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ENUNCIADO(S) NORMATIVO(S) A INTERPRETAR Y PROBLEMA(S) DE

INTERPRETACIÓN

Art. 18 CC.- Los jueces no pueden suspender ni denegar la administración de justicia


por oscuridad o falta de ley

2. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso


general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido
expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal; ¿Establece
una distinción entre lenguaje natural y lenguaje técnico de los juristas? Si lo hace, ¿está
estableciendo una relación de preferencia: primero, el lenguaje natural, y después, el
técnico de los juristas?

RESPUESTA: Sí distingue y la preferencia es… (¿Absoluta o relativa?).

Al decir sentido natural y obvio nos referimos a lo que en palabras de Fernando Fueyo
Laneri, jurisconsulto chileno, es el elemento gramatical de interpretación y que consiste
sustancialmente en dar preferencia al tenor literal de la ley tomando así “el significado
propio de las palabras”, es decir, lo que el autor Guastini lo encasillaría dentro de la
Teoría Cognoscitiva de la Interpretación Jurídica, en la que el significado de las
palabras de un enunciado normativo responden solamente a la verificación de
significados que ya vienen insertos en la misma norma.

Del Vecchio, citado por el Consejo de Estado colombiano en una sentencia del año
1984, expresa que al hablar de un sentido natural y obvio de las palabras se acepta la
realidad de que estas mantienen un significado determinado y cerrado en sí mismo,
únicamente sujeto a los cambios de época.

La única condición para que, según la redacción del enunciado normativo, se dé la


remisión al significado natural y obvio es que la palabra no esté definida por el
legislador; dando así una coherencia con la Teoría Escéptica de la Interpretación
Jurídica de Guastini, en la que las palabras no tienen significado propio, sino que
adquieren las que le incorpore el emitente, siendo además necesario conferir a este
término que no tiene significado propio un significado con preferencia sobre otro.

Esta disposición plantea dos cuestiones fundamentales. La primera, se refiere al orden


de preferencia del elemento natural respecto de los restantes, ya que hace valer ante
todo el uso general de las palabras, y es ahí donde inicia la cuestión de si ese uso
general (sentido natural y obvio) debe entendérselo al momento de expedición de la ley
o de aplicación de la ley; por otro lado está también el lenguaje técnico de los juristas,
que va de la mano con la capacidad creadora del legislador y cocreadora del juzgador, y
que en palabras de Alcaraz y Hugues, es un lenguaje con oscurantismo y con licencias
autotorgadas para desfigurar el sentido oracional de las palabras únicamente en los
casos donde la literalidad de ley sean incipiente o no exista.

En conclusión, al verse esta distinción entre el lenguaje natural y lenguaje técnico del
jurista; es el lenguaje natural aquel merece la primacía en la preferencia pues responde
al sentido de los espacios y tiempos –en palabras de De Ruggiero–, muy a pesar de que
el legislador haya dado significados estáticos usuales y legales a ciertas terminologías,
que deberán ser tomadas en cuenta en casos donde el sentido natural y obvio no
satisfaga la pretensión judicial, de tal manera que, el lenguaje natural tiene la
preferencia con carácter relativo.

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