Você está na página 1de 9

Andrés Martínez Fernández-Salguero

Segei Prokofiev
(Sontsovka, actual Ucrania, 1891 - Moscú, 1953)
Junto con Dimitri Shostakovich, es el mejor representante de la escuela de composición soviética,
y su obra ha dejado profunda huella en el estilo de sus compatriotas más jóvenes, como Aram
Khachaturian o Dimitri Kabalevski. Es, además, uno de los grandes clásicos del siglo XX, autor de una
música en la que tradición y modernidad se conjugan de manera ejemplar.
Niño prodigio, recibió sus primeras lecciones musicales de su madre, pianista aficionada, con tan
buen resultado que ya a los nueve años dio a conocer en una versión doméstica su primera ópera,
El gigante, a la que siguieron inmediatamente tres más, la última de ellas, El festín de la peste, escrita
bajo las indicaciones del compositor Reinhold Glière. En 1904 ingresó en el Conservatorio de San
Petersburgo, donde tuvo como maestros, entre otros, a Anatol Liadov y Nikolai Rimski-Korsakov y
empezó a interesarse por las corrientes más avanzadas de su tiempo.
En este sentido, fue el enfant terrible de la música rusa de la primera década del siglo XX, no sólo
en su faceta de compositor, sino también en la de intérprete. Con fama de músico antirromántico y
futurista, sus primeras obras, disonantes y deliberadamente escandalosas, provocaron el estupor
del público. En ellas, el joven músico mostró ya algunas de las constantes que iban a definir su estilo
durante toda su carrera, como son cierta tendencia a lo grotesco y una inagotable fantasía, junto a
un recogido lirismo y una asombrosa capacidad para crear hermosas y sugestivas melodías, que el
propio Shostakovich reconocía y admiraba. Su famosa Sinfonía No.1 «Clásica» es reveladora en
cuanto a esta tendencia, que resulta más sorprendente aún si se la compara con una obra sólo dos
años anterior, de 1915, la brutal Suite escita.
Aunque el joven músico contaba con las simpatías de los revolucionarios soviéticos por su talante
iconoclasta e irreverente, un año después de los hechos de octubre de 1917, Prokofiev dejó su país
para instalarse en Occidente, más en busca de la tranquilidad necesaria para componer que por
motivos de índole ideológica. Su fama le vino de su dominio del piano, cuya condición de virtuoso le
permitió viajar por todo el mundo y ganar mucho más dinero que como compositor.
Japón, Estados Unidos (donde su presentación como pianista se calificó de «bolchevismo musical»)
y Francia fueron los países en que se presentó, no siempre con fortuna. Mientras los trabajos escritos
para la compañía de los Ballets Rusos de Serguei Diaghilev -Chout, El paso de acero, El hijo pródigo-
fueron relativamente bien recibidos, su ópera cómica El amor de las tres naranjas fue acogida con
indiferencia en su estreno en Chicago en 1921.
El poco éxito y la añoranza que sentía por su patria fueron dos de las razones que le llevaron en
1933 a regresar de forma definitiva a su país. Sin embargo, la Unión Soviética había experimentado
profundos cambios desde que el compositor la abandonara en 1918: a la libertad de que los artistas
disfrutaban en aquellos primeros tiempos, había sucedido el control estatal respecto a toda creación
artística, que debía ceñirse de manera obligatoria a unos cánones estrictos, los del realismo socialista.
Algunas de sus obras, como la Cantata para el vigésimo aniversario de la Revolución, fueron
consideradas excesivamente modernas y, en consecuencia, prohibidas.
El estilo de Prokofiev derivó entonces hacia posiciones más clásicas, con lo que el componente
melódico de sus composiciones ganó en importancia. Algunas de sus páginas más célebres datan de
esta época: los ballets La Cenicienta y Romeo y Julieta, inspirado en el Romeo y Julieta de
Shakespeare, el cuento infantil Pedro y el lobo, las partituras para dos filmes de Sergei
Eisenstein, Alexander Nevski e Iván el Terrible, las tres «sonatas de guerra» para piano, la Sinfonía
1
No. 5, la monumental ópera Guerra y paz. Falleció el mismo día y año que Stalin, el 5 de marzo de
1953.

Sonatas para piano


Prokofiev compuso a lo largo de su vida un total de nueve sonatas para piano y una décima que
quedó incompleta.
Sonata No. 1 en Fa menor, Op. 1: La Primera Sonata, escrita en un solo movimiento, es la
reelaboración de Prokofiev del primer movimiento (Allegro) de una sonata de tres movimientos de
sus años de estudiante. Prokofiev describe en su Autobiografía el verano de 1906, cuando tenía
quince años: “Ese verano decidí escribir una larga sonata para piano. Estaba decidido a que la música
fuera más hermosa, la sonata interesante técnicamente y el contenido no superficial”.
Formalmente esta sonata sigue el esquema clásico de la forma sonata, con un contratema lírico
en el relativo mayor. Sin embargo, el primer movimiento no se sostiene por sí mismo, necesita otros
movimientos, que originalmente tenía, pero que posteriormente se extirparon. Es una sonata
relativamente fácil y cómoda a los dedos. Suena más difícil de lo que es.

Sonata No. 2 en re menor, Op.14: escrita pocos años después de su predecesora. Sin embargo,
durante este corto tiempo, el joven compositor continuó definiendo su lenguaje musical,
escribiendo varios obras, incluyendo Sugestión diabólica, Op. 4 No. 4, Toccata op. 11, y el Concierto
para piano No.1, Op. 10.
Está divida en cuatro movimientos:
1. Allegro ma non troppo
2. Scherzo: Allegro marcato
3. Andante
4. Vivace
Esta sonata nos da la oportunidad de ver cómo los principales rasgos estilísticos de la música de
Prokofiev, delineados poco tiempo antes, se desarrollan dentro del contexto de una sonata. El
lenguaje de Prokofiev en esta composición no es particularmente novedoso. Muchos de sus temas
suenan bastante tradicionales.

Sonata No. 3 en la menor, Op. 28: Escrita en un sólo movimiento, a partir de una sonata de
juventud, debió ser seriamente revisada para llegar a su forma final cuidadosamente elaborada.
Posee una energía notable que impulsa la obra de principio a fin. El tono general de la pieza refleja
un espíritu mucho más romántico que otras obras escritas por Prokofiev en este período. Las
imágenes sarcásticas o irónicas, tan habituales en muchas de sus primeras composiciones, son
dejadas de lado en esta sonata.

Sonata No. 4 en do menor, Op. 29: Este trabajo concluye la serie de sonatas escritas antes de que
Prokofiev abandonara Rusia. Al igual que la Sonata No.2, la Cuarta está dedicada al amigo íntimo de
Prokofiev, Maximilian Schmidthof, que se suicidó en 1913. Fue compuesta en 1917, aunque el
material se deriva de los años de estudiante de Prokofiev en el Conservatorio de San Petersburgo.

2
Lo obra tiene tres movimientos:
1. Allegro molto sostenuto
2. Andante assai
3. Allegro con brio ma non leggiere

Sonata No. 5 en do mayor, Op. 38 (Primera versión), Op. 135 (Segunda versión): Entre la Cuarta
Sonata, completada en 1917, y el grupo de Sonatas de Guerra (Nos. 6, 7 y 8) escritas a partir de 1939,
Prokofiev compuso solo una obra para piano de este género. La Quinta Sonata, escrita en París,
difiere significativamente tanto de las primeras sonatas como de las posteriores. Su lenguaje musical
muestra un Prokofiev en su fase más experimental, al igual que sus muchas otras obras de este
período. Prokofiev escribiría una segunda versión de esta sonata al final de su vida.
Los distintos movimientos que la componen son:
1. Allegro tranquillo
2. Andantino
3. Un poco allegretto

Entre 1939 y 1944, Prokofiev compuso las tres piezas del género llamadas “Sonatas de Guerra”:
las Sonatas No. 6, 7 y 8, que marcan la cima de su producción para piano solo.
La Sonata No. 6 en La mayor, Op. 82 fue compuesta en 1940. Se inspira, -según Myra
Mendelsshon, segunda esposa de Prokofiev-, en el libro de Romain Rolland sobre Beethoven. Tiene
cuatro movimientos:
1. Allegro moderato: Empieza con una melodía compuesta por intervalos de terceras
mayores y menores, acompañadas por disonancias basadas en cuartas aumentadas. Esto
produce una sensación de atonalidad.
2. Allegreto: Este movimiento recuerda al sonido de una marcha, con acordes staccato.
3. Tempo di valzer lentissimo: Como el nombre indica, es similar a un vals, más lento y
lírico que los otros movimientos.
4. Vivace: Es un rondó (forma ABACA) que incluye temas del primer movimiento.
El lenguaje armónico de esta sonata está basado principalmente en la superposición de armonías
opuestas, lo cual conduce generalmente a colores armónicos bitonales. Aunque la estructura
presenta una concepción tonal, la armonía disonante y ambigua tiende tapar o esconder un poco la
simpleza del plan armónico.

La Sonata No. 7 en Si b mayor, Op.83 compuesta en 1942, es la más popular de las tres. Fue
estrenada por el célebre pianista y amigo de Prokófiev, Sviatoslav Richter el 18 de junio de 1943 en
Moscú. Los tres movimientos en los que se divide la sonata son los siguientes:
1. Allegro inquieto: El primer movimiento presenta la típica forma sonata, con su
exposición, desarrollo y reexposición. El principio es bastante rápido y nervioso, para quien
no esté acostumbrado, quizás resulte hasta duro de escuchar. El desarrollo es más lento y

3
cantábile. Después de esta sección más lenta, vuelve a aumentar el tempo con un final rápido
en Sib.
2. Andante caloroso: Este movimiento es más lento, es muy emotivo, ya que presenta
una gran carga melódica. Está basado en el un lied, “Wehmut”, de Robert Schumann.
3. Precipitato: El último movimiento es intenso y explosivo, cargado de energía. Se trata
de una toccata, que insiste en la clave de la sonata, mediante una reafirmación de la
tonalidad inicial, Si bemol mayor. Contiene una amplia gama de ritmos, destacando además
la parte de percusión que tiene el piano. En ese sentido quizás pueda recordar a otro
compositor del siglo XX que es Béla Bartok. La tocata culmina en una recapitulación furiosa
del tema principal, terminando con una cascada atronadora de octavas.

La última de las tres “Sonatas de guerra” fue compuesta en 1944. Se trata de la Sonata No.8 en
Sib, Op. 84. El estreno fue en diciembre del mismo año en Moscú, a cargo del pianista Emil Gigels.
Está formado también por tres movimientos:
1. Andante dolce: La estructura de este movimiento se presenta con la clásica forma
sonata expandida. Comienza con un tema melancólico y misterioso. El sentido de la tonalidad,
Si b, no es claro, debido a las constantes y súbitas modulaciones durante todo el movimiento.
La sección del desarrollo es inestable y perpetuada por ritmos motores.
2. Andante sognando: Este movimiento es también lento, con una gran carga de lirismo.
3. Vivace: El último movimiento empieza con varios arpegios. La tonalidad también es
débil, ya que el siguiente tema está en el modo menor, luego vuelve a Si b, más tarde va a Si
mayor y después a Do mayor. Después de esta sección, comienza una parte con carácter de
vals en Reb mayor. Por último, regresa al tema de abertura, en Si b.
En esta sonata existe una significativa simplificación armónica con respecto a las sonatas
anteriores. La superposición de armonías ha sido sustituida por una armonía consonante, que busca
efectos colorísticos mediante la yuxtaposición de armonías diferentes.

Sonata No.9 en do mayor, Op. 103: Esta sonata fue compuesta en 1947, pero no se representó
hasta 1951, y no se publicó hasta después de la muerte de Prokofiev. Estas demoras, inusuales
teniendo en cuenta la historia interpretativa y editorial de las composiciones anteriores de Prokofiev,
son indicativas de la nueva fortuna política del compositor. En la campaña contra el formalismo
lanzada por los funcionarios del Partido Comunista en los primeros meses de 1948, Prokofiev (junto
con Shostakovich) fue implicado como uno de los principales culpables.
La sonata tiene cuatro movimientos:
1. Allegretto
2. Allegro strepitoso
3. Andante tranquillo
4. Allegro con brio, ma non troppo presto
Esta sonata destaca por la simplicidad de su estilo, así como por la concisión y claridad de su
estructura.

4
Sonata No. 10 en E Minor, Op. 137: Aunque Prokofiev incluyó la Décima Sonata en la lista de sus
composiciones, el borrador de esta sonata contiene apenas cuarenta y cuatro compases. El
manuscrito del borrador se conserva en el Archivo Estatal Ruso de Literatura y Arte. El breve boceto
revela una conexión con Sonatina en E Minor, op. 54, no. 1, escrito en 1931-32 en París.

Toccata op.11
Compuesta en 1912. Se trata de una evolución de la forma tocata usada por J.S.Bach o Schu-
mann.
La obra comienza con una persistente repetición de la nota re. Después de un breve desarrollo,
hay saltos cromáticos en la mano izquierda mientras que la mano derecha toca una figuración re-
petitiva. Ambas manos pronto intercambian posiciones, a pesar de que los saltos todavía conti-
núan durante un tiempo.
Una serie de terceras cromáticas partidas ascienden hasta que comienza una melodía descen-
dente (en la) con un acompañamiento de terceras cromáticas, mientras la mano izquierda se
mueve en sentido opuesto ascendente. Esto conduce de nuevo a la repetición principal del tema.
Ambas manos tocan varias veces la figura repetida del comienzo, y de nuevo aparece la serie de
terceras cromáticas. Esto lleva al esquema melódico descendente de manera más violenta, pero
esta vez en re, antes de que el tema repetitivo de la nota re vuelva a aparecer, esta vez alternando
las octavas en ambas manos. La Tocata se ralentiza y se detiene temporalmente. A continuación,
una escala ascendente cromática conduce a un pasaje en octavas para terminar con un glis-
sando por todo el teclado acabado en un re agudo.
Es una pieza de lucimiento extremadamente difícil y muy popular entre los pianistas virtuosos,
siendo grabada por muchos de ellos.

Conciertos para piano


Una de las formas musicales favoritas de Prokófiev fueron los conciertos para piano. Escribió
cinco de ellos y todos han formado parte del repertorio habitual desde entonces.

Concierto para piano No.1 en re bemol mayor, Op. 10


Fue compuesto entre 1911 y 1912, y la primera del compositor que trascendió. Es el más corto
de sus conciertos para piano estando compuesto por un único movimiento. Su duración es de apro-
ximadamente un cuarto de hora. El concierto se divide en las siguientes tres secciones:
1. Allegro brioso
2. Andante assai
3. Allegro scherzando
La primera y la última sección presentan una clara relación temática, ya que el concierto co-
mienza y termina con el mismo amplio tema en re bemol mayor. La sección media (sol sostenido
menor) es más oscuro, pero apenas menos glorioso que la de los otros dos, su clímax es abismal en
lugar de prepotente.
Prokofiev ganó el Premio Anton Rubinstein por sus logros pianísticos tras una interpretación de
la obra en el Conservatorio de San Petersburgo el 18 de mayo de 1914.4 Prokofiev propuso su propio
concierto para el programa del certamen, tras llegar a la conclusión de que no iba a ser capaz de
5
ganar con un concierto del repertorio clásico, con su propio concierto el jurado sería «incapaz de
juzgar si estaba tocando bien o no». Las reglas del concurso, sin embargo, establecían que la pieza
debía estar publicada previamente; pero Prokofiev encontró una editorial dispuesta a producir
veinte copias a tiempo para el concurso. La interpretación fue muy bien, y el jurado, encabezado
por Aleksandr Glazunov, otorgó a Prokofiev el premio, aunque a regañadientes

Concierto para piano No.2 en sol menor Op.16


Compuesto entre 1912 y 1913. El estreno de la obra corrió a cargo del mismo Prokófiev y produjo
entre la audiencia una gran polémica por su supuesto barbarismo y su escritura vanguardista.
Se compone de los siquientes movimientos:
1. Andantino-Allegretto
2. Scherzo: Vivace
3. Intermezzo: Allegro moderato
4. Finale: Allegro tempestoso

El primer movimiento y el último constituyen la música más dramática de todos los conciertos
para piano de Prokofiev. Ambas contienen cadencias largas y desarrolladas con la cadencia del
primer movimiento ocupando casi toda la última mitad del movimiento.
Sigue siendo uno de los conciertos de piano más formidable técnicamente en el repertorio
estándar. El biógrafo de Prokofiev David Nice señaló en 2011: "Hace una década te apostaría a que
había solo una docena de pianistas en el mundo que podían tocar el Segundo Concierto para piano
de Prokofiev correctamente. Argerich no lo tocó, Kissin retrasó su aprendizaje, e incluso Prokofiev
como virtuoso se metió en un lío terrible tratando de tocarlo con Ansermet y la Orquesta Sinfónica
de la BBC en la década de 1930".

Concierto para piano No. 3 en do mayor, Op. 26


Fue escrito en 1921, utilizando esbozos que empezó a escribir en 1913. El trabajo no ganó
popularidad inmediatamente y tuvo que esperar hasta 1922 para ser confirmado en el canon del
siglo XX.
De los cinco conciertos para piano escritos por Prokófiev, este concierto ha cosechado la mayor
popularidad y aclamación de los críticos. El concierto irradia una vitalidad crepitante que testifica la
destreza inventiva del compositor en salpicar inteligentemente los pasajes líricos con disonancias,
manteniendo una asociación balanceada entre el solista y la orquesta. A diferencia de los ejemplos
de conciertos para piano compuestos por muchos de sus antepasados románticos, la orquesta
emerge sobre el acompañamiento secundario para llevar un papel muy activo en este trabajo.
El concierto consta de tres movimientos de aproximadamente la misma duración, unos diez
minutos cada uno:
1. Andante – Allegro: Se inicia con un solo de clarinete que después tomará la orquesta
para su desarrollo. Luego de un par de compases, el lirismo de la melodía es interrumpido
por la entrada exuberante del piano introduciendo el allegro. Se inicia el diálogo entre
orquesta y solista. Luego terminarán al unísono de manera espectacular.

6
2. Tema con variazioni: El tema central, en mi menor, es seguido de cinco variaciones,
que son un ejemplo deslumbrante de como Prokofiev expresa su ingenio ligeramente
sarcástico en términos musicales. La orquesta presenta el tema principal,
una gavota vacilante y picante. El movimiento termina en la más absoluta quietud.
3. Allegro ma non tropo: El tercer movimiento, en do mayor, al que Prokofiev llamó una
"discusión" entre el solista y la orquesta, comienza con una exposición en la menor del tema
principal en fagotes y cuerdas en pizzicato, interrumpido por la entrada enérgica del piano
con un tema conflictivo. El diálogo entre el piano y la orquesta construye vapor, con una
breve aceleración del tiempo (presagiando larga y brillante coda) antes de llegar a un
segundo tema lento y lírico en las maderas. Éste es el movimiento más abiertamente virtuoso
de la obra. Después de un novedoso juego bitonal (la orquesta en sol mayor y el piano en re
mayor), explota la coda en dura batalla entre orquesta y solista para finalmente encontrarse
en Do mayor, la tonalidad inicial, en un dramático fortissimo.

Concierto para piano No. 4 en si bemol mayor para la mano izquierda Op. 53
Este concierto fue un encargo del pianista Paul Wittgenstein, quien perdió la mano derecha en la
Primera Guerra Mundial. El autor lo terminó en 1931. Debido a que Wittgenstein se negó a
interpretar la obra, alegando que no la entendía, fue el único concierto para piano completo de
Prokófiev que nunca vio una interpretación durante la vida del compositor.
El concierto tiene cuatro movimientos, y dura unos 25 minutos:
1. Vivace
2. Andante
3. Moderato
4. Vivace
Los movimientos primero y último hacen como de breve preludio y postludio respectivamente.
Los dos movimientos centrales comprenden el grueso del concierto. El andante es mucho más re-
flexivo y se expande con grandeza romántica. El sarcástico Moderato está escrito en una forma mo-
dificada de sonata. El concierto tiene un inusual final, con el piano llegando en pianissimo hasta un
agudísimo Sib6.
Al ser rechazada por el pianista manco que la encargó parecía que esta composición se perdería
en el olvido, pero un cuarto de siglo más tarde, en 1956, el pianista alemán Siegfried Rapp - el cual
también había perdido su brazo derecho, pero en la II Guerra Mundial - le pidió permiso a la viuda
de Prokofiev para ejecutar este concierto en público y la viuda del compositor le concedió gustosa-
mente la petición.
La obra requiere por parte del ejecutante un nivel de coordinación neuromuscular bastante ele-
vado y un buen dominio técnico. Si bien se reconoce al tercer Concierto para Piano y Orquesta de
Prokofiev como el preferido por parte de los críticos y los melómanos del piano, el cuarto también
tiene una belleza singular y con pasajes verdaderamente espectaculares, de gran brillo. Lo llamativo
es que al escucharse, y hasta con mucha atención, el oyente no se da cuenta que se emplea sola-
mente la mano izquierda, lo cual sí puede reconocerse en el concierto para la mano izquierda de
Ravel.

7
Concierto para piano No. 5 en sol mayor Op. 55
Fue compuesto en 1932, y en un principio la idea era llamarlo Música para piano y orquesta por
no seguir la forma tradicional de concierto y estar formado por cinco movimientos, pero luego sería
persuadido por su amigo Myaskovsky para que le diera la denominación de concierto para piano.
El concierto dura de 20 a 25 minutos, repartidos en cinco movimientos:
1. Allegro con brio
2. Moderato ben accentuato
3. Toccata: Allegro con fuoco
4. Larghetto
5. Vivo
El concierto exuda una atmósfera particularmente bulliciosa, incluso violenta. Los tres primeros
movimientos tienen temas similares, el primero y el tercero empiezan de manera parecida y los tres
cautivan por su ritmo. El segundo comienza con un brillante glissando, introduciendo un tema de
danza, para ser contrastado más tarde por nuevas emociones. Acaba de una manera curiosa. El
cuarto movimiento pilla de sorpresa después de lo que parece una obra casi conclusa. Es el de mayor
duración y el más lento, y tiene un clímax de heroica grandeza. El Vivo empieza dolorosamente,
luego se mueve a un tema más relajado, empleando el poco habitual modo locrio. El concierto acaba
con un volumen atronador.

Suites y álbumes para piano

Las suites para piano más importantes que compone Prokófiev son Diez piezas para piano, Op.75:
Romeo y Julieta y Cinderella. Ambas fueron escritas en forma de ballet, aunque muchas veces se
interpretan simplemente como obras del repertorio pianístico. Cinderella es una de sus composicio-
nes más populares y melodiosas, y ha inspirado a un gran número de coreógrafos desde sus inicios.

Prokófiev escribe durante los años 20 el álbum de Doce piezas fáciles Op.65 para piano, aunque
ello no implica que sean fáciles de interpretar. Hay muchos ejemplos de gran imaginación a lo largo
del álbum. El estudio de las piezas breves ayuda a comprender la importancia de la claridad y la
disciplina rítmica en la interpretación de piezas más largas. La composición musical de piezas inspi-
radas en los niños, es un fenómeno generalizado durante el siglo XX. Una característica principal de
estas obras es que la preocupación principal del compositor no está en el conjunto arquitectónico
de las formas, sino en la belleza de los momentos particulares y de las texturas.

Otro ejemplo de Álbum, esta vez no especialmente “fáciles”, es el de Diez piezas Op.12 para piano.
Fue publicado en el año 1913, mientras completaba sus estudios en el conservatorio. Las piezas que
la componen son: “March”, “Gavotte”, “Rigaudon”, “Mazurka”, “Capriccio”, “Legend”, “Prelude”,
“Allemande”, “Scherzo humoristique” y “Scherzo”. Todas estas pequeñas piezas revelan la increíble
originalidad de Prokófiev y su habilidad para combinar elementos clásicos y contemporáneos.

Son célebres también sus Cuatro piezas Op.4 para piano, especialmente por la última de ellas,
“Suggestion diabolique”. Se trata de una obra de gran dificultad técnica interpretada por numerosos
virtuosos del piano.

8
Visions fugitives son una serie de piezas cortas escritas entre 1915 y 1917. Contienen armonías
disonantes de naturaleza similar a la música compuesta por los contemporáneos de Prokofiev
Schoenberg y Scriabin , aunque sigue manteniendo conceptos muy originales, tanto en la tonalidad
y el ritmo. Las piezas son viñetas musicales caprichosas, y, aunque suenen disonantes, son agrada-
bles, efervescentes y brillantes, como si Prokofiev quisiera mostrar un lado más lento y más alegre
de su personalidad imaginativa. El efecto general es más parecido al estilo impresionista. Debido al
estilo casi uniformemente suave de la pieza, los artistas deben tener mucha paciencia y estar dis-
puestos a trabajar en la técnica relativamente difícil requerida para capturar la esencia de esta obra.
En total son 20 piezas que duran entre uno y dos minutos, y en una actuación no es frecuente que
se toquen de forma individual, sino que se suelen interpretar varias de ellas.

Você também pode gostar