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Es probable que el hom bre del cine sea un sujeto “c o rrie n te” - y
no un “co n o ce d o r”, com o en el caso de la arqueología o las artes
p lá stica s-, habida cu enta de que contem pla el m ovim iento de los
aspectos hum anos desde su propia situación de q u íd a m su m id o,
con sus semejantes de la especie h um ana, en la penum bra general
de una sala de p royección . H ab id a cu enta, tam bién, de que aquel
“e x tra ñ o deseo de exten sión del cuerpo h u m an o ” se agita en la
sala o scu ra co m o las m otas de polvo en el haz del proyector, entre
cuerpos inm óviles de la som b ra (los esp ectad ores) y cu erp o s en
movimiento de la luz (los actores). ¿Cuál es entonces el ser colectivo
resultante de ese en cuen tro, el s e r social del cine? Es im posible, sin
duda algu n a, deducir la idea de ello a p artir tan to del m ero ca stin g
(los actores con vocad os a la pantalla) co m o de la m era a u d ien cia
(ese “público” cuya com unidad y soledad, en general, no logram os
pensar). E s m ás bien el e n c u e n tro -n i la sola “rep resen tación ”, p o r
un lado, ni la sola “recep ció n ”, por o t r o - el que haría posible una
eventual co n stru cció n de esa idea.
A h o ra bien, ese en cu en tro depende en to d a o p o rtu n id a d de
cierto estad o h istórico de las relaciones entre p oética y p o lítica.
Jacques R an cière rem onta h asta Gustave Flau b ert la idea típ ica
mente m oderna de que, “en m ateria de arte [...], ya no hay ni bellos
ni feos tem as: Y vetot vale lo m ism o que C onstantinopla y la hija de
un gran jero, lo m ism o que una mujer de m u n do”.11 Pero se p od ría
igualmente rem on tar esta econom ía de la figuración hasta los pala
freneros de C arav ag g io , los pordioseros de C allo t, los m endigos
de R em b ran d t o , m ás ad elan te, los desastres de G oya. Sobre la
base de esa larga historia en la que se despliega el “teatro del pue
blo”, R ancière exam in ó de m an era no menos pertinente “las ideas
dominantes de un tiem po y una intelligentsia que, en lo to ca n te al
15 2 Pueblos expuestos, pueblos figurantes
LOS FI G U R A N T E S
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con tem p orán eo”, da a entender con claridad q u e los gestos en Cha-
plin, los rostros en Dréyer o el pathos en Eisenstein -p e ro también
los silencios en M izoguchi o las m arcas del deseo en Buñuel, de los
que habla en o tra p a r te - valen para él co m o o tros tantos poem as
figurativosA 6 En resum en, el “cine de p oesía” debe comprenderse
com o una dialéctica de la m odernidad (transgresión de las normas
clásicas) y de su propia tradición oculta (“p atrim onio com ún” del
subproletariado napolitano, por ejemplo), así corno una dialéctica en
la que actúan de consuno “ la profunda cualidad onírica del cine y su
naturaleza, digam os, objeral, absoluta y necesariam ente concreta”.57
Eso es lo que habría de poder su scitar en Pasolini verdaderos
gestos líricos en el m om ento mispio de en con trarse en la realidad
del rodaje de M a m m a R om a para film ar los gesto s d o cu m en ta d o s
del pueblo humilde rom ano: “ Soñaba con el sol en plena noche (con
conciencia de estar en plena n oche), un sol radiante y soberbio,
tan to m ás m acab ro cu an to que era radiante. [...] En el fondo, hacer
cine es una cuestión de sol”.58 Frase que nos habla tan to desuna
rea lid ad técnica -e l gran o de la película, la elección del objetivo, la
cualidad de la luz en el lugar del rodaje- ’’9 corno de un su eñ o vivido
co m o ilum inación, casi a la m anera de R im baud. En relación con
el rodaje de A cca tto n e, Pasolini ev o cará tam bién el intercam bio y
el co n flicto, “las luchas”, dice, del sueño y la vigilia:
Al leer estas líneas se com prende con facilidad que, p ara Pasoli
ni, el e lem en to d ialectal nunca deja de aco m p añ arse del elem en to
g e stu a l, así co m o nunca hay p alab ra sin un cu erp o -u n a b o ca,
un ro stro , tam bién m an os o el cu erp o e n te r o - p ara pron un ciarla,
llevarla, exp on erla a los o tro s. A quí, la referencia poética a los
p od eres de la fig u ra (D a n te , A u erb ach ) puede a rtic u la rs e con
174 Pueblos exp uestos, pueblos figurantes
En tales condicion es, no cab ría asom b rarse al ver que la obra
cin em atográfica de Pasolini está atravesad a - e n ocasion es hasta
la sa tu ra ció n - por esas “ fulguraciones figurativas” derivadas de la
historia del arte. El g ran h istoriad or m a rx ista Giulio C arlo A rgan
terminó por recon o cer en el realism o de A cca tto n e una “ tipología”
iconográfica de los personajes enraizada en la larga tradición p ictó
rica de la Edad M ed ía ,-d R enacim ien to y el b a rro c o . 83 Veinte años
antes de los cu ad ro s vivos de Je a n -L u c G od ard en su filme Passion
[Pasión], Pasolini pudo p oner c a ra a c a ra , en .L a R ico tta [idem ],
al realizador m oderno por an ton om asia -O r s o n W elles, que en el
filme se autodefine co m o “m ás m od ern o que todos los m od ern os”,
pero visto p o r sus con tem p orán eos co m o una “fuerza del p a sa d o ”-
con la co m p osición h um ana de figurantes, pueblos destinados a
volver a h a c e r fig u ra r p lásticam en te, pero tam bién p olíticam en te,
la célebre Pietà pintada p o r P o n to rm o y E l d esce n d im ie n to d e la
C ru z pintado p o r R o sso F io ren tin o. 84
¿Por qué políticam ente? Porque L a R icotta pone en juego, com o
p rotag on ista p rin cip al, al m á s m ín im o d e los fig u ra n tes, el m ás
pobre: aquel que, en la p ausa del m ed iod ía, tom a el p aquete de
com ida que le han en tregad o y lo lleva a algunos pasos del lugar
de rodaje p ara alim en tar a su mijjer y sus c u a tro hijos; aquel que,
por consiguiente, siempre tiene h am b re, por lo cu al roba com ida
Poemas de pueblos 179
A B G I O I A , POEMAS DE ACCIONES:.
HÁ C E R QUE LOS CONFLI CTOS BAILEN
Figura 35. Pier Paolo Pasolini, La ricota (La Ricotta), 1962. Fotograma
del filine.
hace que nuestro cuerpo esté vivo, es porque late [bat\ rítmicamente
y en él se co m b a ten [se battent] la diástole y la sístole, la fuerza de
los golpes y el suspenso de los silencios. Es justo, pero insuficiente,
decir que en Pasolini el realism o es complejo p o r “intertextualidad”,
poético por “utopía” o exagerad o p o r “ fetichism o”.94 E s menester,
ad em ás, entender por qué ese realism o torria ta n inquietante el
m undo, o bien cóm o nos da a ob servar los cu erp os entre sueños
de la efusión y pesadillas del to ta lita rism o .95;A lain B ergala tenía
razó n , sin duda, al calificar de “dos veces im pu ro” el cine paso-
liniano: im puro por no ser un “cine salido del cin e” (com o el de
G od ard ), e im puro por no ser h asta el final un “ cine de la inscrip
ción verdadera” 96 (com o lo habría deseado A ndré Bazín).
Pero no se define una obra por sus m eras negaciones y ni siquie
ra por sus propias reivindicaciones de herejía;.97 L a cuestión que
se plantea es sobre todo saber a qué quiso Pasolini decir sí en la
vitalidad con flictiva, la exu b eran cia fu n dam ental - y ya no la fal
t a - de sus agenciamienros “im puros” o “co n tam in ad o s”.98 Cuando
Jean-A ndré Fieschi le hizo esta pregunta en un nivel aparentem ente
técn ico, Pasolini respondió en principio, en un francés experim en
tal, que había “ejercido -¿ s e dice ejercido?, ¿tra ta d o ?, ¿experim en
ta d o ? - una sim plificación”; en una p alab ra, que había trabajado
mucho para filmar “con sim plicidad”... Y eso porque “la sacralidad
es muy sim ple”.99 Sin insistir en la com plejidad m ism a que supone
esta reivindicación realista y “s a c r a ” a la vez, ese “ejercicio ” o
“experim entación” de la simplicidad, basta con señalar que Pasolini
se entrega entonces, de m anera esp ontánea, a un elogio del primer
p lan o: 100 justam ente él, cuyas iniciales son las del “prim erísim o
prim er p lan o” en la escritura italian a de guiones, en la que PPP
significa prim issim o pia n o . Prim erísim o prim er p lan o, pues: m iro
de tan cerca que me implico p o r com pleto -m e ¡e n tre g o de cuerpo
y a lm a - en lo que m iro. M iro de tan cerca que el otro co b ra fig u
ra, me mira desde arriba y term ina p or en carn arse en m í m ism o,
p o r así decirlo. De m odo que, lógicam ente, “ lauitilización de los
cam p os y con tracam pos [se h ará] sin ninguna régla fija”, 101 com o
por con tam inación. C om o p ara no desvincular, én esa p ráctica del
cine, el con flicto frontal de la fusión a m o ro sa , ojel enfrentam iento
de la em patia. I
¿Cuál será, en lo sucesivo, el pathos o la passio fu n dam ental de
ese “cob rar figura” frontal y fusional a la vez? E n la mism a en tre
Poemas de pueblos 185
Figura 36. Pier Paolo Pasolini, A ccattone, 1961. Fotograma del filine.
cuñado {co m e incollato al cognató), sin que sea posible a p a rta rlo
de él.” A sí, “ los dos q uedan unidos co m o si fo rm a ra n un solo
cuerpo (/' d u e resta ñ o a tta cca ti, c o m e u n c o rp o solo), ru gien d o
com o anim ales (solo rin g h ia n d o c o m e bestie) y resistiéndose a las
m aniobras de los vecinos que quieren sep ararlos”. 106
Lo que sorprende en el propio filme (figuras 3 6 y 3 7 ) es, ante
todo, la longitud de la secuencia. Pasolini entra con p recisión y
crueldad -p e r o ¿cóm o no ver tam bién la asom brosa ternu ra de su
m ira d a ?- en el anud am iento de los dos cuerpos enfrentados. Lejos
de cualquier gresca a la n o rteam erican a, en la que nunca tard a en
surgir un vencedor, la escena de A cca tto n e se dem ora incluso en
los m om entos en que el com b ate genera su propia inm ovilización
(como solo se los ve, dicho sea de p aso, en los docum entales sobre
la depredación anim al). N o se tra ta , es cierto , de un com b ate entre
jefes sino, en verdad, de una m iserable p elea , una pelea entre dos
pobres tan im potentes el uno com o el o tro . A hora bien, de tod o
esto surge tam bién una extrao rd in aria gracia co reo g ráfica: los dos
188 Pueblos expuestos, pueblos figurantes
Figura 41. Pier Paolo Pasolini, Secuencia de la flor de papel (La sequenza
del fiore di carta), 1968. Fotograma del filme.
polém icam ente sobre la situación del cine que le es contem poráneo:
refuta la posición m odernista consistente en justificar un filme solo
en el co n texto específico de la historia del cine. “ E x p lic a r el cine
por el cin e”, escribe, es in ven tar una pureza ficticia del arte por
el arte -in clu so de la industria por la in d u s tria - “ y cre a r así una
oscura on tolog ía .” 120 Por eso el a cto r de G o d ard , “ al volante de su
Alfa R o m eo ”, solo ap arece a juicio de Pasolini “en la lógica de un
montaje n arcisista ” 121 y típicam ente burgués. Y por eso la estética
de G odard se reduce a un “cine especializado [...] que se tom a a
sí mismo co m o o b jeto ”, un “cine sobre el cin e ” que funciona de
m anera p erm anente co m o un “m etalen guaje” ce rra d o sobre sí y,
por lo tan to , fatalm en te “n o rm a tiv o ”. 122
Aun cu an d o la dureza verbal de estos debates m erezca m ati
zarse -e n o tras op o rtu n id ad es Pasolini defendió a G o d ard y co m
prendió que, en cie rto p lan o , am b o s estab an del m ism o lado de
la b a rrica d a , 123 de lo cu al d an c la ro testim o n io los m agníficos
filmes “ m ilitan tes” del au to r de L e M é p ris [E / d e s p r e c io ]- , nos
perm ite entender cie rta s líneas divisorias a ce rc a de la posición
del cine m od ern o en re la ció n co n la cu e stió n de la exp osición
de los pueblos. C on L a rabia o L a s e c u e n c ia d e la fl o r d e papel,
Pasolini im provisa una p elícula p ara a fro n ta r la h isto ria d e los
p u e b lo s ; G o d ard , co m o es sab id o, co m p o n d rá m ás adelante una
verdadera sinfonía de las relacion es en tre la h isto ria d el cin e y la
historia a secas. El elem ento donde se mueve el cu erp o de N inetto
Poemas de pueblos 195
Figura 44. Pier Paolo Pasolini, El Evangelio según san Mateo (II Vctngelo
secando M atteo), 1964. Fotogramas del filme (los doce evangelistas).
Figura 45. Pier Paolo Pasolini, El Evangelio según san M aleo (11 Vangclu
secondo Matteo), 1964. Fotogramas del filme (los soldados de Heredes).
Figu ra 4 6 . Pier Paolo Paso lini, E l E v an g elio según san M a teo (Il Vangelo
s e c o n d o M atteo), 1 9 6 4 . F o t o g r a m a del filme (la l a m e n ta c i ó n de M a r í a ) .
obra m aestra del arte docum ental que es T aranta, un filme rodado
en la Apulia en 1 9 6 1 por G ianfran co M ingozzi sobre bandas so n o
ras reunidas p o r C arp itella y un co m e n ta rio del p o eta Salvatore
Q uasim odo, directam en te inspirado en el estudio sobre el taran tis
m o que E rn esto de M a rtin o incluye en su libro La tierra d el r e m o r
d im ien to .lfi7 De m an era sim étrica, no puede sino aso m b rarn o s la
dimensión esencialm ente d o c u m en ta l del lirism o pasolin ian o: no
solo porque sus películas docum entales - y pienso sobre tod o en los
diferentes A p p u n ti, sobre la India en 1 9 6 8 [A p u n tes para u n film
so bre la in d ia ] o sobre Á frica en 1 9 6 9 [A p u n tes para u n a O restía-
da a frica n a ] - nunca renuncian a una form a p o é tica , sino adem ás
porque sus filmes de ficción, em pezando por A c c a tto n e o M a m m a
R o m a , pueden considerarse localm en te, en el detalle de los planos,
corno observaciones etn o g ráficas sobre el cu erp o de los pueblos.
En ese co n cep to , el arte de Pasolini dependería de una tipología
estética obsesionada, com o lo ha sugerido H al Foster, por el “retor
no de lo real”, y que, de R o b ert Sm ithson a A lian Sekula, habría
de hacer del artista -a u n q u e , en realid ad, el ca m p o es m ucho más
vasto de lo que lo propone la visión muy “a m e rica n o cé n trica ” de
F o s te r - un etn ó gra fo d e la a lte rid a d .m Por eso el cine etnográfico
atraviesa toda la o b ra de Pasolini: hay co sas de R o b e rt Flaherty
Poemas de pueblos 211
LA IM AGEN AL ACECHO
oscilación dialéctica entre dos polos opuestos: por una parte el con*
junto Pueblo como cuerpo político integral, por otro el subconjunto
pueblo [con p minúscula para designar al “pueblo humilde”] com o
multiplicidad fragmentaria de cuerpos menesterosos y excluidos;
allá, una inclusión que se pretende sin resquicios, aquí una exclu
sión que se sabe sin esperanza.I9S
reivindican a justo título sus rodajes com o otras tantas ex p erien cia s
en todos los sentidos de la p a la b ra -, los gestos, entonces, no están
perdidos en ella: son so b rev iv ien tes, o tra m anera de ser' eficaces,
incluso políticam en te, en nuestra situación presente.
El cine de Pasolini - é l cine en general cu and o nos solicita con
vigor, las obras dgl espíritu en general cuando nos ob servan co n
p ro fu n d id ad - nó consigna pues la pérdida de los pueblos: lo que
consigna y p lasm a, al co n trario , sería la co m u n id a d q u e v ien e, a la
que G iorgió'A gam ben dedica justamente otra de sus o b ras.206 Si me
lanzo a un montaje semejante, lo hago ante todo para sugerir que lo
que se exp one a d esaparecer no desaparece por com pleto; y que lo
que sobrevive eniese p roceso incumbe a nuestro futuro m ucho más
que á'cu alq u ier restauración -im posible y, por o tra p a rte , inútil y
p oco d eseab le- del pasado. A gam ben, por su lado, contem pla esa
“com unidad que viene” a través de las figuras capaces de escap ar
a las an tinom ias-m etafísicas de lo universal y lo singular. Sucede
así co n el ejem p lo , que “constituye una singularidad entre o tras,
que puede sin em bargo sustituir a cad a una de ellas [porque] vale
por to d as, [estando por su parte] al lado de sí”.20/
P odríam os decir, en este aspecto, que cad a figurante film ado
p o r P asolini, m od esto héroe de un m om ento dado (figuras 4 4 a
4 6 ) , aparece co m o un “ejem plo” de hum anidad, irreductiblem en
te sin gu lar y, no ob stan te, p erfectam ente sustituible por uno de
sus sem ejafitss. El rostro h u m a n o es cap az entonces de figu rar lo
com ún, no en calidad de esencia reunida sino de existencia dispersa:
“El ro stro hum ano no es ni la individuación de un ja cies genérico
ni la universalización de rasgos singulares: es el rostro cu a lq u iera ,
para el cu al lo perteneciente a la naturaleza com ún y lo propio son
absolutam ente indiferentes”.208 A hora bien, esa “indiferencia” no
es en m odo alguno una zona gris. Se tra ta más bien de un co rte ,
una “divisoria de ag u as” donde se decide el uso de cada m om ento,
el equilibrio de cad a decisión; en una p alabra, la ética en cu an to
tal: “ L o com ún y lo p rop io, el género y el individuo, no son sino
las dos vertientes que se precipitan desde las divisorias de aguas
del cu alquiera. [...] El ser que se engendra en esa divisoria es el ser
cualquiera, y la m anera en que pasa de lo com ún á lo propio y de
lo propio a lo com ún se llam a uso, es decir, eth o s”.1<ú9
¿Eíabrá que sorprenderse, en tales condiciones, de que las elec
ciones existenciales y form ales inherentes al cine de Pasolini res
218 Pueblos expuestos, pueblos figurantes
pondan con exactitu d a todo lo que A gam ben espera de ese “rostro
cualq u iera”, a saber, el c a rá c te r e x p u e s to (p or lo ta n to abierto),
d esn u d o (por lo tan to imprevisible) y a m a b le (por lo ta n to impor=
tante)? E xp u esto y por lo tan to a b ierto , porque “el cualquiera es
una singularidad más un espacio vacío, una singularidad finita y,
de todas m aneras, indeterminable según un co n cep to ”.210 Desnudo
y por lo tan to im previsible, porque el “ ser-así”, co m o lo designa
Agam ben, “no es un supuesto previo, puesto delante o detrás de
sus atrib utos”.211 Am able y p o r lo tan to im p o rta n te, porque el ser
cualquiera es “el ser tal que, de tod os m od os, im p o rta [y] mantiene
una relación original con el deseo”.212 El m ás m ínim o figurante de
Pasolini - p o r ejemplo el propio G iorgio A gam ben cu an d o , a los
veintidós años, aparece en E l E v a n gelio seg ú n san M a teo bajo los
rasgos de uno de los doce evangelistas (figura 4 4 ) - p articip aría
pues de esa “singularidad exp uesta co m o tal [y com o] cualquiera;
en otras palabras, a m a ble |si es cierto que el am or] quiere el objeto
co n todos st/s p red ica d o s, su ser tal co m o es [...], únicam ente en
cu an to tal”. Y es esto, concluye A gam ben co n una exp resión muy
p asoliniana, lo que autoriza su “ fetichism o p a rtic u la r”.213
T odas estas com p aracion es quizá solo ap un ten , a fin de cu en
tas, a cierta m anera de e s p e ra r a los p u e b lo s en la visión d e un
solo ro stro , con tal de que ese ro stro sea “cu alq u iera” en el sen
tido que quiere darle G iorgio A g am b en , es decir, a la vez “ ta l”
-irred u ctib le com o sin g u la rid a d - y ab ierto a la com u n id ad de sus
sem ejantes. E xp o n er a los pueblos, p o r ende, no es ta n to erigirnos
en sus e sp ecta d o res , lo cu a l, de to d o s m o d o s, es im posible. Es
m ás bien erigirnos en sus e x p e c ta d o r e s . E n ese m om ento la im a
gen se en carga de an ticipar, h acer saber, co n s tru ir los posibles:
llam ém osla una im a gen al a c e c h o , una “ im agen a c e c h o ” . E s la
im agen de lo que ella misma no podría e n cerrar: Im agen sin objeto
cap tad o , definido, con seguido, g an ad o . Frente a una im agen así
solo se observa lo que no se co n se rv a . F re n te ;a una im agen así
esp erar y ob serv ar p articip an de un m ism o m ovim ien to: e n ella
o b serv a r es esperar. ;
A hora bien, los pueblos que, esp eram os en lo que se.o frece a
nuestras m irad as, si no se ven y no se dañ jam ás co m o tales, al
menos se en trev én en sus sín to m a s, esto es, en-algunas tra n sfo r
m aciones inhabituales sufridas p o r los asp ecto s, los ro s tro s , los
cuerpos, que reconfiguran a cad a instante sus propios gestos. Según
Poemas de pueblos 219
NOTAS
66. Pier Paolo Pasolini, “ Pour moi, c ’est un film catholique” (1960),
en Écrits sur le cin é m a ..., op. cit., pp. 8 2 -8 3 y 8 8 -9 1 [trad. cast.: “Para
mí se trata de un filme católico”, en Las películas de los otros, op. cit.],
67. Pier Paolo Pasolini, “M oravia et Antonioni” (1961), en ibid.,
pp. 1 2 1 -1 2 4 ; “Je défends L e D ése rt ro u g e”, en ib id ., pp. 1 2 5 -1 2 9 , y
“Et vint un homme” (1 9 6 5 ), en ib id., pp. 1 3 1 -1 3 3 .
68. P. P. Pasolini, “ Pour moi, c ’est un film catholique”, op. cit.,
pp. 8 5 -8 6 .
69. Pier Paolo Pasolini, “Adieu, Rossellini!”, en E n tretien s avec
Jean D u flo t (1969), Paris, Éditions Gutenberg, 2 0 0 7 , pp. 4 3 -5 3 [trad.
cast.: C onversaciones co n Pasolini, Barcelona, A nagram a, 1971],
70. Pier Paolo Pasolini, “Pasolini recensisce Pasolini” (1 971), en
Saggi sulla letteratura..., op. cit., pp. 2 5 7 5 y 2 5 8 0 [trad. cast.: “Pasoli
ni reseña a Pasolini”, M inerva, 4(1), 2 0 0 6 ] (cf. el com entario de Hervé
Joubert-Laurencin, “Pasolini aime la réalité” [2 0 0 1 ], en L e D ern ier
poète exp ressio n iste..., op. cit., pp. 169-178).
71. Pier Paolo Pasolini, “M on goût ciném atographique” (1962),
traducción de S. Bevacqua, Cahiers du ciném a, número fuera de serie,
“Pasolini cinéaste”, 1 9 8 1 , p. 2 3 [trad. cast.: texto extraído de M am m a
R om a, op. cit.\.
7 2 . P. P. Pasolini, “Journal au magnétophone”, op. cit., p. 3 2 .
7 3. Pier Paolo Pasolini, “ Lettres au professeur” (1 9 4 2 ), en Écrits
sur la peinture, op. cit., pp. 15-17.
74. Pier Paolo Pasolini, “ M am m a R om a” (1 9 6 2 ), en Per il cinem a,
edición de W. Siti y F. Zabagli, M ilán, A m oldo M ondadori, 2 0 0 1 , p.
153 [trad. cast.: M am m a R om a, op. cit.].
75. Pier Paolo Pasolini, “ Q u’est-ce qu’un m aître?” (1 9 7 0 -1 9 7 1 ),
en Écrits sur la p einture, op. cit., pp. 7 7 -7 8 [trad. cast.: “¿Qué es un
m aestro?”, Noticias del Frente. R ed universitaria de com unicación,
<w w w.agencianoticíasdelfrente.blogspot.com .ar>].
7 6 . Roberto Longhi, “ Gli affreschi del Carm ine, M asaccio e Dan
te” (1 9 4 9 ), en O p ere co m p lete, libro 8 , vol. 1, Fatti di M asolino e
di M asaccio e altri studi sul Q u a ttro cen to , 1 9 1 0 - 1 9 6 7 , Florencia,
Sansoni, 1 9 7 5 , pp. 67 -7 0 .
77. Roberto Longhi, Fatti di M asolino e di M asaccio (1 9 4 0 ), en
ibid., p. 37; version francesa: À propos de M asolino et d e M asaccio:
qu elques faits, traducción de M . M adeleine-Perdrillat, A ix-en-Pro
vence, Pandora, 1 9 8 1 , p. 9 2 .
7 8 . Roberto Longhi, O pere com plete, vol. 3, Piero della Francesca
(1 9 2 7 ), con aggiunte fino al 1 9 6 2 , Florencia, Sansoni, 1 9 8 0 .
79. R oberto Longhi, O p ere co m p lete, libro 11, vols. 1 -2, Studi
Poemas de pueblos 231
2 1 0 . Ib id ., p. 69.
211. Ib id ., p. 101.
2 1 2 . Ib id., p. 9.
2 1 3 . Ib id ., pp. 10-11. En Hervé Jourbert-Laurencin, “Acteurs féti
ches: le rêve d’une chose” (1 990), en Le D ern ier poète expressionis-
t e ..., op. cit., pp. 37-59, se encontrará una interpretación del “actor
fetiche” en Pasolini que utiliza, no la psicopatologia, sino el análisis
que hace Agamben del fetiche.
214. Gilles Deleuze, C iném a, vol. 1, L’Im a ge-m o u v em en t, Paris,
Éditions de M inuit, 1 9 8 3 , pp. 2 4 3 -2 4 4 [trad. cast.: La im agen m o v i
m iento. E studios sobre cine 1, Barcelona, Paidós, 19 8 4 ].
2 1 5 . Ib id ., pp. 2 8 3 -2 8 4 .
216. Ib id ., p .1 7 5 .
217. Gilles Deleuze, C iném a, vol. 2 , L ’Im age-temps, Paris, Éditions
de M inuit, 1 9 8 5 , pp. 7-9 [trad. cast.: La im agen tiem po. Estudios
sobre cine 2 , B arcelona, Paidós, 1987],
2 1 8 . Ibid.', p .'4 2 .
2 19. Ib id ., p .;239.
2 2 0 . Ib id ., p.:2 2 8 .
2 2 1 . G. Deleúze, C iném a, vol. 1, op. cit., p. 36.
2 2 2 . G. Deleuze, C in ém a , vol. 2 , op. cit., p. 2 8 1 .
2 2 3 . Ib id ., pp. 2 8 2 -2 9 1 . .
2 2 4 . Frantz Fanon, Les D am nés de la terre, Paris, François M as-
pero, 1961 (reedición, Paris, La Découverte, 2 0 0 2 ) [trad. cast.: Los
condenados de la tierra, M éxico, Fondo de Cultura Econòm ica, 1963].
2 2 5 . G. Deleuze y F. G uattari, Q u ’est-ce que la philosophie?, op.
cit., p. 167.
2 2 6 . F ran z K a fk a , en trad a del 2 5 de diciem bre de 1 9 1 1 , en
Jo u r n a u x , tradu cción de M . R o b ert, en Œ u v res co m p lètes, vol. 3 ,
edición de C . D avid, P aris, G allim ard, 1 9 8 4 , p. 1 9 6 [trad . c a st.:
D iarios, 1 9 1 0 - 1 9 2 3 , Buenos Aires, E m ecé, 1 9 5 3 , p. 14 2 ], Cf. asi
mismo, sobre la com unidad, Franz K afk a, Œ u v res c o m p lè tes, vol.
2, edición de C . David, Paris, Gallimard, 1 9 8 0 , pp. 5 6 0 - 5 6 1 (“C o m
m unauté”) y 6 2 9 .
227. Gilles Deleuze y Félix Guattari, K afka. Pour un e littérature
m ineure, Paris, Éditions de M inuit, 1 9 7 5 , p. 33 [trad. cast.: K afka.
Por una literatura m en or, M éxico, Era, 1983].
2 2 8 . G. Deleuze, “L’immanence, une v ie ...”, op. cit., pp. 3 6 1 -3 6 2 .
229. Ib id ., p. 3 6 3 .