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TRASTORNOS DE LA ALIMENTACIÓN

Comer, es una actividad cotidiana, importante e imprescindible en la vida de todos los seres
humanos, por lo que cualquier tipo de excesos, deficiencias o desequilibrios provocan problemas no
sólo a nivel fisiológico sino que también a nivel psicológico y social.
Los trastornos alimenticios se presentan cuando una persona no recibe la ingesta calórica que su
cuerpo requiere para funcionar de acuerdo con su edad, estatura, ritmo de vida, etcétera, por lo que
se caracterizan por alteraciones graves de la conducta alimentaria. Si bien clínicamente se pueden
clasificar distintas alteraciones, el elemento común está dado por la intención de disminuir el peso
corporal. Esta búsqueda se acompaña de un intenso temor a engordar, que excede las
preocupaciones comunes de la mayoría de las personas.

Según la Asociación Americana de Psicología (s.f), son tres los principales tipos de trastornos de la
alimentación. Por un lado, la anorexia nerviosa, la cual las personas que la padecen tienen una
imagen distorsionada del cuerpo que hace que se vean gordas, incluso cuando están peligrosamente
delgadas. A menudo se niegan a comer, hacen ejercicio compulsivamente y desarrollan hábitos
inusuales como rehusar a comer delante de los demás, pierden mucho peso y pueden incluso
morirse de hambre.
Otro trastorno consiste en la bulimia nerviosa, estas personas comen excesiva cantidad de
alimentos, luego purgan sus cuerpos usando laxantes, enemas o diuréticos, vomitando o haciendo
ejercicio. Muchas veces actúan en secreto, se sienten asqueados y avergonzados cuando comen en
gran cantidad, pero también aliviados de la tensión y las emociones negativas una vez que sus
estómagos están nuevamente vacíos.
Por último los trastornos por atracón, hacen que se pierda el control sobre su alimentación. A estos
episodios no le siguen conductas como purgas, exceso de ejercicio o ayunos, por esta razón, las
personas con trastorno por atracón, suelen tener exceso de peso u obesidad. También tienen
sentimientos de culpa, vergüenza o angustia por su comportamiento, lo que puede llevar a más
atracones.

Estos tres trastornos de la alimentación en particular, se destacan sobre los demás por ser los más
prevalentes, sin embargo no son los únicos, cada vez hay más casos de “nuevos” trastornos de la
alimentación como por ejemplo la Ortorexia, que consiste en una “dieta saludable llevada al
extremo“.
Otro trastorno reciente es la Permarexia que se manifiesta en personas obsesionadas con el
sobrepeso y que, a raíz de su miedo a engordar, se someten a una dieta permanente baja en calorías,
en este trastorno “estar a dieta” es rutina, y no hay preocupación por comer saludable, sino solo
“bajo en calorías”. Por otro lado, la Vigorexia, que se trata de hombres jóvenes obsesionados con el
físico, con una visión distorsionada de ellos mismos, donde la tendencia es a realizar una actividad
física extrema y un consumo exagerado de proteínas, carbohidratos y sustancias anabolizantes en
ocasiones.
La Potomanía es otro de los trastornos a tener en cuenta. Se trata de una obsesión con beber agua en
exceso a diario, donde se puede sufrir sudor excesivo, insomnio e incluso una lesión renal
irreversible.
Por otro parte, la Pica es uno de los trastornos más raros y llamativos. Consiste en comer
“alimentos” no digeribles, sin aporte nutricional alguno: Pelo, yeso, caucho, vidrios y cualquier
objeto. Es un trastorno que suele acompañar a otras enfermedades mentales. Para terminar, la
Sadorexia, que implica no consumir alimentos (o vomitar si se diese el caso) junto a maltrato físico,
autolesiones, con el objetivo de evitar las ganas de comer. Las autolesiones, es una forma de
autocastigarse para acabar con la ansiedad que puede llegar a provocar las ganas de buscar
alimento, llegando a una delgadez extrema en muchas más ocasiones que en la anorexia nerviosa
común.
INDICADORES
Ante este panorama de la cantidad de trastornos relacionados a la alimentación es muy importante
estar atentos a los indicadores sanitarios para actuar eficazmente y analizar la relevancia de la
problemática. Frente a esto, según un Artículo publicado en Revista Diagnosis (2009), la
prevalencia de la anorexia nerviosa entre las mujeres ha variado de 0.3% al 3. 7% y de 1% al 4.2%
para la bulimia nerviosa, en EEUU. En España, diversos estudios de doble fase realizados en
mujeres de 12 a 21 años, dan cuenta de una prevalencia de trastornos alimentarios del 4.1% al
6.41%. Las cifras publicadas en el Reino Unido informan que la prevalencia de los trastornos
alimentarios no especificados van del 1% a 3.3%, bulimia nerviosa 0.5% a 1.0% y anorexia
nerviosa 0.7%. Los estudios indican que afecta principalmente a población femenina,
aproximadamente por cada 9 casos de trastornos alimentarios en mujeres, se presenta 1 en hombres.
Las mujeres entre los 15 y los 19 años de edad constituyen aproximadamente el 40% de los casos
identificados, tanto en estudios de EEUU como de Europa.
Según un artículo publicado en la biblioteca digital de revistas científicas (Scielo, 2010) Una
investigación realizada en el período 1995/1997 en Buenos Aires, indica que la prevalencia de los
trastornos de la alimentación en mujeres alcanzó un 13%. Otro estudio realizado con cuestionarios
autoadministrables y en el que participaron estudiantes mujeres de entre 13 y 23 años que asistían a
escuelas estatales del Distrito de Avellaneda (Pcia. de Buenos Aires), señala que la prevalencia de
los trastornos de la alimentación alcanzó un 18.8%. Un estudio más reciente, realizado con una
muestra de 1971 adolescentes (1231 mujeres y 740 varones) entre 10 y 19 años, señala que el
6.95% de los adolescentes argentinos que concurren al consultorio del pediatra presenta algún tipo
de trastorno alimentario. También informa que diversos estudios hallaron que la prevalencia de
trastornos de la alimentación difiere según el sexo. Mientras que la prevalencia estimada de
anorexia nerviosa en mujeres jóvenes y adolescentes de países desarrollados es de 0.5% a 1%, la de
bulimia nerviosa es de 1% a 3% y la de los trastornos de la conducta alimentaria no especificados es
de 3%, se calcula que entre los varones la prevalencia sería nueve veces menor. De todos modos en
relación con la población masculina, según datos más recientes, de un artículo publicado en Télam
(2014), tanto la bulimia como la anorexia aumentaron en el último decenio en la Argentina un
350% entre los varones adolescentes. Informan también que según la Asociación de lucha contra la
bulimia y la Anorexia (Aluba) en el 2004 se registró un nivel de patologías del 2% en el total de
adolescentes varones, mientras que en el último informe el índice llego al 9%.
También es importante hacer hincapié en la cantidad de casos que se incrementan tanto en edades
cada vez menores como también en mayores, Según el NY Times (2003), un tercio de pacientes
admitidos en un centro especializado en el tratamiento de trastornos de la alimentación era gente de
más de 30 años, según la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios. En cuanto a los más
jóvenes en Argentina, según un reciente estudio de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la
Anorexia (Aluba), las consultas espontáneas en el caso de los menores de 12 años se incrementaron
entre un 30% y 40% en los últimos diez años.
Como se puede ver muchas de las estadísticas citadas no son actuales, ni de entidades oficiales, la
mayor cantidad de estadísticas recabadas son antiguas, de asociaciones privadas, o extranjeras.
Sería de gran importancia que respecto a un tema tan delicado, que afecta mayormente a
adolescentes y teniendo en cuenta que aparecen a edades cada vez más tempranas, se tenga una
información oficial para poder actuar al respecto.

CONSECUENCIAS

Para entender la relevancia de los trastornos de alimentación también es importante reconocer sus
efectos, para determinar la gravedad de la situación.
Las consecuencias de los trastornos alimenticios en la salud son diversos grados de desnutrición y
desequilibrios fisiológicos que producen diferentes complicaciones. Se pueden ver problemas
cardiacos que van desde las arritmias, debido al abuso de medidas evacuativas, hasta la disminución
del tamaño de las cavidades del corazón, disfunciones de las válvulas cardiacas, baja presión arterial
y mala circulación. Hay un alto índice de mortalidad, que va en aumento, debido a problemas
cardiacos como consecuencia de estos trastornos.
La inducción del vómito en la bulimia puede provocar agrandamiento de las glándulas salivales,
alcalosis metabólica, pancreatitis, hematemesis, esofagitis, hemorragia digestiva e hipopotasemia,
las cuales pueden causar un ataque cardiaco. El abuso de conductas purgativas también puede
provocar desequilibrios hidroelectrolíticos. En el caso de las mujeres, la amenorrea -en la anorexia-
y las irregularidades menstruales -en la bulimia- son síntomas importantes y resultan útiles para
establecer un diagnóstico diferencial. En el caso de los hombres se presenta disminución del interés
sexual, de los niveles de testosterona y anormalidades testiculares. En ambos padecimientos se
presentan síntomas gastrointestinales como dolores e inflamación abdominal, fuertes cólicos,
constipación y diarreas.
Las consecuencias no son solo a nivel orgánico, sino que también a nivel psicológico y social,
perjudicando la vida diaria de la persona afectada.

DETERMINANTES SOCIALES

Es imprescindible analizar también los determinantes sociales de la problemática para poder llevar a
cabo acciones de promoción y prevención adecuadas. Los trastornos alimenticios son condiciones
complejas que emergen de la combinación de conductas presentes por largo tiempo, donde se ven
involucrados tanto factores biológicos como emocionales, psicológicos, interpersonales y sociales.

Basándose en el modelo de Dahlgren y Whitehead, se puede tomar en relación a un nivel micro de


los determinantes sociales, los factores biológicos. Según la Asociación National Eating Disorders
(s, f,) en algunos individuos con trastornos alimenticios, se ha encontrado que ciertas substancias
químicas del cerebro, neurotransmisores, que controlan el hambre, el apetito y la digestión se
encuentran desbalanceados. Según un artículo publicado en Scielo (s,f,) se estima que durante la
adolescencia, las variaciones genéticas son responsables del 50% al 85% de los factores de riesgo
de padecer estos trastornos y de preocupación con el peso y la forma del cuerpo. También se cree
que es determinante el papel de la pubertad, donde cambia la estructura corporal, que muchas veces
coincide con una insatisfacción con la imagen corporal.
También estos trastornos son más frecuentes en personas con ciertas enfermedades psiquiátricas,
como Trastorno de la Personalidad, abuso de sustancias o drogas, o depresión.

En cuanto a un nivel meso de determinantes sociales se puede tomar al círculo más cercano, ya que
las personas con familiares que padecen estas mismas enfermedades, o historia familiar de
alcoholismo, obesidad, o trastornos depresivos son más propensos a desarrollar un trastorno de la
alimentación. Influye también la dificultad de los padres para acompañar a los hijos en el proceso
de independencia. Muchas veces los adolescentes debido a la existencia de padres rígidos y sobre
exigentes, aprenden a utilizar el alimento como un medio de sobreponerse al estrés o a los
conflictos emocionales.
Otra cuestión importante en la determinación de la existencia de insatisfacción con la imagen
corporal y los trastornos alimenticios son las burlas de parte de amigos sobre el peso. Se sugiere que
la comparación con compañeros puede influir en el nivel de satisfacción con la imagen corporal y
comportamientos relacionados con la dieta. Por esto es muy importante tener en cuenta cómo es el
ambiente escolar o laboral ya que pueden influir en el desencadenamiento.

En cuanto a un nivel macro de los determinantes, debe tenerse en cuenta que las patologías
alimentarias, generalmente están asociadas a la búsqueda de la delgadez y de la perfección, que se
ven estimuladas constantemente por los patrones de belleza actuales. Nuestra cultura sostiene a la
delgadez como ideal de belleza, y tiende a asociarla con la posibilidad de éxito en la vida. Una
forma de promoverla es la influencia de los medios de comunicación y redes sociales que imponen
y valorizan la figura de la "delgadez del cuerpo" para hombres y mujeres y por otra parte
estigmatizan la obesidad. Otro factor es el mundo de la moda. La difusión de las tendencias de la
moda se transmite por medio de las modelos que también se convirtieron en “modelos corporales”.
Las modelos difunden las pautas estéticas, las sociedades las siguen y si creen no coincidir con
ellas, pueden implementar pautas inapropiadas en sus comportamientos alimentarios.

UN PROBLEMA DE SALUD PÚBLICA

Como se pudo ver, los trastornos alimentarios se constituyen en un problema de salud pública ya
que el incremento de su frecuencia de aparición y la gravedad de la sintomatología asociada hacen
que se requiera de un compromiso del estado, de la participación de la sociedad en general y de
agentes sociales en particular para abordar el problema de una manera efectiva, buscando mejorar la
salud, el bienestar y la calidad de vida de la población, mediante un mejor acceso a oportunidades y
servicios sociales. Pública, porque el problema atañe a la comunidad, porque debe haber una
transparencia de parte del gobierno y la administración para que no se opaquen los actos de decisión
y porque las estrategias llevadas a cabo deben ser de uso común, abierto y sin barreras económicas
que limiten la accesibilidad del público en general, vinculados con el derecho de los mismos a
recibir tales servicios.

POLÍTICAS PÚBLICAS EN ARGENTINA

En base a esto, a continuación se verá alguna de las políticas públicas llevadas a cabo en Argentina,
en relación a la problemática que se viene citando.

Una de ellas es la Ley N° 26.396, sancionada en Agosto de 2008 y promulgada un mes más tarde
donde se declara de interés nacional la prevención y control de los trastornos alimentarios, que
comprenderían la investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de las
enfermedades vinculadas, asistencia integral y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías
derivadas, y las medidas tendientes a evitar su propagación.
Esta Ley puede ubicarse dentro del paradigma Social Expansivo, ya que puede verse que por un
lado la estructura del saber es interdisciplinaria, como lo plantea en el Artículo 16°, haciendo
alusión a que deberán incluirse “(…) los tratamientos médicos necesarios, incluyendo los
nutricionales, psicológicos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos y todas las practicas medicas
necesarias para una atención multidisciplinaria e integral de las enfermedades” o en el Articulo 6°,
inciso b , donde plantea la capacitación de educadores, trabajadores sociales, trabajadores de la
salud y demás operadores comunitarios.
En cuanto al objeto del saber se puede ver que se centra en el estudio del proceso de la salud, ya
que hace mucho hincapié en actividades de promoción e investigación las cuales no se centran en la
enfermedad propiamente dicha sino que promueven a no caer en un trastorno de la alimentación.
Los espacios de ejecución que plantea la Ley, se da tanto en los medios de comunicación, como en
la moda o en escuelas, como dice por ejemplo en el Artículo 6°, que propone la incorporación de la
Educación Alimentaria Nutricional en el sistema educativo, o en el Artículo 3°, inciso j, donde
propone desarrollar actividades de difusión, televisivas, radiales y gráficas, dirigidas a la población
en general y a grupos de riesgo en particular, con el fin de concientizar sobre los riesgos en la salud
que ocasionan las dietas sin control médico. La actitud llevada a cabo es proactiva, ya que no se
espera a que el paciente llegue a consultar por la enfermedad sino que plantea un trabajo arduo de
promoción y prevención primaria, como por ejemplo campañas informativas, promoviendo
conductas nutricionales saludables, espacios de educación, talleres para padres, actividades
televisivas, radiales y gráficas, como se dijo, para concientizar. Mostrando que la orientación
fundamental del efector es protectiva y promocional.
Si bien, la mayoría de los artículos se centras en la promoción y prevención primaria de la salud,
obviamente propone también acciones de prevención secundaria y terciaria, como en el Artículo
3° f y g, donde propone espacios de reflexión y educación para contención de quienes padecen las
enfermedades, o acciones para eliminar la discriminación y estigmatización de los trastornos.
Se puede ver también que la ubicación del eje significación-valoración, se centra principalmente
en la comunidad y sus problemas, en promocionar cambios saludables a la hora de la alimentación,
pero también claramente en la educación de los profesionales para que resulte en una correcta
atención y ayuda hacia la comunidad.
En cuanto al objeto de la acción, no se toma al individuo descontextualizado sino como un
ecosistema que depende en gran parte de lo que pasa a su alrededor y que trabajar en ello es
esencial para tratar el problema. Y por último el efecto buscado con la acción es el de un cambio del
ecosistema, no el de la remisión de la enfermedad, ya que la mayor cantidad de los artículos
trabajan en la promoción y prevención primaria.

Según la ley anteriormente descrita el sistema de salud se despliega tanto en el subsector público,
como en el de seguridad social y el privado. Se puede ver esto por el ejemplo en el Artículo 16° que
hace referencia a la cobertura que deberán cubrir las obras sociales, como los tratamientos médicos
necesarios, nutricionales, psicológicos, clínicos, farmacológico y practicas medicas necesarias. Y en
el Artículo 19° donde hace referencia a que tanto el sector público como el privado deberán llevar
un registro estadístico de pacientes con trastornos alimentarios y enfermedades crónicas
relacionadas.
En cuanto a los actores que aparecen presentes en dicha ley se puede hablar en principio del cuerpo
Legislativo de la Jurisdicción Nacional, que son quienes formularon la ley, y que pertenecen al
componente Legislativo del Sistema Total de Salud.
Otro de los actores involucrados son el Ministerio de Salud que en el Artículo 3°, relata los
objetivos que deberá tener en cuenta, en el Artículo 4°, nombra al Ministerio de Salud como
autoridad de aplicación de la ley y quien debe coordinar acciones en el ámbito del consejo Federal
de Salud con las demás jurisdicciones, o también le determina acciones como en el Artículo 7°
actos, seminarios, talleres, conferencias, etc. También es nombrado el ministerio de Educación y el
Ministerio de Desarrollo Social, que si bien no pertenecen al área de salud, inciden directamente en
ella, es por eso, que en el Artículo 6°, determina la incorporación de la educación alimentaria
nutricional en el sistema educativo en todos sus niveles. También, en el Artículo 21 se nombra al
Poder Ejecutivo como el que deberá dictar las disposiciones de carácter sancionatorio ante el
incumplimiento de la ley. Todos estos actores anteriormente nombrados pertenecen al componente
gubernamental que está a cargo del Poder Ejecutivo.
El componente judicial, es decir el sistema judicial, juzgados, cámaras, tribunales, cortes
supremas, etc., quienes tienen competencia para juzgar las contra versiones a la legislación, si bien
no son nombrados en la ley, implícitamente están actuando al momento de la sanción
Otro de los actores muy presentes en la ley, como se puede ver en el Artículo 6° inciso b, cuando
hace alusión a la necesidad de capacitación de educadores, trabajadores sociales, trabajadores de la
salud, y otro operadores comunitarios, o en el Artículo 16°, que habla de los tratamiento médicos,
incluyendo nutricionistas, psicólogos, clínicos, quirúrgicos, farmacológicos, actividades de
investigación. En el Artículo 3° inciso h, declara promover la participación de organizaciones no
gubernamentales (ONG’s) y a todas las instituciones de atención medica tanto públicas como
privadas. Todos estos actores pertenecen al componente formal del Sistema Total de Salud.

La población, que pertenece al componente informal es un actor que aparece bastante en esta ley,
ya que todas las acciones de promoción están destinadas a la población en general, donde se
plantean espacios de reflexión, y educación para contención, actividades de difusión, televisivas,
radiales y graficas dirigidas a la población en general, por lo que las acciones que se especifican,
promueven la participación de la comunidad para un correcto accionar frente a los trastornos de la
alimentación.
Por ultimo tanto el componente cuasiformal, como el intersubjetivo general y el sectorial, no
son nombrados en la ley, pero se infiere que son participantes activos en la implementación de la
misma.

La relación entre todos estos componentes, no se especifica en la ley, pero está formulada para que
cada actor desempeñe el rol que se le impone asumiendo sus objetivos propios lo que llevara a
formar un sistema total de salud que lleve a conseguir un objetivo en común para todos, respecto, en
este caso a la problemática de los trastornos de alimentación. Por lo que las acciones pasan a ser
reciprocas por un bien común para toda la comunidad.

Si bien dicha Ley, es la más importante en cuanto a trastornos de la alimentación, existe otras leyes
y programas a nivel provincial, como en el Chaco la “Ley 6026. Programa de prevención y control
de trastornos alimentarios” o en Jujuy la ley “Ley 5741. Prevención y control de los trastornos
alimentarios”, en Mendoza la “Ley 7634. Programa Provincial de Prevención de Trastornos
Alimentarios” o la Red de Trastornos de la Alimentación de la Ciudad de Buenos Aires que se
dedica a la asistencia, prevención, capacitación e investigación de los trastornos, donde cuenta con
once equipos interdisciplinarios que brindan atención en hospitales de la Ciudad. Estos equipos
están conformados por psicólogos, psiquiatras y nutricionistas que implementan un abordaje
múltiple que incluye interconsultas con las especialidades de endocrinología, ginecología,
laboratorio, y todo lo necesario para la recuperación del paciente.

CONTRIBUCIONES DE LA PSICOLOGÍA

En la ley 26.396, si bien nombra a la psicología como uno de los tratamientos médicos que deben
ver brindar las obras sociales, no hace hincapié en las contribuciones efectivas que puede brindar.
La mejor estrategia contra los trastornos de la alimentación es la prevención. Es importante que en
los colegios se realicen intervenciones educativas para padres, infantes y adolescentes, que
contribuyan a fortalecer la seguridad y la autoestima, las relaciones interpersonales y la capacidad
de afrontamiento ante las dificultades cotidianas y el papel del psicólogo para estas actividades,
gracias a sus conocimientos, es esencial.
La atención de los trastornos alimenticios no es fácil, debido a su complejidad, a la multitud de
factores intervinientes y a la dificultad de su abordaje, el manejo de los mismos es una tarea
combinada que requiere la conformación de un equipo de profesionales de diversas disciplinas que
trabajen conjuntamente.
Tomando como eje la propuesta de la APS Renovada que se basa en valores, principios y
componentes, en cuanto a los valores, habla de la equidad como la ausencia de diferencias injustas
en el acceso a la atención de la salud y en el comportamiento de aquellos indicadores que reflejen el
estado de salud en las poblaciones, con esto tomando como eje también los distintos niveles de
atención propuestas, en un primer nivel de atención, que constituye el nivel más cercano a la
población seria esencial contar con la atención de un psicólogo, donde cualquiera que tenga una
duda acerca del tema o familiares que quieran informarse puedan encontrar no solo un diagnostico
medico sino paralelamente apoyo de parte de un psicólogo de manera inmediata. El psicólogo en
este nivel también puede aportar con sus conocimientos en educación y promoción de la salud y
prevención primaria mediante coordinación y trabajo en red con organizaciones barriales,
instituciones educativas y otros actores sociales de la comunidad. En el Artículo 3° hace referencia
a instrumentar campañas informativas de los trastornos alimentarios, entre otros sobre su aspecto
psicológico.

En cuanto a los principios basados en la APS renovada, que pueden caracterizarse por un lado como
dar respuesta integral a las necesidades de salud de la población puede hacerse hincapié en la
detección de necesidades subjetivas, lo cual permite atender las necesidades y demandas de la
población. Con respecto a la problemática, el papel del psicólogo puede ser fundamental para
concientizar y abrir los ojos de alguna manera a la población de la gravedad que conlleva los
trastornos de la alimentación, interfiriendo en cómo diseñar acciones de promoción por ejemplo.
Siguiendo con los principios, en cuanto a la participación, como la necesidad de que los sujetos se
posicionen como protagonistas activos en la toma de decisiones, para esto sería importante el rol del
psicólogo para intervenir en la realización de asambleas o talleres, ámbito educativo y demás,
atendiendo a la intersectorialidad, donde ayude a habilitar una reflexión crítica sobre actitudes y
comportamientos naturalizados que puedan poner en riesgo la salud.
En cuanto a un segundo nivel de atención, representado por los hospitales generales que atienden a
los pacientes por demanda y en relación a los trastornos de la alimentación, el psicólogo puede
intervenir en los problemas asociados a la enfermedad, que puede conllevar ciertas limitaciones.
Puede influir también en la participación de la familia en el proceso de atención o recuperación y
también atender otros trastornos que generalmente están asociados a la problemática, como la
depresión, trastornos de ansiedad o abusos de sustancias. Puede ayudar al paciente a reemplazar
pensamientos y conductas destructivos por otros más positivos, a trabajar juntos para concentrarse
en la salud en lugar del peso.

Si bien el rol del psicólogo es muy importante en todos los sectores, en la rehabilitación es
fundamental, ya que se puede convertir en el sostén que necesita una persona que está saliendo de
una enfermedad y se está reinsertando en un día a día más saludable, y esencialmente para que esta
actitud perdure en el tiempo, es por eso que el acceso al psicólogo debe ser universal, y tener una
cobertura total, y no ciertas sesiones por año por ejemplo.

Como dicen Enrique Saforcada y Martin De Lellis, (2006):

“(…)La Psicología está en condiciones de promover estudios y acciones que arrojen


resultados positivos sobre las conductas de autocuidado, actividades de tamizado y control
periódico, identificación de indicadores de alarma y análisis de la demanda a los servicios de
asistencia, así como aquellos que se orientan a promover la adhesión a las prescripciones de
los facultativos mediante la cooperación con el tratamiento, la adhesión a las practicas
recomendadas y la participación en los procesos de rehabilitación”. (p. 119)
Bibliografía:

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