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Desde el inicio de la Revolución, gran parte de la trama política del período fue la
coexistencia conflictiva de soberanías de ciudades con gobiernos centrales que dirigieron
sus acciones tendiendo a definir una única soberanía rioplatense. Así una de las cuestiones
que se plantean es la de entender la identificación de esas expresiones con formas
federales, en qué medida la emergencia de la soberanía de los pueblos durante el proceso
emancipador puede ser vinculada a una tradición, la del autogobierno de los pueblos.
Todo este proceso tiene tres tipos de reacción en los pueblos que el texto presenta como:
La lucha de las ciudades subordinadas para independizarse de las ciudades
cabeceras de las intendencias a partir de 1810.
Las instituciones de Artigas a los representantes del Pueblo Oriental.
El surgumiento de la primera tendencia federal.
Respuesta 7
La cuestión de la soberanía se vinculó con otro rasgo básico de la vida política luego de
la Revolución, esto está referido a las prácticas representativas inauguradas por el nuevo
poder. Esto significa que, por primera vez, los habitantes del Río de la Plata empiezan a
ser habitualmente convocados para elegir juntas gubernativas, diputados constituyentes,
gobernadores y miembros de cabildos. Sin embargo, las nuevas formas representativas
comenzaron rigiéndose por las mismas que se desarrollaron en España.
Durante la primera década revolucionaria todo el sistema de representación se encontraba
regido por la ciudad, y dentro de ésta estaba limitada la porción de habitantes que eran
considerados “vecinos” según la tradición hispánica.
La definición actualizada del concepto “ciudadano”, como tema central para la decisión
sobre la calidad de elector apareció recién en el Estatuto de 1815 y se ajusta al principio
de la soberanía popular y la igualdad ante la ley. El Estatuto incorporo además la
representación de la campaña. En las elecciones de diputados al Congreso de 1816, solo
se realizaron elecciones en las campañas de las ciudades. Otro rasgo característico de este
período, fue el mandato imperativo, haciendo referencia al derecho privado castellano,
donde los representantes electos eran mandatarios de sus electores y debían ajustar su
actuación a las instrucciones que les eran dadas.
Entre 1810 y 1820, en Buenos Aires coexistieron conflictivamente el Cabildo y los
gobiernos centrales, dos ámbitos políticos de distinta naturaleza por su origen y por sus
funciones. Durante la primera década revolucionaria el Cabildo no podía ser suprimido
porque representaba la soberanía de la ciudad capital del territorio; al mismo tiempo, se
intentaba fundar un poder “nacional” depositado en las asambleas y en los poderes
centrales. Sólo a partir de 1820, cuando el nuevo Estado provincial genere dos ámbitos
de poder, el gobierno provincial con su Junta de Representantes, y el Cabildo, se producirá
una superposición de jurisdicciones que llevará a la destrucción del Cabildo, algo que se
producirá en todas las provincias.