Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
TESIS DOMINANTE
3. El poder es indisociable del Saber: todo ejercicio del poder en una sociedad
moderna es también lugar de formación del saber (sobre lo viviente, la locura,
el sexo, la infancia…), y de forma simétrica, todo Saber establecido permite y
asegura el ejercicio de un poder (ej. demografía, criminología…manera de
conocer la población y controlarla).
COMPLEJA”
El suplicio como ritual político, supone que el delito o el crimen no solo daña y
perjudica a la víctima directa, sino que también ataca al poder soberano en su
persona. Y esto es así porque es a partir del rey de quien emana la ley que es
trasgredida en el delito, por ello el suplicio no solo implica la reparación del
daño sino también implica una venganza del príncipe por la afrenta de su
persona. El suplicio restituye la soberanía ultrajada.
Así, el suplicio como castigo es una práctica que pone de relieve la disimetría
entre el súbdito que comete el delito y el soberano omnipotente que ejerce su
fuerza. Por ello es una victoria que reduce infinitesimalmente el cuerpo del
Pues bien, el suplicio como forma de castigo desaparece a finales del siglo
XVIII y principios del XIX. El suplico, con todo el despliegue de fuerza y el gran
espectáculo que conlleva, comienza a desaparecer, comienza a ser criticado
como escena repugnante, un acto que más que alejar a la gente de la
ferocidad, la acercaba. El acto del suplicio será visto como un crimen incluso
mayor que el cometido por el condenado.
Pero pronto advertimos que la acción sobre el cuerpo no desaparece del todo
en las nuevas modalidades del castigo, pues en los castigos que corresponden
a la economía de los derechos suspendidos, los castigos que consisten en la
privación de la libertad, todavía se ejerce poder sobre los cuerpos: el trabajo
forzado, el racionamiento de los alimentos, la privación sexual y los golpes son
hechos que implican una acción directa sobre los cuerpos dedicadas a
provocar un dolor físico.
De ahí que el filósofo francés afirme que debamos poner atención no solo en
las manifestaciones del poder donde se expresa como represión o sanción,
sino también debemos observar el poder como una función compleja capaz
de producir efectos positivos. El poder no solo reprime, también crea,
conduce, produce efectos, relaciones y saberes.
Entre estos tres modelos también hay una diferencia latente en tanto al
establecimiento de la verdad sobre la que se asigna la medida punitiva. En el
modelo monárquico la verdad se establece en base a tres condiciones: se
conoce la existencia de la infracción, el texto de la ley y el responsable de la
infracción; en cambio, en los otros dos modelos además de esas tres
condiciones se debe conocer al individuo delincuente mediante un
procedimiento científico que incluye la actuación de varias disciplinas, para
establecer la verdad, de tal manera que el juez debe considerar el consejo
sobre las medidas a aplicar de varios profesionales como el psiquiatra.
En definitiva el ejercicio del poder para castigar se concibe como una como
una propiedad que reprime y aplica la Ley, mas no como una estrategia que
consta de distintas tácticas que producen efectos.
Así nace un ejercicio del poder sobre las personas, pero no para castigar sino
para prevenir la criminalidad, una verdadera política criminal, ya que el poder
sobre las personas no sólo se debe ver como “un poder que se ejerce sobre
aquellos a quienes se castiga, (sino) de una manera más general sobre
aquellos a quienes se vigila, se educa y corrige, sobre los locos, los niños, los
colegiales, los colonizados, sobre aquellos a quienes se sujeta a un aparato de
producción y se controla a lo largo de toda su existencia” [4]. De esta manera
la sociedad controla al individuo a través de la escuela, de las fábricas, los
colegios, de los cuarteles, y de una serie de instituciones en las que le imparte
disciplina de tal modo que la sociedad misma se convierte en una prisión, que
aplica los métodos aprendidos a las instituciones monásticas.
Desde el siglo XVII estas instituciones para impartir disciplina buscan cubrir
todo el cuerpo social, y controlan al hombre durante toda su existencia.
Todas las ideas expuestas por Michel Foucault sobre la política penal y la
criminal responden a conceptos sociológicos y de la filosofía política moderna
claros; así se puede comprender la función socializadora de la pena, la
incursión de grupos de presión en la ejecución de la pena dentro del modelo
monárquico, para evitar que se lleve a cabo; entre otras precisiones que a
continuación exponemos.
Estos grupos de presión se pueden agolpar por diferentes motivos, entre los
que Foucault señala: la agitación producida por la diferencia de las penas para
las clases sociales, y la agitación contra las penas demasiado graves aplicadas a
De esta manera el grupo de presión influye en una de las causas por las que el
suplicio es visto como una pena ineficaz, ya que si bien está dirigido a producir
temor en quienes lo observan, la agitación popular hace que éste se vuelva en
una fuerza que puede derivar en rebelión, infundiendo fuerza en el monarca
que se ve compelido a perdonar.
Es así que los rangos se distribuyen según los adelantos, las conductas de las
personas, su saber, su capacidad, valores, méritos, en los que pueden entrar
los demás individuos de la multitud sometidos al poder sustituyendo a otros,
según logren esos presupuestos. Todos esos presupuestos están claramente
evaluados mediante las formas adquiridas en las instituciones disciplinarias,
que están dirigidas a controlar a las personas. Con el control y el
establecimiento de estos rangos, se logra instaurar en la psiquis de las
personas una correspondencia entre una conducta (capacidad, méritos) y sus
resultados (rango), es decir una configuración de esa conducta.
Es así que todas estas características del ambiente en el que se desarrollan las
sociedades como las epidemias, las enfermedades, y el modelo económico
mismo influyen en la producción de la pena. Así una vez que cambiaron estos
factores, se pasó del suplicio a la detención con fines de de corrección, pues la
muerte ya no era tan familiar como antes, sino que los avances de la ciencia
Tal es la concepción del delito como una agresión al monarca y la pena una
venganza que éste ejerce contra el delincuente, que sólo el puede perdonarla
e indultar al condenado, “sólo él debe ser dueño de lavar las ofensas que se le
han hecho”.
Foucault propone una neo concepción del poder, una “microfísica del poder”,
que inviste el cuerpo para volverlo útil y obligado, deudor.