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CAPÍTULO I

LAS DIVERSAS CLASIFICACIONES

303. Importancia y enunciación. No todas las obligaciones se gobier-


nan por las mismas normas; difieren entre sí respecto a su nacimiento,
sus efectos, e incluso su extinción; de ahí la importancia del estudio de
la clasificación de las obligaciones, en cuanto las diversas categorías de
ellas se apartan de las reglas normales.422
Estas clasificaciones atienden a diversos factores:
1º. En cuanto a su origen;
2º. En cuanto a su eficacia;
3º. En cuanto a su objeto;
4º. En cuanto a su sujeto;
5º. En cuanto al momento y forma en que producen sus efectos, y
6º. En cuanto a su causa.
En los números siguientes estudiaremos estas clasificaciones, pero
de algunas que se enumeran en el Nº 310 sólo daremos una referencia,
porque merecen un tratamiento más amplio.

304. I. Clasificación en cuanto al origen: 1º. Contractuales y extracontractuales. La


más tradicional de las clasificaciones atiende a la fuente de donde emanan,
según lo estudiado en la parte anterior, y así se habla de obligaciones
contractuales y extracontractuales, y entre éstas, de las cuasicontractua-
les, delictuales, cuasidelictuales y legales stricto sensu. La enumeración
variará según la clasificación de las fuentes que se adopten (Nos 32 y
siguientes).

422
Al igual que con las fuentes, hay autores que se limitan a enumerar en esta parte
las distintas clasificaciones, pero las principales las tratan justamente con los efectos de
la obligación. Ello permite, es cierto, ordenamientos más lógicos para ciertas materias,
y así, la condición resolutoria tácita se estudia a propósito del incumplimiento de los
contratos bilaterales. También en este punto hemos preferido mantenernos en lo tra-
dicional sólo en atención a que creemos que en este caso es mejor el estudio de cada
institución completa y no en forma parcelada.

343
LAS OBLIGACIONES

Digamos únicamente que se distinguen también las obligaciones


precontractuales, o sea, las que se producen en la formación del contrato,
para los efectos de determinar la responsabilidad que puede caberle a
quien las infringe (Nº 931).

305. II. En cuanto a la eficacia: 2º Civiles y naturales. Referencia. A esta


clasificación nos referimos en el capítulo segundo.

306. III. En cuanto a su objeto. Desde este punto de vista hay varias
clasificaciones:
3º. Obligaciones de dar, hacer y no hacer.
También requieren un comentario más extenso (Nos 342 y siguientes),
que se extiende a una categoría particular, la obligación de restitución
(Nº 347).
4º. Obligaciones positivas y negativas.
Esta clasificación carece de mayor importancia jurídica; consisten
las primeras en que el deudor ejecute una acción, y comprenden las
de dar, hacer y restituir.
La obligación de no hacer es negativa, pues consiste, a la inversa,
en una abstención del deudor, que éste deje de hacer algo.
5º. Obligaciones patrimoniales y extrapatrimoniales.
Esta distinción quedó ya señalada en la primera parte (Nº 5).
6º. Obligaciones principales, accesorias y dependientes.
Corresponde a la clasificación de los contratos ya estudiada en el
Nº 71, sólo que extendida a cualquier tipo de obligación, no solamente
a las contractuales. Nos remitimos a lo ya dicho.
7º. Obligaciones ordinarias y reales o propter rem.
Hay dos criterios para esta clasificación: para algunos equivalen las
obligaciones propter rem, o ambulatorias como se las llama, a los gra-
vámenes y obligaciones que derivan de un derecho real sobre la cosa;
son las cargas que lleva aparejado dicho derecho real.423
En otra concepción, la obligación es de este orden siempre que
el deudor limite su responsabilidad mientras sea poseedor o dueño
de la cosa que está afectada a la deuda; en la ordinaria, el deudor
responde con todos sus haberes. Se produce así la separación entre
la deuda y la coacción (Nº 29). En la obligación ordinaria, el deu-
dor está sujeto a ambas, mientras en la propter rem, únicamente
a la coacción y mientras mantenga el dominio o posesión. En esta

423
Véase Messineo, ob. cit., T. IV, pág. 43, Nos 8 y sigtes.

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3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

concepción hay casos múltiples en la hipoteca, por ejemplo, si un


tercero la ha constituido en un bien propio para garantizar una
deuda ajena (fiador real) y respecto del adquirente de un bien gra-
vado con hipoteca. Estas personas responden sólo hasta el valor de
la cosa hipotecada, y si ella no alcanza para pagar toda la deuda,
no tienen más responsabilidad. Igualmente, ésta subsiste sólo en
cuanto dichas personas tengan la posesión de la cosa; si la pierden
por cualquier motivo, como si enajenan el inmueble, dejan de estar
afectas a coacción.
Las características fundamentales de la obligación propter rem
son que la persona del deudor se determina por la tenencia a título
de dueño, poseedor o por otro derecho real de la cosa, y que, en con-
secuencia, se traspasa por su carácter real, junto con ella o el derecho
real en que incide.
8º. Obligaciones de objeto único y objeto múltiple.
Es una categoría de obligaciones complejas en cuanto al objeto, y que
también requiere un estudio más particularizado (Nos 370 y sigtes.).
9º. Obligaciones determinadas o de resultado, y de medios o ge-
nerales de prudencia y diligencia.
Nos remitimos a lo dicho en el Nº 221 sobre esta clasificación doc-
trinaria, y que no es plenamente aceptada.
10º. Obligaciones específicas y genéricas.
Atiende esta clasificación a la determinación del objeto de la prestación,
y también se hace acreedora a un tratamiento especial (Nos 350 y siguientes),
que nos llevará a hablar de la más común de las obligaciones, la de dinero
(Nos 355 y siguientes), y de los intereses (Nos 360 y siguientes).
11º. Clasificaciones según el objeto de la prestación.
Los objetos del derecho admiten numerosas clasificaciones, todas
las cuales repercuten en las obligaciones que en ellos recaen; y así
tendremos obligaciones muebles o inmuebles, de cosas consumibles e
inconsumibles, fungibles e infungibles, etc.424

307. IV. Clasificaciones en cuanto al sujeto: 12º. Simples, conjuntas,


solidarias e indivisibles. Referencia. Es ésta una de las clasificaciones más
importantes, y le destinamos el Capítulo Cuarto de esta Parte (Nos 381
y siguientes).

424
Véase Vodanovic, ob. cit., Vol. 2, págs. 5 y sigtes.

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LAS OBLIGACIONES

308. V. Clasificaciones en cuanto a los efectos. En este grupo tenemos


dos órdenes de clasificaciones:
13º. Obligaciones de ejecución única, instantánea o postergada,
y de tracto sucesivo.
Corresponde a la clasificación igual de los contratos, y nos remitimos
a lo dicho en el Nº 81.
14º. Obligaciones puras y simples, y sujetas a modalidades.
Es otra de las clasificaciones de importancia, y le destinaremos el
último capítulo de esta parte (Nos 450 y siguientes).

309. VI. Clasificación en cuanto a la causa: 15º. Causales y abstractas. El


Art. 1467 declara que toda obligación debe tener una causa real y lícita,
aunque no es necesario que se exprese.
En consecuencia, esta clasificación no atiende a si la obligación tiene
o carece de causa; se llaman abstractas o formales aquellas, como ha dicho
una sentencia, que son independientes del contrato de que emanan,425
en el sentido de que dicho contrato no puede ser opuesto al acreedor.
Por ejemplo, y como lo veremos más adelante, en la delegación, un
tercero –el delegado– asume la obligación ante el acreedor en lugar del
delegante, primitivo deudor (Nº 1.145). El acreedor es ajeno totalmente
a las relaciones entre delegante y delegado y no se pueden invocar en su
contra: así ocurre también en la fianza, en que el fiador no puede oponer
al acreedor sus excepciones fundadas en el contrato que lo liga al deudor
principal, y en la mayor parte de las obligaciones cambiarias,426 y así, por
ejemplo, al que ha adquirido una letra de cambio por el endoso, no le
empece la convención en cuya virtud el librado aceptó la letra de cambio.
(Art. 28 de la Ley 18.092, de 14 de enero de 1982).

309 bis. 16º. Obligación de seguridad y garantía. Hemos creído opor-


tuno decir algo sobre estas dos especies de obligaciones que adquieren
cada vez más importancia, dado el principio que se impone mayormente
del cumplimiento de la obligación de buena fe.
La obligación de seguridad la hemos señalado a propósito de la
responsabilidad civil, donde se ha desarrollado para asegurar una justa
reparación de la víctima. Nos remitimos a lo dicho, y al Nº 933, donde
insistiremos en ella.
Respecto de la obligación de garantía, no se la ha estudiado su-
ficientemente como tal y en términos generales, sino que la mayoría
de los autores se limitan a señalar que el C.C. por razones históricas la

425
RDJ, T. 58, sec. 1a, pág. 31.
426
RDJ, T. 25, sec. 2a, pág. 75.

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3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

trató principalmente y con bastante detenimiento en la compraventa.


En otros contratos se contienen también normas que se refieren a esta
obligación. Agregan dichos autores, de paso, que no obstante su ubica-
ción, la obligación de garantía se presenta en todos los contratos.
En la compraventa, como se sabe, la obligación de garantía abarca
dos aspectos: el saneamiento de la evicción, y el saneamiento de los
vicios redhibitorios.
En el primer caso, el comprador es afectado en el dominio, goce y uso
pacífico de la cosa por un tercero que pretende derechos sobre ella.
Lo mismo puede ocurrir en cualquier título traslaticio de dominio,
y lógicamente la solución debe ser la misma.
En otras situaciones, como el arrendamiento, la evicción puede
privar o amenazar solamente el uso y goce, pero no el dominio, ya que
se trata de un título de mera tenencia (Arts. 1958 y sgtes. del C.C.).
En el caso de los vicios redhibitorios, ello ocurre cuando la cosa
vendida adolece de defectos, y puede conducir a la indemnización de
perjuicios y hasta a la resolución del contrato, pasando por una dismi-
nución del precio.
Con variantes se la reglamenta también en el arrendamiento (Arts. 1924,
inciso 2º, 1926 y sgtes. del C.C.).
Al margen de las disposiciones que se pueden contemplar en otros
contratos, y que sería largo de enumerar, creemos que existe una teoría
general detrás de estas normas, que abarca todo el derecho, y que deriva
del Art. 1546 para los contratos (Nos 93, 94 y 578), pero que incluso se
presenta en todo el campo de la obligación.
Ello ha ido adquiriendo enorme importancia con el desarrollo de los
contratos que el Código Civil trató en el arrendamiento como “confección
de una obra material” (Arts. 1996 y sgtes.), y como “arrendamiento de
servicios inmateriales”. Lo primero ha sido bastante paleado por leyes
complementarias, como ocurre en el caso de la vivienda.
Lo segundo, en la doctrina y jurisprudencia modernas se califica
al contrato de prestación de servicios inmateriales como autónomo, y
no como una forma del arrendamiento.
Pues bien, es muy importante destacar que la misma obligación
de garantía que existe en los contratos sobre obra material o sobre las
cosas, existe en la prestación de servicios.
Creemos que además ella está muy relacionada con las tres clases
de incumplimientos que señala la legislación: el Art. 1556, que estudia-
remos al hablar del incumplimiento (Nos 791 y sgtes.), menciona el no
haberse cumplido la obligación, el haberse cumplido, pero tardíamente,
y el incumplimiento imperfecto.
Si se mira bien, la obligación de garantía recae justamente en esta
última forma de incumplimiento: el servicio se presta en forma inade-

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LAS OBLIGACIONES

cuada, y así como el comprador tiene derecho a rechazar la entrega


que le pretende hacer el vendedor si la cosa está dañada, y si el daño
no aparece, recurre a los vicios redhibitorios, lo mismo ocurre en los
servicios: si se están prestando en forma inadecuada, puede negarse el
acreedor a que se sigan prestando y a cobrar los perjuicios.
Pero si ellos se ejecutaron, creemos que al igual que en las cosas
materiales habrá una obligación de garantía si ellos tuvieron fallas, una
especie de vicio redhibitorio que permite solicitar la terminación del
contrato o la indemnización de perjuicios. Sólo que en tal caso varían
las reglas del onus probandi. Volveremos sobre el tema al hablar del
cumplimiento imperfecto.
La conclusión es que la obligación de garantía está presente en el
cumplimiento de todas las obligaciones, porque en todas ellas el pago
debe ser completo, y al tenor de lo adeudado, cualquiera que sea el
origen de la obligación.
En aquellos casos que no está reglamentada expresamente por el
legislador, tendrá lugar de acuerdo a las reglas generales de la legisla-
ción en la materia.

310. Pauta. De acuerdo a lo expresado anteriormente, en la mayor


parte de estas clasificaciones nada tenemos que insistir, pero sí destina-
remos sendos capítulos a las obligaciones naturales, a las clasificaciones
del objeto que quedaron pendientes: dar, hacer y no hacer, objeto único
y múltiple, y específicas y genéricas, a las que atienden al número de
sujetos, y a las sujetas a modalidades.

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CAPÍTULO II

OBLIGACIONES NATURALES

311. Reglamentación. El Código destina a la clasificación de las


obligaciones que pasamos a estudiar un Título, el III del Libro 4º
“De las obligaciones civiles y de las meramente naturales”, Arts. 1470
y 1472.
Nuestro examen de ellas lo haremos en tres secciones: una destinada
a fijar el concepto, fundamento y naturaleza jurídica de la obligación
natural; la segunda, a los casos de ella en nuestra legislación, y la tercera,
a los efectos que produce.

Sección primera
CONCEPTO DE OBLIGACIÓN NATURAL

312. Definición. Dice el Art. 1470: “las obligaciones son civiles o


meramente naturales. Civiles son aquellas que dan derecho para exigir
su cumplimiento. Naturales, las que no confieren derecho para exigir
su cumplimiento; pero que cumplidas, autorizan para retener lo que
se ha dado o pagado en razón de ellas”.
La definición destaca la característica fundamental de la obligación
natural que, a diferencia de la civil, no es completa, pues no otorga acción,
sino únicamente excepción para retener lo que se ha dado o pagado
por ella. Es éste su principal efecto, y en algunas legislaciones, como la
italiana (Art. 2034), el único. Se ha criticado la definición por limitarse
así a señalar el efecto más importante, pero es éste justamente el que las
separa más categóricamente de las civiles.

313. Origen y evolución. Como tantas otras, esta institución de las


obligaciones naturales, o imperfectas, como se las llama también, pro-
viene del Derecho Romano. En éste existían, según dijimos, pactos

349
LAS OBLIGACIONES

que no daban acción, pero que cumplidos daban derecho a retener lo


pagado por ellos; igualmente los actos de los esclavos por no ser éstos
personas, no obligaban civilmente, como tampoco en ciertos casos los
de los hijos de familia. Como estas personas no podían obligarse, tam-
poco estaban forzadas a cumplir, pero si lo hacían, carecían de derecho
de repetición; también por ciertos actos nulos por vicios de forma, se
establecía una obligación natural.
El Código francés sólo mencionó de paso esta clase de obligaciones,
en el inc. 2º del Art. 1235, en cuya virtud no se puede repetir lo que
se haya dado o pagado en razón de una obligación natural. Nuestro
Código, como dijimos, efectuó una reglamentación completa de ellas,
pero, según veremos en el número subsiguiente, la concepción mo-
derna de la obligación natural es mucho más amplia que la de nuestra
legislación.

314. Obligación civil, natural y deber moral. El legislador establece


la obligación natural por razones de moralidad; en muchos casos, por
haberse infringido ciertas disposiciones legales, no puede amparar al
acreedor dándole acción para exigir el cumplimiento; pero si el deu-
dor, por un imperativo de su conciencia, y siendo plenamente capaz,
paga, cumple un deber moral, de conciencia, y la ley no le permite el
arrepentimiento y que pretenda recuperar lo dado o pagado.
Difiere, pues, la obligación natural de la mera liberalidad, según
insistiremos más adelante, porque en ésta no hay ningún deber espe-
cífico hacia el acreedor.
El campo de la obligación puede representarse, en consecuencia,
como un trazo, en uno de cuyos extremos está la obligación civil, que
es la definida en la Parte Primera de esta obra; en el otro está el deber
moral, al que nos referimos en el Nº 19, y entre ambos queda ubicada
la obligación natural.
En la obligación civil están plenamente determinados o son de-
terminables los sujetos del acreedor y deudor y la prestación, y goza
tanto de acción para exigir el cumplimiento como de excepción para
retener éste.
En el deber moral no es precisa la determinación, ni tampoco hay
acción de cumplimiento.
La obligación natural participa de caracteres de ambos; como en
la obligación civil, determinadas son las partes y la prestación, pero no
hay acción de cumplimiento, en lo cual se parece al deber moral. Pero
se distancia de él, pues por tratarse de un vínculo jurídico, produce
efectos de derecho: retener lo pagado, que se encuentran tutelados
por el Derecho. Quien cumple un mero deber moral, efectúa una
liberalidad; quien cumple una obligación natural, paga, cumple una

350
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

obligación, aunque no sea plena. Pero en ambos casos el pago se hace


por un deber de conciencia.

315. Distintas concepciones de la obligación natural. Tendencia moderna. De-


finida así la obligación natural en cuanto a sus características principales,
debemos destacar que hay fundamentalmente dos doctrinas respecto
de ella: una, la clásica, que sigue la tradición romana, y otra, la de la
doctrina y jurisprudencia francesas, que inspira las legislaciones con-
temporáneas.
En el trazo imaginario con que hemos representado la obligación,
la doctrina clásica coloca a la natural más cerca de la civil, porque la
concibe como una de ellas que se ha desvirtuado o llegado a ser nula;
una deuda civil imperfecta. Supone la obligación natural la existencia
previa de un vínculo jurídico, una obligación civil que por causas di-
versas degeneró en meramente natural.
No hay duda alguna de que es ésta la doctrina que inspira nuestro
Código, pues los casos que enumera de obligación natural, y que ve-
remos en la sección siguiente, suponen todos ellos la previa existencia
de una obligación civil.
La ya señalada parquedad del Código francés y la ya también des-
tacada audacia de los tratadistas y tribunales franceses, han permitido
a éstos elaborar una nueva concepción de la obligación natural, que
acerca mucho más a ésta al deber moral. Las obligaciones naturales
no son únicamente civiles desvirtuadas, sino que se presentan en el
cumplimiento de cualquier deber moral, a condición de que éste sea
preciso y de aceptación general y se haya cumplido con la conciencia
de ser tal.
El concepto se hace, pues, muy amplio y, además, vago, quedando
prácticamente al criterio del intérprete precisarlo. Se consideran tales los
deberes de solidaridad familiar, y así en el Código francés los hermanos
no se deben, como en el nuestro, alimentos, no obstante lo cual se ha
fallado en dicho país que si se pagan voluntariamente, el hermano ali-
mentante no puede repetir lo que haya dado. Este deber de solidaridad
se ha solido extender también a las relaciones de vecindad.
Igualmente, si una persona no responde por cualquier causa de un
hecho ilícito, pero buenamente y en pleno uso de sus facultades, paga
una indemnización, se considera que ha cumplido un deber moral, y
por ende una obligación natural, y no puede exigir la restitución.
Esta nueva concepción ha entroncado en aquella poderosa corriente
moderna que ya hemos señalado, de moralizar las relaciones jurídicas, y
que ha originado otras instituciones como el enriquecimiento sin causa,
el abuso del derecho, etc. Con este criterio la jurisprudencia francesa
resuelve el problema de las donaciones entre concubinos que anula

351
LAS OBLIGACIONES

por causa ilícita si tienen por objeto continuar las relaciones amorosas,
pero si su fin es ponerles término e indemnizar a la conviviente el daño
a su reputación, las declara válidas, por constituir el cumplimiento de
una obligación natural.
Es la doctrina que inspira a los Códigos de este siglo: alemán (Art. 814),
suizo (Art. 72), italiano (Art. 2034), etc.
Nuestra Corte Suprema, prescindiendo de lo que hemos dicho
sobre nuestra legislación, aplicó la doctrina francesa en el siguiente
caso: un homicida fue indultado con la condición de pagar una renta
vitalicia a la viuda del difunto; tras pagarla un tiempo, el indultado
pretendió la restitución de lo que había dado en cumplimiento de
dicha condición, pero el más alto tribunal de la República negó lugar
a ella, fundado en que el pago importaba el cumplimiento de una
obligación natural.427

316. Naturaleza jurídica de la obligación natural. Variadas discusiones


se han suscitado en torno al problema de determinar si la obligación
natural es jurídica o no. Sin ánimo de terciar en el debate, parece evi-
dente el carácter jurídico de la obligación natural, desde el momento
que merece la tutela de la ley, no tan perfecta como en la civil, pero
suficiente para permitirle producir importantes efectos civiles.
En la doctrina alemana sobre la obligación, que distingue entre
deuda y coacción, la obligación natural se caracteriza porque en ella
sólo existe la primera, pero no hay coacción contra el deudor ni res-
ponsabilidad alguna por el incumplimiento.
Finalmente, para algunos autores la obligación natural es única-
mente una causa de justificación del pago (Nº 335).

Sección segunda
LOS CASOS DE OBLIGACIÓN NATURAL
317. Enunciación. Después de definir las obligaciones naturales, el
Art. 1470 enumera, tras decir “tales son”, cuatro categorías de ellas.
La doctrina ha acostumbrado dividir en dos grupos estos cuatro
casos:

427
RDJ, T. 2, sec. 2a, pág. 143. Manuel Somarriva Undurraga en su obra Las Obli-
gaciones y los Contratos ante la Jurisprudencia, Santiago, 1939, pág. 9, Nº 1, considera que
no había obligación natural, según la concepción de nuestra legislación y que la Corte
estimó como tal el cumplimiento de un deber moral, ya que era muy dudosa la legalidad
de la renta vitalicia.

352
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

1º. Obligaciones nulas o rescindibles,428 es decir, correspondientes


a obligaciones civiles afectas a ciertos vicios de nulidad; son los casos
de los números 1º y 3º del precepto, y
2º. Obligaciones naturales que han sido obligaciones civiles dege-
neradas o desvirtuadas, en las situaciones previstas en los números 2º
y 4º del Art. 1470.
Finalmente, se ha discutido si esta enumeración es taxativa, lo
que lleva a analizar otros posibles casos de obligación natural en el
Código.
Destinaremos un párrafo al estudio de cada una de estas tres si-
tuaciones.

Párrafo 1º
Obligaciones nulas o rescindibles

318. Enunciación. Como decíamos, son dos casos: el del Nº 1º del


Art. 1470, referente a ciertas obligaciones contraídas por algunos in-
capaces, y el del Nº 3º del mismo precepto, relativo a la falta de solem-
nidades en ciertos actos.
Y se les trata conjuntamente, porque en ambos hay actos afectos
a una nulidad que es la relativa en el primer caso, y absoluta en el del
Nº 3º del precepto.

319. I. Obligaciones contraídas por ciertos incapaces. Según el Nº 1º del


Art. 1470, son obligaciones naturales: “las contraídas por personas que
teniendo suficiente juicio y discernimiento, son, sin embargo, incapaces
de obligarse según las leyes, como los menores adultos”.429
El precepto ha planteado dos problemas de interpretación:
1º. Actos e incapaces a que se aplica, y
2º. Desde cuándo existe la obligación natural.
Los que veremos en los siguientes números.

320. A. Actos e incapaces a que se aplica el Nº 1º del Art. 1470. Desde


luego, el precepto sólo puede aplicarse a las obligaciones de los inca-
paces relativos; nunca a los absolutamente incapaces, primero, porque

428
Fueyo, ob. cit., T. 1º, Nº 39, pág. 66, estima preferible la expresión “anula-
bles”.
429
La Ley Nº 18.802, de 8 de junio de 1989, eliminó el otro ejemplo del precepto
que se refería a la “mujer casada en los casos en que le es necesaria la autorización del
marido”, en razón, de la supresión de su incapacidad relativa cuando está casada en
sociedad conyugal.

353
LAS OBLIGACIONES

exige en quienes han contraído la obligación, juicio y discernimiento


suficientes, de los que éstos carecen, y porque, además, el inc. 2º del
Art. 1447, dispone expresamente que los actos de los incapaces absolutos
no producen ni aun obligación natural.
Se refiere, pues, la disposición, exclusivamente a los incapaces relativos,
y el problema es determinar cuáles de ellos quedan incluidos. No hay
ninguna duda respecto del menor adulto. Respecto de la mujer casada
el precepto mencionaba expresamente también a la “mujer casada en
los casos en que le es necesaria la autorización del marido”, expresión
que fue derogada por la Ley Nº 18.802, de 9 de junio de 1989.
Queda únicamente pendiente de resolver el caso del disipador in-
terdicto, que es hoy la única otra incapacidad relativa no mencionada
por la disposición. Nos parece con la mayoría de los autores que no se
le aplica, porque si el disipador está bajo interdicción es precisamente
porque no tiene el suficiente juicio y discernimiento.
Se contraargumenta diciendo que el precepto menciona a la mujer
casada y menor adulto a título de ejemplo, y si eliminamos al disipador
interdicto, de ejemplar la enumeración pasa a ser taxativa; ello tiene
una explicación histórica, porque sucesivas modificaciones del Código
eliminaron otros dos casos de incapacidades relativas: de las personas
jurídicas y religiosas que quedaban incluidas en el Nº 1º del Art. 1470,
y es en razón de esto que la enumeración del precepto era meramente
ejemplar, y ahora pasó a ser taxativa.
Tampoco la disposición comprende todos los actos del menor adulto,
sino únicamente aquellos en que el vicio de nulidad es la incapacidad
relativa. Si hay error, dolo, fuerza, infracción de una prohibición legal,
no hay obligación natural.

321. B. La obligación natural existe desde que se contrae. La doctrina


está dividida, en cuanto al momento en que existe la obligación natural,
en dos corrientes.
Una que cuenta con la opinión de David Stitchkin, Fueyo y Ales-
sandri,430 y sostiene que la obligación pasa a ser natural una vez que
la rescisión ha sido judicialmente declarada, porque antes el acto se
considera válido y produce obligación civil.
La otra, que compartimos, es la de Luis Claro Solar, Manuel So-
marriva,431 y la jurisprudencia de los tribunales,432 y considera que la
obligación natural existe desde la celebración del acto por los incapaces

430
Fueyo, ob. cit., T. 1º, Nº 44, pág. 70, quien cita al profesor Stitchkin; Alessandri,
De las Obligaciones, pág. 35.
431
Claro Solar, ob. cit., T. 10, Nº 32, pág. 48, y Somarriva en sus clases.
432
G.T. de 1872, Nº 423, pág. 200, y de 1879, Nº 1.768, pág. 1239.

354
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

relativos sin la intervención de sus representantes legales. Esta inter-


pretación se ajusta más a los textos legales:
1º. Porque el propio Nº 1º del Art. 1470 dice que son obligaciones
naturales “las contraídas” por estas personas, esto es, se refiere al mo-
mento en que nace la obligación, y
2º. Porque el Art. 2375, Nº 1, niega la acción de reembolso, que
es la que corresponde al fiador que ha pagado al acreedor para que el
deudor principal le restituya lo dado o pagado, “cuando la obligación
del deudor principal es puramente natural, y no se ha validado por
la ratificación o por el lapso del tiempo”. Son estas últimas las únicas
formas de sanear la nulidad relativa y suponen forzosamente que ella
no ha sido judicialmente declarada; una vez dictada la sentencia que
da lugar a la rescisión, no se puede ratificar ésta, ni menos habrá pres-
cripción de ella. Saneada la nulidad, la obligación pasa a ser civil, y
en consecuencia si la disposición exige que ello no haya ocurrido, es
porque no es requisito de la obligación natural que la rescisión esté
judicialmente declarada.

322. II. Omisión de solemnidades legales. De acuerdo al Nº 3º del


Art. 1470, son obligaciones naturales: “las que proceden de actos a que
faltan las solemnidades que la ley exige para que produzcan efectos
civiles; como la de pagar un legado, impuesto por un testamento que
no se ha otorgado en la forma debida”.
El precepto presenta problemas muy semejantes a los del caso
anterior:
1º. A qué clase de actos se refiere, y
2º. Desde qué momento existe la obligación natural, que exami-
naremos en los números siguientes.

323. A. El Nº 3º del Art. 1470, ¿se refiere únicamente a los actos uni-
laterales o comprende también a los bilaterales? Se ha discutido el alcance
de la expresión “actos”, pues ella puede entenderse en dos sentidos,
uno restringido, equivalente a acto jurídico unilateral, y otro amplio,
que comprende tanto a éste como al bilateral o convención. Opina en
este último sentido Luis Claro Solar,433 mientras sustentan la contraria
Alessandri, Somarriva y Fueyo.434 La jurisprudencia es vacilante.435

433
Ob. cit., T. 10, pág. 50, Nº 34.
434
Alessandri, ob. cit., pág. 37; Fueyo, ob. cit., T. I, Nº 46, pág. 70, y Somarriva en
sus clases.
435
Véase Repertorio, T. 5, págs. 138 y sgtes. El fallo más reciente es de la Corte
Pedro Aguirre Cerda, de 29 de enero de 1988, y se inclina por la aplicación restringida:
RDJ, T. 85, sec. 2ª, pág. 5. Otra sentencia consideró que la falta de firma impide que
haya obligación civil o natural: RDJ, T. 86, sec. 1ª, pág. 26.

355
LAS OBLIGACIONES

Y en realidad, el problema es de ardua solución, aunque pare-


ciere tener más asidero la opinión restringida, por las siguientes
razones:
1º. Porque el ejemplo del Código del testamento que no se ha
otorgado en forma debida, es de un acto jurídico unilateral, y de acuer-
do al Mensaje con que el Código fue enviado para su aprobación, los
ejemplos “ponen a la vista el verdadero sentido y espíritu de una ley
en sus aplicaciones”.
2º. Porque si bien es cierto que el Código suele utilizar el término
“acto”, también en un sentido amplio, normalmente cuando quiere
involucrar a los uni y bilaterales, habla de acto o contrato.
3º. Por un argumento histórico, ya que el caso está tomado de la
tradición romana, recogida por Pothier, Las Partidas y el Proyecto de
Código Civil español, de García Goyena, todos limitados al acto jurídico
unilateral, y
4º. Porque resultaría absurdo e injusto en muchos casos aplicar la
disposición a los actos jurídicos bilaterales, y así, si se otorga una compra-
venta de bienes raíces por instrumento privado, el comprador podría verse
imposibilitado de repetir el precio pagado, por ser el cumplimiento de una
obligación natural, mientras que el vendedor, aunque quisiere, no podría
cumplir con su obligación de entregar, pues el Conservador de Bienes
Raíces no puede inscribir documentos privados.
Justo es reconocer que este argumento no milita en los contratos
unilaterales, y así el donante de una donación no insinuada y cumplida
voluntariamente no puede repetir, según se ha fallado,436 porque habría
cumplido una obligación natural.
Este caso de obligación imperfecta se diferencia del anterior en
que la sanción es la nulidad absoluta del acto, y también tendrá lugar
únicamente si la nulidad proviene de la ausencia de la solemnidad
exigida por la ley, pero no por la omisión de otro requisito.

324. B. La obligación natural existe desde el otorgamiento del acto. Es el


mismo problema del caso anterior, esto es, determinar si la obligación
natural nace con la sentencia judicial que declara la nulidad absoluta
o existe desde que la obligación se contrae; la división de opiniones es
análoga, y la conclusión en nuestro concepto es esta última por razones
de texto legal muy semejantes a las señaladas en el Nº 321, con las va-
riantes que a continuación se indican, y así, por último, se ha inclinado
a reconocerlo, aunque con ciertas vacilaciones, la jurisprudencia de
los tribunales.437

436
G.T. de 1868, Nº 1.879, pág. 815.
437
Véase Repertorio, T. IV, pág. 77, Nº 8.

356
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

En efecto, en el Nº 3º del Art. 1470, se refiere a las obligaciones


que “proceden” del acto nulo y no que provienen de la declaración de
la nulidad. La expresión es muy semejante a la del Nº 1º: contraídas.
Y, en seguida, el Art. 2375, Nº 1º, en cuanto permite la validación por
el tiempo (es inaplicable la referencia a la ratificación, pues la nulidad
absoluta no se sanea por esta vía), es igualmente argumento para este
caso.

Párrafo 2º
Obligaciones civiles desvirtuadas

325. Enunciación. Los Nos 2º y 4º del Art. 1470 contemplan dos casos
de obligación natural, que teniendo inicialmente el carácter de civil,
lo han perdido, por haberse extinguido la acción por prescripción, o
no haberse podido acreditar en juicio.

326. I. La prescripción. De acuerdo al Nº 2º del precepto, son obliga-


ciones naturales: “las obligaciones civiles extinguidas por la prescripción”.
Existe una pequeña incorrección de lenguaje porque ésta no extingue
la obligación, sino la acción (Nº 1.219); está claro en todo caso lo que
el Código quiso decir: la obligación nació perfecta, pudo exigirse su
cumplimiento y no se hizo, por lo que ya carece de acción, pero si se
cumple a pesar de la prescripción, no cabe solicitar la restitución. Por
eso se dice que se trata de una obligación civil degenerada o desvirtuada.
Lo que se le ha extinguido entonces a la obligación es su carácter civil,
y ha pasado a ser natural.
¿Desde qué momento? Y hacemos la pregunta porque también este
caso presenta el mismo problema ya visto en los anteriores de determinar
cuándo nace la obligación natural, si desde que transcurre el tiempo
necesario para que la acción se extinga por prescripción,438 o es además
indispensable que ella haya sido judicialmente declarada.439
Y aunque es más lógico concluir lo primero, ello choca con el
inconveniente de que en tal caso el cumplimiento de la obligación
natural se confundiría con la renuncia de la prescripción. En efecto, la
prescripción debe ser alegada, y no puede el juez declararla de oficio;
si no opera de pleno derecho, quiere decir que la obligación subsiste

438
Opinan así Claro Solar, ob. cit., T. 10, pág. 54, Nº 56, y una sentencia publicada
en RDJ, T. 32, sec. 1a, pág. 551.
439
Es la posición de Alessandri, ob. cit., pág. 37; Alfredo Barros Errázuriz, Curso de
Derecho Civil, Nascimento, Santiago, 1932, 2º año, pág. 44; Fueyo, ob. cit., T. 1º, Nº 48,
pág. 72, y el profesor Somarriva en sus clases.

357
LAS OBLIGACIONES

como civil, máxime si, como queda dicho, ella puede ser renunciada
expresa o tácitamente una vez cumplida (Nº 1.226). En consecuencia,
la prescripción cumplida se renuncia antes de ser declarada, y si una vez
ocurrido esto último se paga la obligación, entonces se ha solucionado
una obligación natural.

327. II. Obligaciones civiles no reconocidas en juicio por falta de prueba. Se-
gún el Nº 4º del Art. 1470, son obligaciones naturales: “las que no han
sido reconocidas en juicio por falta de prueba”; también en este caso
la obligación fue civil, perfecta, con acción para exigir el cumplimien-
to, pero al hacerlo así el acreedor fue vencido por no haber podido
acreditar suficientemente la existencia de ella; ésta degenera entonces
en una natural.
Para que la obligación natural exista, se requiere, en consecuencia,
la concurrencia de tres requisitos:
1º. Que haya habido un pleito;
2º. Que el deudor haya sido absuelto, y
3º. Que la absolución se haya fundado en que el acreedor no pudo
probar la existencia de la obligación. Si se ha basado en alguna excep-
ción de fondo, no hay obligación natural.
La Corte Suprema aplicó esta disposición en el siguiente caso:
un corredor de propiedades cobró judicialmente a unos comuneros
su comisión por su intervención en la enajenación de un fundo, que
en definitiva no se había efectuado por oposición de algunos de los
comuneros, pero perdió el pleito por no haber acreditado la orden de
venta emanada de todos ellos. Sin embargo, posteriormente éstos se la
pagaron, y pretendieron repetir lo pagado, rechazándose su demanda
por aplicación del Nº 4º del Art. 1470.440

Párrafo 3º
¿Existen en el Código otros casos de obligación natural?

328. Carácter taxativo o enunciativo del Art. 1470. Se ha discutido si


el Art. 1470 contiene todos los casos de obligación natural en nuestra
legislación, o hay otros en el Código.
Hay quienes sostienen que el precepto no es taxativo, pues la
expresión “tales son” es meramente enunciativa; cita algunos casos
de obligación natural, existiendo otros en diferentes disposiciones.
Pero aquí las opiniones se desvían considerablemente, desde quienes

440
G.T. 1938, 2º sem., Nº 26, pág. 404.

358
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

aceptan únicamente un caso más, hasta los que enumeran 5 o más


casos.441
Examinaremos estas diferentes situaciones, pero teniendo presente
que para calificar una obligación de natural no basta que se produzca
el efecto fundamental de ella, esto es, que no pueda repetirse lo dado
o pagado, sino además es necesario que exista una razón de equidad
(no lo sería, por ejemplo, si es una sanción) y que concurran cuando
menos algunos de los otros efectos de la obligación natural. Estudiaremos
éstos en la sección siguiente, pero podemos adelantar que la obligación
natural puede novarse y caucionarse y la sentencia que rechaza la acción
no extingue la obligación natural.
Y se ha sostenido precisamente que hay obligación natural en todos
aquellos casos en que el Código prohíbe la repetición, a saber:
1º. La multa en los esponsales;
2º. Lo dado o pagado por un objeto ilícito a sabiendas;
3º. En el beneficio de inventario, en cuanto se paga más allá de lo
recibido por herencia, y otras situaciones semejantes;
4º. En el pago de intereses estipulados, y
5º. En lo pagado en el juego y apuesta.
En los siguientes números examinaremos estas situaciones.

329. I. La multa en los esponsales. Esponsales o desposorios son:


“la promesa de matrimonio mutuamente aceptada” (Art. 98). El mis-
mo precepto agrega que constituyen “un hecho privado que las leyes
someten enteramente al honor y conciencia del individuo, y que no
produce obligación alguna ante la ley civil”. Si se estipula una multa
para el caso de no cumplirse la palabra de matrimonio, no puede ella
exigirse, “pero si se hubiere pagado la multa, no podrá pedirse su de-
volución” (Art. 99).

441
Como enseñaba en sus clases Manuel Somarriva, en realidad el precepto quiso
ser taxativo, pero se le escapó cuando menos un caso. En efecto: 1º. La expresión “tales
son” no es enunciativa, y equivale a “son ellas”; 2º. Si el efecto propio de la obligación
natural es la ausencia de derecho de repetición, el Art. 2296 lo limita expresamente
a las enumeradas en el Art. 1470. Si en el pago de lo no debido se dijo que éste no
existe cuando se cumple una obligación natural de las enumeradas en el Art. 1470, es
porque el legislador partía de la base que no había otras; y 3º. A través de los proyectos
se fueron concentrando en el precepto todos los casos de obligación natural. En los
primeros proyectos no existía para ellas un título especial y sólo se repetía la disposición
del Art. 1235 del Código francés, equivalente al actual Art. 2296, antes citado. En el
Proyecto llamado Inédito aparecen ya enumerados en un precepto especial algunos de
los casos, completando la enunciación la Comisión Revisora. Ello obliga a ser cuidadoso
en la calificación de los casos dudosos.

359
LAS OBLIGACIONES

Opina que es un caso de obligación natural el profesor Fueyo,442 y en


contra, Alessandri, Somarriva y Claro Solar.443 Compartimos esta última
opinión, porque si bien es cierto que en su fundamento moral y en su
efecto principal, se asemeja esta situación a la obligación natural, no lo
es menos que no podría producir los efectos secundarios de novarse o
caucionarse, pues la ley ha negado a los esponsales todo efecto ante la
ley civil, como no sea el señalado.
La verdad es que el pago de la multa en los esponsales no puede
ser obligación natural en la concepción de ésta como obligación
civil imperfecta o desvirtuada que adopta nuestro Código, puesto
que precisamente el Art. 98 ha declarado que ellos no producen
obligación alguna, expresión que, por lo demás, incluye tanto a las
civiles como a las naturales. En cambio, en la doctrina moderna, la
ruptura de la palabra matrimonial con indemnización al afectado, es
un caso típico de obligación natural en cumplimiento de un deber
moral.444

330. II. Pago por un objeto o causa ilícitos a sabiendas. De acuerdo al


Art. 1468: “no podrá repetirse lo que se haya dado o pagado por un
objeto o causa ilícita a sabiendas”.

442
Ob. cit., T. I, pág. 74.
443
Alessandri, ob. cit., pág. 40; Claro Solar, ob. cit., Nº 26, pág. 43; Somarriva en
sus clases.
444
En relación con los esponsales se ha discutido la posibilidad de indemnización a
la víctima de un delito civil de seducción. No hay problemas si éste constituye al mismo
tiempo un delito penal, como el estupro, pues en tal caso nace la acción civil para cobrar
la indemnización, según hemos visto, y evidentemente la existencia de los esponsales
es incluso un antecedente para calificar la actitud del seductor. La discusión se centra
en el caso de no existir delito penal, sino una relación sexual prematrimonial obteni-
da con engaño, y que a la víctima provoca un descrédito. Normalmente la existencia
del engaño habrá consistido en los esponsales previos, pero no es la única fuente de
seducción; también lo sería el abuso de autoridad. En todos ellos, ajenos al problema
de los esponsales, es evidente la procedencia de la reparación, pero si se invoca la mera
ruptura de la palabra matrimonial, como el Código ha declarado que no producen
obligación alguna, parece forzoso, aunque injustificado, concluir que no habría lugar
a indemnización.
Por cierto que todos estos conceptos han cambiado bastante con las nuevas cos-
tumbres en materia sexual, lo cual repercutió en materia penal, y también civil. Así es
como se dictó la Ley Nº 19.617, de 12 de junio de 1999, con profundas reformas en los
delitos del Título VII del Libro II del Código Penal, “Contra el orden de las familias y
contra la moralidad pública”, cambiando los conceptos de violación, estupro y otros.
Desde luego, el delito de estupro a que se refiere el Art. 363 del Código Penal no existe
en la forma genérica anterior, que tenía por elemento definitorio el acto sexual con
una “doncella mayor de 12 años y menor de 20 interviniendo engaño”. Hoy se pena
la relación sexual con un menor de edad, pero mayor de 12 años, en los casos en que
enumera el precepto y entre ellos en su Nº 4º “cuando se engaña a la víctima abusando
de su inexperiencia o ignorancia sexual”.

360
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

Aparece también el efecto típico de la obligación natural, pero el


fundamento es justamente el contrario: no hay cumplimiento de un
deber moral, no se trata de moralizar los actos jurídicos, sino que una
sanción de la ley al que celebró el acto ilícito, impidiéndole repetir lo
que haya pagado a sabiendas de la ilicitud, de acuerdo con el antiguo
aforismo de que nadie puede alegar su propia torpeza o fraude. Se hace,
pues, excepción al efecto de la nulidad de que las cosas se retrotraigan
al estado en que se encontraban anteriormente.445

331. III. Beneficio de inventario, competencia, convenio, etc. Existen


varias situaciones en que el deudor ve limitada su responsabilidad, y no
paga todas sus deudas (Nº 583). Así ocurre en el beneficio de inventa-
rio, en el de competencia, en que el deudor no puede ser obligado a
pagar más allá de lo que buenamente pueda; también en virtud de un
convenio con los acreedores puede haber limitado sus deudas a una
parte de ellas, etc.
Se ha sostenido aisladamente que si el deudor paga más allá de lo
que está obligado, estaría cumpliendo una obligación natural; nada
más inexacto, lo que pasa es que el deudor renuncia al beneficio de
inventario, de competencia o del convenio, y cumple una obligación
perfectamente civil.446

332. IV. Pago de intereses no estipulados. El Art. 2208 refiriéndose al


mutuo dispone: “si se han pagado intereses, aunque no estipulados, no
podrán repetirse ni imputarse al capital”. Por su parte, el Art. 15 de la
Ley Nº 18.010, de 27 de junio de 1981, dispone para las operaciones
de crédito de dinero (Nº 359 ter): “si se han pagado intereses, aunque
no se hayan estipulado, no podrán repetirse ni imputarse al capital”.
Ambos preceptos contienen, pues, la misma idea.
Concurren en este caso tanto el fundamento, ya que hay un deber
moral de retribuir el favor del préstamo recibido sin intereses, como
el efecto principal de la obligación natural: derecho a retener lo paga-
do. Pero a pesar de ello es discutible el carácter de obligación natural
en nuestra legislación de este caso, porque no existe una obligación
civil previa y no es posible ni la novación ni la caución, pues desde el
momento en que las hubiera, existiría estipulación de las partes, y el
precepto se pone justamente en el caso que no la haya.447

445
Es la opinión predominante en la doctrina: por ejemplo, Alessandri, ob. cit.,
pág. 46; Fueyo, ob. cit., T. 1º, pág. 76; Somarriva en sus clases, etc.
446
Comparten nuestra opinión, Fueyo, ob. cit., T. 1º, pág. 76; Alessandri, ob. cit.,
pág. 47; Somarriva en sus clases, etc.
447
Para Fueyo hay obligación natural, ob. cit., pág. 75.

361
LAS OBLIGACIONES

En la concepción moderna de la obligación natural es evidente que


la hay por la razón apuntada: el deber moral de retribuir a quien nos
presta un servicio. Aplicándola sin texto legal alguno en su amparo,
la Corte de Talca resolvió que el pago de intereses no estipulados en
una compraventa constituía obligación natural si del mérito de autos
resultaba equitativo.448

333. V. Juego y apuesta. Reglamentan estos contratos aleatorios los


Arts. 2259 y siguientes; según ellos, se pueden clasificar en juegos de
azar, de destreza corporal y de inteligencia.
Respecto de los primeros, el Art. 2259 se remite al 1466, o sea, en
ellos existe objeto ilícito. En consecuencia, se les aplica el Art. 1468,
que vimos en el Nº 330. Por tanto, no se podrá repetir lo dado o pagado
por juego de azar a sabiendas, pero en ello hay más una sanción que
el cumplimiento de una obligación natural.
A los juegos de destreza corporal se refiere el Art. 2263, y dispone
que producirán acción con tal que no contravengan a las leyes y a los
reglamentos de policía. En consecuencia, generan una obligación civil
perfecta, provista de acción para exigir el cumplimiento.
A los juegos de inteligencia, como sería el caso del ajedrez, se les
aplica la norma del Art. 2260. Dispone este precepto: “el juego y la
apuesta no producen acción, sino solamente excepción. El que gana
no puede exigir el pago. Pero si el que pierde paga, no puede repetir
lo pagado, a menos que se haya ganado con dolo”. Como puede apre-
ciarse, la disposición es muy amplia, pero habiendo normas especiales
para los juegos de azar y de destreza corporal, forzoso es concluir
que sólo se aplica a los de inteligencia y a la apuesta lícita.
Y constituye un caso típico de obligación natural en la concepción
clásica, pues el efecto, el fundamento y todas sus características son
de ella. El legislador a un acto que normalmente debió producir una
obligación civil, por su desconfianza hacia estos contratos aleatorios,
lo priva de una parte de su eficacia.449
Ello confirma que el Art. 1470 no es enteramente taxativo, y cuando
menos hay un caso de obligación natural ajeno a él.

448
RDJ, T. 12, sec. 1a, pág. 376.
449
Opinan que es caso de obligación natural, Alessandri, ob. cit., pág. 35; Fueyo,
ob. cit., T. 1º, pág. 73, aunque sin hacer la distinción del texto, y Somarriva en sus clases.
En contra, Claro Solar, T. 10 de su ob. cit., Nº 25, pág. 39.

362
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

Sección tercera
EFECTOS DE LA OBLIGACIÓN NATURAL

334. Enunciación. Ya hemos señalado que el efecto fundamental


que produce la obligación natural es que constituye causa suficiente del
pago, y no puede repetirse lo que se ha dado o solucionado por ella.
Produce otros efectos también, y da lugar a algunos pequeños problemas,
puntos que veremos en los números siguientes en este orden:
1º. La obligación natural como causa suficiente del pago;
2º. La obligación natural y la novación;
3º. La obligación natural y otros modos satisfactorios de extinguir
las obligaciones;
4º. Caución de la obligación natural;
5º. La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación
natural, y
6º. ¿Puede la obligación natural convertirse en civil?

335. I. La obligación natural como causa suficiente del pago. Requisitos


de éste. La expresión del epígrafe de este número no es otra cosa que el
efecto que a la obligación natural señala el Art. 1470, pero visto desde
el pago.
En efecto, la característica fundamental de la obligación natural es
que quien paga una de ellas, no puede repetir, esto es, no está habilitado
para solicitar la devolución de lo dado o pagado. Es la única defensa
del acreedor que carece de acción, pues la obligación natural sólo es
susceptible de pago voluntario pero no forzoso.
Pero quien cumple una obligación natural voluntariamente, paga.
En consecuencia, en primer lugar, no hay pago de lo indebido en el
cumplimiento de una obligación natural, y de ahí que el legislador lo
haya señalado así en forma reiterada precisamente al hablar del pago
de lo no debido. Según el Art. 2296: “no se podrá repetir lo que se ha
pagado para cumplir una obligación puramente natural de las enume-
radas en el Art. 1470”, y de acuerdo al 2297: “se podrá repetir aun lo
que se ha pagado por error de derecho cuando el pago no tenía por
fundamento ni aun una obligación puramente natural”.
Y en seguida, según lo hemos también destacado, quien cumple
una obligación natural no dona, paga;450 en la primera se cumple una
obligación civil, proveniente de un contrato válido, y por mera libertad,
con animus donandi, mientras que en la segunda no hay deber jurídico
de cumplimiento coercible.

450
G.T. de 1938, 2º sem., Nº 86, pág. 404, y toda la doctrina.

363
LAS OBLIGACIONES

Pero para que el pago produzca el efecto que comentamos es ne-


cesario que se haya hecho voluntariamente por el que tenía la libre
administración de sus bienes (Art. 1470, inc. final).
De ahí que para la irrepetibilidad del pago deben concurrir dos
circunstancias copulativas.451
1º. El pago debe ser voluntario.
Esta expresión es muy semejante a la utilizada por el Art. 1695 al
definir la confirmación (ratificación) tácita de la nulidad relativa, como
la ejecución voluntaria de la obligación contraída.
La expresión debe entenderse, en consecuencia, en el sentido que
el cumplimiento de la obligación natural debe ser libre y espontáneo
por parte del deudor y, además, con la convicción de estar cumpliendo
una obligación meramente de esa naturaleza.452 Así también lo con-
firma el Art. 2296, antes transcrito, pues niega la repetición por pago
indebido cuando se ha pagado para cumplir una obligación natural,
o sea, con este objeto.
No se cumpliría con esta exigencia si en el pago concurre algún
vicio del consentimiento453 o se paga en virtud de una ejecución del
acreedor.454
2º. El que paga debe tener la libre administración de sus bienes.
Esta expresión del Código se ha prestado a dudas, pues es cosa
distinta la capacidad para administrar que para disponer de los bienes
(Nº 84). El pago, por regla general, es un acto de disposición.
Sin embargo, la verdad es que el Código en numerosas ocasiones
ha utilizado la expresión “libre administración” para exigir la plena
capacidad de disposición, por lo cual debe concluirse que en el cum-
plimiento de la obligación natural esta última es la que debe concurrir,
o sea, el solvens debe ser mayor de edad, no estar afecto a ninguna otra
incapacidad, y la cosa que se da no debe estar sujeta a prohibición,
embargo, etc.

336. II. La obligación natural puede ser novada. La novación es un modo


de extinguir la obligación, reemplazándola por otra (Nº 1.099).
El Art. 1630 dispone que “para que sea válida la novación es nece-
sario que tanto la obligación primitiva como el contrato de novación
sean válidos, a lo menos naturalmente”.

451
Otros autores agregan un tercer requisito que omitimos por obvio: el pago debe
ser hecho con arreglo a la ley, o sea, en la forma que el Código reglamenta al tratar del
cumplimiento.
452
El mismo fallo de la nota 450 de este primer tomo.
453
Un caso de error en la RDJ, T. 21, sec. 1a, pág. 257.
454
G.T. de 1874, Nº 2.272, pág. 1.906.

364
3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

Nada de extraño tiene que así sea, porque la novación es un modo


satisfactorio de extinguir las obligaciones, equivale al pago (Nº 1.171), y
produce su mismo efecto: extinguir la obligación, con el consentimiento
del acreedor (Nº 1.112).

337. III. La obligación natural y otros modos de extinción de obligaciones. Co-


mo hemos visto con anterioridad, el Código se preocupó expresamente
del pago y de la novación.
De los restantes modos de extinguir las obligaciones debemos de-
jar a un lado aquellos que no equivalen al pago, pues todos ellos se
oponen a la exigibilidad de la obligación, y la natural de todos modos
no puede exigirse.
De los que equivalen al pago, quedarían la compensación, confu-
sión y dación en pago.
La compensación legal no puede tener lugar entre una obligación
civil y una natural, porque es requisito de ella la exigibilidad de las
deudas que se extinguen, y además porque en la obligación natural
se exige cumplimiento voluntario, y la compensación opera de pleno
derecho, aunque debe ser alegada (Nos 718, 727 y 737).
Respecto de la confusión, carece de importancia y aplicación porque
nadie se va a cumplir voluntariamente a sí mismo (Nº 741).
Nos queda la dación en pago, y no vemos inconveniente alguno
para que el deudor cumpla su obligación natural con un objeto distin-
to al debido, si ello es aceptado por el acreedor. No podría el solvens
exigir la restitución, siempre que haya dado en pago voluntariamente
y teniendo la libre administración de sus bienes (Nº 700).

338. IV. La obligación natural puede ser caucionada. El Art. 1472 dispone
de la suerte de las cauciones contraídas para garantizar una obligación
natural, y dice: “las fianzas, hipotecas, prendas y cláusulas penales consti-
tuidas por terceros para seguridad de estas obligaciones, valdrán”.
De acuerdo al precepto transcrito debe efectuarse un distingo:
1º. Las cauciones constituidas por el propio deudor no quedan
incluidas en él pues se refiere expresamente a las contraídas por terce-
ros, y la razón es muy lógica: si el acreedor no puede exigir el cumpli-
miento de lo principal, menos podrá hacerlo con lo accesorio: prenda,
hipoteca, etc.
2º. Las constituidas por terceros son las que tienen plena eficacia,
y el acreedor, si no puede exigir el cumplimiento al deudor, podrá
hacerlo, por ejemplo, al fiador.455

455
Alessandri, erróneamente a nuestro juicio, sostiene que la caución vale única-
mente si se constituye una vez que la obligación ha adquirido el carácter de natural,

365
LAS OBLIGACIONES

Como vimos en el Nº 321, el Código se preocupó especialmente


de la fianza constituida por un tercero para garantizar una obligación
natural, negándole al fiador en los Arts. 2358, Nº 3º y 2375 el beneficio
de excusión, para que el acreedor cobre primero al deudor principal,
y el de reembolso, o sea, el derecho del fiador a repetir contra aquél lo
que ha pagado al acreedor, a menos que la obligación natural se haya
validado por la ratificación o el tiempo. Y es lógico que así sea, pues
en caso contrario se estaría persiguiendo al deudor de una obligación
natural, lo que no puede hacerse.

339. V. La sentencia que rechaza la acción no extingue la obligación


natural. Así lo señala el Art. 1471: “La sentencia judicial que rechaza
la acción intentada contra el naturalmente obligado, no extingue la
obligación natural”.
El legislador lo dijo para evitar toda duda, pero la disposición es
innecesaria, porque si la obligación natural carece de acción, la sen-
tencia judicial que rechaza la demanda se limita a aplicar este carác-
ter, declara que no hay obligación civil exigible, pero no impide que
posteriormente opere el efecto propio de ella, que es la retención de
lo voluntariamente pagado por el deudor. No podría pensarse que el
amplio efecto de la cosa juzgada cubra esta situación, pero el legislador
optó por decirlo expresamente.
Es el caso que citábamos, por ejemplo en el Nº 327, del corredor
de propiedades que no pudo probar su obligación. El juicio le fue ad-
verso, pero pudo retener lo pagado en virtud de lo dicho. Siempre va
a ocurrir así en el caso del Nº 4º del Art. 1470.

340. VI. ¿Puede la obligación natural convertirse en civil? Se ha discutido


en doctrina si la promesa efectuada por el deudor de una obligación
natural de pagarla, da derecho a exigir el cumplimiento. Dicho de otra
manera, la obligación natural es causa suficiente del pago, pero ¿será
causa suficiente de un compromiso de pago? El deudor desea cumplir
la obligación natural, pero no estando en situación de hacerlo, se com-
promete a pagarla posteriormente, ¿es este compromiso una obligación
civil perfecta, y en consecuencia, el deudor no puede arrepentirse y, si
lo hace, el acreedor queda facultado para obligarlo al cumplimiento?
En nuestro concepto el problema se soluciona de muy distinta forma, de
acuerdo a la concepción que se tenga de la obligación natural (Nº 315).

requisito que la ley no ha exigido en parte alguna. Ob. cit., pág. 43. En contra, Claro
Solar, ob. cit., T. 10, Nº 55, pág. 65.
Un caso ante los tribunales en la G.T. de 1865, Nº 1.518, pág. 632: se validó una
hipoteca constituida por un tercero a favor de un menor.

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3ª PARTE. CLASIFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES

En la doctrina de la obligación natural-deber moral no se divisa qué


inconveniente puede haber para aceptarlo así; si la obligación natural
puede ser pagada voluntariamente, es lógico que también el deudor
pueda comprometerse a hacerlo, y por ello en Francia es la opinión
predominante en la doctrina y jurisprudencia.456
En nuestro propio país, una sentencia de la Corte de Santiago de
6 de mayo de 1881 también declaró que si el testador reconoció deber
una obligación natural y la sucesión tiene bienes suficientes para ello,
debe cumplirla.457
Sin embargo, creemos que en la doctrina de la obligación civil
desvirtuada o degenerada, que acepta nuestro Código, es necesario
efectuar un distingo.
Siempre la obligación natural puede convertirse en civil por
la vía de la novación, de acuerdo al Art. 1630, y según vimos en el
Nº 336, pero en tal caso la obligación natural primitiva se extingue y
da nacimiento a una nueva obligación, en que alguno de los elemen-
tos esenciales (acreedor, deudor, objeto o causa) debe ser diferente
(Nº 1.107). No hay propiamente, pues, conversión de la obligación
natural en civil.
En los demás casos, ella será posible únicamente cuando la ley per-
mite sanear el efecto de la obligación, y en tal caso la promesa de pago
se confunde con dicho saneamiento y debe cumplir sus requisitos.
Y así, en el caso del Nº 1º del Art. 1470 (menor adulto) sería la
confirmación de la nulidad relativa; en el del Nº 2º, una renuncia a
la prescripción, y en el del Nº 4º, una renuncia a la cosa juzgada del
pleito en que se rechazó la acción por falta de prueba. Pero en el caso
del Nº 3º vendría a significar una ratificación de una nulidad absoluta,
que está prohibida expresamente (Art. 1683).
En los demás casos en que se ha discutido su posible calidad de
obligación natural, se hace preciso también analizarlos uno por uno,
y así, en el pago de un objeto ilícito a sabiendas, el compromiso de
pagar sería tan absolutamente nulo como el acto mismo, y no suscep-
tible de ratificación; en el mutuo, si se conviene con posterioridad
al contrato el pago de intereses, no hay sino una modificación del
contrato plenamente civil y eficaz. Justamente el Art. 2208 se pone
en el caso de que no se hayan estipulado intereses ni en el contrato
ni posteriormente.

456
Mazeaud, ob. cit., Parte 1a, T. 1º, Nº 367, pág. 536. Curiosamente, en cambio, el
Art. 2034 del Código italiano, que sigue la doctrina francesa, niega todo otro efecto que
el propio de ella, a la obligación natural, por lo que pareciere que no puede convertirse
en civil por la promesa del deudor.
457
G.T. de 1881, Nº 528, pág. 333.

367
LAS OBLIGACIONES

Quedarían el caso de los esponsales y de los juegos de inteligencia


y apuestas lícitas, en que parece muy discutible la validez de la promesa
de pago, pues la ley ha querido negarles precisamente todo otro efecto
civil que no sea el de retener lo pagado.

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