Você está na página 1de 17

CÁMARA DE APELACIONES EN LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO Y

TRIBUTARIO CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES

SALA II

AUTOS: FRAVEGA SA c/ CIUDAD DE BUENOS AIRES


RECURSO DE APELACIÓN
FECHA: 28/12/06

PROCEDIMIENTO. LEY PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO DE LA CIUDAD.


DENUNCIA DE ILEGITIMIDAD. RESOLUCIÓN QUE LA RESUELVE.
HABILITACIÓN DE INSTANCIA JUDICIAL. INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART.
94.

VISTOS:

El recurso interpuesto por el demandado a fojas 60 -fundado a fojas 90/104- contra la


sentencia que concedió una medida cautelar de fojas 53/55; y la apelación deducida
por la actora a fojas 70 -fundada a fojas 72/86-, contra la resolución de fojas 67/vta.
que declaró no habilitada la instancia; y,

CONSIDERANDO:

1. Que la señora jueza de grado declaró no habilitada la instancia judicial en el


presente caso. Para así decidir se remitió a las conclusiones del dictamen del señor
fiscal y citó el precedente “Osmifa SA” de la Sala I de esta Cámara de Apelaciones.
Asimismo agregó que fue la propia actora quien dejó transcurrir el tiempo previsto
para recurrir el acto en sede administrativa, provocando de tal modo la firmeza de la
decisión que pretende impugnar en sede judicial.

Por último, sostuvo que el planteo de inconstitucionalidad del artículo 94 de la ley de


procedimientos administrativos “no tiene mayor desarrollo que los tres últimos
párrafos del punto VI de su escrito” y no demuestra que tal norma sea contraria a la
Constitución Nacional o de la Ciudad (fs. 67/vta.).

2. Que al fundar su recurso de apelación -fojas 72/86- la actora sostiene, en síntesis,


que:

a) La cita del fallo “Osmifa SA” de la Sala I es, cuanto menos, parcial en virtud de que
omite el voto en disidencia del doctor Balbín por el que declara la inconstitucionalidad
del artículo 94 de la ley de procedimientos administrativos.

b) El agotamiento de la vía administrativa no es un recaudo necesario cuando -como


en el caso- media una clara conducta de la autoridad administrativa que haga presumir
la ineficacia cierta de acudir a dicha instancia (conf. art. 5 del CCAyT). Afirma que esta
ineficacia resulta acreditada por la sanción de la ley 1543 que -según el recurrente- se
dictó “para establecer pautas temporales razonables para la configuración de la
infracción, lo que fue necesario ante la constante actitud de la autoridad administrativa
que prescindió siempre de toda consideración sobre la proporcionalidad de la sanción
con la gravedad de la omisión, resultándole indiferente que la demora en el ingreso del
tributo fuera, como en el caso, de sólo un día hábil”.

c) Mediante una “mera apariencia de razonamiento” el fallo eludió el tratamiento del


planteo de inconstitucionalidad de la norma, que involucraba el derecho al debido
proceso y a la tutela judicial efectiva.

d) Las sanciones tributarias, como la multa del “sub lite”, poseen naturaleza penal, por
lo que se les aplican los principios básicos del Código Penal, entre ellos el de aplicación
de la ley penal más benigna. Afirma que la sentencia apelada omitió la aplicación al
caso de una norma legal posterior más benigna (L. 1543 que modificó el tipo legal del
art. 100 del CF vigente) que desincriminó la conducta infraccional que se le imputa.

e) La a quo reveló “un temperamento ambivalente y autocontradictorio” al haber


valorado como un elemento constitutivo de la verosimilitud en el derecho la sanción de
la ley 1543 al conceder la medida cautelar solicitada, y no haberla aplicado al resolver
sobre la habilitación de la instancia. Expresa asimismo que tal circunstancia convierte
en arbitraria la sentencia apelada.

f) El “problema neurálgico” de la apelación se relaciona íntimamente con la idea de la


viabilidad de la “impugnación de una resolución firme”. Afirma, con citas de doctrina y
jurisprudencia, que la cosa juzgada no es absoluta y que debe estar condicionada a la
inexistencia de vicios de la voluntad tanto de las partes como del juzgador y que la
seguridad jurídica debe ceder a la razón justicia.

g) En el caso, la posibilidad de revisión de la cosa juzgada írrita cobra aún mayor


relevancia en función de que el acto administrativo que se considera firme aplicó una
sanción de multa de naturaleza penal, respecto de la cual rigen principios y garantías
en nuestra Constitución Nacional y tratados de derechos humanos con jerarquía
constitucional. Postula una aplicación extensiva y analógica de las disposiciones
procesales relacionadas con el recurso de revisión previsto en el artículo 479, inciso 5)
del Código Procesal Penal a fin de desterrar la resolución administrativa que afectó la
verdad material y la justicia del caso.

h) La sentencia apelada resulta arbitraria por haber omitido la aplicación al “sub lite”
de una ley posterior desincriminante de la conducta sancionada.

3. Que la señora fiscal de Cámara expresó que el recurso de reconsideración


interpuesto por la actora el 26 de enero de 2004 resulta extemporáneo por cuanto fue
debidamente notificado el día 16 de diciembre de 2003, razón por la cual no se
encontraría habilitada la instancia judicial y la medida cautelar oportunamente dictada
sería improcedente (fs. 117/19 vta.).
Para así dictaminar sostuvo que la declaración de inconstitucionalidad constituye la
“ultima ratio” del orden jurídico y que la parte actora no había desarrollado una sólida
fundamentación para desvirtuar la norma atacada -el artículo 94 de la ley de
procedimientos administrativos-, ni tampoco demostró la contradicción con la
Constitución Nacional o de la Ciudad.

4. Que en este estado y previo a considerar los agravios de la actora, resulta


indispensable efectuar un repaso de los hechos relevantes para la solución del caso,
que surgen de estos actuados y del expediente administrativo acompañado al presente
(expte. 21.607/2004 -EA-).

a) Atento que de la inspección efectuada por la Dirección General de Rentas en el


domicilio de la actora “se pudo establecer que la responsable depositó fuera de término
las retenciones correspondientes a los períodos mensuales 2 y 8 de 2002” se dispuso
instruir sumario respecto de Frávega SA, mediante resolución (DGR) 3590/2003 del 20
de octubre de 2003, y consecuentemente se le confirió vista de las actuaciones para
que dentro de quince días efectuara su descargo y ofreciera y produjese la prueba que
considerase pertinente (fs. 229 -EA).

b) El 10 de diciembre de 2003, mediante resolución (DGR) 4103/2003 se dio por


concluido el sumario instruido a la actora y se la consideró incursa en la infracción
prevista y sancionada por el artículo 99, párrafo 1 del Código Fiscal t.o. 2003 y
disposiciones concordantes de años anteriores, respecto de las retenciones
correspondientes al período mensual 8 del año 2002. Asimismo se le aplicó una multa
de $ 104.868,90 (pesos ciento cuatro mil ochocientos sesenta y ocho con 90/100),
equivalente al 200% del importe de las retenciones correspondientes al período
depositadas fuera de término (fs. 243/44 -EA-).

Así, tales obligaciones relativas al período mensual 8 de 2002, vencían el día jueves 12
de setiembre de dicho año, y fueron ingresadas el lunes 16 de setiembre de 2002 (ver
fs. 217 y 225 -EA-).

c) El día 16 de diciembre de 2003 a las 13 horas se notificó mediante cédula a Frávega


SA de los términos de la resolución (DGR) 4103/2003 (fs. 258 -EA-).

d) El día 26 de enero de 2004 la contribuyente dedujo recurso de reconsideración


contra la resolución (DGR) 4103/2003 (fs. 270/72 -EA-), respecto del cual se dejó
constancia “que se recibe fuera de término” (fs. 272 -EA-).

e) Mediante la resolución (DGR) 239/2004, del 12 de febrero de 2004, la Dirección


General de Rentas rechazó “in limine” el recurso de reconsideración interpuesto por
Frávega SA contra la resolución (DGR) 4103/2003 (fs. 286/vta. -EA-). Allí se decidió
“no otorgarle al recurso interpuesto, tratamiento como denuncia de ilegitimidad” en
virtud de que “el procedimiento se ajustó a derecho, tanto en sus aspectos formales
como sustanciales” (fs. 286 vta. -EA-).
f) El 15 de marzo se notificó por cédula a la actora la resolución (DGR) 239/2004 (fs.
299 -EA-), y el 18 de marzo de 2004 se dedujo recurso jerárquico contra la resolución
(DGR) 4103/2003 (fs. 305/07 -EA-).

g) El 24 de marzo de 2004 se produce una nueva presentación de la contribuyente,


esta vez, un recurso jerárquico contra la resolución (DGR) 239/2003 (fs. 316/327
-EA-).

h) El 21 de julio de 2004 la Secretaría de Hacienda y Finanzas desestimó, por medio de


la resolución (SHyF) 2264/2004, el recurso jerárquico interpuesto contra la resolución
(DGR) 239/2004, confirmándola y declarando “firme y consentida la resolución (DGR)
4103/2003” (fs. 341/vta.).

i) El 13 de agosto de 2004 se notificó por cédula a la actora la resolución (SHyF)


2264/2004 (fs. 344 -EA-).

j) El 28 de octubre de 2004 la actora dedujo la demanda que da origen a estas


actuaciones (fs. 1/10).

k) El 6 de diciembre de 2004 se aprobó la ley 1543, que fue publicada en el Boletín


Oficial el 4 de enero de 2005 y que, entre otros, modificó los artículos 92 y 100 del
Código Fiscal, por lo que estableció diversos plazos y recargos para los contribuyentes
que hubiesen incumplido los vencimientos originales (art. 92). Asimismo dispuso que,
cumplidos tales términos, los contribuyentes incurren en defraudación y son pasibles
de una multa graduable entre el doscientos por ciento (200%) hasta el mil por ciento
(1.000%) del gravamen retenido o percibido (art. 100).

5. Que sentado ello, corresponde puntualizar que, tal como surge del apretado repaso
efectuado, la accionante impugnó el 26 de enero de 2004 en sede administrativa la
resolución que le aplicó una multa -resolución (DGR) 4103/2003-, y le había sido
notificada el 16 de diciembre de 2003 a las 13 horas. Esto es, lo hizo luego de ocho (8)
días hábiles de vencido el plazo de 15 días previsto en el Código Fiscal para la
interposición del recurso de reconsideración, tal como surge de las constancias
obrantes a fojas 258 y 270/72 -EA-.

A su vez, la resolución impugnada le había impuesto una multa de $ 104.868,90


(pesos ciento cuatro mil ochocientos sesenta y ocho con 90/100) por haber ingresado
voluntariamente el tributo en cuestión con un retardo consistente en un (1) día hábil,
conducta que luego habría resultado desprovista de reproche por la ley 1543.

En tal contexto, la disposición contenida en el último precepto del artículo 94 impediría


el control judicial sobre el acto que resolvió la denuncia de ilegitimidad, adentrándose
en la cuestión de fondo al afirmar que “el procedimiento se ajustó a derecho, tanto en
sus aspectos formales como sustanciales” (fs. 286 vta. -EA-). Así, se vedaría en forma
arbitraria el acceso a la justicia del particular en el “sub lite”, transformando un
procedimiento administrativo previo que pretende dar a la Administración la
oportunidad de revisar sus decisiones o corregir errores en un modo inconstitucional de
consagrar la irrevisibilidad judicial de un acto administrativo.

Adviértase que, conforme surge de los hechos alegados por las partes en este estado
preliminar del proceso, en el presente caso los ocho días hábiles de demora en que
habría incurrido el contribuyente para cuestionar el acto en sede administrativa, en
virtud de la pretendida falta de control judicial del acto que resolvió el fondo de la
denuncia de ilegitimidad, operarían en la práctica como un verdadero y brevísimo plazo
de prescripción que le haría perder el derecho de cuestionar ante el Poder Judicial una
multa de más de cien mil pesos motivada en el ingreso voluntario con un día hábil de
retraso del tributo en cuestión.

6. Que en su recurso de apelación la actora sostuvo que mediante una “mera


apariencia de razonamiento” el fallo de primera instancia eludió el tratamiento del
planteo de inconstitucionalidad del artículo 94, norma que involucraba el derecho al
debido proceso y a la tutela judicial efectiva (fs. 72/86).

Corresponde, de tal modo, abocarse al tratamiento de dicho agravio.

En primer término, ha de destacarse que el Tribunal no desconoce la doctrina de la


Corte Suprema de Justicia que, respecto del procedimiento administrativo y las vías
contenciosas del ámbito federal, sostiene que “la decisión administrativa que
desestima en cuanto al fondo un recurso extemporáneo, tramitado en el caso como
denuncia de ilegitimidad, no es susceptible de ser impugnada en sede judicial porque,
al haber dejado vencer el interesado el término para deducir los recursos
administrativos, ha quedado clausurada la vía recursiva y, por ende, la posibilidad de
agotar la vía administrativa, requisito insoslayable para la habilitación de la instancia
judicial (art. 23, inc. a] de la L. 19549). Esta conclusión encuentra sustento, en primer
lugar, en lo dispuesto en el artículo 1, inciso e), apartado 6 de la ley 19549, el cual
determina 'una vez vencidos los plazos para interponer recursos administrativos se
perderá el derecho para articularlos...'; y, además, el carácter perentorio (art. 1, inc.
e], ap. 6) y obligatorio (art. 1, inc. e], ap. 1) que dicho cuerpo legal confiere a los
plazos para recurrir” (CSJN - “Gorordo Allaría de Krajl, Haydée María c/Estado Nacional
-Ministerio de Cultura y Educación-” - 4/2/1999).

Ahora bien, el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad ha señalado que a las


materias de derecho local no cabe aplicar sin más los precedentes de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, que sólo en materia federal establecen doctrina a la que
deben conformar sus decisiones los jueces de las instancias anteriores (voto de la Dra.
Conde, al que adhirieron los Dres. Ruiz y Muñoz, al resolver en autos “GCBA s/queja
por recurso de inconstitucionalidad denegado en 'Sociedad Italiana de Beneficencia de
Buenos Aires c/DGR s/recurso de apelación judicial c/decisiones de DGR'” -
26/3/2002).

De allí que, tratándose en el caso de la impugnación constitucional de normas de


procedimiento administrativo e impugnación judicial del ejercicio de la función
administrativa, ambas de materia netamente local, no resultan aplicables en forma
mecánica los precedentes de la Corte Federal. Máxime cuando la Constitución de la
Ciudad consagra con particular énfasis la garantía del acceso a la justicia (arts. 12, inc.
6]; 13, inc. 3]; 14, todos ellos en conjunto con lo dispuesto en el art. 10 “in fine”).

No se trata, en modo alguno, de desconocer la autoridad de los fallos del Máximo


Tribunal, sino de otorgarles el preciso valor que les corresponde respecto de las figuras
del derecho público local, en el marco de un sistema republicano federal como el
adoptado por nuestro país. Esto es, verificar que no vulneren el “piso” establecido por
la Constitución Nacional y la obligación respecto de los gobiernos provinciales (y de la
Ciudad, por supuesto) que impone su artículo 5.

Sentado lo expuesto, cabe recordar que el Máximo Tribunal de la Ciudad ha afirmado


que no puede hablarse con propiedad de supremacía de la Constitución, si quien está
encargado de controlar la legitimidad constitucional de los actos es el propio poder que
los emite. La división de poderes significa, en la filosofía política de El Federalista, que
ha inspirado nuestro modelo republicano, separación de funciones y control mutuo de
su ejercicio (causa SAO 50/99 - “Partido Justicialista y otros c/Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires” - 14/7/1999 - Constitución y Justicia - Fallos del Tribunal Superior de
Justicia de la Ciudad de Buenos Aires - I - 1999 - Ed. Ad Hoc - Buenos Aires - 2001 -
pág. 162).

Por su parte, esta Sala ha sostenido que la doctrina de la división de los poderes, con
su respectivo sistema de frenos y contrapesos, ha sido plasmada por nuestros
constituyentes de 1853 principalmente en los artículos 29, 75, 76, 99, 108 y 109 de la
ley fundamental, y que la propia experiencia histórica de la que emergía la Nación en
esos momentos, indujo al legislador a reforzar tal modelo republicano con
disposiciones más enfáticas aún que las de su precedente norteamericano. En la
misma línea de tradición institucional se expidieron los convencionales porteños de
1996 al sancionar la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires, en cuanto reiteran la
prohibición al ejecutivo de ejercer funciones judiciales y legislativas (arts. 103 y 108).
De allí que, la armónica interpretación de las normas mencionadas impide en modo
claro y terminante aceptar la existencia de una suerte de “zona franca” en cabeza de la
Administración, en la cual pudiese dictar normas de carácter general y resolver
controversias sin intervención de los Poderes Legislativo y Judicial (esta Sala -
“Gamboa, Carlos Alfredo c/Secretaría de Educación -GCBA- s/amparo [art. 14,
CCABA]” - 12/10/2001 - LL - 2002 - T. C - pág. 2).

En sentido coincidente, la Sala I de esta Cámara ha afirmado que “como en un orden


jurídico democrático ninguna actividad del Estado puede quedar por fuera del derecho,
resulta palmario que todos los actos de aquél son susceptibles de ser confrontados con
el derecho vigente -en cuya cúspide se encuentra la Constitución Nacional- para
evaluar su grado de concordancia con él. En otras palabras, el Poder Judicial no puede
arrogarse funciones reservadas por la Constitución a los otros poderes del Estado, pero
lo que sí debe hacer es ejercer la función judicial, esto es, la potestad de juzgar, entre
otras cuestiones, la constitucionalidad de las leyes y de los actos administrativos
emanados de aquéllos” (“Spisso, Roque c/GCBA s/amparo” - 8/5/2001 - LL - 2002 - T.
A - pág. 96).

Calificada doctrina, por su parte, ha expresado que en la Constitución no existe


excepción alguna que se aparte del principio general de la defensa en juicio de la
persona y de los derechos, y que, por eso mismo, “vanos son todos los esfuerzos de
autoridad que quieran forzar un texto constitucional” hacia el significado que contenga
en algún caso una excepción clara a dicho principio general (Gordillo, Agustín:
“Tratado de derecho administrativo” - 8ª ed. - Buenos Aires - FDA - 2006 - T. II - pág.
VIII-14).

Tal resulta, pues, el marco constitucional y conceptual en que debe analizarse la


impugnación efectuada respecto del último precepto del artículo 94 de la ley de
procedimientos administrativos, por el cual “[l]a decisión que resuelva la denuncia de
ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”.

Adviértase que la norma refiere a una “decisión” de la Administración, esto es una


declaración unilateral de la voluntad que produce efectos jurídicos directos e
inmediatos, y por ende un acto administrativo, al cual, independientemente del
transcurso de plazo alguno, se excluye de plano e “ipso iure” de la posibilidad de
revisión judicial.

De allí que, conforme la doctrina de los precedentes señalados, corresponde adelantar


que la tacha de inconstitucionalidad formulada por la actora tendrá favorable acogida
en esta instancia en orden a las particulares circunstancias del caso. Ello así, por
cuanto la limitación que consagra la norma implica asignar una suerte de “blindaje” a
cierta categoría específica de actos administrativos del eventual conocimiento y control
judicial, en abierta contradicción con lo dispuesto por el artículo 106 de la Constitución
de la Ciudad que asigna al Poder Judicial “el conocimiento y decisión de todas las
causas que versen sobre puntos regidos por esta Constitución, por los convenios que
celebre la Ciudad, por los Códigos de fondo y por las leyes y normas nacionales y
locales” (el destacado nos pertenece).

Se trata asimismo de preservar la integridad del derecho de defensa en juicio previsto


en los artículos 8 del Pacto de San José de Costa Rica, 18 de la Constitución Nacional,
y 12, inciso 6), y 13, inciso 3) de la Constitución de la Ciudad, que se extiende a toda
la actividad administrativa y garantiza el acceso, al menos, a una instancia en la cual
acudir ante un órgano imparcial e independiente designado conforme los mecanismos
constitucionales. Lo contrario, implicaría consagrar de hecho en estos casos, la facultad
de la Administración de resolver una controversia con fuerza de verdad legal, lo cual
-como ya quedara expuesto- le está vedado tanto al ejecutivo local (art. 108, CCABA)
como al nacional (art. 109 de la CN).

En este sentido, se ha pronunciado desde hace tiempo la Corte Suprema al consagrar


en el “leading case”, “Fernández Arias c/Poggio” la obligatoriedad de la posibilidad de
control judicial suficiente de toda la actividad de los órganos administrativos (Fallos:
247:646).

De esta manera, la prohibición de la revisión judicial del acto administrativo que


resuelve como denuncia de ilegitimidad el recurso interpuesto fuera de término, a la
luz de la consagración de un plazo brevísimo de quince días para impugnar un acto en
sede administrativa -donde el particular puede actuar sin patrocinio letrado-, cuyo
vencimiento puede acarrear la pérdida de todo derecho, atento la imposibilidad de
agotar la vía administrativa (Muñoz, Guillermo A.: “Los plazos” - en Procedimiento
Administrativo - Ed. Cs. de la Administración - Buenos Aires - 1998 - pág. 41; y
Gordillo, Agustín: “Tratado de derecho administrativo” - 5ª ed. - Buenos Aires - FDA -
2002 - T. IV - pág. VIII-8), constituye -en el caso- una reglamentación de los derechos
de acceso a la justicia y defensa en juicio que no supera las pautas de razonabilidad
que exigen los artículos 28 de la Constitución Nacional y 10 de la Constitución de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por lo que corresponde declarar su
inconstitucionalidad.

Ello por cuanto, no resulta posible efectuar una interpretación integradora que
preserve -respecto del caso- la vigencia de la norma que se cuestiona y, a su vez,
contemple la plena vigencia de la garantía de defensa en juicio y de acceso a la
jurisdicción previstas en los artículos 18, Constitución Nacional y 12, inciso 6) y 13,
inciso 3) de la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y al mismo tiempo
preserve la vigencia del principio “pro accione”, reconocido por la Corte Suprema como
un criterio a seguir en materia contencioso administrativa (Fallos: 312:1306).

Por último, resta señalar que en sentido análogo al aquí propiciado se pronunció en
disidencia el doctor Carlos F. Balbín, el 10 de setiembre de 2001, en los autos “Osmifa
SA c/DGR (R. [DGR] 5300/2000) s/recurso de apelación judicial c/decisiones de DGR”,
expediente RDC-50 de la Sala I de esta Cámara de Apelaciones.

7. Que previo a resolver sobre la habilitación de la instancia, la señora jueza de grado


hizo lugar a la medida cautelar solicitada y ordenó al Gobierno de la Ciudad de Buenos
Aires que se abstenga de iniciar la ejecución fiscal por la sanción decretada por los
actos administrativos (DGR) 4103/2003, (DGR) 239/2004 y (SHyF) 2264/2004 que
impusieron y confirmaron respectivamente una multa de $ 104.868,90, todo ello
previo depósito de la suma de diez mil pesos ($ 10.000) en concepto de caución real
(fs. 53/55).

8. Que contra lo así resuelto dedujo y fundó recurso de apelación la demandada (fs. 60
y 90/104). Al expresar sus agravios la apelante sostuvo que la medida se dictó con
ausencia de fundamento normativo, al no reunirse los presupuestos legales esenciales
para su procedencia. Indicó que no se efectuó ninguna referencia al daño grave que
sufriría la actora si la medida solicitada fuese denegada.

Señaló que el peligro en la demora sólo fue analizado desde el punto de vista de la
actora y no desde el de la demandada que se vio impedida de accionar en la justicia.
Luego, destacó que el acto suspendido se encontraba firme y consentido por la actora
y que la contracautela fijada en primera instancia resulta insuficiente.

Por último efectuó reserva del caso constitucional y federal para el caso que se adopte
una resolución contraria a sus intereses.

La actora contestó el traslado conferido a fojas 107/111.

9. Que gran parte de los agravios de la demandada enderezados a cuestionar los


fundamentos de la decisión apelada y la falta de verosimilitud en el derecho de la
actora radican en el hecho que “el acto que se intenta impugnar se encontraba firme y
consentido y era irrecurrible judicialmente” (fs. 95 vta.).

Ahora bien, habida cuenta de lo expuesto en los precedentes considerandos 5 y 6 cabe


poner de resalto que tales asertos no se ajustan a lo resuelto en la presente.

Así, al momento de resolver respecto de la medida cautelar planteada frente a la


posible ejecución de un acto administrativo que impuso una multa tributaria que no se
encuentra firme, resulta de aplicación la doctrina oportunamente fijada por esta Sala al
resolver en autos “Deheza” el 6 de julio de 2004 (entre otros casos, vgr. “Buenos Aires
Container Services SA c/GCBA s/otros procesos incidentales” - expte. EXP 4657 -
18/6/2002), y la coincidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad al resolver
en los mismos actuados el 16 de marzo de 2005, en cuanto a que no procede la
ejecución fiscal de multas no ejecutoriadas.

Es que, el alcance que debe otorgársele a la expresión “ejecutoriadas” contenida en el


artículo 450 del Código Contencioso Administrativo y Tributario, no puede diferir del
que el propio legislador le ha otorgado en otros artículos del mismo Código adjetivo
(con remisión a los arts. 61, 93, 286, 392 y 409), relativo a aquellas decisiones que se
encuentran firmes, ya sea por no haber sido cuestionadas o por haber sido
confirmadas tras la pertinente impugnación (esta Sala - “GCBA c/Scania Plan SA de
Ahorro para fines determinados s/ej. fisc. - ingresos brutos” - expte. EJF 302173 -
29/4/2003 y en “GCBA c/Giuseppino SRL” - EJF 321212/0 - 23/10/2003).

Esta Sala afirmó que los actos constitutivos de infracción que den lugar a la imposición
de sanción no pueden ser judicialmente ejecutados mientras sean cuestionados en
sede judicial y la decisión a su respecto no se encuentre firme; siendo por ende
automática la suspensión con motivo de la interposición de acciones judiciales.

En síntesis, cabe concluir que en materia de sanciones en el ámbito de la Ciudad, la


impugnación judicial tiene efectos suspensivos automáticos, en función de lo regulado
en el artículo 450 del Código Contencioso Administrativo y Tributario.

No es preciso entonces prestar garantía alguna para lograr la suspensión, ni tampoco


se requiere la concurrencia de los recaudos de las medidas cautelares, ya que, de
acuerdo al criterio expuesto no hay ejecución de sanción susceptible de suspensión en
caso en que estuviera judicialmente cuestionada, como en el “sub lite”. Si la multa no
está “ejecutoriada” nada hay que suspender.

No se trata de un problema de suspensión de la eventual ejecución fiscal mediante el


dictado de una medida cautelar, sino de la inhabilidad que afecta al título ejecutivo que
pudiera emitirse respecto de una sanción de multa, que hubiese sido impugnada en
sede judicial.

En estos casos no cabría hablar de “suspensión” de los efectos de un acto -por lo que

no es necesario solicitar una medida cautelar-, sino que su eficacia queda demorada
hasta que, eventualmente, adquiera firmeza.

Por todo lo expuesto, corresponde revocar la medida cautelar dictada a fojas 53/55.

10. Que atento las particularidades del caso y la dificultad que presenta su
interpretación que pudo haber inducido razonablemente a las partes a considerarse
con derecho, corresponde imponer las costas de la incidencia cautelar en el orden
causado.

DISIDENCIA DEL DOCTOR ESTEBAN CENTANARO

1. Que toda vez que los considerandos 1 a 4 del voto que antecede resumen
adecuadamente las constancias de la causa, cabe tenerlos por reproducidos a efectos
de evitar reiteraciones innecesarias.

2. Que respecto del agravio relacionado con la inconstitucionalidad del artículo 94 de la


ley de procedimientos administrativos, he tenido oportunidad de pronunciarme al
integrar el voto mayoritario en los autos “Osmifa”, resueltos el 10 de setiembre de
2001, de la Sala I de esta Cámara.

Así, el artículo 94 de la ley de procedimientos administrativos de la Ciudad Autónoma


de Buenos Aires (D. 1510/1997) reza textualmente: “Una vez vencidos los plazos
establecidos para interponer recursos administrativos se perderá el derecho para
articularlos, quedando firme el acto. Ello no obstará a que se considere la petición
como denuncia de ilegitimidad por el órgano que hubiera debido resolver el recurso,
salvo que éste dispusiera lo contrario por motivos de seguridad jurídica o que, por
estar excedidas razonables pautas temporales, se entienda que medió abandono
voluntario del derecho. La decisión que resuelva la denuncia de ilegitimidad será
irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha establecido “[q]ue la decisión


administrativa que desestima en cuanto al fondo un recurso extemporáneo, tramitado
en el caso como denuncia de ilegitimidad, no es susceptible de ser impugnada en sede
judicial porque, al haber dejado vencer el interesado el término para deducir los
recursos administrativos, ha quedado clausurada la vía recursiva, y, por ende, la
posibilidad de agotar la vía administrativa, requisito insoslayable para la habilitación de
la instancia judicial (art. 23, inc. a], L. 19549). Esta conclusión encuentra sustento, en
primer lugar, en lo dispuesto en el artículo 1, inciso e), apartado 6 de la ley 19549, el
cual determina: 'Una vez vencidos los plazos establecidos para interponer recursos
administrativos se perderá el derecho para articularlos...'; y, además, en el carácter
perentorio (art. 1, inc. e], ap. 6) y obligatorio (art. 10, inc. e], ap. 1), que dicho
cuerpo legal confiere a los plazos para recurrir” (CS - 4/2/1999 - “Gorordo Allaria de
Kralj, Haydée María c/Estado Nacional -Ministerio de Cultura y Educación-
[6.1530.XXXII.R.H.]”). Los artículos mencionados precedentemente encuentran su
correlato en los artículos 3, inciso 1) del Código Contencioso Administrativo y
Tributario de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y 94 y 22, inciso e), apartado 1) de
la ley de procedimientos administrativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (D.
1510/1997) respectivamente.

El citado artículo 94 es muy claro al señalar que el vencimiento de los plazos para
interponer recursos administrativos causa la pérdida del derecho para hacerlo. De esta
manera queda firme el acto, imposibilitando el agotamiento de la vía administrativa,
requisito incuestionable para habilitar la instancia judicial.

La denuncia de ilegitimidad es un remedio extraordinario previsto por el ordenamiento


legal cuya resolución es irrecurrible y no habilita la instancia judicial. Ésta busca
asegurar no sólo el control de la legalidad sino también que la actividad administrativa
sea eficaz, consolidando el respeto de los derechos e intereses de los administrados
(conf. Comadira, Julio R.: “El caso 'Gorordo': nueva jurisprudencia de la Corte
Suprema en materia de habilitación de la instancia y revisión judicial de la denuncia de
ilegitimidad” - ED - T. 181 - pág. 960).

Adviértase que la mayoría de los agravios de la actora giran en torno a la cuestión de


fondo, dada por la pretendida aplicación retroactiva de una reforma del Código Fiscal,
y a lo que el contribuyente denomina “revisión de la cosa juzgada írrita” y “revisión de
la cosa juzgada en materia penal” (fs. 72/86). De este modo, la actora ha admitido la
extemporaneidad de su planteo, que impide tener por habilitada la instancia judicial.

Es que, el ordenamiento legal prevé la posibilidad de interponer recursos


administrativos, posibilitando luego la habilitación de la instancia judicial. En el caso de
autos, dado que la parte apelante ha dejado vencer los plazos perentorios para la
interposición del recurso administrativo, se torna inviable el control judicial, no
lesionando en consecuencia su derecho de defensa; pues esta situación ha sido
ocasionada por su actuar negligente. En consecuencia el acto administrativo ha
quedado firme y cabe confirmar lo resuelto en primera instancia respecto a que no se
encuentra habilitada en autos la instancia judicial, sin que resulte procedente indagar
en las razones de fondo con las que la apelante pretende poder, de alguna manera,
hacer renacer los plazos que fenecieron por su propia impericia en la defensa de sus
intereses.
3. Que en virtud del modo en que se resuelve en relación a la habilitación de la
instancia la medida cautelar dictada en autos pierde virtualidad, por lo que nada cabe
señalar respecto de la apelación deducida al respecto por la demandada.

Esteban Centanaro

Por las consideraciones que anteceden, habiendo dictaminado la señora fiscal de


Cámara, por mayoría, el Tribunal

RESUELVE:

1. Hacer lugar al recurso de apelación interpuesto por la actora y tener por habilitada
la instancia judicial, declarando para ello la inconstitucionalidad del artículo 94 de la ley
de procedimientos administrativos en cuanto prescribe que “[l]a decisión que resuelva
la denuncia de ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”. 2.
Revocar la medida cautelar dispuesta a fojas 53/55 con el alcance expuesto en el
considerando 9. 3. Costas por su orden (art. 62, CCAyT).

Regístrese, notifíquese -a la mencionada funcionaria en su despacho- y,


oportunamente, devuélvase.

Esteban Centanaro - N. Mabel Daniele - Eduardo Á. Russo


Sala 1 Camara CAyT

“SOLITO, ROBERTO CONTRA GCBA SOBRE IMPUGNACION ACTO


ADMINISTRATIVO”, EXPTE. EXP. 30696/0 sp Buenos Aires, de marzo de 2011. Y
VISTOS: Estos autos, para resolver sobre el recurso de apelación interpuesto por el
Ministerio Público Fiscal a fs. 147 vta., fundado a fs. 156/7, contra la resolución de fs.
144/6 que tiene por habilitada la instancia judicial. I. El actor interpuso demanda a los
efectos de impugnar la resolución nº 415-MJySG-2008 que confirmó la resolución nº 249-
SSEMERG-2007 que denegaba el reclamo del subsidio previsto en la ley nº 1575, por los
daños sufridos en su automóvil dominio UYC 651. La resolución nº 249-SSEMERG-2007
le denegó el subsidio solicitado atento no encontrarse cumplidos los requisitos contenidos
en la norma nº 1575, al carecer de validez la documentación acompañada. A su vez, la
resolución nº 415-MJySGC-2008 rechazó el recurso jerárquico interpuesto por el actor por
extemporáneo y desestimó la denuncia de ilegitimidad analizada. La Sra. Fiscal de Primera
Instancia consideró que no se encontraba habilitada la instancia judicial por haberse
interpuesto el recurso administrativo fuera del plazo establecido (conf. art. 94 de la LPA). A
fs. 144/6 el juez de grado resolvió tener por habilitada la instancia, declarando para ello de
oficio la inconstitucionalidad del art. 94 de la LPA en cuanto prescribe que “la decisión que
resuelva la denuncia de ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”.
Para así decidir tuvo en cuenta que el vencimiento de los plazos acaecidos (cuatro días
hábiles) para interponer el recurso, generaba que por aplicación del art. 94 LPA, el poder
judicial no pudiera controlar el acto administrativo resuelto como denuncia de ilegitimidad,
impidiendo que el actor impugne el mismo o lo que es lo mismo prohibiendo su acceso a la
justicia, en clara violación al derecho de defensa en juicio previsto en los arts. 8 del Pacto
de San José de Costa Rica, 18 de la CN, 12 inc. 6 y 13 inc. 3 de la CCABA. Contra dicha
resolución la Sra. Fiscal de Primera Instancia interpuso recurso de apelación, que motiva la
intervención de esta Alzada. II. Los cuestionamientos vertidos por la Sra. Fiscal de Cámara
se refieren al agotamiento de la instancia administrativa mediante las vías recursivas
pertinentes y la interposición de la acción dentro del plazo perentorio e improrrogable de 90
días, computados desde el día siguiente al de la notificación del acto que agota la vía
administrativa. (arts 3, inc. 1, y 7 CCAyT). Asimismo, remarca que la ley de
procedimientos administrativos prescribe en su art. 109 que el recurso jerárquico deberá
interponerse ante la autoridad que dictó el acto impugnado dentro de los 15 días de
notificado. Finalmente, considera que todos los derechos y aún el de acceso a la justicia
pueden ser reglamentados (conf. art. 14 CN) y en este caso el art. 94 constituye una
reglamentación que no se presenta como irrazonable o arbitraria, teniendo en cuenta que la
impugnación de los actos administrativos se encuentra reglada por normas procesales que
determinan claramente los modos y los plazos. Así advierte que las notificaciones hicieron
saber al interesado las normas aplicables de impugnación. III. Ahora bien, la habilitación de
la instancia ha sido definida como un trámite propio y excluyente de las contiendas
contencioso administrativas a través del cual el juez, al inicio del proceso, verifica si se ha
dado cumplimiento a determinadas condiciones para que la demanda sea admisible
(Rejtman Farah, Impugnación judicial de la actividad administrativa, LL, ejemplar del
30/5/2001, pág. 8). Dichas condiciones consisten, fundamentalmente, en el agotamiento de
la instancia administrativa y la interposición de la acción dentro del plazo de caducidad
previsto por la ley. Como lo ha puesto de resalto la Corte Suprema de Justicia de la Nación,
la exigencia de agotar la instancia administrativa previamente a deducir demanda judicial
tiene por objeto que los órganos administrativos competentes examinen las pretensiones de
los administrados a fin de evitar juicios innecesarios (Fallos, 230:509). Se ha dicho,
asimismo, que la reclamación y la decisión administrativa previas son necesarias para
determinar el objeto del juicio; para evitar un pleito produciendo una etapa conciliatoria
anterior al mismo; para dar a la administración la oportunidad de revisar el asunto y revocar
el error; para promover el control de legalidad y conveniencia de los actos; y para permitir
una mejor defensa del interés público (Diez Manuel M., Derecho Procesal Administrativo,
Plus Ultra, Buenos Aires, 1996, pág. 228). IV. Para resolver la cuestión, resulta necesario,
ante todo, delimitar el objeto de la presente causa. Ello así, debe ponerse de resalto que, el
magistrado de primera instancia declaró de oficio la inconstitucionalidad del art. 94 LPA en
cuanto prescribe que “la decisión que resuelva la denuncia de ilegitimidad será irrecurrible
y no habilitará la instancia judicial”. V. En efecto, cabe poner de resalto que tal como ha
quedado demostrado en autos, el accionante interpuso el recurso jerárquico en forma
extemporánea, luego de vencido el plazo de 15 días previsto por la Ley de Procedimientos
Administrativos para la interposición del recurso, tal como surge de las constancias
obrantes a fs. 109/15. En consecuencia, corresponde determinar, en primer lugar, si la
Resolución nº 415/MJySGC/2008 –por medio de la cual se desestimó la denuncia de
ilegitimidad analizada por la administración- resulta susceptible de impugnación judicial. A
tal efecto, se considera adecuado analizar la normativa de aplicación al caso. VI. La Ley de
Procedimientos Administrativos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires establece en su
artículo 94 que “una vez vencidos los plazos establecidos para interponer recursos
administrativos se perderá el derecho para articularlos, quedando firme el acto. Ello no
obstará a que se considere la petición como denuncia de ilegitimidad por el órgano que
hubiera debido resolver el recurso, salvo que éste dispusiera lo contrario por motivos de
seguridad jurídica o que, por estar excedidas razonables pautas temporales, se entienda que
medió abandono voluntario del derecho. La decisión que resuelva la denuncia de
ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”. De acuerdo al principio
general que surge del precepto legal transcripto, los plazos de interposición de los recursos
administrativos revisten carácter perentorio, de manera que su presentación tardía hace
perder al interesado el derecho a impugnar el acto. En consecuencia, la presentación por
parte del apelante del recurso, luego de vencido el plazo de 15 días para su interposición,
implicó otorgar carácter firme y consentido a la Resolución 249-SSEMERG/2007 por
disposición legal. Ante tal supuesto –acto firme y consentido por haberse vencido el plazo
de interposición de los recursos que agotan la vía administrativa-, la segunda parte de la
norma citada ha previsto el remedio procedimental de la denuncia de ilegitimidad, que
constituye un modo de saneamiento jurídico que, en principio, salva los recursos
presentados fuera de término. Por su intermedio, el órgano que hubiera debido resolver el
recurso extemporáneamente presentado decide si corresponde tramitarlo y,
consecuentemente, revisar la cuestión presentada en forma tardía (Rejtman Farah, Mario,
Impugnación judicial de la actividad administrativa, La Ley, 2000, pág.103). La norma
establece, sin embargo, dos limitaciones a su admisibilidad, a saber: que no existan motivos
de seguridad jurídica que aconsejen su rechazo o que, por haberse excedido razonables
pautas temporales, se considere que ha mediado abandono voluntario del derecho. De
acuerdo a lo expresado precedentemente, la resolución que la autoridad administrativa dicte
frente a la presentación de una denuncia de ilegitimidad deberá, por un lado, declararla
procedente o no y, en caso de considerarla admisible, dispondrá hacer lugar o no a la
cuestión de fondo, al revocar o confirmar el acto impugnado. VII. Ahora bien, el artículo 94
in fine establece, además, que la decisión que resuelve la denuncia es irrecurrible y no
habilita la instancia judicial. En sentido análogo, respecto de la posibilidad de impugnar
judicialmente el acto que rechaza una denuncia de ilegitimidad la Corte Suprema ha dicho,
con referencia al ámbito nacional, que “la decisión administrativa que desestima en cuanto
al fondo un recurso extemporáneo, tramitado en el caso como denuncia de ilegitimidad, no
es susceptible de ser impugnada en sede judicial porque, al haber dejado vencer el
interesado el término para deducir los recursos administrativos, ha quedado clausurada la
vía recursiva y, por ende, la posibilidad de agotar la vía administrativa, requisito
insoslayable para la habilitación de la instancia judicial (art. 23 inc. a, de la ley nº 19.549).
Esta conclusión encuentra sustento, en primer lugar, en lo dispuesto en el inc. e, apart. 6º
del artículo 1º de la ley nº 19.549, el cual determina ´una vez vencidos los plazos para
interponer recursos administrativos se perderá el derecho para articularlos...`; y, además, el
carácter perentorio (art. 1º, inc. e, apart. 6º) y obligatorio (art. 1º, inc. e apart. 1º) que dicho
cuerpo legal confiere a los plazos para recurrir” (CSJN, “Gorordo Allaría de Krajl, Haydée
María c/Estado Nacional -Ministerio de Cultura y Educación-”, sentencia del 4 de febrero
de 1999). VIII. El análisis de los considerandos de la Resolución nº 415/MJySGC/2008 -a
través de las cuales se desestimó in límine la presentación del apelante- permite apreciar
que el rechazo se motivó tanto en la presentación fuera de plazo del recurso intentado –una
de las causales previstas en la norma en la medida que se hubiesen excedido razonables
pautas temporales- como en cuestiones de fondo (vgr. No encontrase cumplidos los
requisitos contenidos en la ley nº 1575, al carecer de validez la documentación
acompañada). En consecuencia, resultarían de aplicación al caso tanto la previsión del
artículo 94 de la Ley de Procedimiento Administrativo como el precedente jurisprudencial
citado en el párrafo anterior. IX. Respecto de la restricción contenida en la última parte del
precepto legal transcripto –irrevisibilidad judicial de la resolución de la denuncia de
ilegitimidad-, el sentenciante ha sostenido que su aplicación en el caso vulnera el derecho
de defensa en juicio previsto en los arts. 8 del Pacto de San José de Costa Rica, 18 de la
Constitución Nacional, 12 inc. 6 y 13 inc. 3 de la Constitución local. Hace suyo los
argumentos expresados por la Sala II del fuero en los autos caratulados “Frávega S.A. c/
G.C.B.A. s/ impugnación de actos administrativos”, sentencia de fecha 28 de diciembre de
2006. Existiendo un planteo concreto al respecto corresponde, entonces, analizar la
constitucionalidad de la norma cuestionada. X. En primer término, es necesario destacar
que cuando la Administración decide rechazar una denuncia de ilegitimidad por cuestiones
de fondo, ratificando en consecuencia la legitimidad del acto impugnado, ello implica,
necesariamente, que ha aceptado revisar su actuación. En tal caso, es la propia autoridad
administrativa quien, con su conducta, reabre la discusión al considerar y resolver la
presentación tardía y en este supuesto, no puede considerarse que el acto impugnado a
través de la denuncia haya adquirido firmeza. Entonces, si la Administración admite una
presentación como denuncia de ilegitimidad y, luego de analizar la pretensión esgrimida –
ejerciendo la facultad que el ordenamiento administrativo le reconoce de revisar la
legitimidad del acto impugnado-, decide desestimar dicho planteo, esa declaración de
voluntad expresa y concreta destinada a producir efectos jurídicos constituye un acto
administrativo susceptible de revisión judicial. Ello, por cuanto la decisión administrativa
que deniega el planteo efectuado por un administrado, aún luego de vencidos los plazos que
el ordenamiento adjetivo otorga a tales efectos, importa –en la medida que nuevamente se
analiza el fondo de la cuestión- un nuevo pronunciamiento. De esta forma, al constituir el
acto que resuelve la denuncia de ilegitimidad una manifestación expresa de voluntad
administrativa, productora de efectos jurídicos directos e inmediatos, queda habilitada su
posterior revisión en una instancia jurisdiccional. Este nuevo pronunciamiento, dictado al
resolver la denuncia, es el que agota la vía administrativa y, por lo tanto, resulta impugnable
en sede judicial. En consecuencia, se anticipa que el criterio legal previsto en el último
párrafo del artículo 94 de la LPA –irrevisibilidad del acto que resuelve la denuncia de
ilegitimidad- resulta inconstitucional. Ello porque la limitación plasmada en la norma
implica excluir determinados actos administrativos –aquellos que resuelven una denuncia
de ilegitimidad- del ámbito de contralor que por imperio constitucional corresponde a los
magistrados, respecto de cualquier manifestación de la voluntad administrativa. Tanto la
Constitución Nacional -artículo 18-, la Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires –artículos 12 inc. 6 y 13 inc. 3- y los tratados internacionales con jerarquía
constitucional reconocen a los ciudadanos el derecho de acceso al menos a una instancia
judicial, a través de la cual un órgano imparcial e independiente controle la legitimidad de
los actos dictados por la Administración. La garantía de defensa, entendida como el derecho
de ocurrir a la jurisdicción en procura de tutela, tiene vigencia respecto de toda la actividad
administrativa, sin que existan actividades o materias exentas de control. Si se aceptase, tal
como lo prescribe la norma que se cuestiona, que la resolución de la denuncia de
ilegitimidad no admite ser debatida en sede judicial, ello implicaría, en definitiva, aceptar
que la Administración puede resolver, en esos supuestos, una controversia con fuerza de
verdad legal, cuando la propia Constitución Nacional en su artículo 109 prohíbe al Poder
Ejecutivo el ejercicio de funciones jurisdiccionales. Igual disposición contiene la CCBA en
su artículo 108. A su vez, como lo ha señalado acertadamante calificada doctrina, tanto el
ordenamiento constitucional nacional como el local no establecen excepción alguna a la
revisibilidad judicial de la actividad estatal (Gordillo, Agustín, Tratado de Derecho
Administrativo, Tomo II, 4º Edición, VIII-11). En igual sentido, la Corte Suprema ha
establecido ya desde antaño que todo pronunciamiento emanado de órganos administrativos
queda sujeto a control judicial suficiente, a fin de impedir que aquéllos ejerzan un poder
absolutamente discrecional, sustraído a toda especie de revisión ulterior (CSJN, “Fernández
Arias”, Fallos, 247:646). De esta manera, no habiendo ámbito alguno de la actividad
administrativa que la Constitución declare exento de contralor jurisdiccional, la previsión
del artículo 94 in fine -que sustrae del ámbito de conocimiento de los jueces los actos
administrativos que resuelven una denuncia de ilegitimidad- resulta inconstitucional.
Tampoco puede interpretarse válidamente que tal restricción constituya una legítima
reglamentación del derecho a la jurisdicción, toda vez que al vedar toda posibilidad de
cuestionamiento de tales actos en sede judicial, el criterio legal no se adecua a las pautas de
razonabilidad que el legislador debe observar al momento de reglamentar un derecho –tal
como surge del artículo 28 CN- y, en consecuencia, se configura un supuesto de
desnaturalización que el texto constitucional veda expresamente. En cuanto al criterio
sentado por la Corte Suprema en el precedente “Gorordo” antes citado, es necesario
recordar que si bien no corresponde contrariar la jurisprudencia del Máximo Tribunal sin
nuevas razones que funden su modificación (CSJN, Fallos, 303:1769, 307:1094) no existe
igual impedimento cuando se exponen fundamentos que no fueron considerados y que se
estiman válidos para llegar a diferente conclusión (CSJN, Fallos, 304:900) toda vez que las
sentencias tienen eficacia vinculante sólo en relación al proceso en que se dictan (CSJN,
Fallos, 293:531) y la interpretación judicial no es, en principio y por sí, intangible ni
obligatoria fuera de ese ámbito (CSJN, Fallos, 263:252, 305:2275). De acuerdo a lo
expresado precedentemente, la declaración de inconstitucionalidad que se efectúa en el sub
examine constituye la ultima ratio del orden jurídico, toda vez que no resulta posible
efectuar una interpretación integradora que preserve la vigencia de la norma que se
cuestiona y que respete la plena vigencia de la garantía de defensa en juicio y de acceso a la
jurisdicción previstas en los artículos 18 CN y 12 inc. 6 y 14 inc. 6 CCABA, y mantenga
así incólume el principio in dubio pro actione, erigido por la Corte Suprema como el
criterio rector en materia contencioso administrativa en recientes pronunciamientos (Fallos,
312:1306). Por ello, atento a las manifestaciones vertidas precedentemente corresponde
rechazar el recurso de apelación interpuesto por el Ministerio Publico Fiscal y, en
consecuencia, tener por habilitada la instancia judicial. En mérito a las consideraciones
vertidas, normas y doctrina citadas; el Tribunal RESUELVE: Tener por habilitada la
instancia, declarando para ello la inconstitucionalidad del art. 94 de la Ley de
Procedimientos Administrativos en cuanto prescribe que “La decisión que resuelva la
denuncia de ilegitimidad será irrecurrible y no habilitará la instancia judicial”. Sin
imposición de costas toda vez que la controversia se ha suscitado con el Ministerio Público
Fiscal. Regístrese. Notifíquese a la señora Fiscal de Cámara en su despacho y devuélvase,
encomendándose al juzgado de origen el cumplimiento de las restantes notificaciones,
conjuntamente con la providencia que haga saber la devolución de los autos. La Dra. Inés
M. Weinberg no suscribe la presente por hallarse en uso de licencia.

FDO: Balbín y Corti.

Você também pode gostar