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MAESTRÍA EN HIDROCIENCIAS
PRESENTA:
ERIK ATONALTZIN TAPIA SANTIAGO
EL CONCEPTO DE GOBERNABILIDAD
El término gobernabilidad ha cobrado importancia en las últimas dos décadas. Este término
se relaciona con un sistema social más amplio de gobierno, en oposición a la perspectiva más
estrecha que considera al Gobierno como la entidad política principal encargada de tomar
decisiones.
La crisis fiscal dentro del Estado (por ejemplo, limitaciones para aumentar los
impuestos),
El proceso de globalización, que incluye la desregulación de mercados financieros y
la volatilidad del capital; factores que debilitan la capacidad del Estado para gobernar,
es decir, para controlar la economía.
Avances tecnológicos que facilitan el establecimiento de redes y desarrollo de
subsidiarias. Una democracia subnacional más activa en las ciudades o en las regiones
semiautónomas.
Carga excesiva de trabajo y responsabilidades sobre burocracias de gobierno más
pequeñas. o Numerosas concentraciones de gente y poder en áreas urbanas.
Al haber entrado al nuevo milenio, la función del Estado, consistente en “dirigir” o “guiar” la
sociedad, ha sido desafiada por redes locales cohesivas (la sociedad civil, el sector privado) y
por redes globales (por ejemplo, las organizaciones internacionales y las ONG) y a la vez el
Estado ha sido apoyado por estas mismas entidades a la hora de lograr el desarrollo de la
sociedad. Sin embargo con el paso del tiempo es estado es considerado mas como un
problema como una solución por lo que el modelo de dominio y de control, o modelo
jerárquico, y los modelos de gobernabilidad dirigidos hacia el mercado se debilitan.
De esta manera un elemento clave para una gobernabilidad eficaz es la reforma institucional
con el fin de delegar tantas funciones sea posible a la sociedad, y democratizar, en mayor
grado, las organizaciones de la sociedad civil.
Todos los donantes principales y los bancos de desarrollo, así como los inversionistas
privados toman en cuenta cada vez más la gobernabilidad a la hora de valorar la eficiencia y
la eficacia de sus inversiones. Por ejemplo, la UNDP utiliza el concepto de buena
gobernabilidad. La buena gobernabilidad se define como “el ejercicio de la autoridad
económica, política y administrativa para manejar los asuntos de un país en todos los niveles.
Y ella comprende los mecanismos, procesos e instituciones, a través de las cuales los
ciudadanos y los grupos articulan sus intereses, ejercitan sus derechos legales, cumplen sus
obligaciones y resuelven sus diferencias”.
La buena gobernabilidad aplicada al agua se tomo mucho en cuenta en la Asamblea del
Milenio de la Naciones Unidas, donde los jefes de estado hicieron mucho hincapié en la
conservación y la administración de los recursos hídricos con el fin de lograr estrategias para
el manejo optimo del agua en sus diferentes niveles de gobierno.
Con el fin de administrar mejor el recurso hídrico se empieza a tratar al agua como un bien
económico creando un sistema de derechos de propiedad. No obstante, la formalización de
derechos puede que no sea ni necesaria ni suficiente para tener acceso a los recursos
hídricos. El proceso de formalización está influenciado a favor de las personas que tienen el
poder y el dinero y quienes podrían abusar del sistema.
Un asunto importante por considerar es hasta qué punto los procesos de delegación de los
derechos del agua están al servicio de segmentos de una población o de la totalidad de sus
miembros.
Si los recursos hídricos son manejados de modo intensivo por los mercados privados,
únicamente tendrán acceso aquellos con propiedades o ingresos (demanda efectiva). Por
otra parte, si las autoridades manejan los recursos hídricos, no existe certeza de que las
personas en condiciones de pobreza, que vivan en lugares aislados, o aquellas sin posibilidad
de movilización social mantendrán un acceso al agua proporcional al número de personas o
a las necesidades de estas.
Dada la complejidad del uso del agua dentro de una sociedad, el desarrollo, la ubicación y el
manejo de este recurso de modo equitativo y eficiente y el aseguramiento de la
sustentabilidad ambiental; requieren que las diferentes opiniones sean escuchadas y
respetadas a la hora de tomar decisiones sobre aguas que se hallan bajo un régimen de
propiedad común.
Asi mismo para poder lograr esto, es necesario definir el termino “gobernabilidad del agua”,
según la GWP es:
“La gobernabilidad del agua hace referencia al rango de los sistemas políticos, sociales,
económicos y administrativos que se establecen para desarrollar y manejar los recursos
hídricos y el suministro de agua en los diferentes niveles de la sociedad.”
Un tema que subyace en la literatura de las ciencias sociales se refiere a que todas las
estructuras del gobierno ‘fallan’ y que todos los mercados y jerarquías tiene sus limitaciones,
las cuales, al igual que las estructuras de gobierno, también ‘fallan’. Por esta razón, es
necesario diseñar o crear regímenes de gobernabilidad más eficaces con el fin de superar las
fallas del gobierno, del mercado y del sistema, o las fallas originadas de una combinación de
estas. Estos tres tipos de fallas son inherentes en la mayoría de los países, y por lo tanto,
tiene que ser tratados.
Cada país necesitará identificar cuáles herramientas o instrumentos son los más importantes
y apropiados dadas sus circunstancias específicas. Por ejemplo, las herramientas que
recientemente han estado recibiendo la mayor parte de la atención en América Latina son
aquellas que tratan aspectos relativos a las fallas en el mercado.
Es importante evitar el uso del término bueno como poseedor de un enorme valor y como si
no existiera ningún otro modelo de gobernabilidad eficiente. De hecho, para ser eficientes,
los sistemas de gobernabilidad deben satisfacer las particularidades culturales, económicas
y sociales de cada país. No obstante, existen algunos principios básicos o atributos que
pueden ser usados para valorar el grado de eficacia. Una lista, quizás un tanto extensa, podría
contemplar los siguientes factores: capacidad de inclusión, equidad, participación,
comunicación, transparencia, apertura, responsabilidad, incentivos, coherencia, eficacia
(costos de transacción bajos), capacidad de respuesta, integración y ética. Se necesita
trabajar más en el establecimiento de indicadores de gobernabilidad eficiente del agua.
El agua no constituye un sector económico; más bien, en algunas ocasiones resulta ser un
bien público, otras, un bien privado y a menudo su naturaleza se halla situada en el punto
medio de estos. Dada esta condición, su desarrollo puede conducir a la creación de
monopolios naturales. También, este recurso presenta elementos externos de carácter
económico y físico.
Para lograr una gobernabilidad del agua más eficaz es necesario crear un entorno propicio
que facilite iniciativas eficientes en los sectores público y privado, un régimen regulativo que
permita realizar en un clima de confianza transacciones transparentes entre los
colaboradores y compartir la responsabilidad de salvaguardar los recursos hídricos cuyo
manejo afecta a muchas personas pero que actualmente no es responsabilidad de nadie.
Según la GWP las acciones para garantizar la eficacia de la gobernabilidad del agua son:
Incrementar la voluntad política para superar los obstáculos que se oponen al
cambio,
Llevar a la práctica la gestión integrada de los recursos hídricos,
Reformar y desarrollar las instituciones relativas al agua,
Reestructurar las prácticas financieras y económicas,
Entre las prioridades más claramente establecidas está el lograr la participación no solo de
los sectores tradicionales o de los socios clave —en el sentido de los gobiernos o del sector
privado— sino también de otros actores provenientes de la sociedad civil. Otra prioridad
consiste en el fortalecimiento de las asociaciones locales relacionadas con el agua, con el
manejo eficaz y eficiente del recurso hídrico público y con el desarrollo de capacidades entre
los colaboradores.
Este Diálogo se está llevado a cabo en todas las regiones del GWP y comprende las siguientes
actividades:
Hasta hace poco crecimos con la convicción que los recursos naturales, entre ellos el agua
(recurso hídrico), eran inagotables y que siempre iban a estar allí para atender y solventar
todas nuestras necesidades.
Con los movimientos globales ambientales de los años setenta, algunos grupos sociales
tuvieron a bien destacar que los recursos naturales (los del planeta tierra, los de todos), en
algunos países, estaban siendo sometidos a presiones extremas como resultado de los
impactos dejados por las dos guerras mundiales y el acelerado proceso de industrialización
en que estaban inmersas varias regiones del mundo.
Cada día se hace más evidente la crisis hídrica mundial, afectando desproporcionadamente
a las poblaciones más pobres. En este sentido, se debe examinar al más alto nivel político
mundial, cualquier iniciativa conjunta de solución para garantizar el acceso al agua, su calidad
y conservación, el saneamiento básico, el uso adecuado y sostenible del agua en los
diferentes sectores productivos, el manejo transfronterizo del agua, los conflictos de uso,
tecnologías viables en las regiones, las evaluaciones hídricas informadas y legítimas, el
cambio climático y la adaptación a éste, la ocurrencia de fenómenos naturales extremos.
Algunos de los principales obstáculos para lograr dicha gestión adecuada, sostenible,
integrada y compartida del agua son la fragmentación sectorial, la pobreza, la corrupción,
presupuestos financieros congelados, disminución de la asistencia económica para el
desarrollo e inversión en el sector del agua, instituciones débiles e inadecuadas y sin
continuidad en las políticas ambientales. Es por esto que se requiere avanzar rápidamente
en la concepción de la gobernanza del agua.
De esta manera es necesaria lograr un buen gobierno del agua el cual debe considerar
aspectos más allá de la planificación y la administración del recurso hídrico, como el
crecimiento demográfico, la salud, la seguridad alimentaria, el desarrollo económico, el
ordenamiento territorial y la expansión urbana, los recursos financieros destinados al agua y
la conservación de los ecosistemas estratégicos de los que dependen nuestros recursos
hídricos y su ciclo hidrológico.
Las autoridades ambientales presentes en cada país tienen responsabilidad en esto debido
a que les corresponde planificar y administrar el recurso hídrico, propendiendo en todo
momento por su conservación, protección y renovabilidad, asi como ejercer el control y
vigilancia sobre el uso y afectación del mismo.
Tomando a las cuencas hidrográficas como base por los bienes y servicios ambientales que
brindan, proveen una serie de beneficios al crecimiento económico del país, pues el agua se
convierte en un insumo esencial para la producción industrial, agrícola, pecuaria,
hidroenergética, y de las empresas de servicios públicos de acueducto. De igual manera,
durante el proceso productivo se presentan ineficiencias que se manifiestan al final de los
procesos, en términos de contaminación hídrica, es ahí donde surge otro servicio ambiental
que el recurso hídrico y nuestros cuerpos de agua, le prestan a la economía, el cual consiste
en la recepción y dilución de los desechos y desperdicios de las actividades productivas y del
consumo de los hogares.
Diversos autores manejan un concepto para gobernabilidad entre ellos podemos encontrar:
Antonio Camou, el texto de “Los desafíos de la Gobernabilidad” se nos define que la
“gobernabilidad” es el poder del estado, a la elaboración de una estrategia de poder
y se refiere al “como” se gobierna, prestando atención a la estabilidad política. Dentro
de la gobernabilidad podemos encontrar que existen términos que están asociados
a ella, dentro de los cuales están; La legitimidad, que es una cualidad que describe la
calidad de la acción gubernamental; la estabilidad que tiene que ver con el estado de
la gobernabilidad y la eficacia/eficiencia es que una propiedad de la gobernabilidad
para alcanzar los objetivos prefijados al menor costo posible.
Por otra parte, otro autor llamado Joan Prats, define la gobernabilidad como el
atributo de las sociedades que se han estructurado sociopolíticamente de modo tal
que todos los actores estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones de
autoridad y resolver sus conflictos conforme a un sistema de reglas y de
procedimientos formales e informales, dentro del cual formulan sus expectativas y
estrategias. Es decir, la gobernabilidad es postulada como una cualidad de las
sociedades o sistemas sociales, “no de sus gobiernos”.
Con base a lo expuesto por estos autores se encuentran dos enfoques divergentes. En primer
lugar, el enfoque “governance theory”, aplicado a los asuntos del "buen gobierno", bajo
criterios eminentemente relacionados con la eficiencia administrativa de las políticas
públicas en la escala nacional, o con el desempeño institucional en los asuntos relativos a la
política económica y a la inserción nacional en el mercado global. Las escalas de actuación
de este concepto van de la dimensión local hasta la supranacional y la gobernabilidad global,
pero otorgando un peso decisivo a la dimensión del Estado nacional.
Con el fin de mejorar la gobernabilidad del agua, UN Water recomienda adoptar un enfoque
de Gestión Integral de Recursos Hídricos – GIRH, en lugar de un enfoque sectorial o
fraccionado que considere las cuatro dimensiones de la gobernabilidad el agua:
a. Dimensión social (uso equitativo);
b. Dimensión económica (uso eficiente);
c. Dimensión política (iguales oportunidades democráticas);
d. Dimensión ambiental (uso sostenible).
Esto se logra, entre otros, a partir de cambios en la demanda y el uso del agua y a través de
una mayor sensibilización, educación y reformas en la política del agua.
De esta manera, y tratando de consolidar no solo a nivel nacional sino también continental,
una efectiva “Gestión Integrada y Compartida del Recurso Hídrico”, es preciso reiterar que
la gestión del agua no es solo responsabilidad de las autoridades ambientales, sino que
también involucra por igual a otras entidades gubernamentales de los diferentes niveles de
la administración en cada país, que de igual manera aprovechan este recurso que sirven para
satisfacer las necesidades humanas.
Por lo que para llegar a esto es necesario consolidar y fortalecer el procedimiento para la
aplicación correcta de la “Gobernabilidad” y la “Gobernanza” aplicadas a la gestión del agua,
asi como consolidarla a nivel global, de la misma manera es necesario la construcción de un
nuevo modelo de Gestión y Cultura del Agua que desarrolle adecuadamente el principio que
considera que el "Agua como elemento esencial para la vida", es mucho más que un recurso
estratégico para el desarrollo económico , en la medida en que incide contundentemente no
solo en la conservación de la vida sino en la existencia misma del planeta.
La “Estrategia y Política del Agua del PNUMA - 2006”, considera que “la perspectiva de
gobernanza ambiental, incluida por supuesto la Gobernanza para el Agua, contempla dos
elementos fundamentales: la integración intersectorial en la gestión de los recursos hídricos
y la integración de todos los interesados directos en la planificación y el proceso de adopción
de decisiones.”
Dicha integración intersectorial, “posibilita los vínculos institucionales entre los sectores que
utilizan los recursos hídricos o que los afectan y los ecosistemas relacionados con el agua, y
obliga a que en la gestión general de los recursos hídricos se tengan en cuenta las cuestiones
relacionadas con el agua dentro de todos los sectores económicos y sociales.
De acuerdo con el PNUMA, la integración de los interesados directos (los cuales varían según
el nivel de gestión y planificación de que se trate) en la GIRH, garantiza la participación en la
adopción de decisiones y la adecuada gestión del agua por parte los usuarios de los recursos
hídricos, las autoridades locales y nacionales, los órganos e instituciones regionales y
subregionales entre otros. Para el PNUMA hay tres pilares sobre los cuales descansa la
“Gobernanza para la GIRH”:
Por su parte, el concepto de “Gobernanza del Agua” debe entenderse como el proceso de
interacción, e integración que se debe lograr para que el conjunto de principios,
instituciones, marcos normativos, procesos (tanto formales como informales), valores,
comportamientos y modalidades organizativas (públicas y privadas) del gobierno en todos
sus niveles, junto con los ciudadanos, las organizaciones, los movimientos sociales y los
diversos grupos de interés, articulen sus intereses, medien sus diferencias y ejerzan sus
derechos y obligaciones en relación al acceso y uso en nuestro caso del recurso hídrico, en
procura de garantizar su protección, conservación, renovabilidad y sostenibilidad como
fuente esencial de vida y como recurso estratégico para el mejoramiento de la calidad de
vida y desarrollo económico, evitando y/o transformado los conflictos que se pudieran
suscitar por su uso.
Finalmente, para poder consolidar una verdadera Gobernanza del Agua, integrada y
compartida, se requiere, además de los elementos estratégicos de la “Gobernabilidad”, los
siguientes:
a) Identificación de los actores estratégicos para la GIRH, estatales y no estatales
b) Considerar los recursos y la fortaleza de los actores estatales en sus relaciones
intraestatales.
c) Analizar las relaciones entre los actores estatales y su adecuación a las normas; y
efectuar un balance de recursos y capacidad del Estado para responder a demandas
sociales
d) Fortalecimiento de la articulación intersectorial y entre los niveles nacional, regional
y local.
e) Manejo de conflictos por el agua (identificación, caracterización y desarrollo de
procesos de transformación de conflictos).
f) Apoyo a iniciativas de gestión con base en la legalidad y confianza hacia la comunidad.
g) Creación y formalización de mecanismos y espacios para la participación e
interlocución de los actores en la gestión y toma de decisiones en torno al agua.
h) Diseño e implementación de una estrategia de comunicaciones orientada a la
sensibilización sobre la importancia del agua como recurso estratégico, así como
también sobre el proceso de gobernanza del agua.