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PRÓLOGO
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Si salvo un alma aseguro mi propia salvación (Santo Domingo Savio)
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Sólo Dios sabe el gran bien que hace un buen libro. Un libro bueno es la voz del
Señor que llega hasta el corazón y lo vuelve mucho mejor.
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Hace mucho el que hace poco, pero hace lo que debe hacer. Y hace poco el que
hace mucho, pero no hace lo que debe hacer (Luis Comollo)
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El que se dedica a hacer apostolado, este mismo trabajo que hace por hacer
conocer y amar más a Dios, lo va volviendo santo, casi sin que se dé cuenta de ello.
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En un libro bueno nos habla directamente Dios; cuando Dios habla, la persona
no es capaz de quedarse en sus vicios y pecados, sino que empieza a ser mejor.
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Sólo en el Cielo sabremos el inmenso bien que hicimos propagando los buenos
libros. (Santo Domingo Savio).
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Cuando Dios da una misión, da también las cualidades para hacerla bien.
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Si quieres reformar el mundo, empieza a reformarte a ti mismo, y habrás dado
un gran paso en tu propósito.
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Todos los hombres caen, sólo los héroes y los santos se levantan y siguen adelante.
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Cuando conseguimos nuestro objetivo, olvidamos lo que luchamos y lo que nos costó.
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Los vicios ajenos los tenemos delante de los ojos y los propios a la espalda...
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Poco sabe, por mucho que sepa, quien no sabe hablar con dignidad y limpieza.
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Tu ideal y tus obras dicen lo que vales. Tus ideas son la savia, tus obras el fruto.
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Comprensión y caridad con las miserias ajenas: intransigencia con las propias.
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Si eres comprensivo con los demás, serás amado de Dios y de los hombres.
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Llevar una astilla clavada en el corazón y hablar de otra cosa, es hazaña de fuertes.
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Igual que una cicatriz afea un rostro hermoso, la palabra grosera rebaja al
hombre o mujer más inteligente.
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El momento más indicado para callarse es aquél en que uno sienta que tiene que
decir algo o explotar.
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Dios no nos impone jamás un deber sin darnos posibilidades y tiempo para cumplirlo.
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Sumisión no es aceptarlo todo, sin personalidad, como animal que recibe los
golpes sin rechistar. Sumisión no es estar debajo de nadie. No significa ser esclavo de
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otro. Sumisión es aceptar el puesto que ocupas y desempeñarlo como lo exige el
conjunto de ese engranaje. Todo hombre necesita sumisión, también los que dirigen
necesitan de sumisión: sumisión a las adversas situaciones de la economía, sumisión a
los contratiempos del negocio.
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Debes oír tu respuesta, tu crítica, antes de comunicarla a los demás. Así podrás
corregir lo que una vez dicho perjudicaría sin remedio a ti y a los demás.
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Lo que no puede el viento, puede a veces la brisa. Hay vidas que se pierden por
falta de una sonrisa.
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La caridad es paciente con los defectos del prójimo que no se pueden evitar.
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¿Qué ganas discutiendo con un necio? Vencerlo no es gloria, ser vencido es ignominia.
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Los verdaderos intelectuales, sin fe, son los más desgraciados de los hombres.
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Las almas que se elevan cuando sufren por ataques injustos, son las almas de
verdadera nobleza.
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No hay hombre de quien se sienta uno más amigo que aquel que sinceramente
sufre por las injusticias que siente a su alrededor.
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La Historia se ocupa siempre de los tiranos y raras veces de sus servidores. A los
primeros los fulmina, a los segundos los desprecia.
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Hombre muy desgraciado en la vida es aquél que nunca probó lo que es una desgracia.
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Si quieres llegar a leer con acierto en los corazones ajenos, lee muchos en el tuyo.
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No hables de los defectos ajenos por hablar, sino por quitar el error.
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El mundo admira sólo los grandes sacrificios, pero ignora los sacrificios
escondidos, callados, de cada día: el mundo ignora su gran valor, la gran guirnalda de
gloria que los sacrificios humildes de cada día nos reportarán para la eternidad.
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Tu derrota de hoy es entrenamiento para la victoria de mañana... Aprende y sigue
adelante.
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De vez en cuando echa una mirada hacia atrás en tu vida. Rectifica, haz balance
y sigue adelante. Todo buen marino mira a ver si la ruta que lleva es la exacta, todo
buen piloto mira su rumbo, para no perderse. Haz examen de conciencia de vez en
cuando y sigue adelante.
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No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy. Muchos que dejaron las cosas
para mañana, no llegaron a hacerlo jamás... Mañana puede ser una excusa de tu propia
pereza. En el ejército de Dios la pereza es un grave pecado, no lo olvides.
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Por el ayer no puedes hacer nada, por el futuro tampoco. Lucha, vive y trabaja
por el hoy, así harás un buen pasado y un brillante futuro.
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No hagas mucho caso de lo que el mundo llama victoria o derrota., ¡sale tantas
veces derrotado el vencedor!...
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Habla con discreción, habla con prudencia, habla con claridad. Sólo así te
evitarás el remordimiento después de muchas conversaciones inútiles o escarnecedoras
del prójimo, sin motivo que lo justifique. Procura hablar bien de todo el mundo; si no lo
puedes hacer, calla.
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Cuando veas que la ira te domina, procura dominarte, en esos momentos se
dicen cosas que después lamentarás haberlas pronunciado.
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Nadie será premiado sino el que luche con bravura hasta el último instante de su
vida. Lo importante, no es empezar, sino seguir siempre adelante hasta el final. Lo
esencial no es no caer, sino que si caes levantarte rápido y seguir adelante: sólo los
cobardes permanecen tirados en el camino sin ánimo para levantarse.
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Tienes que vivir en un mundo esclavo del dinero, donde los hombres íntegros y
honestos son mirados con desprecio y conmiseración, como si fueran pobres ineptos. Es
preciso anatematizar este apetito insaciable de lucro. Esta es una de las plagas que
infectan nuestro mundo; pocas cosas hay tan despreciables como el sacrificarlo todo por
el dinero. Algún día te darás cuenta de que uno de los mayores combates que debes
sostener consiste en resistir a la opinión general en esta materia.
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Aún en el ser más depravado y criminal has de ver a tu hermano, a un hijo de
Dios. Porque en él subsiste la criatura inmortal y debes procurar, según tus medios
restaurarla en su prístina dignidad.
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A todo aquél que se relacione con nosotros, aunque no sea más que por un
instante, le debemos dar la sensación de que para nosotros es alguien digno de respeto, y
no un ser anónimo. Que nadie se aleje de nosotros con la impresión de que le hemos
tratado como a cosa y no como a persona.
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Cuántos jóvenes que se glorían de su libertad, como los fariseos, son unos
pobrecitos esclavos del mundo y del qué dirán.
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No juzguéis sin oír las dos partes. Muy fácilmente, aún las personas que se
tienen por piadosas, se olvidan de esta norma de prudencia elemental.
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Cuando recibas los aplausos del triunfo, que suenen también en tus oídos las
risas que provocaste con tus fracasos.
VOLUNTAD Y CARÁCTER
Es del todo necesario educar la voluntad. Ella es la reina de todas las facultades.
Quien fortalece la voluntad fortalece a todo el hombre. Para ello hay que alejar los
obstáculos internos: la irreflexión, el apresuramiento febril, la despreocupación y la
irresolución, el temor al fracaso: la falta de confianza. Alejar los peligros externos: los
respetos humanos, los malos ejemplos. Entre los medios positivos encontramos que la
inteligencia debe ser enriquecida con profundas convicciones, a fin de que sirvan de luz
y guía segura y base de la voluntad. Son las convicciones las que impulsan la voluntad
a obrar y a seleccionar los medios más adecuados para cumplir con el deber. La
voluntad debe obrar con resolución y con firmeza. Una firmeza llana, calma, porque
debe y quiere ser duradera. Sin la gracia de Dios no podemos hacer nada. Pedírsela a
menudo con humildad y confianza Renovar con frecuencia nuestras convicciones.
Ordenación de la vida y poner en práctica un programa de perfección. Hacer
sobrenaturales todas las acciones. "Ya comáis, ya bebáis, hacedlo todo en nombre del
Señor". Con ello nuestra vida queda dignificada, elevada, divinizada.
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¿Qué es el hombre sin ideal? Nada, absolutamente nada: cosa viva entregada a
las eventualidades de los seres extraños, y que de todo depende, menos de si mismo;
existencia, que, como el vegetal, no puede escoger en la extensión de lo creado el lugar
que más le gusta, y ha de vivir donde la casualidad quiso que brotara, sin iniciativa, sin
movimiento, sin deseo ni temor de ir a alguna parte; ser ignorante de todos los caminos
que llevan a mejor paraje, y para quien son iguales todos los días, y lo mismo el ayer
que mañana. El hombre sin ideal es como el mendigo cojo, que, puesto en medio del
camino, implora un día y otro la limosna del pasajero. Todos pasan, unos alegres, otros
tristes, éstos despacio, aquéllos velozmente, y él, sin aspirar a seguirlos, ocúpase tan
sólo de la moneda que le niegan o del desprecio que le dan. Todos van y vienen, cual
para arriba, cuál par abajo, y él se queda siempre, pues ni tiene piernas para andar, ni
tampoco deseos de ir más lejos. Es, pues la vida un camino por donde mucha y diversa
gente transita, y sobre cuyos arrecifes y descansos se encuentran también muchos que
no andan; éstos son los que no tienen ideal alguno en la tierra, así como aquellos son los
que lo tienen, y van tras él, aprisa o con calma, aunque los más, antes de llegar, suelen
hacer alto en la posada de la muerte, donde por lo pronto se acaban los viajes en este
camino.
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En la soledad es donde el deseo de la perfección espiritual se desarrolla mejor.
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No se hace uno viejo por haber vivido cierto número de años, sino por haber
abandonado su ideal.
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Para conseguir realizar una cosa, el primer paso consiste en creerla posible.
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Un hombre y una mujer son viejos desde el momento en que han cesado de tener
audacia, ideales e ilusiones.
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Toda lucha noble engrandece porque la total satisfacción de los deseos dispersa
la personalidad.
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Cuando se ven los problemas se sienten como ascuas. Sólo los tontos viven en
una felicidad opaca, en medio de un mundo torturado. Por suerte sufren más los más
inteligentes.
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Los sufrimientos como las alegrías, están proporción directa de las propias
aspiraciones. Por eso los tontos ni gozan ni padecen.
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La vida aplasta con férrea ley de selección a los que encuentra sin entusiasmo en
su camino. Los arrolla sin miramientos.
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La verdad vigoriza tu imaginación, educa tu corazón y será el pedestal más recio
de tu voluntad.
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La injusticia, cobarde como todos los vicios, se ceba en los débiles. Necesitamos
hombres y mujeres que se jueguen el tipo por defender al oprimido, diciendo siempre, y
actuando, en la verdad.
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Ten fe en tus criterios. No los cambies por autoridad de personas sino por fuerza
de razones. Debes pensar que tus criterios son ciertos mientras no veas lo contrario.
Dudar sin más de uno mismo es vivir en el vacío.
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No herir a las almas es algo que debes procurar. ¡Cuida tus palabras, tus
ademanes! ¡No seas nunca grosero!
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Tal vez hablemos demasiado. El silencio es oro de ley. Todas las almas grandes
amaron el silencio porque todo lo tenían dentro.
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Aunque parezca mentira: hacemos más bien con lo que somos que con lo que
parecemos.
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Cuanto menor es la propia valía más necesarios se hacen los triunfos. El hombre
superior permanece inquebrantable en los fracasos porque una fe en sí mismo lo
mantiene.
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Arder siempre por algo noble y grande es el modo mejor de dignificar la vida.
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Los cerebros débiles asimilan antes el error que la verdad austera y difícil.
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Ten por encima de todo unos criterios de verdad y de nobleza que nadie ni nada
puedan quebrantar.
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Los "buenos", si son cobardes, son nefastos para la sociedad, porque mantienen
con su prestigio muchas injusticias.
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La vida de los hombres eminentes es una lucha constante por acoplar su vida a
sus ideas. Por el contrario los vulgares rebajan sus ideas al nivel de su vida.
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Arte bello es aquél en que la mano, la cabeza y el corazón marchan juntos.
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El escritor debe tomar la pluma como instrumento sagrado que Dios puso en sus
manos para ennoblecer la vida.
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Los hombres son como el vino: algunos se convierten en vinagre, pero los
mejores ganan con el tiempo.
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Un individuo sin carácter es como una blanda cera que el primer recién llegado
moldea a su gusto, mientras que el hombre de carácter imprime su sello personal sobre
todo lo que toca. Ya obre o ya sufra, ya actúe, o ya resista sigue siendo lo que quiere ser.
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Nunca las grandes personalidades han estado libres de enemigos que intentaron
zancadillear su escalada.
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Si nada intentas, seguro que en nada fracasarás, pero las grandes personalidades
son los que más veces se sintieron fracasados.
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Luchar por ser auténtico es peligroso. Requiere mucho caudal de esperanza para
que no brote la amargura. Es peligroso, pero lo único grande.
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Para los cobardes, las personas sinceras siempre resultan incómodas, porque
remueven sus conciencias con sus actos valerosos.
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Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que otros opinan de ti.
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Basta un instante para forjar un héroe, pero es preciso toda la vida para hacer un
hombre de bien.
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Los malvados se burlan en público de los hombres de bien, pero en secreto los
respetan y envidian.
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Nuestra vida es un libro. Has escrito muchas páginas de tu libro: tristes, alegres,
limpias y claras unas, otras, borrosas y oscuras. Pero aún quedan páginas en blanco: las
que has de escribir. Piensa que te faltan por escribir las páginas más bellas. Si todos los
días logras escribir en el libro de la vida una victoria sobre ti mismo, un acto de
dominio, aquella página no quedará estropeada. Donde hay voluntad siempre queda un
camino, todo depende de que quieras.
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Te conviene alimentar y guardar tal libertad de espíritu que nadie, ni inferior, ni
igual, ni superior, te la puedan arrebatar.
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Come poco y cena más poco que la salud de todo el cuerpo se fragua en el estómago.
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Los puestos eminentes son como las cimas de los peñascos: solo pueden llegar a
ellos las águilas y los reptiles...
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Si quisieras ajustar tu vida a los pareceres de los hombres, deberías seguir tantos
caminos distintos como hombres te saliesen al encuentro, pues hay tantos pareceres
como cabezas.
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Sólo cree de verdad el que practica lo que cree (San Gregorio Magno)
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Lo cantaré siempre, aunque las rosas tengan que cultivarse en medio de espinas.
Cuanto más grandes y punzantes sean las espinas, más dulce ha de ser mi canto. Santa
Teresita del Niño Jesús.
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El amor nos hará apresurar los pasos, y el temor nos hará ir mirando adónde
ponemos los pies para no caer. Santa Teresa.
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El hombre de ingenio sabe que su gloria es más frágil que un sueño; que el brillo
que lo rodea es más vano que los fantasmas de la noche. San Basilio.
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Las cosas pequeñas son realmente pequeñas, pero el ser fieles en las cosas
pequeñas es cosa grande. San Agustín.
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Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor. San Juan de la Cruz.
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Los árboles que crecen en lugares sombreados y libres de vientos, mientras que
externamente se desarrollan con aspecto próspero se hacen blandos y fangosos; sin
embargo, los árboles que viven en las cumbres, agitados por muchos vientos y
constantemente expuestos a la intemperie, golpeados por fortísimas tempestades y
cubiertos de frecuentes nieves, se hacen más robustos que el hierro. San Juan
Crisóstomo.
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Hay que ser misericordiosos para saber dar discretamente un consejo saludable a
quienes de él tienen necesidad; un consejo provechoso, que lejos de desalentarlos los
anime con fuerza y suavidad al mismo tiempo.
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Amar la justicia no es sólo sublevarse ante las injusticias ajenas, amar la justicia
es, también, sentir dolor y pesar cuando nosotros somos los injustos.
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Amar la justicia es respetar los derechos de Dios y la Verdad, y los derechos del
hombre, de ese hombre concreto a quien tratamos todos los días.
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Nunca te parezca larga la travesía. ¿No ves los ramalazos de gloria que se
vislumbran allá por el puerto?
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Hay almas que nunca pueden enmascararse; que sienten un total rechazo a las
frases de retintín o de doble sentido, y a todo lo que sea recámara y doblez. Cuando pasa
una de ellas por nuestro lado, sin ruido de palabra, sentimos interiormente: ahí va un
corazón limpio. Van dejando surcos de aroma; ambiente de lirio. Espuma blanca que no
se le puede coger... Almas transparentes que merecieron, para sí solas, nada menos que
una bienaventuranza arrancada de los labios de Dios
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Más aún que la limosna material es a veces, la dádiva de una pequeña sonrisa.
La afabilidad ocupa un papel importantísimo en la vida espiritual.
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Una sonrisa es capaz de trastornar mil planes; de echar por tierra mil proyectos;
de levantar del abismo un corazón lastimado; de transformar un pedernal en una blanda
cera. ¡Qué tendrá ese sencillo gesto, que tanto mando tiene sobre las almas! Es un gesto
de luz, de sol...
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Un trabajo cualquiera puede ser tu cátedra de enseñanza para muchos apartados de Dios.
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Entre los hombres es un gran defecto querer arreglarlo todo sin arreglarse a sí mismos.
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Parea que un hombre trabaje contento es preciso que crea que lo que hace es útil
e importante.
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Nada es más útil para nosotros, para vivir en paz, que hablar poco con los
demás, y mucho con nosotros mismos.
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En la paz y no en la guerra es donde se prueban los verdaderos valores. ¡Cuántas
veces la guerra es la más loca de todas las concupiscencias, el crimen colectivo menos
excusable!
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Amigos son los que en las prosperidades acuden al ser llamados y en las
adversidades sin serlo.
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Por la inteligencia rara vez nos ponemos de acuerdo; por el corazón nos
entendemos siempre.
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Sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños del destino.
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Es más fácil resistir el fracaso que el éxito por la experiencia que se adquiere.
Ese es el elemento importante que hace que mucha gente se acomode al fracaso con
mayor facilidad que al éxito. Cuando una persona sufre un fracaso, la esperanza, el
orgullo, y, sobre todo, una actitud fatalista, le ayudan a soportarlo. El éxito, en cambio,
la encuentra emocionalmente impreparada para recibirlo y para convivir con su buena
fortuna, por muy grata que sea la sorpresa cuando la recibe.
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Trata de ser como te pintan los aduladores.
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Hay un medio fácil de reconocer los genios: todos los idiotas le cierran el
camino (Jonathan Swift)
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Los hombres realmente grandes son siempre sencillos y buenos (Madame Curie).
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Ser feliz es sacudir las tristezas perjudiciales y las vanas inquietudes; es dominar
las pasiones que nos tiranizan.
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Bendito el que escribe, por el consuelo que puede proporcionar al que lee (Eva
Lavalliére)
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La vida es como una novela; no que sea larga, sino que sea bien narrada es lo
que importa.
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Sin lo minúsculo nunca lo grande llegaría su cima. Ni el sol alumbraría sin esas
millonésimas atómicas de luz.
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El mejor estudio de la verdadera cortesía y educación está en la caridad.
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El hombre no tiene más razón de ser ni de existir que por el amor. De fallar el
amor en la vida del hombre, ¿qué hace sobre la tierra? Dios no lo creó para el trabajo de
una fábrica, el cultivo de un campo o la contabilidad de una oficina. Es Dios demasiado
grande para crear sólo por el fin "trabajo". El motivo único que existió en Él, al crear al
hombre, fue el amor. Y, una vez creado, la única legislación que estampa en su vida fue
el "AMARÁS". Nada más que esto. "Amarás al Señor, Dios tuyo, con todo tu corazón,
con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas". ¡Hasta qué punto le obliga
al amor! ¡Con qué fuerza, con qué insistencia, con qué inflexión de tonos, con qué
exigencia: alma, corazón, fuerzas, mente! Nunca Dios se ha mostrado tan largo
exigiendo como cuando ha llegado al amor. Nunca tan corto perdonando como en
materia de amor. Nunca tan detallado especificando como cuando trata del amor. "Con
todo tu corazón". Como si quisiera Él, con estas palabras, señalar y asegurar, uno por
uno, todos los latidos del pecho..."Con todas tus fuerzas" .Como si quisiera posesionarse
de todas la energías, de todas las fibras de la vida humana. No abrevia; determina: alma,
mente, fuerzas, corazón. ¡Toda una creación al servicio del amor!. Y luego pone el
adverbio "todo" delante de cada pedido, porque no existe palabra que indique más
cantidad que el todo. Y para expresar de algún modo cómo teníamos que amarlo, se
amolda a nuestra capacidad y modo de entender humano con el "todo". Con cuánta
razón nos dice San Pablo que el amor es la plenitud de la Ley", que es "el vínculo de la
perfección" ¡Por eso, en nuestra vida, cada acción ha de ser un trozo del primer
mandamiento. Cada una de ellas por insignificante que sea, ha de llevar el sello del
Decálogo. Cada pensamiento, cada movimiento, un trozo de código divino. ¡Un pedazo
de amor! "Maestro: ¿por qué nos dices siempre lo mismo?" "Hijitos míos, porque es el
mandamiento del Señor y el que lo cumple guarda toda la ley... Admirable respuesta la
de San Juan, digna de ser colocada en el frontispicio de todos los templos, en el prólogo
de todos los libros y en los anuncios fluorescentes de todas las calles del mundo. Es el
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mandamiento del Señor, La legislación del Señor. El sólo código del Señor. El único
carácter del Señor. El supremo sello del Señor: "el que lo cumple, guarda toda la ley".
Hace todo lo que tiene que hacer... ¡Qué encumbrados y altos debiéramos sentirnos los
hombres con sólo saber que Dios quiere nuestro amor! Porque sucede que, cuando una
persona se da cuenta de que otra superior a ella desea su amor, ésta se siente como
enaltecida y elevada a otro nivel... ¡Y saber que Dios quiere mi amor, y no morir de
alegría!.... Mi amor, a quien todo el mundo vende y traiciona, es deseado por Dios...
¡Dulce precepto! ¿Qué rey ha habido que haya impuesto a los suyos como mandato el
amarle? ¡Y que Dios infinito nos exija a nosotros ¡a nosotros! amor!...Que cualquiera
que sea la posición en la que Dios nos sitúe en la vida, y cualquiera la dirección en la
que nos movamos, proyectemos siempre la misma sombra: amor. Grabemos con
caracteres de oro, dentro del corazón, ese AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS
COSAS.. Y no olvidemos que aquí están contenidos "toda la Ley y los Profetas".
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Nunca podrás decir que amas a Dios mientras no ames a esas almas que son el
amor y la obsesión de Él.
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Toda cosa noble cuanto más cuesta más agradable resulta al final.
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Procurad que las circunstancias se sometan a ustedes y no ustedes a las
circunstancias.
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Los idealistas nunca se rinden. Resisten hasta el último momento frente a los
fusiles, al pie de la horca, con la cabeza bajo el hacha del verdugo o atados sobre
montones de leña seca. A la hora de terminar con un idealista nunca ha faltado una
buena masa de entusiastas espectadores. Fue más fácil reunir público para condenar a
Jesús que para terminar con Nerón.
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Hay dos clases de escritores grandes: los que piensan y los que hacen pensar.
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Una cosa que nos molesta puede considerarse como una broma sí sabemos
reírnos de ella. En saberse situar por encima de sí mismo es donde se halla la verdadera
solución.
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Fortaleza es la virtud que nos inclina a obrar frente a las tentaciones de acuerdo
con nuestros principios de rectitud.
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Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo, que lo que los otros opinan de ti.
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La paciencia comienza con lágrimas, y al fin, sonríe.
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Las grandes dichas vienen del Cielo, las pequeñas de los hombres.
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Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojos a los hombres.
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Cuando uno tiene fuerza para vencerse a sí mismo, puede creerse de él que nació
para algo grande.
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Hay una manera disimulada de ser héroe, y es vivir cada segundo según las
circunstancias de acuerdo con la voluntad de Dios.
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Saber perdonar es saber vivir porque de continuo nos punzan las impertinencias,
groserías y pequeñas traiciones.
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Dios, conocedor de los más íntimos secretos de nuestro corazón. Muchas veces al
socaire y bajo capa de amor, se pueden esconder intenciones más o menos egoístas de
utilizar a los demás para propia satisfacción o de buscar no el bien ajeno, sino el
egoísmo camuflado. Desgraciadamente, la palabra más bella de nuestra lengua. ,"amor",
se ha adulterado y prostituido infinidad de veces, no sólo en el lenguaje, sino en la
práctica y en la vida... Sólo la persona que sabe respetar y buscar el bien ajeno, es el que
ha entendido el sentido auténtico del amor.
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Mi fin sobre la tierra: servir y amar a Dios y así lograr la vida eterna.
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Cuanto más trabajes por un ideal, tanto más lejos estás de abandonarlo.
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hoy tributo de lágrimas; mañana
hondo silencio, y soledad, y olvido!
En la infinita sed que nos aqueja
¿qué es nuestra vida? El sueño de un momento,
onda que pasa, sombra que se aleja,
ave tímida y muda que no deja
ni el rastro de sus alas en el viento
(Núñez de Arce)
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Sin Dios todo es tristeza, vacío, desengaños, soledades de espíritu. Con Dios
todo se anima, pues aún entre las ruinas de nuestro propio cuerpo lucharemos por el
tesoro del Cielo, sabiendo que estas ruinas serán transformadas en cuerpos de gloria y
felicidad eterna.
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Las tres cosas más difíciles en este mundo son: guardar un secreto, perdonar un
agravio y aprovechar el tiempo.
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Quien se niega a llevar su carga, hace sufrir al prójimo, que tiene que soportar el
doble.
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¿Por qué temer de antemano? ¿Por qué asustarnos de lo que puede suceder y que
quizás nunca acontezca? Mucho más hace sufrir el a menudo injustificado temor de las
desgracias, que la tolerancia de ellas. Es la imaginación la gran proveedora de dolores
¡Cuánto conviene aquietarla y refrenarla por una fe sobrenatural y una confianza sin
límite en la Providencia divina! Haz cuanto puedas y confía en la palabra de Cristo:
"Ayúdate, que el Cielo te ayudará"
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No se fracasa, se va adquiriendo experiencia.
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El comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen.
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La belleza más amable es la que se desconoce a sí misma como tal belleza.
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Los enemigos sólo estuvieron ausentes de las vidas estériles, Cuando un gran
hombre decide emprender una gran obra, irremediablemente nacen en su camino
terribles contrincantes. Pero estas almas dotadas de una inmensa energía se estimulan
con la contradicción y se enardecen en la lucha, porque lucha más el que vale más.
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Por muy acosados que nos veamos, jamás debemos desesperarnos. Dios siempre
ilumina a los que buscan su luz.
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¡Qué poca valentía tienen los humanos! Si nos calumnian por nuestra acendrada
piedad, damos tanta importancia al enemigo que, para impedir que continúe
calumniándonos, dejamos de ir a Misa o hacer algún bien. ¿No es acaso esto lo que
persiguen los calumniadores?
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No es quien más ha vivido sino el que más ha observado el que posee una mayor
experiencia del mundo.
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Los ricos son como los árboles cargados de frutos: si los dan, valen mucho; si
los retienen, se pudren.
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pendiente de acá de la vida matan sus energías lamentando los errores o desgracias de la
pendiente de allá. Es una postura mental dañosa que alarga infinitamente la sombra de
las desgracias sufridas, como si éstas no hubiesen tenido suficiente cuerpo cuando
ocurrieron. ¿Por qué empeñarse en que los males se prolonguen? ¿Qué frutos se saca de
ello? Jesús nos dice que cada día trae su propio afán. No es postura mental correcta estar
viviendo en el día de hoy la carga que fue de ayer. Es minar la preocupación y el dolor,
agrandar el amargor de las penas y perder la ocasión de saborear y gozar la vida que
Dios nos regala cada día nuevo con cada nuevo sol. Nada más tonto que lamentar lo
pasado, cuando tenemos entre manos nuevas realidades hermosas. Porque la vida
comienza en cada instante. El instante siguiente es una sabrosa invitación. El instante
pasado... es ya muerto. Una postura mental sana: no malgastar energías lamentando
estúpidamente lo que ya no es. Si ha que retocar o corregir, hazlo. Pero actúa, vive el
presente. Si las cosas tienen remedio, búscalo. Si no lo tienen... no lo encontrarás a
fuerza de lamentarte.
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Quien camina por la vida con ideas claras y nobles, quien pisa con seguridad
terrenos ideológicos que no se quiebran, puede ganar las alturas aunque los caminos
parezcan duros y difíciles. Pero quien se lanza a los senderos de la vida rumiando ideas
falsas, corruptas o torpes, sentimientos inseguros y vacilantes, caminará corriendo
atropelladamente, siempre fatigado, vacío por dentro, y no llegará jamás a la cumbre.
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El hombre que no es capaz de gozar con una discreta afición personal tiene
gravemente enfermo su espíritu.
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En la prosperidad el hombre corre el peligro de olvidarse de Dios y aún ofenderlo.
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Aunque todo se hunda y todas las cosas sucedan al revés, vano es el turbarse,
pues por esa turbación antes se dañan más que se aprovechan.
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Llevarlo todo con paz no sólo aprovecha al alma para muchos bienes, sino
también para que en esas mismas adversidades se acierte mejor a juzgar de ellas y
ponerles remedio conveniente.
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De las pasiones y apetitos nacen todas las virtudes cuando están dichas pasiones
ordenadas y compuestas, y también todos los vicios e imperfecciones que tiene el alma
cuando están desenfrenadas.
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Dios cercó de espinas las flores más bellas y las almas más hermosas para
protegerlas de sus admiradores o de la tibieza y la impiedad.
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El alma que no es humilde la engaña el diablo fácilmente haciéndole creer mil mentiras.
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El que no arriesga no fracasa, pero tampoco hará nada que valga la pena.
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¡Ay amor! ¡Qué profundas son las tristezas de tus soledades y recuerdos cuando
el alma es profunda!...
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Eres continuamente observado por millones de espíritus limpios e inmaculados.
¿Si no te atreves a hacer determinados actos delante de las gentes que ves, que son
imperfectas y llenas de pecados, cómo te atreves a hacerlo delante de los santos y
ángeles, que de verdad te ven y penetran tus pensamientos?
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No odies a los hombres por sus vicios o errores, pero tampoco ames los vicios y
los errores por causa de los hombres.
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El sarcasmo, las burlas de los viciosos ante el hombre virtuoso se explican muy
bien. Cuando un cerdo se revuelca en el fango, gruñe satisfecho a sus compañeros, para
que ellos también se metan en el charco... fino, blando, perfumado... ¡Qué gruñir de
desprecio al ver que el hombre no quiere acostarse junto a él en la inmundicia!...
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A quienes dicen que hay que seguir los instintos les diremos que en tal caso a los
enfermos del tifus también habría que darles comida ya que el instinto de alimentación
les pide pan... ¿Qué sucede si por conmiseración cedemos a las súplicas del enfermo y
le damos lo que pide? Lo exponemos al mayor peligro de su vida. Sus intestinos,
cubiertos de llagas apenas cicatrizadas, no resisten el alimento apetecido; las llagas se
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abren nuevamente, y si uno de estos desgraciados llega a la mesa de operaciones, vemos
que es justamente el alimento codiciado lo que lo mató, agujereando sus intestinos...
¿Quién no sintió, instigado por el instinto, ganas de beber un vaso de agua fría, o de
bañarse, cuando está sudando, acalorado y jadeando?...Ya sabemos qué consecuencias
funestas nos traerían esas acciones. El instinto hay que satisfacerlo según unas normas
prudentes, según unos cauces, y esos cauces, esas normas están dadas en los
Mandamientos.
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La pureza comunica fuerza invicta a la voluntad frente a todas las bajezas, por
esto la pureza es el fundamento del carácter firme.
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Las lecturas heroicas, de buenos ejemplos, elevan; lo contrario, las que explican
hechos impúdicos, sin nada de formativo, embrutece. Lo mismo podemos decir de las
películas, vídeos, revistas y tebeos.
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¿Quién no puede reducir a cautividad los sentidos de su cuerpo, no sólo para que
no corran tras el mal ni halaguen a la vanidad, sino para que, obedientes, trabajen en el
ejercicio de las virtudes? Pues muy pocos son, en verdad, los que custodian sus sentidos
según les pide la razón, y muchos menos los que los mortifican según los principios de
la fe. Examina, cómo tratas los sentidos de tu cuerpo. Mira si no les permitas demasiada
libertad; considera qué les falta todavía para llegar a la perfección.
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Todo lo criado y visible debe servirnos como de escala para subir al Creador y
amar en ellas sus divinas perfecciones. Como las perfecciones de las criaturas no son
más que un reflejo de las perfecciones infinitas de Dios, deben elevarnos a Él.
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Cuanto más alentare uno para vencer y cuanto más difíciles victorias reportare
de sí mismo, tanto más fortalecido saldrá, y tanto más facilitará las victorias venideras,
y tanto más fruto sacará de vida eterna.
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El sabio, viendo los vicios de los demás, corrige los suyos propios.
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Vivir bien y felizmente no es otra cosa que vivir honestamente con rectitud.
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No hay nadie tan elocuente como uno mismo cuando quiere persuadirse de lo
que le conviene estar persuadido.
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No puedes saciarte con ningún bien temporal, porque no has sido creado para
gozar de lo caduco.
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pereza o el decaimiento... todo ello influye en los espíritus débiles con peligro de lanzar
al desastre a las facultades superiores y destrozar la unidad del hombre.
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Pocos son los que buscan la personalidad. Casi todas las convicciones están
sujetas al espíritu de muchos por los alfileres del egoísmo, conveniencia y agrado. Todo
invita a buscar lo colorista, sin preocupación alguna por lo verdadero. Las facultades
inferiores son más concretas en sus objetivos, ofrecen un perfil y un color... Y por las
puertas de los sentidos se adentran las impresiones en el alma que reacciona y actúa
antes de que el psiquismo superior haya podido precisar la verdad y belleza auténticas
de aquellas cosas. No se mide la desgracia espiritual que todo esto supone. Puede un
joven recibir en un psiquismo superior, inteligencia, el aviso de la ley "¡Sé casto!". Y
puede este psiquismo superior, voluntad, moverse con deseos de cumplir el
mandamiento. Pero, pronto, el psiquismo inferior se ve incontrolado en un mundo de
sensaciones, sentimientos, amoríos, literatura fácil, escenarios exhibicionistas... Todo lo
que se proyectó a través del frío psiquismo superior se derrumbará, porque el alboroto
emocional del psiquismo inferior, con su colorido y concreción, se adentró rápidamente
en el alma arrastrando a la voluntad. Las almas de floja personalidad y carácter se
rendirán ante este aluvión de sensaciones e instintos desatados, pero las almas fuertes,
entrenadas en el combate, hallarán aquí ocasión para fortalecer su voluntad
convirtiéndola en férrea disciplina. Esto es fundamental. No interesan las almas fáciles a
la impresión. Hacen falta los hombres de entera personalidad apoyados en las facultades
superiores del alma.
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movimientos un psiquismo superior rectamente constituido que, desarrolladas sus dos
facultades reinas y alcanzada la personalidad con la ayuda de la gracia sobrenatural,
pueda dominar los instintos, encauzar las reacciones, dominar el impresionismo. Esto
supone el desarrollo de la racionalidad del hombre. Las pasiones, abandonadas a sus
propias fuerzas, han causado desastres en las almas y en los pueblos. Muchos nobles
proyectos se vieron destrozados y envilecidos por la fuerza avasalladora de la pasión
que, en un momento, destrozó propósitos y apagó ideales. Pareció que el alma era
esclava de la pasión. Sin embargo, se ha dicho con verdad que la apatía es peor que
todos los vicios.
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No es verdad que la pasión haga más dura la lucha y abra en la vida caminos de
dolor. Simplemente, la pasión supone vida. Y la vida es todo: gozo y dolor, empresa y
lucha, victoria y derrota y amor, ensueño y realidad, acción ardiente y quietud fecunda,
ideal proyecto, actividad. De las páginas de la Escritura, han saltado a muchos libros el
aviso: El que no ama está en la muerte. Y el amor es también pasión.
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Hasta que interviene la virtud, todo es instintivo, natural, brote espontáneo de
nuestra complicada naturaleza. El hombre está hecho así, Dios le infundió pasiones: es
decir, movimientos de apetencia o de defensa, sensaciones y sensibilidad, instintos, que
responden espontáneamente a las llamadas de la vida, con amor o con repulsión., Por
eso, las pasiones se sentirán siempre. Y el sentirlas no supone menoscabo de
personalidad o virtud. Queda siempre el psiquismo superior, ayudado por la gracia,
para decidir y consentir en el bien...o rechazarlo. Entonces las pasiones se clasifican por
su colorido moral. Es decir, por la orientación que la voluntad les da, sin destruirlas,
pero encauzándolas. La pasión, en sí no es mala. Es, simplemente, una fuerza. Y, como
toda fuerza, puede emplearse en un sentido u otro. Toda fuerza, incontrolada, resulta,
por lo menos, peligrosa. La misma fuerza, encauzada, se hace fecunda y bienhechora.
El espíritu busca su vida, como un pajarillo encarcelado que trina sus deseos hacia el
cielo perdido. La carne animal reclama sus pretendidos derechos y exige obediencia.
Entre estas dos leyes, la voluntad del hombre decide el bien o el mal, la moralidad o la
inmoralidad de sus movimientos pasionales. Pero no lo hará sino después de una lucha
inacabable entre la tendencia al bien y la tendencia al mal que divide su propio ser
humano... Esta es la lucha de la tentación. De un lado, la tendencia al bien,
manifestación de la bondad inicial del hombre que, al fin, conoce por ese instinto de
bien que está hecho para Dios y no descansará su corazón en paz hasta que llegue a la
visión de Dios. Brilla la parte alta, divina y hermosa, del hombre que presiente su
destino glorioso y siente en las sienes del alma el peso de su corona de criatura mimada
por su Creador. De otro lado, el hombre ha de sufrir las dentelladas de pasiones
inconfesables, de vergüenzas bochornosas, que le arrastrarán, o intentan arrastrarlo, a lo
más bajo. Instintos misteriosos que se despiertan en él, rebajándolo de su grandeza.
Todo ello constituye la misteriosa dualidad del hombre. Dualidad de tendencias e
ideales. Dualidad de fuerzas y amores. Y la lucha se extiende por esos dos campos,
ofreciendo a la voluntad una ocasión de nobleza o vilipendio. En lo alto, en el gran
balconaje de la eternidad, Dios asiste a la lucha que libera el hombre...y se acerca
misteriosamente en su ayuda. La tentación es un espectáculo digno de los dioses,
decían los antiguos. En ella, el hombre valora su propio ser, se talla a sí mismo y labra
su vida y su eternidad...
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disculpas fáciles que pretenden encubrir cobardías. Llegó la derrota de todo lo noble,
cuando aún no se había empezado a luchar... Entonces se dice que las pasiones son
malas porque arrastran al mal. Son malas también, así, todas las fuerzas mal empleadas.
Pero no culpemos a las fuerzas: tengamos el valor de confesar la cobardía de nuestra
voluntad encogida o el egoísmo que nos impulsó a olvidar el bien loable para gozar del
placer bastardo. Nunca es el hombre más cobarde, menos hombre, que cuando disculpa
sus errores escudándose en la fuerza de sus pasiones... Pero muchos cabalgaron sobre la
pasión. Se ha dicho esto: "El cristiano perfecto, y puede decirse también el hombre
perfecto, es un ángel, que, cabalgando sobre una fiera domada, debe cuidar siempre que
la fiera no recuerde alguna vez los tiempos de su primitivo salvajismo". Domando la
pasión, consiguieron muchos hacerla servir a su ideal.
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El dolor, lejos de destrozar las facultades del hombre, las ennoblece; les da un
esplendor raro y nuevo. El hombre, purificado y amasado en el dolor, se valora más alto.
Parece otro. Su alma se cotiza a mayor precio. Los valores humanos no se encogen ni se
achican con la cruz; al contrario, se dilatan y se ensancha hasta hacerse más grande,
mucho más grandes de lo que eran.
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¿Qué importa que el ave esté atada – dice San Juan de la Cruz - por una cadena
o por un hilo si al fin, está atada y no puede volar?... Por muy leve que sea una
imperfección, siendo ésta voluntaria es lo suficiente para que sirva de rémora al alma y
no pueda alzar libremente el vuelo raudo hacia Dios. Naturalmente que costará más
partir con un pecado mortal que con una voluntaria imperfección, símbolo de la cadena
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o del hilo; pero, al fin, está atada por uno o por otra. Cuando el alma quitare de sí
totalmente lo que repugna y no conforma con la voluntad divina, quedará transformada
en Dios por amor.
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Las impresiones recibidas, las ideas alimentadas, las lecturas, espectáculos, todo,
en fin, que de una manera o de otra llaman a la puerta de los sentidos o de la
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inteligencia, provocan inmediatamente una reacción. Una respuesta adecuada al calor
que tuvo la impresión. Las grandes ciudades, en la guerra, se defienden en los
momentos en que la batalla se detuvo en los montes cercanos; defenderse entre calles es
provocar una ruina mayor y una espantosa matanza. Hay un cordón de defensa a varios
kilómetros de distancia. Allí se asientan las fuerzas y se intentan los heroísmos. Se
impone un trabajo de gobierno de los sentidos y de la imaginación, de los recuerdos y
de las conversaciones, del esparcimiento y de la vida social, porque todo invita a la
rebelión y sólo espera una rendija de descuido para impresionar al alma y reclamarla. Y
esta defensa es tanto más urgente cuanto más fuerte sea el excitante o la pasión
provocada. Se siembran ideas de venganza y hombría engañosa a base de audacias sin
tino y empresas insolentes y se termina teniendo un falso concepto de la propia
dignidad, al mismo tiempo que se facilitan las reacciones iracundas que entorpecen la
mutua inteligencia de los hombres. Lamentamos más tarde los desórdenes de la
sensualidad cuando antes se ha alimentado esa misma sensualidad, por los excitantes de
un mundo corrompido que, en televisión, en vídeos, en teatro, en espectáculos, en
revistas, en Internet, en el trato turbio social, no hizo sino reclamar con urgencia la
respuesta sensual de las pasiones Se estanca la actividad normal del hombre o de la
mujer, en perezas ininterrumpidas, y no se previó el daño de una literatura somnolienta
y enfadosa de sensiblería que apagaba la normal actividad del corazón, desdibujando el
amor y el sentimiento. En otra parte se ponderó el afán de dinero y se dio a entender que
en un despotismo inhumano residía el triunfo de la vida. Y se despertó el afán de
mandar, mientras quedaban en el olvido las virtudes, pasiones también a veces, del
vencimiento propio, de la discreción y templanza, de la humildad y comprensión.
Alarman los estallidos de las pasiones. Y se piensa poco que estos estallidos vinieron
preparándose en tantas impresiones recibidas por la mente. No se consideraba
suficientemente el poder que tiene la idea. Aunque un fenómeno parezca inesperado y
repentino, venía elaborándose desde hacía tiempo en el alma Se excitan los sentidos, se
despertaron sentimientos, las ideas fueron adquiriendo cuerpo y color determinado,
ayudó la fantasía... Y cuando la mente ha abrigado elementos de determinado tono
moral, nada tiene de extraño que luego se produzcan los estallidos correspondientes. La
crisis alcanza la voluntad. Porque, aunque sean fuertes los latigazos del instinto, queda
siempre libre la voluntad para oponerse a la tiranía del instinto. Por mucho que los
elementos de rango inferior se alboroten, queda la voluntad en el plano superior, capaz
de ordenarlos, acallarlos o replegarlos. Pero la voluntad es la que suele descuidarse en la
educación del hombre. Es el eje de toda labor educativa, el secreto de una vigorosa
personalidad: la voluntad.
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El hombre debe saber querer intensamente aquello que hay que querer. Para
rechazar la exigencia de la pasión, la voluntad necesita energía y tesón. Para encauzar
un instinto y "darle la vuelta", la voluntad requiere entereza y constancia. Nunca puede
apagarse el fuego pasional. Querámoslo o no, nuestro ser hierve de poderes encontrados
y sin control por sí mismos. Obedece por instinto a leyes que parecen puramente
mecánicas, de reflejos imprevistos y espontáneos, antes de que la consciencia tome
parte en la acción. Es la voluntad, bien ejercitada, la llamada a triunfar. Sin destruir la
pasión, sino educándola. Unas veces, reprimiéndola, otras enderezándola, siempre,
dirigiéndola a mejores objetivos. Porque, de lo contrario, sufriría verdaderos desastres
quien actuase desconociendo la pasión.
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tarea es enderezar todo lo que la caída original desvío en nosotros. Sujetar nuestro
mundo inferior y hacerle servir al alma. Buscar siempre aquella primera virtud entera y
señora, que el hombre tuvo y perdió por la culpa primera. No se llegará a aquella
armonía original. Estamos caídos y va con nosotros par siempre la herida que el mal
dejó abierta. Pero el intento de ascender, el afán por ganar tramos en la escala de la
perfección... es ya el más noble intento. Acaso por eso quedó en nosotros la herida que
nos hace caedizos. Para que siempre ascendamos, luchando sin cobardía, teniendo como
ideal una cima donde brilla, inmaculada, la luz de bondad que invita a seguir...
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La juventud no hay que pasarla como aconseja el mundo: siguiendo los instintos
y las pasiones. Debe, por el contrario, emplearse en educar, encauzar, guiar, los instintos
y las pasiones por los Mandamientos divinos; debe también educar la voluntad, la
inteligencia. Y, en este sentido, la juventud no pasará nunca; porque, llegados a la
plenitud, los hombres se sentirán siempre jóvenes. Por lo menos su corazón y su espíritu
serán jóvenes, que es lo que más se necesita para no envejecer.
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El carácter es una voluntad firme y continua que va derechamente a ese fin con
paciencia y con valor, a despecho de pruebas, peligros, artificios y trastornos. Es la
fuerza y la energía puestas únicamente al servicio de la verdad y del bien... Es la
posesión de sí mismo en la voluntad de Dios, sin flojedades ni desfallecimientos: antes
bien, con vigor, energía, para obrar y para sufrir, para avanzar o para resistir,
cualesquiera que sean los obstáculos que encontremos en el camino.
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asegurado por una gloriosa independencia interior. Por eso, no puede alcanzar el
verdadero carácter sino aquel hombre que viva ardientemente la dependencia personal y
viva con respecto a Dios, pero se hace después independiente de todo lo demás.
Independiente de imposiciones extrañas, exteriores o interiores. Con la alegre libertad
del hombre que no entiende de alucinaciones y sometimientos cobardes, porque atiende
sólo a la luz de su convencimiento interior rectamente elaborado y ardientemente
sostenido. Que no vive, abiertas frívolamente las ventanas de su alma, esperando que le
venga de fuera la solución postiza a su pobreza espiritual. Que no bebe ansiosamente los
hilillos de ideas y opiniones extrañas, variables y contradictorias, veletas ligeras de
situaciones imprevistas e inestables. Libre de toda dependencia extraña, porque el alma
está ocupada, airosa y segura, por un tesoro valioso de convencimientos enteros.
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Triunfo, quiere decir, sobre esas fuerzas instintivas y radicales, determinadas
ciegamente con todo el peso de la carne y del sistema nervioso. Fuerzas que no
podemos destruir, pero sí orientar y aprovechar. Triunfo que corresponde a la existencia
de la parte espiritual del hombre sobre la parte puramente animal, que nos distingue de
los animales, elevándonos. Se comprende, entonces, el papel central y decisivo que
ocupan, en el trabajo de la personalidad, la inteligencia y la voluntad. Y, siendo las dos
facultades reinas tan importantes para un sano y equilibrado humanismo, acaso depende
todo primero del desarrollo de la inteligencia en cuanto que la idea precede siempre a
toda actividad humana. Un carácter solamente puede edificarse sobre la verdad
completa y eterna que viene de lo alto. Sólo sobre esa base, podrá luego la voluntad
trabajar con constancia en servicio a la verdad y al ideal. y se logra un armonioso
conjunto, sostenido por las dos facultades reinas.
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No hay que someterse a las cosas, son las cosas las que tienen que someterse a
nosotros, por la fuerza constante de nuestro empeño. Si se logra que los sentimientos y
el corazón sirvan al ideal, se habrá conseguido una completa personalidad, un
espléndido carácter. Porque ya no serán los principios racionales sólo, los que, en frío,
lucharán contra el calor pasional del hombre; será también la pasión la que ayude con su
fuerza y su plasticidad a que las ideas se abran paso hasta la realidad. Entonces el
hombre se convierte en santo, en héroe, en caudillo... Simplemente, en todo caso, el
hombre se hace hombre de carácter y se convierte en un triunfador. Teniendo en cuenta
todo esto podríamos resumir: Carácter: una voluntad enérgica y constante al servicio
de una conciencia delicada. Conciencia delicada para saber lo que hay que hacer.
Voluntad enérgica para llevarlo a la práctica. Carácter: hacer lo que te dé la gana...
sabiendo qué es lo que tiene que darte la gana. Carácter: en lenguaje cristiano, el único
entero y valorable, es la vida de Cristo manifestada en tus miembros.
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La soledad acompañada del ocio es la peor compañera que puede tener la gente
humana, siendo causa y efecto en la inevitable caída de toda suerte de aberraciones y
vicios que van contra natura, contra la sociedad, contra el individuo y sobre todo contra
el propio practicante.
* * *
No olvidemos que los actos del hombre crean modos y hábitos, tanto más
enclavados en sus entrañas y, por lo mismo, más victoriosos, cuanto más se les deje
adentrarse en la vida. Hay un enorme poder creador en todo lo humano. Las ideas
crean, son fuerzas insospechadas de producción de estados de ánimo y modos de vida.
Cuanto más tiempo se le deje a una determinada idea, cuanto más frecuentemente
encuentre ella el camino libre para aparecer y detenerse, cuanto más el espíritu humano
se recree con ella, tanto más la idea irá calando y creando modos nuevos de una u otra
calificación según el contenido de la idea. Son creadores el gesto y la palabra. Y el
hombre piensa poco en este poder creador. Juega con sus pensamientos, y los reitera y
mantiene y desarrolla, sin pensar que con ello él mismo va sometiendo su vida interior a
influencias misteriosas y tenaces. Prodiga gestos y expresiones, movimientos anímicos
y afectivos sin control ninguno, sin pensar que todo ello es creador, se abre paso, como
rompiendo un surco profundo en la propia psicología. Con un resultado o con otro,
según la cualidad y el sentido de esas ideas, gestos y palabras. Cuando todo ello ha
creado la manía, el complejo, la desviación mental, se ganará mucho si se comienza
cuanto antes a dar marcha atrás a reeducar esos modos de pensar, de actuar y de
expresarse. Cuanto menos terreno se le ceda al complejo tanto mejor será. Hay que
romper la cadena, si no se ha podido impedir que se forme. Los complejos hacen
cadena, se eslabonan de tal manera, que, con la fortaleza del hierro, encadenado y
eslabonado irán produciendo los mismos efectos mientras se permita que sigan unidos
los eslabones de la cadena. Hay que romper la cadena. Es decir: hay que llegar a
interrumpir valerosamente la serie maniática de actos irrazonables. Y eso... cuanto antes.
Mejor hoy que mañana.
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No es lo mismo un acto que dos, o tres. Es la más peligrosa tentación cuando el
complejo tiene desviaciones hacia el campo moral o religioso. No es lo mismo un
pecado grave, que dos o tres o más. No es lo mismo, aunque por el primer pecado grave
se haya perdido ya la gracia y parezca que no importa perderla por más o menos número
de veces. Aún en el campo psicológico, es importante que el mal ocupe el menor
espacio posible. Para bien del hombre y para bien del mundo. El mundo anda mal por
las irregularidades que se cometen. Si se piensa bien, puede traducirse esto diciendo que
el mundo anda mal por los pecados que se cometen. Importa, pues, borrar los pecados
de sobre la faz de la tierra. Importa, entonces, por lo menos, no añadir un nuevo mal a
los muchos que el mundo tiene y padece. No, no es lo mismo un acto que dos, cuando
son malos, cuando no son normales. Hay que romper la cadena. Porque, además de lo
anteriormente dicho, cada acto se eslabona con su anterior y llega a formar esa
misteriosa cadena tiránica que hace que muchos hombres de hallen, de pronto,
realizando determinados actos que ellos no quisieran, que no los quieren, contra los que
desean luchar, de los que quieren verse libres; pero no pueden Esos actos que han
llegado a hacer cadena esclavizan al hombre, lo llevan y lo atraen y lo arrastran. Y el
hombre queda a merced de sus complejos de todo orden. Cuanto antes, rómpase la
cadena. Cuanto antes, hágase una profunda higiene mental rectificando modos de
pensar, contenidos mentales, puntos de vista. Cuanto antes, cuídese la palabra y el gesto.
Cuanto antes, busque el hombre los caminos de la normalidad, prevenga o cure su
espíritu hacia una feliz realización de la vida. Cuanto antes, actúe la vieja fórmula,
sagrada y magníficamente humana, salida de labios de Cristo y confrontada con las
leyes fundamentales del espíritu: "Hágase el hombre como niño. Niéguese a sí mismo".
Estas palabras de Jesús son una llamada a la sencillez y a la simplicidad, hecha con toda
la autoridad evangélica y perfectamente acorde con las exigencias y normas de la más
elemental psicología. No es verdad que el niño sea feliz porque, como suele decirse, no
ha tenido aún tiempo para sufrir desengaños y le falta experiencia para calibrarlo. No es
esto verdad. El niño tiene sus desengaños y sus sufrimientos que, a la medida de su edad
y corta experiencia, son para él tan proporcionados como lo son, para los mayores, los
sufrimientos y desengaños de los mayores. Sin embargo, se observa que el niño tiene
una mayor capacidad de reacción contra lo doloroso y se repone pronto y vuelve
enseguida a respirar esperanza y alegría. Lo que sucede es que el niño es más simple,
más sencillo. Efectivamente, su corta edad y su casi nula experiencia, le permiten
mantenerse sin caer en las complicaciones y complejidades de la vida. He ahí la escuela
que se nos propone a los mayores. Tómese de nuevo la fórmula: "Si no os hiciereis
como niños..." El Señor está hablando a personas mayores. Sabe perfectamente que su
auditorio de aquel día no está compuesto de niños. Por otra parte, sería una tontería
decir a los niños que se hagan como niños. Está hablando a mayores y les está hablando
en serio. Los hombres en cambio desprecian esta fórmula de Jesús. La han dejado tal
como el evangelista la escribió y parece que todo queda reducido a una bellísima
estampa en la cual se ve que Jesús, tomando de entre ellos a un niño y situándolo en
medio de todos, dijera cosas hermosas sobre los niños y el escándalo posible de los
mayores y terminase por hacer del niño no sólo figura, sino el tipo ideal de una
estructura espiritual humana. Y el Señor no quería eso. No merecía la pena. El Señor
quiso dejarnos una enseñanza, y una enseñanza profundamente humana. Una enseñanza
en la que ponemos en juego nuestra paz interior y la entrada en el Reino de los Cielos
con todo lo que el Reino de los Cielos supone de dicha, equilibrio, gozo inmenso... en
esta vida también. Sencillez, estilo directo frente a la vida, claridad mental, simplicidad
interior y exterior. Un corazón incapaz de hiel, abierto al amor y al bien en todas las
direcciones de la voluntad y de la intención. Facilidad para el perdón y para el saludable
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olvido de las malas jornadas. Gozo incansable de todo. Espíritu ilusionado por las
aventuras del vivir y del ver, que se abre, siempre renovado, a cada paso y ante la cosa
más insignificante... Haced un día la prueba. Poneos a la distancia del niño, rebajáos
aún físicamente para que coincidan vuestras miradas, vuestras palabras. Tratad de
interesaros por el niño, de ver cómo habla. Intentad emplear sus mismos modos, sus
palabras. Hacéos, durante un rato, un niño más con los niños. Interesaros por las
mismas cosas que a ellos les interesan. Procurad adivinar la simplicidad de su espíritu...
Y yo os aseguro que, al terminar esa experiencia, sentiréis el alma más aligera y el
corazón más humano, elevado y feliz.
* * *
* * *
La inteligencia está hecha para la verdad, como los ojos para la luz. La voluntad
se lanza hacia el bien, como el sediento se lanza a las aguas puras. Y, en la adquisición
de esos bienes, la inteligencia y la voluntad alcanzan su particular perfección y ofrecen
profundas y extrañas parcelas de felicidad al espíritu humano. Los bienes espirituales,
aún en un plano puramente natural, resultan magníficamente estimables. La adquisición
de una verdad y la conquista de un bien, el ejercicio de una virtud o el rasgo rutilante de
un golpe de inteligencia o la sencilla bondad que brilla como una estrella blanca y
ardiente en cielo oscuro... Todo ello acumula un sin fin de experiencias entrañables que
reportan dicha verdadera.
* * *
Hemos de procurar que los valores del espíritu tengan supremacía sobre todos
los demás. Primacía de lo humano sobre lo puramente sensible, y, desde luego, sobre
todo egoísmo y pasión torcida. Pero, sobre todo, supremacía de los valores del espíritu
sobre todos los demás. Primacía de la idea más amplia y de la mejor virtud, primacía de
la verdad y de la belleza y de la bondad legítima sobre todas las demás engañosas
apariencias y falsos intereses. Este triunfo del espíritu sobre lo material es la más
radiante gloria de la vida humana, porque, al fin, siendo el hombre como un punto de
conjunción de los dos mundos: material y espiritual, la naturaleza lo mueve más hacia el
espíritu, que es la línea de superación, y no hacia la materia... que es campo apropiado
para la vida pobre y estrecha de lo animal. La sana naturaleza ha abierto en el corazón
humano esos ventanales, llenos de luz y de espacio, como invitando al hombre a una
constante superación de las condiciones de la pura y simple materialidad. El espíritu, y
la vida del espíritu, ha hecho crecer al hombre y lo ha movido a avanzar. Cuando parece
que la materia sirvió como instrumento fue porque el espíritu se apoderó de ella, y la
doblegó pacientemente, y la hizo servir y entregarse a los ideales humanos.
* * *
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tendencias irracionales que te suben, de los abismos interiores del cuerpo, de tu corazón
y de tu espíritu.
* * *
* * *
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* * *
El dolor es el alimento esencial del amor; cualquier amor que no se haya nutrido
de un poco de dolor puro, muere.
* * *
Dormido soñó que la vida era bella; despierto soñé que la vida es deber.
* * *
* * *
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Poco sabe, por mucho que sepa, quien no sabe hablar con dignidad y limpieza.
* * *
* * *
Para que un hombre sea realmente feliz, es menester que esté contento de sí mismo.
* * *
La felicidad es un perfume que no podemos verter sobre los demás, sin que nos
alcancen algunas gotas.
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* * *
Para hacerte agradable a los demás, debes ante todo olvidarte de ti mismo.
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Vive con tus inferiores de la manera que quisieras que tus superiores vivieran contigo.
* * *
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Es fácil decir "Señor, que se haga tu voluntad y no la mía", pero es mucho más
difícil hacer su voluntad y no la nuestra.
* * *
Para hacerse grande, hay que comenzar por hacerse pequeño (San Agustín)
* * *
Respeto a tus superiores, cortesía con tus iguales y caridad con tus inferiores.
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Haced las cosas pequeñas como si fuesen grandes que después haréis las grandes
como si fuesen pequeñas.
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El ocio corrompe el cuerpo humano como se corrompen las aguas si están quietas.
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Más alcanza en todas las artes una mediana habilidad con aplicación y voluntad,
que no un raro talento sin ella.
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Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojos a los hombres.
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El mejor amigo es el que te corrige cuando faltas y te conduce por el buen camino.
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En rigor, no se empieza a ser apóstol, más que cuando uno se siente, de veras,
como si fuese suyo, el dolor ajeno.
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Las almas que gustan de la contemplación de la naturaleza jamás son ruines y falsas.
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Gran parte de la belleza de las cosas reside en el corazón de quien las contempla.
* * *
Modera tus precipitaciones. Despacio se va más lejos, se hace más y se piensa mejor.
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No llegan los que más corren, sino los que saben a dónde van. Más que ligereza
de piernas, es menester cabeza firme.
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Muchos se ponen tristes porque juzgan o piensan que son malas aquellas cosas
que en realidad no lo son. Saber ver en todo mal, permitido por Dios, su aspecto
positivo, es remedio saludable de tristezas y aumento de confianza en Dios y alegría.
Hemos de luchar contra toda tristeza ocasionada por una idea falsa, por un juicio
inexacto o por una falta de confianza en la voluntad de Dios, si no queremos caer en un
desorden psíquico o impedir nuestro desarrollo espiritual, nuestra santidad.
Toda tristeza que viene de una inadecuada visión de las cosas no solamente es
causa de que perdamos muchas veces el juicio y lleguemos a la locura, sino que esa
misma tristeza es la primera prueba de que ya hemos perdido un poco la cabeza, puesto
que juzgamos como malo aquello que no lo es, o por lo menos que no lo es tanto como
nosotros pensamos. Esto quiere decir que debemos enderezar o arreglar nuestro juicio
porque se ha dado en él una desviación. Y la desviación viene cuando no vemos la mano
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de Dios en todo lo que nos acontece, una vez puesto de nuestra parte todo lo posible por
solucionar los problemas, las causas, que nos pueden producir tristezas. Si ponemos a
Dios en todo lo que hacemos, lo encontraremos en todo lo que nos ocurra.
Un juicio no sano puede producir en nosotros tristeza. La mala voluntad, la mala
conciencia, puede producir también en nosotros tristeza. La solución: arrepentimiento,
confesión y enderezar nuestras vidas: sólo así recuperaremos la paz del alma.
La presencia de la tristeza en la vida ha de servirnos para examinar las razones
que tenemos para entristecernos. La causa de que la tristeza ocasione tantos estragos en
los espíritus es debido a que se toma frente al problema de la tristeza una actitud poco
razonable. Sólo la confianza ilimitada en Dios, la buena conciencia, serán cura
saludable para todo tipo de tristeza.
La persona que se sienta triste ha de tener un conocimiento exacto de su tristeza.
Conocer en qué consiste este movimiento de su espíritu que siente y que se llama
tristeza le puede proporcionar un alivio en sus penas, desde el momento en que ese
problema que le angustia, que le produce tristeza, lo pone en manos de Dios y descansa
en su voluntad divina, después de haber hecho todo lo posible por solucionarlo.
La persona triste busca el bien, desea la felicidad y si la consigue le llena
plenamente, mientras que si no la alcanza lo enloquece. La presencia de la tristeza en el
alma del hombre es debida a que el mal se halla presente y lo quiere rechazar. Quien se
entristece soporta en su interior una lucha contra el mal. Se esfuerza por conseguir algo
mejor de lo que tiene y rechaza un mal que le aqueja. El que se entristece huye del mal y
no quiere saber nada con él. En la tristeza juega un papel más importante el bien que
echamos de manos que el mismo mal que nos hiere. La persona triste quisiera salir de su
situación angustiosa y respirar el aire puro del bien que desea. Pero lo que le ocasiona
su tristeza es su convencimiento de que no puede salir de ese estado en que se
encuentra. Sin embargo, la tristeza no es un mal irreparable. Sería irreparable si nosotros
cerrásemos las ventanas de nuestro interior a la esperanza. En la ausencia de esta
esperanza estriba el pesimismo que atormenta a muchas personas cegadas. Y están
cegadas porque no ven la Divina Providencia de Dios que cuida de sus criaturas hasta
el punto que ni un cabello de sus hijos cae sin el permiso divino. Luego, si Dios lo
quiere, ¿por qué temer? Sólo en el pecado, actitud de rechazo a Dios, se puede dar
tristeza verdadera, tristeza que se puede erradicar con el arrepentimiento y confesión; lo
demás, que no es producido por el pecado, que ocurre pese a nuestra buena voluntad, es
permitido por Dios, y si Dios, que es mi Padre, lo permite, es porque me conviene,
porque Dios me quiere mucho más de lo que pueda quererme yo mismo, mucho más de
lo que nosotros podamos querernos a nosotros mismos, luego ¡cúmplase su voluntad!
En esta frase está la solución a nuestras tristezas, a nuestras penas, a nuestras
inquietudes.
Sería una equivocación considerar cualquier adversidad de las muchas que nos
suceden en la vida como una prueba de que el destino juega con nosotros y que estamos
lanzados por la naturaleza al sufrimiento y a la desesperación. Dios quiere nuestro bien,
Dios no hace nada en vano: Dios escribe derecho en los renglones torcidos de los
hombres: hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados.
No siempre que nos hallamos privados de un bien tenemos razón suficiente para
entristecernos de tal forma que caigamos en un estado habitual de tristeza. Sólo cuando
se pierde totalmente la esperanza de conseguir lo que deseamos, cuando no vemos
resquicio por el que penetre la luz en nuestro interior, es cuando caemos en las redes de
la tristeza. Porque mientras tengamos una esperanza de salvar nuestra situación
tenderemos a nuestro espíritu un deseo y con él una ilusión... ¿Y qué mejor ilusión que
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la de saber que Dios no nos deja de la mano, que nos acompaña, que no permitirá que
seamos probados por encima de nuestras fuerzas?
Cuando conservamos en nuestro interior, en medio de las tristezas, la esperanza
de conseguir lo que deseamos, esa tristeza no puede llegar nunca a adueñarse totalmente
de nosotros. Más aún. Esa esperanza de conseguir un remedio para nuestro mal produce
en nosotros un deleite. Pero si perdemos esa esperanza entonces se origina en nosotros
un dolor y una angustia que termina por desembocar en la desesperación. Solamente
podemos sentir la angustia del fracaso y de la derrota cuando la desesperación se
apodera de nuestro interior.
La tristeza que no se sabe de donde viene suele ser de muy poca consistencia en
la vida humana y desaparece con la misma facilidad que se presentó.
Cuando un estado de tristeza cala hondamente en nuestro espíritu no dejamos de
conocer el motivo que nos lo produce. Cada hombre conoce las razones que tiene para
entristecerse. Para describir todas las causas que pueden producir tristeza en la vida
humana tendríamos que escribir la vida de cada hombre que en este mundo se
entristeció alguna vez. Las causas o motivos de la tristeza son tan numerosas como los
males que pueden aquejar a la Humanidad. No obstante, en todas esas razones y en cada
uno de los casos en que el hombre se entristece se da algo de común que constituye la
misma raíz de la tristeza. En todas, también, hay una solución: conciencia limpia de
pecado y una confianza ilimitada en Dios, en su voluntad: ahí tenemos el remedio a
todos nuestros males, el bálsamo para nuestra tristeza.
Es propio de los bienes materiales y de las riquezas mostrar a quienes las poseen
su insuficiencia para saciar la sed de felicidad, por eso no es de extrañar que incluso en
la misma posesión de estos bienes caducos, el hombre se encuentre triste. Como decía
San Agustín: Dios nos ha creado para Él, para estar con Él en su felicidad, y sólo en Él,
en sus caminos, el hombre alcanzará la felicidad.
Los honores, la fama, la gloria, el poder son cosas muy inconsistentes y poco
duraderas. En caso de que se prolongasen durante toda la vida no dejarían de producir
en el interior del hombre la tristeza, porque son cosas demasiado externas para llenar el
interior del hombre. Sólo Dios y su voluntad nos pueden llenar, pues estamos hechos
para el Cielo, y sólo en el Cielo alcanzaremos la felicidad absoluta. En la tierra podemos
alcanzar la felicidad únicamente siguiendo la voluntad de Dios, si nos apartamos de ella,
nos apartamos de nuestra propia felicidad en la tierra... y en el Cielo.
Mientras una persona no pierde la confianza en sí misma toda la tragedia de la
tristeza se puede vencer, pero cuando se llega a formar de sí misma una idea pesimista,
si se deja apoderar de un complejo de inferioridad le llegarán a faltar las fuerzas no sólo
para realizar algo de provecho, sino incluso para salir de la misma tristeza.
Cuando la tristeza llega a adueñarse de la razón humana, puede tener por fruto
la melancolía o la manía. No es raro encontrarse con personas que se convirtieron en
melancólicas o maniáticas por un estado de tristeza no vencido. Es, por ejemplo,
característico, el estado de manía de una persona celosa que en todas las cosas ve
argumentos para probar sus inquietudes. Lo mismo que también es frecuente el
pesimismo en que se desenvuelven aquellas personas que sufren de tristeza de una
manera continúa. La melancolía es una enfermedad de nuestra voluntad que se produce
en nosotros cuando perdemos la razón debido a un dolor intenso o a una tristeza
agobiante. La melancolía viene a ser como un estado de tristeza en que el sujeto o la
persona que se siente triste hubiese hecho las paces con la misma tristeza. La melancolía
supone una depresión en el sujeto que la padece. Esta depresión nace del mismo estado
de tristeza en que se encuentra. La tristeza es una de esas pasiones de nuestro espíritu
que se caracteriza precisamente porque resta fuerzas a la actividad humana. De ahí que
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sea un remedio aconsejable a toda persona melancólica que quiera salir de su estado de
tristeza proponerse fines y objetivos inmediatos que conseguir. Cuando tenemos algo
que nos urge, que no nos deja tiempo par descansar, nuestra actividad se aumenta. La
persona melancólica necesita una actividad y un movimiento que le haga salir de su
estado de pasividad frente al sufrimiento. La actividad, pues, y el total abandono a la
voluntad de Dios, después de poner de nuestra parte todo lo posible por eliminar lo que
nos hace sufrir, son dos remedios infalibles para acabar con la melancolía, con la
depresión, con la tristeza.
Hay personas que viven totalmente angustiadas y que no pueden hallar ninguna
clase de solución a los problemas que les entristecen. La razón de que hayan caído en
ese estado de angustia es porque sus problemas no tienen solución, "a su parecer". Las
personas que se angustian piensan que lo más grave de su situación no es el mal que
padecen o el problema que les aqueja, sino que lo peor es que ese mal no tiene remedio
o que ese problema no puede solucionarse. Estas personas tienen una idea perfecta de lo
que es la angustia: la angustia es una tristeza que se considera como insoluble, como
imposible de evitar. Por eso, cuando estas personas oyen hablar de dificultades o
problemas de otras personas suelen reírse, porque si tienen solución no hay a sus ojos
ninguna razón para inquietarse. Lo peor de un problema, o de un dolor es que sea
imposible remediarlo, como sucede en la persona angustiada. De hecho, la única razón
por la que se entristece no es la dificultad del mal que padecen, sino la imposibilidad de
remediar su pena y su dolor. Una confianza ilimitada en Dios y en la Virgen, después de
hacer todo lo posible por solucionar esos problemas, esos dolores, esas penas, son un
remedio eficaz y decisivo para curar todo tipo de angustias, pues de esa confianza nace
la paz del espíritu: como dice Jesús: "La paz os dejo, mi paz os doy" Y esa paz, y esa
confianza, únicamente la tendremos después de depositar todos nuestros afanes, dolores
y angustias en Jesús y Maria, Amigos que nunca fallan ni nos desampararán jamás, si
acudimos a Ellos.
Cuando admiramos en exceso lo que otros realizan y nos encandilamos con las
dotes que poseen los demás insensiblemente desvaloramos lo que nosotros poseemos.
Se apodera de nuestro ánimo un complejo de inferioridad que es la causa de que
nuestras fuerzas decaigan y nos sintamos como derrotados. Frente a esto hay que
considerar que los talentos no son los mimos para todos y que Dios nos exigirá
únicamente de acuerdo con los talentos, con las circunstancias que Él ha puesto a
nuestro alrededor y no querer ambicionar, sin motivo, los trabajos de otros. Sencillez,
pues, y humildad, para aceptar nuestras limitaciones: únicamente la humildad nos curará
este complejo, esta sensación de fracaso: cumplamos lo que Dios nos pide a nosotros y
aprendamos a ser felices con lo nuestro, con lo que Dio ha puesto a nuestra disposición
y no con fantasías o trabajos de otros, triunfos de otros, para los cuales Dios no nos ha
encauzado. Únicamente cuando sepamos ver la mano de Dios en todo lo que nos
acontece, después de poner a Dios en todo lo que hacemos, y de luchar con sinceridad, y
de trabajar con verdadero empeño en lo que consideremos bueno, justo; únicamente
entonces no envidiaremos los bienes de los demás, pues sabremos que ante Dios y
nuestra conciencia hemos hecho todo lo posible y de esa confianza surgirá la paz de
Dios, la paz de espíritu, la tranquilidad del alma.
Considerando a la persona sumida en un estado de decaimiento y examinando su
actividad nos encontramos que sólo se mueve para evitar aquello que le produce la
tristeza. A una persona triste nada le impresionará en su interior, a no ser que se presente
como un remedio de la tristeza que padece. Por eso será conveniente que, si queremos
conseguir algo de ella, se lo presentemos como un recurso para hacer desaparecer su
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tristeza. Y así hemos de hacer que se enfrente con las cosas que ha de realizar como una
solución de su problema. De esta forma lograremos que haga algo de provecho.
* * *
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cuerda que sujeta, que une, que coordina, el rosario de todas las demás virtudes: si falla
la humildad, las demás virtudes se deshacen, se sueltan, se pierden. Jesús nos enseña a
pensar bien, lo que significa, conocer la verdad o dirigir el entendimiento por el camino
de la verdad. La verdad es la esencia, es la realidad de las cosas. Cierto es que cuando
conocemos las cosas como son en sí alcanzamos la verdad, lo contrario nos conduce al
error. Cuando sabemos que existe Dios conocemos una verdad si deseamos pensar bien
debemos por todos los medios intentar conocer la verdad. La verdad no siempre nos
llega sin sacrificios, incorpora añadiduras. Cuando alcanzamos el conocimiento
verdadero nos encontramos frente a un espejo donde vemos reflejados los objetos tal
cual son. El agudo observador procura desentrañar de los objetos todo cuanto hay en él
y no más. El entendimiento claro es por consiguiente capaz y exacto: todo lo que
tenemos lo hemos recibido de Dios, sin Dios nada somos. Jesús mismo nos dice: "Sin
Mí nada podéis hacer", y efectivamente, así es, si Dios nos deja de la mano, nos
venimos abajo, nos hundimos. Así pues reconozcamos los que verdaderamente somos,
y de acuerdo con ello actuemos, aceptemos los bienes que Dios nos ha dado, pero no
para nuestra loa, sino para alabanza de Dios, para que nuestro Padre del Cielo sea cada
vez más conocido, respetado, querido, amado, porque El se lo merece todo.
* * *
El amor es más fuerte que el odio, igual que el Sol, es más fuerte que los rayos
que emanan de él.
* * *
Algunas veces el odio parece más fuerte que el amor de donde procede Pero esto
es debido a dos cosas, primero, porque el odio es algo más sensible que el amor. El odio
hiere profundamente a nuestra inclinación natural y a nuestros deseos. Lo mismo que el
mal de donde procede, el odio es ajeno a nuestra constitución, está fuera de nosotros
mismos, se opone a todo lo que nosotros somos. El odio es un choque de nuestro
espíritu, que busca el bien, y se encuentra con el mal. Es un torrente de vida que brota
de nuestra alma, convirtiéndose en odio. He aquí por qué el odio nos "presiona" más
que el amor y lo sentimos con más fuerza. Aunque de hecho no puede ser más fuerte
que el amor, porque el amor es su misma fuerza.
* * *
* * *
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Esta agitación le produce al hombre un cansancio fatal. Y después de haber probado
todo o mucho el hombre sigue sintiendo ese lastimoso cansancio. Muchas veces el
hombre atribuye a cansancio de su cuerpo lo que en verdad es profundidad del alma.
Esta profundidad del alma, a la que el hombre se asoma cuando fuera de si no encuentra
la alegría ni la felicidad, es la que produce en su espíritu el vértigo del aburrimiento y
del hastío. El mejor remedio de este aburrimiento y hastío es el orden y la tranquilidad
del alma, y esto sólo lo encontrará la conciencia limpia y la confianza en la voluntad de
Dios, en todas las cosas que le sucedan.
* * *
La Humanidad avanza por el sufrimiento y el trabajo de unos pocos, que son los
que con sus ideas, inventos, teorías e ideales arrastran a la inmensa mayoría a cotas más
altas de civilización, de cultura, de progreso, de plenitud del espíritu.
* * *
Los pesimistas, frente al sufrimiento de los demás suelen ser poco compasivos
porque no creen que nadie pueda sufrir más de lo que ellos sufren o han sufrido.
Muchas personas pesimistas toman los sufrimientos y dolores de los demás como si
fuesen juegos de niños. Ellos los comparan con la idea exorbitada que tienen de sus
padecimientos y les parecen pantomimas. La idea exagerada que tienen de sus
sufrimientos y el poco aprecio de los demás les hace convertirse en personas poco
compasivas.
* * *
* * *
* * *
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malicia. La persona envidiosa está convencida de que la gloria o el bien de los demás
disminuyen su propia gloria o su propio bien, por eso quiere destruir esa gloria y ese
bien. Pero cuando una persona se limita a considerar y admirar el bien de otros,
lamentando que no lo posea él, entonces no se da la envidia sino más bien la emulación.
La emulación se diferencia de la envidia porque en la emulación no se mira el bien del
prójimo como un mal nuestro, sino como algo de lo que carecemos y que nos gustaría
tener. Tampoco podemos hablar de envidia cuando sentimos temor del bien ajeno Si por
ejemplo vemos que nuestro enemigo crece en fuerza y poder y consideramos que ese
bien del enemigo supone un peligro para nosotros, entonces sentimos temor de que nos
pueda dañar. Es necesario advertir que para que se dé la envidia es preciso que se dé
cierta proporción entre la persona que envidia y aquélla a quien se envidia. Cuando se
da mucha distancia entre dos personas es imposible que se dé la envidia. La envidia
suele darse sólo entre personas que gozan más o menos de la misma posición. Si entre
dos personas media una gran distancia, la menos dotada no siente envidia, sino más bien
desánimo de poder igualar a la que es superior. De ordinario, nos dice Santo Tomás, no
suele el plebeyo envidiar al rey. Tampoco se puede hablar de envidia, cuando una
persona no puede conseguir aquello que sabe que supera totalmente sus fuerzas. Sólo
cuando se tiene cierta seguridad de que se puede alcanzar aquello que se desea es
cuando se enciende en el ánimo las ganas de luchar. Y si no se consigue viene la
tristeza. Pero cuando se trata de algo que supera mucho las posibilidades humanas de la
persona entonces no se toma con entusiasmo y termina por olvidarse.
Existen ciertas personas que son más propensas a la envidia que otras. Entre
ellas hemos de contar, en primer lugar, a los que están deseosos de honores, a los
vanidosos. Estos, cuando ven que los demás son más alabados que ellos piensan que la
gloria que se tributa a los demás se les roba a ellos mismos. Esto suscita en su corazón
el gusano de la envidia y consideran la gloria de los demás como un mal propio. Estas
personas suelen manifestar su envidia despreciando las cualidades de los demás. Debido
a que ellos no tienen lo que admiran en los demás, la mejor manera que encuentran para
desquitarse es precisamente desprestigiar a los otros. Por estas razones distintas de los
soberbios y vanidosos, suelen ser también propensos a la envidia los pusilánimes y
pesimistas. Estos usan cristales De aumento para mirar los éxitos de los demás.
Consideran todo lo que les sucede a los otros como triunfos descomunales y se
desaniman en su interior. Cuando vuelven la vista a sí mismos es para convencerse de
que la distancia que les separa de aquellos a quienes envidian se agranda cada vez más,
se sienten totalmente superados por ellos y suelen tomar una actitud de derrotismo
frente a sus mismas empresas. Esta clase de envidia que anida en el interior de las
personas pusilánimes y pesimistas es un gran estorbo en el rendimiento del trabajo.
Porque siempre se considerarán a sí mismos como incapaces para realizar cualquier
cosa de importancia. Nunca se tienen por bien preparados y aunque el esfuerzo en su
propia preparación sea supremo, sin embargo, el rendimiento de su labor es casi nulo.
Conviene en estos casos levantar el ánimo de esas personas. Haciéndoles comprender
que no es tanta la distancia entre un hombre y otro. Y que si bien unos pueden tener
infinidad de cualidades y éxitos, también cualquiera que se halle debidamente dispuesto
puede disfrutar de un mediano éxito. La razón de que se hallen sumidos en ese
pesimismo y exagerada admiración de los demás está en que todavía no han podido
disfrutar de un triunfo propio. Moverlos a que realicen algo en su vida puede ser la
mejor manera de sacarlos de las tinieblas de su pesimismo.. Es de gran importancia
para la persona que se entristece por causa de la envidia que piense si efectivamente
pertenece a uno de estos grupos y tendrán ahí la razón de su envidia y por consiguiente,
de su tristeza. Sabiendo dónde se encuentra el motivo de nuestra envidia y tristeza nos
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será mucho más fácil remediarla. Los vanidosos han de ser humildes y sencillos y no
hablar mal de nadie. Los pusilánimes han de comprender que cada uno tiene ante Dios
unos talentos que debe explotar y que Dios no le pide más de lo que le ha dado, pero lo
que tiene ha de explotarlo al máximo con buena voluntad y sin pesimismo.
Entre las varias reacciones que podemos hallar en la persona envidiosa está su
tendencia a denigrar a la persona envidiada. Para el envidioso, difamar a quien le
"quita" la gloria es lo mismo que conseguir su propia honra. La murmuración de la
persona envidiosa reviste un carácter destructivo de la fama de los demás. El envidioso
no encuentra mejor medio para evitar esa nube que pone la gloria de los demás sobre el
cielo de su fama que destruir la gloria de quien, a su parecer, le hace sombra. Esta
murmuración no es difícil que se convierta en detracción si la persona envidiosa puede
por autoridad o de otra forma, claramente enfrentarse con aquel a quien envidia.
Entonces, no contenta la persona envidiosa con minar la fama del otro ante los demás,
intenta disminuir y aminorar los ánimos y las fuerzas que cuenta su "enemigo" para
levantarse y brillar. Tenemos el caso bastante corriente de aquéllos que, abusando de su
autoridad, procuran poner en ridículo a quienes saben que triunfan y sobresalen en sus
actividades. Esta actitud de la persona constituida en autoridad y que se deja arrastrar,
aunque sea inconscientemente, de la envidia, puede ser muy dañina, sobre todo cuando
se trata de la formación. No es difícil encontrarse con personas jóvenes que atribuyen a
la envidia de los mayores toda la tormenta de riñas y amonestaciones, que han de sufrir
por parte de sus educadores. Si efectivamente una persona se llega a convencer, con
razón, de que es envidiada por aquéllos que le educan, se vuelve sumamente reacio a
aceptar cualquier clase de consejo u orientaciones de estos educadores.
Como consecuencia de la tristeza que sufre la persona envidiosa con la fama y la
gloria de su "adversario" se produce en ella una satisfacción baja cuando le sucede al
otro una contrariedad. Esa alegría que siente la persona envidiosa con el mal y el fracaso
de la persona envidiada encuentra fácilmente su explicación. Se piensa la persona
envidiosa que al bajar quien le hace sombra sube ella en fama y honor. Mas si por el
contrario, la persona a quien envidia prospera y consigue éxitos, entonces se apodera
del envidioso una aflicción de espíritu que llega a desembocar muchas veces en odio a
dicha persona. La envidia es una manera muy corriente de entristecerse los hombres.
Está vacía de razón y denota pequeñez de espíritu. Pero más de una vez es suficiente
para crear una tragedia de difícil solución para el espíritu del hombre. El mejor remedio
contra la tristeza por envidia es la caridad.
* * *
Muchas amistades son más dañinas incluso que el mal que con ellas se quiere o
se busca remediar.
* * *
Si una persona sólo encuentra su descanso en las cosas materiales tiene que
sufrir necesariamente la misma inestabilidad que esas cosas materiales llevan consigo.
Este fenómeno no es difícil hallarlo de una manera clara en las personas que sólo
buscan distraerse con pasatiempos. Estas personas cambian su manera de pensar
continuamente. No tienen asiento para enfrentarse con un problema durante mucho
tiempo. Les gusta extremadamente variar, cambiar de ocupación. Incluso mucha de su
actividad externa nos la hemos de explicar por ese afán de huir de sí mismas, ya que
dentro de ellas mismas está la tormenta. Consecuencia de esta inestabilidad de la mente
76
o inteligencia es la curiosidad que padecen esta clase de personas. Todo lo quieren
saber, son curiosas hasta el extremo de no avergonzarse de preguntar todo lo que se les
ocurre. Este querer saberlo todo es debido a que no le agradan saber bien una sola cosa.
Esta curiosidad se da principalmente en aquellas personas que sufren más por los
cambios de tipo fisiológico y se manifiesta exteriormente por medio de una
"verbosidad" y ganas de hablar que no deja de llamar poderosamente la atención de
cuantos tienen que tratar con ellas. También es consecuencia de todo ello la misma
"excesiva movilidad de su cuerpo". Es difícil hacerles permanecer quietas. Han de estar
saltando y moviéndose continuamente. Así, con la inestabilidad corporal manifiestan la
inestabilidad de su mente. De ahí que sea desacertado el que muchas veces todo ese
"nerviosismo" del que suelen padecer se atribuya a causas de tipo físico exclusivamente
y no se tenga en cuenta que también el nerviosismo puede proceder de una inquietud
psíquica. Esta inestabilidad que padecen estas personas se manifiesta también en la poca
garantía de sus propósitos. Prometen mucho porque se creen que con los propósitos
adquieren una seguridad que echan de menos en sí mismas. Pero con la misma facilidad
que prometen deshacen sus propósitos, entonces no es difícil oír cómo se quejan de su
poca fuerza de voluntad.
* * *
El amor a Dios infunde alegría, limpia las almas y borra toda impureza.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
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Sólo a los pequeños se muestra la grandeza del Todopoderoso y no a los que se
creen grandes.
* * *
El mundo necesita paz, el mundo necesita amor, Cristo lo ofrece, Cristo lo da.
* * *
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La vida que propone Dios es la correcta. Los hombres viven de acuerdo a sus
caprichos, se desvían, queman sus vidas, pero de las cenizas nada se rescata, sólo
cenizas.
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Los hombres de hoy quieren sostenerse por su propia fuerza; no tienen en cuenta
la fuerza de Dios Padre. Pretender vivir de acuerdo a sus métodos por ellos inventados,
sin aceptar que Dios Todopoderoso es el Justo, el que dispone, el que se antepone a
todo poder humano y a toda voluntad humana.
Él la Divina Luz, el máximo poder, y el más grande Amor, por sobre todo lo
creado
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No busquéis la Verdad en la mentira. No la hallaréis, porque la Verdad solamente
está en el Justo y la mentira se halla en el que corrompe todo, en Satanás. En él sólo hay
engaño y falsedad, él arrastra consigo a los que están apartados de la protección
celestial.
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Los hombres se están destruyendo entre tanta violencia. Buscan sin encontrar,
porque buscan en la superficie y alli nada hallarán; se quedarán en la pobreza espiritual.
El Señor quiere de los hombres una vida rica espiritualmente; eso se consigue con
oración, con entrega y un continuo ofrecimiento a Dios. Solamente así se está en
profunda comunicación con el Señor.
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Caridad es perdonar al que ofende, es bendecir al que maldice. El que tiene
caridad, ama al prójimo y quien ama al prójimo ama a Dios.
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No están los hombres abandonados de Dios, sino Dios abandonado de los hombres.
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Cerca de María podéis adquirir lo que lejos de Ella no podríais: fuerzas, fe,
perseverancia.
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Es breve el tiempo del hombre en la tierra, por eso hay que aprovecharlo en
servir a Dios.
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Orad y no os alejaréis de Dios.
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Jesús ha enviado a su Madre para que vele por vuestra salud espiritual.
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-Felices los que al llegar al umbral de la muerte la asumen con responsabilidad.
-Felices los que saben que más allá de la vida existe la Vida sin vejez posible.
-Felices los que habéis llegado a la vejez porque la vida siempre es bella.
-Felices todos vosotros, los que habéis luchado con la vida, los que habéis
trabajado, ls que habéis amado, los que habéis aguantado y sufrido porque “ni un vaso
de agua se quedará sin recompensa” (Mateo 10, 42)
LOS INDÓMITOS
Hay hombres y mujeres que nacieron para arder, para iluminar, para morir en
ascuas. Amaron la verdad, la justicia, la caridad, y pusieron tal pasión en su amor que
renunciaron a todo por defender sus supremas virtudes. Orientaron su vida hacia la
plenitud. Son hombres y mujeres indómitos, espoleados por una realidad, sin el freno de
las apariencias. Son los únicos grandes que pisan la tierra. Indómitos, porque no se
sometieron al vulgar cumplimiento de una sociedad caduca, si no muerta, que impone
sus moldes anquilosando la vida. Una sociedad de puro formulismo, comodidad e
hipocresía. Indómitos porque no admitieron ni el legalismo, ni la risa aduladora, servil,
que nace de espíritus mezquinos. Ellos van por dentro iluminados. Indómitos porque
gritan sin miedo a las injusticias y a la farsa de una vida, comedia de una realidad que
ellos veían y tocaban en su esencia con sueños de visionarios… Indómitos, en
definitiva, porque vinieron al mundo con nuevas categorías superiores y llamaron a las
cosas por sus nombres. No tienen el corazón endurecido por el materialismo egoísta.
Cuando te encuentres en la vida con una de estas personas comprendes al momento que
has encontrado a un cristiano, a una cristiana, de verdad hasta el fondo. No sufre el
egoísmo cebado de muchos “honorables” la imprudencia de estos indómitos que quieren
revisar corrompidas estructuras en que se apoya su pasotismo confortable…y prefieren
llamarlos locos, fanáticos, irresponsables, antes que comprometerse de verdad con su fe
cristiana…
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Dos cosas podemos considerar en el hombre: lo que tiene de Dios y lo que tiene
de sí mismo. Suyo es lo defectuoso; de Dios es cuanto pertenece a la salud y la
perfección (Santo Tomás de Aquino)
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¿Quieres ser grande? Comienza por ser pequeño. ¿Quieres levantar un edificio
que llegue hasta el cielo? Piensa primeramente en poner el fundamento de la humildad.
El pecador que se humilla vale más que un justo orgulloso. (San Agustín)
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la estimación de los demás. La verdadera humildad no es más que el exacto
conocimiento de Dios y de uno mismo.
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Los que viven en pecado atraen males y castigos, en cambio, las almas en gracia
atraen bendiciones y son pararrayos de los castigos de la justicia divina.
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La alegría verdadera no te vendrá de fuera, sino que te saldrá de dentro, de tu
alma, si vives en gracia. Ten buena conciencia y siempre tendrás alegría, aún dentro de
las dificultades y adversidades que la vida nos presenta.
* * *
Para echar lejos de ti la tristeza, procura por todos lo medios limpiar tu alma de
todo pecado. La alegría nace de corazones puros.
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No hallarán los superiores mejor medio de ser obedecidos que siendo afables y
benignos. (San Vicente de Paúl)
* * *
La fe y la pureza son dos virtudes que van hermanadas, y son de gran valor
porque por la pérdida de la pureza se suele perder la fe. San Ambrosio dice: “El que
empieza a entregarse al vicio de la impureza, empieza también a alejarse de la fe”.
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* * *
Libertad no significa hacer lo que a uno le plazca, sino hacer lo que es del
agrado de Dios según lo dicta su santa ley y la voz de nuestra conciencia.
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¿Quieres ser libre? Jesucristo nos dice cómo: “La verdad os hará libres…, el
pecado os hará esclavos” (Juan 8, 31-34).
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* * *
La verdadera libertad de los hijos de Dios es la que libera del pecado. Cristo nos
ha hecho libres enseñándonos a huir del libertinaje y de la esclavitud de las pasiones El
que está libre de todo pecado y de las ataduras de las pasiones es verdaderamente libre
“Servir a Dios es reinar”.
EL DESALIENTO
* * *
¿Creéis que vais a poder salvaros si no trabajáis por la salvación de los demás?
Nadie puede creer que conseguirá la salvación si no trabaja nada por la del prójimo…
No es poca cosa salvar un alma, cuando el Pastor del Evangelio dejó noventa y nueve
por una sola que había perdido… Yo, por mi parte, no me callaré jamás aunque no me
oiga nadie… ¿Qué no se enmienda nadie? Aunque así fuera, yo recibiría mi premio;
aunque creo imposible que oyéndome tantos, no haya siquiera uno que se aproveche.
Quien convierte a una sola alma, agrada más a Dios que si repartiera todos sus bienes en
limosna.” (San Juan Crisóstomo)
* * *
* * *
El celo de la salvación de las almas y el deseo de ver a Dios amado por todos,
nace del amor, por tanto, quien no tiene celo de la salvación de las almas, es señal que
no ama a Dios, y quien no ama a Dios está perdido.
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* * *
El grandísimo amor que Jesucristo tiene a cada una de las almas, y el gran deseo
de que se salven, sobrepuja sin comparación a todo lo que padeció en este mundo,
incluyendo su Pasión. Yo de buena gana aceptaría ir al Purgatorio y estar allí padeciendo
hasta el día del Juicio si con esto consiguiese salvar un alma… De penas que se han de
acabar no hay que tener miedo. Lo terrible es lo que no tiene fin, como es el Infierno. El
ansia mayor de los Santos es el de la salvación de las almas para llevarlas a Dios y que
por siempre lo alaben. (Santa Teresa de Jesús).
* * *
Sembrad la paz y la alegría por todos lados; que no digáis ninguna palabra
molesta para nadie; que sepáis ir del brazo de los que no piensan como vosotros. Que no
os maltratéis jamás, que seáis hermanos de todas las criaturas, sembradores de paz y
alegría. (San José María Escrivá)
* * *
El fuego no destruye nunca el oro, sino que consume todas las manchas que se le
adhieren. Igualmente, el sufrimiento no está hecho para matarte, sino sólo para
consumir lo que no pertenece a la naturaleza de Cristo en ti.
* * *
PROFUNDIDAD INTERIOR
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Cristo, como centro, cuanto al motivo, al fin y los medios. Llega la ascética a influir
sobre la voluntad de tal manera, que se busca en Dios el motivo de todos los actos, y se
dirige a Dios el fin de los mismos. Claro está que ésto no se logra improvisadamente,
sino que ha de ser educada la voluntad con el empleo de los medios más eficaces. La
reconciliación del hombre con Dios en el sacramento de la penitencia confiere a la
voluntad nueva fuerza para el progreso moral. La tranquilidad y armonía psíquica es la
condición previa indispensable para conseguir nueva actividad moral. La reconciliación
sacramental, a la vez que trae los mayores alientos y los más íntimos consuelos,
proporciona a la voluntad fuerza para obrar el bien en adelante. Un poderoso
complemento, insospechado para quien no lo vive habitualmente, es la Sagrada
Comunión; en ella alcanza la voluntad una extraordinaria fuerza sobrenatural y el
convencimiento de que podrá todo con Dios a su lado.
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Muchas son las calamidades en el mundo, porque muchos son los que huyen de Dios.
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Solamente habrá tinieblas para aquellos que no quieren caminar hacia la Luz.
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No busquéis ídolos, ya que no hay tales ídolos, sí hay un Dios: Cristo Jesús el Salvador.
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Dios edifica en aquellos que le aman, en aquellos donde toda obra sea buena
para el Señor.
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El que da pronto, da dos veces.
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Si queréis hacer bien, hacedlo pronto, porque todo retraso malea el beneficio.
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* * *
San Agustín pregunta: ¿Cómo sirven los malos a los buenos? Y responde: No es
adulándolos ni acariciándolos, sino persiguiéndolos. Los perseguidores han sido para
los mártires lo que lima y el martillo son para el hierro y el oro, los molinos para el
trigo. Los malos se consumen para purificar a los buenos: son para éstos lo que la paja
es para el oro puesto en un hornillo; la paja se consume y reduce a cenizas, pero el oro
queda probado.
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La altura de un alma se mide por la capacidad que tiene de soledad consigo mismo.
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Hemos de tener siempre gran confianza en Dios, que a todos nos protege.
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antiguo y practicado, y ha librado a muchos totalmente del miedo. Al ejecutar todo
aquello que produce miedo, el miedo desaparecerá. Pedro el Grande de Rusia se echó al
agua desde lo alto de un puente para quitarse el miedo que sentía ante la idea de
atravesar una corriente de agua. Entrar en lugares tenebrosos suele curar el miedo que
muchos experimentan. Resulta eficaz el acercamiento positivo al objeto de temor,
porque el miedo es una especie de retroceso ante un objeto. De ahí que ese acercamiento
positivo sea lo más indicado para extirparlo. Ambas situaciones psicológicas no salen
simultáneamente en el individuo, pues en las dos intervienen los mismos músculos y
nervios. Una de las dos ha de prevalecer. El acercamiento positivo produce la confianza
en sí mismo, y ésta se asienta siempre sobre la agresividad. La confianza y el miedo son
incompatibles. El acercamiento positivo puede no ser método recomendable,
únicamente cuando hay que abordar un objeto real peligroso, pero en los temores
producidos por objetos inofensivos constituye un remedio eficaz.
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* * *
No seas egoísta. Pasa por este mundo haciendo todo el bien posible a los que
están a tu alrededor. Sé una sonrisa de bondad y de amor. Sé un rayito de luz y de sol
que brille entre las sombras de todas las almas y de todos los odios. Haz fecunda tu
existencia haciendo alegremente el bien. Que al morir no puedan decir de ti que pasaste
por el mundo sin haber hecho nada positivo...
* * *
Se ha dicho que "un santo triste es un triste santo", ¡y qué cierto es!... A veces se
cree que para cambiar de vida es necesario arrugar la frente y matar las sonrisas y las
alegrías del espíritu, y en eso no está la conversión. En esto está la equivocación...
* * *
Quien trabaja por elevarse, por ir por la senda de la virtud, no puede estar triste.
La tristeza no es flor que nace en los caminos del amor, de la actividad, de la vida
honrada y sincera.
* * *
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La alegría envuelve siempre las conciencias de los que viven la vida de la
elevación. Es la luz de sus almas. Todo les convida a sonreír. Hasta la florecilla más
pequeña les es motivo de satisfacción. Dios llena con la alegría de su gracia y de sus
sonrisas todas las cosas de aquellos que siguen sus caminos de buena voluntad,
sinceridad, fe y confianza en su Providencia.
* * *
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* * *
Esfuérzate un poco cada día por sembrar el bien a tu alrededor, siendo amable y
bondadoso con todos, devolviendo bien por mal, orando por los que te persiguen y
calumnian, a semejanza de Jesús, cuyo ejemplo y Doctrina admirables hallamos
consignados en su Evangelio, y no dudes que de ese modo serás feliz y contribuirás a
hacer felices a los demás.
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La alegría que da Dios a los que cumplen su voluntad es una alegría sana que
lleva paz al alma, que regocija al corazón y supera todo enrarecimiento; esa paz no la
conocen los impíos pues Dios solamente la da a los que le siguen con sinceridad y
buena voluntad.
* * *
A la alegría santa se opone la alegría del mundo, alegría falsa que es incapaz de
saciar a un alma destinada para Dios. La alegría del mundo está mezclada con dolor y
todos sus goces acaban en lágrimas, mientras que la alegría de Dios es algo que nadie,
ni aún en medio de suplicios, persecuciones y adversidades, nos pueden arrebatar.
* * *
La alegría del mundo nunca da paz ni descanso interior; es alegría pasajera y vana.
* * *
* * *
La alegría de Dios es una alegría inmutable y tan grande que solamente ella llena
el corazón.
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* * *
Dios prueba hoy tu paciencia porque quiere más tarde coronarla; Dios, que te
castiga porque te ama; Dios que te hace pasar tu purgatorio en este mundo; Dios, que te
trata como trataría al mejor de sus amigos, no economizándoles ni humillaciones ni
cruces, todo para que te purifiques, para que te santifiques y brilles más que el Sol. ¿No
cuidará de ti como hace con los pájaros y lirios del campo?
* * *
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* * *
Las afrentas, los males, las desgracias, la muerte de los seres queridos, jamás
llegarán a abatir al alma que está poseída del deseo del Creador, de cumplir su voluntad,
de hacer todo lo que Él mande; esta alma se ha acostumbrado a aceptar siempre su
divina voluntad y jamás perderá la alegría, por el contrario, encontrará su mayor dicha
en aquello que le sucede, sea bueno o malo, porque sabe que Dios regula todo lo que
nos sucede, y si nos cogemos de su mano, todo se nos volverá bueno, aún las peores
adversidades, pues fiel es Dios para no probarnos por encima de nuestras fuerzas y
hacer que hallemos mérito en todo.
* * *
Nadie más feliz en el mundo que los que conservan la paz del alma en medio de
las penas de la vida. Ellos gustan la alegría de los hijos de Dios. Todas las penas son
dulces cuando se sufren en unión con Nuestro Señor. Sufrir... ¡qué importa! No dura
más que un momento si lo comparamos con la eternidad. Si pudiéramos pasar ocho días
en la Gloria, comprenderíamos el precio de este momento de sufrimiento. No
encontraríamos cruz bastante pesada ni pena bastante amarga. (Santo Cura de Ars)
* * *
* * *
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* * *
Los goces del mundo jamás proporcionarán al alma paz y alegría verdadera. La
verdadera felicidad no existe fuera de Dios. La causa de la incredulidad y de la alegría
engañosa y falsa nace de corazones corrompidos.
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* * *
La alegría la hallaremos en una vida santa. ¿Queréis, dice San Bernardo, no estar
nunca tristes? Vivid santamente. Una vida pura siempre goza de alegría, mientras la
conciencia del culpable está siempre sumergida en el pesar.
* * *
Ten buena conciencia y siempre tendrás alegría. Vive, pues, siempre con el alma
limpia de pecado. La raíz de la alegría espiritual es la gracia divina.
* * *
Para vivir alegre y ser feliz no se necesita ni mucha ciencia ni mucho talento:
basta solamente con tener verdadera voluntad de cumplir los Mandamientos de Dios. La
felicidad, en la medida que puede existir en este mundo, reside en la paz y en la buena
conciencia. Nuestra conciencia está gozosa y pacífica si no se siente remordimientos, y
no los sentirá si ponemos gran cuidado de no ofender a Dios.
* * *
Huir del pecado: he aquí el principio de la felicidad sobre la tierra. Que nuestra
conciencia sea pura y nuestra vida será alegre y feliz. No hay hombres más alegres y
felices que los Santos, pero tampoco los hay más buenos e inocentes. El gran enemigo
de la alegría es el pecado. Todos los Santos son alegres porque viven en gracia de Dios.
* * *
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* * *
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justo; es necesaria para vivir y para vivir alegremente, pues ella es consuelo de nuestra
vida y fundamento de nuestra esperanza bienaventurada.
* * *
Ser feliz es cumplir los Mandamientos. No hay alegría ni felicidad posible sino
para quienes cumplen la voluntad de Dios Si vuestra alma está manchada por el pecado,
apresuráos a purificaros con el arrepentimiento y la confesión y encontraréis la
felicidad. Si una pasión violenta, o una amistad, o cualquier otra causa altera la pureza
de vuestra alma, no dudéis en hacer un generoso sacrifico: romped con ellas
prontamente y para siempre. Sólo a este precio encontraréis la paz.
* * *
Se dice que un buen amigo es un buen tesoro. Si ese Amigo es Dios... el tesoro
será la eternidad dichosa en el Cielo.
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Las almas que no son devotas del santo abandono confiando en la Divina
Providencia tienen todavía muy poca fe, confianza y amor para gustar la alegría en la
tribulación; aquellos, sin embargo, que han llegado a la perfecta conformidad con la
voluntad de Dios tienen una fe viva, una esperanza firme, una caridad generosa.
* * *
Todos debemos comunicar nuestra alegría a nuestro prójimo y hacer esta vida
más llevadera a cuantos nos rodean por medio de la amabilidad, de la caridad, del buen
carácter, de la educación: así haremos simpática la virtud.
* * *
* * *
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* * *
Un carácter bueno se hace amar. ¿Quién podría dejar de amar a una persona de
carácter siempre igual, dulce y socia, que acoge con bondad, conversa amablemente,
que es humilde sin bajeza, digno sin orgullo, activo sin ser brusco ni petulante, siempre
dispuesto a prestar un servicio, a olvidar los agravios, a sufrirlo todo de los demás sin
hacer sufrir a nadie?
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imprudentemente contra los obstáculos, puesto que se toma el tiempo de estudiar los
medios para alcanzar el éxito. Un carácter bueno y acogedor, honra la Religión.
* * *
Vive siempre olvidando las injurias. Estas debes escribirlas en la arena, y los
beneficios en mármol. Devuelve bien por mal, véngate de tus enemigos con la caridad y
el perdón y ora por los que te odian, y serás feliz.
* * *
* * *
Nuestro oficio de cristianos, con respecto a todos los que nos rodean, es el oficio
de sembrador, por eso faltamos a nuestra obligación cuando dejamos pasar por nuestro
lado un alma sin infundir en ella un buen pensamiento, una impresión piadosa ¡Cuánto
no valen una palabra de piedad, un gesto amable, una sonrisa afectuosa que, a manera
de semillas, podemos dejar caer a cada paso semillas que no dejarán de dar su fruto!
* * *
* * *
La dicha, el bien, es algo que damos a los otros y que siempre trae recompensa.
¿Por ventura no ha prometido Dios hacernos a nosotros mismos todo lo que hagamos a
los demás?
* * *
La moneda del bien es una moneda que posee el más pobre con la cual puede
hacer limosna a los demás. Es la complacencia con que recibimos una palabra que nos
desagrada, una visita que nos importuna, una contrariedad. Es la sonrisa ante lo que no
nos gusta, que, escapada sin esfuerzo de los labios, hace nacer, por simpatía, otra sonrisa
en labios ajenos. Es una acción de gracias sincera, es una palabra de aprobación al que
ha trabajado junto a nosotros, por nosotros. ¡Es tan poco todo esto! ¡No os neguéis a
hacerlo! ¡Dios os lo pagará!
* * *
¡Nada nos hace tanto bien como hacer el bien! ¿Quieres que sean dulces y
apacibles todos los días de tu vida, a pesar de las enfermedades, de los abandonos, de
las nubes que oscurezcan la tarde de tu existencia? Sed buenos en todos los aspectos.
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* * *
* * *
Sed siempre el ser que da o procura dar. Sea el dar para vuestro corazón lo que
es el respirar para vuestros pulmones: una necesidad. Una buena palabra, dicha
sencillamente es un don. Un objeto prestado es un don. Una expresión de educación es
un don. Una sonrisa, que da las gracias o expresa una buena acogida, es un don. Una
molestia evitada es un don. Un dato proporcionado es un don. Retirarse un poco para no
molestar es un don.
* * *
De todos los buenos actos apenas advertidos y apenas acogidos, irradia algo de
divino que penetra el alma y la llena de nueva serenidad. Sí, es mucha verdad este
dicho: "nada hace tanto bien como hacer el bien".
* * *
Hacer el bien, y hacerlo no por ostentación o por interés sino por amor de Dios,
es un secreto infalible para encontrar la felicidad. ¡y es tan fácil hacer bien a los que
nos rodean! No falta una necesidad que socorrer, un ignorante a quien instruir, una
persona apenada a quien consolar, una desgracia que disminuir, un consejo que dar, un
servicio que hacer. Y mil cosas parecidas que a todas horas se nos ofrecen. Acordáos de
la palabra del Salvador: El que diere un vaso de agua fría a alguno de mis pequeñuelos,
por ser mi discípulo, en verdad os digo que obtendrá por ello el premio.
* * *
Uno de los mayores castigos que Dios puede infligir a un alma es privarle de los
medios de hacer el bien.
* * *
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apresuramiento natural y observemos fielmente esta regla, y nos evitaremos muchas
miserias y muchos disgustos.
* * *
* * *
* * *
Horas hay en que todo, en este mundo, en medio del cual nos complacemos en
vivir, se vuelve contra nosotros. Se desconocen nuestras intenciones, se interpretan mal
nuestras palabras, sorprendemos una maligna sonrisa, o una media palabra perversa, que
nos permite adivinar un pensamiento hostil, una acogida glacial responde a nuestra
solicitud, una seca negativa detiene en nuestros labios ofrecimientos de servicios... ¡Qué
duras son esas horas! Y lo son más cuando no vemos la causa de ellas... ¡Paciencia! Es
un surco que Dios quiere abrir en tu corazón para sembrar en él sus gracias. En efecto,
es raro que esas injusticias pacientemente soportadas no den, más tarde o más temprano,
una paz y una alegría extraordinaria. Es la siembra de Dios, que germina y florece. Para
guardar la paz del corazón es preciso acostumbrarse a no impacientarse en medio de los
de los desórdenes continuos y de las contrariedades de todas las olas que se
experimentan en ciertas situaciones. Se hace ruido, se os llama o interrumpe diez, veinte
veces, cuando estás entregado a un trabajo serio y fecundo, pareciendo que todos se
empeñan en distraeros. ¿Puede haber cosa que más irrite? Pues bien: por amor a Dios
permaneced tranquilos, conservaos siempre serenos. La Divina Providencia permite
101
todo esto; recibid con agrado lo que Ella os envía y muy pronto os sorprenderéis de
veros felices en medio de esa confusión que hoy es para vosotros un suplicio. Sin duda,
con frecuencia sentiréis inquietud y os parecerá que vuestro mal humor va a
manifestarse al exterior. ¡Valor, no obstante! Salvad las apariencias, y esto es ya mucho:
procurad responder con dulzura a los importunos que os interrumpen; esperad
pacientemente la conclusión de una conversación insípida y tened para todos una
sonrisa y una palabra amable, que Dios, por su parte, corresponderá con otra sonrisa a
vuestros nobles y generosos esfuerzos.
* * *
Es preciso ser paciente consigo mismo, paciente con los otros, paciente en los
males graves, paciente en un dolor de cabeza, paciente en un dolor de muelas, paciente
por una pérdida de dinero, paciente por la adversidad que sea, sabiendo que todo es
permitido por Dios por nuestro bien, y que no hay mal que nos pase, menos el pecado,
que no tenga un bien para nosotros y para nuestro tesoro del Cielo.
* * *
* * *
A veces nos vienen muchos disgustos por interpretar erróneamente una palabra,
un gesto, una acción del prójimo. Procuremos no pensar mal del prójimo y nos
evitaremos muchas molestias.
* * *
¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman,
que no nos quieren! Basta ver un aire un poco más sombrío que de costumbre en el
rostro de alguno para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. O bien uno ha
dicho a la ligera una palabra que nos ha disgustado, acaso un imprudente nos recuerda
otro dicho en contra nuestra y en lo cual no debiéramos haber vuelto a pensar, de todas
estas tonterías se hacen montaña, y de aquí la buena amistad turbada y quizás perdida
por algo que no merece la pena haberlo tenido en cuenta. Tengamos, pues, la vista de
nuestra alma más sencilla y nos ahorraremos muchas miserias, muchas molestias y
muchas faltas.
* * *
El mejor medio para ser feliz en la tierra y vivir siempre alegres, es ser buen
cristiano, es conformarse en todo con el querer divino. ¡Qué bella esta oración!:
"Hágase, Señor, tu voluntad, que no la mía". El que no se conforma con esta santa
voluntad, de nada está contento, y el que de nada está contento, no contenta a nadie.
* * *
102
Sé indulgente. Olvida las pequeñas penas que te hayan podido causar; no
conserves ningún resentimiento por las palabras inconsideradas o desfavorables que se
han dicho contra ti; excusa las torpezas, los descuidos, las ligerezas de las cuales eres
víctima; juzga siempre de buena intención a aquellos que te hayan hecho algún agravio,
bien sea de palabra o de obra; en fin, sonríe, muestra un semblante amable en todas las
ocasiones; ten un fondo inagotable de bondad, de paciencia, de condescendencia. De
esta manera estarás en paz con tu prójimo y practicarás de modo excelente la caridad
cristiana, que es imposible practicar sin una indulgencia en todos los instantes.
* * *
Cuando no se puede hacer lo que se quiere hay que hacer lo que se puede. Para
que el corazón no sufra con esta contradicción debe querer cristianamente. Preciso es
aceptar con resignación, con alegría, lo que no sucede a nuestro gusto, pues es voluntad
de Dios, cuando nosotros no podemos hacer nada por arreglarlo. No dejes que la
naturaleza o el amor propio te venzan. Antes de hacer ninguna reflexión ponte bajo la
mirada del Padre celestial, oirás una voz que te dice: "Si todo cambia en tu torno, Yo no
cambio y permanezco en el fondo de tu corazón". ¿Podrás ser desgraciado cuando Dios
está contigo?
* * *
La conciencia es una ley de nuestro espíritu, pero que va más allá de él, nos da
órdenes, significa responsabilidad y deber, temor y esperanza... La conciencia es la
mensajera del que, tanto en el mundo de la naturaleza como en el de la gracia a través
de un velo nos habla, nos instruye y nos gobierna. La conciencia es el primero de todos
los vicarios de Cristo. En lo más profundo de su conciencia, el hombre descubre una ley
que él no se da a sí mismo, pero a la que debe obedecer; esa voz lo mueve a amar, a
hacer el bien y a evitar el mal. Sin embargo, la conciencia debe ser informada y
educada, a lo largo de toda la vida, a la luz de la Palabra de Dios, pero también llevando
diligente atención a la doctrina sagrada y cierta de la Iglesia. Pues por voluntad de Dios
la Iglesia es maestra de la verdad.
* * *
* * *
Tengamos un corazón grande, generoso, lleno de bondad bien dispuesto para los
demás; todo el bien que hacemos a los otros, indirectamente nos lo hacemos a nosotros
mismos. Y haciéndolos felices aseguramos nuestra felicidad.
* * *
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No encuentro nada tan digno de compasión como esas pobres gentes del mundo.
Tienen sobre sus espaldas una capa forrada de espinas y no pueden hacer ningún
movimiento sin pincharse, mientras que los cristianos que trabajan por salvar el alma y
por conservarla en estado de gracia, siempre están contentos y son felices, gozan por
anticipado la felicidad del Cielo, y serán felices toda la eternidad (Santo Cura de Ars).
* * *
Ama la virtud para poder vivir siempre alegre. Ama la piedad porque es el
atractivo que conduce a Dios. Ama al trabajo y la oración, porque son los guardianes de
la virtud. Ama la pureza, porque ella hace que sirvamos a Dios con alegría.
¡Bienaventurados los limpios de corazón!
* * *
Para encontrar la alegría haz en paz y cuidadosamente lo que Dios te manda por
las circunstancias, por tu trabajo. Sé paciente para aceptar sin murmuración negativa
una contrariedad repentina, una dificultad imprevista, un desorden que molesta, un
fracaso que entristece, una humillación inesperada.
* * *
* * *
Vuestra casa, igual que vuestra alma y vuestro corazón, debe ser hospitalaria,
debe irradiar una atmósfera de dulce paz, hasta el punto de que todos cuantos la visiten
puedan decir... ¡Qué bien se está aquí!
* * *
¡Dichoso el que, por la noche, a la hora en que poco a poco se apagan los ruidos
de la jornada, se siente como envuelto y penetrado de la paz que da el deber cumplido y
de ese algo divino que hace pensar en la sonrisa paternal de Dios!
* * *
¡Dichoso el que sabe agradecer a Dios los goces que de Él ha recibido: goces
del trabajo, goces de la amistad, goces de los sacrificios, goces del bien que ha
procurado hacer, goces de los consejos que ha dado y ha puesto por obra!
* * *
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Procuremos hacer la vida más alegre a los demás: así seremos cristianos de
verdad y nuestro cristianismo atraerá a muchos hacia Dios.
* * *
* * *
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* * *
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* * *
* * *
No deseéis jamás las distinciones, los honores, la gloria humana... Rara vez la
felicidad los acompaña.
* * *
* * *
* * *
Nuestros días están llenos de contrariedades; ya nos vienen de las personas poco
caritativas, que todo lo enredan y nos atormentan desbaratando nuestros planes y
haciendo fracasar nuestras empresas; ya también de accidentes que nos sobrevienen
causándonos amargas desdichas. Este mal universal que tiende a arrebatarnos la paz del
alma tiene una solución eficacísima: ver a Dios en todo lo que nos sucede, cuando
loemos puesto en todo lo que hacemos. Este abandono confiado en la divina
Providencia hará que al ver a Dios en todo lo que nos sucede, aceptemos como venido
de su mano, todo lo que nos sucede, menos el pecado, y después de haber puesto de
nuestra parte todo lo posible por solucionar, impedir o evitar aquello que nos molesta,
nos hiere, nos atormenta.
* * *
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desgraciados, porque la mala disposición de nuestra alma será para nosotros un
manantial perpetuo de turbaciones y sufrimientos. Por tanto, es necesario trabajar con
energía para renovar nuestro carácter y corregir aquel defecto que hace nuestra
desgracia y la de nuestro prójimo, si queremos poseer la paz del alma.
* * *
* * *
La alegría que no es otra cosa que la paz del alma, nos es necesaria para el
apostolado. Cuando damos impresión de que estamos contentos, de que queremos
favorecer a todos cuantos nos rodean, hacemos amables la virtud. ¡Cuánto vale una
sonrisa, no como mero ademán humano, sino por motivos sobrenaturales!
* * *
* * *
* * *
El ser humano aspira a ser dichoso, a serlo cada vez más. Esta necesidad no
estaría grabada tan profundamente en nuestra naturaleza si no pudiéramos satisfacerla.
Dios, al crearnos dotados de inteligencia, de consciencia y de libertad, ha querido que
fuésemos con Él los autores de la felicidad a la que tiene destinada a nuestra especie.
Con él, y, por consiguiente, sin apartarnos de su plan. Conformémonos a su voluntad y
contribuiremos a terminar su creación, daremos su perfección a nuestra naturaleza, su
pleno desarrollo a nuestra vida, y a la tierra su belleza: cosas todas ellas que son otros
tantos elementos de nuestra felicidad. Por el contrario, si el hombre no respeta el orden
establecido por Dios, sino que rompe la armonía de su plan, provoca desórdenes que
arrastran tras de sí su propio sufrimiento, detiene su desarrollo, contraría sus progresos e
incluso llega a no saber ya donde está su bien. Tal fue la lamentable historia del hombre
pecador. Dios, sin embargo, no nos dejó a la deriva. Su Hijo se convirtió en uno de
nosotros para reparar nuestros errores. Extraviados por unos inextricables senderos,
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nosotros habíamos perdido el camino de nuestro destino bienaventurado. Las
bienaventuranzas del Evangelio nos harán encontrar, bajo la arena movediza de las
alegrías intermitentes y de los placeres engañosos, el camino de nuestra verdadera
felicidad. Y, no obstante, nos reservan algunas sorpresas. Todos los reformadores que
prometen a los hombres una mejoría de su suerte la hacen depender de subversiones
políticas o de transformaciones sociales. Destruirán para mejor reconstruir, tras de lo
cual el mundo será más dichoso, dicen... Jesús procede exactamente a la inversa. Sus
discípulos no serán dichosos... más tarde: lo son desde ahora mismo. "Bienaventurados
sois – dijo – vosotros los pobres, los limpios de corazón, los misericordiosos". Ninguno
de ellos tiene que esperar su felicidad del cambio de las instituciones, sino que en la
medida en que los hombres se den cuenta de que la felicidad va unida a la práctica de
los preceptos evangélicos y se reformen a sí mismos, su conducta moral, al mejorarse,
perfeccionará las instituciones. Jesús no es un charlatán, no hace promesas a en el aire.
No vacila en disipar las ilusiones de sus contemporáneos, que veían el reino mesiánico
bajo los colores de un segundo paraíso terrenal. Sobre la tierra se derramarán lágrimas
durante tanto tiempo como siga azotándola el pecado; y el Salvador no teme afirmar:
"¡Bienaventurados los que lloráis ahora!" – Entonces – cabe pensar - ¿nada ha
cambiado? – No lo creáis; atravesad más bien la corteza de esa primera paradoja y
admiraréis la verdad que expresa. El Maestro nos enseña que la felicidad del hombre no
depende de lo que posee, de lo que tiene, sino de lo que es. Así como esta dicha no está
condicionada por los bienes exteriores accidentales (fortuna, salud y satisfacciones de
la existencia), tampoco lo está por la actitud ajena para con nosotros. No está
subordinada al curso que toman los acontecimientos, sino a la manera como
reaccionamos frente a ellos. La felicidad depende de nosotros; su fuente reside en
nosotros. Si vivimos como discípulos de Cristo, poseemos dentro de nosotros mismos
los medios de ser dichosos.
* * *
* * *
La esperanza de la felicidad del más allá, lejos de oponerse a la dicha actual del
cristiano, se la garantiza con mayor seguridad.
* * *
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* * *
¿No observáis una coincidencia entre la suma de las desgracias que contristan
nuestra época y el indiscutible relajamiento de la moralidad? ¿Y no escasea más la
virtud desde que ha disminuido la esperanza del Cielo y el temor del Infierno?... Sin
embargo, el desarrollo de la técnica debería aumentar la felicidad sobre la tierra... De su
persecución de la conquista del Universo saca el hombre nuevas energías y nuevas
riquezas que, gracias al maquinismo, a la informática, al desarrollo técnico, deberán
proporcionar a todos los individuos una más amplia holgura y las posibilidades de una
cultura intelectual más extendida. Además, la técnica ha abolido prácticamente las
distancias entre los continentes y ha facilitado los medios de comunicación entre los
habitantes del planeta, los cuales son desde ahora más conscientes de su solidaridad y,
por tanto más capaces de establecer entre sí unas relaciones pacíficas. Pero este
maravilloso auge de la ciencia actúa hoy en contra del progreso humano. Los hombres
están agobiados por sus invenciones; en unos sitios las máquinas acumulan productos
que no se consumen; en otros, aumenta el número de los parados que carecen de pan.
Los estados dilapidan las riquezas del subsuelo y el genio de los inventores para
alimentar unas guerras gigantescas que sumergen en la desnudez a regiones enteras.
¿Acusaremos a la ciencia de tan lamentables resultados? Ciertamente que no. Los
descubrimientos del espíritu humano se realizan conforme al plan de Dios. No nos
quejemos de que haya demasiados sabios: nuestra desdicha viene de que no hay
bastantes santos, de que la conciencia no ha progresado al mismo ritmo que la ciencia.
Este es indiferente al bien y al mal, los cuales no son de su dominio. Mediante su
prudencia y su virtud, el hombre pone al servicio del bien los inventos científicos; pero
si los utiliza para satisfacer sus vicios, esos mismos inventos precipitan su ruina. El
progreso moral del hombre debe alcanzar cuanto antes su evolución intelectual y seguir
caminando así emparejado con el desarrollo de la técnica. No se puede detener a la
ciencia. Sería estéril reclamar el cierre de los laboratorios, como si nuestra salvaguardia
dependiese de la Humanidad menos sabia; pero tampoco hay que detener los progresos
de la conciencia, minimizando sus exigencias ni el auge de la virtud, deificando
nuestros instintos; ni despreciar la fe en Dios cuya autoridad amante ayuda al creyente a
cumplir todos sus deberes. Nuestro mundo necesita de santidad, necesita de hombres
que tomen de verdad el Evangelio como regla de vida.
* * *
El Evangelio rompe con el prejuicio que asocia la felicidad del hombre con la
posesión de bienes exteriores y nos enseña a crear por nosotros mismos nuestra
felicidad. Todos esos bienes que hemos adquirido podemos perderlos: no nos
pertenecen, no forman parte de nosotros. Por el contrario, la ciencia de un hombre, su
destreza profesional, su valor moral, su poder creador, más aun, su dignidad humana y
su condición de hijo de Dios, forman parte de su mismo ser y nadie podrá quitárselos.
Esas calidades interiores, personales, constituyen su verdadera riqueza. Lo que hace rico
a un hombre no es lo que tiene, lo que posee, sino lo que es y lo que hace, tanto de sí
mismo cuanto en favor de los demás. Sin embargo, el cristiano, igual que cualquier otro,
no puede prescindir de los bienes que la tierra le ofrece. Como vive en sociedad tiene
que cambiarlos con otros para lo cual ha de recurrir a la moneda y manejar el dinero.
Necesita de esos bienes exteriores para su vida individual y familiar, tanto para
aumentar su valor como para extender su actividad y mejorar su acción. Y con el fin de
mantenerse independiente de las riquezas que le son necesarias, el cristiano puede
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también apropiárselas y debe servirse de ellas en la medida en que son útiles para su
vida, sirven a su perfeccionamiento y le permiten cumplir con su tarea social y con su
vocación divina. Por otra parte, cuando Jesús y los Doce recorrían los caminos de
Palestina predicando la Buena Nueva de la salvación de la Humanidad, estaban
sometidos a la ley general: no se alimentaban milagrosamente. Su bolsa común era
alimentada por el dinero de los discípulos, que también les ofrecían su hospitalidad.
Como se ve, la doctrina del Evangelio no se mueven en regiones de utopía: cuenta con
las realidades diarias, pero garantiza la verdadera riqueza del cristiano, obligándole a
subordinar los bienes exteriores a la doble dignidad de su persona y de su vida.
* * *
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la medida de lo posible y fracasar; pero no sabe deducir las lecciones de su fracaso, y o
bien se obstina en sus proyectos y acelera su ruina, o bien sucumbe a la desesperación.
"El que se ensalza será humillado.” Comparad con esta ceguera del orgulloso la
clarividencia del humilde. Este no es juguete de sus sueños, sino que se apoya sobre la
realidad. En lugar de sobrevalorarse, calcula exactamente aquello de lo que se estima
capaz y se compromete con prudencia. Se toma todo el tiempo preciso y sigue derecho
su camino. Los primeros fracasos no le extrañan: se limita a averiguar si sus causas
provienen de sí mismo y en tal caso procurar ponerles remedio. No se preocupa del
efecto que produce: ni le engríen las felicitaciones, ni le desalientan las críticas. "No
eres más santo si te alabaren, ni más vil si te desprecian, lo que eres, eso eres"...
¿Objetaréis que ese hombre, desprovisto de ambición, no irá muy lejos ni muy alto?
Será porque confundís la humildad cristiana con la timidez y con la pusilanimidad, que
son los frutos de un orgullo reconcentrado. El humilde del Evangelio se ve tal como es:
tiene un sentido agudo de sus deficiencias, pero también posee una conciencia
igualmente clara de sus cualidades. Y como tiene confianza en que Dios ha de ayudarle
a realizar las tareas que le asigne, es capaz de tener toda la osadía que haga falta para
llegar a ser lo que deba o para triunfar en lo que tenga que hacer. Cabe hablar así, sin
jugar con las palabras, del orgullo de los cristianos más humildes. Sí, están orgullosos
de los dones que han recibido de Dios, se enorgullecen de los padres o de los maestros
que han desarrollado en ellos tales dones y no dejan extinguirse este patrimonio. Saben
también todo el valor de su redención. Por contraposición al orgullo que se cree superior
a los demás, y que, cegado por esta preferencia, se aparta de ellos o pretende utilizarlos
en su provecho, el humilde es naturalmente fraternal, y siempre actúa así porque se
mueve en contemplación de la verdad. Se esfuerza en mirar a sus semejantes tal y como
Dios los ve. Sin detenerse en sus defectos, descubre sus cualidades, admira sus talentos
y se regocija con sus éxitos. Obrando así se mejora a sí mismo, pues se dedica a imitar
sus virtudes y confía en aquellos cuyos méritos alaba. No ignora, sin embargo, las
superioridades que pueda tener sobre otros pero se le presentan primero como otras
tantas responsabilidades que le obligan a poner su caudal, su saber, y su poder al
servicio de sus hermanos. "El que entre vosotros quiera llegar a ser grande - decía Jesús
– sea vuestro servidor, y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo".
El Salvador velará porque esta ley del reino de Dios sea rigurosamente observada.
Intencionadamente, en vez de asociar a su obra a los magistrados, a los doctores, a los
potentados de Israel, eligió como auxiliares suyos a los pescadores del lago, a lo
aldeanos, a los recaudadores del fisco. Sin embargo, temió que el honor de que había
investido a estos humildes de la tierra y su misión les hiciera sucumbir a las tentaciones
del orgullo. Y cada vez que observaba en ellos un comienzo de ambición, no vaciló en
volverlos a la humildad, burlándose de ellos, o en términos más severos. Y para grabar
su voluntad en su memoria, la víspera de su muerte se empeñó en cumplir para con ellos
un cometido que estaba encomendado a los esclavos. Antes de la última cena que tomó
con sus apóstoles, les lavó los pies a todos ellos. Él, Maestro y Señor, cumplió así las
funciones de siervo, para que sus discípulos no olvidasen nunca que, conforme a su
ejemplo, no estaban hechos para ser servidos, sino para servir.
* * *
* * *
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Mientras no hagas todo cuanto dependa de ti, Dios no hará cuanto dependa de Él.
* * *
* * *
Los mansos del Evangelio no son los blandos ni los amorfos. La mansedumbre
evangélica implica firmeza de carácter. No se trata de un determinado temperamento, de
una disposición natural hecha de indiferencia o de apatía, como tampoco de la
costumbre de capitular ante los razonamientos o las pretensiones ajenas para evitar
incidentes. La mansedumbre es una virtud, y, por tanto, es un acto de fortaleza. No nos
equivoquemos sobre su exterioridad tranquilidad y a veces sonriente, pues no se
adquiere más que por la severidad para consigo mismo. En un mundo en el que la
fuerza tiene la última palabra, el Evangelio no anuncia ingenuamente la supremacía de
la debilidad, pero nos enseña en dónde reside la fuerza. La fuerza segura de sí misma no
tiene que mostrarse brutal: esa fuerza, intransigente, y serena, que acaba por triunfar
sobre todas las violencias es el dominio de sí mismo. Pues así como los pobres, según el
Evangelio, son los verdaderos ricos, los mansos son los verdaderos fuertes. Son
demasiadas las mentes que pasan junto al Cristianismo sin sospechar que es una escuela
de energía. Sin embargo, Jesús que jamás hizo su propio elogio, consideró oportuno
decir a aquéllos a quienes invitaba a recibir sus lecciones: "Yo soy manso y humilde".
Tal vez hizo esta confidencia porque las virtudes de humildad y de mansedumbre se
cotizan poco en la bolsa de los valores humanos. Pero mirad de cerca la mansedumbre
de Jesús. Paciente con respecto a la lentitud mental de sus discípulos, acogedor de todas
las miserias, no vacila en apalear a los vendedores que profanan la santidad del templo,
ni en estigmatizar cara a cara a los potentados que oprimen a los humildes. En las
trágicas horas de su Pasión, el beso de Judas no le inspira más que piedad para el crimen
del traidor; pero luego le oímos declarar altivamente al gobernador, que con una sola
palabra puede condenarlo o arrancarlo de la muerte: "No tendrías ningún poder sobre
Mí, si no te hubiera sido dado de lo alto". La mansedumbre y la humildad, que es
inseparable, son los indicios menos engañosos de la fortaleza de carácter y de la
posesión del propio ser: son la condición de la acción reflexiva, ardiente, perseverante.
Bienaventurados los mansos, porque ellos saben dominarse; su dominio de sí mismos
les valdrá el dominio del mundo. Apreciaremos mejor la victoria personal que procura la
mansedumbre por oposición a las estériles violencias de la cólera, con tal de que
concretemos que la cólera no es mala en sí misma. Existe una cólera legítima, que
cabría llamar más exactamente indignación, como hay una mansedumbre censurable: la
que sirve de pabellón a la cobardía. Cuando está en juego la verdad o somos testigos de
una injusticia, el deber no consiente en escabullirse y en guardar silencio: en semejante
caso la mansedumbre no es más que una ficción, mientras que la indignación
espontánea es una virtud. Constituye, en cambio, una falta, la cólera que estalla sin
motivo razonable o cuyas manifestaciones son desmesuradas. Puede presumirse
legítima su causa, desde el momento en que nosotros no defendemos nuestros intereses
ni nuestras opiniones personales; pero es francamente un mal cuando la promueve el
egoísmo y la mantiene el orgullo. Por injusta y excesiva, es precisamente lo contrario
de la mansedumbre. Es demasiado evidente que los arrebatos de cólera, lejos de ser una
demostración de fuerza, son simplemente signos de debilidad. La rabieta del niño
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pequeño que no obtiene lo que desea, o las frenéticas impaciencias del viejo que no
soporta sus achaques, son otras tantas confesiones de debilidad. Pero un adulto es débil
si basta una contradicción, incluso cortés, una reflexión inofensiva, mal interpretada o
simplemente un ligero accidente, para hacerle perder el dominio de sí mismo. Los
desaguisados de la cólera son incontables. Los accesos de malhumor entre los esposos
destruyen su mutua confianza y los condena a vivir constantemente alerta. La
irascibilidad no es menos perjudicial para la autoridad de los padres: el niño comprueba
muy pronto que sitúa en plano de inferioridad a sus educadores cuando los priva de su
sangre fría, a menos que, para evitar los altercados, no se decida a disimular. El cristiano
irascible no encuentra refugio en la oración pues en ella no hace más que rumiar sus
agravios. Dios no deja que nos acerquemos a Él mientras conservemos dentro de
nosotros un sentimiento antifraternal: no volveremos a encontrarlo más que cuando
hayamos desautorizado nuestra dureza o perdonado la injuria recibida. La sabiduría de
los mansos consiste en empezar por donde se ven obligados a concluir los violentos.
Como la humildad, el imperio sobre uno mismo es fácil desde el momento en que nos
ponemos en presencia de Dios. Delante de él las contrariedades que íbamos a agrandar
recuperan sus ínfimas proporciones; nos tomamos tiempo en lugar de reaccionar
bruscamente; nos concedemos el plazo necesario para ver venir la tempestad y a
menudo para encontrar también los medios para desviarla. El propio dominio nos
contiene de hablar demasiado pronto, de soltar las palabras que hiere al adversario en su
punto neurálgico, esa palabra que no debiera de haberse dicho y que nunca será
olvidada ya; nos permite esperar el momento propicio para poder hacer una observación
más matizada y, a veces, para callarnos por completo. Aunque, etimológicamente, la
mansedumbre implica un estado de disponibilidad y cierta ductilidad, la mansedumbre
evangélica no obliga a que renunciemos ante un contradictor a las ideas que creamos
verdaderas; pero como nos mantiene dueños de nosotros mismos, nos permite servir con
más fidelidad a la virtud que tenemos el deber de defender. No la deformamos así con
extremismos de lenguaje, sino que la ajustamos a lo que pueda haber de verdadero en
las opiniones ajenas, y de este modo las discusiones no degeneren en disputas. Aunque
tengamos razón mil veces, la cólera debilita inmediatamente nuestros argumentos más
sólidos; por el contrario, la calma, aliada a la bondad, proporciona a nuestras
afirmaciones un prejuicio favorable. El dominio de sí mismo es el arma de los fuertes.
Por lo demás, los mansos repugnan esas maneras dulzarronas, que no son más que la
malicia solapada. Se muestran intratables en cuanto sus convicciones o su conciencia lo
exigen; pero tampoco transigen en materia de caridad. Su victoria consiste en dominarse
lo suficiente como para defenderse sin vengarse, para no responder al mal con el mal,
para triunfar del mal por el bien.
¡Los mansos poseerán la tierra! Las perspectivas del Evangelio no concluyen
con el corto paso del hombre por esta vida. La tierra que la segunda bienaventuranza
promete a los mansos es seguramente la tierra nueva, anunciada por Isaías y que la
segunda Epístola de San Pedro nos hace esperar para después del advenimiento glorioso
de Jesucristo, en el final de los tiempos. Los pobres, los humildes, los mansos, tendrán
su puesto en ese Universo transfigurado en que tiene su morada la justicia. Sin embargo,
antes de ese definitivo vencimiento, todas las bienaventuranzas reciben un principio de
realización durante la fase presente del reino de Dios. Desde este punto de vista, esa
tierra que ha de ser poseída por los mansos designa a nuestro planeta, sobre el cual
recibió Cristo todo poder y que asigna como campo de acción a sus discípulos: Id por
todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. Vosotros daréis testimonio de Mí
hasta los confines de la tierra. Tenemos, pues, que conquistar para Él toda la tierra.
Ahora bien, para esta conquista espiritual, y frente a la resistencia que han de levantarse
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contra el Evangelio, Jesús no nos autoriza otras armas que la fe, el amor y el sacrificio
de un modo general, aunque muy esporádicamente empleemos la violencia en causa
justa y cuando no haya más remedio (Jesús la empleó en el templo al echar a los
cambistas) y sólo, repetimos, en un caso de estricta justicia. Por la misma firmeza de
nuestras convicciones, no debemos experimentar temor ni desconfianza con respecto a
quienes no las comparten. La mansedumbre evangélica, que es, ante todo el dominio de
nuestro propio ser, nos hará comprensivos y respetuosos con las posiciones intelectuales
que difieran de las nuestras. Dejemos hablar a los que nos preguntan sobre nuestras
creencias; cuando expresen sus opiniones, esforcémonos por entrar en su pensamiento.
Con bastante frecuencia su error no es más que una verdad incompleta, y más que
refutarlos, en determinadas ocasiones, lo que tendremos que hacer es instruirlos. No
demos a nuestro interlocutor la sensación de que queremos triunfar de él: lo que
defendemos no es nuestra verdad, sino la Doctrina Cristiana. Nosotros no la hemos
inventado y ningún mérito tenemos de poseerla. Más que lo que digamos, lo que hará
que el Cristianismo sea amado será lo que seamos: protejamos así la irradiación de
nuestra caridad, arma muchísimo más eficaz que las más hábiles discusiones.
* * *
Cristo nos engrandece porque siempre será más grande que nosotros: con un
ideal exclusivamente nuestro, nosotros seguiremos siempre siendo enanos. Quien se
abandona a la mediocridad, desciende fatalmente más bajo de lo que había previsto,
siempre nos quedamos por debajo de lo bueno que habíamos resuelto alcanzar, de ahí
que tengamos necesariamente que apuntar más alto. La carencia de santos es debida a la
carencia de altos ideales, de altas metas en las vidas de los hombres. La magnanimidad
se caracteriza por la generosidad de los sentimientos, pase lo que pase luego con
nuestras realizaciones. La magnanimidad reside en la voluntad, la cual no está exenta de
fracasos. Por lo demás, antes de que por la calidad de nuestros actos, Dios nos juzga por
la intención que los inspira; a sus ojos nuestro amor vale más que nuestros dones. Pero
aunque muchas veces nuestros deseos resulten impotentes, Jesucristo sabe también
darles satisfacción; y se encarga así de hartar a los que tienen hambre y sed de
parecérsele. No nos equivoquemos, esta necesidad de grandeza no viene de nosotros,
sino que es Él quien la aviva en nosotros como una condición de lo alto para lo cual nos
ha hecho Él nacer. Hojead el Evangelio, Jesús nos recomienda que tomemos el alimento
del cual se nutrirá Él mismo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y
acabar su obra". Nos suplica que creamos en Él: "Yo soy el Pan de vida: el que viene a
Mí no tendrá jamás hambre, el que cree en Mí jamás tendrá sed". Y aquella
exhortación."¡Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba", el Salvador no la murmura al
oído de algunos privilegiados, sino que la dirige a toda una multitud, lo cual vale
también la pena de ser subrayado. Los hombres y mujeres que Jesús llama a la grandeza
no son seres excepcionalmente dotados y excluidos de las debilidades de la naturaleza
humana. No os alarméis, pues, porque experimentéis ciertas tendencias al mal que
todavía no hayáis exigido. Él las extinguirá, si vosotros lo queréis.
* * *
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ver más fraternidad entre los hombres. Esta sed sólo Jesús puede calmarla. "Si alguno
tiene sed venga a Mí", lo que pide que hagamos es dar el primer paso y después de eso,
Él nos dará a beber las aguas de vida eterna. Que se arrodille cerca de Dios, como el
viajero sediento se inclina sobre el agua clara del arroyo que le refresca ¡Que se
alimente de su palabra, que se sumerja en su espíritu! El dinero, la ambición, los
placeres, las diversiones, no sacian la profunda necesidad de llegar a la grandeza para la
cual hemos sido creados. Pero venid a Aquél que espera vuestra visita solitaria junto al
pozo, en donde le dijo antaño a una pecadora de Samaria: "El que bebe del agua que Yo
le diere no tendrá jamás sed; porque el agua que Yo le dé se hará en él una fuente, que
salte hasta la vida eterna". Dios nos ha probado su amor por el hecho de habernos dado
a su Hijo. En Jesucristo, Dios se ha unido a toda la Humanidad; por Él la comunidad
humana ha vuelto a ser una familia todos cuyos miembros son realmente hermanos. El
hecho de la Encarnación ha establecido una relación fundamental entre estos tres
términos: Dios, el prójimo y yo; y ya no nos está permitido aislar a uno cualquiera de
ellos de los otros. Pretender aproximarnos a Dios haciendo abstracción del prójimo es
una ilusión. Entre Dios y yo están todos los hombres, sus otros hijos. La fidelidad que
yo le prometo, se la probaré por la adhesión que sienta hacia el prójimo. Y si por acaso
llego a violar el derecho ajeno, nuestro Padre común se da por ofendido. "El jornal de
los obreros que han segado vuestros campos, defraudado por vosotros – escribe
Santiago – clama y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor". Más
aún, aunque no haya perjudicado positivamente a otro, si, pudiendo haberlo hecho, yo
no he remediado una desdicha del último de mis hermanos, en el día del Juicio, Cristo
considerará mi indiferencia como una afrenta infligida a Él mismo. Cometeríamos un
error no menos grande si quisiéramos apartar a Dios de las relaciones entre el prójimo y
yo. Dios en quien nosotros somos hermanos, es el Único que puede imponernos como
ley el que salgamos de nuestro egoísmo instinto para llegar a un sendero de altruismo.
* * *
Los Santos logran amar a todo el mundo más que a sí mismo por el hecho de que
aman a Dios más que a todo.
* * *
* * *
Para llegar a decir con toda sinceridad y verdad "no puedo", hay que agotar
primero todos los medios, y haber echado mano antes, de todos los resortes y
posibilidades que estaban a nuestro alcance. De tal modo, que ese "no puedo" reciba una
115
digna justificación de parte de Dios. De otra forma, esos constantes "no puedo" son
nulos.
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* * *
¡Cuántas veces han sufrido las almas avería en su vida espiritual por irles las
cosas demasiado bien!...Y ha tenido que venir la sacudida del dolor para, en santa
reacción, hacerles salir de esa modorra de gozo que hubiera acabado en un fin muy poco
santificador.
* * *
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* * *
* * *
* * *
La santidad no está en hacer actos externos, sino en el amor interno del acto externo.
* * *
Que no es ser apóstol trabajar mucho, sino orar también mucho, apostolado sin
oración pronto se extinguirá...
* * *
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La santidad no consiste en hacer mucho, sino en amar mucho.
* * *
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* * *
Rectitud de conciencia:
Cumplir con el deber a todo trance, aún cuando no vigilen.
Saber guardar un secreto.
No vender ni traicionar a nadie.
Hacer y decir en cada ocasión lo que haya de hacerse y decirse.
No importar absolutamente nada las alabanzas o los desprecios de los demás
cuando hay que obrar.
No doblegarse ante la vileza del respeto humano.
Sinceridad, lealtad a toda prueba. Franqueza. Hablar siempre con ojos
iluminados por la verdad, odiando cuanto huela a doblez, a fingimiento y, y esto en su
mínimo detalle.
* * *
Voluntad enérgica:
Que no existan fuerzas, por grandes que sean, que nos aparten del lado recto de
las cosas. Nada que nos desvíe del cumplimiento de un deber.
Voluntad decidida, tenaz, firme, que siga imperturbable incluso por el borde
mismo del precipicio sin dar un traspié; sin importar lo que otros hagan o dejen de
hacer; lo que otros digan o dejen de decir. Voluntad de acero...
* * *
117
Buscar el modo de hace felices alas personas que viven a nuestro lado.
Ser complacientes. No cansarse de hacer el bien.
Respetar el modo de ser de los demás, no sacando sus defectos.
No mortificar con respuestas duras, aunque haya de contrariarse.
Doblegarse con facilidad al gusto ajeno, sin faltar por ello a nuestros deberes.
Acostumbrarse a dejar caer una gota de caridad hasta en lo más desagradable
como es una reprensión.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Hay que actuar con sentido de justicia y rectitud. Hay que obrar con verdad, con
sencillez, hay que saber guardar un secreto. Hay que cumplir una palabra que se dio, y
esto aunque exija sacrificios. Hay que respetar a los demás, aunque no vayan por
nuestros caminos...
* * *
Yo soy una criatura única en el Universo. Dios utilizó en mí un molde que jamás
había utilizado hasta entonces. Y, tras mi creación, rompió ese molde para no volverlo a
usar más... Yo soy la primera persona de la Creación que poseo todas esas facciones
morales, físicas y espirituales que me hacen ser yo. Borrador de mi vida escrito con mi
personalidad, con mis cinco o con mis dos talentos; con mi habilidad o con mi
inutilidad; con todo lo que mi ser... Leyenda dorada de cada alma... Cartas de destinos
eternos, conservadas en el archivo de la Creación...
* * *
118
El Señor no mira la obra, sino el amor con que se hace. (Santa Teresa de Jesús)
* * *
* * *
Cristo exige no sólo las obras, sino también las formas, los modos. La forma de
orar, la forma de hablar, la forma de sufrir, la forma de trabajar, la forma de callar.
* * *
* * *
Si los hombres nos acostumbrásemos a sonreír con más frecuencia y a ser más
sencillos, la Humanidad sería más buena y más feliz.
* * *
Hacen falta ojos que sepan de todos los giros: bajarse hasta la tierra, elevarse
hasta el Cielo y mirar frente a frente a los hombres...
* * *
Todos los santos han sido hombres y mujeres de circunstancias difíciles. Uno se
santificó en medio de su comunidad relajado; otro bajo las piedras de constantes
fracasos en su vida de apóstol; aquél entre el oleaje de una corte impura; ese, teniendo
que trepar por las peñas de situaciones insostenibles. La mayoría de ellos pasaron así
una muy gran parte de su vida. Y no solo no les impidió su plena santificación, sino
que todos esos puñados de "dolor difícil", les aceleró la marcha hacia Dios. El alma se
va así moldeando bajo el buril del Espíritu Santo, que lo ha sometido a su acción. Se va
simplificando; se va elevando, elevando...; se va tornando blanca y diáfana, con
claridades de divinidad. Antes era una casa desportillada, rota, entrastada. Ahora es un
Alcázar de vida espiritual, donde no se oyen rumores extraños, sino que se percibe un
manso y apacible ambiente de divinización.
* * *
* * *
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El carácter es la marca distintiva por la cual se le reconoce a una persona su
manera de ser: su carácter es amable o irascible, alegre o triste. Y como cada uno
de nosotros poseemos nuestra respectiva fisonomía moral, podemos decir
ciertamente que todos los hombres tienen un carácter particular. Pero todo el
mundo no es un carácter. En esta locución "ser un carácter" o "tener carácter", la
palabra reviste una nueva significación. Indica aquí la fuerza del alma que
capacita a un ser humano para decidirse a gobernarse por sí mismo, gracias sin
duda al dominio de sí, pero también y sobre todo porque demuestra ser
independiente de las influencias exteriores. Desde este punto de vista, un
individuo sin carácter es como una blanda cera que el primer recién llegado la
moldea a su gusto, mientras que el hombre de carácter imprime su sello personal
sobre todo lo que toca. Ya obre o ya sufra, ya actúe o ya resiste, sigue siendo lo
que quiere ser. Un hombre de carácter es evidentemente un hombre de conciencia;
por el contrario, puede suceder que alguien, sin querer infringir directamente las
indicaciones de su conciencia, sin embargo, difiera, tergiverse o se abstenga de
obrar. Su conciencia es recta, tal vez delicada, pero carece de carácter. Trata
generalmente de justificar sus vacilaciones o sus abstenciones, que él conceptúa
como de simple táctica. Los doce apóstoles partieron a la conquista de un mundo
pagano, brutal e injusto. Implantaron en él el Evangelio porque, sin provocar a
nadie, tampoco capitulaban ante nadie. Esta misma integridad de carácter debe
encontrarse en todos los discípulos de Cristo. Choca con lo que hoy se llama
conformismo, para calificar así la costumbre de regular la propia conducta sobre
las ideas o los ejemplos de la mayoría. Este defecto ha existido siempre, sólo que
es más sensible en nuestra época, que ha desarrollado el espíritu rebañero
simultáneamente con los medios de publicidad. En nuestros días se difunden las
opiniones y se imponen las costumbres del mismo modo que un producto
alimenticio o una marca de jabón. Todo se fabrica en serie. No es sólo que todos
los habitantes del planeta tiendan a componerse la misma silueta con un vestido
de idéntico corte, sino que la uniformidad es también de rigor en el campo del
pensamiento. Los cerebros están vaciados en unos cuantos moldes para uso de las
diferentes colectividades que agrupan a nuestros contemporáneos Las
afirmaciones sonoramente repetidas ocupan el lugar de pruebas para determinar
las verdades; por otra parte la fatuidad ha ocupado el puesto de la reflexión. En
este "aislamiento" universal, cada unidad piensa lo que piensa su grupo, repite lo
que oye decir, hace lo que hacen los demás. Se concibe fácilmente que haga falta
una singular audacia para liberarse de las ideas prefabricadas, para apartarse de
los caminos trillados, lo cual depende, de la simiesca o imitadora naturaleza
humana de cada uno en particular, según su mayor o menor carácter y
personalidad. San Pablo exhortaba a los cristianos de Roma a que no se
conformaran con las máximas y con los usos de un mundo efímero y cambiante,
sino que se transformaran bajo la acción renovadora del Espíritu Santo. Lo cual
requiere, no lo neguemos, una real valentía.
En ciertas ocasiones, nos podemos preguntar, ¿no tenemos que vivir con nuestro
propio tiempo, con sus usos y costumbres? Ciertamente, e incluso conviene utilizar de
él lo que tiene de bueno; pero en cuanto a sus errores, el cristiano tiene justamente como
misión la de iluminar a los hombres de su tiempo. "Pero, en interés mismo de la
Religión, ¿no deben los cristianos atestiguar cierta amplitud de ideas?" Las ideas no son
amplias, ni estrechas: son justas o falsas. Tengamos el corazón amplio, sí: acojamos a
todas las buenas voluntades; seamos compresivos para todas las sinceridades; pero
tengamos presente que una amplitud de espíritu que equivaliera a disfrazarnos o a
120
renegar de nuestras convicciones, lejos de favorecer la verdad religiosa la
desnaturalizaría, no le conquistaríamos un fiel más al reino de Dios, y únicamente
lograríamos perder nuestra dignidad. La verdadera libertad no consiste en satisfacer
nuestros caprichos, sino en mantenernos en la dependencia de las leyes divinas para
independizarnos de nuestras pasiones y también de la tiranía de las opiniones y de los
favores ajenos.
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* * *
Si todos los problemas humanos tienen solución desde Dios, también lo tendrá el
pavoroso problema social. Nadie pondrá en duda, está suficientemente demostrado a
través de la Historia, que ni este problema ni ninguno se ha resuelto sin referencia a
Dios. Los remedios que se arbitraron, agravaron los problemas. Lo que se aplicó como
medicina, resultó veneno mortal. Sólo los santos encontraron solución a sus problemas.
La fe todo lo ilumina… es la verdad. Es el camino siempre acertado que lleva a la
felicidad, que es la meta de todo caminar. Y cuando por misión recibida de Dios lo han
de comunicar a los demás, aciertan.
* * *
El hombre que tiene paz en su corazón la sabe comunicar casi sin proponérselo,
y en él buscan apoyo y serenidad los demás: es una gran ayuda en el apostolado. Los
cristianos hemos de difundir la paz interior de nuestro corazón allí donde nos
encontremos. Por el contrario, el amargado, el inquieto y el pesimista, que carecen de
paz en su corazón, destruyen lo que encuentran a su paso.
* * *
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abismo de misericordia que se extiende de generación en generación, según profetizó
nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
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Así es todo apostolado: olvido de sí mismo y preocupación sincera por los demás.
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relacionada con la humildad, no se opone una cólera santa ante la injusticia. No es
mansedumbre lo que sirve de pabellón a la cobardía.
La ira es justa y santa cuando se guardan los derechos de los demás; de modo
especial, la soberanía y la santidad de Dios. Vemos a Jesús santamente airado frente a
los fariseos y los mercaderes del Templo. Encuentra el Señor el Templo convertido en
una cueva de ladrones, en un lugar falto de respeto, dedicado a otras cosas que nada
tenían que ver con la adoración a Dios. El Señor se enfada terriblemente, y lo demuestra
con sus palabras y sus hechos. Pocas escenas nos han dejado los evangelistas con tanta
fuerza como ésta. Y junto a la santa ira de Jesús con quienes prostituyen aquel santo
lugar, su gran misericordia con los necesitados. Al mismo tiempo se acercaron a El, en
el Templo, varios ciegos y cojos, y los curó.
La mansedumbre se opone a las estériles manifestaciones de violencia, que en el
fondo son signos de debilidad (impaciencias, irritación, mal humor, odio, etc.), a los
desgastes inútiles de fuerzas por enfados que no tienen razón de ser, ni por su origen —
muchas veces estriba éste en pequeñeces, que podían haber pasado con una sonrisa o un
silencio—, ni por sus resultados, porque nada arreglan.
De la falta de esta virtud provienen las explosiones de mal humor entre los
esposos, que van corroyendo poco a poco el verdadero amor; se origina también la
irascibilidad y sus funestas consecuencias en la educación de los hijos; la falta de paz en
la oración, porque en vez de hablar con Dios se rumian agravios; en la conversación, la
cólera debilita enseguida los argumentos más sólidos. El dominio de sí mismo —que
forma parte de la verdadera mansedumbre— es el arma de los fuertes; nos contiene de
hablar demasiado pronto, de decir palabras que hieren y que luego nos hubiera gustado
no haber pronunciado nunca. La mansedumbre sabe esperar el momento oportuno y
matiza los juicios, con lo que adquieren toda su fuerza.
La falta habitual de mansedumbre es fruto de la soberbia, y sólo produce soledad
y esterilidad a su alrededor. «Tu mal carácter, tus exabruptos, tus modales poco
amables, tus actitudes carentes de afabilidad, tu rigidez (¡tan poco cristiana!), son la
causa de que te encuentres solo, en la soledad del egoísta, del amargado, del eterno
descontento, del resentido, y son también la causa de que a tu alrededor, en vez de amor,
haya indiferencia, frialdad, resentimiento y desconfianza. Es necesario que con tu buen
carácter, con tu comprensión y tu afabilidad, con la mansedumbre de Cristo
amalgamada a tu vida, seas feliz y hagas felices a todos los que te rodean, a todos los
que te encuentren en el camino de la vida.
Los mansos poseerán la tierra. Primero se poseerán a sí mismos, porque no serán
esclavos de sus impaciencias y de su mal carácter; poseerán a Dios, porque su alma se
halla siempre dispuesta para la oración, en un clima de continua presencia de Dios;
poseerán a los que los rodean, porque un corazón así es el que gana amistad y cariño,
imprescindibles en la convivencia diaria y en todo apostolado. A nuestro paso por el
mundo hemos de dejar el buen aroma de Cristo: nuestra sonrisa habitual, una calma
serena, buen humor y alegría, caridad y comprensión.
Examinemos nuestra disposición al sacrificio necesario para hacer agradable la
vida a los demás; si somos capaces de ceder el juicio propio, sin pretender tener siempre
razón; si sabemos reprimir el genio y pasar por alto los roces de toda convivencia.
* * *
123
cálculos y renueva sus experiencias, modificándolas hasta dar con el objeto de sus
investigaciones. El escritor retoca veinte veces su obra. El escultor rompe uno después
de otro sus intentos hasta que expresan su creación interior... Todas las creaciones
humanas son fruto de una perpetua vuelta a empezar. En lo sobrenatural, nuestro amor
al Señor no se manifiesta tanto en los éxitos que creemos haber alcanzado como en la
capacidad de comenzar de nuevo, de renovar la lucha interior. La mediocridad
espiritual, la tibieza, es, por el contrario, el abandono y la dejadez en nuestros propósitos
y metas de vida interior. En el camino que conduce a Dios, dormir es morir. El
desánimo, que lleva siempre en sí mismo un punto de soberbia y de excesiva confianza
en uno mismo, induce al abandono de los propósitos y metas que el Espíritu Santo
sugirió un día en la intimidad del corazón. Con frecuencia, el progreso de la vida
interior viene después de fracasos, quizá inesperados, ante los que reaccionamos con
humildad y deseos más firmes de seguir al Señor. Se ha dicho con razón que la
perseverancia no consiste en no caer nunca, sino en levantarse siempre. Cuando un
soldado que está combatiendo recibe alguna herida o retrocede un poco, nadie es tan
exigente o tan ignorante de las cosas de la guerra que piense que eso es un crimen. Los
únicos que no reciben heridas son los que no combaten; quienes se lanzan con más
ardor contra el enemigo son quienes reciben los golpes. Seamos constantes en nuestro
apostolado, aunque aparentemente no se vea fruto alguno. Un día, quizá cuando ya
estemos en su presencia, el Señor nos hará contemplar los frutos de un apostolado que
en ocasiones nos parecía estéril, y que fue siempre eficaz. La semilla que se siembra da
siempre su fruto: una, cien; otra, sesenta; otra, treinta... Mucho fruto para una sola
semilla.
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El Señor cuenta con nuestros fracasos, pero también espera de nosotros muchas
pequeñas victorias a lo largo de nuestros días. Así no caeremos nunca en el
aburguesamiento, en la dejadez, en el desamor.
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La finalidad del examen de conciencia es conocernos mejor a nosotros mismos,
para que podamos ser más dóciles a las continuas gracias que derrama en nosotros el
Espíritu Santo y nos asemejemos cada vez más a Cristo.
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tener otro sino el que está puesto, Jesucristo. Sólo El es capaz de sostenerlo todo en
nuestra vida. No hay tristeza que El no pueda curar: no temas, ten sólo fe, nos dice. Él
cuenta con todas las situaciones por las que ha de pasar nuestra vida, y también con
aquellas que son resultado de nuestra insensatez y de nuestra falta de santidad. Para
todos tiene remedio.
* * *
Frecuentemente, para hacer la vida más amable a los demás, basta con esas
pequeñas alegrías que, aunque de poco relieve, muestran con claridad que los
consideramos y apreciamos: una sonrisa, una palabra cordial, un pequeño elogio, evitar
tragedias por cosas de poca importancia que debemos dejar pasar y olvidar. Así
contribuimos a hacer más llevadera la vida a las personas que nos rodean. Esa es una de
las grandes misiones del cristiano: llevar alegría a un mundo que está triste porque se
va alejando de Dios. En muchas ocasiones el regato lleva a la fuente. Esas muestras de
alegría conducirán a quienes nos tratan habitualmente a la fuente de toda alegría
verdadera, a Cristo nuestro Señor.
* * *
Lo que sale de la boca, del corazón sale. El hombre entero queda manchado por
lo que ocurra en su corazón: malos deseos, despropósitos, envidias, rencores... Los
mismos pecados externos que nombra el Señor, antes que en la misma acción externa,
se han cometido ya en el interior del hombre. Ahí es donde se ama o se ofende a Dios. A
veces, sin embargo, la acción externa aumenta la bondad o la malicia del acto interno,
por una mayor intensidad en la voluntariedad, por la ejemplaridad o escándalo que se
siguen de dicha acción, por los bienes o daños causados al prójimo, etc. Pero es el
interior del hombre lo que hay que conservar sano y limpio, y todo lo demás será puro y
agradable a Dios. El Señor llama bienaventurados y felices a quienes guardan su
corazón. Y ésta es tarea de cada día. Guarda tu corazón, porque de él procede la vida,
dice el Libro de los Proverbios; y también proceden de él, la alegría y la paz, y la
capacidad de amar, y la de hacer apostolado... ¡Con qué cuidado hemos de guardar el
corazón! Porque, por otra parte, el corazón tiende a apegarse desordenadamente a
personas y cosas.
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Nuestra Señora fomenta en el alma la alegría, porque con su trato nos lleva a
Cristo. Ella es “Maestra de esperanza”
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El niño vive con plenitud el presente y nada más; la enfermedad del adulto es
vivir con excesiva inquietud por el «mañana», dejando vacío el «hoy», que es lo que
debe vivir con toda intensidad.
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lugar donde estamos— su misión divina. Dios nos llama a través de las incidencias de la
vida de cada día, en el sufrimiento y en la alegría de las personas con las que
convivimos, en los afanes humanos de nuestros compañeros, en las menudencias de la
vida de familia. Dios nos llama también a través de los grandes problemas, conflictos y
tareas que definen cada época histórica, atrayendo esfuerzos e ilusiones de gran parte de
la Humanidad.
La llamada del Señor a una mayor entrega nos urge, entre otras razones, porque
la mies es mucha y los operarios pocos. Y hay mieses que se pierden cada día porque no
hay quien las recoja.
Hágase en mí según tu palabra, dice la Virgen. Y la contemplamos radiante de
alegría. Nosotros nos podemos preguntar: ¿Busco a Dios en mi trabajo o en mi estudio,
en mi familia, en la calle... en todo? ¿Soy audaz en el apostolado? ¿Quiere el Señor algo
más de mí? Imitando a la Virgen, no queramos tener otra voluntad y otros planes sino
los de Dios. Y esto en cosas trascendentales para nosotros (en nuestra propia vocación)
y en las pequeñas cosas ordinarias de nuestro trabajo, familia, relaciones sociales.
* * *
El dar ensancha el corazón y lo hace más joven, con más capacidad de amar. El
egoísmo empobrece, hace el propio horizonte más pequeño. Cuanto más damos, más
nos enriquecemos.
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El egoísta, que pasa el día lejos de Dios, sólo se da cuenta de sus propias
necesidades y de sus caprichos.
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molestos que, en el fondo, casi siempre carecen de verdadera importancia. La humildad
nos dispone y nos ayuda a tener paciencia con los defectos de quienes nos rodean y,
también, con los propios. Prestaremos pequeños servicios en la convivencia diaria, sin
darles excesiva importancia y sin pedir nada a cambio; y aprenderemos de Jesús y de
María a convivir con todos, a saber comprender a los demás, también con sus defectos.
Si procuramos ver a los demás como los ve el Señor, será fácil acogerlos también como
El los acoge.
* * *
En la familia, los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la
fe, mediante la Palabra y el ejemplo. Esto se cumplió de manera singularísima en el
caso de la Sagrada Familia.
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El programa de vida que nos ha dejado el Señor lleva consigo el mayor cambio
que puede darse en la Humanidad. Nos dice que todos somos hijos de Dios y, por tanto,
hermanos: esto incide de modo profundo en las relaciones entre los hombres; a todos
nos ha dado el Señor los bienes de la tierra para ser buenos administradores; a todos nos
ha prometido la vida eterna. Los logros que a lo largo de los siglos ha conseguido la
doctrina de Cristo —la abolición de la esclavitud, el reconocimiento de la dignidad de la
mujer, la protección de huérfanos y viudas, la atención a enfermos y marginados...—
son consecuencia del sentido de fraternidad que lleva consigo la fe cristiana.
Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las
injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la
medida del amor del Corazón de Cristo. Los cristianos —conservando siempre la más
amplia libertad a la hora de estudiar y de llevar a la práctica las diversas soluciones y,
por tanto, con un lógico pluralismo—, han de coincidir en el idéntico afán de servir a la
Humanidad. De otro modo, su cristianismo no será la Palabra y la Vida de Jesús: será un
disfraz, un engaño de cara a Dios y de cara a los- hombres. De tal manera amó Dios al
mundo, que le entregó su Hijo Unigénito...
Con la sola justicia no podremos resolver los problemas de los hombres: aunque
consigamos llegar a una razonable distribución de los bienes y a una armoniosa
organización de la sociedad, no desaparecerá el dolor de la enfermedad, el de la
incomprensión o el de la soledad, el de la muerte de las personas que amamos, el de la
experiencia de la propia limitación. La justicia se enriquece y complementa a través de
la misericordia. Es más, la estricta justicia puede conducir a la negación y al
aniquilamiento de sí misma si no se le permite a esa forma más profunda, que es el
amor, plasmar la vida humana, y puede terminar en un sistema de opresión de los más
débiles por los más fuertes o en una arena de lucha permanente de los unos contra los
otros.
La justicia y la misericordia se sostienen y se fortalecen mutuamente.
Únicamente con la justicia no resolveréis nunca los grandes problemas de la
Humanidad. Cuando se hace justicia a secas, no os extrañéis si la gente se queda herida:
pide mucho más la dignidad del hombre, que es hijo de Dios. Y la caridad sin justicia no
sería verdadera caridad, sino un simple intento de tranquilizar la conciencia. Sin
embargo, nos encontramos con personas que se llaman a sí mismas "cristianas" pero
prescinden de la justicia, y se limitan a un poco de beneficencia, que califican de
caridad, sin percatarse de que aquello supone una parte pequeña de lo que están
obligados a hacer.
131
La caridad, que es como un generoso desorbitarse de la justicia, exige primero el
cumplimiento del deber: se empieza por lo justo; se continúa por lo más equitativo...;
pero para amar se requiere mucha finura, mucha delicadeza, mucho respeto, mucha
afabilidad.
La mejor manera de promover la justicia y la paz en el mundo es el empeño por
vivir como verdaderos hijos de Dios. Si los cristianos nos decidimos a llevar las
exigencias del Evangelio a la propia vida personal, a la familia, al trabajo, al mundo en
que diariamente nos movemos y del que participamos cambiaríamos la sociedad
haciéndola más justa y más humana.
El Señor nos alienta a hacerlo. No nos desanime el que nos parezca que aquello
que está a nuestro alcance es, quizá, poca cosa. Así transformaron el mundo los
primeros cristianos: con una labor diaria, concreta y, en muchos casos, pequeña a
primera vista.
* * *
Nos dejamos impresionar demasiado por las circunstancias que nos rodean:
enfermedad, trabajo, reveses de fortuna, contradicciones del ambiente. El temor es un
fenómeno cada vez más extendido. Se tiene miedo de casi todo. Muchas veces es el
resultado de la ignorancia, del egoísmo (la excesiva preocupación por uno mismo, la
ansiedad por males que tal vez nunca llegarán, etc.) pero, sobre todo, es consecuencia de
que en ocasiones apoyamos la seguridad de nuestra vida en fundamentos muy frágiles.
Nos podríamos olvidar de una verdad esencial: Jesucristo es, siempre, nuestra
seguridad. No se trata de ser insensibles ante los acontecimientos, sino de aumentar
nuestra confianza y de poner, en cada caso, los medios humanos a nuestro alcance. No
debemos olvidar jamás que estar cerca de Jesús, aunque parezca que duerme, es estar
seguros. En momentos de turbación, de prueba. Jesús no se olvida de nosotros: nunca
falló a sus amigos, nunca. Dios nunca llega tarde para socorrer a sus hijos. Aun en los
casos que parezcan más extremos, Dios llega siempre, aunque sea de modo misterioso y
oculto, en el momento oportuno. La plena confianza en Dios, con los medios humanos
que sea necesario poner, dan al cristiano una singular fortaleza y una especial serenidad
ante los acontecimientos y circunstancias adversas. «Si no le dejas. El no te dejará».
Junto a El se ganan todas las batallas, aunque, con mirada corta, parezca que se pierden.
Cuando imaginamos que todo se hunde ante nuestros ojos, no se hunde nada, porque Tú
Eres, Señor, mi fortaleza (Sal 42, 2). Si Dios habita en nuestra alma, todo lo
demás, por importante que parezca, es accidental, transitorio; en cambio, nosotros, en
Dios, somos lo permanente. Esta es la medicina para barrer, de nuestras vidas, miedos,
tensiones y ansiedades. San Pablo alentaba a los primeros cristianos de Roma, ante un
panorama humanamente difícil, con estas palabras: Si Dios está con nosotros, ¿quién
estará en contra?... ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, la angustia,
la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?... Mas en todas estas cosas
vencemos por aquel que nos amó. Porque persuadido estoy que ni la muerte, ni la vida,
ni los ángeles, ni los principados, ni lo presente, ni lo futuro, ni las potestades, ni la
altura, ni la profundidad, ni ninguna otra criatura podrá separarnos del amor de Dios.. El
cristiano es, por vocación, un hombre entregado a Dios, y a El ha entregado también
todo cuanto pueda acontecerle.
Otra vez instruía el Señor a las gentes acerca del amor y cuidado que Dios tiene
por cada criatura. Quienes le escuchan son personas sencillas y honradas que alaban la
majestad de Dios, pero a las que les falta esa peculiar confianza de hijos en su Padre
Dios.
132
Es probable que en el preciso momento en que se dirigía a su auditorio, pasara
cerca una bandada de pájaros buscando cobijo en un lugar cercano. ¿Quién se preocupa
de ellos? ¿Acaso las amas de casa no solían comprarlos por unos pocos céntimos para
mejorar sus comidas ordinarias? Estaban al alcance del más modesto bolsillo. Tenían
poco valor.
El Señor los señalaría con un ademán, a la vez que decía a su auditorio: «Ni uno
solo de estos gorriones está olvidado por Dios». Dios los conoce a todos. Ninguno de
ellos cae al suelo sin el consentimiento de vuestro Padre. Y el Señor vuelve a darnos
confianza: No temáis; vosotros valéis más que muchos pájaros. Nosotros no somos
criaturas de un día, sino sus hijos para siempre. ¿Cómo no se va a cuidar de nuestras
cosas? No temáis. Nuestro Dios nos ha dado la vida y nos la ha dado para siempre. Y el
Señor nos dice: A vosotros, mis amigos, os digo: No temáis. «Todo hombre, con tal que
sea amigo de Dios —son palabras de Santo Tomás—, debe tener gran confianza en ser
librado por El de cualquier angustiad. Y como Dios ayuda de modo especial a sus
siervos, muy tranquilo debe vivir quien sirve a Dios». La única condición: ser amigos
de Dios, vivir como hijos suyos.
«Descansad en la filiación divina. Dios es un Padre lleno de ternura, de infinito
amor». En toda nuestra vida, en lo humano y en lo sobrenatural, nuestro «descanso»,
nuestra seguridad, no tiene otro fundamento firme que nuestra filiación divina. Echad
sobre El vuestras preocupaciones —decía San Pedro a los primeros cristianos—, pues
El tiene cuidado de vosotros”.
La filiación divina no puede considerarse como algo metafórico: no es
simplemente que Dios nos trate como un padre y quiera que lo tratemos como hijos; el
cristiano es, por la fuerza santificadora del mismo Dios presente en su ser, hijo de Dios.
Esta realidad es tan profunda que afecta al mismo ser del hombre, hasta el punto de que
Santo Tomás afirma que por ella el hombre es constituido en un nuevo ser.
La filiación divina es el fundamento de la libertad, seguridad y alegría de los
hijos de Dios, y en donde el hombre encuentra la protección que necesita, el calor
paternal y la seguridad del futuro, que le permite un sencillo abandono ante las
incógnitas del mañana y le confiere el convencimiento de que detrás de todos los azares
de la vida hay siempre una última razón de bien: Todas las cosas contribuyen al bien de
los que aman a Dios. Los mismos errores y desviaciones del camino acaban siendo para
bien, porque «Dios endereza absolutamente todas las cosas para su provecho...»
El saberse hijo de Dios hace adquirir al cristiano, en todas las circunstancias de
su vida, un modo de ser en el mundo esencialmente amoroso, que es una de las
manifestaciones principales de la virtud de la fe; el hombre que se sabe hijo de Dios no
pierde la alegría, como no pierde la serenidad. La conciencia de la filiación divina libera
al hombre de tensiones inútiles y, cuando por su debilidad se descamina, si
verdaderamente se siente hijo de Dios, es capaz de volver a El, seguro de ser bien
recibido.
La consideración de la Providencia nos ayudará a dirigirnos a Dios, no como a
un Ser lejano, indiferente y frío, sino como a un Padre que está pendiente de cada uno
de nosotros y que ha puesto un Ángel para que nos guarde en todos nuestros caminos.
La serenidad que esta verdad comunica a nuestro modo de ser y de vivir no
procede de permanecer de espaldas a la realidad, sino de verla con optimismo, porque
confiamos siempre en la ayuda del Señor. Esta es la diferencia entre nosotros y los que
no conocen a Dios: éstos, en la adversidad, se quejan y murmuran; a nosotros las cosas
adversas no nos apartan de la virtud, sino que nos afianzan en ella, porque sabemos que
hasta los cabellos de nuestra cabeza están contados.
133
Estemos siempre con paz. Si de verdad buscamos a Dios, todo será ocasión para
mejorar.
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Hemos de aprender a encontrar a Dios en nuestras ocupaciones humanas, a
ayudar a nuestros conciudadanos y a contribuir a elevar el nivel de la sociedad entera y
de la creación. Un mal profesional, un estudiante que no estudia, un mal zapatero... si no
cambia y mejora no puede alcanzar la santidad en medio del mundo. Con el trabajo
habitual tenemos que ganarnos el Cielo. Para eso debemos tratar de imitar a Jesús, quien
dio al trabajo una dignidad sobreeminente, trabajando con sus propias manos. Para
santificar nuestras tareas hemos de tener presente que todo trabajo humano honesto,
intelectual o manual, debe ser realizado por el cristiano con la mayor perfección posible:
con perfección humana (competencia profesional) y con perfección cristiana (por amor
a la voluntad de Dios y en servicio de los hombres). Porque hecho así, ese trabajo
humano, por humilde e insignificante que parezca la tarea, contribuye a ordenar
cristianamente las realidades temporales —a manifestar su dimensión divina— y es
asumido e integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la Redención del mundo:
se eleva así el trabajo al orden de la gracia, se santifica, se convierte en obra de Dios. En
el trabajo santificado —como el de Jesús— encontraremos un campo abundante de
pequeñas mortificaciones que se traducen en la atención en lo que estamos haciendo, en
el cuidado y en el orden de los instrumentos que manejamos, en la puntualidad, en la
manera como tratamos a los demás, en el cansancio ofrecido, en las contrariedades que,
sin quejas estériles, procuramos llevar de la mejor manera posible.
En nuestros deberes profesionales encontraremos muchas ocasiones de rectificar
la intención para que realmente sea una obra ofrecida a Dios y no una ocasión más de
buscarnos a nosotros mismos. De esta manera, ni los fracasos nos llenarán de
pesimismo, ni los éxitos nos separarán de Dios. La rectitud de intención —el trabajar de
cara a Dios— nos dará esa estabilidad de ánimo propia de las personas que están
habitualmente cerca del Señor.
* * *
El crecimiento que el Señor nos pide es del todo singular, pues en vez de ir
dejando atrás nuestra juventud, como ocurre en la vida natural, la hace cada vez más
fresca y lozana. En la vida física del hombre llega un momento en el que el «aún no» de
la juventud deja paso al «ya no» de la vejez. En la vida sobrenatural ocurre al revés: la
vida cristiana jamás se agosta; en todo momento podemos dirigirnos al Dios “que alegra
mi juventud”, aunque sea en la ancianidad. Dios vuelve joven a la persona que lo ama.
Quizá hayamos conocido a personas santas, de largos años ya de vida, con una
gran juventud interior, nacida de su trato fiel con Cristo y manifestada en todo su actuar
humano.
El crecimiento se obtiene por medio de la gracia, especialmente a través de los
Sacramentos, y con el ejercicio de las virtudes. La gracia, que ha sido depositada en
nuestros corazones como una simiente, pugna por crecer y llevarnos a la plenitud. El
obstáculo es el pecado, el cual es, en definitiva, una disminución del hombre mismo,
que le impide alcanzar la propia plenitud.
El hombre espiritual se desarrolla por la acción del Espíritu, mediante el
ejercicio de las virtudes, y alcanza su plenitud bajo la influencia de los dones del
Espíritu Santo, cuya misión es perfeccionar la vida sobrenatural incoada por las virtudes
teologales. Esos dones se encuentran en toda alma en gracia.
La madurez, humana y sobrenatural, que hemos de alcanzar no es cosa de un
momento. Es tarea de cada día, de muchos pequeños vencimientos, de corresponder a la
gracia en lo pequeño. Hemos de poner empeño en ejercitar repetidamente las virtudes,
mediante actos concretos. Con el ejercicio que supone cuidar los detalles en la práctica
135
de las virtudes nos forjaremos un verdadero carácter, instrumento dócil a la acción del
Espíritu Santo; una voluntad fija en las cosas de Dios, y de los demás por Dios.
* * *
* * *
El cristiano debe ser una persona serena, como lo fue el Señor, que no pierde su
compostura en ninguna circunstancia, ni se deja llevar por arrebatos de malhumor o por
reacciones intempestivas y desproporcionadas ante situaciones de las que se podía haber
salido con una sonrisa o con un poco de paciencia.
* * *
El hombre con peso específico posee una prudente confianza en sí mismo, sin
confiarse del todo, porque conoce bien que sus pies son de barro y que puede fallar y
equivocarse. Cuando el asunto lo requiera sabrá pedir el oportuno consejo, para luego
decidir él mismo y cargar con la responsabilidad de sus actos. Con la inmadurez se
relacionan también muchas faltas de reciedumbre: la flojera, la incapacidad para sufrir
un revés sin buscar el consuelo de la compasión ajena, el miedo al esfuerzo, las
frecuentes quejas ante las contradicciones y molestias que se presentan en toda vida
humana, la comodidad y el aburguesamiento, la falta de intensidad en el estudio o en el
trabajo. La madurez lleva consigo el ser realista y objetivo. La madurez exige tenacidad
en las obras comenzadas para llevarlas a su fin, sin abandonos ante los obstáculos que,
de un modo u otro, siempre se atravesarán en el camino.
* * *
Jesús nos prohíbe a los cristianos ceder al temor porque éste es una falta de fe.
La suerte de nosotros no difiere de la suya propia; pero Él mismo ha arrostrado las
oposiciones y los odios. ¿Por qué, pues, han de temblar? Confiemos en Él y sabremos
afrontar la malevolencia y el peligro. La adversidad no debe aterrarnos: no es un
accidente, sino la condición normal de los discípulos que toman en serio su fe cristiana.
“Todos los que aspiran a vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecuciones,
escribía San Pablo al final de su vida, repitiendo lo que venía afirmando desde los
136
comienzos de su apostolado. “Por muchas tribulaciones nos es preciso entrar en el reino
de Dios”.
* * *
El más pequeño acto de amor atrae sobre quien lo produce la mirada divina,
llena de complacencia; y hace regocijar a Dios.
* * *
El que vive en el amor no sólo gozará en el amor, sino que hará participar
también a los demás y será muy útil a todos.
* * *
Dios, por lo mismo que es bondad y amor, está siempre ocupado en mirar y
examinar los actos de los hombres, para ver de cuánto amor todo está acompañado, y
sonreírse y compadecerse de la obra más mínima e insignificante en que ve impreso
este sello o imagen suya, el amor.
* * *
* * *
Las cosas grandes en este mundo son juego de niños si se comparan con la
acción del apóstol que alumbra en un alma la gracia divina.
* * *
* * *
En el Cielo, el alma beneficiada cantará para siempre, junto con las alabanzas de
Dios, su reconocimiento al alma bienhechora, que la inició por el camino de la fe.
* * *
De todas las cosas divinas, la más divina es cooperar con Dios en la salvación de
las almas.
* * *
* * *
137
La empresa más importante y más gloriosa que el hombre puede llevar a cabo en
la tierra es la salvación de un alma.
* * *
* * *
* * *
* * *
Seremos felices cuando recibamos de Dios las cosas que Él dispone, con
perfecta resignación.
* * *
* * *
Cuando queremos lo que Dios quiere, queremos nuestro mayor bien, porque
Dios quiere siempre lo que nos es más ventajoso.
* * *
Dios no nos envía nunca ninguna aflicción sin recompensarla con algún favor, si
la aceptamos resignados (Santa Teresa de Jesús).
* * *
* * *
138
* * *
* * *
Dios manda, con igual amor, las prosperidades que las desgracias, y para nuestro bien.
* * *
No ama Jesucristo a quien no está dispuesto a sufrirlo todo por su amor y seguir
su voluntad en todas las cosas (Kempis)
* * *
* * *
* * *
Recibir de la mano de Dios todas las cosas como vengan es buen medio para
conservar la paz del corazón y vivir contentos.
* * *
Quien de buen grado se resigna en los trabajos con la divina voluntad, corre a
Dios con gran rapidez.
* * *
* * *
Donde hay amor, no se siente fatiga, o la misma fatiga se hace dulce y amable.
* * *
Cuanto más confía la persona en Dios, más frutos alcanza en esta vida y en la otra.
139
* * *
El pueblo no sólo tiene hambre de pan; la tiene de muchas cosas que valen más
que el pan; tiene hambre de verdad, de cariño, de bienestar, de justicia, de Cielo, y,
sobre todo, sin darse cuenta, de Dios.
* * *
* * *
* * *
* * *
¿Qué pensamos sacar de contentar a las criaturas? ¿Que nos va en ser muy
culpados, si delante del Señor estamos sin culpa? (Santa Teresa de Jesús)
* * *
Dios es buen pagador; y así aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de hacer
por su amor lo que pudiereis, que su Majestad las pagará por grandes, que no mira sino
el amor con que las hiciereis (Santa Teresa de Jesús)
* * *
* * *
Procurar ser amables con todos y que las personas que hablen con ustedes amen
vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir.
* * *
* * *
140
Es difícil amar cuando no se cree en el amor. Y solamente amaréis cuando os
creáis amados. Que no hay manera mejor de provocar el amor que sentirse amados.
* * *
La fuente de las mortificaciones que nos pide el Señor está casi siempre en la
tarea cotidiana. Muchas nacen con el día: levantarnos a la hora prevista, venciendo la
pereza en este primer momento; la puntualidad; el trabajo bien acabado en los detalles;
las molestias del calor o del frío; sonreír, aunque estemos cansados o sin ganas;
sobriedad en la comida y bebida; orden y cuidado en las cosas que tenemos y usamos...
* * *
El demonio promete siempre más de lo que puede dar. La felicidad está muy
lejos de sus manos. Toda tentación es siempre un miserable engaño. Y para probarnos,
el demonio cuenta con nuestras ambiciones. La peor de ellas es la de desear, a toda
costa, la propia excelencia; el buscarnos a nosotros mismos sistemáticamente en las
cosas que hacemos o proyectamos. Nuestro propio yo puede ser, en muchas ocasiones,
el peor de los ídolos.
* * *
Para que el trabajo, cualquier tarea recta, pueda convertirse en medio de santidad
es necesario que esté humanamente bien hecho, ya que no podemos ofrecer a Dios nada
defectuoso, pues no sería digno de Él. El trabajo bien realizado supone tanto el cuidado
de los pequeños deberes que toda profesión lleva consigo como el cumplimiento
fidelísimo de la virtud de la justicia con otras personas y con la sociedad, el rectificar
con prontitud si se ha cometido algún error con quienes o para quienes trabajamos, el
afán constante por mejorar profesionalmente en nuestro quehacer. Esto vale igualmente
para el empresario, para el obrero, o el estudiante, para el médico o para la madre de
familia que ha de dedicarse al cuidado de la casa sacando adelante los quehaceres
corrientes del hogar.
* * *
* * *
141
los ambientes, interesada por todas las realidades honestas y valiosas, llegó a penetrarlas
de un espíritu nuevo
* * *
Quien tiene la misión de decir cosas grandes —dice San Gregorio Magno—, está
obligado igualmente a practicarlas. Y sólo si las practica será eficaz lo que diga.
* * *
* * *
* * *
* * *
De modo particular hemos de vivir el espíritu del Señor con los más próximos,
en la propia familia: el marido no busque únicamente sus intereses, sino también los de
su mujer, y ésta los de su marido; los padres busquen los intereses de sus hijos y éstos a
su vez busquen los intereses de sus padres. La familia es la única comunidad en la que
todo hombre es amado por sí mismo, por lo que es y no por lo que tiene. El respeto de
esta norma fundamental explica, como enseña el mismo Apóstol, que no se haga nada
por espíritu de rivalidad o por vanagloria, sino con humildad, por amor. Y este amor,
que se abre a los demás, hace que los miembros de la familia sean auténticos servidores
de la "iglesia doméstica", donde todos desean el bien y la felicidad a cada uno; donde
todos y cada uno dan vida a ese amor con la premurosa búsqueda de tal bien y tal
felicidad. Si actuamos así no veremos, como en ocasiones sucede, la paja en el ojo ajeno
sin ver la viga en el propio. Las faltas más pequeñas del otro se ven aumentadas, las
mayores faltas propias tienden a disminuirse y a justificarse. Por el contrario, la
humildad nos hace reconocer en primer lugar los propios errores y las propias miserias.
Estamos en condiciones entonces de ver con comprensión los defectos de los demás y
de poder prestarles ayuda. También estamos en condiciones de quererlos y aceptarlos
con esas deficiencias.
* * *
142
Para dar frutos, amando a Dios, ayudando de una manera efectiva a los demás,
es necesario el sacrificio. No hay cosecha sin sementera: si el grano de trigo no muere al
caer en la tierra, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto
* * *
* * *
La humildad de reconocer nuestras muchas deudas para con Dios nos ayuda a
perdonar y a disculpar a los demás. Si miramos lo que nos ha perdonado el Señor, nos
damos cuenta de que aquello que debemos perdonar a los demás —aun en los casos más
graves— es poco: no llega a cien denarios. En comparación de los diez mil talentos
nada es.
* * *
* * *
* * *
* * *
La caridad ensancha el corazón para que quepan en él todos los hombres, incluso
aquellos que no nos comprenden o no corresponden a nuestro amor. Junto al Señor no
nos sentiremos enemigos de nadie. Junto a Él aprenderemos a no juzgar las intenciones
íntimas de las personas. No percibimos de los demás sino unas pocas manifestaciones
143
externas, que ocultan, en muchas ocasiones, los verdaderos motivos de su actuar.
«Aunque vierais algo malo, no juzguéis al instante vuestro prójimo —aconseja San
Bernardo—, sino más bien excusadlo en vuestro interior. Excusad la intención, si no
podéis excusar la acción. Pensad que lo habrá hecho por ignorancia, o por sorpresa, o
por debilidad”.
* * *
* * *
* * *
Sólo es capaz de comprender quien es humilde. Si no, las faltas más pequeñas de
los demás se ven aumentadas y se tiende a disminuir y justificar las mayores faltas y
errores propios. La soberbia es como esos espejos curvos que deforman la verdadera
realidad de las cosas. Quien es humilde es objetivo, y entonces puede vivir el respeto y
la comprensión con los demás: surge fácil la disculpa para los defectos ajenos. Ante
ellos, el humilde no se escandaliza. «No hay pecado —escribe San Agustín— ni crimen
cometido por otro hombre que yo no sea capaz de cometer por razón de mi fragilidad, y
si aún no lo he cometido es porque Dios, en su misericordia, no lo ha permitido y me ha
preservado en el bien. Además, aprenderemos también a descubrir tantas virtudes en los
que nos rodean —nos dan lecciones de trabajo, de abnegación, de alegría...—, y no nos
detendremos demasiado en sus defectos; sólo cuando resulte imprescindible, para
ayudarles con la corrección fraterna.
* * *
144
aislado, y es más fácil caer en faltas y pecados, que nos alejan de Dios. La repetición de
actos en una misma dirección deja su huella en el alma, en forma de hábitos, que
predisponen al bien o al mal en las actuaciones futuras, según hayan sido buenos o
malos. De quien actúa bien habitualmente, se puede esperar que ante una dificultad lo
seguirá haciendo: ese hábito, esa virtud lo sostiene. La santidad es ejercicio de virtudes
un día y otro, con constancia, en el ambiente y en las circunstancias en que vivimos. Las
virtudes humanas son el fundamento de las sobrenaturales; y éstas proporcionan
siempre un nuevo empuje para desenvolverse con hombría de bien. Pero, en cualquier
caso, no basta el afán de poseer esas virtudes: es preciso aprender a practicarlas.
Aprended a hacer el bien. Hay que ejercitarse habitualmente en los actos
correspondientes —hechos de sinceridad, de veracidad, de ecuanimidad, de serenidad,
de paciencia—, porque obras son amores, y no cabe amar a Dios sólo de palabra, sino
con obras y de verdad (1 Jn 3, 18).
* * *
Las virtudes del cristiano hay que ejercitarlas en la vida ordinaria, en todas las
circunstancias: fáciles, difíciles o muy difíciles. Hoy, como ayer, del cristiano se espera
heroísmo. Heroísmo en grandes contiendas, si es preciso. Heroísmo —y será lo normal
— en las pequeñas pendencias de cada jornada. De la misma manera que la planta se
alimenta de la tierra en la que está, así la vida sobrenatural del cristiano, sus virtudes,
hunden sus raíces en el mundo concreto en donde está inmerso: trabajo, familia, alegrías
y desgracias, buenas y malas noticias... Todo debe servir para amar a Dios y hacer
apostolado. Unos acontecimientos fomentarán más las acciones de gracias, otros la
filiación divina; determinadas circunstancias harán crecer la fortaleza y otras la
confianza en Dios... Teniendo en cuenta que las virtudes forman un entramado: cuando
se crece en una, se adelanta en todas las demás. Y la caridad es la que da unidad a todas
las virtudes que hacen al hombre perfecto.
* * *
* * *
* * *
Sinceros con Dios, con nosotros mismos y con los demás. Si no lo somos con
Dios, no podemos amarlo ni servirle; si no somos sinceros con nosotros mismos, no
podemos tener una conciencia bien formada, que ame el bien y rechace el mal.
* * *
La verdad en nuestro actuar debe ser también un reflejo de nuestro trato con
Dios. El amor a la verdad nos llevará a rectificar, si nos hubiéramos equivocado.
145
Acostúmbrate a no mentir jamás a sabiendas, ni por excusarte, ni de otro modo alguno,
y para esto ten presente que Dios es el Dios de la verdad. Si acaso faltas a ella por
equivocación, enmiéndalo al instante, si puedes, con alguna explicación o reparación;
hazlo así, que una verdadera excusa tiene más gracia y fuerza para disculpar que la
mentira. Otra virtud relacionada con la veracidad y la sinceridad es la lealtad, que es la
veracidad en la conducta: el mantenimiento de la palabra dada, de las promesas, de los
pactos. Nuestros amigos y las personas con las que nos relacionamos han de conocernos
como hombres y mujeres leales. La fidelidad es la lealtad a un compromiso estricto que
se contrae con Dios o ante Él. A Jesús se le llama el que es fiel y veraz. Y
constantemente la Sagrada Escritura habla de Dios como el que es fiel al pacto con su
pueblo, el que cumple con fidelidad el plan de salvación que tiene prometido. La
infidelidad es siempre un engaño, mientras que la fidelidad es una virtud indispensable
en la vida personal y en la vida social. Sobre ella descansan, por ejemplo, el
matrimonio, el cumplimiento de los contratos, las actuaciones de los gobernantes...
* * *
* * *
* * *
Para ser humildes no podemos olvidar jamás que quien presencia nuestra vida y
nuestras obras es el Señor, a quien hemos de procurar agradar en todo momento.
* * *
* * *
146
mirar a los demás, observarlos y juzgarlos; se inclina a compararse y a creerse mejor
que ellos, a verles defectos solamente y negarles las buenas cualidades, a atribuirles
deseos e intenciones poco nobles, llegando incluso a desearles el mal.
* * *
* * *
* * *
147
en medio de las tareas ordinarias, realizadas ejemplarmente. Si los cristianos,
viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande revolución de
todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende también de cada uno de
nosotros!—Medítalo ¿Vivo la unidad de vida en cada momento de mi existencia:
trabajo, descanso...? Todas las criaturas fueron puestas al servicio del hombre, dentro
del orden establecido por el Creador. Adán, con su soberbia, introdujo el pecado en el
mundo, rompiendo la armonía de todo lo creado y del mismo hombre. En adelante, la
inteligencia quedó oscurecida y con posibilidad de caer en el error; la voluntad,
debilitada; enferma —no corrompida— la libertad para amar el bien con prontitud. El
hombre quedó profundamente herido, con dificultad para saber y conseguir su bien
verdadero. Rompió la Alianza con Dios, sacando como consecuencia de ello por una
parte la desintegración interior y, por otra, la incapacidad de construir la comunión con
los otros. El desorden introducido por el pecado llegó más allá del hombre, afectando
también a la naturaleza. El mundo es bueno, pues fue hecho por Dios para contribuir a
que el hombre alcanzara su último fin. Pero después del pecado original, las cosas
materiales, el talento, la técnica, las leyes..., pueden ser desviadas de su ordenación recta
y convertirse en males para el hombre, oscureciéndose su fin último, separándolo de
Dios en vez de acercarlo a Él. Nacen así muchos desequilibrios, injusticias, opresiones,
que tienen su origen en el pecado. El pecado del hombre, es decir, su ruptura con Dios,
es la causa radical de las tragedias que marcan la historia de la libertad. Para
comprender esto, muchos de nuestros contemporáneos deben descubrir nuevamente el
Evangelio. Dios, en su misericordia infinita, se compadeció de este estado en el que
había caído la criatura y nos redimió en Jesucristo: nos ha vuelto a su amistad, y lo que
es más, nos ha reconciliado con Él hasta el extremo de podernos llamar hijos de Dios y
que lo seamos; nos ha destinado a la vida eterna, a morar con Él para siempre en el
Cielo. Nos toca a los cristianos, principalmente a través de nuestro trabajo convertido en
oración, hacer que todas las realidades terrestres se vuelvan medio de salvación, porque
sólo así servirán verdaderamente al hombre. Hemos de impregnar de espíritu cristiano
todos los ambientes de la sociedad. No os quedéis solamente en el deseo: cada una, cada
uno, allá donde trabaje, ha de dar contenido de Dios a su tarea, y ha de preocuparse —
con su oración, con su ejemplo, con su trabajo profesional bien acabado— de formarse
y de formar a otras almas en la Verdad de Cristo, para que sea proclamado Señor de
todos los quehaceres terrenos. ¿Estoy haciendo todo lo que puedo para llevar esto a la
práctica? ¿Me doy cuenta de que para eso necesito tener cada vez más una honda unidad
de vida? La misión que el Señor nos ha encomendado es la de infundir un sentido
cristiano a la sociedad, porque sólo entonces las estructuras, las instituciones, las leyes,
el descanso, tendrán un espíritu cristiano y estarán verdaderamente al servicio del
hombre. Los discípulos de Jesucristo hemos de ser sembradores de fraternidad en todo
momento y en todas las circunstancias de la vida. Cuando un hombre o una mujer viven
intensamente el espíritu cristiano, todas sus actividades y relaciones reflejan y
comunican la Caridad de Dios y los bienes del Reino. Es preciso que los cristianos
sepamos poner en nuestras relaciones cotidianas de familia, amistad, vecindad, trabajo y
esparcimiento, el sello del amor cristiano, que es sencillez, veracidad, fidelidad,
mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría. Las prácticas personales de piedad no
han de estar aisladas del resto de nuestros quehaceres, sino que deben ser momentos en
los que la referencia continua a Dios se hace más intensa y profunda, de modo que
después sea más alto el tono de las actividades diarias. Es claro que buscar la santidad
en medio del mundo no consiste simplemente en hacer o en multiplicar las devociones o
las prácticas de piedad, sino en la unidad efectiva con el Señor que esos actos
promueven ya que están ordenados. Y cuando hay una unión efectiva con el Señor eso
148
influye en toda la actuación de una persona. Esas prácticas te llevarán, casi sin darte
cuenta, a la oración contemplativa. Brotarán de tu alma más actos de amor, jaculatorias,
acciones de gracias, actos de desagravio. Y esto, mientras atiendes tus obligaciones: al
descolgar el teléfono, al subir a un medio de transporte, al cerrar o abrir una puerta, al
pasar ante una iglesia, al comenzar una nueva tarea, al realizarla y al concluirla.
Procuremos vivir así, con Cristo y en Cristo, todos y cada uno de los instantes de
nuestra existencia: en el trabajo, en la familia, en la calle, con los amigos... Eso es la
unidad de vida. Entonces, la piedad personal se orienta a la acción, dándole impulso y
contenido, hasta convertir al quehacer en un acto más de amor a Dios. Y, a su vez, el
trabajo y las tareas de cada día facilitan el trato con Dios y son el campo donde se
ejercitan todas las virtudes. Si procuramos trabajar bien y poner en nuestros quehaceres
la dimensión trascendente que da el amor de Dios, nuestras tareas servirán para la
salvación de los hombres, y haremos un mundo más humano, pues no es posible que se
respete al hombre —y mucho menos que se le ame —si se niega a Dios o se le combate,
pues el hombre sólo es hombre cuando es verdaderamente imagen de Dios. Por el
contrario, la presencia de Satanás en la historia de la Humanidad aumenta en la misma
medida en que el hombre y la sociedad se alejan de Dios..En esta tarea de santificar las
realidades terrenas, los cristianos no estamos solos. Restablecer el orden querido por
Dios y conducir a su plenitud el mundo entero es principalmente fruto de la acción del
Espíritu Santo, verdadero Señor de la Historia: no se ha hecho más corta la mano de
Dios (Is 59, 1): no es menos poderoso Dios hoy que en otras épocas, ni menos
verdadero su amor por los hombres. Nuestra fe nos enseña que la creación entera, el
movimiento de la tierra y el de los astros, las acciones rectas de las criaturas y cuanto
hay de positivo en el sucederse de la Historia, todo, en una palabra, ha venido de Dios y
a Dios se ordena.
* * *
* * *
* * *
Los cristianos debemos mostrar, con la ayuda de la gracia, lo que significa seguir
de verdad a Jesús. “Quien tiene la misión de decir cosas grandes (y todos los cristianos
tenemos esa dulce obligación de hablar de seguir a Cristo), está igualmente obligado a
practicarlas”, decía San Gregorio Magno. Nuestros amigos, parientes, colegas de trabajo
y conocidos nos han de ver leales, sinceros, alegres, optimistas, buenos profesionales,
149
recios, afables, valientes... A la vez que con sencillez y naturalidad mostramos nuestra fe
en Cristo.
* * *
Hemos de tener en cuenta que muchas veces tendremos que ir contra corriente,
como han ido tantos buenos cristianos a lo largo de los siglos. Con la ayuda del Señor,
seremos fuertes para no dejarnos arrastrar por errores en boga o costumbres permisivas
y libertinas, que contradicen la ley moral natural y la cristiana. Y también entonces
hablaremos de Dios a nuestros hermanos los hombres, sin perder una sola oportunidad:
«Veo todas las incidencias de la vida —las de cada existencia individual y, de alguna
manera, las de las grandes encrucijadas de la historia— como otras tantas llamadas que
Dios dirige a los hombres, para que se enfrenten con la verdad; y como ocasiones, que
se nos ofrecen a los cristianos, para anunciar con nuestras obras y con nuestras palabras
ayudados por la gracia, el Espíritu al que pertenecemos (Cfr. Lc 9, 55).
* * *
* * *
La solución última para instaurar y promover la justicia a todos los niveles está
en el corazón de cada hombre, donde se fraguan todas las injusticias existentes, y donde
está la posibilidad de volver rectas todas las relaciones humanas. El hombre, negando e
intentando negar a Dios, su Principio y Fin, altera profundamente su orden y equilibrio
interior, el de la sociedad y también el de la creación visible.
* * *
150
el modo de configurarse las instituciones en las que nos encontramos, si trabajamos
aprovechando el tiempo, si defendemos la buena fama de los demás, si salimos en justa
defensa de los más débiles, si acallamos las críticas difamatorias que pueden surgir a
nuestro alrededor... Así amamos la justicia.
* * *
* * *
* * *
Entre los deberes sociales del cristiano el Concilio Vaticano II recuerda «el
derecho y al mismo tiempo el deber de votar para promover el bien común»
Desentenderse de manifestar la propia opinión en los distintos niveles en los que
debemos ejercer estos derechos sociales y cívicos sería una falta contra la justicia, en
algunas ocasiones grave, si ese abstencionismo favoreciera candidaturas (ya sea en la
configuración de los parlamentos, en la junta de padres de un colegio, en la directiva de
un colegio profesional, en los representantes de la empresa...) cuyo ideario es opuesto a
los principios de la Doctrina Cristiana. Con mayor razón, sería una irresponsabilidad, y
quizá una grave falta contra la justicia, apoyar organizaciones o personas —del modo
que sea— que no respeten en su actuación los fundamentos de la ley natural y de la
dignidad humana (aborto, divorcio, libertad de enseñanza, respeto a la familia...). El
cristiano que quiere vivir su fe en una acción política concebida como servicio, no
puede adherirse, sin contradecirse a sí mismo, a sistemas ideológicos que se oponen —
radicalmente o en puntos sustanciales— a su fe y a su concepción del hombre. No es
lícito, por tanto, favorecer a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica
151
de violencia y a la manera como esa ideología entiende la libertad individual de la
colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al hombre y a su historia
personal y colectiva. Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la
libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda
exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como
consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales, y no ya como fin y
motivo primario del valor de la organización social.
* * *
* * *
* * *
* * *
El modo de tratar a quienes nos rodean es el distintivo por el que nos conocerán
como sus discípulos. Nuestro grado de unión con Él se manifestará en la comprensión
con los demás, en el modo de tratarlos y de servirles. No dice el resucitar a muertos, ni
cualquier otra prueba evidente, sino ésta: que os améis unos a otros.. Se preguntan
muchos si aman a Cristo, y van buscando señales por las cuales poder descubrir y
reconocer si lo aman: la señal que no engaña nunca es la caridad fraterna. Es también la
medida del estado de nuestra vida interior.
* * *
152
nadie os podrá quitar. Nadie: ni el dolor, ni la calumnia, ni el desamparo..., ni las propias
flaquezas, si volvemos con prontitud al Señor. Esta es la única condición: no separarse
de Dios, no dejar que las cosas nos separen de Él; sabernos en todo momento hijos
suyos.
* * *
* * *
Dios, más que el «éxito», lo que mira con ojos amorosos es el esfuerzo
continuado en la lucha. De este modo, perseverando con la ayuda de Dios en lo poco de
cada día, lograremos oír al final de nuestra vida, con gozosísima dicha, aquellas
palabras del Señor: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco, te constituiré
sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor.
* * *
* * *
* * *
* * *
153
* * *
* * *
* * *
* * *
Si nos esforzamos en cumplir los deberes sociales, vivamos en una gran ciudad o
en un pueblecito perdido, con un cargo importante o humilde en la sociedad, aunque
pensemos que nuestra aportación es minúscula, seremos fieles al Señor, también si un
154
día el Señor nos pide una actuación más heroica: “Quien es fiel en lo poco, lo es
también en lo mucho
* * *
A veces nos hace ver Jesús a nosotros que los problemas nos superan, que
podemos poco o nada ante la situación que tenemos por delante. Y nos pide que no nos
fijemos demasiado en los recursos humanos, porque nos llevarían al pesimismo, sino
que nos apoyemos más en los medios sobrenaturales. Nos pide ser sobrenaturalmente
realistas; es decir, contar con Jesús, con su poder. Quiere el Señor que huyamos tanto de
pensar en el esfuerzo humano como única ayuda, como de la pasividad, que bajo
pretexto de un abandono total en las manos de Dios convierte la esperanza en una
pereza espiritual disimulada.
* * *
No quiere el Señor que por ser insuficientes o escasos los instrumentos con que
contamos, nos quedemos sin hacer nada. Nos pide Jesús fe, obediencia, audacia y hacer
siempre lo que esté en nuestras manos; no dejar de poner ningún medio humano a
nuestro alcance y, a la vez, contar con Él, conscientes de que nuestras posibilidades son
siempre muy pequeñas. También el agricultor, cuando camina surcando el campo con el
arado o esparciendo la semilla, padece frío, soporta las molestias de la lluvia, mira el
cielo y lo ve triste, y, sin embargo, continúa sembrando. Lo que teme es detenerse
considerando las tristezas de la vida presente y que después pase el tiempo y no
encuentre nada que segar. No lo dejéis para más tarde, sembrad ahora, aunque parezca
que el campo no va a dar fruto. No esperemos a tener todos los medios humanos, no
esperemos a que desaparezcan todas las dificultades. En lo sobrenatural, siempre hay
fruto: el Señor se encarga de ello, el Señor bendice nuestros esfuerzos y los multiplica.
* * *
En las empresas de apostolado está bien —es un deber— que consideres tus
medios terrenos (2 + 2 = 4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con
otro sumando: Dios + 2 + 2... (San José María Escrivá).
* * *
* * *
Contar siempre con Dios en primer lugar, es buena señal de humildad. Los
Apóstoles lo aprendieron bien y lo pusieron en práctica en su tarea evangelizadora,
después de la Resurrección. “¿Quién es Apolo? ¿Quién Pablo? Ministros de Aquel en
quien habéis creído. Yo planté, Apolo regó, pero es Dios quien ha dado el incremento” ,
dirá San Pablo. No obstante, el Señor también nos pedirá que pongamos todos los
medios humanos a nuestro alcance, como si de ello dependiera todo el éxito de la
empresa.
155
* * *
* * *
156
y tribulaciones por las que hemos de pasar, si estamos junto a Cristo, saldremos con más
humildad, más purificados, con más amor a Dios. Y siempre contaremos con la ayuda
de nuestra Madre del Cielo. No estás solo: María está junto a ti. Está en todo momento,
pero particularmente cuando, por los motivos que sean, lo pasamos mal. No dejemos de
acudir a Ella.
* * *
* * *
Ninguna situación es inamovible ni definitiva. El paso del tiempo acaba por dar
la razón al que trabaja y trata a los demás con honradez, con rectitud de intención, sin
buscar ventajas personales.
* * *
El dejarse llevar por los respetos humanos es propio de personas con una
formación superficial, sin criterios claros, con un carácter poco firme. Con frecuencia
esta actitud, tan poco atrayente también en lo humano, viene respaldada por la
comodidad de no llevarse un pequeño mal rato, el miedo a poner en peligro un cargo,
por ejemplo, o el deseo de no distinguirse de los demás.
* * *
Cuando tienes entre las manos los corazones de aquellos a quienes quieres hacer
mejores, si los has sabido atraer con la amabilidad de Cristo, has recorrido ya la mitad
de tu camino apostólico. Cuando te quieren y tienen confianza en ti, cuando están
contentos, el campo está dispuesto para la siembra. Pues sus corazones están abiertos
como una tierra fértil, para recibir el blanco trigo de tu palabra de apóstol o de educador.
Si sabes hablar sin herir, sin ofender, aunque debas corregir o reprender, los corazones
no se te cerrarán. La semilla caerá, sin duda, en tierra fértil y la cosecha será abundante.
De otro modo tus palabras encontrarán, en vez de un corazón abierto, un muro macizo;
tu simiente no caerá en tierra fértil, sino al margen del camino de la indiferencia o de la
falta de confianza; o en la piedra de un ánimo mal dispuesto; o entre las espinas de un
corazón herido, resentido, lleno de rencor. No perdamos nunca de vista que el Señor ha
prometido su eficacia a los rostros amables, a los modales afables y cordiales, a la
157
palabra clara y persuasiva que dirige y forma sin herir. No debemos olvidar nunca que
somos hombres que tratamos con otros hombres, aun cuando queramos hacer bien a las
almas. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros
modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro apostolado.
* * *
* * *
Una mala intención destruye las mejores acciones; la obra puede estar bien
hecha, incluso ser beneficiosa, pero, por estar corrompida en su fuente, pierde todo su
valor a los ojos de Dios. La vanidad o el buscarse a uno mismo puede destruir, a veces
totalmente, lo que podría haber sido una obra de santidad. Sin rectitud de intención
equivocamos el camino. En algunas ocasiones el recibir un pequeño elogio es un signo
de amistad y puede ayudarnos en el camino del bien. Pero debemos dirigirlo con
sencillez al Señor; además, una cosa es recibir un elogio, una señal de ser bien
recibidos, y otra, el buscarlo. Y siempre hemos de estar atentos y vigilantes ante las
alabanzas, pues muchas veces nuestra débil alma, cuando recibe por sus buenas
acciones el halago de los aplausos humanos, se desvía, encontrando así mayor placer en
ser llamado dichoso que en serlo realmente. Y aquello que había de serle motivo de
alabanza a Dios se le convierte en causa de separación. El Señor señala en diversas
ocasiones el pago de las buenas obras hechas sin rectitud de intención: ya recibieron su
recompensa, dice refiriéndose a los fariseos que buscaban el ser alabados y
considerados. Se ha obtenido lo que se había buscado: una mirada de aprobación, un
gesto admirativo, una palabra elogiosa. Y de todo eso quedará sólo humo en muy poco
tiempo: nada para la eternidad. ¡Qué fracaso haber perdido tanto por tan poco! Dios
recibe nuestras acciones —aunque sean pequeñas— si las hemos ofrecido con intención
pura: hacedlo todo para la gloria de Dios, nos aconseja San Pablo. Las dos pequeñas
monedas que aquella pobre viuda echó en el cepillo del Templo se convirtieron en un
gran tesoro en el Cielo. El Señor contempla nuestra vida y tiene cada día la mano
extendida para ver qué le ofrecemos: acepta aquello que verdaderamente hacemos por
Él. De lo demás ya recibimos nuestra triste recompensa aquí abajo. Pureza de intención.
—Las sugestiones de la soberbia y los ímpetus de la carne los conoces pronto... y peleas
y, con la gracia, vences. Pero los motivos que te llevan a obrar, aun en las acciones más
santas, no te parecen claros... y sientes una voz allá dentro que te hace ver razones
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humanas..., con tal sutileza, que se infiltra en tu alma la intranquilidad de pensar que no
trabajas como debes hacerlo —por puro amor, sola y exclusivamente por dar a Dios
toda su gloria. Reacciona enseguida cada vez y di: "Señor, para mí nada quiero. —Todo
para tu gloria y por Amor" Esta jaculatoria nos ayudará a vivir el desprendimiento de
tantas cosas y a rectificar la intención en muchas ocasiones.
* * *
Para ser personas de intención recta es conveniente examinar los motivos que
mueven nuestras acciones: considerar en la presencia de Dios lo que nos induce a
comportarnos de una manera o de otra, lo que nos lleva a reaccionar de este modo, si
existen omisiones en nuestro apostolado por falsos respetos humanos, si nos amoldamos
con facilidad a un ambiente poco cristiano, etcétera. A la luz de la fe podremos
descubrir los puntos de cobardía o de vanagloria que puede haber en la conducta.
* * *
* * *
* * *
* * *
159
pondría de manifiesto una vida interior superficial y de poco amor a Dios. El demonio
suele aprovechar esas ocasiones para redoblar sus ataques, y el alma puede entonces
acercarse más a Dios —uniéndose a la Cruz— o separarse de Él, cayendo en un estado
de tibieza, falto de amor y de vibración. Una misma dificultad —una enfermedad, una
calumnia, un ambiente adverso...— tiene distinto efecto según las disposiciones del
alma. No podemos olvidar que el bien sobrenatural que hemos de alcanzar es un bien
arduo, difícil, que exige de nuestra parte una correspondencia decidida, llena de
fortaleza. Fortaleza, que es virtud cardinal, angular, que aparta los obstáculos, los
temores que podrían retraer la voluntad del seguimiento firme del Señor. Él siempre da,
en todo momento y en toda circunstancia, las gracias necesarias.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
160
de las costumbres cristianas. Empapados por la caridad, los hogares cristianos eran
lugares de paz en medio, no infrecuentemente, de incomprensiones externas, de
calumnias, de persecución. En el hogar se aprendía a ofrecer el día, a dar gracias, a
bendecir los alimentos, a dirigirse a Dios en la abundancia y en la escasez. Las
enseñanzas de los padres brotaban con naturalidad al compás de la vida, y así la familia
cumplía su función educadora. Éstos son los consejos, que da San Juan Crisóstomo a un
matrimonio cristiano: «muéstrale a tu mujer que aprecias mucho vivir con ella y que por
ella prefieres quedarte en casa que andar por la calle. Prefiérela a todos los amigos e
incluso a los hijos que te ha dado; ama a éstos por razón de ella. Haced en común
vuestras oraciones.. Aprended el temor de Dios; todo lo demás fluirá como de una
fuente y vuestra casa se llenará de innumerables bienes. Otras veces es un hijo o una
hija el foco de expansión del Cristianismo en su familia: atrae a otros hermanos a la fe;
quizá luego a sus padres, y éstos a los tíos... y acaban acercándose hasta los abuelos.
Son muchas las costumbres cristianas que pueden vivirse en el seno de la
familia: el rezo del Santo Rosario, los cuadros o imágenes de la Virgen, hacer el
Nacimiento en Navidad, la bendición de la mesa... y otras muchas. Si sabemos
cuidarlas, contribuirán a que en el hogar se respire siempre un clima amable, de familia
cristiana, donde desde pequeños se aprende con naturalidad a tratar a Dios y a su Madre
Santísima.
* * *
* * *
Existe la presunción cuando se confía más en las propias fuerzas que en la ayuda
de Dios y se olvida la necesidad de la gracia para toda obra buena que realicemos; o
161
bien cuando se espera de la divina misericordia lo que Dios no puede darnos por nuestra
mala disposición, como es el perdón sin verdadero arrepentimiento, o la vida eterna sin
hacer ningún esfuerzo para merecerla. No es raro que de la presunción se llegue pronto
al desaliento, cuando aparecen las pruebas y las dificultades, como si ese bien
dificultoso, que es el objeto de la esperanza, fuera imposible de alcanzar. Este desaliento
conduce al pesimismo primero y más tarde a la tibieza, que considera demasiado difícil
la tarea de la santificación personal, apartándose de cualquier esfuerzo.
* * *
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* * *
El haber ofrecido todas nuestras obras a Dios nos ayudará a hacerlas mejor, a
trabajar con más eficacia, a estar más alegres en la vida de familia aunque estemos
cansados, a ser mejores ciudadanos, a vivir mejor la convivencia con todos. El
162
ofrecimiento de nuestras obras podemos repetirlo, aunque sólo sea con el pensamiento,
muchas veces a lo largo del día; por ejemplo, cuando iniciamos una nueva actividad, o
cuando lo que estamos haciendo nos resulte particularmente dificultoso. El Señor
también acepta nuestro cansancio, que así adquiere un valor redentor. Vivamos cada día
como si fuera el único que tenemos para ofrecer a Dios, procurando hacer las cosas
bien, rectificando cuando las hemos hecho mal. Y un día será el último y también se lo
habremos ofrecido a Dios nuestro Padre. Entonces, si hemos procurado vivir ofreciendo
continuamente a Dios nuestra vida, oiremos a Jesús que nos dice, como al buen ladrón:
“En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.
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* * *
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163
El buen amigo no abandona en las dificultades, no traiciona; nunca habla mal del
amigo, ni permite que, ausente, sea criticado, porque sale en su defensa. Amistad es
sinceridad, confianza, compartir penas y alegrías, animar, consolar, ayudar con el
ejemplo.
* * *
* * *
Es propio de la amistad dar al amigo lo mejor que se posee. Nuestro más alto
valor, sin comparación posible, es el haber encontrado a Cristo. No tendríamos
verdadera amistad si no comunicáramos el inmenso don de nuestra fe cristiana.
Nuestros amigos deben encontrar en nosotros, los cristianos que quieren seguir de cerca
a Jesús, apoyo y fortaleza y un sentido sobrenatural para su vida. La seguridad de
encontrar comprensión, interés, atención les moverá a abrir su corazón confiadamente,
con la seguridad de que se les quiere, de que se está dispuesto a ayudarles. Y esto,
mientras realizamos nuestras tareas normales de todos los días, procurando ser
ejemplares en la profesión o en el estudio, fomentando siempre la amistad, estando
abiertos al trato y al afecto con todos, impulsados por la caridad.
* * *
* * *
164
honestidad en los negocios y en el desarrollo de la actividad profesional, generosidad en
el número de hijos, castidad y pureza en el matrimonio y fuera de él, valor de la
virginidad y del celibato por amor a Cristo... Porque no tenemos otras recetas para curar
a este mundo enfermo: ¿Desde cuándo un médico da medicinas inútiles a sus pacientes,
porque tiene miedo de prescribir las que son útiles? En un mundo que se presenta en
muchos aspectos alejado de Dios y del pensamiento cristiano, se impone a todos los
cristianos la dulcísima obligación de trabajar para que el mensaje divino de la
revelación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la
tierra.. La primera obligación será, de ordinario, orientar nuestro apostolado hacia las
personas que Dios ha puesto a nuestro lado, a los que están más cerca, a los que
tratamos con frecuencia. Y siempre con oportunidad, haciendo amable y atrayente la
Doctrina del Señor. Porque tampoco se atrae a los demás a la fe siendo intemperantes o
intempestivos, sino con afecto, con bondad, con paciencia.
* * *
* * *
Sobre los padres pesa una gran responsabilidad y es educar a sus hijos. La Biblia
dice que los padres deben educar a sus hijos en los caminos del Señor. Los hijos
necesitan ser instruidos en el camino del Señor para formar un carácter cristiano. Es en
la niñez cuando se marcan los rasgos principales de la personalidad del ser humano.
Este axioma de la moderna psicología ya lo enseña la Palabra de Dios hace más de
2.000 años, cuando dice: «instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se
apartará de él» (Proverbios 22:6). Si un joven es instruido en las cosas de Dios,
difícilmente las olvidará.
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165
* * *
Es un error y casi una herejía, querer negar que hay santidad y alta
contemplación en los campamentos de los soldados, en las tiendas de los artesanos, en
los despachos de los gobernantes, en las oficinas, en los talleres, en las familias, entre
casados: Dios se adapta a todos sus hijos, dondequiera que estos ejerzan una labor, un
trabajo, honrado y meritorio.
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* * *
Entrad en el propio tribunal cada noche, juzgándose el alma con total lealtad y
detalle como se haría con otra tercera persona. Sinceraos con vosotros mismos, ved las
caídas y proponed las enmiendas, sólo así avanzaréis en la perfección.
* * *
Hay que saber reprenderse uno a sí mismo. Dios perdona las faltas con su
inmensa bondad a aquellos que las reconocen y se humillan por ellas y las lamentan de
verdad.
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Vivir con la confianza puesta en Dios, poniendo nosotros todo lo posible por
nuestra parte, es desterrar de nuestro corazón la soberbia, el egoísmo, tiranos de nuestras
vidas,
* * *
No hay cosa que tanto desagrade a Dios como engreírse por la propia estima.
* * *
Los ojos de María son ojos de Madre, y la Madre no sólo mira para que su hijo
no caiga, sino para levantarlo si cayere.
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* * *
Con todos los hombres ten paz, guerra con los vicios, y contigo mismo,
concordia; concentrando tus palabras con los pensamientos, y tus deseos con las obras.
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Tuyos haces los vicios que consientes en tus amigos, pudiendo evitarlos.
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No hay mayor libertad que la de aquél que no quiere sino lo que Dios quiere.
* * *
Adquiere mucho quien no gasta mal, por esto, la templanza no sólo es virtud,
sino tesoro.
* * *
* * *
Decir mal es bajeza, decir bien, bondad; decir la verdad, nobleza. Callar a su
tiempo es prudencia; hablar a destiempo, necedad; callar cuando se ha de hablar,
cobardía.
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* * *
Dice Santa Teresa de Jesús: Nuestro Señor me reveló que una sola alma que
aspire a la perfección es más preciosa a sus divinos ojos que millares que viven una vida
común y ordinaria.
* * *
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Recibe con paciencia las adversidades, sean las que fueren, así de enfermedades
como de molestias de criaturas; y también las que sienta el espíritu por la contradicción
de las pasiones, por la lucha de los enemigos, visibles e invisibles: es mucho lo que esta
paciencia adquiere de purificación, méritos eternos y salvación de las almas.
* * *
* * *
Los buenos deseos hacen de los pecadores, buenos; de los buenos, perfectos, de
los perfectos, santos.
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* * *
Si quieres desarraigar de tu alma todos los vicios, y plantar en su lugar todas las
virtudes, sé hombre de oración, sé mujer de oración; porque en ella se recibe la unión y
gracia del Espíritu Santo, que enseña todas las cosas.
* * *
* * *
* * *
169
su vida sin El, terminó por escribir, vencido: «Nos has hecho para ti, Dios mío, y
nuestro corazón está inquieto, insatisfecho, hasta que no descansa en ti.»
* * *
Dios no está por encima de ti para molestarte. Está, sencillamente, para ayudarte
a subir. Tu último fin es El: en el más allá, sin duda, y en los esplendores de la vida
celestial, pero también desde ahora para ayudarte a realizar toda tu vida. En efecto, la
grandeza del hombre no se realiza más que superándose; le es necesario siempre estar
en camino y tratar de ir más arriba, más lejos. Las almas que se detienen, las almas
perezosas, a pesar de lo que se diga, no han vivido su vida. Detenidas a medio camino,
forman parte del numeroso rebaño de los mediocres.
* * *
* * *
* * *
Los padres deben santificar con amor las almas de los hijos. No sólo tienen que
educar su cuerpo, sino también formar sus almas. La madre es la que va a dirigir el
primer despertar de la conciencia. ¿Qué es el bien para el pequeñuelo? Lo que su madre
le manda. ¿Qué es el mal? Lo que ella prohíbe. La madre es como Dios, sabe todo, lo
que hay que hacer y lo que no hay que hacer, lo que alegra el alma y lo que despierta en
ella la tristeza y el remordimiento. El padre, con ella, es la justicia, el que recompensa,
imagen del cielo; el que castiga sin debilidad, imagen del Infierno. El mismo Dios
aparecerá en esta alma infantil por intermedio de los padres. Es la madre la que hará
balbucear, entre las primeras palabras, entre los nombres sagrados de papá y mamá, el
nombre más santo aún de Jesús. Es la madre la que unirá las manecitas en un gesto de
oración. La que llevará al pequeño a la iglesia, le enseñará el por qué del silencio
misterioso de nuestros templos y lo que hay que decir al Huésped del Tabernáculo. Es el
padre el que dará el ejemplo de la oración familiar y de la misa del domingo. Felices
los hijos que han comenzado así. Sin duda, el sacerdote tendrá que enseñarles más tarde,
pero con frecuencia será mucho más tarde y ya la madre habrá marcado esta alma del
niño con un pliegue religioso indeleble. ¿Sabrá rezar bien alguna vez aquel que no ha
aprendido a rezar sobre las rodillas de su madre? Después de haber realizado un acto
sacerdotal al administrarse mutuamente el sacramento del matrimonio, los esposos son
casi los sacerdotes del hogar. Quedan realmente señalados, hasta cierto punto, como los
sacerdotes, con una autoridad y un poder sagrados sobre las almas de sus hijos.
* * *
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¡Carácter sagrado de las madres! ¡Qué vivo está todavía, aun en nuestra
materializada sociedad! Cuando se dice de alguno que está maldito por su madre,
alejado por esos brazos que no saben más que acoger, rechazado por esos labios que no
saben más que bendecir, nos parece que el desgraciado así manchado está marcado,
como Caín, con un estigma de horror y que para él, en adelante, no hay más que los
peores fracasos.
* * *
* * *
La amistad, como el amor, es una conquista incesante. Hay que separar, sin
cansarnos, nuestros sentimientos más bellos de todo ese lodo de mediocridades humanas
que aporta el flujo de la vida cotidiana. Mediocridades, mezquindades de las pequeñas
envidias, de las pequeñas susceptibilidades. La amistad, como el amor, no puede
subsistir sin el perdón; un perdón incansable, un perdón que olvida, diré casi un perdón
que se ignora: de tal modo que el corazón está abierto, confiado y dispuesto a creer en la
bondad y en la sinceridad de la persona amada.
* * *
* * *
Las diferencias entre el hombre y la mujer no son sólo morfológicas, sino que las
almas también, en cierto modo, están como sexualizadas. La inteligencia, la
sensibilidad, reaccionan de manera diferente. Se puede decir, sin exagerar, que hay una
forma de pensar femenina y otra masculina. Igualmente no sienten lo mismo. Esto
parece una verdad de perogrullo y, sin embargo, cuántos hogares marchan mal o no
marchan en absoluto porque los esposos no han sabido hacer las adaptaciones
psicológicas necesarias para que sus dos naturalezas—diferentes, aunque
complementarias— puedan vivir en perfecto acuerdo. Para resolver las dificultades no
basta contentarse con decir: todos los hombres son unos egoístas, o: todas las mujeres
son muy nerviosas; hay que tratar de comprenderse. Para esto es necesario abrir los ojos
y observar.
* * *
171
El duro precio del apostolado: despojarse en tal forma de sí mismo que Dios
pueda transparentarse en ti.
172
les apagará. ¿Quién puede tratar con confianza al que vive criticando? Hoy critica con
nosotros de los demás, pero mañana criticará con ellos de nosotros. Por eso el criticón
siempre inspira desconfianza.
9. Alabar: todo mundo tiene deseo de ser estimado. Siempre amamos al que
habla bien de nosotros. Y si hablamos bien de los demás, ellos, tarde o temprano, lo
sabrán y nos apreciarán mucho más.
10. Felicitar. Siempre habrá algo de qué felicitar. Lo que hace falta es querer
hacerlo. Seamos generosos en el aplauso. La gente lo necesita.
11. No contradecir sin necesidad. Cuenta Franklin que, en su juventud era muy
amigo de contradecir. Hasta que un día un pastor le dijo valientemente: "Si quieres
triunfar en la vida tienes que dejar esa fea costumbre de contradecir" Y no lo volvió a
hacer. A los cuarenta años se preciaba de ser uno de los pocos hombres que carecían de
enemigos. Y sin embargo lograba imponer sus ideas fácilmente. Cuando contradecimos
a una persona, todo su amor propio se parapeta detrás de esa idea suya que le estamos
combatiendo.
SI YO CAMBIARA
* * *
* * *
Encomendemos a Dios nuestras preocupaciones que Él cuida de nosotros (San Pedro)
* * *
Llevar hoy la carga del mañana, y encima echarle la carga del ayer, hace
doblar a la persona más fuerte. Es cargar con dos pesos: el de ayer que ya murió y del
mañana que quizá no va a existir. Vivir recordando los pasados tristes y preocupándose
por los futuros miedosos es despilfarrar energías. Produce angustia mental, desgaste
nervioso, y todo por algo que ya no se compone ni arregla y por algo que todavía no ha
llegado y que quizá nunca llegará. ¿Por qué dijo Jesús: “Pedid el pan de cada día” ¿Por
qué no el pan de todo el mes y de todo el año? Porque el pan del día en que vivimos es
el único que podemos comer con fruto. No el pan de ayer porque ya está rancio. No el
pan de mañana porque nos hace estorbo hoy y se endurece. El pan de hoy es el único
que nos aprovecha para comer hoy.
173
* * *
La Imitación de Cristo trae una sentencia muy cierta: "No durarás mucho si
vives afanándote por las contrariedades que ya pasaron y por los sufrimientos que
todavía no han llegado, y que quizá nunca llegará: Agua pasada no mueve el molino,
decían los antiguos, ¡y qué gran verdad!
* * *
* * *
La vida es fácil si se vive un sólo día cada día, sin pensar en los ayeres ni
afanarse por los mañanas. Otra cosa es sacar lecciones del pasado, para no incurrir en
los mismos errores y planificar el futuro, pero todo con una gran confianza en Dios y su
Providencia, que nunca falta a quien confía en Él como en un Padre: el pasado dejarlo
en manos de Dios, el futuro, también, pero haciendo de nuestra parte todo lo posible
para que sea lo más positivo para Dios, nosotros, y el prójimo.
* * *
* * *
* * *
* * *
Rara vez se encuentra una persona con una fe total en Dios y que esté enferma
del sistema nervioso. Fe y neurosis no son muy amigas.
* * *
Un médico exclamaba: "Cuando cierro mis ojos y rezo, encuentro más paz que
en cualquier remedio humano".
* * *
174
Jesús decía: Si tienes fe aunque sea como un granito de mostaza, nada será
imposible para ti. Todo es posible para quien tiene fe. Según sea tu fe, así serán las
cosas que te sucederán.
* * *
Dios tiene poder y bondad para darnos mucho más de lo que nos atrevamos a
pedir o a desear (Éfesos 3, 20).
* * *
* * *
175
vocación, con generosidad, con valor, así conseguiremos realizarnos nosotros mimos y
también hacer un mundo mejor.
* * *
Hay una correlación entre buena conducta y orden. Una persona que es ordenada
interiormente presenta en su aspecto externo esa clara conducta que sigue psíquica y
moralmente.
Llegamos por ejemplo un día a nuestro lugar de trabajo, sea el que sea. Si vemos
todas las herramientas ordenadas, bien dispuestas, cada cosa en su sitio, el trabajo se nos
presenta más deseable. De aquí se sigue que hemos de procurar que haya orden en todo:
casa, librería, calles, jardines, playas, etc. Los pequeños serán limpios y ordenados si así
lo ven en sus mayores, de aquí la responsabilidad de padres, educadores, etc. y en
definitiva de todo adulto.
Otro aspecto del orden interno de una persona queda reflejado en la puntualidad
en las citas. Si quedamos para asuntos de negocios, de charla o de simple amistad, a una
hora determinada, ¿por qué hacer perder el tiempo al prójimo? ¿No nos damos cuenta
de que ahí entra también algo de la caridad que debemos tener unos con otros?...
Ni que decir tiene que la puntualidad en el trabajo debe ser sagrado como lo es
el mismo trabajo, y, desdice mucho de una persona la falta de puntualidad en él, máxime
si tiene subordinados, a los que debe dar ejemplo.
* * *
176
abandono muelle y comodón, en regalo y blandura, sin pensar que un día tropezarían en
las piedras de los caminos de la vida.
La mejor escuela de educación es aquella que sabe preparar a la persona frente al
dolor. Puesto que el dolor es la ley más constante de la vida, la mejor escuela de
educación es aquella que explica esa realidad y ofrece al ser humano las mejores
garantías de superarlas y darle orientación.
* * *
¿Consentirás en volverte una persona a quien avasallan cada vez más los
instintos, a quien dominan las pasiones, para quien sólo cuentan los placeres de los
sentidos, el dinero, la fama, los honores? Una persona que, embrutecida, desprecia todo
ideal, todo pensamiento un poco elevado, que ni por equivocación ejecuta un acto
generoso, desinteresado. ¿Una persona egoísta, carente de espiritualidad, que juzga a
los demás como si fueran cosas, los clasifica según su rango social, según sus cuentas
corrientes, según su habilidad para amasar dinero?
¿O bien, por el contrario, tomarás tu vida entre tus manos para procurar formar
de ti una persona en el verdadero sentido de la palabra, leal, generosa, diáfana? Una
persona valiente, que no teme comprometerse, arriesgar su fortuna y portarse como una
persona digna cuando las circunstancias lo requieren y los principios eternos están en
juego. Una persona, en fin, que tiene su alma de par en par abierta a todo aquello que
lleva el sello de la pureza, del desinterés; una persona que sabe apreciar la profundidad
y belleza de la vida moral y ve en la perfección cristiana la meta de su
perfeccionamiento personal.
El mundo en el que vives no está ciertamente saturado de grandeza moral y de
progreso espiritual. Es cierto que en tu peregrinar por el mundo encontrarás personas de
conciencia, íntegramente buenos; pero aún éstas han colocado como meta de sus
aspiraciones la Ciencia, la erudición, el éxito y la fortuna. Su anhelo no esta dirigido a
conseguir el desarrollo de su vida interior ni la perfección de su vida moral, que haría de
ellas personas íntegras, felices, equilibradas. Te acecha el gran peligro de ser absorbido
por el medio ambiente y hacerte de esta manera una persona mediocre, desfallecida,
sin voluntad. Debes luchar denodadamente para salvar tu personalidad. Debes pasar por
la vida de suerte que todo tu ser irradie una misteriosa fuerza de sinceridad, de pureza,
de lealtad, de justicia, de libertad y caridad.
Esto no lo conseguirás sino vigilándote constantemente, examinado tu conducta,
escogiendo o rechazando siempre por propia iniciativa, sin dejarse llevar por la voluntad
ajena. En los libros encontrarás buenos amigos, libros buenos se entiende, que te
ayudarán en esta tarea.
* * *
177
Los niños son una especie de espejos, que reflejan todo lo que ven. Como sus
ojos son instrumentos nuevos, que no están gastados por el uso, todo lo ven. De ahí que
el buen ejemplo ante ellos debe ser primordial.
Aunque fueses de hierro, si te hallases en medio del fuego, te derretirías. Si te
expones al peligro de las malas compañías no estarás mucho tiempo seguro (San
Isidoro)
Los ejemplos de los Santos son tan necesarios para que las almas obren bien,
como el riego de la tierra para que ésta dé su fruto (San Atanasio).
La doctrina es como la pólvora; pero el ejemplo es como la bala, que hiere o
mata. La pólvora sola no hace más que ruido, así la doctrina sola no hará más que ruido;
preciso es ponerle algún ejemplo, que sirva de bala… Los ejemplos de los Santos, son
guía, que enderezan el viaje de nuestra navegación; son faro, que nos enseñan el puerto
de nuestra salvación eterna…; son espejo, en que nos hemos de mirar; son alimento para
los sanos y medicina para los enfermos (San Antonio María Claret).
No hay cosa, que así hiera o despierte, como el ejemplo.
Los ejemplos de hombres buenos son semillas de obras santas, y como semillas
deben sembrarse y repetirse, si se quiere reportar cosecha de virtudes.
¡El ejemplo!… ¡No hay aroma de flores que así trascienda, ni resplandor de luz,
que así ilumine como el buen ejemplo!
Todos somos más o menos dóciles al poder del ejemplo pero los niños y niñas lo
son de una manera particular. Son casi absolutamente esclavos de él. Todo lo hace el
niño por imitación. Los padres, profesores y adultos, en general, deben cuidar mucho
este aspecto y no mandar nada que ellos no hagan antes, porque de lo contrario se
exponen a no ser obedecidos.
* * *
* * *
178
El que afirma que la vida empieza a los veinte, treinta, cuarenta años, no dice la
verdad.
La vida empieza cada día, porque si las ilusiones mueren con la tarde, las
esperanzas renacen con la aurora.
Nunca es tarde para iluminar toda una existencia. Una hora de sol puede alegrar
todo un día gris.
Nunca es tarde para cortar el elogio de las propias acciones y el desprecio de las
de los demás: llega un momento siempre en el cual se miden las distancias que separan
la realidad de hoy de las intenciones de ayer.
Nunca es tarde para reparar un error; hay que rehacerlo todo desde el momento
en que reconocemos que nos hemos equivocado.
Así, cada vida es como un día, y solamente más tarde se lloran las horas
perdidas.
Pero si por la mañana se desprecian, por la tarde se valorizan., ciertamente, cada
edad tiene sus alegrías, como cada estación tiene sus frutos.
Y la vida empieza de nuevo cada día, porque renueva siempre la hermosa fatiga
de amar y sufrir, comprender y perdonar. Pero solamente hacia la tarde se aprende a
servir.
* * *
179
esperes hasta el fin, y la fe se afiance, y aprenda el increyente que la esperanza en Dios
no deja corrido a nadie.
Los ricos pasarán hambre; mas los que buscan a Dios, de bien ninguno carecen.
Muchas son las desgracias del justo; mas de todas Dios lo salva.
Mirad y ved qué bueno es el Señor; feliz el que en Él confía.
Venga a su Dios quien lo mire como hijo, quien se refugie gozoso en su seno,
quien espera aunque todo le salga mal, quien bese sus manos cuando da y se las bese
también cuando retiene, quien ayuda al hermano necesitado…
Llegará la situación a tomar un cariz peligroso, el barco va de costado, la
pobreza ronda, se empujan por entrar en tu casa las desgracias:¡Espera en tu Padre,
persevera en tu esperanza, no desmayes en ella ¡Cuanto más se ensombrezca el día,
más espera: “En verdad os digo que si tenéis fe y no dudáis, diréis a este monte:
“Quítate y éntrate en el mar” y lo conseguiréis”.
No advertirá nadie los milagros, pero tú percibirás claramente una intervención
milagrosa que protege tu casa como el ave protege su nido, tanto más milagrosa cuanto
que parecerá una incidencia sencilla que vino sobre raíles de siempre: que ese es el
mayor poder de nuestro Padre, hacer las cosas difíciles sin esfuerzo, como si ellas solas
de por sí vinieran. Primero imaginaste imposible una solución; después te asombraste de
lo fácil que para Dios fue resolverla. Empezarás entonces a conocer a tu Padre y
sonreirás, cuando al cernirse Dios sobre ti, los unos nada adviertan y los otros se
extrañen de tu enorme suerte; mas tú sabes que esa suerte es…tu Padre.
Tu fe te ha salvado, repetía Jesús en muchos milagros. Es verdad, el poder de
Dios está siempre a punto; lo único que falta es nuestra fe. Tenla, con amor al prójimo, y
todo lo tendrás, porque quien fuese malo con el prójimo, en vano esperará que Dios sea
bueno con él: con la medida que midió, lo medirán. Pero si es con el prójimo caritativo,
justo y comprensivo, y con el Padre, confiando, sincero y lleno de buena voluntad; cree
en Él con firmeza, cree hasta la muerte, cree hasta lo infinito, Dios te atenderá: “Quien
cree en Mí, aunque hubiera muerto, vivirá”.
“Mirad que Dios es vuestro Padre - inculcaba Jesús - mi Padre es vuestro Padre,
y si los hombres saben ser buenos con sus hijos ¿cómo será con vosotros el Padre
vuestro que está en los cielos?
Por tanto os digo: no os angustiéis por la existencia, qué comeréis, con qué
cubriréis el cuerpo. Considerad los cuervos, que no siembran, ni siegan, no tienen
despensa ni graneros, pero Dios los alimenta.¿quién de vosotros con angustiarse puede
añadir un codo a su estatura? Pues si no podéis lo menos, ¿por qué os angustiáis de lo
más? Considerad los lirios del campo cómo crecen, no trabajan, ni hilan, pero ni un
monarca en toda su gloria logró vestirse como uno de ellos. Si a la hierba que hoy está
en el campo y mañana es arrojada al horno, Dios así la viste, ¿cuánto más a vosotros,
hombres de poca fe? Vuestro Padre sabe lo que necesitáis”.
* * *
180
* * *
Desde que Cristo nos dejó a su Santísima Madre como herencia, creemos y
estamos convencidos que cuando se agotan todos los recursos humanos… ¡Nos queda
María!
Cuando se desvanecen todas las esperanzas y nuestros problemas no tienen
remedio… ¡Nos queda María!
Cuando nuestras aspiraciones no se logran, las penas íntimas parecen
irremediables, fracasan nuestros ideales, no conseguimos el éxito en lo espiritual y en lo
temporal… ¡Nos queda María!
En todas las circunstancias desfavorables, en medio del gozo y alegría,
siempre… ¡Nos queda Maria!
A los pobres, a los pecadores, a los enfermos, a los tristes, a los que desfallecen
bajo el peso de su cruz… ¡Aún les queda María!
Para ti, alma que sufres incomprensión, desolación, abandono… ¡Aún te queda
María!
* * *
* * *
El santo deseo del alma es una continua oración; y lo es también todo cuanto
por Dios y el prójimo se hace con afecto de caridad.
* * *
El alma que persevera en humilde, sencilla, confiada y fiel oración, alcanza todo
lo que pide.
* * *
* * *
No hay almas que sean más fecundas, que más eficazmente irradien por la
oración, que las que procuran por todos los medios servir a Dios con buena voluntad.
Estos son los más seguros pararrayos de la justicia divina y los más poderosos centros
de santificación después de los sacramentos.
* * *
He aquí una grande y buena lección: la total abnegación y la fiel tolerancia de las
adversidades.
181
* * *
Hay tan pocos santos porque no nos vencemos; algo más heroico es ello que
hacer milagros.
* * *
Todos debemos sufrir en este mundo; quien sufra con paciencia, sufre menos
y se salva; quien sufre con impaciencia sufre más y se condena.
* * *
* * *
Dicen que una vez un hombre se dio cuenta de la necesidad que tenían los
hombres y mujeres de esta tierra de cambiar y de comenzar a vivir como Dios nos
manda. Pero se dio cuenta de que él no podía cambiar el mundo. Por lo tanto, decidió
cambiar él primero para así poder cambiar el mundo.
* * *
* * *
* * *
Los que piensan que las vidas de los Santos son sombrías y tristes, como
sembradas de cruces y llenas de oscuridades no saben lo que es felicidad.
* * *
* * *
* * *
182
No podrá el hombre sentir perfectamente a Dios en su corazón mientras no
muera en él cuanto haya de desordenado.
* * *
Sin Dios jamás habrá seguridad ninguna, donde quiera que se esté.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Guardaos de querer arrancar en dos días las raíces hondas de los apetitos
desordenados. Hay que andar paso a paso, según las fuerzas de cada uno.
* * *
Hay que aprender a andar con faltas y no pararse por ellas. Hay que aprender en
ellas a pedir perdón, sin admirarse, ni amargarse, ni desmayar, sino humillarse, y
levantarse el alma más animada. Nunca pararse en la vida hacia la perfección, ¡siempre
adelante!
183
* * *
Más fácil es que caigan en pecado diez almas sin contradicciones, que una que
viva afligida por ellas.
* * *
* * *
* * *
Los más santos no son los que menos falta cometen, sino los que tienen más
valor, más generosidad, y más amor, para hacerse violencia a si mismos.
* * *
Dios deja, aún a los mayores Santos, ciertos defectos, para hacerles sentir su
propia flaqueza, y que no se envanezcan con los favores que reciben.
* * *
* * *
Al ponerse un alma por completo en manos de Dios, se encuentra con que en vez
de perder, ganó toda su libertad. Porque ya no hay pasiones que la avasallen. Y porque
el mismo Dios se complace en darle satisfacción, cumpliéndole sus santos deseos, sin
negarle nada de cuanto pide. Lo atiende con un amor tan singular como si él fuera el
único.
* * *
Las almas unidas a Dios se consumen del celo por la gloria de Dios y por la
salvación de sus prójimos.
* * *
Hay que saber que lo que de ordinario pasa por perfección a los ojos de los
hombres es defecto a los ojos de Dios.
* * *
184
Un hombre de oración hará más en un año que otro en toda su vida. Tan gratos
son a Dios y de tanto favor gozan ante Él, que si uno de ellos sólo pidiera una cosa y
todos los demás lo contrario, sería oído con preferencia.
* * *
* * *
Los Santos llevan tan copiada la divina imagen que ésta se les descubre a veces
hasta en el rostro y en todo su aspecto.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Un alma que está del todo unida a Dios, le alaba constantemente. Cualquier cosa
que haga: orar, meditar, comer, dormir, su más pequeña acción, es una alabanza pura y
agradable a Dios.
* * *
El Espíritu Santo derrama su unción a las almas que anima y fortalece. Y les
hace hallar felicidad en las mismas cruces.
* * *
185
Dios es el amor infinito, que no es limitado por la unidad, ni agotado por la
multitud. Ama en particular a cada alma, como si fuera única.
* * *
* * *
* * *
Si haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho por ti.
* * *
Propagad buenos libros. Sólo en el Cielo sabréis el gran bien que produce una
buena lectura. (San Juan Bosco)
* * *
“Por dos graves faltas se pierden muchos creyentes: por pecados de impureza y
por no ayudar generosamente a los necesitados”. (Palabras de la Virgen).
* * *
* * *
* * *
* * *
186
* * *
Lo que Dios permite que nos suceda, aunque a nosotros nos parezca que es para
nuestro mal, al fin resulta ser para nuestro bien (San Clemente Hofbauer)
* * *
* * *
* * *
A quien Dios quiere hacer muy santo, le hace muy devoto de la Virgen María
(San Luís María Grignion de Monfort).
* * *
Si tú haces algo por la Virgen María, la Virgen hará mucho por ti.
* * *
* * *
Para mí es más cierto que existe la Divina Providencia, que el que exista la
ciudad donde vivo. (San José de Cottolengo).
* * *
* * *
187
* * *
* * *
* * *
* * *
Nada podrá pasar si Dios no permite que me suceda. Y todo lo permite Dios para
bien de los que lo aman. Y lo que el buen Dios permite que nos suceda es lo mejor,
aunque no lo entendamos, ni nos parezca así. (Santo Tomás Moro a su hija Margarita).
* * *
* * *
* * *
No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual, sino gente que no reza y gente
que sí sabe rezar (San Alfonso)
* * *
No eres más santo, porque no eres más devoto de María. (San Bernardo)
* * *
El orgullo es un pecado muy propio de las almas espirituales. Aún las gentes que
más se dedican a obras buenas tienen que luchar contra el orgullo porque si lo dejan
188
crecer les arruinará su santidad. El orgullo se esconde aún entre las mejores acciones
que hacemos, y si no estamos alerta esterilizará nuestro apostolado.
* * *
Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, sólo Dios basta (Santa Teresa de Jesús)
* * *
* * *
Lo que es un libro para los que saben leer, es una imagen para los que no leen.
Lo que se enseña con palabras al oído, lo enseña una imagen a los ojos. Las imágenes
son el catecismo de los que no leen (San Juan Damasceno)
* * *
* * *
En la eternidad, las condecoraciones no serán para los que tuvieron una vida sin
problemas, sino para quienes supieron luchar contra las dificultades. (San Francisco de
Sales)
* * *
El hombre que está perdiendo el sentido de Dios para sobrevivir con dignidad
necesita que alguien cercano se atreva a decirle: "Tú también eres amado de Dios en el
Señor Jesús, y no sólo decirlo, sino pensarlo realmente, y no sólo pensarlo, sino portarse
con este hombre de tal manera que sienta, y descubra que hay en él algo de salvado,
algo más grande y más noble de lo que él pensaba, y que despierte así a una nueva
conciencia de sí: Eso es anunciarle la Buena Nueva y eso no podremos hacerlo más que
ofreciéndole nuestra amistad"
* * *
* * *
* * *
189
Mira bien qué rápido se cambian las personas y qué poco hay que fiarse de ellas
y así acude solamente a Dios, que nunca cambia.
* * *
Hay que dejarse llevar por la mano de Dios, que sabe muy bien a dónde nos
quiere conducir.
* * *
Dios nos dice: Que un enemigo ofenda… pero ¡que lo hagas tú, que participas de
mi misma mesa, y eres mi amigo!
* * *
Señor, ayúdame a endulzar el carácter frente a las penas y desdichas que tanto lo
agrian.
* * *
Dios fortifica a sus servidores en la lucha y jamás abandona a los que en Él confían.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
La vida es lucha, guerra, desde que nacemos hasta que morimos; una guerra, una
lucha, en la que nos jugamos una vida eterna dichosa, o, por el contrario, una vida
eterna de sufrimientos, en un Infierno que no acaba nunca, nunca, nunca… Vale la pena
sufrir y luchar y soportar todas las adversidades que nos sobrevengan porque el premio
excede toda imaginación de gozo, de dicha, de felicidad eterna.
* * *
190
Raíz de males es la avaricia. Ofende a Dios, ofende al prójimo, ofende a uno
mismo. Porque retiene lo debido a Dios, niega lo necesario al prójimo y sustrae lo
conveniente a uno mismo. Ingrato con Dios, impío con el prójimo y cruel consigo
mismo.
* * *
* * *
Cuando pedimos una cosa, se nos concede, o lo que pedimos, u otra cosa mejor.
* * *
* * *
La comunión en gracia merece tanto como una semana a pan y agua. (San
Vicente Ferrer)
* * *
Mayor es el deseo que tiene Dios de hacernos bien que el que tenemos nosotros
mismos.
* * *
Más vale ser gusano por voluntad de Dios, que serafín por la nuestra.
* * *
* * *
Quien no se ilumina con tantos esplendores de las cosas creadas, es ciego; quien
no permanece alerta con tantos clamores, sordo; quien con tantos efectos no alaba a
Dios, es mudo; quien con tantos indicios no advierte el Primer Principio: Dios, es un
necio.
* * *
* * *
191
El deseo es el comienzo de la obra. El santo en los deseos llega a las mayores
alturas.
* * *
Más hace un destello de santidad que todos los talentos naturales (Santo Cura de
Ars)
* * *
* * *
Uno de los peores defectos que puede tener una persona es la timidez. El
tímido no se atreve a hacer ni decir nada que resalte, que llame la atención. Está
sometido al suplicio tantálico de saber su valor y no desplegarlo por miedo.
* * *
Quien se fía de todos los dichos ajenos, nunca sabrá a qué atenerse.
* * *
Todos los trabajos, todas las amarguras se soportan bien mientras permanezca
firme el ideal.
* * *
* * *
* * *
El origen de nuestros bienes radica en nuestras propias acciones.
* * *
* * *
* * *
192
Conviene que aprendas a quebrantarte en muchas cosas, si quieres tener paz y
concordia con otros.
* * *
* * *
* * *
Haced las cosas pequeñas como si fuesen grandes, que después haréis las
grandes como si fuesen pequeñas.
* * *
* * *
No hay día que no traiga consigo la ocasión de hacer un bien nunca hecho hasta
entonces y que jamás podrá hacerse.
* * *
* * *
* * *
El ocio corrompe el cuerpo humano como se corrompen las aguas si están quietas.
* * *
* * *
* * *
193
Todos alaban la paciencia, pero pocos quieren poseerla.
* * *
* * *
Cuanto más luz tengas, mayor será tu pecado; pero es más difícil que peques.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Bendita mil veces la experiencia y benditos también los desengaños que nos
hacen confiar en Dios en vez de en los hombres.
* * *
* * *
* * *
194
La verdad es siempre la misma en todas partes
* * *
* * *
El escritor debe tomar la pluma como instrumento sagrado que Dios puso en
sus manos para ennoblecer la vida.
* * *
* * *
* * *
Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.
* * *
* * *
El orden tiene tres ventajas: ayuda a la memoria, ahorra tiempo y conserva las
cosas.
El desorden tiene tres inconvenientes; el tedio, la impaciencia y la pérdida de
tiempo.
El orden necesita tres servidores: la voluntad, la atención y la dirección.
El desorden tiene tres normas; la precipitación, la pereza y el aturdimiento.
* * *
* * *
* * *
* * *
195
Muchos hombres no se equivocan jamás porque nunca se proponen nada razonable
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
El que es bueno es libre aún cuando esté encadenado; el que es malo es esclavo
aunque sea rey (San Agustín).
* * *
* * *
196
* * *
* * *
* * *
* * *
La raíz última del odio contra la vida humana, de todos los ataques contra la vida
humana, es la pérdida de Dios. Donde Dios desaparece, desaparece también la dignidad
absoluta de la vida humana. (Benedicto XVI)
* * *
* * *
Sólo cree de verdad el que practica lo que cree. (San Gregorio Magno)
* * *
* * *
Nada nos asemeja tanto a Dios como estar siempre dispuestos a perdonar (San
Juan Crisóstomo)
* * *
¿Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que
ha comenzado a servir mejor a Dios? Es el respeto humano, el temor al qué dirán (Santo
Cura de Ars)
* * *
El dinero es la llave que sirve para dos cerraduras: nos abre el Cielo o nos
abre el Infierno (San Juan Bosco)
197
* * *
* * *
Dios nunca manda lo imposible, pero nos ordena hacer lo que podamos, y pedir
lo que no está en nuestra mano hacer (San Agustín)
* * *
* * *
La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas: las de
Dios, las de sus Mandamientos, las de su voluntad.
* * *
El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol.
* * *
* * *
* * *
* * *
Sigue avanzando con paciencia en el sendero recto, con la paciencia se vence todo.
* * *
Reza como si todo dependiera de Dios, y trabaja como si todo dependiera de ti.
* * *
* * *
El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de semejantes.
198
* * *
Nada mejor para estar siempre alegres, que aceptar siempre la voluntad de Dios,
manifestada en nosotros mediante los Mandamientos y los acontecimientos que nos
rodean.
* * *
No es bienaventurado el que hace el bien, sino el que lo hace sin cesar (San Isidoro).
* * *
* * *
El que contigo habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los
tuyos.
* * *
* * *
El pesimista se queja del viento, el optimista espera que cambie, el realista ajusta
las velas.
* * *
* * *
* * *
El verdadero amor no se conoce por lo que exige sino por lo que ofrece.
* * *
Un libro hermoso es una batalla ganada en todos los campos de batalla del
pensamiento humano.
* * *
* * *
199
Los defectos del gran hombre son el consuelo de los necios.
* * *
* * *
* * *
La oración es el medio más seguro e infalible para tener éxito en las obras de Dios.
* * *
* * *
* * *
El aconsejar es un oficio tan común que lo usan muchos y lo saben hacer muy pocos.
* * *
* * *
Nada perjudica tanto a una nación como que la gente ignorante se haga pasar por
inteligente.
* * *
* * *
* * *
* * *
200
El saber es algo, el genio más, hacer el bien es más que los dos.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Ya se han escrito todas las buenas máximas. Sólo falta ponerlas en práctica.
* * *
* * *
* * *
* * *
Los hechos son como los sacos; si están vacíos no pueden ponerse en pie.
* * *
201
* * *
* * *
* * *
* * *
Puede ser un héroe tanto el que triunfa como el que sucumbe, pero jamás el que
cobardemente abandona el combate.
* * *
* * *
* * *
La bebida apaga la sed, la comida satisface el hambre, pero el oro jamás calma
la avaricia.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
202
Al ir envejeciendo, la belleza se convierte en cualidad interior.
* * *
El hombre sabio aprende más del necio que el necio del sabio.
* * *
* * *
Cuando encuentras un hombre bueno, intenta imitarlo. Cuando veas a uno malo,
examínate a ti mismo.
* * *
* * *
* * *
El deber del cristiano, de la cristiana, ante la vida, es seguir siempre adelante con
las buenas obras, hasta el final: sólo así obtendrá la victoria.
* * *
* * *
* * *
El verdadero apóstol nunca debe retroceder ante las dificultades, ni tampoco ante
la muerte.
* * *
203
Mayor bien puedes hacer en un día estando con Dios que en mil años estando
contigo mismo.
* * *
No basta arrepentirse del mal que se ha causado, sino también del bien que se
ha dejado de hacer.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.
* * *
204
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
La tentación nunca nos halla tan flacos como cuando estamos ociosos (San
Francisco de Sales).
* * *
* * *
* * *
Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos: nunca el interés forjó uniones de
larga duración.
* * *
* * *
* * *
205
Nunca será feliz quien atormenta al que es más feliz que él.
* * *
La caridad es el océano desde donde salen y a donde van a parar todas las demás
virtudes.
* * *
* * *
El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos.
* * *
Dos reglas preciosas para la vida son el saber escuchar y el saber esperar para
hablar: deja que te hablen, escucha, observa, reflexiona, compara las cosas que vas
oyendo unas con otras; no te apresures a hablar, espera, ten paciencia. Si así lo haces, se
te abrirán los horizontes de la verdad, y tus palabras y consejos serán estimados más que
el oro.
* * *
Propio del hombre prudente es prevenir las desgracias antes de que lleguen; la
calma, la serenidad, son armas valiosísimas; pero cuando las desgracias llegan y
arrollan, propio es del hombre bueno sostener la firmeza de su corazón, no desanimarse,
no dejarse hundir, antes, sin murmuraciones negativas ni ofensas, reaccionar confiando
en Dios.
* * *
* * *
* * *
206
* * *
* * *
* * *
* * *
Cumplir bien todo lo que hay que hacer a lo largo de la jornada y cumplirlo con
buena intención es ya cumplir la voluntad de Dios.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
207
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Se vive por y para algo. Si se nos garantiza que esa finalidad queda a salvo de
todas formas, aún en aquellos momentos en que la amargura pretenda sacar partido de
nuestras repetidas derrotas y fracasos, entonces ¡estamos triunfando!
* * *
* * *
* * *
Toda cosa noble, cuanto más cuesta, más agradable resulta al final.
208
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Verdaderamente, no sólo los hombres, sino toda la Creación, deben mucho a María.
* * *
* * *
* * *
Perdonando nos elevamos muy por encima de aquellos que nos ofenden.
* * *
Sólo aquellos que nada esperan del azar son dueños del destino.
* * *
Los malvados se burlan en público de los hombres de bien, pero en secreto los
respetan, admiran y envidian…
* * *
No puede perecer quien haya sido constante y humilde devoto de María, la Virgen.
* * *
209
* * *
* * *
* * *
Bendito sea el hogar donde los padres son consolados por hijos justos y
piadosos de verdad, frutos de su buen ejemplo y sincero cristianismo practicante.
* * *
* * *
Nunca impone Dios una obligación sin dar tiempo y medios para cumplirla.
* * *
La ociosidad camina con tanta lentitud que todos los vicios la alcanzan.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Los Santos, lejos de ser fabricación en serie, llevan en sí, cada uno, la
particularidad de sus propias cualidades, de su pueblo, de su época, y en ese carácter
particular llegaron a la altura de la perfección.
* * *
210
Humildad no es otra cosa que sinceridad consigo mismo y con Dios.
* * *
* * *
Los hombres pesimistas son aquellos que hablan con dolor de los maravillosos
años de la juventud o tienen nostalgia del pasado: si hubiéremos hecho esto o aquello de
otra manera… El hombre realmente positivo no conoce más que el presente, y en él
hace lo que le sale al encuentro, con la única preocupación de que sea lo acertado.
Pasado y fututo no nos pertenecen, sólo en el presente, que se asemeja a la eternidad,
tenemos poder sobre él. Cada momento nos viene nuevo de la mano de Dios: ten un
buen presente y tendrás un buen pasado y un buen futuro, pues es inimaginable el
maravilloso porvenir que nos espera tras la muerte en la otra vida: un Paraíso eterno,
una resurrección y juventud eterna, una felicidad eterna, como nunca podremos
imaginar, pues el Cielo es más, mucho más, muchísimo más, sobrepasa todo
entendimiento en felicidad, gozo, alegría, bienaventuranza y placeres.
* * *
* * *
El ángel del Cielo es una azucena sin mancha, el ángel de la tierra es una
azucena salpicada de sangre.
* * *
* * *
* * *
Las tres cosas más difíciles en este mundo son: guardar un secreto, perdonar un
agravio y aprovechar el tiempo.
* * *
211
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Vuestro corazón busca sin cesar un apoyo. ¡Cómo si pudiera encontrarlo fuera de Dios!
* * *
* * *
212
Revelar un secreto importante es hacerse voluntariamente esclavo de la
persona a quien se confía.
* * *
¡Cuánto bien puede hacer una persona santa y cuánto mal una necia!
* * *
Dejarse llevar del qué dirán es prueba de infantilismo espiritual (Santa Teresa de
Jesús)
* * *
Los caracteres más templados son los que más adversidades han encontrado en
su vida.
* * *
Dichosos los hombres que mueren por una idea grande, porque ellos perduran en
ella y por ella.
* * *
El Arte suaviza, eleva y purifica el gusto de los hombres, y, por tanto, dignifica
las costumbres.
* * *
* * *
A cualquier hora del día te concede Dios audiencia, siempre está a tu disposición.
* * *
Si quieres ejercer autoridad que te sea útil y que no moleste a nadie, expulsa tus
vicios.
* * *
* * *
213
* * *
Si llegas a dominarte a ti mismo todas las cosas sujetarás con más facilidad; la
perfecta victoria es vencerse a si mismo.
* * *
* * *
* * *
Por los Santos es como Dios regenera al mundo. El Santo es aquél, o aquélla,
que vive de la voluntad divina.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
¡Cuán sabio es trabajar puramente por Dios y no esperar recompensa más que de Él!
* * *
214
* * *
* * *
Nadie es inútil en el mundo mientras pueda aliviar un poco el peso de sus semejantes.
* * *
Con un mismo fuego, el oro se afina y la leña se quema; con un mismo trillo, el
trigo se limpia y la paja se quebranta; con una misma tribulación, el bueno se mejora y
el malo se arruina (San Agustín).
* * *
* * *
Lo más grande va sin reparo con lo más pequeño, con lo verdadero, con lo justo.
Lo mediocre va donde van todos.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
215
* * *
María, como Madre de Dios, es venerada por todo el Universo (San Nilo)
* * *
Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios (Hebreos 12, 14)
* * *
* * *
Yo os digo: Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen (Mateo 5, 43)
* * *
* * *
* * *
* * *
La vida es un gran tesoro que Dios te ha otorgado para que negocies con Él.
* * *
* * *
Levántate si caes; y antes de volver a andar, mira dónde has caído y pon allí una
señal.
* * *
* * *
Por la inteligencia rara vez nos ponemos de acuerdo, por el corazón nos
entendemos siempre.
* * *
216
Juzgando a los demás, fácilmente se peca; juzgándose y examinándose a sí
mismo, se ocupa el tiempo con provecho.
* * *
* * *
* * *
Si llegas a dominarte a ti mismo, todas las cosas sujetarás con más facilidad; la
perfecta victoria es vencerse a sí mismo.
* * *
* * *
* * *
Tratando bien a sus enemigos Alejandro Magno hizo de ellos sus amigos.
* * *
* * *
* * *
* * *
217
y gobierna en el tiempo, desde el principio hasta el fin, todos los seres y todo el ser; lo
grande y lo pequeño; lo importante y lo insignificante; el fondo y la forma; la esencia y
el detalle. No hay nadie ni nada demasiado despreciable para la atención y el cuidado de
Dios, como no hay acción, buena o mala, que escape a su mirada y a su sanción. De la
misma manera que la inmensa bóveda del Cielo cubre por igual las altas torres y las
humildes chozas, la mansión del potentado y la del pordiosero, así también la
providencia y el gobierno de Dios alcanzan a cuanto existe. Sin duda, la mayor
objeción contra la Providencia, y aun contra la existencia de Dios, proviene de la
existencia del mal en el mundo. Si hay un Dios providente, que tiene cuidado de la
Humanidad. ¿Por qué hay tanto sufrimiento, tanta maldad, tantas guerras, tanta matanza
de inocentes, tanta injusticia, tanta explotación, tanta conculcación de los más
elementales derechos de la persona humana? …
Dios ha hecho al mundo y al hombre libres de tal manera que, en vez de evitar
los males, tiene por justicia, que permitirlos por respeto a la libertad dada al ser
humano. Pero Dios saca aún bienes de los mismos males, aunque no por eso los
responsables del mal dejarán de responder de sus fechorías.
El mal, el dolor, sirve para tres cosas:
a) Para expiar pecados y evitarnos horribles tormentos en el Purgatorio.
b) Para encauzar al bien al que va descarriado.
c) Para aumento de méritos y gracia eterna.
No hay que olvidar, sin embargo, que “hasta los cabellos de nuestra cabeza
están contados”, que “ni una hoja del árbol se cae sin que Dios lo disponga”, y que,
como dice San Pablo, “fiel es Dios para no probarnos por encima de nuestras fuerzas”.
El plan de Dios era de felicidad para todos, pero al ser expulsados nuestros
primeros padres del Paraíso, por su desobediencia, y entrar la muerte, la enfermedad, el
frío, el calor, etc. las condiciones de vida del ser humano han cambiado y al entrar el
mal en la vida del ser humano, hay que hacerle frente, con la ayuda de Dios, y
transformarlo en bien, como hemos dicho antes, para purificar nuestros pecados, para
aumentar nuestro tesoro celestial y para salvación de las almas.
* * *
* * *
Más que nunca necesita el mundo, la Iglesia, cada uno de nosotros, una Madre
que dé luz y calor a nuestra vida. No encontrarás ningún Santo que no haya amado
tiernamente a María. En un momento de tentación, una mirada a María será tu fuerza.
En medio del dolor, de la angustia, una mirada a María será tu fuerza. En medio del
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dolor, de la angustia, una mirada a María volverá a tu corazón la serenidad y la paz.
¡Cuánto sabe la Madre de curar heridas y estimular a la virtud, devolver la alegría,
rehacer la vida de sus hijos…! La oración sincera a María será el medio más eficaz para
llegar pronto a vivir con plenitud tu vida de hijo de Dios.
* * *
* * *
Orar es cumplir la voluntad de Dios. Ahora sí que entenderás que puedes orar
siempre sin parar. Porque en todo momento puedes estar cumpliendo su voluntad. Que
tu voluntad esté unida a la suya: que quieras lo que Él quiere, y no quieras lo que Él no
quiere. Esa será la mejor oración.
* * *
* * *
Para aprender a rezar es necesario que los niños vean que sus padres rezan, y
que rezan con atención y respeto, y que luego se esfuerzan por ser más humildes y
cariñosos entre sí y con sus hijos.
* * *
Un buen libro puede ser como un espejo que te ayude a descubrir lo bueno y lo
malo que hay en ti.
* * *
* * *
Dice Pablo VI que el silencio es “la atmósfera propia para que nos hable el
Espíritu Santo” ¡Qué bien dicho! Dios es amigo de la paz. Habla en el silencio.
* * *
“Nunca estoy menos solo que cuando estoy solo – decía San Bernardo- Entonces
estoy más acompañado y más alegre. Porque lo que satisface y da verdadero contento al
corazón es el tratar y conversar con Dios”.
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* * *
* * *
* * *
Cuando uno vive en gracia y trata a Dios como Amigo acaba viendo las cosas
que ocurren en el mundo y las que nos acontecen como las ve Dios. Por el contrario,
cuando no se tiene fe no se entiende casi nada de lo que sucede.
* * *
En una ciudad italiana hubo en cierta ocasión una partida de ajedrez. El suelo
de la plaza estaba pintado a cuadros negros y blancos. Las fichas eran personas
ataviadas con atuendos apropiados al papel que desempeñaban: los que hacían de torre
llevaban un mandil con una torre pintada, otros iban a caballo, había dos reyes y dos
reinas, alfiles y peones. Unos iban de negro y otros de blanco y al son de las trompetas
se jugaba la partida. Las órdenes de los movimientos las daban desde lo alto de un
estrado, donde se veía de de arriba todo el tablero. Vista la partida desde un peón,
quizá no se entendiesen las órdenes que le afectaban a él o a sus compañeros. ¿Cómo?
¿Avanzar ahora que tenía delante un alfil contrario? ¿Por qué retirar nuestra reina a
aquel lugar lejano? Pero la partida, vista desde el estrado, observando todas las piezas
a la vez, las posibles jugadas futuras y las del contrario..., tenía una perspectiva
distinta a la vista en horizontal… No vayas a creer que nuestra vida en la tierra es
exactamente como una partida de ajedrez. No. Pero puede servir de ejemplo para
darte cuenta de cómo se ven las cosas con una mirada puramente racional, humana;
sólo se pregunta uno por el porqué inmediato de las cosas. Dios las ve de otro modo.
Sabe lo que nos viene bien realmente a cada uno y tiene otros porqués que van más
allá de nuestra corta visión. Ésa es la visión sobrenatural que Dios nos da cuando
tenemos fe. La fe nos hace conocer las cosas como Dios las conoce. En la vida del
mundo suceden los acontecimientos independientemente de que seamos cristianos o
no, que tengamos mucha fe o poca: un terremoto, la muerte de un amigo joven, etc.
Los que carecen de fe no entienden casi nada porque sólo entienden de la apariencia
del mundo, que pasa con el tiempo y la muerte. Incluso, después de negarse a creer en
Dios, se preguntan: «Si Dios existe, ¿por qué suceden estas cosas?» Pero no obtienen
respuesta. Su interrogante queda en el aire y no les queda más solución que dejar pasar
el tiempo y olvidar. A otros, esos mismos acontecimientos les remueven interiormente:
«¿No habrá que pensar en acercarse a Dios, ya que yo no logro dar explicación?»
Pero, como ya te dije, es cuestión de humildad. Para los que tenemos fe las cosas son
de otra manera. No es que nos sucedan cosas diversas o tengamos otros datos que los
demás no tienen; sin embargo, con la fe se entiende más. Cuanto mayor es la fe, más
se entiende. Es un premio que Dios da a los que son humildes. Nos hace entender que
Él tiene sus planes para cada uno de nosotros, y todo lo que sucede -bueno o malo
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según nuestra apreciación humana- es para bien nuestro. Por eso, no hay simple
resignación, se ama la voluntad de Dios, que acabaremos de entenderla en el Cielo, y
muchas veces también en esta vida. Compensa, hasta humanamente, creer, fiarnos de
Dios. Y, junto al agradecimiento por este don, hemos de pedirle al Señor para nosotros
y para todos lo que le pidieron sus Apóstoles: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5).
* * *
* * *
221
mío les preguntó el motivo. Una de ellas le contestó: «Tengo un hijo de dos meses que
se me está muriendo. He estado en los especialistas y me han dicho que se muere. Esta
tarde que veía que se moría le he dejado con unos familiares y me he venido a
decírselo a la Virgen.»
Tres años después reconoció cerca del Santuario a esa señora, que iba con
unos chavales pequeños, poniendo unas velas en acción de gracias. Le volvió a
preguntar si les había concedido algo la Santísima Virgen, a lo que respondió: «Pues sí
señor. Este chiquillo que ve correr tiene tres años, los que hace que vinimos a pedir su
curación a la Virgen; y, como todos los años, hemos venido a darle las gracias.»
No te extrañe que haya milagros. ¡Pues claro! ¿Quién los va a hacer sino
Dios, a través de su Madre? Pero quería que te dieras cuenta del detalle, como me lo
hizo ver a mí mi amigo: «Fíjese en lo que decía: ¡Me he venido a decírselo a la
Virgen!; fíjese si eso es fe o no es fe.» La fe efectivamente no es sólo saber las cosas,
sino en vivir lo que se cree. La fe se concreta, por ejemplo, en hablarle a la Virgen, en
decirle cosas porque sabemos que nos escucha. Eso es oración. Es rezar el Santo
Rosario, el Ángelus y tantas palabras que no se oyen, que van del corazón nuestro al
suyo, porque sabemos que nos escucha atentamente. La fe verdadera nos lleva a la
piedad, y la piedad nos ayuda a aumentar la fe. Mira a ver si tu fe se traduce en
oración, en detalles con el Señor y con su Madre.
* * *
La Iglesia sostiene que sería preferible que cayeran el Sol y la Luna, fallare
la tierra y cuantos millones de hombres viven en ella murieran, que no que un alma
cometa un solo pecado venial (Cardenal Newman)
* * *
El perdón es, fundamentalmente, una actitud del alma por la que se quiere el
bien de todos los hombres -inocentes o culpables, víctimas o victimarios- y se está
dispuesto a perdonarlos. No consiste sólo en perdonar un castigo, porque se puede
castigar con amor y perdonar con soberbia. Esa actitud del alma sólo puede ser producto
del amor: sólo el que ama a Dios y a todos los seres, en especial a aquél que es Su
imagen y semejanza puede llegar a perdonar. El que ama, sufre con el que padece las
injusticias y también por el que las cornete. El que ama, quiere el arrepentimiento del
culpable más que su castigo. Lo acepta, pero no se complace con él.
El castigo, desde un punto de vista, humano, no se da tanto para hacer justicia
cuanto para alcanzar un bien individual -corregir al culpable- y el bien social -impedir
mayores males y evitar el escándalo que implica la impunidad. Muchas veces sucede
que cuando se pide justicia sólo se está manifestando el deseo de venganza. La justicia
es producto del amor, la venganza, del odio. Así como el que ama ve con pena el castigo
del culpable, el que odia, lo ve con goce y alegría. La venganza nunca se satisface,
quisiera que jamás terminara, y deja al que odia con un sabor amargo de insatisfacción.
El hombre que no perdona no puede ser feliz porque su corazón está cargado de
rencores y resentimientos. Ver a la persona odiada, oír su nombre, sólo tomar contacto
con algo que se relacione con esa persona, es como sentir un ácido que quema las
entrañas. Aumenta los defectos del ser aborrecido, disminuye sus méritos, duda de sus
intenciones: la incomprensión campea en su corazón.
222
El hombre que ama es feliz porque todo lo comprende y todo lo perdona. Supera
fácilmente las ofensas. No conserva un solo rencor. A nadie juzga. La presencia de nadie
puede perturbarlo porque ve el bien que cada uno encierra.
Asimismo para no sentir odio ni rencor y perdonar hemos de tener en cuenta que
lo que nos hacen nuestros enemigos y que no podemos evitar nos sirve para las
siguientes cosas:
a) Purifica nuestras culpas y nos quita tiempo de Purgatorio.
b) Aumenta nuestra perfección.
c) Corrige nuestra soberbia
d) Ayuda a salvar almas.
* * *
RESÉRVATE TIEMPO
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Reserva tiempo para ser útil:
sólo así tu vida tendrá valor..
Reserva tiempo para la oración:
Este es el camino para la felicidad.
¡Verás que tu vida es mucho mejor
de lo que tú te imaginas!
* * *
El hombre mediocre dice que hay algo de bueno y de malo en todas las cosas;
que es preciso no ser absoluto en los juicios, etc.
Si alguien afirma con fuerza la verdad, el mediocre lo acusará de exceso de
confianza en sí mismo.
El mediocre, en su temor de las cosas superiores, afirma apreciar por encima de
todo el sentido común, pero él no sabe lo que es el sentido común, pues por esas
palabras entiende la negación de todo lo que es grande.
El hombre inteligente eleva la frente para admirar y para adorar; el hombre
mediocre eleva la frente para burlarse. Le parece ridículo todo lo que está por encima de
él, y lo infinito le parece vacío. (Ernesto Hello)
* * *
Una de las mayores tonterías de esta vida es creer en los que no creen en Dios.
* * *
Los seres humanos desean la paz con desesperación, pero la paz de Dios no
consiste en ausencia de tensión o inquietudes, sino paz en medio de la tensión y las
inquietudes.
* * *
Dios nos ve a cada uno de manera diferente, porque cada uno de nosotros lo
somos. Él se relaciona contigo tal como eres, y Él se relaciona conmigo tal como soy.
Desde luego, en Su amor, la meta para cada uno de nosotros será la misma: nuestra
salvación y felicidad eterna. Pero para ayudarnos a llegar a esa meta Él será tan personal
como el pastor que conoce a cada una de sus ovejas por su nombre.
* * *
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* * *
Los justos de todos los pueblos participarán del mundo por venir.
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No todo lo que parece cerca está cerca; no todo lo que parece lejos está lejos.
* * *
Son tus propios actos los que te proporcionan tus amigos y tus enemigos.
* * *
* * *
* * *
Estamos en la tierra para ganarnos el Cielo. El fin de nuestra vida es ser buenos
unos con otros para poder así entrar en unión con Dios, tanto ahora en la tierra, como
después en la eternidad. Desde este punto de vista, la vida se vuelve cada vez más
preciada para cada uno de nosotros, al mismo tiempo que se vuelve cada vez más
absurdo lo que un gran número de personas hacen con sus vidas. Con esta visión
entendemos cuán inmenso es el amor de Dios y cómo puede volverse increíblemente
bella la vida cuando trabajamos a su lado. Lo que este razonamiento debería y podría
darles a las personas es una clara y definitiva orientación en su camino, si quieren
formar parte de la Voluntad divina y de la belleza que deriva de ella.
* * *
La gente piensa y dice que los santos recibieron gracias que ellos no tienen y
que, por lo tanto, ellos no podrán llegar a ser santos. Decir: "^ Gracias a Dios, no fui
escogido para ser santo!" es como poner el carro frente a los bueyes y es una ex-cusa
mediocre. Si el que habla así, hubiese actuado como la persona santa, también habría
recibido más gracias. La justicia de Dios se fundamenta indiscutiblemente en el hecho
de que a cada uno de nosotros se nos ha dado la misma oportunidad de convertirnos en
santos.
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* * *
* * *
* * *
Dios considera más a cada alma, de lo que considera al universo entero. (San Pío
de Pietrelcina)
* * *
Cuanto más se acercan las personas a Dios, más libres se vuelven y no al revés.
Nuestra libertad de hacer el bien es uno de los dones más grandes que nos ha dado Dios
y sólo podemos ser despojados de este don, con el tiempo, por Satanás. La posesión
diabólica es estar sujetos a Satanás.
* * *
Dios nos puso en esta tierra para ayudarnos los unos a los otros en el recorrido y
si alguien, con su buen ejemplo, puede enseñarnos algo sobre las innumerables formas
de llegar con Jesús al Paraíso, ¿por qué no dirigirnos también a ellos? Relegando a
María y a los santos a un rincón se pierden a los máximos intercesores que podían
encontrar delante del Trono del Altísimo. Exactamente como un niño crece en esta vida
en compañía de sus hermanos y de sus hermanas, de primos, de tíos y tías, así también
un cristiano crece si estudia y recibe ayuda de los santos, cuyas vidas están
documentadas.
* * *
226
aquello que ellos ven, escuchan o participan y queda profundamente marcado. No es
sólo un viejo decir de la abuela que las mujeres embarazadas no deben de ver un
espectáculo desagradable. En aquellos tiempos, cuando se decía así, se refería a los
dibujos o a las fotografías; imaginémonos entonces, que será de esos niños en el seno
materno que son expuestos por horas y horas a las más detalladas películas de horror o
de sexo contra los Mandamientos de la Ley de Dios... Las personas pecan horriblemente
en términos de su hijo incluso antes de traerlos al mundo. La rabia, dolor, frustración y
falta de autorrealización en el nuevo ser representan una forma de reparación por los
pecados de sus padres. Satanás hace que las personas enfermen y estas enfermedades
sólo pueden ser curadas con mucha intercesión de alguien más. La oración la conduce a
Dios, incluso si ella no sabe que esto es lo que está sucediendo. El poder de la oración
es inmenso y la oración es lo mejor que un ser humano puede ofrecer a otro.
* * *
El no perdonar es la causa de los yugos y de los obstáculos más pesados y más
serios que nos auto imponemos en nuestra existencia. Si ofrecemos a Dios todo esto,
nos volvemos mucho más libres y más realizados, ya que el perdón nos ayuda a
comprender mejor la situación. Ésta es una gracia grande e importantísima.
* * *
El Señor no nos pide NUNCA más de lo que somos capaces de hacer o soportar.
* * *
Quien ama a Dios con corazón sincero, ama también a su hermano por el amor
de Dios; incluso si a veces se ve obligado a reprenderlo duramente, lo hace por el amor
de Dios. Se desea recibir amor, pero rara vez se piensa en darlo y es por esto que la
piedra angular se coloca en el amor hacia Dios, amar al prójimo por amor a Dios: esto
es lo que da los mejores frutos. De este comportamiento nace también la fuerza para
cumplir con grandes sacrificios, puesto que es en el sacrificio en donde se manifiesta el
amor verdadero y santo. Una frase para ser recordada, con referencia a esto es: " El
amor sin una Cruz, se encuentra vacío, la Cruz sin el amor, es demasiado pesada".
¡Quien sea que quiera enseñar a los demás el amor a Dios y al prójimo, deberá probar
ÉL MISMO que tiene un gran amor hacia Dios y hacia el prójimo! Las palabras
endulzan, pero los ejemplos tocan en lo más profundo.
* * *
Una sola vez antes de morir te será concedido saber cómo has utilizado tu
tiempo durante tu vida. Verás todos los años, todos los días y las horas y lo que pudiste
haber hecho con ellas. Te darás cuenta de todas las ocasiones en que pudiste haber
hecho el bien y no lo hiciste. En la eternidad será demasiado tarde. Si tú conocieras la
eternidad, ¡qué no darías para iniciar una nueva vida! ¡Qué grandes cosas se podrían
hacer empleando bien nuestro tiempo! ¡Cuántos tesoros se podrían obtener en el tiempo
que se nos ha dado y que hemos estado perdiendo! El tiempo es precioso y fugitivo, no
regresa ya.
* * *
227
Hacer la voluntad de Dios debería ser la palabra de mando de toda nuestra
existencia. ¿Por qué el hombre se avoca a cosas finitas? Porque muy rara vez piensa en
la eternidad. Acuérdate, entonces, de cumplir la voluntad de Dios en cada cosa y no te
preocupes si sigues repitiendo el mismo error. Lo que realmente importa es el tener la
fuerza para levantarte y volver a empezar. Equivocarse es humano, levantarse es algo
bendito, permanecer en el error es algo diabólico... Reconoce humildemente que eres
pecador, pero no te desanimes si caes repetidamente en el mismo pecado puesto que
Cristo murió por nosotros en la Cruz para que pudiéramos siempre levantarnos
nuevamente. La mayor parte de nuestras recaídas se deben a nuestras debilidades, a
nuestra superficialidad y negligencia, rara vez se debe a una mala disposición por parte
nuestra. Por lo tanto, no te atormentes por tus errores y mucho menos por los de los
demás.
* * *
¡No juzgues a los demás! ¡Aquellos que tienen esta mala costumbre son
precisamente quienes tienen una mayor necesidad de trabajar sobre sí mismos! Una
palabra bondadosa puede sanar, una palabra mala puede matar. Así pues, no juzgues. No
dejes pasar un día sin decir una palabra bondadosa o hacer una buena obra. Carguen con
los pesos de los demás. Sólo así se apega uno a la ley de Cristo. Si sólo se preocuparan
por no juzgar a los demás, a sembrar paz donde hay discordia y a profesar el bien que el
prójimo ha hecho en lugar de sus errores avanzaríamos velozmente en la santidad, en la
perfección. Esfuérzate siempre por ayudar a tu hermano de esta manera y no herirlo, y
así no habrá más guerra entre tú y él. Si todos actuaran así, menos de la mitad de los
hombres estarían en el Purgatorio, y el Infierno estaría vacío.
* * *
* * *
Es muy importante ser fieles en las cosas pequeñas puesto que esto refuerza la
humildad y lleva a grandes cosas. Es en las cosas pequeñas en donde se reconoce a las
grandes personas. La ejecución perfecta de las pequeñas tareas no requiere de un menor
esfuerzo que el de los actos heroicos. En la suma total del bien hecho se gana más con
las pequeñas acciones que con las grandes. Quien es fiel en las pequeñas acciones, lo
será también en las grandes. Quien no es fiel en las pequeñas cosas, no lo será tampoco
en las cosas grandes.
* * *
228
Según el dicho, el silencio es de oro y la palabra de plata. Sí, pero también el
hablar a su debido tiempo puede ser de oro. Hoy los así llamados "buenos" cristianos
siempre optan por el silencio. ¡Cuánto bien se haría y cuánto mal se podría evitar si
solamente se tuviera el valor de hablar cuando es necesario! ¡Cuánto miedo de hablar
tiene ahora el hombre! ¡De cuántas cosas tendremos que responder ante Dios cuando
aún viendo que esto o aquello conduce al abismo, preferimos no hablar incluso si
sabemos qué decir, por miedo, por pereza, por cobardía! Preferimos no hablar por temor
a ser echados a un lado, criticados, discriminados, tachados de inoportunos, de
trasnochados, de retrógrados, de perder algunos intereses… ¡Qué gran responsabilidad
tendremos ante Dios de nuestras palabras calladas cuando podíamos y debíamos hablar!
* * *
* * *
Quien no está dispuesto a hacer lo necesario por la salud del alma del prójimo no
es digno de llamarse cristiano. De hecho, cada católico está llamado a esto. Es un acto
obligatorio de la fe. La fe te lleva a través de la fuerza interior que de ella surge a
difundir la glorificación de Dios en todo el mundo. Es un acto obligatorio de honor a
Dios la tendencia a esta difusión. Es un acto de amor hacia Dios y hacia el prójimo.
¡Cuántas almas se podrían salvar si los católicos participasen con el corazón y las manos
en la actividad misionera! ¡Es un acto obligatorio de obediencia! Ve y enseña a todas las
personas. Es un acto de gratitud por la gran fortuna de poseer la verdadera fe.
Cualquiera que tenga esta enorme suerte se siente empujado interiormente a ayudar a
los demás a volverse igualmente afortunado. Cómo te estarán agradecidas las almas en
el Paraíso por haberles regalado esta gracia con las palabras, los escritos, las oraciones y
los sacrificios y, particularmente, con el ejemplo, con el amor y la bondad de tus
palabras y tus actos. Y todo esto por puro agradecimiento a Dios. El sufrimiento
soportado pacientemente por amor a Dios salva muchas almas. Si no tienes
posibilidades de hacer apostolado, no te olvides que la oración es un medio
importantísimo que todos podemos hacer por difundir la palabra de Dios y procurar la
salvación de las almas, y si esta oración es el Santo Rosario, mejor que mejor, ya que,
después de la Santa Eucaristía, el Rosario el arma más infalible para salvar almas y
derrotar al Infierno.
* * *
229
vencerás todas las dificultades, pues la salvación de todas las almas requiere de
sacrificios.
También todas las demás personas reciben de Dios una tarea particular. Por lo
tanto, que cada quien trabaje sobre su propia alma y sobre sus propias habilidades
mientras le sea posible. Que puedan crecer siempre y mejorar para honrar mejor a Dios.
Que cada persona pueda volver más bella su propia alma y la de los demás, y que pueda
siempre ayudar al hermano a proseguir por el camino de la alegría eterna. En cada don
dado por Dios existe una petición, una responsabilidad. Agradece al Señor por esta tarea
y esfuérzate siempre por llevarla a cabo. Nunca sabes cuánto tiempo te queda para
terminar tu cometido. ¡Que cada quien pueda llevar a fin su tarea!
* * *
* * *
* * *
A cada ataque espiritual de cualquier índole y entidad, desde el más chico al más
grande, corresponderá no sólo una solución del problema, sino también un premio, una
gracia dada por Dios que, sin excepción, supera siempre y por mucho a la magnitud del
ataque.Con estas dos verdades puedes guiar y fundamentar tu vida.
* * *
* * *
Mucho darás, aunque no des otra cosa que buen ejemplo. (Séneca)
* * *
Quitar los deslices de la lengua sería quitar del mundo las tres cuartas partes de
los pecados (San Francisco de Sales).
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* * *
La pereza es el anzuelo con que el diablo prende a las almas. (Santo Tomás)
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
No es más piadoso quien habla más de Dios, sino quien lo ofende menos.
(Concepción Arenal)
* * *
El hombre que conoce a Dios ya nunca podrá ser igual. Le inunda el corazón una
ternura infinita. Hay muchos ejemplos de valor y de fe. Pero uno en particular nos dejó
un documento invaluable. Es la homilía de San Juan Crisóstomo, antes de salir para el
destierro, siendo un hombre anciano. Es tan hermosa que conviene aprenderla de
memoria y repetirla cuando nos sintamos débiles o acobardados:
"Cristo está conmigo ¿Qué puedo temer?
Él me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas donde me apoyo.
Tengo en mis manos su palabra escrita. Éste es mi báculo. Ésta es mi seguridad, éste es
mi puerto tranquilo.
Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo,
porque ella es mi muro y mi defensa. ¿Qué es lo que ella me dice? "Yo estaré siempre
con vosotros hasta el fin del mundo" Cristo está conmigo, ¿qué puedo temer?
Que vengan a asaltarme las olas del mar y la ira de los poderosos; todo eso no
pesa más que una tela de araña”.
231
* * *
* * *
¿Las guerras? ¿Los crímenes? ¿Abusos sexuales de menores? ¿Por qué Dios lo
permite? Porque nos hizo LIBRES. No creas que una persona se hace violador o asesino
de la noche a la mañana. Constantemente Dios lo estuvo invitando a perdonar, a ayudar
a la gente, a no ser egoísta... a no relacionarse con ladrones, etc... Lo mismo a su familia
- a que lo eduquen bien... etc. Y como consecuencia de la desobediencia de los papás
(en la mayoría de los casos), el hijo se crió sin amor. Y luego se convirtió en un asesino.
TODOS SUFRIMOS POR LOS PECADOS DE LOS DEMÁS. Por eso tenemos que
llenarnos del amor de Dios y acabar con la injusticia. El amor es la única solución.
Muchos criminales cambiaron sus vidas porque alguien les dió amor (NO sexo - amor).
* * *
232
momento de la gracia y previsión divina, es el momento ideal para que, tras la
experiencia negativa del hijo, éste se decida a dar el paso que le devuelva la paz y el
perdón de su padre.
Jamás desconfiemos - en cualquier situación adversa de la vida - por dura que
sea - en el amor personal de Dios hacia todos y cada uno de sus hijos, por rebeldes y
duros que aparezcan.
* * *
Alrededor del treinta por ciento de las enfermedades del estado de ánimo son
producidas por falta de compromiso, por falta de ideal, por la falta de fe en Dios, lo que
conlleva una falta de sentido de la vida. Hay muchos que no saben para qué viven. Eso
es muy duro. Si la gente no logra un sentido para su vida termina enfermando. El
compromiso, el ideal, la vocación, es salud. Está en crisis la persona porque hay una
crisis de compromiso, de ideal, de fe en Dios, cuyas manifestaciones más claras son la
comodidad y el utilitarismo. Todo lo que no me es útil lo rechazo. Si alguien no me es
útil, la rechazo.
* * *
* * *
El hombre, por ser sensible, siente atracción hacia los estímulos gratificantes. Y
esto es para él un valor. Pero como al mismo tiempo es espiritual, no puede tener como
meta única el disfrutar de los estímulos sensibles placenteros. Para él son superiores la
verdad y el bien. Orientar su vida según una auténtica jerarquía de valores le hace
madurar como persona humana y le otorga paz y felicidad. Un hombre no puede ser
feliz cuando se realiza a medias. Cuando se queda por el camino presa de atractivos
efímeros. El ser humano se realiza cabalmente cuando pone todas sus potencias al
servicio de la realización de las posibilidades más valiosas. El hombre debe elegir en
cada momento no lo más apetecible, sino lo más conveniente para su desarrollo
personal. Lo agradable es un valor. Pero colocar lo agradable en la cima de la escala de
valores es hedonismo, que toma como ideal de la vida acumular gratificaciones fáciles y
sensaciones placenteras. Haber perdido el sentido del sacrificio debe ser calificado
como una de las mayores calamidades del siglo XX. Desde hace dos siglos se viene
interpretando todo sacrificio como una represión y una amputación del verdadero ser del
hombre. Es éste un error que puede destruir de raíz nuestra vida personal.
Conceder la primacía a los valores más elevados constituye el núcleo de la virtud
humana de la responsabilidad. La voluntad al servicio de un ideal valioso adquiere una
energía indomable. El mayor empeño de nuestra existencia debe ser realizarnos como
persona humana.
* * *
233
ORDEN
Hay una correlación entre buena conducta y orden. Una persona que es ordenada
interiormente presenta en su aspecto externo esa clara conducta que sigue psíquica y
moralmente. Así comprobamos que por su exterior podemos conocer los distintos
oficios de las personas. Un militar vestido de paisano, siempre irá erguido, marcará el
paso, sin darse cuenta; el investigador por regla general irá un tanto distraído, etc.
Llegamos por ejemplo un día a nuestro lugar de trabajo, sea el que sea, si vemos todas
las herramientas ordenadas, bien dispuestas, cada cosa en su sitio, el trabajo se nos
presenta más deseable. De aquí se sigue que hemos de procurar que haya orden en todo:
casa, librería, calles, jardines, etc. los pequeños serán limpios y ordenados si así lo ven
en sus mayores, de aquí la responsabilidad de padres, educadores, etc. y, en definitiva de
todo adulto. Otro aspecto del orden interno de una persona queda reflejado en la
puntualidad de las citas. Si quedamos para asuntos de negocios, de charla o de simple
amistad, a una hora determinada. ¡Por qué hacer perder el tiempo al prójimo?¿No nos
damos cuenta de que ahí entra también algo de caridad que debemos tener unos con
otros?...Ni que decir tiene que la puntualidad en el trabajo debe ser sagrada como lo es
el mismo trabajo, y, desdice mucho de una persona la falta de puntualidad en él, máxime
si tiene subordinados, a los que debe dar ejemplo.
* * *
DOMINIO DE SÍ MISMO
234
Dios envía podemos soportarlo, no digo que no sea difícil de cumplir, pero podemos
sobrellevarlo, para ello nada mejor que confiar en Él todos nuestros problemas, todas
nuestras cosas, después de haber hecho lo que hayamos podido por solucionar lo que
nos preocupa.
Tengamos confianza en Dios y vivamos al día, no nos proyectemos a mañana ni
a pasado mañana, pues en ese caso echamos sobre nuestros hombros una carga extra
para la cual Dios no nos ha dado fuerzas, como Jesús mismo dice: “A cada día bástele
su propio afán”. Dejemos, pues, las distintas tareas para cuando vayan llegando, no nos
preocupemos angustiosamente en cómo solucionaremos los problemas dentro de una
semana, de un mes, de un año, de dos días… Eso nos intranquiliza tontamente, porque
cuando llegue la fecha de ese problema, normalmente cambian las situaciones, y lo que
parecía difícil se vuelve claro, diáfano…
A cada día, pues, su propio afán, dominio de sí mismo y confianza ilimitada en
Jesús y en la Virgen, nuestra Madre del Cielo, que también, si sabemos acudir a Ella,
seremos ayudado por su vital intercesión ante el Altísimo.
I.- Recibir con bondad, agrado y amables modales a los que se acerquen a
nosotros, sea cual fuere su edad y condición.
II.- No ser causa de que nadie se aleje de nosotros con pena en el corazón y con
algún motivo de inquietud o de turbación; al contrario, portarse de tal manera con los
que nos visitan, que se retiren contentos y reconocidos.
III.- Mostrarse en todas las ocasiones complacientes y deseosos de servir al
prójimo. Préstale aquellos pequeños servicios que están en nuestra mano; no poner de
manifiesto sus defectos.
IV.- Manifiesta muy especialmente gran bondad y respeto a los ancianos, tan
despreciados por lo general en las familias, o tratados con poca consideración; escuchar
con paciencia sus quejas; sus continuas repeticiones, guardar con ellos las debidas
atenciones que reclaman su edad o sus enfermedades; hacerles con gusto compañía.
V.- No permitirse jamás burlas que molesten al burlado; burlarse de alguno por
un defecto real es tener poca caridad, burlarse de un defecto del cual no es uno
responsable es injusto.
REZA
235
Te ves perdido, no sabes ya
qué va a ser de ti…
Arrójate a la oración y confía.
¡Jesús nunca falla!
* * *
* * *
* * *
* * *
CARIDAD
Dios es más Padre tuyo que esas personas de la tierra a quienes llamas padres.
Por eso dice Jesús: “Uno sólo es vuestro Padre, que está en los cielos”. “No deis a nadie
entre vosotros el nombre de padre”… “No tenéis más que uno: el Padre celestial”.
Jesucristo había venido a implantar en la tierra la fraternidad universal. Como hijo de
Dios era hermano nuestro. Como Dios verdadero, es también nuestro Padre. Se dirige a
los Apóstoles, y en ellos a todos los hombres. Pronuncia unas palabras que saldrán del
Cenáculo y resonarán por todas las regiones de la tierra: “Hijos míos, amáos los unos a
los otros como Yo os he amado”. “Yo soy vuestro Padre, porque soy Dios. Soy Padre de
todos los hombres, por eso os llamo hijos, e hijos muy queridos: hijitos. No encuentro
palabra más tierna en el lenguaje humano. Todos hijos míos, luego todos hermanos.
Amáos como verdaderos hermanos; con amor universal, como Yo os amo a todos; con
amor de obras, como es el mío. Yo dejé las riquezas del Cielo y me abracé con las
miserias de la tierra, para que los hombres, desde las miserias de la tierra, subieran a
disfrutar las riquezas del Cielo. Yo doy la sangre y me abrazo con la muerte para
devolverles a ellos la vida.
En cuanto a la caridad, hay que distinguir una parte negativa y otra positiva. En
cuanto la negativa pueden cometerse faltas por omisión, de obra, de palabra. Por
236
omisión pueden ser: frialdad, indiferencia voluntaria, obstinación en no perdonar,
rehusar servicios que deberían hacerse. Sin duda que el arte de hurtar el cuerpo cuando
se podría ayudar a uno, de eludir bonitamente una carga para echarla sobre el vecino, no
es de suyo y necesariamente un pecado. También es verdad que no hay que ser un tonto
que se deje explotar por cualquiera que sea un vividor y que quiera sacar del fuego las
castañas con mano ajena. Pero muchas veces, bajo pretexto de que es cosa que no nos
toca a nosotros o que no nos obliga en conciencia lo que hacemos en realidad es
dejarnos llevar de nuestros egoísmos, de esa triste ley de atracción que nos empuja hacia
la tierra. Seamos generosos y magnánimos. En nuestra conducta no nos atengamos a la
estrechez tacaña de lo que es obligación estricta. Más allá de la obligación comienza el
ancho campo de la delicadeza, de las atenciones, del sacrificio, y de la afabilidad
ingeniosa, para agradar a los demás. Hacer esperar al que está aguardando un favor
nuestro, es echar a perder el regalo que se hace. Al contrario, el que da pronto, da dos
veces. Hay quiénes son mártires en sus sueños de perfección y pequeños apóstatas,
quizás verdugos, en la realidad. Un fiel cristiano ha meditado por la mañana aquel texto:
“Hay que dar la vida por sus hermanos…” y ese que hizo el propósito de inmolarse, no
se digna de tomarse una pequeña molestia que le exija la caridad. Ha pensado en
resoluciones sublimes, pero se ha olvidado de las comisiones cotidianas y de cada hora.
¡Ese mártir lo era sólo en su imaginación!...
Las bromas son en sí inocentes. Sostienen la conversación y en el fondo es una
muestra de simpatía. Las bromas, por decirlo así, son el cemento de la amistad. Pero se
puede abusar de ellas y resultar insistentes, pesadas. Hay que procurar que no llegue uno
a ser el blanco de todos los chistes, una especie de hazmerreír. Las mejores bromas, son
en general, las que menos duran.
No hay que ser muela de afilador que termina por amolar a la víctima y a los
presentes. No andemos con chismes. No vayamos a contar, sin grave motivo, a uno lo
malo que de él hemos oído a otro. Al contrario, gustemos de referir a los demás las
apreciaciones benévolas hechas sobre ellos. Eso es caritativo, y de ordinario provoca el
afecto para con aquel cuya estima llegamos a conocer y para el cual hasta entonces tal
vez no sentíamos sino indiferencia o aversión. Si has murmurado sin motivo que lo
justifique hay que reparar como se pueda; por ejemplo: hacer recaer la conversación
sobre la persona perjudicada y hacer el elogio de sus verdaderos méritos diciendo: “Sí
tiene sus defectos como todo el mundo, también tiene hermosas cualidades”… O bien
hagamos valer las circunstancias atenuantes…Hay que huir de las palabras cáusticas,
apodos que hacen fortuna y quedan pegados a las personas como los epítetos homéricos,
porque de hecho son ingeniosos y caracterizan muy bien, demasiado bien, un defecto.
Cuando los alumnos ponen un mote al profesor, como aquel chaval que llamó a su
profesor “El azote de Dios”, se sonríe uno ante una expresión más regocijante que
maliciosa, de un discípulo que pone en parangón al infortunado profesor con Atila.
Pero, ¿qué pensar de los que ridiculizan con saña a alguno, o le llaman “un miserable”.
Ciertas burlas, por el momento hacen reír, pero no harán reír en el momento de la
muerte al que las lanzó.
En nuestro trato tengamos siempre la buena gracia, la cortesía sencilla pero
graciosa. Delicadeza muy sincera, delicadez del corazón. La virtud no debe ser severa
más que para sí. La amabilidad nos sugiere las siguientes resoluciones: ser serviciales.
¡Qué agradable es vivir juntos cuando se puede estar seguro de la complacencia de los
que nos rodean! Cuántos, por ejemplo, se interesan muchísimo por su propia salud, pero
apenas por la del prójimo. Por mero cumplimiento formulan esta vaga pregunta ¿qué tal
su dolor de cabeza? Y enseguida, sin dar tiempo a responder añaden: “Yo sí que tengo
237
dolor de cabeza”… Felicitaciones por los santos, por los cumpleaños, por los
aniversarios. Cartas de pésame nacidas del corazón.
Hablemos amablemente… y dejemos hablar a los demás. Interesarse por los
demás, con vista de no ser inoportunos.
Atenciones con los viejos. No les demos la dolorosa impresión de que ya para
nada cuenta uno con ellos. Aprovechémonos de su experiencia.
No olvidemos a los enfermos. Hagámosle compañía. Un poco de tacto nos
advertirá que una visita muy larga podrá fatigar a los que sufren. Hagamos la caridad, si
se da el caso de velarlos. Todos saben que no podemos hacerlo de una manera regular.
¿Pero una vez de paso…y con un motivo grave?...Hablemos con sinceridad: ¿no nos
sucede alguna que otra vez que nos quedamos hasta muy tarde viendo la televisión o en
una reunión que tiene para nosotros un atractivo especial? A ese enfermo que sabe leer,
pero que no puede hacerlo, contadle noticias que le interesen. Leámosle el periódico, si
muestra deseos de ello. Démosle también el consuelo, más suave y sereno, de oír
algunas páginas piadosas. Siempre caritativos, serviciales, pero sobre todo con los
afligidos. Es cuando se necesita la ayuda de los demás.
EL MEDIOCRE Y EL SANTO
238
El hombre que es mediocre vence porque sigue la corriente: el hombre superior
triunfa porque va en contra de la corriente.
La trayectoria del éxito consiste en andar junto a los otros, aunque no tengan
razón: la de la gloria en marchar en contra de los otros, cuando no tienen razón...
* * *
* * *
(Por un niño para todos los que tienen hijos físicos o espirituales o piensan tenerlos.
I. —Darle desde pequeño cuanto pida, aunque veáis que algo no le conviene.
239
III. —En un momento de arrebato o nerviosismo, castigarlo por alguna cosa que antes
se le ha festejado.
IV. —En lo que atañe a los principios y consejos que se le den, tratar de no ponerse de
acuerdo los padres.
VI. —Asimismo es conveniente que los padres discutan entre sí con frecuencia, y se
insulten mutuamente, o se culpen constantemente, procurando que el niño esté delante.
VII —Procurar pedirle al niño o niña que cumplan sus obligaciones a base de regalos,
premios y dinero, más que hablarle del concepto del deber de cada uno sin esperar más
recompensa que la satisfacción de las cosas bien hechas.
XII. —Echar la culpa al profesor de su fracaso escolar. Es necesario que en este caso el
niño esté delante; así los efectos negativos de inhibición en él serán conseguidos más
eficazmente.
XIII. —Criticar al profesor cuando éste aplica alguna sanción o recuperación al niño
justamente, con lo que éste se crecerá y se inhibirá ante cualquier actividad propuesta
por su educador, pues según su padre «él tiene razón» aunque en su fuero interno
reconozca que es un vago.
XIV.—Los padres procurarán, para conseguir una total malcrianza de sus hijos, no hacer
lo que luego les exigen a ellos; ser los principales infractores de lo que luego le
prohíben a sus hijos.
XV. —Darle la razón al hijo cuando un adulto le riña por una gamberrada.
XVI. —El último retoque final a la malcrianza de nuestros hijos lo darán el ambiente
paganizado de la calle y las malas compañías, de las que nos despreocuparemos.
* * *
Amar es ser capaz de decir: te felicito. Amar es ser capaz de decir: perdóname.
Amar es ser capaz de perdonar. Marcel Beauchemin.
* * *
240
Está bien hablar de igualdad del hombre y de la mujer, pero esta igualdad no
significa que sean idénticos; son muy diferentes el uno del otro y nivelar o prescindir de
estas diferencias no es un avance histórico como se ha dicho, sino un retroceso muy
perjudicial.
El mundo necesita hoy de mujeres que sean verdaderamente mujeres, o sea,
dignificadoras y no seductoras. El unisex, tanto en el vestido como en el corte de pelo o
en las actividades profesionales, olvidando las diferencias, empobrece a la Humanidad.
Más que el hombre, la mujer es sensible a cómo se la mira. Necesita agradar y
sentirse tomada en cuenta, pero más profundamente, quiere ser amada.
Está de tal manera en su naturaleza el amar, que cuando San Pablo habla a los
esposos en la Carta a los Efesios 5, 25, dice: "Esposos, amen a sus mujeres", no dice a
las mujeres amen a sus maridos, ya que eso es obvio, es natural, el corazón de la mujer
es un abismo que solamente se llena con el amor.
La mujer tiene un solo camino para igualar al hombre: ser mujer de verdad,
desarrollando sus cualidades femeninas. Cualidades, que son distintas del hombre y que
no la hacen inferior a él, ya que son una riqueza, un don de Dios.
La mujer no es una copia del hombre. Tiene una identidad propia, está dotada de
cualidades y caracteres específicos, que deben ser reconocidos y favorecidos, porque
estas diferencias son enriquecedoras.
Decía la Madre Teresa de Calcuta: "Tengo que confesar que no alcanzo a
comprender por qué algunos afirman que el hombre y la mujer son idénticos, llegando
hasta negar las diferencias que existen entre ellos. Los dones de Dios, son todos
igualmente buenos, pero no necesariamente iguales. A los que me dicen que les gustaría
servir a los pobres como lo hago, les digo: lo que yo hago, usted no está en condiciones
de hacerlo, pero usted y yo juntos, podemos hacer algo hermoso para bien de nuestros
hermanos. ¿Por qué Dios nos ha creado a los unos hombres y a las otras mujeres?
Porque el amor de la mujer presenta una cara del amor de Dios; el amor del hombre es
la otra cara de este mismo amor".
El hombre y la mujer han sido creados para amar, pero cada uno de una manera
diferente. La mujer no es igual al hombre, ni en su cuerpo ni en su espíritu. Ella tiene
una sola meta: el amor. Es dependiente de su ciclo menstrual, que la hace más
vulnerable, más nerviosa. Cada mujer, tiene un cuerpo de madre, una inteligencia de
madre, un corazón de madre.
El hombre está formado de otro modo, tiene otras metas. Dios ha dotado a la
mujer de un espíritu extraordinariamente sensible, para que cuando llegue a ser madre,
sepa y pueda abrir a sus hijos los ojos del corazón, enseñándoles a amar a Dios y a sus
semejantes.
La mujer, también, por naturaleza es más detallista y ayuda al hombre a
perfeccionar lo que hace.
El hombre y la mujer son complementarios y dependientes, los dos deben
aceptar una mutua dependencia y sumisión.
Hemos dicho que el hombre necesita de la ayuda de la mujer, pero la mujer, a su
vez, necesita de la protección del hombre.
Los movimientos feministas, al difundir la mentalidad errónea que la mujer no
necesita del hombre, ya que se puede valer por sí misma, son los que más han dañado a
la mujer, pues en lugar de liberarla la debilitan, privándola del apoyo necesario del
hombre, que le da seguridad para dedicarse enteramente a su misión, la de amar
sirviendo a la vida.
Que la mujer necesite de la protección del hombre no significa que sea inferior a
él, porque si en ciertos aspectos aparece como más débil, sabemos por otra parte que
241
frente al sufrimiento y a las dificultades, tiene una resistencia y fortaleza que el hombre
no tiene.
No debemos hablar de sexo contrario y menos de guerra de los sexos. Eso puede
ocurrir cuando la mujer quiere ser hombre y el hombre mujer. En otros términos la
mujer debe ser femenina y el varón masculino, para una armoniosa convivencia.
La mujer por naturaleza es más humana, más atenta y sensible a las necesidades
del ser humano. En cuanto a la educación y a la salud, se percata inmediatamente de un
problema aqueja al niño e interviene por intuición.
En cambio, el hombre está más orientado hacia lo intelectual, las cosas
materiales; su papel específico es de transformar y perfeccionar el mundo a través de su
trabajo.
El relato de la Creación presenta a la mujer como compañera del hombre, igual a
él, y no como una simple niñera o cocinera. En la Biblia vemos cómo el hombre manda
a los animales, pero no a la mujer. Frente a ella, el hombre se maravilla, tanto es así,
que cuando Dios se la presenta a Adán, éste exclama: "Esta sí que es hueso de mis
huesos y carne de mi carne".
El hombre requiere de una mujer que piense en él, porque la mujer es
estimulante aun sin darse cuenta. Que el hombre la asocie o no a sus problemas, planes
o proyectos, de todos modos recibirá su influencia, aunque sea solamente por su
presencia reconfortante.
Se ha dicho: "Si falla el hombre, queda la mujer; pero si ésta falla, todo se viene
abajo".
Educar a un hijo pide un esfuerzo continuo, una atención de cada momento, un
sabio equilibrio de firmeza y de ternura, de corrección y de aliento, para que pueda
llegar a ser un hombre y una mujer libre, y no esclavo de sus pasiones. Es una lucha
incesante contra sus malas tendencias y un trabajo permanente para afianzar las buenas.
Por eso es tan importante que la mamá pudiera estar en "casa", acompañando a sus
hijos, paso a paso en su crecimiento de hijo de Dios.
Por otra parte, la mujer debe controlar su instinto posesivo; es un pésimo
servicio que le hace a los hijos, manteniéndolos sobreprotegidos; debe prepararlos a
enfrentar la vida con sus dificultades y sufrimientos. Es un error evitarles el sufrimiento
a toda costa; el dolor, la pena, son inherentes a la vida humana. La mamá debe preparar
a sus hijos para que sean capaces de reaccionar frente a las dificultades y al peligro.
¡Cuántas madres hoy, cuando el niño manifiesta los primeros intentos de
independencia, callan para evitar problemas o discusiones! En estos momentos
cruciales, no pueden renunciar a su responsabilidad de madres, cueste lo que cueste.
¡Cuántos silencios culpables de parte de la mamá, por falta de valentía para corregir al
niño cuando es necesario!
Tanto en la familia como en la escuela, el "genio femenino", su influjo educativo
resulta indispensable, porque ella tiene una capacidad especial para fijarse en la persona
concreta, con una intuición particular que le permite salir al paso de sus necesidades. De
esta forma, cuando en los proyectos e instituciones colaboran juntos hombres y mujeres,
se realiza verdaderamente una educación integral que abarca a la vez la formación del
juicio y del corazón.
Sin la contribución de la mujer, la sociedad es menos viviente, la cultura menos
rica, la paz menos estable, porque cuando la mujer no está en condición de desarrollar
su capacidad y ofrecer su riqueza y sus dones, la humanidad se empobrece. De ahí que
es muy necesario abrir a las mujeres el mayor espacio posible en todos los ámbitos de la
cultura.
242
Con su sentido del detalle y de lo concreto, la mujer ayuda al hombre a no vivir
en un mundo irreal, le hace tomar conciencia de la importancia de las pequeñas cosas de
la vida cotidiana. Fácilmente el hombre idealiza, la mujer lo puede ayudar a ser más
concreto y a practicar las virtudes de limpieza, puntualidad, orden, etc., recalcando así el
valor de los pequeños detalles de la vida diaria: "Las cosas pequeñas son cosas
pequeñas, pero ser fiel en las cosas pequeñas, es una cosa grande" (San Agustín).
De por sí la mujer tiene el don de poder ser instrumento de paz en su familia,
apaciguando a tiempo un disgusto, favoreciendo la comprensión y la comunicación
entre cada uno. Por naturaleza es el lazo de unión entre su esposo y sus hijos.
La casa es el "dominio" de la mujer, es su pequeño Reino. Ser "dueña de casa" es
tener una influencia sin límites, porque abarca no solamente a su familia, sino a toda
persona que pise el umbral de su hogar y reciba su influencia positiva y contagiosa.
Su esmero en tener todo listo a tiempo, en mantener su casa impecable en todos
lo rincones, aún detrás de las cortinas y hasta el florecito en la mesa del comedor con
flores frescas; sin olvidarse del arreglo de su persona, alegre y sonriente en su coqueto
delantal, es para el esposo que llega una acogida de fiesta, de amor y de paz único que
irradia sobre toda la familia.
La mujer es capaz con su sola presencia de ir creando un ambiente acogedor,
atractivo y alegre, que los niños sabrán apreciar. Si la familia es un lugar de alegría, de
convivencia, de diálogo, como sólo lo sabe hacer la mujer, los niños, jóvenes y el
mismo marido, no tendrán necesidad de salir a buscar entretención fuera.
La mujer tiene una tendencia a reaccionar en forma más globalizada, en general
es toda buena o toda mala, en ella no se da con facilidad el término medio.
La Biblia no se cansa de elogiar a la mujer buena, como se ve en el capítulo 31
de los Proverbios, o en el capitulo 12, versículo 4: "Una mujer valiente, es corona para
su marido", o en el Libro de Rut 3, 11: "Tú eres una mujer extraordinaria".
En cambio cuando habla de la mala mujer, las expresiones son fuertísimas:
"La mujer desvergonzada es como una carie en los huesos" (Prov. 12, 4)
"El griterío de una mujer es como una gotera que no deja de correr" (Prov. 19,
13)
"Más vale vivir en un rincón del entretecho, que con una mujer rabiosa" (Prov.
21, 9)
"Más vale vivir en un desierto, que con una mujer agriada" (Prov. 21, 19)
"Gotera que no deja de caer en día de lluvia y mujer caprichosa son iguales.
Atajarla es como atajar el viento o agarrar el aceite con la mano" (Prov. 27, 15)
El matrimonio es para formar un consorcio de vida y de amor entre esposos
generosos en aceptar los niños que nacerán de ellos. La mujer, en el matrimonio, tiene
una doble misión, primeramente: con relación a su esposo y después con relación a sus
hijos. La mujer no debe olvidar que en la familia su primera atención es para el esposo.
La presencia de los hijos no debe disminuir su amor conyugal, sino que todo lo
contrario.
El peligro que acecha a los esposos, es esperar todo el uno del otro. En especial,
la mujer cree que el amor de su esposo puede colmar todas sus aspiraciones, piensa
encontrar en él todo el apoyo, todo lo que necesita y desea, y sin darse cuenta pone a su
marido en el lugar d Dios Es a menudo lo que ocurre y que provoca en la mujer una
tremenda desilusión, porque endiosa a su marido, lo idolatra, acepta su tiranía y luego,
al descubrir sus defectos y sus caídas, su amor sufre un colapso.
Si empieza a aceptar ser un instrumento de placer de su marido, eso la lleva a
realizar el acto conyugal solamente como algo físico, olvidando que se unen dos
personas: alma, corazón y cuerpo; bajo la mirada de Dios. Si la relación entre esposos se
243
limita a la unión física, llega a ser un acoplamiento de tipo animal, porque pierde su
grandeza humano – divina de don de sí al otro. Si ella consiente en ser solamente
seductora u objeto de placer, la unión conyugal irá al fracaso.
Es importante que la mujer, antes de casarse, se preocupe de conocer su ciclo de
fertilidad; para guiarse en su vida matrimonial y poder, junto a su marido, tener una
paternidad y maternidad responsable, que le permita tener embarazos deseados.
Ese ritmo natural de la mujer ha de ser respetado por el esposo, que la ama y
quiere su bien. El respeto de los tiempos de fertilidad dignifica a la mujer, que se siente
verdaderamente querida por su marido, y después de muchos años de convivencia se
mantendrá el enamoramiento.
¡Una casa es firme cuando la atiende una mujer, una madre, una verdadera
mujer, una verdadera madre! Sin ella no hay calor, no hay hogar, no hay fuego que
caliente; donde la mujer falta, no se puede hablar de un hogar familiar.
La mujer no puede ver un pajarito herido, una planta que se muere o una flor que
se marchita en un florero sin que su corazón, su mente y su alma se conmuevan y
busquen el remedio, como si testimoniara así que fue designada por Dios para ser
guardiana y custodia de la vida.
Los sentimientos de misericordia y compasión, innatos en la mujer, suscitan en
ella el deseo de aliviar las penas de quienes sufren: los niños abandonados, los pobres,
los enfermos y cuantos necesitan ayuda.
Si las mujeres son más valientes ante el sufrimiento, eso no significa que deban
aceptar con facilidad ser las víctimas. No deben resignarse ante situaciones injustas,
adoptando una mentalidad de mártir; el dolorismo y el masoquismo no son inhumanos
ni cristianos, la mujer debe luchar con todas sus fuerzas contra el dolor humano, ya que
Dios no lo quiere.
En las situaciones más dolorosas, desesperadas, ella debe quedase de pie para
dar esperanza a todos, pues el amor es más fuerte. En estos momentos de desamparo,
hay que recordar que Dios ha prometido no abandonarnos.
La mujer será valiente para salvar el amor. Cualquier mujer que se casa debe
comprender que la vida no es facilidad. Obliga a ser vigilante, atenta a los primeros
deterioros del amor. Debe ser exigente consigo misma y comprensiva para las
debilidades de su esposo, sin justificarlas jamás.
Para no terminar desilusionada, deberá admitir, desde un principio, que el
matrimonio no es el paraíso en la tierra, sino que es un camino de esfuerzo, de
sacrificio, para conquistarlo día a día.
Cuando el hombre se ve atraído fuera del hogar, ella debe permanecer fiel y
amante para salvar el matrimonio, si la mujer pierde el amor, se apaga la llama de la
esperanza. Ella debe permanecer amante y acogedora para despertar el amor en el
corazón de su marido. El amor siempre sale vencedor, si el resultado no es inmediato,
siempre termina por triunfar.
La belleza es parte de la gracia de la mujer. No hay ni una que no tenga el deseo
de ser bella. La mujer es bella, pero su belleza no viene esencialmente de la regularidad
de sus rasgos, tiene una belleza que nace de una luz interior que la hace agraciada,
atractiva, simpática, a pesar de las arrugas de la vejez .Esta luz es el amor que llena su
corazón.
Cualquier mujer podría decir: soy bella, porque amo; una madre, una anciana
que ama es bella.
La mujer sabe descubrir en todo lo hermoso un don y un reflejo de la belleza de
Dios.
(P. Ramón Ricciardi)
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* * *
* * *
* * *
* * *
Todo lo que les deis de más a vuestros hijos cuando son pequeños os lo darán
luego de menos en afecto y respeto cuando sean mayores, y lo que es peor, se lo restáis
a ellos de virtud y preparación para su futuro.
* * *
* * *
245
No pretendas que tus hijos acepten la fe por la violencia. Sé en este aspecto muy
comprensivo y prudente y no quieras forzar sus almas. En primer lugar dales buenos
ejemplos y ya habrás dado un gran paso en la exposición de la doctrina cristiana. Luego,
con amabilidad, aconséjales que reciban los sacramentos e instrúyelos en las verdades
de nuestra fe, pero nunca obligarlos por la fuerza. ¡Cuántos padres han obtenido los
efectos contrarios al forzar a sus hijos a comulgar de una forma dura e inflexible, y, ya
mayores, detestaron todo lo que se refiere a Dios porque odiaron las imposiciones!
* * *
Pese a ciertas teorías modernas, en cuanto a libertad se refiere, vigila los pasos
de tus hijos. Procura saber quiénes son sus amistades. Explícales los peligros del mundo
a los que se pueden ver expuestos si no cuidan de que sus amigos sean formales: drogas,
robos, trata de blancas, prostitución, pornografía, amor libre, homosexualidad
practicante, impiedad, etc., etc. Un buen amigo es un tesoro, uno malo es peor que la
peste pues en la edad maleable de la juventud todo se imita y algo queda, por poco que
sea, que minará su personalidad de cristiano. No des ni mucha libertad ni poca, sino la
necesaria, pero siempre procurando controlarlos, sin exageraciones, pero sabiendo con
quiénes van y dónde se dirigen.
* * *
Procuren los padres que sus conversaciones sean correctas, que sus obras, gestos
y formas de actuar sean de acuerdo con la doctrina cristiana que profesan. Aunque les
parezca que sus hijos no se dan cuenta, sí se dan y ven más de lo que a simple vista
pudieran imaginarse. Tengan muy en cuenta que lo que vean en ellos serán precisamente
sus normas de conducta cuando sean mayores.
* * *
Ese egoísmo innato de los niños... procurad ir sustituyéndolo poco a poco por la
caridad hacia el hermano necesitado, por la generosidad y solidaridad hacia el que nada
tiene.
* * *
Todo niño viene al mundo con buenas y malas tendencias. Corregid los defectos
y encauzad las virtudes haciéndolas crecer de forma que se fortalezcan y les sirvan en su
vida para ser hombres y mujeres de verdad y cristianos sinceros.
* * *
* * *
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Padres, procura ganaros el afecto y sinceridad de vuestros hijos. Si así lo hacéis
os confiará cosas que de otra forma lo hará en sus compañeros más cercanos, que no
siempre podrán aconsejarle debidamente y lo más probable es que lo encaucen por
caminos erróneos.
* * *
* * *
¡Padres! Mostrad a vuestros hijos el afecto a María, la Virgen, Madre del Señor y
Madre nuestra. Enseñadlos para que acudan a Ella con sinceridad, con afecto, como a
una verdadera Madre. Así Ella se sentirá obligada a atenderlos en sus necesidades y
vosotros los habréis dejado en buenas manos y... ¡qué mejor forma de acudir a Ella que
rezando las tres Avemarías diarias antes de dormir!
* * *
* * *
* * *
Fui a un asilo y vi ancianos abandonados por sus hijos... por aquellos hijos por
quienes tanto lucharon, sufrieron, aguantaron... En sus casas se hacían insoportables por
sus dichos, sus a veces intransigencias... y pensaron mandarlo a un asilo, en vez de tener
paciencia, comprensión y amor con ellos... ¡Pobres viejos...! Las lágrimas de un
anciano abandonado clama al Cielo, y el Cielo tarda... pero su premio o castigo es cierto
y aterrador, porque el cuarto mandamiento nos dice: "Honrarás a tu padre y a tu madre",
y ¡ay de aquel que no cumple los preceptos del Altísimo!
* * *
247
La belleza del alma es superior a la del cuerpo. La belleza del cuerpo actual la
marchita el tiempo, la belleza del alma pasará a la del cuerpo resucitado para toda la
eternidad.
* * *
Procura molestar siempre lo menos posible, así te harás agradable a Dios y a los
hombres.
* * *
El "no puedo" muchas veces más que verdadera impotencia, es cobardía, pereza,
indiferencia, falta de fe y de confianza en Dios y su bendita Providencia.
* * *
* * *
No podemos corregir a los demás sus defectos cuando nosotros no hacemos nada
por eliminar los propios.
* * *
* * *
* * *
El mayor gozo que podemos obtener en esta vida nos viene de seguir la voluntad
de Dios sobre nosotros manifestada de una forma general con los Mandamientos y de
una forma particular según las circunstancias que rodean a cada uno. Quien se identifica
248
con la voluntad de Dios consigue en esta vida un anticipo del Cielo, aún en medio de las
adversidades, problemas y sacrificios que la vida nos impone.
* * *
Los Mandamientos, lejos de ser cadenas que coartan nuestra libertad, son una
muestra del amor de Dios por sus hijos. Dios no se echa nada en el bolsillo con que
cumplamos los Mandamientos. Pero Dios nos ama y sabe que estos Mandamientos, si
son seguidos por el hombre, van a suponer una fuente de paz para él, una fuente de
gozo, de tranquilidad, de seguridad. Por el contrario, quien soberbiamente rechaza los
Mandamientos él mismo se abre la fosa bajo sus pies, él mismo se crea dificultades,
problemas, penalidades. Los Mandamientos son camino recto hacia el Cielo; a veces
duro, espinoso, sangriento, pero seguro. Quien quiera ir a la felicidad por medio de un
atajo ajeno a los Mandamientos de Dios, no llegará a la meta, y a la larga sufrirá más,
pues no se puede comparar la conciencia tranquila del justo, con los remordimientos y
vacío interior del que se aleja de Dios y sus Mandamientos. Quien neciamente se rebela
contra Dios, contra sus Mandamientos, da patadas y se rebela, contra su propia felicidad
en esta vida... y en la otra, porque Dios elige lo mejor para nosotros, porque Dios nos
ama más que nuestros propios padres, que ya es decir, más que nosotros mismos, y
siempre Dios, como dice San Pablo, escoge para nosotros todo lo que podemos soportar
y nos ayuda a llevar nuestra cruz para que se nos haga ligera, llevadera. Sigamos a Dios
y llegaremos a la meta eterna: la felicidad que nadie puede medir de esplendorosa,
gozosa, placentera.
* * *
* * *
* * *
* * *
249
La felicidad constante en esta naturaleza caída estropea las almas. Si Adán y Eva
no hubieran caído, y nosotros con ellos, la felicidad sería lo ideal, y lo será en el
Paraíso, pero actualmente, el dolor sirve para mantenernos en el camino recto, para no
corrompernos, para comprender y solidarizarnos con los demás, para purificación y
aumento de méritos celestiales. No nos gusta el dolor, la adversidad, lo contratiempos,
nos gustaría que todo fuera siempre bien, pero, desgraciadamente, no es posible: el
dolor, la adversidad, los contratiempos son necesarios en esta vida, no en la otra...
* * *
* * *
250
vuestras miradas, vuestras palabras. Tratad de interesaros por el niño, de ver cómo
habla. Intentad emplear sus mismos modos, sus palabras. Hacéos, durante un rato, un
niño más con los niños. Interesaros por las mismas cosas que a ellos les interesan.
Procurad adivinar la simplicidad de su espíritu... Y yo os aseguro que, al terminar esa
experiencia, sentiréis el alma más aligera y el corazón más humano, elevado y feliz.
* * *
Hemos conseguido llegar a la sociedad del bienestar, que tiene dos efectos
secundarios: el aumento de las enfermedades mentales, y que las personas, en muchos
casos, no se fían de la persona con quien viven; se vive en una inseguridad permanente.
Esto es causa de desamor y de sufrimiento grande. El hombre no quiere comprometerse.
Eso hace incluso que enferme y sufra. El hombre necesita el compromiso, y si lo
rechaza se queda en un equilibrio enfermizo, y la desazón interna es tremenda. La
consecuencia es una sociedad insegura y unas relaciones humanas cogidas con alfileres,
unas relaciones sin hacer, inmaduras. Donde falta compromiso, falta madurez.
Alrededor del 30% de las enfermedades del estado de ánimo son producidas por falta de
compromiso, lo que conlleva una falta de sentido de la vida. Un 80 de los americanos y
un 40% de los europeos no saben para qué viven. Eso es muy duro, si la gente no logra
un sentido para su vida, termina enfermando. Yo no creo que la familia esté en crisis.
Está en crisis la persona. Una crisis de compromiso, cuyas manifestaciones más claras
son la comodidad y el utilitarismo. Todo lo que no me es útil lo rechazo. Si mi pareja no
me es útil, la rechazo. La mujer sufre más las consecuencias de esta desunión, ella es
más sensible, más madura en el terreno de los sentimientos, que el hombre. Ve lo que
hay y lo que falta. Y, en el terreno de las relaciones íntimas, falta mucho. Los pilares de
una buena relación son la ternura, la seguridad y el reconocimiento del otro. Cuando el
hombre no se compromete, la relación ya no es de persona a persona, sino de cuerpo a
cuerpo, y estos tres pilares desaparecen. Una relación persona a persona es atractiva,
ilusionante, aunque sea algunas veces dura. Una relación cuerpo a cuerpo termina por
aburrir y provoca el deseo de buscar otros cuerpos, aunque no siempre se haga. Es
ilusionante una relación cuando se desviven el uno por el otro. Cuando uno se ilusiona,
siempre tiene proyectos de futuro. El desvivirse genera ilusión. La convivencia es
difícil. Dificilísima; y la no-convivencia también es dificilísima. En esta vida las cosas
no son fáciles. Cuando queremos hacerlas fáciles, lo que conseguimos es convertirlas en
algo todavía más difícil, porque terminamos haciéndolas como no son. El único aceite
para hacer las cosas más fáciles es el amor; no solamente en las relaciones
matrimoniales, sino en todo. Y uno quiere aquello por lo que sufre, o por lo que es capaz
de sufrir. Si no hay amor, hay ambición, instinto, o lo que sea. Las emociones en el
amor tienen un papel muy grande. Las emociones, por su misma naturaleza, decaen. A
uno se le muere su padre y la emoción triste termina desapareciendo, aunque no por eso
deja uno de querer a su padre. Lo s sentimientos no son peligrosos, lo que pasa es que si
uno no siente, no quiere decir que no quiera. Quiere decir que no siente. Simplemente.
Si no tratamos las emociones como lo que son, nos vencen y no las podremos dominar.
Si el amor es lo más importante del hombre, éste tendrá que ser dueño de los
sentimientos; el hombre es dueño de la voluntad Lo que todo hombre, en el fondo,
busca es amar y ser amado. La única solución es que el hombre se pare a pensar por qué
hace las cosas. Y que se olvide de la moda.
* * *
251
En la debilidad de los niños Cristo quiere poner su fuerza.
En el amor de los niños Cristo quiere entrar con su pureza.
El Señor desea mantenerlo íntegramente sano, que nada lo contamine.
María, fiel al Padre, vela por sus pequeños hijos.
* * *
* * *
La mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos es la fe cristiana,
sinceramente vivida y practicada. Ni títulos, ni riquezas, ni haciendas dan la felicidad; la
fe en Dios, en cambio, hace felices en esta vida y en la otra.
* * *
Un niño, una niña, crecidos sin enseñanza cristiana, sin fe en Dios, son niños
desgraciados en potencia en esta vida, y lo que es peor, también en la otra. Una
enseñanza cristiana enseñada y practicada con sinceridad en los hogares, hará niños
cristianos, sinceros, felices, santos.
* * *
* * *
Vuestra casa, igual que vuestra alma y vuestro corazón, debe ser hospitalaria,
debe irradiar una atmósfera de dulce paz, hasta el punto de que todos cuantos la visiten
puedan decir... ¡Qué bien se está aquí!
* * *
* * *
252
Lo que no hacen un padre y una madre, no lo harán nunca el colegio. La
Pedagogía no suple nunca el amor.
* * *
* * *
Cuando reprendes y castigas, ¿lo haces con buenas formas, sin pasión, con
justicia? Sólo así podrás aspirar a ser jefe.
* * *
* * *
Cuando trates de formar a otros, no les ahorres dificultades, pero enséñales a vencerlas.
* * *
Cuando reprendes a un niño diciéndole que no haga preguntas tontas, puede ser
que el tonto seas tú, que no sabes contestar tales preguntas.
* * *
Educar bien no consiste en dar una carrera para ganarse la vida, sino en templar
el carácter para superar las dificultades de la vida.
* * *
* * *
Es más duradero y hace más feliz el amor que ama las almas que el amor que
ama los cuerpos.
* * *
* * *
Los hijos son para los padres un premio o un castigo, según la educación que les
hayan dado.
253
* * *
El tesoro de un lenguaje limpio es herencia que los padres pueden y deben dejar
a sus hijos.
* * *
El éxito de la autoridad está en que se le siente pero sin que se la vea ni se la oiga.
* * *
Cuantos habitan en el mundo deberían hacerlo como los que habitan en los
monasterios. Es decir, plenamente conscientes de Dios, haciendo de Dios su centro.
* * *
Cuando veas que la ira te ciega, procura dominarte, en esos momentos se dicen
cosas que después lamentarás haberlas pronunciado.
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* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
La felicidad total en esta vida imperfecta estropea las almas. El dolor nos acerca
y humaniza.
* * *
254
No herir a las almas es algo que debéis procurar. ¡Cuidad las palabras, los
ademanes! ¡No seáis nunca groseros!
* * *
Los hombres son como el vino. Algunos se convierten en vinagre, pero los
mejores ganan con el tiempo.
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* * *
* * *
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* * *
Para que un hombre trabaje contento es preciso que crea que lo que hace es útil
e importante.
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255
* * *
Nunca impone Dios una obligación sin dar tiempo y medios para cumplirla.
* * *
La vida es como una novela; no que sea larga, sino que sea bien narrada es lo
que importa.
* * *
Soportar, sí, pero siempre que no haya más remedio y no se pueda solucionar nada.
* * *
* * *
Toda causa noble cuanto más cuesta más agradable resulta al final.
* * *
* * *
* * *
Ni el que planta ni el que riega es algo, sólo Dios, que es el que hace crecer.
* * *
* * *
* * *
Confía en Dios y mañana sabrás la explicación de muchas cosas que hoy no
puedes comprender.
* * *
* * *
256
Una cosa que nos molesta puede considerarse como una broma si sabemos
reírnos de ella. En saberse situar por encima de sí mismo es donde se halla la verdadera
solución.
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* * *
Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojos a los hombres.
* * *
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* * *
Hay una manera disimulada de ser héroe, y es vivir cada segundo según las
circunstancias de acuerdo con la voluntad de Dios.
* * *
257
* * *
* * *
Cuanto más trabajes por un ideal, tanto más lejos estás de abandonarlo.
* * *
* * *
* * *
Quien se niega a llevar su carga hace sufrir al prójimo que tiene que soportar el doble.
* * *
* * *
* * *
* * *
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* * *
258
El trabajo y la sobriedad son las dos columnas de la salud.
* * *
* * *
La persona que no es capaz de gozar con una discreta afición personal tiene
gravemente enfermo su espíritu.
* * *
Prescindid de lo que los demás piensen cuando vais por el buen camino. Lo que
importa es lo que vosotros penséis y creáis en vuestra conciencia.
* * *
* * *
Aunque todo se hunda y todas las cosas sucedan al revés, vano es el turbarse,
pues por esa turbación antes se dañan más que se aprovechan.
* * *
* * *
El que no arriesga no fracasa, pero tampoco hará nada que valga la pena.
* * *
Vivir bien y felizmente no es otra cosa que vivir honestamente y con rectitud.
* * *
* * *
259
La demasiada confianza en los otros es la ruina de muchas gentes.
* * *
* * *
El dolor es el alimento esencial del amor; cualquier amor que no se haya nutrido
de un poco de dolor puro, muere.
* * *
Poco sabe, por mucho que sepa, quien no sabe hablar con dignidad y limpieza.
* * *
* * *
La felicidad es un perfume que no podemos verter sobre los demás sin que nos
alcancen algunas gotas.
* * *
Para hacerte agradable a los demás, debes ante todo olvidarte de ti mismo.
* * *
Agradece al Señor tantas gracias como te da. No seas olvidadizo, ni menos aún
desagradecido.
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* * *
Haced las cosas pequeñas como si fuesen grandes que después haréis las grandes
como si fuesen pequeñas.
* * *
El ocio corrompe el cuerpo humano como se corrompen las aguas si están quietas.
* * *
260
Sólo el sabio retrocede para tomar el verdadero camino.
* * *
Sólo en la prueba se demuestra lo que se vale; la dicha hace flojas a las personas.
* * *
* * *
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* * *
Los Santos han conseguido ser Santos por haber tenido el valor de empezar a
tratar de serlo todos los días.
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* * *
El Señor sabe muy bien lo que nos exige. Nosotros somos los que no pensamos
en lo que nos da.
* * *
261
Dios nos envía contratiempos crueles para que, despegándonos de la tierra,
miremos al Cielo.
* * *
No llegan los que más corren, sino los que saben a dónde van. Más que ligereza
de piernas, es menester cabeza firme.
* * *
Quien a Dios tiene, nada le falta, sólo Dios basta (Santa Teresa de Jesús)
* * *
A los ojos de Dios es mucho más importante cumplir su voluntad que hacer
milagros, echar diablos o profetizar. ¿Cómo podremos conocer la voluntad de Dios? Por
los Mandamientos y por las circunstancias que nos rodean.
* * *
Nada hay que mueva tanto a Dios y le obligue a concedernos lo que le pedimos
como nuestra ilimitada confianza en Él, no hay manera mejor de manifestarle nuestra
confianza que decirle de veras, de corazón "Hágase tu voluntad".
* * *
Muchos se ponen tristes porque juzgan o piensan que son malas aquellas cosas
que en realidad no lo son. Saber ver en todo mal, permitido por Dios, su aspecto
positivo, es remedio saludable de tristezas y aumento de confianza en Dios y alegría.
* * *
Hemos de luchar contra toda tristeza ocasionada por una idea falsa, por un juicio
inexacto o por una falta de confianza en la voluntad de Dios, si no queremos caer en un
desorden psíquico e impedir nuestro desarrollo espiritual, nuestra santidad.
* * *
El amor es más fuerte que el odio, igual que el Sol es más fuerte que los rayos
que emanan de él.
* * *
Algunas veces el odio parece más fuerte que el amor de donde procede. Pero
esto es debido a dos cosas. Primero, porque el odio es algo más sensible que el amor. El
odio hiere profundamente nuestra inclinación natural y nuestros deseos. Lo mismo que
el mal de donde procede, el odio es ajeno a nuestra constitución, está fuera de nosotros
mismos, se opone a todo lo que nosotros somos. El odio es un choque de nuestro
espíritu, que busca el bien y se encuentra con el mal. Es un torrente de vida que brota de
nuestra alma, convirtiéndose en odio. He aquí por qué el odio nos "presiona" más que el
262
amor y lo sentimos con más fuerza, aunque de hecho no puede ser más fuerte que el
amor, porque el amor es su misma fuerza.
* * *
El joven, lo mismo que cualquier persona, tiene su voluntad, que desea ser libre,
y su inteligencia, que busca siempre razones para obedecer. La imposición, no por la
inteligencia, sino por la fuerza bruta, altera la armonía en la sociedad.
* * *
* * *
* * *
* * *
La autoridad, cuando "conforma" nuestra voluntad con su decisión por medio del
convencimiento logra que no se dé contradicción entre el poder y la voluntad humana,
sino que se dé conformidad. En este caso se produce en el alma del que obedece no un
estado de tristeza al ver el padecer ajeno impuesto al propio, sino una confianza y un
agradecimiento del que brota espontáneamente la alegría. En caso contrario, se produce
la rebelión, la disconformidad.
* * *
Cuando se dan razones para ordenar una cosa, si se castiga por no haberla
cumplido, entonces no puede ese castigo ocasionar un estado de tristeza porque es
difícil que se haya perdido el sentido de responsabilidad.
* * *
* * *
Si hemos puesto de nuestra parte todo lo posible para solucionar algo y aquello
no se ha solucionado, no se ha conseguido, no nos desanimemos, es voluntad de Dios
que aquello haya ocurrido así. Menos el pecado, desobediencia voluntaria a Dios, todo
263
lo demás, no habiendo pereza por medio es querido por Dios. Descansemos, pues, en la
voluntad de Dios y seremos felices en esta vida y en la otra. Sólo se acomplejan, sólo se
desaniman, sólo se sienten fracasados, los que no confían en Dios, los que se rebelan
contra la voluntad de Dios, porque incluso si has fracasado por culpa tuya, por pereza,
por dejadez, por pecado, incluso aún puedes rehacerte: pidiéndole perdón a Dios y
rogándole que te ayude: Él conoce la flaqueza humana y no dejará de ayudarte, aunque
hayas tenido la culpa, si le pides perdón con humildad, con confianza, con sencillez,
con propósito de enmienda.
* * *
Muchas amistades son más dañinas incluso que el mal que con ellas se quiere o
se busca remediar.
* * *
Si una persona sólo encuentra descanso en las cosas materiales tiene que sufrir
necesariamente la misma inestabilidad que esas cosas materiales llevan consigo. Este
fenómeno no es difícil hallarlo de una manera clara en las personas que sólo buscan
distraerse con pasatiempos. Estas personas cambian su manera de pensar
continuamente. No tienen asiento para enfrentarse con un problema durante mucho
tiempo.
* * *
El mismo vacío que dejan las diversiones y las alegrías puramente materiales
son el mejor síntoma de su poca eficacia como remedios de la tristeza. Por el contrario,
la alegría que procede de la tranquilidad de conciencia y que produce en nosotros la luz
interior es algo que no se acaba y cuya duración está en nuestras manos. Uno de los
remedios más eficaces para combatir la tristeza ocasionada por algún problema interno
o externo es la tranquilidad de conciencia. Tranquilidad que es mucho más fácil
encontrar en los motivos de fe en Dios que en cualquier motivo humano.
* * *
Ni el temor, ni ninguna otra pasión humana, pueden hacer a la persona que las
padece buena consejera. La persona afectada por una pasión ve las cosas de una manera
distinta a lo que son en realidad. Las ve mayores o menores. Y así todas las personas
que aman con pasión ven el objeto de su amor mucho mejor de lo que es en realidad. Y
cuanto mayor es el amor que se profesa a una persona o a una cosa mayor es el concepto
que se tiene de su bondad. Una madre que ama con pasión no puede encontrar ningún
defecto en sus hijos. Lo mismo sucede en el caso del temor. Los que temen consideran
los males que temen muy superiores a lo que son en realidad. Y cuanto mayor sea el
temor que sienten hacia ellos también será mayor el concepto que tienen de su maldad.
Debido a la falta de rectitud o exactitud en el juicio, una persona apasionada no es muy
apta para aconsejar. Así hemos de decir que toda pasión, en cuanto que de sí depende,
impide la facultad de bien aconsejar. No obstante, la misma solicitud que tiene la
persona temerosa puede hacerla también muy buena consejera. Sobre todo si se trata del
mismo problema que le hace temer a ella. Esto tiene lugar cuando no se ha dado en su
inteligencia un trastorno mental debido a la pasión del temor, porque entonces a su
264
inteligencia normal se suma su solicitud o inquietud por el problema que lo atormenta.
Siempre aconseja mejor aquel que tiene meditado un problema que quien se enfrenta
por primera vez con él. En este sentido, también podíamos decir que el temor hace
buenos consejeros a los que temen. La persona temerosa, si su temor no ciega
demasiado su inteligencia, encontraremos siempre bien dispuesta para recibir nuestros
consejos y aceptarlos. De igual forma no dejará en las mismas circunstancias de ser
buena consejera y nada se perderá escuchando su opinión. Pero si el temor ha cegado su
mente, aunque no disminuya su solicitud en recibir consejo no los aceptará fácilmente, y
el consejo que podemos recibir de ellas siempre se hallará revestido del pesimismo que
ha puesto en ella el temor.
* * *
* * *
265
convencer a la persona desesperada de que lo que ella desea efectivamente lo puede
alcanzar. Se ha de fijar la atención, sobre todo, en el deseo que tiene quien desespera.
Este deseo es lo que ha de dar pie para abrir el corazón humano a la realidad de la vida.
Ninguna fuerza más aprovechable para convencer que el mismo deseo que se tiene por
conseguir lo que se juzga imposible. Si logramos convencer a la persona desesperada de
que puede alcanzar su bien deseado, o también, si la convencemos de que hay otros
bienes que pueden llenar suficientemente el vacío que le ocasione la ausencia de lo que
desea, habremos conseguido desterrar de su alma la desesperación.
* * *
* * *
* * *
266
Lo importante en la vida no es el dinero, para vivir sólo un mínimo hace falta, lo
más importante es la paz del alma.
* * *
* * *
* * *
Querer hacer apostolado sin oración es como querer coser sin hilo.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
267
No seas egoísta. Pasa por este mundo haciendo todo el bien posible a los que
están a tu alrededor. Sé una sonrisa de bondad y de amor. Sé un rayito de luz de sol que
brille entre las sombras de todas las almas y de todos los odios. Haz fecunda tu
existencia haciendo alegremente el bien. Que al morir no puedan decir de ti que pasaste
por el mundo sin haber hecho nada positivo…
* * *
Esfuérzate un poco cada día por sembrar el bien a tu alrededor, siendo amable y
bondadoso con todos, devolviendo bien por mal, orando por los que te persiguen y
calumnian, a semejanza de Jesús, cuyo ejemplo y doctrina admirables hallamos
consignados en su Evangelio, y no dudes que de ese modo serás feliz y contribuirás a
hacer felices a los demás.
* * *
* * *
* * *
Venimos de Dios y vamos a Dios. Dios nos ha dado el ser y la vida y nos ha
hecho para Él. Por consiguiente, cuanto más estemos unidos a Dios, que es la fuente de
toda alegría y de toda felicidad, más lo poseeremos y mayor alegría experimentaremos.
De aquí que la verdadera alegría reine en el interior de nuestra alma en gracia y que la
experimentemos, aunque por otra parte nos hallemos desposeídos de los bienes
exteriores, como son la salud, las riquezas, la buena reputación, etc.
* * *
* * *
La alegría que da Dios a los que cumplen su voluntad es una alegría sana que
lleva paz al alma, que regocija al corazón y supera todo enrarecimiento: esa paz no la
conocen los impíos, pues Dios solamente la da a los que le siguen.
* * *
268
A la alegría santa se opone la alegría del mundo; alegría falsa que es incapaz de
saciar a un alma destinada para Dios. La alegría del mundo está mezclada con dolor y
todos sus goces acaban en lágrimas, mientras que la alegría de Dios es algo que nadie,
ni aún en medio de suplicios, persecuciones y adversidades, nos puede arrebatar.
* * *
La alegría de Dios es una alegría inmutable y tan grande que solamente ella
llena el corazón.
* * *
* * *
269
mundo hemos de dejar el buen aroma de Cristo: nuestra sonrisa habitual, una calma
serena, buen humor y alegría, caridad y comprensión.
Examinemos nuestra disposición al sacrificio necesario para hacer agradable la
vida a los demás; si somos capaces de ceder el juicio propio, sin pretender tener siempre
razón; si sabemos reprimir el genio y pasar por alto los roces de toda convivencia.
* * *
El niño vive con plenitud el presente y nada más; la enfermedad del adulto es
vivir con excesiva inquietud por el «mañana», dejando vacío el «hoy», que es lo que
debe vivir con toda intensidad.
* * *
En la familia, los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la
fe, mediante la Palabra y el ejemplo. Esto se cumplió de manera singularísima en el
caso de la Sagrada Familia.
* * *
* * *
* * *
270
La pedantería, la afectación, la jactancia, la hipocresía y la mentira se oponen a
la sencillez y, por tanto, a la amistad; también dificultan una convivencia amable. Son
un verdadero obstáculo para la vida de familia.
* * *
En la familia, los padres deben ser para sus hijos los primeros educadores de la
fe, mediante la Palabra y el ejemplo. Esto se cumplió de manera singularísima en el
caso de la Sagrada Familia.
* * *
* * *
El niño que crece sin privarse de nada y sin exigencias, termina usando a los
demás para conseguir sus fines y se deja llevar por cualquier impulso, ya que nadie le
enseñó a aceptar que no es posible tenerlo todo, ni experimentarlo todo, ni probarlo
todo.
* * *
Cuando tienes entre las manos los corazones de aquellos a quienes quieres hacer
mejores, si los has sabido atraer con la amabilidad de Cristo, has recorrido ya la mitad
de tu camino apostólico. Cuando te quieren y tienen confianza en ti, cuando están
contentos, el campo está dispuesto para la siembra. Pues sus corazones están abiertos
como una tierra fértil, para recibir el blanco trigo de tu palabra de apóstol o de educador.
Si sabes hablar sin herir, sin ofender, aunque debas corregir o reprender, los corazones
no se te cerrarán. La semilla caerá, sin duda, en tierra fértil y la cosecha será abundante.
De otro modo tus palabras encontrarán, en vez de un corazón abierto, un muro macizo;
tu simiente no caerá en tierra fértil, sino al margen del camino de la indiferencia o de la
falta de confianza; o en la piedra de un ánimo mal dispuesto; o entre las espinas de un
corazón herido, resentido, lleno de rencor. No perdamos nunca de vista que el Señor ha
prometido su eficacia a los rostros amables, a los modales afables y cordiales, a la
palabra clara y persuasiva que dirige y forma sin herir. No debemos olvidar nunca que
somos hombres que tratamos con otros hombres, aun cuando queramos hacer bien a las
almas. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros
modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro apostolado.
* * *
271
* * *
Sobre los padres pesa una gran responsabilidad y es educar a sus hijos. La Biblia
dice que los padres deben educar a sus hijos en los caminos del Señor.
Los hijos necesitan ser instruidos en el camino del Señor para formar un carácter
cristiano. Es en la niñez cuando se marcan los rasgos principales de la personalidad del
ser humano. Este axioma de la moderna psicología ya lo enseña la Palabra de Dios hace
más de 2.000 años, cuando dice: «instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él» (Proverbios 22:6). Si un joven es instruido en las cosas de
Dios, difícilmente las olvidará.
* * *
* * *
Los goces del mundo jamás proporcionarán al alma paz y alegría. La verdadera
felicidad no existe fuera de Dios. La causa de la incredulidad y de la alegría engañosa y
falsa nace de corazones corrompidos.
* * *
La alegría la hallaremos en una vida santa. ¿Queréis, dice San Bernardo, no estar
nunca tristes? Vivid santamente. Una vida pura siempre goza de alegría, mientras la
conciencia del culpable estará siempre sumergida en el pesar.
* * *
* * *
Las almas que no son devotas del santo abandono confiado en la Divina
Providencia tienen todavía muy poca fe, confianza y amor para gozar de la alegría en la
tribulación; aquéllos, sin embargo, los que han llegado a la perfecta conformidad con la
voluntad de Dios tienen una fe viva, una esperanza firme, una caridad generosa.
* * *
Dios, dice San Agustín, mezcla las amarguras con las alegrías de la tierra, a fin
de llevar al hombre a aquella felicidad, a aquella alegría cuya dulzura nunca engaña y
que sólo se encuentra en Dios. El mundo se regocija en la nada. Las alegrías mundanas
están vacías, no tienen sabor ni duración. No hay en ellas realidad ni dicha, ni
estabilidad, ni riqueza, son una gota de miel que se convierte en un mar de hiel.
272
* * *
Dios no hace nada sino por nuestro bien, y ni los hombres ni los diablos pueden
hacernos mal alguno sin su permiso.
* * *
Todos debemos comunicar nuestra alegría a nuestro prójimo y hacer esta vida
más llevadera a cuantos nos rodean por medio de la amabilidad, de la caridad, del buen
carácter, de la educación, así haremos simpática la virtud.
* * *
* * *
* * *
* * *
Un carácter bueno se hace amar. ¿Quién podría dejar de amar a una persona de
carácter siempre dulce y sociable, que acoge con bondad, conversa amablemente, que es
humilde sin bajeza, digno sin orgullo, activo sin ser brusco ni petulante, siempre
dispuesto a prestar un servicio, a olvidar los agravios, a sufrirlo todo de los demás sin
hacer sufrir a nadie?
* * *
* * *
273
imprudentemente contra los obstáculos, puesto que se toma el tiempo de estudiar los
medios par alcanzar el éxito. Un carácter bueno y acogedor honra la Religión.
* * *
* * *
Nuestro oficio de cristianos, con respecto a todos los que nos rodean, es el oficio
de sembrador; por eso faltamos a nuestra obligación cuando dejamos pasar por nuestro
lado un alma sin infundir en ella un buen pensamiento, una impresión piadosa. ¡Cuánto
no valen una palabra de piedad, un gesto amable, una sonrisa afectuosa que, a manera
de semillas, podemos dejar caer a cada paso, semillas que no dejarán de dar su fruto!
* * *
* * *
La dicha, el bien, es algo que damos a los otros y que siempre trae recompensa.
¿Por ventura no ha prometido Dios hacernos a nosotros mismos todo lo que hagamos a
los demás?
* * *
La moneda del bien es una moneda que posee el más pobre con la cual puede
hacer limosnas a los demás. Es la complacencia con que recibimos una palabra que nos
desagrada, una visita que nos importuna, una contrariedad. Es la sonrisa ante lo que no
nos gusta, que, escapada sin esfuerzo de los labios, hace nacer, por simpatía, otra
sonrisa en labios ajenos. Es una acción de gracias sincera, es una palabra de aprobación
al que ha trabajado junto a nosotros, por nosotros. ¡Es tan poco todo esto! ¡No os
neguéis a hacerlo! ¡Dios os lo pagará!
* * *
¡Nada nos hace tanto bien como hacer el bien! ¿Quieres que sean dulces y
apacibles todos los días de tu vida, a pesar de las enfermedades, de los abandonos, de
las nubes que oscurecen la tarde de tu existencia? Sed buenos en todos los aspectos.
* * *
274
dispensar los mejores servicios que juzguéis útiles o que os pidan, sin ruido, sin aparato
y aún sin que lo adviertan los demás. Así seréis felices en esta vida y en la otra.
* * *
Sed siempre el ser que da o procura dar. Sea el dar para vuestro corazón lo que
es el respirar para vuestros pulmones: una necesidad. Una buena palabra dicha
sencillamente es un don. Un objeto prestado es un don. Una expresión de educación es
un don. Una sonrisa, que da las gracias o expresa una buena acogida, es un don. Una
molestia evitada es un don. Un dato proporcionado es un don. Retirarse un poco para
no molestar es un don.
* * *
De todos los buenos actos apenas advertidos, apenas acogidos, irradia algo de
divino que penetra el alma y la llena de suave serenidad. Sí, es mucha verdad este
dicho: “Nada hace tanto bien como hacer el bien”.
* * *
Hacer el bien, hacerlo no por ostentación, no por interés, sino por amor de Dios,
es un secreto infalible para encontrar la felicidad. ¡Y es tan fácil hacer bien a los que nos
rodean! ¡No falta una necesidad que socorrer, un ignorante a quien instruir, una persona
apenada a quien consolar, una desgracia que disminuir, un consejo que dar o un servicio
que hacer, y mil cosas parecidas que a todas horas se nos ofrecen. Acordaos de la
palabra del Salvador: “El que diere un vaso de agua fría a algunote de mis pequeñuelos,
por ser mi discípulo, en verdad os digo que obtendrá por ello el premio”
* * *
Uno de los mayores castigos que Dios puede infligir a un alma es privarla de los
medios de hacer bien.
* * *
* * *
275
para la felicidad? Sí lo es, sin duda, para los mundanos que no conocen ningún remedio
de las miserias de la vida, pero de ninguna manera para un cristiano. ¿Cómo pues,
conservar la paz y la alegría cuando sobrevienen estas miserias? Primero:
previniéndolas. Las adversidades, cuando se les ve venir, son menos de temer que
cuando nos hieren de improviso. Poned en el presupuesto de vuestras previsiones para el
día cinco o seis contrariedades a las cuales estáis expuestos; cuando os suceda alguna de
ellas, apenas os sorprenderá. Segundo: recibiéndolas. Estemos dispuestos a soportar las
penas y así aparecerán menos duras. Tercero: mirar al Cielo. Esta mirada, en efecto,
cambia por completo la naturaleza de las cosas para un alma que tiene fe. Desde este
punto de vista la cruz no es cruz, es joya preciosa que es preciso estimar en gran valor,
es una moneda con la que se compran bienes inmensos.
* * *
Horas hay en que todo, en este mundo, en medio del cual nos complacemos en
vivir, se vuelve contra nosotros. Se desconocen nuestras intenciones, se interpretan mal
nuestras palabras, sorprendemos una maligna sonrisa, o una media palabra perversa, que
nos permite adivinar un pensamiento hostil; una acogida glacial responde a nuestra
solicitud, una seca negativa detiene en nuestros labios ofrecimientos de servicios…
¡Qué duras son esas horas! Y lo son más cuando no vemos la causa de ellas…
¡Paciencia! Es un surco que Dios quiere abrir en tu corazón para sembrar en él sus
gracias. En efecto, es raro que esas injusticias pacientemente soportadas no den, más
tarde o más temprano, una paz y una alegría extraordinaria. Es la siembra de Dios, que
germina y florece. Para guardar la paz del corazón es preciso acostumbrarse a no
impacientarse en medio de los desórdenes continuos y de las contrariedades de todas las
clases que se experimentan en ciertas situaciones. Se hace ruido, se os llama o
interrumpe diez, veinte veces, cuando estáis entregados a un trabajo serio y fecundo,
pareciendo que todos se empeñan en distraeros y molestaros. ¿Puede haber cosa que
más irrite? Pues bien: por amor a Dios permaneced tranquilos, conservaos siempre
serenos. La Divina Providencia permite todo esto; recibid con agrado lo que ella os
envía y muy pronto os sorprenderéis de veros felices en medio de esa confusión que
hoy es para vosotros un suplicio. Sin duda, con frecuencia sentiréis inquietud y os
parecerá que vuestro mal humor va a manifestarse al exterior. ¡Valor, no obstante!
Salvad las apariencias, y esto es ya mucho; procurad responder con dulzura a los
importunos que os interrumpen; esperad pacientemente la conclusión de una
conversación insípida y tened para todos una sonrisa y una palabra amable, que Dios
por su parte corresponderá con otra sonrisa a vuestros nobles y generosos esfuerzos.
* * *
Es preciso ser paciente consigo mismo, paciente con los otros, paciente en los
males graves, paciente en un dolor de cabeza, paciente por una pérdida de dinero,
paciente por la adversidad que sea, sabiendo que todo es permitido por Dios por nuestro
bien, y que no hay mal que nos pase, menos el pecado, que no tenga un bien para
nosotros y para nuestro tesoro del Cielo.
* * *
276
Es un excelente medio para conservar la paz proporcionarla a los demás el no
tomarse en serio las palabras insultantes que nos dirigen, el modo grosero de portarse
con nosotros, la poca consideración hacia nuestras perronas, etc.
* * *
A veces nos vienen muchos disgustos por interpretar erróneamente una palabra,
un gesto, una acción del prójimo. Procuremos no pensar mal del prójimo y nos
evitaremos muchas molestias.
* * *
¡Qué fácilmente creemos que nos faltan nuestros prójimos, que no nos estiman,
que no nos quieren¡ Basta ver un aire un poco más sombrío que de costumbre en el
rostro de alguno, para persuadirnos de su indiferencia o de su frialdad. O bien uno ha
dicho a la ligera una palabra que nos ha disgustado, acaso un imprudente nos recuerda
otro dicho en contra nuestra y en lo cual no debiéramos haber vuelto a pensar; de todas
estas tonterías se hacen montañas, y de aquí la buena amistad turbada y quizás perdida
por algo que no merece la pena haberlo tenido en cuenta. Tengamos, pues, la vista de
nuestra alma más sencilla y nos ahorraremos muchas miserias, muchas molestias y
muchas faltas.
* * *
* * *
Cuando no se puede hacer lo que se quiere hay que hacer lo que se puede. Para
que el corazón no sufra con esta contradicción debe querer cristianamente. Preciso es
aceptar con resignación, con alegría lo que no sucede a nuestro gusto, pues es voluntad
de Dios, cuando nosotros no podemos hacer nada por arreglarlo. No dejes que la
naturaleza o el amor propio te venzan. Antes de hacer ninguna reflexión ponte bajo la
mirada del Padre celestial, oirás una voz que te dice: “Si todo cambia en torno tuyo, Yo
no cambio y permanezco en el fondo de tu corazón”. ¿Podrás ser desgraciado cuando
Dios está contigo?
* * *
277
pasar nada, si no les hablo, si les vuelvo la espalda, los demás harán lo mismo conmigo,
antes, al contrario, se alejarán de mí; si yo no perdono los agravios reales o imaginarios
que me han hecho, Dios tampoco me perdonará…
* * *
* * *
Ama la virtud para poder vivir siempre alegre. Ama la piedad porque es el
atractivo que conduce a Dios. Ama el trabajo y la oración, porque son los guardianes de
la virtud. Ama la pureza, porque ella hace que sirvamos a Dios con alegría:
Bienaventurados los limpios de corazón.
* * *
Para encontrar la alegría haz en paz y cuidadosamente lo que Dios te mande por
las circunstancias, por tu trabajo. Sé paciente para aceptar sin murmuración negativa
una contrariedad repentina, una dificultad imprevista, un desorden que molesta, un
fracaso que entristece, una humillación inesperada.
* * *
* * *
¡Dichoso el que, por la noche, a la hora en que poco a poco se apagan los ruidos
de la jornada, se siente como envuelto y penetrado de la paz que da el deber cumplido y
de ese algo divino que hace pensar en la sonrisa paternal de Dios!
* * *
¡Dichoso el que sabe agradecer a Dios los goces que de El ha recibido: goces del
trabajo, goces de la amistad, goces de los sacrificios, goces del bien que ha procurado
hacer, goces de los consejos que ha dado y ha puesto por obra!
* * *
Procuremos hacer la vida más alegre a los demás., así seremos cristianos de
verdad y nuestro cristianismo atraerá a muchos hacia Dios.
* * *
278
La indiferencia, la frialdad, abrir la boca sólo para reconvenir… ¿Es esto
caritativo? ¿Es esto cristiano?...Seamos alegres e irradiemos esa alegría a nuestro
alrededor. El Cristianismo es alegría, vida, gozo, aún en la adversidad, en los
contratiempos, en las pruebas, pues a los que Dios ama, todo se le vuelve bien, todo nos
sirve para aumentar nuestros grados de gloria para el Cielo, unos grados de gloria, un
tesoro de gracia, que gozaremos toda la eternidad.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
¿Cómo se puede alcanzar la santidad? Ejecutando del mejor modo posible cada
uno de los actos que debo hacer cada día. Muchos santos no han hecho otra cosa que lo
que yo tengo que hacer. Todos los días se parecen…La oración, las ocupaciones
materiales, la obligación de dar buen ejemplo y de sacrificarse, siendo bueno, caritativo
y confiado en la Divina Providencia, llenando sucesivamente todas las horas que Dios
279
nos da…Si cumplo esos pequeños deberes con celo y rectitud de corazón, Dios vendrá
en nuestra ayuda, cuando, fuera de esas ocupaciones cotidianas, se presente un disgusto,
un trabajo, una desgracia.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Nuestros días están llenos de contrariedades; ya nos vienen de las personas poco
caritativas, que todo lo enredan y nos atormentan desbaratando nuestros planes
haciendo fracasar nuestras empresas; ya también de accidentes que nos sobrevienen
causándonos amargas desdichas. Este mal universal que tiende a arrebatarnos la paz del
alma tiene una solución eficacísima: ver a Dios en todo lo que nos sucede, cuando lo
hemos puesto en todo lo que hacemos. Este abandono confiando en la Divina
Providencia hará que al ver a Dios en todo lo que nos sucede, aceptemos como venido
de su mano todo lo que nos sucede, menos el pecado, y después de haber puesto de
nuestra parte todo lo posible por solucionar, impedir, evitar aquello que nos molesta, nos
hiere, nos atormenta.
* * *
280
Si poseemos un mal carácter, si somos irritables, susceptibles, envidiosos,
egoístas o estamos sujetos a otros graves defectos, no podemos dejar de ser
desgraciados, porque la mala disposición de nuestra alma será para nosotros un
manantial perpetuo de turbaciones y sufrimientos. Por tanto, es necesario trabajar con
energía para renovar nuestro carácter y corregir aquel defecto que hace nuestra
desgracia y la de nuestro prójimo, si queremos poseer la paz del alma.
* * *
La alegría, que no es otra cosa que la paz del alma, nos es necesaria para el
apostolado. Cuando damos impresión de que estamos contentos y de que queremos
favorecer a todos cuantos nos rodean, hacemos amable la virtud.¡Cuánto vale una
sonrisa, no como mero ademán humano, sino por motivos sobrenaturales!
* * *
* * *
El objetivo que hemos de alcanzar es el de decir siempre que sí a lo que Dios nos
mande; el medio de lograrlo es el de saber decir que no a todo lo que se oponga al
cumplimiento de la voluntad divina.
* * *
No apegarse a lo que uno posee es más digno de admiración que no poseer nada
en absoluto (San Agustín).
* * *
* * *
Usad sin exceso y sin escrúpulos falsos de los bienes que Dios os confíe para
cumplir lo mejor que podáis todas las tareas de vuestra vida. Pero sabed también
desasiros de ellos sencillamente para subvenir a las necesidades que Dios coloque en
vuestros caminos. “No vamos a llevárnoslos con nosotros”, se dice alegremente del
281
dinero que se gasta, es vedad; pero, en cambio, os llevaréis con vosotros todo lo que
hayáis dado en buenas obras.
* * *
El más pequeño acto de amor atrae sobre quien lo produce la mirada divina,
llena de complacencia y hace regocijar a Dios.
* * *
El que vive en el amor no sólo gozará en el amor, sino que lo hará participar
también a los demás y será muy útil a todos.
* * *
* * *
Las cosas grandes de este mundo son juego de niños, si se comparan con la
acción del apóstol que alumbra en un alma la gracia divina.
* * *
* * *
Seremos felices cuando recibamos de Dios las cosas que Él dispone con perfecta
resignación.
* * *
Dios no nos envía nunca ninguna aflicción sin recompensarla con algún favor, si
la aceptamos resignados (Santa Teresa de Jesús).
* * *
* * *
* * *
282
Dios manda, con igual amor, las prosperidades que las desgracias, y para nuestro bien.
* * *
No ama Jesús a quien no esté dispuesto a sufrirlo todo por su amor y seguir su
voluntad en todas las cosas. (Kempis).
* * *
* * *
Donde hay amor, no se siente fatiga, o la misma fatiga se hace dulce y amable.
* * *
Cuanto más se confíe en Dios más frutos se alcanzan en esta vida y en la otra.
* * *
* * *
* * *
Sólo los Santos adoptan el uso permanente del examen particular: examen de
vida, de sus actos, de su fe, de su cristianismo. Y aún entre ellos hay algunos a quienes
el enemigo de la salvación intentará apartar a veces de esta santa práctica.
* * *
¿Qué pensamos sacar de contentar a las criaturas? ¿Qué nos va en ser muy
culpados, si delante del Señor estamos sin culpa?
Dios es buen pagador y así, aunque sean cosas muy pequeñas, no dejéis de
hacer por su amor lo que pudiereis, que su Majestad las pagará por grandes, que no mira
sino el amor con que las hiciereis.
Darse a tener grandes deseos, que se sacan grandes provechos, aunque no se
puedan poner por obra.
283
Las almas que caigan, no desmayen, si no se quieren perder del todo, sigan
adelante sin cansarse, que la victoria vendrá al final, si no se abandona la batalla (Santa
Teresa de Jesús)
* * *
Si dejamos la oración, todo irá mal. La oración nos lleva a Dios y a la santidad.
* * *
* * *
* * *
Es un error y casi una herejía, querer negar que hay santidad y alta
contemplación en las compañías de los soldados, en las tiendas de artesanos, en los
despachos de los gobernantes, en las oficinas, en los talleres, en las familias, entre
casados: Dios se adapta a todos sus hijos, dondequiera que éstos ejerzan una labor, un
trabajo honrado y meritorio.
* * *
Pocas almas tratan a Dios en la tierra con la familiaridad que Él desea que le
tengan sus hijos. Si supieran éstos lo que sobre su Corazón puede un alma que con
sencillez y sinceridad se entrega a esta familiaridad… Jesús no puede negarle nada. Y
quisiera el Señor que esta disposición fuera más conocida y mejor practicada esta
familiaridad. Así lo sienten las almas santas.
* * *
* * *
* * *
* * *
284
Ningún despeñadero hay más frecuente, ni más peligroso, que la lengua.
* * *
Entrad en el propio tribunal cada noche, juzgándose el alma con total lealtad
detalle como se haría con otra tercera persona. Sinceraos con vosotros mismos, ved las
caídas, proponed las enmiendas, sólo así avanzaréis en la perfección.
* * *
Hay que saber reprenderse uno a sí mismo. Dios perdona las faltas con su
inmensa bondad a aquellos que las reconocen, y se humillan por ellas, y las lamentan de
verdad.
* * *
* * *
No hay cosa que tanto desagrade a Dios como engreírse por la propia estima.
* * *
* * *
Muchos padres dirigen todos sus pensamientos y sus mayores cuidados a dejar a
sus hijos dinero y bienes o una rica herencia. Y, en lugar de inspirarles religión, piedad,
ejercicios de virtud, los excitan más bien a la ambición y a la codicia. Poco les importa
el buen nombre y la salvación de sus hijos, con tal que gocen de bienestar y sean ricos.
¿Puede darse cosa peor que ésta? Así los hijos heredan de sus padres, no sólo sus
posesiones, sino también sus vicios y sus injusticias, por lo que no son sus guías para el
Cielo, sino para las eternas penas del Infierno.
* * *
El que tolera al potro los resabios, cuando éste se haga caballo lo arrojará de la
silla….
* * *
285
La comunión frecuente, la oración frecuente, la misa diaria, son columnas del
edificio educativo.
* * *
Tuyos haces los vicios que consientes en tus amigos, pudiendo evitarlos.
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* * *
Adquiere mucho quien no gasta mal; por esto, la templanza no sólo es virtud,
sino tesoro.
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286
Si caemos, con un acto de amor queda todo reparado, entonces Jesús sonríe. Él
nos ayuda, sin darlo a entender y las lágrimas que le hacen derramar los pecadores, son
enjugadas por nuestro pobre y débil amor.
* * *
Oración de quietud es como si un hijo le pide algo a su Padre, que tiene mucho
que dar, y quiere que le pidamos, y esperamos que nos ha de dar, aún más de lo que le
pedimos.
* * *
Si quieres desarraigar de tu alma todos los vicios y plantar en su lugar todas las
virtudes, sé hombre de oración, sé mujer de oración; porque en ella se recibe la unión y
gracia del Espíritu Santo, que enseña todas las cosas.
* * *
* * *
Los que piensan que las vidas de los Santos son sombrías y tristes como
sembradas de cruces y llenas de oscuridades no saben lo que es felicidad, ya que junto a
las cruces tienen grandes consuelos y beneficios de parte de Dios.
* * *
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287
Guardaos de querer arrancar en dos días las raíces hondas de los deseos
desordenados. Hay que andar paso a paso, según las fuerzas de cada uno.
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* * *
Los más santos no son los que menos faltas cometen, sino los que tienen más
valor, más generosidad, y que no se envanezcan con los favores que reciben.
* * *
Cuando Dios quiere renovar completamente el alma se vale de las más duras y
penetrantes aflicciones.
* * *
Las almas unidas a Dios se consumen del celo por la gloria de Dios y por la
salvación de sus prójimos.
* * *
* * *
* * *
Un alma que está del todo unida a Dios, lo alaba constantemente. Cualquier
cosa que haga: orar, meditar, comer, dormir, su más pequeña acción es una alabanza
pura y agradable a Dios.
* * *
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* * *
* * *
Nadie goza en este mundo más que los Santos por los muchos consuelos que
Dios les da aún en esta vida, y en medio de contradicciones, adversidades, amarguras y
persecuciones.
* * *
Todos los trabajos, todas las amarguras, se soportan bien mientras permanezca
firme el ideal.
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Haced las cosas pequeñas como si fuesen grandes, que después haréis las
grandes como si fuesen pequeñas.
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No hay día que no traiga consigo la ocasión de hacer un bien nunca hecho hasta
entonces y que jamás podrá hacerse.
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Mientras en el mundo vivimos, no podemos estar sin tribulaciones y tentaciones.
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Una persona debe saber cómo dirigirse a sí mismo para encontrar el camino a
seguir. Solamente entonces podrá instruir a los demás.
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Bendita mil veces la experiencia y benditos también los desengaños que nos
hacen confiar en Dios en vez de en los hombres.
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El orden tiene tres ventajas: ayuda a la memoria, ahorra tiempo y conserva las
cosas. El desorden tiene tres inconvenientes: el tedio, la impaciencia y la pérdida de
290
tiempo. El orden necesita tres servidores: la voluntad, la atención y la dirección. El
desorden tiene tres normas: la precipitación, la pereza y el aturdimiento.
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* * *
La vida es fascinante, sólo hay que mirarla a través de las gafas correctas: las de
Dios, las de su voluntad, las de sus Mandamientos.
* * *
El falso amigo es como la sombra que nos sigue mientras dura el sol.
* * *
* * *
Sigue avanzando con paciencia en el sendero recto, con la paciencia se vence todo.
* * *
Reza como si todo dependiera de Dios y trabaja como si todo dependiera de ti.
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* * *
* * *
No es bienaventurado el que hace el bien, sino el que lo hace sin cesar (San Isidoro)
* * *
* * *
El que contigo habla de los defectos de los demás, con los demás hablará de los tuyos.
* * *
La amistad, como el amor, es una conquista incesante. Hay que separar, sin
cansarnos, nuestros sentimientos más bellos de todo ese lodo de mediocridades humanas
que aporta el flujo de la vida cotidiana. Mediocridades, mezquindades de las pequeñas
envidias, de las pequeñas susceptibilidades. La amistad, como el amor, no puede
subsistir sin el perdón; un perdón incansable, un perdón que olvida, diré casi un perdón
que se ignora: de tal modo que el corazón está abierto, confiado y dispuesto a creer en la
bondad y en la sinceridad de la persona amada.
* * *
* * *
* * *
En la educación hay que huir de los extremos: el estar a toda hora regañando y
castigando por pequeñeces acompleja al niño y le quita personalidad. Y el otro extremo:
dejarle hacer todo lo que se le antoja o no exigirle que haga nada que le cueste, no
ponerle nunca trabajos difíciles ni obediencias costosas: eso lo hace crecer flojo de
voluntad y sin personalidad. El niño a quien no se le ha dejado sufrir, no tendrá fuerza
de voluntad.
* * *
292
aprender nuestros hijos e hijas a ser educados: lo que no vean en sus propias casas, en
sus propios hogares, es difícil que lo practiquen. De ahí que la casa, el hogar, debe ser
la primera y más importante escuela cuando hablamos de Religión y Educación.
* * *
* * *
* * *
No basta con amar. Es necesario que los demás se den cuenta de que los
amamos.
* * *
Ama y te amarán
* * *
1. No ser infantil. El infantil espera más recibir que regalar, y se fija más en lo
que desea que le den que en lo que él debe dar. El infantil es caprichoso y se disgusta
por niñerías. El adulto siente más gusto en dar que en recibir y no se disgusta sino por
cosas verdaderamente importantes.
2. Aceptarse como uno es sin pretender ser como ciertos personajes de películas
o de novelas que son mera ilusión y mentira, lejana de la realidad. Y aceptar al otro
también como es. Aceptar no significa decir que lo malo es bueno y que no debe
corregirse; pero sí quiere decir que el uno y el otro no van a cambiar como por magia
sólo porque desean cambiar. Los cambios son lentos y se producen sólo después de
mucho esfuerzo y largo tiempo.
3. Recordemos que las personas casi nunca tienen mala intención en lo que
hacen (aunque ello nos disguste y nos haga sufrir). Obran así porque están equivocadas
o mal informadas, o porque no se imaginan que su modo de obrar haga sufrir a otros.
* * *
293
Encomendemos a Dios nuestras preocupaciones que Él cuida de nosotros (San Pedro)
* * *
Llevar hoy la carga del mañana, y encima echarle la carga del ayer, hace doblar
a la persona más fuerte. Es cargar con dos pesos: el de ayer que ya murió y del mañana
que quizá no va a existir. Vivir recordando los pasados tristes y preocupándose por los
futuros miedosos es despilfarrar energías. Produce angustia mental, desgaste nervioso, y
todo por algo que ya no se compone ni arregla y por algo que todavía no ha llegado y
que quizá nunca llegará. ¿Por qué dijo Jesús: “Pedid el pan de cada día” ¿Por qué no el
pan de todo el mes y de todo el año? Porque el pan del día en que vivimos es el único
que podemos comer con fruto. No el pan de ayer porque ya está rancio. No el pan de
mañana porque nos hace estorbo hoy y se endurece. El pan de hoy es el único que nos
aprovecha para comer hoy.
* * *
La Imitación de Cristo trae una sentencia muy cierta: "No durarás mucho si
vives afanándote por las contrariedades que ya pasaron y por los sufrimientos que
todavía no han llegado, y que quizá nunca llegará: Agua pasada no mueve el molino,
decían los antiguos, ¡y qué gran verdad!
* * *
* * *
La vida es fácil si se vive un sólo día cada día, sin pensar en los ayeres ni
afanarse por los mañanas. Otra cosa es sacar lecciones del pasado, para no incurrir en
los mismos errores y planificar el futuro, pero todo con una gran confianza en Dios y su
Providencia, que nunca falta a quien confía en Él como en un Padre: el pasado dejarlo
en manos de Dios, el futuro, también, pero haciendo de nuestra parte todo lo posible
para que sea lo más positivo para Dios, nosotros, y el prójimo.
* * *
Rara vez se encuentra una persona con una fe total en Dios y que esté enferma
del sistema nervioso. Fe y neurosis no son muy amigas.
* * *
Jesús decía: Si tienes fe aunque sea como un granito de mostaza, nada será
imposible para ti. Todo es posible para quien tiene fe. Según sea tu fe, así serán las
cosas que te sucederán.
* * *
294
Dios tiene poder y bondad para darnos mucho más de lo que nos atrevamos a
pedir o a desear (Éfesos 3, 20).
* * *
* * *
La bondad es una virtud activa y operante que hace a uno salirse de sí mismo,
que tiende a darse, olvidando que se da y sin reclamar nada en devolución.
* * *
* * *
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* * *
Hay una correlación entre buena conducta y orden. Una persona que es ordenada
interiormente presenta en su aspecto externo esa clara conducta que sigue psíquica y
moralmente.
Llegamos por ejemplo un día a nuestro lugar de trabajo, sea el que sea. Si vemos
todas las herramientas ordenadas, bien dispuestas, cada cosa en su sitio, el trabajo se nos
presenta más deseable. De aquí se sigue que hemos de procurar que haya orden en todo:
casa, librería, calles, jardines, playas, etc. Los pequeños serán limpios y ordenados si así
lo ven en sus mayores, de aquí la responsabilidad de padres, educadores, etc. y en
definitiva de todo adulto.
Otro aspecto del orden interno de una persona queda reflejado en la puntualidad
en las citas. Si quedamos para asuntos de negocios, de charla o de simple amistad, a una
hora determinada, ¿por qué hacer perder el tiempo al prójimo? ¿No nos damos cuenta
de que ahí entra también algo de la caridad que debemos tener unos con otros?...
Ni que decir tiene que la puntualidad en el trabajo debe ser sagrado como lo es
el mismo trabajo, y, desdice mucho de una persona la falta de puntualidad en él, máxime
si tiene subordinados, a los que debe dar ejemplo.
* * *
296
este aspecto y no mandar nada que ellos no hagan antes, porque de lo contrario se
exponen a no ser obedecidos.
VOCACIÓN
¿Es lo mismo que decir “¡Al convento!”. No. En sí la vocación no es más que
una moción especial con la que Dios llama a un estado particular.
Lo mismo puede ser al convento que al matrimonio, al ejército que a la oficina.
Por eso San Pablo, al exponer en su primera carta a los Corintios la excelencia de la
virginidad sobre el matrimonio, concluye:”que cada uno permanezca en la vocación a
que ha sido llamado por Dios”.
Lo que hay que hacer es poner todos los medios para conocer ese llamamiento.
No es difícil en sí. Tú tienes en ti unas posibilidades y gustos particulares, unas
aptitudes e inclinaciones, que regulados por la razón y la fe son los que marcarán ese
llamamiento.
* * *
* * *
297
Cada uno ocupa en el mundo su propio metro cuadrado. Y en él, cada uno lleva
consigo los factores que pueden labrar la propia dicha, lo que es cierto siempre,
grabémoslo bien.
No seremos felices nunca con la felicidad ajena, ni el triunfo de los demás nos
dará a nosotros la dicha, ni son nuestras cualidades las que otros tienen ni en la misma
medida serán nuestras.
Seremos felices con la felicidad propia, desarrollando nuestras propias fuerzas
según la medida que Dios nos señaló; alcanzaremos el triunfo si sabemos ser nosotros
mismos con nuestras cualidades desarrolladas y perfeccionadas gradualmente.
En el organismo vivo, cada célula tiene su función propia. No todas pueden ser
iguales ni están destinadas a la misma finalidad ni se rigen por las mismas leyes. La
maravilla del organismo viviente dependerá de que cada célula cumpla bien con su
propia misión. Si todos se empeñaran en ser como los demás, el organismo vivo
resultaría monstruoso. Cada uno tiene su propia misión y su personalidad propia. No
todos estamos regidos por un mismo temperamento, como no hay dos rostros
perfectamente iguales. La armonía social de un mundo mejor dependerá de que cada
uno se determine a ser lo que es una gradual perfección constante.
Si Dios quiere que yo sea carpintero o vaya detrás de un arado, nunca llegaré a
santo si aspiro a ser soldado o poeta. Y, por el contrario, si quiere que sea soldado, la
única manera que tendré de alcanzar la santidad será siendo un buen soldado.
Esa es la lección de la parábola de los talentos. Hemos de trabajar con lo que
Dios nos da. Si sólo me ha dado un talento, no me excluirá del Reino por no poseer
dos. Si quiere que sea abad, nunca llegaré a Él despojándome del báculo pastoral para
tomar con falsa humildad un cayado de porquero. He de utilizar mi báculo como llave
para el Cielo, pues ningún otro cayado, bastón o báculo podría abrirme aquella
cerradura. ¡Esto es lo que hemos de aprender y recordar! Lo que estropea nuestras vidas
es enterrar nuestros talentos así como luchar por ser lo que no fuimos creados para ser.
Es decir, lo que nos impide ser santos es querer ser lo que no somos, pues eso significa
estar insatisfechos con la voluntad de Dios con respecto a nosotros.
Quien secunda su vocación, está donde debe estar. Tanto importa acertar con la
vocación como acertar con la dicha temporal y eterna.
Vocación es la elección que Dios hace de una persona para cierto género de vida,
según los planes de su Providencia. Hay muchos que no siguen su vocación. ¡Por esto
hay tantos desequilibrios en el mundo, porque no han acertado con su vocación!; no han
seguido la voz de Dios, que los quería en otro sitio… Y son infelices en el tiempo, como
huesos dislocados, y andan en peligro de serlo en la eternidad.
La vocación es uno de los medios principales que Dios ha puesto en nuestros
brazos para lograr nuestro fin último. Tu fin es servir a Dios, cumplir su santa voluntad,
salvar tu alma. El estado que elijas ha de ayudarte a servir a Dios y a salvar el alma.
Acertar en tu vocación es vivir tu trabajo cantando. Equivocarte es vivirlo
rabiando.
Tu vocación está compenetrada contigo. Si tú te estropeas, se estropea ella; si se
estropea ella, te estropeas tú.
Se da por supuesto que vocación es una llamada interior que sólo escucha y
distingue el llamado.
No basta decir que sí en un momento determinado, no es suficiente aceptar la
invitación de Dios en un día concreto, a partir de ese instante hemos de contar
necesariamente con los momentos difíciles en toda vocación. Momentos difíciles son
aquéllos en los que el hombre que ha aceptado esa invitación a una profesión o misión
determinada, se encuentra sin fuerzas para continuar adelante. Porque le falta el valor
298
para seguir diciendo sí, porque le da miedo abandonarse sólo en la fe de Cristo, porque
siente la tentación de hacer lo que hacen todos, porque como también Isaías, se
revuelve inquieto hacia Dios y le pregunta: “¿Por qué precisamente a mi?”
Y los momentos difíciles hay que pasarlos, y las crisis son signo de crecimiento,
porque solamente después de vivir en el dolor, se comprende la alegría de la
resurrección.
Cada ser tiene su perfecta individualidad. Dios ha creado cada ser con sus
individuales características, dándoles a todos el número, el peso y la medida que les
pertenece. Dios no ha credo nada en serie. Cada hoja de árbol es una maravilla nueva y
cada estrella es distinta de las demás. Cada rayo de sol lleva su luz propia y cada color
tiene su brillo y su intensidad. La vida alienta en todos los seres, rompiendo en la
maravilla de miríadas de matices diferentes, propios, determinados, inigualables.
La armonía de todo el conjunto creado se forma de las infinitas individualidades
de tonas las cosas.
Vocación es un acto de misterioso amor de predilección por parte de Dios hacia
un alma a la cual Él llama para una misión determinada.
Si vas con buena voluntad y confías en Dios, Él te hará ver, si se lo pides, el
camino que quiere para ti. Dios siempre habla claro, más tarde o más temprano.
Si Dios no llama a la vocación religiosa, ya pueden leer libros y escuchar
sermones acerca de la vocación religiosa, que se quedarán tan fríos y además con la
convicción de que aquella vida al claustro o al sacerdocio no se ha hecho para ellos.
La santidad no consiste en ser monje o casado, sino en serlo porque la voluntad
de Dios es que yo sea monje o casado.
Muchos jóvenes fracasan en la vida porque no resuelven bien su problema de la
vocación. El problema de la vocación de cada persona es completamente personal,
delicado y difícil. Al resolverlo no hay que fijarse en lo que quieran los padres, los
profesores o los superiores, sino solamente en lo que Dios quiere y que nos manifiesta
por las circunstancias y nuestras aptitudes e inclinaciones.
Lo importante en la elección de nuestra vocación no es hacer lo que uno quiere,
sino acertar con lo que Dios quiere de uno.
Hay tantos fracasados en la vida porque no estudiaron a fondo el problema de su
propia vocación. Hay casados que nunca debieron casarse. Hay sacerdotes que nunca
debieron ordenarse.
El problema de su vocación es el primer problema serio que se le presenta en la
vida al joven, o a la joven.
Una vida cristiana, decididamente orientada hacia la conquista del Cielo y la
oración, harán que tú encuentres tu “sitio” apto para santificarte. ¡Con qué satisfacción
se cumple con nuestro trabajo sabiendo que esto es lo que Dios quiere de nosotros!
Todas las personas tenemos una única vocación fundamental: la de santificarnos,
la de cumplir en todo la voluntad de Dios sobre nosotros.
Los jóvenes no deben elegir una carrera porque se gana mucho dinero, sino
porque ofrece más facilidades para salvar sus almas y las de los demás.
* * *
299
atención; toda, más que la labranza de sus campos, más que el perfeccionamiento de sus
industrias, más que el aumento de sus capitales, más que el alza y baja de sus fondos.
No es la educación obra de un rato cada día, ni de un día cada mes, ni de un mes cada
año. Es obra de constantes y perseverantes esfuerzos, obra incesante, continua.
* * *
* * *
300
“Lo que las películas y los seriales televisivos no nos cuentan es la devastación y
el quebrantamiento emocional que tienen lugar debido a amoríos ilícitos y a las
relaciones sexuales prematrimoniales. No me tomo a la ligera las consecuencias de una
relación sexual ilícita. No cabe duda de que lo más duro y penoso que me ha pasado-
más que una operación quirúrgica importante, que pruebas para cáncer, que una familia
destrozada v numerosos fracasos laborales- es recuperarme de una relación sexual con
un hombre casado”…
Ha de haber un cambio, bien en los medios de comunicación, bien en los
hábitos de escucha y de contemplación de los jóvenes, si han de cambiar sus
actitudes acerca de la sexualidad. Pero, ¿acaso un cambio en los medios de
comunicación tendría un impacto positivo en las actitudes sexuales de nuestros
adolescentes? El crítico de los medios de comunicación Roger Simón creo que sí:
“Las actitudes acerca del sexo... no cambiarán sin cambios en la TV. (...)
Consideremos lo que ha sucedido con fumar cigarrillos en la TV. Se solía ver en los
programas de manera continua. En los momentos dramáticos, en los momentos
románticos, en los momentos divertidos, el héroe encendía un cigarrillo. Pero piensa
bien acerca de la TV actual. ¿Cuándo fue la última vez que viste a alguien encender
un cigarrillo en la pequeña pantalla? Sucede, pero no con frecuencia. Y esto, más
que ninguna otra cosa, ha cambiado la manera en que los jóvenes consideran el
hábito de fumar. Simplemente, no tiene la fascinación que tenía en el pasado. Y esto
se debe principalmente a que los personajes de la TV ya no lo hacen” Las imágenes
positivas serían más eficaces si unos programas [de TV] fomentasen una buena vida en
familia, responsabilidad y decisiones morales. Si estas imágenes fuesen apoyadas por
los adultos en sus conversaciones con adolescentes, las cosas podrían comenzar a
cambiar.
Sin embargo, antes de darle toda la culpa y responsabilidad a los medios,
deberíamos examinar qué hemos hecho para contrarrestar la situación. Muchos de
nosotros somos responsables en parte por nuestra permisividad. ¿Cuánta orientación les
hemos dado a nuestros hijos acerca de la clase de programas de televisión y películas
que miran? ¿Hemos escrito acaso a nuestras emisoras locales de televisión cuando
emiten algo que no nos parece bien? En la mayoría de los casos me parece que hemos
perdido la batalla sin luchar. Durante años, demasiados entre nosotros hemos estado
callados acerca de los peligrosos efectos de los medios de comunicación sobre nuestros
muchachos. Es hora de tomarnos en serio la declaración familiar, motivadora. Si
queremos ver un cambio en la manera en que nuestra cultura contempla la sexualidad, y
un cambio en las actitudes y acciones sexuales de nuestros adolescentes, debemos
asumir la responsabilidad de cuidarnos de ello de manera activa.
* * *
* * *
301
Los estudios muestran que el 86% de los adolescentes de hoy desean unos
vínculos familiares más estrechos. De los adolescentes procedentes de hogares
divorciados, todo un 74% manifestó que sus padres no lo intentaron suficiente para
hacer que sus matrimonios funcionasen. Una reciente encuesta Gallup exhibe un apoyo
popular virtualmente unánime entre los adolescentes en pro de un mayor énfasis de los
vínculos familiares tradicionales.
* * *
Muchos jóvenes dicen con respecto a sus padres: «Nunca tienen tiempo para
mí»; «Nunca me llevan a ninguna parte»; «Nunca hablan conmigo»; «Nunca hacen nada
conmigo»…
* * *
En hogares donde los hijos no se sentían queridos por sus padres, el doble de
ellos participaba en relaciones sexuales, un aumento del 19 por ciento al 35%, que los
pertenecientes a hogares donde sí se sentían queridos. La desatención paterna crea un
«hambre de amor» que afecta tanto a los padres como a los hijos. También puede
crear un ciclo vicioso autosustentante en el que los padres hambrientos de amor
crían hijos que están aún más hambrientos de amor. Los resultados pueden ser
devastadores.
* * *
Tanto si los padres se dan cuenta de ello como si no, la educación sexual de los
hijos comienza en casa. Y los hijos lo prefieren así. Los adolescentes quieren aprender
acerca del sexo de parte de sus mamás y papás. Los padres son el más temprano modelo
de amor, afecto, autoridad y valores para el niño, incluyendo los valores sexuales. En un
estudio, los chicos consideraban a los padres como la mayor influencia su educación
sexual: «El 55 por ciento los consideraban como teniendo "una gran influencia". Sólo e1
26% señalaron a hermanos como habiendo tenido tanta influencia, mientras que una
tercera parte de los que contestaron pusieron a la iglesia y a amigos cercanos como
poseyendo esta influencia.»
* * *
Los padres tienen una poderosa influencia sobre los valores sexuales de sus
hijos por medio de lo que dicen y modelan. En realidad, el mero hecho de que los
padres y los hijos estén juntos, tanto si dicen o hacen algo como si no, tiene un
profundo efecto sobre la conducta sexual de un niño. Cuanto más abiertamente los
padres discuten sus valores y creencias acerca del sexo con los adolescentes, tanto
menos sus hijos exhiben actitudes sexuales negativas o una conducta sexual
promiscua. Los adolescentes que aprenden los hechos de la sexualidad de sus padres
son significativamente menos susceptibles de ser sexualmente activos (fuera del
matrimonio) que los que oyen primero acerca del sexo de parte de sus amigos.
* * *
302
Cuando los padres tratan de la sexualidad con sus hijos, se evidencia un
efecto positivo en términos de responsabilidad sexual. Al tratar de las influencias
formales frente a las influencias familiares sobre la sexualidad, la familia seguirá
jugando un papel mucho más fundamental que cualquier escuela o agencia externa en
cuanto a dar ejemplo y establecer los valores para los jóvenes y en proveerles la
información que necesitan a fin de comportarse con prudencia.
* * *
* * *
* * *
Hay estudios que han encontrado que «la supervisión paterna de las citas
precoces fue un predictor extremadamente importante del embarazo en adolescentes.
Estos investigadores encontraron que las tasas de embarazo en adolescentes
quedaban reducidas cuando los padres supervisaban:
(1) con quién se citaba la adolescente;
(2) a dónde iba la adolescente en sus citas; y
(3) el tiempo de llegada de la adolescente a casa.
Así, la influencia de los padres es un componente importante en el complejo
conjunto de factores que afecta a la conducta sexual de los adolescentes.
El impacto de la implicación de los padres es sorprendente a la luz de la
investigación. Los padres que muestran más interés y tienen unas expectativas
educativas más elevadas para sus hijos disminuyen las probabilidades de que su hija
experimente un parto precoz en un 36% y en un 43%, respectivamente.
* * *
Durante demasiado tiempo los padres han sido llevados a creer que han de ser
permisivos. Cosa interesante, los estudios muestran que cuando los padres se
consideran simplemente como un recurso que su hijo puede emplear cuando quiera,
y no como los responsables de conformar la futura conducta del hijo, es probable que se
den efectos negativos. Los hijos con padres abiertamente permisivos tienen
303
dificultades para creer que sus padres se preocupan por ellos. La permisividad es
a veces interpretada como un rechazo. Los estudios muestran que los hijos de padres
demasiado permisivos son menos útiles para otros y están menos dispuestos a vivir
según las normas morales de sus padres. Son más propensos a involucrarse en conductas
hedonistas y a buscar materiales sexuales para su propia gratificación... Los mismos
estudios muestran que los padres que ejercen autoridad (no autoritarios) y que ejercen
de manera moderada un firme control y unas normas, mientras afirman las cualidades y
estilos propios del hijo, tienen mayores posibilidades de producir hijos orientados al
servicio, interesados en los demás, libres de sentimientos de enajenación y consagrados
a una fe religiosa. La apropiada autoridad paterna potencia también la vinculación
familiar. El mismo estudio muestra que si los padres se vuelven excesivamente estrictos,
autoritarios y autocráticos, los hijos desarrollan una baja estima de sí mismos y unos
sentimientos potenciados de autocondena, y la familia experimenta una mayor
discordia.
La influencia de los padres sobre la conducta sexual de sus hijos es mayor que
cualquier otra influencia. Dejar de incluir e involucrar a los padres en el desarrollo de
una estrategia educativa en el ámbito sexual no es sólo miope, sino también una
insensatez.
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* * *
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* * *
El verdadero amor no se conoce por lo que exige sino por lo que ofrece.
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La oración es el medio más seguro e infalible para tener éxito en las obras de Dios.
304
* * *
Nuestra mayor gloria no está en no haber caído nunca, sino en levantarnos cada
vez que caemos.
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Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos: nunca el interés forjó uniones de
larga duración.
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Nunca será feliz quien atormenta al que es más feliz que él.
* * *
La caridad es el océano desde donde salen y a donde van a parar todas las demás
virtudes.
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* * *
Dos reglas preciosas para la vida son saber escuchar y saber esperar para hablar;
deja que te hablen, escucha, observa, reflexiona, compara las cosas que vas oyendo unas
con otras, no te apresures a hablar, espera, ten paciencia. Si así lo haces, se te abrirán los
horizontes de la verdad y tus palabras y consejos serán estimados más que el oro.
305
* * *
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* * *
Cumplir bien todo lo que hay que hacer a lo largo de la jornada y cumplirlo con
buena intención es ya cumplir la voluntad de Dios.
306
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El que no se equivoca nunca es que nunca hace nada.
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Toda cosa noble, cuanto más cuesta, más agradable resulta al final.
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307
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Perdonando nos elevamos muy por encima de aquellos que nos ofenden.
* * *
No puede perecer quien haya sido constante y humilde devoto de María, la Virgen.
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308
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* * *
Las tres cosas más difíciles en este mundo son: guardar un secreto, perdonar un
agravio y aprovechar el tiempo.
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* * *
El que no hace nada no fracasa en esta obra o en la otra: fracasa en la totalidad
de su vida baldía.
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* * *
¡Cuánto bien puede hacer una persona santa y cuánto mal una necia!
* * *
Dejarse llevar del qué dirán es prueba de infantilismo espiritual (Santa Teresa de Jesús).
* * *
Nunca servimos mejor a Dios que con nuestra lealtad inquebrantable hacia Él en
las pruebas y adversidades (Santa Teresa de Jesús)
* * *
Los caracteres más templados son los que más adversidades han encontrado en su vida.
* * *
309
Si quieres ejercer autoridad que te sea útil y que no moleste a nadie expulsa tus vicios.
* * *
* * *
Bástale a cada día su trabajo. La confianza y abandono en Dios son remedio para todo.
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Nadie es inútil en el mundo mientras pueda aliviar un poco el peso de sus semejantes.
* * *
* * *
Procurad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios (Hebreos 12, 14)
* * *
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310
No cierres nunca la mano a la caridad, no hay modo mejor de gozar de los bienes
que dándolos.
* * *
* * *
Levántate si caes, y antes de volver a andar, mira dónde has caído y pon allí una señal…
* * *
* * *
Por la inteligencia rara vez nos ponemos de acuerdo, por el corazón nos
entendemos siempre.
* * *
* * *
* * *
Valdría más ser arrojado al fuego atado de pies y manos que obrar sólo por
agradar a los hombres.
* * *
* * *
No hay éxitos sin contrariedades, victorias sin combates, alegrías sin amarguras,
aplausos sin críticas.
* * *
No desees una vida opuesta a la del Divino Salvador que los Santos hubieran
aborrecido.
311
* * *
* * *
Trabajad y orad. Pedro trabajad y orad santamente. Que Dios y sólo Dios sea el
alma de las obras, que la intención sea tan sólo agradarle.
* * *
Mis esfuerzos no servirán para nada, no serán útiles ni bendecidos por Dios, si
no procuro hacerlo todo por el reino de Dios, por Jesús en la Cruz, por la salvación de
las almas.
* * *
Las bendiciones que fecundan la vida del cristiano están reservadas a los que
oran.
* * *
* * *
* * *
Mortificarse implica renunciarse a sí mismo en todo por cumplir lo que Dios por
medio de las circunstancias nos envía.
* * *
No encontrará paz el corazón hasta que mire como su centro y fin último a Dios.
* * *
Todo el mal hecho no es nada en comparación del que se hace cuando falta la
confianza en Dios.
* * *
Táctica del diablo: inducir a las almas a deseo de riquezas y después de honores,
para que caigan en soberbia; y con ésta en todos los pecados. (San Ignacio de Loyola)
* * *
312
Soberbia es la estima excesiva de sí mismo; vanidad es buscar el aprecio de los
demás.
* * *
Para vivir en la paz de la conciencia y de Dios, hacer una de estas cuatro cosas:
orar, estar ocupado, procurar ser bueno, armarse de paciencia.
* * *
* * *
Jamás nos envía Dios dolores y adversidades superiores a nuestras fuerzas para
soportarlas.
* * *
* * *
No separarse nunca de Dios. Es bueno vivir siempre junto a Aquél que nos ama.
* * *
* * *
* * *
* * *
La amabilidad es esencialmente comunicativa. Al tratar con una persona amable,
o se vuelve uno amable o se marcha.
* * *
313
La amabilidad supone todas las virtudes. Los actos de amabilidad atraen los de
otras virtudes, y las conservan.
* * *
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* * *
Muchos son los Santos que no han hecho más que lo que yo tengo que hacer.
* * *
* * *
* * *
Haber empleado bien el día es uno de los goces más íntimos del alma.
* * *
* * *
314
Si los hombres fueran buenos, serían alegres. El camino de la santidad está
florecido de alegría (Lucía de Fátima).
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* * *
* * *
Penas comprendidas llevan ya un secreto gozo. Penas compartidas, apenas ya son penas.
* * *
Separar a María del apostolado es desconocer una de las partes esenciales del
plan divino.
315
* * *
* * *
El que ha puesto toda la confianza en Dios deja de ser débil y llega a ser fuerte
con la fortaleza de Dios que se comunica a los que en Él esperan.
* * *
* * *
* * *
Sin oración no hay gracia sin gracia no hay otra cosa que pecados.
* * *
Todo lo que sea contrario a nuestro gusto, todo lo que tengamos repugnancia en
decir o en hacer, hemos de practicarlo, aún cuando nos cueste sudor de sangre, siempre
que sea la voluntad de Dios, pues en ello estribará nuestra felicidad en esta vida y en la
otra, la eterna, la que nunca acaba.
* * *
* * *
* * *
Cada día tiene su cruz pero tiene también su gracia para sobrellevarla.
* * *
No nos inquietemos jamás por los sucesos que nos ocurran porque la voluntad de
Dios es la que ordena los acontecimientos de la vida para nuestro bien, siempre que no
sea el pecado, lo que no vendría de Dios, sino de nosotros.
* * *
316
Nada puede el diablo con los verdaderos devotos de María.
* * *
* * *
Para ayudarte, la Virgen hará todo cuanto sea necesario, hasta milagros, que nada
le cuestan.
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* * *
No son dignas de comparación todas las penas de este mundo con el más
pequeño de los consuelos de la otra vida.
* * *
* * *
* * *
No se necesita para ser Santo hacer más de lo que normalmente se hace, ni sufrir
más de lo que usualmente se sufre, basta con que en todo aceptemos fielmente lo que
Dios nos envía, ahí, en esa aceptación, reside la santidad.
* * *
* * *
* * *
* * *
317
La oración es el arma más fuerte en las manos de un cristiano. Rezar es clamar
al Cielo y el Cielo no es de bronce. Siempre hay una respuesta fecunda de Dios a
nuestras plegarias.
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* * *
* * *
Todas las cosas en las que hemos soñado mucho, si trabajamos con tesón, sin
cansarnos, se consiguen.
* * *
* * *
* * *
* * *
Entregarlo todo en un momento es siempre más fácil que sacrificarse gota a gota.
* * *
* * *
* * *
318
Cuando la flor blanca del amor se marchita no sólo muere el amor, morimos
nosotros mismos.
* * *
No herir a las almas es algo que debes conseguir. Cuida tus palabras, tus ademanes…
* * *
Urge ir por la vida con gesto amplio de comprensión, que es gesto de hermandad
universal.
* * *
* * *
* * *
No hay mejor modo de educar que ser. El alma toda se trasvasa hasta el gesto. Y
el joven es todo receptor para el maestro.
* * *
Aunque parezca mentira: hacemos más bien con lo que somos que con lo que
parecemos.
* * *
No tengas complejo de víctima. Por el contrario, sé tan fuerte que nada pueda
herirte. Sé tan noble que nadie pueda ofenderte. Sé tan valiente y humilde que haga falta
una gran cruz para poder crucificarte.
* * *
* * *
* * *
319
El ocio embota, la acción nos libera, pero, incontrolada, llega a esclavizarnos.
* * *
* * *
* * *
La vida de las personas eminentes es una lucha constante por acoplar su vida a
sus ideas. Por el contrario los vulgares rebajan sus ideas al nivel de su vida.
* * *
* * *
Lo que importa es más que parecer, ser. Cada uno es lo que es para Dios.
* * *
* * *
* * *
No sólo el triunfo testifica. Muchas veces será preciso fracasar para dar
testimonio.
* * *
Para triunfar: examinarse cada día. Eliminar los defectos que molestan a los
demás y fomentar las virtudes que nos engrandecen ante Dios y ante los hombres. La
grandeza se consigue en la lucha contra nuestros defectos.
320
* * *
El primer paso para dignificar una sociedad es amarla. El odio jamás construye.
Planta en tu corazón amor al mundo que quieres transformar.
* * *
* * *
Para aprender a rezar es necesario que los niños vean que sus padres rezan, y que
rezan con atención y respeto, y que luego se esfuerzan por ser más humildes y cariñosos
entre sí y con sus hijos.
* * *
Sed parejas de “caña”, que se pueden doblar y son más flexibles que las parejas
de “rama” que se quiebran más fácilmente.
* * *
Intimar es identificarse con el otro, meterse “en el pellejo del otro” sin perder el
propio, es estar con el otro; siendo uno mismo. Es darle la “bienvenida” al otro en
nuestro territorio sin sentirnos invadidos.
* * *
Para que exista intimidad intelectual es importante saber respetar las diferencias
en la pareja y saber que ninguno posee “los mejores gustos” sobre determinados temas,
sino simplemente “gustos personales”.
* * *
* * *
321
materno que son expuestos por horas y horas a las más detalladas películas de horror o
de sexo contra los Mandamientos de la Ley de Dios... Las personas pecan horriblemente
en términos de su hijo incluso antes de traerlos al mundo. La rabia, dolor, frustración y
falta de autorrealización en el nuevo ser representan una forma de reparación por los
pecados de sus padres. Satanás hace que las personas enfermen y estas enfermedades
sólo pueden ser curadas con mucha intercesión de alguien más. La oración la conduce a
Dios, incluso si ella no sabe que esto es lo que está sucediendo. El poder de la oración
es inmenso y la oración es lo mejor que un ser humano puede ofrecer a otro.
* * *
“Los niños no son inofensivos pero sí inocentes”. Los padres deben recordar
que, al final ellos son los últimos responsables de la educación de los chavales. Los
niños no aprenden solos, ni nacen con conductas violentas o tiránicas. En un caso de
“tiranía” son parte del problema, pero no son el problema en sí.
* * *
* * *
Los niños tienen derechos y es bueno que se les recuerde y que le animen a
defenderlos. Pero también tienen deberes, por eso es necesario que se les enseñe a
cumplir con ellos. Él debe conocer sus obligaciones desde muy pequeño y es muy
importante que los padres le obliguen a recoger sus juguetes o a hacer las tareas del
colegio cuando toca y no cuando él quiere.
* * *
La labor de educar a los hijos es más complicada hoy que hace unos años. En la
actualidad hay más debate, que es muy positivo, pero supone que los padres deben
cargarse de razones a la hora de dialogar con el menor”. Debe quedar claro quién tiene
la última palabra, que en cualquier caso debe ser la de los padres. Si un chaval consigue
todo lo que quiere a los ocho años nunca le enseñaremos el valor de desear las cosas.
* * *
Desde los primeros meses hay que acostumbrar a los niños a unos horarios de
comida y sueño. Así se evita que se hagan caprichosos y chantajistas.
* * *
322
* * *
* * *
* * *
* * *
La castidad es la afirmación gozosa de quien sabe vivir el don de sí, libre de toda
esclavitud egoísta. Esto supone que la persona haya aprendido a descubrir a los otros, a
relacionarse con ellos respetando su dignidad en la diversidad. La persona casta no está
centrada en sí misma, ni en relaciones egoístas con las otras personas. La castidad torna
armónica la personalidad, la hace madurar y la llena de paz interior. La pureza de mente
y de cuerpo ayuda a desarrollar el verdadero respeto de sí y al mismo tiempo hace
capaces de respetar a los otros, porque ve en ellos personas, que se han de venerar en
cuanto creadas a imagen de Dios y, por la gracia, hijos de Dios, recreados en Cristo
quien " os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz " (1 Pe 2, 9).
* * *
323
El ambiente de la familia es, pues, el lugar normal y originario para la formación
de los niños y de los jóvenes en la consolidación y en el ejercicio de las virtudes de la
caridad, de la templanza, de la fortaleza y, por tanto, de la castidad. Como iglesia
doméstica, la familia es, en efecto, la escuela más rica en humanidad. 73 Esto vale
especialmente para la educación moral y espiritual, en particular sobre un punto tan
delicado como la castidad: en ella, de hecho, confluyen aspectos físicos, psíquicos y
espirituales, deseos de libertad e influjo de los modelos sociales, pudor natural y fuertes
tendencias inscritas en el cuerpo humano; factores, todos estos, que se encuentran
unidos a la conciencia aunque sea implícita de la dignidad de la persona humana,
llamada a colaborar con Dios, y al mismo tiempo marcada por la fragilidad. En un hogar
cristiano los padres tienen la fuerza para conducir a los hijos hacia una verdadera
madurez cristiana de su personalidad, según la medida de Cristo, en el seno de su
Cuerpo místico que es la Iglesia.
* * *
* * *
324
* * *
* * *
* * *
El autodominio, condición necesaria para ser capaces del don de sí. Los niños y
los jóvenes han de ser estimulados a apreciar y practicar el autocontrol y el recato, a
vivir en forma ordenada, a realizar sacrificios personales en espíritu de amor a Dios, de
autorrespeto y generosidad hacia los demás, sin sofocar los sentimientos y tendencias
sino encauzándolos en una vida virtuosa.
* * *
325
mediante la ayuda de Dios, que les obtendrá la oración. Tendrán también cuidado de
protegerlos de tantos peligros que los jóvenes no llegan a sospechar.
* * *
El mejor regalo, la mejor herencia que los padres pueden dejar a sus hijos, más
que títulos, riquezas y bienes, es una fe en Dios sincera y practicante, que cuenten con
Dios y la Virgen María como Amigos que nunca fallan, y que correspondan a esta
amistad con el cumplimiento de los Mandamientos. Así serán felices en esta vida y en la
otra. Esta fe hay que transmitirla a los hijos, no sólo con la palabra, sino también con el
ejemplo: rezar el Rosario diario en familia, dar gracias a Dios por los alimentos que se
reciben, oír Misa, sobre todo los domingos y festivos, ser solidarios con los demás, ser
honrados, etc. etc. es decir, poner a Dios en todos los hechos cotidianos de la vida: así,
los hijos verán y aprenderán de una forma práctica la verdadera fe cristiana.
* * *
DISCIPLINA
326
padres consideran lo correcto. Hablando de la relación entre padres e hijos, dice: “El
que detiene el castigo, a su hijo aborrece, más el que lo ama, desde temprano lo
corrige”.
¿Qué castigo estamos pagando en nuestras sociedades por no aplicar estos
principios que Dios nos ha dado? Nos hemos dejado desorientar por muchos que se
dicen expertos y que nos inducen a desconocer este principio de Dios, comprobado por
el tiempo y la experiencia.
Nótese lo que ocurre cuando no hay corrección oportuna: “Por cuanto no se
ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombres está
en ellos dispuestos para hacer el mal” (Eclesiastés 8, 11) .
Es importante recalcar que la corrección no debe impartirse nunca
apresuradamente ni en un arrebato de ira o mal genio. Pero sí debemos corregir
oportunamente. (Efesios 6, 4) nos muestra cómo obrar con equilibrio: “Y vosotros,
padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación
del Señor”. Es muy claro que el concepto de “crianza” aquí incluye al de disciplina.
Recordemos también los resultados de aquel estudio que señalaba la importancia de los
padres cálidos y cariñosos pero que saben imponer restricciones. Los hijos de tales
hogares son los más sanos y equilibrados.
La instrucción para la vida no es solamente formación del cuerpo y de la mente,
sino que incluye orientación en los aspectos espirituales, las cosas que determinan
nuestros valores, nuestra ética y nuestra moral. Tiene que ver con la formación del
carácter. Muchos reconocen que la base tradicional de la ética en nuestras sociedades
occidentales se encuentra en los Diez Mandamientos. La Biblia nos enseña que después
de promulgadas estas leyes, Dios les dio a los padres instrucciones específicas sobre la
manera de transmitir estas normas a los hijos. Nótese (Deuteronomio 6, 6-7): “Y estas
palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón; y las repetirás a tus hijos y
hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando
te levantes”. Se trata, pues, de enseñar los principios morales continuamente en las
distintas experiencias y actividades del día. En el libro profético de Oseas, Dios
relaciona nuestro rechazo de la ley moral con el fracaso de nuestros hijos: “Mi pueblo
fue destruido, porque le faltó conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo
te echaré del sacerdocio; y porque olvidaste la ley de tu Dios, también yo me olvidaré
de tus hijos”. El Decálogo sigue siendo el meollo de la civilización occidental, y no
occidental: de la civilización mundial. Nosotros lo menospreciamos, no lo tomamos en
serio, y el resultado es que nuestras sociedades se están deshaciendo. Por eso nuestras
familias se encuentran en crisis hoy. Si se aplican estos principios, los resultados serán
increíblemente benéficos para todos los miembros de la familia. Sociedad que olvida a
Dios y sus Mandamientos es una sociedad que caerá en las tinieblas satánicas del vicio,
la corrupción y su propia destrucción… En cambio, una sociedad verdaderamente
próspera y civilizada es aquella que tiene a Dios como base de su vida cotidiana, en la
casa y fuera de casa, en la iglesia y fuera de la iglesia.
* * *
* * *
327
El trabajo dignifica, merece, redime, robustece y mantiene alerta el vigor de
nuestro espíritu.
* * *
* * *
El amor jamás supo quedarse estático. Nació para la acción. Si de veras amas a
Dios, vivirás siempre atareado en completar su obra.
* * *
Se dice que un buen amigo es un tesoro. Si ese Amigo es Dios…el tesoro será la
eternidad dichosa en el Cielo.
* * *
* * *
* * *
* * *
Quien tiene a Dios y a la Virgen por Amigos vive una fiesta de eternidad en su
espíritu.
* * *
Si un amigo vive en el pecado tarde o temprano serás tan vicioso como él, o lo
dejarás, o se convertirá, o te dejará…
* * *
* * *
328
primer peldaño en la escalera de tu gloria…o del cadalso, ya que también si la madre es
desnaturalizada puede conducir a los mayores desastres. Cuida de que tu novia, de
aquélla que buscas para formar un hogar, sea sinceramente cristiana, y estarás a salvo de
muchas desgracias.
* * *
Si cada ser humano pertenece a mi familia no puede serme ajena ninguna de sus
penas, ninguno de sus dolores.
* * *
* * *
* * *
* * *
Dejad que sobre el corazón escriba el amanecer de cada día una ilusión nueva y
veréis cómo se hace más grande vuestra vida.
* * *
La esperanza del triunfo nos impulsa a comenzar repetidas veces una obra. ¿Por
qué ha de ser de otra manera en la empresa de nuestra santidad?
* * *
* * *
El termómetro de tu fortaleza tiene sus grados elevados para decir “sí”; pero
cuenta igualmente con los ínfimos para sostener el “no” exigido por tu deber.
* * *
329
Alguna vez vuestra fortaleza tendrá que unirse a la audacia. Si la cumbre que
perseguís lleva a Dios, no vaciléis. Que el arrojo y la constancia os encumbren sobre los
mil peligros que hayáis tenido que superar.
* * *
Defended con tesón vuestros ideales, pero que éstos hayan nacido al rescoldo de
vuestra fe cristiana y que persigan un fin tan noble que os aproxime cada vez más a
Dios.
* * *
* * *
No olvidéis que vuestros bienes tienen un fin social del que no podéis sustraeros.
Por eso, cuando malgastéis demasiado, es posible que vuestras vanidades se alimenten
con lo que escatimasteis al prójimo necesitado que pasa hambre, o a la obra de
apostolado que siembra la fe y la alegría cristiana en las almas.
* * *
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* * *
330
bondad y de la justicia, aunque el que escucha sea contrincante o enemigo, conquistarán
al fin ese mundo de ilusión que abarcan tus deseos cristianos.
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Solo hay un remedio positivo para el que sufre y necesita consuelo: tu sonrisa, tu
paciencia, tu comprensión…Con ellas aventarás del alma amiga la ansiedad, la angustia
y acaso enciendas de nuevo su pérdida esperanza.
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331
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* * *
No creas vanos tus actos de servicio a los demás, de amabilidad, aún con el que
te desagrada, tu sencillo consejo al que lo espera, etc. Esas dádivas, tan pequeñas en sí
mismas, son, sin embargo, los pilares inconmovibles que van construyendo el edificio
de tu carácter, que avasalla, porque deja traslucir la plenitud de la gracia conseguida a
fuerza del dominio propio en aras de la verdadera fraternidad.
* * *
* * *
“Una sola cosa he pedido al Señor: una sola busco: morar en la casa del Señor
todos los días de mi vida”…
La casa del Señor está donde vives y trabajas, donde sueñas y te alegras, porque
Dios está en todas partes. Pero para que su presencia te sirva de bendición y no de
repudio, ora trabajes ora sueñes, bien sonrías o llores en paz o en desolación, conserva
tu alma limpia…haz que todas tus acciones y pensamientos estén dirigidos hacia Dios.
* * *
* * *
Cuando la ira te domine…y sin duda, nos domina con más o menos frecuencia,
¡domínate! y cuando reprimas ese hervor de la sangre que te induce a la brutalidad,
apuntarás en tu haber un acto heroico, honroso, de esos que pregonan que hay en ti no
un ser voluble, sino responsable y lleno de carácter.
* * *
Alaben y bendigan tu corazón y tus labios los dones que del Señor has recibido.
No rastrees buscando el más leve motivo para no expresar tu gratitud a quien te sirve.
La frase amable llena de gozo el corazón de quien te favorece y la impulsa a un nuevo
332
servicio; la ingratitud es semilla de rencores y malas voluntades. La sonrisa del
agradecimiento sublima el más bello gesto caritativo del prójimo.
* * *
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333
más bella, más rica en gracia y la más agradable a la Santísima Virgen María. Amad el
Rosario, rezadlo con amor y devoción y obtendréis sus frutos.
* * *
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* * *
* * *
Se ha dicho que dos cosas retratan a una persona: sus ojos y su corazón. Y es que
el amor que nace en el corazón se asoma siempre por los ojos.
* * *
¡Qué lástima que vayamos perdiendo el gusto a obrar por deber! ¿No está en el
deber la voluntad de Dios?...
* * *
* * *
* * *
* * *
Ruega mucho a Dios. Lo que pides se te está ya dando, aunque ignoras de qué
manera lo recibes.
* * *
334
* * *
¿Das gracias a Dios? Vas por buen camino. ¿Te quejas de Dios? Te has
desviado.
* * *
¿Sabes por qué no damos gracias a Dios? Porque no nos damos cuenta de que es
Él Quien nos lo da todo.
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* * *
335
El pecado es fruto del egoísmo. Dondequiera que hay un pecador hay allí un
egoísta.
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* * *
Mira a Dios clavado en una cruz por los pecados de los hombres. Y entonces
pregúntate: el pecado… ¿qué es?
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* * *
El libro más sabio que puedes leer será siempre la Cruz de Cristo.
* * *
Si Dios te hace sufrir mucho es que te quiere mucho y quiere hacerte un santo.
* * *
* * *
El dolor ha sido la puerta del Cielo para muchas almas. ¡Y también lo ha de ser
para ti!
* * *
336
Desgracias… Una misma tribulación puede hacerte un héroe o un desgraciado, y
esto depende de ti.
* * *
Obras son amores. Lo que va del decir al hacer, esto y mucho más, va del hacer
al padecer.
* * *
Todos tenemos que sufrir, de buena o mala gana. ¿No sería mejor de buena
gana? Así aumentas tu tesoro del Cielo. Si te impacientas y te rebelas pierdes el mérito
ante Dios y lo ofendes.
* * *
* * *
* * *
* * *
Te falta algo… y no sabrías decir qué. Eres bueno… pero todavía no quieres ser
santo.¿Qué tengo que hacer para ser santo? Amar a Dios con toda tu mente, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y a tu prójimo como a ti mismo. Si amas a Dios de verdad
aceptarás todo lo que Él te mande.
* * *
* * *
Una de las cosas que más nos impiden ser santos es la falta de reflexión: no
entramos dentro de nosotros mismos, no sabemos lo que hacemos, no sabemos lo que
somos.
* * *
Con vuestra vida santa podéis dejar el mundo un poco mejor que a vuestra
llegada.
337
* * *
* * *
Agua cristalina y transparente… Así es el alma del que vive cumpliendo los
Mandamientos.
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* * *
Para aprender y para enseñar se necesita mucha humildad. Si vienes con aires de
gran maestro y te crees infalible, poco aprenderás y menos aún sabrás enseñar.
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* * *
No tengáis miedo a los que puede pasaros en el futuro. ¡No se mueve una hoja
del árbol sin el beneplácito de Dios!
* * *
* * *
Vuestro talento podrá conquistar a los hombres, pero sólo vuestra santidad podrá
convertirlos.
* * *
338
Necesitáis de Dios para salvaros, y Dios ha querido necesitar de vosotros para
salvar al mundo.
* * *
* * *
No ponen los hombres su fe nada más que en sus propias fuerzas. Si éstas no
alcanzan, se resignan a la desgracia o desesperan. Oyeron que Dios es poderoso y es
Padre, pero no lo acabaron de admitir. ¡Y sería tan fácil acogerse a la fe! ¡Vivir de la
esperanza! Recibir de nuestro Padre lo que no pueden nuestras manos, nuestros
propósitos, nuestros caminos, nuestros pasos! Se concede desgraciadamente a la
esperanza un rincón en la vida, cuando es la fuente de todo nuestro bien.
* * *
Cuida Dios, como Padre que es, de todas nuestras cosas. Cuida y cuidaría mil
veces más si en lugar de arrinconarlo confiáramos a sus manos nuestras vidas.
* * *
* * *
El superior que se hace amar de sus súbditos muestra tener mucho talento y
mucha virtud.
* * *
* * *
* * *
339
La desdicha desarrolla las fuerzas del espíritu.
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* * *
Para las naciones, como para las personas, la avaricia es la forma más evidente
de un subdesarrollo moral.
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340
Cuando se confía en Dios se vuela muy alto y la tormenta va siempre por
debajo. Se la oye de lejos… y ni siquiera asusta.
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* * *
Nos falta fe para fiarnos de Dios. Sólo esperamos lo posible, sólo creemos lo que
ven los ojos. Así razona el mundo: “¡Si en el desierto no hay agua te morirás de sed, no
es prudente entrar… aunque Dios te lo mande!”... Nos fiamos únicamente de nuestras
fuerzas, de nuestros propios medios… De ahí los grandes fracasos en nuestras vidas.
* * *
* * *
341
solo para sufrir, sino también para gozar pueden conseguir contrarrestar toda esa falsa
literatura que tanto abunda sobre las tragedias de los matrimonios. Lo que se dice sobre
la educación y la esperanza en la vida matrimonial lo tenemos que decir también sobre
la educación y la esperanza en empresas menos trascendentales, pero no por eso menos
importantes. Nos referimos a lo que puede hacer quien educa sin procurar sembrar en el
corazón de su educado la esperanza de que podrá conservar aquello que se propone.
Pongamos el ejemplo de un profesor. Si él se empeña en infundir esperanzas en un
alumno poco aventajado conseguirá mucho más que si no lo anima. Y eso mismo
sucederá en todos los campos donde se tenga que educar a una persona. Siempre la
esperanza de conseguir el éxito en cualquier empresa nos mueve más enérgicamente a la
lucha que la desesperación o el desaliento.
* * *
* * *
Los padres y los profesores, pueden, con la mejor intención del mundo volver
tímidos a los niños confiados a ellos, y de este modo estropearles la vida. So pretexto de
inspirarles modestia, ocultan sus buenas cualidades o les atribuyen falsamente defectos
que no existen. Labor malsana. Procediendo de este modo, les quitan a esos pequeños
confianza y entusiasmo; atrofian el talento, que debía normalmente asegurarles el éxito
en la vida. Que enseñen, pues, a los niños a reconocer sus dones y a dar gracias por ellos
a Dios que se los ha concedido sin mérito alguno de su parte. La humildad es reconocer
la verdad. Deplorable costumbre es también la de rebajar a los niños lentos en su
trabajo. Se les repite con mal humor: “No comprendes nada; no eres capaz de nada;
jamás harás nada”… Se olvida que una inteligencia rápida no es siempre profunda, y se
graba en esos jóvenes entendimientos el convencimiento injustificado de su falta de
valer lo que tal vez lo paralizará en todo el resto de su vida.
* * *
Dios nos ha dado dotes y talentos que nos prometen respeto y éxito. A nosotros
nos toca el cultivarlos y perfeccionarlos.
* * *
* * *
El orden que aparece y se manifiesta hacia fuera es obra y efecto del orden
interior.
* * *
342
Con la buena educación es el hombre una criatura mansa y divina, pero sin ella
es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a los buenos y
hacen buenos a los malos. Hablamos de enseñanza y educación cristianas…
* * *
* * *
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* * *
* * *
No es optimista el que tiene menos desengaños sino el que tiene más confianza
en Dios.
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* * *
El horario, del que no debemos salirnos sin motivo, es una maravillosa garantía
contra esa especie de dejación de la voluntad que es el capricho.
* * *
* * *
343
Dichosas las personas y las familias que todos los días rezan bien el Santo
Rosario pues la Santísima Virgen les obtendrá gracias en vida, gracias en la hora de la
muerte y gloria en la patria celestial. (San Antonio María Claret).
* * *
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* * *
344
No disponer de tiempo para meditar es no tenerlo para ver a dónde vamos
porque estamos muy ocupados yendo allí…
* * *
El hábito puede llegar a ser o el mejor de los sirvientes o el peor de los amos.
* * *
* * *
* * *
Es extraño ver cuántas personas no comprenden que cediendo uno en las cosas
pequeñas podrá imponerse en las grandes.
* * *
* * *
* * *
Sólo hay una ley en el amor: hacer felices a aquellos a quienes amamos.
* * *
* * *
Algunos prefieren la felicidad a la sabiduría; pero eso es como desear ser buen
piloto sin saber conducir.
* * *
En el mismo grado que estés dispuesto a ayudar a los demás serás feliz.
* * *
345
* * *
* * *
Toda persona tiene dos enemigos: el pasado y el futuro. Y el mejor regalo que le
ha dado Dios es el presente.
* * *
Expresa tu verdad serena y claramente y presta oídos a los demás incluidos los
necios e ignorantes, que también ellos tienen algo que decir.
* * *
* * *
Procede con cautela en los negocios pues en el mundo abunda el engaño; pero
que ello no te ciegue para contemplar las virtudes.
* * *
Siempre que los hombres han rechazado a Cristo en el campo educativo y se han
decidido hacia otras ideologías y hacia otros hombres, han edificado en la arena. Las
generaciones siguientes han debido notar el fracaso de aquella empresa y han tenido que
dedicarse a la limpieza de las mismas y a la reconstrucción de los edificios morales y
religiosos que habían sido destruidos.
* * *
* * *
Si educar es adiestrar para emplear bien la vida ¿hay educación sin concepto de
la vida? ¿Sin un concepto de la naturaleza humana y de sus fines? Indudablemente la
educación tiene por primera base la Religión… No cabe eliminarla sin suprimir la
sustancia.
* * *
La escuela no cristiana sin la fe en Dios es una fosa a donde se arrojan a los hijos
de los cristianos para sacarlos de allí despojados de toda creencia.
* * *
346
No es posible compensar los daños que causa el haber descuidado la siembra
cristiana en la primavera de la vida, porque los instintos perversos y las pasiones se
hacen pronto en el hombre muy poderosos.
* * *
Aunque el padre sea mal padre es siempre un padre y aunque el maestro sea un
santo es un extraño. No hay cosa que un hijo deseche con más trabajo que lo que su
padre le enseñó.
* * *
Dios castigó con severidad a los padres que no procuraron enseñanza cristiana a
sus hijos porque así condenaron a muerte a sus almas.
* * *
* * *
Por muy pronto que se comience, nunca es demasiado pronto para formar el
carácter y las costumbres del niño, decía ya la sabiduría pagana. En la vida, lo mismo
que en la ciencia, todo depende de los primeros principios.
* * *
* * *
El niño acepta con avidez las ideas que le comunica su madre, los sentimientos
que ella le imprime y la dirección que le imprime. El niño es un eco: repercute el sonido
que oye, refleja la imagen proyectada, un teclado: produce las armonías que sobre sus
teclas sensibles imprime la inspiración maternal.
* * *
Detrás de un hombre ilustre por su doctrina y santidad casi siempre hay una
cristiana heroica.
* * *
347
Nada acerca tanto a Dios como el recuerdo de una madre santa.
* * *
Durante los primeros años de la vida es cuando las madres tienen que sembrar en
sus hijos la semilla del Evangelio. El tiempo perdido en este aspecto difícilmente puede
recuperarse, en cambio lo que las madres siembran en esta edad nuca se borra. Ahí
estriba su éxito o su fracaso. (Pío XII).
* * *
Considero muchas veces el gran mal que hacen los padres que no procuran que
sus hijos vean buenos ejemplos. Espántame el gran daño que hace una mala compañía,
sobre todo en el tiempo de la juventud. Si yo tuviese que aconsejar a los padres les diría
que tuvieran muy en cuenta con quienes salen y tienen amistad sus hijos, porque aquí
está el bien o el mal, pues desgraciadamente nuestro natural se va antes a lo peor que a
lo mejor. (Santa Teresa de Jesús).
* * *
* * *
* * *
La divisa de todo educador, de todo el que eleva el alma, es la frase: “Más alto”.
Más alto que la ciencia: la virtud.
Más alto que la honradez: la santidad.
Más alto que los honores: el Cielo.
Más alto que el don de los bienes que se poseen: el don de sí mismo.
* * *
Los ángeles de los niños aman con amor especial a los que los forman en el
temor de Dios e infiltran la devoción en sus tiernas almas. (San Francisco de Sales).
* * *
* * *
348
Un anciano misionero víctima de un acceso de fiebre maligna, moría… De
repente, abrió los ojos y dijo: “Veo bajar del cielo una procesión larga, muy larga, de
niños negros. Son los que he bautizado e instruido…, vienen a buscarme”…
“También, educadores cristianos, en la hora de vuestra muerte saldrán a buscaros
las almas de todos aquellos niños y niñas a quienes habéis llevado por el camino de
Dios”.
* * *
La primera condición para que un profesor sea hombre de paz es que se halle a
buenas con Dios, esto es, en paz con Él. (P. Manjón).
* * *
¡Si conociésemos el amor de Jesús a los niños y el ardor con que desea su
salvación! Lejos de parecernos penosa la enseñanza y de quejarnos de los trabajos de
nuestro estado de educadores, nos hallaríamos dispuestos a sacrificar la vida para
procurar a estos inocentes niños el beneficio de la educación cristiana.
* * *
* * *
Inflámese el maestro cristiano en el amor a Dios, y avive aún más ese fuego en
la consideración de los beneficios divinos. Y cuando, inquieta y desasosegada el alma,
busque con ansia el modo de corresponder a ese amor y satisfacer deuda tan grande,
recuerde las palabras de Jesús: “Lo que hicisteis con uno de estos pequeñuelos lo hacéis
conmigo”. Podemos, pues, mirar con predilección a nuestros hijos y alumnos y
exclamar con San Pablo: “Me debo por entero a los niños”.
* * *
Es preciso que tanto los padres como los profesores amen a Dios en sus niños y
se lo hagan sentir a ellos. Y entonces los niños amarán a sus catequistas, y a Dios en sus
catequistas, y se realizarán maravillas en sus inocentes almas.
* * *
* * *
349
El amor es el alma de la pedagogía. Donde falta, podrá sostenerse el armazón de
la escuela, pero no será posible una verdadera educación. La fortaleza es parte
constitutiva del amor, mas éste nunca es compatible con la frialdad.
* * *
Mente, lenguaje y corazón son tres requisitos para educar al niño. No basta
entenderlo y hacerse entender por él, es imprescindible otra cosa: el amor.
* * *
El afecto para la felicidad de los niños es tan indispensable como el aire y la luz.
* * *
Si nos falta el amor ¿qué provecho sacaremos de nuestra enseñanza, pues los
niños no nos escucharán con agrado, ni creerán lo que les decimos, ni harán lo que les
mandamos?
* * *
* * *
El fuego del amor ha de arder en el corazón de los padres y del maestro, para
que sus llamas enciendan el amor en el niño… Siembra y cosecha se corresponden. Sólo
donde se siembra afecto puede recogerse amor.
* * *
Como el cáliz de las flores se abre a los rayos del sol, así se abre el corazón del
niño a los rayos del amor que le profesan sus padres y educadores.
* * *
La semilla que día a día arrojamos en el alma del niño sólo fructificará si éste la
recibe con ánimo y corazón bien dispuestos. Por ello deben atenderse como muy
fundamentalísimas la simpatía y el amor de nuestros niños; y esto sólo lo
conseguiremos con nuestra comprensión, simpatía y amor hacia ellos.
* * *
* * *
350
La madre se engaña al creer que el cariño de su hijo aumenta a medida que cede
a sus caprichos y deseos. Lo que en realidad ocurre es que el corazón del niño se va
estragando y endureciendo, apartando de ella su amor para concentrarlo en sí mismo.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Mimar al niño, adorar sus caprichos, hacer neciamente todas sus voluntades, no
es respetar al niño, es abusar de él, explotarlo inadvertidamente para satisfacción de un
egoísmo solapado y sensiblero. Es realmente hacer un daño inmenso, tal vez irreparable.
* * *
Gran número de niños abandonan la Religión porque se les abandona a ellos primero.
* * *
El ánimo juvenil propende a la inconstancia por el gran poder que tienen en los
primeros años las mudables impresiones sensitivas. Por eso los padres y los educadores
deben dar ejemplo de constancia, sobre todo en el cumplimiento exacto de la
distribución y reglamento escolar; y ha de exigir esa misma regularidad a los discípulos
con el fin de cultivar en ellos esta tan necesaria virtud de la constancia.
351
* * *
Una sonrisa de la madre con aprobación del padre o del maestro dilata el
corazón del niño y excita su buena voluntad.
* * *
* * *
Si Dios premia tanto al que da con alegría los bienes temporales. ¿Cuánto más
amará al que distribuye gozoso los bienes espirituales? (San Agustín).
* * *
* * *
Sométese uno ante la fuerza, discute con la ciencia, sólo se rinde uno a la bondad.
* * *
El trato seco, áspero, frío, las respuestas destempladas, hirientes, irónicas, las
desatenciones, erizan como de púas el ambiente y provocan choques, situaciones
violentas y aún a veces dificultades serias.
* * *
* * *
* * *
* * *
352
En todas las edades el ejemplo tiene sobre nosotros un poder sorprendente; en
los niños lo puede todo.
* * *
El ejemplo tiene toda la autoridad del mandato pero al mismo tiempo toda la
dulzura de la invitación.
* * *
Nadie se forje ilusiones: hay en el alma del niño cierto instinto de lógica aguda y
rigurosa, que le hace adivinar la contradicción y rechazarla. Si enseñándole a creer sois
vosotros incrédulos o indiferentes lo advertirán bien pronto, y despreciará en su interior
la lección, o al que la da, o a entrambos a la vez.
* * *
Los niños atienden más al ejemplo de sus superiores que a sus lecciones, por
buenas y saludables que sean; y por lo mismo que no tienen suficiente discernimiento
para distinguir una falta ligera y excusable de otra mayor nunca estará de más la
prudencia que usemos delante de tales espectadores y jueces. En su compañía es
cuando necesitamos más vela sobre nosotros mismos. De lo cual se sigue que la
sociedad de los niños es un excelente medio de mejora individual.
* * *
Los niños son una especie de espejos que reflejan todo lo que ven. Y como los
ojos de los niños son un instrumento nuevo, que no están gastados por el uso, todo lo
ven.
* * *
Acordáos que mejor podéis enseñar a vuestros hijos con obras que con palabras.
(San Jerónimo).
* * *
* * *
353
* * *
El padre dice que su hijo no se fija. Es verdad si quiere decir que el pequeño no
razona el ejemplo que recibe. Pero es falso si esa palabra significa que el niño no
conserva la impresión que se le hadado.
* * *
* * *
Loa niños imitan siempre lo que ven y hacen pocas veces lo que oyen.
* * *
El buen ejemplo es el mejor patrimonio que podéis dar y dejar a vuestros hijos.
Es la visión imborrable de un tesoro de obras y de hechos, de palabras y consejos, de
actos piadosos y pasos virtuosos, que se grabarán siempre vivos en su memoria y en la
mente como uno de los recuerdos más conmovedores y queridos, que le recordará y
resucitará vuestra persona en la hora de las dudas y de la incertidumbre entre el bien y el
mal, entre el peligro y la victoria.
* * *
Si queréis formar al niño vivid ante él conforme al ideal que para él deseáis
vosotros.
* * *
Toda afirmación nuestra, todo consejo nuestro, toda sugerencia nuestra no tendrá
valor alguno en la educación si no los apoyamos con el ejemplo.
* * *
* * *
* * *
354
El educador debe descender al nivel de sus alumnos, debe adaptar sus facultades
a las de los niños para hacerlos vivir con vida intelectual y divina; debe hacerse niño
con los niños.
* * *
* * *
* * *
Lo que la floración en la primavera es para la vida y para las plantas son los años
de la juventud para la vida humana.
* * *
Toda la vida del hombre se halla en la infancia como el fruto en la flor. Sin duda
no toda flor da fruto, puede secarse, puede marchitarse, puede ser arrastrada por las
lluvias o la tempestad, pero, indudablemente, si no hay flor no habrá fruto y los frutos
más abundantes son los que han tenido más hermosa primavera.
* * *
Los niños se hallan entre dos caminos, dispuestos a seguir el que les indiquen. El
que primero se haga dueño de su afecto lo conducirá a donde quiera. Si lo gana para el
diablo será del diablo, si para Jesucristo, será de Jesucristo.
* * *
Los niños hacen como los pajarillos, llevan estos, tal vez, una semilla fecunda a
una torre, o a una roca inaccesible, donde al poco tiempo florece una planta… Lo
mismo hacen los niños: llevan de clase a sus padres y amigos algún granito de las
palabras divinas, contando, con ingenuidad, lo que han oído. Y con frecuencia germina
esa semilla en el corazón de los padres y produce frutos más copiosos que en sus
propios hijos.
* * *
El niño es apóstol del hogar, por lo que cuenta y por lo que lleva: hojas, libros,
estampas, medallas, etc.
* * *
355
El niño es muy delicado. Puede ocurrir que por suficiencia, por precipitación,
por falta de dulzura, de bondad, de piedad o gravedad, le causemos impresiones
funestas.
* * *
* * *
Los niños son como plantas tiernas, que, si se tuercen, después no es fácil
enderezarlas, y son como el eco de la voz, que repiten lo bueno o malo que oyen.
* * *
* * *
* * *
El niño es muy sugestionable, basta que se le diga que algo es difícil para que sin
serlo se lo crea, y en cambio, al revés, basta que le presentemos algo como fácil, siendo
en realidad difícil, para que lo empiece y acabe alegremente.
* * *
* * *
¿Quién llegará a ser grande? Quien comienza por cosas pequeñas. (San Agustín).
* * *
* * *
356
Los hombres disponemos de doble lenguaje: el de la palabra, que en cierto
sentido es el menos penetrante, y aquél, más genérico si se quiere, pero más eficaz, de
nuestro aspecto, mirada y acción, vida exterior. Ese lenguaje es de efecto irresistible en
el mundo de los niños.
* * *
* * *
* * *
* * *
Amad lo que agrada a los jóvenes y ellos amarán lo que os agrada a vosotros
(San Juan Bosco).
* * *
* * *
Hay pocas cosas que se paguen tan duramente en la vida como el haber sido
educado con demasiado mimo.
* * *
* * *
* * *
357
Más que el saber, lo que se debe buscar en la formación, en la educación, es
educar y formar la voluntad, fortalecerla en todos los terrenos.
* * *
Un niño a quien se repite muchas veces que es malo acabará por serlo.
* * *
* * *
* * *
El dolor es una moneda que corre por toda la tierra. Con ella debes adquirir el
Cielo para ti y para otros muchos hermanos tuyos.
* * *
Nuestros buenos deseos no son sino indicios de nuestras aptitudes innatas, y nos
anuncian lo que somos capaces de lograr.
* * *
* * *
No sabemos si estamos destinados a ser un río rápido que haga florecer a sus
orillas jardines amenos, o si hemos de parecernos a la gota de rocío que envía Dios en el
desierto a la planta desconocida; pero más brillante o más humilde nuestra vocación es
cierta: no estamos destinados a salvarnos solos (Beato Manuel Domingo y Sol),
* * *
Una luz por pequeña que sea puede iluminar la oscuridad, la amabilidad más
simple contribuye para hacer un mundo mejor.
* * *
* * *
Si en el amor a tu hijo quieres educar, a decir tres cosas le has de enseñar: por
favor, gracias, perdón.
358
* * *
* * *
* * *
Las cosas pequeñas, pequeñas son, pero la fidelidad en las cosas pequeñas es
cosa grande. (San Agustín).
* * *
Ningún sacrificio es más agradable a Dios que el celo por la salvación de las
almas (San Gregorio),
* * *
* * *
* * *
Quien confía en Mí es más rico que todos los reyes de la tierra. (Jesús a la Beata
Ana María Taigí)
* * *
Te digo de verdad que me produce gran alegría que los hombres esperen de Mí
grandes cosas. Por grande que sea su fe y su atrevimiento mucho más les daré Yo por
encima de sus míseros meritos. (Jesús a Santa Matilde).
* * *
La virtud no está en comer cebollas, sino en comer cebollas por amor de Dios.
No está la santidad en hacer actos externos, sino en la intención interna de un acto
cualquiera. (Hermano Rafael).
359
* * *
Nuestro Divino Maestro sabe bien lo que necesitamos, y ninguna otra cosa
quiere sino nuestra santificación. Todo lo que da y permite es por nuestro bien, o para
purificación de nuestros pecados o para aumento de perfección y gracia (Santa Catalina
de Siena).
* * *
* * *
Sabed que el amor no vive de pensamientos, por altos que sean, sino de
actuaciones de todo el ser y de cada momento.
* * *
Señor, como yo tengo tiempo de orar tengo modo de obtener todo lo que pido
(San Felipe Neri).
* * *
Dios gobierna el mundo pero la oración gobierna al mismo Dios. (San Juan
Crisóstomo)
* * *
Conozco a uno que es más fuerte que Dios; es el hombre que reza. Este hace
decir sí a Dios, cuando ha dicho que no. (Santo Cura de Ars)
* * *
* * *
Si algunas veces no escucho tus ruegos es porque te concedo otra cosa que te es
más útil, pues a causa de la humana fragilidad, no eres capaz de comprender ni conocer
lo que más te conviene. (Jesús a Santa Gertrudis).
* * *
360
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Jamás será tenido por buen cristiano quien no reza el Rosario… Felices aquellas
personas y familias que rezan bien el Santo Rosario pues Maria les obtendrá gracias en
la vida y en la hora de la muerte y después la gloria en la Patria celestial (San Antonio
María Claret).
* * *
* * *
* * *
* * *
361
Sería muy de mi agrado que mis amigos me juzgaran menos cruel. Deberían
tener la delicadeza de pensar que no uso de severidad sino para su bien y para su mayor
bien. Hágolo por amor, y si esto no fuera necesario para curarlos o para acrecentar su
gloria eterna, ni siquiera permitiría que el viento más leve los contrariara. (Jesús a Santa
Gertrudis).
* * *
* * *
El arte de dirigir consiste en saber cuándo hay que abandonar la batuta para no
molestar a la orquesta. (Herbert Von Karajan).
* * *
Fieras ciertamente son las tentaciones que vienen del enemigo, pero mucho más
terrible es para él nuestra oración que para nosotros sus asaltos. (San Bernardo)
* * *
No hay medio más poderoso para obtener gracias del Señor, como la Virgen
Santísima. (San Felipe de Neri).
* * *
“¿Cómo no va a estar mi Madre cerca de los que todos los días de su vida le
ofrecen su Rosario? Le piden cincuenta veces que ruegue por ellos en la hora de la
muerte” (Jesús a Gabriela Bossis).
* * *
“Hija mía, Yo estoy colocado entre Dios y los hombres. Nada pueden éstos
alcanzar del Padre sino por Mí. Mas Yo he puesto a mi Madre entre los hombres y entre
Mí de tal manera que nada otorgo, si no es por medio y a causa de mi Madre” (Jesús a
María Lataste).
* * *
No hay lodazal del cual María no pueda sacar a los desgraciados, ni enfermedad
que no cure. (Santa Brígida)
* * *
* * *
362
Con María se hacen más progresos en el amor de Jesús durante un mes que en
muchos años cuando no se está muy unido a Ella. (San Luis María Grignion de
Monfort).
* * *
Ser muy devoto de María es señal de estar predestinado para el Cielo porque por
su devoción entran los efectos de la predestinación, pues los negocia Ella para sus
devotos. (San Anselmo).
* * *
* * *
* * *
Señora, aquél por el cual una sola vez intercedéis, no verá los suplicios eternos.
(San Anselmo).
* * *
Los que obtienen la gracia de la Virgen son reconocidos como habitantes del
Cielo; y quedan inscritos en el Libro de la Vida los que llevan la señal de su devoción
(San Buenaventura).
* * *
Nada hay, oh María, que pueda resistir a tu poder, siendo así que Dios mira
como propia tu Gloria (San Gregorio)
* * *
“Estarán predestinados al Paraíso todos los que recen el Rosario con verdadero
afecto y devoción, no en cambio, los que sólo rezan con la boca, y con el corazón están
muy lejos de lo que dicen y de mí. Hasta ahora nadie se ha condenado, ni se condenará
de aquí en adelante, si ha sido verdadero devoto de mi Rosario” (La Virgen al Venerable
Padre Hoyos; aquí la Virgen lo que rechaza en el Rosario así como en la oración en
general, son las distracciones voluntarias, de las involuntarias nadie está exento)
* * *
* * *
363
Si no existiera la Misa hace tiempo que se hallaría el mundo aplastado por sus
crímenes (San Leonardo de Puerto Mauricio).
* * *
* * *
* * *
Si se comprendiera el valor de una Misa se andaría hasta el fin del mundo para
asistir a ella. (Santa María Magdalena Portel)
* * *
“El alma, cuanto más comulga más pura se hace; de la misma manera que se
hace más limpio el cuerpo cuanto más se lava. Cuanto más frecuentemente comulga una
persona, más obro Yo en ella y ella en Mí, de manera que sus obras se hacen más santas.
Y cuanto más celosa en comulgar es una persona, más profundamente se sumerge en
Mí, penetra en el abismo de mi Divinidad y ensancha su alma, cuya capacidad aumenta
para contener la Divinidad; de la misma manera que el agua que se escurre a menudo
por una misma tierra, ella se va abriendo un surco más profundo por el cual puede
correr cada vez más.” (Jesús a Santa Matilde).
* * *
“¿No enseña la fe católica que el que comulga una sola vez me recibe para la
salvación eterna, y que recibe también todos los bienes encerrados en los tesoros de mi
Divinidad y de mi Humanidad? Sin embargo, cuanto más frecuentemente comulga un
cristiano, más se elevará el grado de gloria que le está reservado” (Jesús a Santa
Gertrudis).
* * *
Educar, tarea difícil. Ni tan próximos a ellos que te pierdan el respeto, ni tan
distante que no te sientan amor y no des confianza.
* * *
364
Hay tres tipos de superiores: los que oprimen y se rodean de serviles, los que se
inhiben, dándole todo igual, y los que cooperan con el subordinado, aceptando sus
puntos de vista positivos. Sólo los terceros son realmente superiores.
* * *
El maestro debe conocer bien su profesión, porque debe ser educador de almas,
formador de hombres que serán más tarde base de buenas familias; misionero que
conquista pueblos con su saber y su virtud; modelo del bien decir; del bien pensar y del
bien obrar; mentor y guía de la juventud; escultor de hombres, de ciudadanos y de
cristianos; artífice de la sociedad; sustituto de padres y madres; modelo de la niñez.
Necesita vocación, salud, cultura suficiente y voluntad constante. Debe conocer al niño,
su naturaleza y condiciones. El niño es imagen de Dios; es una persona que debe
infundirnos el mayor respeto, por ser débil, maleable y carecer de experiencia.
* * *
* * *
Si sois ineducados con el niño, él lo será con otros, y a vuestra espalda, con vosotros.
* * *
¿Se comportan mejor los niños cuando esperan una recompensa? Sí, pero con
ciertas condiciones. En primer lugar, ha de tratarse realmente de una recompensa, y no
de un soborno. Por otro lado, debe tratarse de algo por lo que sienta que ha trabajado y
que merece recibir. Otra cosas más, la recompensa debe ser inmediata. Los padres
suelen olvidar que los niños no tienen sentido real del tiempo: prometerles algo para un
futuro indefinido no tiene ningún significado para ellos.
* * *
En muchos casos, un niño mentiroso empieza por inventar fantasías para llenar
con ellas el vacío que ha dejado en él la falta de amor de sus padres. Una vez que el
niño sienta que las mentiras pueden evitarle tener que enfrentarse con la realidad de
sentirse falto de cariño, cae en el hábito de “adaptar” la verdad a sus necesidades
particulares.
* * *
Un niño privado de amor suele mostrarse falto te interés en sus estudios para
vengarse así de sus padres.
365
* * *
* * *
Pensad, padres, que a los niños no les gusta que les traten como pequeños.
Quieren que se les tome en serio. Quieren ser una persona. Nunca una cosa. Así pues
interesaros por sus cosas. Nunca tratarlo como inferior, sino colaborar en la tarea de su
formación. No es un mero siervo que no le queda más remedio que obedecer. Tratadlo
más bien como un ser inteligente y dotado de libertad. Cread en torno suyo un clima de
expansión sana y alegre. Lo necesita en su infancia. Que se entusiasme y que se pueda
mover. Que se estimule en el juego. Y en lo posible no lo intimidéis. El niño está
dispuesto a ejecutar con prontitud la idea que sus padres o educadores tengan formada
de él. Por lo tanto hay que suponer en el niño la cualidad que se desea ver plasmada en
él; no considerar sus faltas más que como deficiencias pasajeras, no como algo habitual,
animarlo y no perder ninguna ocasión de comprometerlo para el bien; el niño es muy
sensible, tanto a los reproches como a los estímulos, le afectan en proporción del
prestigio que sobre él tiene la persona que se los hace.
* * *
* * *
* * *
* * *
366
La disciplina tiene dos fases, una la destinada a evitar que el niño caiga en falta,
otra para que se aplique cuando haya caído. Cada castigo impuesto a un niño debe
hacerse con moderación, sin ira, explicándole el por qué del mismo, de manera que él lo
comprenda.
* * *
A los más pequeños hay que repetirle mucho todo lo que queremos que aprenda.
Se puede hacer de una forma concreta, explicada luego y por último hecha por el chico,
así se quedará fácilmente con la idea.
* * *
Hay que procurar que las explicaciones hechas a niños se hagan de forma
atractiva, que les lleve el interés tras lo que queremos enseñarle.
* * *
* * *
* * *
La corrección debe ser aceptada por el niño como algo que le conviene.
* * *
* * *
¡Cuántos hijos hay deformados por los excesivos mimos y remilgos afectuosos!...
* * *
367
Hay que buscar la formación integral del niño. Dejadlos que se expansionen.
Permitidles que obren con moderada independencia. No les coartéis excesivamente.
Tratadlos como personas responsables, libres, dignas de todo respeto. Inculcadles las
convicciones, el sentido de la responsabilidad, la reflexión.
* * *
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* * *
Para educar tienes que hacerte niño con el niño y adolescente con el adolescente.
* * *
* * *
No condesciendas nunca con los volubles caprichos del niño. A veces son
inocentes, pero ésto no le quita la condición de capricho, que es lo que se debe evitar. Si
por no irritarlo le concedes cosas fiándote en que tienen poca importancia, no podrás
lógicamente negarle después cosas que la tengan y lo conseguirá siempre. Al llegar a la
mayoría de edad se suelen notar estas deficiencias. Los muchachos mal educados no
saben negarse nada en cualquier terreno. Desde ahora ves lo peligroso que es esta
actitud en ciertas materias, sobre todo en los años difíciles de la adolescencia.
368
* * *
* * *
* * *
* * *
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* * *
No queráis educar a vuestros hijos para que tengan algún día “más dinero”.
Mejor es educarlos para que tengan algún día “más felicidad”.
* * *
La misma palabra dicha al mismo alumno por dos educadores distintos produce
efectos distintos. Cosa sabida, si. Pero… ¡digna de meditarse!
* * *
Las cosas tal como son. Presentar las faltas pequeñas como faltas grandes es
deformar la conciencia de los niños.
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* * *
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La terquedad de los niños no puede contra la decidida voluntad de los padres.
Esta terquedad fracasada acaba en docilidad.
* * *
* * *
* * *
No pongáis límites a los ideales de vuestros hijos. Los ideales no deben tener
techo.
* * *
Tu hijo planea su ideal entre los doce y los dieciséis años. Recuerda que es ésta
la época de forjar un gran ideal o de contentarse con ser una vulgaridad.
* * *
El egoísmo cierra los corazones y la generosidad los abre. Educar es abrir corazones.
* * *
Es curioso que los hijos menos preferidos por sus padres son muchas veces los
que tienen más necesidad de serlo.
* * *
¿Por qué el pajarillo aprende a volar por vez primera? Porque una fuerza
instintiva le da confianza en sí mismo para hacerlo. También tu hijo necesita aumentar
en confianza en sí mismo para volar en la vida.
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* * *
370
Palabras que se oyen a veces: “Hijo, no harás nada en la vida”, “Eres
incorregible”… Buen método para fomentar la falta de confianza en sí mismo, para
fomentar el fracaso.
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* * *
Enseñad a los niños que la libertad del espíritu se logra aprisionando los instintos
de la carne no complaciéndolos contra los deseos de Dios, expuestos en los
Mandamientos.
* * *
El sacrificio y el esfuerzo son el precio que todos los jóvenes han de pagar para
llegar a ser hombres.
* * *
¡Cuánto se lee en la mirada de los hijos cuando éstos tienen algo que ocultar!...
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* * *
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* * *
Padres: ¿cómo sabrán vuestros hijos usar bien de su libertad si les negáis a cada
paso el que puedan “entrenarse” en pequeños actos de libre elección?
* * *
A vuestro hijo le toca el poder escoger a sus amigos. Pero a vosotros, padres, os
toca saber qué clase de amigos ha escogido él. Y luego…aprobar o reprobar su elección.
* * *
* * *
* * *
No dejéis las faltas serias sin corrección. Pero procurad que la corrección, más
que venir de fuera, llegue a ser una expiación voluntaria pedida por la propia
conciencia.
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* * *
* * *
Los defectos se corrigen mejor con la práctica de las virtudes que les son
contrarias.
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* * *
Una reprensión hecha en privado suele dar mejores resultados que cuando se
hace en público.
* * *
¡Qué difícil es quedarse siempre en el justo medio! Por ejemplo: ser enérgico sin
ser rígido… ser bueno sin ser débil.
* * *
Exigid la ejecución de lo que habéis mandado. Dad más o menos tiempo, según
las circunstancias y la prudencia lo dicten, pero, antes o después, exigid lo mandado sin
claudicaciones.
* * *
La autoridad se conquista mereciéndola con nuestras obras. Tal vez por eso
tengamos hoy tantos problemas de falta de autoridad.
* * *
Lo esencial no es mandar, sino conseguir que se hagan las cosas. Y lo ideal sería
conseguir esto mandando lo menos posible.
* * *
* * *
* * *
Hablamos mucho de la necesidad de tener autoridad para poder educar bien a los
hijos. Y no sin razón. Pero pongamos la autoridad donde está: en la conjunción de estas
tres virtudes: santidad, firmeza y bondad.
* * *
¿Os habéis dado cuenta de que el padre que ama mucho a sus hijos es mejor
obedecido que el padre que manda mucho?
* * *
373
Hay padres que prodigan órdenes inútiles: que amenazan con castigos que
nunca cumplen: que se contradicen en sus mandatos… ¿Y luego se maravillan de que
sus hijos sean desobedientes?
* * *
El hombre que tiene autoridad no grita. Le basta hablar sin levantar la voz, sin
tener que repetir dos veces lo que manda.
* * *
Sin autoridad no hay orden. Sin orden no es posible ninguna clase de educación.
* * *
No educamos a los demás por lo que decimos, sino por lo que somos.
* * *
El ejemplo de los padres, más que sus palabras, formará para el mañana la
conciencia moral del hijo.
* * *
Los hijos abandonarán su rebeldía y dejarán formarse con tanta mayor prontitud
cuanto más puedan admiraros.
* * *
Los hijos dan a las personas y a las cosas el valor y la importancia que sus
padres les dan.
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* * *
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* * *
* * *
* * *
Padre, tu hijo puede ser recto, aunque lo veas muy débil. No confundas rectitud
con debilidad.
* * *
Disimular puede ser también una virtud. Y disimular, en educación, puede ser
muchas veces una buena táctica.
* * *
* * *
Educar es saber escuchar. Padres ¿sabéis que estas “tonterías” que dice vuestro
hijo no son más que un entrenamiento necesario para encontrar el camino de su
personalidad?
* * *
El niño vive todo él en el presente y no sabe ver las consecuencias de sus actos.
Entonces…¿excusarlo todo? No, pero sí comprender su naturaleza y ayudarle a que
ejercite su sentido de responsabilidad con vuestras reflexiones.
* * *
* * *
Donde hay mutuo amor y sacrificio entre los padres suele haber también mutuo
amor y sacrificio entre los hijos.
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375
* * *
Se fomenta la timidez en los niños rebajando ante sus ojos su propio valer y
estima.
* * *
No ridiculicéis. A veces creemos que los pequeños, por serlo, no son sensibles al
ridículo. Y nos permitimos bromas que hieren profundamente su sensibilidad.
* * *
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* * *
Igualdad con todos. Un aprecio de los padres que sea igual para todos los hijos
enseña mejor que nada la cooperación que ha de haber entre los hermanos.
* * *
¿Quieres que tu hijo crezca con personalidad? Déjalo hablar y escúchalo con
atención y con interés.
* * *
El niño en sus primeros años necesita, ante todo, sentirse seguro y acompañado.
Y su angustia se agiganta cuando está sólo o entre extraños.
* * *
Es en la edad de la primera expansión, entre los cinco y los doce años, cuando
los padres pueden ganar o perder toda la confianza de sus hijos.
* * *
376
Estimulad a vuestros hijos a que sepa vencer sus caprichos, a que haga pequeños
actos de abnegación y sacrificio. ¡Os lo agradecerá mañana!.
* * *
¡Qué pena da ver a un adolescente que no encuentra amigos! ¡Los necesita tanto!
* * *
Cuando tu hijo va por los trece, catorce años… ocurre algo muy interesante: En
la edad en que el hijo empieza a poder amar desinteresadamente a sus padres se siente
más incapaz de mostrárselo.
* * *
Para conocer a los hijos es menester conocer también a los padres. ¡Y entonces
se explican muchas cosas… buenas o malas!
* * *
Educadores: tenéis que ser competentes. Y esto no sólo para tener prestigio ante
nuestros alumnos, sino también por honradez profesional.
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* * *
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377
* * *
Los niños, lo mismo que los jóvenes, necesitan siempre de una mano firme que
les obliguen a hacer lo que les cuesta.
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* * *
Mientras más privaciones en cosas superfluas tenga hoy tu hijo más fuerte será
mañana.
* * *
¿Es tu virtud fría y rígida? Si es así, no será contagiosa… ni atraerá nunca a tus
hijos. En lugar de alentarlos a practicar la virtud, los alejará de ella.
* * *
La experiencia enseña que los padres de buen humor y ánimo alegre ayudan
mejor que nadie a que se desarrollen las cualidades buenas de sus hijos.
* * *
378
¿Hemos pensado alguna vez que la obstinación de los hijos puede venir de que
éstos se sienten menos amados o menos preferidos de sus padres?
* * *
* * *
* * *
Para con los hijos tened simpatía y comprensión a granel. Y no temáis que sea
demasiado con tal de que no degenere en relajación.
* * *
Debe corregirse en el niño todo aquello que en la edad adulta sería reprensible.
* * *
* * *
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* * *
379
Cuando juega, el niño vive en otro mundo. Y allí, prescinde de cuanto lo rodea
con suma facilidad. La silla es un autobús, la puerta es una tienda y el trapo extendido
es el estanque del parque. Te reñirá si pisas el trapo porque en tu descuido vas a mojarte
y se enfurruñará si no te secas pronto los pies. Querrá que te duelan por haberte mojado
y se entusiasmará si te asustas por ver junto a ti aquel tremendo autobús de cuatro pies
que dentro de tres minutos será otra cosa que ahora no puede prever. Son momentos
especialmente aptos para observar. Allí descubrirás pequeñas vanidades de mujer,
generosidades prometedoras, etc. que fructificarán en el porvenir.
* * *
* * *
* * *
No creáis que podréis fingir ante el chico lo que no tenéis en vuestro interior. Su
perspicacia, sobre todo en la primera edad lo lleva a descubrir detalles que corriendo el
tiempo se convertirán en los motivos ordinarios de su conducta. Aunque no reflexione y
aunque le cueste, obrará siempre como ha visto obrar a sus padres. Los padres muchas
veces obran despreocupadamente delante de sus hijos, sin presentir la profundidad, las
consecuencias de estas infantiles observaciones. Y cuando comiencen a preocuparle las
extrañas reacciones de su hijo adolescente, pagarán el precio de no haber cuidado de
que sus amistades fuesen intachables, de que no oyese conversaciones atrevidas, de que
en casa no se admitiesen criterios poco sanos, etc.
* * *
380
milagro. Hay que comenzar a tiempo, desde los primeros años, cuando todo influjo tiene
abonado campo de acción, aunque no se deje ver su proyección futura.
* * *
Hasta detalles mínimos influyen en la conducta de vuestro hijo. Por eso, vuestra
propia perfección es un dato que no se puede olvidar. Nunca perdáis de vista que es
vuestra propia conducta la que imperceptiblemente va a ser trasplantada al alma de
vuestro hijo. Vuestros criterios afloran una y otra vez y el chico recoge todas esas
impresiones inconscientemente. Pero en el pequeño y elemental laboratorio de su
cabeza reflexiona sobre todo ello, aunque sea superficialmente. El amor que os tiene y
la continua convivencia acaban por formar su conciencia acordada con la vuestra. En
eso más que en las facciones de la cara se parecerán a vosotros cuando sean mayores.
* * *
* * *
* * *
Hay que saber lo que se quiere. El que manda debe tender a la acción. Debe ver,
con plena claridad, el fin que persigue y la eficacia de las medidas adoptadas y de las
órdenes dadas. Gobernar es prever, no tan solo el acto que se ha de ejecutar, sino
también las lejanas consecuencias de las órdenes dadas y de los actos realizados. Las
vacilaciones o la oscuridad en las órdenes engendran la discusión; de la discusión nace
la duda con respecto a la autoridad, y la duda es ya el primer chispazo de la
desobediencia. Además, a la firmeza debe acompañar la constancia. Lo que se quiere se
ha de querer con firmeza y continuidad.
* * *
* * *
381
Madre o padre no preguntéis nunca en público a tu hijo o hija: “¿Quién ha hecho
esto?” Hay muy pocos valientes que se atrevan en estas circunstancias a confesar en
público.
* * *
No hieras con terribles reprensiones y palabras duras el amor propio. Los niños
son personas y por tanto tienen su amor propio. El amor propio muere un cuarto de hora
después de haber sido enterrado el cadáver. De haber sido enterrado, no de haber
muerto… Por eso no fustigues ni hieras el amor propio de tu hijo. O el niño se hace con
eso un tímido y cobarde para toda la vida, o se hace un descarado que procura alcanzar
fama por sus desplantes y embustes. Busca la ocasión propicia y el niño se sincerará en
el ambiente de cordialidad.
* * *
Hay que hacerse amigo de los niños, un poco camarada, si se quiere emplear esa
expresión. Es necesario el ambiente de cordialidad para la educación de todo niño, pero
para el niño mentiroso es de todo punto indispensable. Al caballo cuando se le quiere
exigir un salto difícil no se le fustiga con el látigo, sino que se le acaricia. Al que cae, no
se le levanta a puntapiés sino que se le alza con cariño y cuidado. ¿Pues por qué el que
cae en una falta, en una mentira en este caso, se le ha de levantar a puntapiés con
críticas duras y a fuerza de hacerle pasar grandes vergüenzas? Pero la sanción es
absolutamente necesaria. Con dulzura, pero sanción. Aún reconociendo que el miedo es
un retroceso en el camino de la educación nunca ha de quedar sin castigo una mentira.
Ni siquiera cuando el niño confiese haber mentido; si entonces no se le castiga, se
acostumbrará a confesar para evitar el castigo, y esto ya no seria educativo. La mentira
no radica muchas veces, en el carácter sino en el temperamento. El temperamento es
como el subsuelo de la propia personalidad, es la fuente de todas las manifestaciones,
buenas o malas, del niño o del hombre. Es lo heredado: las secreciones internas, los
genes, lo que recibimos de nuestros padres por el simple hecho de haber recibido de
ellos tal cuerpo.
* * *
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* * *
382
No engañéis nunca al niño. No le digáis: “Si haces este recado te daré un
bombón”. Y el recado queda hecho y el bombón no llega. No le digáis: “Vamos al
circo”.Y luego lo lleváis al dentista. El niño no olvida nunca estas trampas. Queda
desilusionado y vosotros bajáis inmensamente en su concepto. No sois personas
cumplidoras de su palabra. Y para el niño las palabras tienen un valor absoluto quizás
porque es lo único que posee en el mundo. Con ellas hace sus intangibles leyes de
juego: “Vale, no vale”, esto es intangible para él.
* * *
Enseñad a los niños un arte difícil que ni muchas personas adultas comprenden.
El arte de no mentir y sin embargo ocultar la verdad. Siempre hay obligación de decir la
verdad, pero nunca hay obligación de decir la verdad ni hay derecho siquiera de decir
toda la verdad. Modernamente se confunden mucho la sinceridad con la brutalidad.
“Hay que echarle en cara defectos a alguien pues si no digo lo que siento soy hipócrita”.
Así piensan muchos jóvenes modernos. Por muy sinceros que se crean estas gentes,
fácilmente comprenderán que si voy por la calle y veo a un cojo, feo, o jorobado, no
tengo derecho a manifestar mis juicios sobre los demás, sin necesidad. Enseñad al niño
que hay fórmulas sociales que parecen mentiras y no lo son. Hay secretos que no se
deben descubrir en modo alguno. Secretos de médicos, de abogados, de confesores. Y
hay gentes que imprudentes y curiosas todo lo quieren saber y de todo preguntan. En
esos casos, puede y debe uno responder con una evasiva. Huía de sus verdugos Santo
Tomás de Cantórbery. Al fin lograron alcanzarlo. Pero no estaban seguros que fuera él.
“¿Eres tú el Arzobispo?” le preguntaron. “¿Pero ésta es facha de Arzobispo?” con esto,
se libró entonces de sus perseguidores. Llega una visita molesta e inoportuna. “Dile que
no estoy en casa”. Cualquier oyente, medianamente cauto, sabe traducir: no me quiere
recibir y en vez de echarme con cajas destempladas, me dicen que no está”.
* * *
* * *
¿Deben inducir los padres a sus hijos a que se defiendan por sí mismos?...
Sí, pero no a que sean agresivos. Ningún padre como es lógico, desea que su hijo
sienta miedo de otros niños de su edad. De ser así, no sólo sería desgraciado, sino que es
fácil que surgieran en él una serie de trastornos de tipo psíquico que difícilmente le
383
abandonarán en toda su vida. Hace falta gran tacto por parte de los padres para ayudar a
un niño a desarrollar su propia confianza y para enseñarle a valerse por sí mismo, sin
dejar que al hacerlo, se vuelva agresivo. El “niño victima” no vivirá contento, y
adquirirá trastornos emocionales que pueden perjudicarlo para el resto de su vida. Se
necesita que los padres sean muy hábiles para ayudar al niño a crearse la confianza que
le servirá para defenderse cuando sea necesario sin tener que estar dando pruebas a toda
hora de que se es una persona capaz de hacerlo.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Preparad a los jóvenes moral y profesionalmente para que al enfrentarse con el
ambiente profesional tan distinto del que han tenido en su casa o en el colegio, sepa
tener criterios propios y permanecer firmes en sus ideales, es más, que los obstáculos y
adversidades que se le presenten le sirvan de afianzamiento y acrisolamiento de la
virtud.
* * *
384
ansiedad, la angustia, cerrándose así el círculo vicioso que constituye uno de los
aspectos más constantes de la delincuencia juvenil.
* * *
Entre los factores objetivos que influyen en la desadaptación del niño destaca en
primer término el ambiente, tanto el social como el familiar. Esas malas compañías de
que tanto se habla son nefastas. Pero las malas compañías no sólo están en el amigo.
Puede serlo también, y esto sí que es peor, la del padre o la madre, con la que nace el
drama eterno, que todos los días se repite, del pequeño delincuente, empujado más o
menos conscientemente por sus progenitores, lo que obliga a educar a su vez a estos
padres o aquietarles la tutela de sus hijos. Pero antes de adoptar una medida tan drástica
es preciso estudiar a fondo cada problema en particular, porque en ocasiones la
convivencia con una familia perniciosa es menos nociva que el aislamiento del pequeño
inadaptado o su incorporación a un medio extraño e indiferente. Lo ideal sería educar a
los padres, aconsejándoles, cuando menos, lo que deben hacer, tarea muy difícil, pues
todos los padres, por el mero hecho de serlo, se creen con suficiente autoridad y
conocimientos para educar a sus hijos.
* * *
¿Ves ese muchacho? ¡Cuánto le queda aún por recorrer! Su alma y su vida es un
barco que comienza el viaje, necesita estar muy entrenado y tener convicciones muy
profundas para que las tempestades del mundo, de la carne y los asaltos y emboscadas
del enemigo no lo destruyan.
* * *
* * *
El maestro debe acompañar al alumno con fuerza para apoyar su debilidad y con
afecto para ganar su voluntad.
* * *
* * *
Mientras sea posible nunca se usen los castigos. El educador trate de hacerse
amar de los alumnos si quiere hacerse respetar.
* * *
385
El castigo físico irrita a los niños y envilece al educador.
* * *
* * *
* * *
* * *
La virtud pasa del corazón de las madres al corazón de los hijos, que hacen de
buena voluntad aquello que ven hacer. (Santo Cura de Ars).
* * *
* * *
386
* * *
* * *
Conozco a uno que es más fuerte que Dios: el hombre que reza. Este hace decir
sí a Dios cuando ha dicho que no. (Santo Cura de Ars),
* * *
* * *
* * *
Después de la Santa Misa no hay oración más poderosa que el Rosario (San Pío X).
* * *
* * *
387
* * *
* * *
El Señor, como buen amo, se cuida de dar lo necesario al que le sirve (P. Arnáiz).
* * *
No hay apostolado sin sacrificio. Cuánto más cuesta una determinada labor
apostólica, mayores serán sus frutos (P. Arnáiz).
* * *
Un buen libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera;
olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.
* * *
La mujer está destinada para ser madre. Dadme madres cristianas y cambiaré el
mundo entero (Pío XII).
* * *
* * *
Ponerse de rodillas ante Dios es el mejor medio para permanecer de pie ante los
hombres.
* * *
Los libros positivos son los ladrillos con que se construyen la civilización.
* * *
* * *
* * *
388
Con frecuencia la infamia se cebará en el maestro y será necesario que él soporte
dolores y tentaciones para provecho de sus discípulos (San Juan de los Cárpatos).
* * *
* * *
No permitas Dios mío que se pierda ninguna alma que se tenga que salvar por mi
medio (Teresa González Quevedo).
* * *
Reza consciente de que todo te viene de Dios, y trabaja como si todo dependiese
de ti, pero que todo tu trabajo se convierta en oración y que tu oración te cueste trabajo.
* * *
* * *
No despreciéis las cosas pequeñas; una linterna puede hacer algo que el sol
nunca podrá ¡brillar durante la noche!
* * *
* * *
Los buenos libros son misioneros que nos hablan al corazón y nos predican en la
soledad. Los buenos libros, junto con la oración, son los que más luz llevan al alma y
mayor seguridad dan de perseverar. El alma que no lee ni ora es imposible que se salve.
Muchos pecadores leyendo se convirtieron y llegaron a santos, pero muchos más
consiguieron la perseverancia gracias a una constante oración y frecuencia en la lectura.
* * *
El considerar el bien tan grande que trajo a mi alma la lectura de libros buenos y
piadosos es la razón porque procuro dar con tanta profusión libros por el estilo, que
espero darán a mi prójimo, a quien tanto amo, los mismos felices resultados que dieron
a mi alma (San Antonio María Claret).
* * *
389
Si quieres hacer reír, ríe tú primero.
Si quieres hacer llorar, llora tú primero.
Si queremos que los demás sean santos, lo hemos de ser nosotros primero.
* * *
En cuanto a dolores y sufrimientos, más que pedirlos, es mejor dejar que sea
Dios quien nos los mande como Él prefiera. (P. Tarín).
* * *
* * *
* * *
Dios atiende a cada cosa como si sólo de ella cuidara y de tal modo, que aún
atendiendo a todas de igual forma, todas reciben un cuidado particular y esmerado. (San
Gregorio).
* * *
No digas que es del todo inútil descubrir a Dios tus necesidades, supuesto que
las conoce mejor que tú. Verdad es que las conoce, pero aparenta ignorar las que le
ocultas y para las cuales no pides su ayuda y favor. Bien sabía nuestro divino Salvador
que Lázaro había muerto, y no dio nuestras de saberlo hasta que se lo dijo la
Magdalena; sólo entonces la consoló resucitando a su difunto hermano (San Alfonso
María de Ligorio).
* * *
No hay nada tan fácil que no resulte difícil cuando se hace de mala gana.
* * *
La concordia hace crecer las cosas pequeñas, la discordia destroza las grandes.
* * *
* * *
390
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* * *
Se trabaja el barro mientras está blando. Así el hombre se forma cuando es niño.
* * *
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391
* * *
* * *
La fe no es algo estático que hay que conservar, es una realidad dinámica que
hay que transmitir. (Juan Pablo II).
* * *
Con frecuencia basta una palabra y una sonrisa para animar a un alma triste.
(Santa Teresa).
* * *
* * *
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* * *
El buen cristiano nunca retrocede por miedo, por muy dura y llena de renuncias
que pueda ser su vida.
* * *
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* * *
392
¿Qué es la perfección sino la unión de nuestra voluntad con la de Dios? (San
Alfonso María de Ligorio).
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* * *
El que reza, mientras reza, ya alcanza algo pues el rezar ya es singular don de
Dios. (San Ambrosio).
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* * *
393
Hay sentimientos en todas partes… Sé cortés.
* * *
No son nuestras palabras sino nuestros deseos los que tienen fuerza de clamores
en los oídos misteriosos de Dios. (San Gregorio Magno).
* * *
* * *
Espera de tus hijos en la ancianidad lo que en tu juventud has hecho con tus
padres.
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* * *
* * *
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* * *
Puedes olvidar a la persona con la que has reído, pero nunca a aquélla con la que
has llorado.
* * *
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* * *
Largo es el camino de los preceptos, breve y eficaz el de los ejemplos.
394
* * *
* * *
No hay miedo de que cese mi felicidad, porque está en Dios, que no cambia.
* * *
* * *
* * *
Llegar a ser más humano, más profundo, es el privilegio de los que han sufrido.
* * *
* * *
No podemos temer nunca cuando tenemos una Madre poderosa y amante que
vela por nosotros. Esa Madre es la Virgen. Acude a Ella y no te defraudará.
* * *
* * *
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* * *
Para hacer un héroe basta un instante, para hacer un hombre de bien se necesita
toda la vida.
* * *
395
* * *
De todos los embusteros del mundo, los peores son tus temores, cuando has
trabajado bien, o has pedido perdón a Dios, si te equivocaste, y después has puesto tu
confianza en Dios: jamás Dios abandona a los que confían en Él. No temas nada y Dios
lo arreglará todo.
* * *
La preocupación con frecuencia proyecta una enorme sombra de algo muy pequeño.
* * *
Los Santos son siempre grandes caracteres. Para realizar sus ideales de santidad
necesitan de una valentía a toda prueba, de un espíritu de desprendimiento y de
vencimiento propios que rara vez alcanzan los héroes de los combates o de la ciencia.
* * *
* * *
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* * *
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* * *
396
* * *
Para el cristiano hasta el sol que se pone sigue brillando. (Juan XXIII)
* * *
* * *
* * *
Cada obra que hagas dirígela a Dios, ofreciéndosela, y pídele que sea para su
honra y gloria.
Mira bien qué pronto cambian las personas y qué poco hay que confiar en ellas,
y así únete bien a Dios que no se muda.
Aunque tengas muchos santos por abogados, sedlo en particular de San José, que
alcanza mucho de Dios.
En tiempos de tristeza y tribulación, no dejéis las buenas obras que solíais hacer
ni la oración, porque el diablo procura inquietaros para que los dejéis, y veréis qué
pronto el Señor os favorece.
Nadie que tenga a Dios como Amigo se verá abandonado de Él.
Aconsejo a todos a que tengan oración, aunque no tengan virtudes; porque ella
es el principio para alcanzar todas las virtudes y cosas que nos va la vida en comenzar a
tenerla a todos los cristianos; y ninguno, por malo y perdido que sea, si Dios le despierta
a tan gran bien, nunca la habría de dejar.
Por la oración se remedian todos mis males.
En la oración es donde el Señor da luz para entender las verdades.
En la oración muestra el Señor en un punto más verdades, y más conocimiento
de lo que es todo, que lo que sin ella pudiéramos comprender en mil años.
Todo lo puede la oración.
Mucho puede la oración de los que sirven al Señor.
Las almas que no tienen oración son como un cuerpo tullido que aunque tiene
pies y manos no se puede mover.
Aquellos ratos que pasamos en la oración, los tiene Dios en mucho. (Santa
Teresa de Jesús).
* * *
* * *
* * *
397
Si me doy cuenta de que la tribulación y adversidades, y trabajos, de aquí abajo
me producen un peso de gloria eterna los aceptaré con alegría y me producirán felicidad
y salud.
* * *
* * *
No hay ninguna empresa santa que no sea combatida por mil enemigos.
Nunca el que se aconsejó con el miedo y el interés material realizó empresa
gloriosa. (P. Tarín).
* * *
* * *
Haced todo lo que podáis y lo demás dejadlo a Dios. Él no pide el éxito sino la
buena voluntad.
* * *
El que viaja por amor descubre que cien kilómetros son como mil metros.
* * *
El que vive de recuerdos se hace viejo. El que vive de proyectos permanece joven.
* * *
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* * *
Jamás sabemos todo el bien que puede hacer una simple sonrisa.
398
* * *
* * *
Detrás de todo sufrimiento hay siempre una gracia que te invita a subir.
* * *
* * *
Señor, que aunque no vea fruto alguno, siga creyendo y viviendo la esperanza.
* * *
* * *
* * *
* * *
Nuestro Señor no quiere que sus caudales estén ociosos, si no ve capacidad para
recibirlos los retira.
* * *
* * *
* * *
Que nuestras palabras vayan respaldadas por las obras. Es la mejor manera de
convencer.
* * *
399
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* * *
El poder de los malos vive de la cobardía de los buenos. (San Juan Bosco).
* * *
El que piensa bien, habla bien. Y el hablar bien ayuda a pensar mejor.
* * *
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* * *
Con el Rosario se puede alcanzar todo. Es como una larga cadena que une al
Cielo con la Tierra, uno de cuyos extremos está en nuestras manos y el otro en las de la
Santísima Virgen. Mientras el Rosario sea rezado, Dios no puede abandonar al mundo,
pues esta oración es muy poderosa sobre su Corazón. (Santa Teresita del Niño Jesús)
400
* * *
* * *
Cuando un niño vive con los que elogian justamente, aprende a valorar.
Cuando un niño ve con los que saben reconocer los méritos, aprende que es
bueno proponerse un objetivo.
Cuando un niño vive con los que saben compartir sus bienes, aprende a ser
generoso.
Cuando un niño convive con la honradez y la equidad, aprende lo que es la
verdad y la justicia.
Cuando un niño vive en un ambiente de confianza, aprende a tener fe en sí
mismo y en los que lo rodean.
Si tú vives serenamente, tu hijo vivirá con el corazón en paz.
* * *
El bien que poseemos la muerte nos lo quita, el bien que hicimos, la muerte nos
lo devuelve.
* * *
* * *
* * *
* * *
Educa hombres sin Religión y obtendrás demonios muy inteligentes (G. Washington),
* * *
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* * *
401
* * *
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* * *
Todo está dispuesto por Dios: aunque fallen los hombres, Dios no fallará (San
Daniel Comboni).
* * *
* * *
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* * *
Sigue avanzando con paciencia por el sendero recto, con la paciencia se vence todo.
* * *
* * *
402
No permitáis que nadie venga a vosotros y se vaya sin ser mejor y más feliz.
(Teresa de Calcuta)
* * *
El hombre que ora tiene las manos en el timón de la vida. (San Juan Crisóstomo)
* * *
Jesús ama los corazones alegres y las almas sonrientes. (Santa Teresa de Jesús)
* * *
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* * *
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* * *
Cuando se reza por los demás por uno mismo se reza. El bien que se hace por los
demás por uno mismo se hace.
* * *
403
Cuando más demos a Dios, más nos dará Él. La liberalidad de Dios está en
proporción a nuestra generosidad con Él y el prójimo.
* * *
La reputación del prójimo debe ser sagrada a tus ojos. No te hagas jamás el eco
de calumnias y de maledicencias.
* * *
El sufrimiento aceptado por amor a Dios es un camino real que conduce en poco
tiempo a la cumbre de la perfección.
* * *
Lo que Dios ha dado no vuelve a tomarlo jamás mientras el alma permanece fiel
a sus compromisos.
* * *
* * *
Vida sin Dios, vida animal. A este nivel se rebaja el hombre para quien Dios no
existe.
* * *
* * *
La alegría de dar compensa la renuncia que hace falta demostrar para eso.
* * *
Las dificultades no afectan a las almas santas. Son más bien para ellas un
estímulo para hacer más.
* * *
A los que rezan y no ponen en práctica las enseñanzas de sus oraciones, Dios no
les otorga lo que piden.
* * *
404
* * *
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* * *
* * *
El bien que un alma saca del trato amistoso con Dios debe estar puesto al
servicio del prójimo. Dios no enriquece a un alma jamás únicamente por ella misma,
sino para que dé generosamente a las otras almas lo que ha recibido de Dios por un
favor de su Omnipotencia. Si esos bienes recibidos los pone a disposición de los demás,
su recompensa será grande en el Cielo.
* * *
La amabilidad es una gran virtud. Debes saber que si no eres amable, retrocedes
en el amor de Dios.
* * *
* * *
* * *
405
¿No es más ligera una carga llevada entre dos? ¿Por qué abandonas a Dios, pues,
en el momento de la prueba? ¿Cuándo dejaréis de ser necios?
* * *
Dios no olvida nada y siempre paga el céntuplo el más mínimo esfuerzo hecho
por el reino de Dios y el prójimo.
* * *
* * *
* * *
El temor paraliza demasiado a menudo los arrebatos cariñosos de sus hijos hacia
Dios. Lo que Dios quiere de nosotros es el santo atrevimiento de los niños pequeños, es
la confiada conversación con nuestro Dios. Es el manso y amoroso abandono de
nuestras almas y vidas en Él, sabiendo que nos conducirá por el mejor camino hacia
nuestra felicidad en esta vida y en la otra, la eterna.
* * *
No hay que temer castigar cuando de ello depende la curación. Hay cosas que
pueden herir, pero la herida es a veces necesaria.
* * *
La santidad es contagiosa.
* * *
* * *
A quien da mucho Dios dará mucho más, Él nunca se deja ganar en generosidad.
* * *
* * *
406
* * *
¡Ay de los que escandalizan a los pequeños, a las almas sencillas y los inducen al
error por sus enseñanzas perversas! En verdad, el escándalo recaerá sobre ellos, pues si
hay lobos en el redil, el Buen Pastor los conoce y protege su rebaño; su disfraz no les
servirá de nada, pues serán reconocidos como enemigos de Dios y de la Iglesia por
aquellos mismos que quieran seducir.
* * *
La corona de gloria que los justos adquieren se hacen esperanza y salvación para
otros. Ya sabes, Dios recompensa el ciento por uno. el más mínimo esfuerzo hecho por
Él.
* * *
* * *
Que nuestra alegría sea dar con amor, así como la alegría de Dios es la de ser
liberal con nosotros.
* * *
Intentad una vez ser buenos. Ya no podréis dejar de serlo porque encontraréis
gran alegría en la práctica de la divina caridad.
* * *
* * *
Dios ama a los agradecidos cuando de todo su corazón fervoroso le dicen: ¡Gracias!
* * *
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* * *
407
Todo lo que hace el valor del santo es su conformidad con la voluntad de Dios.
* * *
Cada día trae su pena y su alegría. Abraza la una y la otra por amor de Dios.
* * *
¿Para qué buscar fuera de Dios ayuda y consuelo? Esto depende de Dios.
* * *
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* * *
La santidad no se compra, se gana. No se puede poseer santidad sin pasar por la cruz.
* * *
* * *
* * *
Junto a Dios todo es hermoso, puro y noble, Dios ha hecho nuestra alma a su
imagen. Por eso no podemos ser felices sino en Él.
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* * *
408
Dios es un Dios de expansión en la luz de nuestro asentimiento y a sus inspiraciones.
* * *
Dios nos puede dar la felicidad que buscamos con tanta avidez sin encontrarla jamás.
* * *
Las lágrimas son buenas cuando suavizan la amargura. Pero la sonrisa tiene
mucho más mérito cuando florece sobre unos labios heridos.
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* * *
Con Dios el hombre es fuerte. Sólo, es más débil que un niño pequeño. Sus
obras entonces no son nada y sus frutos estériles.
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409
* * *
* * *
Lo que Dios da debe serle devuelto aumentado con los méritos adquiridos por la
práctica del don recibido.
* * *
En todas tus acciones, por pequeñas que sean, haz la parte de Dios. A Dios le
gusta que no lo olviden. Las acciones insignificantes acaban siendo un “gran todo” por
su fidelidad. ¿Quién puede decir que no tiene tiempo de darle a Dios siquiera una
mirada, un pensamiento, un arrebato de cariño durante sus ocupaciones? Dios está
siempre ahí, esperando que se acuerden de Él.¿Es pedir demasiado? ¡Todo es tan fácil
con Él! Si Dios conoce la humillación del rechazo de algunos conoce también la alegría
de ser oído por muchos.
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* * *
410
Las cruces son pesadas para los fuertes, y más ligeras para los débiles. Pero si
son recibidas con amor tienen todas el mismo valor para la salvación de las almas. La
Redención se hizo por medio de la Cruz. El mundo será salvado por la cruz.
* * *
* * *
* * *
Siendo Dios y Padre ¿no tiene Él el deber de proteger a los que cuentan
únicamente con Él?
* * *
Ningún árbol está sólido y fuerte sino el azotado de continuos vientos porque
con el mismo combate de ellos se aprietan y fortifican sus raíces.
* * *
Nadie es inútil en el mundo mientras pueda aliviar un poco el peso de sus semejantes.
* * *
Satanás nunca cuenta como perdido el día en que ha conseguido que haya
discordia en el seno del pueblo de Dios.
* * *
Los que ven la mano de Dios en todo son los que mejor pueden dejarlo todo en
las manos de Dios.
* * *
Las dificultades de la vida han sido permitidas por Dios para mejorarnos, no
para amargarnos.
* * *
El único sermón que nunca cansa es el ejemplo.
* * *
411
* * *
* * *
* * *
* * *
¿Quieres saber cuántos amigos de verdad tienes? Espera que venga la desgracia…
* * *
Los rosales durante su vida completa total dan más rosas que espinas…
* * *
* * *
Cada uno tiene su propio modo de amar. Cada uno tiene su sitio insustituible en
la vida. Cada uno tiene su quehacer único. Dios espera de cada uno de nosotros lo que
nadie más le podrá dar. Y si no estamos atentos a nuestra vocación singular, habrá un
fallo irreparable en eso que Dios esperaba de nosotros y no fue.¿No te animas, pues, a
estar en tu sitio y a no defraudar a Dios?
* * *
¿Vivir mucho o vivir poco? Vivir lo suficiente, lo que sea voluntad de Dios. La
vida no vale por ser corta o por ser larga. Vale por ser llena. Sería horrible llegar al fin
de una vida larga con las manos vacías.
* * *
No seas de los que creen que los pensamientos son “neutrales”. Entran y salen,
pero siempre dejan algo. Andas con ellos, como andas con las personas. Serás lo que
sean tus pensamientos y tus amigos.
* * *
Pensar cada día un poco en aquello que importa de veras ha salvado a muchos.
412
* * *
* * *
Los libros son más que libros: son alma, vida y corazón del que los escribió. Te
lo recuerdo porque, si escoges tus amigos, has de escoger tus libros también. Un libro
bueno es un tesoro. Un libro malo es peor que la peste.
* * *
Tan importante es el hallazgo de un buen libro que muchas veces una lectura
cambió el destino de un hombre. San Ignacio de Loyola es un ejemplo entre mil.
* * *
* * *
Querer el hombre ser solo, sin Dios y sin eternidad, es lo mismo que un árbol
que quisiera ser sólo, sin tierra, sin agua, sin sol…
* * *
A Dios hay que tomarlo en serio. La religión que no compromete toda la vida de
las personas y no le da una clara dirección es falsa religión. El Dios que no es buscado y
amado por encima de todo es un Dios de juguete.
* * *
Dios, conocido y amado, se hace imprescindible. Hay que contar con Él como
contamos con el aire y el agua para vivir. Hay que estar dispuestos a que nuestras penas
y alegrías discurran bajo su mirada paternal,
* * *
Pregúntate alguna vez: ¿Hago mi vida para Dios o para mí? ¿Hay en mi vida
situaciones, intereses, deseos en los que Él estorba? ¿Esas situaciones, intereses y
deseos son algo fundamental en mi vida?... Y saca luego las consecuencias.
* * *
Dios no transigirá nunca con lo que puede perjudicarnos, por más que nosotros
lo queramos a toda costa.
* * *
413
No seamos impacientes. Dios no pierde nunca el tren y hace las cosas a su
tiempo. Nosotros, en cambio, como tenemos una vida tan corta y tan insegura., solemos
tener prisa. Pero Dios, desde su eternidad, no tiene prisa y espera. Y ¡gracias a que
espera! Porque sin esta incomprensible paciencia de Dios ¿qué hubiera sido de ti y de
mi?
* * *
Más ama quien más confía, quien más sirve, quien más trabaja, quien más da.
Porque obras son amores que no buenas razones.
* * *
Si nos ponemos en las manos de Dios, con docilidad y confianza, veremos qué
maravillas sabe hacer de vidas tan ruines. Porque a técnico de almas y artista de
categoría, ¿quién le puede ganar?
* * *
Me consuela mucho pensar que en la presencia de Dios cada uno somos cada
uno. Porque Dios no tiene moldes para hacer almas. En ninguna parte está más segura
mi propia personalidad que en las manos de Dios, que llama a cada una de sus criaturas
“por su nombre”…
* * *
* * *
Recordad la oración de la niña: Señor, que los malos sean buenos y que los
buenos sean simpáticos…
* * *
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414
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* * *
El diablo dio un fruto agradable a Eva, pero le robó el Paraíso. Y desde entonces
le gusta repetir el timo con los hijos de Eva.
* * *
En este mundo nadie escapa de la lucha y sus consecuencias. Unos luchan con la
carne contra el espíritu, y reciben los premios de la carne y los castigos del espíritu.
Otros hacen al revés. Y los que son avisados comprenden que no hay premios
comparables con los del espíritu, ni castigos más temibles que los del espíritu.
* * *
* * *
Vale más encender una cerilla que pasarse la vida protestando de la oscuridad.
* * *
Fiarse es amar. Fiarse es confiar. Por eso decía San Juan de Ávila que la fe en
Dios es la primera reverencia con que lo adoramos.
* * *
¿Respetar todas las ideas? No. Respetar a todas las personas que tienen ideas.
Pero en cuanto a las ideas, respetar solamente las verdaderas. El enfermo no respeta el
415
dictamen de un tonto, sino el del médico. Y en los bancos solamente respetan los
billetes buenos y no los falsos.
* * *
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* * *
No se puede leer y ver todo, como no se puede comer todo. Si se intoxican los
cuerpos, ¿por qué no se han de poder intoxicar las almas?
* * *
Dios no suele pagar enseguida, pero lleva bien la cuenta, y además nos da un
anticipo en paz y alegría interior por el bien hecho.
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* * *
416
Lo que viene de Dios no turba. Lo que viene de nuestro egoísmo o del diablo
siempre turba.
* * *
Hay personas que son desgraciadas porque creen que son desgraciadas…
* * *
Si nos dieron noventa y nueve y nos negaron uno, recordamos siempre que nos
negaron uno y olvidamos que nos dieron noventa y nueve.
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* * *
Los que no andan en paz consigo no pueden estar en paz con los demás.
* * *
* * *
Pide mucho siempre por los demás. Si pides mucho por los demás puedes estar
seguro que Dios se encargará de ti.
* * *
La dicha de los cristianos proviene de que pueden pedir mucho y recibir más
aún; que pueden pedir todo y recibir aún más de todo…
417
* * *
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* * *
Comienza cada tarea por lo más difícil, o lo que te resulte más antipático, o lo
que te moleste más. Porque hecho esto lo demás se hará sin sentir.
* * *
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* * *
Unos dicen que qué lástima que las rosas tengan espinas. Son
los que no saben enriquecerse más que con ventajas a la vista. Otros
dicen que qué suerte que las espinas tengan rosas. Estos entienden
mejor a Cristo que enseñó a capitalizar los contratiempos.
* * *
418
auténticamente cristiana nunca fue una vida fácil. Y es que el dolor
en esta vida es el mejor camino para la santidad.
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419
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Donde hay simpatía, hay comprensión. En los que nos son simpáticos vemos
fácilmente las virtudes escondidas y no vemos los defectos visibles. Y al revés.
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Una mujer bella sin pudor es una rosa bella pero sin olor.
* * *
Lo que he visto de Ti, Señor, me lleva a confiar en todo lo que aún no he podido ver.
* * *
Las virtudes son hermanas que se abrazan estrechamente: cuando una cae todas
las demás vacilan; cuando una se levanta las restantes cobran ánimo.
* * *
Lo que cuenta no es lo que hacemos sino el amor que podemos en nuestros actos.
* * *
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424
El ejemplo de los mayores hace buenos o malos a los menores.
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* * *
Señor, concédeme:
Vida: para ver crecer a mis hijos.
Paciencia: para enseñarles sin tener que someterlos.
Sabiduría: para que mis actos no los perjudiquen.
Amor: para guiarlos hasta su destino.
Valor: para aceptar lo que ellos elijan.
* * *
* * *
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* * *
425
La prosperidad descubre los vicios; y la adversidad, las virtudes.
* * *
Por la vida irás alegre si una estrella de ideal impulsa y orienta tu camino, si
luchas por algo que valga la pena.
* * *
* * *
Bienhacer y bienestar son dos hermanos que siempre van juntos, y si te deshaces
del primero el segundo también te dejará.
* * *
¿Quieres amar tus propios dolores? Compadécete y trata de curar los de los demás.
* * *
Sin lluvia del cielo no hay fertilidad en los campos, y sin lluvia de lágrimas no
hay fertilidad en los corazones.
* * *
* * *
* * *
La tentación nunca nos halla tan flacos como al estar ociosos. (San Francisco de
Sales).
* * *
Dios ha escogido a la Virgen María como tesorera, administradora y
dispensadora de todas las gracias, de suerte que todas las gracias y dones pasan por sus
manos y conforme el poder que ha recibido reparte Ella a quien quiere, como quiere,
cuando quiere y cuanto quiere, las gracias del Eterno Padre, las virtudes de Jesucristo y
los dones del Espíritu Santo.
El que se jacte de tener a Dios por Padre, sin la ternura de verdadero hijo para
con la Virgen, engañador es, que no tiene más padre que el diablo.
Así como el niño saca todo su alimento de la madre, que se lo da proporcionado
a su debilidad, así los predestinados sacan todo su alimento espiritual toda su fuerza de
María.
426
Quienquiera, pues, que sea elegido o predestinado, tiene a María por morador de
su casa, es decir, de su alma, y la deja echar raíces de humildad profunda, de caridad
ardiente y de todas las virtudes.
No está exento de sufrimientos y cruces el que ha encontrado a María mediante
la verdadera devoción: lejos de eso, más que a ningún otro le asaltan, porque María, que
es la Madre de los vivientes, da a sus hijos los trozos del árbol de la Vida, que es la cruz
de Jesucristo, pero al repartirles buenas cruces, les da gracias para llevarlas con
paciencia y aún con alegría, de manera que las cruces que da Ella a los suyos son cruces
de dulce, almibaradas más bien que amargas; o si por algún tiempo gusta la amargura
del cáliz, que necesariamente hemos de beber los amigos de Dios, la consolación y gozo
que esta buena Madre hace suceda a la tristeza, les alienta infinito para llevar otras
cruces, aún más amargas y pesadas.
No se comunica Dios ordinariamente a los hombres, en el orden de la gracia,
sino por María. Para subir y unirse a Él es preciso valerse del mismo medio de que Él se
valió para descender a nosotros, para hacerse hombre y para comunicarnos sus gracias.
Y ese medio es la verdadera devoción a la Santísima Virgen. (San Luis María Grignion
de Montfort).
* * *
* * *
Si deseas ofrecer algo a Jesús, ofrécelo por manos de María, si no quieres sufrir
repulsa (San Bernardo).
* * *
* * *
Para sus verdaderos devotos María viene a serlo todo, después de Jesucristo. Ella
esclarece su espíritu con su fe pura. Ella profundiza su corazón con su humildad. Ella
con su caridad la acrecienta y lo abrasa. Ella lo purifica con su pureza. Ella lo ennoblece
con su maternidad. (San Luis María Grignion de Montfort).
* * *
427
perderá uno sólo sin la voluntad de Dios”… Una simple hoja que se mueve por el
viento, o uno de tus cabellos que se te va cuando te peinas, son hechos que parecen no
tener la menor importancia, pero que, sabemos por la palabra de Dios que ni siquiera
eso puede suceder sin que en ello intervenga su divina voluntad. No existe la casualidad
ni la suerte: es siempre la voluntad de Dios la que manda y la que hace que todas las
cosas sucedan de la manera que pasan. Debemos alegrarnos mucho porque nuestra
suerte no depende de la “casualidad” sino de la voluntad de Dios que sabe
perfectamente lo que hace. Si somos sus amigos no consentirá nunca que nos suceda
algo perjudicial. Lo dijo Él en su Evangelio: “Si vosotros sabéis dar cosas buenas a
vuestros hijos ¿cuánto mejor lo hará vuestro Padre celestial?”.
* * *
Es un gran consuelo para nosotros el cuidado que sobre todo tiene la Divina
Providencia pues así podemos vivir descuidados de las cosas de la vida, atendiendo sólo
a agradar a quien así nos gobierna con sabiduría, justicia y razón; porque si sabe Dios
cuidar de loas pajarillos del campo, sólo porque los creó, ¿cómo cuidará de los que le
sirven y de aquellos por los cuales Él mismo murió? Nadie pierda la esperanza
pensando que lo tiene Dios olvidado, pues es inmensa su capacidad: ni cabe en su amor
olvido, ni en su sabiduría ignorancia, ni en sus fuerzas flaquezas.
* * *
Dios así atiende a cada cosa como si sólo de ella cuidara, y de tal modo atiende a
todas como si no cuidara más que de cada una. (San Gregorio).
* * *
* * *
428
La voluntad de Dios es la primea y única causa de todos los movimientos o
acciones corporales y espirituales, porque no se hace cosa visible o invisible que no esté
mandado o permitido hacer por el consejo invisible e inteligencia del Sumo Emperador:
Dios. (San Agustín).
* * *
Todo cuando sucede en el mundo sucede de la forma y manera que Dios quiere,
y es lógico que Dios quiera que todas las cosas sucedan de la forma que más convengan
a sus amigos, que por eso escribió el Apóstol: “Todas las cosas contribuyen al bien de
los que aman a Dios”.
* * *
La buena suerte no existe, porque eso de la suerte es una palabra vacía y sin
sentido. Las cosas no suceden por suerte, sino por voluntad de Dios: sucederá siempre
lo que Dios quiera;: y Dios querrá lo mejor para sus amigos. Es lógico que si somos
amigos de Dios, Él hará que cuanto nos suceda ocurra de la forma que sea mejor para
nosotros: “Si vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto
más lo hará vuestro Padre celestial?”. Si nosotros, a pesar de nuestra imperfección,
deseamos lo mejor para la persona que amamos ¿cuánto más lo deseará Dios, que es
infinitamente bueno, misericordioso, santo? Y si Dios puede hace todo lo que quiera, Él
no se contentará con solamente desearnos el bien, sino que nos lo conseguirá.
* * *
Si es feliz el que halla un buen amigo, ¿qué felicidad será la de aquel cuyo
amigo verdadero es Dios?
* * *
Teniendo amistad con Dios, siempre tendremos buena suerte, y por lo mismo
seremos felices. Esto es comprensible, porque ¿cómo Dios al dirigir todos los
acontecimientos no los habría de guiar siempre en beneficio de sus amigos? Hasta a
nosotros que somos malos nos gusta hacer el bien a nuestros amigos, máxime si no nos
cuesta nada. Pues, ¿cuánto más procurará Dios favorecer a sus amigos, pues no le cuesta
el menor trabajo, ni sufre con ello molestias ni cansancios, antes, al contrario, nos ama
intensamente como hijos muy queridísimos, por los cuales, incluso murió en la Cruz?
* * *
* * *
Las alturas conquistadas por los grandes hombres no fueron alcanzadas de golpe,
sino que mientras sus compañeros dormían ellos trepaban penosamente en la noche.
429
* * *
De ninguna cosa en esta vida podemos estar más seguros que nos conviene y de
ninguna debemos estar más agradecidos a Dios que cuando nos aflige. Dios no aflige a
uno por afligirlo sino porque le quiere hacer un gran beneficio para el cual es el medio
aquella aflicción; así, movido del deseo que tiene de nuestro bien, nos aflige y
desconsuela, aún a pesar de su propia condición que es la de consolar y recrear. El
afligirnos va contra su natural, y sólo el deseo de nuestro bien le hace se muestre austero
Él que no es sino la misma benignidad y bondad. ¿Qué pudiéramos decir de un médico
que dejase comer y beber a sus enfermos lo que quisieran sólo por no desconsolarlos,
aún dándose cuenta de que aquello los mataba? ¿Y qué misericordia fuera, sino antes
inhumanidad, si pudiendo dar salud con una purga a uno que estaba a punto de morir, lo
dejase morir solo porque le amargaría?... Pues si lo que en un hombre juzgaríamos rigor
e inhumanidad ¿por qué lo hemos de querer de Dios? Antes, igual que con un médico no
se enoja el enfermo, sino que le paga largamente porque le manda dar bebidas amargas
y le niega todas las cosas de gusto contrarias a la salud, de la misma manera, no
solamente debemos estar conformes con la voluntad de Dios cuando nos aflige, sino que
debemos pagarle este cuidado que tiene de nosotros, siquiera con serle más agradecido.
Porque si a un cirujano le agradece y recompensa con buena paga haberle cortado un
miembro gangrenado o encancerado ¿por qué no merecerá mayor agradecimiento Dios
que con medios suaves, aunque nos duelan, nos libra de mayores males?
* * *
Dios es infinitamente bueno, nos ama y desea nuestro bien infinitamente más
que nosotros nos amamos y nos deseamos el bien, Dios es infinitamente sabio y conoce
el bien mejor que nosotros, de modo que no puede errar en ello. Dios es también
infinitamente poderoso, de modo que no es falta de poder el no quitarnos nuestra
aflicción. Pues si a Dios no le faltan fuerzas y le sobran tanto amor y tanta sabiduría
para querernos bien y acertar en lo que conviene, y con todo eso no nos saca de nuestro
pesar, es la señal más evidente de que esos trabajos nos convienen. Y así, blasfema
quien dice que Dios es malo o que no sabe lo que hace, o que no puede hacer más;
aunque de momento Dios no nos dé a entender lo mucho que nos importa cualquier
trabajo que nos envía, hemos de regirnos por la fe y la razón. ¿Y a quien hemos de
creer más, a nuestro afecto, que tantas veces nos ha engañado, o a Dios que es la misma
Verdad?
* * *
* * *
430
te escucha enseguida es para que sigas pidiendo. Así pues, cuando no pedimos a Dios se
enfada, y cuando no le rogamos es cuando se aparta de nosotros. Sigue, pues pidiendo a
Dios e infaliblemente recibirás. (San Juan Crisóstomo).
* * *
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* * *
Trabaja en algo para que el diablo te encuentre siempre ocupado. (San Jerónimo).
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431
Cuanto más consagrada esté un alma a la Santísima Virgen, tanto más lo estará a
Jesucristo. Cuanto más ganes la benevolencia de esta Augusta Alteza y Virgen fiel, tanto
mayor será la pura fe que guiará todos tus actos. (San Luis María Grignion de
Montfort).
* * *
Cuanto mayor es un don de Dios tanto más difícil es alcanzarlo, pero también
Dios facilitará los medios para conseguirlo, aunque no sin esfuerzo.
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* * *
Las obras de Dios tienen que nacer y crecer al pie de la cruz. (San Daniel Comboni).
* * *
Un corazón que ama, que ama de verdad y sin reservas, siempre será un corazón
traspasado.
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El ateísmo es esclavitud.
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* * *
El humor desaparece cuando no hay fondo religioso. Los Santos se hallan libres
de tensiones e ideologías, y su elevada espiritualidad les permite contemplar al mundo y
a sí mismos con humor.
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432
La santidad es fecunda. Es sin género de duda la madre de la actividad creadora.
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Feliz el que al final de su vida puede mirar delante de sí sin temor y detrás de sí
sin desear huir.
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433
Si ayudas a una sola persona a tener esperaza no habrás vivido en vano.
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La alegría es una red de amor con la que se puede capturar muchas almas.
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La concordia hace crecer las cosas pequeñas, la discordia destroza las grandes.
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El bien que hicimos la víspera es el que nos trae la felicidad por la mañana.
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434
El hombre no es grande mientras no se eleva por encima de sus obras para no
ver más que a Dios.
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Los que rezan hacen por el mundo más que los que combaten.
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El cristiano nunca retrocede por miedo, por muy dura y llena de renuncias que
pueda ser su vida.
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* * *
Con frecuencia basta una palabra y una sonrisa para elevar a un alma triste.
(Santa Teresa de Jesús).
* * *
Por encima de todas las cosas sed buenos; la bondad desarma a los hombres.
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Cuando queráis ofrecer alguna cosa a Dios, cuidad de ofrecérsela por las
gratísimas y dignísimas manos de Maria, siempre que no queráis ser rechazados. (San
Bernardo).
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435
La alegría, Dios la da y el diablo la quita.
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María es Madre de Dios para alcanzarlo todo, y Madre de los hombres para
concederlo todo.
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* * *
Quien no tiene a María por Madre no tiene a Dios por Padre. (San Luis María
Grignion de Montfort).
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Nunca envía Dios aflicciones sin recompensarlas luego. (Sainte Teresa de Jesús).
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No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla sino la negligencia del
campesino.
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436
Procura ser siempre muy puntual pues los defectos de una persona se reflejan
muy vivamente en la memoria de quien le espera.
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Más vale un “gracias a Dios” en la adversidad que seis mil “gracias a Dios” en la
prosperidad. (San Juan de Ávila).
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437
alcanzarlo, en pedirlo. La reserva de este bien es inagotable, la riqueza que hay dentro
de cada uno es infinita y se da sólo a los que puedan pedirla y quererla. Alcanzarla es
acudir a Dios; un sólo rayo de su Sagrado Corazón nos pondrá en contacto con la
reserva de la que surgirá la alegría para todos.
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* * *
El único vaso válido capaz de contener las gracias que fluyen la misericordia de
Dios es la confianza en Él. A mayor confianza, mayor generosidad, Dios se supedita a
nuestra confianza, si tu confianza en Dios es grande, entonces la generosidad de Dios
contigo no conocerá límites. Los pecados de desconfianza son los que más le duelen a
Dios.
* * *
La presencia del pecado en la sociedad crea temor del uno hacia el otro, odio,
suspicacias e incluso la aniquilación mutua, y el hombre se convierte en un ser peligroso
para sus semejantes. La ausencia del pecado, sin embargo, conlleva amor, respeto,
servicio mutuo y aprecio de la presencia ajena. El amor atrae y une, mientras que el
odio, el pecado, expulsa y rechaza.
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* * *
438
palabras de San Pablo, quien dice de sí mismo que es el mayor de los pecadores.
Mientras confesaba su desvalimiento cuando estaba en pecado, se le oyó decir, “Por la
gracia de Dios soy lo que soy”. Tú puedes también ser por la gracia de Dios lo que no
has sido por ti mismo.
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* * *
Si uno coopera con Dios podrá ir por la vida con éxito, aunque tenga que
enfrentarse con muchas dificultades, como tuvo que hacerlo San Pablo.
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* * *
Somos conscientes de que si la mayor prueba de amor es dar la vida por aquellos
a quienes se ama, el mayor sufrimiento es también la mayor prueba de amor. Y Dios
llevó a la Virgen a la Cruz para que pudiera dar la mayor prueba de amor.
* * *
* * *
Dejáos consolar por el Dios de todo consuelo para consolar a los demás en
cualquiera de sus soledades. No mendiguéis consuelos vanos e ilusorios para no correr
el riesgo de recibir consuelos vanos e ilusorios.
* * *
Se necesita mucha grandeza de ánimo para saber apreciar los pequeños medios.
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439
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* * *
No debe haber tempestad, por violenta que sea, que pueda arrancarnos la certeza
de que somos amados por Dios y de que podemos amarlo en cualquier momento.
Ningún huracán puede haber que nos arroje a la angustia y nos quite la alegría, si no
abandonamos la confianza en Dios y su divina Providencia.
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* * *
En la vida diaria se constata fácilmente que es capaz de amar a los demás aquel
que se siente amado en la vida. Ama de veras y en profundidad el que ha tenido una
experiencia profunda de sentirse amado.
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440
Dar origen a una vida es fácil: criarla, educarla, darle su forma social, ayudarle,
sostenerla, y encaminarla al Cielo, es una tarea mucho más costosa para la que necesitas
la ayuda de Dios y de la Virgen.
* * *
Si quieres que tus hijos tengan los pies sobre la tierra pon en sus hombros alguna
responsabilidad.
* * *
No permitas que nadie venga a vosotros y se marche sin ser mejor y más feliz.
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* * *
Una sola persona que practique el deporte es mucho mejor que cincuenta que
únicamente lo predican…
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441
El que te halaga más de lo que suele es que te ha engañado o engañarte quiere.
* * *
La diplomacia es el arte de conseguir que los demás hagan con gusto lo que uno
desea que hagan.
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No hay que pedirle sentido común a una mujer que ama, ni tampoco a una mujer
que no ama.
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Pórtate con tus inferiores de la misma manera que tú quieres que tus superiores
se porten contigo.
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442
El que no arriesga no fracasa pero tampoco hará nada que merezca la pena.
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Llevar una astilla clavada en el corazón y hablar de otra cosa es hazaña de fuertes.
* * *
La constancia es una fuerza débil cada día y grande cada año. Los mágicos
palacios de estalactitas y estalagmitas demuestran lo que puede la constancia de una
gota de agua a través de los siglos.
* * *
El hombre no es tan malo como parece cuanto está dominado por el odio, ni tan
bueno como parece cuando está dominado por el amor.
* * *
En gran parte los buenos modales implican saber cuándo se debe disimular que
lo que sucede no está sucediendo.
* * *
De mayor mérito ante Dios es padecer cosas adversas que afanarse en buenas
obras. (San Buenaventura).
* * *
Se es viejo cuando se tiene más alegría por el pasado que por el futuro.
* * *
Para el que ama, mil objeciones no llegan a formar una duda. Para el que no
ama, mil pruebas no llegan a constituir una certeza. (San Agustín).
* * *
443
El mal propio es un dolor
pero ¿por qué se ha de olvidar
que pueden otros cargar
con desventura mayor?
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Más gloria se da a Dios con una hora de sufrimientos con filial resignación, que
en muchos días de trabajo con menor amor. (San Francisco de Sales).
* * *
Enseñar a quien no tiene curiosidad por aprender es sembrar un campo sin ararlo.
* * *
Un sistema escolar que no tenga a los padres como cimiento es igual a una
cubeta con un agujero en el fondo.
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* * *
La vida familiar nos marca la pauta para saber si el niño está bien atendido o no:
la respuesta es positiva cuando los padres marchan de acuerdo: en caso contrario, es,
muchas veces, negativa y de difícil solución.
* * *
444
No existe tratamiento válido sin una comprensión previa del niño. Cuando unos
niños realizan algo idéntico, en realidad, no hacen lo mismo. Cuando se habla de su
actividad, podemos estar bien seguros de que no han trabajado igual, ni de que han
llegado a ejecutar la misma acción, por idénticos procedimientos.
* * *
La labor educativa consiste en algo más que en combatir las causas de las
deficiencias y en configurar el medio; el educador, para poder comunicarle la misión y
la promesa al muchacho ha de solidarizarse con la situación interna y, sobre todo, con
las cualidades positivas del mismo.
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445
Las energías y el carácter sólo se desarrollan con el ejercicio. Las probabilidades
de que un hábito se afiance y eche raíces deben descansar en la constancia de la acción.
* * *
En la vida del hombre hay tareas que por el hecho de tener una finalidad, ofrecen
frutos más sazonados y variados, al renunciar a la satisfacción de los propios deseos y
caprichos que al gozarlos. El saciar por sistema todos los deseos hace que éstos acaben
por volverse unos tiranos descontentadizos. El buscar a todo trance la satisfacción de las
propias apetencias ahoga la posibilidad de que germinen valores superiores. El saber
esperar la oportuna llegada de la dicha da sentido a la vida. No sólo la satisfacción de un
deseo, sino el deseo mismo, incluso el mantenimiento de un deseo puede esconder un
tesoro interior. Veamos lo que sucede con el niño mimado: nunca llega a la realización
de un deseo porque salta inmediatamente a otro distinto: el obtener todo lo que quiere
da lugar a nuevas apetencias, que jamás lo colman; así no puede disfrutar
cumplidamente de las cosas; se ha inmunizado contra la felicidad. Puede verse
abrumado de regalos: pero no se interesará realmente por ninguno de ellos y pedirá más,
tendrá que pedir más. Se ven entonces dañados además de la dirección y las técnicas
vitales, la capacidad de reaccionar y de perfeccionarse; en todo caso, no prosperan ni
maduran. Comprobamos, a la sazón, el deterioro de todos los elementos de la estructura
interior, de todos los componentes del equilibrio interno. Observamos, una vez más, que
consentimiento equivale a abandono general. El amor que habitúa mal al niño es una
pasión que obnubila; tan sólo el amor maduro, el que hace ver las cosas de un modo
auténtico, tal como son, puede calificarse como la actitud fundamental más importante
del verdadero educador.
* * *
El niño, aún está formando su voluntad; todavía está luchando por su verdad
interior, por su madurez. El niño depende de que una mano experta lo guíe por el
camino de la maduración psíquica.
* * *
La cuestión del por qué de nuestra existencia, del por qué luchamos, no hallará
respuesta hasta que nos alegremos, nos asombremos, amemos y creamos de verdad.
Sólo a través de estos sentimientos del corazón llegamos a comprender el valor y el
sentido de la vida. Ahora bien, la bondad en toda alegría, la fe en todo asombro, la
confianza en todo amor, la seguridad en toda creencia, todo esto se va afianzando
gracias a la perseverancia que la madurez presta. De otro modo, nunca podríamos
alcanzar a entender el por qué de nuestra vida: ello exige algo que nos conmueva, nos
excite, nos gratifique. Cuando notamos en nosotros mismos algo que oscila, procuramos
apuntalarlo; buscamos con gran esfuerzo y tesón la manera de mantener bien abiertos
los ojos del alma para percibir y recibir los tesoros que se nos brindan. El niño carece de
esa madurez, de esa profundidad, de esa soltura de nuestra mente. Por eso necesita
protección, sentimientos de hogar, solidez de espíritu y una guía firme, a cargo de un
corazón con más experiencia que él, para que le enseñe el verdadero significado de la
existencia humana.
* * *
446
Si la voluntad es el sostén de la estabilidad interna, quiere esto decir que el acto
más importante que ha de intervenir es la obediencia interior; a la hora de proponernos
un objetivo, debemos contar con la suficiente capacidad para llevarlo a la práctica. De
que nuestras energías naturales hayan aprendido a realizar aquello que consideramos
como un deber depende el que, al tener que esforzarnos, perseveremos en el recto
camino emprendido. Debemos obedecernos de igual modo a nosotros mismos y
contribuir a nuestro equilibrio interior. El niño no está preparado para esa obediencia
interior por dos motivos: su voluntad y sus tendencias naturales aún tienen que aprender
a adaptarse a un cierto tipo de vida y a reconocer aquello que vale la pena tomar para
transformarlo en deber. La sumisión de los instintos naturales se consigue más pronto
que la madurez de la decisión interior. Además, esta sumisión tiene que entrar en acción
cuando maduran las propias decisiones. Por eso el niño aprende a obedecer antes de
poder valerse por sí mismo. Primero se somete a una voluntad ya forjada. En el caso
del profesor, es éste el que toma las decisiones por el niño. Esta obediencia exterior
supone el primer estadio hacia la obediencia interior. Ahora bien, el educador sabe que
no es más que un sustituto del niño que tiene que quedarse hasta que el niño sea capaz
de gobernarse, de sujetarse a sí mismo y de obrar por propia voluntad; pero eso no es
todo: el hecho de someterse, de veras, a los dictados de su alma, comporta el primer
eslabón de su sentimiento de independencia. Sólo le exigimos al niño obediencia
cuando le queremos hacer asequible el significado del deber. El obedecer a ciegas es
una osadía, para atreverse a obedecer necesita uno ser muy valiente. ¿De dónde saca el
niño esa valentía al acatar las disposiciones de su profesor, precisamente en cosas que
no entiende? Para eso se necesita coraje, el más noble de todos porque procede de lo
más hondo del corazón, de la confianza. Sólo cuando apoya su obediencia en la
confianza pone la semilla de su futura total independencia. Ya ha dado el primer paso,
el más elemental, en su fuerza de voluntad al someterse al profesor sin dejar a un lado el
cuidado de su espíritu: en caso contrario sería imposible la confianza.
* * *
Al cuidar del espíritu del niño hay que atender también a la obediencia externa y
educar la voluntad. Las fuerzas espirituales del niño no están tan unidas como para darle
la seguridad y el aguante necesarios. De ahí que debe recurrir a la guía de su educador.
Si se ve arrastrado por la alegría, por la capacidad de asombro de su profesor, si su alma
se ve envuelta en la llama de la fe de su maestro, todo irá a pedir de boca. Ahora bien, el
espíritu tiene que ayudar a la voluntad: la corrección externa sólo puede prosperar si el
niño se ve sostenido por la confianza, compañera de viaje de las nobles aventuras del
espíritu.
* * *
Todo niño es una promesa, es un anillo de la Humanidad, pero cada uno presenta
rasgos nuevos y distintos. De nosotros, padres y educadores, depende el reconocimiento
de dicha promesa y su aceptación como materia prima de nuestro trabajo.
* * *
447
las propias apetencias y sacrificar los propios gustos en aras de un ideal. Sólo
comprende esta posibilidad quien se aventura a decidirse a actuar. Únicamente entonces
se ve inmerso en un mundo maravilloso: el de la ética, de la moral y del espíritu. Son
asimismo indolentes quienes nunca han encontrado abierta esta puerta. La autentica
alegría que nosotros experimentamos, debe estimular las ideas y curiosidad y animar a
integrarse a este mundo del espíritu, sacrificado y abnegado pero al mismo tiempo de
paz interior y satisfacción del espíritu. De este modo convenceremos de que el sacrificio
ofrece, a la larga, resultados positivos.
* * *
* * *
* * *
* * *
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* * *
El sentimiento del hogar acaba eclipsándose si no cuenta con el hábito del orden
y el respeto mutuo.
* * *
448
Ponemos a punto el hogar cuando nos preocupamos de favorecer un
comportamiento correcto, el orden, la limpieza, las buenas maneras; pero hemos de
procurar que todo se sedimente e intentar serenarnos nosotros mismos y dirigir la
mirada hacia nuestros dones interiores. Entonces, como fruto del esfuerzo paciente por
mantener la disciplina, y de las cualidades vivificantes que desplegamos, el ambiente se
convierte en un hogar.
* * *
Cuanto más pequeños sean los niños que estén a nuestro cuidado, tanto más
deberemos intentar participar del mensaje que nos llega. Prácticamente no podemos dar,
pero sí admitir lo que nos brindan, cuando, a pesar de nuestro trabajo, tenemos una
palabra, lanzamos una ojeada, mostramos un sentimiento de complacencia respecto del
juego que nos traen; si les respondemos de forma que, incluso al manifestarles que no
disponemos de tiempo, adquieran por el tono de la voz la certeza de nuestra
participación, estamos construyendo un hogar.
* * *
* * *
Las grandes cosas que nos es necesario recibir para estar en condiciones de
soportar la vida, suponen la iniciación en el ejercicio de las cosas pequeñas por las que
lentamente, va madurando la actitud de percepción de los objetos superiores. Con
frecuencia cometemos el error de empezar por el tejado; con ello, no se consigue
despertar nuestra reacción, ya que no existe, ni se da la profundidad capaz de captarlo.
De ahí que nos refiramos a las pequeñas cosas de cada día, con su rico contenido.
Cuando nos decidimos a fomentar dicho contenido, posibilitamos el que los otros
experimenten, junto a nosotros, el sentimiento del hogar. Ahora bien, si al encontrarse a
nuestro lado los demás tienen la sensación de “estar en casa”, es que nosotros también
lo estamos.
* * *
* * *
449
pedagógicos, los que aparecen a nivel de principios y los habituales. En el amor perfecto
estos problemas no existirían.
* * *
* * *
Los padres son los que están mejor preparados para educar a sus hijos porque
son fruto de su amor, y, por contraste, son los menos preparados, ya que las deficiencias
de su amor convierten, ipso facto, la educación en un problema peculiar que resolver,
tanto más agudo cuanto más graves sean los defectos de amor a sus propios hijos.
¡Cuántas veces estallan los problemas pedagógicos porque el amor mutuo de los padres
se ve perturbado, desvirtuado, anulado, o porque estos últimos no perciben desde el
amor la grandeza de su cometido! La falta de amor es la causa de todos los problemas
pedagógicos, conflictos, deficiencias, resistencias, frustraciones, ansiedades y
desalientos. Quien ha comprendido esto, quien ante un problema pedagógico cualquiera
es capaz de poner el dedo en la llaga en relación con las debilidades del amor
fundamental, se halla en óptimas condiciones de educar puesto que conoce el modo de
hacerlo.
* * *
Se pasa por alto la imposibilidad de crear una comunidad escolar, infantil, unas
condiciones mínimas de habitabilidad, si uno no se vuelve un niño más, si no vive en
sus mismas salas y alienta el sentimiento de hogar. Es aquí precisamente donde
comienza a realizarse la tarea pedagógica. Es preciso compartir con ellos la propia vida,
precederles con el ejemplo, buscar el mismo contenido vital de las cosas que se desea
para ellos.
* * *
¿Cómo va a aprender el niño a captar el sentido vital que todo trabajo implica, si
éste se ve sometido constantemente a un proceso de degradación, al ver que su educador
“no desciende a su nivel”? Los esfuerzos del educador por lograr que los niños se
interesen por el trabajo sólo tendrán éxito si éste interviene personalmente en su
ejecución, si se exige a sí mismo perfección y dinamismo.
* * *
* * *
450
El educador ha de someter a un constante examen su modo de tratar al niño, para
no destruir la alegría que éste siente de estar en el colegio, ni la confianza que le inspira,
antes bien, para reanimarlas e incrementarlas.
* * *
* * *
* * *
Manifestar que nuestra vocación nos llena puede significar que cumple nuestros
deseos naturales y pone en juego nuestras facultades, que nuestra vocación coincide con
nuestra inclinación e idoneidad. Afirmar que nuestra vocación nos llena puede indicar
que experimentamos en ella una satisfacción de tipo moral, nos da la posibilidad de
estar al servicio de alguien, de realizar una tarea. Nuestra vocación se convierte en un
deber en la parte de responsabilidad que se nos confía a través de la cual colaboramos
en el perfeccionamiento del hombre. Sostener que nuestra vocación nos llena puede dar
a entender que la servimos con una emoción interior. Todo lo que nos depara equivale a
un don, a un milagro que nos hace felices. Nos entregamos al trabajo con fervor y
pasión. Es nuestra vocación. En estos tres aspectos la satisfacción puede darse: cuando
aplicamos nuestra idoneidad de inclinación al trabajo vocacional específico: cuando
poseemos una madurez moral suficiente, que supone el valor consciente de aceptar una
responsabilidad y un compromiso serio; cuando hemos sentido la emoción del milagro
que alienta en el objeto de nuestra vocación y, por tanto, nos vemos arrastrados a él. Si
se debilita uno sólo de estos tres actos ya no es posible la plenitud de la satisfacción, ni
se puede encontrar en el trabajo lo que se necesita para sobrellevar las incomodidades.
Será preciso buscar en otras fuentes las energías complementarias. Ninguno de nosotros
dispone, a cada momento, de todas estas condiciones. Por esa razón necesitamos
relajarnos de vez en cuando, necesitamos ratos de esparcimiento y vacaciones. A quien
le faltan demasiadas cosas de poco le sirven los días de asueto. Ahora bien, todos
debemos modelar, constantemente, nuestras propias facultades, cultivar nuestras
inclinaciones, educar el sentido de la responsabilidad, a base de decisiones
concienzudas y de periódicos exámenes interiores; todos debemos proteger nuestra
vocación, para que no sucumba ante el acoso de las decepciones que la dureza del
esfuerzo comporta inevitablemente, ni ante las molestias que la vida diarias entraña. No
hay que desmayar, sin embargo, a causa del aguijón de las deficiencias de la potencia y
de la voluntad propias, deficiencias que jamás justifican el abandono de la lucha
emprendida. En última instancia, los resultados no dependen del trabajo, sino de
nosotros mismos, por dos vertientes: primera, con la aportación de nuestra idoneidad de
451
inclinación, sentido de la responsabilidad y emoción interna, ante la tarea especifica;
segunda con el cultivo auténtico y constante que hagamos en nuestro trabajo de todas
estas cosas.
* * *
* * *
* * *
* * *
Todo trabajo penoso conduce a Dios si se hace con espíritu de penitencia y de amor.
452
* * *
* * *
* * *
El porvenir del mundo es el amor. Sin caridad, el mundo está condenado a perecer.
* * *
* * *
* * *
Santo es aquel que hace la voluntad de Dios, que pone en práctica sus enseñanzas.
* * *
* * *
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* * *
453
Las almas se ganan por el amor, la mansedumbre y la comprensión. Si tú das
amor a los demás siempre te volverá algo, pues el amor atrae al amor. Aquel que se
siente amado está cerca de la conversión.
* * *
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* * *
* * *
* * *
Nadie está exento de tentación, pero Dios a todos da la gracia suficiente para
resistirla, siempre y cuando no rechacen la mano divina que el Altísimo les tiende.
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* * *
Si no dais bastante amor alrededor vuestro erráis el fin asignado por vuestro
Creador. Amar y querer salvar a sus hermanos, es, ante todo, querer salvarse a si
mismo.
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Algunas veces los disgustos, las esterilidades y sequedades, proceden de la
indisposición del cuerpo, como cuando por el exceso de los trabajos, de las vigilias y
ayunos, se halla oprimido del cansancio, adormecimiento, peso de la cabeza y de otros
tales accidentes, los cuales, aunque dependen del cuerpo, no dejan de incomodar al
espíritu, por la estrecha relación que hay entre ellos. (San Francisco de Sales).
* * *
Aunque nuestras obras hechas con consolación y dulzura de corazón nos son
más agradables a nosotros, las mismas obras hechas con sequedad y esterilidad de
corazón tienen más mérito ante Dios. Si en tiempo de sequedad nuestra voluntad nos
lleva al servicio de Dios como por via fuerza, y por consiguiente es necesario ser más
vigoroso y constante que en tiempo de consuelo. No es gran fineza servir a un príncipe
en la dulzura de su prosperidad y aplauso, y en medio de las delicias de la Corte; pero
servirle en lo apretado de la guerra y en medio de persecuciones y alborotos esta es una
verdadera señal de constancia y fidelidad. (San Francisco de Sales).
* * *
* * *
“Cuando tú, con fervor y ternura, estás en mi presencia, aunque me pagas algo,
sin embargo, con ese mismo consuelo que recibes, llevas otra nueva deuda; pero cuando
sin devoción sensible, seca y tibia, con todo eso me buscas, entonces sí que me pagas
mejor de lo que me debes”. (Jesús a la Venerable Bautista de Verona).
* * *
* * *
Quien tiene a Dios y la Virgen como Amigos vive una fiesta de eternidad en su
espíritu.
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* * *
455
Inténtalo. ¿Qué puede pesar la cruz de un día, la roja amapola de veinte o de
cuarenta años de sacrificio si está rodeada por el verde cáliz de la esperanza, que te dice:
triunfarás? Sobre la llanura del dolor asoma la colina del triunfo y de la gloria.
* * *
* * *
¿Cómo puede ser verdadera una religión que no regale al corazón humano con la
alegría, como producto de su cumplimiento?
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Deja que sobre el corazón escriba el amanecer de cada día una ilusión nueva y
verás cómo se rehace más grande tu vida.
* * *
Rompe día a día los hilos que intentan sujetarte a lo terreno y tu fortaleza estará
dispuesta a cortar mañana la fuerte ligadura que pueda lanzarte una tentación.
* * *
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No olvides que tus bienes tienen también un fin social del que no puedes
sustraerte. Por eso, cuando malgastas demasiado, es posible que tus vanidades se
alimenten con lo que escatimaste al prójimo necesitado que pasa hambre.
* * *
Crees que el Señor no atiende nunca tu oración. ¡Te ha negado tantas veces lo
que le pedías! Pero… ¿estás seguro de ello? Quizás de momento te falló tu deseo; pero a
poco se disipó tu angustia y de nuevo brilló en ti la paz y la alegría que no hubieras
conseguido de haber logrado desde el primer instante tu ilusión. La Providencia sabe
complacer a su debido tiempo: no tiene prisa ni agobios…
* * *
* * *
El Señor quiere que le llamemos ¡Padre! ¿Y qué padre “si su hijo le pide pan, le
dará una piedra”?...
* * *
Cuando te abata la tristeza y te parezca que la tierra ya no dará flores para ti,
vuelve tus ojos a la Virgen Dolorosa, a Jesús en la Cruz, y Ellos sembrarán en tu pecho
la paz, la alegría, la ilusión.
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* * *
457
Duda de la felicidad de los que se ríen de tu fe porque ellos no la sienten…
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* * *
A veces nos dejamos amilanar por los obstáculos. Parece que nos abandona hasta
el deseo de vivir. Entonces nos portamos igual que fracasados. ¡No seas cobarde!...
¡Crécete ante los impedimentos!... La sal de tu fe en Dios hará el milagro, si sabes
repartirla con justicia y fortaleza. Y cuando al fin te superes, te redimas de tu
decaimiento habrás dado un paso de gigante en la estimación de tu propia personalidad.
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* * *
Procura siempre molestar lo menos posible: así te harás agradable a Dios y los
hombres.
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Cuando nos apoyamos en Dios todo lo tenemos. El bondadosísimo Jesús nunca
nos priva de lo que nos aprovecha. (P. Arnáiz).
* * *
El mal sólo tiene la influencia que le permite alcanzar la gente buena que nada
hace por impedirlo…
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Por medio de los sufrimientos se salvan más gente que con los discursos más
brillantes. (Santa Teresa de Lisieux).
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* * *
* * *
Una palabra, una actitud, puede herir más profundamente que una espada.
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El bien que hicimos la víspera es el que nos trae la felicidad por la mañana.
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Cuando los que mandan pierden la vergüenza los que obedecen pierden el respeto.
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Sólo los buenos sentimientos pueden unirnos; el interés jamás ha forjado uniones
duraderas.
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Quien no vive de alguna manera para los demás apenas vive para sí.
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Somos los hombres más felices de la tierra porque estamos en las manos de Dios.
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Sólo una vida vivida por los demás merece la pena de ser vivida.
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Alcanza más alto el que apunta a las estrellas que el que apunta a un árbol.
* * *
Deberíamos complacer más a quienes nos reprenden con razón que a los que nos
adulan; los primeros nos despiertan con un sentimiento de dolor, mientras que los
segundos, tratando de agradarnos, en realidad nos debilitan y nos abaten.
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El que omite la oración no necesita que el diablo le incite al mal, corre por sí
mismo; en tanto que un alma que ora ya está salvada. (Santa Teresa de Jesús).
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Que en vuestra casa cada cosa tenga su lugar y cada negocio su tiempo.
(Benjamín Franklin).
* * *
El dejar los asuntos, las tareas, tus cosas, para después, cuando puedes hacerlo
ahora no solo nos roba nuestro tiempo, sino que nos priva de la plena realización de
nuestros planes, esperanzas y sueños; además, nos impide tener la satisfacción y la
461
felicidad de ver nuestras metas realizadas. Todos tenemos la inclinación a aplazar lo que
es difícil o lo que no nos gusta. Para evitar los trabajos que nos desagradan llenamos
nuestro tiempo con tareas que tienen relativamente poca importancia. Esto es típico de
la naturaleza humana. A veces disfrazamos esta costumbre con miles de trámites y
papeleos usando la excusa de que debemos analizar primero el problema desde todos los
puntos de vista antes de entrar en acción. Nos convencemos de que es preciso explorar y
analizar todas las posibilidades. Desde la niñez, muchos de nosotros hemos adquirido el
hábito de dejar las cosas para después… hasta que otro finalmente las haga por
nosotros. A veces los escritores, compositores y artistas dicen que están esperando que
les llegue la inspiración… ¿Cómo podemos vencer el hábito de aplazar lo que debemos
hacer? Decide ahora mismo lo que quieres hacer hoy o si es demasiado tarde para hoy,
lo que quieres hacer mañana. Escríbelo. Analiza ahora tu lista, calcula cuánto tiempo
necesitarás para realizar cada una de esas tareas y ponlas en orden según su importancia.
Si hay un deber especialmente difícil, colócalo en el primer lugar de tu lista. Hazlo
primero que todo y disfruta del resto del día sin la preocupación de esa tarea
desagradable que mina tu tranquilidad. Al terminar cada día podrás ver con satisfacción
lo que has realizado y estarás en paz contigo mismo. Esto también te estimulará a
realizar cosas aún mayores mañana. Cuando hayas organizado lo de hoy y lo de
mañana establece tus objetivos para la semana entrante. Otra manera de evitar el
“dejarlo para después”, es, después de tomar una decisión, actuar de inmediato para
llevarla a cabo. No hay mejor método para hacer las cosas que el empezar a hacerlas,
por eso dice el adagio “El que empieza ya tiene la mitad hecha”.Causa desánimo dejar
para después lo que uno sabe que debe hacer ahora. No trates de encontrar excusas para
dejar las cosas para después en ninguna faceta de tu vida: en los deberes para con tu
familia, en tu trabajo, y especialmente, en tus deberes para con Dios. Dios espera que
pongamos en práctica lo que sabemos. Si has dejado para después tus deberes para con
Dios, podrás ser una víctima del tipo de dilación más peligroso: dejar lo espiritual para
después… y tal vez este después no venga nunca…
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* * *
Vivir para los demás no es solamente la ley del deber, sino también la ley de la
felicidad.
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* * *
Vivamos siempre en el santo temor de Dios porque quien a Dios tiene nada le
falta. Mientras vivamos en este valle de lágrimas siempre hay que sufrir de una u otra
manera. Pero teniendo a Dios presente, teniéndolo en el alma y llevándolo en el
462
corazón, se vive tranquilo en medio de los infortunios…Todas las almas justas son
purificadas en este mundo… Santa Teresa de Jesús, en medio de sus persecuciones,
decía: Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda.
* * *
La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios basta
(Esteban de Adoain).
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* * *
Si se te hace muy difícil pagar tus deudas llegará día en que lo más difícil te será
contraerlas…
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Es de mayor mérito ante Dios padecer cosas adversas que afanarse en buenas
obras. (San Buenaventura).
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* * *
Un sistema escolar que no tenga a los padres como cimiento es igual a una
cubeta con un agujero en el fondo.
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Amar la justicia no es sólo sublevarse ante las injusticias ajenas, amar la justicia
es, ante todo, sentir dolor y pesar cuando nosotros somos los injustos.
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* * *
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No es amar a las rosas sentirse atraído por su belleza, contemplar su forma y
colorido, gozar de su fragancia, y luego caminar por los jardines pisoteándolas. La
atracción que una flor ejerce sobre nosotros y el placer que nos regala no constituyen
amor si luego impedimos que alcance su plenitud. Cuánto más la posesión deja de ser
amor cuando el ser pisoteado es un hombre o una mujer. Tampoco es amor el
sentimiento de pena y compasión por los que sufren, si luego nos desentendemos de su
dolor. La atracción y el sentimiento son invitaciones de Dios para que nos brindemos
por la plenitud del ser que nos atrae o compadecemos.
* * *
* * *
Sólo en el amor, que rechaza toda injusticia y toda violencia, el hombre puede
alcanzar su felicidad. El amor no se reduce a criticar y lamentar las injusticias, sino que
corre presuroso para darles solución. El amor agudiza la inteligencia e impulsa y
apuntala la voluntad.
* * *
Las personas que aman ven las necesidades y se dan por entero en busca de su solución.
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* * *
Cuando era joven me horrorizaba la idea de llegar a vieja, pues creía que no
podría hacer todas las cosas que me agradaban, pero ahora que lo soy, he descubierto
que ya no abrigo el deseo de hacerlas. (Lady Astor).
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Bella es la gota de rocío sobre una brizna de hierba, y no es tan pequeña, ya que
puede servir de espejo al grandioso sol.
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Quien quiera construir altas torres deberá permanecer mucho tiempo haciendo
los cimientos.
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El humorismo permite ver, a quien lo tiene, cosas que los demás no perciben. Y
por ello embellece la vida de una manera verdaderamente indescriptible.
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La juventud de un ser humano no se mide por los años que tiene sino por la
curiosidad que almacena.
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Valor perfecto es aquél que lleva a cabo, sin testigos, lo mismo que sería capaz
de hacer delante de todo el mundo.
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Madres, sois vosotras las que tenéis en vuestras manos la salvación del mundo.
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Dígase lo que se quiera, el camino más seguro para la salud consiste en no creer
que nos hallamos mal; muchas, no todas, de las enfermedades que conocemos los
pobres mortales se deben a la fantasía.
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Quien no aprende nada de los niños es cierto que nada aprenderá de los mayores.,
* * *
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La enfermedad lleva consigo sentimientos e ideas que nunca hubiéramos
mantenido gozando de buena salud; nos hace ver mejor las cosas que los arrebatos de la
vida y la fiebre de la acción nos impedían ver.
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Al final de todo Calvario Dios concede un poco de paz para recobrar valor.
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Todos los males y dolores, teniendo a Dios cerca, se convierten en bienes y
deleites. (P. Arnáiz).
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Hay que hacer felices a los demás para ser uno feliz.
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El buen humor en tu hogar creará para los tuyos el clima más favorable para la
dicha. Tu amor, tu humor y tu alegría, que encaran los acontecimientos de la forma más
positiva, pasarán a ser un poderoso generador de felicidad.
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* * *
No es más fuerte el que pasa triunfador por todas las puertas de la vida porque
las encuentra todas abiertas. Fuerte es el que pasa a pesar de encontrarlas todas cerradas.
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Nunca impone Dios una obligación sin tiempo ni medios para cumplirla.
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El que contigo chismorrea de los defectos ajenos, chismorrea con otros de los tuyos.
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No hay cosa por fácil que sea que no la haga difícil la mala gana.
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Todo lo que se ve nos debe enseñar a confiar en el Creador por todo lo que no se ve.
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Un Estado es gobernado mejor por un hombre bueno que por unas buenas leyes.
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En los ojos del joven arde la llama, en los del anciano brilla la luz.
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El amor no te preguntará cuánto tienes ni cuánto sabes, sino cuánto has amado.
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Una persona que ha tenido éxito es aquélla que ha hecho de Dios su centro
cumpliendo sus Mandamientos, y en consecuencia:
Ha vivido bien, ha reído a menudo, y ha amado mucho.
Ha ganado el respeto de las personas honradas y el amor de los niños.
Ha cumplido con su deber.
Deja el mundo mejor que como lo encontró, con su vida honrada y ayudando a
los demás.
Nunca dejó de apreciar o expresar la belleza de la tierra.
Vio lo mejor en los otros y dio lo mejor que tuvo.
* * *
Si nunca has fracasado, no has puesto tus metas los suficientemente altas.
* * *
* * *
La Sagrada Comunión es una fuente de paz. Los que comulgan bien saben cómo
en ese momento se olvidan los odios, se aplacan las pasiones, se sosiega el espíritu, se
perdona todo… Quitemos la Comunión y los Sagrarios del mundo y veremos a los
hombres despedazarse como fieras salvajes, mucho más, muchísimo más de lo que ya lo
hacen… ¿Y qué es lo que los detiene? Los miles y millones de personas que diariamente
comulgan inyectando en la Humanidad la paz de Jesucristo.
* * *
Persuádase la madre que nadie como ella influye en la religiosidad de sus hijos;
ni el maestro, ni el colegio, ni el sacerdote; lo que éstos hacen es postizo, es un colorete
que se da a las mejillas; en cambio, la religión que infunde la madre en los primeros
años es un color, una disposición natural, que no podrán arrancar nunca los vaivenes de
la vida. De la educación religiosa que deis a los niños pequeños depende la salvación
eterna de vuestros hijos.
* * *
471
La amabilidad es como una almohadilla, que aunque no tenga nada por dentro,
por lo menos amortigua los embates de la vida.
* * *
* * *
* * *
Hacedles ver a vuestros hijos que deben actuar según sus propios principios y no
estar pendientes de qué dirán.
* * *
Que vuestros hijos aprendan desde la primera infancia a hacer cosas que le
convienen, aunque no le gusten, a superar dificultades y a no hacer depender su
felicidad y su paz interior de los acontecimientos, de las circunstancias, sino de la buena
conciencia y de la confianza en Dios y la Virgen, Amigos que nunca fallan, que
aprendan a descansar en la voluntad de Dios, después de haber hecho todo lo suficiente
de su parte; así serán felices en esta vida y en la otra.
* * *
* * *
Que ponga vuestro hijo a Dios en todo lo que haga, y lo encontrará en todo lo
que le ocurra.
* * *
Enseñad a vuestros hijos para que sientan el placer de dar, de salir de sí mismos
a los demás, de sentirse útiles, de aprender desde pequeños que la vida del hombre debe
ser una permanente actitud de servicio si pretende ser verdaderamente feliz.
* * *
472
El cumplimiento del propio deber por amor a Dios, por cumplir los
Mandamientos, es una acumulación continua de tesoros, de riquezas, para disfrutarlas,
no un puñado de años en este mundo, sino para siempre, siempre, en la eternidad feliz,
que es lo que llamamos Paraíso. Nuestro Padre, el buen Dios, da mucha importancia a
eso de cumplir con el deber. Realmente es lo más importante que tenemos entre manos
en esta vida: pues, como vemos, es dar gusto a Dios que por medio de las circunstancias
de la vida nos distribuye a cada uno su trabajo. Es tan importante esto de cumplir con el
deber, que de ello puede depender, y depende, el que uno llegue a Santo o no.
Supongamos una persona que lo cumple totalmente. No hace más ni añade otras buenas
obras que no están mandadas. Pero eso sí, en lo tocante a deber, se vuelca. Ese es Santo.
Al contrario: si hace muchas caridades y rezos, pero no cumple con el deber, pues nada,
que no llega a Santo. Lo verdaderamente grande es hacer bien lo que se tiene que hacer.
Dios nos ha asignado a cada uno nuestro trabajo y lo importante está en realizarlo lo
mejor posible sin mirar si es de rico o de pobre, de célibe o de seglar, o de casado, si de
ilustre o humilde, lo importante es realizarlo lo mejor posible.
* * *
El trabajo cristiano hecho en gracia, la ocupación más vil, aunque honrada, tiene
un valor divino. No sólo es la terminación de la obra creadora de Dios, sino que además
es la culminación de la obra redentora de Cristo. “Suplo en mí lo que falta a la Pasión de
Cristo”, como decía San Pablo.
* * *
* * *
Es valiente aquel que apura el deber por encima de todo, aunque sea remando
contra corriente y oponiéndose a cualquiera. Lo contrario es claudicar, es cobardía.
* * *
Da de lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta. (San Agustín)
* * *
* * *
* * *
El Rosario es una continuación del Avemaría con la cual se puede vencer, batir
y destruir a todos los diablos del Infierno. (San Juan Bosco).
* * *
473
Por el poder que el Padre ha dado en estos últimos tiempos al Rosario, no hay
problema personal, ni familiar, ni nacional, ni internacional, que no se pueda resolver
con el Rosario. (Lucía de Fátima)
* * *
* * *
No existe peor pérdida de tiempo que las lamentaciones por hechos o situaciones
irreversibles. Un eminente psiquiatra, al término de su larga carrera, decía que lo más
útil que había ideado para ayudar a la gente a cambiar sus vidas era lo que él llamaba
“cinco palabritas”. Las dos primeras eran “si hubiera”. “Muchos de mis pacientes-
decía- se han pasado la vida reviviendo el pasado angustiándose por lo que hubieran
debido hacer en diversas situaciones. “Si hubiera estado preparado para aquel
examen…” “Si hubiera expresado mis verdaderos sentimientos”… etc. etc. Ese
continuo arrepentimiento causa un serio desgaste a nuestro equilibrio emocional. El
antídoto es muy sencillo: consiste en eliminar esas dos palabras y sustituirlas por otras
tres.”La próxima vez”: la próxima vez diré lo que siento, la próxima vez que se presente
una oportunidad la aprovecharé… Y sobre todo, para no perder nunca la paz del alma,
hacer todas las cosas lo mejor que, sinceramente, sin pereza, sin cobardía, podamos, y al
final dejarlo todo en manos de María, la Virgen Nuestra Madre Santísima. Esta actitud,
nos traerá la verdadera paz del alma y la alegría consiguiente. Pongamos a Dios en todo
lo que hagamos, y lo encontraremos en todo lo que nos acontezca. Por otro lado, de
todos nuestros errores pasados, arrepintámonos, confesémoslos, si son graves, y luego
recemos un Padrenuestro, o mejor un Rosario por las almas del Purgatorio para que ella
rueguen a intención de aquéllos a quienes defraudamos, lesionamos o faltamos en algo:
así conseguiremos resarcir el mal hecho en el pasado y además ayudaremos a liberar
almas del Purgatorio: de esta manera conservaremos siempre la paz del alma.
* * *
* * *
* * *
Cristiano es todo aquél que se muestra justo y amable aquí y allá, con unos y con
otros, con el rico y con el pobre, con el guapo y con el feo. Trata a todo el mundo como
él quiere ser tratado, pues sabe muy bien que el mundo es un espejo que nos devuelve
íntegramente nuestra propia imagen, nuestros gestos y muecas de toda índole.
474
* * *
* * *
475
familia, si quieres que en ella se conserve la paz. Hacer esperar a los demás es un
defecto que no dice nada en favor del culpable. Al contrario, dice bastante en su
desfavor. Dice que es un egoísta, que le falta delicadeza y que es un indisciplinado,
incapaz de imponerse el orden a sí mismo. El organismo humano está compuesto por
millones de células, por muchos tejidos y gran variedad de órganos. Para que haya
salud, y por consiguiente bienestar en el organismo, es necesario que todos esos
elementos estén sanos y funcionen normalmente. Cualquier alteración produce dolor,
malestar y origina enfermedades. Lo mismo sucede con la paz y la felicidad en el hogar.
Es la resultante de muchos elementos, de muchas pequeñas virtudes, que deben existir
en todos los que componen la familia. Cualquiera de esas pequeñas virtudes que falten
perturba la paz. Una de esas virtudes, es la puntualidad. Si existiera, desaparecerían
muchas fricciones entre los que viven en una misma casa. Por eso, hay que recomendar
a los padres que implanten un poco de orden en su hogar si quieren eliminar fuentes de
disgusto. Más necesaria es esa virtud de puntualidad ahora porque vivimos en un
ambiente de independencia que da como resultado la dispersión de la familia.
* * *
Sé sincero con tu hijo. A los chicos les gusta que se les hable con la verdad.
Saben cuando les hablas con claridad, con sinceridad. Ellos te conocen a ti mejor de lo
que tú te conoces a ti mismo, y normalmente aceptan de buen grado las críticas cuando
estas provienen de una madre o de un padre sincero y franco. No todos los padres tienen
que lidiar con hijos delincuentes, pero la mayoría se enfrentan en algún momento de su
vida a un adolescente rebelde. Ten presente que los jóvenes no desean que tú seas un
camarada, un pelele o alguien a quien pueden convencer fácilmente. Quieren y
necesitan de un padre o una madre genuinos. La mayor manera de tratar a tus hijos es
mediante una combinación equilibrada de amor y disciplina.
* * *
* * *
476
* * *
Muchos avisos y correcciones pueden darse con dulzura, incluso con tono jovial.
Es lo que da mejor resultado.
* * *
El amor al prójimo induce a pensar en los otros más que en sí mismos, destierra
el egoísmo del corazón. Esta caridad hace comprender las luchas, los sufrimientos y los
dolores de los otros; procura aliviarlos, hace favores y crea una atmósfera de caridad y
de paz. El hombre egoísta sólo piensa en sí mismo: quiere que todos dirijan hacia él sus
miradas y lo compadezcan. El que tiene verdadera caridad se olvida de sí para pensar en
el alivio de los otros. El cristiano virtuoso comparte sinceramente las aflicciones ajenas
y soporta valerosamente los propios contratiempos.
* * *
Fundamento sólido del buen humor: amar a Dios y amar al prójimo. Caridad:
pensar en los otros más que en uno mismo y en Dios más que en todos los demás.
* * *
* * *
No puede haber educación verdadera si no existe sinceridad en los hijos para con
los padres. Si éstos no se ponen confiadamente en sus manos. Si no les descubren los
peligros que les salen al paso. Si prometen una cosa y hacen lo contrario. Si los tienen
engañados acerca de los estudios, de las diversiones, de las lecturas.
* * *
Cuando no hay sinceridad en los que viven en el mismo hogar la vida familiar se
convierte en una farsa, la unión de los espíritus no existe. El trato es superficial y
político. La convivencia insoportable. El que engaña, vive inquieto y temeroso de que se
descubra el engaño.
* * *
* * *
Hogar, morada de la sinceridad. Que en él puedan decir todos, los unos de los
otros: cuando dice sí, será sí; cuando dice no, será no.
* * *
477
Un espíritu pesimista difunde la tristeza en torno suyo y ahuyenta la alegría del
hogar.
* * *
Para reñir son necesarias dos personas. Una de ellas eres tú. Si tú te retiras, la
riña no estallará.
* * *
* * *
* * *
Entre las críticas y desautorizaciones que se dan en el hogar hay una que es más
fatal que ninguna: las que van contra los educadores o profesores del niño o niña.
¿Cómo quieren los padres que estudie ese niño que oye en su casa decir que el profesor
es un bruto al castigar así, o cómo su madre justifica las bajas notas que él obtiene
diciendo que “es que el maestro le tiene rabia”... Si tu hijo no es tonto, tendrá que decir
que él no va a hacer caso de ese ser inferior, según tú, que no sabe mandar o no procede
como es debido con tu hijo. Apoya la autoridad del maestro delante de éste y después
busca oportunidad para hablar con el profesor y llegar a un acuerdo de enfoque; y si
finalmente es que realmente es así, un maleducado y poco inteligente y que tiene rabia a
tu hijo, pues trasládalo de centro; pero, si no puedes por cualquier circunstancia, saca
todo el jugo de ese “ser inferior”… apoyando su autoridad. Aquí sí que se abre brecha
con frecuencia. La dirección del colegio exige disciplina, no permite faltas de asistencia
injustificadas, impone sanciones. Todo ello más de una vez molesta en casa, en donde se
habían hecho ya cálculos para la tarde del domingo, e incluso parece que merman la
autoridad paterna al tener que someternos nosotros, los “dueños” del hijo, a unos
profesores extraños... El papá inteligente comprende que no disminuye su autoridad,
porque a fin de cuentas la autoridad del colegio es la propia que él al entrar el chico o la
chica en el centro educativo les entregó, y se somete gustoso a ella cargando con el
sacrificio de todas esas dificultades que impone la disciplina y reglamento allí vigentes;
pero no siempre se tropiezan los educadores en los colegios con esa clase de papás,
sino que con harta frecuencia ven sus órdenes desautorizadas por el proceder de la
familia. Tú mermas la autoridad de ellos, pero el resultado es que también mermas la
tuya a los ojos de tu hijo, que palpa la inconsecuencia, y como fruto inmediato tendrás
el menor rendimiento en estudios y formación. Sea pues, este segundo consejo: “Apoyo
a la autoridad donde quiera que se encuentre, y en especial a la de los maestros, que, a
una contigo educan a tus hijos. Este apoyo ha de ser eficaz, con las obras, no
contradiciéndoles, con la palabra, exhortando a su respeto y no criticándolo.
478
* * *
La oración nos une con Dios. Nos inspira deseos celestiales. Nos infunde
menosprecio del mundo. Nos hace concebir odio al pecado: dolor de haber ofendido a
Dios: propósito de una enmienda sincera. Nos da fuerza para lo bueno. Consuela en la
aflicción. Ayuda en los apuros. Disipa las tinieblas del espíritu. Nos alcanza la gracia de
la perseverancia.
* * *
El que obra siempre bien o con intención de agradar a Dios, ora siempre, dice
San Beda, porque aunque no esté materialmente en oración, sus obras interceden y
sustituyen la oración.
* * *
Vivir bien, según Dios, según su voluntad sobre nosotros, es orar siempre. San
Basilio dice: “El que obra siempre bien, ora siempre”.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Todo lo que ocurre en la tierra sucede por orden o permisión divina. Cuando
Dios nos prueba con enfermedades o aflicciones de espíritu, tiene siempre miras llenas
de sabiduría y de bondad.
* * *
479
La corrección fraterna, bien hecha, puede impedir numerosas caídas y atraer a
muchos descarriados. La corrección fraterna, es, sencillamente, la amonestación de
palabra o con otros medios aptos que pretende apartar a otros del pecado o de la
injusticia, o del escándalo. Es obligación grave de caridad amonestar al hermano para
apartarlo del pecado y que se salve, y de avisar a la comunidad cristiana de algún
peligro grave para su fe y felicidad eterna.
* * *
Donde hay amor no hay trabajo, y si hay trabajo, se ama el mismo trabajo. (San
Agustín).
* * *
El amor cambia al que ama en lo que ama: si amamos a Dios, ese amor nos
transforma en Dios. (San Agustín).
* * *
Hazlo todo como si todo dependiera de ti, pero luego espera tranquilamente el
fruto como si todo dependiera de Dios. (San Ignacio de Loyola).
* * *
* * *
Todos los que contemplan serena y objetivamente la vida del maestro, del
educador, reconocen que es dura y exige mucha paciencia, no sólo para educar al niño,
sino también para soportar a los padres, que no saben apreciar lo que cuesta enseñar y
educar a sus hijos durante varios años, recogiendo con harta frecuencia la amarga fruta
de la ingratitud. Pero esta profesión, aún con estos sinsabores, es una vida prometedora.
Según el gran pedagogo Andrés Manjón “esta vida de trabajos y de lucha vale tanto
como la otra, porque con ésta recompra aquélla”, la eterna, la imperecedera. Vivan,
pues, los maestros, los educadores, esta profesión, con el fin de salvarse, de ganar una
vida eterna feliz, y de salvar con ellos a sus pequeñitos, de asegurarles la eternidad
dichosa, cumpliendo así la misión providencial, de su vocación docente, que no se
limita sólo a impartir materias culturales, sino también sembrar en ellos la semilla del
Evangelio la semilla de vida eterna. Y para ello pongan los maestros sus miras en lo
alto, miren hacia arriba, piensen siempre en “ganar el cielo”, ya que aquí en el suelo, en
la tierra, no les pagarán jamás su labor porque el mundo no sabe lo que cuesta ir
formando, educando, a niños y niñas, en hacerlos hombres y mujeres honrados, a fuerza
de paciencia y dedicación, y, sobre todo, en hacer hijos e hijas de Dios.
* * *
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El ambiente de cordialidad para la educación de todo niño es necesario, pero
para el niño mentiroso, es de todo punto indispensable. El caballo, dice Foerster, cuando
se le quiere exigir un salto difícil no se le fustiga con el látigo, sino que se le acaricia. Al
que cae, dice Tarozzi, no se le levanta a puntapiés, sino que se le alza con cariño y
cuidado. ¿Pues por qué al que cae en una falta, en una mentira en este caso, se le ha de
levantar a puntapiés, con críticas duras y a fuerza de hacerle pasar grandes vergüenzas?
Pero la sanción es absolutamente necesaria. Con dulzura, pero sanción: “aún
reconociendo, dice Buck, que el miedo es un retroceso en el camino de la educación,
nunca ha de quedar sin castigo una mentira. Ni siquiera cuando el niño confiese haber
mentido: si entonces no se le castiga, se acostumbrará a confesar por evitar el castigo; y
esto ya no sería educativo”.
* * *
La mentira, y en general los defectos, no son simples malas hierbas que hay que
arrancar. Tratemos de mejorar al suelo que produce tales hierbas. Y esto no es nada
fácil. Lo vemos por experiencia en nosotros mismos. Es ya conocido el refrán: “Genio y
figura, hasta la sepultura”. Casi tan conocido como olvidado. Todos creemos que se
puede arreglar con buena voluntad. Y no es cierto. Pero mucho se puede lograr con la
buena voluntad de todos, de los niños, de los padres y de los educadores. El mejor clima
para que el terreno se mejore es el ambiente de cordialidad.
* * *
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Cualquier oyente, medianamente cauto, sabe traducir: “No me quieren recibir, y
en vez de echarme con cajas destempladas, me dicen que no están”…
En general recordemos que el mejor camino para no mentir es no haber mentido
nunca. Como en todos los pecados, sólo es difícil el comienzo. Luego todo parece claro,
natural y aún necesario. Nuestro gran Modelo, en la veracidad como en todo, es Cristo
Jesús.
-Yo soy la Verdad - dice Jesús de Sí mismo.
Y muere por confesar la Verdad. Creamos en la Palabra y en la Vida de Cristo:
“La verdad os librará”…
* * *
Antes de dar una definición del vago, prevengamos esta enfermedad en los
primeros años de la infancia. Si al aniño, porque se le cree demasiado pequeño, se le
ahorra todo esfuerzo, corremos el peligro de hacer de él un vago. Y pronto, ya hacia los
seis años, habrá contraído el hábito de que todo lo encuentre hecho, y con dificultad le
lograrán desarraigar los educadores y maestros. El niño no nace vago: se crea,
generalmente. Se le deja tirar todas las cosas en desorden. Porque es muy niño para
comprender que cada cosa tiene su sitio; se le regalan juguetes, eléctricos o mecánicos,
donde sólo hay que dar una cuerda o poner una pila y la caja de música suena, o el
gatito se pone a correr y tumbarse en el suelo jugando con la pelota; se le resuelven los
problemas de Matemáticas o la traducción del inglés. El niño lo espera todo hecho. No
es raro ver una familia inclinada sobre el libro, y el niño, el que debiera resolver el
problema, mirando por la ventana, o cazando moscas con la mano, o en la luna, con el
lápiz en alto esperando la orden en lo que ha de escribir, sin entender, por supuesto, por
qué escribe aquello y no otra cualquier cosa. Luego, quizás la familia espera sacar buena
nota en Matemáticas, pero el único que recibe las alabanzas y se siente orgulloso es el
niño. Ha triunfado, o han triunfado por él, y él se viste con plumas ajenas, en una
asignatura, y se ha estropeado para la vida. No hagáis nunca semejante cosa. Antes de
obligarle a aprender una asignatura, haced que la ame, a ser posible. Si queréis que
aprenda a leer, leedle primero cuentos que le entusiasmen, y luego decidle que eso lo
puede lograr un día él sólo, sin necesidad de pedir a nadie que le lea aquellas cosas tan
bonitas. Si le queréis enseñar dibujo, entusiasmarle con bellos, o al menos, atrayentes y
coloreados dibujos, y decidle que él puede llegar a hacer aquellas cosas tan bonitas; si
con la música, haced sonar una musiquilla que lo entusiasme; si con la Geografía,
enseñadle postales de paisajes o animales raros y hermosos. Diréis que no es posible
entusiasmarlo con todo. Desde luego. Pero el niño que se haya entusiasmado con algo,
fácilmente quedará libre de este desastroso vicio de la vagancia.
* * *
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para encontrar algo con lo que vibren, y pongan en tensión todos los valores íntimos de
su personalidad.
* * *
* * *
Los defectos que en las personas religiosas podemos encontrar son efectos, no de
su religiosidad, sino de su poca religiosidad. Sea uno verdaderamente religioso y será
verdaderamente honrado.
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* * *
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* * *
Como San Rafael al joven Tobías, Dios nos ha destinado un ángel que sea
nuestro perpetuo compañero y guía por el camino de la vida… ¡Cuán poco te
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encomiendas a él! Y él, sin embargo, está siempre a tu lado, como un fiel amigo y
compañero. Cuenta con él y tendrás en él un verdadero amigo que no fallará en la
necesidad, en el apuro, en la adversidad. Junto con Jesús y María es el amigo que nunca
falla.
* * *
Nuestros enemigos son hijos de Dios por la creación y hermanos nuestros. Son
instrumentos de Dios y como la lima que limpia el orín, esto es, el mal de nuestra alma.
Por eso dice San Juan Crisóstomo: “Con frecuencia nuestros enemigos nos hacen
beneficios mayores que nuestros más caros amigos”. (San Antonio de Padua).
* * *
“Ahora de pequeño que se dé todos los gustos. ¡Ya tendrá tiempo para sufrir
cuando sea mayor”…
Con estas palabras, muchas veces oídas en hogares cuyos padres aman
sinceramente a sus hijos, se sostiene el enfoque educativo de satisfacer todos los gustos
del niño e impedirle toda clase de privaciones y sufrimientos. Se acostumbra a
reaccionar frente a las críticas a este tipo de educación permisiva y facilista, diciendo:
“¿Usted se cree que vivimos en Esparta?”…Ya pasaron estos tiempos. ¡Usted no tiene
amor por los niños!”… Como “ya tendrá tiempo para sufrir cuando sea grande”, esos
padres evitan a sus hijos todo esfuerzo, sacrificio, privación y sufrimiento, y satisfacen
sus gustos y deseos. Si el niño llora porque no lo tienen en los brazos: hay que tenerlo
en los brazos; si pide un caramelo o un juguete: hay que dárselo. Pida lo que pidiere no
hay que negarle nada. Al niño no hay que ponerle mala cara porque se pone a llorar. No
hay que contradecirlo porque se le crean complejos. Si se porta mal en el colegio o en su
casa, hay que evitarle el castigo “justificando” su falta con una mentira porque el
castigo “lo haría sufrir”… Si el jovencito de 12 años se acuesta tarde un domingo por la
noche porque fue a un baile o vino muy cansado de una excursión. Que falte al colegio
el lunes por la mañana y que se quede durmiendo para “reponer energías”. “Está en la
edad del crecimiento y si no descansa bien puede debilitarse, ¿qué mal puede hacerle
faltar un día a clase? Luego se dará parte de enfermo”… Si el chico, ahora adolescente
de 15 años, pide algo que tiene muchas variantes según las posibilidades económicas
familiares, y bien podría ser un automóvil, una moto, ahí está la moto, ahí está el
automóvil. Porque “¿qué tiene de malo una moto? ¡Que se divierta! Es joven y la
juventud está hecha par divertirse. ¡Ya tendrá tiempo para sufrir cuando sea mayor!”
Cría cuervos y te sacarán los ojos”… Piensen los padres que han adoptado la educación
de que “ya tendrá tiempo para sufrir cuando sea mayor” de que está en juego la
felicidad de sus hijos que al final también será la suya. No hay que evitarles problemas
y sacrificios a los niños, sino enseñarle a superarlos, a darles un sentido cristiano.
Facilitárselo todo para evitarle trabajos, esfuerzos y sacrificios que le ayudarán a
formarse humana y cristianamente, es condenarlo al fracaso, pues la vida es lucha, es
sacrificio, es trabajo, es esfuerzo.
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Amar es querer el bien de cada hombre y ver los bienes que encierra.
Amar es querer el arrepentimiento del culpable más que su castigo.
Amar es decirle a Dios: Aquí estoy, Señor, haz de mi lo que Tú quieras.
Amar es sonreír a la voluntad de Dios.
El egoísmo, el odio, los resentimientos y las antipatías alimentadas son los
obstáculos que nos impiden amar.
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La Virgen en una aparición dijo: “Quiero que todos hablen conmigo como los
hijos que hablan con su madre y se lo cuentan todo y se alegran después de tiempo de
no verla”.
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Dios está dispuesto a colmar nuestros deseos y necesidades, pero ¡qué pocos
disponen su corazón para recibir los dones de Dios!
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* * *
Más que nunca necesita el mundo, la Iglesia, cada uno de nosotros, una Madre
que dé luz y calor a nuestra vida. No encontrarás ningún Santo que no haya amado
tiernamente a María. En un momento de tentación, una mirada a María será tu fuerza.
En medio del dolor, de la angustia, una mirada a María volverá a tu corazón la serenidad
y la paz. ¡Cuánto sabe la Madre de curar heridas, estimular a la virtud, devolver la
alegría, rehacer la vida de sus hijos! La oración sincera a María será el medio más eficaz
para llegar pronto a vivir con plenitud tu vida de hijo de Dios.
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Cuanto más quieras ala Virgen, cuanto más la invoques, con mayor rapidez y
seguridad llegarás a Dios, a la perfección, a la santidad. Dios no puede negarle nada a su
propia Madre. Es la Medianera de todas las gracias. Todo lo que Dios da nos viene a
través de María.
* * *
Orar es cumplir la voluntad de Dios. Ahora sí que entenderás que puedes orar
siempre sin parar. Porque en todo momento puedes estar cumpliendo su voluntad. Que
tu voluntad esté unida a la suya: que quieras lo que Él quiere, y no quieras lo que Él no
quiere. Esa será la mejor oración. Pero para vivir en esta continua unión con Dios,
necesitas ejercitarte, entrenarte, hablando frecuentemente con Él.
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Cuando te encuentres entre los hombres, entre los niños, entre los enfermos,
entre los necesitados, no te olvides que en cada uno de ellos se esconde el Señor. Todo
tu trabajo por ellos, todo el amor y el servicio por ellos es trabajo, amor y servicio por el
Señor. Y será Él Quien te lo recompensará. “Todo lo que hagáis por uno de estos mis
pequeños hermanos, a Mí me lo hacéis”.
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* * *
Para aprender a rezar es necesario que los niños vean que sus padres rezan, y que
rezan con atención y respeto, y que luego se esfuerzan por ser más humildes y cariñosos
entre sí y con sus hijos. Sólo esos padres podrán lograr que sus hijos tomen gusto a la
oración.
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religiosa. Y todo hombre está guardado para alguien. Y esto es muy serio. Este es el
sentido de la castidad del sexto mandamiento, que no es otra cosa que el respeto
profundo a algo que es tan santo y de Dios como el propio cuerpo. La castidad del joven
es una fidelidad anticipada a la mujer que Dios tiene destinada para él. Y lo mismo
diríamos de la virginidad de la joven. No se pertenecen hasta tanto que Dios no los
entregue en el matrimonio el uno al otro. Fidelidad previa de ambos que es garantía de
la fidelidad posterior. La verdad es que no se desposan los cuerpos sino las almas. Por
eso el amor de desposados no envejece nunca, como no envejecen las almas. El amor
del cristiano que se sabe en gracia, y en gracia ama, no disminuye nunca. Antes, al
contrario, va en aumento cada vez más. La gracia del alma embellece al cuerpo que a su
vez transparenta el alma. Por eso el sacramento del matrimonio exige ser recibido en
gracia. El matrimonio es vocación a la santidad. El matrimonio es el estado perfecto
para la inmensa mayoría de las almas. Es el matrimonio el vehículo del amor de Dios
para un joven y una joven cuando han sido llamados al matrimonio. Y será, a su vez, el
vehículo del amor de ellos al Señor. Ya no podrán, en adelante, amar al Señor sin amarse
mutuamente. Amarán a Dios por partida doble porque cada uno ama también con el
corazón del otro con el que está perfectamente identificado. Y conforme aparezcan sus
hijos como bendición de Dios lo amarán por partida triple, cuádruple o quíntuple, según
el número de hijos que Dios tenga a bien encomendar a su cuidado. Tal como dice la
oración de Tobías: “Padre te agradecemos que hayas querido unir nuestras vidas para
siempre. Ayúdanos a respetarnos como se respetan tus dones. Que nos queramos como
se quieren tus regalos. Que nos aceptemos mutuamente como se aceptan tus gracias”.
Para el que ama, no hay nada como la persona amada. Y el matrimonio es amor en la
cumbre más alta del mismo que es amor por enamoramiento. No fruto espontáneo y
natural del amor. El amor o es total o no es amor. Es eterno o no es amor. Y como es
total el amor en su donación, no habrá posibilidad de darlo a otra persona, puesto que no
se posee. Y como totalmente se ha aceptado y en retorno se ha dado, será un amor que
no podrá dividirse. Es la fidelidad cualidad que tanto embellece al amor. Está mal visto
el esposo o la esposa infiel. Ambos cónyuges tienen que vivir en ese amor de
preferencia que les haga responder ante cualquier tentación: “Te prefiero a todas las
personas del mundo entero porque vales más para mí que todas ellas”. Y ese amor de
preferencia se duplica cuando se vive desde Dios. El amor del matrimonio es fecundo.
No termina en los dos, se proyecta en un tercero. Como en la Santísima Trinidad: el
amor mutuo del Padre y del Hijo es el Espíritu Santo. Dios los necesita para dar vida a
nuevos seres que sin ellos no puede darla. Hijos que serán suyos y de Dios;
principalmente de Dios, porque habrá creado un alma, o varias almas, tantas como hijos,
para informar esos cuerpecitos que ellos, en esas santas entregas corporales, le han
ofrecido. Sí, entregas santas corporales de las que no deben tolerar la más leve broma
irrespetuosa. Como dice la oración de Tobías. “Si yo me caso con esta hija de Israel no
es para satisfacer mis pasiones, sino solamente para fundar una familia en la que sea
bendito tu nombre por siempre.” No sólo matrimonio para el placer sino también para
traer hijos que sean hijos de Dios, que siga sus preceptos, y que sean plenos ciudadanos
del Cielo: un amor sólo basado en el sexo, sin hijos, es un amor egoísta, incompleto,
materialista y anticristiano. Placer, como manifestación de amor entre los esposos, sí,
pero sin olvidar el otro gran mandamiento de Dios: “Creced y multiplicaos”, o sea, traer
hijos e hijas que alaben a Dios y sean dichosos para toda la eternidad en un Paraíso
inimaginable de dichas, alegrías, gozos y felicidad eterna. Misteriosas leyes de herencia.
Por eso su fidelidad conyugal del uno para con el otro, sin terceros adúlteros, hará que a
sus hijos les sea más fácil guardar su fidelidad, su castidad, su pureza; el amor puro y
sacrificado a Dios de los padres capacitará a sus hijos para amar en su día como se han
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amado ellos. Por eso el amor conyugal siempre queda abierto a un tercero que son los
hijos. Todos los hijos son salvadores de sus padres, porque serán la mejor obra que
podrán presentar el día del Juicio al Señor, y constituirán su corona en el Cielo, de
tantas estrellas cuantos fueron los hijos aceptados de parte de Dios. Cada hijo les
vincula con lazo fuerte al Señor y les asegura el Cielo, la bienaventuranza eterna.
* * *
* * *
* * *
¿Quieres consolarte? Consuela a los demás. Para consolar hay que vivir en Dios
y llevar a Dios, fuente eterna de felicidad, dentro de nosotros, por medio de la gracia.
Por eso la mayor consoladora es María, y María durante su vida mortal no necesitó
muchas palabras para consolar. Iba por el mundo llevando en sí misma y consigo a
Jesucristo. También en la eternidad, lo mismo que en el tiempo, la Madre de Dios llega
al corazón del que llora, llega suave y sencillamente con la experiencia del dolor, sin la
experiencia de la culpa, para elevarnos a la región de la serenidad. También nosotros
podemos consolar haciendo que brille en nuestras almas el Señor.
* * *
María es Madre de Dios para alcanzarlo todo y Madre de los hombres para
concederlo todo.
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La devoción a María puede llamarse la llave del Paraíso. (San Efrén)
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Nada igual a María, nada mayor que María, sino sólo Dios. (San Anselmo).
* * *
María es la Estrella que guía al puerto del Cielo a los que navegamos por el mar
de este mundo. (San Bernardo).
* * *
Quien agitado por las borrascas de este mundo rehúsa asirse a la mano
auxiliadora de María, pone en peligro su salvación eterna. (Juan XXIII)
* * *
Si quiero depender de la Madre es para hacerme esclavo del Hijo. Si aspiro a ser
todo de Ella, es para rendir a Dios mi homenaje de sujeción con mayor fidelidad. (San
Ildefonso).
* * *
Gran cosa es lo que agrada a Nuestro Señor cualquier servicio que se haga a su
Madre. (Santa Teresa de Jesús).
* * *
Reunid, si podéis, el amor que todas las madres tienen a sus hijos, todos los
esposos a sus esposas, todos los ángeles y santos a sus devotos, y toda esta suma de
amor no igualaría al que tiene María, la Virgen a una sola alma. (San Alfonso María de
Ligorio).
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A los que recen diariamente tres avemarías me mostraré a la hora de su muerte
con el brillo de una belleza tan grande que mi vista lo consolará y le comunicará las
alegrías celestiales. (La Virgen a Santa Gertrudis).
* * *
En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María.
(San Bernardo).
* * *
* * *
* * *
Dios nos envía cada día una lluvia abundante de gracias actuales para producir
obras buenas, para producir frutos de vida eterna mediante ilustraciones en el
entendimiento y mociones e impulsos en la voluntad. Unas veces vienen por acción
directa de Dios en las almas; otras vistiéndose de datos externos ocasionales: lectura,
buen ejemplo, etc. Quedaríamos asombrados si viéramos juntas todas las gracias
actuales que Dios nos ha dispensado solamente en un de los años de nuestra vida. No
desaprovechemos una sola gracia, pues suelen venir encadenadas unas a otras,
perderíamos las siguientes, al ser infieles a la primera.
* * *
Tan afectivo es con nosotros el Corazón de María, la Virgen, que los de todas las
madres juntos, comparados con el suyo, son como un pedazo de hielo. (Santo Cura de
Ars)
* * *
El alma no tiene almohada más dulce para descansar que la buena conducta.
(San Gregorio Magno).
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* * *
Dios podría hacer hecho un mundo más hermoso y maravilloso, pero no pudo
haber hecho una Madre superior a María. (San Buenaventura).
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* * *
* * *
Habéis de saber y creedme a mí, que lo tengo experimentado, que no hay medio
más poderoso para obtener gracias del Señor como la Virgen Santísima. (San Felipe
Neri).
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* * *
Si Dios quiere que algo se haga nos dará los medios. (Teresa de Calcuta).
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La familia para ser feliz tiene que contar con Dios. Es un error vivir de espaldas
a Él.
* * *
Si eres libre para escoger, tienes que darte cuenta de que los preceptos religiosos
cristianos no son cortapisas a tu libertad, sino una ayuda para llegar al fin.
* * *
* * *
Todos los hombres comparten un mismo deseo: quieren ser tratados con dulzura
y no con mal humor, ni ser reprendidos con dureza. (San Vicente de Paúl).
* * *
La brusquedad lo echa todo a perder, cierra los corazones, engendra odio y terquedad.
* * *
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La mejor manera de tratar a los demás es preguntarse ¿cómo me gustaría que me
trataran a mí en este caso?
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* * *
Hacer esperar al que está aguardando un favor nuestro es echar a perder el regalo
que se hace. Al contrario, el que da pronto, da dos veces.
* * *
* * *
No vayamos a contar, sin grave motivo, a uno lo malo que de él hemos oído a
otro. Eso disgusta y separa a dos amigos. Al contrario, gustemos de referir a los demás
las apreciaciones benévolas hechas sobre ellos. Eso es caritativo y de ordinario provoca
el afecto para con aquél cuya estima llegamos a conocer y para el cual hasta entonces
tal vez no sentíamos sino indiferencia o aversión.
* * *
Practicar la caridad es ser serviciales, pensar en los otros, tener en cuenta ciertas
fechas del año. Felicitaciones por los aniversarios, cumpleaños, santos, pésames nacidos
del corazón. Hablemos amablemente y dejemos hablar a los demás.
* * *
* * *
Seamos siempre caritativos, serviciales, pero sobre todo con los afligidos. Es
cuando más se necesita la ayuda de los demás. Valgamos mucho, o valgamos poco,
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todos, con nuestra servicialidad, buenas maneras y sincera caridad, podemos ayudar a
los demás.
* * *
Los que esperamos en Dios triunfaremos un día de todo lo que sea dolor y
trabajo… ¡Para siempre! Rebosaremos de alegría, de felicidad completa… ¡Para
siempre! Alegría, amistad, amor… ¡Para siempre! Todo se nos dará con este precinto
valiosísimo: “Eterno”. Por primera vez no tendremos que pensar en el fin de la fiesta,
porque no existe. Porque nuestra victoria no acabará nunca.
* * *
Alegría es orden. Lo mismo en el cuerpo que en el alma. Si ese cuerpo está bien
ordenado en todos sus sistemas, el cuerpo camina, trabaja, lleno de alegría. Si en el alma
hay orden, el alma respira y transfunde alegría. El orden en el alma lo marcan las
virtudes y los buenos sentimientos. El desorden interior nace de los vicios, del pecado,
de los sentimientos negros. Para tener alegría lo fundamental es el orden con Dios,
teniendo tu alma en gracia, cumpliendo su santa Ley, y acudiendo a Él con frecuente
comunicación por medio de la oración. Imprescindible también el orden con nosotros
mismos, venciendo las tentaciones que nos desvían del camino y cultivando sin
cansancio las flores de virtudes que todos conocemos porque las deseamos o echamos
de menos en nuestros compañeros de destierro. Sin este orden no se conquista la alegría.
Tener a Dios contento, agradarle cumpliendo sus Mandamientos, mantenernos en el
camino de la virtud, honradez, es el orden necesario para la alegría.
* * *
* * *
Has dado una limosna, has visitado un enfermo, has perdonado una ofensa y
sientes interiormente un gozo que tal vez no puedas disimular. La caridad es también
manantial de alegría.
* * *
Cuando estés agobiado por la pena, haz oración. Ya verás qué confortado te levantas.
* * *
* * *
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La preocupación tonta sobre problemas presentes o futuros es generadora de
tristezas. Haz lo que puedas por solucionarlos y déjalos después en manos de Dios:
confía en Dios, que jamás abandona a sus hijos y verás cómo de esta confianza te
vuelve la alegría.
* * *
Preocúpate con juicio del problema de hoy, pero no sufras por el de mañana, que
no sabes si va a llegar.
* * *
Los rencores ocultos son ratas que agujerean el espíritu y matan la alegría.
Nunca he visto un rencoroso alegre. Está carcomido por dentro. Aunque cante más que
un gamberro a media noche, en su interior lleva una funeraria. Cuesta menos perdonar
generosamente al ofensor que sufrir el tormento del odio. Y esto lo saben sólo media
docena.
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* * *
* * *
* * *
Una protestante convertida al catolicismo decía: “Yo no tengo más que una
dificultad sin respuesta: ¿Cómo es posible ser católico y estar triste?”… No estaría triste
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si fuera sinceramente católico. Lo vemos en las vidas de los Santos. Los Santos fueron
los seres más alegres que han existido.
* * *
Que las rosas tengan espinas nada tiene de extraño. Al contrario, es una felicidad
ver que debajo de las espinas se pueden encontrar rosas, no hay que afligirse porque
cada día se halle entre dos noches, sino alegrarse más bien de que cada noche se halle
entre dos días.
* * *
Quien ve la mano de Dios en todas sus cosas diríase que tiene en sus manos una
vara mágica que por todas partes le hace descubrir fuentes de consuelo. Es el sabio
hortelano de la alegría. Siempre sabe ver el lado consolador de las cosas y no hay nube
tan negra en que no se descubra una cenefa arrebolada. El sentido de las pequeñas
dichas, el don de saberlas apreciar, es cosa preciosa, porque, si se tiene nunca se está sin
gozo. El que se resuelve a cultivar en sí la alegría cada vez se irá haciendo más
ingenioso para descubrir en su vida las compensaciones que Dios ha puesto en ella.
Proseguir con perseverancia esa gimnasia de alegría normalizará poco a poco los latidos
del corazón y dará a la vida un nuevo impulso. Estas compensaciones las ha puesto Dios
hasta en nuestras tribulaciones. Mezcla siempre pena y consuelo (San Juan Crisóstomo).
El secreto, la clave de esta alegría: poner a Dios en todo lo que haces, y lo
encontrarás en todo lo que te acontece.
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* * *
* * *
¿Queremos que la alegría esclarezca nuestra vida, como el sol lumina un día
esplendoroso? Seamos fervorosos. Luz es nacida al justo, y a los rectos de corazón,
alegría. Alegráos justos en el Señor. Toda nuestra gloria consiste en el testimonio que
nos da la conciencia. ¿No quieres estar nunca triste? Vive bien. La vida buena tiene
siempre alegría, dice San Bernardo. El Santo Cura de Ars decía: En el alma unida a
Dios, eterna primavera. Si hay alegría en este mundo, la tiene el corazón puro.
* * *
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La dicha está menos en lo que poseemos que en la manera como de ello nos
aprovechamos. Dichoso es aquel que por dichoso se tiene. Algunos se ven reducidos por
los azares de la vida a lo justito y sin embargo se sienten contentos, el corazón les canta.
Otros gozan de lo mucho que tienen, y sufren mucho por lo poco que les falta. La
desgracia les hace desgraciados, pero la dicha no les hace dichosos. Posan junto a la
dicha, y se obstinan en no cogerla, y ¿qué mejor dicha que confiar en Dios, en su divina
voluntad, en su bendita Providencia?
* * *
Muchos males no existen más que en nuestra imaginación. Sufrimos más por la
imaginación que por la realidad. Pobre espíritu humano, que toma los fantasmas por
realidades y las realidades por fantasmas.
* * *
* * *
¿Hay entre vosotros alguno que esté triste? Que haga oración. (Santiago 5, 13).
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Los placeres buscados contra la ley de Dios no dan un contento duradero, sino
una grosera sacudida, seguida del remordimiento. Esos goces matan el gozo.
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* * *
El cine, la televisión, tienen un poder sin límites. Hoy bajo el poder del diablo…
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Los Santos que han brillado por la simpatía son toda una legión. Aún a distancia
de siglos nos encandilan y arrebatan por la simpatía.
* * *
Simpatía con simpatía. Todos quieren recibir el buen trato de los demás. Todos
quieren hallar simpatía a su lado. ¡Nos es tan encantadora la simpatía! Pero pocos
conocen el secreto. No es otro sino el de sembrar simpatía con nuestro propio trato.
* * *
Hay algunos que piensan que la simpatía procede del buen rostro, del buen
parecido. Es falso. Personas que no han sido favorecidas por la naturaleza esconden un
interior simpático y atractivo. La simpatía es un conjunto de cualidades internas,
preciosas en extremo. Serán regalo de la naturaleza, pero más bien son cultivo propio.
* * *
* * *
499
Bien sabemos que es la mejor palabra que podemos oír en los labios del prójimo. Y esa
palabra nos echa por tierra. Mucho ganaríamos si lo supiéramos administrar bien.
* * *
* * *
Los Santos son como los rayos de la luz de Dios. Reflejan su gracia y su ternura,
para que los hombres puedan vivir en la luz.
1) Estar dispuestos a tratar con toda clase de personas. Por muy alto que sea éste
o aquel no será más de lo que eres tú o cualquiera de nosotros. Lo malo es limitarnos a
este o aquel. El simpático tiene abiertas las puertas de todos los corazones.
2) No está todo en hablar y hablar. Casi es más simpático el que oye y escucha,
que el que habla sin dejar meter baza a los prójimos.
3) El más precioso tesoro es la amabilidad, que la muestra con todos los que se
ponen a su alcance.
4) Saber beberse los disgustos y ocultarlos tras una sonrisa. La diferencia entre
la persona simpática y antipática no está en la ausencia de disgustos, porque todos los
tenemos, sino en saber ocultarlos artísticamente bajo la sonrisa.
5) Aunque estés de humor de perros debes estar siempre en forma en buena
disposición. ¡Cuánto cuesta estar siempre accesible para todo y francamente
comunicativo!
6) No hables mal de nadie sin necesidad.
* * *
* * *
Se dice que la cara es el espejo del alma. Los niños, lo que primero miran de las
personas, es la cara, para ver de quienes se pueden fiar y quienes los pueden querer.
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* * *
500
Una forma simpática de hablar es hablar con corrección. Hasta los maleducados
y groseros aborrecen la palabra soez y eso que ellos la lanzan cada cinco palabras.
* * *
* * *
No sólo la simpatía es virtud, sino que no debe haber virtud sin su propia
simpatía sin su granito de simpatía. La humildad debe ser simpática: la obediencia igual.
Así deberíamos decir de todas las virtudes.
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* * *
501
8) Hace aumentar nuestros méritos de gloria para la eternidad.
El sufrimiento nos configura con Cristo de una manera perfectísima y la santidad
no consiste en otra cosa que en esa configuración con Cristo.
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El amor es respeto.
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502
Si amamos el deber y nos entusiasmamos con el trabajo que hacemos, nuestro
deber y nuestro trabajo serán nuestra mejor diversión, descanso, alegría y felicidad.
* * *
A todos nosotros nos ha fabricado Dios en su fábrica con una finalidad: salvarse
salvando. Pero cada uno tenemos una finalidad especial según las cualidades
particulares y en combinación y dentro del mundo que nos rodea. Tú no sirves para
todo. Tú sirves para lo que sirves; según las cualidades que tengas. Empeñarte en hacer
otras cosas es exponerte a quedarte en la cuneta.
* * *
Conviene que de pequeños, los niños de nueve o diez años, ya tengan algún
ideal, que, aunque lejano, le atraiga o arrastre para estudiar, para comenzar el
bachillerato, o cualquier otro tipo de estudio. Sin ningún ideal o fin, el niño tiene pocos
arrestos para arremeter con el estudio. Ningún niño o niña estudia por estudiar o para lo
que salga.
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Es muy importante fijarse en las cualidades morales para elegir carrera. Es este
punto más difícil que el del talento y el de la voluntad. ¿Qué cualidades se requieren
para tal carrera? La respuesta tiene su dificultad. ¿Y esas cualidades que se requieren
para esa carrera las tienes tú? Respuesta aún más difícil, que solo se puede dar después
de conocerte tú y conocerte otros durante varios años, y aún a veces se equivocan todos.
* * *
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Vocación es la llamada a ser feliz. Si la oyes y la sigues, vida feliz. Si no la oyes
o si oyes otra voz que no es tu vocación, no te quejes después de tu mala suerte; tú
escogiste el camino. El trabajar toda tu vida contra la propia inclinación es una cruz
pesada y siempre muy larga que produce en el hombre o mujer, el hastío a la profesión
que ejerce. En nuestra vida tenemos que tener un ideal. Hemos de trabajar por algún
ideal. Los animales solamente trabajan para llenar el estómago: es único ideal.
Conseguido éste no da un paso más. El ideal eleva la voluntad, la potencializa y por lo
tanto a toda la actividad del hombre. Tu ideal ha de ser digno, conforme a tus
cualidades, práctico. Ni que vaya por las nubes ni que se arrastre por el suelo, ni que sea
contra tus cualidades.
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504
Si tienes una buena cualidad no abuses de ella hasta convertirla en flaqueza.
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Los buenos hábitos son mucho más fáciles de perder que los malos.
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En la cortesía existe un fondo común a todos los pueblos en todas las edades: ese
fondo es hacerse agradable y aún amable a los demás.
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La cortesía es como una planta que en todas partes tiene la misma raíz y en cada
clima produce flores distintas, según el gusto de los habitantes de la región.
* * *
Cuando en las personas se ve a Dios, a Jesucristo, se las ama por lo que tienen de
Dios y se procura agradarlas por agradar en ellas a Dios.
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Las personas más corteses son los santos. El santo, aunque no sepa cómo se
comen los espárragos y los langostinos, se desvive por todos; a nadie molesta y procura
complacer a todos. Porque ésta es la verdadera cortesía, no ha habido en la tierra
hombre más cortés como Jesucristo. Fue cortés Jesucristo y lo será el verdadero
cristiano, que posee el amor de caridad a los hombres que Jesucristo proclamó por
distintivo suyo. Un amor que no permanece oculto en el corazón, que se manifiesta en
una amabilidad constante, en las pruebas, en las persecuciones y en las relaciones
triviales de la vida cotidiana. Cada uno de los gestos y de las palabras debe estar
impregnado de esa caridad, que unas veces es paciente y otras misericordiosa, que
según los casos se matizará con humilde modestia y respeto, discreción o alegría; que en
todas partes y con toda clase de personas evitará la maldad y la rigidez y será
esencialmente generosa y bienhechora. Cuando es así, ¡que encanto tiene la virtud de la
cortesía!
505
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* * *
La verdadera cortesía supone un dominio grande los nervios y del amor propio
para controlarse, para no reflejar externamente el desagrado al advertir reticencias
intencionales y alusiones maliciosas en una reunión. El que no tenga este dominio de sí
mismo, el que no tenga la virtud de la caridad, no aguantará las molestias que le hacen,
y él mismo será descortés molestando a los demás.
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Quien vive en sociedad tiene que hacer agradable la vida a todos los que lo
rodean, y a ello contribuye extraordinariamente la cortesía. Pero ésta no debe reservarse
para el trato con las personas extrañas, hay que extenderla a los que viven en la misma
casa, y con ellos en primer lugar. Cuando uno deja de estar solo, ya está en sociedad,
aunque la compañía se limite al cónyuge y a los hijos. Y si estás en sociedad, aunque
506
esta sea pequeña, tienes que guardar formas corteses para hacerles agradable tu trato.
Sociedad pequeña es la familia, pero es sociedad; y los que la forman viven juntos todos
los días y gran parte del día. ¡Encantador sería el hogar en que todos se esmeraran por
mostrarse corteses! Ser cortés supone saber endulzar las asperezas de nuestro carácter.
Un objeto cualquiera, aunque sea de metal precioso, si no ha sido pulido, se califica de
tosco; y este calificativo, aplicado a las personas, no tiene nada de lisonjero. Y sucede,
que, usualmente, la cortesía se deja para exhibirla fuera del hogar. Hay personas que con
os de fuera se muestran muy afables y corteses, pero una vez que entran en su casa,
dejan a la puerta todos los miramientos. Examina la raíz de este hecho y encontrarás que
es un egoísmo feroz. Es una persona atenta y tal vez rastrera con quien puede ofrecer
algo todavía; y en cambio niega su afecto y consideración a aquellas personas de
quienes no puede esperar más, porque se lo dieron todo, o cree que se lo deben todo. La
cortesía en el hogar impone sacrificio continuo: indulgencia, comprensión, solicitud,
que no deben decaer ni por la edad ni por el tiempo. Un instante de olvido puede echar a
perder el fruto de días de semanas, y puede ser que de años, durante los cuales no has
dejado de merecer la confianza depositada en ti. La cortesía constante supone
abnegación, vencimiento propio; el hombre egoísta no se sacrifica por los demás. Es
verdad que dentro del hogar deben dejarse muchos cumplimientos, muchas actitudes
postizas, y que en él debe reinar la franqueza y la sencillez. Pero para vivir con libertad
y comodidad no es necesario gritar y dar rienda suelta a las violencias del genio. Para
descansar y expansionarse no es necesario fruncir el ceño y poner rostro avinagrado. La
sonrisa, las atenciones y agasajos mutuos crean en el hogar una atmósfera de paz y de
reposo.
* * *
* * *
Toda persona, cualquiera que sea su condición, tiene derecho a ser respetada y a
que se guarden con ellas las debidas consideraciones. Merecen respeto las canas de los
ancianos. Exige delicadeza la debilidad de los niños, a quienes hay que aconsejar o
reprender.
* * *
Profesores de cortesía en el hogar deben ser en primer lugar los padres con el
ejemplo.
* * *
Desde la edad más tierna hay que enseñar al niño las buenas formas de la
cortesía, para que las irradie fuera del hogar. Hay que acostumbrarlo al orden y a la
limpieza. A conducirse correctamente en la mesa. Debe aprender bien que las protestas
y los caprichos son algo feo, que hacer ruido sin necesidad es falta de consideración con
los que tienen que soportarlo, y que la mentira es detestable. Esto por poner un ejemplo,
de las lecciones de cortesía que el niño debe aprender en el hogar. Lecciones que se
pueden aprender y practicar sin ahogar las alegrías y la expansión de los niños y de los
jóvenes. ¿No quieres que tu hijo te avergüence con sus modales incultos delante de los
507
demás? No basta que le hagas aprender de memoria un tratado de urbanidad. Tiene que
adquirir la costumbre de proceder cortésmente dentro de casa, y se lo tenéis que enseñar
los padres con vuestro ejemplo. Pequeña virtud de la cortesía que supone la gran virtud
del sacrificio y del vencimiento propio, por el bien de los demás. Pequeña virtud, que
puede y debe ser incorporada la virtud suprema de la caridad.
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* * *
¡Ay de los pueblos, cuando el hogar, que debe ser la escuela del amor se
convierte en la escuela del egoísmo! ¡Cuando la madre, que debe ser “el primer amor”
de un hombre, se convierte en “su primer odio”!
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* * *
Abortar equivale a tirar por la borda a los niños en un naufragio para que se
salven los adultos. En el aborto se aplica la ley del más fuerte. Es la prepotencia ejercida
por los fuertes en perjuicio de los débiles.
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* * *
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hombre no es ni la infancia ni la adolescencia que sólo son la transición para llegar a la
condición del adulto. Claro que la educación para enfrentarse al sufrimiento no debe
impedir, sino por el contrario, favorecer, la normal evolución corporal del niño y su
desarrollo espiritual. Tampoco deben sufrir aquellas privaciones que más que templar el
carácter lo destruyen. En la educación para el sufrimiento, que es le educación para la
vida, para el amor, para el sacrificio, para la solidaridad, para la práctica verdadera de
nuestro cristianismo, los padres deben tener en cuenta las siguientes normas:
-No satisfacer todos los caprichos del niño, que no significa no satisfacer
ninguno.
-No permitirle que haga siempre su voluntad, que no debe interpretarse que nada
se le debe permitir.
-No sobreprotegerlo, ni reemplazarlo en lo que el niño o adolescente pueda
realizar por sí mismo.
-Acostumbrarlo a las privaciones.
-No exagerar el dolor, ni el propio ni el del niño.
-Hacerle conocer prudentemente los sufrimientos del prójimo.
-Enseñarle a compartir los trabajos del hogar aunque su ayuda sea innecesaria.
-Hacerle vivir una vida familiar comunitaria en la que él sea un miembro más y
no un invitado de honor.
-Ser exigente y comprensivo con el niño en el cumplimiento del deber.
-Estimularlo para que sea generoso, acostumbrarlo a servir más que a ser
servido.
La aplicación de estas normas como todas las educativas, debe estar regida por
la prudencia. Debemos tener en cuenta los factores de relatividad que hacen distinto el
problema según sea quien da la enseñanza y quién la recibe. La educación es un arte
más que una ciencia porque no hay dos hombres iguales. La prudencia es la virtud que
dictamina cómo deben aplicarse esas normas. El niño es como un atleta que hay que
preparar y entrenar para la carrera de la vida, y ninguna preparación es posible sin el
sufrimiento que el trabajo y el esfuerzo entrañan. La mejor preparación que podemos
dar a nuestros hijos para enfrentarse con la vida es la de contar siempre con Jesús y
María, la Virgen, nuestra Madre, como verdaderos Amigos que nunca fallan.
Enseñémosles a contar con Ellos, enseñémosles que la voluntad divina es la que
debemos aceptar después de haber puesto de nuestra parte todo lo posible por solucionar
el problema, que tenemos entre manos. Una vez puestas todas las medidas de nuestra
parte, enseñemos a nuestros hijos a dejarlo todo en mano de Dios, en su bendita
Providencia: así habremos preparado a nuestros hijos para ser felices en esta vida y en la
otra, pues al ver la mano de Dios en todo lo que nos acontece, después de haber puesto a
Dios en todo lo que hacemos, viviremos alegres incluso en las dificultades, pues
sabremos que éstas son permitidas por Dios con medida ajustada a cada uno de
nosotros, y así podremos llevar nuestra cruz con facilidad, pues Dios nos coge de su
mano. Quien acepta la voluntad de Dios en todo lo que le sucede vive alegre aún en la
adversidad, en el contratiempo, en la enfermedad.
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* * *
509
Dios cuidará de nosotros y de nuestras cosas… Para eso es necesario que todos,
es a saber: alma, cuerpo, vida, salud, familia, asuntos, en una palabra, todo, lo remitas
plenamente a la disposición de la suave providencia de Dios y que lo dejes hacer. Dios
quiere arreglarlas a su gusto y tener las manos libres. Por eso desea que les des todas las
llaves; que le concedas licencia para entrar y salir cuando Él quiera; que no andes
vigilándolo para ver y examinar lo que hace; que no le pidas cuentas de ningún paso que
dé, aunque no veas la razón y aún parezca a primera vista que va a ceder en tu daño
pues, aunque tengas muchas veces que ir a ciegas, te consolará el saber que te hallas en
buenas manos. Y cuando ofreces tus cosas no ha de ser con el fin precisamente de que
Dios te las arregle a tu gusto, porque eso ya es ponerle condiciones y proceder con
miras interesadas, sino para que las arregle según le parezca a Él, para que proceda en
todo como Dueño y como Rey, con entera libertad aunque prevea alguna vez que su
determinación te haya de ser dolorosa. Tú no ves sino el presente, Dios ve lo por venir;
tú miras con microscopio, Dios mira con telescopio de inconmensurable alcance; y
soluciones, que de momento parecerían felicísimas, son a veces desastrosas; fuera de
que en ocasiones, para probar tu fe y confianza en Dios y hacerte merecer gloria,
permitirá, de momento, con intención deliberada, el trastorno de tus planes. Pero con
esto no quiere que te abandones a una especie de fatalismo quietista y descuides tus
asuntos interiores. Debes seguir como ley aquel consejo que nos dejó en el Evangelio:
“Cuando hubiéreis hecho cuanto se os había mandado, decid: siervos inútiles somos”.
Debes en cualquier asunto tomar todas las diligencias que puedas, como si el éxito
dependiera de ti sólo, después decirle a Dios con humildad y confianza: “Corazón de
Jesús, hice según mi flaqueza, cuanto buenamente pude, lo demás ya es cosa tuya, el
resultado lo dejo a tu Providencia”. Y después de dicho ésto, procura desechar toda
inquietud y quedarte con el reposo de un lago en una tranquila tarde de otoño. Debéis
ofrecerle todo sin excluir absolutamente nada, pues, sólo le excluyen las personas que se
fían poco de Dios.
* * *
* * *
Algunas personas dicen que no pueden trabajar por el reinado de Dios por estar
muy ocupadas, como si los deberes de su estado, las obligaciones de su oficio y sus
quehaceres diarios, hechos con cuidado y con esmero, no pudieran convertirse en
trabajos apostólicos. Sí, todo depende de la intención con que se hagan. Una misma
madera puede ser trozo de leña que se arroje en una hornilla, o devotísima imagen que
se ponga en un altar. Mientras te ocupas en eso procura muchas veces levantar a Dios
tus ojos y como saborearte en hacerlo todo bien, para que todas tus obras sean monedas
preciosísimas que caigan en el cepillo que Dios guarda para lo obra de su reinado en el
510
mundo. Debes también esforzarte, aunque con paz, por ser cada día más santo; porque
cuanto más lo seas, tendrá mayor eficacia lo que hicieres por su gloria.
* * *
* * *
“Nos hiciste para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti.
(San Agustín).
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Cuando la verdad nos posee nos pone en una actitud de servicio y humildad.
* * *
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El camino que nos conducirá a Dios sin peligros de falsas ilusiones, será siempre
el camino del abandono en su bendita voluntad, que sabe lo mejor para nosotros y los
demás.
* * *
Persona madura es la que sabe amar, que sabe entregarse a los demás y ser
bastante feliz para no pedir nada a cambio.
* * *
* * *
Persuadíos de que todas las gracias que pidáis a María Santísima os serán
concedidas, con tal de que no pidáis cosas que sean para vuestro daño.
Cultivad una tierna, verdadera y constante devoción a María Santísima ¡Si
supierais la importancia de esta devoción no la cambiaríais por todo el oro del mundo!
La suma del amor de todas las madres no podría igualar con mucho al que María
profesa a cada uno de nosotros. Pensamiento dulce y embelesador.
Repasad las páginas de la tradición cristiana, interrogad a las historias del
cristianismo en todos los reinos y países del mundo, y por doquiera hallaréis a María
viniendo en socorro de sus afligidos hijos. (San Juan Bosco).
* * *
* * *
* * *
El buen maestro aborda las cosas normales de la vida, las que el niño percibe
con naturalidad y claridad, y las transforma en apoyos para alcanzar el saber y la
ciencia.
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512
Un buen maestro debe recordar con frecuencia lo que él sentía cuando era niño:
así comprenderá mejor a sus alumnos.
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* * *
A veces el éxito de una gran carrera se basa en la influencia que de niño, produjo
la influencia de un buen maestro.
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Hacer bien una cosa pequeña es mejor que hacer mal algo muy grande.
* * *
Los maestros son más recordados por lo que hacían, por lo que eran, que por lo
que enseñaron.
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* * *
La vida dura un instante, pero basta este instante para emprender cosas eternas.
* * *
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513
Derrama alegría y bondad cuando encuentres una persona conocida, y habrás
hecho una acción meritoria.
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* * *
El miedo nace cuando muere Dios en la conciencia del hombre. (Juan Pablo II)
* * *
Toma tu cruz con amor y alegría porque no hallarás otra que te sea más
apropiada ni conveniente.
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* * *
Cristo nos promete el ciento por uno, que muchas veces no alcanzamos por no
querer dejar nuestro “uno”…
* * *
* * *
* * *
* * *
La fe no es algo que se adquiere para toda la vida: hay que seguir cultivándola
hasta el fin.
* * *
514
Dios nos ha creado para construir, con Él y con los demás, una comunidad de
amor temporal y eterno.
* * *
* * *
Cuando hay amor, no nos cansamos, por muchos sacrificios que se nos
presenten; lo hacemos con toda naturalidad y, en este sufrimiento es como demostramos
de una manera palpable el amor interno que sentimos.
* * *
* * *
“Si nos hicieseis como niños no entraréis en el reino de los Cielos.” Esta actitud
de niños reclama una “Madre”: María, la Virgen, Madre de Jesús y Madre nuestra.
* * *
* * *
La ley de Dios es ley de amor, el amor no se impone, sino que se sacrifica a los
demás.
* * *
Mucho podemos hacer para alumbrar el camino de los demás y sostener sus
esfuerzos con palabras de esperanza y buen ánimo.
* * *
* * *
* * *
¿Puede un músico olvidar su partitura mimada? ¿El autor su libro favorito? ¿El
escultor su obra? Dios, que murió por el hombre, ¿podría olvidarse de él?
515
* * *
* * *
* * *
Hay que aprender a mirar con los ojos muy abiertos buscando el mensaje que
Dios nos va dejando en las cosas.
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* * *
* * *
* * *
Nuestra actitud ante el prójimo debería ser: Dios lo ama, por lo tanto, respeto y
caridad.
* * *
Nunca esperéis para orar tener ganas de hacerlo, es una ilusión peligrosa.
* * *
¡Qué gran estupidez será dejar la amistad de Dios, que ni tiene principio ni
tendrá fin, por la fugaz, pasajera y engañosa de los hombres!
* * *
* * *
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* * *
Como es el mundo físico, así también en el mundo moral nada se pierde: todo
repercute. Todos somos colaboradores de Dios, o del diablo…
* * *
* * *
Una de las cosas con que más deshonramos a Dios es nuestra falta de confianza
en Él: defecto que procede de que no consideramos bastante lo que nos ha sido dado en
la Encarnación y lo que un Dios hecho Hombre ha hecho por los hombres.
* * *
Amar bien significa amar sin esperar recompensa, y amar tomando siempre la
delantera, ser lo primero en prodigar el bien.
* * *
Bendito Jesús, por el cual María es nuestra Madre, y bendita aquella Madre, por
la cual Jesús es nuestro Hermano.
* * *
* * *
* * *
En el mismo sitio y con las mismas cosas hay quien ríe y hay quien llora; luego,
no deben ser las cosas, sino el propio corazón.
* * *
Sólo aquél que quiere hacer la voluntad de Dios conoce si el mensaje que recibe
es de Dios o no.
* * *
517
El amor hace que se ponga la propia felicidad en hacer feliz a aquéllos a quienes se ama.
* * *
* * *
* * *
Sed como el agua suave y fina, que gota a gota, menuda y constante, sin ruidos
ni aguaceros, va calando y fecunda.
* * *
El puesto que ocupamos en el mundo es el cauce que Dios nos traza para
implantar su reino.
* * *
La vida tiene un fin terreno que le sirve de pedestal para alcanzar su fin eterno.
* * *
Nuestro paso por la vida tendrá el calor y colorido del ideal que nos anime.
* * *
* * *
* * *
* * *
Goza de cada instante, porque la vida está en ese instante, la voluntad de Dios, y
la santidad.
* * *
518
¿Qué has fracasado?...Cada mañana trae un nuevo sol y nueva vida. Y cada día
es una nueva oportunidad.
* * *
Nunca olvides que la vida es un espejo y que devuelve el gesto que le ofrezcamos.
* * *
* * *
La santidad es cosa tan íntima y tan secreta, que puede una persona ser santa sin
que absolutamente nada anormal y extraordinario aparezca en su exterior. La santidad
no es cosa desfasada, sino de castillo interior.
* * *
Existen muchas santidades frustradas, por eso hemos de aumentar las santidades
conquistadas.
* * *
* * *
No te preguntes si eres feliz: pregúntate si son felices los que viven contigo. La
felicidad no se encuentra, se hace.
* * *
* * *
* * *
“Aprended de Mi”… Siempre quedaremos muy lejos del Modelo, pero será
consolador haber luchado sin descanso con la ayuda divina, por cumplir este imperativo.
* * *
El único rostro que Cristo puede mostrar al mundo para atraerlo, para
convertirlo, es el nuestro…
519
* * *
Dios está en nosotros mucho más amante que amado, mucho más servidor que
servido, mucho más orante que orado.
* * *
“Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor”… Sólo el egoísmo se hace refractario al fuego del amor.
* * *
Si Dios te lo pide, tienes que saber agonizar a tus iniciativas, a tu fama, incluso a
tus sueños… Él a cambo, te dará mucho más de lo que le has ofrecido, de lo que le has
sacrificado: no olvides, Dios siempre da el ciento por uno de lo que le ofrecemos.
* * *
Una decepción y otra, y otra… ¡No temas! Son sólo “ensayos” que Dios va
haciendo en ti. De esas “decepciones”, de esos “entrenamientos”, surgirá algo que
compensará en mucho todas las decepciones que hayas podido sufrir.
* * *
* * *
Te ruego, Dios mío, que cualquiera que sea mi destino en los planes de tu
Providencia, en cualquier rincón del mundo, por carretera asfaltada o por peñascales,
vaya siempre a Ti y llegue siempre a Ti. Porque ¡a quien iré, Señor, sino a Ti sólo, Tú
que tienes palabras de vida eterna!
* * *
* * *
* * *
520
“Mi corazón y mi lengua han hecho un trato- decía el dulce San Francisco de
Sales- que mientras mi corazón esté enfurecido, mi lengua no hablará una palabra.
* * *
Habéis de poseer un alma blindada de silencio, donde quepan todas las penas sin
que jamás tus penas salgan al exterior.
* * *
* * *
No sueñes con la palma del martirio abandonando tu cruz de cada día. Por
pequeña que esta sea, siempre será más importante ante Dios que tu figurada
crucifixión.
* * *
* * *
* * *
¡Cuánta cosecha puede brotar de que esa mano colocada en ese arado siga en su
puesto sin abandonar ni un momento el duro instrumental!
* * *
“Todo está consumado.” Todo está cumplido. Toda la voluntad del Padre está
hecha. Toda mi tarea está acabada. ¡Qué satisfacción la del deber cumplido ante Dios y
nuestra conciencia!
* * *
Tener madurez es saber amar, saber entregarse; es saber dedicarse a los demás y
ser lo bastante feliz para no reclamar nada a cambio.
* * *
* * *
521
Hay que ofrecerse y dejarse consumar hasta el fin. Hay que querer lo que Él
quiere, como Él lo quiere y porque Él lo quiere. Es lo mejor para no fracasar y obtener
los mejores resultados a nivel personal y general, para todos.
* * *
* * *
No nos importe doblarnos hasta la tierra y gastar nuestros sudores y nuestra vida
echando fuertes y hondos cimientos que sostengan el maravilloso edificio de Dios y
salvación de las almas.
* * *
* * *
* * *
Hemos de morir a nosotros mismos para aceptar que se haga la voluntad de Dios
y no la nuestra.
* * *
* * *
* * *
María es el Modelo más perfecto para nosotros, el más santo: si nos llegamos a
Ella con fe y ternura, recibiremos los rayos de su belleza y de su bondad. Junto a María
podremos ser puros, buenos, humanos, mansos, pacientes, santos.
* * *
522
* * *
* * *
* * *
* * *
Los años de nuestra vida son las páginas de un libro que nos da en blanco el
Señor y nosotros escribimos.
* * *
* * *
* * *
* * *
Muchos chicos crecen sin aprender a cumplir los quehaceres domésticos más
sencillos. No aprenden porque los padres lo hacen todo y los mantienen ocupados con
alguna distracción o diversión. Si tienes hijos, no los hagas a un lado “para que no
estorben”. Permíteles observar lo que estás haciendo, y, mejor todavía, ¡que participen!
Demos a nuestros hijos algo que ellos agradecerán por toda la vida: nuestro tiempo y
nuestros conocimientos.
* * *
* * *
523
La felicidad es un estado de alma que cada uno ha de crear dentro de sí mismo,
partiendo de su propia vida.
* * *
Vivirás cada día sin perder de vista que Dios te ama y se hace presente en tu
corazón cuando te portas como un hijo suyo.
No tendrás pesar porque los otros sean más listos, más ricos, más atractivos que
tú, porque Dios reparte sus dones con sabiduría y a cada uno le manda lo que
verdaderamente necesita y lo hará feliz.
Cumplirás con tu deber aunque esto te cueste esfuerzo y sacrificio.
Contribuirás con todo tu empeño a que en tu casa haya amor, paz familiar y
ambiente distendido.
Cuando las cosas no te salgan bien, si ha sido por tu culpa, esfuérzate por
superarte, pero no lo pienses más y déjalo todo en manos de Dios, en su bendita
voluntad.
No ambiciones lo que no puedes conseguir, y el trauma de la frustración no
robará tu alegría de vivir tu vida de cada día.
* * *
* * *
¿Qué significa ser bueno? Bueno es el que practica el bien, el que practica la
virtud, el que tiene una moral. Y vive su vida de acuerdo con la moral. De Jesús dijeron
que “pasó la vida haciendo el bien”. Hacer el bien es la primera tarea de cada cónyuge,
pero hacerle bien sobre todo al cónyuge propio; no tanto usarlo como un objeto o un
criado. Ser bueno es vivir y tener una vida moral, lo cual exige buena voluntad y
sinceridad.
* * *
Para ser bondadoso se exige amabilidad y dulzura; se cazan más moscas con una
gota de miel, que con un barril de vinagre. Si la novia y el novio no hubieran sido
bondadosos durante el noviazgo, no se hubieran casado… ¿Por qué luego, ya casados,
se hacen tan poco amables los dos?...
* * *
524
¿La razón necesita de los gritos para ser reconocida y aceptada? Entonces la
razón que tienes es muy débil. No necesitaría de gritos, ni de otra cosa, si fuera
suficientemente fuerte. Si no tienes razón, ¿para qué gritar? ¿Es que pretendes
imponerte por los gritos sin tener razón? No te ilusiones, nunca los gritos fueron
convincentes; harán callar a tus inferiores, pero no los convencerá; y hacerte obedecer
de alguien que no esté convencido, es imposible. Si tienes la razón y expones la razón
solamente con la fuerza del convencimiento, será efectivo y llegarás al corazón de los
demás.
* * *
Se puede vivir sin padre, se puede vivir sin madre, pero es imposible vivir sin Dios.
* * *
* * *
El tesoro del lenguaje limpio es herencia que todo padre debe dejar a sus hijos.
* * *
Igual que una cicatriz afea un rostro hermoso, la palabra grosera rebaja a la
persona más inteligente.
* * *
* * *
Para educar en la paz hay que cultivarla ante todo en uno mismo. La paz interior
viene de saberse amados por Dios y de la voluntad de corresponder a su amor,
cumpliendo su voluntad.
* * *
La desconfianza hacia Dios, sean cuales fueren sus causas, nos traen perjuicios,
privándonos de grandes bienes.
* * *
525
Transformaos en almas confiantes. Nuestro Señor os invita a ella; y vuestro interés así
lo exige. Os haréis, al mismo tiempo, almas iluminadas, almas de paz.
* * *
* * *
* * *
526
* * *
* * *
* * *
En todo lo que hiciereis he aquí la regla de las reglas a seguir: confiad en Dios,
actuando, no obstante, como si el éxito de cada acción dependiese de vosotros y nada de
Dios; pero, empleando así vuestros esfuerzos para ese buen resultado, no contéis con
ellos, y proceded como si todo fuese hecho sólo por Dios y nada por vosotros. (San
Ignacio de Loyola).
* * *
* * *
* * *
* * *
La confianza espera del Padre celestial todos los socorros que son necesarios
para vivir santamente aquí en la tierra y merecer la bienaventuranza del Paraíso.
* * *
527
Dios se encarga de proveer nuestras necesidades y cuida de ellas generosamente.
Nos sigue con su mirada vigilante y no nos deja en la indigencia. En medio de las
dificultades materiales, aunque sean angustiadas, no debemos perturbarnos. Con plena
seguridad, esperemos de las manos divinas lo que es necesario para el sostenimiento de
nuestra vida.
* * *
El Padre celestial no trata a los hijos con avarienta parsimonia. Pensar así, sería
blasfemar contra la divina bondad; sería por así decirlo, desconocer sus hábitos. En el
ejercicio de su Providencia, como en su obra creadora, Dios usa, en efecto de gran
prodigalidad. Cuando lanza los mundos a través de los espacios, saca de la nada
millones de astros. En la Vía Láctea, esa inmensa región de las noches luminosas, ¿cada
grano de arena no es un mundo? Cuando alimenta los pájaros, los convida a la
opulentísima mesa de la naturaleza. Les ofrece el trigo que llena las espigas, los granos
de todas las especies que maduran en las plantas, los frutos que el otoño dora en los
bosques. ¡Qué lista variada hasta el infinito para la alimentación de esos humildes
animales! Cuando crea las plantas, ¡con que gracia adorna sus flores! Les labra la corola
como si fuesen joyas preciosas; echa en sus cálices deliciosos perfumes, les teje los
pétalos de una seda tan brillante y delicada que los artificios de la industria nunca les
igualarán en belleza. Y, sin embargo, tratándose del hombre, su obra maestra, el
hermano adoptivo de su Verbo encarnado, ¿no habría Dios de mostrarse de una
generosidad aún mayor?... Consideremos, pues, como verdad indiscutible, que la
Providencia provee abundantemente las necesidades temporales del hombre. El Padre
celestial suministra a todos medios para vivir con cierto bienestar según la condición en
que los colocó. La Providencia proporciona exactamente el auxilio a las necesidades de
cada uno: para los grandes males manda los grandes remedios. Lo que las catástrofes
económicas nos quitan podemos readquirirlo con nuestra industria o trabajo. En los
casos menos frecuentes en que la propia actividad se ve del todo reducida a la
imposibilidad, tenemos, entonces, el derecho de esperar de Dios una intervención
excepcional. Aunque, incluso, una persona pierda su puesto de trabajo y se vea sin
ingresos algunos, por culpa propia, aún así el hombre, puede, con el auxilio de la
Providencia, conseguir nuevos medios de subsistencia, sólo hace falta una cosa: que
confíe en Dios y cumpla sus Mandamientos. “Joven fui, y ya soy viejo, y jamás he visto
al justo pasar hambre ni a sus hijos mendigar el pan”, dice el rey David (Salmos 36, 25).
Dios provee nuestras necesidades.
* * *
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de la necesidad? Afligirse con el futuro es desconfianza que ofende a Dios y provoca su
cólera. Nada de aflicciones inútiles: el Padre vela por nosotros.
* * *
El Señor se ocupa tanto más de nuestros intereses, cuanto más nosotros nos
preocupamos de los suyos. Cumplamos sus Mandamientos y Dios velará por nosotros.
* * *
Quien busca a Dios, Dios cuidará de sus intereses terrenales.
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* * *
* * *
¿Queréis saber qué fundamento debe tener nuestra confianza? Debe basarse en la
infinita bondad de Dios, y en los méritos de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor
Jesucristo, con esta condición de nuestra parte: la firme y total resolución de ser
enteramente de Dios y de abandonarnos completamente y sin reservas a su Providencia.
(San Francisco de Sales).
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Dios salva a los que en Él esperan.
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* * *
Dios no permitirá que venga otra cosa, sino aquello que fuere para mayor bien
nuestro, aunque nosotros no lo entendamos. (San Juan de Ávila).
* * *
Aunque Dios nos envíe penas y castigos, se lo debemos agradecer; que siempre
es para nuestra salud todo lo que permite que nos venga. (Kempis).
* * *
Nunca nos hace Dios sufrir por sufrir. Envía o permite un mal par darnos un bien
mayor. Los dolores son bienes con apariencias de males.
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* * *
Mayor amor se requiere para castigar que para acariciar. La mano dura que
castiga va dirigida por un corazón tierno que ama. Tan bueno es Dios al crearnos y
redimirnos, como al castigarnos y corregirnos.
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* * *
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Tú quieres tener personalidad. Bien. La pereza, el conformismo, el snobismo, los
“modos” y la “moda”, son enemigos de tu personalidad.
* * *
* * *
A cada hijo los padres deben conocerle sus defectos pero también sus virtudes y
verdaderos valores. Cada individuo en la familia debe ser reconocido y respetado como
individualidad. Ninguno debe ser tenido en poco por ser menos inteligente o menos
brillante que otro. Ni tampoco por ser tímido o introvertido. Se debe respetar el
temperamento y la manera de ser de cada uno. No hacer injustas comparaciones delante
del grupo familiar y mucho menos delante de personas ajenas al hogar, aunque éstas
sean amigas. Hay dos peligros en esto: Que el “sobresaliente” se sobreestime, o bien
que al llegar a la madurez de la vida se desilusione de sí mismo porque no ha logrado
rendir o satisfacer a los suyos como esperaban. El que es menos “brillante” puede
crearse un complejo de inferioridad y sentirse tan inútil en la vida que nunca logra
medir por sí mismo sus alcances y valores. Está en los padres hacer de sus hijos seres
felices y maduros o inútiles desgraciados.
* * *
Muchas madres que trabajan fuera del hogar deben dejar sus hijos pequeños en
guarderías infantiles por no tener quien se los cuide. El pequeñín sufre un trauma al ser
separado del cuidado maternal. Quizás en todo el día no tome una sola comida con sus
padres y hermanos, sino con niños mayores totalmente desconocidos para él. Hay niños
que asisten a la escuela primaria y al volver de la misma no lo hacen a su hogar porque
todavía sus padres no están en él. Deben ir a la casa del vecino, del amigo o del pariente
que vive más cerca. Todas estas personas, que con mucha voluntad y paciencia cuidan
de ellos, pueden resultar muy buenas, pero no son los padres. ¿Compartirán sus
inquietudes, sus dificultades o sus triunfos con ellos? Algunos sí. Otros querrán hacerlo
con sus padres y finalmente se los callarán porque no hubo ambiente para compartirlo…
* * *
El hogar es el asiento, el establecimiento, la permanencia del niño; es la BASE.
Es institución divina, creada por Dios con el precioso y sagrado propósito de que el ser
humano nazca, crezca y permanezca en él hasta formar su propio hogar, si es posible.
* * *
* * *
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Desgraciadamente, la mayoría de los padres ignoran a quién tienen por hijo o
hija en casa. No saben de sus grandezas y desconocen sus bajezas. ¿Cómo podrán
ayudar si, pese a vivir junto a sus hijos, no saben prácticamente nada de ellos?
* * *
* * *
Si una madre pretende tener un hijo normal, sano y feliz para el resto de su vida,
debe dedicarle por lo menos las veinticuatro horas del día durante sus primeros tres años
de vida.
* * *
En un mismo hogar y criados por los mismos padres, habrá hijos fuertes e hijos
débiles. Y es necesario que sean respetados así como son. Es su carácter, su
temperamento, su “herencia”. Es de mal gusto hacer comparaciones en público entre
parientes diciendo que este hijo es más inteligente que el otro. Que uno es alegre y el
otro retraído. No es cuestión de alegría o retraimiento, sino de temperamento. Nadie
elige ser como es, sino que hereda de sus progenitores y sus antepasados el carácter, el
temperamento y merece ser respetado así como es. Por eso decimos que es un
individuo, es único y Dios se servirá de él, así como es. Cada hijo debe sentirse
comprendido y aceptado tal cual, es. Debe ser comprendido en su personalidad toda: sus
gustos, sus aficiones, su creatividad, sus elecciones, etc. Si en un hogar hay cinco hijos
es de esperarse que estos hijos sean todos distintos y deben ser respetados así como son.
Ellos merecen y esperan tal aceptación y respeto para sentirse seguros de sí mismos. Es
bueno que los hijos conozcan los problemas del hogar que ayuden a resolverlos. Que
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asuman su responsabilidad y aceptación de estos problemas. Por supuesto, esto será de
acuerdo a la edad de los hijos; los más pequeños no podrán “digerir” problemas
familiares o de vicios. Pero podrán saber que mamá está realmente enferma y necesita
cuidado de parte de toda la familia. Es bueno que conozcan la situación económica de la
familia, ellos podrán reclamar cosas que los padres no pueden comprarles.
* * *
Es necesario que los hijos aprecien lo que tienen y pueden gastar. De lo contrario
se sentirán desposeídos, infelices, en inferioridad respecto a otros chicos que tienen
más. Desde muy pequeños, deben aprender a dar gracias por lo que poseen y saben
utilizarlo de la mejor manera posible. Y en los hogares que son bendecidos en
abundancia, ¡qué bueno es inculcar a los hijos el saber compartir con aquellos que
tienen menos! Sin arrogancia, sino con humildad, porque aún lo que tienen es de Dios y
son simplemente administradores de esos bienes. El hecho de compartir ayuda a formar
una personalidad predispuesta. En todo momento y para todas las cosas, los hijos deben
sentirse “parte interesada” en el seno de la familia que componen. Es bueno, tanto para
los padres como para los hijos que éstos participen en el arreglo, limpieza y decoración
del hogar. La madre es la señora de la casa y no la empleada doméstica. Desde muy
temprano en la vida los hijos deben aprender a arreglar sus camas, ordenar y guardar su
ropa, sus libros, sus juguetes, etc. Y cuando llega al hogar una visita inesperada, no
tener que avergonzarse por el estado en que está la casa, sino que todos puedan sentirse
cómodos, la visita y los miembros de la familia. Cuando los chicos ayudan en las tareas
domésticas se sienten parte integrante de la familia. El niño debe aprender que tal
trabajo es “su” responsabilidad y si no está hecho nadie lo hará por él, a menos que esté
enfermo o imposibilitado. Él se sentirá “realizado” y advertirá un cierto orgullo, muy
“sano” y lógico por haber realizado a tiempo su tarea en el hogar y en beneficio de
todos. Es muy importante que los padres sepan canalizar las lógicas energías de los
hijos.
* * *
Cuando los chicos no saben qué hacer con su tiempo disponible es cuando lo
gastan en realizaciones indebidas. Hasta llegarán a olvidar tareas fundamentales e
importantes, porque se acostumbraron a tomar de su tiempo libremente.
* * *
Los padres siempre deben saber dónde van sus hijos y con quién están. No será
deshonesto si averiguan si el hijo está donde declaró que iba. Están en todo su derecho
de averiguarlo. No es persecución, es control.
* * *
* * *
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Todo hijo debe ser alentado en su creatividad, en sus estudios, en sus progresos,
hasta en sus intentos, que a veces fallan, pero tiene derecho a probar si puede. Nadie le
debe detener. Alguien dijo que: “En todo ladrón, hay un niño robado”. Un niño a quien
se le reprimió, a quien no se le permitió intentar cosas. Le robaron sus derechos de
autor, de inventor y él se desquita de la sociedad robando…
* * *
* * *
* * *
* * *
Las dificultades que muchos padres tienen con sus hijos adolescentes
constituyen un problema sumamente complejo. La diferencia generacional puede ser la
causa, hoy y siempre, de que haya adolescentes que digan “¡Mis padres no me
comprenden!”, pero en la sociedad actual el problema se agrava por un ambiente social
corrompido y por unan filosofía de la educación permisiva y facilista.
* * *
* * *
Hay virtudes y vicios que se maman. Van creciendo lentamente en los actos que
vemos y las palabras que escuchamos en el hogar. Cuando hay contradicción entre las
enseñanzas y los ejemplos, priman los segundos. Cada ejemplo malo que vemos va
mellando nuestra integridad y “nos echan a perder”, es decir, nos corrompen. ¿Qué se
puede esperar de un chico que, en su hogar, observa que los intereses mezquinos se
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oponen a los valores del espíritu? La educación consiste en formar hábitos morales que
progresivamente deben hacerse conscientes y ser libremente aceptados. Esos hábitos se
asimilan por lo que el niño y el joven aprenden por el ejemplo, consciente o no que a
diario le dan las personas que lo rodean. Los chicos nos copian; si decimos “malas
palabras”, gritamos, somos impuntuales, mentimos, difamamos, el chico dirá “malas
palabras”, gritará, será impuntual, mentirá y difamará. Cuando damos esos ejemplos a
nuestros hijos, los estamos corrompiendo.
* * *
* * *
El Rosario en familia:
-Une los corazones de sus miembros.
-Suaviza las dificultades.
-Atrae las bendiciones sobre padres e hijos.
* * *
El rezo del Rosario en familia debería ser la llave con que se cerrara la puerta del
día. Mediante esas rosas quedarían perfumados y engarzados todos los miembros de la
familia para reinar en el hogar la paz y la caridad.
* * *
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* * *
Hasta hace pocos lustros la flagelación de los alumnos era común en las
escuelas. Afortunadamente hoy se ha prohibido por insensata, contraproducente y
criminal. El aforismo “la letra con sangre entra” ni es humano ni pedagógico. Pero los
padres de familia aún no se han convencido de ello. Hay muchos que, para educar a sus
hijos emplean los modales bruscos, cuando no la fuerza bruta. La violencia en la
educación del niño trae más males que bienes. Con eso lo único que se consigue es
aturdir y embrutecer al niño. El castigo violento, los golpes, compromete el equilibrio
orgánico, pervierte el corazón, ofusca la inteligencia, rebaja al niño al nivel del más
torpe de los irracionales. No quiere esto decir que de vez en cuado no se le dé un
cachete, si hace falta. A veces se hace necesario y es eficaz, Pero tener por sistema
educar a fuerza de golpes, esto es inhumano, irracional. Mientras haya padres que
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golpeen y azoten sin piedad a sus hijos para hacerlos educados y buenos, no habrá en su
casa más que niños desequilibrados, tímidos, sin amor, rencorosos, de instintos
perversos. Los niños habituados al castigo son una calamidad doméstica y social.
* * *
* * *
* * *
* * *
* * *
Si la impetuosidad de los primeros años nos hace saltar por encima de todos los
peligros a riesgo de precipitarnos en el abismo, el exceso de prudencia nos hace ver
tropiezos en donde en realidad no los hay.
* * *
La impaciencia de la juventud quiere que lleguemos pronto a nuestro fin, y nos
ciega y nos arrastra hasta aplastarnos contra todas las peñas que encontramos en nuestro
camino; el exceso de prudencia, para evitar todos los obstáculos, da mil vueltas y
rodeos, y no llega nunca a tiempo.
* * *
* * *
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La infelicidad de la juventud se debe en gran parte a la falta de experiencia.
¡Cuántas veces se mete en la boca del lobo, creyendo acogerse bajo las alas de la
paloma!
* * *
* * *
Vencerás siempre que tengas voluntad y valentía para ello. Te basta querer.
Quiere ser puro, y con la ayuda de Dios, que nunca te faltará, vencerás.
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* * *
Dios no consiente que nadie sea tentado sobre sus fuerzas y además está siempre
a nuestro lado para ayudarnos.
* * *
Dios no nos manda cosas imposibles, aunque sí difíciles, pero también nos da
los medios, para que podamos realizarlas.
* * *
Dios nos manda conservar la pureza en medio de los malos ejemplos del mundo
y a pesar de los incentivos de la carne. Es difícil, pero posible, ¡adelante!
* * *
* * *
* * *
No les debe extrañar a muchos padres el que sus hijos sean altaneros,
insubordinados, cuando ellos, con sus reprensiones, más bien que corregirlos, parece
que quieren lastimarlos. Ese procedimiento tarde o temprano producirá efectos
desastrosos.
* * *
Los padres para poder desempeñar a conciencia su delicada misión deben estar
adornados de un sinnúmero de cualidades y virtudes. Si los hijos ven uno y otro día que
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sus padres se tratan con exquisitas delicadezas y muestras de cariño, es seguro que serán
también ellos cariñosos y dóciles. Si antes de que estén en la edad del discernimiento
observan cómo sus padres dan muestras de religiosidad haciendo la señal de la cruz al
levantarse y acostarse, rezan el Santo Rosario al atardecer, oyen Misa con fervor al
menos los días festivos y bendicen la mesa antes de comer, poca o ninguna dificultad
tendrán para inculcar en sus hijos esos nobles sentimientos religiosos.
* * *
* * *
¡Qué responsabilidad tan grande pesa sobre los padres de familia que jamás se
preocupan de dar a sus hijos buenos ejemplos! La pérdida de ellos recae sobre sus
conciencias.
* * *
La educación cristiana de los hijos obliga a los padres por precepto divino.
Cumpliendo con esta gravísima obligación, se pueden salvar los hijos, y se salvarán
también los padres. Es preciso, pues, para conseguir una y otra:
Amar a los hijos.
Educarlos para Dios.
Instruirlos en los deberes religiosos.
Vigilarlos con una vigilancia que debe extenderse a sus amistades, lecturas y
diversiones.
Corregirles sus defectos con una corrección prudente y paternal, pero firme y
constante.
Darles buen ejemplo, mediante el cumplimiento de los deberes religiosos y la
práctica de las virtudes.
Rogar a Dios por ellos, con oraciones, sacrificios y penitencias.
De esta manera, la educación cristiana, salvando a los hijos y a los padres,
salvará también a la sociedad.
* * *
Es preciso que el amor de los padres a sus hijos sea algo más que natural. Debe
ser, ante todo y sobre todo, sobrenatural. Es necesario que amen no sólo el cuerpo del
niño sino su alma. Que se le ame en Dios, por Dios y para Dios.
* * *
Muchos padres no saben amar a sus hijos con amor verdadero. O los aman con
debilidad, sin carácter para oponerse a sus caprichos, y sin energía para reprimir sus
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defectos. O los aman con predilección, prefiriéndolos a otros. Estos amores no son
verdaderos; no son como Dios manda, porque no educan ni para Dios, ni para el mundo.
Porque el niño mimado es el mayor enemigo de la disciplina y de la autoridad. Es el ser
más antipático y egoísta que existe, convirtiéndose muy pronto en una contínua
pesadilla; y ya que los niños consentidos empiezan por ser caprichosos e intransigentes,
y terminan por hacerse insufribles aún para sus mismos padres. Los niños mimados, son
luego, por lo general, jóvenes viciosos y hombres desgraciados. No se extrañen, pues,
los padres, ni se quejen de que sus hijos no les respetan, ni obedecen, porque ellos
mismos los han acostumbrado, desde pequeños a no respetar nada ni a nadie. Los padres
que ríen las gracias de sus pequeños, pronto tendrán que llorar las desgracias de sus
caprichos. Porque, si primero rieron y consintieron sus travesuras, es natural que luego
tengan que sufrir y llorar sus yerros.
* * *
Otro error gravísimo de los padres es amar a unos hijos más que a otros. Esta
predilección es injusta y peligrosa. Injusta, porque todos los hijos tienen el mismo
derecho a ser amados. Peligrosa, porque casi siempre origina celos y engendra odios
mortales entre ellos. Los padres que aman con predilección a algunos de sus hijos, no
saben educar; porque ese amor de preferencia despierta la soberbia y egoísmo en los
preferidos, y siembra el rencor y la envidia en los postergados.
* * *
Los hijos son un don de Dios. Es un sagrado depósito, que Dios ha puesto en
manos de los padres. ¡Padres cristianos!, vuestros hijos son algo más que criaturas
hermosas y simpáticas, dotadas de razón e inteligencia. ¡Son mucho más! Vuestros hijos
son criaturas de Dios, imágenes de Dios, destinados por Dios a la posesión de un reino
eterno. Amar pues a los hijos es amar a Dios, que los da y los conserva. Es amar sus
almas inmortales, rescatadas por la sangre redentora de Jesucristo. Es necesario, por lo
tanto, que contempléis, a vuestros hijos a la luz de la fe. Es preciso, y Dios así os lo
manda, que los améis con amor sobrenatural; es decir, que los améis por Dios y para
Dios. El amor sobrenatural no excluye, ni mucho menos, el amor natural de los hijos.
No lo excluye, sino que lo eleva y santifica, convirtiéndolo de temporal y terreno en
espiritual y eterno. Dios ha prodigado en vuestros hijos como en los ángeles del Cielo,
la vida, la inteligencia y el amor. Estas facultades divinas las fortaleció en su alma con
los dones, divinos también, de su gracia y de su gloria. Dios, pues, ha creado a vuestros
hijos para el Cielo. Por eso quiere que los améis como Él los ama; que los améis con
amor sobrenatural, que es el único amor verdadero y sublime. ¡Es el amor que sólo Dios
hace germinar en el corazón de los padres! Ese niño, que tan tiernamente os sonríe y tan
dulcemente os acaricia, es un tesoro, que Dios ha puesto en vuestros brazos. Pensad
detenidamente con qué amor debéis mirarlo y con qué respeto debéis tratarlo.
* * *
Dios quiere y ordena a los padres que críen, amen y eduquen a sus hijos para el
Cielo. ¡Mirad bien cómo los cuidáis! ¡Cómo les educáis el corazón, cómo les moldeáis
el alma, y cómo los preparáis para la corona de la gloria! No olvidéis la gran
responsabilidad que pesa sobre vuestros hombros. Porque tu hijo será lo que tú quieras
que sea: Bueno o malo. Instruido o ignorante. Creyente o impío. El honor de la familia,
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o la afrenta de la Patria. Será tu alegría o tu dolor; tu gloria o tu ignominia. Será un
bienaventurado del Cielo o un réprobo del Infierno. Hoy es un pedazo de blanda cera,
que podrás moldear a tu gusto. Mañana tal vez sea demasiado tarde. Porque mañana se
convertirá en un bloque de acero incapaz de aceptar reformas. Hoy es un tierno arbolito
que se torcerá, si descuidáis su crecimiento. Si los padres siembran en el alma de sus
hijos la semilla de las virtudes, serán flores que embellezcan el Cielo. Pero si arrojan o
dejan desarrollar en sus corazones los gérmenes del vicio, no serán el día de mañana
más que vergüenza de la sociedad y tizones del Infierno.
* * *
* * *
Padres, cuidad que vuestros hijos sepan y cumplan todo lo que está escrito en la
Ley del Señor (Deuteronomio 32, 46)
* * *
* * *
* * *
* * *
541
consecuencias, el encargar la educación de los hijos a personas desconocidas o de
formación cristiana deficiente.
* * *
* * *
La madre cristiana, que debe ver en su hijo un alma engalanada con la vestidura
de la gracia, debe también respetar y cuidar esa bella flor, que se abre a la vida,
vertiendo sobre su corola las gotitas de las gracias maternales. Debe desde la misma
cuna educar a sus hijos para el Cielo, corrigiendo defectos y sembrando virtudes.
Porque también los niños sienten pasioncillas, que es preciso vigilar y corregir. Sobre
todo, la pasión de la envidia causa verdaderos desastres en el corazón de los niños. “Vi-
dice San Agustín- a un niño envidioso. Aún no sabía hablar ni protestar, pero con la
carita pálida y los ojos enrojecidos, miraba huraño a otro niño, que mamaba con él”.
Educad cristianamente a vuestros hijos, y tendréis angelitos o bandadas. Muchos
ejemplos hay de niños santos, debido a la cristiana educación que recibieron de sus
padres.
* * *
* * *
Los padres, por lo general, no pueden ser pedagogos o maestros de sus hijos,
pero siempre pueden y deben ser sus educadores. No es suficiente con enviar los hijos a
un buen colegio. Es necesario que los padres cooperen con el Colegio en la educación
cristiana de sus hijos. Porque si el Colegio es una prolongación del hogar, el hogar debe
ser una continuación del colegio. Da pena considerar cómo muchos alumnos pierden, en
ocho días de vacaciones, toda la educación y piedad aprendida y practicada en un
colegio católico. Y todavía da más pena oír a algunos padres que dicen, en descargo de
sus conciencias: “Hay jóvenes que han sido educados con todo esmero y garantía, y, sin
embargo, luego se extravían, convirtiéndose en unos perdidos, vergüenza de su familia y
baldón de la sociedad”. ¡Es verdad! Por desgracia, suceden casos semejantes. Pero ¿a
qué es debido? Sin duda, a una deficiente educación cristiana, a falta de vigilancia, de
corrección y de buenos ejemplos en el hogar. Es mucho, pero no suficiente para la
perfecta formación de un niño, el tenerlo en un buen colegio. La educación cristiana
exige más a los padres; ¡bastante más! Exige vigilancia esmerada respecto a sus
amistades, lugares que frecuentan y lecturas que tienen. Exige corrección siempre que
falten a sus deberes. Exige buenos ejemplos en casa y en la calle; buenos consejos, en
542
forma de advertencias paternales; mejores son los ejemplos que los consejos, porque si
los consejos conmueven, los ejemplos arrastran. Exige que se rece por los hijos, como
hacía el santo Job que ofrecía sacrificios al Señor por las faltas de los suyos; como hizo
Santa Mónica con su hijo San Agustín. Sólo así podrán decir con verdad los padres: he
hecho todo lo que he podido para la educación de mis hijos. ¡Sólo así salvaréis a
vuestros hijos!¡Y sólo así os salvaréis vosotros mismos!
* * *
* * *
* * *
Los padres que educan a sus hijos para Dios, los educan también para sí; ya que
por lo general, cuando un hijo se pierde para los padres, es porque antes se ha perdido
para Dios.
* * *
* * *
* * *
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* * *
Una buena hija, es un don del Cielo, una buena madre, es un tesoro; una buena
esposa es un ángel.
* * *
¡Desgraciados los niños que no tienen madre! Porque parece que les falta la vida
y el calor del corazón.
* * *
¡Desgraciados los hijos que no tienen madre! Porque el hijo que ha perdido a su
madre, ha perdido el mayor tesoro de la tierra; pues la madre es un tesoro, que, por lo
general, nunca se sabe apreciar en lo que vale, hasta que se tiene la desgracia de
perderlo. Porque una madre, ¿qué es, sino amor, compasión y ternura para con sus
hijos? Por eso, es la reina del hogar.
* * *
* * *
Procura que tus hijos sean robustos de cuerpo, sanos de inteligencia, puros de
corazón, que sean buenos antes que sabios.
* * *
* * *
Tu conciencia, maestro, te dice que la instrucción es muy buena, pero que es más
principal la educación. Que tus alumnos sean cultos, pero, ante todo, que sean buenos.
* * *
Dadme madres santas, y os daré hijos de tales madres. Dadme madres sin
religión, y os daré hijos ateos.
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* * *
-Pronto sentí- dice el Santo Cura de Ars - el gusto por la oración. Después de
Dios, se lo debo a mi madre. Era tan buena… La virtud pasa fácilmente del corazón de
las madres a los corazones de los hijos.
* * *
* * *
Poned orden en vuestra familia, que en vuestro horario familiar haya tiempo para
Dios, y no permitáis que sea robado por nadie. Y decid a Jesús: Ahora dirige Tú mi
familia, ya no me preocupo de mis problemas… Ponéos a hablar con Dios, a leer el
Evangelio, a rezar el Rosario, y pronto descubriréis cómo llega paz la interior, porque la
paz es una felicidad que viene de Dios realmente, porque lo hemos encontrado, porque
hablamos con Él.
* * *
* * *
Si en el amor a tu hijo quieres educar, a decir tres cosas le has de enseñar: por
favor, gracias, perdón.
* * *
* * *
* * *
En todo joven, por desgraciado que sea, existe siempre un punto que es accesible
al bien; primer deber del educador es el de buscar ese punto, esta cuerda sensible y
aprovecharse de ella para su educación.
545
* * *
La obra educativa sólo puede realizarse con un contacto continuo que exige
mucho amor y mucho sacrificio.
* * *
* * *
* * *
* * *
Dos son los sistemas que se han usado en todos los tiempos para educar a la
juventud: el preventivo y el represivo.
El represivo consiste en dar a conocer las leyes a los súbditos y vigilar después
para conocer a los transgresores y aplicarles, cuando sea necesario, el correspondiente
castigo. Basándose en este sistema, la palabra y la mirada del superior deben ser en todo
momento, más que severas, amenazadoras. El mismo superior debe evitar toda
familiaridad con los subordinados. Este sistema es fácil, poco trabajoso y sirve
principalmente para el Ejército…
Diverso, y casi diré opuesto, es el Sistema Preventivo. Consiste en dar a conocer
las prescripciones y reglamentos y vigilar después de manera que los alumnos tengan
siempre sobre si el ojo vigilante del director y de los asistentes, los cuales, como padres
amorosos hablen, sirvan de guía en toda circunstancia, den consejos y corrijan con
amabilidad.
Este sistema descansa por entero en la razón, en la Religión y en el amor;
excluye por consiguiente todo castigo violento y procura alejar aún los suaves.
La práctica de este sistema está apoyada en las palabras de San Pablo: “La
caridad es benigna y paciente, todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo”. Por
consiguiente, solamente el cristiano puede practicar con éxito el Sistema Preventivo…
Hay que usar una gran amabilidad con los jóvenes y tratarlos bien. No basta que
los jóvenes sean amados sino que es necesario que ellos mismos se den cuenta de que
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son amados. Hagamos de modo que un muchacho nunca se aleje descontento de
nosotros.
El sistema represivo puede impedir un desorden, pero con dificultad hará
mejores a los que delinquen. Con el Sistema Preventivo el alumno tendrá siempre
respeto a sus educadores y recordará con agrado la educación recibida considerando
siempre como padres y hermanos a sus educadores. (San Juan Bosco).
* * *
No se educa aprisionando la liberad del otro, sino ayudándole a usarla bien; esto
no excluye la posibilidad de errores y de abusos, que incluso, dentro de ciertos limites
de natural prudencia, no conviene evitar porque el hecho de haber tenido la posibilidad
de toparse con ellos hace que se rectifiquen de manera personal las aristas cortantes e
imperfectas de la propia personalidad.
* * *
* * *
* * *
El mal puede abrirse camino en el alma de los niños mucho antes de lo que nos
imaginamos. Hay que prevenir con tiempo a los niños y robustecerlos contra las
tentaciones del demonio y de las pasiones.
* * *
* * *
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popularidad, hubiese dirigido su sensibilidad y exuberancia hacia la alegría y el
entusiasmo desligados del sentido del deber y del sacrificio que comporta, y tampoco
hubiera obtenido buenos resultados insistiendo en la seriedad de manifiesto en el juego,
en los paseos, en la música, en el teatro. Dejó escrito: “Que los jóvenes no sean
solamente amados, sino que se den cuenta de que se les ama…Que al ser amados en las
cosas que les agrada, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el
amor en aquellas cosas que naturalmente les agradan poco, como son la disciplina, el
estudio, la mortificación de sí mismos. Cuando Santo Domingo Savio le pide ayuda
para hacerse santo no le ofrece más que estas pistas vitales para realizar esta idea:
mucha alegría, cumplimiento del deber, animación cristiana de los compañeros del
Oratorio. Nada más. La “mucha” alegría nace de un corazón sencillo, puro, de la
conciencia de haber hecho lo posible por cumplir sus deberes cotidianos, del esfuerzo
por ser levadura entre los compañeros y presencia luminosa, ejemplar entre los más
difíciles y poco favorecidos.
* * *
* * *
Amemos a los jóvenes y nos amarán; respetémosles y nos respetarán. (San Juan Bosco)
* * *
El amor por el ser del otro, en el sentido más verdadero, crea la persona: le da el
sentido de autoaceptación, el sentimiento de ser digno de ser amado y respetado; y esto
contribuye enormemente a su crecimiento. En este clima, la persona en evolución
elabora un proyecto de sí que se va precisando lentamente y se convierte en norma para
la vida. Si la persona tiene una imagen negativa de sí, este proyecto no se realiza bien;
es incierto, indeciso, deficiente y lagunoso. Y es que es muy importante para la persona
el concepto que tenga de sí misma; es importante que sea normal, es decir, que lo
perciba de modo realista con todas sus dimensiones, las buenas y las deficientes. Este
realismo en la autopercepción nace de un contexto de confianza y de amor
desinteresado que hace brotar el sentimiento de la propia dignidad personal de la fe y
confianza en si mismo. En el mismo grado sería negativa una imagen demasiado
positiva de sí, “aureolada”, fundada en la ambición y en la negación del errar o de la
propia pobreza. El amor se percibe principalmente en el momento de la “valuación”
que le hacen las personas cercanas y significativas. De aquí la importancia de una
evaluación prevalentemente positiva que hace que una persona se sienta capaz,
importante, querida, incluso cuando se expresa de manera imperfecta. Esto no es otra
cosa que amor basado en las posibilidades de una persona más que en la constatación de
sus realizaciones; se convierte en fuente de confianza y de impulso hacia la originalidad
del yo no por reacción a presiones exteriores, sino como natural consecuencia al
desarrollo de la Vida presente ya de modo germinal, por medio del amor.
Quien es amado desinteresadamente es feliz y crea a su vez, amor desinteresado
en todas las relaciones interpersonales: “Quienes aman con un amor desinteresado son
más independientes, más autónomos, más individualizados, menos celosos llameándoos
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y, al mismo tiempo, más propensos a ayudar a los demás a crecer, a realizarse a sí
mismos, más sinceramente orgullosos de los triunfos ajenos, más generosos.
De aquí se desprende la importancia de la madurez afectiva del educador en
relación con el educando.
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En toda persona adulta habitan sus educadores; tanto los que han entorpecido el
crecimiento, encadenando y paralizando preciosas energías y riquezas, encerrándolas y
encadenándolas dentro de estrechos límites como los que han trabajado en lo profundo y
edificado lo mejor de sí mismo. Los primeros, con una toma de conciencia y con el
discernimiento, deben haber sido de alguna manera comprendidos, situados, dentro de
su contexto para eliminar poco a poco las limitaciones que oprimían de modo sofocante
los retrasos, las carencias y las molestias que de ellas se derivan; en cambio a los otros
se les quiere y se les ama: habitan en nuestro interior y suscitan continuamente sentido
de bienestar sólo con el recuerdo de su fisonomía y su presencia. Su impronta es
profunda, integrada y acogida en una personalidad autónoma. De los primeros, de
aquéllos de los que se han seguido alienaciones y perturbaciones, se recupera lo que de
positivo han aportado, especialmente si eran personas sinceras y capaces. Pero no todos
alcanzan este nivel de integración.
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El aviso tiene que ser amistoso y preventivo, que de tal manera que lo hace
razonable y termina, ordinariamente, por ganarlo de tal manera el corazón, que el
alumno comprende la necesidad del castigo y casi lo desea.
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Se cazan más moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre. (San
Francisco de Sales).
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Don Bosco jamás imponía nada sin un respeto profundo a la persona del
educando: hacía todo con amor y el amor hace crecer. Sus intervenciones habrían sido
autoritarias si no hubiera tenido en cuenta la manera cómo el educando veía y valoraba
la situación.
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El educador puede hacer mucho, si más que atender al cambio del otro, se dedica
a cambiarse a sí mismo, a desarrollar su zona profunda, sus propias riquezas de ser para
convertirse en una personalidad sólida, amorosa, comprensiva, respetuosa, libre,
cercana, serena, pacificadora y armónica. Entonces se da una especie de contagio de ser
y de vida: la vida libera vida; el amor, amor, y el ser hace crecer el ser. Es una espiral sin
fin que se dirige hacia un infinito de vida en expansión continua y que coincide con la
experiencia religiosa del Absoluto profundo, de Dios.
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No son los amores sin más, los que llenan de felicidad, sino el amor verdadero
que busca más el bien de los demás que la satisfacción del propio egoísmo. El verdadero
amor es el que hace consistir la propia felicidad en hacer que otros sean felices. El amor
es un desafío constante a hacer algo bueno en favor de los demás. Quien
verdaderamente ama tiene que sentirse cada día en el deber de hacer algo más en favor
de los que ama.
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Pío XII decía a los padres de familia: “Recuerden que los ojos de sus hijos son
una filmadora y sus pequeños oídos son una grabadora, y van grabando todo lo que ven
hacer u oyen decir a sus padres y esto se les grabará por siempre en su memoria.
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Para ser buen educador hay que pedir cada día al Espíritu Santo el don de la
simpatía.
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Un amor que no impone sacrificios a favor de la persona que se ama, no es amor
semejante al que Cristo ha tenido por nosotros. ¿Puedo decir que mi amor a los demás
me cuesta algún sacrificio?
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El mejor amor es el que exige el precio del sacrificio. Sin sacrificio no hay
verdadero amor.
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Trataos hoy con la misma amabilidad con que os tratasteis el día de la boda.
Consultaos los problemas y hablad de vuestros trabajos. No olvidéis felicitaros en
vuestras fiestas: cumpleaños, santo, aniversario, etc. Son normativas que os ayudarán a
tener éxito en el matrimonio.
ESCÚCHAME, PROFESOR
Intenta ten una actitud positiva cuando me recibas como alumno. Dame una
oportunidad.
No hagas caso de mi aspecto, las apariencias engañan. Estoy dispuesto a crecer y
quiero aprender.
Ten paciencia conmigo, date tiempo para conocerme, obsérvame, porque yo
estoy haciendo lo mismo contigo.
Escúchame con afecto y descubre lo que otros saben de mí, lee, pregunta,
consulta.
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Gratifícame si lo merezco, me gusta que me alabes cuando consigo algo con
esfuerzo y que me lo reconozcas.
Repréndeme cuando no obedezco las normas, estoy acostumbrado a dar pena y a
que no me contradigan.
Actúa con sentido común, sin miedo a equivocarte. En algunas cosas estamos
aprendiendo juntos.
Cumple las promesas. Si me prometes un premio, dámelo. También si es un
castigo. De lo contrario, no estaré seguro contigo.
Incítame a ser independiente, déjame valerme por mi mismo, algo podré hacer.
Si tú lo haces todo nunca aprenderé.
Os invito a descubrirme donde “identidad” y “diferencia” se encuentran: no me
comparéis con los demás. Soy único como cada uno de vosotros lo es.
Necesito más que nada ser considerado persona. Mis limitaciones, las tuyas, las
limitaciones de la escuela o las de mi familia, las de la sociedad, están ahí… para todos.
Y a pesar de esto te pido queme eduques. ¿O piensas que soy un desastre y que conmigo
no hay nada que hacer?
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Muchos padres dirigen todos sus pensamientos y sus mayores cuidados a dejar a
sus hijos dinero y bienes o una rica herencia. Y, en lugar de inspirarles religión, piedad y
ejercicios de virtud, los excitan más bien a la ambición y a la codicia. Poco les importa
el buen nombre y la salvación de sus hijos, con tal que gocen de bienestar y sean ricos.
¿Puede darse cosa peor que ésta? Así los hijos heredan de sus padres, no sólo sus
posesiones, sino también sus vicios y sus injusticias, por lo que no son sus guías para el
Cielo, sino para las eternas penas del Infierno.
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El que tolera al potro los resabios, cuando éste se haga caballo lo arrojará de la
silla…
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Si los hijos se hacen malos es porque los padres cuidan más de proporcionarles
comodidades terrenas que bienes celestiales. Tales padres son peores que los que
asesinan a sus hijos, porque todavía es menos cruel coger el puñal y clavarlo en la
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garganta de un hijo, que matar y corromper su alma; nada hay comparable con esta
maldad. (San Juan Crisóstomo).
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No vale para padre el que no sirve para educador; sólo es padre por
equivocación. (P. Manjón).
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No herir a las almas es algo que debes conseguir. ¡Cuida tus palabras, tus ademanes!...
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Para tratar con los hombres, hay que tratar mucho con el Creador de los hombres.
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Para aprender y para enseñar se necesita mucha humildad. Si vienes con aires de
gran maestro y te crees infalible, poco aprenderás y menos aún sabrás enseñar.
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El superior que se hace amar de sus súbditos, muestra tener mucho talento y
mucha virtud.
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Los padres y los profesores, pueden, con la mejor intención del mundo volver
tímidos a los niños confiados a ellos, y de este modo estropearles la vida. So pretexto de
inspirarles modestia, ocultan sus buenas cualidades o les atribuyen falsamente defectos
que no existen. Labor malsana. Procediendo de este modo, les quitan a esos pequeños
confianza y entusiasmo; atrofian el talento, que debía normalmente asegurarles el éxito
en la vida. Que enseñen, pues, a los niños a reconocer su dones y a dar gracias por ellos
a Dios, que se los ha concedido sin mérito alguno de su parte. La humildad es reconocer
la verdad. Deplorable costumbre es también la de rebajar a los niños lentos en su
trabajo. Se les repite con mal humor: “No comprendes nada, no eres capaz de nada;
jamás harás nada”. Se olvida que una inteligencia rápida no es siempre profunda, y se
graba en esos jóvenes entendimientos el convencimiento injustificado de su falta de
valer, lo que tal vez lo paralizará en todo el resto de su vida.
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Con la buena educación es el hombre una criatura mansa y divina, pero sin ella
es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a los buenos y
hacen buenos a los malos.
Hablamos de educación y enseñanza cristiana…
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El esfuerzo físico, intelectual, moral y religioso es lo que salva al adolescente del
vicio, el engaño y la corrupción. Todo lo demás es falso.
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La moral que enseña al niño en la escuela no cristiana es como una tela de araña
para resistir el empuje de una bestia furiosa.
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Si educar es adiestrar para emplear bien la vida ¿hay educación sin concepto de
la vida? ¿Sin un concepto de la naturaleza humana y de sus fines? Indudablemente la
educación tiene por primera base la Religión. No cabe eliminarla sin suprimir la
sustancia.
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La divisa de todo educador, de todo el que eleva el alma, es la frase “Más alto”.
Más alto que la ciencia: la virtud.
Más alto que la honradez: la santidad.
Más alto que los honores: el Cielo.
Más alto que el don de los bienes que se poseen: el tesoro de buenas obras en el
Cielo.
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Los ángeles de los niños aman con amor especial a los que los forman en el
temor de Dios e infiltran la devoción en sus tiernas almas. (San Francisco de Sales).
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El ejemplo tiene toda la autoridad del mandato; pero al mismo tiempo toda la
dulzura de la invitación.
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Si queréis formar al niño vivid ante él conforme al ideal que para él deseáis
vosotros.
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Toda afirmación nuestra, todo consejo nuestro, toda sugerencia nuestra no tendrá
valor alguno en la educación si no los apoyamos con el ejemplo.
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Lo que la floración en la primavera es para la vida y para las plantas son los años
de la juventud para la vida humana.
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Toda la vida del hombre se halla en la infancia, como el fruto en la flor. Sin duda
no toda flor da fruto; puede secarse, puede marchitarse, puede ser arrastrada por las
lluvias o la tempestad, pero, indudablemente, si no hay flor no habrá fruto, y los frutos
más abundantes son los que han tenido más hermosa primavera.
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Los niños se hallan entre dos caminos, dispuestos a seguir el que les indiquen. El
que primero se haga dueño de su afecto lo conducirá a donde quiera. Si lo gana para el
diablo será del diablo; si para Jesucristo, será de Jesucristo.
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Los niños hacen como los pajarillos, llevan estos, tal vez, una semilla fecunda a
una torre, o a una roca inaccesible, donde al poco tiempo florece una planta… Lo
mismo hacen los niños: llevan de clase, a sus padres y amigos algún granito de las
palabras divinas, contando, con ingenuidad, lo que han oído. Y con frecuencia germina
esa semilla en el corazón de los padres y produce frutos más copiosos que en sus
propios hijos.
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El niño es apóstol del hogar, por lo que cuenta y por lo que lleva: hojas, libros,
estampas, medallas, etc.
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Los niños son como plantas tiernas, que, si se tuercen, después no es fácil
enderezarla; y son como el eco de la voz, que repiten lo bueno o malo que oyen.
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Amad lo que agrada a los jóvenes y ellos amarán lo que os agrada a vosotros.
(San Juan Bosco).
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Hay pocas cosas que se paguen tan duramente en la vida como el haber sido
educado con demasiado mimo.
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Hay tres tipos de superiores: los que oprimen y se rodean de serviles; los que se
inhiben, dándole todo igual, y los que cooperan con el subordinado aceptando sus
puntos de vista positivos. Sólo los terceros son realmente superiores.
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El medio más eficaz para desarrollar lo mejor que hay en una persona es el
aprecio y el estímulo.
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El sacrificio y el esfuerzo son el precio que todos los jóvenes han de pagar para
llegar a ser hombres.
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Una reprensión hecha en privado suele dar mejores resultados que cuando se
hace en público, aunque en algunos casos haya que llamar la atención en público a
determinadas personas…
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¡Qué difícil es quedarse siempre en el justo medio! Por ejemplo: ser enérgico sin
ser rígido… ser bueno sin ser débil.
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El hombre que tiene autoridad no grita. Le basta hablar sin levantar la voz, sin
tener que repetir dos veces lo que manda.
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Sin autoridad no hay orden. Sin orden no es posible ninguna clase de educación.
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No educamos a los demás por lo que decimos, sino por lo que somos.
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en fin sobremanera acostumbrar a los niños desde la más tierna infancia, a distinguir
entre las transgresiones de uno y otro género, a fin de que en sus mutuas relaciones
aprendan ya la aplicación de los principios que más tarde habrán de dirigirlos en la vida.
Hay reglamentos escolares por cuya observancia la autoridad del maestro debe
interesarse y velar cuidadosamente. También hay reglamentos de Policía, de Aduana,
que están obligados a mantener los empleados de esas administraciones. Pero tales
reglamentos no se apoyan en los Mandamientos de Dios, ni se refieren inmediatamente
a ellos. A los autores de esas ordenanzas, establecidas para mirar por los intereses del
comercio, es a quien compete procurar el cumplimiento de las mismas.
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¿Ves ese muchacho? ¡Cuánto le queda aún por recorrer! Su alma y su vida es un
barco que comienza el viaje, necesita estar muy entrenado y tener convicciones muy
profundas para que las tempestades del mundo, de la carne y los asaltos y emboscadas
del enemigo no lo destruyan.
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Si quieres hacer reír, ríe tu primero. Si quieres hacer llorar, llora tú primero. Si
queremos que los demás sean Santos, lo hemos de ser nosotros primero.
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Se trabaja el barro mientras está blando. Así el hombre se forma cuando es niño.
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Educa hombres sin Religión y obtendrás demonios muy inteligentes. (G. Washington)
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No hay que temer castigar cuando de ello depende la curación. Hay cosas que
pueden herir, pero la herida es a veces necesaria.
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Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
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El sabio comienza por hacer lo que quiere enseñar y después enseña.
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Deberíamos complacer más a quienes nos reprenden con razón que a los que nos
adulan; los primeros nos despiertan con un sentimiento de dolor, mientras que los
segundos tratando de agradarnos, en realidad nos debilitan y nos abaten.
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Quien no aprende nada de los niños, es cierto que nada aprenderá de los mayores.
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Todos los hombres comparten un mismo deseo: quieren ser tratados con dulzura
y no con mal humor, ni ser reprendidos con dureza. (San Vicente de Paul).
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La brusquedad lo echa todo a perder, cierra los corazones, engendra odio y terquedad.
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