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CARTA PARA SANAR LA RELACIÓN CON TU MADRE.

Ascensión Belart
 Publicado por MAYA el mayo 10, 2018 a las 11:00am
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ENVIADO POR CARMEN


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La relación con la madre es la más significativa en nuestra vida,
la base sobre la que se construyen todas las demás relaciones.
Con la madre fuimos uno cuando estuvimos en su vientre y luego
seguimos íntimamente unidos a ella durante la lactancia. El
vínculo con la madre es fundamental para la supervivencia. El
niño, la niña, se miran literalmente en la madre, se ven en ella
como si fuera un espejo. La madre representa al mundo en su
totalidad y lo que de él proviene.
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Para la mujer, representa la referencia del modelo femenino que
puede reproducir o rechazar, la forma de ser mujer, de vivir la
femineidad y de ser madre. Para el hombre va a representar el
modelo de mujer por el que se va a sentir atraído o va a rechazar,
es decir, que condicionará su elección de pareja y la relación con
ella, y mientras no madure, seguirá siendo hijo… de su mujer. En
todo proceso terapéutico es fundamental explorar la relación con
la madre, con el padre también por supuesto, pero la madre es la
que nutre, la que se ocupaba de las necesidades del niño o de la
niña, la que daba sostén. Si estuvo presente cuando se la
necesitaba, si satisfizo sus necesidades afectivas o si eran
ignoradas, si veía a su hijo o a su hija por sí mismos y no como
una prolongación suya o una carga.
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Todos albergamos en nuestro interior un niño herido que no fue
amado incondicionalmente, que necesitó protegerse del dolor por
ser demasiado vulnerable. Congelamos muchos de nuestros
sentimientos y nos construimos una coraza defensiva para no
sentir que no éramos amados como necesitábamos. Para sanar
esa herida es necesario tomar contacto con el niño interior, ver
dónde y de qué manera fue herido, localizar ese dolor física y
emocionalmente a fin de liberar la energía bloqueada.
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Conectar con el dolor, la rabia, la culpabilidad, la impotencia, la
tristeza, reconocerlo, aceptarlo y de esta manera, empezar a
sanar. Al reconocer al niño interior, al tomar conciencia de su
vulnerabilidad pueden surgir sentimientos de soledad, vergüenza,
carencia, sentirse rechazado en ciertos momentos. Hemos de
darle voz, dejar que llore, que exprese sus miedos y necesidades,
y también sus partes positivas, los sueños, deseos, intuiciones y
creatividad, y abrazarlo todo literalmente.
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Hay niños buenos, niños obedientes, reprimidos, asustados,
niños que tratan de agradar a su madre, niños que intentan ser
perfectos, que niegan sus necesidades, niños que se refugian en
la mente y niños que viven en el mundo de Disney para evitar
sentir, hay niños rebeldes e insolentes que buscan llamar la
atención que no reciben.
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Las heridas del niño y de la niña pueden ser por sobreprotección,
por exceso de valoración y halago, por abandono, manipulación,
comparación, miedo, rechazo, autoritarismo, exigencia, engaño,
desconexión, abusos. Ahora bien, y este es el mensaje que quiero
trasmitir, las madres tienen también sus propias heridas y
carencias de infancia, sus condicionamientos y limitaciones, sus
dificultades para amar incondicionalmente y sostener al niño si
ella misma no aprendió a sostenerse y valorarse. Una empieza a
darse cuenta de la complejidad de la maternidad cuando es
madre, o al cabo del tiempo, al reconocer su parte femenina.
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Muchas veces se actúa con los hijos justo al contrario de lo que
se recibió… y también esto es perjudicial. Necesitamos en primer
lugar reconocer nuestras heridas, ocuparnos de ellas y sanarlas,
y eso lleva un tiempo. Y también necesitamos perdonar a nuestra
madre por lo que hizo o dejó de hacer, perdonar el daño que nos
causó sus miedos, su ansiedad, su perfeccionismo, su
autoexigencia, su necesidad de quedar bien, el abandono de sus
propias necesidades por satisfacer la de otros. Perdonar su
victimismo, su tristeza, su actitud depresiva, su dolor no resuelto
del pasado, lo que supuso para ella la falta de Amor y
comprensión de nuestro padre, sus propias carencias de infancia,
tal vez la falta de madre o de padre y otros condicionamientos.
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Ser capaces de ver el niño herido también en nuestra madre, sus
propias heridas de infancia, lo que nos lleva a ser compasivos y
aceptarla por completo, más allá de sus errores y limitaciones.
Reconocer el bagaje familiar y la transmisión del linaje y
comprender que no puede ofrecernos nuestra madre aquello que
no tiene, que no le enseñaron o que no sabe cómo hacerlo. Antes
o después, y cuanto antes mejor, llega el momento en el que
hemos de perdonar, agradecer y valorar lo que nuestra madre ha
hecho por nosotros. Tomar lo que de ella proviene como un
legado, el que nos corresponde, el que pudo darnos, los fallos y
también sus dones.
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Cuando lo hacemos nos sentimos plenos y caminamos sobre la
Tierra bendecidos y merecedores de todo lo bueno. Cuando no
aceptamos, rechazamos lo que ella nos dio, estamos negando y
rechazando nuestros orígenes, y eso es negarnos a nosotros
mismos, lo que nos confunde y nos llena de dolor. Por un tiempo
la rabia y el resentimiento pueden darnos una falsa fuerza, como
una especie de arrogancia de creernos mejores que ella. Cuando
uno no acepta a su madre no puede amarse ni aceptarse a sí
mismo. Aceptarlo todo como fue porque, esa fue nuestra
experiencia, ese fue el aprendizaje familiar, lo que nos ha hecho
ser lo que somos, nuestro legado completo.
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Honrarla y aceptarla como es nos conduce a la paz y a la
reconciliación.
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Más allá del dolor de nuestro niño herido también está el dolor de
nuestra madre y el dolor que nosotros hemos añadido al
rechazarla y juzgarla en ocasiones. Un hijo sólo puede estar en
paz consigo mismo si se encuentra en paz con los padres, lo que
significa que los acepta y los reconoce como son. No es posible
decir: “esto lo tomo” y “esto lo rechazo”. Aceptar a los
progenitores como son es un proceso curativo en sí mismo, el
alma de la persona siente alivio y levedad.
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Para sanar la relación con tu Madre
Está carta es para mi madre ……………………. de su hija …………
“Madre, perdóname por fundirte con mis recuerdos, por no
distinguir que eres un ser espiritual que amorosamente se prestó
a la obra de teatro que protagonizamos en la Tierra.
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Perdóname por hablarte de cualquier manera, por desconocer
que tenemos un pacto, por herir tus sentimientos a partir de mis
propias percepciones. Perdóname por cada minuto en el cual creí
que todo esto se trataba de ti y no de mí.
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Perdóname por nuestra historia juntas, por pretender cambiarla,
por no superarla.
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Perdóname porque no me es fácil saber y sentir quien eres
realmente, porque a través de ti sólo veo a mi niña lastimada,
porque sólo percibo dolor.
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Perdóname por querer marcharme de tu vida, perdóname por
haberme ido, perdóname por no querer volver a ti, perdóname por
no honrarte y no amarte lo suficiente.
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Me perdono completamente porque yo no tengo manera de
saberlo todo, porque soy tan inocente como tú. Me perdono
completamente por mi capacidad latente para lastimar, para
resentir, para dañar, para odiar, nada de esto ha sido creado
conscientemente, una fuerza interior, una razón, una memoria,
una queja, un deseo y mi necesidad de escapar del dolor me
impulsó. Yo merezco perdonarme completamente y lo hago
ahora.
.
Sin duda alguna te doy gracias porque en un acto de amor
consciente o inconsciente me trajiste a la vida, a este mundo que
me ha ofrecido todo para que yo pueda conocerlo. Gracias por lo
vivido, por las experiencias juntas, por los dolores, por las
lágrimas, por las risas, por las ausencias, por las heridas
abiertas, por las palabras bonitas y por las que no fueron tanto,
todo ello me ha forjado como el ser humano que soy. Te doy
gracias porque existes en algún lugar de mi ser y porque me
escuchas ahora. Te bendigo.
.
Lo siento por las memorias de dolor que comparto contigo, te
pido perdón por unir mi camino al tuyo para sanar. Te doy las
gracias porque estás aquí para mí y te amo por ser quién eres.
También te amo porque estás en mis recuerdos y porque es el
momento de hacerlo, nunca antes lo fue. Estas palabras surgen,
nacen, brotan y florecen en mí ser cuando el tiempo de mi mente
es perfecto, el amor me busca ahora y me reencuentra contigo, yo
elijo estar en paz contigo, yo soy esa paz en ti y en mí. Yo soy
paz. Yo honro mi vida y la tuya tal como fue, tal como es. Yo hago
una reverencia ante tu ser de luz que es quien yo soy. Hecho está.
Gracias, gracias, gracias…
.
Lo debes hacer sin interrupciones, y no te puedes levantar ni
distraer hasta que termines, lo tienes que realizar enfocada y
haciendo total conciencia, tienes que leerlo al mismo tiempo que
lo escribes para que te estés escuchando. puedes prender una
vela blanca y poner un envase hondo de vidrio con 3/4 partes de
agua y prender un incienso que te guste. Al terminar tu carta la
quemas con la llama de la vela y las cenizas deben caer en el
agua del envase, puedes usar unas pinzas para no quemarte, al
finalizar haces un hoyo en una maceta o en el jardín, echas allí las
cenizas con el agua, plantas alguna planta o flor que te guste y la
vela la dejas que se consuma y terminas comiendo algo dulce.
Los cambios toman más o menos 21 días.
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Ascensión Belart

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