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LA SORDICA
Resumen.
Mientras realizan la faena, el labrador Selmo se encuentra sediento porque sus
compañeros han terminado el agua y el sol golpea con fuerza. Espera con ansias que
alguien les traiga agua. Entonces aparece la sordica, que trae los cántaros llenos de la
fuente. Como si adivinara su necesidad, la muchacha se dirige en primer lugar a
Anselmo, quien sacia de sed. Después a la vuelta, el jornalero habla con la mujer y le
confiesa que se ha enamorado de ella.
Comentario.
Nos encontramos ante un texto narrativo escrito por Emilia Pardo Bazán y
titulado “La Sordica”. Es una narración porque se reta una sucesión de hechos
desarrollados por unos personajes en un espacio y tiempo determinados.
Dentro de los rasgos pragmáticos, hay que destacar inicialmente que predomina
la función del lenguaje referencial, pues en principio interesan los hechos. Se aprecia,
además, la presencia de la función del lenguaje estética o poética, especialmente en los
múltiples embellecimientos de las descripciones hechas mediante el abuso del adjetivo:
“languidecen y se agostan aprisa las amapolas sangrientas y la manzanilla de acre
perfume” (L. 11-12). En la narración el emisor se proyecta en el texto en la figura de un
narrador, que es la voz que cuenta los hechos. En este caso, el narrador está ausente del
discurso narrativo, pues no encontramos referencias al mismo en el discurso. Tampoco
aparecen apelaciones al lector ni al narratario en este fragmento. Respecto a la
verosimilitud, cabe destacar que el relato cumple con los principios de verosimilitud,
puesto que la actuación de los personajes es coherente con su condición de labradores
analfabetos, aspecto que se aprecia incluso en los vulgarismo del habla.
Estructuralmente, debe indicarse que el relato posee tres partes diferenciadas:
planteamiento, nudo y desenlace. El planteamiento es el que presenta el espacio y los
personajes: el trabajo en el campo y la sed de Anselmo. En este caso ocupa las ocho
primeras líneas, hasta “apurado” (L. 8). Seguidamente, aparece el nudo, en el cual se
desarrolla la trama: la venida de la Sordica con el agua, saciando la sed de Anselmo. En
este caos ocupa hasta la línea 33, hasta “sollozo” (L. 33). Finalmente, está el desenlace,
que cierra y soluciona la trama, con la declaración de amor.
Se aprecia que, en relación al tiempo, el texto posee una narración lineal, porque
no hay alteraciones entre el orden de la historia y el orden del discurso. No aparecen,
entonces, casos de analepsis o de prolepsis. Dentro del fragmento domina el ritmo lento,
dada la profusión de descripciones que encontramos en el texto, que ralentizan
considerablemente la reducida acción que posee. Sobre el espacio, sabemos que la
narración tiene una ambientación rural, porque tenemos a los labradores trabajando en
el campo, en un día caluroso, y sabemos que hay una fuente de agua fresca cercana,
desde la cual la muchacha trae los cántaros llenos.
Respecto al narrador, debe indicarse que es un narrador externo, pues está
ausente del discurso narrativo. Es un narrador testigo, pues tampoco constituye ningún
personaje. Además, respecto a la focalización, el narrador es limitado, pues centra la
historia en el personaje de Anselmo, y describe incluso sus pensamientos: “¡Ay, si no
fuese la vergüenza! ¡Qué dirán los compañeros si tira la hoz y se echa al surco!” (L. 6-
7). No nos indica, en cambio, lo que piensan los otro personajes. Finalmente, respecto a
los personajes, tenemos uno principal, sobre el que se centra la historia, Anselmo, un
labrador novato que al experimentar la rudeza del trabajo y se saciada su sed por la
Sordica, se enamora de ella. La Sordica, una muchacha aguadora, no tiene diálogo y
sólo apodo, pero su figura resulta redentora para el protagonista. Como figurantes están
el resto de labradores.
Finalmente, respecto a los rasgos lingüísticos, destaca que en la narración la
categoría gramatical predominante es el verbo. La narración es en presente, pues
dominan las formas en presente de indicativo: “baja y sube” (L. 9), “alza” (L. 19).
Como la narración se remite a los hechos, predominan las formas verbales en modo
indicativo. Escasean, también, los sustantivos abstractos, dado que interesan los hechos
narrados. Dado que el narrador es objetivo, la adjetivación es predominantemente
descriptiva y especificativa: “ruda faena” (L. 4). Por su parte, la sintaxis del texto tiende
a complicarse, ante el ritmo lento, el abuso del adjetivo y el embellecimieno formal:
“Como si La Sordica adivinase... como sueltos brillantes...” (L. 27-30). Encontramos
referencias temporales en este texto: “Las cuatro de la tarde” (L. 1), “Al anochecer” (L.
34). Aparecen también referencias de lugar en el texto, todas referidas al campo y a la
fuente. Dado el carácter embellecedor de la prosa, encontramos casos de connotación en
el léxico, mediante el uso de figuras literarias, como personificaciones y metáforas: “las
amapolas sangrientas”(L. 11), “el mar de oro de la mies” (L. 3).
Como conclusión, se aprecia tras el análisis realizado que el texto es narrativo
porque cumple adecuadamente con sus rasgos pragmáticos, estructurales y lingüísticos.