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(Efesios 4:17-32)
¿Dormirías con la ropa con la que hiciste deporte? ¿Irías a una cena elegante con la
ropa de trabajo? ¿Saldrías a correr con la ropa de gala? Todos sabemos que para cada
actividad especial hay una forma de vestir especial. Lo mismo ocurre en vida de fe, es
nuestra mayor vocación y merece que vistamos a la altura.
En este verso, “los otros gentiles” son los incrédulos. La forma de vida de ellos se basa
en lo siguiente:
Si hay una forma de andar, un estilo de vida, o una conducta específica que sea propia
de los incrédulos, es una vestimenta que pertenece a nuestra vida pasada, y nada tiene
que ver con nuestra profesión de fe actual.
Lo primero que el cristiano tiene que entender es que, entre tanto no se despoje de la
vieja vestimenta, no podrá vestirse de la nueva. A esto lo llamamos “el principio del
reemplazo”. El cristiano tiene que aprender a reemplazar muchas cosas en su caminar
diario.
La verdad debe ser nuestra bandera. Pablo llamó a la iglesia “Columna y baluarte de la
verdad” (1Tim. 3:15) Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn. 14:6). De
manera que aquél que está en Cristo camina también en la verdad. Según efesios, ser
un cuerpo implica que si mentimos a otro miembro nos mentimos o nos hacemos daño
a nosotros mismos. Crisóstomo escribió, hace muchos siglos, sobre este versículo:
Esto nos habla de saber controlar nuestro temperamento. Moody una vez dijo que él no
daría un peso por un cristiano sin temperamento, pero que no daría ni un centavo por
un cristiano que no sepa controlar su genio. Pablo dice que el creyente debe ser
misericordioso, amable y perdonador (vv.31,32).
Esto, por supuesto, no quiere decir que el temperamento natural del creyente ha
muerto para siempre, usted aún tendrá luchas con su enojo (Quizá le interese
leer: Venciendo el Enojo y la Ira), pero gracias a Dios, por el poder del Espíritu
Santo, usted podrá vivir controlando su enojo.
El verbo “hurtaba” debe entenderse como “el que hurta” (Gr. participio presente),
Pablo no se está refiriendo a las cosas que los creyentes hacían antes de conocer a
Cristo, sino que al parecer muchos cristianos todavía vivían en la continua práctica del
robo. Más aún, Pablo está relacionando estrechamente la práctica del hurto con el dejar
de ayudar a otros en sus necesidades.
Según Pablo, vivir hablando palabras corrompidas equivale a dejar de edificar el cuerpo
de Cristo y afligir al Espíritu Santo.
“El Espíritu Santo está morando en el cuerpo del creyente (1 Cor. 6:19), por lo tanto está
presente en cada situación cotidiana del creyente. Él es tan sensible que sólo una palabra mal
dicha de nuestra boca puede empezar a contristarle [Contristar: Afligir, entristecer]. El
detalle con esto, es que, si hacemos que el Espíritu se contriste, entonces dejaremos de ser
llenos del Espíritu para pasar a ser controlados por la carne. En este estado, el Espíritu no
podrá hacer su obra de una manera plena. Además, por haberle contristado, su fruto no se
mostrará en nosotros (Gálatas 5:22-23), por el contrario se manifestarán las obras de la
carne (Gálatas 5:17-21)”
Todos estos, son mandamientos directos para el que forma parte del cuerpo de Cristo.
Ya que es llamado a edificar el templo santo del Señor (Ef.2:20-22), es su
responsabilidad cumplirlos. Dios no nos pediría u ordenaría algo que supiera que no lo
podríamos hacer. De manera que, no tenemos excusa.