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RESPONSABILIDAD PENAL DE LAS PERSONAS JURÍDICAS EN EL DERECHO

COMPARADO Y SUS AGENTES

Agradecimiento:

Agradecemos a Dios por darnos la vida, y a nuestros padres por el apoyo


incondicional que nos brindan para el logro de nuestras metas.
Introducción

El presente trabajo de investigación tiene por finalidad describir, analizar y


comparar la legislación peruana con otras legislaciones sea del continente
Americano o Europeo, con relación a la “Responsabilidad penal de las personas
jurídicas”.

En ese sentido la realidad contemporánea hace necesario se asuma el principio


societas delinquere potest a fin de poder asumir las nuevas formas de criminalidad
existentes, la responsabilidad penal de las personas jurídicas pasa por la
reformulación de las categorías jurídicas (acción y culpabilidad) diseñadas
exclusivamente para la responsabilidad individual.

La Legislación Peruana establece las consecuencias accesorias si bien no


responden plenamente al principio societas delinquere potest, se constituyen en
avances para asumir la responsabilidad penal de las personas jurídicas. En los
siguientes capítulos de la investigación conoceremos la regulación de la
responsabilidad penal de las personas jurídicas en otras legislaciones.
INDICE

2. Responsabilidad penal de las Personas jurídicas en la


Legislación Peruana y Española

2.1 Antecedentes de la responsabilidad penal de las personas


jurídicas
Siguiendo brevemente el curso evolutivo que hace referencia la profesora Silvina
Bacigalupo hablaremos que los antecedentes históricos de la responsabilidad
penal de persona jurídica, esto es el del societas delinquere potest, se inicia en el
derecho clásico, en donde se reconocía la subjetividad de ciertos grupos de
personas, esto es la suma de sus miembros eran considerados como titulares de
derechos, a dicho ente se le denomino el “universitas”, en este sentido pese a que
en el Digesto y el Derecho Romano no se hizo un reconocimiento expreso de la
responsabilidad penal de las personas jurídicas, si se reconoce una cierta
capacidad delictiva de las corporaciones. En el siglo XIX y XX se plantea como tal
la responsabilidad de las personas jurídicas mediante los glosadores, se habla de
que existía la posibilidad de un delito cometido por la corporación (o el universitas
como lo habían recogido de sus predecesores) cuando la acción penalmente
responsable respondía a una decisión conjunta de sus miembros. Los canonistas
y los post glosadores aceptaron la idea de que “la universitas” era una persona
ficta pero estos últimos sumaron la idea de que además podía cometer delitos sin
embargo se estimó que si bien la universitas era susceptible de ser imputable sus
miembros también debían responder en calidad de coautores o instigadores. Con
posterioridad pese a los notorios avances históricos, la discusión sobre la
responsabilidad penal de la persona jurídica quedó cancelada al establecerse
únicamente la responsabilidad penal de carácter personal, hecho que fue
contradicho.

Responsabilidad penal de la persona jurídica en el Perú


En el contexto peruano rige casi sin discusión el principio societas delinquere non
potest, esto porque las construcciones punitivas del derecho penal peruano tienen
una tendencia claramente a la responsabilidad individual, lo que imposibilita que
las “actuaciones” de una persona jurídica puedan subsumirse dentro del concepto
“acción” recogido en el artículo 11 del Código Penal de 1991, solo pueden ser
imputadas las conductas de los administradores y representantes de estas. En
conclusión se tiene que la problemática planteada anteriormente se posibilita de la
misma forma en el ordenamiento jurídico penal peruano. Tanto en el código penal
de 1863 como en el de 1924 no avizoraba siquiera una responsabilidad de la
persona jurídica en donde se considera únicamente a la persona natural como
susceptible de imputar delitos16. Sin embargo - como lo expresa el profesor
Hurtado Pozo - en el Código penal de 1924 existe referencia a la posibilidad de la
persona jurídica cuando esta se encuentra relacionada a la comisión del delito,
este era el caso de la Quiebra fraudulenta. En el Código Penal de 1991 si bien
tampoco se recoge como principio la responsabilidad de las personas jurídicas, si
acepta de manera innovadora la aplicación de las denominadas “consecuencias
accesorias” reguladas en el artículo 105 de dicho cuerpo de leyes, las que según
la doctrina vendrían a ser verdaderas sanciones penales o medidas de seguridad.
Al respecto Juan Bustos Ramírez “Obras completas” afirma que “Bajo el
eufemismo consecuencias se contempla verdaderas penas para las personas
jurídicas que, estarían orientadas a prevenir la actividad delictiva y los efectos de
la misma. 1

2.2. Situación del tema en el Perú


En el contexto peruano rige casi sin discusión el principio societas delinquere non
potest, esto, porque las construcciones punitivas del derecho penal peruano tienen
una tendencia única hacia la responsabilidad individual, lo que imposibilita que las
“actuaciones” de una persona jurídica puedan subsumirse dentro del concepto

1
Nelly Castro Olaechea, Responsabilidad penal de las personas jurídicas, Pág. 07/08
“acción” recogido en el artículo 11º del Código Penal de 1991; así, sólo pueden ser
imputadas las conductas de los administradores y representantes de éstas. Tanto
en el Código Penal de 1863 como en el de 1924 no se avizoraba siquiera una
responsabilidad de la persona jurídica; se consideraba únicamente a la persona
natural como susceptible de imputación de la comisión de delitos. Sin embargo,
según manifiesta el profesor HURTADO POZO, en el Código Penal de 1924, ya se
habría dado la posibilidad de comprender a la persona jurídica en la comisión de
delito relacionado con la quiebra fraudulenta. En el Código penal vigente, si bien
tampoco se recoge como principio la responsabilidad de las personas jurídicas, si
se acepta de manera innovadora la aplicación de las denominadas
“consecuencias accesorias” reguladas en el artículo 105º de dicho cuerpo de
leyes, las que según la doctrina mayoritaria vendrían a ser verdaderas sanciones
penales aun cuando otros consideran que sólo son medidas de seguridad. Según
CASTRO OLAECHEA, mención especial merece la figura denominada “Actuar en
lugar de otro” regulada en el artículo 27º del Código Penal de 1991, que viene ser
una forma de hacer responsable a un sujeto por la comisión de un delito especial.
La doctrina ha asumido que esta situación por lo general recaerá en el
representante de persona jurídica quien no cumple con las condiciones especiales
que exige el tipo penal no pudiéndosele sancionar penalmente, pues de hacerlo se
vulnera el principio de legalidad, pero que materialmente ostenta una posición
preferente en la configuración del hecho. Así, se sanciona a los representantes de
las personas jurídicas, puesto que no es posible sancionar a éstas últimas en
aplicación del aforismo societas delinquere non potest. En este sentido, se
requiere de tres condiciones para responsabilizar penalmente al representante de
la persona jurídica:

i) La relación de representación, la persona que no reúna la calidad


especial de autor debe tener la calidad de órgano de representación
autorizado de una persona jurídica; esta representación incluye a la que
se ejerce de hecho.
ii) Actuar como órgano de representación o como socio representante; es
decir, el acto que da lugar a la punibilidad debe ser realizado a título de
representante y no a título personal.
iii) La realización del tipo penal, esto significa que el delito especial debe
ser imputable objetiva y subjetivamente al representante de la persona
jurídica, aunque los elementos especiales que fundamentan la penalidad
de este tipo no concurran en él, pero, sí en la persona jurídica
representada. Acuerdo plenario de la Corte Suprema sobre las
consecuencias accesorias aplicables a las personas jurídicas El
Acuerdo plenario Nº 7-2009/CJ-116, adoptado por el V Pleno
jurisdiccional de las Salas penales permanentes y transitorias de la
Corte Suprema, al amparo de lo dispuesto en el artículo 116° del Texto
Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, sobre el tema de
la Persona jurídica y consecuencias accesorias, da luces interesantes
sobre el avance de la tendencia jurisprudencial, respecto de la
responsabilidad penal de las personas jurídicas en nuestro país. Los
fundamentos vinculantes contenidos en dicho Acuerdo resultan
ilustrativos respecto de la interpretación de los artículos 104º y 105º del
Código Penal:

Si bien subsiste un delineado debate en la doctrina nacional sobre el concepto y la


naturaleza que corresponde asignar a esta modalidad de las consecuencias
accesorias, su estructura, operatividad, presupuestos y efectos permiten calificar a
las mismas como sanciones penales especiales. En primer lugar, porque la
legitimidad de su aplicación demanda que las personas jurídicas sean declaradas
judicialmente como involucradas -desde su actividad, administración u
organización- con la ejecución, favorecimiento u ocultamiento de un hecho
punible, sobre todo por activos y criminógenos defectos de organización o de
deficiente administración de riesgos. Y, en segundo lugar, porque su imposición
produce consecuencias negativas que se expresan en la privación o restricción de
derechos y facultades de la persona jurídica al extremo que pueden producir su
disolución.

Es pertinente distinguir que este tipo de sanciones penales no son penas


accesorias como la de inhabilitación que define el artículo 39º CP. No son, pues,
un complemento dependiente o accesorio a una pena principal que se imponga al
autor del delito. Su calidad accesoria, vicaria o paralela deriva, más bien, de un
requisito o condición esencial que implícitamente exige la ley para su aplicación
judicial, cual es la necesaria identificación y sanción penal de una persona natural
como autora del hecho punible en el que también resulta conectada, por distintos y
alternativos niveles de imputación, un ente colectivo. Se trataría, pues, de una
especie de exigencia normativa que opera como una condición objetiva de
imposición de consecuencias accesorias.

Alcances y limitaciones del artículo 105º CP.

Del citado artículo es posible señalar que el Juez debe imponer consecuencias
accesorias siempre que se verifique en el caso concreto, cuando menos, lo
siguiente:

A. Que se haya cometido un hecho punible o delito.

B. Que la persona jurídica haya servido para la realización, favorecimiento o


encubrimiento del delito.
C. Que se haya condenado penalmente al autor, físico y específico, del delito.
Ahora bien, en dicha norma coexisten cuatro clases de consecuencias accesorias
que el juez penal puede imponer a una persona jurídica. Cada una de las cuales
tiene distinta configuración y efectividad. Resulta, por tanto, necesario identificar,
seguidamente, sus principales características y funciones.

Las consecuencias jurídicas previstas en el citado artículo 105° CP, tienen las
siguientes características y funciones:

A. El inciso 1) dispone la clausura temporal o definitiva de locales o


establecimientos. Es decir, regula sanciones que afectan el funcionamiento de los
ambientes físicos e inmuebles en los cuales la persona jurídica realiza sus
actividades organizacionales y operativas. Cuando la clausura sea temporal no
puede durar más de cinco años. Es importante precisar que para que proceda esta
medida el local o establecimiento tiene que haber servido para la comisión,
favorecimiento, facilitación o encubrimiento del delito.

B. El inciso 2) considera la disolución de la persona jurídica. Es la sanción más


grave que se podría imponer a un ente colectivo. Por tanto, la disolución debe de
quedar reservada, entre otros casos, para aquellos donde la propia constitución,
existencia y operatividad de la persona jurídica, la conectan siempre con hechos
punibles, situación que generalmente ocurre con las denominadas personas
jurídicas de fachada o de papel. En estas empíricamente se ha detectado no un
defecto de organización sino un evidente defecto de origen de la organización.
Pero, también, cabe disponer la disolución de la persona jurídica, en supuestos
donde se identifique una alta probabilidad de que aquella vuelva a involucrarse en
delitos o peligrosidad objetiva de la persona moral.

C. El inciso 3) regula la suspensión de actividades de la persona jurídica. Esta


sanción sólo puede ser impuesta con carácter temporal y sin exceder a dos años.
La suspensión de actividades puede ser total o parcial. Sin embargo, ella, en su
opción parcial, deberá recaer solamente sobre aquellas actividades estratégicas u
operativas específicas que se relacionaron con el delito cometido o con su modus
operandi y efectos. La suspensión total deberá justificarse por la absoluta
naturaleza ilícita del quehacer ejercido por la persona jurídica.

D. Por último, el inciso 4) contiene la prohibición de realizar actividades futuras de


aquellas que involucraron a la persona jurídica con la comisión, favorecimiento o
encubrimiento de un hecho punible. Esta modalidad de consecuencia accesoria
puede ser temporal o definitiva. En el primer caso la prohibición no puede
extenderse más allá de cinco años. Con esta sanción se afecta la operatividad
posterior al delito del ente colectivo. Tiene, pues, un claro sentido de inhabilitación
para su desempeño futuro. No obstante, el alcance de esta sanción es limitado y
especial, pues no puede extenderse hacia otras actividades no vinculadas con el
delito.

En el artículo 105º CP no existen reglas de determinación que orienten la


aplicación judicial, así como la justificación interna o externa de las decisiones
jurisdiccionales que impongan las distintas consecuencias accesorias que dicha
norma contempla. No obstante, esta limitación normativa puede ser superada, de
modo transitorio, recurriendo a la implementación judicial de los criterios
adoptados, para tal efecto, por el artículo 110° del Anteproyecto de Reforma de la
Parte General del Código Penal de la Comisión Especial Revisora creada por Ley
número 29153, en tanto en cuanto sus postulados en modo alguno son
implicantes con los establecidos por el vigente CP y constituyen reglas de
desarrollo plenamente derivadas desde los principios de lesividad,
proporcionalidad y prevención incorporados positivamente en el Título Preliminar
del Código Penal. Por tanto, corresponde utilizarlos en todo proceso de
determinación judicial, cualitativa y cuantitativa, de las consecuencias accesorias
que deban imponerse en un caso concreto. Tales criterios son los siguientes:

A. Prevenir la continuidad de la utilización de la persona jurídica en actividades


delictivas.

B. La modalidad y la motivación de la utilización de la persona jurídica en el hecho


punible.

C. La gravedad del hecho punible realizado

D. La extensión del daño o peligro causado.

E. El beneficio económico obtenido con el delito.

F. La reparación espontánea de las consecuencias dañosas del hecho punible.

G. La finalidad real de la organización, actividades, recursos o establecimientos de


la persona jurídica.

H. La disolución de la persona jurídica se aplicará siempre que resulte evidente


que ella fue constituida y operó sólo para favorecer, facilitar o encubrir actividades
delictivas.

Es pertinente destacar que por su naturaleza sancionadora, las consecuencias


accesorias imponen que su aplicación judicial observe, también, con justificada
racionalidad, las exigencias generales que derivan del principio de
proporcionalidad concreta o de prohibición del exceso. En tal sentido, el órgano
jurisdiccional deberá evaluar en cada caso la necesidad especial de aplicar una
consecuencia accesoria en los niveles de equidad cualitativa y cuantitativa que
correspondan estrictamente a las circunstancias del suceso sub judice y según los
criterios de determinación anteriormente detallados. Ello implica, pues, que
excepcionalmente, el Juez puede decidir omitir la aplicación de tales sanciones a
una persona jurídica cuando lo intrascendente del nivel de intervención e
involucramiento del ente colectivo en el hecho punible o en su facilitación o
encubrimiento, hagan notoriamente desproporcionada su imposición. Por lo
demás, cabe recordar que estas opciones jurisdiccionales no son ajenas a nuestra
legislación vigente y se expresan normativamente en el sentido y función del
artículo 68° del Código Penal, al tratar de la exención de pena. No obstante, es de
demandar siempre que esta clase de decisiones sean consecuencia de un
riguroso análisis fáctico y normativo, y que ellas sean motivadas de manera
específica y suficiente.

En el artículo 105º CP también se incluyen salvaguardas a favor de los derechos


de terceros: trabajadores y acreedores, los que pudieran resultar afectados con la
imposición de consecuencias accesorias a la persona jurídica. Por consiguiente, el
Juez está autorizado por dicha norma para disponer, ante la autoridad
competente, la intervención del ente colectivo sancionado hasta por dos años. Con
esta medida se procura controlar o paliar los efectos transpersonales que,
necesariamente, producirán la aplicación de una o más consecuencias accesorias,
sobre el patrimonio o la estabilidad laboral de personas ajenas al quehacer ilegal
de la persona jurídica o de sus órganos de gestión. Sin embargo, esta posibilidad
de promover la intervención, por su propia naturaleza y operatividad, sólo debe
utilizarse cuando se impongan consecuencias accesorias de efectividad temporal
como la clausura de locales o la suspensión o prohibición de actividades.
Finalmente, el artículo 105º CP, en su último párrafo, declara que la imposición de
consecuencias accesorias no será afectada o mediatizada por acciones
fraudulentas u encubridoras, dirigidas maliciosamente a la frustración de la
decisión judicial como “El cambio de la razón social, la personería jurídica o la
reorganización societaria,…”.

2.3. Consecuencias accesorias, persona jurídica y proceso penal.


En el ámbito procesal toca delinear las garantías y los procedimientos que deben
viabilizar la aplicación judicial de consecuencias accesorias a una persona jurídica.
En este espacio debe definirse el procedimiento más idóneo que asegure, con
puntual observancia de los principios y garantías procesales constitucionalmente
relevantes, la presencia y la intervención en un proceso penal del ente colectivo;
así como la identificación de las partes legitimadas y de las características
fundamentales de una dinámica contradictoria que sea idónea para debatir, sin
mengua de las garantías del debido proceso, tutela jurisdiccional, defensa
procesal y presunción de inocencia, la relevancia penal de la concreta intervención
de una persona jurídica en el hecho sub judice. En algunos sistemas jurídicos
extranjeros es también la legislación material la que demanda la habilitación de
este escenario procesal. Así, por ejemplo, en España el artículo 129º del Código
Penal advierte que las consecuencias accesorias aplicables a una persona jurídica
requieren de una audiencia previa donde ella pueda alegar, a través de sus
representantes legitimados, lo que le sea favorable (“El Juez o Tribunal, en los
supuestos previstos en este Código, y previa audiencia de los titulares o de sus
representantes legales, podrá imponer, motivadamente, las siguientes
consecuencias”).

En lo que atañe a nuestro sistema jurídico las consecuencias accesorias, por su


efectividad sancionadora, deben, también, aplicarse en el marco de un proceso
penal con todas las garantías. La persona jurídica, entonces, tiene que ser
emplazada y comparecer ante la autoridad judicial por su apoderado judicial con
absoluta capacidad para ejercer plenamente el conjunto de los derechos que
dimanan de las garantías de defensa procesal derecho de conocimiento de los
cargos, de asistencia letrada, de defensa material o autodefensa, de no
autoincriminación y al silencio, de prueba, de alegación, y de impugnación- y de
tutela jurisdiccional en especial, derecho a una resolución fundada y congruente
basada en el derecho objetivo y derecho a los recursos legalmente previstos. Con
tal efecto, la persona jurídica deberá ser comprendida expresamente en sede de
instrucción en una resolución judicial de imputación en el auto de apertura de
instrucción o en un auto ampliatorio o complementario-, circunscripta a la posible
aplicación de consecuencias accesorias, ello sin perjuicio de que
concurrentemente pueda haber sido pasible de una imputación en el proceso civil
acumulado como tercero civil. Es evidente que nadie puede ser acusado, sin antes
haber sido comprendido como procesado o sujeto pasivo del proceso, a fin de que
esté en condiciones razonables de ejercer el conjunto de derechos necesarios
para afirmar su pretensión defensiva o resistencia: derecho a ser oído, a probar e
intervenir en la actividad de investigación y de prueba, a alegar sobre los
resultados de aquella actividad, y a impugnar. Al respecto, el NCPP ya considera a
la persona jurídica como un nuevo sujeto pasivo del proceso penal en el Titulo III,
de la Sección IV, del Libro Primero. Pero ya no para afrontar únicamente
eventuales responsabilidades indemnizatorias, directas o subsidiarias, sino para
enfrentar imputaciones directas o acumulativas sobre la realización de un hecho
punible y que pueden concluir con la aplicación sobre ella de una sanción penal en
su modalidad especial de consecuencia accesoria. Esta orientación legislativa,
además, dispone, para todo ello, la realización de un proceso penal de corte
unitario que comprenderá tanto a personas naturales como jurídicas, aunque con
formulación de cargos y requerimientos diferenciados en atención a la naturaleza
particular del sujeto imputado y de las necesidades específicas del thema
probandum que le conciernen.

En el NCPP las normas relativas a la persona jurídica y a su rol en el proceso


penal se encuentran comprendidas entre los artículos 90º/93º. Cada una de estas
normas legisla aspectos específicos vinculados con la capacidad procesal, los
derechos y garantías reconocidos a las personas jurídicas, así como sobre la
actividad procesal que estas pueden desplegar.

La morfología y función de tales disposiciones es la siguiente:

A. El artículo 90º NCPP identifica a las personas jurídicas que pueden ser partes
procesales y objeto de emplazamiento por la autoridad judicial. En él se fijan los
presupuestos necesarios para el emplazamiento y la incorporación formal de una
persona jurídica en un proceso penal. Al respecto, el presupuesto esencial que
exige dicha norma se refiere a la aplicación potencial sobre el ente colectivo de
alguna de las consecuencias accesorias que contemplan los artículos 104º y l05º
CP. Esta disposición también concede al Fiscal legitimación exclusiva para
requerir ante la autoridad judicial dicho emplazamiento e incorporación procesal.
Tal norma, por lo demás, no obsta a que, respecto del artículo 104° CP y en sus
estrictos marcos, el actor civil tenga legitimación activa conforme a la
concordancia de los artículos 11°, 104° y 105° NCPP.

B. El artículo 91º NCPP disciplina la oportunidad y la tramitación del


emplazamiento e incorporación procesal de la persona jurídica como parte
procesal. Esta norma señala que la solicitud de emplazamiento del Fiscal se debe
formular ante el Juez de la Investigación Preparatoria, luego de comunicarle su
decisión formal de continuar con las investigaciones y hasta antes de que se
declare concluida la investigación preparatoria. En este artículo se detallan
también los datos básicos de identificación que deberá contener la solicitud fiscal y
que son los siguientes:

(i) La identificación de la persona jurídica (razón social, naturaleza,


etcétera).
(ii) El domicilio de la persona jurídica (sede matriz o filiales).

La solicitud, además, debe señalar, de modo circunstanciado, los hechos que


relacionan a la persona jurídica con el delito materia de investigación. Por tanto, se
debe referir la cadena de atribución que la conecta con acciones de facilitación,
favorecimiento o encubrimiento del hecho punible. Y, en base a todo ello, se tiene
que realizar la fundamentación jurídica que justifique incluir al ente colectivo en el
proceso. La tramitación que deberá darse a la solicitud será la misma que detalla
el artículo 8º NCPP para el caso de las cuestiones previas, cuestiones
prejudiciales y excepciones.

El artículo 92º NCPP trata de la representación procesal de la persona jurídica. La


norma establece que el órgano social de la persona jurídica debe designar un
apoderado judicial. Sin embargo, se excluye de dicho rol a toda persona natural
que esté comprendida en la misma investigación y bajo la imputación de los
mismos hechos que determinaron el emplazamiento y la incorporación procesal de
la persona jurídica. La norma dispone, además, un plazo de cinco días para que el
órgano social de la persona jurídica cumpla con designar al apoderado judicial. Si
al vencimiento de dicho plazo no se hubiera realizado tal designación la hará el
Juez de la Investigación Preparatoria.

En el artículo 93º NCPP se detalla los derechos y garantías procesales que se


reconocen a la persona jurídica dentro del proceso penal. Al respecto, se reconoce
a la persona jurídica procesada, en tanto resulten compatibles con su naturaleza,
los mismos derechos y garantías que corresponden, en un debido proceso legal, a
toda persona natural que tiene la condición de imputado. Principalmente, el
derecho a una defensa activa, a la posibilidad de contradicción procesal, a la
impugnación dentro de la ley de toda resolución que la cause gravamen.

El apartado 2 del artículo 93º NCPP regula una situación especial de contumacia o
rebeldía de la persona jurídica procesada la cual, sin embargo, en ningún caso,
puede generar que se afecte o suspenda la continuación del proceso.

La vigencia escalonada del NCPP en el país, como se ha destacado, limita la


utilidad de las normas procesales alusivas a la persona jurídica y, por ende,
dificulta la aplicación judicial de las consecuencias accesorias en muchos Distritos
Judiciales. Por tal razón y tomando en cuenta las reglas y el procedimiento fijado
por aquel para dicha finalidad, corresponde postular un conjunto de criterios
operativos en aplicación directa de los principios procesales de contradicción,
igualdad de armas y acusatorio, conforme a lo dispuesto, en lo pertinente en el
artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil, aplicable
supletoriamente al proceso penal, a cuyo efecto se tendrá en consideración, en
cuanto sea legalmente compatible con la estructura del ACPP, los siguientes
criterios operativos, inspirados en el NCPP:

El Fiscal Provincial ha de incluir en su denuncia formalizada o en un requerimiento


fundamentado en el curso de la etapa de instrucción a las personas jurídicas
involucradas en el hecho punible imputado, incorporando en lo procedente los
datos y contenidos a que alude el artículo 91°.1 NCPP, necesarios para su
identificación y el juicio de imputación correspondiente a cargo del Juez Penal.

B. La persona jurídica denunciada ha de ser comprendida en el auto de apertura


de instrucción o en un auto ampliatorio o complementario en condición de sujeto
pasivo imputado. En esta resolución, que deberá notificársele a la citada persona
jurídica, el Juez Penal dispondrá que ella designe un apoderado judicial en iguales
términos que los referidos en el artículo 92° NCPP.

La persona jurídica procesada tiene, en lo pertinente, los mismos derechos y


garantías que la ley vigente concede a la persona del imputado durante la
instrucción y el juicio oral.

La acusación fiscal, si correspondiere, debe pronunciarse específicamente acerca


de la responsabilidad de la persona jurídica. En su caso, solicitará motivadamente
la aplicación específica de las consecuencias accesorias que corresponda aplicar
a la persona jurídica por su vinculación con el hecho punible cometido. En todo
caso, corresponderá al órgano jurisdiccional el control de la acusación fiscal en
orden a la intervención en el juicio oral de la persona jurídica.

La persona jurídica deberá ser emplazada con el auto de enjuiciamiento, pero su


inasistencia no impide la continuación del juicio oral. El Juez o Sala Penal
competente, de ser el caso, impondrá la consecuencia accesoria que resulte
pertinente al caso con la debida fundamentación o la absolverá de los cargos.
Rige en estos casos el principio acusatorio y el principio de congruencia procesal o
correlación.”

Finalmente, las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de


Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional, por unanimidad, y de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 116° del Texto Único Ordenado de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, acordaron establecer como doctrina legal, los
criterios expuestos en los fundamentos jurídicos 11° al 22° que anteceden;
precisando que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina legal antes
mencionada deben ser invocados por los jueces de todas las instancias judiciales,
sin perjuicio de la excepción que estipula el segundo párrafo del artículo 22° de la
LOPJ, aplicable extensivamente a los Acuerdos Plenarios dictados al amparo del
artículo 116° del citado estatuto orgánico.

2.4. Régimen general de la responsabilidad penal de las personas


jurídicas en la Legislación de España
En España el primer intento por lograr la positivización de esta figura en su
ordenamiento Jurídico se presenta con la Ley Orgánica 10 de 1995, la cual
consagro un capítulo de consecuencias accesorias:

“Artículo 129: 1. En caso de delitos o faltas cometidos en el seno, con la


colaboración, a través o por medio de empresas, organizaciones, grupos o
cualquier otra clase de entidades o agrupaciones de personas que, por carecer de
personalidad jurídica, no estén comprendidas en el artículo 31 bis de este Código,
el Juez o Tribunal podrá imponer motivadamente a dichas empresas,
organizaciones, grupos, entidades o agrupaciones una o varias consecuencias
accesorias a la pena que corresponda al autor del delito, con el contenido previsto
en los apartados c) a g) del artículo 33.7. Podrá también acordar la prohibición
definitiva de llevar a cabo cualquier actividad, aunque sea lícita.

2. Las consecuencias accesorias a las que se refiere en el apartado anterior sólo


podrán aplicarse a las empresas, organizaciones, grupos o entidades o
agrupaciones en él mencionados cuando este Código lo prevea expresamente, o
cuando se trate de alguno de los delitos o faltas por los que el mismo permite
exigir responsabilidad penal a las personas jurídicas.”

Luego encontramos la consagración de un sistema penal de responsabilidad de


las personas jurídicas en el ordenamiento español, con las Leyes Orgánicas 5 de
2010 y 3 de 2011 siendo totalmente eliminado el principio Societas delinquere non
potest y creando un conjunto legal el cual contempla elementos relevantes como
el hecho de que las personas jurídicas son penalmente responsables por los
delitos que sean cometidos a nombre o cuenta de las mismas, así también por el
actuar delictuoso de sus representantes legales y administradores.

Igualmente, contempla la responsabilidad frente a los subalternos en el caso de


que se haya omitido por parte de la sociedad el debido control sobre estos, todo
esto es independiente a la individualización o ejercicio de la acción penal en contra
la persona física.

La ley penal establece también atenuantes de la responsabilidad penal para los


sujetos morales como el confesar o denunciar el delito antes de que se inicie el
proceso judicial, el colaborar en la investigación, la reparación o disminución del
daño provocado antes de juicio oral.

Por otro lado, este régimen de responsabilidad no es aplicable a personas


jurídicas de derecho público, ni a partidos políticos o sindicatos, ni sociedades que
ejecuten políticas públicas o prestación de servicios de interés general. Las
sanciones que contempla la legislación van desde la multa hasta la disolución de
la persona jurídica, suspensión de actividades por un plazo máximo de cinco años,
clausura de locales y establecimientos por el mismo plazo, prohibición de realizar
en el futuro las actividades las cuales hallan servido a la comisión, favorecimiento
o encubrimiento del delito. Finalmente, en torno a las causales de extinción de la
responsabilidad penal, están establecidas en el Artículo 130 de la ley 5ª y además,
la transformación, fusión, absorción o escisión de una persona jurídica no
extinguen la mencionada responsabilidad sino que, por el contrario, se entiende
extendida a la entidad o entidades resultantes.2

Veinte . Se modifica el artículo 31 bis, que queda redactado como sigue:

«1. En los supuestos previstos en este Código, las personas jurídicas serán
penalmente responsables:

a) De los delitos cometidos en nombre o por cuenta de las mismas, y en su


beneficio directo o indirecto, por sus representantes legales o por aquellos que
actuando individualmente o como integrantes de un órgano de la persona jurídica,
están autorizados para tomar decisiones en nombre de la persona jurídica u
ostentan facultades de organización y control dentro de la misma.

b) De los delitos cometidos, en el ejercicio de actividades sociales y por cuenta y


en beneficio directo o indirecto de las mismas, por quienes, estando sometidos a
la autoridad de las personas físicas mencionadas en el párrafo anterior, han
podido realizar los hechos por haberse incumplido gravemente por aquéllos los
deberes de supervisión, vigilancia y control de su actividad atendidas las concretas
circunstancias del caso.

2. Si el delito fuere cometido por las personas indicadas en la letra a) del apartado
anterior, la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si se cumplen
las siguientes condiciones:

1.ª el órgano de administración ha adoptado y ejecutado con eficacia, antes de la


comisión del delito, modelos de organización y gestión que incluyen las medidas
de vigilancia y control idóneas para prevenir delitos de la misma naturaleza o para
reducir de forma significativa el riesgo de su comisión;

2.ª la supervisión del funcionamiento y del cumplimiento del modelo de prevención


implantado ha sido confiada a un órgano de la persona jurídica con poderes
autónomos de iniciativa y de control o que tenga encomendada legalmente la
función de supervisar la eficacia de los controles internos de la persona jurídica;

3.ª los autores individuales han cometido el delito eludiendo fraudulentamente los
modelos de organización y de prevención y

4.ª no se ha producido una omisión o un ejercicio insuficiente de sus funciones de


supervisión, vigilancia y control por parte del órgano al que se refiere la condición
2.ª

2
Revista Jurídica “Configuración de la responsabilidad penal en las personas jurídicas”, pág. 147/148
En los casos en los que las anteriores circunstancias solamente puedan ser objeto
de acreditación parcial, esta circunstancia será valorada a los efectos de
atenuación de la pena.

3. En las personas jurídicas de pequeñas dimensiones, las funciones de


supervisión a que se refiere la condición 2.ª del apartado 2 podrán ser asumidas
directamente por el órgano de administración. A estos efectos, son personas
jurídicas de pequeñas dimensiones aquéllas que, según la legislación aplicable,
estén autorizadas a presentar cuenta de pérdidas y ganancias abreviada.

4. Si el delito fuera cometido por las personas indicadas en la letra b) del apartado
1, la persona jurídica quedará exenta de responsabilidad si, antes de la comisión
del delito, ha adoptado y ejecutado eficazmente un modelo de organización y
gestión que resulte adecuado para prevenir delitos de la naturaleza del que fue
cometido o para reducir de forma significativa el riesgo de su comisión.

En este caso resultará igualmente aplicable la atenuación prevista en el párrafo


segundo del apartado 2 de este artículo.

5. Los modelos de organización y gestión a que se refieren la condición 1.ª del


apartado 2 y el apartado anterior deberán cumplir los siguientes requisitos:

1.º Identificarán las actividades en cuyo ámbito puedan ser cometidos los delitos
que deben ser prevenidos.

2.º Establecerán los protocolos o procedimientos que concreten el proceso de


formación de la voluntad de la persona jurídica, de adopción de decisiones y de
ejecución de las mismas con relación a aquéllos.

3.º Dispondrán de modelos de gestión de los recursos financieros adecuados para


impedir la comisión de los delitos que deben ser prevenidos.

4.º Impondrán la obligación de informar de posibles riesgos e incumplimientos al


organismo encargado de vigilar el funcionamiento y observancia del modelo de
prevención.

5.º Establecerán un sistema disciplinario que sancione adecuadamente el


incumplimiento de las medidas que establezca el modelo.

6.º Realizarán una verificación periódica del modelo y de su eventual modificación


cuando se pongan de manifiesto infracciones relevantes de sus disposiciones, o
cuando se produzcan cambios en la organización, en la estructura de control o en
la actividad desarrollada que los hagan necesarios.»

Relaciones entre la responsabilidad personal del autor y la de la persona


jurídica
Veintiuno. Se introduce un nuevo artículo 31 ter, con el siguiente contenido:

«1. La responsabilidad penal de las personas jurídicas será exigible siempre que
se constate la comisión de un delito que haya tenido que cometerse por quien
ostente los cargos o funciones aludidas en el artículo anterior, aun cuando la
concreta persona física responsable no haya sido individualizada o no haya sido
posible dirigir el procedimiento contra ella. Cuando como consecuencia de los
mismos hechos se impusiere a ambas la pena de multa, los jueces o tribunales
modularán las respectivas cuantías, de modo que la suma resultante no sea
desproporcionada en relación con la gravedad de aquéllos.

2. La concurrencia, en las personas que materialmente hayan realizado los hechos


o en las que los hubiesen hecho posibles por no haber ejercido el debido control,
de circunstancias que afecten a la culpabilidad del acusado o agraven su
responsabilidad, o el hecho de que dichas personas hayan fallecido o se hubieren
sustraído a la acción de la justicia, no excluirá ni modificará la responsabilidad
penal de las personas jurídicas, sin perjuicio de lo que se dispone en el artículo
siguiente.»

Circunstancias atenuantes de la responsabilidad penal de las personas


jurídicas

Veintidós. Se introduce un nuevo artículo 31 quater, con el siguiente contenido:

«Sólo podrán considerarse circunstancias atenuantes de la responsabilidad penal


de las personas jurídicas haber realizado, con posterioridad a la comisión del
delito y a través de sus representantes legales, las siguientes actividades:

a) Haber procedido, antes de conocer que el procedimiento judicial se dirige contra


ella, a confesar la infracción a las autoridades.

b) Haber colaborado en la investigación del hecho aportando pruebas, en


cualquier momento del proceso, que fueran nuevas y decisivas para esclarecer las
responsabilidades penales dimanantes de los hechos.

c) Haber procedido en cualquier momento del procedimiento y con anterioridad al


juicio oral a reparar o disminuir el daño causado por el delito.

d) Haber establecido, antes del comienzo del juicio oral, medidas eficaces para
prevenir y descubrir los delitos que en el futuro pudieran cometerse con los medios
o bajo la cobertura de la persona jurídica.»

Aplicación a empresas mercantiles públicas

Veintitrés. Se introduce un nuevo artículo 31 quinquies, con el siguiente


contenido:
«1. Las disposiciones relativas a la responsabilidad penal de las personas jurídicas
no serán aplicables al Estado, a las Administraciones públicas territoriales e
institucionales, a los Organismos Reguladores, las Agencias y Entidades públicas
Empresariales, a las organizaciones internacionales de derecho público, ni a
aquellas otras que ejerzan potestades públicas de soberanía o administrativas.

2. En el caso de las Sociedades mercantiles públicas que ejecuten políticas


públicas o presten servicios de interés económico general, solamente les podrán
ser impuestas las penas previstas en las letras a) y g) del apartado 7 del artículo
33. Esta limitación no será aplicable cuando el juez o tribunal aprecie que se trata
de una forma jurídica creada por sus promotores, fundadores, administradores o
representantes con el propósito de eludir una eventual responsabilidad penal.»

Sobre el régimen de penas previstas

Treinta y dos. Se modifica la regla 2.ª del artículo 66 bis, que queda redactada
como sigue:

«2.ª Cuando las penas previstas en las letras c) a g) del apartado 7 del artículo 33
se impongan con una duración limitada, ésta no podrá exceder la duración
máxima de la pena privativa de libertad prevista para el caso de que el delito fuera
cometido por persona física.

Para la imposición de las sanciones previstas en las letras c) a g) por un plazo


superior a dos años será necesario que se dé alguna de las dos circunstancias
siguientes:

a) Que la persona jurídica sea reincidente.

b) Que la persona jurídica se utilice instrumentalmente para la comisión de ilícitos


penales. Se entenderá que se está ante este último supuesto siempre que la
actividad legal de la persona jurídica sea menos relevante que su actividad ilegal.

Cuando la responsabilidad de la persona jurídica, en los casos previstos en la letra


b) del apartado 1 del artículo 31 bis, derive de un incumplimiento de los deberes
de supervisión, vigilancia y control que no tenga carácter grave, estas penas
tendrán en todo caso una duración máxima de dos años.

Para la imposición con carácter permanente de las sanciones previstas en las


letras b) y e), y para la imposición por un plazo superior a cinco años de las
previstas en las letras e) y f) del apartado 7 del artículo 33, será necesario que se
dé alguna de las dos circunstancias siguientes:

a) Que se esté ante el supuesto de hecho previsto en la regla 5.ª del apartado 1
del artículo 66.
b) Que la persona jurídica se utilice instrumentalmente para la comisión de ilícitos
penales. Se entenderá que se está ante este último supuesto siempre que la
actividad legal de la persona jurídica sea menos relevante que su actividad ilegal.»

Penas aplicables a las personas jurídicas

Artículo 33 del Código Penal

7. Las penas aplicables a las personas jurídicas, que tienen todas la


consideración de graves, son las siguientes:

a) Multa por cuotas o proporcional.

b) Disolución de la persona jurídica. La disolución producirá la pérdida definitiva de


su personalidad jurídica, así como la de su capacidad de actuar de cualquier modo
en el tráfico jurídico, o llevar a cabo cualquier clase de actividad, aunque sea lícita.

c) Suspensión de sus actividades por un plazo que no podrá exceder de cinco


años.

d) Clausura de sus locales y establecimientos por un plazo que no podrá exceder


de cinco años.

e) Prohibición de realizar en el futuro las actividades en cuyo ejercicio se haya


cometido, favorecido o encubierto el delito. Esta prohibición podrá ser temporal o
definitiva. Si fuere temporal, el plazo no podrá exceder de quince años.

f) Inhabilitación para obtener subvenciones y ayudas públicas, para contratar con


el sector público y para gozar de beneficios e incentivos fiscales o de la Seguridad
Social, por un plazo que no podrá exceder de quince años.

g) Intervención judicial para salvaguardar los derechos de los trabajadores o de


los acreedores por el tiempo que se estime necesario, que no podrá exceder de
cinco años.

La intervención podrá afectar a la totalidad de la organización o limitarse a alguna


de sus instalaciones, secciones o unidades de negocio. El Juez o Tribunal, en la
sentencia o, posteriormente, mediante auto, determinará exactamente el contenido
de la intervención y determinará quién se hará cargo de la intervención y en qué
plazos deberá realizar informes de seguimiento para el órgano judicial. La
intervención se podrá modificar o suspender en todo momento previo informe del
interventor y del Ministerio Fiscal. El interventor tendrá derecho a acceder a todas
las instalaciones y locales de la empresa o persona jurídica y a recibir cuanta
información estime necesaria para el ejercicio de sus funciones.
Reglamentariamente se determinarán los aspectos relacionados con el ejercicio
de la función de interventor, como la retribución o la cualificación necesaria.
La clausura temporal de los locales o establecimientos, la suspensión de las
actividades sociales y la intervención judicial podrán ser acordadas también por el
Juez Instructor como medida cautelar durante la instrucción de la causa.

Artículo 34

No se reputarán penas:

1. La detención y prisión preventiva y las demás medidas cautelares de naturaleza


penal.

2. Las multas y demás correcciones que, en uso de atribuciones gubernativas o


disciplinarias, se impongan a los subordinados o administrados.

3. Las privaciones de derechos y las sanciones reparadoras que establezcan las


leyes civiles o administrativas.

Delitos aplicables a la responsabilidad penal de las personas jurídicas

La responsabilidad penal es exigible a una persona jurídica respecto de


los delitos tasados que están expresamente declarados en las disposiciones
del Libro II del Código Penal

o Trata de seres humanos

o Tráfico / trasplante ilegal de órganos humanos

o Delitos relativos a la prostitución y la corrupción de menores

o Descubrimiento y revelación de secretos

o Estafa

o Insolvencias punibles

o Daños informáticos

o Delitos contra la propiedad intelectual e industrial, al mercado y a los


consumidores

o Blanqueo de capitales

o Delitos contra la Hacienda Pública y contra la Seguridad Social

o Tráfico ilegal /inmigración clandestina de personas


o Delitos contra la ordenación del territorio

o Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente

o Establecimiento de depósitos o vertederos tóxicos

o Delitos relativos a la energía nuclear y a las radiaciones ionizantes

o Delitos de riesgo provocados por explosivos

o Delitos contra la salud pública :tráfico de drogas

o Falsificación : tarjetas de crédito y débito y cheques de viaje

o Cohecho

o Tráfico de influencias

o Corrupción en las transacciones comerciales internacionales

o Financiamiento del terrorismo

o Contrabando en las condiciones previstas en el artículo 2.6 de la Ley Orgánica


6/2011 por relación al 31 bis del Código penal. 3

LA RESPONSABILIDAD PENAL DE LA PERSONA JURIDICA EN EL


DERECHO CHILENO

1. Historia de la Ley Nº 20.393

A modo de sistematización, se procederá con una descripción de los aspectos


más relevantes, para efectos de este trabajo, respecto de lo que fue la discusión
doctrinaria y parlamentaria, provocada por la tramitación de la Ley Nº 20.393, que
establece la responsabilidad penal de las personas jurídicas en los delitos de
lavado de activos, financiamiento del terrorismo y cohecho.

Cabe hacer presente, que la discusión del proyecto de ley presentado por el Poder
Ejecutivo a la Cámara de Diputados, en Marzo de 2009, tomó alrededor de 7
meses, siendo finalmente promulgado el 25 de Noviembre de 2009 y
consecuentemente publicado el 2 de Diciembre de 2009, entrando
inmediatamente en vigor dentro de nuestro ordenamiento jurídico. Como se puede

3
Ley Orgánica 1/2015 que reforma el Código Penal Español (Ley orgánica 10/1995)
constatar a través de las fechas indicadas, la tramitación de la presente ley fue,
por decir lo menos, breve.

Las motivaciones y fundamentos de fondo para aprobar esta norma en tiempo


record, obedecen, como se verá, al cumplimiento de compromisos internacionales,
más que al diagnóstico hecho por parte de nuestro legislador de necesitar una
política criminal especial respecto de la incidencia delictiva de las empresas en
nuestra sociedad.

2. Contexto Nacional

La tendencia jurídica internacional ha estado fuertemente marcada por la


discusión -a nivel doctrinario y legislativo- acerca de la legitimidad de
responsabilizar penalmente a las personas jurídicas. Como hemos afirmado
anteriormente, el contexto nacional e internacional actual, en donde las personas
jurídicas ocupan un lugar preponderante en el desarrollo de la sociedad, ha
llevado a la inevitable consagración de esta responsabilidad, tanto en países de
tradición jurídica continental, como por ejemplo Chile, y en países de tradición
anglosajona, a saber Inglaterra, Estados Unidos o Australia, los que mucho antes
fueron capaces, de atribuir responsabilidad penal a los entes morales.

Después de largas discusiones, se llegó a la convicción de la necesidad de


responsabilizar a las personas jurídicas por hechos que producen un daño
significativo a bienes jurídicos relevantes para la sociedad. Esta necesidad político
criminal, fue esquiva en la discusión doctrinaria, y aún más en la esfera
parlamentaria nacional, pues suponía una profundo estudio dogmático, que para
muchos implicaba la renuncia a principios fuertemente arraigados dentro de
nuestro ordenamiento jurídico penal, como lo es el principio de culpabilidad, non
bis in idem y societas delinquere non potest, lo que explica que no fuera tema
de debate, hasta que los compromisos internacional suscritos por Chile, y la
presión internacional se hicieron sentir, provocando necesariamente la discusión.
Como nación en vías de desarrollo, Chile ha demostrado un fuerte interés en
permanecer a la par de los países más adelantados, enfocándose en mejorar su
imagen país. Es así, como en los últimos años, Chile suscribió y ratificó una serie
de Convenciones Internacional, entre ellas:

1) La Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción.

2) La Convención de la Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada


Trasnacional.

3) El Convenio Internacional para la Represión de la Financiación del


Terrorismo.
4) La Convención para combatir el Cohecho a Funcionarios Públicos
Extranjeros en Transacciones Comerciales Internacionales, de la
Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico.

En este contexto, uno de los aspectos fundamentales que motivaron la tramitación


de la ley Nº 20.393, fue la invitación que recibió Chile, en Mayo de 2007, para
ingresar como miembro pleno a la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE), participación que sólo se concretaría al materializar nuestro
país diversas normas impuestas como condición, a saber: la Convención para
combatir el Cohecho a Funcionario Público Extranjero, que Chile había suscrito en
Diciembre de 1997.

El interés que desató esta invitación, tiene que ver con las ventajas asociadas a la
incorporación de nuestro país como miembro pleno, las cuales se traducen en ser
partícipe directo de las acciones en apoyo al crecimiento económico, aumento del
empleo, mejoramiento de la calidad de vida, entre otros objetivos de la OCDE.
Además del impacto positivo en la imagen internacional como estado emergente,
pertenecer a este organismo, entre otras cosas, tiene especial connotación debido
a que nuestro país se presentaría como menos riesgoso y con mayor
transparencia, fomentándose con ello la inversión en Chile.

Es así como la presión internacional ejercida por la OCDE, desató la urgencia en


el establecimiento de sanciones para personas jurídicas que interviniesen en el
delito de cohecho a funcionario público extranjero en transacciones
internacionales. Específicamente era imperativo que se tomasen medidas para
establecer la responsabilidad de las personas jurídicas, a través de sanciones
efectivas, proporcionales y disuasivas, tema que evidentemente estaba pendiente
de implementar en nuestro país.

En este sentido, se explica el afán de legislar rápidamente acerca de este tema,


así es como se señala expresamente en la Historia de la ley Nº 20.393, “la
incorporación de estas normas en nuestro sistema jurídico, a través de la
presentación de esta iniciativa legal, responde precisamente al cumplimiento de
compromisos adquiridos en el ámbito internacional, los cuales consideran
expresamente el establecimiento de responsabilidad a las personas jurídicas
producto de la comisión de determinados delitos.”

Como se desprende de lo mencionado, los fundamentos de la iniciativa legislativa


acerca de responsabilizar a las personas jurídicas, se encontraban en la
satisfacción de compromisos internacionales, específicamente en el interés de ser
miembro pleno de la OCDE, cuestión que pone a nuestro país al nivel de los
desarrollados, junto al aprovechamiento de los beneficios asociados a ello. Aun
así, las primeras objeciones apuntaron hacia la evitable consagración de un
estatuto de responsabilidad penal, en atención a nuestra tradición jurídica penal y
a que de los requerimientos de la OCDE, no se desprende la necesidad de
responsabilizar penalmente a las empresas, sino solo de implementar sanciones
efectivas, proporcionales y disuasivas.

En estricto rigor y, más allá de lo ya mencionado, la ley contempla dentro de sus


objetivos específicos, que las personas jurídicas adopten medidas de auto-
regulación, logrando un equilibrio entre la libertad empresarial y los valores de
orden público. Sin embargo, aunque se acepta introducir un estatuto de
responsabilidad penal de las personas jurídicas, éste solo incluye tres delitos
considerados especialmente dañosos a nivel internacional, pero que tienen poca
incidencia práctica, no aceptándose del todo la implantación de esta
responsabilidad por considerar que vulneraría la tradición imperante en nuestro
país. Por lo tanto, actualmente, el estatuto de responsabilidad penal de las
personas jurídicas es aceptado de manera tímida y ambigua dentro de nuestro
ordenamiento jurídico.

A pesar de que la ley es clara en atribuir responsabilidad penal a los entes


morales, el catálogo acotado de delitos considerados por nuestro legislador, deja
en evidencia, la extrema timidez y cautela con la que se discutió el tema,
pretendiendo la consagración de lo justo y necesario para el cumplimiento de
compromisos internacionales, pero que en el plano nacional, se traduce en la
consagración de una ley con poco incidencia práctica. Lo anterior se evidencia,
con que a más de un año de la publicación de la ley, no se ha llevado a cabo
ningún proceso en que las personas jurídicas sean imputadas penalmente.

2.1 Discusión Doctrinaria Nacional

Para la correcta discusión del proyecto de Ley que establecía la Responsabilidad


legal de las personas jurídicas en los delitos de lavado de activos, financiamiento
del terrorismo y delitos de cohecho, se encargó un informe a la Comisión de
Constitución, Legislación y Justicia del Congreso Nacional, el cual fue elaborado,
en parte, con la postura de distintos autores nacionales, cuyas opiniones fueron
recibidas por la Comisión tanto en Primer como en Segundo Trámite
Constitucional.

A continuación, las principales posturas expuestas serán sintetizadas en términos


generales:

a. A favor de legislar sobre la Responsabilidad Penal de las personas


jurídicas:
• Clara Szczaranski Cerda: Afirma que en Chile estaba pendiente el hacerse
cargo de la responsabilidad de las personas jurídicas por sus ilícitos, ya que
se hacía responsable a los representantes legales y administradores,
atentando contra el articulo 19 Nº 3 de la Constitución que dispone que no se
podrá presumir de derecho la responsabilidad penal, respondiéndose por la
propia responsabilidad. Es por ello que las empresas deben ser responsables
por sus propios actos y no por hechos ajenos.
Respecto de la capacidad de culpa de las personas jurídicas afirma que se
delinque por acción o por omisión, y que los delitos no siempre se perpetran
de propia mano sino que también por medio de autorías mediatas, como sería
el ejecutor que actúa con dolo o aquel que lo hace por error o forzado,
conservando el autor mediato el dominio de la acción. Para la autora lo lógico
es fundar la culpabilidad penal de las personas jurídicas de un modo análogo
a la de las personas físicas.
El nivel organizacional actualmente logrado por las empresas, es el que hace
posible que éstas alcancen autónomos procesos decisorios, siendo posible
que puedan perpetrar culpablemente delitos, por ello, deben responder por
sus propias acciones. Para la autora es un privilegio injusto eximir de
responsabilidad penal a las personas jurídicas por hechos respecto de los
cuales las personas naturales serian penalmente sancionadas.
En este sentido, considera que en Chile no existen particulares dificultades
dogmáticas, el límite de la responsabilidad penal para las personas jurídicas
depende, por una parte, del plano normativo en cuanto a los deberes que le
conciernen y que el Estado le ha impuesto, y, por otra, de su calidad
organizacional e independencia, las que le permiten forjar conocimiento y
adoptar orgánicamente opciones propias en circunstancias concretas.

• Fernando Londoño Martínez: Esta ley se basaría en un sistema


proveniente de Estados Unidos, recogido por la Ley Italiana del 2001. Por lo
tanto, implica cambiar de la lógica retributiva a una lógica más preventiva, es
decir, evitar el crimen. Responsabilizar a las personas jurídicas constituye una
coacción a la autorresponsabilidad, esto es, un incentivo para la generación de
modelos idóneos de organización, a fin de actuar como un ciudadano correcto.

Afirma entre otras cosas, que la iniciativa no tendrá justificación si solamente


alcanza los delitos de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y
cohecho, por ser raramente cometido por las empresas, cree que debe
ampliarse el catálogo de delitos hacia aquellos que afectan el patrimonio del
Estado.
• Miguel Soto Piñeiro: Afirma que existen suficientes razones político
criminales para establecer la responsabilidad penal de las personas jurídicas,
especialmente necesidades preventivo criminales que no podrían satisfacerse
sin el establecimiento directo de esta responsabilidad. Se presenta a favor de
establecer una responsabilidad principal de las personas jurídicas, señalando
que es la organización la que presenta la vocación criminal y contra ella se
debe reaccionar.
En este sentido, considera apropiado el sistema de responsabilidad por el
hecho propio, que para él es el recogido en los artículos 3 y 4, a través del
mecanismo del defecto de organización. Respecto de los problemas
vinculados al principio de culpabilidad, para el autor es desaconsejable atribuir
una responsabilidad administrativa, ya que carece de la significación simbólica
de la responsabilidad penal. Asimismo está de acuerdo con no establecer un
estatuto general de responsabilidad penal de las personas jurídicas, pero si en
ampliar el catalogo a delitos en que comúnmente participan las empresas.

• Jean Pierre Matus Acuña: La ley en comento es necesaria debido a que los
instrumentos con que contaba el derecho penal, habían demostrado ser
insuficientes para contrarrestar a aquellas organizaciones que favorecían la
criminalidad, por lo que esta ley seria un primer paso para lograr disminuir los
delitos que podía cometer una organización empresarial. Para el autor, el
modelo de imputación escogido, es un sistema mixto, inspirado en el vigente
en Estados Unidos e Italia. De lo que se trata es de prevenir la comisión de
delitos, a través de programas éticos, de regulaciones básicas al interior de las
empresas, lo que se pretende no es condenarlas, sino evitar que se comentan
los delitos. En este mismo sentido, cree que los alcances de la ley son muy
reducidos. Sin embargo, cree que esta nueva legislación llevará a los
directores a esmerarse en que la sociedad no solo haga buenos negocios sino
que también no incurra en delitos.
• Jorge Bofill Genzsch: Sostuvo que la iniciativa en estudio constituía una
innovación, por lo que no estaba de acuerdo con la aseveración del Mensaje
en el sentido de que representaba la tradición jurídica del país.
El hecho de establecer un sistema de responsabilidad penal de las personas
jurídicas por los delitos de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y
cohecho, significaría la constitución de un modelo de atribución de
responsabilidad para las personas jurídicas, frente a cualquier ampliación del
catálogo que se implementara a futuro.
Aun cuando la OCDE no exige que se establezca la responsabilidad penal de
las personas jurídicas, sino un sistema que consagrara sanciones eficientes,
proporcionales y disuasivas, cree que desde una perspectiva política puede
considerarse deseable el establecimiento de un sistema de responsabilidad
penal de las empresas. Expresó que en la medida es que se consagre un
sistema que entregue no solo herramientas al Ministerio Público y a los
tribunales para sancionar, sino que, además, dote a las personas jurídicas de
posibilidades para ejercer adecuada defensa, se construirá un mecanismo
duro, pero al mismo tiempo, será un sistema que asegurará garantías al
imputado, esto es, a la persona jurídica.
• Gonzalo Medina Schultz: Si bien el autor se manifiesta desde un comienzo
a favor de la idea de legislar sobre la responsabilidad penal de las personas
jurídicas, cree que los alcances del proyecto son insuficientes.
En referencia al artículo 5º, el profesor MEDINA, es partidario de consagrar la
responsabilidad autónoma de las personas jurídicas, por ser la única forma de
frenar la “irresponsabilidad organizada de las empresas”, es por ello que estas
deben ser capaces de responder penalmente con independencia del hecho
punible cometido por las persona naturales, ya que de lo contrario significaría
dar carta blanca a las empresas para que se organicen de tal forma que fuere
imposible determinar al responsable y con ello imputarla penalmente.
Respecto al artículo 3º, señala que se consagra un doble estatuto de
responsabilidad: aquella derivada de los hechos cometidos por los directivos
de la empresa, y la de quienes trabajan supervisados al interior de ella. Para el
autor, es posible establecer una distinción en cuanto a hechos atribuibles a los
directivos, mientras para otros delitos bastaría la existencia de hechos
cometidos por los funcionarios para establecer responsabilidad penal, lo cual
en el caso chileno no es tomado en cuenta, por la pobreza del catálogo de
delitos.
Asimismo afirma, que el modelo de atribución contemplado tiene el problema
de exigir interés o provecho a favor de la empresa, lo cual puede desembocar
en que se constituyan personas jurídicas especiales para la ejecución de estos
actos. Dijo creer que establecer la responsabilidad penal de las b. En contra
de legislar sobre la Responsabilidad Penal de las personas jurídicas:

• Juan Carlos Dörr Zegers: Recordó que de acuerdo a la tradición jurídica


nacional, las sanciones aplicables a las personas jurídicas eran civiles o
administrativas, nunca penales. Por lo tanto, no era posible sancionar a quien
no fuera responsable y era de sentido común que no eran las personas
jurídicas quienes cometían los delitos, sino que las personas naturales que las
integraban. Estima que es grave que a través de esta ley se establezca la
responsabilidad penal de las personas jurídicas, transgrediéndose el principio
de que no se puede sancionar penalmente a quien no es culpable.
Esta normativa constituye una importación de esquemas jurídicos contrarios a
la idiosincrasia y experiencia Chilena, por lo que propone incorporar normas
en la leyes de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y cohecho, para
que una vez que se haya establecido la responsabilidad penal de la persona
natural, mediante sentencia, probándose que se utilizó a la persona jurídica,
esta última sea sancionada administrativamente.

• María Inés Horvitz: Sostiene que el proyecto de ley se inspira en el modelo


norteamericano, que difiere sustancialmente de nuestro sistema jurídico,
principalmente porque el principio legal no juega el mismo rol que en nuestro
medio y el principio de culpabilidad no tiene la misma significación, por lo que
el proyecto puede presentar graves dificultades. La autora es categórica en
afirmar, que este tipo de proyectos satisfacen una necesidad de carácter
simbólico y, en consecuencia, no tienen una gran aplicación práctica.
Específicamente, afirma que el proyecto plantea una responsabilidad objetiva,
en circunstancias de que en materia penal se responde en la medida que la
actuación de la personas natural sea posible imputarla, desde algún criterio de
imputación a la persona jurídica. No es aceptable, imputar responsabilidad de
un modo formal, por el solo hecho de ejercer el cargo de representante legal,
directivo o de órgano. Considera muy importante que exista una norma de
imputación individual de responsabilidad directa al órgano, al representante o
al administrador, por la cual se pueda hacer la vinculación con la persona
jurídica.
Sin embargo, en atención a nuestro sistema jurídico – penal y en
consideración al pensamiento mayoritario en nuestro medio, de que las
personas jurídicas no son capaces de responsabilidad penal, resultaría más
adecuado intentar regular un modelo de imputación o atribución individual de
responsabilidad penal de los órganos, antes que a las empresas.

• Alex van Weezel: Para el autor, la persona jurídica posee una tenue
identidad que no le permitiría resistir los embates de un proceso penal,
además de su carácter instrumental, todo lo cual se desprende de su absoluta
dependencia respecto de las decisiones que toman las personas naturales
que las administran directamente o través de otros.
El principal dilema se encuentra en que no existe una opción de compromiso
que permita considerar a la persona jurídica como sujeto penal en sentido
estricto, pues ello significa liberar de responsabilidad a la persona natural que
encarna el órgano, o bien prescindir del principio de culpabilidad. El autor
estima que la responsabilidad penal de las personas jurídicas es un cuerpo
extraño en el derecho penal chileno. El respeto al principio de culpabilidad
como principio fundamental, implica que solo será sujeto pasivo de la pena
aquel capaz de establecer una comunicación con el sistema penal, a quien el
hecho típico se le atribuye como propio, para el autor, los entes morales no
alcanzan a superar esta barrera.
Para VAN WEEZEL las penas impuestas a las personas jurídicas, deben ser:
sin identidad personal, la pena debe ser inmune incluso a la disolución de la
persona jurídica, pues de lo contrario no se podría ejecutar; además la pena
debe ser sin culpabilidad por el hecho, al menos en los casos en que la
empresa culpable no esté contenida en la persona jurídica que resulte
responsable, la pena debe ser tal, que sea susceptible de heredarse,
transmitirse o traspasarse a terceros no culpable.
En este sentido, ambas características, son para el autor, inherentes a la
sanción de las personas jurídicas, por lo que no son remediables, en definitiva,
cuando en la imposición del castigo no está presente la posibilidad de una
toma de conciencia, solo subsiste la coacción, la ingeniería social y la
protección de ciertos intereses.
A mayor abundamiento, el autor sostiene categóricamente, que la identidad
funcional de la persona jurídica no es suficiente para hacerla susceptible de
reproche penal, es más, si el derecho penal tomara enserio a la persona
jurídica, entonces la responsabilidad de ésta sería autónoma de la
responsabilidad penal de las persona naturales que encarnan sus órganos.

Se considera a las personas jurídicas, personas en sentido restringido, y al


castigarlas lo que se persigue finalmente es influir sobre las decisiones que
toman las personas naturales que las controlan, por lo tanto la pena se
confunde con la coacción. Así la cosas, para el autor la ley de responsabilidad
penal de las persona jurídicas viene a bagatelizar el instrumento más
energético con que cuenta una sociedad, este es, el derecho penal, de ahí que
la correcta solución sea instaurar un derecho administrativo de prevención del
delito en el contexto empresarial.

2.2 Texto de Ley aprobado Con fecha 2 de Diciembre de 2009.

Fue finalmente publicado en el Diario Oficial, la Ley 20.393 que consagra


expresamente la responsabilidad penal de las personas jurídicas en un catálogo
restringido de delitos, esto son, lavado de activos, financiamiento del terrorismo y
delitos de cohecho.

Es así como se pone fin a meses de discusión legislativa referente al tema, y se


continúa con mayor fuerza el debate doctrinario, pero por sobre todo, se cumple
con el objetivo principal de dar luz verde, a uno de los requisitos para que Chile
integre en calidad de miembro pleno la OCDE. La ley publicada, tiene tres títulos
con un total de 29 artículos, el primero de ellos referente a la responsabilidad
penal de las personas jurídicas, el segundo de las consecuencias de la
declaración de la responsabilidad penal de la persona jurídica y el tercero
referente al procedimiento.
A continuación, luego de expuesto el proyecto de ley presentado por el poder
Ejecutivo y las principales modificaciones efectuadas y aprobadas por el
Congreso, se transcriben los primeros 7 artículos de la ley, por ser de mayor
interés, exceptuando el artículo 4 que se refiere a los modelos de prevención de
los delitos.

"Artículo 1°.- Contenido de la ley. La presente ley regula la responsabilidad


penal de las personas jurídicas respecto de los delitos previstos en el artículo 27
de la ley Nº19.913, en el artículo 8° de la ley Nº18.314 y en los artículos 250 y 251
bis del Código Penal; el procedimiento para la investigación y establecimiento de
dicha responsabilidad penal, la determinación de las sanciones procedentes y la
ejecución de éstas.

En lo no previsto por esta ley serán aplicables, supletoriamente, las disposiciones


contenidas en el Libro I del Código Penal y el Código Procesal Penal y en las
leyes especiales señaladas en el inciso anterior, en lo que resultare pertinente.
Para los efectos de esta ley, no será aplicable lo dispuesto en el inciso segundo
del artículo 58 del Código Procesal Penal.

Artículo 2°.- Alcances. Las disposiciones de esta ley serán aplicables a las
personas jurídicas de derecho privado y a las empresas del Estado.

TÍTULO I

Responsabilidad Penal de las Personas Jurídicas

1.- De la atribución de responsabilidad penal de las personas jurídicas

Artículo 3°.- Atribución de responsabilidad penal. Las personas jurídicas serán


responsables de los delitos señalados en el artículo

1° que fueren cometidos directa e inmediatamente en su interés o para su


provecho, por sus dueños, controladores, responsables, ejecutivos principales,
representantes o quienes realicen actividades de administración y supervisión,
siempre que la comisión del delito fuere consecuencia del incumplimiento, por
parte de ésta, de los deberes de dirección y supervisión.

Bajo los mismos presupuestos del inciso anterior, serán también responsables las
personas jurídicas por los delitos cometidos por personas naturales que estén bajo
la dirección o supervisión directa de alguno de los sujetos mencionados en el
inciso anterior.

Se considerará que los deberes de dirección y supervisión se han cumplido


cuando, con anterioridad a la comisión del delito, la persona jurídica hubiere
adoptado e implementado modelos de organización, administración y supervisión
para prevenir delitos como el cometido, conforme a lo dispuesto en el artículo
siguiente. Las personas jurídicas no serán responsables en los casos que las
personas naturales indicadas en los incisos anteriores, hubieren cometido el delito
exclusivamente en ventaja propia o a favor de un tercero.

Artículo 5°.- Responsabilidad penal autónoma de la persona jurídica. La


responsabilidad de la persona jurídica será autónoma de la responsabilidad penal
de las personas naturales y subsistirá cuando, concurriendo los demás requisitos
previstos en el artículo 3°, se presente alguna de las siguientes situaciones:

1) La responsabilidad penal individual se hubiere extinguido conforme a lo


dispuesto en los numerales 1° y 6° del artículo 93 del Código Penal.

2) En el proceso penal seguido en contra de las personas naturales indicadas en


los incisos primero y segundo del artículo 3° se decretare el sobreseimiento
temporal de el o los imputados, conforme a las causales de las letras b) y c) del
artículo 252 del Código Procesal Penal. También podrá perseguirse dicha
responsabilidad cuando, habiéndose acreditado la existencia de alguno de los
delitos del artículo 1° y concurriendo los demás requisitos previstos en el artículo
3°, no haya sido posible establecer la participación de el o los responsables
individuales, siempre y cuando en el proceso respectivo se demostrare
fehacientemente que el delito debió necesariamente ser cometido dentro del
ámbito de funciones y atribuciones propias de las personas señaladas en el inciso
primero del mencionado artículo 3°.

2.- De las circunstancias que atenúan la responsabilidad penal de la persona


jurídica.

Artículo 6°.- Circunstancias atenuantes. Serán circunstancias atenuantes de la


responsabilidad penal de la persona jurídica, las siguientes:

1) La prevista en el número 7° del artículo 11 del Código Penal.

2) La prevista en el número 9° del artículo 11 del Código Penal. Se entenderá


especialmente que la persona jurídica colabora sustancialmente cuando, en
cualquier estado de la investigación o del procedimiento judicial, sus
representantes legales hayan puesto, antes de conocer que el procedimiento
judicial se dirige contra ella, el hecho punible en conocimiento de las autoridades o
aportado antecedentes para establecer los hechos investigados.

3) La adopción por parte de la persona jurídica, antes del comienzo del juicio, de
medidas eficaces para prevenir la reiteración de la misma clase de delitos objeto
de la investigación. 166
3.- De las circunstancias que agravan la responsabilidad penal.

Artículo 7°.- Circunstancia agravante. Es circunstancia agravante de la


responsabilidad penal de la persona jurídica, el haber sido condenada, dentro de
los cinco años anteriores, por el mismo delito”

3. Sujetos capaces de hacer atribuir responsabilidad penal al ente moral

Como se mencionó, el artículo 3º considera dos tipos de personas físicas como


posibles autoras del hecho anti-jurídico: en un primer momento a aquellos que
están en cargos de poder, y luego -en el inciso 2- a los trabajadores que se
encuentran bajo la directa supervisión o dirección de los primeros. Llama la
atención, que si lo que se pretendía era emular el modelo impuesto en la
legislación italiana219, no se tomara en cuenta la distinción que ésta hace, en
relación a la creación de dos subsistemas de imputación, dependiendo si el delito
era cometido por aquellos que supervisan, o por los supervisados. Lo que se
busca, como se mencionó en el apartado referente al tema220, es que aquellos
que se encuentran en cargos de dirección y supervisión se hallen fuertemente
incentivados a implementar los modelos de prevención, ya que solo así, podrán
llegar a eximirse de responsabilidad penal ante un eventual delito. El modelo
italiano entiende que depende de quienes están en altas posiciones dentro de la
compañía, la creación e implementación de los modelos de prevención, y no de
los trabajadores que se encuentran subordinados, de ahí la distinción. Sin
embargo, volviendo a nuestro articulo 3º, esta diferenciación no se encuentra
presente, fundamentalmente por lo restringido del catálogo de delitos, ante lo cual
- podría justificarse así - es posible no profundizar en las distintas formas de
imputación. Lo cierto es, que dentro de la historia de la ley Nº 20.393, aquello no
fue materia de debate, concentrándose a ejecutivos y trabajadores en un mismo
artículo. Otro aspecto relacionado a destacar, es que no está lo suficientemente
claro en qué momento se corta la cadena de responsabilidades. En otras palabras:
pensemos en aquel supervisor a cargo de una sucursal de menor importancia
dentro de la empresa, ¿es igualmente capaz de traspasar su responsabilidad a la
empresa, que el gerente general de ésta?; ¿será la empresa responsable
penalmente por el delito cometido por este administrador? Parece ser que la
respuesta a esta interrogante, se encuentra en el mismo artículo 3º el cual, como
mencionamos anteriormente, no hace distinción entre el delito cometido por una
persona física en un alto cargo de administración y supervisión, y aquella
subordinada, de ahí que para la ley, todo aquél que trabaje en la entidad es
potencialmente capaz de hacer atribuir responsabilidad penal a la persona jurídica,
siempre y cuando se den los demás presupuestos de imputación. Es decir, frente
a las interrogantes plateadas, es dable concluir que el supervisor de menor rango
dentro de una empresa, es igualmente capaz de hacer atribuir responsabilidad
penal al ente moral, que el gerente general de ésta. En este mismo sentido
HERNÁNDEZ BASUALTO afirma: “la ley chilena establece un circulo amplio de
sujetos relacionados, no circunscrito a los órganos directivos, en tanto que, si bien
hace la distinción entre éstos y el personal subordinado, no establece un régimen
diferente para los delitos cometidos por una u otra categoría de sujetos.”

Fuentes Bibliográficas
 Ley Orgánica 1/2015 que reforma el Código Penal Español (Ley orgánica 10/1995)
 Revista Jurídica “Configuración de la responsabilidad penal en las personas jurídicas”
 Nelly Castro Olaechea, Responsabilidad penal de las personas jurídicas
 Gómez C. Marisol; Lichtemberg B. Constanza “Responsabilidad penal de las personas
jurídicas : confrontación y análisis de los modelos de imputación en Chile y el derecho
comparado”

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