Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
DE LA S I E R V A D E DIOS
DOCUMENTOS HALLADOS
* * *
D. ZURBITU, S. J.
Nihil obstat.
A l o y s i u s T r a g l l a S. R . C . A s s
S- F. Subprom, Gen.
Romae 1 Dee. 1931.
X
f
los prójimos que tengan que tratar por razón de sus minis-
terios. ¡Ah, Hermanas mías, hagamos todas que nuestras ac-
ciones no deshonren la santa vocación a que hemos sido lla-
madas, la cual pide mucha correspondencia y perfección; y
que vivamos como unos ángeles de caridad para que cuan-
do las criaturas se fijen en nosotras, les encendamos con
nuestro ejemplo, que es la mayor predicación, las virtudes,
sobre todo las de la Fe, Esperanza y Caridad.
Nunca me cansaré de recomendarles que todo que tra-
bajen lo hagan puramente por Dios Nuestro Señor y para
su mayor gloria; y así reinará siempre el buen espíritu en
nuestra amada Congregación, por la mucha fe, confianza y
amor de muchas almas santas que siempre las habrá en es-
ta Hermandad; si saben aprovecharse de los regalos de hu-
millaciones, calumnias y toda clase de persecuciones con
que Dios las regalará, para que se unan más estrechamente
a El, que nos quiere mucho y quiere que toda nuestra vida
amemos las humillaciones despreciando los aplausos vanos
de las criaturas.
No tengan miedo en entrar por estos caminos que les
anuncio; son los más seguros para caminar con pasó firme
hacia la santidad; y aunque las quieran matar injustamente,
no se disculpen; ni pierdan nunca la serenidad y siempre
crean y esperen en el Corazón de Jesús y en la Virgen San-
tísima, que si hace falta las librará de la muerte y de todos
los peligros de cuerpo y alma con verdaderos milagros. A
mí me ha hecho muchos y muy grandes. Voy a consignarles
algunos: Durante los dos horrorosos asedios sufrimos ho-
rriblemente, pero sobre todo un día que por mandato expre-
so del Corazón de Jesús fuimos con dos Hermanas más al
Monte Torrero a suplicar al general sitiador provisiones y
agua para toda la ciudad; porque a tal extremo había lle-
gado la falta de agua que ni.con dinero.se podía conseguir
un vaso para los enfermos más necesitados; en ese día tan
memorable. El Corazón de Jesús me hizo, para que pudiese
aliviar algo la sed abrazadora de mis queridos enfermos, un
milagro muy grande. Me multiplicó una poca de agua ben-
dita que yo guardaba en el oratorio, con la que pude saciar
por una vez la sed a muchos miles de enfermos. Era muy
— 30 _
.f.
I