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Laura Quintero
Faltaba poco para que el reloj marcara las 4:00 pm y en pleno centro histórico de la Ciudad
de México, como cualquier otra tarde de viernes, privaba el bullicio de los comerciantes, los
turistas, estudiantes y todas las personas que caminaban por sus calles. Mientras tanto, en
la Antigua Escuela de Jurisprudencia los comunistas de más de más de 20 entidades del del
país comenzaban a hacer fila para acreditarse e iniciar con las actividades de su VI Congreso.
Al fondo del recinto que los albergaba una manta roja decoraba el espacio, en ella; Marx,
Engels, Lenin, Siqueiros, Fidel Castro, entre otros importantes comunistas eran testigos del
trabajo que desarrollaban sus camaradas mexicanos.
El tiempo apremia, la situación del país y del mundo es cada vez más complicada, la miseria
y el hambre crece, los comunistas saben que ahora más que nunca es necesario trabajar
arduamente porque el dilema sigue siendo el mismo: socialismo o barbarie.
Una vez agotadas todas las actividades se llega la hora de clausurar el congreso:
¡Agrupémonos todos, en la lucha final. El género humano es la internacional! cantan a coro
y ondean sus banderas rojas con la hoz y el martillo, las tareas de este Congreso han
concluido, sin embargo las tareas que asumieron los comunistas en éste apenas comienzan.
¡El futuro no es capitalista, es el nuevo mundo obrero y socialista!, gritan a coro y levantan
en alto las banderas, los militantes desbordan felicidad, saben que es preciso aumentar la
disciplina, el estudio, la abnegación y la preparación para forjar ese futuro, saben que
tendrán que multiplicar sus esfuerzos reforzar al Partido Comunista.