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UNIVERSIDAD ANDINA

“NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”


FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TESIS:
“RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS MENORES DE EDAD COMO
SOLUCIÓN A LA IMPUNIDAD EN LOS DELITOS COMETIDOS
POR ADOLESCENTES”

PRESENTADO POR:

Bach. JHORDAN ALEX VARGAS TINTAYA

PARA OPTAR TÍTULO PROFESIONAL DE

ABOGADO

PUNO - PERÚ

2017
UNIVERSIDAD ANDINA
“NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ”
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS
ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

TESIS:
“RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS MENORES DE EDAD COMO
SOLUCIÓN A LA IMPUNIDAD EN LOS DELITOS COMETIDOS
POR ADOLESCENTES”

PRESENTADO POR:

Bach. JHORDAN ALEX VARGAS TINTAYA

PARA OPTAR EL TÍTULO PROFESIONAL DE


ABOGADO

APROBADO POR:

PRESIDENTE DEL JURADO : ___________________________________


Dr: Victor Niño de Guzman Pino

MIEMBRO DEL JURADO : ___________________________________


Dr. Walter Marcelino Nieto Porto Carrero

MIEMBRO DEL JURADO : ___________________________________


Abg. Gerardo Ivan Zantalla Prieto

ASESOR DE TESIS : ___________________________________


Dr. Luis Chayña Aguilar

Juliaca, Octubre del 2017

ii
DEDICATORIA:

A mi querida madre, Sucy Nancy Tintaya


Cachicatari, por su admirable ejemplo, valor y
coraje, quien me apoya en todo momento, a
pesar de todas las dificultades que se
presentan en el camino.

A mi abuelo Octavio Tintaya Cahuaya, por su


constante aliento y fe en lo que hago.

A mis hermanos, Brenda y Nigel, quienes me


siguen en el camino y por quienes debo
hacer las cosas bien.

A Gysella y a mi hijo Alejandro Valentino, con


todo mi amor y cariño, son ellos mi impulso
diario.

A todas las personas que depositan su


esperanza en mi.

iii
AGRADECIMIENTOS
Mi eterno agradecimiento a mi alma mater la
Universidad Andina “Néstor Cáceres
Velásquez”, a mi querida familia por
brindarme su apoyo incondicional. Pero,
principalmente mi agradecimiento está
dirigido a mi Madre, la persona a quien más
admiro y quien sobre todo es mi mejor amiga,
sin ella, sin su ejemplo y empuje, no hubiese
podido salir adelante.
También son propicias estas líneas para
expresar mi gratitud a todos quienes
mostraron especial consideración por esta
investigación, a mi asesor Dr. Luis Chayña
Aguilar, por su valioso aporte y constante
apoyo, a la Dra. Udelia Butron Zevallos, por
la orientación y motivación dada a lo largo de
estos años.
A mis jurados, Dr. Victor Niño de Guzman
Pino, Dr. Walter Marcelino Nieto Portocarrero
y Dr. Gerardo Ivan Zantalla Prieto, con
quienes tuve la oportunidad de conocer y
aprender el derecho; los mismos que me
brindaron su grata amistad y de quienes
siempre recibí palabras de ánimo y aliento.
Un agradecimiento muy especial merece la
comprensión, paciencia y el ánimo de mis
familiares y amigos.
Y gracias a todos, por lo bueno y lo malo,
porque de todo ello he aprendido.

iv
“Una ley rigurosa produce muchas veces los
mayores crímenes”
Voltaire

(VOLTAIRE, “Comentario” al tratado de


Beccaria, en C. Beccaria, De los delitos y de
las penas edición de J.A. Delval, Alianza,
Madrid, 1968, pág. 147).

“No es la crueldad de las penas, sino la


infalibilidad de ellas, el principal freno a los
delitos”
C. Beccaria

(FERRAJOLI, Luigi: “Derecho Penal y Estado


de Derecho”, en Gaceta Penal Num. 20 –
febrero de 2011, pág. 45)

v
ÍNDICE
Resumen .............................................................................................................. xi

Abstract ................................................................................................................ xi

Introducción .......................................................................................................... xiii

CAPÍTULO I

BASES TEÓRICAS DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN

I. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN ............................................................. 1

1.1. TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN ................................................................. 1

1.2. EXPOSICIÓN DEL PROBLEMA ................................................................... 3

1.3. INTERROGANTE DEL PROBLEMA GENERAL ........................................... 3

1.4. INTERROGANTES DEL PROBLEMA ESPECÍFICO .................................... 3

II. OBJETIVOS ..................................................................................................... 4

2.1. Objetivo general ............................................................................................ 4

2.2. Objetivos específicos .................................................................................... 4

III. JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN ..................................................... 4

IV. MARCO TEÓRICO INICIAL ............................................................................ 5

V. HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN ................................................................... 5

5.1. Hipótesis general ........................................................................................... 5

5.2. Hipótesis especificas ..................................................................................... 5

5.3. VARIABLES E INDICADORES ..................................................................... 6

VI. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN ..................................................... 7

6.1. Método de la investigación ............................................................................ 7

6.2. Tipología de la investigación ......................................................................... 7

vi
6.3. Nivel de investigación .................................................................................... 8

6.4. Enfoque de la investigación........................................................................... 8

6.5. Fuentes, instrumentos y técnicas .................................................................. 8

6.6. Determinación de la población y muestra de la investigación ....................... 9

CAPÍTULO II

DESARROLLO DEL MARCO TEÓRICO

SUB CAPÍTULO I

2.1. LA TEORÍA DEL DELITO .............................................................................. 11

2.1.1. La función de la teoría general del delito .................................................... 13

2.1.2. Contenido de la teoría general del delito .................................................... 13

2.1.2.1. El delito y sus elementos comunes o esenciales. Definiciones ............... 14

2.1.2.2. Sobre la estructura fundamental del delito .............................................. 14

2.1.3. El delito como acción o acto jurídico .......................................................... 15

2.1.3.1. Tipicidad .................................................................................................. 15

2.1.3.2. Antijuricidad ............................................................................................. 16

21.1.3.3. La culpabilidad y sus presupuestos ....................................................... 18

SUB CAPÍTULO II

2. LA EVOLUCIÓN DEL TRATAMIENTO DEL MENOR EN EL DERECHO

PENAL HISTÓRICO PERUANO .......................................................................... 19

2.1. El derecho tutelar de los menores ................................................................. 19

2.1.1. Protección y reconocimiento de la niñez .................................................... 27

2.1.2. Fundamentos del sistema tutelar o doctrina de la situación irregular ......... 29

2.2. La doctrina de la protección integral de las naciones Unidas ........................ 34

vii
2.2.1. Fundamentos del sistema de protección integral ....................................... 35

2.2.2. Características del sistema de protección integral ..................................... 36

SUB CAPÍTULO III

3. INSTRUMENTOS INTERNACIONALES QUE REGULAN

LOS DERECHOS DE MENORES ........................................................................ 39

3.1. Sobre la aplicabilidad de los instrumentos internacionales ........................... 40

3.2. Los instrumentos internacionales: sus principios

reguladores, estructura e importancia .................................................................. 40

3.2.1. Convención sobre los derechos del niño .................................................... 42

3.2.2.Reglas mínimas de las naciones unidas para la

administración de justicia de menores (reglas de Beijing) .................................... 45

3.2.3. Directrices de las naciones unidas para la prevención

de la delincuencia juvenil (directrices de RIAD) ................................................... 50

SUB CAPÍTULO IV

4. DERECHO JUVENIL SU REGULACIÓN EN LAS LEGISLACIONES DE

ALGUNOS PAÍSES DEL MUNDO ....................................................................... 56

4.1. Ordenamientos penales Europeos: España, Alemania, Italia, Francia

Holanda, Austria ................................................................................................... 57

4.2. Ordenamientos penales Latinoamericanos: Brazil, Argentina, Bolivia,

Costa Rica, El Salvador, México, Uruguay, Guatemala, Paraguay ...................... 59

SUB CAPÍTULO V

5. SOBRE LA REDUCCIÓN DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD DE LOS

MENORES A LA LUZ DE LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES EN

viii
MATERIA DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS MENORES...................... 71

5.1. El menor puede ser imputable ....................................................................... 74

5.1.1. Los conceptos de delito y de menor ........................................................... 79

5.1.2. Sobre la mayoría de edad penal y los limites aceptados............................ 80

5.2. Las consideraciones a tomar en cuenta por parte de los estados en

cuanto a la reducción de la edad de imputabilidad de los menores infractores

de la ley ................................................................................................................ 81

5.2.1. De la aplicación de la ley sustantiva: la sanción

y la consideración de la edad ............................................................................. 84

5.2.2. Del procedimiento para el tratamiento del menor declarado imputado o

responsable penal ................................................................................................ 86

5.2.3. Consideraciones sobre el cumplimiento de la pena para los monores

infractores, la fase de ejecución ........................................................................... 88

CAPÍTULO III

EXPOSICIÓN DE LOS RESULTADOS

1. Análisis y discusión .......................................................................................... 90

2. Exposición y Explicación de los resultados ...................................................... 91

3. Propuestas Jurídicas ........................................................................................ 93

CONCLUSIONES................................................................................................. 94

SUGERENCIAS ................................................................................................... 95

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................... 96

APÉNDICES......................................................................................................... 97

Apéndice Nro. 01 (Ficha de entrevista) .............................................................. 106

ix
Apéndice Nro. 02 (Proyecto de Ley que modifica el artículo 1º del

Título Preliminar del Decreto Legislativo N° 1348)

Apéndice Nro. 02 (Proyecto de Ley Que Modifica el Artículo 2° del Ámbit

o de Aplicación del Decreto Legislativo N° 1348.) .............................................. 110

Apéndice Nro. 03 (Matriz de consistencia) ......................................................... 131

ANEXOS ............................................................................................................ 133

x
RESUMEN

El presente trabajo de investigación tiene por objetivo realizar un análisis


fundamentado acerca de la responsabilidad penal de los menores de edad como
solución a la impunidad por los delitos cometidos por adolescentes. Es cierto que
la cuestión actual existe una muy clara discusión acerca de si es una verdadera
responsabilidad penal o propiamente dicha si hay una verdadera culpabilidad
penal en aplicar a un menor infractor y, en segundo lugar, si con la posible
imputación a un menor de edad como si fuera un adulto se solucionara la
criminalidad organizada que acarrea a todo el Perú, de esa criminalidad que utiliza
a los menores de edad para perpetrar los delitos más grabes y atroces del código
penal, como sicariato, asesinatos, robo agravado, hurto agravado, extorción,
marcaje, reglaje, etc. Empero, no es mi intención dar por acabada semejante
discusión. Esta contribución a modo de tesis procura absolver, más bien con ello,
los problemas que han surgido para muchos, el interés por hacer una revisión o
replanteamiento sobre la edad más acorde para imputar penalmente a un menor
infractor y darles el trato merecido. Paralelamente, organizaciones y
personalidades defensoras de los Derechos de los Niños y Adolescentes han
mostrado su oposición a este tipo de propuestas. El debate ha empezado, sin
embargo mi investigación versará, como indica, sobre la cuestión de la minoría de
edad penal y el Derecho Penal del adolescente con atención preferente a la
perspectiva político criminal, que adoptado nuestra legislación peruana. Ésta viene
particularmente obligada por la circunstancia de que en nuestro ordenamiento está
pendiente una renovación legal profunda de esta materia. La cuestión de la
minoría de edad penal, esto es, de la fijación de una edad de comienzo de la
responsabilidad criminal, así como de otras edades complementarias con efectos
en el grado de responsabilidad criminal es una de las materias jurídico penales de
más vivo interés en la actualidad. Interés que se acentúa además en nuestro país
debido a que lo dispuesto al efecto en el nuevo D.L. N° 1348, que ha entrado aún
en vigor desde este año.

xi
ABSTRACT
This research aims to carry out an informed analysis about the criminal
responsibility of minors as a solution to impunity for crimes committed by
adolescents. It is true that the current issue there is a very clear discussion as to
whether it is a true criminal responsibility or properly if there is a true criminal
culpability in applying to a juvenile offender and, secondly, if the possible
imputation to a minor As if it were an adult will solve the organized criminality that
brings to all Peru, that criminality that uses the minors to perpetrate the most
serious and atrocious crimes of the penal code, such as assassination, murder,
aggravated robbery, aggravated theft, Extortion, marking, adjustment, etc.
However, I do not intend to dismiss such an argument. This contribution as a thesis
seeks to acquit, rather with this, the problems that have arisen for many, the
interest to make a revision or rethinking about the age more appropriate to
criminally impute to a juvenile offender and give them the right treatment. In
parallel, organizations and personalities defending the Rights of Children and
Adolescents have shown their opposition to this type of proposals. The debate has
started, however my research will, as it indicates, on the issue of the criminal
minority of age and the Criminal Law of the teenager with preferential attention to
the political criminal perspective, that adopted our Peruvian legislation. This is
particularly compelled by the fact that in our legal order there is a pending legal
renewal of this matter. The issue of the criminal age minority, that is, the
establishment of an age at which criminal liability begins, as well as other
complementary ages with effects on the degree of criminal responsibility, is one of
the most pressing criminal legal matters nowadays. Interest that is also
accentuated in our country because the provisions for the effect in the new D.L.
No. 1348, which has entered into force since this year.

xii
INTRODUCCIÓN

La culpabilidad penal aplicada en nuestro país, se regula en el art. VII del


Título preliminar del Código Penal y está fundada en la exigencia de un
comportamiento conforme a derecho, al autor de un hecho típico y antijurídico,
para que pueda ser pasible de una pena. Se determina por la responsabilidad del
sujeto en el hecho y la existencia de una tendencia interna que tiene para cometer
el ilícito.(Calus, 2008, p. 375 – 460)

De ahí que, consideremos que el D.L. N° 1348, no se funda en la


construcción de la responsabilidad penal del menor con una verdadera
culpabilidad penal, ya que está enfocado en su persecución, desde una postura
preventivo general aplicada a sujetos adultos. Esto se evidencia con el incremento
de penas frente a la inseguridad ciudadana y al desborde de la población que pide
venganza, con pocas medidas preventivas especiales y de justicia restaurativa, en
vez de adecuar el sistema de justicia penal del menor en base a su comprensión
del hecho.

Para explicar ello, partimos de la construcción de la culpabilidad en el


ordenamiento jurídico peruano, la cual se basa en la progresión de culpa con la
edad, es decir, se presume que el individuo mayor de 18 años es culpable, ya que
comprende el hecho delictivo que ejecutó. A menor edad, se presume que la
comprensión se reduce, y por tanto, puede o no existir responsabilidad
penal.(Morillas y Suarez, 210, p. 104 – 120)

El problema surge con los menores que fluctúan entre los 14 a 18 años, ya
que al no ser tan menores, puede que tengan cierto grado de comprensión del
ilícito y que por tanto, deben ser pasibles de un sistema de justicia especial. Y aquí
nos preguntamos ¿Qué sistema de justicia les debe ser aplicado?

El D.L. N° 1348, parte desde los fines establecidos en Ley N° 30506, que le
permite legislar al Ejecutivo en materia de seguridad ciudadana, y no desde la

xiii
visión sociológica, antropológica, psicológica y jurídica; en la que nos adentramos
al querer comprender el conflicto del adolescente con la ley penal.

Esto se manifiesta en el Decreto, al haber recopilado sistemas de justicia


distintos, para poder responder a la crítica del Comité de los Derechos del Niño,
formulada al D.L. N° 1204, que ampliaba el plazo de duración de la sanción de
internación en menores del Código de Niños y Adolescentes, sin haber de por
medio un análisis amplio de dicho fenómeno y crear una justicia especializada en
tratar estos delitos, dejando que desborde el mero tratamiento punitivo del que
ahora son víctimas los menores.

Si bien, en el D.L. N° 1348, existe un proceso especial, basado en principios


de protección al menor y tiene una ideología acusatoria bastante amplia, no es un
sistema específico para tratar al adolescente, es una copia del Nuevo Código
Procesal Penal aplicado a los adultos. Por otro lado, el sistema de medidas socio
educativas, alternativas a una pena, no es la línea rectora del Código, pues los
jueces –en algunos delitos– valorarán la responsabilidad en base a criterios
preventivo generales, como son la reincidencia y la peligrosidad, que son base
para la sobre criminalización conductual de algunos ciudadanos que comprenden
la gravedad de su delito.(D.L. N° 1348, 2010).

¿La realidad desbordo al derecho penal? ¿Desbordó a los legisladores? Es


claro que las políticas legislativas no solucionarán este problema. Por otro lado,
consideramos que si bien, el menor entre 14 a 18 años, tiene cierto grado de
comprensión del delito, no debe ser pasible de un tratamiento penal, debe
pensarse en otros medios fundados en el comportamiento de cada menor, pero
para eso, necesitamos presupuesto, capacitación, mano de obra; ya que este
fenómeno requiere de un análisis interdisciplinario, de lo que estamos muy lejos.

La realización de este trabajo en el ámbito social, se justifica porque se


podrá precisar cómo garantizar la integridad de la libertad de los procesados
menores de edad “adolecentes”, que serían afectados en cuanto a la propiamente
dicha culpabilidad, y para llegar a soluciones humanas en cuento a la culpabilidad

xiv
penal de un adolecente, utilizaremos la doctrina del irrestricto respeto de los
derechos fundamentales de la persona y la Constitución Política del Estado.

Por ello en el presente trabajo de investigación acarrea TRES capítulos y se


encuentra dividida en:

CAPÍTULO I.- Denominado bases teóricas de la investigación; la misma que


mantiene en su contenido: el problema de investigación, los objetivos, justificación,
marco teórico, hipótesis, metodología de la investigación y el tratamiento de la
información.

CAPÍTULO II.- La teoría del delito, la evolución del tratamiento del menor en
el derecho penal histórico peruano, instrumentos internacionales que regulan los
derechos de menores, derecho juvenil su regulación en las legislaciones de
algunos países del mundo, sobre la reducción de la edad de imputabilidad de los
menores a la luz de los instrumentos internacionales en materia de los derechos
humanos de los menores.

CAPÍTULO III.- En el capítulo tres presentaremos en análisis y discusión de


la investigación, la exposición de los resultados, la explicación de los resultados, la
valoración jurídica de los resultados y las propuestas jurídicas.

Por último, la tesis presenta las conclusiones, sugerencias y los respectivos


anexos y apéndices.

xv
CAPÍTULO I

BASES TEÓRICAS DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN

I. EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

1.1. TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN

“RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS MENORES DE EDAD COMO SOLUCIÓN


A LA IMPUNIDAD EN LOS DELITOS COMETIDOS POR ADOLESCENTES”

1.2. EXPOSICIÓN DEL PROBLEMA

En los últimos años nuestros Perú, ha sido flagelado por la delincuencia


organizada utilizando a menores de edad haciéndoles formar parte de bandas
dedicadas al “sicariato” y a la “extorsión” para perpetrar otros delitos graves,
operando generalmente en el norte del país, como el caso “Gringasho”, joven
llamado Alexander Manuel Pérez Gutiérrez, de 18 años de edad que en su
momento fue el sicario más joven del Perú, a sus 17 años se le atribuyeron 10
asesinatos, la que resalto fue de la de un efectivo policial, este joven infractor
asesino a sueldo, ha fugado de La Floresta y luego de Maranguita, fue trasladado
en mayo último a un anexo del penal Piedras Gordas, en Ancón, ahí permanece
recluido junto a otros 17 reos que al igual que él ya cumplieron la mayoría de
edad.

Otro caso muy sonado a nivel nacional es el caso “Peluca” , quien ocupó las
páginas policiales de los diarios es José Ávila Chauca, de 18 años de edad, a
quien acusan de al menos cuatro homicidios. Otro caso por mencionar es el caso
“Gringasho del Oriente”, este es menor de edad de iniciales D.R.D, de 16 años,
este mismo confesó haber asesinado al ex alcalde de Bagua, César Augusto
Wong López. Hemos sido testigos de hechos que se consideran delitos que han
captado la atención de la prensa nacional y local causando indignaciones en la
sociedad en general. Esto no necesariamente por la gravedad de los delitos, sino
esta referenciado a quienes cometieron el delito “adolecentes” y otras veces
“niños”. Es así que hoy, con más visibilidad, los menores de entre 15 y 17 años
son capaces de cometer los más atroces delitos como el asesinato por encargo y
de esto se aprovechan las organizaciones criminales.

La utilización de sicarios juveniles se ha extendido en el país en forma


alarmante y prueba de ello es que más de 150 adolescentes están presos por
homicidio en los centros de rehabilitación que albergan más infractores son los de
Lima “Maranguita” y de Trujillo “La Floresta”.

Según cifras del Poder Judicial, de los 2,477 internos que permanecen en
los 9 reformatorios a nivel nacional, el 6.34% (es decir, 157) cometieron el delito
de homicidio y otros actos como el secuestro, robo, entre otros, implican
activamente a niños y adolescentes que ante nuestra legislación son inimputables
de responsabilidad penal.

Con ello, surge para muchos, el interés por hacer una revisión o
replanteamiento sobre la edad más acorde para imputar penalmente a un menor
infractor y darles el trato merecido, es así que proponemos que se rebaje la edad
de imputabilidad a los 16 años, bajo las mismas condiciones que a los adultos que
hayan cometido delitos graves, como como solución al problema. El secreto como
inicio conclusión de esta problemática será en trabajar en el sector de la
resocialización de infractores. Paralelamente, organizaciones y personalidades
defensoras de los Derechos de los Niños y Adolescentes han mostrado su
oposición a este tipo de propuestas.

2
El debate ha empezado no solo en el campo del derecho penal sino también
en el ámbito sociológico, psicológico, antropológico de los delincuentes juveniles
que responden a una sociedad determinada con un común denominador de sus
personalidades muchas veces antisociales y disociales, violentos, disfrutan romper
las normas y la mayoría de casos provienen de hogares disfuncionales.

Es en este sentido que presentamos el proyecto de tesis la imposibilidad de


rebajar la edad para imputar a los menores de edad en la legislación peruana
como respeto al estado de derecho, soy consciente de la necesidad de debatir
cuando se presentan proyecto de ley que vulneren al estado de Derecho.

1.3. INTERROGANTE DEL PROBLEMA GENERAL

 ¿Por qué la imputabilidad penal es a los 18 años de edad y no a los 16 o 14


años para los menores de edad en el Perú para hacerlos responsable
penalmente?

1.4. INTERROGANTES DEL PROBLEMA ESPECÍFICO

 ¿Por qué en la actualidad se considera que en el derecho penal se vulnera el


principio de culpabilidad la responsabilidad penal de los menores de edad?

 ¿Desde qué edad un adolecente response penalmente por los delitos


cometidos bajo su autoría?

 ¿Por qué los menores de edad no responder penalmente y si ellos también son
beneficiarios del principio constitucional de la autodeterminación de su
personalidad?

 ¿Por qué un adolecente no puede ser sancionado como un adulto y si el daño


al bien jurídico es el mismo en ambos hechos?

 ¿Por qué un menor de edad cuando comete un hecho delictivo se le considera


como infracción y no como delito?

3
II. OBJETIVOS

2.1. OBJETIVO GENERAL

 “Comprobar por que los menores de 18 años no son responsables penalmente


por los hechos delictivos que cometan, comprobar si es posible la
responsabilidad penal a los 16 años de edad”.

2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS

 “Verificar por qué menor de edad no tiene la suficiente complejidad o


auterreferencialidad de su capacidad de acción y como tal no ha desarrollado
por completo su capacidad de auto determinarse”.

 “Analizar en la legislación actual que una persona que comete un delito se le


hace imputable penalmente desde los 18 años de edad”.

 “Verificar que los menores de 18 años no responden penalmente en la


actualidad en cumplimiento al principio de legalidad y resera de la ley penal,
ellos responden por a título de infracción penal”.

 “Analizar que un adulto tiene la suficiente complejidad o auterreferencialidad de


su capacidad de acción y como tal ha desarrollado su capacidad de auto
determinarse personalmente por ser consciente de sus actos”.

 “Verificar que es la infracción penal y analizar por qué los adolescentes no


desarrollan su capacidad para dar paso por los tres elementos constitutivos del
delito como tipicidad, antijuricidad y culpabilidad”.

III. JUSTIFICACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN

El presente trabajo se justifica por:

A. SU RELEVANCIA SOCIAL: Nos ayudará a conocer la situación de los


menores infractores de la ley penal y concluir si es o no necesario rebajar la
edad de imputabilidad penal y cuáles podrían ser los mecanismos para hacerlo.

4
B. SU CONVENIENCIA: Nos servirá para tener una base teórica y científica sobre
la situación de los menores infractores de la ley penal, el procesos, sus
sanciones y los pros y contras sobre la edad de imputabilidad penal.

C. SU VALOR TEÓRICO: Nos permitirá enriquecer los conocimientos sobre el


tema y aclarar dudas alrededor de la teoría del delito, la delincuencia juvenil,
los menores infractores, la imputabilidad e inimputabilidad, los tratados
internacionales suscritos por el Perú sobre la materia, la legislación comparada
y los argumentos a favor y en contra de rebajar la edad de imputabilidad penal
y concluir sobre la necesidad o no de rebajar la edad de imputabilidad.

IV. MARCO TEÓRICO INICIAL

V. HIPÓTESIS DE INVESTIGACIÓN

5.1. HIPÓTESIS GENERAL

 “La imputabilidad penal de los menores de edad hasta los 18 años de edad no
vulnera ningún principio penal y puede ser rebajado hasta los 16 años”.

5.2. HIPÓTESIS ESPECIFICAS

 “Los menores de edad no tienen la deficiente complejidad y


auterreferencialidad por no desarrollar su capacidad de auto determinarse”.

 “Que una persona menor de 18 años que cometa un delito sea responsable
penalmente desde los 16 años”

 “Es legítimo que un menor de edad de 16 años de edad sea responsable


penalmente por gozar del derecho fundamental de la auto determinación penal”

 “Un adolescente de 16 años de edad también ha desarrollado suficiente su


complejidad y auterreferencialidad de su capacidad de acción y como tal ha
desarrollado su capacidad de auto determinarse personalmente por ser
consciente de sus actos”.

5
 “Un adolescente de 16 años ha desarrollado suficiente su complejidad y
auterreferencialidad de su capacidad por ello si pasa por los tres elementos
constitutivos del delito como tipicidad, antijuricidad y culpabilidad”.

5.3. VARIABLES E INDICADORES

Primera variable independiente:

 La responsabilidad penal de los menores de edad desde los 18 años de edad,


como una respuesta negativa al flagelo de la criminalidad organizada.

Indicadores:

a) Impunidad en los delitos cometidos por los menores de 18 años de edad.

b) Reincidencia habitual por los menores de 18 años de edad.

c) Ineficiencia del sistema penal juvenil.

d) Alto índice de comisión de delitos cometidos por adolescentes menores de 18


años de edad.

e) Alto índice de la instrumentalización de las bandas criminales a menores de 18


años de edad.

Primera variable Dependiente:

 La necesidad de rebajar la edad a los 16 años para que sea responsable


penalmente (imputabilidad penal desde los 16 años de edad).

Indicadores:

a) Proceso que respeta las Garantías Constitucionales

b) Golpe a la criminalidad organizada.

6
c) No más impunidad para los delitos cometidos por personas de 16 años de
edad

d) Causas acorde al debido proceso

e) Criterios de respeto a la dignidad humana

VI. METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

6.1. MÉTODO DE LA INVESTIGACIÓN

La metodología empleada en esta investigación es el método:

 Jurídico explicativo;

 Bibliográfico; así se podrá examinar la información contenida en la


bibliografía, con el objeto de analizar y sintetizar la información pertinente.

 Analítico; consiste en la separación material o mental del objeto de


investigación en sus partes integrantes con el propósito de descubrir los
elementos esenciales que lo conforman

 Sintético; consiste en la integración material o mental de los elementos o


nexos esenciales de los objetos, con el objetivo de fijar las cualidades y rasgos
principales inherentes al objeto.

 Inductivo, Deductivo; consiste en la obtención de conocimientos tomando


como punto de partida lo general para ir a lo particular.

6.2. TIPOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN

El término diseño se utiliza para describir la estrategia o plan de acción que


ha concebido el investigador para alcanzar los objetivos

El tipo de investigación es:

7
Es Causal correlacional, porque busca explicar determinadas
características del objeto de estudio; sin embargo, con mucha frecuencia el
propósito del investigador consiste en describir situaciones, eventos y hechos;
esto es, decir cómo es y cómo se manifiesta determinado fenómeno.

Es Descriptivo, porque la investigación se efectuó en un momento dado,


tal como se presenta en la realidad.

Es Propositiva, Porque se analiza la ausencia de una norma o se


cuestiona una existente, determinando sus límites y deficiencias para proponer
una nueva, la derogación o reforma.

6.3. NIVEL DE INVESTIGACIÓN

El nivel de la investigación es básico o fundamental ya que tiene como


propósito un fin puramente cognoscitivo es decir busca el incremento del
conocimiento, en tal sentido busca los diferentes hechos que suceden en una
determinada muestra representativa.

6.4. ENFOQUE DE LA INVESTIGACIÓN

La presente investigación tiene un enfoque cuantitativo y cualitativo, pues es


mixto en tanto se recogen datos para ser tabulados y sometidos a un tratamiento
estadístico, por otro lado también un enfoque cualitativo, pues se analizan los
datos a fin de conllevar a un análisis integral

6.5. FUENTES, INSTRUMENTOS Y TÉCNICAS

a) Fuentes:

• Fuentes bibliográficas.

• Fuentes doctrinales.

• Fuentes documentales.

8
• Fuentes normatividad vigente.

• Fuentes estadísticas del INEI, De la policía nacional del Perú, del observatorio
para la criminalidad en el Perú.

b) Instrumentos: El instrumento que se empleará para recoger los datos es la


guía o ficha de entrevista. Este es un conjunto de preguntas previamente
elaboradas, en función de los objetivos e indicadores de la variable a
investigarse. Estas preguntas deben ser formuladas oralmente por el
investigador al investigado para registrar sus respuestas también orales. Por
esta razón el otro instrumento que se puede utilizar son las encuestas.

c) Técnicas: La técnica que se utilizará en la presente investigación será, la ficha


de entrevista y uso de fichas bibliográficas de recolección de datos - trabajo de
laboratorio (bibliotecas privadas y públicas). La técnica se entiende por medios
o instrumentos empleados y diseñados por el investigador para recoger la
información deseada; los diversos procedimientos metodológicos, estrategias y
análisis documentales para acopiar para procesar información necesaria, se
recurrirá a la ficha de análisis documental, fichas de entrevista y uso de fichas
bibliográficas de recolección de datos, trabajo de laboratorio (bibliotecas
privadas y públicas).

6.6. DETERMINACIÓN DE LA POBLACIÓN Y MUESTRA DE LA


INVESTIGACIÓN

a) Población, el ámbito de investigación corresponde a todo El Perú, ya que ello


parte desde la instauración de normas especiales y normas Códificadas en el
Código Penal.

b) Muestra, el muestreo cuantitavo tiene la rigurosidad de un muestreo de tipo


estadístico que utiliza la investigación cuantitativa, Por ello en la presente tesis
se aplicara un muestreo cuantitativo y cualitativo. Ello permite escoger los
proyectos de muestra que puedan producir el mayor rendimiento teórico y
práctico. La muestra serán la carta magna, los tratados internacionales y

9
otras normas de rango ley. Y la entrevista a 5 juristas del Perú (sobre el
tema en cuestión).

10
CAPÍTULO II

DESARROLLO DEL MARCO TEÓRICO

SUB CAPÍTULO I

2.1. LA TEORÍA DEL DELITO

Tradicionalmente se define delito como la acción y omisión penada por ley.


El código penal define al delito como las acciones u omisiones dolosas o culposas
penadas por Ley (La acción activa o pasiva es la base de la conducta punible).

La Dogmática Penal nos plantea que el delito es una conducta típica


antijurídica y culpable, MIR PUIG, recogiendo las ideas de Von Liszt y Beling,
sostiene que el delito es el comportamiento humano típicamente antijurídico y
culpable, añadiéndose a menudo la exigencia que sea punible.

Así mismo, debe tenerse presente que la teoría del delito, dentro del
quehacer del proceso penal y más concretamente dentro del derecho penal,
representa uno de los instrumentos más importantes para establecer la
responsabilidad penal de una persona procesada por la supuesta comisión de un
hecho delictivo (González Castro, 2008), afirma:

En este sentido, la teoría del delito señala una serie de parámetros que, en
cada caso en particular, deben ser analizados con la finalidad de establecer, si se

11
ha dado afectación a un bien jurídico considerado fundamental, y por ende, si la
potestad persecutoria que ejerce el Ministerio Público, debe aplicarse o no.
(González Castro, Teoría del delito, 2008, p.74).

Toda acción para constituir un delito, debe ser una conducta típica,
antijurídica y culpable. “Es por ello que el análisis de las conductas que
presuntamente constituyen un ilícito, obliga realizar una minuciosa revisión en
estos tres estadios. El cumplimiento de los diversos requisitos que conforman
cada uno de estos estadios, va a originar el carácter ilícito de la conducta
acusada” (González Castro, Teoría del delito, 2008, p.74). “Por tanto, el análisis de
la conducta a la luz de los requisitos que conforman estos diversos elementos,
implica una tarea seria, cuidadosa, pero sobre todo sumamente técnica que
demanda del estudioso y de la estudiosa de la teoría del delito, conocimientos
claros para su aplicación” (González Castro, Teoría del delito, 2008, p.74).

Es de destacar que para los operadores jurídicos que se desempeñan en el


área del derecho penal en distintas posiciones, sea como jueces, fiscales,
defensores, querellantes o actores civiles, el análisis de la teoría del delito resulta
básico pues permite garantizar la justicia de la resolución que se dicte en un
proceso penal. Tal aseveración se hace partiendo de que no sólo las garantías
procesales como el debido proceso, la oralidad, el contradictorio, etc., le brinda
seguridad jurídica al sujeto sometido a un proceso penal, sino que también el
manejo de los aspectos sustantivos, permiten que los pro casos penales se
resuelvan con respecto a los principios de legalidad e igualdad, en estricto
derecho, partiendo de los parámetros normativos que el legislador ha considerado
correctos y que han sido desarrollados jurisprudencial y doctrinariamente. Por lo
tanto, la aspiración de obtener Justicia y certeza jurídica encuentra respaldo no
solo en los aspectos procesales como siempre se ha enfatizado, sino también en
la norma de fondo y su correcta aplicación (Camacho Morales, Jorge, Montero
Montero, Diana, Vargas González, Patricia, 2005, Khoury Jacob, Henry y Chirino
Sánchez, Alfredo, 1991) Citado por (González Castro, Teoría del delito, 2008. p.
75 – 76).

12
La Teoría del delito es el instrumento conceptual que permite aclarar todas
las cuestiones referentes al hecho punible. Sirve de garantía al definir los
presupuestos que permiten calificar un hecho como delito o falta. La teoría del
delito es obra de la doctrina jurídico penal y constituye la manifestación más
característica y elaborada de la dogmática del Derecho penal. Esta tiene como
objetivo teórico más elevado la búsqueda de los principios básicos del Derecho
Penal positivo y su articulación en un sistema único.

2.1.1. La función de la teoría general del delito

Se le apunta una función específica al derecho penal que es oportuno


referir, aunque sea en forma rápida, a efectos de dar una visión clara y completa
de la forma a través de la cual, se manifiesta la aplicación práctica del derecho
penal.

¿Qué es bien jurídico? Si aceptamos que los seres humanos somos el


centro del quehacer social -en tanto el postulado principal de la república es,
precisamente, el ser humano-, podría decirse que los bienes jurídicos representan
intereses relevantes de las personas en tanto sujetos sociales. La vida en
sociedad requiere la protección de ciertas zonas e intereses individuales y de
ciertos límites de relación entre sujetos y de relación entre el poder estatal y los
sujetos (en el tanto la colectividad y no un grupo específico sean los beneficiarios).
Desde este punto de vista, el bien jurídico no es patrimonio sólo del derecho
represivo, sino del derecho, como regulador de relaciones interpersonales y
sociales (Khoury, Henry, y Chirino Sánchez, Bien Jurídico y Derecho de Castigar
del Estado, 1993. p.5).

2.1.2. Contenido de la teoría general del delito.

El delito es concebido como la conducta típica, antijurídica y culpable. Por


ello solo una acción u omisión puede ser típica, sólo una acción u omisión típica
puede ser antijurídica y sólo una acción u omisión antijurídica puede ser culpable.

13
Por el ello nuestro Código Penal recoge literalmente en su Art. 11°: “Son delitos y
faltas las acciones u omisiones dolosas o culposas penadas por la ley”.

Por ello la tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad, son los tres elementos que
convierten una acción en delito; y estos niveles están en una relación lógica
necesaria, ordenados sistemáticamente y constituyen la estructura del delito.
Cuando una conducta es típica y antijurídica estamos frente al injusto, pero el
injusto no es suficiente para imputar delito se requiere el test de culpabilidad.

2.1.2.1. El delito y sus elementos comunes o esenciales. Definiciones.

La teoría del delito, al establecer en forma anticipada, cuáles son los


parámetros que se van a analizar en toda conducta señalada como delictiva,
genera seguridad jurídica principio fundamental de un Estado constitucional de
derecho en la medida de si no se cumple con tales requisitos señalados en estos
parámetros, se estará ante una conducta que no es ilícita. “De ahí la importancia
de la labor que debe realizar la Defensa Pública en tal sentido. Por una parte, si se
impone una sentencia condenatoria, la conducta debe cumplir con tales requisitos.
Caso contrario, si no se cumple con los mismos, se impone el dictado de una
sentencia absolutoria” (González Castro, Teoría del delito, 2008, p.77).

La función de la teoría del delito, como garantía para el encartado, queda


clara en dos sentidos: por una parte actúa como presupuesto de una sentencia
justa y logra a la vez generar seguridad jurídica. Para lograr que efectivamente la
teoría del delito constituya una garantía para el acusado, el defensor o defensora
pública tiene un papel protagónico en tal misión, como se ha puesto de manifiesto
(González Castro, Teoría del delito, 2008, p.77).

2.1.2.2. Sobre la estructura fundamental del delito

Todo hecho, típico, antijurídico, culpable y punible. Acción, típicamente


antijurídica, culpable y adecuada a una figura penal.

14
Acción (manifestación de la personalidad), típica (nullum crimen),
antijurídica (soluciones sociales de conflictos), culpable (necesidad de pena, más
cuestiones preventivas) y que cumple otros eventuales presupuestos de
punibilidad. Presupuestos de punibilidad por el profesor Roxin.

Es una conducta humana individualizada mediante un dispositivo legal (tipo)


que revela su prohibición (típica), que por no estar permitida por ningún precepto
jurídico (causas de justificación),es contraria al orden jurídico(antijurídica) y que,
por serle exigible al autor que actuase de otra manera en esa circunstancia, le es
reprochable (culpable) por el profesor Zaffaroni.

2.1.3. El delito como acción o acto jurídico.

El concepto es jurídico o normativo, pues, el Derecho penal lo obtiene a


través de un procedimiento constructivo donde se realiza una abstracción de lo
que existe en la realidad. La valoración de este elemento puede variar según los
criterios de las diferentes legislaciones; sin embargo, lo decisivo es que debe
contar con los requisitos establecidos en la moderna teoría de la imputación del
delito.

El CP no ofrece un concepto de conducta y más bien utiliza una


terminología variada, observando que la doctrina penal muestra una serie de
términos que van a identificarla.

2.1.3.1. Tipicidad

El delito solo puede ser una conducta que se corresponde con un tipo penal
claramente formulado. Lo definitivo es señalar que no hay delito sin tipo legal: es
decir, que bajo la conminación penal solo caen aquellas acciones formuladas
claramente en especies de delitos definidos por el derecho positivo como el
homicidio, el robo o la estafa.

15
Es la verificación de si la conducta coincide con lo descrito en la ley (tipo) es
una función que se le denomina tipicidad. Este proceso de imputación implicados
aspectos:

La imputación objetiva, identificar los aspectos de imputación a la conducta


y al resultado.

La imputación subjetiva, verificación de los aspectos subjetivos del tipo.

2.1.3.2. Antijuricidad

La antijuricidad no es otra cosa que la contradicción con el derecho y el


ordenamiento jurídico penal interno, en otras palabras es lo contrario al derecho
penal. Es importante que una conducta típica solo podrá ser antijurídica cuando no
concurra a ninguna causa de justificación. Si concurre una causa de justificación la
conducta no es antijurídica. Las causas de justificación son disposiciones
permisivas especiales que operan sobre cualquier forma básica de hecho punible.
Art. 20° del Código Penal, en si vertiente de inimputabilidad, que literalmente dice:

Está exento de responsabilidad penal:

1. El que por anomalía psíquica, grave alteración de la conciencia o por sufrir


alteraciones en la percepción, que afectan gravemente su concepto de la
realidad, no posea la facultad de comprender el carácter delictuoso de su acto
o para determinarse según esta comprensión;

2. El menor de 18 años.

3. El que obra en defensa de bienes jurídicos propios o de terceros, siempre que


concurran las circunstancias siguientes:

a) Agresión ilegítima;

b) Necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla. Se excluye


para la valoración de este requisito el criterio de proporcionalidad de medios,
considerándose en su lugar, entre otras circunstancias, la intensidad y
peligrosidad de la agresión, la forma de proceder del agresor y los medios de
que se disponga para la defensa.

16
c) Falta de provocación suficiente de quien hace la defensa;

4. El que, ante un peligro actual e insuperable de otro modo, que amenace la


vida, la integridad corporal, la libertad u otro bien jurídico, realiza un hecho
destinado a conjurar dicho peligro de sí o de otro, siempre que concurran los
siguientes requisitos:

a) Cuando de la apreciación de los bienes jurídicos en conflicto afectados y de la


intensidad del peligro que amenaza, el bien protegido resulta predominante
sobre el interés dañado; y

b) Cuando se emplee un medio adecuado para vencer el peligro;

5. El que, ante un peligro actual y no evitable de otro modo, que signifique una
amenaza para la vida, la integridad corporal o la libertad, realiza un hecho
antijurídico para alejar el peligro de sí mismo o de una persona con quien tiene
estrecha vinculación. No procede esta exención si al agente pudo exigírsele
que aceptase o soportase el peligro en atención a las circunstancias;
especialmente, si causó el peligro o estuviese obligado por una particular
relación jurídica;

6. El que obra por una fuerza física irresistible proveniente de un tercero o de la


naturaleza;

7. El que obra compelido por miedo insuperable de un mal igual o mayor;

8. El que obra por disposición de la ley, en cumplimiento de un deber o en el


ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo;

9. El que obra por orden obligatoria de autoridad competente, expedida en


ejercicio de sus funciones.

10.El que actúa con el consentimiento válido del titular de un bien jurídico de libre
disposición.

11.El personal de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, que en el


cumplimiento de su deber y en uso de sus armas en forma reglamentaria,
cause lesiones o muerte.

Resumidamente se entiende que las casas de justificación son la legítima


defensa, el estado de necesidad y el ejercicio legítimo de un derecho. La
antijuridicidad implica una constatación negativa de la misma.

17
2.1.3.3. La culpabilidad y sus presupuestos

La conducta se debe reprochar jurídicamente al sujeto por no haber hecho


lo que debía hacer, cuando sabía que estaba haciendo algo distinto de lo obligado
por el mandato o lo prohibido por él. Las condiciones dentro de las que actuó u
omitió son consideradas por el derecho suficientes para permitirle optar entre
cumpliré mandato o violarlo.

Las características de la punibilidad son muy discutidas; pero dentro de este


ámbito se encontrarían las condiciones objetivas de punibilidad y las excusas
absolutorias su ausencia y, en algunos casos, su concurrencia no impide la
antijuricidad ni la culpabilidad.

La imputación es personal y se realiza un previo análisis del individuo afín


de determinar si puede o debe responder penalmente por su conducta. Se debe
verificarla estos tres requisitos para que sea culpable la persona que ha cometido
la conducta típica:

1. Imputabilidad (que no tenga ninguna anomalía psíquica, grave alteración de la


conciencia o de la percepción).

2. Conciencia de la Antijuridicidad (conocer el carácter antijurídico de su


conducta)

3. Exigibilidad de otra conducta (que no se le pueda exigir otra conducta).

Cumplido estos tres requisitos o elementos se puede reprochar a una


persona por su conducta a título de delito, si acaso no incurriera a uno de estos
tres elementos seria la persona no sería culpable como para recibir el reproche
penal.

18
SUB CAPÍTULO II

2.1. LA EVOLUCIÓN DEL TRATAMIENTO DEL MENOR EN EL DERECHO


PENAL HISTÓRICO PERUANO

La persecución penal se dio hace menos un siglo, que ha experimentado


dos fases. Siendo la primer en la concepción tutelar esta misma se originó en el
primer Tribunal Juvenil en Chicago (Illinois, 1899) este tribunal influyó en la mayor
parte en América Latina. Este tratamiento legislativo denominado la “doctrina de la
situación irregular” considera al menor de edad como un peligro moral o social. La
segunda fase corresponde a la “doctrina de la protección integral”, un modelo
garantista que surge como respuesta frente al anterior modelo, el cual originó
graves violaciones a los derechos y libertades de los menores de edad. Se
consolida con la promulgación de la Convención Internacional sobre los Derechos
del Niño en 1989, la cual reconoce al niño (menor de 18 años) como sujeto activo
de derechos al que se le asigna responsabilidad por los actos ilícitos que realiza
de acuerdo a su grado de desarrollo, y se establece su proceso de juzgamiento.

En nuestra situación peruana se hace una adecuación sustancial


estableciendo un sistema con características muy similares a las que proponía con
relación a los infractores de la ley penal, creando el Código del Niño y el
Adolescente de Perú.

Es mantenido el principio de legalidad y asimilada la figura de exclusión de


los niños, quienes gozan de medidas de protección, se regula en el Código del

19
Niño y el Adolescente de Perú la responsabilidad e inimputabilidad pero sobre el
tema de garantías y procedimientos es menos claro, apoyándose en una falta de
legislación adecuada en la ley en curso.

Este Código tiene que ser leído en forma armónica porque de no ser así, se
vería debilitado el sistema de garantías fundamentales, retornando al sistema
proteccionista tutelar como se desprende al entendimiento aislada del sistema de
justicia del adolescente infractor se orientará a su rehabilitación encaminada a su
bienestar la medida no solo deberá en el examen de la gravedad del hecho sino
también en las circunstancias personales que lo rodean.

Presenta, con respecto al Estatuto, una similitud en cuanto al instituto de la


remisión, con la diferencia de que se aceptará en este caso sobre la semilibertad
como medida, pudiendo reflexionar que es en realidad un agravamiento de los
problemas que hemos planteado en el cuerpo legislativo brasilero. Con relación al
consentimiento del adolescente, ya sea que se le imponga algún trabajo como
consecuencia de la remisión, está dependerá del menor.

La limitación en la privación de la libertad queda reducida a un máximo de


tres años, y se impondrá cuando procediere un acto doloso del infractor y
correspondiere una pena mayor de cuatro años; al igual que en el estatuto, no
está previsto que ante el incumplimiento, la internación no pueda excederse de
tres meses. Vemos que ésta codificación quiere, con buenas intenciones, dejar
claro la categoría de gravedad ya que utiliza términos tales como “dolo” y la
compara con las penas aplicadas a los mayores, pero en realidad sigue siendo
ambiguo la interpretación de cuando una infracción es grave. Aunque, como
hemos dicho en otras oportunidades, nuestro país fue guía en Latinoamérica, hoy
Perú nos muestra el camino.

En el presente trabajo del Desarrollo de Tesis; se han abarcado diversas


normas como la Constitución Política del Perú, Código de los Niños y
Adolescentes y el Código Civil, que expresan sus argumentos de las normas y las
concordancias referidos al Adolescente Infractor que infringe la Ley Penal.

20
Dentro de la Protección Integral es de integridad como el derecho a la
integridad, que ve más allá de la integridad que solamente física o material, es
transversal y abarca el área psíquica de las personas; así como la moral, el cual
tiene que ver con los valores religiosos, valores provenientes de la costumbre y de
la tradición familiar, patrones conductuales, etc.

El Estado ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño el 3 de agosto


de 1990 mediante Resolución Legislativa Nº 25278. Tanto el Código derogado
como el vigente se adecuan a los Principios de la Protección Integral. Y el código
de los niños y adolescentes (Ley N° 27337, Promulgado el 21 de Julio del 2000)
Está conformado por el Texto Único Ordenado de la Ley N°27337; promulgado el
21 de julio de 2000 y entró en vigencia a partir del 08 de agosto del 2000.

La evolución del trato jurídico que el Estado le ha dado a la delincuencia


juvenil, pues, está ligada a la evolución del reconocimiento de los derechos
humanos de los jóvenes delincuentes. De alguna manera, el escaso
reconocimiento de los derechos humanos de los menores de edad, le permitió al
Estado, en un primer momento, someter a los jóvenes delincuentes al sistema
penal configurado para los adultos. Un análisis, a la luz de la relación Estado-
menor de edad (reconocimiento de los derechos humanos de estos últimos), de
los mecanismos que a lo largo de la historia utilizó el Estado en su intento por
controlar los actos delictivos cometidos por los jóvenes, nos permitirá reconocer si
aún hoy le está permitido al Estado un trato penal indiferenciado ante el
incremento de la delincuencia juvenil.

Un análisis retrospectivo general permite reconocer tres grandes sistemas,


que se suceden y superponen en el tratamiento del fenómeno, a saber: un modelo
Penal-Criminal, un modelo Tutelar y un modelo Penal Juvenil. El desarrollo y
evolución de estos sistemas se corresponde con el progresivo reconocimiento de
derechos humanos a menores de edad. El avance en dicho reconocimiento fue
imponiendo límites al poder político-estatal en el control de la delincuencia juvenil.

21
a) Modelo Penal-Criminal

El modelo penal-criminal fue aplicado desde la antigüedad hasta el siglo


XVIII y mitad del siglo XIX. Ya desde la antigüedad, repetimos, fueron sometidos
los jóvenes delincuentes, aunque con atenuaciones, al régimen penal reservado
para los adultos. Así, Derecho Antiguo, Derecho Medieval y parte del Derecho
Moderno fueron testigos del sometimiento de los jóvenes a las sanciones previstas
por el Derecho penal, que iban, en algunos casos, desde el azotamiento hasta la
pena de muerte.

Este modelo presentaba las siguientes características:

 Se reconocía plena imputación penal para los adolescentes

 Se tendía a reducir la edad de la mayoría penal

 Se da una adecuación mínima del procedimiento judicial de adultos para los


adolescentes

 La sanción tiene un carácter preventivo general

 La sanción no se diferencia ni en fines ni en plazos de la impuesta al adulto

 Se privilegia (y es la regla general) la sanción privativa de libertad

 La sanción se aplica en establecimientos para adultos, sin o con poca


diferenciación

 Se busca solucionar la criminalidad por medio de la ley penal.

La primera respuesta ante los actos delictivos cometidos por jóvenes


menores de edad es, pues, un régimen penal mitigado en el cual, sin embargo y
en algunos casos, se buscará atenuar las consecuencias (léase: ejecución de la
pena) atendiendo a criterios como la falta de discernimiento o la falta de madurez.

22
El modelo Penal-criminal pudo sostenerse, en un primer momento, porque
además de las pretensiones absolutistas-totalitarias del Estado, hubo muy poca (o
falta de) atención en la relación Estado-menor de edad. Es por ello que las
principales falencias vendrán por ese lado: este modelo no reconoció la
especificidad y diferencia de los adolescentes con respecto a los adultos.
Consecuentemente no establece una jurisdicción especializada ni un
procedimiento particular para los adolescentes ni tampoco las sanciones tienen la
finalidad educativa que se requiere por el periodo de formación en que se
encuentran estos adolescentes. Así, este modelo incluyó a los adolescentes
dentro de la justicia penal de los adultos, los considera sujetos titulares de norma
penal y les impone las mismas penas generalmente privativas de libertad con
algunas atenuaciones o disminuciones. Se trata de un modelo que no se
diferencia del modelo penal de los adultos ni reconoce la especialidad de la justicia
penal juvenil. En síntesis, por un desmedido énfasis en el poder del Estado y la
falta de desarrollo en la relación Estado-menor de edad, se explica, pues, que
antiguamente los Estados le hayan dado un trato penal a la criminalidad juvenil.

b) Modelo Tutelar y la doctrina de la situación irregular

Este modelo se levantó sobre la base de la doctrina de la situación irregular


(cuyos planteamientos fueron apoyados en la influencia del positivismo
criminológico italiano), la misma que va a dominar la legislación desde fines del
siglo XIX hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX, tanto en Europa como
en Latinoamérica.

 El menor de edad es considerado como sujeto pasivo de intervención jurídica,


objeto y no sujeto de derecho, por lo que las garantías propias del derecho
penal y las que le corresponden por su especial condición de menor de edad
no son ni siquiera pensadas en este derecho.

 El juez tiene una figura paternalista que debe buscar una solución para el
menor de edad que se encuentra en una situación irregular, con el único fin de

23
resocializar al menor de edad, por lo tanto se le considera un ser incompleto,
inadaptado y que requiere ayuda para su reincorporación en la sociedad.

 El menor es considerado inimputable “no imputable”, y no puede atribuírsele


responsabilidad penal. Ni siquiera se puede pensar en una responsabilidad
atenuada. Así las medidas aplicadas se consideran como beneficiosas, y en
ningún momento se analiza la grave restricción de derechos que ellas
conllevan.

 Sistema inquisitivo: el juez tiene un doble carácter, como órgano acusador y


como órgano de decisión.

 En la realidad, las medidas de internamiento son indeterminadas, aplicadas


indiscriminadamente, en centros de reclusión que no cumplen con los fines
mínimos de educación para lo que fueron creados. Pese a ello, tienen el único
fin teórico de adaptación del menor en la sociedad.

 La situación irregular en la realidad no existía, sino que era el juez el que en


cada caso concreto determinaba qué se entiende por situación irregular. Por
ejemplo: estado de abandono, “falta de atención de las necesidades del
menor”, menor sin representación legal, dependencia o incapacidad del menor
y “otras situaciones que el juez considere.

En el plano estatal, podemos decir que este modelo tutelar fue utilizado
durante el auge del Estado social. Un modelo tutelar que de algún modo pudo
tener lugar gracias a los diferentes acontecimientos que se sucedieron en esta
época y que sensibilizaron el tema de la niñez y el reconocimiento de sus
derechos -que van aproximadamente desde 1889 con la aparición del primer
Tribunal Juvenil en Chicago, pasando por la internalización del tema de la niñez:
París 1905, Bruselas 1907, Washington 1909, Buenos Aires 1916-, progresándose
en la relación Estado-menor de edad. Sin embargo, esta relación se vio desviada,
distorsionada, al sufrir las consecuencias de los planteamientos de la doctrina de

24
la situación irregular, los mismos que tuvieron como punto de partida la imagen de
una adolescencia culpable a priori, ya pervertida y más bien irrecuperable.

La imagen del joven delincuente era, pues, desde el Estado y la doctrina de


la situación irregular, la imagen de un sujeto carente de capacidad, carente de la
calidad de persona; en otras palabras, era la imagen de un objeto antes que la de
un sujeto. En la doctrina de la situación irregular en realidad el punto de referencia
era sobre todo la sociedad. Ella era el centro de atención en desmedro del niño,
“al que había que atender para evitarle males mayores a la sociedad”. De esta
manera el mecanismo tutelar era un mecanismo “limitado a sancionar” y la
“doctrina” de la situación irregular no atendía a la satisfacción real de las diferentes
necesidades de los menores de edad.

En conclusión, en este punto podemos decir que la relación Estado-menor


de edad habría, de alguna manera, progresado; agregándose, empero, que esta
relación también se vio afectada por el positivismo criminológico y la doctrina de la
situación irregular con su concepción del individuo menor de edad como un objeto
antes que un sujeto, dando como resultado.

El Estado social de la mano de la doctrina de la situación irregular,


entonces, establecerían un modelo tutelar para el control de la delincuencia
juvenil, que en el fondo no era otro que un modelo penal sin garantías, y es que
tratándose de “menores” a quienes no se va a imponer una pena, a hacer un mal,
sino a tomar una medida de protección y tutela, a tomar “una medida buena”, no
cabe exceso ni abuso. En el bien no hay exceso.

c) Modelo penal juvenil y la doctrina de la protección integral

Finalmente, el modelo que utilizó el Estado para controlar la delincuencia


juvenil es el Modelo Penal Juvenil. Este modelo se implantó tras el pleno
reconocimiento de los derechos humanos del niño con la aprobación de la
Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño en 1989 y sus
principales características son:

25
 Se da un acercamiento a la justicia penal de adultos en derechos y garantías.

 Se refuerza la posición legal de los jóvenes, por la responsabilidad de sus


actos.

 El derecho penal juvenil se considera necesariamente autónomo en


comparación con el derecho penal de adultos, particularmente en cuanto al
sistema sancionatorio.

 Se tiene una jurisdicción especializada para el juzgamiento de delitos


cometidos por las personas menores de edad.

 Se limita al mínimo posible la intervención de la justicia penal.

 Se establece una amplia gama de sanciones, privilegiando las sanciones no


privativas de libertad.

 Se pone menor énfasis en la personalidad del menor y se hace más hincapié


en su responsabilidad por los actos cometidos.

 La sanción tiene ahora también una connotación negativa: el menor tiene que
cargar con las consecuencias de su comportamiento.

Después de la Segunda Guerra Mundial la relación Estado-menor de edad,


importante sobre todo para la limitación del poder estatal, se ha modificado: los
Derechos Humanos han sido objeto de un proceso de ampliación hacia niños y
adolescentes, en virtud de diferentes Convenciones Internacionales.

La convención internacional que marcó el punto de quiebre definitivo en el


trato jurídico del menor, fue la Convención sobre los Derechos del Niño de 1989,
que en su artículo tercero expresa: “1.- En todas las medidas concernientes a los
niños, que tomen las instituciones públicas o privadas de bienestar social, los
tribunales, las autoridades administrativas o los órganos legislativos, una
consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño.”

26
Entendiéndose por niño, según su artículo primero: “todo ser humano menor de
dieciocho años de edad”.

Con el reconocimiento del interés superior del niño, el Estado tendrá un


límite más en el control de la criminalidad juvenil. Con este enfoque integral del
niño, éste recobra el carácter de persona que la doctrina de la situación irregular le
había quitado, y se le reconoce responsabilidad; más aún, está en un sitial
preferente en virtud de su “interés superior”. La relación Estado-joven, pues, ha
progresado.

2.1.1. El derecho tutelar de los menores.

Respecto a las personas, mayor es quien tiene una cierta edad; por lo tanto,
se es mayor o menor dependiendo de los criterios. Esta circunstancia destaca el
uso de los términos con un sentido más práctico que científico, dejando a la
tradición la imposición de la terminología para distinguir entre mayores y menores.
Puede considerarse que la regla general de distinción deviene de conceptos de
orden biológico, seguido por los ordenamientos jurídicos y aun por los sociales. En
la etapa misma de la minoría se distinguen otras fases de acuerdo con la
evolución biopsicológica, por ejemplo: lactantes, maternales, preescolares,
adolescentes, etcétera, identificados socialmente como bebé, niño, adolescente,
joven y aun joven adulto.

El criterio médico-científico considera menor a toda persona desde el


momento en que nace hasta cumplir 18 años de edad. Las reglas de orden médico
se fundamentan exclusivamente en la evolución orgánica del ser humano; la
exactitud depende de las variaciones por razones genéticas o por disposición
geográfica y ambiental. Puede afirmarse que el desarrollo biológico de un menor
bien alimentado, en buenas condiciones de higiene y en un ambiente psicosocial
adecuado, ofrecen, en términos generales, posibilidades óptimas para su
crecimiento, hasta la vida adulta. En tales condiciones, puede garantizarse un
esquema normal, sujeto a las contingencias de la vida, dentro de un marco de
posibilidades.

27
Está comprobado que las condiciones de las zonas tropicales aceleran el
desarrollo biológico en la pubertad, en comparación con las zonas árticas. Las
diferencias de crecimiento debidas a cambios sociales dentro de un mismo
territorio, se observan diariamente en las grandes ciudades con los niños que
asisten a las escuelas y los que se encuentran “trabajando” frente a éstas. La
desigualdad de su desarrollo, tanto psicológico como biológico es perceptible ya
que en cada uno evolucionan distintas habilidades y problemas por razones
obvias. La diferencia del habitat trasciende la realidad de cada uno de esos grupos
como niños y más tarde como adultos con efectos sociales explicables. Así como
existen circunstancias influyentes en el esquema general biológico, igual ocurre
jurídica y socialmente. Las circunstancias de clima, condición política y social de
un país modifican el desarrollo mental y la adaptación del sujeto a la vida en
sociedad.

La consideración fundamental, estrictamente jurídica es el respeto a los


derechos humanos de los menores, reconocidos, declarados y garantizados por la
Constitución Política, en primer término y el derecho positivo en general, incluidas
las normas internacionales derivadas de los convenios aprobados y ratificados por
el Senado de la República.

La edad en nada debe o puede condicionar o disminuir las garantías


individuales o sociales. Las restricciones legales obedecen a criterios de
protección para garantizar el proceso normal de desarrollo físico y mental,
acompañado del crecimiento social, entendido éste como el comportamiento y
presencia del menor en los actos diarios en la vida en sociedad. La Constitución
Política declara en distintas disposiciones lo siguiente: la prohibición de la
esclavitud (artículo 1°); el derecho a la educación (artículo 3°); el derecho al
trabajo (artículo 5°). Expresamente, el artículo 4° se refiere a los menores al
declarar la igualdad entre el varón y la mujer, la protección a la organización y
desarrollo de la familia, reconocida ésta como la célula social más importante,
disposición que igualmente fundamenta el derecho a la vivienda y a la protección a
la salud. Sobre la responsabilidad paterna dice: Es deber de los padres preservar

28
el derecho de los menores a la satisfacción de sus necesidades y a la salud física
y mental.

La ley determinará los apoyos a la protección de los menores, a cargo de


las instituciones públicas entonces observamos que existe una responsabilidad
compartida entre los padres y el estado para la protección de los menores de
edad. La disposición citada se interpreta como la obligación de los padres, en
primer lugar, y de la sociedad, después, a procurar y asistir el cumplimiento de los
derechos de los niños; la coercitividad se ejerce de acuerdo con las leyes
correspondientes, al tiempo que la sociedad contrae subsidiariamente, por medio
del gobierno y sus instituciones, el compromiso social de satisfacerlas, lo cual
corresponde a todo un sistema de protección social. La evolución de los modos
sociales y el cambio de actitudes paternas y familiares precisan la dinámica de los
medios y de los métodos de protección social, y el mismo incremento en las
necesidades de asistencia obliga a racionalizar su administración.

El menor de edad tiene que ser protegido por su orfandad, por la


incapacidad familiar de atenderlo; debe ser amparado por su abandono físico o
moral y defendido en contra de su explotación social, sexual y económica en
cualquier modalidad; previendo la vigilancia por el Estado y la sanción por
cualquier clase de maltrato, sus modalidades, provenga de familiares o terceros.
En la definición del cómo y el cuándo habrá de intervenir el gobierno para exigir el
cumplimiento de los derechos de los menores de edad o para atender directa o
indirectamente sus carencias, corresponde a leyes de distinto orden: civil, penal,
laboral y de asistencia social, principalmente.

2.1.2. Protección y reconocimiento de la niñez

El real sustento de la nueva doctrina de protección de los derechos de los


niños, niñas y adolescentes consiste en que pasan de ser considerados objetos de
protección a ser sujetos de derechos. Como tales, requieren no de un
proteccionismo paternalista o compasivo sino del reconocimiento y respeto de su

29
condición de persona. Cabe mencionar que este reconocimiento logra su máxima
expresión con la aprobación de la Convención sobre los Derechos del Niño.

En efecto, existe una tendencia a un cada vez mayor reconocimiento de la


capacidad de las personas como titulares de derechos y deberes. Esta capacidad
comprende, de un lado, el disfrutar de un derecho (capacidad de goce) y, de otro,
el poder ejercitarlo o ponerlo en actualización (capacidad de ejercicio). El ser titular
de esta capacidad implica la posibilidad de ejercitar autónomamente sus derechos
y cumplir con sus deberes, teniendo como principal marco de referencia el
discernimiento. “Este puede definirse como la capacidad de la persona para darse
cuenta de qué quiere o no hacer y si es bueno o malo, y comprende la
denominada volición o posibilidad de realizar un acto propio que manifieste esta
decisión” (Espinoza Espinoza, La capacidad civil de las personas naturales. Tutela
jurídica de los sujetos débiles, 1998, p.153).

Cabe enfatizar que la necesaria determinación de la existencia de


discernimiento en la persona, lejos de crear un nuevo límite al ejercicio de
derechos, tiene por objetivo principal la seguridad del individuo, quien podría no
encontrarse en posibilidad de determinar libre y voluntariamente la magnitud del
acto que va a realizar ni sus consecuencias (Espinoza Espinoza, La capacidad
civil de las personas naturales. Tutela jurídica de los sujetos débiles, 1998, p.154).

Lo expuesto se encuentra directamente vinculado con el respeto de su


dignidad y con el principio de autonomía individual o libre desarrollo de la
personalidad expresamente consagrado en el Artículo 2 inciso 1) de la
Constitución Política (la Constitución).

En efecto, en el caso de niños, niñas y adolescentes, existe una creciente


tendencia a la consagración de normas nacionales e internacionales
específicamente dedicadas al reconocimiento de su condición de sujetos de
derecho, tal es el caso de la citada Convención sobre los Derechos del Niño y del
Código de los Niños y Adolescentes Ley Nº 27337, Ley que aprueba el Nuevo

30
Código de los Niños y Adolescentes. Publicada el 7 de agosto de 2000, así como
la creación de instancias especializadas para su protección.

En lo que refiere a materia civil, esta evolución en la protección de sus


derechos se evidencia, por ejemplo, en la variación de la visión tradicional del
derecho de familia, donde la relación paterno-filial se basaba en la idea de una
total sujeción a la potestad de los padres, a un modelo actual en el que prima la
idea de “espacios de autodeterminación de menores”. Tal como refiere Juan
Espinoza, diversos autores coinciden en que la edad no puede ser, en el marco de
derechos constitucionales, un factor que divida a los seres humanos de tal manera
que, por encima de la mayoría de edad se considere que se es “completamente
persona”, y por debajo de ella se sea “menos persona”.

“En tal sentido, al momento de realizar una valorización de las decisiones


existenciales del ser humano lo que debe tenerse en consideración será la
madurez de juicio del sujeto de derecho independientemente de su edad”
(Espinoza Espinoza, La capacidad civil de las personas naturales. Tutela jurídica
de los sujetos débiles, 1998, p.154). Ello sin que se deje de reconocer una
progresiva madurez que suele ir de la mano con el transcurrir de los años. En
virtud de lo expuesto existen diversas normas, tanto en el Código de los Niños y
Adolescentes como en el propio Código Civil, que reconocen la capacidad de los
niños, niñas y adolescentes para el pleno ejercicio de sus derechos en diversas
situaciones de su vida, en concordancia con la progresividad del incremento de la
madurez con el paso del tiempo, de conformidad con lo dispuesto por el Artículo IV
del Título Preliminar del Código de los Niños y Adolescentes, en virtud del cual el
niño, niña y adolescente gozan de los derechos específicos relacionados con su
proceso de desarrollo y tienen capacidad especial para la realización de los actos
civiles autorizados por ley.

Sin embargo, la existencia en los niños, niñas y adolescentes de un margen


de libertad que requiere ser respetado debe necesariamente ir de la mano con la
obligación tanto del Estado como de la sociedad de proteger sus derechos, y en

31
este sentido, deben intervenir para promover, prevenir y cuidar de ellos con el
objeto de garantizar su desarrollo integral.

Lo expuesto resulta más evidente aún si se tiene en consideración que, en


virtud de lo establecido por el Artículo 4 de la Constitución, se trata de personas
que son materia de especial protección por parte del Estado y que, conforme a sus
Artículos 1 y 43 es deber estatal proteger y garantizar la plena vigencia de sus
derechos. Finalmente, es también precisamente sobre la base de esta capacidad
de discernimiento que, si bien los y las adolescentes no son penalmente
responsables, sí responden por las infracciones que cometen contra la ley penal.

2.1.3. Fundamentos del sistema tutelar o doctrina de la situación irregular.

La denominada Doctrina de Protección Integral, que reconoce al menor de


edad como sujeto de derechos, tiene su máxima expresión en la Convención
sobre los Derechos del Niño. Aun cuando es claro que principios de interpretación
como los de pro libertatis y fuerza expansiva, razonabilidad y proporcionalidad
deben necesariamente aplicarse siempre que esté de por medio la defensa y
promoción de derechos humanos, ello resulta más evidente cuando lo que está en
juego es la protección de la dignidad y demás derechos de las personas menores
de edad. Si bien, los niños, niñas y adolescentes, como todo sujeto de derecho
capaz de discernimiento, deben responder por sus actos, requieren de un
tratamiento diferenciado en función de su especial situación y grado de desarrollo.
Resulta importante mencionar que si bien esta doctrina debe aplicarse siempre
que se encuentre de por medio la defensa y promoción de los derechos de niños,
niñas y adolescentes, ha tenido su mayor desarrollo en materia de responsabilidad
penal de menores de edad.

En efecto, tal como sostuvo la Defensoría del Pueblo en su informe del


sistema penal juvenil, es sobre la base de la Doctrina de la Protección Integral que
se ha centrado fundamentalmente el tema de su responsabilidad penal a partir del
planteamiento de una opción punitivo-garantista (Ferrajoli, Infancia, ley y
democracia en América Latina, 1999, p.17). De acuerdo con esta concepción, a

32
partir de cierta edad los y las adolescentes sí responden por las infracciones que
cometen contra la ley penal pero siempre bajo la garantía del respeto del
denominado principio del Derecho Penal Mínimo.

Éste se caracteriza por la recurrencia al derecho penal como extrema ratio;


el respeto de las garantías penales sustantivas y procesales establecidas para la
persona adulta, a las que deben sumarse aquellas propias derivadas de la
condición de menor de edad; la minimización de las penas juveniles, y la
utilización de medidas socioeducativas alternativas a la privación de libertad,
debiendo emplearse ésta última sólo excepcionalmente y limitando su intensidad y
su duración al mínimo plazo posible. En otras palabras, se trata de un derecho
penal juvenil dotado de las mismas garantías que el derecho penal de adultos pero
menos severo, tanto en lo que se refiere a la tipificación de los ia delitos cuanto en
la intensidad de las sanciones, por ser un sujeto de derecho en proceso de
desarrollo. Cabe mencionar que esta consideración, expresamente establecida
como obligación asumida por el Estado peruano en la Convención sobre los
Derechos del Niño, constituye una manifestación del principio del interés superior
del niño. Lo expuesto resulta más urgente aun teniendo en cuenta que los factores
que determinan la problemática de la infracción de la ley penal por parte de
menores de edad tienen que ser enfrentados principalmente a través de la política
social del Estado, antes que con el recurso a medidas punitivas o al incremento de
las mismas. En este ámbito, más que en ningún otro, son los condicionamientos
sociales negativos que rodean a los menores de edad los que tienen una
incidencia directa y decisiva en su conducta contraria a la ley penal.

Por ello en el diseño de una ley penal de menores de edad, antes que
criterios retributivos en la selección de las respuestas ante las infracciones que
privilegian medidas de privación de la libertad prolongadas, debe establecerse un
sistema de medidas socio educativas orientadas a que puedan corregir aquellas
carencias que determinaron su conducta y les permita una vida futura de respeto a
la ley.

33
Ciertamente este mismo criterio debe traducirse en el ámbito del proceso
destinado a la imposición y ejecución de dichas medidas. Es importante tener
también en cuenta que un sistema como el señalado, requiere de un enfoque
multidisciplinario del problema del menor infractor que integre un conjunto de
disciplinas y profesionales en su solución, tales como: trabajadores sociales,
psicólogos, educadores, entre otros. Por ende, a riesgo de incurrir en soluciones
incompletas que a mediano plazo pueden resultar contraproducentes, el legislador
no debe perder de vista que toda regulación de responsabilidad de menores de
edad por infracciones a la ley penal, debe considerar e ir acompañada de los
recursos y la infraestructura necesaria para su implementación.

2.2. La doctrina de la protección integral de las Naciones Unidas

El conjunto de acciones, políticas, planes y programas que con prioridad


absoluta, se dictan y ejecutan desde el estado, con la participación
y solidaridad de la familia y la sociedad, para garantizar que todos los niños y
niñas gocen, de manera efectiva y sin discriminación, de los Derechos Humanos a
la supervivencia, al desarrollo y a la participación, al tiempo que atiende las
situaciones especiales en que se encuentran los niños individualmente
considerados, o determinado grupo de niños que han sido vulnerados sus
derechos.

A nuestro entender la protección Integral viene a ser una serie de


instrumentos jurídicos cuyo fin esencial no es más que proteger y garantizar la
protección de nuestros niños, niñas y adolescentes en todas sus áreas de
desarrollo, tratando de lograr un engranaje de lo que es la familia, estado
y comunidad, para lograr que efectivamente se puedan respetar y garantizar los
derechos de éstos.

Ahora bien, éste concepto de Protección Integral es el resultado de una


serie de instrumentos internacionales que sirvieron de base para unificar criterios y
tomar lo mejor de cada uno para obtener un óptimo resultado en cuanto al
concepto de Protección Integral del niño, niña y adolescente, o por lo menos tener

34
un concepto de lo que se quería prever como Protección Integral, entre estos
instrumentos encontramos:

 La Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959), en ella se consagra


la necesidad de proporcionar al niño una Protección especial.

 La Convención sobre los Derechos del Niño (1989), esta convención reconoce
a los niños y niñas todos los derechos que se consagran en los pactos
internacionales de derechos humanos sin ningún tipo de discriminación.

 La Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la


Justicia de Menores (Reglas de Beijin) año 1985. Contiene orientaciones
básicas con fines de prevención del delito, así como las reglas para procesar a
los menores que incurran en delitos.

 Las Reglas de las naciones unidas para la Protección de Menores Privados


de Libertad (Reglas de Riyadh, 1990) el cual se basa en:
Establecer normas mínimas aceptadas por las Naciones Unidas para la
Protección de los Menores privados de libertad en todas sus formas de manera
compatible con los Derechos humanos y libertades fundamentales, y con miras
a contrarrestar los efectos perjudiciales de todo tipo de detención y fomentar
la integración en la sociedad (Regla Nº).

 El Convenio Nº 138

 La recomendación Nº 146 de la Organización Internacional del Trabajo

 Carta de la UNESCO sobre la Educación para todos.

2.2.1. Fundamentos del sistema de protección integral.

La definición de éste autor está dirigida, sin duda, al objeto final de la


protección como acción dirigida a un grupo social determinado. Interesaría
además, formular una definición de protección integral a niños y adolescentes que
entrañe las funciones y acciones intrínsecas de su persecución socio-jurídica.

35
Hecha esta breve consideración, nos aproximarnos a la definición de protección
integral al considerarla como el conjunto de acciones, políticas, planes y
Programas que con Prioridad Absoluta se dictan y ejecutan desde el Estado, con
la firme participación y solidaridad de la Familia y la sociedad para garantizar que
todos los Niños y Niñas gocen de manera efectiva y sin discriminación de los
derechos humanos a la Supervivencia, al Desarrollo y a la Participación, al tiempo
que atienda las situaciones especiales en que se encuentran los niños
individualmente considerados o determinado grupo de niños que han sido
vulnerados en sus derechos.

Esta aproximación nos permite ubicar las claras diferencias que existen
entre las políticas públicas universales destinadas a generar condiciones sociales,
económicas, culturales y de otra índole para la satisfacción de los derechos
colectivos y difusos de todos los niños, niñas y adolescentes, con las políticas
especiales destinadas básicamente a atender determinadas circunstancias que
provocan situaciones de vulnerabilidad a grupos también determinados de niños,
niñas y adolescentes. Las Primeras provocan y generan disfrute Universal de
Derechos, las segundas protegen frente a violaciones de estos, para liberar de
afecciones sociales o de otra índole a los niños Para una rápida ubicación
histórico-social, podemos decir que la Protección Integral se ha ido armando en la
historia del tratamiento a la infancia como una especie de rompecabezas
complejo. Ha tenido que pasar un tiempo considerable para que, a través de la
crítica a las viejas formas de atención a la Infancia, se haya construido y se
continúe construyendo la filosofía social de la protección Integral.

2.2.2. Características del sistema de protección integral

Que es el pilar fundamental sobre el cual se edifica la filosofía de los


Derechos Humanos y se erige como eje para la universalidad de estos derechos.
El carácter universal de las políticas sociales tiene que ver de manera inmediata
con este principio, así como la aplicación y ejercicio de todos y cada uno de los
Derechos humanos de los niños y adolescentes tiene que ver con que esta
aplicación y este ejercicio está dirigido a vencer las condiciones, situaciones y

36
circunstancias, generalmente sociales, económicas y culturales, que generan
discriminación y, por ende, desigualdad. La Prohibición de discriminación es,
entonces, el presupuesto (entiéndase el principio) inicial para la construcción de
políticas de protección integral. Se encuentra contenido en el artículo 2 de la
Convención sobre los Derechos del Niño, en los siguientes términos: “Los Estados
partes respetarán los derechos enunciados en la presente Convención y
asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdicción, sin distinción alguna,
independientemente de la raza, el color, el sexo, el idioma, la religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la posición económica,
los impedimentos físicos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus
padres o representantes legales”.

Este principio de igualdad se erige como fundamental, como norma con


carácter jurídico-social definido, es decir, orientado a la lectura de todos los
derechos consagrados en la propia Convención que lo trae como principio, dirigido
al desarrollo de políticas igualitarias en el ámbito público y privado, que garanticen
el respeto de los derechos humanos de los niños. De consecuencia no debe haber
distinción para negar o conceder derechos, utilizándose como fundamento la
condición social, el sexo, la religión o la edad (igualándose así los derechos de los
niños a los de los adultos), pero al mismo tiempo este principio de igualdad
establece un elemento novedoso y relevante en materia de derechos humanos,
con alcance ulterior, que se proyecta más allá de la propia condición del niño, al
prohibir no sólo la discriminación en razón de las condiciones inherentes a la
propia persona (niño o niña), de que se trate con respecto a sus semejantes (niños
o adultos), sino que además abarca el amplio sentido de traspasar su propia
condición de niño, para evitar (y prohibir) la discriminación en razón de alguna
condición de sus padres o representantes legales, verbigracia, el caso de niños
cuyos padres sean de etnia diferente a los demás, o de nacionalidad extranjera
respecto al país en donde nace el niño. En estos casos, la propia condición de sus
padres no debe ser nunca elemento de juicio para la consideración discriminatoria
del hijo.

37
Además, mención especial debe hacerse a este principio en relación al
imperio de la convención, como norma inherente al principio mismo, dirigida en
dos vertientes, la primera al establecerse la obligación de los Estados Partes en
respetar los derechos que se consagran a los niños en este instrumento jurídico
internacional (que son sólo enunciativos); imperio acorde con el principio de la
extraterritorialidad de las leyes que obliga a respetar, en este caso, la Convención
a todo niño sometido a la jurisdicción del Estado de que se trate, independiente del
lugar en donde se encuentre el niño, y la segunda, como mecanismo de
cumplimiento la obligación de su efectiva aplicación, y observancia de las medidas
que ordena el particular segundo del artículo 2 antes citado, respecto a las
actividades, opiniones, creencias de sus padres, tutores o familiares.

38
SUB CAPÍTULO III

3. INSTRUMENTOS INTERNACIONALES QUE REGULAN LOS DERECHOS


DE MENORES

El artículo 40 de la Convención sobre los Derechos del Niño establece


cuáles son los lineamientos que se deben respetar cuando un adolescente es
infractor de la ley penal. Por ello, que el adolescente merece ser tratado
respetando su dignidad y valor, fomentando el respeto por los derechos humanos
reconocido y libertades fundamentales de terceros. Además, se tomará en cuenta
la edad del niño y se buscará promover su reintegración para que asuma una
función constructiva en la sociedad.

El referido artículo también se encarga de señalar la función de los Estados


Partes para garantizar la situación aquellos adolescentes infractores de la ley
penal. Por ello, resulta necesaria la aplicación del “Derecho Penal Mínimo”, que
establece una serie de reglas y mecanismos especiales, cuando nos encontramos
frente a menores de edad, que infringen la ley penal. Entre estas reglas, cabe
resaltar que la privación de libertad debe ser aplicada solamente como última ratio,
es decir, como un último recurso en casos excepcionales.

Asimismo, se alude a un tratamiento especializado, en el que los menores


sean tratados de manera apropiada y se guarde proporción entre las
circunstancias y la infracción. Ello implica, además, que en dicho tratamiento se
tomará en cuenta la personalidad, aptitudes, inteligencia y valores del menor;
sobre todo, las circunstancias que lo llevaron a cometer la infracción. Por otra

39
parte, el menor deberá recibir apoyo socio familiar, a través del cual se le brinde
asistencia en capacitación profesional y se utilicen todos los medios posibles para
que el menor tenga una comunicación adecuada con el mundo exterior (Barletta,
Curso Derechos de la Niñez y Adolescencia, 2011).

3.1. Sobre la aplicabilidad de los instrumentos internacionales.

Entre las normas internacionales que se encargan de regular la situación


penal de los menores de edad contamos con los siguientes instrumentos:

 Convención sobre los Derechos del Niño (20/11/89).

 Reglas Mínimas Uniformes de las Naciones Unidas para la Administración de


Justicia (28/11/1985).

 Directrices de las Naciones Unidas para la Prevención de la Delincuencia


Juvenil. (14/12/1990).

 Reglas Mínimas de las Naciones Unidas sobre Medidas no privativas de


libertad / Reglas de Tokio (14/12/1990).

 Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores privados de


libertad (14/12/1990).

 Observación General Nº 10 “Los derechos del Niño en la justicia de menores”


(25/4/2007).

3.2. Los instrumentos internacionales: sus principios reguladores,


estructura e importancia.

Sin ánimos de ser exhaustivos en el tema, consideramos importante hacer


referencia a algunos de los instrumentos más importantes del marco normativo
aplicable en nuestro país sobre la materia.

Se publicó en el Diario Oficial El Peruano el 07 de agosto de 2000, en el


plano nacional, el actual Código de los Niños y Adolescentes que señala que los

40
menores de edad no delinquen sino que más bien cometen infracciones (de ahí
precisamente el término menor infractor). De esta manera, la sanción que recibe el
menor infractor no será una pena sino una medida socio-educativa. Por otro lado,
en el plano internacional tenemos la Convención sobre los Derechos del Niño,
aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de
1989, este mismo entró en vigencia el 02 de setiembre de 1990, que es suscrita
por el Perú el 26 de enero de 1990 (aprobado por Resolución Legislativa N° 25278
el 03 de agosto de 1990). En dicha Convención se señala que se considera como
niño o niña a las personas que tengan menos de 18 años. Es por ello, que si un
menor de 18 años comete una infracción a la ley penal deberá ser derivada a la
Justicia Penal Juvenil y no ser juzgado como un adulto.

Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también se


ha pronunciado señalando que “(…) Al someter a personas menores de 18 años al
sistema ordinario de justicia, su condición de niños es totalmente negada y sus
derechos violados” (Comisión Interamericana de derechos humanos, Justicia
juvenil y derechos humanos en las américas, Párr. 40).

Ahora, es importante recordar que el Estado peruano asumió una


responsabilidad de respetar lo estipulado en la Convención sobre los Derechos del
Niño en el momento en que suscribió la misma. Ir en contra de dicho tratado no
solo sería contrario a una disposición supranacional sino que además tendría
repercusiones lamentables para nuestro Estado dentro de la comunidad
internacional.

En ese sentido, es muy preocupante notar que algunas propuestas


legislativas no analizan la sujeción a las normas internacionales y olvidan que
estas drásticas modificaciones al Código Penal y al Código de los Niños y
Adolescentes generarían responsabilidad internacional del Estado por
incumplimiento de tratados internacionales.

41
3.2.1. Convención sobre los derechos del niño.

La Convención sobre los derechos del niño, adoptada por la Asamblea de


las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, constituye en este sentido un
instrumento del mayor nivel, con valor formal de fuente del derecho internacional
que obliga, por tanto, a los Estados Partes, habiendo sido suscrito por el Estado
peruano el 03 de agosto de 1990 y entró en vigencia en septiembre del mismo
año.

Destaca entre sus disposiciones, en el marco que nos ocupa, la afirmación


de que el superior interés del niño ha de ser la consideración primordial a atender
con ocasión de la intervención administrativa o judicial relativa a menores (art. 3).
Además, la Convención Luego de este breve análisis histórico sobre el proceso
constructivo del concepto “infancia” como categoría social, es preciso hacer
mención de aquel instrumento internacional, que no sólo terminará de reconocerla
plenamente sino que también le brindará una amplia protección jurídica (Cuesta
Arzamendi, Blanco Cordero, menores infractores y sistema penal, 2010, p.I8).

Desde este enfoque, la aprobación, en 1989, de la Convención Internacional


sobre los Derechos del Niño (en adelante CIDN) es la finalización de éste proceso
progresivo de reconocimiento y protección de los derechos de los niños que se ha
desarrollado durante el siglo XX.

La nueva normativa se funda en que los derechos del niño derivan de su


condición de persona y en consecuencia, se establece que los dispositivos de
protección de los derechos de la infancia son complementarios, nunca sustitutivos,
de los mecanismos generales de protección de derechos reconocidos a todas las
personas.

 Proclama el derecho de todo niño a no ser sometido a tortura ni a otros tratos o


penas crueles, inhumanas o degradantes.

42
 Prohíbe la imposición de la pena capital ni la de prisión perpetua sin posibilidad
de excarcelación por delitos cometidos por menores de dieciocho años de
edad;

 Exige que ningún niño sea privado de su libertad ilegal arbitrariamente; la


detención, el encarcelamiento o la prisión de un niño debe llevarse a cabo de
conformidad con la ley y se utilizará tan sólo como medida de último recurso y
durante el período más breve que proceda;

 Establece que todo niño privado de libertad será tratado con la humanidad y el
respeto que merece la dignidad inherente a la persona humana, y de manera
que se tengan en cuenta las necesidades de las personas de su edad; en
particular, todo niño privado de libertad estará separado de los adultos, a
menos que ello se considere contrario al interés superior del niño, y tendrá
derecho a mantener contacto con su familia por medio de correspondencia y de
visitas, salvo en circunstancias excepcionales;

 Declara, asimismo que todo niño privado de su libertad tendrá derecho a un


pronto acceso a la asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como
derecho a impugnar la legalidad de la privación de su libertad ante un tribunal u
otra autoridad competente, independiente e imparcial y a una pronta decisión
sobre dicha acción.

 Destacado por el artículo 3, entre los demás principios rectores (no


discriminación art. 2, supervivencia y desarrollo art. 6 y participación art. 12), el
interés superior del niño, el art. 40 de la Convención regula “el derecho de todo
niño de quien se alegue que ha infringido las leyes penales o a quien se acuse
o declare culpable de haber infringido esas leyes, a ser tratado de manera
acorde con el fomento de su sentido de la dignidad y el valor, que fortalezca el
respeto del niño por los derechos humanos y las libertades fundamentales de
terceros y en la que se tengan en cuenta la edad del niño y la importancia de
promover la reintegración del niño y de que éste asuma una función
constructiva en la sociedad”.

43
En relación con la intervención judicial sobre menores, que debe inspirarse
en el principio de intervención mínima y de subsidiaridad, el mismo art. 40 de la
Convención reconoce plenamente el derecho al proceso debido de la manera
siguiente (art. 40.2 b) Que a todo niño del que se alegue que ha infringido las
leyes penales o a quien se acuse de haber infringido esas leyes se le garantice,
por lo menos, lo siguiente:

1. Que se lo presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme


a la ley;

2. Que será informado sin demora y directamente o, cuando sea procedente, por
intermedio de sus padres o sus representantes legales, de los cargos que
pesan contra él y que dispondrá de asistencia jurídica u otra asistencia
apropiada en la preparación y presentación de su defensa;

3. Que la causa será dirimida sin demora por una autoridad u órgano judicial
competente, independiente e imparcial en una audiencia equitativa conforme a
la ley, en presencia de un asesor jurídico u otro tipo de asesor adecuado y, a
menos que se considerare que ello fuere contrario al interés superior del niño,
teniendo en cuenta en particular su edad o situación y a sus padres o
representantes legales;

4. Que no será obligado a prestar testimonio o a declararse culpable, que podrá


interrogar o hacer que se interrogue a testigos de cargo y obtener la
participación y el interrogatorio de testigos de descargo en condiciones de
igualdad;

5. Si se considerare que ha infringido, en efecto, las leyes penales, que esta


decisión y toda medida impuesta a consecuencia de ella serán sometidas a
una autoridad u órgano judicial superior competente, independiente e imparcial,
conforme a la ley;

6. Que el niño contará con la asistencia gratuita de un intérprete si no comprende


o no habla el idioma utilizado;

44
7. Que se respetará plenamente su vida privada en todas las fases del
procedimiento." Asimismo, la Convención otorga plenamente carta de
naturaleza al intervencionismo mínimo en el plano penal, el cual ha de
plasmarse, al menos, en una cuádruple vertiente (art. 40.3 y 4):

La Convención será el instrumento principal en la culminación de un


proceso de larga data sobre el reconocimiento de la categoría infancia. A pesar
de que se trate de un documento que inserte a ésta categoría en el mundo de los
derechos, estableciendo el debido respeto en el mundo de los niños, solo a partir
de ella se trata a los niños y niñas como “sujetos”, y es más que suficiente si
consideramos que a lo largo de toda nuestra historia la imagen del niño queda
resumida pasando por etapas tan determinantes y prolongadas en el tiempo, que
van desde su desconocimiento absoluto e indiferencia extrema, a su semi
reconocimiento bajo la categoría de incapaz.

Hoy se entiende que el concepto de Infancia, en el sentido de la Convención


Internacional de los derechos del Niño, incluye a todos los seres humanos que no
han alcanzado los 18 años de edad, sea desde lo jurídico, sea desde lo social.

La verdadera revolución cultural de la CIDN radica precisamente en el


hecho de haber alterado sensiblemente el carácter del vínculo que históricamente
ha imperado en la relación de los adultos y del estado con la infancia: la
discrecionalidad absoluta amparada en la idea de la incapacidad total.

La CIDN al transformar en derechos las necesidades de la infancia, no hace


otra cosa que reconocer a los niños como una categoría social única y autónoma,
colocando límites y reduciendo sensiblemente la discrecionalidad para el
adecuado ejercicio del deber de protección.

3.2.2. Reglas mínimas de las naciones unidas para la administración de


justicia de menores (reglas de Beijing).

En cuanto a las Reglas de Beijing, constituyen un conjunto de principios


mínimos sobre la Administración de la Justicia de Menores, aprobados como

45
recomendación a los Estados por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
su resolución 40/33, de 28 de noviembre de 1985 (Reglas mínimas de las
Naciones Unidas para la administración de la justicia de menores “Reglas de
Beijing”).

Puntos destacados de la regulación son los siguientes:

1. La consideración de la justicia de menores como parte integrante de la justicia


social para los menores y último eslabón de una política social realmente
centrada en la prevención del delito y de la delincuencia juvenil.

2. No establecimiento de límites estrictos de edad en cuanto a la definición del


menor, promoviendo la extensión de sus disposiciones a los jóvenes-adultos
delincuentes. Ahora bien, dispone la regla 4 que “en los sistemas jurídicos que
reconozcan el concepto de mayoría de edad penal con respecto a los menores,
su comienzo no deberá fijarse a una edad demasiado temprana habida cuenta
de las circunstancias que acompañan la madurez emocional, mental e
intelectual”.

3. Admisión de los llamados delitos específicos de menores o juveniles, esto es,


comportamientos que no son punibles en el caso de realizarlos los adultos,
pero sí si el autor es un joven o menor (por ejemplo, ausencias injustificadas,
desobediencia en la escuela y en la familia, ebriedad en público, etc.).

4. Objetivo de la justicia de menores ha de ser contribuir al bienestar de los


menores a través de intervenciones proporcionadas a las circunstancias del
menor delincuente y del hecho cometido, y garantizando la intimidad de aquel.
Con tal objeto, se postula la apertura de un suficiente margen discrecional para
los jueces, cuya preparación o capacitación específica parece esencial. La
justicia de menores ha de ser una auténtica justicia, con respeto de las
garantías procesales básicas y, en particular, la presunción de inocencia y un
conjunto de derechos: a conocer la acusación, a no contestar, a la asistencia

46
de abogado, a la presencia de los padres y tutores, a la confrontación e
interrogatorio de testigos, y a la apelación o recurso.

Establecidos estos principios generales, las reglas entran a regular los


diversos aspectos de la intervención:

 Investigación y procesamiento, con reglas específicas sobre la policía judicial y


la detención del menor Sentencia y resolución.

 Tratamiento en instituciones de internamiento o en la comunidad,

 Así como los sistemas de investigación, planificación y formulación y


evaluación de políticas efectivas en materia de delincuencia y criminalidad de
menores y su tratamiento.

Las Reglas Mínimas de las Naciones Unidas para la administración de


justicia de los menores, Reglas de Beijing (adoptadas por la Asamblea de las
Naciones Unidas el 29 de noviembre de 1985 (Resolución 40/33), buscan
promover un sistema de justicia para los menores con problemas con la ley,
respetuoso de los derechos y garantías procesales básicos (también de su
derecho a la intimidad y confidencialidad) (reglas 7, 8 y 21) y compatible con el
bienestar de los mismos, en el que el recurso a la intervención judicial constituya
un último recurso inspirado en el principio de subsidiaridad. En este sentido, y sin
perjuicio del pleno respeto del principio de legalidad, se considera que, junto a la
celeridad procesal (regla 20), debe asegurarse un adecuado margen de
discrecionalidad que permita la adopción en cada momento de las medidas más
adecuadas para el interés del menor, en el marco de todos los recursos
disponibles.

La especialización del personal (en el que ha de haber una representación


equitativa de mujeres y de minorías (regla 22.2)) constituye para las Reglas un
principio clave (proclamado en relación con la policía por la regla 12.1 y con
carácter general en la regla 22), a cuyo efecto han de establecerse los
mecanismos oportunos que garanticen la adquisición y mantenimiento de la

47
competencia profesional por parte del personal que se ocupe de casos de
menores.

Al igual que en la Convención de derechos del niño, se insiste aquí en que


el empleo de la privación de libertad ha de regirse por el principio de
excepcionalidad: “como último recurso y durante el plazo más breve posible” (regla
13.1). Ello obliga a buscar medidas alternativas también para el internamiento
preventivo “como la supervisión estricta, la custodia permanente, la asignación a
una familia o el traslado a un hogar o a una institución educativa” (regla 13.2). La
regla 13 reconoce también a los menores en prisión preventiva todos los derechos
y garantías previstos en las Reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, y
exige su separación de los adultos y su reclusión en establecimientos distintos o
recintos separados. Durante el tiempo que se hallen bajo custodia, “los menores
recibirán cuidados, protección y toda la asistencia social, educacional, profesional,
psicológica, médica y física que requieran, habida cuenta de su edad, sexo y
características individuales” (regla 13.5).

La regla 17 se ocupa de los principios rectores de la sentencia y la


resolución, decisiones que, teniendo siempre en cuenta como algo “primordial el
bienestar del menor”, han de adoptarse de manera proporcionada “no sólo a las
circunstancias y la gravedad del delito, sino también a las circunstancias y
necesidades del menor, así como a las necesidades de la sociedad”. Proscritas
por las Reglas la pena capital y las corporales, se prevé un amplio listado de
medidas resolutorias para asegurar una mayor flexibilidad y evitar en lo posible el
internamiento en establecimientos penitenciarios (regla 18), que ha de ser siempre
un último recurso y aplicarse por el más breve plazo posible (regla 19). La
privación de libertad se reserva para cuando “el menor sea condenado por un acto
grave en el que concurra violencia contra otra persona o por la reincidencia en
cometer otros delitos graves, y siempre que no haya otra respuesta adecuada” y
se indica que “las restricciones a la libertad personal del menor se impondrán sólo
tras cuidadoso estudio y se reducirán al mínimo posible”; por su parte, la autoridad
competente debe poder “suspender el proceso en cualquier momento” (regla 17).

48
Órdenes en materia de atención, orientación y supervisión; libertad vigilada;
órdenes de prestación de servicios a la comunidad; sanciones económicas,
indemnizaciones y devoluciones; órdenes de tratamiento intermedio y otras formas
de tratamiento; órdenes de participar en sesiones de asesoramiento colectivo y en
actividades análogas; órdenes relativas a hogares de guarda, comunidades de
vida u otros establecimientos educativos; otras órdenes pertinentes. Ahora bien,
“ningún menor podrá ser sustraído, total o parcialmente, a la supervisión de sus
padres, a no ser que las circunstancias de su caso lo hagan necesario” (regla
18.2).

El punto 10 de flexibilidad del tratamiento de los menores fuera de los


establecimientos penitenciarios (regla 23.2), que debe ser controlado por la
autoridad competente o por un órgano independiente. En su seno se considera
esencial la prestación de todo tipo de asistencia para facilitar el proceso
rehabilitador (regla 24), siempre que se pueda en la unidad familiar y con la
participación de voluntarios y demás recursos comunitarios (regla 25).

En cuanto a la capacitación y tratamiento de menores en establecimientos


penitenciarios, el objetivo ha de ser “garantizar su cuidado y protección, así como
su educación y formación profesional para permitirles que desempeñen un papel
constructivo y productivo en la sociedad”, de aquí que las y los menores —que
estarán en un establecimiento separado o en una parte separada de un
establecimiento en el que también estén encarcelados adultos y siempre
separados de ellos— hayan de recibir todos los cuidados, protección y asistencia
necesarios conforme a sus características personales “y en interés de su
desarrollo sano”, debiendo garantizarse el derecho de acceso a los mismos por
parte de los padres o tutores y fomentar la cooperación entre las instancias
ministeriales responsables en materia de formación académica y profesional, “a fin
de garantizar que al salir no se encuentre en desventaja en el plano de la
educación” (regla 26). También se ordena el respeto, en la medida pertinente, de
los requisitos contenidos en las Reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos y de sus recomendaciones anexas, en lo que conciernen a los menores

49
delincuentes en establecimientos penitenciarios (incluidos los que se encuentren
en prisión preventiva), así como, siempre que sea posible, de los principios de las
mencionadas reglas, “con objeto de satisfacer las diversas necesidades del menor
específicas a su edad, sexo y personalidad” (regla 27). La promoción y desarrollo
de sistemas intermedios establecimientos de transición, hogares educativos,
centros de capacitación diurnos y otros sistemas que puedan facilitar la adecuada
reintegración de los menores a la sociedad (regla 29) y la frecuente y pronta
concesión de la libertad condicional, que ha de acompañarse de la
correspondiente asistencia por parte del funcionario supervisor y el pleno apoyo de
la comunidad (regla 28), son igualmente preocupaciones claves de las Reglas de
Beijing (Cuesta Arzamendi, Blanco Cordero, Menores infractores y sistema penal,
p.34).

3.2.3. Directrices de las naciones unidas para la prevención de la


delincuencia juvenil (directrices de RIAD).

El 14 de diciembre de 1990 la Asamblea General de las Naciones Unidas


aprobó las Reglas de las Naciones Unidas para la protección de los menores de
privados de libertad (A/RES/45/113), aplicables “a toda forma de detención o
encarcelamiento, así como el internamiento en un establecimiento público o
privado del que no se permita salir al menor por su propia voluntad, por orden de
cualquier autoridad judicial, administrativa u otra autoridad pública” (regla 11, b).

Las Reglas se configuran como “normas mínimas” (regla 3) y “patrones de


referencia” (regla 5), dirigidos “a contrarrestar los efectos perjudiciales de todo tipo
de detención y fomentar la integración en la sociedad” (regla 3) y parten del
necesario respeto de los derechos y seguridad de los menores en todo sistema de
justicia de menores, así como de la obligación de "fomentar su bienestar físico y
mental”, considerando la privación de libertad como un “último recurso” (regla 1) a
aplicar con respeto de estas Reglas y de las de Beijing, en casos excepcionales y
únicamente “por el período mínimo necesario ( ... ) fijado por la autoridad judicial”
(regla 2).

50
A juicio de las Reglas, la ley debe fijar “la edad límite por debajo de la cual
no se permitirá privar a un niño de su libertad” (regla 11 a).

En todo supuesto de privación de libertad la autoridad competente ha de


asegurar, como es obvio, el respeto de los derechos humanos de los menores, así
como los derechos civiles, económicos, políticos sociales o culturales que les
correspondan y no sean incompatibles con la detención. Ha de garantizarse
igualmente el derecho de los menores recluidos a "disfrutar de actividades y
programas útiles que sirvan para fomentar y asegurar su sano desarrollo y su
dignidad, promover su sentido de responsabilidad e infundirles actitudes y
conocimientos que les ayuden a desarrollar sus posibilidades como miembros de
la sociedad" (regla 12). Con el fin de afirmar los objetivos de integración social, las
Reglas que ordenan el establecimiento de “recursos eficaces en caso de
inobservancia, incluida la indemnización en los casos en que se causen perjuicios
a los menores” (regla 7) exigen la práctica de inspecciones regulares y otras
formas de control por un órgano no perteneciente a la administración del centro,
debidamente constituido y autorizado para visitar a los menores (regla 14).

La regulación de los menores detenidos o en prisión preventiva es objeto


del Capítulo III. El principio de presunción de inocencia debe inspirar el régimen de
detención de los menores bajo arresto o en espera de juicio, que —siempre con
separación de los menores declarados culpables— sólo ha de admitirse por
circunstancias excepcionales, de aquí la necesidad de contar con medidas
sustitutorias y de otorgar la máxima prioridad a la tramitación más rápida posible
de los casos concernientes a menores privados preventivamente de su libertad
(regla 17). Aun cuando se advierte que la enumeración tiene “carácter taxativo”,
las Reglas reiteran que los menores han de tener derecho al asesoramiento
jurídico regular, de carácter privado y confidencial, y, en su caso, a la asistencia
jurídica gratuita. De otra parte, y siempre que sea posible, han de dárseles “la
oportunidad de efectuar un trabajo remunerado y de proseguir sus estudios o
capacitación”, sin que puedan ser obligados a ello.

51
Asimismo, debe ser autorizados a “recibir y conservar material de
entretenimiento y recreo que sea compatible con los intereses de la administración
de justicia” (regla 18). La administración de los centros de menores constituye el
grueso del contenido de las Reglas que, en la línea de las Reglas mínimas para el
tratamiento de los reclusos, van repasando los diversos aspectos del régimen de
internamiento de los menores, comenzando por la formación del expediente
personal y confidencial (con derecho de rectificación por parte del menor) y
registro de la orden válida de internamiento, sin la cual no debe admitirse a ningún
menor en un centro (regla 19). Cabe destacar como puntos más destacados de
esta amplia regulación:

 El derecho a la información sobre el estatuto del menor y las reglas del centro
de detención "en un idioma que puedan comprender" (y a que, de ser preciso,
se les ayude a comprenderlas) (reglas 24 y 25);

 Los criterios de clasificación y asignación: éstos han de apoyarse sobre todo en


el tipo de asistencia a prestar al menor "y la protección de su bienestar e
integridad físicos, mentales y morales" (regla 28), asegurando la separación de
los adultos “a menos que pertenezcan a la misma familia” (regla 29) y con
promoción de los centros de detención abiertos, de tamaño reducido y
descentralizados, integrados “en el entorno social, económico y cultural de la
comunidad”;

 El derecho al uso de las propias prendas de vestir (regla 36) y a una


alimentación adecuada, “servida a las horas acostumbradas, en calidad y
cantidad que satisfagan las normas de la dietética, la higiene y la salud y, en la
medida de Jo posible, las exigencias religiosas y culturales” (regla 37);

 La impartición de la enseñanza, siempre que sea posible, “fuera del


establecimiento, en escuelas de la comunidad y en todo caso a cargo de
maestros competentes, mediante programas integrados en el sistema de
instrucción pública”, prestándose “especial atención a la enseñanza de los

52
menores de origen extranjeros o con necesidades culturales o étnicas
particulares” (regla 38);

 La posibilidad de elección por parte del menor de la clase de trabajo que desee
realizar, en el marco de “una selección profesional racional y las exigencias de
la administración del establecimiento” (regla 43): un trabajo que goce de la
protección aplicable al trabajo de niños y trabajadores jóvenes, conforme a las
normas nacionales e internacionales (regla 44), que dé lugar a una justa
remuneración (regla 46), asimilado al libre y que “complemente la formación
profesional impartida a fin de aumentar la posibilidad de que encuentre un
empleo conveniente” (regla 45);

 La administración de medicamentos al menor sólo por el personal médico, para


un tratamiento necesario o por razones médicas y, siempre que sea posible,
tras “obtener consentimiento del menor debidamente informado”; las Reglas
prohíben, en este sentido, administrar medicamentos “para obtener información
o confesión” o “como sanción o medio de reprimir al menor", que nunca podrá
ser utilizado “como objeto para la experimentación de fármacos o tratamientos”
(regla 55);

 La obligación de la autoridad de detención de informar a la familia o tutor (u


otra persona designada por el menor) sobre el estado de salud del menor, así
como a la práctica de una investigación independiente sobre las causas de
fallecimiento de un menor durante la privación de libertad (o dentro de los seis
meses siguientes a la liberación) y el derecho del pariente más próximo a
examinar el certificado de defunción, a pedir que le muestren el cadáver y
disponer su último destino en la forma que decida (regla 57);

 El derecho del menor a mantener comunicaciones y visitas regulares y


frecuentes y a informarse periódicamente (reglas 59 a 62);

 La necesidad de medidas y procedimientos (como la liberación anticipada y


cursos especiales) para ayudar a la reintegración en la sociedad, la vida

53
familiar y la educación o el trabajo, tras la puesta en libertad, (anticipada o no)
(regla 79), al igual que la creación de “servicios que ayuden a los menores a
reintegrarse en la sociedad y contribuyan a atenuar los prejuicios que existen
contra esos menores” (regla 80).

También resultan de particular interés las reglas disciplinarias (reglas 66-


71), sobre inspecciones y reclamaciones (reglas 72-78) y las relativas a la
coerción física y el uso de la fuerza.

Esta queda exclusivamente reservada, junto a los supuestos en que se trate


de “impedir que el menor lesione a otros o a sí mismo o cause importantes daños
materiales”, para “casos excepcionales, cuando se hayan agotado y hayan
fracasado todos los demás medios de control y sólo de la forma expresamente
autorizada y descrita por una ley o un reglamento”; los instrumentos han de ser
empleados “de forma restrictiva y sólo por el lapso estrictamente necesario”,
prohibiéndose aquellos que causen “humillación” o “degradación” (regla 64).

Por lo que respecta al personal, las reglas 81 a 86 se fijan en sus adecuada


selección, capacitación y formación permanente; dispone, además, la regla 87:
“En el desempeño de sus funciones, el personal de los centros de detención
deberá respetar y proteger la dignidad y los derechos humanos fundamentales de
todos los menores y, en especial:

1. Ningún funcionario del centro de detención o de la institución podrá infligir,


instigar o tolerar acto alguno de tortura ni forma alguna de trato, castigo o
medida correctiva o disciplinaria severo, cruel, inhumano o degradante bajo
ningún pretexto o circunstancia de cualquier tipo;

2. Todo el personal deberá impedir y combatir severamente todo acto de


corrupción, comunicándolo sin demora a las autoridades competentes;

3. Todo el personal deberá respetar las presentes Reglas. Cuando tenga motivos
para estimar que estas Reglas han sido gravemente violadas o puedan serlo,

54
deberá comunicarlo a sus autoridades superiores u órganos competentes
facultados para supervisar o remediar la situación;

4. Todo el personal deberá velar por la cabal protección de la salud física y


mental de los menores, incluida la protección contra la explotación y el maltrato
físico, sexual y emocional, y deberá adoptar con urgencia medidas para que
reciban atención médica siempre que sea necesario;

5. Todo el personal deberá respetar el derecho de los menores a la intimidad y,


en particular, deberá respetar todas las cuestiones confidenciales relativas a
los menores o sus familias que lleguen a conocer en el ejercicio de su actividad
profesional;

6. Todo el personal deberá tratar de reducir al mínimo las diferencias entre la vida
dentro y fuera del centro de detención que tiendan a disminuir el respeto
debido a la dignidad de los Menores como seres humanos” (Cuesta Arzamendi,
Blanco Cordero, Menores infractores y sistema penal, p. 54 ss).

55
SUB CAPÍTULO IV

4. DERECHO JUVENIL SU REGULACIÓN EN LAS LEGISLACIONES DE


ALGUNOS PAÍSES DEL MUNDO

El Perú debe tener en cuenta los tratados de y Reglas de Beijing o Reglas


Mínimas de las Naciones Unidas para la Administración de la Justicia de Menores,
las Reglas de las Naciones Unidas para la Protección de los Menores Privados de
la Libertad, la Convención sobre los Derechos del Niño, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos, y la Convención Americana de Derechos Humanos.
Todos estos obligan al país y cualquiera signatario de ellos ceñir su legislación al
respeto total a los derechos de los niños y adolescentes y constatamos que en la
normativa legal interna se venera esta situación, pero la declaración de la
imputabilidad fijando normas absolutamente respetuosas a los derechos de los
adolescentes es completamente viable, encontramos así muchos países del
mundo como Italia, Alemania, entre otros que consideran factible esta tesis, cada
experiencia funda sus razones en criterios como el biológico, biosicológico, entre
otros , pero en fin todas las legislaciones persiguen los siguientes objetivos y que
Manuel Aldana nos enseña:

 “Asegurar a la niñez y adolescencia vulnerada en sus derechos, que en los


procedimientos administrativo y/o judicial a los que estén sujetos, se apliquen
las garantías procesales establecidas en la Ley, se busque la restitución de sus
derechos violados y se promueva su reinserción social y familiar.

56
 Asegurar a la adolescencia en conflicto con la ley penal, que en los
procedimientos judiciales y/o administrativos a los que estén sujetos, se
apliquen las garantías procesales, sanciones socioeducativas acordes a la falta
cometida. Y se promueva la reinserción social y familiar, de acuerdo con lo
establecido en la Ley de Protección Integral” (Aldana Velásquez,
Responsabilidad legal de los adolescentes en conflicto con la Ley Penal).

El único fin que se persigue es garantizar el buen vivir de la sociedad, sin


dejar de mirar los derechos del adolescente que van de la mano de la
implementación de políticas claras tendientes a su reinserción, que garanticen al
adolescente en conflictos con la ley penal una serie de instrumentos que permitan
su plena recuperación.

4.1. Ordenamientos penales Europeos: España, Alemania, Italia, Francia,


Holanda, Austria.

Gran alarma social ha producido el hecho que adolescentes cometan


crímenes, como se ha dicho anteriormente, que en apariencia solo lo podría
realizar un adulto, ante la cual las legislaciones a nivel mundial se han visto en la
necesidad de legislar sobre este asunto, cada una haciendo sus propias
consideraciones basados en el ámbito sicológico, biológico, tratados
internacionales, etc.

Iniciaremos este análisis estudiando la realidad legislativa europea,


poniendo a consideración algunas de las más importantes:

 Legislación penal en España.- “…El Código Penal español no señala el


contenido de la inimputabilidad, pero si establece entre las causas eximentes
de responsabilidad penal a los menores de 16 años de edad… Se puede
constatar que en la legislación española, la declaración de inimputabilidad de
los que no han arribado a dicha edad es absoluta, sin distinguir fases
evolutivas… Dicho texto legal ha optado por el criterio cronológico, puro,
presumiéndolo absolutamente inimputable, al menor de dieciséis años y

57
existiendo una responsabilidad atenuada hasta los dieciocho años…” (Perera
Sánchez, Estudio global de la edad penal y su tratamiento en algunos países
europeos y del Caribe, 2010).

 Legislación penal en Francia “…sigue el principio de declaración de


irresponsabilidad para todos los menores de dieciocho años. Pero la
presunción de irresponsabilidad puede ser destruida en el caso de los menores
de dieciocho años y mayores de trece cuando «las circunstancias y la
personalidad del menor» así lo exijan…” (Perera Sánchez, Estudio global de la
edad penal y su tratamiento en algunos países europeos y del Caribe, 2010).

 La legislación penal italiana “…establece la inimputabilidad absoluta de los


menores de catorce años. Con respecto a los mayores de catorce y menores
de dieciocho, el Código Penal les declara imputables «si tenían capacidad de
entender y querer…” (Perera Sánchez, Estudio global de la edad penal y su
tratamiento en algunos países europeos y del Caribe, 2010).

 La Legislación penal en Alemania, “los menores de catorce años son


declarados incapaces de culpabilidad. Entre los catorce y dieciocho años son
penalmente responsables si en el momento del hecho eran suficientemente
maduros, conforme a su desarrollo moral y mental, para comprender lo injusto
del hecho y actuar conforme a esa comprensión” (Perera Sánchez, Estudio
global de la edad penal y su tratamiento en algunos países europeos y del
Caribe, 2010).

 En Suecia, Noruega, Finlandia y Escocia “han suprimido la justicia de


menores y la autoridad responsable en esta materia es un organismo
administrativo. Se establece la mayoría de edad penal entre los catorce y los
dieciséis años” (Perera Sánchez, Estudio global de la edad penal y su
tratamiento en algunos países europeos y del Caribe, 2010).

De lo que acabamos de revisar legislaciones como la italiana consideran


imputables a los adolescentes “si tenían capacidad de entender y querer”, la

58
francesa no considera inimputables a los menores de 18 años pero si en los casos
en que las circunstancias y la personalidad del menor así lo exijan, es decir en la
experiencia extranjera concretamente la europea se encuentra casos en que se
otorga la capacidad de imputar a un adolescente que haya cometido un delito,
claro está siempre y cuando cumplan los requisitos legales de cada país.

4.2. Ordenamientos penales Latinoamericanos: Brazil, Argentina, Bolivia,


Costa Rica, El Salvador, México, Uruguay, Guatemala, Paraguay.

También es necesario analizar el antecedente legislativo en algunos de los


países del continente americano, debiendo advertir que son disímiles las
realidades legislativas y más aún en el tema de la imputabilidad penal de los
adolescentes, a saber:

Brasil pionera en su reforma. En el año 1990 éste país aprueba el


estatuto del Niño y el Adolescente r, comenzando allí el proceso legal de reforma
para América Latina. Por primera vez en ésta región, el Estatuto establece
algunas puntualidades sobre el tema de la respuesta que deberá dar el Estado a
las conductas tipificadas como delitos o faltas cuando son llevadas a cabo por
personas que aún no han cumplido los dieciocho años. El artículo 104 deja fuera
del derecho penal de adultos a éste grupo de menores, estableciendo que los
mismos serán penalmente inimputables y estarán sujetos a medidas específicas
que el mismo instrumento plantea; hasta aquí no parece nada nuevo.

Es que en realidad, el estatuto no habla plenamente de responsabilidad


penal juvenil, ni imputabilidad, ya que mantiene la categoría de inimputables a los
menores de dieciocho años, pero si sobre el mismo instrumento se realiza una
lectura atenta, se verá claramente que cambia por completo la óptica de la
categoría de los modelos que se aplicaban hasta el momento, con basamento en
el sistema irregular.

En el mismo, se establece un nuevo estrato configurado bajo el nombre de


“práctica de alto infractor”, como forma de describir la conducta descripta como

59
delito o contravención de las leyes penales existentes. Se establecen entonces
tres características de un sistema de responsabilidad penal, ahora sí, solamente
juvenil: la primera de ellas es que se tratará de persona menores de dieciocho
años que llevan a cabo la conducta descripta como antecedente de una sanción;
la segunda platea que se trata de un sistema completamente diferente al sistema
de justicia penal para adultos (“son penalmente inimputalbes”); y la tercera se verá
en las medidas o consecuencias jurídicas de las conductas transgresoras llevadas
a cabo por el menor. Las personas menores de doce años quedan fuera de éste
sistema. Sobre éste punto, el Estatuto determina que al acto infractor practicado
por un niño inferior a dicha edad, le corresponderá las medidas de protección
previstas para aquellos niños y adolescentes cuyos derechos se encuentran
amenazados o violados.

Se nota aquí otra nueva característica que es la que nos enseña un nuevo
sistema de responsabilidad penal adolescente, ya que implícitamente los niños
quedan excluidos, dándonos una solución para éstos casos particulares que
posteriormente ha sido revisada. En síntesis, los niños imputados de la comisión
de un delito o contravención que no superen los doce años serán desviados al
sistema de protección empleando medidas propias para ellos, circunstancia que
lleva el nombre de “derivación automática”.

Existen otras soluciones alternativas a ésta derivación, es que sin debido


proceso es difícil establecer si el niño ha cometido o no el hecho que se le imputa,
y derivándolo automáticamente el hecho imputado no es investigado. Sobre ello, el
Estatuto crea una solución, estableciendo que la exclusión de los niños de algún
sistema de reacción estatal se establece de manera absoluta, y solo como
excepción se prevé la derivación si el juez advierte alguna amenaza o violación
para los derechos del niño. Debe destacarse que este nuevo instrumento, si bien
es claro en el establecimiento de garantías sustantivas y procesales, no lo es en
cuanto al proceso a seguirse a un adolescente infractor.

“La Legislación Argentina cuenta con una legislación muy incipiente en


torno a la delincuencia juvenil y la organización de los tribunales competentes no

60
se ha desarrollado como se debía. A los jueces de menores se les asigna por ley
una función de tipo tutelar para los casos de niños abandonados, víctimas de
delitos, en peligro físico o moral, etc., y al mismo tiempo son competentes para
enjuiciar a jóvenes menores de dieciocho años acusados de cometer conductas
delictivas.

Guatemala y su postura. Este país nos muestra como los niños y


adolescentes son sujetos de derecho mientras se encuentran en una edad
comprendida entre los doce y dieciocho años, al momento de incurrir en una
acción contradictoria con la legislación penal o leyes en consecuencia, cometiendo
una contravención o delito que se encuentra tipificada. De ésta forma queda
plasmado en su propio Código de la Niñez y Adolescencia. t Este instrumento ya
muestra una división en cuanto a la aplicación de las medidas y su ejecución con
relación a la edad de los imputados: una, de los doce años de edad hasta los
quince, y otra desde ésta última hasta cumplir los dieciocho años. Los actos que
constituyen delito o contravención para menores de doce años no son materia de
éste título; para ellos, sean niños o niñas, se prevé atención médica, psicológica y
pedagógica con un riguroso seguimiento y custodia por parte de los padres o
encargados, y tramitados ante el Juzgado de la Niñez y la Juventud como único
responsable por parte del sistema de justicia.

Existen también algunas alternativas para anticipar la culminación del


proceso como el acta de conciliación, la remisión, temas de oportunidad o mérito
que la ley contemple, entre otros. Una nueva instancia establecida por el Juez
dividirá el debate en dos etapas, una se ocupará de la responsabilidad del joven y
otra sobre la justificación, racionalidad e idoneidad de la aplicación de la medida,
so pena de anularse el procedimiento. Por supuesto que nuestro interés abriga
curiosidad extrema sobre la solución al tema de las medidas privativas de la
libertad y la internación como posible respuesta. En esta legislación, los
requerimientos a cumplir para la imposición de la medida serán una conducta
donde medie grave amenaza o violencia en las personas, en delitos dolosos
sancionados en el Código Penal con pena superior a seis años, o cuando se

61
hayan incumplido las medidas socioeducativas interpuestas al menor
injustificadamente.

Está previsto un período máximo de cinco años de internación para los


jóvenes de entre quince y dieciocho 67 años de edad y de tres años de máximo
para los jóvenes de entre doce y quince años. Se podrá suspender en forma
condicional por un período igual al doble de la medida impuesta para darse por
cumplida la disposición judicial.

Este sistema ejerce un rígido control sobre las medidas a ejecutarse. Hasta
aquí se observa como cada Nación adopta en lo formal, y con relación a su
conflictiva social, el alcance de las penas y de la responsabilidad penal de éstos
niños adultos, pero siempre sin alejarse de los estamentos básicos de la
propuesta que surge de la Convención sobre los Derechos del Niño.

En cuanto a Costa Rica cuenta con una legislación penal dirigida a los
menores de 18 años de edad… el texto recoge los principales postulados técnicos
al establecer una serie de reglas y garantías según las cuales rigen también para
los jóvenes (de doce a dieciocho años) todas las garantías previstas para el
juzgamiento de los adultos, y además las que les corresponden por su condición
especial de menores… el juzgamiento queda regulado por una serie de principios
rectores tales como el derecho a la igualdad y a no ser discriminados, el principio
de justicia especializada, el principio de legalidad, el principio de lesividad, la
presunción de inocencia, el derecho al debido proceso… entre otros…

En el modelo costarricense, los sujetos a quienes se dirige la moderna


justicia penal juvenil son menores de dieciocho años con la posible fijación de dos
franjas: una que va desde doce años a menos de quince, y otra que se aplica a
jóvenes de más de quince, pero menores de dieciocho años de edad… resulta
importante resaltar de la nueva legislación que:

 Limita la competencia del juez a la resolución exclusiva de conflictos penales.

62
 Señala la edad entre doce y dieciocho años para la aplicación de la jurisdicción
de menores.

 Reconoce el principio de presunción de inocencia.

 Establece la no privación de la libertad ni la imposición de medida alguna sin


que se cumpla el debido proceso legal

 Las sanciones deben ser proporcionales al delito.

 Prohíbe la imposición de penas indefinidas e indeterminadas” (Blanco


Escandón, Estudio histórico y comparado de la legislación de menores
infractores).

Honduras en el mismo camino. Este país establece la reestructuración de


la responsabilidad penal adolescente en concordancia en lo establecido por las
legislaciones especiales del Salvador. Sin lugar a duda recibe influencia de
cuestiones tutelares y asistenciales pero dejando claro, en su articulado, que los
niños no se encuentran sujetos al régimen penal de adultos. También marca como
inicio para la aplicación de las distintas medidas, la edad de doce años
esclareciendo que los menores de ésta edad no delinquen, solo cometen
infracciones de carácter penal donde se les brindará protección especial, si se lo
requiere, a efectos de ayudar a su formación integral, generándoles un proyecto
de vida.

Existen en éste Código u alternativas a la imposición de las medidas, como


la aplicación de criterios de oportunidad, remisión y conciliación. Muchos de sus
articulados son dedicados a éstas instituciones alternativas. Como siempre, el
tema que nos preocupa es el de la medida de privación de la libertad que presenta
características similares al sistema de Brasil, pero extiende a ocho años el tiempo
previsto como máximo.

Estamos viendo que la línea se ha verticalizado con su norte puesto en el


sistema brasileño, con pequeñas adaptaciones que responden a necesidades para

63
cubrir tendencias estadísticas que muestran la realidad de cada país. Situación
que generalmente se ve reflejada en el aumento de los años de internamiento en
las medias de privación de la libertad.

En Nicaragua, Este país crea, no hace mucho tiempo, su Código de


Justicia Penal Adolescente. Utiliza como rango de edades los trece y los dieciocho
años no cumplidos, pero incorpora etapas intermedias que oscilarán desde los
quince a los dieciocho años y desde los trece a los catorce años, a los que no se
les podrán imponer medidas que los priven del derecho a su libertad.

En ambas categorías etarias se hablará de responsabilidad. No estarán


sujetos a justicia penal los menores de trece años, y en esa gradación solo existirá
responsabilidad civil, existiendo para el caso un procedimiento especial donde el
Juez es el encargado de derivar al menor al organismo que corresponda,
empleando el sistema de corrección integral correspondiente.

A pesar de tratarse de una derivación automática, no se podrán ver violados


sus derechos y bajo ningún concepto podrá aplicársele una medida privativa de la
libertad. Se utilizará una jurisdicción penal especial para los adolescentes,
provistos con garantías procesales y de fondos estrictos, donde también, como en
los otros países, tendrán alternativas como la conciliación.

Estarán enumerados los delitos que permitan establecer la pena privativa


como medida v. Pero además se determinará que ante el incumplimiento
injustificado de otras medidas impuestas se podrá establecer pena privativa de la
libertad bajo un período no superior a los tres meses. Como en todos los casos, el
período máximo establecido para la privación de la libertad no será mayor a seis
años.

En Texas, Estados Unidos “el Congreso del Estado se manifestó abierto a


analizar una eventual reducción de l8 a 16 años la edad penal, ante los casos de
participación de jóvenes en ilícitos relacionados con la delincuencia organizada”

64
(Perera Sánchez, estudio global de la edad penal y su tratamiento en algunos
países europeos y del Caribe).

El Código del Menor en Bolivia. Bolivia establece un Código, en 1992,


pero en realidad no maneja de una manera proyectada ni con técnicas jurídicas
correctas la temática. No presenta regulación en detalle ni establece un sistema
de responsabilidad juvenil específico.

Los menores imputables serán sometidos a la legislación común contando


en el mismo articulado, con las normas de protección impuestas en general.
Existen garantías que a pesar de ser escasas, tienen como la más importante la
que establece el plazo máximo para la internación provisoria de cuarenta y cinco
días.

Consta en su texto, además, la aplicación de medidas socioeducativas para


los menores que no ha cumplido los dieciséis años de edad y hayan cometido
infracciones a los cuales se les brindará un servicio de tutela. La internación será
excepcional, se podrá dictar por tiempo indeterminado pero nunca podrá ser
superior a los dos años, y se eliminará el incumplimiento injustificado de otras
medidas.

Incorporación de Ecuador. El gran movimiento que produjo el dictado de


la Convención Interamericana sobre los Derechos del Niño, llevó a éste país a
intentar adoptar su propio sistema en el año 1992, y darle un tratamiento a los
infractores dentro de la situación denominada “menores de riesgo” x.
Explícitamente se establece un sistema de responsabilidad penal juvenil,
cambiando de éste modo lo hecho por Brasil y Perú, que marcaban el sustento,
por ese entones, de éste movimiento latinoamericano. En un primer momento se
percibirán similitudes al Estatuto del país brasilero, pero de fondo los cambios
fueron sustanciales. De su lectura se desprende que los menores de 18 años son
penalmente imputables y que estarán sujetos a lo que establece el Código. La
responsabilidad no será el parámetro de distinción para los niños y jóvenes,

65
puesto que la misma quedará establecida con la posibilidad de la imposición de la
pena privativa de la libertad como medida.

Ningún menor de 12 años podrá ser pasible a la aplicación de ésta pena,


debiendo un Tribunal especial resolver la aplicación de qué medidas imponerles,
todas ellas de carácter socioeducativo, promoviendo el sostén de desarrollo y
respetando la dignidad de una manera superlativa en ésta etapa. Tenemos que
destacar que la privación de la libertad, que bajo ésta legislación se la denominará
como “ubicación institucional”, es también una medida socioeducativa.

En el proceso seguido al menor, no solo será investigada la participación de


éste en el hecho ocurrido, sino también aspectos como la personalidad, su
conducta, las circunstancias, las causas y los medios en el que el mismo se
mueve, para así establecer un esquema individual que permita a la autoridad
competente ubicarlo en la medida propia, siempre socioeducativa, que sea más
conveniente y con menos perjuicios al infante.

Un tema que poco se ha tratado hasta aquí es la actuación de las fuerzas


de seguridad y la información por ellas vertida. Ecuador otorga validez a ésta
intervención cuando familiares o responsables soliciten al Tribunal ayuda debido al
comportamiento que manifiesta el menor. Por supuesto que tendrá que justificarse
la intervención mostrando que son en beneficio del propio desarrollo del mismo y
de la sociedad.

El tiempo de duración de las medidas en general no podrá ser


indeterminado, y específicamente en los casos de la privación de la libertad se
preverá, como máximo, la duración de cuatro años, respetando las garantías de
fondo y de forma que los instrumentos internacionales establecen para los
menores que se encuentran en esta situación.

República Dominicana. No existe un sistema de responsabilidad penal


juvenil en el Código para la Protección del Niño, Niña y Adolescente. Esta
categoría será reconocida como infractores con relación a los hechos sancionados

66
por la ley, y los mismos se clasificarán en tres categorías: leves, graves y
habituales o reincidentes. Las medidas de protección y socioeducativas son la
constante en su articulado.

La infracción hace referencia a las conductas típicas que se establecen


como delito o contravención penal, estableciendo que los niños, niñas y
adolescentes que sean encontrados como posibles realizadores de esta conducta
serán sometidos a Tribunales especiales o a una Justicia especializada de
inimputables.

Tanto Uruguay como Venezuela han presentado proyectos de Códigos


más completos y modernos, donde las responsabilidades penales juveniles están
expresamente contempladas. En Uruguay, por ejemplo, a partir de los 14 años
se establece un sistema especial para adolescentes con procedimientos propios,
donde la pena privativa de la libertad no puede superar los 5 años.

Venezuela en su proyecto de Ley Orgánica para la Protección del Niño


y el Adolescente también incorpora la responsabilidad por los hechos en que el
adolescente pueda incurrir, aplicándole sanciones propias.

Aquí se contempla que el infractor responde en la medida que se le pueda


atribuir su culpabilidad, pero diferenciado del sistema penal de adultos, ya sea por
jurisdicción propia o por sanciones específicas para éste estrato sin compartir el
mecanismo propio de la legislación penal común.

Entre los doce y los dieciocho años no cumplidos se aplicará éste sistema, y
para los niños de edad inferior se aplicarán medidas de protección de acuerdo a lo
establecido en su propia ley. Se establecen también, escalas intermedias de los
doce a los catorce años no cumplidos y catorce a dieciocho años incumplidos a los
efectos de aplicación y ejecución de las sanciones interpuestas. Su procedimiento
se encuentra dentro de los sistemas más modernos con relación a la privación de
la libertad. Este solo podrá ser dictado cuando se trate de delitos en particular,
contemplándose el caso de la reincidencia como motivo para su interposición, con

67
un máximo de cinco años, y en el supuesto de incumplimiento, la internación por
seis meses.

En ésta medida privativa se contempla, también, un mínimo que no podrá


ser inferior a un año ni superior a siete para el caso de los mayores de 14 años. Y,
si fuesen menores de ésta edad no podrá ser inferior de 6 meses ni mayor de tres
años, con un límite adicional: la pena no podrá ser mayor al mínimo de lo
establecido por la ley penal ordinaria.

Como hemos visto, Venezuela presenta un Código Integral que es el más


moderno, completo y respetuoso de los derechos y garantías para los menores y
jóvenes imputados de la comisión de un delito siendo por lo tanto un modelo a
seguir, ya que contempla casi en su totalidad las previsiones y gradaciones que se
le impondrán al menor con procedimientos propios en cada caso.

El Salvador. Para personas menores de dieciocho años imputadas de una


infracción penal, éste país estableció “la Ley del Menor Infractor” y, adecuándola a
la Convención Interamericana de los Derechos del Niño. Es, sin lugar a dudas,
una alternativa que han llevado adelante muchos de los países de la región,
implementándola con una adecuación total o parcial, advirtiéndose alguna serie de
problemas justamente por esa adecuación parcial, que ha conllevado a resultados
disparares.

La experiencia acumulada por todas las reformas que fueron acumulándose


en el continente permitió mejorar las expectativas de las mismas. Experiencia que
ha sabido aprovechar ésta ley del menor infractor y que se refleja en la siguiente
clasificación etaria: a las personas mayores de doce y menores de dieciocho años
no cumplidos se las subdividirá en grupos de doce a quince años y de dieciséis a
dieciocho años no cumplidos; con relación a los menores de doce años que
presenten una conducta antisocial, no estarán sujetos al régimen jurídico especial
o al común, sino exentos de responsabilidad y pasibles a un sistema de protección
integral a cargo del órgano administrativo.

68
Este sistema establece un máximo para la medida de privación de la
libertad de cinco años, con excepción a los que tuvieren cumplidos los dieciséis
años al momento de la comisión del hecho para la privación de la libertad. Para
éste caso, se regulará un mínimo y un máximo que será ordenado por el Juez, de
la mitad de lo establecido para los delitos de adultos con un tiempo máximo de
siete años.

La internación, en los supuestos que como medida autoriza la privación de


la libertad, estará dada para delitos que contemplen como mínimo dos años de
prisión, previendo minuciosamente un procedimiento para el infractor, donde el
respeto a las garantías procesales debe ser altamente custodiado y contando con
la presencia de alternativas como la conciliación. Interviene como novedad un
Juez de Ejecución de las medidas impuestas, estrechando más las posibilidades
de preservación y cumplimiento de las garantías debidas.

En la república mexicana “la mayoría de edad se alcanza a los 18 años…


Al respecto, y como consecuencia del aumento de delitos cometidos por menores
de edad, desde hace algunos años, se ha generado una discusión, en diferentes
ámbitos de la sociedad, sobre la reducción de la edad penal, ya que algunos
legisladores opinan que la edad para tener un proceso legal por un delito cometido
debe reducirse a 16 años… Hasta marzo de 2001 en 16 estados de la República
Mexicana es posible procesar penalmente a los infractores desde los 16 años,
mientras que en los estados restantes es hasta los dieciocho… México firmó, en
1992, un tratado (en la Convención sobre los derechos de los niños de la UNICEF)
que considera como niño a todo menor de 18 años. En el mismo tratado, el
artículo 1ro también establece: "Artículo 1ro. Se considera como niño a toda
persona menor de 18 años... ....salvo sí la Ley que se pretenda aplicársele lo
considere como mayor antes de esta edad..."… Esto significa que, el compromiso
adquirido al firmar este tratado es meramente moral. Sí las leyes locales y
federales aceptan la reducción de la edad penal, se llevará a cabo” (Perera

69
Sánchez, estudio global de la edad penal y su tratamiento en algunos países
europeos y del Caribe).

Legislación Ecuatoriana, Ecuador como muchos países del mundo ha


sufrido un aumento considerable en las estadísticas de hechos delictivos
ocasionados por adolescentes y cuya peligrosidad, vienen de la mano de acciones
avezadas, planificadas en contubernio con otros adolescentes o con adultos, en
donde sus actuaciones denotan que existe la intención fruto de un proceso mental
que le hace sopesar las posibilidades, los riesgos, en donde tienen conciencia que
su accionar esta fuera del ordenamiento jurídico.

Pero ha existido la buena intención de proteger al adolescente cobijados en


que por su edad se encuentra en un proceso de formación y de ahí que como
dice el Dr. Ernesto Albán la situación legal del menor que comete actos tipificados
como delitos por la ley penal ha sufrido una importante evolución en los últimos
años. Manifiesta que para hacer referencia al caso que se vive en Ecuador se
debe recordar que hasta 1938, fecha en que se dictó el primer Código de
Menores, el Código Penal matizaba el tratamiento del menor de edad en la
siguiente manera, como lo recuerda nuestro compatriota:

1. Tenemos el caso del menor de catorce años: a quien se lo consideraba


penalmente inimputable por su insuficiente desarrollo psíquico;

2. Si la edad del menor oscilaba entre catorce y dieciocho años: el juez tenía que
determinar si el menor obró con discernimiento o sin él, es decir si era
imputable o no. En el segundo caso no se le sancionaba; en el primero sí,
atenuadamente;

3. Entre los dieciocho y los veintiún años (la minoría de edad se extendía hasta
los veintiún años) al menor se le consideraba ya imputable.

70
SUB CAPÍTULO V

5. SOBRE LA REDUCCIÓN DE LA EDAD DE IMPUTABILIDAD DE LOS


MENORES A LA LUZ DE LOS INSTRUMENTOS INTERNACIONALES EN
MATERIA DE LOS DERECHOS HUMANOS DE LOS MENORES

De acuerdo al rango de edad que maneja la Secretaria Nacional de la


Juventud, se consideran jóvenes a las personas desde 15 y hasta 29 años. Como
ha sido sustentado en capítulos anteriores la juventud puede ser entendida de
acuerdo a diversos elementos, por lo que los rangos de edad que la delimitan
siempre serán referenciales. Considerar la edad es importante para referirnos a la
criminalidad pues nos encontramos ante dos poblaciones diferenciadas a nivel
jurídico. Hemos visto que los menores de 18 años en el sistema legal peruano no
cometen delitos, sino que son considerados infractores.

Los mayores de 18 años son tratados como ciudadanos en la plenitud de


sus facultades y no reciben trato diferenciado. Cuando se habla de delincuencia
juvenil puede que la brecha entre estas dos poblaciones quede confusa. Es
posible que la imagen del delincuente juvenil lo acerque más al perfil adolescente,
es decir, de un infractor, antes que al de un delincuente de más de 20 años, pero
menor de 30. En el rango de edades ambos son jóvenes y los podríamos llamar
delincuentes juveniles, aunque lo más probable es que se llame así solo al
primero.

71
Hacemos notar este hecho, pues al parecer en materia de criminalidad la
juventud se considera más corta. Una persona que comete delitos a los 25 años
difícilmente sea llamada delincuente juvenil. Comparemos esto con un político o
empresario de la misma edad, en ambos casos hablaríamos de un político o un
empresario joven. Probablemente esta diferencia tenga que ver con la actitud
concesiva que se puede tener hacia la juventud. Si se considera que tal periodo de
la vida es de aprendizaje, se puede actuar de manera concesiva hacia los jóvenes.
No existiría tal actitud hacia quienes cometen actos delictivos; probablemente, por
esto, la juventud no ofrezca un amparo a estos sujetos. La referencia más común
a los delincuentes juveniles parte del terror que pueden infundir en la ciudadanía,
pues debido a la fuerte estigmatización se los presenta en una carrera ascendente
de violencia en el mundo del crimen. Tales proyecciones pueden tener cierto
correlato de veracidad, pero suelen generar confusión porque no logran
especificar las diferentes trayectorias de vida de los adolescentes implicados en
las infracciones a la ley penal. Una de las primeras nociones que resulta útil dejar
en claro es lograr diferenciar los eventos relacionados a la criminalidad con
finalidad instrumental de aquellos relacionados a la violencia expresiva o personal.
Una primera situación de este tipo la encontramos al discernir entre pandillaje y
crimen. Como hemos argumentado suele hacerse una rápida asociación entre
pandillaje y delincuencia juvenil. Esto tiene relación con el hecho de que muchos
miembros de las pandillas juveniles suelen recurrir al robo como modo de hacerse
de dinero, pero el pandillaje no representa en sí mismo el inicio de una «carrera
delincuencial», además de que suele presentar un carácter temporal en la vida de
un joven.

Los enfrentamientos entre pandillas, que pueden acabar en comisión de


delitos de lesiones y hasta homicidio, son eventos que pueden ser asociados a
formas de violencia expresiva, antes que las consecuencias de acciones
criminales con lógica de violencia instrumental. Desde esta perspectiva si bien la
existencia de pandillas y los enfrentamientos entre estas representan un problema
de seguridad ciudadana, no es menos relevante proponer medidas con enfoque
preventivo que aborde el tema desde la cultura ciudadana y la oferta de formas de

72
convivencia democráticas hacia los jóvenes. Es decir, si buena parte de las
causas del pandillaje y el despliegue de violencia expresiva se encuentran en la
esfera de la cultura pública, un enfoque que contemple únicamente medidas
represivas y mayor severidad en las leyes no podrá dar resultados sostenibles. Un
aspecto relevante sobre las pandillas en el Perú es que, de acuerdo a la literatura
revisada, no se han presentado casos en que el nivel de organización haya sido lo
suficientemente sólido como para montar negocios oscuros alrededor de ellas.
Así, no habría existido enlace entre pandillas y crimen organizado. En este campo
las pandillas no han seguido el camino observado en sus pares de Norte y Centro
América. Como aparece recurrentemente en la literatura peruana, la violencia de
los jóvenes pandilleros suele ser expresiva, además de presentar un fondo de
defensa frente a un medio hostil. La pandilla en el Perú ha sido entendida como un
mecanismo de organizar el mundo en términos asibles (Loayza Javier, 2011;
Santos, 1998b; Tong, 1998), como la búsqueda de espacios donde desarrollar un
sentimiento de autonomía y comunidad (Strocka, 2008) y como la respuesta
violenta frente a todo lo que signifique autoridad, pues a esta se le acusaría de la
precariedad en que viven los jóvenes (Mejía Navarrete, 2001). En un escenario
distinto al del pandillaje los datos de seguridad muestran que en el país han
aumentado los delitos contra el patrimonio –en denuncias y victimización– durante
los últimos años.

Es probable que muchos de estos delitos sean cometidos por jóvenes,


pues, aunque no contemos con datos desagregados por características de los
agresores, al menos una parte de ellos deben ser jóvenes, ya que sabemos que
este tipo de delitos se reduce en cuanto aumenta la edad de los delincuentes. Las
denuncias registradas por la policía dan cuenta de aumento en delitos como
asaltos a entidades financieras y secuestros. A estos delitos vinculados al crimen
organizado, podemos sumar los casos de extorsiones que se han hecho más
notorias en el país en los últimos años. El periodo de bonanza económica que
experimenta el Perú ha generado dinamismo en la industria de la construcción y
manufactura.

73
El crecimiento de estos sectores ha generado oportunidades para grupos de
delincuentes que han decidido dedicarse a la extorsión. Si bien no hemos dado
cuenta de datos detallados sobre extorsión, existen numerosas denuncias que dan
cuenta de la presencia de delincuentes en grupos vinculados a la construcción y
de extorsiones a empresarios. El aumento de este tipo de delitos requiere también
de reclutar a personas dispuestas a ocuparse de tales «emprendimientos
violentos». Muchos jóvenes pueden haberse unido a grupos de delincuentes que
han encontrado nuevas víctimas en los empresarios de construcción y de
manufactura. En el país no existe mucha información disponible sobre el sicariato,
por lo que no se cuenta con datos sobre las modalidades en que este se realiza en
el país y las características de los sicarios y sus víctimas. A pesar de este vacío se
han realizado reportes de carácter periodístico que han mostrado a sicarios
menores de edad. Aunque no se cuenta con muchos datos sobre este tema sí se
ha registrado un aumento en el número de homicidios cometidos por sicarios en el
periodo 2005-2008 en el que pasaron de ser el 5.26% de los casos al 8.11%.
Algunos autores señalaron la posible conexión entre estos casos de sicariato con
el accionar de grupos dedicados al tráfico de drogas en el país (Gushiken, Costa,
Romero, & Privat, 2010, p. 29), mas no se da cuenta de las edades de los sicarios,
por lo que no podríamos afirmar que haya realmente más sicarios jóvenes.

5.1. El menor puede ser imputable.

El D.L. N° 1348 que aprueba la responsabilidad penal de adolescentes ¿Es


una verdadera culpabilidad penal? No se puede decir que es una verdadera
culpabilidad penal, ya que si hablamos de culpabilidad penal aplicada en nuestro
país, en la actualidad, nuestro derecho penal tiene una mezcla de contenidos, ya
que asume la responsabilidad penal como culpabilidad, que doctrinalmente, son
distintas. Aquí el concepto de culpabilidad es entendido como reproche por el
hecho delictivo, en cambio, la responsabilidad penal, abarca la culpabilidad e
incluye la idoneidad para la aplicación de una pena al sujeto, se regula en el art.
VII del Título preliminar del Código Penal y está fundada en la exigencia de un
comportamiento conforme a derecho, al autor de un hecho típico y antijurídico,

74
para que pueda ser pasible de una pena. “Se determina por la responsabilidad del
sujeto en el hecho y la existencia de una tendencia interna que tiene para cometer
el ilícito” (Roxin, Derecho Penal Parte General, Fundamentos de la estructura de
la teoría del delito, 1997; Villa Stein, Derecho penal parte general, 2008, pp.375-
460).

De ahí que, consideremos que el D.L. N° 1348, no se funda en la


construcción de la responsabilidad penal del menor con una verdadera
culpabilidad penal, ya que está enfocado en su persecución, desde una postura
preventivo general aplicada a sujetos adultos. Esto se evidencia con el incremento
de penas frente a la inseguridad ciudadana y al desborde de la población que pide
venganza, con pocas medidas preventivas especiales y de justicia restaurativa, en
vez de adecuar el sistema de justicia penal del menor en base a su comprensión
del hecho.

Para explicar ello, partimos de la construcción de la culpabilidad en el


ordenamiento jurídico peruano, la cual se basa en la progresión de culpa con la
edad, es decir, se presume que el individuo mayor de 18 años es culpable, ya que
comprende el hecho delictivo que ejecutó.” A menor edad, se presume que la
comprensión se reduce, y por tanto, puede o no existir responsabilidad penal”
(Morillas Cueva, Suarez López, El menor como víctima y victimario de la violencia
social (estudio jurídico), 2010, pp.104-120).

El problema surge con los menores que fluctúan entre los 14 a 18 años, ya
que, al no ser tan menores, puede que tengan cierto grado de comprensión del
ilícito y que, por tanto, deben ser pasibles de un sistema de justicia especial. Y
aquí nos preguntamos ¿Qué sistema de justicia les debe ser aplicado?

El D.L. N° 1348, parte desde los fines establecidos en Ley N° 30506, que le
permite legislar al Ejecutivo en materia de seguridad ciudadana, y no desde la
visión sociológica, antropológica, psicológica y jurídica; en la que nos adentramos
al querer comprender el conflicto del adolescente con la ley penal.

75
Esto se manifiesta en el Decreto, al haber recopilado sistemas de justicia
distintos, para poder responder a la crítica del Comité de los Derechos del Niño,
formulada al D.L. N° 1204, que ampliaba el plazo de duración de la sanción de
internación en menores del Código de Niños y Adolescentes, sin haber de por
medio un análisis amplio de dicho fenómeno y crear una justicia especializada en
tratar estos delitos, dejando que desborde el mero tratamiento punitivo del que
ahora son víctimas los menores.

Si bien, en el D.L. N° 1348, existe un proceso especial, basado en principios


de protección al menor y tiene una ideología acusatoria bastante amplia, no es un
sistema específico para tratar al adolescente, es una copia del Nuevo Código
Procesal Penal aplicado a los adultos. Por otro lado, el sistema de medidas socio
educativas, alternativas a una pena, no es la línea rectora del Código, pues los
jueces –en algunos delitos– valorarán la responsabilidad en base a criterios
preventivo generales, como son la reincidencia y la peligrosidad, que son base
para la sobre criminalización conductual de algunos ciudadanos que comprenden
la gravedad de su delito.

D.L. N° 1348:

Artículo 163. - Duración de la internación

“ (…)

Asimismo, cuando el adolescente sea integrante de una organización


criminal, actúe por encargo de ella o se encuentre vinculado a la misma, conforme
a las consideraciones de la Ley N° 30077, Ley contra el Crimen Organizado, así
como conforme a lo dispuesto en los artículos 317 y 317-B del Código Penal.
163.3 Cuando se trate de los delitos antes mencionados y el adolescente tenga
entre catorce (14) y menos de dieciséis años (16), la medida socioeducativa de
internación es no menor de tres (3) ni mayor de cinco (5) años. 163.4
Excepcionalmente, cuando se trate del delito de sicariato (108-C) o violación
sexual de menor de edad seguida de muerte o lesión grave (173-A), así como de

76
los delitos regulados mediante Decreto Ley N° 25475, la medida de internación
puede durar de seis (06) a ocho (08) años, si el adolescente tiene entre catorce
(14) y menos de dieciséis (16) años y de ocho (08) a diez (10) años, si el
adolescente tiene entre dieciséis (16) y menos de dieciocho (18) años de edad”.

¿La realidad desbordo al derecho penal? ¿Desbordó a los legisladores? Es


claro que las políticas legislativas no solucionarán este problema. Por otro lado,
consideramos que si bien, el menor entre 14 a 18 años, tiene cierto grado de
comprensión del delito, no debe ser pasible de un tratamiento penal, debe
pensarse en otros medios fundados en el comportamiento de cada menor, pero
para eso, necesitamos presupuesto, capacitación, mano de obra; ya que este
fenómeno requiere de un análisis interdisciplinario, de lo que estamos muy lejos.

Al expedirse el Código de la Niñez y Adolescencia la situación legal de los


adolescentes sufre un remezón, ya que se marca la superación en el plano legal
de la llamada Doctrina de la situación irregular, así se manifiesta Christian
Hernández Alarcón, quien resalta dos aspectos de vital importancia de esta
nueva visión, a saber: “los niños y adolescentes no son ya objetos de compasión y
de represión sino que son sujetos de derechos; y en segundo lugar, en el ámbito
penal, se establece una normatividad exclusiva para el adolescente infractor
pasible de medidas socio educativas perfectamente diferenciada del niño o
adolescente en presunto estado de abandono sujeto a medidas de protección”
(Hernández Alarcón, naturaleza jurídica de la responsabilidad del adolescente,
2010).

Alessandro Baratta quien es evocado por Christian Hernández dice que


“…nos encontramos en ambos casos con una intervención penal frente a una
responsabilidad penal, por ser tanto la pena como la medida socio educativa:

a. Una respuesta a la realización culpable de una figura delictiva perpetrada por


un adulto o un adolescente.

77
b. Por significar ambas una restricción de derechos y en consecuencia una
sanción negativa…” (Hernández Alarcón, naturaleza jurídica de la
responsabilidad del adolescente, 2010).

Termina mencionando este autor en que las medidas socioeducativas


aunque se pretenda distanciar de las sanciones impuestas a los adultos por
cometer un delito no deja de ser “punitivo y sancionador”.

“Otro elemento que genera un cambio de perspectiva, dentro de la


intervención penal frente a los adolescentes es el de la evolución en la
comprensión de inimputabilidad y su incidencia en la configuración de un nuevo
sistema de responsabilidad, al servir del filtro o mecanismo selectivo para ser
pasible de una sanción distinta a la del derecho penal de adultos. Al respecto,
debemos señalar que la mayoría de las legislaciones penales tiene una norma que
proclama la inimputabilidad de los niños y adolescentes” (Hernández Alarcón,
naturaleza jurídica de la responsabilidad del adolescente, 2010).

Lo manifestado en líneas anteriores encuentra eco en el artículo 305 del


Código de la Niñez y Adolescencia, ecuatoriano, diciendo que: “los adolescentes
son penalmente inimputables y, por tanto, no serán juzgados por jueces penales
ordinarios ni se les aplicarán las sanciones previstas en las leyes penales”
(Hernández Alarcón, naturaleza jurídica de la responsabilidad del adolescente,
2010).

Pero como se ve se produce una suerte de contradicción, concordando


plenamente con el criterio del autor cuando dice que se establece la
inimputabilidad de una orilla pero de la otra se reconocen sistemas de
responsabilidad de los adolescentes.

De ahí que Hernández nos invita a reflexionar proponiéndonos el siguiente


cuestionamiento y con mucha razón: ¿Cuándo se regula normativamente que un
adolescente es responsable por los ilícitos penales que comete estamos ante una

78
responsabilidad de naturaleza penal o nos referimos a un inimputable? Dicho de
otro modo: ¿Puede ser responsable penalmente un inimputable?

Que un adolescente sea penalmente inimputable y que estos sean


sometidos a medidas socioeducativas, no es viable pues “el adolescente no sólo
es penalmente responsable sino que además es penalmente imputable y lo es
porque, a pesar de haberse podido comportar lícitamente, es decir, de haberse
podido decidir por el derecho opta por el injusto. Dicho de otro modo, siéndole
exigible una conducta distinta, al ser capaz de ser motivado de modo suficiente
por la norma para comportarse conforme a derecho, actuó ilícitamente. Por lo
tanto, al comprender la ilicitud de su actuar, dicho acto le es reprochable. La nota
característica es que su responsabilidad se ubica en un sistema distinto al de los
adultos, pues debe responder como sujeto de derechos humanos específicos, es
decir desde su específica posición dentro de la sociedad” (Hernández Alarcón,
naturaleza jurídica de la responsabilidad del adolescente, 2010).

5.1.1. Los conceptos de delito y de menor

En relación al adolescente en conflicto con la ley penal si bien es necesario


brindarles una nueva oportunidad, debido a que los menores se encuentra en una
etapa de formación, en la que su personalidad atraviesa una serie de cambios
tanto internos como externos; existen casos críticos en los que se requiere de una
intervención más severa y proporcional por parte del Estado.

Por ejemplo, en el caso colombiano se ha cambiado el concepto de


inimputabilidad por el de la titularidad de derechos y en contraprestación, una
responsabilidad penal disminuida en comparación a los adultos; con lo cual, se les
otorga responsabilidad penal aunque dentro de una dimensión pedagógica,
específica y diferenciada. Es por ello que en Colombia, el sistema de
responsabilidad penal para adolescentes, se basa en la protección y recuperación
del menor y tiene como finalidad la protección, educación y restauración. Al
momento de aplicar sanciones -que pueden ir desde amonestaciones hasta la

79
privación de libertad- se deben tener en cuenta criterios como la naturaleza y
gravedad del delito cometido, la proporcionalidad y la edad del adolescente.

Con ello, lo que se busca es analizar la situación del menor, dependiendo


del caso y establecer un tratamiento especial. De esta forma, lo que se demuestra
es que desaparece la presunción del menor como inimputable y se analizará el
caso en concreto según el delito cometido. “También será fundamental
comprender su actuación posterior para verificar si, efectivamente, el menor
comprendía o no la ilicitud de los actos que lo llevaron a delinquir” (Arboleda,
Baquero, Domínguez, La inimputabilidad de un menor en el sistema penal
colombiano).

Sería recomendable aplicar en nuestra legislación un tipo de


responsabilidad penal atenuada, con el cual se logre asegurar su reintegro a la
sociedad luego de haber cumplido su sanción.

Por otra parte, en casos críticos -los cuales dependerán de las


circunstancias en las que se produjeron los hechos- los menores que delinquen
deben ser destinatarios también de una intervención estatal con un fundamento
educativo. Ello se debe a que existe una responsabilidad compartida por parte de
los padres del menor y el Estado, ya que son quienes se encargan de la formación
continua del menor.

5.1.2. Sobre la mayoría de edad penal y los limites aceptados.

La reflexión socio jurídica en relación a la responsabilidad penal atenuada


de los/as adolescente ha generado distintas posturas en torno a establecer un
sistema jurídico que permita visualizar al niño, niña y adolescente como sujetos
que tienen derechos pero también deberes, obligaciones y responsabilidades
distintas a los adultos, siendo de esta manera su ejercicio y exigibilidad paulatinos
o progresivos conforme a criterios objetivos como la “edad” y “madurez” (Barletta
Villarán, La responsabilidad penal atenuada de los adolescentes en conflicto con
la ley penal, p.15).

80
Es importante destacar que la temática penal juvenil ha producido normativa
internacional sumamente esclarecedora para la especialidad, que conforma en su
conjunto la nominada Doctrina de Protección Integral. Sobre el particular, como
máxima expresión la Convención sobre los Derechos del Niño, norma
internacional con efecto vinculante de las Naciones Unidas, tiene como finalidad
brindar una “protección garantista adicional” o “supraprotección” a los niños, niñas
y adolescentes, al concebirlos como parte del “núcleo duro de los derechos
humanos”, es decir aquellos derechos que deben ser reconocidos como no
susceptibles de afectación, exigiéndose por el contrario un accionar
interinstitucional que garantice su resguardo, es decir la corresponsabilidad del
Estado familia-adolescente para resguardar al máximo su condición de sujeto de
derechos (Barletta Villarán, La responsabilidad penal atenuada de los
adolescentes en conflicto con la ley penal, p.15).

5.2. Las consideraciones a tomar en cuenta por parte de los estados en


cuanto a la reducción de la edad de imputabilidad de los menores
infractores de la ley.

“El diccionario jurídico elemental de Guillermo Cabanellas define a la


imputabilidad como la “capacidad para responder; aptitud para serle atribuida a
una persona la acción u omisión que constituye delito o falta. La relación de
causalidad moral entre el agente y el hecho punible” (Cabanellas De Torres,
Guillermo).

A continuación nos permitimos hacer un recorrido por el tiempo sobre las


definiciones de Imputabilidad, pues Jesús Fernández Entralgo, quien es evocado
por Eric García López, manifiesta que, históricamente, la imputabilidad fue
entendida como el conjunto de condiciones psicosomáticas precisas para que un
acto típico y antijurídico pudiera ser atribuido a una persona como a su causa
libremente voluntaria; sigue su alocución diciendo que en Madrid entre los años
1839 y 1840, Joaquín Francisco Pacheco afirmaba que, para hablar de delito
“...era necesaria la existencia de un agente libre e intencional” (1845) y a principios
del año 1900 el P. Jerónimo Montes se servía de “el conjunto de condiciones para

81
que el hecho punible pueda y deba ser atribuido a quien voluntariamente lo
ejecutó, como a su causa eficiente y libre” para definir la imputabilidad. Pero
además acota que “son dos las condiciones que deben concurrir en el sujeto de la
imputabilidad criminal: la conciencia de la ilicitud y la naturaleza jurídica del acto y
la facultad de elegir y determinarse” (García López, Edad penal y Psicología
Jurídica: La necesidad de una respuesta social al adolescente infractor, 2009).

Díaz Palos, quien también es citado por Erick García nos menciona que, a
mediados del ahora siglo pasado, afirmaba que la imputabilidad es el conjunto de
condiciones psicosomáticas exigidas por la Ley penal para que las acciones u
omisiones penadas en la misma puedan ser atribuidas al que las ejecutó como a
su causa voluntaria. “Y se remite también a Luís Jiménez de Asúa quien define a
la imputabilidad, como presupuesto de la culpabilidad, como la capacidad para
conocer y valorar el deber de respetar la norma y de determinarse
espontáneamente, es decir, entiende a la imputabilidad como a la facultad de
conocer el deber” (García López, Edad penal y Psicología Jurídica: La necesidad
de una respuesta social al adolescente infractor, 2009).

Pero además, hace referencia a Fernández Entralgo, Cobo del Rosal y


Vives Antón, quienes han llegado a definir la imputabilidad como "el conjunto de
requisitos psicobiológicos, exigidos por la legislación penal vigente, que expresan
que la persona tenía la capacidad de valorar y comprender la ilicitud de hecho
realizado por ella y de actuar en los términos requeridos por el ordenamiento
jurídico” (García López, Edad penal y Psicología Jurídica: La necesidad de una
respuesta social al adolescente infractor, 2009).

Siguiendo la línea trazada por García, este autor se remite a Jiménez de


Asúa, el cual nos señala las aportaciones a este tema del Tratado de Derecho
Penal de Von Liszt, quien afirma que “la imputabilidad supone que la psiquis del
autor disponga de la riqueza necesaria de representaciones para la completa
valoración social”. Pero se va más allá de estos planteamientos con la visión de
Mir Puig (1990), quien escribe que: “según la doctrina dominante en la actualidad,
la imputabilidad requiere dos elementos:

82
a) La capacidad de comprender lo injusto del hecho.

b) La capacidad de dirigir la actuación conforme a dicho entendimiento” (García


López, Edad penal y Psicología Jurídica: La necesidad de una respuesta social
al adolescente infractor, 2009).

A nivel nacional es del menor infractor conocido bajo el apelativo de


«Gringasho». La historia de este menor ha tenido amplia difusión en los medios,
pues esta contiene muchos elementos para vender una historia llamativa:
capítulos violentos, de fuga e incluso romance. El joven infractor, que habría
crecido en un entorno de criminalidad en el distrito de El Porvenir, fue acusado por
homicidio y recluido en Centro Juvenil de Trujillo. El menor logró fugar del Centro
Juvenil con otros adolescentes en una acción que quedó registrada por las
cámaras de vigilancia del establecimiento. Pocos días después, el joven fue
capturado en Lima –en un hotel– en compañía de su enamorada.

Esta vez, el menor fue recluido en el Centro de Menores de Lima, lugar del
que volvió a escapar en una nueva acción en la que escaparon otros tantos
jóvenes. Una vez más el joven fue capturado. La cobertura del caso generó una
serie de comentarios y opiniones sobre la criminalidad juvenil, y especialmente
sobre la situación de Trujillo, lugar de nacimiento y residencia de este infractor. Al
ser acusado de homicidio se ha hablado de los sicarios juveniles y de cuántos
podría haber en el país.

El caso también ha generado opiniones que piden incrementar las penas


contra los menores de edad infractores implicados en delitos graves –como
homicidio–, se ha pedido que estos sean tratados como mayores de edad y que,
por lo tanto, cumplan condena en las prisiones para mayores. Con los datos
presentados hemos intentado describir, con la información disponible, la situación
sobre los jóvenes infractores.

83
A partir de la misma no es posible hablar del incremento del sicariato entre
menores. Incluso los datos de homicidios dolosos con armas de fuego –propios de
casos de sicariato– no han mostrado aumento durante los últimos años. Sí se
registra un mayor número de infracciones por año, pero los datos no registran
aumento sostenido de la violencia criminal entre los jóvenes fuera de los casos
concretos de los que se ha ocupado la prensa. Siendo la seguridad ciudadana un
tema preocupante para una gran cantidad de peruanos es previsible que se
intente obtener rédito político a partir del tema.

En los medios se habla de una ola de crimen o del aumento de la


delincuencia juvenil, sin presentar datos que avalen tales afirmaciones. La
sensación de inseguridad que se vive tiene, en efecto, causas concretas y
justificadas; sin embargo, las políticas públicas de prevención, contención y
rehabilitación de los jóvenes en conflicto con la ley penal deben partir del
conocimiento debidamente justificado y de propuestas políticas responsables que
puedan tener verdaderos efectos beneficiosos para el país.

5.2.1. De la aplicación de la ley sustantiva: la sanción y la consideración de


la edad

Muchos de los Proyectos de Ley están basados en alarmantes cifras de


ciudades como Lima y Trujillo, sin embargo, es preciso reiterar la consecuencia
legislativa 0a nivel nacional, toda vez que la germinación de tales propuestas
surgen de casos emblemáticos (como el del joven sicario) con la búsqueda de
escarmiento social olvidando temas tan importantes como la multiculturalidad de
nuestra nación. El correcto análisis no es centrar el enfoque en ciertas ciudades
de nuestro país sino realizar un examen a nivel nacional (que en efecto, incluya
las comunidades andinas y nativas) que busque revertir esta grave situación.

Asimismo, la mayoría de Proyectos de Ley intenta conservar la literalidad de


la inimputabilidad penal a los menores de 18 años hasta cierto punto -en aparente
perfecta concordancia con las disposiciones internacionales-, añadiendo que
cuando el adolescente mayor de 14, 15 o 16 años (dependiendo el Proyecto de

84
Ley que se elija) cometa actos configurados como determinados delitos (robo
agravado, violación, asesinato, entre otros), deberá responder penalmente por
estas infracciones y despojarse toda inimputabilidad. Es decir, se propone
excepciones a la inimputabilidad penal del menor de edad.

Hay que tomar en cuenta, en este punto, que no es razonable que se


atribuya la responsabilidad penal a un menor si es que no se le reconoce la
capacidad para ejercer sus derechos. Ello es vital pues, siguiendo lo estipulado
por la Convención sobre los Derechos del Niño, cada país puede elegir la edad en
la cual se adquiere mayoría de edad y con ello la edad para hacerlo imputable
penalmente pero, además, una edad a partir de la cual se le reconocen todos sus
derechos. Adicionalmente, debe recordarse que en nuestro país los menores de
edad si bien no son juzgados en el sistema penal ordinario, sí son sometidos a un
sistema penal juvenil en el cual se les aplica la medida socio educativa, ya antes
mencionada (Defensoría del Pueblo. Sistema Penal Juvenil. 2012, p.29).

Consideramos que estas astutas propuestas legislativas se convierten, en


definitiva, en una inobservancia a la legislación nacional e internacional que
protege al adolescente porque al exceptuar la edad para atribuir responsabilidad
penal (aunque sea sobre ciertos delitos) se pierde la finalidad integradora y
resocializadora de la Justicia Penal Juvenil. No puede justificarse que para un
caso u otro el niño deje de serlo y se equipare a un mayor de edad. No es una
cuestión objetiva que ante la comisión de tales actos ilícitos, el infractor esté
plenamente consciente de las implicancias de sus actos.

Un necesario análisis que debe realizarse, versa sobre la reincidencia de


los adolescentes infractores. Ello debido a que si bien se argumenta el aumento
del número de adolescentes infractores de la ley penal, en realidad, uno de los
problemas centrales se encuentra en la reincidencia, toda vez que la finalidad
primera para que sean llevados a la Justicia Penal Juvenil es la integración social
del menor. Dicho en otras palabras, cifras sobre reincidencia de los adolescentes
infractores demostraría -de ser el caso- las falencias de las medidas socio-
educativas, y por ende, ahí también debiese enfocarse la posible solución.

85
Así, para evitar la reincidencia en infracciones a la ley penal, la solución
debe buscarse con acciones del Estado que asegure derechos a la educación,
alimentación, entre otros y además, con una revisión al tratamiento socio-
educativo de los Centros Juveniles.

Consideramos adecuado plantear soluciones eficaces sobre los programas


y servicios dados en los Centros Juveniles, toda vez que los menores de edad
deben recibir en estos lugares las herramientas adecuadas para poder
reinsertarse en la sociedad, sin ser excluidos por ella. Los Centros Juveniles
deben procurar que el menor de edad no se retire del mismo en peores
condiciones de las que fue encontrado.

Asimismo, creemos que se requiere un trato diferenciado de los menores de


edad más “peligrosos”, de tal forma que tenga el soporte necesario y suficiente
para la reinserción social, pues si la idea solo es pensar en la seguridad de la
ciudadanía, estaríamos excluyéndolos y dejándolos a su suerte para que más
tarde cuando sean libres sigan delinquiendo. Es decir, el círculo vicioso nunca
acabaría.

5.2.2. Del procedimiento para el tratamiento del menor declarado imputable o


responsable penal.

De los delitos tipificados en el Código Penal hay varios cuya comisión está
directamente relacionada con la percepción de inseguridad en las calles. Los
delitos contra el patrimonio, que son los más comunes en nuestro país, como
hurtos, robos y robos agravados, por ejemplo; aquellos que afectan el cuerpo, la
vida y la salud, como los homicidios o lesiones; los que afectan la libertad personal
y la sexual, entre otros. Es por ello que, a falta de políticas claras, integrales y de
largo plazo en materia de seguridad ciudadana, solemos ver muchas iniciativas
que recaen en la ampliación de supuestos de los referidos tipos penales, o el
incremento de las penas con las que son sancionadas dichas conductas.

86
Dicho de otro modo, es usual en sociedades como la nuestra,
significativamente autoritarias, la recurrencia a las conocidas medidas de mano
dura para hacer frente a la delincuencia. Una de ellas, que al parecer es típica en
nuestra región, es la reducción de la edad mínima de imputabilidad, con la cual se
pretende reprimir a los menores de edad que infrinjan la ley penal. Por citar unos
cuantos ejemplos, la edad de imputabilidad penal juvenil en Argentina y Bolivia es
de 16 años; en Chile, Colombia, Panamá y Paraguay es de 14 años; en
Guatemala, Nicaragua y República Dominicana es de 13 años y en Costa Rica,
Ecuador, El Salvador, Honduras, México y Venezuela es de 12 años1.

En cuanto al caso peruano, el debate se dio en mayo del presente año, a


propósito de una iniciativa legislativa para reducir la edad mínima de imputabilidad
penal de dieciocho a dieciséis años para ciertos delitos. La iniciativa, que se
debatiría en la Comisión de Justicia del Congreso de la República, coincidió en el
tiempo con la difusión de la fuga y recaptura de un menor de edad reputado como
“el sicario más joven del Perú”, apodado Gringasho. Aunque a la fecha dicha
modificación no se ha llevado a cabo, no nos sorprendería que pudiera retomarse
el debate en cualquier otro momento de alerta mediática a partir de casos
similares al del Gringasho.

Toda reforma legislativa, y con mayor razón cuando se trata de ampliar las
condiciones o supuestos para la aplicación de sanciones penales, requiere por
parte de nuestras autoridades un exhaustivo análisis que tenga en cuenta, por lo
menos, la justificación de la misma sobre la base de una necesidad real, así como
la viabilidad y capacidad de nuestras instituciones para su implementación
eficiente (léase no contraproducente). No estaría de más, por supuesto, la revisión
de medidas similares adoptadas en otros países de la región, sus condiciones y
supuestos contextuales, así como los resultados, tomando nota tanto de aciertos
como desaciertos conocidos, a fin de contar con elementos básicos que nos
permitan prever, o al menos suponer, los tipos impacto que se podría tener en el
largo plazo y determinar así la conveniencia de la medida en cuestión.

87
5.2.3. Consideraciones sobre el cumplimiento de la pena para los menores
infractores, la fase de ejecución.

Una vez verificados estos elementos, el juez puede aplicar al adolescente


infractor cuya responsabilidad se haya acreditado en juicio (recuérdese la garantía
que suponen los principios de culpabilidad y legalidad en el derecho sancionador),
ciertas medidas socioeducativas previstas en el artículo 217 del Código de Niños y
Adolescentes, como son las siguientes según Chang Kcomt:

a) Amonestación, la que supone la recriminación al adolescente infractor y a sus


padres o responsables del hecho cometido.

b) Prestación de servicios a la comunidad por un período máximo de 6 meses.

c) Libertad asistida por un período máximo de 8 meses: Designación de un tutor


para la orientación, supervisión y promoción del adolescente y su familia
(artículo 233).

d) Libertad restringida por un período máximo de 12 meses: Asistencia y


participación diaria del adolescente infractor en el Servicio de Orientación al
Adolescente, a cargo de la Gerencia de Operaciones de Centros Juveniles del
Poder Judicial, a fin de sujetarse a un programa tendente a su orientación,
educación y reinserción a la sociedad (artículo 234).

e) Internamiento en un establecimiento para su tratamiento por un período


máximo de 6 años. En este caso, esta medida solo procederá en los siguientes
supuestos: Cuando se trate de un delito doloso tipificado en el Código Penal,
cuya pena sea mayor de 4 años; por reiteración en la perpetración de otras
infracciones graves; y, por incumplimiento injustificado y reiterado de la medida
socio educativa que le haya sido impuesta (artículo 236); debiendo terminar la
medida compulsivamente al cumplir el infractor los 21 años de edad (Chang
Kcomt, Reflexiones en torno a la responsabilidad penal de menores, p. 23):

88
Al respecto, resulta importante precisar que la norma establece una
distinción entre los menores comprendidos entre los 14 y 16 años, y los menores
comprendidos entre los 16 a 18 años; así, a los primeros, la norma establece que
solo se les podrá aplicar una medida socio educativa de internación no mayor a 4
años; mientras que a los segundos, se establece que se les podrá aplicar una
medida socio educativa de internación de hasta 6 años, Recuérdese que nuestro
ordenamiento prevé que a los menores comprendidos entre los 12 y 14 años que
hayan incurrido en un delito o falta penal, únicamente les corresponde una medida
de protección, respecto de la que el artículo 242 del Código de Niños y
Adolescentes establece: “Al niño que comete infracción a la ley penal le
corresponde las medidas de protección. El juez especializado podrá aplicar
cualquier de las siguientes medidas: a) El cuidado en el propio hogar, para lo cual
se orientará a los padres o responsables para el cumplimiento de sus
obligaciones, contando con apoyo y seguimiento temporal por instituciones de
Defensa; b) Participación en un programa oficial o comunitario de Defensa con
atención educativa, de salud y social; c) Incorporación a una familia sustituta o
colocación familiar; y, d) Atención integral en un establecimiento de protección
especial”.

89
CAPÍTULO III

EXPOSICIÓN DE LOS RESULTADOS

1. Análisis y discusión.

Nuestra preocupación es legítima, de quienes aparecen en la prensa es


reprimir al joven sicario como el caso “Grinasho”. Pareciera que todos coincidieran
en destacar que dicho joven tiene responsabilidad penal y que la única solución,
por su identificación como delincuente, es sancionarlo o reprimirlo, pero con toda
las granatitas del caso tomando en cuenta los convenios internacionales.

¿Tiene o debe tener responsabilidad penal el adolescente o joven de 16 o


17 años que dispara y asesina a 3 personas? ¿Deja de ser adolescente
inimputable para ser sujeto de responsabilidad penal, con todos los efectos legales
que ello significa? ¿Cuál es la interpretación o análisis de esta situación en un
contexto social y cultural diverso como el Perú? En las siguientes líneas
trataremos de absolver estas interrogantes.

No es novedad enterarnos que en determinados lugares o barrios de Lima y


el Callao es posible “contratar” a determinados sujetos para que realicen el trabajo
de sicarios, asesinando a personas. El costo de este “servicio” es de 2,000 soles,
y hasta menos, por persona muerta. Pero, lo más lamentable es que quienes
ejecutan estos crímenes son jóvenes menores de 18 años de edad. Al igual que

90
en Lima y Callao, es posible encontrar el mismo tipo de “contrato” en otras
ciudades grandes de nuestro país como Trujillo, Chiclayo, Piura o Arequipa.

El caso de Alexander Manuel P.G. no es sino uno de varios casos que


existe en el conjunto de estas grandes ciudades. Delincuentes mayores de edad
recurren a estos jóvenes (que pueden ser también mujeres) para ejecutar labores
de sicariato aprovechando que son menores de 18 años de edad. Al ser menores
de edad, el proceso judicial y la sanción aplicable es menor al de un adulto. Por
ello, se propone cambiar las normas penales fijando una responsabilidad penal en
los adolescentes o jóvenes sicarios de 16 a 17 años para evitar su
instrumentalización por delincuentes mayores. El tema es polémico, y lo es más
cuando se conoce por estudios psicológicos que dichos jóvenes menores de 18
años adquieren una adultez precoz que produce una contradicción entre su edad
formal y su edad real psicológicamente. Basada en esta explicación, se argumenta
con mayor objetividad la necesidad de reformar nuestro Código Penal,
modificando su artículo 20º que aún los califica de inimputables. Con esta
modificación sería posible el juzgamiento y sanción del adolescente o joven menor
de 18 años como si fuera un adulto.

2. Exposición y Explicación de los resultados.

Para demostrar nuestras hipótesis se ha realizado un extenso trabajo de


recopilación de data: trabajando en el Distrito Judicial de Puno, Distrito Judicial de
la Libertad, Distrito Judicial de Lima, como también se he recopilado Sentencias
vinculantes de la Corte Suprema de Justicia de las Salas penales, tanto Transitoria
como de la Permanente, Sentencias de Casaciones, Sentencias de Recursos de
Nulidades y Acuerdos Plenarios, entrevistamos a Jueces, operadores judiciales,
fiscales y defensores; observamos y analizamos más de 5 resoluciones de
sentencias condenatorias a menores de edad, creando una base de datos.

Las conclusiones extraídas de cada una nos permitieron crear un panorama


más claro, si bien complejo, de la naturaleza y características de dificultad de
perseguir a un menor de edad penalmente como si fuera un adulto.

91
Características comunes a los casos de detección y posterior apertura
de un proceso penal para un menor de edad “adolecente”. El problema no son
los jóvenes sicarios sino el contexto en el que se desarrollan. Indagando sobre la
vida de Alexander Manuel P.G., podemos encontrar que creció en abandono de
sus padres y el aprovechamiento de un tío delincuente que lo introdujo en el
hampa según la prensa limeña luego de la recaptura del joven sicario,
particularmente a partir del 7 de Enero al 15 de Enero del 2013. Alexander,
además, no encontró apoyo en el barrio, distrito, escuela o autoridad estatal para
evitar convertirse en sicario.

La supuesta responsabilidad penal del menor puede trasladarse a la de sus


padres o familiares cercanos comprometidos en su formación. La existencia del
joven sicario no es por causa legal o política, es esencialmente familiar: padre y
madre separada, padre y/o madre que abandona el hogar o a sus hijos, o
familiares que se aprovechan del joven o adolescente. ¿Pueden ellos ir a prisión
por los actos de sus hijos o pupilos?

Hay situaciones más complejas en comunidades de culturas diferentes. En


algunas comunidades amazónicas los jóvenes son preparados para su madurez a
través de prácticas como la ejecución del “derecho de venganza” aplicado sobre
un presunto brujo o miembro de otra familia. En este caso, la supuesta
responsabilidad penal no es solo de la familia sino de todo el clan o la comunidad,
experiencia de campo en Datem del Marañón, Región de Loreto; particularmente
interacción con jóvenes de un internado intercultural de la zona (Noviembre de
2012). Sobre el “derecho de venganza” puede consultarse el informe
“Multiculturalidad y Constitución: Justicia Comunal Aguaruna en el Alto Marañón”
(Antonio Peña Jumpa, 2009, Lima: CEC).

Al final, la responsabilidad del joven sicario o infractor se extiende a su


familia o a su comunidad, pero también a otros ámbitos o causas que condicionan
que los hechos gravosos se sigan repitiendo.

92
Por un lado, la responsabilidad se extiende a quienes permiten al caos de
las grandes ciudades donde, además de la violencia e inseguridad, se continúa
desarrollando la desigualdad social. Esta desigualdad tiene como efecto objetivo,
en grandes sectores identificados como pobres, la desatención de servicios
básicos en salud, educación, alimentación, justicia, entre otros, reproduciendo
condiciones para la delincuencia. Por otro lado, la responsabilidad también se
extiende a quienes permiten o condicionan la hegemonía cultural ejercida desde
Lima y otras ciudades grandes por controlar el desarrollo financiero y tecnológico
del resto del país. A través de esta hegemonía se excluye de los mismos servicios
básicos a grupos humanos culturales que no se encuentran en el entorno de
dichas ciudades.

A lo largo de las audiencias analizadas (5 anexos) frente a los jueces


colegiados llevada a cabo usualmente una sentencia condenatoria, poco motivado
en donde la sala penal de apelaciones en sentencia de vista, suele absolver y en
la mayor parte las sentencias confirmadas por la sala penal de apelaciones son
casada por la corte suprema, declarando absueltos en todos los extremos.

3. Propuestas Jurídicas.

De todo lo detallado en los puntos anteriores, nosotros pensamos que


finalmente, algunos puntos que deben ser tomados en cuenta en esta materia. Por
supuesto, existen más aspectos que deben ser analizados, sin embargo,
consideramos que esto es lo más relevante que un adolecente sea imputado
penalmente a los 16 años de edad y no a los 14 años de edad (ya que a los 14
años de edad aun un menor no logra desarrollar su capacidad de
autodeterminación personas, no distingue entre lo malo y lo bueno) Y esto está
justificado por la diversidad cultural del Perú, un adolescente no desarrolla su
capacidad mental y físico a la misma edad que en la selva o la costa, la sierra aun
es más tardío. Tampoco se su puede imputar a los 18 años de edad ya que la
estadísticas indican que la mayoría de los delitos son cometidos por menores de
18 años de edad y mayores de 16 años de edad, por esta razón proponemos
modificar el Decreto Legislativo N° 1348, subiendo la edad a los 16 años de edad

93
para imputar penalmente, también proponemos modificar Decreto Legislativo N°
1348, en su extremo de que sea para todos los delitos que contemplan en la parte
especial del código penal peruano.

4. Conclusiones de la investigación

En suma, encontramos discusión presentada, cabe concluir lo siguiente:

PRIMERA CONCLUSIÓN. Existen graves casos de asesinato o sicariato


practicado en las grandes ciudades por adolescente o jóvenes menores de 18
años. También existen casos de muertes por venganza practicados por
adolescentes o jóvenes en culturas diferentes.

SEGUNDA CONCLUSIÓN. Las causas de ambos grupos de casos no se


encuentran en la deficiencia de una norma o ley. Las causas son más
estructurales o sistémicas que reposan en la desigualdad social, cultural y
económica de nuestro país.

TERCERA CONCLUSIÓN. Es necesario modificar la norma penal que regula la


inimputabilidad de los adolescentes o jóvenes menores de 18 años, a los 16 años,
ya que se encuentra equivocado el actual Decreto Legislativo N° 1348 no
diferencia la naturaleza de la responsabilidad penal del adolescente con la del
adulto. Sin embargo, la primera es calificada como “especial” y exige la aplicación
de "medidas socioeducativas” las medidas socioeducativas se dividen en no
privativas de la libertad y en la internación en un centro juvenil. Si la infracción no
requiere internación, se puede ordenar la amonestación, la libertad asistida y la
prestación de servicios a la comunidad. La solución se encuentra en combatir el
problema de la desigualdad y hegemonía antes descritas, sin descuidar el
tratamiento especializado aplicado a los específicos casos de sicariato o muerte
de personas por encargo que hoy vivimos.

94
CONCLUSIONES FINALES

De la investigación efectuada en la presente tesis concluimos lo siguiente:

PRIMERA CONCLUSIÓN. Consideramos que frente a la delincuencia juvenil sí se


debe hacer algo y urgente pero que la reducción de edad de imputabilidad penal
obedece a un criterio de coyuntura que no está tomando el tema con la debida
diligencia dado que deben analizarse mucho más temas (multiculturalidad,
situación de los menores de edad, reincidencia, etc.).

SEGUNDA CONCLUSIÓN. Es cierto que se están utilizando a los menores de


edad para cometer actos delictivos pero esto es producto de necesidades que no
están siendo satisfechas por el Estado. Entonces, ¿a quién deberíamos culpar?

SEGUNDA CONCLUSIÓN. Las políticas públicas deben atacar las causas de las
infracciones a la ley penal por parte de los menores de edad. Atribuirle
responsabilidad penal al menor de edad es el mecanismo más sencillo y el que,
consideramos, menos adecuado no solo por sus consecuencias a nivel
internacional, sino porque ello no garantiza que otros jóvenes no infrinjan las leyes
penales. Por ello debe realizarse un especial énfasis en desarrollar políticas
públicas orientadas a la prevención más que a la represión y sanción de estos
menores.

TERCERA CONCLUSIÓN. Los Centros Juveniles deben desarrollar programas


que garanticen que los menores de edad puedan reinsertarse posteriormente en la
sociedad, disminuyendo las posibilidades de que vuelvan a delinquir.

Por lo que concluimos que el responsabilidad penal de un adolecente no es una


verdadera culpabilidad penal por que la imputación es a los 14 años solo para
algunos delitos como el sicariato, sin embargo esto vulnera al principio de
objetividad y al principio de estandarización, por lo se concluye que se deba de
imputar a los 16 años de edad y no a los 14 años o a los 18 años de edad.

95
SUGERENCIAS

De la investigación efectuada en la presente tesis sugerimos lo siguiente:

1. Para que la aplicación responsabilidad penal de un adolescente se derivaría


modificar el artículo 1º del Título Preliminar del Decreto Legislativo N° 1348.

2. Para que la aplicación responsabilidad penal de un adolescente se derivaría


modificar el artículo 2° del Ámbito de aplicación Decreto Legislativo N° 1348.
En el extremo de que se entienda para todos los delitos de la parte especial
del código penal peruano.

3. Para que haya una debida motivación de los jueces penales en los juzgados
deberían exigir que el fiscal a respetar a los menores de edad como si fuera
un adulto.

96
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102
APÉNDICES

I. IDENTIFICACIÓN DEL TEMA DE INVESTIGACIÓN

 ÁREA: Derecho Penal, Derecho Penal de los Menores de Edad y Derecho


Constitucional.

 TEMA: Responsabilidad penal de los menores de edad y la capacidad de


imputar penalmente.

 OBJETO DE ESTUDIO: Menores infractores en el Perú, Imputabilidad e


inimputabilidad, Edad de imputabilidad penal en el Perú, Código de los niños,
niña y adolescente, tratados internacionales en materia de menores infractores.

 TÍTULO PROVISIONAL: Responsabilidad penal de los menores de edad a


propósito de rebajar la edad mínima.

103
II. PRESUPUESTO

CONCEPTO MONTO

Material de escritorio 400.00

Asesoramiento experto u otro similar 2,000.00

Personal para trabajo de campo y apoyo 500.00

Empaste, anillados, tipeos, copias, etc. 300.00

Gastos administrativos ante la U.A.N.C.V. 4000.00

Compra de material bibliográfico 1.000.00

Gastos de movilidad 500.00

Viáticos 300.00

Otros gastos e imprevistos 1.000.00

TOTAL 10,000.00

104
III. CRONOGRAMA

El cronograma de la investigación se detalla en el siguiente cuadro.

Mes Mes Mes Mes Mes


ACTIVIDAD CIENTÍFICA/DURACIÓN
1 2 3 4 5

Elección e identificación del problema X

Definición y delimitación del problema X

Elaboración del plan de tesis X

Evaluación y aprobación del plan X X

Ejecución del plan de tesis X X X

Presentación del informe final X

Evaluación y aprobación del informe


X
final

Sustentación de tesis X

105
APÉNDICE Nro. 01

UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

FICHA DE ENTREVISTA
GUIA DE ENTREVISTA

Nombre:……….………………………………………………………………………
Cargo:…………………………………………………………………………………
Institución:…………………………………………… ……………………………..

INSTRUCCIONES: Lee detenidamente las preguntas y marque con una (x) la


alternativa que crees que es correcta y complete alguna de ellas según el caso.

1.- ¿USTED CONSIDERA, QUE ES LEGÍTIMO IMPUTAR A UN DE EDAD EN


UN ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

2.- ¿USTED CONSIDERA, QUE ES NECESARIO QUE SE LE PERSIGA


PENALMENTE A UN MENOR DE EDAD?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

106
3.- ¿USTED CONSIDERA, QUE LA IMPUTABILIDAD A UN MENOR DE EDAD
VULNERA LA CATEGORÍA DOGMÁTICA DE LA CULPABILIDAD?

a) Siempre b) De vez en cuando c) No necesariamente.

Fundamente:

4.- ¿USTED CREE QUE, ¿EN EL PERÚ, SE ESTÁ APLICANDO EL PRINCIPIO


DE CULPABILIDAD PROPIAMENTE DICHA AL MOMENTO DE PERSEGUIR
PENALMENTE A LOS MENORES DE EDAD?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

5.- ¿CREE USTED QUE LA SOLUCIÓN A LA INSEGURIDAD CIUDADANA ES


IMPUTANDO A LOS MENORES DE EDAD?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

107
6.- ¿CREE USTED QUE LOS EFECTOS QUE TRAE LA CULPABILIDAD PENAL
A LOS MENORES DE EDAD INCONSTITUCIONAL?

a) Considerablemente b) No afecta c) No tiene idea.

Fundamente:

7.- ¿DIGA USTED, SI LE PARECE JUSTO PERSEGUIR COMO ADULTO A


TODAS COSTAS A UN MENOR DE EDAD?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

8.- ¿USTED CONSIDERA QUE DEBERÍA NECESARIAMENTE REBAJARSE LA


EDAD DE 18 AÑOS A 16 AÑOS PARA PERSEGUIR PENALMENTE?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

108
9.- ¿USTED CREE QUE LA VERDADERA SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS
QUE SE HAN ORIGINADO ENTORNO SICARIATO ES IMPUTANDO A UN
MENOR DE EDAD?

a) Sí b) No c) A veces.

Fundamente:

10.- ¿USTED CREE QUE LA MEJOR ADMINISTRACIÓN JUSTICIA SE DARÍA


CUANDO SE RESPETE AL PRINCIPIO DE CULPABILIDAD, AL MOMENTO
DE IMPUTAR A UN MENOR DE EDAD?

a) Si b) No c) En momentos

Fundamente:

MUCHAS GRACIAS POR SU TIEMPO.

109
APÉNDICE Nro. 02

PROYECTO DE LEY QUE MODIFICA EL ARTÍCULO 1º


DEL TÍTULO PRELIMINAR DEL DECRETO
LEGISLATIVO N° 1348.

De acuerdo y en cumplimiento a la Constitución Política del Estado que nos


faculta a todos los ciudadanos a ejercer el derecho presentar iniciativas de
presentar Proyectos de Ley y, también el Reglamento del Congreso, nos faculta.
Por el derecho de iniciativa legislativa, los ciudadanos y las instituciones
señaladas por la Constitución Política tienen capacidad para presentar
proposiciones de ley ante el Congreso, a iniciativa del ciudadano JHORDAN
ALEX VARGAS TINTAYA, en ejercicio del derecho de iniciativa legislativa que
le confiere el artículo 107 de la Constitución Política del Perú, y en uso de las
atribuciones previstas en los artículos 67º, 74º, y 76’ del Reglamento del
Congreso de la República, presentan el siguiente Proyecto de Ley:

Modifíquese el Artículo 1º del Título Preliminar del Decreto


Legislativo N° 1348 “Decreto legislativo que aprueba Código de
Responsabilidad Penal para Adolescentes” , vigente, con el texto
siguiente:

110
LO QUE REFIERE EN EL ARTÍCULO 1º DEL TÍTULO PRELIMINAR DECRETO
DEL LEGISLATIVO N° 1348. ACTUAL:

Artículo I.- Responsabilidad penal especial

1. El adolescente entre catorce (14) y menos de dieciocho (18) años


de edad, es sujeto de derechos y obligaciones, responde por la
comisión de una infracción en virtud de una responsabilidad penal
especial, considerándose para ello su edad y características
personales.

2. Para la imposición de una medida socioeducativa se requiere


determinar la responsabilidad del adolescente. Está prohibida toda
forma de responsabilidad objetiva.

111
LO QUE PLANTEAMOS PARA SU MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO 1º DEL
TÍTULO PRELIMINAR DEL DECRETO LEGISLATIVO N° 1348:

Artículo I.- Responsabilidad penal especial

1. El adolescente entre dieciséis (16) y menos de dieciocho (18) años


de edad, es sujeto de derechos y obligaciones, responde por la
comisión de una infracción en virtud de una responsabilidad penal
especial, considerándose para ello su edad y características
personales.

2. Para la imposición de una medida socioeducativa se requiere


determinar la responsabilidad del adolescente. Está prohibida toda
forma de responsabilidad objetiva.

112
PROYECTO DE LEY QUE MODIFICA EL ARTÍCULO 2°
DEL ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL DECRETO
LEGISLATIVO N° 1348.

De acuerdo y en cumplimiento a la Constitución Política del Estado que nos


faculta a todos los ciudadanos a ejercer el derecho presentar iniciativas de
presentar Proyectos de Ley y, también el Reglamento del Congreso, nos faculta.
Por el derecho de iniciativa legislativa, los ciudadanos y las instituciones
señaladas por la Constitución Política tienen capacidad para presentar
proposiciones de ley ante el Congreso, a iniciativa del ciudadano JHORDAN
ALEX VARGAS TINTAYA, en ejercicio del derecho de iniciativa legislativa que
le confiere el artículo 107 de la Constitución Política del Perú, y en uso de las
atribuciones previstas en los artículos 67º, 74º, y 76’ del Reglamento del
Congreso de la República, presentan el siguiente Proyecto de Ley:

Modifíquese el Artículo 2° del Ámbito De Aplicación del


Decreto Legislativo N° 1348. “Decreto legislativo que aprueba
Código de Responsabilidad Penal para Adolescentes” , vigente,
con el texto siguiente:

113
LO QUE REFIERE EN EL ARTÍCULO 2° DEL ÁMBITO DE
APLICACIÓN DEL DECRETO LEGISLATIVO N° 1348.ACTUAL:

Artículo 2.- Ámbito de aplicación

2.1 Este Código se aplica a todo adolescente, cuya edad oscila entre catorce (14)
y hasta antes de alcanzar los dieciocho (18) años edad, al momento de la
comisión de un hecho tipificado como delito o falta por el Código Penal o Leyes
especiales sobre la materia, sin discriminación por motivo de origen, raza, religión,
sexo, orientación sexual, identidad de género, factor genético, discapacidad,
idioma, identidad étnica y cultural, opinión, condición económica o de cualquier
otra índole.

2.2 Si se establece la minoridad del adolescente al momento de los hechos, el


Juez Penal se inhibe, asumiendo competencia el Juez de Responsabilidad Penal
del adolescente, aunque el infractor haya alcanzado la mayoría de edad.

114
LO QUE PLANTEAMOS PARA SU MODIFICACIÓN DEL ARTÍCULO
2° DEL ÁMBITO DE APLICACIÓN DEL DECRETO LEGISLATIVO N°
1348.ACTUAL:

Artículo 2.- Ámbito de aplicación

2.1 Este Código se aplica a todo adolescente, cuya edad oscila entre catorce (14)
y hasta antes de alcanzar los dieciocho (18) años edad, al momento de la
comisión de un hecho tipificado como delito o falta por el Código Penal o Leyes
especiales sobre la materia, sin discriminación por motivo de origen, raza, religión,
sexo, orientación sexual, identidad de género, factor genético, discapacidad,
idioma, identidad étnica y cultural, opinión, condición económica o de cualquier
otra índole.

2.2 Si se establece la minoridad del adolescente al momento de los hechos, el


Juez Penal se inhibe, asumiendo competencia el Juez de Responsabilidad Penal
del adolescente, aunque el infractor haya alcanzado la mayoría de edad.

115
APÉNDICE Nro. 03

UNIVERSIDAD ANDINA NÉSTOR CÁCERES VELÁSQUEZ

MATRIZ DE CONSISTENCIA

116
TÍTULO: RESPONSABILIDAD PENAL DE LOS MENORES DE EDAD COMO SOLUCIÓN A LA IMPUNIDAD EN LOS DELITOS COMETIDOS POR ADOLECENTES”.

PROBLEMA OBJETIVOS HIPÓTESIS VARIABLES DIMENSIONES INDICADORES METODOLOGÍA

PROBLEMA GENERAL OBJETIVO GENERAL HIPÓTESIS GENERAL INDEPENDIENTE a) Impunidad en los delitos
cometidos por los MÉTODO
¿Por qué la imputabilidad penal “Comprobar por que los menores de 18 años no “La imputabilidad penal de los menores de edad La responsabilidad
menores de 18 años de
es a los 18 años de edad y no a son responsables penalmente por los hechos hasta los 18 años de edad no vulnera ningún penal de los edad. Método
los 16 o 14 años para los delictivos que cometan, comprobar si es posible principio penal y puede ser rebajado hasta los 16 menores de edad b) Reincidencia habitual DOGMÁTICO,
EFECTOS
menores de edad en el Perú la responsabilidad penal a los 16 años de edad” años” desde los 18 años
por los menores de 18
método
para hacerlos responsable años de edad.
de edad, como una SOCIOLÓGICO.
penalmente? c) Ineficiencia del sistema
respuesta negativa
al flagelo de la penal juvenil.
criminalidad d) Alto índice de comisión
de delitos cometidos por TÍPO
organizada.
adolescentes menores
de 18 años de edad. El tipo de
e) Alto índice de la investigación es el
instrumentalización de CAUSAL
las bandas criminales a CORRELACIONAL
menores de 18 años de y es PROPOSITIVA.
edad.

117
PROBLEMAS OBJETIVOS ESPECÍFICOS HIPÓTESIS ESPECÍFICOS
ESPECÍFICOS “Verificar por qué menor de edad no tiene la “Los menores de edad no tienen la deficiente DEPENDIENTE
¿Por qué en la actualidad se suficiente complejidad o auterreferencialidad de complejidad y auterreferencialidad por no a) Proceso que respeta las ENFOQUE
considera que en el derecho su capacidad de acción y como tal no ha desarrollar su capacidad de auto determinarse”. Garantías
penal se vulnera el principio de desarrollado por completo su capacidad de auto Constitucionales Cualitativo y
culpabilidad la responsabilidad determinarse. “Que una persona menor de 18 años que cometa b) Golpe a la criminalidad Cuantitativo
penal de los menores de edad? un delito sea responsable penalmente desde los La necesidad de organizada.
“Analizar en la legislación actual que una persona 16 años” rebajar la edad a c) No más impunidad para
¿Desde qué edad un que comete un delito se le hace imputable los 16 años para los delitos cometidos FUENTES
adolecente response penalmente desde los 18 años de edad”. “Es legítimo que un menor de edad de 16 años que sea por personas de 16
penalmente por los delitos de edad sea responsable penalmente por gozar responsable años de edad Primarias y
cometidos bajo su autoría? “Verificar que los menores de 18 años no del derecho fundamental de la auto penalmente d) Causas acordes al secundarias
EFECTOS
responden penalmente en la actualidad en determinación penal” (imputabilidad penal debido proceso.
¿Por qué los menores de edad cumplimiento al principio de legalidad y resera de desde los 16 años Criterios de respeto a TÉCNICAS
no responder penalmente y si la ley penal, ellos responden por a título de “Un adolescente de 16 años de edad también a de edad). la dignidad humana
ellos también son beneficiarios infracción penal”. desarrollado suficiente su complejidad y La Entrevista
del principio constitucional de la auterreferencialidad de su capacidad de acción y
autodeterminación de su “Analizar que un adulto tiene la suficiente como tal ha desarrollado su capacidad de auto
complejidad o auterreferencialidad de su determinarse personalmente por ser consciente
INSTRUMENTOS
personalidad?
capacidad de acción y como tal ha desarrollado de sus actos”.
¿Por qué un adolecente no su capacidad de auto determinarse  Ficha de
puede ser sancionado como un personalmente por ser consciente de sus actos”. “Un adolecente de 16 años ha desarrollado Entrevista
adulto y si el daño al bien suficiente su complejidad y auterreferencialidad  Carpeta fiscal del
jurídico es el mismo en ambos “Verificar que es la infracción penal y analizar por de su capacidad por ello si pasa por los tres Ministerio
hechos? qué los adolescentes no desarrollan su elementos constitutivos del delito como tipicidad, Público.
capacidad para dar paso por los tres elementos antijuricidad y culpabilidad”.
¿Por qué un menor de edad constitutivos del delito como tipicidad,
cuando comete un hecho antijuricidad y culpabilidad”.
delictivo se le considera como
infracción y no como delito?

118
ANEXOS

119

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