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Tal vez esté un poco influenciado por el hecho de que estudio una ingeniería, pero
creo que es notable el hecho de que sólo podemos medir nuestro progreso en cuanto a
desarrollo y avance se refiere. Es menester considerar la idea de que estamos en una época
donde las reglas que rigen todo a nuestro alrededor son flexibles, pero sólo dentro de un
límite establecido que no nos permite ir más allá. De ahí que alguien con una ideología tan
futurista como Mario Laserna sea una influencia de buen reconocimiento y honra por parte
de los estudiantes que vemos a un nivel mayor el grado de profundidad que su contribución
significó a la sociedad en la que ahora estamos, pues su forma radical de ver las cosas pueden
o no estar en lo correcto, pero, de cualquier modo, es evidente que Laserna representó con
claridad una propuesta de gobierno y orden social que a pesar de conservar principios
característicos de la elite gobernante de derecha, tomaba partes totalmente opuestas a lo
común de la época, atreviéndose a desafiar lo impuesto por otros. Esto nos da una clara
ejemplificación de lo que tal vez Laserna buscaba lograr o dar a mostrar. Tal vez la analogía
que hizo Michelsen en su libro “los elegidos” intentaba representar que era la clase alta, o
algún individuo aliada con ésta, quien tenía que concientizar un poco sobre la situación del
país y hacer algo para cambiarla. En definitiva, se podría decir que Laserna quería dejar un
legado en cuanto a cuál era la mejor estrategia para vencer al régimen tradicionalista y su
forma de hacerlo fue rompiendo el status quo y esperando que saliese bien hacerlo.
Haber leído sus ideas me deja con muchas dudas frente a lo que significa pertenecer
a una ideaología específica; lo cierto es que de la meditación de una persona estudiosa sobre
a cuál partido pertenecer no puede ser más que una obra directa de la razón. Es por esto que
es posible afirmar que, no importa que tan radicales sean las ideas de algún académico, como
Laserna, es muy plausible que tengan algo de razón en numerosos puntos. A la vez, se abre
ante mí la idea de tender más al conversatismo que al liberalismo, aunque siempre había
pensado lo contrario. Pero, más allá de esto, planteo que la idea de señalar a un partido o
ideología y tener que decidir sobre en cuál de todas uno se ubica, es bastante limitante, y
sería mucho mejor sencillamente tener una ideología, dejar que se desarrolle libremente y
guiada, por supuesto, por la razón. El hecho de tener que elegir de un número corto de
partidos la forma en la que pensaremos y trataremos de resolver los problemas que surjan, es
bastante limitante en cuanto a la originalidad y creatividad y en cuanto a el avance máximo
que un país puede tener. Si se supone que un ambiente determinado está constantemente bajo
las acciones de una sociedad que lo habita, surge entonces para esta sociedad la necesidad de
pensar en idear una forma de producir que este ambiente mejore; mi propuesta ante esto es
que para que una sociedad cualquiera logre mejorar, se debe dejar que la forma de pensar de
las personas sea algo que sencillamente siga el proceso evolutivo normal, de modo que si es
una idea buena, posiblemente sea apoyada por muchas personas, mientras que si es una idea
mala, sea dejada atrás rápidamente. Si se lograse que cada persona tuviese sus propias ideas,
éstas cada vez irían mejorando más, optimizándose. Sin embargo, lo que vemos en esta
sociedad es que la gente prefiere adoptar cosas de una ideología que ellos no pensaron por sí
mismos que desarrollar sus propias ideas. Esto se refleja en la novela “los Elegidos”, que
claramente mostraba cómo el pueblo seguía eligiendo a la misma élite privilegiada de
siempre sin importar qué tan mala fuese su administración, por el simple hecho de querer
evitar ir contra la corriente. En este sentido, Mario es un claro ejemplo de cómo luchar contra
lo establecido y obtener un buen resultado.
Parte de ir contra la corriente se fundamenta en querer que las cosas estén mejor de
lo que están, y, si vemos hacia el pasado la Colombia que Lopez Michelsen y Vasquez
plasmaron en sus novelas, se torna bastante obvia la diferencia que hay entre el presente y tal
época. Me atrevería a decir que el periodo que actualmente vive Colombia es fruto
precisamente de la voluntad de cambiar las cosas, que desembocó en una universidad que
cada año gradúa a nuevos estudiantes invitándolos a estar a cargo del desarrollo del país e
influir positiva y activamente en lo que en este sucede.
Vasquez enseña una Colombia atacada por La Violencia -y hace énfasis en escribirla
con “v” mayúscula-, una Colombia bañada en sangre por la existencia de ideologías y
personas como Pablo Escobar, un pueblo sometido gracias a su ignorancia y falta de identidad
y a una Colombia supremamente influenciada por Estados Unidos, pero esa Colombia no es
la que vemos en el presente, sino la que era hace varias décadas. Se podría decir que estamos
mejor. Sin embargo, aún estamos lejos de ser un país óptimo, y la necesidad de que más
personas como Laserna surjan se vuelve tan clara como el agua. Se van a necesitar mejores
líderes, mejores ciudadanos, pero sobre todo, mejores personas.
Referencias
- Vásquez, J. (2011). El ruido de las cosas al caer (1.st ed.). Bogotá: Alfaguara.
- Laserna Pinzón, M. (1968). Estado fuerte, o, caudillo : El dilema
colombiano (2a ed., Populibro, ; 24 cm). Bogotá: Editorial Revista
Colombiana.
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