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de una reflexión sistemática sobre las grandes líneas del proceso histórico ~atino dios del tiempo histórico. En segundo lugar, porque la historicidad de la confor-
americano. Por consiguiente, no se ha querido ofrecer una visión de Aménca La- mación de las sociedades criollas se encuentra recogida, desde sus prolegómenos,
tina que, por cumplir un compromiso de pretendida objetividad científica, se ~e en un denso cuerpo historiográfico extraordinariamente rico y continuc. En tercer
sentienda de las expresíones espirituales e intelectuales que sintetizan la pasiÓn lugar, porque el trabajo sostenido y productivo de arqueólogos, antrc pólogos e
latinoamericana, tan legítima y respetable como la generada por cualquier otra de historiadores aún no ha logrado llenar por completo las brechas históricamente ge-
las grandes regiones geoculturales del mundo. Por eso esta Historia representa, neradas entre las sociedades criollas y las sociedades aborígenes más estructuradas.
sobre todo, un esfuerzo de comprensión de sí misma por parte de América Lati- De esta manera, las sociedades latinoamericanas actuales están vinculadas or-
na. Pero de ninguna manera este. esfuerzo encubre una absurda pretensión de ais- gánicamente con un proceso de poblamiento del actual territorio americano que
lacionismo historiográfico. Tampoco un asomo siquiera de subestima del papel data de ~nos 25 000 años. Este vínculo se expresa directamente en las socieda-
desempeñado por los amplios escenarios, en los cuales se ha desenvuelto la real~ des abGdgenes e, indirectamente, en todas las sociedades latinoamericanas. Al
dad latinoamericana. 11enos aún desdén por la visión ajena. Representa un genUI- mismo tiempo, la vertiente europea de la conformación de las sociedades latino-
no esfuerzo de comprensión de sí mismas por las sociedadef: latinoamericanas, en americanas las vincula directamente con las originarias raíces del mundo medite-
el cual han participado varias decenas d~acreditados investigadores latinoamerica- rráneo y, en especial, con su vertiente arábiga, a lo cual se sumó en forma cre-
nos, europeos y norteamericanos. No son ellos latinoamericanistas en el senti.do ciente el aporte subsahariano. Por estas razones, merece particular estudio lo que
tradicional, aún superviviente en muchos centros de estudio, sino mentes científi- podría denominarse tiempo histórico de América Latina. Seguramente cabría su-
cas para las .cuales América Latina es, también, algo más que nn objeto de estu- brayar tres aspectos fundamentales. Uno -y principal- es el alto nivel de con-
dio, es un auténtico deseo de comprensión, en el cual se combinan el conocimien- temporaneidad que caracteriza en su conjunto a las sociedades latinoamericanas.
to científico y la simpatía. Ellas conjugan las etapas del tiempo histórico, que se extienden desde el Paleolí-
Ésta ha querido ser una historia de sociedade$. Por lo mismo, se propuso re- tico Superior hasta el umbral de la era atómica. Otro aspecto es el concerniente
coger la existencia histórica de conjuritps sociales que son div_ersos por sus rasgos al hecho de que aún hoy se dan procesos de primer contacto de sociedades crio-
característicos. Pe:r;o también -y fundamentalmente- por la 'forma como se han llas con sociedades aborígenes. Por último -y cargado de consecuencias socio-
combinado en ellos los rasgos compartidos con otras sociedades, generando la es- políticas que llegan a revestir gravedad- se debe tener presente el hecho de que
pecificidad del curso histórico de Jas sociedades latinoamericanas.· Estos procesos, varias de las sociedades que iniciaron su proceso de implantación en territorio
que componen el complejo mosaico de sociedades que es América Latina, son americano al nacer el siglo XVI no han completado aún la ocupación primaria de
también reveladores de una creatividad que se manifiesta en el marco de una cre- su espacio históricamente atribuido.
ciente interrelación con los procesos hist6ricos denominados universales. El símil Nuestro propósito de componer una historia de sociedades tropezó pronto
del mosaico de sociedades no carece de justificación. Pretende recoger, a un tiem- con una realidad histórica que ·en muchos aspectos alcanzó a prevalecer. Y es que
po, la trama que unifica y las fisuras que diferencian e incluso separan los compo- la historia de las sociedades latinoamericanas, criollas y aborígenes ha sido escri-
nentes. Pero el mosaico latinoamericano no es expresión de una fallida esperanza ta y cultivada en correspondencia con el proceso de conformación social he-
de fusión homogeneizadora -necesariamente abandonada hoy por las mentes gemónica del criollo latinoamericano. Naturalmente, esto vale no sólo para la
más lúcidas de las sociedades criollas contemporáneas 1- , sino de la leal admisión comprensión y la explicación de la historia; vale también para el acopio y la pre-
de una realida;f, a partir d~ la cual están arrancando nuevos procesos de desarro- servación de las fuentes, así como para la orientación de los proyectos de investi-
llo histórico. Estos pasan por la formación. de bloques subregionales, que buscan gación. De esta manera en muchas ocasiones -como seguramente apreciará el
conjugar la diversidad real en el marc:o de proyectos de integración abiertos. En lector- la presencia histórica de las sociedades no criollas se debilita e incluso
este esfuerzo de potenciación de las sociedades latinoamericanas, los factores de- queda subordinada a la de las sociedades criollas .. ~e niego a aceptar la fácil ex-
terminantes no derivan de la comunidad de origen, sino de la identidad de pro- plicación de este hecho consistente en que sucede así porque las sociedades crio-
pósitos. No ha sido otro el camino recorrido por el proceso de unificación en el llas son el motor de los complejos sociales latinoamericanos. Viene más a la razón
viejo continente, hoy empeñado en probar la existencia de Europa, como entidad el observar que en éstos se da una desigualdad de ritmos históricos. Rechazo la
histórica y no sólo geográfica. creencia, aunque generalizada, del estancamiento de alguno de sus componentes.
Toda aproximación historiográfica a América Latina está regida por tres gran- En todo caso, rechazo esta última creencia, por cuanto lleva en la práctica social
des circunstancias. En primer lugar, por la acumulación y el entramado de esta- a pronunciar la más prejuiciada sentencia contra las sociedades indígenas, tradi-
cionalmente vistas por la mentalidad criolla como responsables del atraso sqcial
1. El autor utiliza el término «criollo» en su sentido más generalizado en América Latina. De-
y de los obstáculos encontrados por los intentos de progreso. Quizá ha escapado
signa al europeo y al africano nacidos en tierra americana y al producto de su mestizaje con la pobla- a la atención de quienes han puesto empeño en refutar esta interpretación, asu-
ción indígena. Pero, más que un criterio étnico, para el autor importa una forma de mentalidad, la miendo la defensa del indígena y abonando la exaltación de su contribución cul-
propia de una relación de dominación respecto de las sociedades indígenas. En este sentido, la con-
ciencia criolla desborda los límites étnicos. ·
tural, el señalar que la verdadera causa de tal dificul~ad radica en el modo como
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las sociedades criollas y aborígenes se relacionan en la mentalidad del criollo, úni- Antonio Vázquez de Espinosa les atribuyó como origen el ser descendientes de la
co término conocido de esa relación, ya que el papel de la mentalidad indígena en tribu perdida de Israel. Más tarde, diversos observadores, desde Galeotto Cey a
ella sigue siendo materia más de supuestos y deducciones que de conocimiento. comienzos del siglo XVI, consideraron a las sociedades criollas como simples re-
Se ha formado así, entre las sociedades aborígenes y las criollas, una brecha medos de las sociedades europeas, pero condicionadas por un medio geográfico
que ha resistido a los esfuerzos de creadores literarios y artísticos, al igual que los que era él mismo, en muchos aspectos, valorado como degradación del europeo.
de mentes científicas y filósofos sociales. También las corrientes ideológicas y po- A partir de esa supuesta comprobación, que descalificaba a las sociedades
líticas de reciente curso han pretendido colmar esa brecha. El curso actual de las criollas latinoamericanas, sus integrantes vieron negadas tanto su creatividad
sociedades indígenas latinoamericanas ha experimentado la intrusión, por lo ge- como la posibilidad de que pudieran elevarse al nivel de sus antepasados euro-
neral depredadora, de tales intentos. De esta manera, esas sociedades siguen sien- peos. Todavía a finales del siglo XIX viajeros y naturalistas europeos, al estilo de
do hoy, en términos generales, la arena en la cual se barajan enfoques generados Juan Bautista Diosdado Boussingault, mostraron mayor interés y simpatía por la
en el seno de las sociedades criollas, a lo largo de cinco siglos de dominación. Si naturaleza americana que por su población. Aún hoy, en el umbral del siglo XXI,
no como doctrinas explícitas expresamente, sí como práctica vigente socialmen- la imagen de las sociedades americanas, tanto criollas como indígenas, que ha sido
te, esos enfoques se corresponden con la yuxtaposición de tiempos históricos, difundida por algunos escritores latinoamericanos de éxito internacional, se re-
perceptible en algunas de las sociedades latinoamericanas. Forman la gama que S(! laciona más con lo fantástico y hasta con lo irracional que con la racionalidad in-
extiende desde la acción misionera -ella misma reveladora de esa yuxtaposición telectual y social determinada por los criterios europeos occidentales, compar-
de tiempos históricos- hasta los .tratamientos antropológicos experimentales tidos por el criollo latinoamericano.
actuales. Pero, de manera general, puede decirse que el núcleo de relación de las Por otra parte, el europeo tiende a juzgar su historia con una selectiva racio-
sociedades criollas con las sociedades aborígenes, fonnado en el siglo XVI, se nalidad de hoy, mientras a las sociedades latinoamericanas se las enclaustra, sin
mantiene: está compuesto poda acció~ simulránea.de misioneros, comerciantes, posibilidad de rescatarse, en una irracionalidad esencial. Nada de nuevo hay en
rescatadores, soldados, pobladores y funcionarios expoliador~s, a los cual~s se esto, por otra parte. También el romanticismo, que es admitido como una etapa
han sumado, en los .últimos años, los promotor,es de causas políticas en búsqueda en la sensibilidad de los europeos, es considerado poco menos que una condición
de prosélitos. insuperable en el criollo latinoamericano.
América Latina constituye, por.consiguiente, una encrucijada de tiempos his- Nada en estos conceptos merece hoy una atención mayor que la prestada en
tóricos que ha elaborado el suyo propio, y esto es, justamente, lo que la presente las líneas precedentes. Han quedado registrados, en la evolución de las socieda-
Historia ha querido captar y ofrecer al lector. Mas·ese tiempo histórico no es úni- des criollas latinoamericanas, como muestras de la no siempre excusable incom-
co, ni su diversidad intrínseca viene a ser un título de singularidad para América prensión de la realidad de su conformación histórica. Pero no es difícil advertir el
Latina. Puesto en perspectiva histórica, se advierte que el de las sociedades lati- importante papel que estos prejuicios han desempeñado, como fundamento de la
noamericanas no ha sido un curso histórico que carezca de paralelo, aunque tam- justificación de propósitos colonialistas, antiguos y modernos, formales e in-
poco· cabe afirmar que carezca de singularidad. Visto como resultado de procesos formales, de los cuales es elocuente ejemplo la intervención franco-austríaca en
de implantación que abrieron extenso campo al mestizaje en todos los órdenes, México a mediados del siglo XIX.
parecía sin embargo posible establecer sim!Jitlid, en algunos aspectos, c?n. !?roce- Pero sería muy cómodo atribuir tal grado de incomprensión tan sólo al obser-
sos más recientes que han tenido lugar en Africa y Oceanía. Pero estas s1m1htudes vador externo de las sociedades latinoamericanas. También el criollo ha rehuido
tienden a desvanecerse, como meras apariencias, cuando se estudian estos procesos la admisión de su realidad, sobre todo en lo que concierne a sus relaciones con
con detenimiento. Aun si se los engloba en una misma modalidad de conformación las sociedades indígenas, al igual que a su tenaz actitud de subordinación imitati-
de nuevas sociedades, la variante latinoamericana presenta claros y permanentes va respecto de sus ancestros europeos. Esto ha er¡.trabado la creatividad del crio-
rasgos diferenciales. Los otros procesos de poblamiento reciente mencionados en-e llo latinoamericano, por obra tanto de la persistencia en su conciencia de los mo-
tran más holgadamente en la categoría de trasplante de población y no en la de dos iniciales y primarios de su relación con las sociedades aborígenes como por
implantación de sociedades. .El mestizaje, tanto en su presencia como en su ausen- su aspiración a identificarse con los patrones culturales europeos. He intentado
cia, establece la diferencia fundamental entre ambos procesos, en el entendido de sintetizar esta situación del criollo latinoamericano definiéndolo como un domi-
que se trata del mestizaje primario, dado entre los primitivos y los nuevos pobla- nador cautivo, pues se esfuerza por diferenciarse, del aborigen dominado, entre-
dores. Visto así, el caso de las sociedades latinoamericanas se singulariza, al me- gándose cada vez más a su propio. cautiverio, representado por su solícita sumi-
nos en los tiempos modernos. sión a formas culturales acatadas como paradigmas, en cuya formación ha tenido
Desde el momento en que se estableció el vínculo inicial entre las comuni- poca, si alguna, participación.
dades autóctonas del continente y los expedicionarios procedentes de la porción También resultaría injusto -y sobre todo sería históricamente desacertado-
mediterránea europea, se ha debatido la cuestión de la originalidad americana, no reconocer que, pese a estas complejas formas de su conciencia, el criollo lati-
implícita en el concepto de Nuevo Mundo. A esos pobladores autóctonos fray noamericano ha sido capaz de concebir, promover y realizar la más vasta y ardua
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empresa de ruptura del nexo colonial cumplida hasta el pr~sente, incluida ~~ des- medio y j:omponente. Ello obliga a valorar mejor el carácter endógeno, creciente
colonización ocurrida después de la Segunda Guerra Mund1al. La formulac10n de hasta llegar a ser muy pronto predominante, del proceso de implantación de las
la teoría de la ema'ncipación de las colonias españolas de América y su práctica hoy sociedades criollas latinoamericanas, así como a diferenciar entre la inicial y
creativa, obra de muchos hombres y mujeres, hoy representados por los grandes las sucesivas modalidades de la inserción de lo europeo en es~ proceso.
nombres de Simón Bolívar, José de San Martín, Antonio Nariño y fray Servando En lo que respecta a las sociedades indígenas, ha de estudiarse la existencia de
Teresa de Mier, constituye un justo título de recomendación de la capacidad inte- una doble relación, de condicionante y de condicionado, que representa aún hoy,
lectual y el vigor de la acción social y política del criollo latinoan:ericano. Empe- en algunos casos de forma creciente, la esencia de las sociedades implantadas.
ñado éste, según los observadores europeos de mediados del siglo XIX, contra Esto obliga a restablecer la identidad histórica de las sociedades indígenas, que
toda razón aparente, en constituir nacionalidades en el marco de Estados sobera- han sido incorporadas en una suerte de escenario geohumano dispuesto para la
nos fue capaz de persistir en la experiencia republicana cuando Europa retorna- hazaña de la conquista y la colonización; o han sido relegadas abusivamente, ya
ba ~isiblemente escarmentada, a la seguridad del viejo orden monárquico, en al- en la república, a la condición de minorías destinadas a desvanecerse. ·
gu~os c:1sos poco menos que absolutista. La tenacidad del criollo latinoamericano En cuanto a la población africana trasladada a América, se busca establecer
~n este orden fue, sin embargo, tildada de tozudez y hasta se exhibió como prue- una relación basada en la comprensión de que ella es, además de componente del
ba palpable de irracionalidad. En el fondo, se le exigía al criollo latinoamericano. mestizaje global, también la matriz de sociedades afroamericanas. Esto impone,
que Hegas e en breve pla~o a un ordenamiento.socüi.l y político. en cuyo logro igualmente, la comprensión de que está por esclarecer todo un complejo de vín-
Europa había invertido siglos. Abundaron los cnollos latmoamencanos, lectores culos, el cual se ve abrumado todavía por las secuelas discriminatorias, tanto so-
de su realidad en la ciencia europea, que pagaron tributC? a esta muestra más de ciales como culturales, de la esclavitud.
subordinación intelectual y llegaron -a desesperarse .. Pero, felizmente, no fueron Con las sucesivas presencias migratorias, hay que advertir una relación de
pocos los claros espíritus que desafiaron. la engañosa sensatez así cultivada. estimulante proceso abierto que ha culminado, luego de la inicial presencia de in-
Esta Historia ha querido enmarcarse en dos propósitos fupdamentales que dostanos y chinos, con las migraciones europeas de finales del siglo XIX y media-
fueron establecidos en la versión orig'inal del proyecto que elaboré en 1981 y del dos del siglo XX hacia algunas áreas de América Latina.
cual creo oportuno transcribir extensos pasajes, si bien introduciéndoles algunos El logro de estos objetivos supone, como se ha dicho, la superación de la vi-
añadidos conceptuales, además de arreglos de estilo. Estos propósitos fueron de- sión criolla de la historia de América Latina. Se ha insistido mucho en la necesi-
ducidos del estudio crítico, tanto de la historia como de la historiografía lati- dad de superar la visión crudamente eurocéntrica, sustituyéndola por una autén-
noamericanas y latinoamericanistas, así como del prolongado y enriquecedor ticamente universal. Pero este debate tiene doble faz: una, visible, corresponde a
. contacto intelectual con muchos de los autores seleccionados. Enunciados senci- la necesidad generalmente admitida de abandonar la visión eurocéntrica, hacién-
llamente, son los siguientes: la Historia General de América Latina promovida dola salir por la puerta; otra, disimulada, consiste en que al cultivar la visión crio-
por la UNESCO debe ayudar a superar la visión criolla, esencialmente eurocén- lla de la historia de América Latina se hace retornar por la ventana el punto de
trica, de la historia de América Latina y, por lo mismo, contribuir a actualizar los vista que se había hecho salir por h puerta, pues ambas visiones se identifican en
criterios nacionales y nacionalistas que han regido y rigen la historiografía corres- sus planos fundamentales.
pondiente. • · El intento de superar la visión criolla de la historia de América Latina exige,
Superar la visión criolla ,de la historia de las sociedades implantadas en Lati- en primer lugar, definirla, lo que no es fácil. Quizá podría entenderse por tal la
noamérica significa asumir una postura historiográfica que procure dos objetivos conciencia histórica, producto del proceso de implantación de una sociedad en un
primordiales. En primer lugar, rescatar la perspectiva histó;ica del largo período territorio ya ocupado por sociedades aborígenes, proceso que ha generado una
americano, representado por las sociedades aborígenes. Estas deben ser vistas relación de dominio, en la cual el dominador se v~ a sí mismo como representan-
como un continuo, no como un antecedente o como un complemento del proce- te de la razón histórica del proceso global y el dominadoo es visto por el domina-
so de implantación de las nuevas sociedades o sociedades criollas. En ~egundo lu- dor, a un tiempo, como antecedente y como compañero indeseable (el problema
gar, situar a las sociedades implantadas en una relación· de interacción múltiple indígena). El resultado es una concepción fatalista del proceso de relación entre
con los factores y procesos que a lo largo de medio milenio han condicionado su sociedades, consistente en que el dominado estaría destinado a incorporarse a la
formación. · sociedad criolla. Esta concepción subyace como factor legitimador de todos los
El logro de estos objetivos exige ·una revisión del modo de relación de dichas procedimientos empleados a lo largo de los siglos para resolver el problema in-
sociedades con la «historia universal», con las sociedades aborígenes, con lapo- dígena.
blación africana trasladada a América y con las sucesivas presencias migratorias. Pero la doble relación de interacción en la cual fraguó la sociedad implanta-
Con la «historia universal» y teniendo en cuenta la mediación de la historia da, con las sociedades aborígenes y con el contexto colonial europeo expresado
europea occidental en la concepción de esa universalidad, debe.buscarse una rela- en el nexo colonial,_ y todo ello en el ámbito de lo nuevo americano, generó un
ción que permita valorar ajustadamente la significación de ésta, que es a la vez proceso de diferenciación que constituye la criollización. Sus parámetros han sido
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·. una constante, t.elJ.az, fundamental y procurada diferenciación respecto de las so- contexto europeo y angloamericano; y es clave, por último, para la definitiva con-
.. ciedades aborígenes; y una no menos constante, inevitable, creciente, pero no de- formación del ser histórico de las sociedades afroamericanas.
seada, respecto del contexto europeo original. Debe tenerse en cuenta, sin embar- En síntesis, las sociedades implantadas latinoamericanas han alcanzado un ni-
go, que ambos parámetros han admitido históricamente -y las admiten aún- v~~ de consolidació.n n:uy alto, que hace posible que se piensen a sí mismas po-
oportunas conversiones transitorias de signo contrario. Pese a las apariencias, el sztzvamente, es decir, sm pasar por la necesidad de definirse negativamente res-
fin último de dichas conversaciones es mantener el ya comentado proceso de di- pecto de l~s demás so~ie~ades con las cuales comparten el territorio. De lograr
ferenciación. Tal como sucedió cuando, a comienzos del siglo XIX, el criollo se este cometido se despepna el campo para el despliegue de la creatividad del crio-
identificó con el indígena, en el papel de víctima de la opresión ejercida por el pe- llo y con ello se multiplicarían sus opciones. Al mismo tiempo, se cqntribuiría de-
ninsular, para justificar la ruptura del nexo colonial. Tal como ha sucedido y su- cididamepte a crear las condiciones que propiciarán el desenvolvimiento global
cede cuando el criollo ha pretendido identificarse y se identifica con el europeo, de las otras sociedades.
para respaldar su predominio étnico-social. . . El segundo de ·tos propósitos fundamentales de esta Historia es contribuir a
Las tendencias políticas recientes, locales ameriCanas y universales europeas, actualizar, en las sociedades implantadas latinoamericanas, los criterios naciona-
que abarcan desde la universalidad de la defensa de los derechos humanos hasta les y nacionalistas, en el sentido de hacerlos concordar con el momento histórico
nuevas propuestas ideológicas de carácter sociopolítico, actúan como variables que viven esas sociedades y con la necesaria revaluación histórica de las socieda-
en este proceso. El saldo global es que disminuyen las posibilidades de desvane- des indígenas y afroamericanas.
cimiento de lás sociedades indígenas, aunque en muchos aspectos acentúan la El ~acíonalismo latinoamericano ha sido objeto de toda suerte de enfoques y
brecha que separa a las sociedades implantadas del paradjgma europeo, .con efec- tratamientos. Al ocuparse del área teoricoideológica, la Historia General de Amé-
tos desalentadores y hasta inhibidores de la creatividad en la conciencia criolla. rica Latina ha tenido en su estudio, al igual que en el del liberalismo latino-
Pero está en marcha un cambio fundamental en el cuadro interno que puede lle- americ~no, con el cual se halla estrechamente vinculado, uno de. sus temas más
gar, en algunas áreas de América Latina, a transformar la sítuaci~n general: la re- com?leJo.s. Pe_r? no termina ~hí su importancia. El esfuerzo metodológico y críti-
cuperación de las sociedades indígenas en sentido demográfico, cultural y po- co-histonograftco que tal Hzstoria supone obliga a asumir ante el nacionalismo
lítico contraría, hasta anularla, la concepción fatalista forzada acerca de ellas, posturas que s?brepasan la preocupación limitadamente historiográfica y que,
propia del proceso de implantación. En una proyección histórica ·abie~ta ya no con mucha razon, se adentran en los terrenos de la conciencia histórica, traduci-
cabe descartar la posibilidad de que algunas de las sociedades indígenas reasu- da en conciencia social y política.
man su curso histórico. Obviamente, no cabe entenderlo como un retorno al si- Sin abonar la diatriba que, sospechosamente, suele proceder sobre todo de na-
. glo XVI, pero sí, en todo caso, superando la inserción criolla como representati- cionalismos tan avasalladores como mal disimulados, y sin caer .en el exceso de la
va del conjunto. exaltación lírica ripiosa, ha sidó necesario abordar el estudio del nacionalismo la-
Visto para la totalidad de las sociedades implantadas, el cuadro se complica, tinoamericano viéndolo como expresión sintética de las formas de conciencia
ya que, por ser el de implantación un proceso todavía inconcluso, en su fase pri- propias del proceso de formulación y aplicación de los proyectos nacionales de
mera y primaria de ocupación inicial del territorio, y aun de primer contacto con las sociedades implantadas latinoamericanas. Hacerlo así ha significado asumir
algunas sociedades indígenas, la problemática del siglo XVI en lo que respecta a la toda la carga de emotividad que tal proceso requirió durante un largo sialo en el
relación con estas sociedades se vuelve a plantear hoy, de forma análoga, en cier- cual, más d~ una vez, esas sociedades creyeron ver naufragar su proyect~ nacio-
tas áreas. nal, en m~dro de va~os esfuerzos por superar la crisis estructural que las agobia-
Los cambios en cuestión complica~ aún más el complejo tiempo histórico de ba desde fmales del stglo XVIII y los estragos causados por los estallidos bélicos re-
realización de las sociedades implantadas latinoamericanas, vigorizando los fun- currentes, a :odo lo cual se sumaban los efectos de la presencia imperial europea
damentos del conflicto estructural que vive la' conciencia criolla: ésta se desen- y norteamencana.
vuelve, así, en un doble plano, formado por el atavismo esencial de! siglo XVI y Situad?~ en est.a perspectiva, se advierte que el nacionalismo ha desempeña-
por la actualidad del siglo >..'VI en ciertas áreas, simultáneamente con el lanza- do en Amenca Latma un doble papel. Uno ha sido el de radicar la nación como
miento de algunas de esas sociedades hacia el siglo XXI, en el marco de las nuevas criterio de legitimación de la estructura de poder interna de la sociedad, una vez
formas mundiales de relación. Por eso, es primordial para el desenvolvimiento de desalojado el rey de esa posición, como consecuencia de la ruptura del nexo co-
las sociedades implantadas latinoamericanas superar la visión criolla de su histo- lonial y de la adopción de la forma constitucional republicana. El otro ha sido el
ria.desde un triple punto de vista: es vital para desobstruir el cauce al proceso que de enlazar las nuevas demarcaciones politicoadministrativas, legitimando por igual
habrá de culminar con la reasunción de su curso histórico por algunas sociedades el control dominante de las sociedades implantadas sobre las sociedades in-
indígenas; es necesario para liberar la conciencia criolla de limitaciones estructu- dígenas. Así, en .no~bre de la nación emancipada y republicana, ha sido posible
rales, que afectan a la creatividad de su cultura, por la doble relación de acepta- asegurar la contmmdad del proceso de implantación, iniciado y desarrollado en
ción/negación en la cual se desenvuelve respecto de las sociedades indígenas y del el ámbito del nexo colonial monárquico. .
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De esta manera, el injustamente subestimado nacionalismo decimonónico la- ~ontando en su haber histórico ~on 1~ creación de Estados soberanos y re-
tinoamericano cumplió una importante función en la conformación del mapa po- publicanos, a la par que con pruebas mdubttables de su persistencia en el afán de
lítico del continente. Durante cierto tiempo -y en no pocos casos- ese na- constituirse como naciones independientes y de consolidarse como sociedades de-
cionalismo nutrió actitudes de celosa defensa de las autonomías recién ganadas, mocráticas, las sociedades criollas latinoamericanas afrontan, si bien con diferen-
si bien tales actitudes eran canalizadas mediante proyectos nacionales que trope,- te intensidad y grado de percepción de esta situación, una difícil tarea que podría
zaban con dificultades estructurales. En lá medida en que fracasaban los intentos expresarse de la siguiente manera: deben realizar una gran esfuerzo para superar
de superarlas, esas dificultades parecían tan profundamente arraigadas que pron- definitivamente los tenaces rasgos de su conciencia que arraigan en su condición
to fueron vistas como insuperables, en relación con los recursos de que disponían de dominador de las sociedades aborígenes, desde el umbral del siglo XVI; o, lo
las nacientes nacionalidades, particularmente en el orden económico. Tal com- que es lo mismo, están llamadas a redefinir sus relaciones con las sociedades abo-
prensión del proceso por sus más lúcidos actores se convirtió rápidamente en con- rígenes y,' sobre todo, a airear la conciencia con que viven esos nexos. Al mismo
vicción generalizada. Esta última, que sirviifl de fundamento a diversas propuestas tiempo están ante la necesidad de actualizar su nacionalismo, tan costosamente
políticas de inspiración liberal, se veía ref~rzada por los efectos ciertos y prolon- elaborado en el siglo XIX y que tan importante papel desempeñó en la constitu-
gados de la dislocación social y económicáj ~ausada en extensas áreas por guerras ción de los Estados nacionales. En suma, dos grandes y exigentes tareas, que han
de independencia que fueron particularmente largas, sangrientas y destructivas .. de ser a un tiempo estímulo y prueba, en el más alto grado, de la creatividad del
Lo fueron hasta el punto de causar profundos traumatismos, de difícil recupera- criollo latinoamericano, comparable sólo con la demostrada por las sociedades in-
ción, a sociedades que en gran parte se encontraban todavía en los inicios de su dígenas para sobrellevar la dominación ejercida por el criollo.
estructuración como tales, cuando se avocaron a la ruptura del nexo colonial. Cualesquiera que sean los modos de aproximarse a'estos retos -ideológicos,
Los reiterados y tenaces esfuerzos por ·nevar a la· práctica los proyectos na- políticos o sociales- no parece necesario demostrar que tienen un punto de par-
cionales en la primera mitad del siglo XIX, que se apÓyaron sobre todo en los re- tida común: han de fundarse en una transformación de la conciencia histórica del
cursos ya existentes en las sociedades correspondientes, consolidaron la convic- criollo. Ahora bien, esta transformación sólo será posible mediante el desar~ollo
ción de que esos recursos no sólo erari insuficientes y hasta inadecuados, sino que crítico del conocimiento del acontecer histórico, del que él es todavía hoy princi-
sólo podrían incrementarse y reforzarse mediante la articulación plena de las so- pal protagonista. Sobre esta base, podrá el criollo latinoamericano, valido de su
ciedades recién emancipadas con las áreas ·más dinámicas del sistema capitalista rico patrimonio indígena y africano, promover sus sociedades a los grados de li-
mundial, entonces en formación y expansión. Son abundantes las pruebas de lo bertad, democracia, bienestar y justicia por él anhelados, y establecer relaciones
temprano, lo profundo y lo perdurable de· .esta fonna de conciencia, así como de semejantes con las sociedades indígenas y afroamericanas.
.sus expresiones legislativas y administrativas en materias tales como incentivos a La presente Historia General de Am_érica Latina, realizada bajo el patrocinio
la inversión extranjera y a la inmigración y colonización, con población preferen- genuinamente universal de la UNESCO, tiene como propósito primordial contri-
temente_ europea. De este modo, la correlación entre la autonomía duramente buir a la renovación de la conciencia histórica del criollo latinoamericano y, por
. conquistada y la convicción acerca de la no viabilidad de los proyectos naciona- ende, a promover el papel propio y relativo de las demás sociedades con las cua-
les mientras estuviesen confiados a sus solos recursos preparó el terreno p~ra la les comparte el territorio americano.
presencia de los imperialismos europeo y norteamericano en las antiguas colonias
españolas de América y, con variantes apreciables, en Brasil. •
Se generó así una compleja situación histórica cuya dialéctica durante déca-
das ha sido velada en gran parte por interpretaCiones excesivamente inmediatis-
tas y unidireccionales. Éstas han conformado una visión fragmentaria y parcial de
los problemas conceptuales y metodológicos suscitados por el estudio histórico
de la problemática del imperialismo moderno y contemporáneo, así como de su
papel en el desarrollo de los proyectos nacionales de América Latina. -
Todo parece acentuar la urgente necesidad de someter este nivel del conoci-
miento general de América Latina a una cuidadosa revisión histórica. La madura-
ción de algunas de las sociedades que la forman y los requerimientos políticos de
todas determinan esa necesidad, en el marco compuesto por la proliferación de for-
mas de asociación supranacionales, en correlación con el desarrollo multinacional
del capitalismo, con el surgir de nuevas modalidades de organización sociopolítica
y con la oportunidad de volver a definir, en algunas áreas, los vínculos de las socie-
dades implantadas latinoamericanas con las sociedades indígenas y afroamericanas.
tJN~RSIDAD DE AJ'TTIOQUIA
~IBLIOTECA CENTRAL '
INTRODUCCIÓN
viejas capitales, lo que generó la lucha entre federalistas y centralistas, contexto dades indígenas en un siglo que la autora caracteriza como «el siglo de las oportu-
en el que aparecerían los caudillos con reivindicaciones populares. nidades frustradas».
Los problemas sociales, políticos y económicos otorgaron gran importancia al En la segunda parte, dedicada a «Las estructuras económicas y sociales», Héc-
uso de la prensa y un notable predominio sobre el estudio de la historia. Es el tor Pérez Brignoli esboza las tendencias y la composición demográficas y la dis-
tiempo en el que fue prioritaria la búsqueda de respuestas, y así lo hicieron los tribución espacial de la población; así como el fenómeno de las migraciones in-
mexicanos Lucas Alamán (1792-1853), Lorenzo de Zavala (1788-1836), José ternas e internacionales y el problema de las epidemias. Este marco demográfico
María Luis Mora (1794-1848), el chileno Benjamín Vicuña Mackena (1831- le sirve a Arnold Bauer para definir .«Las estructuras ·agrarias en la América espa-
1886) y los argentinos Vicente-Fidel López (1815~1903) y Domingo F. Sarmien- ñola»: las formas estructurales de la producción agrícola, sus transformaciones y
to (1811-1888). Las crónicas históricas irán construyendo las gestas heroicas que permanencias; el problema de la producción (capital, tierra, fuerza de trabajo,
tratarán de darle legitimidad a las nuevas naciones. tecnología agraria, condiciones de trabajo), el mercado y el consumo, así como la
Sin duda, el siglo XIX latinoamericano asistió también a un intenso proceso de importancia del sector agroexportador. Por su parte, Inés Herrera Canales anali-
destrucción del antiguo orden y la construtcióri de uno nuevo que se plasmó, en za la dinámica de la producción minera después de la independencia, las coyun-
líneas generales, entre 1820 y 1880. Este volumen está dedicado a estudiar de la turas de decadencia y el repunte de la minería en los países productores más re-
manera más detallada y profunda posible e·sta complejidad estructural. La prime- . levantes: México, Chile, Perú y Bolivia, favorecido por las inversiones de las
ra parte, «En busca de un proyecto nacional», se inicia con el capítulo dedicado a compañías inglesas. Manuel Miño Grijalva, en cambio, en «Los avatares de la ma-
estudiar el tránsito «Del Estado colonial al Estado independiente nacional». En nufactura y los orígenes de la industria moderna» muestra el impacto de la pro-
éste, Germán Carrera Damas deslinda los proyectos nacionales de las ante.riores ducción industrial sobre el sector manufacturero y artesanal; la alternativa: Übre
formas coloniales de organización, .mientras que David Bushnell en «Unidad po- cambio vs. proteccionismo, y los primeros intentos de crear una industria moder-
lítica y conflictos regionales» realiza el análisis de los diversos intentos de integra- na; destaca el papel de la industria moderna mexicana y su crecimiento en este
ción regional y los fracasos de la unidad~ la Gran Colombia, l€1 Confederación período, y los problemas fundamentales que surgieron en contra del «despegue»
Centroamericana y la.Confederación Peruano-Boliviana. El problema de la confor- industrial latinoamericano. En el siguiente capítulo, Guillermo Beato esboza «La
mación de los Estados nacionales lo aborda Jaime Rodríguez en «La organización nueva estructura comercial» de los países y el sistema económico mundial -los
política de los Estados. Caracterización y análisis del constitucionalismo y los sis- mercados mundial, nacional y regional-, haciendo hincapié en los obstáculos de
temas parlamentarios», a la par que Brian Hamnett define las «Ideologías;1os par- la geografía y el transporte; la aparición de nuevos grupos mercantiles y las trans-
tidos y otras organizaciones políticas», y analiza el hanseatismo, el autonomismo, formaciones de las ciudades. Por su parte, Carlos Marichal en «Las finanzas y la
.el anexionismo, el federalismo y el centralismo; el liberalismo y el conservaduris- construcción de las nuevas naciones latinoamericanas» destaca la crisis y el trán-
mo, así como la persistencia del monarquismo y la aparición del socialismo. Por sito de la real hacienda a la nueva organización fiscal; los esfuerzos por construir
su parte José Carlos Chiramonte, el). «Estado y poder regional», hace hincapié en un nuevo sistema fiscal; la deuda y los problemas monetarios, sin descuidar el pa-
la constitución de ias provincias y el poder local -los fenómenos del caciquismo, pel que desempeñaron las inversiones extranjeras durante este período.
el coronelismo y el caudillismo- y describe las bases económicas, sociales y po- Los obstáculos políticos y económicos impactaron en las estructuras sociales,
líticas del poder regional para, ulteriormente, presentar las expresiones de dicho aunque se siguen reconociendo las estructuras familiares básicas. Eni de Mesqui-
poder con el análisis de varios casos: a) la vertiente atlántica constituida por Ar- ta Samara en «Los· grupos sociales y la vida cotidiana» delimita y esboza la estruc-
gentina, Uruguay y Brasil; b) México·; e) Centmamérica; d) el mundo andino cen- tura social y define el papel de los hacendados, los comerciantes y los mineros; al
tral: Ecuador, Perú y Bolivia; e) Venezuela y Colombia, y, finalmente, f) Paraguay. tiempo que ubica el papel de los artesanos y campesinos en el funcionamiento so-
Sin embargo, la conformación de los Estados nacionales reconoció en su pro- cial general, valora la presencia de los grupos profesionales, y revela la vida en el
ceso la participación definida de grupos y corporaciones sociales que fueron de- campo y la ciudad. También describe la familia de este tiempo, las pautas matri-
terminantes en la vida de los nuevos países. Así, Christon I. Archer, en «Ejército moniales y las condiciones de la vida material a través de sus principales atribu-
y milicias», analiza el papel del ejército colonial y su tránsito al ejércitó nacional, tos: la moda, la comida, las fiestas y la vivienda. Es un mundo con una estabili-
profundiza en su estructura, funcionamiento y tecnología militar, sin descuidar su dad básica pero que sufrió también desajustes e inestabilidad, razón por la que
vinculación y las relaciones con la sociedad civil, mientras que Jean 1'-A:eyer, por John Tutino, en «Los desajustes sociales», analiza la inserción de las sociedades in-
su parte, en el capítulo dedicado a «La Iglesia» se ocupa de la redefinición de su dígenas y afroamericanas en la estructura del nuevo orden social y sus actos de
proyecto, la lucha por la participación política, la tolerancia religiosa, la reforma aceptación o de resistencia frente al liberalismo, mientras Manuel R. Moreno Fra-
y la desamortización. Florencia E. Mallen, por último, en «Las sociedades indíge- ginals, en «La abolición de la esclavitud», perfila con el estudio de varios casos el
nas frente al nuevo orden», recorre el camino del Estado protector al Estado libe- proceso que puso fin a dicho sistema.
ral, analiza la naturaleza de las reformas, la autonomía indígena y los municipios, En general, el nacimiento de los Estados latinoamericanos no estuvo libre de
y muestra los casos más relevantes de la relación del Estado nacional vs. las socie- conflictos, por lo que la tercera parte está dedicada a «Los conflictos y las relacio-
28 JOSEFINA ZORAIDA VÁZQUEZ Y MANUEL MIÑO GRIJALVA INTRODUCCIÓN . 29
nes internacionales». Josefina Zoraida Vázquez, en los capítulos destinados a es- temporáneos, y Esteváo C. de Rezende Martins, sobre la faz portuguesa de Amé-
tos problemas, aborda y ofrece una perspectiva amplia sobre el esfuerzo que im- rica Latina, en «Brasil visto por sí mismo», en el que muestra la interiorización del
plicó establecer y normalizar -por lo rriehos relativamente- «Los conflictos y intenso proceso que significó definir lo brasileño más allá de lo portugués hasta
las relaciones internacionales» frente al problema del reconocimiento de los nue- lograr su «autocomprensión cultural>), que ya es perceptible desde mediados del
vos Estados por parte de Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia, el Vaticano, Es- siglo XIX.
paña y Portugal, así como sobre las modalidades y circunstancias en las que se pro- No deseamos cerrar este volumen sin antes hacer un homenaje a tres notables
duce la inserción de los nuevos Estados en el orden internacional. Como una exponentes de la historiografía latinoamericana que ya no están entre nosotros;
consecuencia de este intenso proceso de redefinición y desajuste, estudia «La inser- Manuel Moreno Fraginals, Guillermo Beato y Abelardo ·Villegas, que dejan su
ción de los nuevos Estados en el orden internacional» y analiza el contexto inter- huella intelectual en los temas que más les interesaron y apasionaron a lo largo de
nacional con la referencia de varios casos: Santo Domingo, las intervenciones fran- sus vidas. También queremos agradecer el entusiasmo y, sobre todo, la paciencia
cesa, española e inglesa; las conspiraciones monarquistas, el expansionismo y el de los autores, como destacar el empeño de Carmen Espinosa, de la UNESCO, y
filibusterismo norteamericano. Esta parte concluye·con el capítulo dedicado a las su diligencia en el seguimiento de la redacción de la obra y, por supuesto, en el
«Relaciones interamericanas» y los conflictos generados por el cambio de unas propio proceso de ·edición. No olvidamos tampoco la colaboración de María
fronteras coloniales a otras soberanas, pues cada país trató de definirlas como un Edith Calleja Cervantes en la preparación de la versión final de los borradores ni
requisito fundamental para la formación de su Estado nacional. Por este motivo· de Concepción Yoé Medinilla por su paciencia en la preparación de las diferentes
la autora hace hincapié en los conflic.tos armados y muestra las diversas variantes versiones de los textos. Corresponde igualmente destacar y agradecer la valiosa
se
que observan en los casos de Uruguay y las guerras del Plata; Ecuador-Perú; la contribución económica otorgada por la Fundación Antorchas de Argentina para
guerra de Paraguay; Haití-Santo Domingo y la guerra ·del ·Pacífico. la publicación de este volumen. Por lo demás, creemos haber cumplido con los
Sin embargo, los conflictos y las tensiones de la ~poca no medraron la capa- objetivos y lineamientos marcados por el Comité Científico, aunque la aparición
cidad creadora de los latinoamericanos. EIJ. la cuarta parte, «Las expresiones de la de nuevos temas y problemáticas de investigación reclamará siempre una revisión
nueva identidad», A~elardo Villegas presenta perfectamente definido el tránsito que los haga merecer en el futuro un lugar en la historiografía latinoamericana.
«De la ilustración al romanticismo en Latinoamérica» y muestra las expresiones
de la filosofía, el periodismo y la difq.sión de la política cultural, expresiones que,
por otra parte, estuvieron acompañadas en una fase inicial por «La ciencia en
América Latina», sobre la cual Hebe Vessuri muestra las manifestaciones de los
avances tecnológico y científicos. Por su parte, Teresa Gisbert, en «Las artes», rea-
liza un análisis revelador de las principales manifestaciones artísticas que predo-
minaron en este siglo: la pintura, la escultura, la arquitectura civil y religiosa; el
·arte popular y la música. Gregario Weinberg, en «Educación y sociedad», sinteti-
za las tendencias de la educación latinoamericana, la relación entre educación y
grupos sociales, y las alternativas de la educación superior, sin olvidar señalar la
decadencia de las universidades. Esta parte finaliza con el capítulo de Beatriz Gar-
za Cuarón sobre «Identidad, lengua y literatm;a» en el que muestra las principa-
les manifestaciones de la novela y la poesía romántica, así como la estructura de
la lengua y las manifestaciones lingüísticas latinoamericanas. Parece correcto
plantear que la inestabilidad política e institucional no inhibió las manifestaciones o
Esta continuidad esencial entre las fases, que pueden ser diferenciadas pero Ilustración 1
·no delimitadas, del·proceso sociopolítico global revela, en primer lugar, que el ge-
neralizado lanzamiento de este último no estuvo subordinado determinantemen-
te a lo circunstancial; y, en segundo, que sus diversas manifestaciones no consti-
. tuyeron meros actos de imitación, o de adopción poco menos que inconsulta, de
· .·marcos institucionales de los que se afirma, generalmente, que no guardaban una
relación orgánica con las sociedades que los hacían suyos; es decir, con socieda-
des que habían sido hasta entonces, y seguían siéndolo en gran medida, fervoro-
. · sa y activamente coloniales, y ahora vivían el trance de constituirse como Estados
. y nacionalidades independientes.
LA PRESERVACIÓN DE LA ESTRUCTURA DE PODER INTERNA . ~n lo externo, la. estructura de poder interna estaba limitada por el principio
legltlmador de la mtsma, es decir, la subordinación a la Corona, manifestada
La crisis política que condujo a la ruptura del nexo colonial f':Ie motivada_ origi- como el llamado pacto colonial. En lo interno, el límite era el grado de consenso
lmente por el propósito de los criollos americanos y los penmsulares radtcados social, impuesto e inducido, que se requería para su funcionamiento. Toda esta si-
~: preservar la estructura de poder interna de la socied~d colonial. ~os factor~s tuación se puso de manifiesto con una rigidez social que se volvía cada día más
ue condujeron la crisis hacia la ruptura del nexo colomal ~ueron vanos~ de dt- intolerable para las aspiraciones de libertad e igualdad, abrigadas y promovidas
por esclavos y mestizos. Los escasos canales de movilidad social vertical -la acti-
;ersa naturaleza. Entre ellos fue básic_a la nec~sidad de amphar el m?~opoho mer-
~i~~d económica y la vida milit~r- e~contraban una barrera insalvable en los pre-
antil establecido por el pacto colomal, medtante la apertura del regtmen comer-
~ial y 'ta libertad de comercio, substrayéndolo en lo posible a 1~ servidumbre de la JUlClOS de clase y de raza. Al mtsmo ttempo, la trama de la clase dominante se ce-
política exterior metropolitana. Pero este y otros factores vem~n actuando desde rraba aún más, en un vano esfuerzo por cerrarles el paso a las presiones sociales.
hacía tiempo. El elemento nuevo, capaz de comprometer el conJunto del nexo co- En el tránsito del siglo XVIII al XIX la elite colonial vivió un creciente estado
lonial, fue el temor de criollos y peninsulares radicados de perder el control de .la de preocupación, y hasta de alarma, respecto a la estabilidad de la estructura de
estructura de poder interna al faltar el factor legitimador fundamental de la mts- poder interna. La presión derivada de las luchas por la libertad y por la igualdad
ma, es decir, el rey. Aun, bien avanzado el siglo XIX, en Cuba la cuestión de la in- se expresaba también en la aspiración de acceso a la educación, a la milicia y al
clero, y de ~ayor participación en la actividad económica. Al mismo tiempo, el
dependencia causó preocupaciones semejantes. . . . .
Las políticas. coloniales puestas e:p. marcha a fmales del stglo XVIII, que ten- poder colomal, temeroso de la hegemonía social y económica de los criollos in-
dían a contraoesar y disminuir el predominio social de los criollos, les hicieron t~ntó contrabal~ncearla incrementando la presencia social y política de los' pe-
concebir tem~res respecto de la estabilidad del orden social. La crisis de la Co- nmsulares y abnendo válvulas de escape a la presión social, como lo fueron las
rona e, inclus·o, la invasión napoleónica de la metrópqli agravaron al máximo un llamadas «cédulas de gracias al sacar» (1795), que permitían a individualidades
proceso de desconfianza y temor ya muy avanzado. De allí que. se busc~ra pre- compensar la desigualdad de su nacimiento.
servar la estructura de poder interna; en crisis internamente y en ·su relactón con La recolonización por la Corona española de sus posesiones en América sem-
el poder metropolitano, mediante una.reestructuración que .se limitase a la. subs- b.ró preocu?ación y acentuó las tensiones sociales, al mismo tiempo que la expul-
s~ón de los J~suitas (1767) ~~bía debilitado el control social, si bien había enrique-
titución provisional del poder real. En este sentido cabe aftrmar que la dtsputa
de la independencia de las sociedades coloniales de la América. española radica ctdo a los cnollos, al permltlrles entrar en posesión de los cuantiosos bienes de la
en la crisis de la hasta entonces poco menos que inconmovible confianza de las Orden. Los acontecimientos de Haití (1790) y la propagación de las ideas antirre-
clases dominantes en la fuerza cohesiva de la Corona, y no en la fatiga del régi- ligiosas e igualitarias de la Convención francesa de 1793 perfeccionaron el cuadro"
~en colonial, el cual se manifestaba como la estructura de poder interna de la de alarma.
sodedad. Este proceso, expresado con su mayor intensidad en los centros polí- . Sin embargo~ no cabe subestimar la cohesión de la sociedad implantada colo-
mal. En ella radicaba la fuerza real del imperio, como se demostró con la resis-
ticos y administrativos, se reprodujo en el repunte de las autonomías provincia-
tencia a los ingleses en La Guaira (1739 y 1743) y en Buenos Aires (1806 y 1807),
les, dirigido al mismo fin, aun contrariando en ocasiones el pronunciamiento d~
y como lo comprobaría la prolongada y tenaz oposición a la ruptura del nexo co-
los centros. ' lonial, ingenuamente subestimada por Francisco de Miranda (1806). Por otra par-
ce, la capacidad de la sociedad implantada colonial de ejercer su dominación so-
EL DESQUICIAMIENTO DE LA ESTRUCTURA DE PODER INTERNA bre las sociedades aborígenes suponía también un alto grado de cohesión.
En tercer lugar, el problema del poder real y del poder formal, representados sen~ada. ~o~ el ~st~do republicano, en trance de definición constitucional y de or-
por el caudillismo y el orden constitucional, respectivamente, ha sido plant:ado gamzaciOn m~t1tuc10nal; y 1~ :epresentada por el Estado monárquico, abiertamen-
como una contraposición de términos radicalmente excluyentes. Una aproxima- te controvertido en su vers10n absolutista y aun negado en su fundamenta · '
ción menos formal permite sugerir que ambos términos se integraban en el juego conceptual. Las, m.odalidades intermedias de ejercicio del poder político, rela~~~
del poder social, es decir, en la entonces maltrecha estructura de poder interna de nadas. coi?o practica con el brote y la generalización del caudillismo, ilustraron
la sociedad. El nivel formal de ese poder aportaba la legitimación doctrinaria del combmac10nes de ambas formas básicas de respuesta, pero sin llegar a constituir
poder real. A su vez, el poder real aportaba las condiciones mínimas de funciona- en este período, la modalidad t~órica que fue recogida al finalizar el siglo en el
miento social para propender a la instauración del poder formal. concepto de «gendarme nec.esano», queriéndose significar con ello la función or-
denadora transitoria del poder a?soluto, ejercido por un caudillo supremo, su-
pues.t~mente llam~da a cre~r me~Iante.su ~ut~ridad personal las condiciones para
LA FORMACIÓN DEL ESTADO INDEPENDIENTE el eficiente Y genumo funciOnamiento mst1tuc10nal del ordenamiento constitucio-
nal republicano.
De esta manera, una vez planteada abiertamente la ruptura del nexo colonial, en La alternativa de centralismo o federalismo estuvo relacionada con estas res-
1810-1811, el desquiciamiento de la estructura de poder interna de la socieda~ puestas ?á~icas a la necesidad de conformación del nuevo Estado, llegando a ser
colonial se desarrolló como un proceso acelerado, en el cual se insertaron abier· una autentica, aunque en ocasiones desconcertante, dualidad. En la generalidad
tarrlente poskiones ideológicas nueyas, relacionadas con el liberalismo europeo y ~e los nu~vo.s Estados, esa alternativa proyectó a lo largo del siglo XIX las pugnas
el republicanismo norteamericano. Ya antes se habían expresado posiciones más ~Ii.terprovi.~clales, ya presentes :n el Estado colonial, resultantes del proceso de
avanzadas, que relacionaron esa ruptura con la introducción de transformaciones Impl~ntaclOn de las nuevas sociedades. En algunos casos esas p·:1gnas se vieron
radicales de la estructura de poder interna, pues contemplaron la abolición de la a~d1z~das has.t~ el conflicto. armado, durante la disputa de la independencia,
esclavitud y el establecimiento de la iglialdad social, como en l.a conspiración de ba~o la mvocac10n ~e un lealt1smo enfrentado a quienes procuraban, embozada 0
Juan Bautista Picornell, Manuel Gtial y José María España, en La Guaira, en abiertamente, no solo la ruptura del nexo colonial sino también la abolición de la
1797, y el reordenamiento de la sociedad sobre la base delos derechos del hom- monarquía. Los acontecimientos de la Capitanía General de Venezuela entre
bre, difundidos en Nueva Granada.por Antonio Nariño. Pero estos intentos fue- 1810 Y 1812, que condujeron a una temida guerra civil interprovincial, ilu~tra¡;on
ron combatidos por los mismos que poco después tomaron la iniciativa de lanzar tempranamente esta última situación, manifiesta también en los Virreinatos de
el movimiento de preservación de la estructura de poder interna, que evolucionó Nueva Granada y Perú.
como la disputa de la independencia. Al terminar la f~se bélica primaria de esta Ninguna de las nuevas repú?licas se vio libre de graves pugnas interprovincia-
última, la tarea fundamental era el restablecimiento del orden social desquiciado, Ies, l~s. cuales gener.almente t_uv1eron como foco la resistencia a la pretensión he-
ío cual hacía necesario que se dotase a la estructura de poder interna de un prin- ~e~~mca de la ~ap1tal colomal. Estas pugnas desencadenaron el separatismo de-
cipio legitimador que reemplazase al rey. fmmvo en los VIrreinatos del Río de La Plata, Nueva España y Perú.
Para ello era necesario ::tvanzar en la formación del Estado. Si bien ésta había . De t~dos los problemas planteados en relación con la formadón del Estado
sido una de las líneas primordiales de la acción sociopolítica desde qne las socie- 1~~~pend1ente el más c~rgado de :ig~ific~ción no fue, sin embargo, la contrapo-
dades iniciaron el proceso de independizarse, su sentido no se correspondió ya con SlClon e~tre la monarqma y la repubhca. Esta se volvió pronto subsidiaria del en-
la necesidad de preservar la estructura de poder interna de la sociedad sino con el fr~nt~~lCnto q~e ~esde muy temprano se planteó en relación con la adopción del
de restablecerla. Las diferencias que sutgieron en el seno de la ya desgarrada clase P.rmc:plO ~o~st1~c10nal republicano federativo. Nada hubo en esto de circunstan-
dominante, en torno a la realización de este propósito social único, se alinearon Cial m de 1m1tat1vo. El desconocimiento de la autoridad real puso en discusión el
sobre las diferencias originales, en cuanto a la preservación de la estructura de po- :oncepto ~e soberanía, y lo que era entonces más importante, el del ejercicio de
der interna de la sociedad colonial y a la ruptura del nexo colonial. Esto dio una esta entre Iguales. Las provincias se sentían libres de determinar su asociación 0
base concreta a la persistencia y la agudización de la escisión de la clase dominan- no,. y, :n caso afirmati;~, la modalidad que ella asumiría. Al igual que en las co-
te, representada nominalmente por la pugna entre conservadores y liberales. El lon~as mglesas de Amenca del Norte, y no por imitación de ellas, fue necesario
predominio d~ una u otra actitud sociopolítica dependió en primer lugar de la arbitra~ ~.m modo de agrupación que conjugase la, al parecer, incontenible frag~
profundidad del trastorno padecido por la estructura interna de poder, pero estu- mentac1?n de la sober~nía, hasta entonces concentrada en la persona del rey, con
vo determinado, como todo el proceso, por el grado de fraguado de la sociedad. la ne.cesi.da~ de un gob1erno central, capaz de garantizar el mantenimiento del or-
Unas dos décadas después de iniciada la formación .de los Estados independientes de? 1~s~Ituc10nal~ y sobre todo social, que se había procurado preservar. Sólo el
se advirtió en todos ellos la necesidad de un endurecimiento del orden social. pnnc1p10 federativo pareció poder permitirlo.
Se suscitó así la constante y en ocasiones enconada confrontación, si bien no De esta m~nera, la ad~pción del_principio federativo se reveló como especial-
siempre expresa, de las dos formas básicas de respuesta a esa necesidad: .la repre- mente necesana en las sociedades con bajo nivel de fraguado o con tardía estruc-
GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL A.L ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL 41
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turación politicoadministrativa, corrio sucedió en los Virreinatos del Rí~, de La das llegaron a confluir, en algún grado, en la formulación de objetivos nacionales
·Plata y Nueva Granada y en la Capitanía Genera~ d_e Venezuela. Se acud10 a e:a que respondían, en alguna medida, a los intereses y aspiraciones de cada actor
forma de organización sociopolítica como al arbttno que, se esperaba, pondna social, en función de objetivos sociales que fueron admitidos e internalizados
coto al inminente desmembramiento. como medio necesario para alcanzar esos logros particulares. Tales fueron los
Comenzó así el ciclo de la pugna en torno al principio federal: d~ :alvador en proyectos nacionales formulados luego de la ruptura del nexo colonial. Este efi-
.·una emergencia política se convirtió en la señalada causa de la debthdad de los caz mecanismo ideológico vinculó el sentimiento de patria, como sentido de
Estados que lo adoptaron, y que fuerori pronto subyuga~os p~r _los defens,o:es del pertenencia, con el de nación, como conciencia de solidaridad social, y con el
·.poder colonial. Simón Bolívar fue, pr.oba?lemente, el mas dectdtdo y ex~hctto ,a~ de Estado independiente, como mediación institucional para el logro de los ob-
·versario de la federación, al igual que el tmpulsor vehemente de un gobterno um- fetivos propios de cada clase en el ámbito de la conciencia nacional, es decir, de
. co, central y fuerte, considerado por él .indi~pensable -~ara condu~ir la lu_cha ~~r la conceptualización de la nación como proyecto universalmente acatado y pro-
··la independencia. Pero, una vez conseguida esta, parec10 reproducirse la .situacwn movido.
· inicial, censurada como una tendencia provincial anarquizante, fortalecida ahora De allí que la otra línea de desarrollo de la acción sociopolítica consistiese en
por la~ aspiraciones políticas de los caudillos regional~s. Con lo cual se reprod~ la que podría describirse como la cristalización de la nación, por cuanto su diná-
jo también el debate ideológico y político, más apremiado aho.ra por la urge~c1a mica respondió fielmente al símil. El fruto de este prolongado y complejo proce-
de restablecer la estructura de poder interna, acerca de la necesidad de un gobier- so ideológico fue la formulación del proyecto nacional. Éste representó esencial-
no fuertementé .centralizado, o la de .s~ contraria; la f~deraci~n. Esta con~rover mente la fórmula ideológico-política que permitió procurar la legitimación de la
sia ocupó todo este período, corrió cas1 a lo largo del ~1glo y so.l~ ,concluyo cuan- nueva modalidad de la estructura de poder interna, que debió establecerse en so-
do la definitiva adopción constitucional de la federación permttiO montar, en su ciedades que, hasta entonces, habían sido parte activa del Estado monárquico
nombre y al amparo de la desatada retórica federalista, gobiernos fuertemente colonial, una vez roto el nexo colonial y desconocidos los derechos históricos y
centralizados e incluso férreas dictaduras. . · \ espirituales de la Corona. Particularmente una vez que esto significó también la
abolición de la monarquía y su reemplazo por la república. La proposición de un
proyecto nacional, y su consiguiente formulación, fue la respuesta a la necesidad
LA CONFORlvlACIÓN DEL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL de restaurar conceptualmente la legitimidad de la estructtua de poder interna de
la sociedad. La constitución, como expresión primaria del proyecto nacional, fue
El Estado colonial no sólo intervenía en la estructura de po.der interna de la so- igualmente, aunque de manera transitoria, la fuente del poder en el caso de la
<;:iedad: no era sólo parte de ella, era su expresión ~ás alta, en ~~- sent~~o de que q1onarquía restaurada, la cual no pudo valerse ya de la invocación de un origen
sintetizaba la fundamentación, desde el punto de vista de su legltlmacion; la for- divino.
mación desde el punto de vista procedimental; y el funcionamiento, desde el Una percepción superficial de este proceso ha llevado a ver la nación y el na-
punto cle vista de su finalidad, del poder social constituido, a su vez, en la estruc- cionalismo latinoamericanos como resultados de la importación e imitación de
tura de poder interna de la sociedad. . . . ., fórmulas políticas y constitucionales, impuestas a la sociedad por inexpertos po-
Esta última era, por consiguiente, el resultado functo~al de ia a~tte~l~ciOn de líticos. Para una mejor comprensión de lo ocurrido debe tenerse en cuenta que la
las aspiraciones sociales e individuales de los sectores soct~les ~,los mdtvtdu~~ en oferta de formas sociopolíticas consistía entonces en dos proposiciones extremas
el ejercicio dd poder social, es decir, ·también en la deter~ma~10n, la expresto~ Y y una intermedia. Las extremas eran la monarquía absoluta y la república a la
la realización de objetivos sociales. En la· sociedad colo mal el Jueg~ ,de esos, obj~ francesa. La intermedia era la monarquía constitucional. La recién propuesta re-
tivos estaba regido por la clase dominante, en el marco de la r.el~ciOn monar~u~ pública a la norteamericana aún se miraba con desconfianza, en cuanto a su fun-
ca tanto interna como externa. En la sociedad republicana, s1 bien estos objett- cionalidad y a su estabilidad. Es decir, acerca del régimen presidencialista, que era
v;s habrían de seguir correspondiendo de manera predominante a la mism~, clase la alternativa respecto de la monarquía constitucional, no había aún precedente
social, debían dar algún grado de satisfacción, per~ a~ora expresa Y ~at~btando confiable. Además, la necesidad de preservar la estructura de poder interna de la
se de la noción de gracia real a la de derecho constttucwnal, a las asp;racwn~s de sociedad, lo que fue el origen de la disputa de la independencia, aconsejaba la ins-
los diversos componentes sociales, especialmente en ~o qu~ co.ncerma a la liber- tauración de alguna forma de Estado que diese satisfacción a los dos requerimien-
tad e igualdad. De ello dependía que los objetivos :octales tuncwn~ran en el mar- tos básicos de la instauración del proyecto nacional. Es decir, que permitiese con-
co de la nueva organización sociopolítica de la soctedad. Al armonizarse en la so- trarrestar la fuerza centrífuga que tendía a fragmentar los nuevos Estados, y que
ciedad nacional ellos constituyeron los objetivos nacionales, que integraron el fuese capaz de conciliar la aspiración de orden con el temor a la opresión -en
proyecto nacional. Venezuela, en 1811, se adoptó la modalidad del ejecutivo colegiado-:-.. En suma,
De manera esquemática, el proceso parece haber sido el siguiente: tanto. los el Estado independi~nte debía servir de marco adecuado al tratamiento republi-
intereses y las aspiraciones de la clase dominante como los de las clases domma- cano de las causas de conflictos, algunos ancestrale~, otros nuevos, pero todos
GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL
42 43
agudizados como consecuencia de los trastornos de diverso género ocurridos du- _Convi~ne ~u~rayar el hecho ~e ~ue, caracterizado someramente, el proyecto
rante la contienda. Tales conflictos expresaban su naturaleza compleja y su arrai- nacwnal _s~ntettzo ~e. rnaner~ orgamca los resultados de la controversia sobre la
go social en las aspiraciones autonómicas de las provincias, estimuladas por la formulacwn de objettvos soctales, al igual que los de la relativa al diseño de oro-
descentralización administrativa montada en las postrimerías del régimen colonial; cedimientos de formación y~ ejercicio del pode: po_lítico y social, que fuesen c;pa-
en la preservación de la esclavitud, como necesario acto de respeto del cuarto sa- ces de cor_respon~er~ en algun g~ado_, a las asp;racwnes de los diversos sectores y
grado derecho del hombre, es decir, la propiedad; el mantenimiento de la religión clases soctales._ S~ bten esas _asp~racwnes debtan corresponderse primariamente
de Estado, como imprescindible refutación de la impiedad de que los partidarios con los requenmtentos del ejerctcio de la dominación y el control social por los
del nexo colonial acusaban a los partidarios de la república; y la conciliación de sec:ores o clases capaces de desempeñarse también corno la clase dirigente de la
la recuperación del control del poder político por la clase dominante, con la ofer- soCieda~. Ese papel_ lo_ cumplió en los recién creados Estados independientes la
ta igualitaria en lo social y la prevención de la arbitrariedad y la opresión. De las burgues1a urbana, SI bien, en muchos casos, el prestigio de los caudillos rurales
formas de organización sociopolítica ofrecidas, la república a la norteamericana pareció ~clipsarla. <?bviamente, la formulación inicial del proyecto nacional se
parecía ser la que permitiría satisfacer con n:iayor holgura esos requerimientos, confundió, en la obhgada justificación social del proceso, con el planteamiento de
exceptuando el concerniente a la religión de Estado. Por otra parte, cabe recor- la ruptura del nexo colonial, y experimentó los avatares de la disputa de la inde-
dar que el legado legítimo de la Revolución Francesa era la monarquía constitu.- pendencia.
cional, no una república que fue rechazada en bloque por los criollos y toda la so- . _C_ompletad~ la fase bélica primaria de tal disputa, entre los años 1821 y 1824,
ciedad como una amenaza al orden- social y espiritual. e tmctado ~:optamente el proce~o de estructuración de los Estados independien-
Los términos y la urgencia del debate sobre la organi~ación del Estado fueron tes, la funcw_n del proyecto nacwnal fue doble. Por una parte, sirvió para legiti-
estabiecidos muy tempranamente, como se desprend,e del suscitado en la Repúbli- mar el emperro puesto por la clase dominante en el restablecimiento de la estruc-
ca de Colombia, cuya constitución, aprobada el30 ·de agosto de 1821, consagró tura de poder interna de la sociedad. En lo ideológico, esto supuso la sustitución
el principio unitario o centralista. 'I;'al se desprende de una ex~ensa argumenta- d~ la C~rona y de~ ~~y com? principios legitimadores de ese ordenamiento jurí-
ción, titulada «¿No·será conveniente variar nuestra forma de g'obierno?», publi- dico-social, Y requmo tambtén la superación del papel de la conciencia cristiana
cada por La Indicación, de Bogotá, a partir del n. 19, de 30 de noviembre de católica como mediación legitimadora del poder social, simbolizado éste en la mo-
1822: narquía, que era vivida social e individualmente corno muestra evidente de la con-
«Ha comenzado á ajitarse en un papel público de Carácas la cuestioh de si es junción de las potestades divina y humana.
mas conveniente á nuestro vasto territorio un gobierno federativo que. el sistema . Por otra_parte, sirvió para propiciar la articulación de los intereses y las aspi-
central que tenemos adoptado. Vamos también a presentar nuestras reflexiones» ... racwnes. soCiales e~presos en las diversas modalidades de las luchas por ~a liber-
«Yo no sé porque fatalidad funesta comenzamos siempre por donde debiéramos ~ad y la 1~aldad, hbr_adas entre los sectores y clases sociales, con especial empe-
acabar. En diciembre [17] de 1819 se acordó por la 1.a vez la Ley creadora de Co- rro desde fmales del stglo XVIII. Dependiendo todo esto de la exacerbación de los
lombia. Desde entonces se anunció á los pueblos un congreso jeneral para el año ~onflictos. ~ociales, que_ se veía estimulada por la crisis estructural del proceso de
de 1821 en que aquella ley había de ser ratificada y había de organizarse la for- tmp;an:acwn de la sociedad y ~or los intentos de reforzar el nexo colonial, que
ma del gobierno colombiano. Hasta mayo de 1821 no se reunió aquelia asamblea habta stdo exaltados corno las Ilustradas reformas borbónicas. Con variantes de
convocada con año y medio de anticipacion. En este espacioso intervalo es que grados y características, estas luchas enfrentaban a esclavos y esclavistas a crio-
han debido ajitarse todos los sistemas de gobierno, y las formas mas aplicables a llos Y pe~ins~lares, a peninsulares y canarios, a criollos y aborígenes, a l~s gran-
Colombia» ... <<Pero nadie habló entónces de federacion. Se hubiera tal vez apedrea- des prop1etanos y la masa de peones mestizos y mulatos, etc. En fin, expresaban
do al que hubiese propuesto una forma, á la que fals~mente se atribuía la pérdi- la trama de profundos y enconados antagonismos que habían constituido la socie-
da de la N. Granada en 1816. Todos los papeles hadan altos elojios del sistema dad implantada colonial, erróneamente presentada por la historiografía tradicio-
de un gobierno único. La constitucion sancionada en Guayana por todos los re- nal como pacífica convivencia, en contraste con la violencia desencadenada en la
presentantes de Venezuela, incluso los de Carácas, se mandaba poner én ejecucion disputa de la independencia.
por via de ensayo, y se ofrecía como un proyecto al congreso de Colombia. Pero Las diferenci~s ~e concepto y de actitud de los sectores y clases sociales, en
ique proyecto! sancionado nada menos que por toda la diputacion de un vasto cua~to a l~s n:-edws tdóneos pa,ra la realización de l::i. doble función del proyecto
pueblo, que ya había formado una nacion desde el año de 1810, y que tenia un nacional, el m~~mo en ~ías. ~e ser formulado inicialmente, nutrió el debate políti-
mérito eminente en la causa de la libertad. ¿se hubiera previsto en aquel tiempo co que envolvto la asp1rac10n, que era común a todos los sectores de la descala-
que apénas se hubiese aceptado aquel proyecto, con solo algunas modificaciones brada clase dominante, de propiciar e impulsar el restablecimiento la consolida-
favorables todas a la libertad, Se viniese oponiendo que él era contrario á la vo- ción y el desarrollo de la estructura de poder interna de la sociedacl. El debate se
luntad, conveniencia y felicidad del mismo pueblo, cuyos representantes lo ha- expresó, doctrinariarp.ente, como la confrontación entre liberales reformistas y li-
bían primero sancionado por sí solos? Sin embargo, este es el caso presente ... » berales conservadores. Sin embargo, más que un contraste de doctrinas lo que di-
44 GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL 45
ferenciaba a los· contendedores era la actitud ante la urgencia de restablecer la es- glamentista. Todo lo cual produce un patrón de organización juridicosocial regi-
tructura de poder "interna de la sociedad. En la práctica política y bélica, esta fase do por lo aleatorio y lo circunstancial, en constante contrapunteo con un lcgalis-
de la disputa de la independencia estuvo frecuentemente disimulada tras enfren- mo puntilloso. Este último campeó a sus anchas en la necesariamente prorrogada
tamientos en los cuales se desplegaron banderas que se confundían con las repre- vigencia del derecho y la legalidad coloniales -en virtud de la apliCación del
sentativas del regionalismo histórico y el caudillismo. principio de la continuidad jurídica- en todo cuanto no chocase con la constitu-
Tanto el restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad cionalidad republicana. En suma, se formó así el que ha sido considerado el cua-
ahora republicana, según se hubiese instaurado el Estado republicano liberal, dro clínico de las nacientes repúblicas.
como la formuiación inicial del proyecto nacional, orientado hacia la conforma- Apreciados más en profundidad los problemas de la transición entre las dos
ción definitiva del Estado nacional, sólo fueron posibles cuando los enfrentamien- formas de Estado, y particularmente los concernientes a las dificultades encontra-
tos políticos y bélicos entre las clases y los sectores sociales desembocaron, a fina- das para la formulación del proyecto nacional y la institucionglización del nuevo
les del siglo XIX, en la reunificación de la clase dominante, lo que hizo superar la Estado, están directamente relacionados con el desquici~miclnté\!ae la estructura
escisión que se había padecido durante el desarrollo de la fase politicomilitar pri- de poder interna que fue consecuencia del carácter cte guerra!ci~ifque inicialmen-
maria de la disputa de la independencia. te, y luego de manera simultánea con el de guerra internacional~. tuvo la ruptura
El tránsito entre las dos formas de Estado -el colonial y el independiente na-. del nexo colonial. Esta circunstancia, generalizada en todo el imperio americano
cional- fue un complejo proceso simultáneo d.= continuidad y ruptura~ de la Corona española, fue la principal fuente de continuidad;y niptura, generán-
Para la cOmprensión de este proceso se ha de tener presente el hecho de que dose una dialéctica aún necesitada de cuidadoso estudio crítico.
el Estado colonial del cual partió dicho proceso había dejado de ser el formado No tiene menos importancia la consideración de que la soci~dad implantada
de manera casi aluvial, e interactivamente, entre la m"etrópoli y las colonias, a lo colonial fue, por su génesis, una sociedad de dominación, tarito sobre la base in-
largo de más de dos siglos y rpedio, pues había sido .trastornado por las denomi- dígena como sobre la población forzada negroafricana y sus descendientes. Así
nadas reformas borbónicas. Estas, cerradamente centralizadorq,s y colonialistas, mismo, la sociedad republicana entendía preservar esta dominactón, adaptando a
chocaron con los modos políticos f sociales tradicionalmente \establecidos, los este propósito la nueva modalidad del Estado independiente, m~diante la perpe-
cuales habían sido siempre, y nuevamente lo demostraron poco después, la genui- tuación de los probados mecanismos de dominación coloniales. ·.
na fuerza del imperio. De hecho, las reformas debilitaron el poder real disminu-
yendo su coherencia casi en vísperas de la gran crisis de la monarquía Como sis-
tema político. EL TRÁNSITO ENTRE LAS DOS FORMAS DE ESTADO, LA COLONIAL
Al evaluar las reformas borbónicas, la historiografía tradicional tiende a dis- Y LA INDEPENDIENTE NACIONAL, FUE lli'-.l" PROCESO DE CONTINUIDAD
minuir la significación de la condición colonial de las sociedades que se suponía . EN NIVELES y ÁREAS DIVERSOS .
habrían de regimentar. Fue el Estado colonial, reformado en la segunda mitad del
siglo XVIII, el demolido en parte por las guerras brotadas de la disputa de la inde- No podía ser de otro modo, pues el factor primordial de continuidad fue la es-
pendencia, de tal manera que el nuevo Estado independiente hubo de resultar de tructura de poder interna de la sociedad, formada en el ámbito .del nexo colonial
la realización de una triple tarea: erigir el edificio del Estado independiente, pro- a lo largo de los tres siglos del proceso de implantación de las nuevas sociedades.
seguir y completar la demolición del Estado colonial, y armonizar los vestigios de Denomino «estructura de poder interna» al cpmplejo d~·, relaciones inter-
la estructura de poder interna de la sociedad colonial con la incipiente estructura estruct~rales en torno a las cuales se articulan los individuos, los grupos y las cla-
de poder interna de la sociedad independiente, fuere republicana o monárquica- ses sociales, desde el punto de vista de su capacidad para infl'\ljl! en la marcha ge-
constitucional. Por ello no hubo contradicción insalvable entre el propósito de neral de la sociedad. La condición de interna cqrresponde 1:uas a la perspectiva
terminar de desmontar el sistema jurídico-político de la estructura de poder in- a??ptada par~ captar el fenómeno único de la estructura de p'óder que a la posi-
terna de la sociedad colonial, y el de preservar elementos básicos de stl sistema ju- bilidad de escmd1r ese todo que expresa, simultáneamente, lop dos planos de la
rídico-social, como los resumidos en la consigna de «religión y fueros~>; articulación estructural en referencia: el que rige la sociedaq !~plantada, prime-
El tránsito entre las dos modalidades del Estado constituyó un proceso muy ro monárquica y luego republicana; y el nexo colonial, prime~o, y el sistema ca-
rico en signos de continuidad y ruptura, en diversos niveles y áreas. Para apreciar- pitalista de vocación mundial,.después. La estructura de poder(interna resulta de
lo críticamente es necesario tener presente circunstancias que pueden ser invoca- la propiedad, la explotación del trabajo y la opresión y el cGntuol social, es decir,
das, para cualquier régimen sociopolítico, en su expresión jurídica. Así, se mantu- supera el concepto de estructura de poder tal con¡J.O suele usar::l.e para esquemati-
vieron en las recién creadas repúblicas independientes los que han sido señalados zar los fundamentos y la dinámica del poder político, y trata dJ captar la esencial
como rasgos distintivos del régimen colonial español, en el cual se suele destacar condición múltiple y única del poder como hecho social.
el divorcio entre el derecho y el hecho, bajo el influjo de una realidad deficiente- , . La estru.ctura dt:: poder interna está integrada por dos s~stef11as: el jurídico-po-
mente conocida pero abrumada, sin embargo, por una obsesiva racionalidad re- lmco, que tiene que ver con las formas de organización sbcial!.referidas a la for-
DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL 47
S GERMÁN CARRERA DAMAS
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soc~al; el restablecimiento del tributo indígena, legalmente mediante nuevas mo-
mación y ejercicio. del poder polít~co; y ~1 jurídico~social, que tien~ _que ver con dahdades o al amparo de prácticas inveteradas; el restablecimiento de la función
las manifestaciones básicas de la vida.so~Ial, es decir, .con la formac:on, la repro-
d~ co.ntrol social ejer~id~ por la Iglesia, mediante los resortes espirituales, su dis-
d ción el funcionamiento y la contmmdad generac10nal de la sociedad. La co-
m~nu~~o poder economico y la c~losa recaudación de diezmos y primicias; la li-
u~ació~ entre ambos sistemas constituye la dinámica de la estructura de poder
n:Itaclün lega_l Y. extra ~egal de la hbertad de prensa y la discriminación racial y so-
~~~erna. Históricamente se correspondía con el ~roceso de fr~gu.a~o de .1~ socie- Cial como practica social al margen de la legalidad republicana.
dad implantada colonial: la estructura era la sociedad y su pnncipio legltlmador
. Muc~o se ha escrito sobre la tenaz prolongación de la colonia en la república
primario era el rey, como expresión de 1~ voluntad divina .. m~epend1ente. Se han ensayado diversas explicaciones de ésta que han sido esgri-
La continuidad entre el Estado colomal y el Estado nac10nal tuvo su punto de
n:ldas c.omo prueb~ de la cortedad re:ol~cionaria de la disputa de la independen-
partida en el propósito, que fue común a la clase d?minante de la sociedad ~m-
Cia. Las mamfestac10nes de esta contmmdad esencial se expresaron globalmente
lantada colonial -como eje que era del poder social- y al poder metropohta-
como !a r~sta~ración, la adaptación y el reemplazo equivalente, si no en la letra
~0 -como eje que era de la función política-, de preservar ambos la estructura
de las mst1tuc10nes republicanas sí, al menos, en la práctica, de factores básicos de
de 00 der interna de la sociedad colonial, base genuina y fundamental del crecien-
la estructura de poder interna de la sociedad generados en el seno de la monar-
te~ente debiíitado edificio imperial. Este propósito actuó como el factor desen-
quía. E~to supus~ un enorm~ esfuerzo, a la vez de creatividad y de adaptación,
cadenante de la crisis política que desembocó en la ruptura del nexo colonial.
con el fm de sustituir el relativamente sencillo y tradicional Estado colonial mo-
Globalmente expresados, confluyeron en este cuadro de descomposición del
n~rquico por el conceptualmente complejo y nuevo Estado independiente repu-
poder social los siguientes componentes críticos: a) El agot~miento de los fa~to
bhcano. La monarquía se mamaba; la república hubo que aprenderla antes de po-
res dinámicos del proceso de implantación, que ya est~ba VIrtualmente detemdo
der enseñada.
a finales del siglo XVIII, en su sentido espacial, al disminuir c·asi hasta cesar la ocu-
Por ello, la continuidad del orden colonial en el Estado nacional se advierte
muy clara y significativa, en la continuidad del sistema jurídico-social de la estruc~
pación primera y primaria del territorio, e, igualmente, en el ámbito social, por
obra del modelo socioeconómico imperial,· que frenó el posible qesarrollo de la
tura de poder interna de la sociedad. Nada hubo de casual en la mora acumulada
clase dominante colonial como una burguesía mercantil y manufatturera moder-
~or las ~oci~dades republicanas en este aspecto, no superada por varias de ellas
na. b) La ya mencionada exacerbación de los conflictos sociales, que enfrentaban,
smo ~~c1a fmales del siglo XIX. La excepción fue aportada por Chile, cuyo Códi-
cada día más visiblemente, a criollos y peninsulares, así como a los diversos sec-
go Civil fue promulgado en 1855. Ese estado de mora doctrinaria liberal no se
tores y clases sociales entre sí. e) La acelerada crisis general de la monarquía' como
d~bió, sola ni principalmente, a las azarosas circunstancias vividas por la clase do-
sistema -de gobierno, y como concepción ideológica de la sociedad. d) La insoste-
, mmante en la s~gunda fase de la disputa de la independencia. Tampoco a muestras
nible e irrecuperable bancarrota hacendaría y política de la metrópoli.
de atraso doctnnario ni de negligencia legislativa. Fue consecuencia de la elemen-
Esta conjunción de factores críticos explica que la disputa de la independen-
tai prudencia que aconsejaba no seguir demoliendo lo que justamente se buscaba
cia tomase desde el primer momento un doble carácter: el de una guerra civil que
restaurar.
enfrentaba a los sectores y clases sociales entre sí, en un cambiante juego de
A este fin estuvieron dirigidos los sistemas electorales censatarios, que de un
alianzas; y el de una tendencia crecientemente clara, y al fin predominante, de
golpe ex~luyeron del mecanismo de formación del poder político a sectores y ac-
la disputa a convertirse en una guerra internacional, que enfrentaba a las nacien-
tores .soc~ales que habían llegado a volverse incontrolables. También la negativa
tes nacionalidades independientes con el poder colonial, en su doble vertiente,
constrcucwnal del :oto a l?s militares -desoyéndose en esto la experiencia, en
metropolitana y local. · · · ot~os aspectos a~m1rada e mvocada como modelo, de la recién constituida Repú-
Luego se emprendió el·trabajoso rest'ablecimiento del sistema jurídico-social
blica n o~te~mencana-, que permitió margina~ de la escena política pública la
de la estructura de poder interna de la sociedad. A tal efecto se procedió a con- 1
~ue hao1a sido hasta entonces la única fuerza política organizada. Al igual que el
solidar lo restablecido durante la guerra misma, mediante disposiciones legales y
mten:~ de preservar de manera encubierta los vínculos y mayorazgos, que habrían
prácticas sociales represivas que disipasen el recuerdo, todavía vivo, de los des-
per~m~1d~ ~establecer la fuerza socialmente excluyente de la pmpiedad; así como
bordamientos sociales ocurridos sobre todo al comienzo de la disputa dé 'la inde-
la hm1tac1on, el control y en general la negación, de hecho del acceso a la edu-
cación; la limitación de la libertad mediante la coerción leg~l y social del trabajo,
pendencia, de manera particularmente aguda en Nueva España y Venezuela. Ta-
les fueron, entre otros, los intentos velados de restaurar el régimen esclavista,
am~arada en la. condena moral y en la represión policial del ocio y la vagancia; y
mediante el retraso de la prometida abolición, y la adopción de una legislación
los mtentos falhdos de conservar los gremios, como probado instrumento de con-
sobre manumisión que prolongaba la servidumbre; la sujeción de los trabajadores
trol del sector artesanal.
libres mediante modalidades de trabajo forzado, justificadas como lucha contra el
Algunos de los más consecuentes luchadores por la independencia advirtieron
ocio y la vagancia; el rescate del vulnerado principio de propiedad, mediante le-
la amarga contradicción que se establecía, de esta manera, entre los esperados fru-
yes y prácticas de policía destinadas a combatir el hurto y el bandolerismo; la con-
tos de concordia y 'bienestar, y la realidad de una república que adquiría visos de
formación del código ético-social del trabajo, instrumento básico de autocontrol
GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL 49
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represiva. La guerra había alterado, y en ocasiones transformado de manera tran- como consecuencia de las reformas borbónicas y de los intereses comerciales en-
sitoria, el sentido· de los más agudos signos de malestar social que pusieron intran- contrados, por ejemplo, entre las zonas interiores y los puertos; y entre los cen-
quilidad en los últimos años del régimen colonial, pero no los había hecho desapa- tros mineros y los agrícolas. Esto estaba claramente ilustrado en Venezuela por la
recer. Renacía la inquietud entre los esclavos, cuyas reales o supuestas rebeliones oposición entre la ciudad de Coro y la provincia de Caracas, y entre ésta y varias
fueron pintadas por las autoridades republicanas casi con los mismos colores em- otras provincias, al inkiarse la disputa de la independencia. En Argentina fue no-
pleados por las autoridades coloniales. Era la misma rebeldía que en ocasiones table la postura autonómica de las provincias en su pugna con la de Buenos Ai-
movió la participación, tan temida por ambos bandos, de los esclavos en la dispu- res. En México, estas pugnas alcanzaron niveles de secesión. Las rivalidades entre
ta de la Independencia. El bandoleri~mo resurgía, reforzado por el licenciamien- Cartagena y Bogotá, en Nueva Granada; entre Quito y Guayaquil, y entre Lima
to de las tropas, luego de haber funcionado como un camino de dos vías durante y el altiplano, eran tradicionales. Estas rivalidades estuvieron orgánicamente vin-
la guerra: desde el bandolerismo hacia los emancipadores o hacia los defensores culadas ton el caudillismo resultante de la desintegración del poder político colo-
del poder real, y desde éstos de nuevo hacia el bandolerismo. La resistencia an- nial, y han sido vistas como formas de transición hacia la definitiva conformación
cestral practicada por las sociedades aborígenes, cuya participación en la disputa del nuevo Estado. Rápidamente la coincidencia de la reivindicación de la autono-
de la independencia, aun forzada, guardó una básica continuidad en sus motiva- mía provincial con el caudillismo ofreció las bases ideológicas para condenar, des-
ciones y propósitos, vivió momentos de desconcierto mientras las nuevas institu- de el punto de vista del proyecto nacional, como crudo regionalismo retrógrado,
ciones republicanas se acomodaban a la conciencia criolla de dominación, preva- cualquier afirmación de la autonomía provincial.
leciente en la práctica social. _ La determinación inicial, consagrada en las primarias constituciones republi-
Este acomodo se expresó en los esquemas legales diseñados con criteri<? prin- canas, de mantener la Iglesia católica como uno de los principales factores de la
cipista, y en los procedimientos pol.íticos y administrativos puestos en práctica e~tructura de poder interna de la sociedad, mediante la declaración de la religión
bajo lacubierta retórica del igualitarismo republicano:, para preservar la sujeción cristiana católica como religión de Estado y la prohibición expresa de cualquiera
de las sociedades aborígenes, mediante la ·s_ubstitución de su lealtad demostrada a otra, dio paso en la república ya independiente al esfuerzo por convertir una Igle-
la Corona por el acatamiento impuesto a la República. Los instrÚmentos de esta sia que había sido, sobre todo en su alta jerarquía, militantemente monárquica, en
operación, fundamental en las sociedades implantadas de numerosa y resistente una Iglesia institucionalmente republicana. Con este fin se reivindicó el Patrona-
base aborigen, fueron de diversa nat].lraleza. Jugó un papel clave, pero emboza- to eclesiástico, si bien fue necesario arbitrar una nueva modalidad de relación de
do, el debilitamiento de las comunidades aborígenes mediante la muy liberal abo- los nacientes Estados soberanos con el Vaticano, necesaria también para posibili-
lición 4e la propiedad comunal. Más ostensible fue el debate sobre la supresión, tar el ingreso de los mismos en la comunidad internacional, entonces influida en
el restablecimiento o la transformación del tributo indígena. Menos disimulada su parte continental europea por la Santa Alianza. Se dieron de esta manera pro-
fue la permanencia del régimen de misiones. Todo esto envuelto en la rancia bru- longadas y complejas negociaciones diplomáticas, promovidas de manera sobre-
ma ideológica que halló pronto moderna expresión en la contraposición entre ci- saliente por México y la República de Colombia, que tuvieron gran peso en la ·
vilización y barbarie. En suma, se montaron los elementos que prolongaron la mi- vida política y en la polémica ideológica.
noridad legal del aborigen en la práctica social republicana, y que lo mantuvieron, En lo ideológico, la continuidad entre las dos modalidades del Estado se ex-
aunque formalmente fue declarado ciudadano, como la presa poco menos que in- presó en su mayor parte como una fase de definición y deslinde de posiciones, en
defensa de comerciantes, rescatadores, misioneros y soldados. el ámbito del liberalismo republicano, que llegó a ser tan rica como enconada.
La continuidad entre las dos modalidades. del Estado se expresó igualmente Salvo en la antigua Nueva España, la monarquía no logró recobrar aliento, si bien
en la institucionalización republicana de ·los mecanismos de sujeción del trabajo, subsistió en algunos de los nuevos Estados una corriente monárquica que se nu-
lo que condujo a la generalización del peonaje, como expresión sintética de las di- tría de los efectos del que sus partidarios consideraban el insuperable desorden re-
versas fu.odalidades de la privación de la libertad .del trabajo. Esto se procuró me- ~ublicano. A finales del período, esta corriente, v~lida de los propósitos imperia-
diante la contemplación de la renuencia social ante la abolición de la esclavitud, ltstas de Napoleón III, produjo la trágica aventura de Maximiliano de Austria,
y la retiCente práctica republicana de la manumisión. A ello condujo la institu- facilitada por la guerra civil en Estados Unidos de América. El fracaso de los oro-
cionalización, de hecho, del peonaje mediante prácticas extraeconómicas, y aun yectos monárquicos en las antiguas colonias españolas de América ha sido t;ma-
policiales, de vinculación del trabajador con la tierra. A tal fin se cerró el paso do, erróneamente, como prueba de la falta de arraigo de la monarquía en la so-
al disfrute del ganado criado en· libertad, mediante las ordenanzas de llanos y la ciedad colonial. Cabe pensar que fue la reacción cerradamente absolutista de las
represión del abigeato. En las sociedades de densa base aborigen sirvió a este pro- coronas continentales europeas, al demorar el reconocimiento de la Independen-
pósito el mantenimiento, legal y de hecho, de las formas de sujeción y control de cia, la que terminó de disipar los vestigios de la conciencia monárquica.
la mano de obra en el seno de la sociedad implantada. Se produjeron tempranos intentos de restablecer un régimen de intolerancia re-
En la controversia entre centralismo y federalismo se expresaron las pugnas ligiosa y política, y de limitación de la libertad de prensa. Los movió la convicción
interprovinciales, que ya estuvieron presentes en la segunda mitad del siglo XVIII, de que eran atribuibles a las nuevas ideas políticas, y a los excesos de la prensa, las
GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL 51
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dificultades crecientes encontradas por los esfuerzos para poner en marcha el or- El factor principal y fundamental en el proceso de continuidad y ruptura
den republicano, tanto en lo político como en lo social. Los decretos dictatoriales -como hecho diferenciador entre las dos modalidades del Estado- no fue el
de Simón Bolívar en 1828, en virtud de los cuales fueron proscritas las enseñanzas logro de la independencia sino la desintegración del imperio, es decir, del ele-
liberales de Jeremías Bentham, ilustran muy bien esta creencia. El hecho es que no mento vinculatorio de un cuadro colonial de suyo fragmentado, precisamente en
podía ser sino muy lenta y difícil la fo.rmación de l~ que sería la ven~rada. ~pin~~n virtud de su desarrollo como proceso de implantación de sociedades, pero forza-
nacional, en condiciones de analfabetismo generalizado. La progresiva lruc1zac10n damente institucionalizado en razón de la dominación imperial.
de la educación, en correspondencia con el surgimiento de una preocupación esta- En el sistema jurídico-político de la estructura de poder interna republicana
tal en ese campo, marcó, sin embargo, el inicio del debilitamiento del control espi- se plantearon y promovieron transformaciones fundamentales, correspondientes
ritual ejercido por la Iglesia católica. Han sido poco estudiados sistemáticamente globalmente al cambio del Estado monárquico por el Estado republicano. Inclu-
los frecuentemente maliciosos testimonios de viajeros extranjeros, y de observado- so en los casos de continuidad monárquica, realizados o proyectados, éstos se
res críticos americanos, que apuntan como indicios evidentes de la supervivencia identificaron con la monarquía constitucional, haciendo válido el precedente sen-
del orden social colonial en el republicano la persistencia de actitudes y prácticas tado por las Cortes reunidas en Cádiz, en 1812, con la participación de criollos
discriminatorias, en lo social y lo racial. Igualmente la conservación poco menos americanos. Esto supuso la sustitución formal, en las colonias americanas, de las
que incólume de los valores religiosos y sociales relativos a la famil!a, al ~atrimo~ leyes generales del reino y la constitucionalidad monárquica por la republicana.
nio v a la condición legal y social de la. mujer. En general, la mentalidad cnolla fue Conviene tener presente que estos procesos de continuidad y ruptura se desen-
refo~zada en estos aspectos por el teJ,11or al debilitamiento de los esquemas de do- cadenaron poco menos que súbitamente, y se desarrollaron de manera acelerada,
mina.:ión sobre las sociedades aborígenes, y a la pérdida del control sobre las cla- en el brevísimo lapso que medió entre una situación de acatamiento incontestado
ses populares. Si bien se produjo también un intento de recuperación de la menta- del Estado coloniat y la búsqueda de su reemplazo. La presencia de extranjeros y
lidad esclavista, el mantenimiento de la prohibición d!= la trata influyó en el cambio la afluencia de publicaciones, hasta entonces muy restringidas, fomentaron y desa-
de la actitud prejuiciada, con aquella vincplada, ante el trabajo manual. taron inquietudes ideológicas, auspiciadas igualmente por la ofensiva come.rcial
En conjunto, estos signos de continuidad representan la qu'e ha sido descrita británica y por el atractivo de la prosperidad de la República norteamericana.
como la prolongación de la condición colonial en la república, muy bien percibi- En cuanto a los mecanismos institucionales de formación del poder público,
da por Simón Rodríguez en 1828 cuando reclamó que los americanos debían de- la sustitución del principio dinástico por el electivo planteó de nuevo en tierras
cidirse sobre si querían repúblicas monárquicas o monarquías republicanas. americanas la conversión de vasallos en ciudadanos, intentada dos décadas antes
E_p. cuanto a la ruptura, como está dicho, estuvo enmarcada en el proceso de en tierras europeas, y en vías de realización por primera vez en América del Nor-
continuidad y ruptura constituido por el tránsito entre las dos modalidades del te desde 1776.
· Estado, e influida por una creencia que llegó a conformar una quimera, fortaleci- La determinación de preservar la estructura de poder interna, originalmente,
da luego por la historiografía patria: el postulado de que «el suelo de América no y de restablecerla una vez que fue desquiciada por la disputa de la independencia,
está contaminado con los vicios de la vieja Europa», como reza la Constitución llevó a desarrollar la noción de ord~n público, la cual amenazó con volverse te-
mexicana de 1824. Con esto parecía darse por sentado que América no fue parte mor al ejercicio social e individual de la libertad, entendido sobre todo como desa-
activa del nexo coloniai, como no había sido tampoco parte orgánica de la Monar- parición de las barreras legales, social.es y aun espirituales que habían estorbado,
quía española. Por lo mismo, una vez roto el nexo colonial América retornaba a cuando no impedido, su disfrute. Un hombre que vivió la pasión de la libertad,
una especie de «estado original» que le permitiría avanzar, desembarazadamente, Fray Servando Teresa de l'viier, alertó sobre los peligros que este temor encerraba,
hacia una nueva forma deorganización política. El entusiasmo no era el mismo en su Memoria político-instructiva, publicada en 18 21:
en cuanto a la organización social, dado que era necesario avanzar en el restable- «Los que están acostumbrados al silencio que .reina en las monarquías al de-
e
cimiento y la preservación de la estructura de poder interna de la sociedad. Esta rredor de la tumba de la libertad, se escandalizan de la inquietud y divisiones que
creencia-quimera fue componente primordial en la formulación inicial del pro- hay en una república, especialmente al principio cuando se están zanjando sus ci-
yecto nacional, el cual, en este sentido, no puede ser visto como una simple elec- mientos. No consideran que tales deben ser los síntomas de la libertad naciente
ción de alternativas. En definitiva, y en la práctica, el nuevo Estado resultó de una en lucha con los humores de la esclavitud, que están haciendo crisis; Intente mar-
suerte de trance de desideologización política. char sin andaderas el que estab¡:¡. ceñido por las fajas de la infancia, y se dará mil
Una de las expresiones sociales más importantes de esta creencia-quimera fue golpes, hasta que se robustezca con el ejercicio, y la experiencia le enseñe las dis-
la pretensión de prevenir un nuevo contagio de los males de Europa, mediante la tancias y los riesgos. Tropieza igualmente el que acaba de soltar grillos invetera-
expulsión de los desafectos al nuevo régimen, fuesen americanos o españoles, dis- dos. Las inquietudes posteriores, si las hubiere, son efectos de la misma libertad.
puesta por los congresos de la República de Colombia en 1821 y 1823, y en Mé- Los hombres no cantan unísonos sino bajo la vara del despotismo, porque cada
xico, por Vicente Guerrero en 1829. En ambos casos la medida fue. interpretada uno piensa con su cabeza, y quot capita, tot sen~enciae. Los que prefieran comer
como «la expulsión de los españoles», con graves consecuencias sociales y políticas. ajos y cebollas en la servidumbre de Egipto á los trabajos necesarios para atrave-
52 GERM-ÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL
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sar el desierto, no son dignos de llegar á la tierra de promisión. Yo dig? lo que gico; estuvo ~aracterizado por una tendencia a la formación de tales «partidos».
aquel político insigne Tácito: Mas quiero la libertad peligrosa que la servidumbre Es.ta tendencia fue alterada, pero no interrumpida del todo,. por el desencadena-
tranquila. Malo perículosam libertatem, quam liberúm servitium» (Teresa de miento de la guerra. En efecto, durante su curso se enfrentaron en varios mo-
Mier, 1986: 79-80). mentos, los «partidos» federalista y centralista, pero de hecho el ;scenario de ese
. El celo por preservar el orden público de los excesos de la libertad llevó a po- enfrentamiento no fue ya la sociedad sino el ejército, el cual tomó el lugar del
ner especial cuidado en que la participación de los ciudadanos en los procesos de pueblo, según la conocida expresión de Simón Bolívar.
formación del poder público no contrariase esa determinación. Por eso inicial- Al término de la guerra, nuevas situaciones políticas estimularon las tenden-
mente se intentó la identificaci6n de· la condición republicana de ciudadano con cias ·ori?!nales. Tales fue~?n: las reacciones ante la concentración del poder; ante
1a colonial de vecino, perfeccionada luego en el régimen electoral censatario como la reumo~n o las sepa~a~10n de Estados; ante la expulsión de los españoles y los
·1a diferenciación entre ciudadanos activos y ciudadanos pasivos, y se reservó para desafectos al nuevo regimen; ante el destino de la esclavitud; ante el continuado
los primeros el derecho de participación política. Guardando una estrecha rela- predomi~i~ político del ;ec~or .militar, e:c. Cabe s~bray~r el hecho, sin embargo,
ción con estos propósitos se intentó en vano restablecer y fortalecer el municipio, de que SI bien en la repubhca Independiente se VIO estimulada la tendencia a la
en su papel de bisagra entre los dos sistemas de la estructura de poder interna. El formación de «partidos» más o menos permanentes, que respondían al conflicti-
municipio constitucional debía ser, desde el punto de vista institucional y político, . vo cuadro social, ellos revistieron sobre todo la forma de la participación indivi-
la más clara y arraigada expresión de continuidad entre las dos modalidades del dual de posturas ideológicas.
Estado. No obstante, se adaptó mal a las vicisitudes del naciente orden social y po- El enfrentamiento· entre civiles y militares, escenificado a lo largo de todo el
lítico republicano. Tampoco pudo hacerlo la milicia, que l~abía sido eficaz medio período que estudiamos, tuvo, en este sentido, un doble significado: por una par-
de control social en el régimen colonial. Contra los intentos de mantener estas te. el de rescatar para la sociedad la condición de cuerpo político, poniendo tér-
consagradas instituciones coloniales conspiraban el sentimiento igualitario, más mino al monopolio de ese papel ejercido hasta entonces por el ejército; y, por otra
que la igualdad legal, y los conatos de partidos políticos, productos genuinos del ~arte, el de .dar n~evo impulso a la trastornada tendencia a la formación de «par-
. desquiciamiento de la·estructura de poder interna de la sodedad colonial. tidos» y logias, mas o menos permanentes, al margen de las precedentes modali-
La consecuencia más inmediata y trascendental de la adopción del principio dades institucionales de expresión de los intereses y las aspiraciones individuales
electivo fue el surgimiento de partidos, entendidos como formaciones que de al- y sociales, es decir la Iglesia, el ejército y el municipio.
guna manera desbordaban las barreras sociales. No hay indicios claros y consisten- Eu cuanto a los mecanis.mos institucionales de ejercicio del poder público,
tes de ,~partidos» en la colonia. Los conflictos y pugnas de carácter social, econó- tres fueron las grandes cuestiOnes encaradas. Una, primordial en lo doctrinario
mico y aun religioso, aunque tuvieran proyección política al motivar facciones, no consistí~ en el. cambio del princi~io absolutista por el de la división de poderes:
a
llegaron generar agrupaciones de ese carácter más o menos duraderas. Tampoco Otra, pnmordial en el funciOnamiento del ordenamiento político del Estado con-
los llamados movimientos precursores de la independencia, si bien algunos de sus s~stió en arbitrar formas de articulación entre las autonomías provinciales, histó-
promotores hallaron ubicación en logias. Los conflictos de competencia escenifi- ricamente fundadas, y ahora alentadas por la disputa de la independencia. La ter-
cados en torno a los cabildos, o en relación con el ejercicio de sus atribuciones por cera, primordial para todo el edificio social, consistió en la organización del Estado
los representantes directos del poder metropolirano, fueron circunstanciales. en torno al restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad.
El inicio de la disputa de 'la independencia generó una tendencia a la forma- En cuanto a la finalidad institucional del ejercicio del poder público, la cues-
ción de agrupaciones de carácter más o menos permanente. Una de ellas, la So- tión esencial consistió en promover los cambios sociopolíticos inherentes a la
ciedad Patriótica de Caracas, concebida cual club de debates según el modelo re- transformación de la condición de vasallo -objeto de gracia- en la de ciudada-
volucionario francés, si 8ien en otras porciones del imperio existía el relativo ~o -sujeto de d~recho~-· Por definición, el ord¡;:namiento jurídico liberal signi-
precedente de las Sociedades de Amigos del País/ tomó otro carácter cuando co- ficaba, en lo social, un mtento de procurarle al individuo un área de realización
menzó a funcionar corno grupo de presión a favor de la declaratoria de la inde- personal que lo pusiese a salvo de la arbitrariedad, atribuida al componente me-
pendencia. El debate sobre la organización inicial del Estado independiente demar- tropolitano del poder colonial como uno de ·sus más odiosos rasgos distintivos.
có posiciones sociales y concepciones ideológicas que cristalizaron en movimientos En el sistema jurídico-social de algunas de las sociedades implantadas ahora
políticos. Así fue posible, en su tiempo, hablar de «partido» de la Independencia, republicanas, se esbozó un pro.ceso de cambio en lo relativo a la discriminación
para significar bando o agrupación, como también un poco más tarde, y quizá con racial y social de que eran objeto la población negra y aborigen. Mas esta tenden-
mayor propiedad, de «partido» de la federación. La última proclama de Simón ~ia prontament~ s~ vio anulada, en los hechos, por los requerimientos extra lega-
Bolívar, dada ellO de diciembre de 1830, termina con una invocación «para que 1~S del restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad. Quedó,
cesen los partidos y se consolide la Unión». sm ~mb~:go, c~nsagrada la abo.lición de la esclavitud como un principio en cuya
Es importante subrayar el hecho de que el inicio de la vida política de las so- reahzacwn, mas o IJ?.enos próxima, estaba comprometida la credibilidad doctri-
ciedades emancipadas, y esto sea dicho atendiendo no sólo a un criterio cronoló- naria del régimen liberal. Otro fue el sino de las sociedades aborígenes, cuya
GERMÁN CARRERA DAI"IAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL
54 55
resión se vio prontamente reforzada por la formación de un nuev? sector de esperados de dos concepciones básicas de las políticas de desarrollo de las socie-
0
p atenientes y latifundistas, producto de las guerras brotadas en la disputa de la dades republicanas recién constituidas, es decir, la liberalización del comercio y la
~erdr endencia Las proyecciones de los cambios sociales, apenas esbozados en atracción de inmigración blanca. Estas políticas fueron ridiculizadas por Simón
ID ep ' muchos aspectos abarcaron
. · l h
período en todo el siglo XIX y a gunas se an Rodríguez denominándolas «traficomanía» y «colonomanía», las cuales, junto con
e:~longado hasta el presente. La prohibición. legal d<: la trata tuvo su conti~uidad la «cultomanía», formaban «las tres especies de delirio», síntomas de «la enferme-
Pd.ISIID
· ulada en el tráfico interno, y aun en la exportación fraudulenta,. de.,«cnados» dad del siglo». Sin la aplicación decidida de tales prescripciones, sostenían sus pro-
.
de eones aborígenes, mientras que la represión de la trata se conv1rt10 en cue:- pagandistas, habrían de resultar ilusorios los proyectos inmigratorios y de desarro-
~, P¡.nternacional por imposición de ·Gran Bretaña. No obstante, en las emancl- llo del comercio internacional, únicos específicos indicados para sanar los males en
uon das colonias continentales españolas el debate acerca d e la ab o1·1c1on
· ' no alcan- los cual~s se debatían las nacientes repúblicas, pues ni comerciantes ni inmigrantes
p~ los niveles conceptuales e ideológicos que se advierten en los países donde la vendrían a establecerse donde les estuviese prohibido practicar su religión.
~~clavitud se prolongó hasta bien entrada la mitad del siglo, como .cuba, ~~erto Esta terapia sociopolítica encontraba una fuerte resistencia social en lo corres-
Rico y Brasil. El debate se mantuvo, por l? .~eneral, apartado de la mvocac10n de pondiente a la adopción de la libertad de cultos, sobre la cual recaía aún el firme
la contradicción fundamental que la abohc10n plante~ba entre dos de .los cuatro rechazo que caracterizó, en esta materia, a los movimientos independentistas. Por
consagrados derechos del hombre y del ciudadan.o, la l~bertad y la propledad.. An- su parte, la libertad de comercio generaba resentimiento y resistencia entre los ar-
tes bien, esa dificultad se disimulaba en las cons1derac10nes sobre la prospepd~d tesanos e incipientes manufactureros, incapaces ·de competir con la invasión de
de la agricultura; base de la economía,- y sobre las. seg~ras y graves conse.cuenclas productos, sobre todo ingleses y norteamericanos, que generalmente aventajaban
que traería la descapitalización brusca ~e los propietan~s, 1~ cual presumiblemen- en precio y calidad a los locales. Parece haber jugado un importante papel en este
te los oondría a merced de los prestam1stas. . fcrcejeo de tendencias y aspiraciones un fenómeno, poco estudiado, que consis-
U~o de los aspectos primordiales d~l cambio social fue anuncia~? por la c?~ tió en el cambio de patrones de consumo provocado, probablemente, más por la
dena legal de la desigualdad legal y soc,Ial, consagrada e~ la supre~10n Y pro~11?~ interrupcion del comercio con la antigua metrópoli, reacia a reconocer la inde-
ción de los títulos nobiliarios. Con ello se esperaba no solo proclamar la defmm- pendencia de los nuevos Estados, que por la propia apertura comercial. A finales
va abolición de la detestada nobleza, sino también impedir su eventual infiltración del período estudiado se fue tomando conciencia de que las casas comerciales ex-
por vía individual, y más aún desalentar su eventual aspiración de retornar, ~~: tranjeras, y sus agentes de comercio, acogotaban la economía, ya fuertemente
parada en algún proyecto de restauración de la n;onarquí~ ..~n su lu~ar ~e eng10 atectada por las repercusiones de la disputa de la independencia y el consiguien-
el prinápio de la igualdad ante la Ley y se adopto la condicion c~~st1tuc10nal. ?e te endeudamiento externo de los nuevos Estados, volviendo del todo ilusoria su
ciudadano, lo que condujo también a la supresión de los fueros m~htar Y eclesia.s- recuperación. La comprobación de esta situación ha dado pie al discutible seña-
ti~o, tras ser vencida una fuerte resistencia de los afectados. Es importante, sm lamiento de que fue la relación de dependencia, así establecida, el legado perdu-
embargo, tener presente que si bien estos cambios, ~o~sagra~os. en ~l o.rdena- rable de la ruptura del nexo colonial.
miento legal, no se tradujeron prontamente en una practica soc1altguahta~1a Y n? Simultáneamente adelantó el proceso de apertura de las conciencias, y de es-
discriminatoria, no dejaron por ello de tener significación como culminación ~VI tímulo del espíritu crítico, mediante la abolición de la Inquisición, ya consagrada
dente de la lucha por la igualdad. El ejercicio pleno de la igualdad resultaba Im- en la Constitución de Cádiz, de 1812, y el ejercicio, nada desprovisto de obstácu-
posible, puesto que subsistía la esclavi~ud, unas de c?ya~ ~ás ~:neral~zadas Y per- los ni exento de recaídas nugatorias, de la libertad de imprenta. El antihispanis-
manentes secuelas han sido las modahdades de la d1scnmmac10n ractal. mo, producto ineludible de las enconadas guerras brotadas en la disputa de la in-
El debilitamiento del poder polítk:o y social de la Iglesia católica fue conside- dependencia, condujo a la sustitución de la metrópoli cultural española por la
rado por los promotores más avanzados del liberalismo doctrinario corr:o un P.aso francesa de la Restauración. Muy lentamente se fue operando una revisión de esta
necesario para el establecimiento y la consolidaCión del orden repnbh~ano hbe- posición, quce fue asumida a ultranza por la historia patria y estuvo alimentada
ral, si bien al mismo tiempo se le reconocía tácitamente como una me?_lda desfa- por el temor a los intentos de recuperación de las colonias, directamente o me-
vorable al restablecimiento de la estructura de poder interna de la soctedad. Esta diante el cerco político internacional, orquestado por las casas reinantes conti-
contradicción animó la controversia entre liberales y conservadores en relación nentales europeas y el Vaticano.
con la función social de la Iglesia, y desembocó en la pugna en torno a sus privi- El propósito de liberalizar la economía se expresó primordialmente con las
legios, asentados en el poder económico, el cual comenzaba a. recuperarse de los disposiciones legales y las medidas administrativas destinadas a promover y ge-
efectos de las guerras. La polémica en relación con los denommados censos ecle- neralizar la propiedad privada, al igual que a facilitar la circulación de bienes,
siásticos ilustra muy bien esta situación. mediante la supresión o revisión de los estancos y la abolición de los vínculos y
La controversia sobre la función social de la Iglesia desembocó en el inicio de mayorazgos. En el período estudiado comenzó a manifestarse el cuadro de las do-
la práctica de la tolerancia social, que condujo a la adopción constitucional de la lencias que afectaron al desarrollo de la actividad económica a lo largo de casi
libertad de cultos, considerada como un paso necesario en aras de los resultadqs todo el siglo XIX, y que, por lo mismo, mantuvieron las condiciones que habían
56 GERMÁN CARRcR.A D.<\MAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL . 57
impedido la recomposición y el fortalecimiento de la clase dominante en el seno dida con los ímpetus autonómicos que desembocaron en la disputa de la indepen-
del nexo colonial: la escasez de capitales se veía acentuada por el peso de los cen- dencia, fue el primordial acontecimiento desencadenante del proceso de cambio
sos sobre la propiedad territorial agrícola, impidiendo los intentos de recupera- sociopolítico también en las antiguas colonias españolas.
ción y el desarrollo de su capacidad productiva. En la formación de la conciencia nacional se advierten dos urandes fases las
Al mismo tiempo, la dispersión y la desmoralización de la mano de obra, de- cuales cabe identificar convencionalmente como de definición n~gativa y de clefi-
rivadas de la guerra, estimularon la competencia por sujetarla a la tierra y acen- nición positiva. Debe entenderse que las denominaciones atienden a los rasgos
tuaron la conversión de las antiguas haciendas en latifundios más centrados en la más ostensibles del fenómeno. En la fase de definición negativa de la conciencia
explotación del trabajador que-en la de la tierra. Los censatarios comenzaron a nacional se advierten los siguientes rasgos fundamentales: el punto de partida de
reclamar del Estado actitudes de protección y medios de financiamiento que su- esta fase, que lo es lógicamente de todo el proceso de formación de la conciencia
pliesen la escasez y la extremada carestía del capital. nacional,' no sólo por ser el inicial sino también por haber llegado a constituir y
La necesidad de atraer inversiones produjo la aparente contradicción· de la a mantenerse como una suerte. de desiderátum colectivo americano, está represen-
condena de los monopolios y estancos coloniales, considerada un paso necesario tado por la gestación y progresiva afirmación de la conciencia americana. Ésta se
para la liberalización modernizadora de la economía, y su progresiva substitución definió negativamente respecto de la de peninsular, de español y de europeo, mar-
por un régimen de concesiones exclusivas, generalmente en beneficio de aventu- . cando una diferencia que se acentuaba y enriquecía a medida que las sociedades
reros que se presentaban como pOsibles inversionistas. Esta contradicción marcó implantadas robustecían la que se ha denominado conciencia criolla, como resul-
la quiebra de uno de los supuestos manejados en la justificación ideológica de la tado y factor de la creciente y natural división de· la clase dominante de la socie-
ruptura del nexo colonial, consistente en la creencia de que lognido tal resultado dad implantada colonial entre los nacidos en tierra americana y los europeos. Este
los negociantes e inversionistas extranjeros, y particulárrm!nte los europeos, acu- estado de conciencia se exacerbó a finales del siglo XVIII como consecuencia de la
diríanpresurosos a procurarse directamente los beneficios que pretendía negarles que John Lynch denomina acertadamente «la segunda conquista de América», al
el exclusivismo del pacto colonial. , calor de la reacción contra el relativo incremento de la presencia de los peninsu-
En relación con esta objetiva necesidad de estimular la recupe'ración y expan- lares al favor de las políticas colonialistas borbónicas. La fórmula tardíamente
sión de la economía, como condición necesaria para asentar e institucionalizar el propuesta de «español americano» o de «español de América» no resolvió la con-
funcionamiento del régimen sociopo.lítico republicano, es necesario ·darle entra- frontación, si bien atrajo algunas mentalidades ilustradas. Todo indica que el crio-
da, aunque sea tan sólo como mención, puesto que su tratamiento excede el pe- l~o america?o no ~e afirmó tal con el propósito de caracterizarse positivamente,
ríodo estudiado o compete a otros capítulos de este volumen, a tres cuestiones smo para diferenciarse estratégicamente, sobre todo del europeo español -y del
que forman parte del debate sobre la interpretación de la ruptura del nexo colo- canario, desdeñado a su vez por el europeo español-, pues en el criollo prevale-
nial y de sus consecuencias, a mediano y largo plazos. Me refiero a si se produjo ció dura?~~ el régimen colonia~, y ha prevalecido también durante el republicano,
entonces, como definitivo resultado, el fin del colonialismo en América; si se tra- s~ cond1c1on ment~l de «dommador cautivo», es decir, la mentalidad de quien
tó, en realidad, del decepcionante tránsito del coloniaje a la dependencia; o si, eJerce sobre las soCiedades aborígenes una dominación que se transforma en su
simplemente, tan sólo se consiguió abrirle la puerta al subdesarrollo. propia servidumbre, al caer en el cautiverio representado por la necesidad de
identificarse con el metropolitano para diferenciarse del dominado condición in-
dispensable para que pueda funcionar el mecanismo de dominaciÓn inherente a
LA PROGRESIVA FO!ZJ.\1ACIÓN DE LA CONCIENCIA NACIONAL la sociedad implantada.
Las reivindicaciones regionales autonómicas fueron también instancias de de-
Las líneas directrices primordiales de la vida social y política de las sociedades f~nición negativa, en la escalada hacia la definición positiva de la conciencia na-
ahora independientes estuvieron orientadas haci~.el restablecimiento de la estruc- ciOnal. Me refiero a las que condujeron a la contraposición entre el reino de Mé-
tura d~- poder interna, y representadas por la formación del Estado y por la for- xico independiente y las áreas centroamericanas del antiguo Virreinato; a las que
mulaclOn del proye~to nacional. Esas líneas confluyeron en el Estado· nacional, desembocaron ~n 1~30 en el desmembramiento de la República de Colombia, lla-
cu!f~ expresión sincrética es la conciencia nacional. Es común el criterio historio- mada por los h1stonadores Gran Colombia, y que dio origen a las Repúblicas de
tgra. 1codde que est e ·proceso
. ·
tuvo su ongen en 1a ad opc10n,
· ' poco menos que !mi-
· · Venezuela, Colombia y Ecuador; pero también a las que enfrentaron a Quito con
l atl~va, .~ una fórmula de organización social y política generada en el ámbito de Perú y a las 9u~ cond~jeron a la fundación de la República Bolívar, hoy Bolivia,
a .ama ,~ revoiución atlántica, entendiéndose por tal el resultado de los cambios
1
y de la Repubhca Onental del Uruguay, por mencionar las más sobresalientes.
soc1opo 1t1cos produc1'dos en Estados Umdos . .
y parte de Europa occidental. Para Pero cabe tener en cuenta igualmente las pugnas interprovinciales que marcaron,
tal efecto no se le da f' . . , a1 h echo d e que no se propuso en-
tonces . , su ICiente cons1'derac10n en el seno de cada Estado, la formación de la respectiva conciencia nacional en
XX ni~; mas tarfe hasta el advenimiento del socialismo, a comienzos del siglo un juego muchas veces cruento con los denominados regionalismos, como v~re
.' na otra a ternativa a la monarquía. La abolición de ésta, aunque confun- mos a continuación.·
GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL . 59
58
La fase de definición positiva de la conciencia nacional presenta los siguien- los colores de un exaltado patriotismo, a la vez que con un cada día más desvaí-
do antihispanismo.
tes rasgos primordiales:· .
Marca el poco estudiado tránsito desde las nociones de pertenencia loca~ Y ~ m~did~ q~~ se avanzó en 1~ formulaci.ón del proyecto nacional el eje de la
provincial-las cuales conjugadas e~~ la de .sú~d~to del r.ey de Españ.a proporciO- conciencia histonca fue desplazandose hacia la exaltación de la nación como
naban las coordenadas que le permittan al mdlVlduo ubicarse espacialn::ente- a principio legitimador de la restablecida estructura de poder interna, lo q~e con-
la de pertenencia nacional, en función del uti possidetis juris~ que fue mv~cado llevó el absoluto desdén del pasado monárquico. La historiografía, sin abandonar
como criterio de delimitación política y administrativa al desmtegrar~e el Impe- del todo su condición inicial de historia patria, que pasó a ser básica, inició su
rio. También fue necesariamente le~t~ la sustit~ción de esta últim~, naciÓ~ .por un evolución hacia la de historia nacional-.
genuino aunque todavía vago sentimiento nacional. E.sta .expreslü~ es.~mtual se Cuando, entrado el siglo XIX en su último tercio, en los principales Estados se
mantuvo durante mucho tiempo más cercana de los cntenos de ubicacion funda- consideró consolidada nuevamente la estructura de poder interna, y puesto en
dos en lo local y lo provincial que en lo propiamente nacional. En las áreas fro~ vías de instrumentación el proyecto nacional definitivamente formulado comen-
terizas lo nacional era más difícilmente determinable en el ~~rr~no. p~r ~o rudi- zó a producirse la confluencia de ambas historiografías, conjugadas ahdra como
mentario de la cartografía, p·or lo confuso de la demarcacwn ]Urtsdiccwnal, Y modalidades, y ya fuera de nuestro período, en la historia oficial.
dada la escasa integración política y administrativa de los nuevos Estados, que s.e La enseñanza catequística de la historia estuvo relacionada con los primeros
debía en gran parte al imperio de la noción de distancia, acentuada por los acci- intentos de definición del carácter nacional, y con el temprano asomo de la aspi-
ración de una literatura nacional. La aparición de esta última era esperada como
dentes geográficos. . _ · ., . . . .
Este cuadro de dificultades repercutió en la formulacwn mtctal, pnmero, Y la el signo anunciador de la consolidación de la conciencia nacional. Quizá esta con-
instauración efectiva, luego, del proyecto nacional, así. como dificultab~, tambi~n sideración ayude a comprender la relación íntima y prolongada entre historiogra-
su funcionamiento como principio legitimador del stste¡:na de coacc10n soctal fía y literatura, vigente en todos los nuevos Estados hasta finales del siglo XIX. El
constituido por la estructura de poder interna de la sociedad nacional._ Mientr~s el idioma mismo encontró en la Gramática de Andrés Bello un estandarte emimci-
restablecimiento de esta estructura alcanzaba el nivel requerido para que pudtese pador respecto del español anquilosado. En la pedagogía, la reacción contra la
ser instrumentado orgánicamente e1 proyecto nacional, fue necesario a?~ntalar el «sopa Lancasteriana», según el decir de Simón Rodríguez, sintetizó no sólo la reac-
, principio de la unidad nacional m~diant~ ~na red de le~ltades que P.ermltlese co~1- ción contra el viejo orden europeo, sino también y sobre todo quiso ser la aper-
pensar la dispersión del poder soci~l,. ongm~da en la dtsputa de la ~~de?endenc;Ia. tura hacia una nueva pedagogía, acorde con las necesidades de pueblos mestizos
Tal fue la f~mción original del caudilhsmo, st no la fuente de su legttnmdad. · empeñados en convertirse en ciudadanos de repúblicas nacionales. En suma, un
El ascenso en la definición de la conciencia nacional tuvo su paralelo en la ge- conjunto de circunstancias y de procesos que invalida la presunción de artifi~iali
neralización y la profundización del rechazo d~ España y lo e~pa.~ol, el cua~ llegó dad con que suele arroparse el nacionalismo practicado en esta primera fase de
a conformar una suerte de antihispanismo rabwso que prescmdto de la mas ele- las nacientes repúblicas.
me~tal sindéresis histórica. A la necesidad estratégica de diferenciarse de las demás
grandes unidades del demolido imp~rio y ~e ~uper.ar la amenaza de desintegración
interprovincial, se añadió un· agr:esivo antthispamsmo, secuela d7 .la guerra pr~ DIVERSOS MODOS DE PROCURAR ill'T MISMO OBJETIVO: PRESERVAR PRIMERO
longada y despiadada, pero alimentado .ahora por las ~arpes polltlc:~ de la anti- Y RESTABLECER LUEGO B. ESTRUCTURA DE PODER INTERNA DE LA SOCIEDAD
gua metrópoli, manifiestas en sus incursiOnes en el.Can~e, en el Pacif.Ico Sur Y en
México, conjuntamente con su renuencia a reconoce~ la mdepe~de.ncta desusan- Pareciera que no hay mucho campo para intentar componer una tipología de las
tiguas colonias y con su política crudamente represiva y colomahsta en Cuba Y respuestas dadas por las diversas sociedades implantadas americanas a los proble-
mas del tránsito desde el Estado colonial al Estado independientes nacional. En
Puerto Rico. :
La tendencia progresiva hacia una conciencia nacional diferenciada: se advier- efecto, una amplia gama de modalidades se extiende entre las respuestas más ca-
te nítidamente en la evolución experimentada por la historiografía. En la fase de racterizadas, y cabe preguntarse si es posible agruparlas con suficiente propiedad.
definición negativa de la conciencia ·nacional, el ~nfasi~ de la historiogra.fí~, se puso La monarquía constitucional fue considerada como la fórmula facilitadora de
en la justificación de la ruptura del nexo colomal, mas que en la abohct.on de la la evolución pacífica y ordenada hacia la independencia y la república en Brasil.
monarquía, presentando la primera como exaltación ~e la lucha por 1~ ~nd~pen También en México. Pero en ambos casos, con diferencias de tiempo y de inten-
dencia. Ésta fue proclamada razón suficiente e incuestiOnable del desqmct~Iento sidad, al establecerla sólo se consiguió aplazar los potenciales trastornos sociopo-
de la estructura de poder interna, cuyas consecuencias abruma~an a la s~cie~ad, Y líticos, necesariamente relacionados con la ruptura del nexo colonial y con el
sobre lo cual no era entonces posible ni aconsejable dar demasiadas explicaciones. tránsito desde el Estado colonial al independiente nacional. En el caso de Méxi-
Éste fue el papel desempeñado por la historia patr~a, el cu~l se prolongó a lo lar- co la peripecia de la monarquía, representada por el trágico destino de Agustín de
go del siglo XIX y todavía tiñe la historiografía latmoamencana, en general, con Iturbide, fue seguida de t~astornos sociales y políticos. . .
60 GERMÁN CARRERA DAMAS DEL ESTADO COLONIAL AL ESTADO INDEPENDIENTE NACIONAL . 61
En Chile, la formación de una oligarquía conservadora fue factor de una fe~cionó la conf?rmació~ de Bolivia y Ecuador. Entre estos casos parece posible
evolución pacífica, luego de la derrota, en 1820, de los liberales que temprana- ubicar, con relanva propiedad, el de las demás sociedades.
mente plantearon reformas sociales y políticas avanzadas. El resultado constitu- Sin embargo, el curso seguido por Nueva Granada -Colombia- una vez di-
yó el más feliz ejemplo de solución conservadora del restablecimiento de la es- suelta la ini~ial Repúblic~ de Colombia, en 1830, según la apreciación de Mal-
tructura de poder interna de la sociedad. Peroen 1850 todavía existía el objetivo colm I?eas, Ilu~tra muy bien la complejidad de la situación vivida por algunas de
de alcanzar ciertas reformas sociales ya realizadas en otras repúblicas america- !as sociedade~ I.rr:pla~adas, y los obstáculos encontrados por el historiador en sus
nas, lo que condujo a luchas en el seno de la clase dominante que expresaron las · Intentos de. tl~IftcaciOn. Fueron muy grandes las dificultades experimentadas en
consecuencias del aplazamiento de los conflictos interprovinciales y de la reso- el restablecimiento de la estructura de poder interna de la sociedad y en la pre-
lución de las diferencias politicoideológicas relativas al desarrollo de la estructu- servación de la unidad nacional:
ra de poder interna de la sociedad. . <~··· D?rante las guerras de in?ep:ndencia había comenzado [Nueva Granada]
En el Río de La Plata, la dictadura de Juan Manuel de Rosas contuvo el pro- a v~vir bajo una exagerada expenen~Ia federal, la Patria Boba, y los compromisos
ceso de desintegración social pero dejó sin respuesta aspiraciones básicas de liber- regiOnales fuer?n dura~te mucho tiempo fundamentales para el mantenimiento
tad. Sólo después de la caída del todavía hoy tan discutido dictador, en 1852, se de la paz Y umdad nac10n~les ... ». En !ucha contra el aislamiento geográfico, se
adelantó en la formulación definitiva del proyecto nacional y en los conatos de su presentaba como una «sociedad atomizada. La hegemonía local de sus escasos
puesta en funcionamiento. Se abrió de esta manera un proceso de conformación magnates era muy li~itada y más bien precaria, y no se traducía necesaria y fácil-
nacional determinado, entre otros factores, por la profunda desigualdad entre las me~te en pod~r polltlco local, fuera de los límites de la hacienda, o en influencia
provincias y la abrumadora hegemonía de la de Buenos Aires; por la reanudación nacional...». Sm embar~o, se trataba .de una sociedad «relativamente poco pertur-
del proceso de implantación mediante la ocupación plena del territorio, en un bada por las guerras de mdependenc1a, a pesar de los prestigios ganados en dichas
constante enfrentamiento armado fronterizo con sociedades aborígenes escasa- guerras ... » (Deas, 1993: 207-208).
mente integradas; y por los cambios ocurridos en la economía agr~ria y pastoril,
en función de la liberali:zación del comercio internacional. '-
En Venezuela, la república co~servadora garantizó una relativa paz hasta 1859,
cuando fue retada definitivamente por .los reformadores liberales, poniéndose en
marcha un proceso de guerra civil que desembocó en la formulación definitiva del
proyecto-nacional, en 1864-1870, y en su primer ensayo sistemático de implemen-
tadón, si bien éste fue más eficaz en lo concerniente a la creación de condiciones
básicas para tal fin, que en su institucionalización politicoconstitucional. Se trazó
de esta manera una curva en cuyo inicio estuvo el caudillo estabilizador, José An-
tonio Páez, y cuyo punto más alto fue representado por el autócrata moderniza-
dor, Antonio Guzmán Blanco. Como resultado se conformó un patrón de gobier-
nos fuertes que dio a Venezuelp. fama de escasa civilidad. El 11 de diciembre de
1826, el general Francisco de Paula Santander escribió a Simón Bolívar, refirién-
dose a un «alboroto» montado por la tropa en Guayana, el 18 de octubre de ese
año: «El mal ejemplo es contagioso; en Venezuela !á tropa se ha metido a deliberan-
te y han seguido en otras partes los tumultos militares. Este es un presagio de ho-
rribles consecuenci:J.S, y tal que si Dios no lo remedia, vendremos a tener jenízaros e