción a la filosofía matemática.

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Por otra parte RUSSELL dio un elocuente testimonio de esas graduales transiciones. En sus
notas autobiográficas tituladas “MY MENTAL DEVELOPMENT”, cuando se refiere a su
participación en el Congreso Internacional de Filosofía de 1900.
No es posible analizar aquí la manera en que esta revolución científica impactó en cada uno
de los sistemas filosóficos. Es suficiente con señalar algunos aspectos del colapso de la
concepción de la ciencia proveniente de la filosofía, centrando el análisis en quien ha sido
considerado el más importante representante de la Filosofía Moderna: EMANUEL KANT.
Kant realizó una contribución de trascendental importancia a la teoría del conocimiento al
poner de manifiesto el papel esencial que corresponde al sujeto (es decir, a la razón humana),
en el proceso de organización de sus interacciones con el mundo físico. La concepción del
conocimiento como producto de las interacciones del sujeto con el objeto fue la más
importante contribución de Kant a la historia de la filosofía. Desde Kant no se pudo ignorar la
activa participación del sujeto en la construcción del conocimiento. Por eso su valor es
permanente y constituye, también, una base fundamental de la epistemología constructivista.
Lo que no sobrevivió al desarrollo de la ciencia fue la explicación que dio Kant en su Crítica de
la razón pura acerca de cómo esas interacciones generan el conocimiento del mundo físico.
Por eso se ha dicho que de Kant hay que tener en cuenta las preguntas, pero no las respuestas.
Kant creyó haber logrado un puente entre el racionalismo y el empirismo, postulando una
síntesis, según la cual las intuiciones puras y lo que él llama “las categorías del
entendimiento” establecen las condiciones que organizan la materia prima de las impresiones
sensoriales, ordenándolas en el espacio y el tiempo, así como en relaciones causales. Hay por
consiguiente, para Kant, una forma única de concebir el espacio y el tiempo, porque dichas
formas provienen de síntesis a priori que se imponen al entendimiento sin que ninguna nueva
experiencia o especulación pudiera cambiarlas. Pero sus características habían sido
establecidas por la ciencia —a ciencia de la época de Kant— y no podían ser otras. Había un
espacio absoluto y un tiempo absoluto y en ellos ocurrían los fenómenos físicos tal como lo
explicaba la mecánica de NEWTON. Las relaciones espaciales no podían ser otras que aquellas
descritas por la geometría de EUCLIDES. Por otra parte, Kant consideraba que la lógica no
había tenido ningún desarrollo significativo después de ARISTÓTELES. Hay, además, para Kant
conceptos subjetivos que, si bien se aplican a todo lo que llamamos experiencia, son
integrantes de nuestra constitución mental y, por consiguiente, a priori. Estos conceptos
subjetivos están agrupados en cuatro triadas de: cantidad, cualidad, relación y modalidad. En
estas doce categorías (o principios puros del entendimiento), quedaba involucrado el tema
central de la filosofía de la ciencia que es la causalidad. Su análisis de las categorías deriva del
silogismo aristotélico.
De esta manera, la teoría del conocimiento de Kant quedó sustentada en la ciencia de la
época: Aristóteles, Euclides, Newton. Lo que Kant no pudo prever fue que esa ciencia no era
inmutable: treinta años después de presentar su teoría como un sistema final, acabado, las
geometrías no euclidianas de BOLYAI y LOBATCHEWSKY derrumbaron la concepción del
espacio como síntesis a priori, al introducir por primera vez la distinción entre las geometrías
como disciplinas teóricas de las cuales hay una pluralidad, y el espacio físico cuyas
características no podían ser descubiertas por pura especulación filosófica sino ser
establecidas por una ciencia empírica. EINSTEIN habría de demostrar que estas características

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no se adaptaban a la geometría de Euclides, pero si estaban representadas por una de las
geometrías no-euclidianas que habían sido concebidas teóricamente. Su teoría de la
relatividad pondría, también, en evidencia que, a muy grandes velocidades (próximas a la
velocidad de la luz), las relaciones temporales no eran representadas intuitivamente.
Paralelamente con esos desarrollos, la lógica formal, en un movimiento que culminaría en
FREGE y en RUSSELL, sufriría una total transformación dentro de la cual la silogística
aristotélica ocuparía un lugar secundario, considerado apenas como un importante referente
histórico. Y para completar el panorama, mencionaremos sólo que los problemas del infinito
en las matemáticas (a los cuales hace referencia Russell en el texto antes citado), que tanto
habían preocupado a los filósofos, quedaron fuera del alcance de sus especulaciones con el
desarrollo del álgebra a fines del siglo XIX y, en particular con la obra de CANTOR.
Queda así justificado que hayamos designado como derrumbe epistemológico al colapso de
las explicaciones que había elaborado la filosofía especulativa para fundamentar la ciencia.
No fue el caso de que la filosofía haya reaccionado de inmediato ante esa situación, o que la
mayoría de los filósofos se percataran de los alcances y de la profundidad de esa revolución.
Hubo filósofos que sí lo advirtieron pero tuvieron una actitud de rechazo. HENRI BERGSON,
considerado el más importante filósofo francés, de la época, se atrevió a publicar un libro en el
cual la emprende contra la teoría de la relatividad e intenta demostrar los errores de EINSTEIN
sobre el concepto de tiempo (en particular con respecto a la relatividad de la simultaneidad
que Einstein hace depender de los sistemas de referencia). Einstein no contestó directamente
a Bergson, sino a través de una carta a un amigo común, en la cual dice: “Es lamentable que
Bergson se equivoque tan gravemente. Su error es de orden puramente físico, e independiente
de toda discusión entre Escuelas filosóficas”.
La teoría general del conocimiento sustentada en los medios académicos en la primera mitad
del siglo, pasado, fue recibiendo, indudablemente, el impacto de la situación que hemos
descrito. Diversos sectores de la Filosofía intentaron construir puentes entre las nuevas
conceptualizaciones de la ciencia y las elucubraciones de los grandes sistemas filosóficos, pero
el mismo abismo entre las fundamentaciones que se ofrecían para el conocimiento común
(precientífico), y las conceptualizaciones y teorías de la ciencia se fue profundizando. En este
contexto, fue inevitable que en los cursos de Filosofía del mundo académico, quedara una
teoría del conocimiento que ignoró los serios problemas de fundamentación que presentaba la
ciencia surgida de aquella revolución. Como contraparte en los cursos de Filosofía de la
Ciencia, que estuvieron a cargo de científicos, se analizaron los nuevos conceptos y teorías,
pero sin conexión con una teoría general del conocimiento.
Baste con citar los nombres de RUSSELL, POPPER o QUINE, como ejemplos de filósofos que
individualmente ejercieron una enorme influencia o mencionar a los grupos conocidos como
CÍRCULO DE VIENA y CÍRCULO DE BERLÍN, para tener una idea de la magnitud y el nivel de los
esfuerzos realizados por las corrientes empiristas en la primera mitad del siglo XX. No es
necesario ampliar la lista para percibir que en ninguna otra época de la humanidad el análisis
de los problemas del conocimiento contó con tal convergencia de contribuciones provenientes
de los más altos niveles del pensamiento científico y filosófico.
No cabe duda de que en ese periodo se realizaron aportes de trascendental importancia para
clarificar conceptos fundamentales de la ciencia. Sin embargo, su reacción contra la Filosofía, a

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través de una teoría de la significación que negaba sentido a toda proposición significativa y a
fortiori de todo enunciado científico estaba en la experiencia sensorial.
Es en ese contexto donde entra en escena la EPISTEMOLOGÍA GENÉTICA. Piaget utilizó el
término epistemología para referirse a su concepción del conocimiento.
… Piaget coincide con el empirismo en negarle a la filosofía especulativa capacidad para
fundamentar tanto el conocimiento científico como los conceptos más básicos del
conocimiento común (espacio, tiempo, causalidad). Pero reivindica la función de la Filosofía,
en su impactante libro Sájese et illusions de la philosophie (traducido como Sabiduría e
ilusiones de la filosofía). En el debate donde se discutió el libro mencionado, con la
participación entre otros de PAUL RICOEUR, PAUL FRAISSE Y RENÉ SAZZO, Piaget aclara su
posición frente a este problema cuando niega que sea posible establecer una división tajante
entre Ciencia y Filosofía y afirma que “la filosofía ha sido la matriz de la ciencia y continúa
siendo sin duda la matriz de ciencias y de nuevas perspectivas que hoy no podemos aún
entrever, pero sólo lo será en la medida en que no se encierre en sistemas y no crea que
genera el conocimiento” Por otra parte Piaget valoriza al mismo tiempo una actividad que se
ocupa de problemas “mucho más amplios que el conocimiento, y que concierne al sentido de
la vida, la posición del hombre frente al Universo o frente a la sociedad”, los cuales declara,
“rebasan no sólo la ciencia sino el conocimiento en general”, puesto que en este caso no se
trata únicamente de conocer, “se trata de decisiones, de obligaciones, de tomar partido”. Aquí
interviene “una mezcla de información, de síntesis de todo lo que uno es capaz de conocer”,
pero también actitudes y compromisos que “sobrepasan el conocimiento”. A esto Piaget llamó
“sagesse” que no es traducible precisamente por “sabiduría”, a menos que se aclare que allí
participa, también, lo que suele llamarse “la sabiduría del sentido común”.

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