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INTRODUCCION

Basta mencionar su nombre, como para ya estar intranquilos. El tema a tratar


reviste un serio y profundo análisis ya que a simple vista con una ampliación de
pena no se soluciona en su totalidad el secuestro. Para empezar a analizar el
tema tiene que partirse buscando la raíz del problema, es decir; conforme se va
tratando de mejorar la seguridad así también se van perfeccionando día a día
estas actividades delictivas que por sus características y gravedad constituyen
un delito tipificado en nuestro código penal peruano.

Las personas dedicadas a tales actividades se constituyen en pequeñas


agrupaciones, las cuales se dedican al “secuestro al paso” figura que está
inmersa en el artículo 152 del C.P, mientras que agrupaciones conformadas por
20 o más constituyen “bandas organizadas” que ponen en jaque a cualquier
persona o miembro policial.

Con el transcurrir del tiempo estas personas han alcanzado “niveles


impresionantes” en esta actividad delictiva. No por el hecho de que se imponga
cadena perpetua en situaciones agravantes se va a erradicar el secuestro, sino
más bien aumentarán los “secuestros al paso”, hay que recordar que estas
personas son muy hábiles e inteligentes y no son fáciles de atrapar y que está
actividad no solo se da a nivel nacional sino también a trascendido a nivel
sudamericano y europeo.

Así también, en el presente trabajo, tocaremos un tema que va muy de la mano


con este delito, que también es la extorsión y la cual profundizaremos en nuestra
investigación materia de análisis.

1
TÍTULO I
CAPITULO I
DELITO DE SECUESTRO

1.1. Concepto

Es la acción y efecto de secuestrar.

Etimologicamente en el vocable latino “sequestrare”, que significa “apoderarse


de una persona para exigir rescate, o encerrar a una persona ilegalmente”. En
la antigüedad se conoció la denominación de “plagio”, término que se refiere a
una “res de pescar1”

Dentro de la esfera del derecho penal, el secuestro es la figura delictiva


consistente en la privación arbitraria de la libertad personal de un sujeto, o de
varios, llevaba a cabo por un particular o por varios, con el objeto de obtener un
rescate o causar daños o perjuicios al secuestrado o secuestrados, o a otras
personas con ellos.

1.2. Análisis jurídico


1.2.1. Tipicidad objetiva

El delito de secuestro se configura cuando el agente o sujeto activo priva, sin


tener derecho, motivo o facultad justificada para ello, de la libertad personal
ambulatoria del sujeto pasivo o víctima, sin importar el móvil o el tiempo que
dure la privación o restricción de la libertad.

1 DE PIÑA, Rafael de Pina, Diccionario de Derecho, ED. Porrua, México, p. 450.

2
El comportamiento que exige el tipo simple es el de privar, sin derecho, motivo,
ni facultad justificada, a una persona de su libertad ambulatoria, sea cual fuere
el móvil o circunstancia.

Roy Freyre2, afirma que la materialidad del delito de secuestro consiste en


privar a una persona de la facultad de movilizarse de un lugar a otro, aun cuando
se le deje cierto ámbito de desplazamiento que la víctima no puede físicamente
traspasar, configurando el delito precisamente la existencia de los límites
impeditivos. Con la finalidad de sustentar su concepto, el profesor sanmarquino,
cita como ejemplo el hecho que una persona estará secuestrada en un estadio
deportivo cuando no pueda abandonarlo por haberse cerrado sus puertas con
el fin de impedir su salida, no obstante que se le ha dejado la posibilidad de
desplazarse por la cancha y por los diferentes compartimentos del local.

Luis Bramont-Arias y García Cantizano3, haciendo uso de una fraseología


parecida al profesor Roy Freyre4 señalan que “el comportamiento consiste en
privar a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un lugar a
otro, con independencia que se deje cierto espacio físico para su desplaza-
miento, cuyos límites la víctima, no obstante, no puede traspasar; en este caso
se configura el delito, precisamente, por la existencia de tales límites
impeditivos. Estos autores, incluso ponen el mismo ejemplo del secuestro en un
estadio deportivo. Asimismo, siguiendo los argumentos del desaparecido
penalista Juan Bustos Ramírez, acertadamente concluyen (572> que lo
importante no es la capacidad física de moverse por parte del sujeto pasivo,
sino la de decidir el lugar donde quiere o no estar.

2 SALINAS SICCHA, Ramiro. “Derecho Penal Parte Especial”. Volumen I. Editorial


GRIJLEY, 4ta edición. Lima- Perú. Noviembre- 2010. Pág. 462.
3 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 462.
4 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 462.

3
El derecho vivo y actuante también se ha pronunciado sintetizando el concepto.
En efecto, la ejecutoria suprema del 9 de junio de 2004, en forma atinada y
coherente argumenta “que el delito de secuestro se configura cuando el agente
priva a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un lugar a
otro, con independencia de que se le deje cierto espacio físico para su
desplazamiento y cuyos límites la víctima no puede traspasar; desde este punto
de vista lo importante no es la capacidad física de moverse por parte del sujeto
pasivo, sino la de decidir el lugar donde quiere o no quiere estar y lo más
importante de esta disquisición, es que en el aludido tipo penal se usa la
expresión ‘sin derecho priva a la víctima de su libertad’, pero esta privación de
la libertad tiene una consecuencia, perseguida por el agente, a un fin mediato;
siendo la privación de la libertad solo un modo facilitador".

En esa línea, no se comprende el caso del derecho de corrección (siempre que


se ejerza dentro de los límites razonables) que tienen los padres, educadores,
tutores, curadores, quienes con ese fin impiden salir de determinado lugar a su
hijo o pupilo. Igual ocurre con los médicos y enfermeras que con fines de
tratamiento y curación, impiden la salida de sus enfermos de determinado
recinto cerrado. En estos casos, de modo alguno, aparecen los elementos de
actuar sin derecho para configurarse el delito de secuestro, pues existe motivo
o facultad justificada.

Así, Bramont-Arias y García Cantizano5 enfatizan que en ciertos supuestos,


no obstante, el secuestro, aun contra la voluntad del sujeto pasivo, está
permitido por la ley o, por lo menos, está tolerado por los hábitos sociales; por
ejemplo, el internamiento de enfermos mentales, el aislamiento de enfermos
contagiosos, la disciplina doméstica del “cuarto oscuro”, la detención de un
sujeto sorprendido en flagrante delito.

5 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 463.

4
Por el contrario, cometerá delito de secuestro aquella persona o funcionario que
priva de la libertad ambulatoria por tiempo determinado, a su víctima, sin tener
derecho ni razón justificable.

La comisión del delito de secuestro puede ser por acción o por omisión impropia.
Se presentará la omisión impropia cuando, por ejemplo, una persona que
solicita a su sirviente lo encierre durante la noche en su habitación

Nada indica el tipo penal del medio o modalidad que puede utilizar el
agente para cometer el secuestro, por lo que se admite cualquier medio de
comisión, siendo las más comunes la violencia, amenaza o el engaño. Villa
Stein6 afirma que las formas de privación pueden ser muchas, siendo las
previsibles las del encierro de la víctima por el tiempo que sea, aún el muy
breve, o su traslado engañoso o violento a lugar distinto del que le corresponde
o quiere estar.

1.2.1.1. Agravantes

El legislador, recogiendo la experiencia social de los múltiples secuestros


ocurridos en las grandes ciudades peruanas, ha previsto, en forma singular,
diversas agravantes al hecho punible simple, las mismas que motivan la
imposición de pena más severa al agente. El Decreto Legislativo Na 982, del 22
de julio de 2007 ha ampliado la gama de circunstancias agravantes. Así
tenemos:

Por la conducta del agente

1. El agente abusa, corrompe, trata con crueldad o pone en peligro la vida


o salud del agraviado (inciso 1, artículo 152). Esta circunstancia agravante
significa que el secuestro será calificado cuando el agente, aparte de privar de

6 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 464.

5
la libertad ambulatoria al agraviado, abusa de él, lo corrompe, le trata con
crueldad o pone en peligro la vida o su salud7.

Se trata de uno de los casos que en doctrina se conoce con la denominación


de delito imperfecto en dos actos, donde el secuestro es querido por
el agente como un medio subjetivo para una actuación ulterior. El secuestro
aparece como un medio para alcanzar otra finalidad que solo se logra con otra
conducta ulterior. En efecto, el agente después de secuestrar a su víctima
puede realizar cualquiera de las circunstancias previstas en el inciso 1 del tipo
penal 152 del Código Penal, las mismas que por sí solas sirven para
perfeccionar

El agente o bien puede abusar sexualmente de la víctima (por ejemplo, el


agente todos los días que dura el secuestro, hace sufrir el acto sexual a su
víctima), o bien puede actuar con la finalidad de corromper a la víctima; o bien
puede tratar con crueldad a la víctima o finalmente puede poner en peligro la
vida o salud del agraviado.

La expresión corromper debe ser entendida como el desarrollo de actos o


sugestiones inmorales que despiertan o incitan en el agraviado apetitos o
prácticas desviadas. Por ejemplo, incitar a la secuestrada, una señorita de su
casa, a que se convierta en una prostituta.

El sujeto activo actuará con crueldad cuando, después de secuestrar al


agraviado, acrecienta deliberada e injustamente el sufrimiento de aquel, cau-
sándole un dolor innecesario a los fines del secuestro mismo. No obstante, debe
entenderse que los actos con los cuales se produce el sufrimiento innecesario
en la víctima no deben tener la magnitud de una tortura o lesiones leves o

7 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 464.

6
graves. Pues si esto ocurre en un caso concreto, aparecerá el concurso del
secuestro con el delito de tortura o el delito de lesiones.

No le falta razón al profesor Villa Stein8, cuando sostiene que la crueldad se


define solo a partir de la innecesariedad del tormento para el propósito principal
que reclama el tipo. Por ejemplo, el agente todas las noches que dura el
secuestro despierta a su víctima utilizando un fierro caliente con el cual le infiere
quemaduras en las extremidades.

En el proceso seguido contra el ex presidente Fujimori Fujimori, la Corte


Suprema, en la ejecutoria del 30 de diciembre de 2009, ha precisado que “el
trato cruel debe ser concebido como aquel acto que deliberadamente produce
dolor y sufrimiento pero que por su intensidad, no es lo suficientemente severo
como para que se pueda calificar de tortura ni de lesiones. La gravedad y
dañosidad, siguiendo la jurisprudencia internacional, se matizan a partir de
factores endógenos y exógenos del caso concreto. Sin embargo, la influencia
de esos factores no deben ser analizados únicamente desde la óptica de la
víctima, como lo ha realizado el Fiscal Supremo, sino, a través de un estándar
objetivo, estableciendo qué tipos de conducta constituirían trato cruel para una
víctima estándar; de esa manera, a pesar de no haber causado daño
psicológico a la víctima, si se presentaron circunstancias concretas que son
innecesarias para realizar el secuestro -las cuales ya fueron delimitadas por
tribunales internacionales- entonces se configurará la agravante del trato cruel9.

Este razonamiento implica realizar un análisis ex ante al resultado de la agra-


vante, es decir, observar si la conducta plus de por sí -para una víctima
estándar- constituye trato cruel, generándose así una línea única de sanción,
estandarizando las acciones y creando por tanto criterios jurisprudenciales más

8 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 465.


9 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 465.

7
lineales e igualitarios. Además, trato cruel lo es no por lo que la víctima en
concreto siente -física o psicológicamente- sino por el trato en sí, por el plus, el
extra comportamiento que ya ha sido catalogado como tal por referencia de un
estándar establecido en la ley y en la jurisprudencia nacional e internacional, lo
que permitirá delimitar mejor el rol de persona para no cometer el delito penal
de secuestro agravado e imputarlo objetivamente; de esa manera se evita la no
punibilidad en situaciones donde tengamos a un agraviado fuerte -que por
diversas experiencias suyas le parezca normal la situación que está viviendo-
así como la excesiva punibilidad cuando el agraviado sea débil, de tal forma que
la conducta básica del secuestro de por sí le produzca un grave daño
psicológico, catalogándola como trato cruel por dicha producción)10.

La circunstancia de poner en peligro la salud o la vida de la víctima aparecerá


cuando el agente realiza una conducta tendiente a tal finalidad. Ejemplo:
aparece esta circunstancia cuando todos los días que dura el secuestro, el
agente no proporciona alimento a la víctima o, también ocurre, cuando el agente
no presta asistencia médica a su víctima que, como producto del secuestro,
resultó herido de bala.

a.2. El agente pretexta que el agraviado sufre de enfermedad mental (inciso


2, artículo 152). Se presenta la figura de secuestro agravado cuando el agente
priva de la libertad ambulatoria a su víctima, con el pretexto que aquel sufre de
enfermedad mental que en la realidad no padece. El profesor Villa Stein indica
que la gravedad del hecho resulta del medio -falsedad en el dato- empleado por
el agente. El atribuirle a la víctima un padecimiento mental que no tiene, resulta
alevoso11.

10 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 466.


11 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 466.

8
Esta circunstancia es muy común en nuestra realidad, pues siempre de por
medio están motivaciones económicas. Ocurre, por ejemplo, cuando los hijos,
con el propósito de disfrutar de la fortuna económica de su padre, con el auxilio
de un psiquiatra, le internan en un manicomio, alegando que sufre serias
alteraciones mentales.

a.3. Causa lesiones leves al agraviado (inciso 10, artículo 152). La


agravante aparece cuando el agente, con ocasión del secuestro, ya sea con la
finalidad de vencer la resistencia natural de la víctima o para lograr su finalidad,
le produce lesiones leves. Se entiende que para que una lesión sea catalogada
como leve debe ser de la magnitud que establece en forma clara el artículo 122
del Código Penal.

Esta agravante, sin duda, es criticable debido que no reviste mayor relevancia
ni magnitud como las demás circunstancias agravantes.

a.4. El agente suministra información que haya conocido por razón o con
ocasión de sus funciones, cargo u oficio con la finalidad de contribuir en
la comisión del delito de secuestro (tercer párrafo del artículo 152). Aquí se
trata de un cómplice primario, esto es, el agente presta su ayuda de manera
primordial, sin la cual no sería posible la comisión del secuestro y por ello
consideramos que resulta adecuado el haberlo separado de las agravantes del
secuestro para ubicarlo en párrafo aparte del tipo penal 152. La conducta se
configura cuando el agente-cómplice entrega información precisa que conoció
con ocasión de ejercer sus funciones, cargo u oficio, a los secuestradores para
que realicen el delito de secuestro sin mayor dificultad. Ocurre, por ejemplo,
cuando una persona que realiza labores domésticas en el hogar del agraviado,
informa a los secuestradores que su empleador sale solo a pasear su mascota
en el parque, todos los días a las ocho de la noche, e incluso informa que aquel

9
en esos días, no puede correr por haber sido golpeado en el muslo durante un
partido de fulbito.

a. 5. El agente proporciona deliberadamente los medios para la


perpetración del secuestro (Tercer párrafo del artículo 152). Aquí también
estamos ante una complicidad primaria. El agente presta los medios materiales
indispensables a los autores para la comisión real del secuestro; sin la ayuda
del cooperador, hubiese sido imposible la realización de dicho delito. Por
ejemplo, ocurre cuando el agente presta su vehículo y sus armas a los
secuestradores, quienes no cuentan con tales medios, para privar de libertad a
determinada persona12.

b. Por la calidad de la víctima

1. El agraviado es funcionario o servidor público (inciso 3, artículo 152). Aquí el


secuestro se agrava por el hecho que la víctima viene a ser una persona al
servicio de los intereses públicos. A efectos de la agravante no bastará verificar
que el sujeto pasivo cuente con la cualidad indicada, sino que será necesario
verificar el ejercicio normal de la función que cumple al servicio del Estado13.

Así, en el caso del “funcionario público”, el secuestro debería estar vinculado al


ejercicio de sus funciones para entender que el mayor injusto deriva de la
afección al “correcto funcionamiento de la administración pública”, además de
la libertad individual.

En consecuencia, el secuestro se agrava por el hecho que aparte de privar de


libertad ambulatoria al agraviado, indirectamente se está perturbando el normal
funcionamiento de la administración pública en el sector al cual pertenece el

12 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 469.


13 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 467.

10
secuestrado. El agente actúa con más temeridad, pues para lograr sus fines no
le interesa privar de su libertad a un trabajador del Estado.

Para saber qué personas son considerados como funcionarios o se ni do res


públicos para efectos de la normatividad penal, debe recurrirse al artículo 425
del Código Penal.

b. 2. El agraviado es representante diplomático de otro país (inciso 4,


artículo 152). La agravante se configura cuando el agraviado del secuestro es
diplomático de otro país. Es decir, cuando el diplomático es extranjero. Ello
significa que si el agraviado es diplomático de nuestro país, esta agravante no
aparece. No obstante, si el secuestrado es un diplomático peruano, igual el
secuestro es agravado por aplicación del inciso 3 del tipo penal en hermenéutica
jurídica.

b. 3. El agraviado es secuestrado por sus actividades en el sector privado


(inciso 5, artículo 152). La agravante fue introducida con la modificación del tipo
penal mediante el Decreto Legislativo N° 896, el mismo que tuvo como correlato
social, el incremento de secuestros al paso de empresarios exitosos ocurrido
en las grandes ciudades del Perú.

Se agrava la conducta de secuestro cuando el agente ha dirigido su conducta


sobre un empresario o profesional de éxito con la finalidad común de obtener
un provecho económico. Sin duda, el legislador busca evitar los secuestros en
contra de empresarios sobresalientes para no poner en peligro la actividad
económica del país.

El incremento de los secuestros al paso era indicativo que se vivía una


inseguridad y que las normas penales en contra de los secuestradores eran
benignas, por lo que el legislador no dudó en introducir la presente agravante.

11
Tiene razón Villa Stein cuando enseña que la previsión es, sin embargo, muy
abierta, pues cualquier actividad que no sea la correspondiente al sector público
pertenece por exclusión al sector privado. El juzgador deberá, no obstante,
interpretar restrictivamente el punto en término de prever como conducta
agravada la que atenta contra la libertad de empresarios privados o
profesionales cuyo éxito económico sea ostensible.

La agravante obedece más a fines económicos y cuando no políticos que a una


mayor dañosidad al bien jurídico protegido14.

b. 4. La víctima es pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o


segundo de afinidad, con las personas referidas en el incisos 3, 4 y 3 (inciso
6, artículo 152). Aquí la conducta de secuestro se califica por el hecho que el
agraviado resulta ser pariente, dentro del tercer grado de consanguinidad o
segundo de afinidad de un funcionario, servidor público, representante
diplomático de otro país o empresario o profesional de éxito. Se busca proteger
a la familia de las personas que tienen las calidades antes anotadas15.

b.3. El agraviado adolece de enfermedad grave (inciso 12, artículo 152). La


circunstancia agravante se configura cuando la acción de secuestro se dirige
contra una persona que se encuentra sufriendo de enfermedad grave, ya sea
de Upo mental o físico. Resulta clara que la enfermedad no debe haberlo
contraído durante la comisión del secuestro, sino en un momento anterior).

Los antecedentes médicos y sobre todo el examen médico legal al agraviado


determinarán la gravedad o no de la enfermedad que padece la persona. Se
busca proteger la integridad de aquellas que eventualmente se encuentren
sufriendo de alguna enfermedad de magnitud grave.

14 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 468.


15 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 469.

12
b.6. La víctima se encuentra en estado de gestación (inciso 13, artículo 152).
La agravante aparece cuando la víctima-mujer del secuestro se encuentra en
estado de gestación, es decir, esperando que se produzca el nacimiento de un
nuevo ser que lleva en su vientre. Ya hemos indicado al analizar la figura del
aborto, que una mujer se encuentra en estado de embarazo desde el momento
mismo que se produce la anidación del nuevo ser en el útero de la madre hasta
que se inician los intensos dolores que evidencian el inminente nacimiento.

Se busca proteger la integridad física y mental tanto de la gestante como del


ser por nacer. La agravante se justifica por la propia naturaleza del periodo que
atraviesa la agraviada.

b. 7. Si el agraviado es menor de edad (inciso 1 del cuarto párrafo del artículo


152). Esta agravante se presenta cuando el agente dirige su conducta sobre un
menor de dieciocho años.

Se busca proteger la integridad física y afectiva de los menores de edad,


quienes son más susceptibles a cualquier daño de su personalidad a
consecuencia de sufrir un secuestro.

b. 8. Si el agraviado es mayor de setenta (inciso 1 del párrafo cuarto del artículo


152). Esta agravante, antes de la modificatoria introducida por la Ley N2 28760,
presentaba un serio problema: se preveía que se producía el secuestro
agravado cuando la conducta se dirigía sobre un anciano. El saber a quién se
le consideraba anciano era un problema a resolver recurriendo a leyes extra
penales como las laborales, pues allí encontramos los parámetros para
considerar a una persona anciana.

Esto es, sosteníamos que la persona es anciana cuando haya alcanzado o


sobrepasado la edad cronológica límite para la jubilación.

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El secuestro se agravaba cuando el agente dirigía su conducta sobre un mayor
de sesenta y cinco años, en caso de varón, y sesenta años, en caso de mujer.
Incluso, en posición diferente y discutible, Villa Stein consideraba que por
aplicación extensiva del artículo 22 del Código Penal se considera anciano a la
persona mayor de sesenta y cinco años, pues dicho artículo prescribe la
imputabilidad relativa de las personas mayores de sesenta y cinco años que
hayan cometido un hecho punible.

Sin embargo, la LeyN2 28760 de junio de 2006 aclaró el panorama y señaló que
se configuraba la agravante del secuestro cuando la conducta del agente se
dirigía a una persona mayor de sesenta y cinco años, sea esta mujer o varón.

No obstante, sin mayor explicación ni fundamento razonable, el legislador,


mediante el Decreto Legislativo N2 982, ha dispuesto que el secuestro se agrava
si el agraviado tiene una edad cronológica mayor de setenta años. Esto es, si
el secuestro se produce en una persona de 69 años de edad, la agravante no
se configura.

Se busca proteger la integridad física y afectiva de los ancianos, quienes son


más susceptibles a cualquier daño de su personalidad como consecuencia de
sufrir un secuestro.

El agente de cualquiera de estas dos últimas agravantes se sanciona con


cadena perpetua.

b.9. Si el agraviado es discapacitado (inciso 2 del párrafo cuarto del artículo


152). Se configura cuando el agente secuestra o priva de su libertad ambulatoria
a una persona que sufre de incapacidad física, mental o sensorial, con la
finalidad de hacer que personas estrechamente vinculadas a ella le entreguen
cualquier ventaja indebida a cambio de dejarlo libre. Un dato adicional a tener

14
en cuenta para subsumir una conducta de secuestro, en esta agravante, es el
hecho que el agente debe aprovecharse de aquella discapacidad16.

Bien se sabe que la persona con discapacidad es aquella que tiene una o más
deficiencias evidenciadas con la pérdida significativa de alguna o algunas de
sus funciones físicas, mentales o sensoriales, que impliquen la disminución o
ausencia de la capacidad para realizar alguna actividad dentro de formas o
márgenes considerados normales, limitándola en el desempeño de un rol, fun-
ción o ejercicio de actividades y oportunidades para participar equitativamente
dentro de la sociedad.

Se justifica la agravante, toda vez que el actor o agente se aprovecha de la


especial debilidad de aquellas personas, sabiendo perfectamente que no
opondrán alguna clase de resistencia y por tanto, no ponen en peligro el logro
de la finalidad que busca aquel.

De configurarse esta agravante, el agente será sancionado con la incons-


titucional pena de cadena perpetua.

c. Por la finalidad que busca el agente con el secuestro.

c.1. El agente tiene por finalidad obligar a un funcionario o servidor


público a poner en libertad a un detenido (inciso 7, artículo 152). La
agravante aparece cuando el agente secuestra a determinada persona y
después solicita se deje en libertad a una persona detenida. Ejemplo: ocurre
cuando A secuestra a B que tiene estrechos lazos sentimentales con el
comisario de una comisaría, y luego conmina a este, dejar en libertad a C, que
horas antes había sido detenido al ser sorprendido en flagrante delito17.

16 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 471.


17 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 471.

15
c.2. El agente tiene por finalidad obligar a una autoridad a conceder
exigencias ilegales (inciso 7, artículo 152). La agravante se evidencia cuando
el agente secuestra al sujeto pasivo y luego solicita a determinada autoridad le
conceda exigencias ilegales, tales como el pago de honorarios no debidos o el
pago de beneficios no ganados, etc. El agente actúa con la firme convicción de
exigir que una persona investida de autoridad le otorgue alguna ventaja no
debida.

c.3. El agente busca obligar al agraviado a incorporarse a una agrupación


criminal (inciso 8, artículo 152). La circunstancia calificada aparece cuando el
sujeto activo secuestra una persona para obligarla a incorporarse a una
agrupación de personas dedicadas a la comisión de hechos delicüvos. Ocurre,
por ejemplo, cuando el agente secuestra a un electricista y le obliga, bajo
amenaza de no dejarle en libertad, a incorporarse a su agrupación criminal,
pues le urge una persona que conozca sobre electricidad para perpetrar delitos
contra el patrimonio.

El Decreto Legislativo N9 982, de julio de 2007, modificó esta agravante. En


efecto, anteriormente se configuraba cuando el agente buscaba que el
agraviado se incorpore a una “organización” criminal, es decir, a un grupo de
personas, más o menos organizadas, dedicadas a cometer latrocinios. En
cambio ahora el tipo penal solo se refiere a “agrupación”, dando a entender que
no necesariamente debe ser un grupo de personas medianamente organizadas
ni con permanencia en el tiempo, sino simplemente a un grupo de personas que
bien pueden reunirse para cometer latrocinios. El término agrupación engloba a
todo tipo de grupo de personas que se reúnen para cometer delitos. El término
es más amplio.

c. 4. El agente busca obtener tejidos somáticos de la víctima, sin grave


daño físico o mental (inciso 9, artículo 152). La Ley N° 28189, del 18 de marzo

16
de 2004, incorporó esta agravante en el artículo 152 del Código Penal, la que
se perfecciona cuando el agente, con la finalidad o intención final de obtener
tejidos somáticos de su víctima, lo secuestra. Aquí el agente no secuestra a una
persona para obligar que un tercero dé su consentimiento para donar sus tejidos
y trasplantarlos a otro, sino que de la misma víctima del secuestro se obtendrá
los que requiere.

d. Por el resultado

d.1. Durante el secuestro o a consecuencia de dicho acto se causa


lesiones graves al agraviado (último parte del artículo 152). La circunstancia
agravante se configura cuando la víctima, como consecuencia del secuestro
que ha sufrido, resulta con lesiones graves en su cuerpo o en su salud física o
mental. Ocurre, por ejemplo, cuando el agraviado pierde uno de sus brazos al
no haber sido atendido quirúrgicamente de la herida de bala que sufrió al
momento del secuestro.

Lesiones graves a la integridad física o mental son aquellas que tienen la


magnitud de los supuestos establecidos en el artículo 121 del Código Penal; si
por el contrario, las lesiones producidas al rehén son de la magnitud de los
supuestos del artículo 122, la agravante en hermenéutica no se configura, sino
el hecho se tipificará en el inciso 10 del tipo penal.

De la forma como aparece redactada la agravante, se entiende que las lesiones


producidas en la integridad física o mental de la víctima pueden ser a título de
dolo o de culpa; esto es, el agente puede causarlas directamente con la
finalidad, por ejemplo, de conseguir de forma más inmediata la ventaja indebida
que busca con su accionar o, en su caso, las lesiones pueden ocasionarse
debido a una falta de cuidado o negligencia del agente al momento del

17
secuestro, o cuando se está al cuidado del rehén en tanto se consigue la ventaja
que motiva el accionar delictivo18.

Con García Caverò19 sostenemos que la no mención de la previsibilidad del


resultado en la agravante en hermenéutica, de modo alguno significa la
utilización de un sistema de responsabilidad objetiva, sino por el contrario, las
lesiones graves a la integridad física o mental del agraviado deben ser, cuando
menos, previstas como resultado posible.

d. 2. Cuando el agraviado muere durante el secuestro o a consecuencia de


dicho acto (último parte del artículo 152). La agravante se presenta cuando el
agraviado muere durante el acto mismo del secuestro o a consecuencia de este,
es decir, el que ocurra con posterioridad al recobrar la víctima su libertad
ambulatoria, siempre que el fallecimiento sea consecuencia de dicho acto.
Ocurre, por ejemplo, cuando en el momento que se desarrolla el secuestro de
un empresario, este muere a consecuencia de haber recibido un impacto de
bala mortal durante la balacera que se produjo entre los secuestradores y los
miembros de su seguridad.

La muerte del secuestrado puede producirse a título de dolo o de culpa; es decir,


el agente dolosamente puede provocar la muerte de la víctima, por ejemplo,
cuando esta se resista al secuestro o, en su caso, pese a que logran su objetivo
de obtener la ventaja perseguida con su conducta, ocasionan la muerte del
agraviado con la finalidad de no ser identificados posteriormente. Asimismo, la
muerte de la víctima puede producirse por un actuar negligente del autor al
momento del secuestro o, en su caso, cuando está al cuidado del rehén, en
tanto el obligado hace entrega de la ventaja indebida que se le exige.

18 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 472.


19 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 473.

18
Igual que en la hipótesis anterior, el no hacer mención de la previsibilidad del
resultado letal no significa la utilización de un sistema de responsabilidad
objetiva, pues de todas maneras se exige que la muerte del agraviado sea,
cuando menos, prevista como resultado posible por el agente.

Las dos últimas modalidades agravadas del delito de secuestro, también son
sancionadas con la inconstitucional pena de cadena perpetua.

e. Por los medios de comisión

e.1. Se utiliza a menores de edad para cometer el secuestro (inciso 11,


artículo 152). La agravante se configura cuando el agente o agentes utilizan en
la comisión del secuestro a personas menores de 18 años de edad. La
participación del menor incluso hasta puede ser con su voluntad; sin embargo,
por el solo hecho de hacerlo participar en el hecho punible de secuestro, los
agentes serán sancionados por el delito de secuestro agravado20.

e.2. Se utiliza un inimputable para cometer el secuestro (inciso 11, artículo


152). La circunstancia agravante se presenta cuando el o los agentes, para
cometer el delito de secuestro, utilizan o hacen participar a una persona
inimputable. Se considera inimputable, con exclusión de los menores de 18
años, a todas aquellas personas que por anomalía psíquica, grave alteración
de la conciencia o por sufrir alteraciones en la percepción, que afectan
gravemente su concepto de la realidad, no poseen la facultad de comprender el
carácter delictuoso de su acto.

f. Por concurso de agentes

f.1. El secuestro es cometido por dos o más personas (inciso 11, artículo
152). La agravante se configura cuando el secuestro se realiza por el concurso

20 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 474.

19
de dos o más personas que se reúnen ocasionalmente para ello. No es una
agrupación delictiva cuya característica es su permanencia en el tiempo, sino
que aquí la agravante se configura cuando dos o más personas se juntan en
forma ocasional para realizar un secuestro. El concurso de dos o más sujetos
que exige el upo penal, debe ser en el hecho mismo que se produce el
secuestro. No antes ni después, y ello solo puede suceder cuando estamos ante
la coautoría21.

Los instigadores o cómplices no sirven para cumplir las exigencias de la


agravante. Los primeros no cometen el delito, lo determinan; mientras que los
segundos tampoco cometen el delito, solo colaboran o auxilian a los que
realmente realizan el hecho punible. Los instigadores y cómplices no tienen el
dominio del hecho. En suma, la agravante se configura cuando dos o más
personas participan en calidad de coautores del delito de secuestro*589). En
secuencia, no es suficiente una complicidad simple, una cooperación necesaria
o una instigación para estimar la agravante, sino que debe tratarse de un caso
de coautoría, en donde el dominio del hecho se encuentre en manos de varios
sujetos, en el sentido de una contribución de funciones y de roles, en virtud a la
cual cada uno determina con su aporte la mayor gravedad del injusto.

Esta circunstancia agravante se fundamenta en la misma imposibilidad de


defensa que experimenta la víctima frente a un hecho de plural participación y
en la mayor potencialidad lesiva para el bien jurídico “libertad ambulatoria” que
importa el ataque de un grupo de personas.

1.2.1.2. Bien jurídico protegido

21 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 474.

20
“El delito de extorsión es de naturaleza plurisofensiva, por atentar contra
bienes jurídicos diversos como la libertad, integridad física y psíquica de las
personas, así como el patrimonio, siendo este último el bien jurídico relevante22”.

El bien jurídico preponderante que se trata de proteger lo constituye la libertad


personal, entendida en el sentido de libertad ambulatoria o de locomoción, es
decir, la facultad o capacidad de las personas de trasladarse libremente de un
lugar a otro como a bien tengan de acuerdo a sus circunstancias existenciales.

En tal sentido, Javier Villa Stein23, citando a los españoles Agustín Jorge
Barreiro y José Prats Ganut, afirma que es intensiva la doctrina que admite que
el bien tutelado con el tipo penal del secuestro es la libertad ambulatoria, es
decir, la libertad de locomoción, entendida como la facultad de fijar libremente,
por parte de la persona, su situación espacial.

1.2.1.3. Sujeto activo

Agente, sujeto activo o autor del delito de secuestro puede ser cualquier
persona, el tipo penal no exige alguna condición especial. Incluso puede ser
cometido por un funcionario o servidor público en ejercicio de sus funciones, así
como un representante diplomático ya sea peruano o extranjero.

1.2.1.4. Sujeto pasivo

Víctima, agraviado o sujeto pasivo del delito de secuestro puede ser cualquier
persona, incluso un recién nacido o un enfermo mental. Esta es la diferencia
con el delito de coacción, en el sentido que en aquel ilícito penal se requiere
que el sujeto pasivo tenga conciencia de su libertad para poder obligarle a
realizar lo que la ley no manda o impedirle algo que la ley no prohíbe; mientras

22 Ejecutoria Suprema del 26 de mayo de 1999. Exp. Nº 1552-1999, Lima.


23 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 475.

21
que en el secuestro no se requiere tal conciencia, pudiendo ser sujeto pasivo
del delito cualquier persona que tenga o no conciencia de la libertad. Esta es la
interpretación de la Suprema Corte cuando por la ejecutoria suprema del 10 de
abril de 1997, expresa que “en el delito de secuestro agravado por la calidad del
sujeto pasivo (un “menor de edad” que no tenga la capacidad física locomotriz
ni psíquica para autodeterminarse), el injusto culpable se configura porque el
agente priva a su víctima del derecho de mantenerse bajo la órbita, el control y
cuidado de quienes tienen el deber y poder de tenencia respecto a él, como
libre ejercicio de las potestades que se producen dentro de los vínculos de
familia, lo cual no implica que los padres del menor sean sujetos pasibles del
delito".

En esa línea, no puede aceptarse la posición adoptada por Bramónt-Arias y


García Cantizano24, quienes enseñan que “sujeto pasivo puede ser cualquiera,
inclusive un menor de edad, siempre que tenga la capacidad suficiente para
tomar decisiones sobre sus desplazamientos, del mismo modo, también los
enfermos mentales”. Esta misma postura sostenía Roy Freyre25, cuando al
comentar el tipo básico del artículo 22B del Código Penal derogado, afirmaba
que no hay inconveniente para incluir como agraviado al menor, en cuanto
tenga capacidad para tomar decisiones sobre sus desplazamientos; igual
tratándose de enfermos mentales.

La calidad o cualidad del sujeto pasivo, en ciertos supuestos delictivos, sirve


como agravante del delito de secuestro, tales como: funcionario o servidor
público, menor de edad, anciano, empresario, etc.

1.2.2. Tipicidad subjetiva

24 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 476.


25 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 477.

22
De la propia redacción del tipo penal que recoge el supuesto básico del injusto
penal denominado secuestro y sus agravantes fluye que se trata de un delito
netamente doloso. El agente actúa con conocimiento y voluntad de privar o
restringir la libertad ambulatoria de su víctima, esto es, afectar su libertad.

Como precedente jurisprudencial importante, respecto del elemento subjetivo


del delito de secuestro, cabe citar la ejecutoria suprema del 16 de septiembre
de 1998, en la cual se sostiene “que, el fundamento de la punibilidad del delito
de secuestro está en el menoscabo de la libertad corporal, siendo esencial la
concurrencia del elemento subjetivo, esto es, que el agente se haya conducido
con la intención específica de tomar a la víctima y afectar su libertad personal
privándola de la misma, privación que, además, debe representar
verdaderamente un ataque a su libertad; que en el caso de autos, si bien la
víctima fue trasladada por el agente hasta una cabaña a fin de practicar con
esta el acto sexual en contra de su voluntad, llevándola de regreso hasta su
domicilio una vez consumado el hecho debe tenerse en cuenta que este fue el
medio elegido para evitar ser descubierto y crear una situación de mayor
indefensión de la víctima, sustrayéndola de un lugar en que probablemente
hubiese podido ser auxiliada, consecuentemente, el propósito de la conducta
criminal estaba en función al delito de violación sexual y no así al de secuestro,
por lo que no concurren los elementos configurativos de este tipo penal26".

Además, cuando concurre alguna de las circunstancias agravantes ya


analizadas, el agente debe conocer también las especiales circunstancias que
califican su conducta. Por ejemplo, de concurrir la agravante prevista en el
inciso 2 del artículo 152 del Código Penal, el agente deberá tener pleno
conocimiento que el agraviado no sufre alguna enfermedad mental; cuando

26 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 477.

23
concurra la circunstancia calificante del inciso 4 del artículo 152, el agente debe
conocer que el agraviado es un empresario sobresaliente, etc.

1.2.3. Antijuridicidad

No hay inconveniente en aceptar que en determinado hecho típico de secuestro


concurra alguna de las causas de justificación previstas en el artículo 20 del
Código Penal27.

Casuística.-

Como ejemplo de la concurrencia de una causa de justificación tenemos la


ejecutoria suprema del 9 de junio de 2004, en la cual, en forma atinada y
coherente, se sostiene: “que el delito de secuestro se configura cuando el
agente priva a una persona, sin derecho, de la facultad de movilizarse de un
lugar a otro, con independencia de que se le deje cierto espacio físico para su
desplazamiento y cuyos límites la víctima no puede traspasar, desde este punto
de vista lo importante no es la capacidad física de moverse por parte del sujeto
pasivo, sino la de decidir el lugar donde quiere o no quiere estar y lo más
importante de esta disquisición, es que en el aludido tipo penal se usa la
expresión ‘sin derecho priva a la víctima de su libertad’, pero esta privación de
la libertad tiene una consecuencia, perseguida por el agente, a un fin mediato;
siendo la privación de la libertad solo un modo facilitador.

Segundo.- Que en el presente caso, los procesados en su condición de


integrantes de las rondas campesinas de los centros poblados de Pueblo Libre
y Santa Rosa, jurisdicción de la provincia de Moyabamba, en el departamento
de San Martín, teniendo conocimiento de que los presuntos agraviados [...]
aceptaron [...], ser los autores de los delitos de robo, violación sexual y

27 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 477.

24
asesinato que se habrían cometido en sus territorios, decidieron sancionarlos
de acuerdo con sus costumbres condenándolos, a ‘cadena ronderiV, esto es,
pasarlos de una ronda a otra a efectos de que sean reconocidos por sus
habitantes y además presten trabajo gratuito a favor de las respectivas
comunidades. Tercero.- Que en tal sentido, la conducta de los procesados no
reviste el carácter doloso que requiere el tipo penal de secuestro, dado que su
actuarse encuentra normado y regulado por el artículo 149 de la Constitución
Política del Perú que a la letra dice: ‘las Rondas Campesinas pueden ejercer
las funciones jurisdiccionales dentro de su ámbito territorial de conformidad con
el derecho consuetudinario... ’ No habiéndose advertido con ello ningún ejercicio
abusivo del cargo ya que, por el contraria todos los denunciados actuaron
conforme a sus ancestrales costumbres. Cuarto.- Que el inciso 8, del artículo
20 del Código Penal señala que está exento de responsabilidad penal ‘el que
obra por disposición de la ley, en cumplimiento de un deber o en el ejercicio
legítimo de un derecho, oficio o cargo’ por lo que, si los procesados en su
condición de ronderos, momentáneamente aprehendieron a los presuntos
agraviados, sin embargo, su accionar es legítimo, por cuanto se encuentra
enmarcado en el artículo 149 de nuestra carta magna. Quinto. - Que al haber
concurrido la causa de justificación ‘el actuar por disposición de la ley ’ en el
presente proceso; en consecuencia, si bien la acción es típica, sin embargo no
es antijurídica, por ende, tampoco culpable, resultando de aplicación el artículo
284 del Código de Procedimientos Penales”. Consideraciones por las cuales
declararon haber nulidad en la sentencia recurrida que condenó a los
procesados por el delito de secuestro (596>.

1.2.4. Culpabilidad

Una vez que el operador jurídico determina que en la conducta típica analizada
no concurre alguna causa de justificación, inmediatamente analizará si el injusto
penal debe ser atribuido al agente. Es decir, deberá analizar si el agente es

25
imputable, si al momento de actuar sabía o tenía conocimiento de la
antijuridicidad de su actuar y si pudo obrar de manera diferente a la de exte-
riorizar la conducta que lesionó el bien jurídico libertad de su víctima28.

1.2.5. Consumación

El delito en análisis dogmático alcanza su estado de perfeccionamiento o


consumación desde que el sujeto pasivo queda privado de su libertad
ambulatoria; desde aquel momento, comienza o se inicia el estado consumativo
que solo concluye cuando, por voluntad del agente o por causas extrañas, se
pone fin a la privación de libertad del sujeto pasivo de la conducta ilícita.

Los tratadistas peruanos coinciden en este aspecto Roy Freyre29 indica que el
delito alcanza la etapa de la consumación en el momento en que el agraviado
queda privado de su libertad de movilizarse en el espacio; se trata de un delito
permanente en el que la actividad delictiva continúa proyectándose en el tiempo
mientras dura el estado de secuestro.

Bramont-Arias y García Cantizano30 señalan que el delito se consuma cuando


el sujeto pasivo queda privado de su libertad para movilizarse. “Se trata de un
delito permanente, puesto que la conducta delictiva continúa mientras dura la
privación de la libertad”, de tal modo que es posible la intervención de partícipes
aun después del inicio de la ejecución del delito.

Y finalmente, Villa Stein31 sostiene que se consuma el delito en el momento


que se priva de la libertad ambulatoria a la víctima, siendo permanente en la
conducta típica latamente.

28 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 478.


29 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 479.
3030 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 479.
31 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 479.

26
Pareciera que se trata de un delito instantáneo, sin embargo, en la doctrina es
lugar común considerarlo como un ejemplo representativo de los delitos
permanentes. Incluso nuestro máximo Tribunal en Sala Plena, al referirse a los
delitos de naturaleza permanente, se ha pronunciado en tal sentido, al acordar
la siguiente jurisprudencia vinculante: “El delito de usurpación es de realización
instantánea, siendo suficiente para su consumación el despojo de la posesión
o la afectación de un derecho real”.

En efecto, en la ponencia que sustentó la aprobación de la citada jurisprudencia,


presentada por el señor vocal supremo de la Sala Penal Permanente, Hugo
Sivina Hurtado32, se sostiene: “Los delitos permanentes, por el contrario, son
aquellos que se caracterizan por prolongarse en el tiempo el consumativo, como
ocurre, por ejemplo, con el delito de secuestro previsto en el artículo 152 del
Código Penal, en el que se mantiene en el tiempo la situación antijurídica
(“privación de la libertad”) creada por el agente.

Sin embargo, como lo han precisado en Alemania Jescheck y en España Mir


Puig, la característica fundamental del delito permanente y que permite
diferenciarlo de otras creaciones de situaciones ilícitas que se mantienen en el
tiempo, pero que no se comprenden en dicha categoría, es que el
mantenimiento del estado antijurídico de cierta duración creado por la acción
punible, depende de la voluntad del autor, implicando que dicho mantenimiento
sigue realizando el tipo, por lo que el delito se sigue consumando hasta que se
abandona la situación antijurídica” <600).

De tal modo, es lugar común sostener que el injusto penal de secuestro es un


delito permanente, puesto que la conducta reprochable penalmente permanece
por el tiempo en que dure la privación o restricción de la libertad. El agente tiene
el dominio directo de la permanencia. Esto es, dependerá del autor poner fin a

32 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 480.

27
la privación de la libertad de la persona secuestrada o, en su caso, continuar
con la permanencia. Para efectos de la prescripción de la acción penal, este
aspecto resulta de trascendencia, pues el cómputo para esta correrá recién
desde el día en que el agraviado recobró su libertad.

En el proceso seguido contra el ex presidente Fujimori Fujimori, la Corte


Suprema, en la ejecutoria del 30 de diciembre de 2009, ha precisado que “el
secuestro es un delito permanente, cuyo plazo de prescripción, a tenor de lo
dispuesto en el inciso cuarto del artículo ochenta y dos del Código Penal,
empieza desde el momento que cesó la permanencia, en el caso de autos,
desde el seis de abril de mil novecientos noventa y dos (secuestro de Gorriti) y
cinco de agosto de mil novecientos noventa y dos”

1.3. Tentativa y actos preparatorios

Existe tentativa cuando el autor inicia la ejecución del delito por hechos
exteriores, practicando todos o parte de los actos que objetivamente deberían
de producir el resultado, y sin embargo, este no se produce por causas inde-
pendientes a la voluntad del agente. En tal sentido, el secuestro, por tratarse de
un delito de lesión y de resultado, es posible que se quede en realización
imperfecta, esto es, en el grado de tentativa33. Ello ocurrirá, por ejemplo, cuando
después de desarrollar los actos tendientes a lograr el secuestro, los delincuen-
tes no logran su objetivo por la tenaz resistencia que opuso el agraviado y los
efectivos de su seguridad personal.

El agente debe haber dado inicio con actos ejecutivos objetivos a la comisión
del delito de secuestro que decidió cometer. Antes que aparezcan objetiva-
mente tales actos estaremos ante lo que se denomina actos preparatorios de
un delito de secuestro, los mismos que, por regla general, son atípicos e

33 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 480.

28
irrelevantes penalmente, salvo que por sí solos constituyan un delito
independiente. En tal sentido se ha pronunciado la Sala Penal de la Corte
Suprema por ejecutoria suprema del 18 de mayo de 1994, que resolvió absolver
al procesado de la acusación fiscal del delito de tentativa de secuestro,
sosteniendo: “Que, en el caso de autos se imputa a Rudy Andrés Albarracín
Bárrelo haber confeccionado los planos y croquis que determinaban la
trayectoria, a seguir por el agraviado Paolo Sachi Yurato, que luego sería objeto
de la privación de su libertad personal, empero tal comisión delictiva no se
perpetró quedando entonces la actitud del procesado Albarracín Bárrelo como
un acto carente de suficiencia para violentar un bien jurídico tutelado por la ley,
en vista de no darse el presupuesto inequívoco de dar inicio en la comisión del
hecho punible; por tanto, debe encuadrarse tal situación como acto preparatorio
que se encuentra en la fase externa del delito, pero que no es parte de él, siendo
que por sí solo es incapaz de indicar la voluntad del hecho de continuar y acabar
su intento delictuoso; si esto es así, la imputación recaída no tiene el sustento
necesario para la imposición de una pena”34.

“El encausado, a través de un nota amenazadora con alusión a una agrupación


subversiva requirió a los agraviados una suma de dinero, conforme es de verse
en el manuscrito; que el resultado ilícito no tuvo lugar porque los agraviados se
resistieron al pago, configurándose entonces el delito de extorsión en grado de
tentativa, conforme a los artículos 16 y 200 del Código Penal35”.

1.4. DIFERENCIA ENTRE EL DELITO DE COACCIÓN Y SECUESTRO

Aun cuando la diferencia entre ambos delitos es evidente de sus propias


definiciones, en la práctica es natural que encontremos situaciones donde

34 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 481.


35 Ejecutoria Suprema del 22 de noviembre de 2000. R.N. Nº3371-2000, Huánuco.

29
resulta complicado diferenciar un delito del otro. No obstante, la ejecutoria
suprema del 28 de enero de 2005 sirve para enfatizar la diferencia que existe
entre los citados hechos punibles. En efecto, allí se argumenta que “el delito de
secuestro, previsto y sancionado por el artículo 152 del Código Penal, atenta
contra la libertad ambulatoria de las personas, es decir, presupone ir contra la
voluntad del sujeto pasivo, identificándose diversos medios comisivos, no
determinados por la ley, pero que, desde una perspectiva criminalística, son por
lo general la violencia, la amenaza y el engaño, y cuyo perfil más nítido se da
en los casos de encierro o, intemamiento o de detención del sujeto pasivo,
mediante los cuales se priva al sujeto pasivo de la facultad de trasladarse
libremente de un lugar a otro; ahora bien, a los rigurosidad la concurrencia de
los elementos objetivos y subjetivos del tipo de injusto del citado delito de
secuestro, que lleva consigo una gran penalidad, es de estimar asumiendo el
factor excluyente que informa el principio de insignificancia que están excluidas
del ámbito típico de dicha figura penal privaciones de la libertad ambulatoria de
escasa relevancia, a partir precisamente de la dimensión temporal de la
detención, las cuales, en todo caso tipifican el delito de coacción, en tanto en
cuanto -como anota un sector de la doctrina, en especial Muñoz Conde36— no
se trate de una privación de libertad como finalidad en sí misma o como medio
para exigir un rescate o lograr una finalidad ilegal, casos en los cuales tal hecho
siempre constituirá secuestro; que, en el presente caso, no se da este supuesto,
toda vez que se detuvo al agraviado ejerciendo violencia contra él, y se le llevó
inmediatamente a la comisaría en cuya sede se hizo mención a una supuesta
conducta delictiva en que aquel habría incurrido al distribuir volantes injuriosos
contra el alcalde; no se trató pues de una privación de libertad ambulatoria como
finalidad en sí misma ni como medio para lograr una finalidad ilegal concreta,
en tanto que enseguida, sin tardanza, se condujo y se puso al agraviado a
disposición de la autoridad policial para que ésta actúe conforme a sus

36 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 482.

30
atribuciones, lo que como, ya se anotó, en todo caso tipificaría el delito de
coacción

1.5. Penalidad

Del tipo penal fluye que al agente que comete el delito de secuestro, dentro de
los parámetros del tipo básico, será merecedor a pena privativa de libertad no
menor de 20 ni mayor de 30 años.

En caso de presentarse alguna de las agravantes previstas en los 13 primeros


incisos, así como los supuestos del parágrafo tercero del artículo 152, el agente
será merecedor a pena privativa de libertad no menor de 30 años.

Según la Ley N° 28760 primero, y ahora por el Decreto Legislativo N2 982, si a


consecuencia del secuestro se causa una lesión grave, ya sea física o mental
en el agraviado o este muere durante o a consecuencia del secuestro, el agente
será merecedor de cadena perpetua. Igual pena se impondrá cuando el
agraviado del secuestro sea un menor de edad, una persona mayor de setenta
años o un discapacitado37.

1.5.1. La pena de cadena perpetua

Aparte de elevar desmesuradamente la pena privativa de libertad temporal para


el delito de secuestro y sus agravantes, se ha ampliado los supuestos delictivos
que merecen pena de cadena perpetua. En efecto, por la modificación
introducida por la Ley N° 28760, de junio de 2006, el último párrafo 152 del
Código Penal, previo que “la pena será de cadena perpetua cuando el agraviado
es menor de edad, mayor de sesenta y cinco años o discapacitado, así como

37 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 482.

31
cuando la víctima resulte con daños en el cuerpo o en su salud física o mental,
o muera durante el secuestro o a consecuencia de dicho acto”. Actualmente,
por disposición del Decreto Legislativo N2 982, de julio de 2007, se ha ampliado
aún más los supuestos. De esa forma ahora se prevé que la “pena será de
cadena perpetua cuando: 1. El agraviado es menor de edad o mayor de setenta
años; 2. El agraviado sufre discapacidad y el agente se aprovecha de esta
circunstancia y 3. Si se causa lesiones graves o muerte al agraviado durante el
secuestro, o a consecuencia de dicho acto38”.

Al disponer más posibilidades para imponer la pena de cadena perpetua, lo


único que se evidencia en la conducta del legislador-autor de la ley y luego del
citado Decreto Legislativo- en su desesperación por hacer frente a la demanda
social, es su escaso conocimiento de las elementales teorías del Derecho penal
actual respecto a la pena y su función preventiva, protectora y resocializadora
recogido en el artículo IX del Título Preliminar del Código Penal. Y mucho menos
al parecer toma en cuenta el numeral 22 del artículo 139 de la Constitución
política del Estado, que establece en forma contundente “el principio de que el
régimen penitenciario tiene por objeto la reeducación, rehabilitación y
reincorporación del penado a la sociedad”. Soslayando que, tal como el Tribunal
Constitucional lo ha establecido, en nuestro ordenamiento jurídico penal se ha
constitucionalizado la denominada teoría de la función de prevención especial
positiva, en armonía con el artículo 10.3 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, que prescribe: “El régimen penitenciario consistirá en un
tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la readaptación social de
los penados”. Principio constitucional que comporta, “un mandato de actuación
dirigido a todos los poderes públicos comprometidos con la ejecución de la pena
y, singularmente, al legislador, ya sea al momento de regular las condiciones,
cómo se ejecutarán las penas o, por lo que ahora importa rescatar, al establecer

38 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 483.

32
el quantum de ellas y que los jueces pueden aplicar para sancionar la comisión
de determinados delitos” (Fundamento Ne 180 de la sentencia del TC. 10-2002).
Estos conceptos el Supremo Tribunal Constitucional lo ha reiterado en el
Fundamento N° 26 de la sentencia del 21 de julio de 2005 (, al establecer que
las teorías preventivas, tanto la especial como la general, gozan de protección
constitucional directa, en tanto y en cuanto, [...] sus objetivos resultan acordes
con el principio-derecho de dignidad.

Incluso el máximo intérprete de la Constitución en forma atinada señaló en los


fundamentos 182 y 183 de la sentencia recaída en el Exp. N2 010-2002- AI/TC,
que de las exigencias de “reeducación”, “rehabilitación” y “reincorporación”
como fines del régimen penitenciario se deriva la obligación del legislador de
prever una fecha de culminación de la pena, de manera tal que permita que el
penado pueda reincorporarse a la vida comunitaria. Si bien el legislador cuenta
con una amplia libertad para configurar los alcances de la pena, sin embargo,
tal libertad tiene un límite de orden temporal directamente relacionado con la
exigencia constitucional de que el penado se reincorpore a la sociedad. La
denominada “cadena perpetua”, es intemporal; es decir, no está sujeta a límites
en el tiempo, pues si tiene un comienzo, carece de un final y, en esa medida,
niega la posibilidad de que el penado en algún momento pueda reincorporarse
a la sociedad39.

En consecuencia, a juicio del Tribunal Constitucional, el establecimiento de la


pena de cadena perpetua no solo resiente al principio constitucional, previsto
en el inciso 22 del artículo 139 de la Constitución, sino también es contraria a
los principios de dignidad de la persona y de libertad. Es contraria al principio
de libertad, ya que si bien la imposición de una pena determinada constituye
una medida que restringe la libertad personal del condenado, es claro que, en

39 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 483.

33
ningún caso, la restricción de los derechos fundamentales puede culminar con
la anulación de esa libertad, pues no solamente el legislador está obligado a
respetar su contenido esencial, sino, además, constituye uno de los principios
sobre los cuales se levanta el Estado Constitucional de Derecho. Asimismo, el
Tribunal Constitucional considera que detrás de las exigencias de “reeducación,
rehabilitación y reincorporación” como fines del régimen penitenciario, también
se encuentra necesariamente una concreción del principio de dignidad de la
persona (artículo 1 de la Constitución) y, por tanto, este constituye un límite para
el legislador penal. Dicho principio, en su versión negativa, impide que los seres
humanos puedan ser tratados como cosas o instrumentos, sea cual fuere el fin
que se persiga alcanzar con la imposición de determinadas medidas, pues cada
uno, incluso los delincuentes, debe considerarse como un fin en sí mismo, por
cuanto el hombre es una entidad espiritual moral dotada de autonomía. En el
ámbito penitenciario, la proyección del principio de dignidad comporta la
obligación estatal de realizar las medidas adecuadas y necesarias para que el
infractor de determinados bienes jurídicos-penales pueda reincorporarse a la
vida comunitaria, y que ello se realice con respeto a su autonomía individual.

Sin embargo, y aunque no se exprese, detrás de medidas punitivas de


naturaleza drástica como la cadena perpetua subyace una cosificación del
penado, pues éste termina considerado como un objeto de la política criminal
del Estado, sobre el cual -porque nunca tendrá la oportunidad de ser
reincorporado-, tampoco habrá la necesidad de realizar las medidas adecuadas
para su rehabilitación. El carácter rehabilitador de la pena tiene la función de
formar al interno en el uso responsable de su libertad. No la de imponerle una
determinada cosmovisión del mundo ni un conjunto de valores que, a lo mejor,
puede no compartir40.

40 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 486.

34
Pero, en cualquier caso, nunca le puede ser negada la esperanza de poderse
insertar en la vida comunitaria. Y es que al lado del elemento retributivo, ínsito
a toda pena, siempre debe encontrarse latente la esperanza de que el penado
algún día pueda recobrar su libertad. El internamiento en un centro carcelario
de por vida, sin que la pena tenga un límite temporal, aniquila tal posibilidad. La
cadena perpetua también anula al penado como ser humano, pues lo condena
a transcurrir su vida internado en un establecimiento penal, sin posibilidad de
poder alcanzar su proyecto de vida trazado con respeto a los derechos y valores
ajenos. Lo convierte en un objeto, en una cosa, cuyo desechamiento se hace
en vida. La cadena perpetua, en sí misma considerada, es repulsiva con la
naturaleza del ser humano. El Estado constitucional de Derecho no encuentra
justificación para aplicarla.

Sin embargo, y pese a tener conceptos claros y contundentes en contra de la


inhumana cadena perpetua, el supremo interprete de la Constitución no tuvo la
valentía suficiente para declararla inconstitucional. Tal actitud ha generado que
el legislador, en lugar de ir restringiendo los supuestos delictivos que merezcan
tal pena, venga ampliando los supuestos en los cuales se impone la pena
inconstitucional de cadena perpetua con la finalidad explicable de solo
satisfacer una demanda social ante la arremetida de los secuestradores.

1.5.2. Imponer cadena perpetua origina un absurdo jurídico

Se dispone arbitrariamente la inconstitucional cadena perpetua al autor si como


consecuencia del secuestro, o durante tal acto, la víctima fallece o sufre
lesiones graves en su integridad física o mental. Es decir, la muerte o las
lesiones graves sobre la víctima deben ser originadas como consecuencia del
suceso de secuestro. No deben ser preconcebidas ni planificadas por el agente.
Esta forma de legislar, resulta arbitraria pues se dispone la inconstitucional

35
cadena perpetua a los agentes por conductas culposas que originan un
resultado dañoso.

Si por el contrario, en un caso concreto, se llega a determinar que desde el inicio


el agente actuó sabiendo y queriendo la muerte o lesionar en forma grave a la
víctima, no estaremos ante la agravante sino ante un concurso real de delitos,
esto es, se configurará el delito de asesinato o lesiones graves y el delito de
secuestro básico. Originando que al momento de imponer la pena al autor o
autores se le aplicará la pena que resulte de la sumatoria de las penas privativas
de libertad que fije el juez para cada uno de los delitos, hasta un máximo del
doble de la pena del delito más grave, pero nunca más de 35 años, según la
regla prevista en el numeral 50 del Código Penal, modificado por Ley N2 28730,
del 13 de mayo de 2006. De ese modo, se impondrá cadena perpetua al agente
si, pudiendo prever el resultado, ocasiona la muerte de la víctima o le produce
lesiones graves, en cambio, será merecedor de pena privativa de libertad
temporal, si el agente planifica y dolosamente causa la muerte de su víctima o
le ocasiona lesiones graves después de obtener su objetivo que busca con el
secuestro41.

El mensaje de tal forma de legislar es aterrador para los ciudadanos de a pie, a


los cuales están dirigidas las normas penales para motivarlos a no cometer
delitos. Absurdo jurídico que esperemos se corrija en el futuro inmediato. En
efecto, si el agente no ha planificado ni pensado causar la muerte o lesionar de
modo grave a su víctima, queriendo solo obtener un provecho por medio del
secuestro, no obstante coyuntural u ocasionalmente los causa (ya sea con dolo
o culpa), será merecedor de cadena perpetua; en cambio, si el agente ha
ideado, planificado y, por tanto, quiere primero conseguir un beneficio indebido

41 SALINAS SICCHA, Ramiro. Op. Cit. Pág. 486

36
y luego ocasionar la muerte o lesionar de modo grave a su víctima (solo con
dolo), el autor será merecedor a una pena no mayor de 35 años.

En suma, el mensaje absurdo es el siguiente: si no quieres que te sancionen


con cadena perpetua, luego de conseguir el beneficio que buscas con el
secuestro, dolosamente ocasiona la muerte a tu víctima o, en su caso, ocasió-
nale lesiones graves. Tal modo de legislar, en lugar de resguardar la vida de las
personas, motiva su aniquilamiento.

1.6. Casuística

La descripción típica del delito de secuestro es tan amplia, que parece


comprender una serie de supuestos cuya subsunción en el delito mencionado
se presenta más que discutible. Más aún cuando existen figuras afines que
También parecen aplicables (delitos de extorsión y coacción). No es nuestra
intención llevar a cabo un profundo análisis del delito de secuestro, sino, tan
sólo, hacer una aproximación al tema y a los puntos que estimamos más
polémicos. Con este fin, analizaremos el delito de secuestro en función de
cuatro casos hipotéticos.

Caso 1

Un grupo de manifestantes toma como rehén a José ―miembro de la Policía


Nacional― durante varias horas, hasta que es liberado gracias a la intervención
de sus compañeros de arma.

a) Adecuación típica.- El núcleo del delito de secuestro gira alrededor de la


privación o restricción de la libertad personal, lo que supone una injustificada
limitación de la capacidad de desplazamiento o de la facultad de trasladarse de
un lugar a otro de manera libre y voluntaria. El tipo penal exige que se realice la
conducta sin derecho, motivo ni facultad justificada. Y es que en algunos casos

37
dichos comportamientos pueden no ser antijurídicos. Así por ejemplo, en el
ejercicio razonable del derecho de corrección sobre los hijos (prohibición
temporal a salir de casa); el internamiento de enfermos mentales, etc.

Entendemos que el caso propuesto se adecua a la descripción típica del delito


de secuestro, pues ha habido una injustificada privación de la libertad personal
de José. En efecto, se le ha privado de la facultad de trasladarse libremente de
un lugar a otro. El móvil, la modalidad, las circunstancias o el tiempo que duró
la privación de libertad, según el legislador, son indistintos para la consumación
del delito, es decir, no lo justifican ni enervan. Si nos atenemos a la redacción
del tipo penal, toda privación de la libertad personal sin derecho, motivo o
facultad “justificada” debe sancionarse como un delito de secuestro. b) Delito
permanente.- El delito de secuestro tiene una naturaleza jurídica sui generis,
pues se le suele considerar un delito de consumación instantánea con efectos
o de ejecución permanentes. Dicho de otro modo, el delito se perfecciona desde
el mismo momento en que se priva de la libertad a otro, pero la acción típica se
sigue ejecutando de manera ininterrumpida hasta que se pone fin a la privación
de libertad. Lo anterior es de suma importancia para calificar las conductas
posteriores al momento inicial de la privación de la libertad. En efecto, toda vez
que el delito de secuestro supone un ataque permanente e ininterrumpido al
bien jurídico protegido, mientras no se ponga fin a la privación de libertad toda
intervención que se produzca en ese periodo puede imputarse, según sea el
caso, a título de autoría o a título de complicidad. Como señala Del Rosal
Blasco: Es posible, incluso, la concurrencia de formas de autoría o de
participación en aquellos sujetos que se incorporen a la ejecución (permanente)
del delito mientras esté persistiendo la situación de privación de libertad, aunque
ésta haya comenzado antes de que ellos intervengan y tuvieran conocimiento
de su existencia.

38
De esto, el hecho de que un imputado no haya participado en el momento inicial
en que se privó de libertad al efectivo policial, no lo exime necesariamente de
una condena por delito de secuestro a título de autor o cómplice. Y así, quien
traslada a la víctima — previamente privada de su libertad— de un lugar a otro
o presta la casa donde ha de ser retenida, responderá penalmente. Sería errado
considerar que estos actos carecen de relevancia penal por ser posteriores a la
“consumación” del delito, como si el delito se consumara única y exclusivamente
en el momento en que José es privado de su libertad. Y es errado porque, como
venimos diciendo, estamos ante un delito permanente, con lo que la acción
típica se realiza sin interrupción, sin solución de continuidad. Las conductas
subsiguientes, por ello, suponen también una privación a la libertad personal y
pueden ser imputadas bien a título de autoría o complicidad. Ahora bien, el
hecho de que no se haya individualizado a todos los que participaron en el
momento inicial del secuestro o, incluso, que ellos fuesen menores de edad, no
enerva la posibilidad de que los que intervinieron posteriormente puedan ser
responsabilizados como autores o cómplices.

En efecto, el secuestro es un delito permanente y, como tal, la responsabilidad


de los “posteriores autores” no depende necesariamente de la responsabilidad
de los que hubiesen actuado primero, esto es, de los que inicialmente privaron
de libertad a la víctima. Tratándose de cómplices, la participación se ve
informada por el principio de accesoriedad limitada, es decir, los cómplices
responden por su contribución en un hecho antijurídico, aun cuando se excluya
la culpabilidad de los autores (por ejemplo, si los autores son menores de edad).
c) Circunstancia agravante.- Teniendo en cuenta que la víctima del secuestro
era miembro de la Policía Nacional, es de aplicación el tipo agravado previsto
en el inciso 3 del segundo párrafo del artículo 152 CP: la pena será no menor
de treinta años cuando el agraviado o el agente es funcionario o servidor
público. Efectivamente, José era miembro de la Policía Nacional del Perú y
estaba en acto de servicio, tratando de restablecer el orden. Concurre el subtipo

39
agravado, toda vez que el numeral 5 del artículo 425 del Código Penal
determina la condición de funcionario o servidor público de los miembros de las
Fuerzas Armadas y Policía Nacional. Justamente casos como estos
fundamentan el mayor grado de reproche de la conducta, lo que amerita el
incremento de la pena recurriendo a la aplicación de un subtipo agravado. A
este respecto, Bramont-Arias y García Cantizano sostienen:

…esta agravante se configura en razón de la calidad del agraviado, quien es


una persona al servicio de los intereses públicos. En tal caso, además de
afectarse su libertad ambulatoria personal, indirectamente se está también
perturbando el funcionamiento normal del Estado. Para precisar quien es
funcionario o servidor público hay que recurrir a lo dispuesto en el artículo 425
CP. No obstante, la magnitud de la pena prevista por el legislador (no menor de
treinta años) se muestra excesiva para casos como el que aquí se plantea: toma
de rehén en actos de agitación social o política. Francamente excesiva si se la
compara con las penas del homicidio calificado (no menor de quince años) y del
delito de terrorismo (no menor de veinte años). Consecuentemente, y a la
espera de alguna reforma que devuelva cierta racionalidad a esta norma,
tendremos que recurrir a la eximente incompleta prevista por el artículo 21 del
Código Penal para reducir la pena por debajo del límite legal. d) Tiempo que la
víctima sufre la privación o restricción de su libertad.- A la consumación del tipo
penal le es indistinto el tiempo que la víctima se haya visto privada de su
libertad. Ni siquiera es tomada como circunstancia agravante, como ocurre en
el “secuestro extorsivo” cuando dura más de veinticuatro horas. Con lo cual,
más allá de la modulación de la pena dentro de los márgenes previstos por el
legislador para el delito de secuestro, se valora con el mismo rasero tanto la
privación de libertad por pocas horas, como por varios días o semanas.

Caso 2

40
Juan, Pedro y José secuestran a Luis. Posteriormente, se comunican con la
familia de Luis para pedir un rescate de medio millón de dólares. Este es quizás
el ejemplo que más tenemos en mente cuando oímos la palabra secuestro. Y
es que, en verdad, estamos ante una clara afectación de la libertad ambulatoria.
No obstante, es paradójico que el secuestro de una persona con el objeto de
pedir una ventaja económica ―léase rescate― viene sancionado en nuestro
ordenamiento jurídico no bajo la figura del secuestro, sino de la extorsión, esto
es, un delito ubicado sistemáticamente dentro del Título V, dedicado a los
Delitos contra el Patrimonio. En efecto, el artículo 200 CP reprime con pena
privativa de libertad no menor de veinte ni mayor de treinta años al agente que
con el objeto de obtener una ventaja económica indebida o de cualquier otra
índole, mantiene en rehén a una persona. Cuando el delito es cometido por dos
o más personas, como en el caso propuesto, la pena prevista es no menor de
treinta años.5 Estamos pues ante un concurso aparente de leyes, donde el
denominado “secuestro extorsivo” desplaza al delito previsto en el artículo 152
CP. Resulta curioso que prevalezca un delito contra el patrimonio (artículo 200
CP) sobre una figura penal que tiene por bien jurídico uno de tamaña
importancia como es la libertad personal (artículo 152 CP). Pero así lo quiso el
legislador, al tomar como agravante de la extorsión la privación de libertad,
cuando quizás lo más apropiado habría sido tomar como circunstancia
agravante del secuestro el perseguir una ventaja económica.

La distinción entre el delito de secuestro (artículo 152) y el secuestro extorsivo


(artículo 200) ha sido precisada por la Corte Suprema en sentencia de 28 de
abril de 2004: “que de la propia acusación se desprende que los que
secuestraron y mantuvieron en rehén al agraviado León Huaco pusieron en
contacto telefónico con su hermano a quienes le exigieron quinientos mil dólares
americanos para liberarlo; que, empero, habiéndose tipificado el hecho como
un delito de secuestro ―más allá de que, en rigor, y vista la finalidad perseguida
por el agente activo, el tipo penal sería el de secuestro extorsivo, previsto y

41
sancionado por el artículo doscientos del Código Penal―, figura penal que se
limita o circunscribe a una privación de liberta personal del sujeto pasivo”
[subrayado nuestro].6 La Sala rechazó que la exigencia del pago de un rescate
para la liberación de la víctima constituyese la circunstancia agravante del
antiguo inciso 8 del artículo 152 CP7 pues, como se acaba de señalar, la
exigencia de un rescate es uno de los elementos definidores del delito de
extorsión o, con más precisión, del secuestro extorsivo. El delito de extorsión,
ciertamente, reconoce otras modalidades típicas, algunas de las cuales no
parecen tener una adecuada ubicación sistemática dentro de los delitos contra
el patrimonio. Más allá de los cuestionamientos de índole dogmático y político-
criminal que se pudieren hacer, tarea que escapa al propósito del presente
trabajo.

Caso 3

Juan mantiene cautiva a María durante varios días con el objeto de practicar
con ella el acto sexual. María es rescatada por miembros de la Policía Nacional.
Es indudable que se produce una privación de libertad de manera injustificada.
No obstante, sería bueno detenerse en dos circunstancias que tienen por virtud
excluir, en algunos casos, la concurrencia del delito de secuestro. Nos referimos
al tiempo y al propósito perseguido por el autor del delito de violación sexual.
Cabe mencionar que esto también se puede predicar con relación a otras
figuras delictivas, como por ejemplo el delito de robo.

En efecto, con relación a este último delito se viene entendiendo que la


momentánea privación de libertad de la víctima no conlleva la consumación del
delito de secuestro, pues esa breve afectación a la libertad ambulatoria ―que
se produce mientras dure el acto de apoderamiento― ya estaría desvalorada
por el legislador penal al sancionar el delito de robo. Con lo cual, nos
encontramos ante un concurso aparente. Como refiere la Sala de lo Penal del
Tribunal Supremo español, nos encontramos ante un concurso aparente de

42
leyes “únicamente en aquellos supuestos de mínima duración temporal”, en los
que la privación de libertad tiene lugar durante el acto de apoderamiento, por
entender que en este supuesto la privación de libertad queda absorbida por el
robo: todo robo con violencia o intimidación afecta, aun cuando sea de modo
instantáneo, la libertad ambulatoria de la víctima.9 Igualmente, la Sala Penal de
nuestra Corte Suprema ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre el
propósito perseguido por el agente al privar de libertad a su víctima. Se trataba
de un caso en que el acusado había trasladado a la víctima a una cabaña con
el fin de practicar con ella el acto sexual en contra de su voluntad; llevándola de
regreso a su domicilio una vez consumado el hecho.

La Sala consideró que “el propósito de la conducta criminal estaba en función


al delito de violación sexual y no así al de secuestro, por lo que no concurren
los elementos configurativos de este tipo penal”. En estos casos vemos que la
privación de libertad es un medio necesario para consumar ya sea un delito de
robo o un delito contra la libertad sexual. Sin embargo, cuando el tiempo en que
se priva de libertad a la víctima resulta excesivo o es muy superior al necesario
para la consumación del delito de robo o de violación sexual, se considera que
el delito de secuestro cobra plena autonomía y, por tanto, el acusado debe ser
condenado tanto por el delito de robo o violación sexual, como por el delito de
secuestro. Teniendo en cuenta que Juan mantuvo en cautiverio a María por una
semana, se puede apreciar una grave afectación a la libertad ambulatoria,
siendo la lesión de este bien jurídico de una intensidad tal, que no puede
entenderse absorbido por el delito contra la libertad sexual. Podría haberse
tratado de un concurso real entre los delitos de secuestro y violación sexual,
más teniendo en cuenta que el delito de secuestro incluye como circunstancia
agravante el hecho de abusar del agraviado, Juan será condenado como autor
del delito de secuestro en su forma agravada a una pena no menor de treinta
años.

43
Caso 4

Juan, dado de alta a los pocos días de haber sido sometido a una operación
quirúrgica, es impedido de abandonar la clínica mientras no cumpla con pagar
el íntegro de la factura por los servicios médicos. Juan acaba de cumplir los 80
años. Una interpretación literal de la norma podría llevar a condenar al director
de la clínica a una pena no menor de veinte ni mayor de treinta años. Y hasta
cadena perpetua, si se quiere aplicar la agravante del inciso 1 del último párrafo
del artículo 152 CP (que el agraviado sea menor de edad o mayor de setenta
años). Y es que hay una restricción a la libertad personal de Juan que no parece
estar justificada, al menos en nuestro ordenamiento jurídico, como ya lo ha
señalado en múltiples ocasiones el Tribunal Constitucional.

No obstante ello, no parece que el caso planteado deba ser reconducido a la


figura del secuestro. Mucho menos cuando se echa una mirada a la magnitud
de las penas fijadas por el legislador. Pues bien, en la doctrina y jurisprudencia
española, el delito de coacciones es entendido como un tipo residual y genérico
con relación, entre otros, al delito de detenciones ilegales [léase secuestro]. Por
ello, no es casualidad que en nuestra legislación el delito de coacción esté
regulado al lado del delito de secuestro, y bajo un epígrafe común: “Violación
de la libertad personal”. En efecto, el artículo 151 CP reprime con pena privativa
de libertad no mayor de dos años al que, mediante amenaza o violencia, obliga
a otro a hacer lo que la ley no manda o le impide hacer lo que ella no prohíbe.
En mi opinión, el caso propuesto se subsume en esta figura típica. Veamos. Si
en nuestro ordenamiento jurídico no existe disposición alguna que prohíba a un
paciente abandonar un centro hospitalario en tanto no cumpla con pagar la
factura por los servicios recibidos ―no existe, para este caso, una norma
semejante al derecho de retención previsto en el artículo 1123 del Código
Civil―, se tiene que la restricción de la libertad de movimiento, manifestada en
impedir la salida del paciente, es del todo antijurídica.

44
Por lo demás, como ya se indicó, el Tribunal Constitucional ha determinado la
ilegalidad de este tipo de prácticas. En cuanto al requisito de la violencia,
tendremos que aceptar que dicho elemento no se reduce a la violencia física
ejercida sobre la persona de la víctima, sino que debe ser entendida bajo una
concepción espiritualista en donde lo importante es que exista una restricción a
la libertad de obrar.

La solución del caso parece oscilar entre la atipicidad del hecho y la


consumación de un delito de coacción. Entiendo que sí ha habido una
afectación a la libertad individual, con lo cual, atendiendo a los criterios de
merecimiento y necesidad de pena, y al principio de proporcionalidad considero
que el hecho se subsume dentro del delito de coacción. Por su importancia
desde el punto de vista procesal, vale la pena citar a Morán Mora cuando
señala: “cabe hacer especial hincapié en el carácter homogéneo de estos
delitos, lo que permite que pueda condenarse de oficio por un delito de
coacciones a pesar de que las partes aleguen otro delito más específico, como
por ejemplo la detención ilegal [léase secuestro]. Para el Tribunal Supremo ello
no supone vulneración alguna del principio acusatorio que debe regir todo
proceso, puesto que se cumplen las características exigidas para la aplicación
de dicha homogeneidad (identidad del bien jurídico protegido y ubicación en el
mismo Título del Código Penal)”.

45
TITULO II
CAPITULO II
DELITO DE EXTORSION

2.1. Fundamento de incriminación

Los injustos que atentan contra el patrimonio, que se glosan en la codificación


punitiva a partir de la quinta titulación, revelan una serie de modalidades típicas,
por las cuales el agente consigue acrecentar su patrimonio, a costa de los
bienes de un tercero, quien se ve despojado del goce y disfrute de sus derechos
reales (hurto, robo, apropiación ilícita) o, en el caso de la estafa, es objeto de
un perjuicio económico desde una visión global del patrimonio. Vimos en el caso
del Robo, que el agente a efectos de hacerse de la tenencia del objeto, emplea
una violencia física o una amenaza psíquica intensa sobre el sujeto activo, para
así doblegar su voluntad de resistencia, con ello el desplazamiento del objeto
material del delito a su esfera de custodia. injusto que es reprimido con una
mayor pena, a distinción del hurto, en la medida que se ponen en peligro bienes
jurídicos de naturaleza personal (libertad, la vida, el cuerpo y la salud), por lo

46
que señalamos en el apartado correspondiente que constituye un tipo penal
pluriofensivo42.

En el caso de la Extorsión sucede algo parecido al Rob6, en el sentido de que


no sólo el patrimonio es objeto de tutela por parte del artículo 2000, se incluyen
también otros intereses jurídicos de especial relevancia constitucional, como la
libertad personal y la salud de la víctima, que también pueden verse afectados,
a instancia de la realización de esta conducta. Lo que no puede significar, que
no pueda darse un concurso de delitos, a pesar de que en los últimos incisos
de las agravantes, ya se incluye dichos antijurídicos, que a nuestra
consideración se refieren a construcciones preterintencionales.

La Extorsión43 desde una visión criminológica, refleja un alto crecimiento,


productos del accionar de las asociaciones delictivas que se mueven a grandes
escalas en nuestro país, que amenazan a sus víctimas, mediando una serie de
modalidades; desde los atracos en las unidades vehiculares de transporte
público hasta aquellos que extorsionan a empresarios en el área de
construcción, para proporcionarles supuesta seguridad en la obra, a cambio de
una serie de beneficios. Bajo estas circunstancias, se diría que se configura la
figura delictiva in comento sin problemática alguna, pero cuando la conducta se
plasma a través de la privación de libertad de una persona, surge la confusión
normativa, pues es de verse que el tipo penal de secuestro revela una identidad
típica.

El artículo 200o del C.P., ha sido objeto de innumerables modificaciones, en el


marco de las reformas penales que el legislador nos tiene acostumbrado desde
el año 1998, cuando se sanciona el Decreto Legislativo No 896 del 24 de mayo
de 1998, luego con la dación de la Ley No 27472 del 05 de junio del 2001, la

42 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. “Derecho Penal Parte Especial” Segunda
Edición. Tomo II. Editorial IDEMSA. Lima- Perú, 2014. Pág. 407
43 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 408

47
Ley No 28353 del 06 de octubre del 2004, la Ley No 28760 del 14 de junio del
2006 y finalmente según lo dispuesto en el artículo 20 del Decreto Legislativo
No 982 del22 de julio del200Z que incorpora tres párrafos al tipo penal en
cuestión.

¿Cuál es el común denominador de todas estas modificaciones legislativas?,


como siempre, de ejercer una mayor incidencia en la prevención: negativa,
aumentando de forma severa la respuesta punitiva, creando mayores
circunstancias agravantes, es decir, una conducta inconmensurablemente
ampliada; creyendo que con ello se podrá lograr una auspiciosa criminalización,
so pena de vulnerar las garantías materiales que limitan el ejercicio del ius
puniendi estatal. En este caso se olvida el legislador que ciertas circunstancias,
pueden ser resueltas con las instituciones de la Parte General, en cuanto a las
reglas de autoría y participación o en lo que respecta al concurso delictivo. La
necesidad de legislar para las galerías provoca una hipertrofia normativa, cuyo
rendimiento en la facticidad real es casi nulo concepto de extorsión y su
diferencia con otras figuras delictivas

Ha de entenderse a la “extorsión”, como aquella violencia física y/o amenaza


grave que el agente concretiza en la esfera de libertad de la víctima, para que
ésta le entregue una ventaja patrimonial ilícita; en definitiva, el agente es
coartado en su capacidad decisoria, fruto del temor en que se ve envuelto, de
no verse vulnerado en sus bienes jurídicos fundamentales. En la extorsión hay,
(...), un ataque a la libertad de la persona, que se lleva a cabo mediante una
intimidación (propia o engañosa), la que tiene por finalidad forzar o constreñir
su libre determinación en cuanto a la disposición de sus bienes o de los que
están a su cuidado.

48
A decir de González Rus44, viene a ser una especie de coacciones o amenazas
condicionales de naturaleza y efectos patrimoniales, con las que se planteará,
en su caso, un concurso de normas pero no de delitos tal. En el delito de
coacciones, se puede decir, que el agente sólo profiere amenazas que constriñe
la libertad decisoria, mientras que en la extorsión ya se produce una afectación
directa, que determina el desplazamiento patrimonial a la esfera de custodia del
autor; no olvidemos que las coacciones sólo han de tutelar la libertad personal
y no el patrimonio.

En relación al hurto, podremos distinguir dos elementos claros: primero, que el


desplazamiento patrimonial se produce en el artículo 185°, a propia instancia
del autor, mediando un acto de sustracción, mientras que en la extorsión es la
propia víctima la que entrega la ventaja patrimonial al agente, lógicamente,
mediando una voluntad viciada. Lo dicho puede terminar emparentándolo con
el Robo, pues en ambas modalidades se exige el uso de la violencia física o de
la amenaza de un peligro inminente, donde la distinción es en realidad empresa
problemática.

No sólo el Robo, como se dijo, constituye una modalidad del injusto que implica
un ataque pluri-ofensivo, en tanto, en el artículo 2000 se ha previsto otro
supuesto típico -en cuya concreción típica-, también afecta a intereses jurídicos
superiores, como la vida, el cuerpo, la salud y la libertad.

El ataque a la libertad, salud, vida, etc., no es aquí un fin en sí mismo, sino un


medio para atacar el bien jurídico patrimonio. La Extorsión importa conductas
que se definen a partir de la violencia y/o amenaza que el agente despliega
sobre el sujeto pasivo de la acción, para que ésta o un tercero, le proporcionen
una ventaja económica "indebida"; a diferencia del robo, el desplazamiento
patrimonial no se produce con la inmediatez que el primero supone, en tanto en

44 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 409.

49
el segundo se identifica un intervalo de tiempo considerable, segundo, el robo
es un acto típico de "desapoderamíento'. El acto que provoca el perjuicio, por
tanto, aun obligado, lo realiza el propio sujeto pasivo, lo que aleja el delito de la
dinámica propia del robo –apunta Gonzáles Rus45- y lo acerca a las
defraudaciones, en las que es también la víctima quien efectúa el acto de
disposición patrimonial de que se deriva el perjuicio.

En la ejecutoria sentada en el RN N°2924-99, se señala lo siguiente: "El delito


de robo agravado es eminentemente un delito de sustracción, mientras que, por
el contrario, pan configurar el delito de extorsión, se requiere que sea el precio
sujeto pasivo quien haga entrega de una ventaja económica indebida ante la
amenaza o violencia que recaiga sobre él o un tercero; en el supuesto de
extorsión, si bien el agente se vale de idénticos medios comisivos, esto no
ocurre tratándose de la forma comisiva, la que difiere de la del robo, ya que
como hemos sostenido et delito de robo importa la acción de "sustraer, mientras
que la acción propia de la extorsión, implica la acción de "obligar", la cual
supone la existencia de una voluntad contraria que el agente debe vencer; dicho
esto, queda claro que entre el acto de disposición patrimonial y la intimidación
o violencia, debe existir una ¡elación causal; que, las precisiones conceptuales
expuestas, nos llevan a concluir que resulta técnicamente imposible, que una
misma conducta sea calificada como delito de robo y extorsión al mismo tiempo,
dada la sustancial diferencia que existe entre los elementos que forman parte
del tipo objetivo de cada uno de ellos, quedando claro que cuando hay
apoderamiento de parte del agente hay robo y cuando hay disposición por parte
de la víctima hay extorsión46”.

Los supuestos típicos mencionados en el artículo 2000, el legislador ha incluido


la extorsión, manteniendo como rehén a una persona, lo que en otras palabras

45 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 410.


46 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 411.

50
supone en realidad un secuestro. Habiéndose señalado, que la distinción entre
uno y otro, sería el ánimo de lucro que guía la determinación delictiva del
agente, en el caso del artículo 2000; lo que no es tanto así, como es de verse
en el primer párrafo de la construcción normativa del delito de secuestro,
cuando se establece que la privación de libertad de la víctima, puede obedecer
a cualquier "móvil" o 'propósito'., por lo que se infiere, que el móvil delictivo,
constituye una deliberación del agente, plenamente identificable en el caso del
secuestro. ¿Cómo se determinaría entonces, la delimitación normativa, entre
ambos injustos?, algo, de muy difícil concreción, pues las zonas oscuras de
delimitación hacen difícil la tarea interpretativa. Cuando el ataque antijurídico
revela una mayor intensidad en la libertad personal del "rehén", no cabe duda,
que debe optarse por el injusto penal contemplado en el artículo 152o. Bastaría
para corregir la confusión normativa, que en el caso de la Extorsión, se eliminara
la modalidad típica, mediando la privación de libertad de una persona. Con ello,
se garantiza la propiedad de hermenéutica jurídica que debe desplegar el bien
jurídico, en el pensamiento sistemático-racional.

2.2. Bien jurídico

La figura delictiva descrita en el artículo 2000 del C.P., tiende a tutelar el


patrimonio, en cuanto a su libre disposición de su titular, en cuanto al uso y
disfrute de los derechos inherentes a la propiedad; mas es verse, que también
otros intereses jurídicos son objeto de ataque por medio de la conducta típica,
la libertad personal, la vida, el cuerpo y la salud. Debiéndose convenir, según el
orden expuesto que se trata de una conducta pluriofensivaTa7, tal como se hizo
mención en el caso del Robo47.

Debiéndose anotar que existe un tamiz, entre la extorsión y el robo por ejemplo,
digno de destacar: en la extorsión el agente solicita una ventaja de cualquier

47 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 411.

51
índole, es decir no sólo que se le pueda entregar un determinado bien, una joya
por ejemplo, sino también la obtención de un crédito, la calificación para un
trabajo, extinción de una deuda, etc.; lo que da lugar a una diversa concepción
del patrimonio, desde una consideración de mayor amplitud, no es la mera
tenencia de una cosa. Por eso se dice con corrección en la doctrina, que el
objeto material de este delito, puede comprender no sólo dinero, sino también
títulos valores, documentos que generen efectos jurídicos, un documento
firmado en blanco, esto es, el agente pretenderá se le reconozca una obligación
inexistente o, incluso la suscripción de un contrato laboral. Eso sí, descartamos
una ventaja de contenido sexual, de ser así, estaríamos ante la conducta típica
que se contempla en el artículo 170° del C.P.

2.3. Tipicidad objetiva

2.3.1. Sujeto activo

Puede ser cualquier persona, el legislador no ha incluido algún elemento


objetivo que pueda abonar en su carácter especial; aunque de forma
inconsistente y asistemática, se han incluido a los funcionarios públicos con
poder de decisión o desempeñando cargo de confianza, vía la incorporación del
cuarto párrafo al artículo en análisis, vía el Decreto Legislativo No 982 de julio
del 200748.

Se supone que sólo puede ser autor, aquel que tiene capacidad de acción y
reconocimiento de imputación individual; los enajenados y los niños no pueden
ser considerados agentes y, si éstos intervienen, habría que ver si existe una
persona de atrás que ejercer el dominio de voluntad sobre aquellos, dando lugar
a una autoría mediata.

48 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 412.

52
Si el autor es un funcionario y/o servidor público en el ejercicio de sus funciones,
se configuraría el delito previsto en el artículo 382° del C.P. (concusión), pero
este tipo penal no contiene como medio ni la violencia ni la amenaza, por lo que
nos inclinamos por admitir la extorsión en estos casos.

Caso contrario estaríamos quebrando el principio de proporcionalidad, de que


el funcionario reciba una menor pena que el particular, lo cual es incompatible
con los cometidos preventivo-generales de la sanción punitiva.

2.3.2. Sujeto pasivo

También se diría que puede ser cualquier persona, pero según la redacción
normativa se hace alusión a una circunstancia que puede dar lugar a la
identificación de dos sujetos pasivos: una de la acción, sobre la cual recae la
acción intimidante o la violencia, en este caso el rehén y, el titular del patrimonio,
que se ve afectado cuando tiene que disponer de una recompensa, a fin de que
se pueda liberar al privado de su tibertad. Por lo general, pues, será una persona
distinta al rehén quien es afectado en su patrimonio, para que los raptores
procedan a dar libertad al rehén. :

Es necesario aclarar que tanto en el caso en el que la amenaza de ocasionar


daño a una persona allegada, como en el supuesto en que ésta incida
directamente sobre el representante o administrador de bienes ajenos, el
perjudicado es el propietario, el cual también puede ser amenazado para que
disponga del bien.

La persona para poderse ver amenazada, debe contar con un mínimo de


discernimiento, por lo que los inimputables no pueden ser pasibles de la
conducta que da lugar a la extorsión

53
No nos causa más que conmoción intelectual, que el poder Ejecutivo, producto
de la modificación efectuada por el Decreto Legislativo N° 982, haya incluido a
las <instituciones públicas o privadas> como sujetos pasivos del delito, pues
hasta donde sabemos por lógica elemental, la violencia o la amenaza sólo
puede incidir sobre una persona psico-física, las instituciones son corporaciones
creadas por la ley; que son manejadas por personas naturales; ello no obsta, a
que las amenazas o la privación de libertad de una persona, obedezca a la
intención de conseguir una ventaja de cualquier índole en el marco de una
institución pública o privada. Inclusión que sólo puede crear rechazo en la
persona del intérprete49.

2.4. Modalidad típica

La materialización de la conducta prohibida supone, el ejercicio, violencia y/o


amenaza, que ha de recaer sobre el sujeto pasivo, que no necesariamente debe
ser la persona patrimonialmente afectada por la acción típica.

Primero que todo debemos definir el concepto “obligan”, como verbo rector que
se desencadena como producto de la violencia o de la amenaza.

A nuestro entender importa un acto de constricción, de constreñir la voluntad de


un tercero, torciéndola en un determinado sentido;(...) imponer, compeler,
constreñir o someter a determinada persona a realizar alguna conducta en
contra de su voluntad. Lo que se pretende, en todo caso, es someter la voluntad
del sujeto pasivo a los propósitos ilícitos del agente50.

La expresión obligar indica la existencia de una voluntad contraria que el agente


debe vencer, cuando ese presupuesto falte, cuando la disposición económica
se haya producido por propia decisión del sujeto pasivo, sin plegarse a la

49 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 413.


50 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 413.

54
actividad intimidatoria del agente, o sea, cuando se esté al margen de toda
relación causal entre la intimidación de éste y la disposición de aquél|, se estará
fuera del tipo de la extorsión.

Entendemos por <violencia> el despliegue de una fuerza física intensa, por


parte del autor, a efectos de doblegar sus mecanismos de defensa o resistencia
y así, lograr la obtención de la ventaja indebida; por lo que debe ser apta, idónea
y eficaz para los objetivos que persigue alcanzar el individuo.

La violencia, debe quedar claro, no se dirige a causar una afectación a la


integridad física del ofendido, sino que el propósito que motiva al agente, es
allanar los obstáculos, para que la propia víctima le entregue una ventaja
económica. Así, en la siguiente ejecutoria, recaída en el Exp. No 4229-98-Lima:
"E/ delito de extorsión es un delito complejo con carácter pluriofensivo ya que
se atenta contra el patrimonio, y eventualmente a ofrecer bienes, como la
integridad física o la vida; pero, también hay un ataque a la libertad de la
persona, Ia salud, no siendo estos (últimos un fin en sí mismo, sino un medio
elegido para exigir a la víctima la realización de un acto de disposición
patrimonial51".

Si el autor, a partir de la energía física que ejerce sobre el sujeto pasivo, lo


neutraliza y así toma poder fáctico sobre la cosa, será constitutivo de un Robo
y no de extorsión y; si primero se ejecutan las lesiones, producto de una gresca
y luego, aparece la idea de sustraer el bien, se dará un concurso entre lesiones
y hurto.

Punto a saber es que la violencia ha de recaer únicamente sobre las personas,


no resulta admisible que la actividad típica de la extorsión se realice mediante
fuerza sobre las cosas; v.gr., si alguien violenta un bien mueble, por ejemplo,

51 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 414.

55
un escritorio para que se le entregue una ventaja indebida, pues estamos
hablando acá de un delito que ataca de forma directa bienes jurídicos
personalísimos.

Entre el ejercicio de la violencia y la obtención de la ventaja patrimonial, no ha


de mediar un intervalo corto de tiempo, sino que éste debe aparecer
discontinúo, dada la distinción con el delito de Robo.

La amenaza por su parte, importa el anuncio de un mal inminente, en cuanto a


la producción de un daño a los bienes jurídicos fundamentales del sujeto pasivo
o de tercero vinculado a él; ésta debe revelar una cierta magnitud, lo suficiente
para poder aminorar de forma sustantiva, las capacidades de respuesta de la
víctima, anulando su capacidad decisoria conforme a sentido.

La amenaza ha de ser seria, inminente y de probable concreción; no puede


aceptarse el aviso de un mal sujeto a una eventualidad o, mediante medios
absolutamente inidóneos para poder lograr los objetivos propuestos; eso sí,
debe ser de cara a futuro, no aquel que ya se produjo. Como apunta Soler52, la
idoneidad del medio se mide (...) con respecto a su posibilidad de intimidar con
relación al criterio del hombre medio; pero no puede declararse la impunidad
del intento, por el solo hecho de que el delincuente no haya logrado
efectivamente producir terror en la persona a la cual se dirigía. Debe ponerse
en cuestión, las circunstancias concomitantes al caso concreto, las
particularidades que presenta la víctima, los rasgos del agente, etc., desde una
base objetiva y subjetiva a la vez, por lo que ha de realizarse el criterio del
"hombre medio".

52 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 414.

56
La intimidación no tiene por qué alcanzar una gravedad extraordinaria, escribe
Creus53: basta con que ella esté configurada por el anuncio de un suficiente
para colocar al sujeto pasivo ante la opción de salvar el bien amenazado
aceptando la exigencia del agente54; que provoque los efectos psíquicos en la
víctima que se esperaba lograr. Lo decisivo en este punto, para que el delito se
considere consumado, es que la amenaza haya producido en la víctima el temor
buscado, obligándola a efectuar la disposición patrimonial exigida mediante la
intimidación.

Los bienes jurídicos que deben correr la suerte de la amenaza, son la vida, el
cuerpo, la salud y la libertad en un sentido genérico.

Entre la amenaza y el mal producido, o entre la amenaza y la prestación, debe


existir un intervalo; la inmediatez en la entrega de la ventaja económica, daría
lugar al robo.

a. Ventaja económica indebida o de cualquier índole

Si hemos de convenir que el artículo 2000 der CP tutela el patrimonio, ha de


estimarse también que la conducta típica debe generar un menoscabo al acervo
patrimonial del sujeto pasivo, puesto que lo persigue obtener el autor es una
ventaja económica indebida>, quiere decir ello, que no será pasible de esta
figura delictiva, cuando la ventaja económica es <debida>55.

El acreedor que mediante amenaza de causal un mal a su deudor, lo obliga a


pagar su acreencia, a satisfacer la deuda o el trabajador que compele al
empleador a que le pague el sueldo de meses de retraso, no da lugar a una
extorsión, sino a un concurso delictivo de coacciones con el tipo penal de

53 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 415.


54 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 415.
55 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 415

57
ejercicio del ilegítimo de un derecho (art. 4171; pero si el agente toma de propia
mano el bien propio, que lo dio en prenda, será constitutivo sólo de la conducta
contenida en el artículo 193o. cuando el despliegue de la fuerza física ha
causado un daño efectivo en la salud de la víctima, el concurso será entre los
tipos de lesiones con el previsto en el artículo 4170 del C.P.

Convenimos con Soler en el sentido de que la extorsión arraiga, (...), en la


substancial ilicitud del provecho propuesto, de manera que aun cuando el
extorsionado debiera algo, puede concurrir extorsión por la exigencia de un plus
que no parece fundado en la causa de la obligación sino en el temor provocado
por la amenaza.

Ahora bien, ventaja indebida será aquella que el autor no tiene derecho alguno,
en el ejemplo clásico del secuestro extorsivo; también serán los derechos
expectaticios, quien pretende heredar y obliga a su pariente a que lo incluya en
el testamento, mediando amenaza suficiente, estará cometiendo el tipo penal in
comento.

Los trabajadores que toman como rehén a un funcionario público, que se


proceda a admitir un pliego reivindicatorio, no puede ser una extorsión, al no
verificarse el contenido patrimonial; más bien, toma lugar el delito de secuestro.

El legislador ha pretendido ampliar el ámbito de protección de la norma, cuando


hace mención a <ventaja de cualquier otra índole>, producto de la sanción de
la Ley No 27472 de junio del 2002, que modifica este articulado56.

Más consideramos que de todos modos debe ser una ventaja de naturaleza
patrimonial a fin de conservar la homogeneidad del bien jurídico tutelado.

56 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 416.

58
Hacerse nombrar heredero, obligar a reconocer como hijo a una persona
carente de parentesco, suscribir un contrato de compraventa de un bien mueble
o inmueble, a favor del agente o de tercera persona, poner acciones de una
empresa a nombre del autor, etc.

Un sector de la doctrina siguiendo una aplicación estricta a la ley positiva,


incluye como figura extorsiva, cuando el agente manteniendo como rehén a una
persona, obliga a mantener relaciones sexuales por un tiempo determinado con
aquel o un tercero760. Considero que los criterios de interpretación deben
sujetarse a un correcto ámbito material del interés tutelado, en tal virtud, la lege
lata no nos puede cerrar espacios a una aplicación adecuada de la ley penal,
sin que ello suponga un quebrantamiento al principio de legalidad.

b. Modalidades típicas incluidas con el decreto legis.

Son tres los párrafos que se han incluido en la construcción típica del artículo
2000, como consecuencia del Decreto Legislativo N° 982.

La primera de ellas señala lo siguiente: La misma pena se aplicará, al que, con


la finalidad de contribuir a la comisión del delito de extorsión, suministra
información que haya conocido por razón o con ocasión de sus funciones, cargo
u oficio o proporciona deliberadamente ros medios para la perpetración del
delito57.

Nuestro Sistema Penal, en cuanto a la imputación delictiva, sigue la suerte del


principio de accesoriedad en la participación (participación en lo ilícito personal),
esto es, aparte del autor del hecho, intervienen otros individuos, que no tienen
el dominio funcional del hecho, pero que contribuyen de forma decidida para
asegura el éxito de la realización típica; aportan un elemento objetivo en la etapa

57 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 417.

59
preparatoria o ejecutiva del delito, imprescindible para lograr la consumación
del delito. Nos referimos a los partícipes (instigador y cómplice); cuya actuación
se encuentra subordinada, a la intervención final del autor cuyá punición se
encuentra condicionada a un factor volitivo y cognoscitivo (dolo) y, que la acción
que emprenda el autor, ingrese al ámbito de protección de la norma.

El fundamento de la punición de la participación reside en que provoca la


decisión a una acción socialmente intolerable y por eso antijurídica, o favoreció
su realización762. Por consiguiente, para saber quién es partícipe (cómplice),
debemos remitirnos a las regulaciones que sobre este aspecto, prevé la Parte
General (Arts. 230-25 del C.P.). Mientras que la calidad de autor se desprende
del tenor literal del tipo penal en cuestión (Parte Especial), de común idea con
lo previsto en el artículo 23o; de tal modo, que en las tipificaciones penales por
lo general no se hace alusión al cómplice primario o secundarioTo3, sólo al autor
del hecho punible.

En el caso in examine, se introduce innecesariamente al cómplice primario,


pues como se sostuvo, a éste se le identifica con las reglas de la PG; en efecto,
quien suministra información de relevancia, para que se pueda cometer el delito
de extorsión; v.gr., la secretaria de un empresario, que conoce en detalle
itinerario diario o, su vigilancia particular que proporciona dicho dato a una
gavilla de delincuentes. Ambos, colaboran de forma trascendente y, se
aprovechan del cargo o función, para que se alcance la realización típica, por
ende, su intervención es "imprescindible", lo que da lugar a una complicidad
primaria, de acuerdo a lo establecido en el artículo 25o (in fine). Resultando,
entonces, una inclusión normativa que no tiene menor utilidad, únicamente
dirigida a fines de politización normativa.

En el tercer párrafo, se ha redactado lo siguiente: "El que mediante violencia o


amenaza, toma locales, obstaculiza vías de comunicación o impide el libre

60
tránsito de la ciudadanía o perturba el normal funcionamiento de los servicios
públicos o la ejecución de obras legalmente autorizadas, con el objeto de
obtener de las autoridades cualquier beneficio o ventaja económica indebida u
otra ventaja de cualquier otra índole, será sancionado con pena privativa de
libertad no menor de cinco ni mayor de diez años"58.

El principio de legalidad, importa, que la conducta prohibida u ordenada a


realizar, sea clara, precisa y exacta en su construcción típica, a fin de garantizar
el proceso de comunicación cognitiva y de evitar zonas oscuras de
interpretación normativa. El mandato de determinación es consustancial al
Estado de Derecho, como una vía arbitrada, dirigida a impedir la arbitrariedad
pública59.

Tal como se desprende de las diversas tipificaciones de la Parte Especial, el


legislador ha incluido una serie de conductas que afectan bienes jurídicos
personalísimos, como la vida, el cuerpo y la salud y, a su vez, ha determinado
la represión, de comportamientos que afectan la Seguridad Pública, como son
los delitos de peligro común, que ponen en riesgo un bien jurídico de naturaleza
colectiva, pues no es de propiedad de una sola persona, sino de toda la
comunidad.

En el marco de las protestas públicas, de las movilizaciones y marchas sociales,


muchas veces, se infiltran vándalos, en las organizaciones sindicales y
gremiales; que aprovechando la multitud, provocan saqueos, daños a la
propiedad pública y/o privada. Mientras otros, obstaculizan el normal
funcionamiento del transporte público y privado. Conductas que no se dirigen a
la obtención de una ventaja económica indebida, como da lugar a una correcta
tipificación del delito de extorsión; sino a la obtención de ventajas sindicales,

58 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 418.


59 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 418.

61
laborales y sociales, justos reclamos en un orden democrático de derecho.
Empero, quienes realizan tomas de locales, sagueos, caos y obstaculizan la vía
pública, por más que se adscriban en un cometido de reivindicación laboral,
incurren en los delitos de coacciones, daños, violación de domicilio,
entorpecimiento al funcionamiento de los servicios públicos765;
comportamientos que ya se encuentran catalogados como "delitos", por tanto,
pasibles de una pena. Consecuentemente, la inclusión de este párrafo, lo que
originará en todo caso, es una superposición de tipificaciones pena_ les,
incorrecto desde un planteamiento sistemático, que tiene como pilar al principio
de legalidad.

Por último, se incluye en el cuarto párrafo, una conducta típica, que ha generado
una serie de cuestionamientos, de por sí legítimos, por parte de las autoridades
locales y regionales del país; cuyo tenor literal dispone lo siguiente:

"El funcionario público con poder de decisión o el que desempeña cargo de


confianza o de dirección que, contraviniendo lo establecido en el artículo 42° de
la constitución Política del Perú, participe en una huelga con el objeto de obtener
para sí o para terceros cualquier beneficio u otra ventaja económica indebida
otra ventaja de cualquier otra índole, será sancionado con inhabilitación
conforme a los incisos 1) y 2) del artículo 360 del código Penal.

Todos aquellos que se encuentran investidos de una función pública, deben


sujetar su actuación a los cometidos -estrictamente generales- que se
desprenden de la Ley Fundamental, esto quiere decir, la independencia,
objetividad, imparcialidad y autonomía en el ejercicio de dicha función, tal como
lo proclama el artículo 39o. De ello, se colige que el funcionario o servidor
público, no puede anteponer sus intereses personales o políticos, a los
intereses públicos, pues de ser así estaría ingresando a una zona de
ilegitimidad. Habiéndose establecido en el artículo 4zo de la constitución, que

62
los funcionarios del Estado con poder de decisión y los que desempeñan cargos
de confianza o de dirección, están impedidos de ejercer el derecho de huelga;
estando comprendidos en dicho listado, los presidentes de los Gobiernos
Regionales y los Alcaldes (provinciales y distritales)60.

Prohibición que se dirige a cautelar el normal desarrollo de las actividades


políticas, económicas y sociales, propias de un Estado social y Democrático de
Derecho. Empero, cabe precisar que dichos funcionarios públicos también se
deben a sus electores, a la población que confió en ellos el ejercicio del cargo,
a quienes representan ante el Gobierno central; en tal virtud, cuando ello
apoyan las reivindicaciones sociales y laborales de sus pueblos, están
realizando un acto de plena esencia democrática, siempre y cuando se
encaucen en parámetros legales y permisibles. Máxime si la prohibición
constitucional se sujeta a la huelga, que debe ser entendida como el cese de
las actividades laborales por voluntad de los trabajadores, habiéndose agotado
los medios de negociación colectivaT66; cuestión distinta, es una marcha o
movilización social, que no necesariamente implica la misma connotación
jurídica.

Debiéndose agregar que la prescripción constitucional, se refiere a la huelga


que realiza y/o efectúa el funcionario público a título personal, es decir, cuando
cesa intempestivamente en sus labores, pese a estar impedido de hacerlo61.

Por lo expuesto, debemos formular las siguientes objeciones: a.-Que, la


conducta incriminada no se corresponde con el bien jurídico -objeto de tutela-
en el artículo 200o, pues el patrimonio individual no estaría en riesgo de lesión,
sino el correcto funcionamiento de la función pública; y, b.-Si bien, constituye
un desvalor jurídico, la conducta del funcionario público o de aquellos que

60 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 419.


61 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 420.

63
desempeñan cargos de confianza, alzarse en huelga, dicho comportamiento no
revela una suficiente -perturbación social-, para ser elevado a la categoría de
"delito"; menos aún participar en movilizaciones sociales que se encuentran
sustentadas en legítimas reivindicaciones socio laborales, con arreglo a los
principios democráticos un de derecho. A tales efectos, debe preservarse la
calidad de última ratio del Derecho penal, ubicando dicha conducta en el ámbito
del Derecho administrativo sancionador.

Constituye a todas luces una contravención administrativa, si no fuese así, no


se explica por que el legislador no la incluyó en la redacción primigenia del
artículo 2000 del C.P.., a partir de una interpretación de que el propio funcionario
se declare en huelga, mas no cuando participa en la huelga de otros.

c. circunstancias agravantes

La pena será no menor de quince ni mayor de veinticinco años si la violencia o


amenaza es cometida

- A mano armada

Fundamento de la agravante reposa en la singular y particular “peligrosidad


objetiva” que se revela cuando el agente porta un arma, cuya efectiva utilización
puede desencadenar un evento lesivo de magnitud considerable, dada la
naturaleza de los bienes jurídicos que se colocan en un estado de aptitud de
afectación, lo cual redunda en contenido del injusto típico de intensidad
desvalorativa62.

Hemos de fijar que su procedencia está condicionado a los siguiente: que los
instrumentos y/o objetos que han de ser calificados como (armas, deben haber
sido los medios empleados por el agente para poder vencer la resistencia de la

62 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 420.

64
víctima, ver reducidos sus mecanismos de defensa y, así poder apoderarse de
los bienes muebles que se encuentran bajo su esfera de poder; violencia que
debe ser continua y uniforme hasta lograr un total desapoderamiento, que
permita al autor disponer de la cosa sustraída. Para ello se requiere que el
agente utilice de forma efectiva el arma en cuestión, en el caso de producirse el
apoderamiento con sustracción, sin usarla pese a contar con ella, será un hurto
y no un robo agravado.

- Participando dos o más personas siempre se ha visto que la concurrencia


de dos o más personas en el evento delictivo, genera una mayor peligrosidad
objetiva, pues el agraviado se encuentra expuesto a una mayor afectación; el
número de participantes otorga una mayor facilidad para la perpetración del
injusto, al reducir con menores inconvenientes los mecanismos de defensa de
la víctima. No ser requiere de la previa concertación de voluntades criminales,
basta que de forma concomitante y en base a una co-decisión, se decida
cometer el delito; pueden admitirse, por tanto, las otras formas de participación
(complicidad primaria o secundaria)63.

d. Si el agente con la finalidad de obtener una ventaja económica indebida


o de cualquier otra índole, mantiene en rehén a una persona, la pena será
no menor de veinte ni mayor de treinta años.

La pena será privativa de libertad no menor de treinta años, cuando en el


supuesto previsto en el párrafo anterior:

d.1. Por el tiempo de duración de la privación de libertad

Se señala en el inc 1), que la agravación tomará lugar, cuando el secuestro dura
más de veinticuatro horas. La mayor permanencia del estado antijurídico, que

63 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 421.

65
se configura con la figura del rehén, puede provocar mayores repercusiones
negativas en la esfera psicosocial del sujeto pasivo de la acción, que se reprime
con pena más severa.

d.2. Por la forma de ejecución

Se emplea crueldad contra el rehén. En esta hipótesis*la agravación obedece


al mayor disvalor que se expresa en la ejecución típica, infundiendo un mayor
sufrimiento en la persona del ofendido, que resulta en realidad innecesario para
la obtención de la ventaja económica indebida64.

d.3. Por la condición de la víctima

El agraviado ejerce función pública o privada o es representante diplomático,


quiere decir, que la especial vinculación que liga a la víctima con el aparato
público del Estado o la representación consular, en cuanto a las relaciones
diplomática del Perú con otras Naciones, determinan una reacción punitiva más
intensa

Cuando el rehén adolece de enfermedad grave. La particular condición de salud


del ofendido, que se encuentra resquebraja o sensiblemente disminuida,
importa que éste pueda correr un peligro concreto, al mantenerse en cautiverio
bajo condiciones infra-humanas. Tanto su vida como su integridad física se ven
amenazadas de una posible afectación.

d.4. Por el resultado

Se causa lesiones leves a la víctima, las cuales parecen ser cometidas a título
de dolo (mínimo eventual). De todos modos, se configura un concurso ideal de
delitos, con el tipo penal previsto en el artículo 1220 del C.P., pero que según

64 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 422.

66
esta fórmula resolutiva recibiría una pena menor, de acuerdo a lo previsto en el
artículo 48°.

En el caso de que las lesiones se causen a título de culpa, también deben ser
comprendidas en esta agravante, aunque no se desprende de forma clara del
tenor literal de esta calificante.

e. Agravantes de mayor peligrostdad

La pena será de cadena perpetua cuando:

: El rehén es menor de edad o mayor de setenta años, se incide en un aspecto


puramente cronológico, en el sentido de que un menor de edad o una persona
anciana, pueden verse más afectados con la situación del encierro, por su
condición de mayor "vulnerabilidad"65.

Máxime cuando el encierro se prolonga de forma indefinida.

- El rehén es persona con discapacidad y el agente se aprovecha de ésta


circunstancia, es decir, el estado de vulnerabilidad que es objeto de
prevalimiento por parte del autor, es materia de una represión más severa.
Queda claro, que personas en dicha situación, requieren de una atención
médica especializada, dando lugar a una situación riesgosa para la indemnidad
de la víctima.

- si la víctima resulta con lesiones graves o muerte durante o como


consecuencia de dicho acto son dos las circunstancias que se ponen en
cuestión: si se causa lesiones graves, las cuales deben haber sido provocadas,
como consecuencia directo del encierro o de los malos tratos que han ejercido
los captores sobre el rehén; si producto de la pésima alimentación o

65 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 422.

67
simplemente de la inanición. Debe ser un resultado previsible por el agente, a
fin de descartar una mera responsabilidad objetiva por dicho disvalor o, en su
defecto, pueden haberse causado directamente (dolo eventual), en esta
hipótesis de tratarla en realidad de un concurso ideal de delito, que de frente el
legislador lo castiga con pena de cadena perpetua. En el caso de la muerte,
ésta debe acaecer corno consecuencia de la conducta cometida por el agente,
en el sentido, de que debe subyacer una relación de riesgo, entre el
comportamiento del autor y el resultado antijurídico sobrevenido, imputable a
título de culpa, pero igual que la otra hipótesis, el deceso de la víctima, puede
ser también concreción directa de una conducta (dolosa) del autor, que debería
ser tratada como un concurso ideal de delitos, de secuestro con asesinato, más
el legislador optó para darle directamente un tratamiento punitivo singular. No
se podrá aplicar esta circunstancia, si el deceso del rehén obedeció, a un paro
cardiaco, en vista de las dolencias que ya padecía el sujeto pasivo, que no fuese
previsible para el agente.

- Valiéndose de menores de edad.- Fundamento de mayor pena, resulta de la


particular caracterización psico-física del instrumento que emplea el autor para
perpetrar el injusto; se trata de una persona que es vulnerable, por lo que
fácilmente puede ser presa de estos agentes, para participar en un evento de
esta naturaleza. Claro que no es lo mismo valerse de un adolescente de
dieciséis años que un niño de diez, en todo caso, si es que existe coacción y/o
amenaza, para que aquellos coadyuven al plan criminal, no podrá verificarse su
culpabilidad. En lo que respecta al impúber, al advertirse un dominio de la
voluntad, cabe admitir una autoría mediata, por inculpabilidad del hombre de
adelante.

68
2.5. Formas de imperfecta ejecución

Según se desprende de la redacción normativa del artículo 2000, se evidencian


dos modalidades típicas, debidamente marcadas: primero, cuando se ejerce la
violencia y/o la amenaza sobre el sujeto pasivo, a fin de hacerse el autor de una
ventaja económica indebida y, segundo, cuando mediando la privación de
libertad de una persona (rehén), el agente también obtiene una ventaja
económica o de cualquier otra índole66.

Según lo expuesto, en la primera modalidad, los actos de violencia física o de


amenaza grave, que han de concretizarse han de reputarse como delito
tentado, siempre y cuando cuenten con idoneidad para obligar a la víctima a la
disposición patrimonial; por ende, la perfección delictiva ha de fijarse cuando el
autor logra la obtención del beneficio, sin que quepa exigir su disponibilidad.
Para un sector de la doctrina, sería suficiente que la víctima se haya
desprendido de su patrimonio, por lo que no sería necesario el apoderamiento
fáctico; en otros términos el delito se consuma cuando la víctima otorga ventaja
obligada por el constreñimiento de los medios empleados, sin importar o no ser
necesario que aquella ventaja llegue a manos del o de los agentes.

Postura a la cual disentimos, en el sentido de que si estamos hablando de un


delito que ataca el patrimonio, no sólo ha de observarse el menoscabo de aquel
por parte de su titular, sino también la posibilidad concreta que debe tener el
agente, de incorporar el bien a su esfera de custodia. ¿Qué pasaría entonces,
en el caso, de que la víctima entregue el dinero a un intermediario, que se
aprovecha de la circunstancia y no lo entrega al extorsionador, sino más bien lo
ingresa a su custodia? No podemos dar por consumado el delito, pues no hay
posibilidad de beneficio patrimonial.

66 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 423.

69
No puede dejarse pasar el hecho de que nuestra ley positiva, hace mención en
la descripción típica, al verbo "entregar', mas no como es el caso del artículo
1680 del C.P. argentino, que se incluyen también él envió, deposito o poner a
su disposición o a la de un tercero como expone CREUS67, en la entrega, el
delito se consuma cuando el objeto es dado al autor o al tercero, en cuyo caso
el momento del desapoderamiento se confunde con el apoderamiento se
advierte un intervalo de tiempo entre el despliegue de la amenaza con el
desprendimiento del dinero por parte del sujeto pasivo; si bien este último dato
puede significar ya una merma en el patrimonio, ha de convenirse que aquel
ingrese al poder fáctico del agente para su efectiva realización típica.

Queda, entonces, el análisis sobre la modalidad de la extorsión con rehén;


conducta que en realidad da lugar a un secuestro, al margen de su inclusión de
lege lata por parte del legislador; máxime cuando la privación de libertad
adquiere un tiempo significativo. Bajo esta hipótesis, la mayor intensidad de la
acción antijurídica recae sobre la libertad personal del rehén, por ello, no
podemos señalar como el acto consumativo, la entrega efectiva de la ventaja
económica indebida, sino a partir de que la víctima del comportamiento típico,
resulta privado de su libertad, de todos modos el ánimo que motiva al autor a
cometer este hecho, es importante a efectos del juicio de subsunción jurídico-
penal. No es necesario, siquiera, que la víctima de la maniobra extorsiva se
entere de la exigencia del autor pues, según los términos de la ley, es suficiente
que la intención de sacar rescate exista en el ánimo del agente con motivo de
la detención, se puede decir por lo tanto, que es un delito de efectos
permanentes, que ha de cesar, cuando el rehén recobra su libertad personal.

La tentativa tomaría lugar en todos aquellos actos que de forma decidida se


dirigen a la privación de libertad del futuro rehén.

67 PEÑA CABRERA FREYRE, Alonso Rahúl. Op. Cit. Pág. 424.

70
2.6. Tipo subjetivo del injusto

La figura delictiva contenida en el artículo 2000, en sus dos modalidades típicas,


sólo resulta reprimible a título de dolo, conciencia y voluntad de realización
típica; el agente dirige su conducta, ejerciendo una fuerza física intensa o una
amenaza grave, obligando a la víctima, a que le otorgue una ventaja económica
indebida. El dolo debe de abarcar el propósito perseguido por el agente, en
cuanto a la obtención del beneficio indebido.

En cambio el secuestro extorsivo, importa no sólo el dolo, la conciencia de


ilegitimidad, en lo que respecta a la privación de libertad de una persona, sino
también debemos agregar un plus anímico de naturaleza trascendente: de
hacerse con una ventaja económica indebida o de cualquier otra índole.

2.7. Del acuerdo plenario del delito de extorsión Acuerdo Plenario 2-


2012/CJ-116

El artículo 200 del Código Penal regula el delito de extorsión. En los 17 años de
vigencia del Código Penal, el referido delito, ha tenido a la fecha ocho
modificaciones; siendo la última, por el Decreto Legislativo 1237, publicado el
día 26 de setiembre del 2015:

Artículo 200.- Extorsión

El que mediante violencia o amenaza obliga a una persona o a una institución


pública o privada a otorgar al agente o a un tercero una ventaja económica
indebida u otra ventaja de cualquier otra índole, será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de diez ni mayor de quince años (…).

El delito de extorsión consiste en ejercer la violencia y la intimidación a una


persona, privándola de su libertad personal para obligarla a otorgar al sujeto

71
activo una ventaja económica indebida. En la extorsión, lo que se busca es una
ventaja de caracteres económicos lesionando la libertad de la víctima. Es un
delito pluriofensivo68.

Debido a que es un tipo complejo y pluriofensivo, la jurisprudencia penal


peruana ha señalado: “El delito de extorsión es un tipo penal complejo y
pluriofensivo, pues lesiona tanto el patrimonio cuanto la libertad y,
eventualmente, la integridad corporal de la persona, de suerte que estos últimos
bienes jurídicos son un medio para atacar el patrimonio” (R.N.N° 2220-2004,
Ayacucho)69.

2.7.1. Concepto

Gálvez Villegas y Delgado Tovar70 mencionan que, siendo un delito de lesión,


este se consumará cuando el sujeto pasivo se desprende de parte de su
patrimonio u otorga la ventaja de cualquier otra índole, no requiriéndose que el
extorsionador obtenga ventaja patrimonial.

2.7.2. ¿Extorsión o receptación?

Es la pregunta que se hacen los jueces supremos, en el fundamento jurídico 8


del Acuerdo Plenario 2-2012/CJ-116.

68 Paredes Infanzón, Jelio. Delitos Contra el Patrimonio. Gaceta Jurídica, tercera


edición. Lima, 2016, p. 428.
69 El Código Penal en su Jurisprudencia. Diálogo con la Jurisprudencia. Gaceta Jurídica.

Lima, mayo del 2007, p. 321.


70 Gálvez Villegas, Tomás Aladino y Delgado Tovar, Walther Javier. Derecho Penal.

Parte Especial. Tomo II, 1ra. Edición. Jurista Editores, Lima, 2011, p. 1101.

72
Empieza el fundamento 8, señalando que la doctrina peruana no ha realizado
un deslinde entre las modalidades del delito de extorsión, con las formas de
receptación:

Tradicionalmente la doctrina nacional no ha considerado necesario hacer un


deslinde entre modalidades de extorsión por violencia o amenaza, con formas
de receptación, como el ayudar a negociar los bienes objeto de delitos
patrimoniales procedentes del hurto o robo. Al parecer, la clara incompatibilidad
típica de las prácticas receptoras, con el empleo de medios violentos, torna en
innecesario y hasta impertinente discutir dogmáticamente sobre dicha
distinción. Por el contrario, los autores nacionales han estimado siempre
oportuno debatir y fijar criterios hermenéuticos de deslinde entre estructura y
los alcances típicos de la extorsión la coacción, el secuestro extorsivo o el robo
(…).

En el fundamento 9 del referido Acuerdo, los magistrados supremos analizan la


situación futura en que se encuentra el vehículo motorizado objeto del delito de
hurto o robo; como puede ser: la pérdida definitiva, destrucción,
desmantelamiento, etc. Esto es consecuencia del rechazo al requerimiento
económico indebido que se formula como contraprestación para su ubicación o
recuperación por su legítimo titular.

2.7.3. Configuraría delito de extorsión

Se configurará el delito de extorsión si es que el sujeto activo, mediante


amenaza; obliga, exige al titular del bien, en este caso del vehículo
motorizado, una ventaja económica indebida. Comparto conforme se señala en
el Acuerdo:

73
El potencial perjuicio mayor y definitivo que ello ocasionaría sobre el patrimonio
de quien fue la víctima de tales delitos otorga, a esa forma de amenazas, una
evidente capacidad extorsionadora. El sujeto pasivo de esta acción
extorsionadora podría ceder a esa presión psicológica para asegurar la
recuperación de su vehículo y la indemnidad del mismo71.

Respecto a quién formula esas amenazas, este debe hacerlo seriamente, con
una finalidad lucrativa ilegal; como además de estar en capacidad, cuanto
menos potencial, de disponer o materializar el suceso negativo que anuncia con
su amenaza el delincuente, sobre el vehículo hurtado o robado.

Buompadre72, penalista argentino, refiriéndose a la amenaza, señala, que


consiste en infundir temor en la victima por medio del anuncio o advertencia de
un mal que recaerá sobre ella, un tercero, o sobre bienes que estimen valiosos
para la persona. Lo relevante para la procedencia de este delito es que la
intimidación sea “idónea” para atemorizar, es decir, que tenga la aptitud
suficiente-circunstancia evaluada en el caso concreto. Esto con el fin de crear
en la víctima ese estado de miedo que la obliga a realizar la prestación exigida
por el autor. Además, debe ser “ilegítima”, esto es, realizada sin ningún derecho
sobre la que se exige.

Agrega Buompadre73 que lo característico de la intimidación es que coloca a la


víctima ante un dilema: o se somete a las exigencias del autor o afronta el
riesgo de que se produzca el daño anunciado. Cualquiera que fuera la opción
que en el caso se elija, siempre lo será mediante una voluntad viciada por la
coerción, pues no habrá podido elegir libremente:

71 Fundamento 9, Acuerdo Plenario 2-2012/CJ-116.


72 Buompadre, Jorge Eduardo, citado por Paredes Infanzón, Jelio. Ob. Cit., p. 433.
73 Buompadre, Jorge Eduardo. Ibídem, pp. 433-434.

74
En consecuencia, todo anuncio inverosímil o falso no podrán calificar, por
idoneidad, para la modalidad extorsiva que se examina; e, incluso, el engaño
sobre la capacidad de restitución que se atribuye al agente y que pueda
convencer a la víctima, y logra de esta un desprendimiento patrimonial a su
favor, no podrá constituir extorsión, pero sí, estafa74.

74 Fundamento 9, Acuerdo Plenario 2-2012/CJ-116.

75
3. CONCLUSIONES

El Acuerdo Plenario 2-2012/CJ-116, fue emitido en el VIII Pleno Jurisdiccional


Penal del año 2012. El Acuerdo esclarece cuando deben considerarse una
modalidad de extorsión por amenaza, conforme al artículo 200 del Código
Penal, en casos de ubicación o recuperación de vehículos motorizados objetos
de delito de hurto o robo; o como un delito de receptación agravada, artículos
194 y 195 del Código Penal.

Deben ser considerados como una modalidad de extorsión por amenaza,


aquellos casos donde el intermediario que ofrece la ubicación o recuperación
del vehículo hurtado o robado, a cambio de una contraprestación económica
indebida; anuncie que, de no aceptarse su oferta, será destruido, desaparecido,
desmantelado, etc, tipificado en el artículo 200 del Código Penal.

Cuando no medie la aludida amenaza y, en atención al modo concreto de


intervención que asuma el intermediario frente al titular del vehículo afectado
(ayude a negociar su recuperación o procure que se le adquiera por un precio),
el hecho antijurídico podrá ser calificado como un delito de receptación
agravada, tipificado en los artículos 194 y 195 del Código Penal.

76
4. Recomendaciones-

Finalmente, es aquí en donde debemos centrarnos y deben centrarse


principalmente las personas especializadas en el tema, en ahondar y buscar
soluciones reales a mediano plazo con respecto a políticas criminales que
vayan de la mano con el aspecto social y económico; puesto que, es insuficiente
dictar medidas preventivas que estén basadas en el aumento de penas y que
los integrantes de la sociedad portemos armas y que nos aseguremos, cuando
no se apunta al objetivo principal; que es y debe ser preocupación no sólo de
nosotros los abogados, sino de nuestras autoridades judiciales, políticas y
principalmente del Estado y no tanto en contar con una policía antisecuestro, ya
que ella solamente se encarga de desarticular estos grupos o bandas y el de
localizar a las víctimas, una vez acontecido el hecho.

En forma integral se debe tomar en cuenta lo siguiente para hacer frente al


secuestro:

No sólo se debe potenciar mecanismos de investigación criminal para combatir


el secuestro sino se debe plantear fundamentalmente políticas penales
criminales respecto a la organización informal que aparecen en los distintos
penales nacionales.

El Estado y sus distintos organismos deben de preocuparse en mejorar las


condiciones sociales, políticas y económicas, no existiendo un divorcio entre
Estado y sociedad.

Al referirse a una integración ésta debe ser específicamente integral, en donde


debe existir una participación ciudadana en conjunto entre Policía Nacional,
Serenazgo, Organismos del Estado y locales, Iglesia, Sociedad Civil y medios
de comunicación.

77
El Ministerio Público debe contar con un eficiente grupo de fiscales
especializados en el combate a la delincuencia organizada.

Se debe contar con apoyo económico proveniente del Estado en beneficio de


la Seguridad Ciudadana a nivel nacional, a efecto que todas las instituciones
del Estado puedan hacer frente a la comisión de este delito que se incrementa
día a día.

Cabe resaltar que en un país como el nuestro, el secuestro tiene distintas


repercusiones a nivel nacional, internacional y local en donde genera deserción
de inversión extranjera, pérdida de flujo de capital, desestabiliza la inversión que
pueda generar el país así como es un factor negativo para el turismo, los cuales
deben ser tomados en cuenta como consecuencias externas al problema.

5. Anexos

78
5.1. ¿Cometen secuestro los progenitores respecto de sus hijos menores
de edad?

En las últimas semanas, los diferentes medios de comunicación han difundido


dos noticias cuyos protagonistas son padres procesados por la comisión del
delito de secuestro, y que, por requerimiento del Ministerio Público, el Poder
Judicial les ordenó prisión preventiva.

El primero de estos dos casos ocurrió en la Región Arequipa y motivó una gran
indignación: Delia Flores fue detenida porque intentó inscribir en el Registro Civil
a un menor de tres meses de nacido como su hijo sin la constancia de
nacimiento y utilizando documentos fotocopiados. Las autoridades policiales
“sospecharon” que el menor era un niño raptado en un centro de salud en el
mes de octubre pasado y detuvieron a Flores por una semana, ordenándose su
ingreso al Establecimiento Penitenciario de Pucchun por la presunta comisión
del delito de secuestro agravado. Posteriormente, se determinó, en los
resultados de la prueba de ADN, que era la verdadera madre del niño y así
obtuvo su libertad.

El segundo caso tuvo como protagonista al ciudadano norteamericano Dustin


William Kent, quien llegó al Perú con la finalidad de recuperar a su hija de 5
años de edad, sustraída en los Estados Unidos por su exesposa y madre de la
menor. La mujer trasladó a la niña incumpliendo una orden emitida por un
tribunal de justicia que otorgaba la custodia al padre. Kent, fue detenido por la
Policía Nacional y la niña entregada a la madre sin tomar en consideración a
quién le correspondía la tenencia legal. El Poder judicial ordenó dos meses de
prisión preventiva para el progenitor por participar en el delito de secuestro
agravado (delito penado con cadena perpetua). Por su parte, el Ministerio
Público solicitaba 18 meses de esta medida coercitiva de carácter personal, lo

79
que en verdad no se entiende de un órgano considerado “defensor de la
legalidad”.

En los dos casos narrados, se hacía necesario determinar jurídico-penalmente


si los progenitores podrían ser autores o partícipes del delito de secuestro. La
respuesta inmediata es que no, pues este ilícito, que se encuentra contemplado
en el artículo 152° del Código penal, sanciona al sujeto activo que priva de la
libertad personal a otra persona “sin derecho, motivo ni facultad justificada”.

En el caso de los progenitores, estos sí contarían con derecho, motivo o facultad


justificada, incluso reconocida constitucionalmente, por lo que no podrían ser
autores ni partícipes del secuestro de sus propios hijos. En efecto, el segundo
párrafo del artículo 6° de nuestra Carta Magna reconoce como deber y derecho
de los padres alimentar, educar y dar seguridad a sus hijos. Asimismo, las leyes
tomando como base el texto constitucional, también reconoce derechos y
deberes al progenitor; por ejemplo, el Código Civil en su artículo 235°, primer
párrafo, indica que los padres están obligados a proveer al sostenimiento,
protección, educación y formación de sus hijos menores según su situación y
posibilidades; y el artículo 74° del Código de los Niños y Adolescentes se refiere
también a los deberes y derechos de los padres con mayor especificidad.

Todo menor de 18 años de edad es sujeto de derecho de protección especial,


requiere de asistencia y cuidados adecuados, necesarios y especiales para su
desarrollo y bienestar en mérito a su condición de debilidad manifiesta para
llevar una vida totalmente independiente. De modo que, por la situación de
fragilidad, inmadurez o inexperiencia en que están los menores frente a los
adultos, se le impone a los padres, la obligación de asistir y proteger al niño
para garantizar tanto su desarrollo normal y sano, como la promoción y
preservación de sus derechos (incluido el de libertad personal) y el ejercicio
pleno y efectivo de ellos.

80
Desde el punto de vista del derecho penal, el notable jurista alemán Günther
Jakobs señala que “la relación de padres e hijo descansa en la base social: en
todos los ordenamientos en los que (1) la crianza de los hijos incumbe de modo
primario a los padres, o al menos se les encomienda, (…) los hijos se confían a
los padres mientras sean menores de edad. Esto parece prácticamente
evidente, y por ello se habla en algunas ocasiones de un vínculo “natural”. Los
deberes tienen un alcance marcado por la medida en la que padres e hijo
practican un mundo común, es decir, que en una primera fase son
omnicomprensivos: los padres deben alimentar, cuidar, educar al hijo, apartar
de él enfermedades y riesgos, también aquellos que deriven de la conducta de
otras personas o del otro progenitor; además existe un deber de cuidado
patrimonial (…). Los deberes van reduciéndose conforme se incrementa la
autorresponsabilidad del hijo y concluye con su mayoría de edad, puesto que a
partir de ese momento el hijo no está obligado a obedecer a sus padres”
(JAKOBS, Günther. “Actuar y omitir”. En: Los desafíos del Derecho penal en el
siglo XXI. Libro homenaje al profesor Günther Jakobs. Guillermo Jorge
Yacobucci (Dir.). Ara, Lima, 2005, p. 176).

En síntesis, al progenitor no se le podría considerar autor o partícipe del delito


de secuestro, porque tiene que mantener en su poder a su hijo con la finalidad
de cumplir con los deberes y derechos que la Constitución y las leyes le
imponen, sobre todo si cuenta con la custodia legal del menor.

El delito que sí podrían cometer los progenitores, respecto a sus menores hijos,
por principio de especialidad, sería el de sustracción de menor, que se
encuentra contemplado en el artículo 147° del Código penal, siempre y cuando
uno de los padres ejerza la patria potestad y el otro sustraiga al menor hijo o
rehusé entregarlo al que posea el derecho, este ilícito penal cuenta con una
pena máxima de dos años.

81
En los casos planteados, se ordenó la prisión preventiva de los progenitores por
el delito de secuestro agravado, lo cual es injusto. Estas decisiones del Poder
Judicial son motivadas, o por la presión que ejercen los medios de
comunicación (ambos fueron casos mediáticos), o porque existen algunos
operadores de justicia que impulsan un derecho penal paternalista, que sea la
respuesta a todos los problemas sociales, olvidándose del principio de
intervención mínima, que considera que el derecho penal debe ser el último
instrumento al que la sociedad recurra para proteger determinados intereses -
considerados bienes jurídicos-, siempre que no existan formas de control social
menos lesivas, esto, por la violencia que ejerce en los ciudadanos, lo que
implica, incluso, como en los casos mencionados, la restricción de la libertad
personal, lo que no ocurre con ningún otra rama de derecho.

Toda interpretación jurídica de los tipos penales, como es el caso del delito de
secuestro, de acuerdo a la doctrina, debe partir de una referencia a un sistema
social de convivencia humana. La norma penal solo debe comprenderse dentro
de ese marco porque existe la necesidad de coexistencia de la persona humana
con los demás para alcanzar sus fines y satisfacer sus necesidades individuales
y autorrealización personal. En los casos señalados, los imputados son los
progenitores, los que tienen el deber y derecho de salvaguardar los intereses
de sus menores hijos. No se ha considerado, además, el perjuicio que se les
podría ocasionar a los menores al privárseles de libertad a sus padres, en el
aspecto moral y con relación a su cuidado. Asumir que los progenitores pueden
cometer el delito de secuestro respecto de sus menores hijos, generaría
peligrosas consecuencias para la familia, por ejemplo, que el padre sea
denunciado si castiga a su hijo con no salir el fin de semana a una fiesta con
sus amigos.

82
En las situaciones antes mencionadas, se plantean dos cuestiones: primera, si
quien realiza la conducta contando con el permiso o autorización de la autoridad
(Kent contaba con la custodia de su hija por resolución judicial de su país) u
observando las normas extrapenales ha de quedar impune en virtud de la causa
de justificación del ejercicio legítimo de un derecho (autorización
justificante). Segunda, si la conducta es ya antes atípica (autorización
excluyente del tipo). Desde mi punto de vista, en ambos casos, los hechos
serían atípicos al no cumplirse con todos los elementos del tipo penal de
secuestro; particularmente, la existencia del derecho, motivo y facultad
justificada para configurar el ilícito.

Cuando, por un lado, la normatividad ordena a realizar conductas a las


personas, y por el otro, las castiga si las realizan, se tiene que preponderar uno
de esos mandatos, resolviéndose tal contradicción a favor de la licitud del
comportamiento.

5.2. Proyecto de Ley modifica el delito de secuestro

Mediante el Proyecto de Ley N.° 1427/2016-CR, publicado el 19 de mayo del


2017, el Congreso de la República ha expuesto una propuesta legislativa que
modifica el texto normativo del delito de secuestro regulado en el artículo 152
del Código Penal.

Presentado por la congresista Yeni Vilcatoma De La Cruz, en calidad de


congresista independiente, el citado proyecto de ley tiene por finalidad variar el
texto normativo del delito de secuestro con la finalidad de garantizar una
sanción apropiada a quien incurra en su comisión. De esta manera, la
legisladora realiza un análisis del delito de secuestro así como de sus
circunstancias agravantes en aras de establecer apropiadamente un tipo penal
básico de dicho delito.

83
De acuerdo a la exposición de motivos, el secuestro es un delito grave que
perjudica a la libertad individual y a la vida. Este delito se entiende como “toda
forma de privación de la libertad de una persona sin que ésta se encuentre
amparada en un derecho, motivo ni facultad justificada”. El secuestro encuentra
en nuestro Código Penal una forma básica y otra agravada que está
condicionada de circunstancias específicas.

Sobre el delito de secuestro, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha


aseverado que “lesiona directamente los derechos humanos y que por sus
características inherentes de privación de la libertad debe entenderse que
supone una lesión de la dignidad de ser humano y por ende por lo general la
conducta entraña un tratamiento aflictivo para la víctima” (resaltado agregado).

De esta manera, la legisladora advierte que la aflicción sobre la víctima así como
el trato cruel y humillante que genere sufrimiento y menoscabo para la dignidad
de la víctima, —circunstancia agravante del delito de secuestro debe formar
parte del tipo base del secuestro toda vez que “resulta demasiado subjetiva y
de difícil objetivación como para mantenerla dentro de las circunstancias que
permiten una agravación de pena”.

Atendiendo a lo anterior se presenta la siguiente iniciativa:

LEY QUE MODIFICA EL ARTÍCULO 152 DEL CÓDIGO PENAL DEL


DELITO DE SECUESTRO

Secuestro

Artículo 1. Modificación del artículo 152 del Código Penal

Modifíquese el artículo 152 del Código Procesal Penal, el mismo que queda
redactado de la siguiente manera:

“Artículo 152. Secuestro

84
Será reprimido con pena privativa de la libertad no menor de veinte ni mayor de
treinta años, el que sin derecho, motivo ni facultad justificada, priva a otro, de
su libertad personal, cualquiera sea el móvil, el propósito, la modalidad o
circunstancia o tiempo que el agraviado sufra la privación o restricción de su
libertad; ocasionando en la víctima sufrimiento o abusando, corrompiendo
o tratando con crueldad y humillación a la víctima.

La pena será no menor de treinta años, cuando:

1. Se abusa y/o lesiona físicamente de la víctima poniendo en grave riesgo


su vida.

2. Se pretexta enfermedad mental inexistente en el agraviado.

[…].

85

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