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Análisis crítico del

pensamiento de Hugo
Zemelman
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Armando Briñis Zambrano*

Jessica Martínez**

“La realidad que enfrentamos, la realidad socio histórica, tiene múltiples significados. No es una
realidad clara, inequívoca, con una significación cristalina y a la cual se le pueda abordar sencillamente
construyendo teorías o conceptos. No es así por diversas razones, las cuales forman parte del debate
que hoy día se da en el ámbito académico sobre el problema que afecta a las ciencias sociales, y que
yo resumiría en un concepto: el desajuste, el desfase que existe entre muchos corporas teóricos y la
realidad.” (Zimelman, H. S/F)

HugoHernán Zemelman Merino, sin lugar a dudas uno de los sociólogos más importantes de
América Latina, lanzó su actividad académica posterior a 1980 volcándola hacia la
epistemología de las ciencias sociales, influyendo desde entonces a muchos investigadores de
habla hispana.

Uno de sus primeros artículos en esa línea fue “Método y teoría del conocimiento: Un debate”,
publicado en 1987 por la Revista Mexicana de Sociología y los libros “Conocimiento y sujetos
sociales: Contribución al estudio del presente” (1987) y “Uso crítico de la teoría: En torno a las
funciones analíticas de la totalidad” (1987).
También la revista de epistemología Cinta de Moebio se han publicado artículos sobre
Zemelman, como por ejemplo “Del tema al objeto de investigación en la propuesta
epistemológica de Hugo Zemelman” por Larry Andrade de la Universidad Nacional de la
Patagonia Austral (Santa Cruz, Argentina).

En el año 2004, Zemelman creó y dirigió, hasta su fallecimiento, el Instituto “Pensamiento y


Cultura en América Latina” (IPECAL), que desarrolla hasta la actualidad la investigación e
imparte postgrados en el área de pensamiento latinoamericano.

En sus diferentes publicaciones se debate sobre problemas agrarios, movimientos sociales,


metodología y epistemología, entre otras cosas, pero de manera especial en la que
consideramos su obra cumbre: “Historia y política del conocimiento; Discusiones acerca de las
posibilidades heurísticas de la dialéctica” (1983), publicado por la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM).

Zemelmanvaloró e hizo importantes aportes en el análisis de la emergencia de discursos y teorías


sociales que reivindican el papel del sujeto y de la subjetividad, invitando a que las ciencias sociales
asuman el análisis del plano subjetivo como componente activo en los procesos de construcción de
conocimiento y en la valoración de la realidad social en todas sus aristas.

Algunos autores retoman la obra de Hugo Zemelman con el fin de exponer los planteamientos
epistemológicos y metodológicos de este investigador con respecto a la subjetividad y el papel de los
sujetos sociales en los procesos históricos.

En primera instancia, algunos de los autores en este sentido señalan que ha existido un eclipsamiento
del sujeto por tendencias objetivistas y economicistas en el análisis histórico y social, por lo cual
consideran necesarias la generación de otras perspectivas epistemológicas que reivindican el papel
del sujeto y la subjetividad en los planos histórico y social[1].

Bajo esta perspectiva, Zemelman entendió la sociedad como una construcción abierta, compleja,
cambiante e indeterminada con disímiles planos espaciales y temporales, lo cual permite que en los
sujetos y en la subjetividad confluyan los diversos planos de la realidad social. La perspectiva
epistemológica de Zemelman ubicada en las denominadas perspectivas de borde o constantemente
cambiantes, concibe a los sujetos sociales como creadores de historia, lo cual plantea una diferencia
de la perspectiva clásica de sujeto histórico que encarna exclusivamente a una clase social o a una
relación política- ideológica, por tanto, se busca ante todo el análisis más amplio del sujeto.

En este sentido Zemelman ve la consolidación de un sujeto activo que propicia la búsqueda de nuevas
significaciones y requiere para esto de un lenguaje abierto y nuevo. A su vez, en la construcción de
subjetividad se propone supuestamente, rescatar la historia a través del sujeto, es decir, que este
conjugue la conciencia de su historicidad y su colocación desde lo utópico, asumiendo la conciencia
como necesidad de prácticas cotidianas.

La exigencia de Zemelman de colocarnos en la historia para construir el futuro, requiere de una


construcción del conocimiento que contemple las variadas dimensiones de la realidad, así como las
del sujeto que actúa en un contexto. En este orden de ideas, el conocimiento social tiene como pilares
a los sujetos sociales y la realidad, esta última concebida como campo de acción. Esto hace que el
conocimiento social se movilice sobre los ámbitos de la subjetividad social y la articulación de formas
discursivas, generando de este modo, una construcción de sentidos diversos.

La subjetividad social cobra importancia para las ciencias sociales ya que es “en la subjetividad y en
los sujetos donde confluyen y se reelaboran tanto los factores estructurales de la vida social,- sean
estos económicos, políticos, sociales o culturales-, como los procesos constructivos de la vida social;
es a través de ellos que se articulan y que podemos comprender las dinámicas (…) de la sociedad”
(Zemelman, Hugo. 2012)

De este modo, explica Zemelman la subjetividad social (individual o colectiva) es un plano de la


realidad social donde se articulan la memoria, la cultura, la conciencia, la voluntad y la utopía, por lo
cual el investigador chileno la asocia con la apropiación de una historicidad social. La subjetividad se
hace presente en la realidad social bien sea en el marco de la vida cotidiana como en las esferas micro
y macro sociales.

Así mismo, desde esta perspectiva, el concepto de subjetividad involucra al conjunto de normas,
creencias, lenguajes y formas de asir el mundo, configurando identidades, modos de ser y cambios
colectivos más allá o no solo por las condicionantes de la producción económica y de los sistemas
políticos. Para él la subjetividad toca lo personal lo social y lo cultural, de este modo, esta se despliega
en la cultura, entendida esta como un conjunto de representaciones simbólicas, valores y actitudes
generalmente fragmentadas y heterogéneas.

Considera que es en las experiencias y en las luchas de los grupos sociales donde realmente se ve
asumida la subjetividad social. A partir de lo mencionado, Zemelman plantea que los individuos y
grupos sociales por medio de prácticas materiales y simbólicas adquieren una subjetividad colectiva
que construye su propia realidad.

Asimismo, Zemelman reivindica al sujeto contra la homogeneización de la vida social. En lo


epistemológico el sujeto es esencial para lograr una mejor captación de la realidad histórica debido
que involucra diversos planos de lo social. En cuanto a lo político, el rescate del sujeto evita -tanto en
individuos como en colectivos- la condena a un eterno presente, a un discurso único y el conformismo
frente al orden hegemónico imperante.

Al respecto debemos señalar que la subjetividad social no solo se ha dado en términos de clase social,
sino que también se materializa en dimensiones como lo local, lo étnico o el género; y a su vez los
sujetos son productos históricos y productores de la historia, señalando que existe en los sujetos una
doble realidad: la que se refiere a las condiciones estructurales: formas organizativas, patrones de
comportamiento y conducta y otra que no es aprehensible conceptualmente y que privilegia la
memoria, la experiencia, la conciencia e incluso los mitos.

En síntesis, todo esto es lo que de alguna manera está detrás del análisis del pensamiento y cultura
en América Latina; teniendo en cuenta que nuestra región es una construcción de sujetos que se están
transformando y que, a su vez, construyen realidades distintas a las que pueden eventualmente surgir
en otros contextos culturales, como pueden ser lo asiáticos, los europeos, los africanos, o los
estadounidenses.
Considera Zemelman que en la medida en que lo antes señalado no lo tengamos en cuenta,
evidentemente el conocimiento, en esa irracional pretensión de universalidad occidental, no va a ser
nunca un conocimiento real, porque la realidad del conocimiento no está sólo en la universalidad, sino
que está en lo que llamaríamos la pertinencia histórica del conocimiento. Y ésta se refiere a la
capacidad que tiene el conocimiento de dar cuenta de la especificidad de los fenómenos, que es lo
que resulta de entender a estos como ubicados en contextos muy complejos de relaciones múltiples y
en distintos momentos, espacios y tiempos.

En ese desafío, analiza Zemelman, es que realmente debemos llegar a construir un conocimiento que
permita reconocer posibilidades de construcción diferente, que no se limite simplemente a describir lo
que ya se ha producido o se circunscriba nada más a dar cuenta del discurso oficial dominante, como
mucha ciencia social que lo cree así y hace ciencia, a veces incluso rigurosa, al interior de los
parámetros de este discurso dominante, como si la realidad de la sociedad humana se redujera a los
contenidos de ese discurso que hoy día es uno y mañana puede ser otro.

Para Zemelman la realidad es mucho más que eso, la realidad está siempre dentro y fuera de los
límites del conocimiento, sea dominante o no. Por lo tanto, para poder reconocer esa realidad que está
fuera de los límites de lo que se dice que es lo real en el plano de la economía, en el plano de los
sistemas políticos, etcétera, necesitamos aplicar un razonamiento mucho más profundo, que rompa
con los estereotipos, con los preconceptos, con lo que parece evidente.

Esa es la función de lo que aquí el autor ha llamado el pensar epistémico y que podemos traducir como
el plantearse problemas a partir de lo que observo; pero sin quedarme reducido a lo que observo
solamente, sino ir a lo profundo de la realidad y reconocer esas potencialidades que se ocultan, que
son las que nos van a permitir construir un conocimiento que nos muestre posibilidades distintas de
construcción de la sociedad y concluye con esa vieja advertencia del historiador francés Braudel de
que: “así como un país no tiene sólo un pasado, tampoco tiene sólo un futuro” (Zemelman, Hugo. 2014)

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