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MaxWeber

Traducción:
Luis Legaz Lacambra
La ética protestante
y el espíritu del capitalismo
Revisada y corregida por
Francisco Gil Villegas M.

Traducción del alemán de


"Las cuatro respuestas
de Max Weber a sus críticos":
Francisco Gil Villegas M.
Introducción y edición crítica de
Francisco Gil Villegas M.
Primera edición en alemán, 1904-1905
Segunda edición en alemán, 1920
Primera edición en español,
Índice
de la primera y segunda en alemán, 2003
Segunda edición, 2011

Weber, Max
La ética protestante y el espíritu del capitalismo / Max Weber; introd. y ed. crítica
de Francisco Gil Villegas M. ; trad. de Luis Legaz Lacambra, Francisco Gil Villegas M. _
2a ed. -México: FCE. 2011
587 p. ; 21 x 14 cm -(Colee. Sociología)
Título original: Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus
ISBN 978-607-16-0677-8

1. Protestantismo 2. Capitalismo 3. Ética cristiana 4. Religión 1. Gil Villegas M.,


Francisco, introd. lI. Legaz Lacambra, Luis, tr. IU. Ser. IV. t.
Introducción del editor 9
LC BR115
Dewey 174.1 W147e

LA ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPÍRITU


DEL CAPITALISMO

Distdbución mundial Introducción general a los "Ensayos sobre sociología


de la religión"(192o) 55
"Las sectas protestantes y el espíritu del capitalismo" y "Religiosidad de los virtuosos y
vida cotidiana", de Ensayos sobre sociología de la religión, se reproducen con el permiso
de la editorial Taurus. Primera parte
El problema
Título original: Die protestantische Ethik und der Geist des Kapitalismus

D. R. © 1920. J. C. B. Mohr (Paul Siebeck), Tubinga, Alemania 1. Confesión y estructura social 73


n. El espíritu del capitalismo 85
D. R. © 2011, Fondo de Cultura Económica
Carretera Picacho-Ajusco, 227; 14738 México, D. F. In. Concepción luterana de 1.i vocación.
Empresa certificada ISO 9001:2008 Tema de nuestra investigación 115

Comentarios: editorial@fondodeculturaeconomica.com
Te!. (55) 5227-4672; fax (55) 5227-4640 Segunda parte

Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere


La ética profesional del protestantismo ascético
el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.
IV Los fundamentos religiosos del ascetismo
ISBN 978-607-16-0677-8 intramundano 139
V. La relación entre la ascesis yel espíritu capitalista 211
Impreso en México· Printed in Mexico
Notas críticas
[ESTE TRABAJO se publicó originalmente en el Archiv fur Sozialwissenschaft 19
.und Sozialpolitik (Archivo de ciencia social y política social) (J. C. B. Mohr,
Tubinga), vals. xx y XXI (19°4-19°5). Mucho se ha escrito en torno al
mismo, limitándome a señalar aquí las críticas más razonadas: F. Rach-
fahI, Kalvinismus und Kapitalismus (Calvinismo y capitalismo), en la
Internationale Wochenschriftfur Wissenschaft, Kunst und Technik (Se-
manario Internacional de Ciencia, Arte y Técnica), 1909, núms. 39-43·
Véase a este propósito mi contracrítica sobre el "espíritu del capitalismo"
en el Archiv, cit., vol. XXX, 1910, Y la respuesta de Rachfahl,* loco cit. *
(Nochmals Kalvinismus und Kapitalismus [Todavía calvinismo y capita-
lismo]), 1910, núms. 22-25, y "Mi respuestafinal",* en el Archiv, vol. XXXI. *
(Me parece que Brentano, en la crítica a que luego me referiré, no ha
conocido estos últimos razonamientos míos, puesto que no los cita.)
Rachfahl es un erudito a quien estimo mucho, pero al tratar de la cues-
tión se mueve en una esfera que, en realidad, conoce muy poco, y por
eso, en esta edición no II he recogido nada de mi polémica con él, 20
por su esterilidad, limitándome a aportar algunas (muy pocas) citas com-
plementarias de mi contracrítica y a intercalar algún pasaje o nota con
el fin de evitar para el futuro todo equívoco. Véase Sombart, en su libro
Der Bourgeois (El burgués), Munich y Leipzig, 1913,* al que más tarde *
he de referirme en algunas notas. Finalmente, Brentano, en el apéndice
JI del discurso pronunciado en la Academia Muniquesa de Ciencias so-
bre "los orígenes del moderno capitalista" (publicado aparte en Munich,
19161 ampliado con algunos apéndices); también tendré ocasión de re-
NOTA DEL EDITOR: Todos los párrafos y las palabras marcados ferirme más tarde a esta crítica. Quien tenga interés en ello, podrá com-
corchetes en negrita corresponden a los añadidos de la versión de 19 probar, haciendo las comparaciones oportunas, que no he suprimido,
frente a la primera versión de 1904 I 1905. alterado ni atenuado una sola afirmación de mi artículo que yo consi-

71
EL PROBLEMA

derase esencial al escribirlo, y tampoco he añadido nada que se desvíe 1. Confesión y estructura social
del sentido doctrinal del primer trabajo. No tenía ningún motivo para
hacerlo, y la lectura de los ensayos obligará a convencerse de ello al qUe
todavía dude. Los dos últimos profesores citados han incurrido entre
en más contradicción que conmigo mismo. La crítica de Brentano Con-
tra la obra de Sombart Die luden und das Wirtschaftsleben (Los judíos y
la vida económica) la considero objetivamente fundada en muchos
puntos, aun cuando injusta en general, prescindiendo de que tampoco
Brentano ha sabido ver lo decisivo en el problema de los judíos, que
nosotros eliminamos de primera intención. (Véase más adelante.)
Del campo teológico podríamos señalar muchas valiosas sugeren_
cias acerca de nuestro trabajo, pudiendo decirse que, en principio, y sal-
vo discrepancias de detalle, la aceptación de sus afirmaciones ha sido
cordial y objetiva; esto me resulta tanto más grato cuanto que no hu- CUANDO SE PASA REVISTA a las estadísticas profesionales de aquellos 21
biera podido extrañarme que se manifestase cierta antipatía contra el . países en los que existen diversas confesiones religiosas, suele ponerse
modo en que nos hemos visto obligados a tratar estos asuntos. Lo que de relieve con notable frecuencial un fenómeno que ha sido vivamente
para el teólogo afecto a una religión es lo valioso en ésta, no podía serlo djscutido en la prensa y la literatura católicas y en los congresos de los
decisivo para nosotros. Nos hemos ocupado de los aspectos más super- católicos alemanes: 2 es el carácter eminentemente protestante tanto de
ficiales y más groseros (desde el punto de vista religioso) de la vida de, la propiedad y empresas capitalistas, como de las esferas superiores de las
las religiones; pero son aspectos reales que, a menudo por su misma clases II trabajadoras, especialmente del alto personal de las modernas 22
exterioridad y tosquedad, fueron los que más poderoso influjo ejercie- empresas, de superior preparación técnica o comerciaP Este fenómeno
ron en el orden externo. Queremos sobre todo referirnos de una vez lo hallamos expresado en las cifras de las estadísticas confesionales, no
por todas (en lugar de la frecuente cita en cada punto concreto) a una
obra que, aparte de la riqueza intrínseca de su contenido, nos parece un 1 Los casos contrarios se explican, no siempre, pero sí en general, por el hecho de que

complemento y la confirmación de la solución dada a nuestro proble- es lógico que la confesionalidad del elemento obrero de una industria dependa en primer
término de la confesión imperante en el país de origen o en el que aquéllos son recluta-
ma; nos referimos al libro de E. Troeltsch Die Soziallehren der christli-
dos. A menudo, esta circunstancia hace variar a primera vista por completo la imagen
chen Kirchen und Gruppen (Las doctrinas sociales de las iglesias y gru- ofrecida por muchas estadísticas confesionales; por ejemplo, en Renania. Por otra parte,
pos cristianos), 1912, en el que se trata la historia universal de la ética <¡.' es natural que los datos no sean concluyentes más que a condición de enumerar muy al
del cristianismo occidental partiendo de puntos de vista propios y ele- detalle y con toda especialización las distintas profesiones; no siendo así, podrá darse el
vados. Pero el autor se fija principalmente en la doctrina, mientras que caso de que ciertos grandes empresarios aparezcan incluidos en la misma categoría de "di-
rectores de industria" que los "maestros que trabajan por su cuenta". [Por lo demás urge
a mí me interesa sobre todo el efecto práctico de la religión.]
advertir que el "gran capitalismo" actual se ha independizado por completo, sobre todo en
relación con la extensa capa de sus trabajadores menos calificados, de las influencias que
en otros tiempos pudo ejercer la confesión religiosa. (Véase sobre esto más adelante.)]
2 eJ, por ejemplo, B. Hermann Schell, Der Katholizismus als Prinzip des Fortschritts

(El catolicismo como principio de progreso), Würzburg, 1897, p. 31. Georg van Hertling,
Das Prinzip des Katholizismus und die Wissenschaft (El principio del catolicismo y la
ciencia), Friburgo, 1899, p. 58.
l Uno de mis discípulos ha trabajado el abundante material estadístico que poseemos

sobre estas cosas: la estadística confesional de Baden. Cj Martín Offenbacher, Konfession


und soziale Schichtung (Confesión y estructura social), estudio sobre la situación econó-
mica de los católicos y protestantes en Baden, Tubinga y Leipzig, 1901 (vol. IV, fase 5 de

72 73
RL PRORU~
sólo allí donde las diferencias de confesión coinciden con las de nac·~I
•. :'
I .-" CONCR"ÓN y RmUCT<ffi' ,0e'M

r .e.a 1a d u d a ante la tradición religiosa y acabe por rebelarse contra las


nahda,d y, por tanto, ~on ~l dIstinto grado de desarrollo cultural (cornQI:~, c l~ridades tradicionales, Pero conviene, te~er en c,u~nta un hecho. q~e
' . lO-e¡.

ocurna en la Alemama onental con alemanes y polacos), sino, en gene~·. . •• al1 1 ser olvidado: la Reforma no slgmficaba umcamente la ehml-
e
ral, allí donde el avance del capitalismo L en la época de su mayor aug ]..... . . . . . . hoY. :ue .der eclesiástico sobre la vida, sino más bien la sustitución
t uvo d . 1 bl' , . e,. ,. naclO n de1 po .. f d' f M'
d po der para organIzar. da Pd o aClo~ en capas socIales y profesionales,;" ~~. de la forma entonces actual del mIsmo por una arma l erlente: .as
e acuer o con sus neceSI a es. ¿Cual es la causa de esta participaci' ~": ' 1 " titución de un poder extremadamente suave, en a practIca
relativamente mayor, de este porcentaje más elevado en relación con°lanl""{' aun: a sus('eptible de hecho casi puramente formal, por otro que había
bl ., . . ... anenas per . . , 1
po aClOn total con el que los protestantes participan en la posesión dek.. •. r . cnir de modo infinitamente mayor en todas las esferas de a
capita14 yen la dirección y en los más altos puestos de trabajo en las gran-'~"" , d~ mt~ica y privada, sometiendo a regulación onerosa y minuciosa a
des ~mpre~as, i~dustriales y comerciales?5 El hecho obedece en parte a~: ~:!: la conducción de vida (Lebensführung). En la actualidad, hay pue-
motIVOS hl~to:~cos,6 que tiene~ sus raíces .~n el ~ej.ano pasado, y en los¡~' bIos de fisonomía econór:nica ab,~olutament~ moderna. que sopor,tan el
que la adscn~clOn a una de~er~mad~ confe,slO~ relIgIosa no aparece como,. dominio de la Iglesia ,;atohca - la cual castIga al h:re)e" pero es mdul-
causa de fenomenos economlcos, SIno mas bIen como consecuencia de .~' te con el pecador, como lo era entonces todavla mas que ahora-
los mismos. La participación en aquellas funciones presupone posesiónl~:' f~:mo lo soportaron los riquísimos países de progresiva economía que
23
de capital, un~ educación co~t,osa // y, ~on frecuenc.ia, ~na y otra cosa;:~~i ' había en el mundo hacia fines del,si?lo x: l En cambio, para ~~so.tros, la
hoy, ~pare:e hgada a la poseSlOn de la nqueza heredltana o, al menos, a l~ forma más insoportable que cabna lmagmar de control ecleslastlco sa-
una Sltua,Clón de mediano bienestar. .~~~. bre la vida individual, sería // el dominio del calvinismo, tal como tuv,O 24
PreCIsamente
, f una gran parte de los territorios más ricos del Reich ..1&, . CI'a en el siglo XVI en Ginebra y Escocia y en gran parte de los Pal-
Vlgen
n: as avorecidos por la naturaleza y su situación geográfica -tan deci- .~~
,,~
ses Bajos a fines del mismo y en el siguiente, y en la Nueva Inglat~rr~ y
slva, para el desenvolvimiento comercial- y que más amplio desarrollotJi la misma Inglaterra durante parte del siglo XVII. [Y como tallo .smtle-
hablan logrado en el orden económico, especialmente la mayoría de las :'1':. . ron extensas zonas del antiguo patriciado de aquella época en Gmebra,
más ricas ciudades, se habían convertido en el siglo XVI al protestantis_~' Holanda e Inglaterra.] Lo que hallaron censurable aquellos reformado-
mo, y aún hoy puede decirse que los efectos de esa conversión han sido . if;. res -nacidos en los países más desarrollados económicamente- no fue
beneficiosos para los protestantes en la lucha económica por la existen-!f~ un exceso de dominación eclesiástico-religiosa en la vida, sino justamen-
cia. Pero entonces surge este problema histórico: ¿por qué eran precisa- :tJ.f:" te lo contrario. ¿A qué se debe, pues, que fuesen precisamente estos
~ente estos territorios económicamente más desarrollados los que te~'jt países económicamente desarrollados y, dentro de ellos, las clases [me-
man una peculiar e irresistible predisposición para una revolución'if: dias] "burguesas" entonces nacientes, los que no sólo aceptaron esta tira-
eclesiástica? Alguien podrá creer que es fácil responder a esto, pero no JiI: nía puritana [hasta entonces desconocida], sino que incluso pusieron
es así. Ciertamente, la ruptura con el tradicionalismo económico parece, :;-¡" en su defensa un heroísmo del que la burguesía no había dado prueba
ser un momento excepcionalmente favorable para que el espíritu se in- hasta entonces ni la ha vuelto a dar después sino muy raramente: the last
oIour heroism, como no sin razón dice Carlyle?* *
los Cuadernos de Economía de la Universidad de Baden). Todos los hechos y números Pero obsérvese además, muy particularmente, que si bien, como se
con que ilustramos a continuación nuestras afirmaciones proceden de este trabajo. ha dicho, es posible comprender la mayor participación de los protes-
4 Así, por ejemplo, en el año 1895, en Baden había capital tributario por rentas de capi- tantes en la posesión del capital y en la dirección de la moderna econo-
tal de 954 060 marcos por cada 1000 protestantes, contra 589000 marcos por la misma mía como natural consecuencia de la mejor posición económica que
cantidad de católicos, A su vez, los judíos sobrepasaban con mucho estas cifras, con cuatro.
millones por cada 1000, (Datos tomados de Offenbacher, loc, cit., p, 21.)
han sabido mantener con el transcurso del tiempo, cabe mostrar otro
5 Acerca de esto deben confrontarse todos los razonamientos del trabajo citado de
tipo de fenómenos en los que de modo evidente se revela una inversión
Offenbacher. de esta relación causal. Recordemos, por ejemplo (para no citar sino el
6 En los dos primeros capítulos del trabajo de Offenbacher se hallan detalles más pre- caso más saliente), la notable diferencia que se observa en el tipo de ense-
cisos acerca de esto, relativos a Baden.
ñanza que dan a sus hijos los padres católicos en relación con los protes-

74
75
EL PROBLEMA CONFESIÓN Y ESTRUCTURA SOCIAL

tantes, fenómeno que lo mismo se observa en Baden o Baviera qUe en . rho 111ayor a la fábrica, en la que escalan los puestos su-
'maomu - ., .
Hungría, por ejemplo. Se comprende -por la razón económica apun. n u .. del proletariado ilustrado y de la burocraCla mdustnaJ.8 En es-
tada- que el porcentaje de católicos entre alumnos y bachilleres de 1 Pen ores ues l~ relación causal '
conSIste en que 1a e 1eCClon
., d e prole-"'
'os casos . P ,<' . . • • d
centros "superiores" de enseñanza no sea el que corresponde a su Os (. , . do ulterior destino de la vIda profesIonal ha sIdo determma o
porción demográfica. 7 Pero ocurre que también entre los bachilleres SlO11 Y to d 1
, 1 d cación de una aptitu persona, en una uecClOn m uenCla-d ' " . fl .
25 tólicos II el porcentaje de los que acuden a los modernos centros d Por a e u"tmósfera religiosa de la patna
1
. h· 9
y, •el ogar.
da por ¡a <'.
enseñanza dedicados especialmente a la preparación para estudios téc~
. .
Esta menor participación de los catohcos en el moderno capltahs-
nicos y para profesiones de tipo industrial y mercantil, en general, para
mo aem. 1 a'll resulta tanto más chocante cuanto que contradice .,
una expe-
.
cuanto significa específicamente profesión burguesa (como los llama_ . . e ·~e da en todo tiempo, la a saber: que las mIno nas nacIOnales
nencl a qu ., . ".."
dos Realgymnasien, las Realschulen, las Bürgerschulen superiores, etc.) ·l'g· sas "'le se contraponen, en calIdad de opnmIdas, a otros gru-
o re 1 10 '"le ."
es notablemente inferior al de protestantes, porque los católicos prefie~ "O resores", por su exclusIOn espontanea o forzosa de los puestos po-
ren aquella otra formación de tipo humanista que proporcionan las es- ·l~o.s Pente influyentes, suelen lanzarse decididas a la actividad indus-
ltlCam . ' d d . f b' .,
cuelas a base de enseñanza clásica; ahora bien, este fenómeno ya no pue" r' 1 ue permite a sus mIembros mas ota os satIS acer una am IClOn
de explicarse, como el primero, por una causa económica, sino que, po¡ t.la , q ueden colmar sirvien do IaE sta d o. SI ocurno con os po1acos
A ' . , 1
que n O P . . , .
el contrario, más bien ha de ser tenido en cuenta para explicar por él . en Rusia yen la Prusia oriental, donde ImpusIeron adelantos economlCOS
(aun cuando no sólo por él) la menor participación de los católicos en que fueron incapaces de implantar en la. Galitzia, dominada por ell~s, y
la vida capitalista. Y todavía es más curiosa otra observación, que ayuda lo mismo había ocurrido antes en FrancIa con los hugonotes, en la epo-
26 a comprender por qué los católicos II participan también en menor. ca de Luis XIV; en Inglaterra con los no conformistas* y los cuáque- *
proporción en las capas ilustradas del elemento trabajador de la moder- . ros,'" y -last but not II least- con los judíos, desde hace dos mi~enios. * 27
na gran industria. Es un hecho conocido que la fábrica nutre las filas de En cambio, entre los católicos alemanes no se encuentra un fenomeno
sus trabajadores más preparados con elementos procedentes del peque- . . semejante, al menos con caracteres que lo hagan especialmente percep-
ño taller, en el cual se forman profesionalmente, y del que se apartan una! tible; tampoco mostraron un especial desarrollo económico L a diferen-
vez formados; pero esto se da en mucha mayor medida en el elemento cia de los protestantes,] en épocas pasadas, en las que -en Inglaterra o
protestante que en el católico, porque los católicos demuestran una in- en Holanda- eran perseguidos o simplemente tolerados. [Más bien
clinación mucho más fuerte a seguir en el oficio, en el que suelen alcan- ocurre lo contrario: han sido siempre los protestantes (singularmente
zar el grado de maestros, mientras que los protestantes se lanzan en en alguna de sus confesiones, de que se tratará más adelante) los que,
como oprimidos u opresores, como mayoría o como minoría, han mos-
7 En la población de Baden había en 1895, 37% de protestantes, // 61.3% de católicos y trado singUlar tendencia hacia el racionalismo económico, tendencia
1.5% de judíos. Sin embargo, la confesionalidad escolar se repartía del modo siguiente en <- que ni se daba ni se da entre los católicos, en cualquier situación en que
los años 1885-1891 en los jóvenes que cursaban en las escuelas, nacionales y libres :c'
COffenbacher, op. cit., p.1 6 ) : 2
se encuentren.]ll La razón de tan distinta conducta ha de buscarse, pues,
Protestante (%) Católico (%) Judío (%) a Véanse los números de la nota anterior, en los que se ve que, por relación con su pobla-
Gymnasien 43 46 9.5 ción totaL la asistencia de los católicos a los institutos de segunda enseñanza es inferior en
Realgymnasien 69 31 un tercio, salvo, con escasa diferencia, en los liceos (por la ayuda que prestan sus enseñanzas
9
para la formación teológica). Señalemos también como característico el hecho de que, en
Oberrealschulen 52 41 7
Hungria, los protestantes presentan en mayor grado que en parte alguna las manifestacio-
Realschulen 49 40 11 nes típicas de asistencia a la enseñanza secundaria (Offenbacher, loe. cito, p. 19, nota final),
Hohere Bürgerschulen 51 37 12 9 Véase la demostración en Offenbacher, loe. cit., p. 54, Y las tablas que inserta al final

MEDIA 48 42 10 del trabajo.


LO [Eso está muy bien visto en los pasajes que más adelante tendremos ocasión de ci-

Exactamente el mismo fenómeno se presenta en Prusia, Baviera, Württemberg, Aus- tar de los escritos de sir William Petty.]* *
tria y Hungría Ccf los números en Offenbacher, op. cit., pp. 18 ss.). 11 [Los ejemplos que Petty* cita a propósito de Irlanda tienen un fundamento bien
*
77
CONFESIÓN Y ESTRUCTURA SOCIAL
EL PROBLEMA

en una determinada característica personal permanente y no [sólo] . . exaltación, por la eventual adquisición de h~nores y riquezas.
28 una cierta situación histórico-política de cada confesiónY II lIgro y b' o dormir tranquilo, dice el refrán; pues bIen, en tal caso, el
Comer " len opta por comer bien, mientras que e1 cato'l'lCO pre fi ere d or-
La cuestión sería, ante todo, investigar qué elementos de las T'lrotestantc
terísticas confesionales son o fueron los que obraron y, en parte, !( • 'lamente"Y De hecho, con el " querer b comer'" len se pue d e
rru r tranqUl .~
1 . . 1 .
certadamente, en parte, a pnnClpa motlvaClOn d ., e as I zonas'
obrando en la dirección descrita. Desde un punto de vista aráctert¿ar a . 1
moderno podría intentarse explicar la antítesis diciendo que el maYor e . ¿'f ntes en materia religiosa del actual ji protestantIsmo a e- 29
más III j ere d d
jamiento del mundo" del catolicismo, los rasgos ascéticos propiC:s de '. , ero sólo de éste. Pues en el pasado las cosas ocurrían e mo o
más elevados ideales tienen que educar a sus fieles en un espíritu de man, ciP, t' .to' lo característico de los puritanos ingleses, holandeses y
muy 1$ rn . .
diferencia ante los bienes de este mundo. Tal explicación ~.' ". _ e~a j'ustamente todo lo contrano de amor al mundo; y en
árnerlcano:; ~., , . ' .
con el esquema popular que sirve hoy para juzgar ambas .h s de ver uno de sus mas Importantes rasgos caractenstlcos.
esto. emo .
Por el lado protestante se utiliza esta concepción para criticar los ( dema ' e en el protestantismo francés ha durado largo tiempo
Es que a ""
les o supuestos) ideales ascéticos de la vida católica, a lo que CO'iltest~, T h t' a cierto punto, dura todavía) el carácter que fue impreso a las
(~, as . a 1as "b'
los católicos con el reproche de "materialismo", que sería la . 1 . calvinistas en general y, en especIal, aJo 1a cruz, " en 1a
19,
eSláS '
de las luchas religiosas; y, sin embargo -o tal vez cabe pregun-
cia de la laicización de todo el repertorio vital llevada a cabo por el epoca" . ' . 'd
testantismo. Ha habido un escritor moderno que ha creído poder . no es precisamente por eso mIsmo-, ha SIdo y SIgue SIen o, en
. tarse SI . , '
car la opuesta conducta que se observa ante la vida industrial en las la peq ueúa medida permitida 1
por la persecuclOn, uno de los apoyos mas
. l' d F . S'
confesiones con la siguiente fórmula: "El católico [ ... ] es más considerables del desarro lo económico y cap Ita lsta e ranera. 1 se
dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien as quiere llamar "alejamiento del :nundo" a esta serie~~d y al ~uert~ pre-
aun a cambio de obtener menores ingresos, a una vida en continuo dominio de los intereses religIOSOS en la conducclon de VIda (m der
Lebensfuhrung), los calvinistas franceses están, por lo menos, tan aleja-
sencillo: que, en ese país, la capa protestante de la población estuvo constituida por dos del mundo como los católicos alemanes del norte, cuyo catolicismo
absentistas: hubiera sido erróneo afirmar otra cosa, como lo prueba el pasaje relativo a es más íntimo y sincero que en ningún otro pueblo de la tierra. Y los dos
"Scotch-Irish". En Irlanda existió, lo mismo que en todas partes, la relación típica se distinguen de los partidos religiosos dominantes en los respectivos
capitalismo y protestantismo. Sobre los "Scotch-lrish" en Irlanda véase C. A. Hanna,
países: el de los católicos fran~ese~, amigos del buen ~ivir en las capas
Scotch-Irish, 2 vals., Nueva York, Putnam.]
12 Esto no impide, naturalmente, que también la última haya tenido LV1.l>ccUt:nCl
inferiores Y directamente anticlencales en las supenores, y el de los
importantes, y, sobre todo, no contradice el hecho de que, como más tarde veremos, protestantes alemanes, dominados por un afán terrenal de lucro y, en
el desarrollo de toda la atmósfera vital de muchas sectas protestantes fue de un sus capas superiores, indiferentes en religión. 14 Pocos hechos hay que
decisivo (incluso en su participación en la vida económica) el haber constituido prueben de manera tan clara como éste que con ideas vagas como esas
minorías reducidas y, por lo mismo, homogéneas, como ocurría, por ejemplo, con .
del supuesto alejamiento del mundo de los católicos o el supuesto amor
calvinistas auténticos fuera de Ginebra y Nueva Inglaterra, induso allí donde ejercían
dominio político. materialista al mundo de los protestantes, y cosas semejantes, no se va a
[Con nuestro problema nada tiene que ver e! fenómeno conocido universalmente ninguna parte, porque, con esa generalidad las hay que, en parte, to-
que los emigrantes de todas las confesiones de! mundo (indios, árabes, chinos, SlrlUS,~cl'"' davía son válidas para hoy y, en parte, nunca lo fueron en el pasado. Por
* fenicios, griegos, lombardos, "trapezitas")* se hayan instalado en otros países como eso, si se quisiera echar a toda costa mano de ellas, habría igualmente que
presentantes del espíritu mercantil de pueblos más desarrollados. En su trabajo sobre
orígenes del moderno capitalismo" refiérese Brentano a su propia familia, como ejemplo '.
de esta afirmación. Pero II la verdad es que en todos los tiempos y en todos los países ~ .. l3Offenbacher, op. cit., p. 68.
l4Inusitadamente finas observaciones sobre las peculiaridades características de las con-
habido banqueros de origen extranjero como preclaros representantes de la experiencia y
fesiones en Alemania y en Francia y su intersección con otros elementos culturales en la
las relaciones mercantiles; no son, pues, algo específico del capitalismo y más bien fueron;
lucha ,nacionalista alsaciana pueden encontrarse (Legaz Lacambra omitió traducir estas
objeto de desconfianza ética por parte de los protestantes (véase más adelante). Otra cosa
líneas iniciales. N. del E.) en el notable escrito de W Wittich, Deutsche undfranzosische
ocurrió con las familias protestantes de los Muralt, los Pestalozzi, etc., que de Locarno
Kultur im Elsiiss' (Cultura alemana y francesa en Alsacia), Estrasburgo, 1900 (separata de
saron a Zurich, donde pronto se convirtieron en los propulsores de un desarrollo
lista (industriaD específicamente moderno.] lalllustrierte Elsiiss, Rundschau, 1900).

79
78
EL PROBLEMA "". ;".
CONFESIÓN Y ESTRUCTURA SOCIAL

30 dejar lugar para otra serie de consideraciones // que inmediatamente acu_ . . 1 calvinismo) "favorecía el espíritu comercial" [, lo que estaba de
deCIr, e
den a la mente, e incluso habría lugar para pensar si toda esa supuesta ' rlJ en un todo con el parecer que sostuvo sir W Petty en su discu-
acuerul
oposición entre alejamiento del mundo, ascesis y piedad, de una parte _'n sobre las razones del crecimiento capitalista en los Países Bajosl
participación en la actividad capitalista, de otra, no debería quedar n;á~ ~~ ne razón Gothein*17 cuando califica a la diáspora calvinista como el *
* bien convertida en una íntima afinidad* (in eine innere VerwandtschaJt). • ",~~yero de la economía capitalista".18 // Cabe pensar que el elemento de- 32
Efectivamente, lo primero que choca ~para comenzar citando al- ~ . o en esto fue la superioridad de la cultura económica francesa y
ClS1Y'
gunos factores puramente externos~ es el gran número de represen_ . holandesa, de la que precisamente nació esta diáspora, o, también, la
tan tes de las formas más puras e íntimas de la piedad cristiana, surgidos ~oderosa influencia del destierro y la violenta ruptura con las relaciones
precisamente de los sectores mercantiles. Especialmente, el pietismo*. ~~~diciona1es.19 Pero lo mismo ocurría en Francia en el siglo XVII, como
* l,l«

tiene que reconocer este origen en un gran número de sus fieles de más
rígida observancia. Podría pensarse que el "mammonismo"* ejerce una (por ejemplo, e!i Sínodo: C. partic., qu. 10, en Aymon, Synod. Na:., p. 10), en e! que se
* pregunta, por ejemplo, ~I un banq~ero puede ser Jefe de una, IgleSIa; p~r otra parte, y a
especie de revulsivo sobre ciertas naturalezas interiores y poco adecua_ esar de la actitud incqUlvoca, Calvmo en este punto, en los smodos naclQnales, los fieles
das para la profesión mercantil; y, de seguro, lo mismo en Francisco de ~.ás escrupulosos planteaban repetidamente la cuestión en torno a la licitud de! préstamo
Asís que en los pietistas, el advenimiento de la "conversión" se dio sub- con interés, Y ya esto muestra no sólo activa participación de todos los círculos in-
jetivamente con tal carácter al convertido. Y del mismo modo pOdría'· . teresados. sino, sobre todo, que el deseo de poder ejercer la usuraria pravitas sin control
de la confesión, no pudo haber sido factor decisivo, aun en Holanda (véase más adelante).
explicarse el fenómeno no menos frecuente y curioso ~hasta el caso
Por eso hemos de afirmar expresamente que estas investigaciones no conceden el menor
* de Cecil Rhodes~* de que muchas casas parroquiales hayan sido el
valor a la prohibición canónica de la usura.
centro creador de empresas capitalistas de amplios vuelos, lo que podría . 17 Vvirtschaftsgeschichte des Schwarzwaldes (Historia económica de la Selva Negra),

interpretarse como una reacción ascética de la juventud. Pero esta ex- vol. 1, Estrasburgo, ~897, p. 67·
18 Véase a este propósito las breves observaciones de Sombart, Der moderne Kapitalis-
plicación falla cuando se dan al propio tiempo, en una persona o colec-
mus (El capitalismo moderno), la ed., p. 380. [Desgraciadamente en la que a mi juicio cons-
tividad, la "virtud" capitalista del sentido de los negocios y una forma'
tituye (en esta materia) la más floja de sus grandes obras (Der Bourgeois -El burgués-,
de piedad intensa, que impregna y regula todos los actos de la vida; y .: Munich, 1913), ha defendido Sombart una "tesis" radicalmente equivocada, sobre la cual
esto no se da sólo en casos aislados, sino que precisamente constituye: tendré ocasión de insistir; se ha dejado influir para ello por un escrito de F. Keller (Un-
un signo característico de grupos enteros de las sectas e iglesias más ime ternehmung und Mehrwert -Empresa y plusvalía-, en los Escritos de la Sociedad Goer-
portantes del protestantismo. Esta conjunción se da singularmente en resiana, vol. 12), que, a pesar de sus finas observaciones (no siempre nuevas, sin embar-
go), queda muy por debajo del nivel de otras publicaciones apologéticas.]
el calvinismo, en cualquier lugar que se haya presentadoY En la época
19 Pues siempre es cierto que e! mero hecho del cambio de domicilio en el trabajo es
de expansión de la Reforma, ni él ni ninguna de las distintas confesiones uno de los medios más poderosos de su intensificación (cf también, supra, nota 12). Así,
religiosas fue vinculada a una clase social determinada; pero es caracte~ . por ejemplo, una muchacha polaca, a la que todos los ofrecimientos de aumento de salario
31 rístico y en cierto sentido "típico" que, por / / ejemplo, en las iglesias no son ca.paces de arrancarle su incuria habitual en e! trabajo, cambia radicalmente de ca-
francesas hugonotas, el mayor número de sus prosélitos estaba forma-' rácter y ofrece posibilidades insospechadas de aprovechamiento económico trabajando,
por ejemplo, en Sajonia. Fenómeno semejante se da en los trabajadores italianos emigra-
do por monjes e industriales (comerciantes, artesanos), sobre todo en la
dos. Evidentemente e! hecho no se debe (aun cuando sea un factor codeterminante) a la
época de la persecución. 16 Ya los españoles sabían que "la herejía" (es simple entrad,l en un "medio superior de civilización", puesto que e! fenómeno no deja de
darse cuando, como en la agricultura, e! trabajo es idéntico e incluso es posible que la cali-
15 Quiere decirse con esto: cuando se daban realmente las posibilidades de desarrollo
dad de emigrado obligue a un descenso temporal en el nivel de vida, que apenas hubiera
capitalista en el respectivo territorio. sido soportado en la propia patria. El mero hecho de trabajar en un medio distinto de!
16 Véase, acerca de esto, Dupin de Sto André, ['ancien église réformée de Tours. Les mem-
acostumbrado es lo que rompe e! tradicionalismo y lo que actúa de factor "educador".
bres de l'église (publicado en el Bull. de la soco de l'hist. du Protest., vol. 10). Sobre todo un, Apenas precisa indicar hasta qué punto se basa en efectos de tal índole la mayor parte del
católico tendría que ver aquí como primer motivo impulsor el anhelo de emancipación del desar,ollo económico norteamericano. En la Antigüedad, por los documentos que posee-
control monástico y aun eclesiástico en general. Pero a esta interpretación se opone no mos, se ve con la mayor claridad posible cómo el destierro de Babilonia tuvo idéntico al-
sólo e! juicio de los adversarios de aquella época (incluso Rabelais), sino también, por;) cance para los judíos [, y algo semejante ocurrió con los persas]. Entre los protestantes, la
ejemplo, las objeciones de conciencia de los primeros sínodos nacionales de los hugonotes - influencia de sus características religiosas actúa como factor rigurosamente autónomo

80
EL PROBLEMA CONFESIÓN Y ESTRUCTURA SOCIAL

se ve por las luchas de Colbert. La misma Austria -prescindiendo 't "lCI'ón de // [Renania, o a] Calw;* y así cabría seguir citando 34*
dar 1a SI Uc
otros países- importó directamente en ocasiones fabricantes . 1 que no hay por qué traer a cuento en estas observaciones pu-
e¡emp os,
tantes. [Empero, no todas las sectas protestantes parecen haber nte vrovisionales, pues ya los pocos citados demuestran que el es-
con la misma fuerza en esta dirección. En Alemania, parece ser que rame
" de I"trabajo", de " progreso," o como qUIera
. 11amarse
' 1e, no pue de m- .
calvinismo actuó en el mismo sentido; la confesión "reformada"zo hubo PIntu t se en el usual sentí d o [d e " amor a1 mund'" o nI en cual '
qUler
terpre ar . .
33 resultar excepcionalmente beneficiosa para el desarrollo del // espíritu tido] "ilustrado". El viejo protestantismo de Lutero,* Calvmo,* * *
otrO sen 11 "
* pitalista, en comparación con otras confesiones, tanto en Wupp KnoX* YVoet* tenía harto ~oco que ver con lo que hoy s.e ama progre- * *
como en otras partes: más, desde luego, que el luteranismo, como
so."E ra dl'-ectamente
1 .
hostIl a muchos aspectos de la VIda, moderna, . de
de relieve la comparación tanto en general como en los detalles, si 1,-,'" ue el más fiel prosélito protestante actual no sabna ya prescm-
larmente en Wuppertal.zt Buckle, en Escocia, y singularmente d~;; luego, si queremos encontrar una afinidad interna (eine innere
entre los poetas ingleses, han insistido en esta relación.]22 Todavía Verwandschaft) entre determinadas manifestaciones del espíritu pro-
más curiosa, y basta aludir a ella, la conexión existente entre la testante Y de la moderna cultura ~api:alista, no hemos .d~ ir a buscarlo
sa reglamentación religiosa de la vida y el desarrollo más intenso del en sU , (supuesto)
' •
"amor al mundo mas o menos matenalrsta (o, al me-
píritu comercial, precisamente en gran número de aquellas sectas nos, antiascético), sino más bien en sus rasgos puramente religiosos.
"alejamiento del mundo" es tan típico como su riqueza; nos rptprirn~ De los ingleses dice Montesquieu (Esprit des lois, libro xx, cap. 7) que
* principalmente a los cuáqueros y menonitas.* El papel que los son,' '¡O" que "más han contribuido, de entre todos los pueblos del mundo,
. '
ros representaron en Inglaterra y Norteamérica correspondió en con tres cosas importantes: la piedad, el comercio y la libertad". ¿Coin-
mania y los Países Bajos a los últimos. El hecho de que en la cide, efectivamente, su superioridad en el orden industrial -yen otro
oriental el mismo Federico Guillermo 1 respetase a los mennonitas orden de cosas, su aptitud para la libertad- con aquel récord de piedad
factores indispensables del progreso industr.iaL a pesar de su ab que les reconoce Montesquieu?
negativa al servicio militar, es uno de tantos hechos que corroboran. Si planteamos la cuestión en estos términos, inmediatamente se pre-
aserto, y desde luego uno de los más típicos si se tiene en cuenta la sentan ante nosotros, oscuramente presentidas, muchas importantes
nera de ser de aquel rey. No menos conocido es el hecho de que cuestiones. Nuestra misión ahora deberá ser formular lo oscuramente
bién entre los pietistas tenía vigencia la conjunción de la más presentido, con toda la claridad que permite la inexhaustiva complica-
piedad con el desarrollo del sentido y el éxito comercial;23 basta ción de toda cuestión histórica. Para ello hace falta, en primer término,
abandonar las vagas generalidades en que hasta ahora nos hemos mo-
[de modo semejante a como ocurre en la India con los jainas], como lo prueba la .
vido, y tratar de penetrar en lo peculiar y distintivo de aquellos magnos
dudable diferencia en la estatura económica existente entre las colonias puritanas de
Inglaterra. la católica Maryland. el sur episcopaliano y la interconfesional Rhode idearios religiosos en que se ha traducido históricamente la religión
20 [Como es sabido. en la mayor parte de sus formas constituye un cristiana . // 35
zwinglianismo templado.] Todavía son precisas, empero, algunas consideraciones previas:
21 [En la casi puramente luterana ciudad de Hamburgo. la única fortuna que se
ante todo, sobre la característica peculiar del objeto, cuya explicación
hasta el siglo XVII es la de una conocida familia reformada (debo este dato a la
interesa; después, sobre el sentido en que esta explicación es posible, den-
del profesor A. Wahl).]
22 [Por tanto. no constituye una "novedad" afirmar aquí esta conexión sobre la que
tro del marco de estas investigaciones.
disertaron Laveleye. Matthew Arnold y otros; lo raro es la duda totalmente infundada
bre ella que hay que proceder a explicar.]
23 Esto no impide. naturalmente. que tanto el pietismo [oficial] corno algunas

direcciones religiosas. se hayan opuesto más tarde. por reminiscencias de una de vida (Lebensführung) de sus adeptos. [Acer(:a de la específica aptitud para el trabajo de
patriarcalista. a ciertos "progresos" de la constitución económica capitalista (por los tr,abajadores II pietistas, véase los ejemplos que, observados por mí en una fábrica
plo. el paso [de la industria doméstica] al sistema de fábricas). Es preciso separar de Westfalia, aduzco en el artículo "Zur Psychophysik der gewerblichen Arbeit" ["Psico-
dosamente. corno repetidamente tendremos ocasión de ver. lo que una dirección física del trabajo industrial"]' publicado en el Archiv für Soziologie (Archivos de Sociolo-
sa determinada aspiraba como ideal y la influencia práctica que ejercía sobre la '-u.uU'u~~., gía), vol. XXVUl, principalmente, p. z63.] * *

82
lI. El espíritu del capitalismo

EN EL TÍTULO de este estudio se emplea el concepto un tanto preten- 37


. doso de "espíritu del capitalismo". ¿Qué debemos entender por ello? [Si
tratamos de buscar algo así como una "definición" de ese concepto, to-
paremos en seguida con ciertas dificultades que radican en la naturaleza
misma del objeto que se investiga.]
Si es posible encontrar un objeto al que resulte aplicable aquella de-
nominación, sólo podrá ser una "individualidad histórica", esto es, un com-
plejo de conexiones en la realidad histórica, que nosotros agrupamos
conceptualmente en un todo, desde el punto de vista de su significación
culturaL
Ahora bien, este concepto histórico no puede definirse (o "deli-
mitarse") con arreglo al esquema genus proximum, differentia specifica,
puesto que por su contenido se refiere a un fenómeno cuya significación
radica en su peculiaridad individual; sino que, por el contrario, tiene
que componerse o reconstruirse con distintos elementos tomados de
la realidad histórica. Por eso la definitiva determinación conceptual no
puede darse al principio sino al término de la investigación; con otras
palabras, sólo en el curso de la discusión y como resultado esencial de
la misma, quedará. claro cuál es el mejor modo de formular (o sea, el
modo más adecuado a los puntos de vista que nos interesan) 10 que
entendemos por espíritu del capitalismo. Pero estos puntos de vista (de
los que aún volverá a hablarse) no son los únicos bajo los que es posible
analizar los fenómenos históricos que / / consideramos. Desde otros 38
puntos de vista, cualquier fenómeno histórico mostraría otros rasgos
"esenciales"; de donde se sigue que por "espíritu del capitalismo" no hay
que entender únicamente lo que en esta investigación se revela como
esencial para nosotros. Es una esencial característica de toda "forma-
EL PROBLEMA EL ESPlRITU DEL CAPITALISMO

* ción de conceptos históricos"* el que, para sus fines metódicos, no ne- tengas nunca el dinero recibido una hora más de lo que prometiste,
cesita encerrar la realidad en conceptos genéricos abstractos, sino que ara que el enojo de tu amigo no te cierre su bolsa para siempre.
más bien aspira a articularla en conexiones genéticas concretas, de ma- P "Las más insignificantes acciones que pueden influir sobre el cré-
tiz siempre e inevitablemente individuaL dito de un hombre deben ser tenidas en cuenta por él. El golpear de un
Empero, cuando se trata de fijar un objeto mediante su análisis e martillo sobre el yunque, oído por tu acreedor a las cinco de la mañana
interpretación histórica no se le puede definir de antemano; lo más que o a las ocho de la tarde, le deja contento para seis meses; pero si te ve en
puede hacerse es intentar una [, a modo de anticipación,] descripción la mesa de billar u oye tu voz en la taberna, a la hora que tú debías estar
provisional del mismo -del "espíritu del capitalismo" en este caso-o ~rabajando, a la mañana siguiente te recordará tu deuda y exigirá su di-
Ello es necesario para estar de acuerdo acerca del objeto por investigar, ~- t nero antes de que tú puedas disponer de él.
ya este fin recurriremos a un documento inspirado en aquel "espíritu", . "Además, has de mostrar siempre que te acuerdas de tus deudas; has
que contiene con clásica pureza lo que más directamente nos interesa de procurar aparecer siempre como un hombre cuidadoso y honrado,
L y que, al propio tiempo, tiene la ventaja de carecer de relación directa con lo que tu crédito irá en aumento.
con lo religioso y de estar, por tanto -para nuestro tema-, "exento de "Guárdate de considerar como tuyo todo cuanto posees y de vivir
supuestos"]: de acuerdo con esa idea. Mucha gente que tiene crédito suele caer en
"Piensa que el tiempo es dinero. El que puede gana diariamente diez ~, esta ilusión. Para preservarte de ese peligro, lleva cuenta de tus gastos e
chelines con su trabajo y dedica a pasear la mitad del día, o a holgazanear ingresos. Si te tomas la molestia de parar tu atención en estos detalles
en su cuarto; aun cuando sólo dedique seis peniques para sus diversio- descubrirás cómo gastos increíblemente pequeños se convierten en
nes no ha de contar esto sólo, sino que en realidad ha gastado, o más bien 'gruesas sumas, y verás lo que II hubieras podido ahorrar y lo que toda- 40
derrochado, cinco chelines más. vía puedes ahorrar en el futuro.
"Piensa que el crédito es dinero. Si alguien deja seguir en mis manos "Por seis libras puedes tener el uso de cien, supuesto que seas un
el dinero que le adeudo, me deja además su interés y todo cuanto puedo hombre de reconocida prudencia y honradez. Quien malgasta inútil-
ganar con él durante ese tiempo. Se puede reunir así una suma considera- mente a diario un solo céntimo, derrocha seis libras al cabo del año,
ble si un hombre tiene buen crédito y además sabe hacer buen uso de él. que constituyen el precio del uso de cien. El que disipa diariamente una
"Piensa que el dinero es fértil y reproductivo. El dinero puede pro- parte de su tiempo por valor de un céntimo (aun cuando esto sólo su-
ducir dinero, la descendencia puede producir todavía más y así sucesi- ponga un par de minutos), pierde, día con otro, el privilegio de utilizar
vamente. Cinco chelines bien invertidos se convierten en seis, estos anualmente cien libras. Quien dilapida vanamente un tiempo por valor
39 seis en siete, los cuales, a su vez, pueden II convertirse en tres peniques de cinco chelines, pierde cinco chelines y tanto valdría que los hubiese
y así sucesivamente hasta que el todo hace cien libras esterlinas. Cuan- arrojado al mar. Quien pierde cinco chelines no sólo pierde esa suma,
to más dinero hay tanto más produce al ser invertido, de modo que el sino todo cuanto hubiese podido ganar con ella; aplicándola a la indus-
provecho aumenta rápidamente sin cesar. Quien mata una cerda, ani- tria, lo que representa una cantidad considerable en la vida de un joven
quila toda su descendencia, hasta el número miL Quien malgasta una que llega a edad avanzada."
pieza de cinco chelines, asesina (O todo cuanto hubiera podido produ- Es Benjamin ]2'ranklin*l quien nos predica en estos principios los
cirse con ella: columnas enteras de libras esterlinas. mismos de que hace mofa Ferdinand Kürnberger* al trazar el cuadro de
"Piensa que, según el refrán, un buen pagador es dueño de la bolsa la "cultura americana"2 en un libro que destila ingenio y veneno, pre-
de cualquiera. El que es conocido por pagar puntualmente en el tiempo
prometido, puede recibir prestado en cualquier momento todo el dine- 1 El párrafo final es del escrito Necessary Hints to Those that Would be Rich (Adverten-
cias necesarias a los que quieren ser ricos), escrito en 1736; lo restante pertenece a los
ro que sus amigos no necesitan.
Advice·to Young Tradesman (Consejos a un joven comerciante), "Works ed. Spark", 1748,
"A veces esto es de gran utilidad. Aparte de la diligencia y la mode- vol.l!, p. 8].
ración, nada contribuye tanto a hacer progresar en la vida a un joven 2 Der Amerikamüde (Francfort, 1855), paráfrasis poética de las impresiones america-

como la puntualidad y la justicia en todos sus negocios. Por eso no re- - nas de Lenau* Como obra literaria, el libro sería hoy difícilmente apreciable, pero es sen- *

86
EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO
EL PROBLEMA

sentándolos como [supuestos] artículos de fe del pueblo yanqui . .No ' eter de una máxima de conducción de vida (Lebensführung)
, te e1 cara ' . ,
hay duda de que en este documento habla, con su peculiar estilo, el "es- eS . tiz ético. En este sentldo especrflco usamos nosotros el concepto de
de ma ' dpl capitalismo."S [N atura1mente, de1 mo derno capIta
, >'L! . l'lsmo.
píritu del capitalismo", pero no debe afirmarse que en el documento trans_ "splrH ~
crito esté contenido todo cuanto debe entenderse por tal "espiritu". In- ~_ >vidente que hablamos tan sólo del capitalismo europeo-occidental
41 sistamos II todavía en este pasaje, cuya filosofía resume Kürnberger ~:~lericano. "Capitalismo" ha habido también en China, en la India, en
diciendo que "de las vacas se hace manteca y de los hombres dinero" ' y bilonia, en la Antigüedad y en la Edad Media; pero, como veremos,* le *
veremos que lo característico de esta "filosofía de la avaricia" es [el ¡d~al ~~taba precisamente el ethos característico del capitalismo moderno.]
del hombre honrado digno de crédito y, sobre todo,] la idea de una obli- " .a Ciertamente, todas las máximas morales de Franklin han sido des-
gación por parte del individuo frente al interés ~reconocido como u~ . tuadas en sentido utilitarista: la moralidad es útil porque proporcio-
fin en sí~ de aumentar su capital. [Efectivamente, aquí Franklin no ~~ crédito; lo mismo ocurre con la puntualidad, la diligencia, la mode-
enseña una simple técnica vital, sino una "ética" peculiar cuya infrac_ 1 'o'n y son virtudes precisamente por eso: de donde se seguiría, entre
rael ,
ción constituye no sólo una estupidez sino un olvido del deber; y oh- " otras cosas, que cuando la apariencia de honradez prestase idéntico ser-
sérvese que esto es algo rigurosamente esencial. No sólo se enseña la
"prudencia en los negocios" ~cosa que no hay quien deje de proda- t
"l . io sería suficiente con parecer honrado, y, ante los ojos de Franklin,
VlC ,
un plus innecesario de tal virtud sería rechazable, por constituir una
mar~; es un verdadero ethos lo que se expresa, y justamente en esta t , dilapidación. Y, en efecto: quien lea en su "autobiografía" la narración de su
cualidad es como nos interesa.] } "conversión" a aquellas virtudes,6 o los razonamientos sobre II los prove- 43
{'

Cuéntase que Jakob Fugger,* al discutir con un consocio que se re- chos que causa la estricta conservación de las apariencias de modestia y
*
tiraba del negocio y le aconsejaba hacer lo propio ~puesto que, le de-' I
eIaprestarse a ocultar los propios méritos para lograr la general estima-
cía, ya había ganado bastante y debía dejar el campo libre para que gana- ción,7 llegará necesariamente a la conclusión de que, según Franklin,
sen otros~, le dijo que él "era de un parecer completamente distinto, y
q~e s~ laspir~ciod' ndera ganlar todo cUba~to pUl ~ier~",.3 p:rdeciéndole "pusilá- t, 5 En esto apoyamos el distinto modo de plantear el problema, frente a Sombart. Más

adelante se verá claro e! importante alcance práctico de esta diferencia. Observemos, sin
mme a actltu e su ca ega; pues len, e esplntu e esta manifesta- embargo, que Sombart no desconoce en modo alguno este aspecto ético de! empresario
ción se distingue notoriamente de la posición espiritual de Franklin: l~ capitalista, sino que en su razonamiento aparece como una consecuencia de! capitalismo,
que aquél manifestaba como consecuencia de un espíritu comercial atre- :, mientras que nosotros partimos de la hipótesis contraria. En realidad, hasta llegar al tér-
42 vido y de una inclinación personal de indiferencia ética,4 II adquiere en t mino de nuestra investigación no podemos anticipar una posición definitiva respecto a esto.
" Sobre la doctrina Sombart cf op. cit., 1, pp. 357, 380, etc. Sus razonamientos se enlazan en
esto con las brillantes imágenes que se encuentran en la Philosophie des Geldes (Filosofía
cillamente insuperable como documento de las antítesis (ya hoy un tanto atenuadas) entre del dinero) de Simme! (último capítulo). [Más tarde hablaré de la polémica que sostuvo
la mentalidad alemana y la americana y, sobre todo, como pintura de esa vida interior que, conmigo en su libro sobre el "burgués".] Aquí me veo obligado a prescindir de toda dis-
desde la mística alemana de la Edad Media, es patrimonio común de todos los alemanes, cusión más detallada.
, En la traducción alemana: "Por fin me convencí de que la verdad, la honradez y la
* católicos o protestantes,* contra e! sentido activista propio de los círculos puritano-capi·
lealtad en las relaciones de hombre a hombre son cosas de la mayor importancia para
talistas. [Hemos corregido, con el original a la vista, la traducción algo libre que hizo
Kürnberger de! tratado de Franklin.] nuestra felicidad en la vida, y desde aquel momento me decidí a practicarlas durante toda
, Sombart pone esta frase como lema de! capítulo consagrado a la "génesis del capitalis· mi vida, y escribí mi resolución en mi diario. Sin embargo, la revelación, de suyo, no hizo
mo" (Der moderne Kapitalismus, la ed., vol. 1, p. 193; cf también la p. 390). gran peso sobre mí, pues yo ya pensaba que si bien hay acciones que no son malas porque
4 [Lo cual no significa, naturalmente, que Jakob Fugger fuese un hombre éticamente
nos las prohíba la doctrina revelada ni buenas porque nos las ordene, sin embargo, aten-
indiferente o irreligioso, ni que la ética de Benjamin Franklin se agotase por entero en didas nuestras circunstancias personales, es probable que aquellas acciones nos hayan
aquellos principios. No hubiera hecho falta la cita de Brentano (Die Anfange des moda- sido prohibidas sólo porque por naturaleza nos son perjudiciales, y ordenadas las otras
nen Kapitalismus [Los comienzos del moderno capitalismo], Munich, 1916, pp. 150 ss.) porque nos son provechosas".
para defender a estos conocidos filántropos de un desconocimiento tan grande como el 7 "Yo me re!egué cuanto pude a segundo plano y la hice pasar [la creación de una bi-

que Brentano parece imputarme. El problema es justamente lo contrario: ¿cómo pudo un blioteca, propuesta por él mismo] como empresa de "gran número de amigos" que me ha-
filántropo semejante sostener con un estilo de moralista tales principios (cuya formulación brían rogado buscar gente que considerase amiga de la lectura, y proponerles e! asunto. De
singularmente característica ha olvidado reproducir Brentano)?] este modo, mi negocio fue prosperando decididamente, y, en vista de ello, recurrí siempre

88
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

todas aquellas virtudes sólo lo son en cuanto que benefician concreta. . conexión con ideas religiosas. Si se pregunta, por ejemplo, por qué
mente al individuo, y que basta la apariencia de la virtud, cuando así nl a
tl , hombres se ha de hacer dinero, Benjamin Franklin, deísta sin
de lo s . , .
consigue el mismo efecto que con la práctica de la virtud misma: Con_ . . '7 confesional defimdo, contesta con una frase blblrca que en su

secuencia ésta inseparable del más estricto utilitarismo. Aquí parecé " . ventud le había inculcado su pad
matl- ' d'Ice, era un ngl
re, que, segun "d o ca1-
sorprenderse in fraganti lo que los alemanes acostumbran LUII"'(1P J~ .
VlnIS a.
't . "Si ves a un hombre solícito en su trabajo, debe estar antes que
como "hipocresía" de las virtudes americanas. y, sin embargo, las casas n,'" 9 La ganancia de dinero -cuando se verifica legalmente- re-
los rey,.--' .
no son, en verdad, tan sencillas como todo esto. No sólo el propio carác_
nreseJ , dentro del orden económico moderno, e! resultado y la ex-
lta
ter de Benjamin Franklin, tal como se revela en la incomparable honra_ .' r' . 'n de la virtud en e! trabajO o, y esta virtud, fácil es reconocerlo,
presJO . .
dez de su autobiografía, sino también la circunstancia de referir a una constituye e! auténtico alfa y omega de la moral de Franklm, tal como
revelación divina el hecho de haber descubierto la "utilidad" de la vir~' . , /1 la expone en los pasajes transcritos y en todos sus trabajos, sin ex- 45
tud -de esa manera habría querido mostrarle Dios la vía virtuosa~ , ., 10
cepclO n . .
muestran que hay aquí algo más que la simple envoltura de máximas En efecto, aquella idea peculiar -tan corriente hoy y tan mcom~
puramente egocéntricas. Es que, además, el summun bonum de esta "éti- rensible en sí misma- de! deber profesional, de una obligación que
ca" consiste en que la adquisición incesante de más y más dinero, evic " ~ebe sentir el individuo y siente de hecho ante el contenido de su acti-
44 tanda cuidadosamente todo goce // inmoderado, es algo tan totalmente vidad "profesional", consista ésta en lo que se quiera - y dejando a un
exento de todo punto de vista utilitario o eudemonista, tan puramente lado ei que se la sienta naturalmente como pura utilización de la propia
imaginado como fin en sí, que aparece en todo caso como algo absolu -" fuerza de trabajo o de la mera posesión de bienes C"capital")-, esa
tamente trascendente e incluso irracional8 frente a la "felicidad" o utili- idea, decimos, es la más característica de la "ética social" de la civiliza-
dad del individuo en particular. La ganancia no es un medio para la sa- ción capitalista para la que posee, en cierto sentido, una significación
tisfacción de necesidades vitales materiales del hombre, sino que más constitutiva. No se piense, por eso, que es un fruto del actual capitalis-
bien éste debe adquirir, porque tal es el fin de su vida. Para el común mo; también se la puede encontrar en el pasado, como veremos. Toda-
sentir de la gente esto constituye una "inversión" antinatural de la rela- . vía menos debe decirse, naturalmente, que, en el capitalismo actual, la
ción entre el hombre y el dinero; para el capitalismo, empero, ella es apropiación subjetiva de estas máximas éticas por los empresarios o
algo tan evidente y natural como extraña para el hombre no rozado por los trabajadores de las modernas empresas capitalistas sea una condi-
su hálito. Al mismo tiempo, contiene una serie de sentimientos en Ín- ción de su existencia. El orden económico capitalista actual es como
un cosmos extraordinario en el que e! individuo nace y al que, al menos
al mismo procedimiento en cuantos asuntos intervine, y, en vista de mis éxitos, puedo re-
en cuanto individuo, le es dado como un caparazón (Gehéiuse) prácti-
comendarlo sinceramente a los demás. El pequeño sacrificio de! amor propio que supone camente irreformable, en el que ha de vivir, y al que impone las nor-
al principio es recompensado más tarde largamente. Si durante algún tiempo permanece mas de su comportamiento económico en cuanto que se halla implica-
ignorado a quién corresponde el mérito, e! más vanidoso se sentirá animado a reclamar do en la trama de la economía. El empresario que de modo permanente
para sí la recompensa; pero entonces la misma envidia se inclinará a hacer justicia al pri- actúa contra estas normas es eliminado indefectiblemente de la lucha
mero, arrancando los adornos usurpados y devolviéndolos al verdadero dueño."
8 [Brentano, op. cit. (pp. 125 Y 127, nota 1), convierte esta observación en motivo de
económica; del mismo modo, el trabajador que no sabe o no puede
crítica de nuestros ulteriores razonamientos sobre la "racionalización y disciplina" que el adaptarse a ellas, es arrojado a la calle para engrosar las filas de los sin
* ascetismo intramundano (innerweltliche Askese) * impuso al hombre: una "racionaliza- trabajo.
ción" para una "conducción de vida irracional" (eine "irrationalen Lebensführung"). Y, en
efecto, así es. Lo "irracional" no es algo sustantivo sino en relación con un determinado 9 Libro de los Proverbios, c. 22, v. 29. Lutero traduce "en su negocio"; las más antiguas

* punto de vista "racional".* Para el irreligioso. toda conducción de vida (Lebensführung) traducciones inglesas de la Biblia escriben business (negocios). Cf infra, nota 1 de l, 3.
religiosa es irracional, como lo es toda conducción de vida ascética (jede asketische Le· 10 [Contra la detallada pero algo imprecisa apología que hace Brentano (loe. cit.,
bensführung) para el hedonista, aun cuando, con e! criterio de un valor supremo, sea una pp. 150 ss.) de Franklin, cuyas valiosas cualidades éticas supone desconocidas por mí, me
"racionalización". Si este trabajo nuestro sirve para algo lo será por lo menos para descu- remito simplemente a esta observación, que, a mi juicio, hubiera podido bastar para hacer
brir e! múltiple sentido de! concepto, aparentemente unívoco, de lo "racional".] innecesaria esa defensa.]

91
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

El capitalismo actual, señor absoluto en la vida de la econolllía a respecto de todos aquellos grupos que no están integrados en 47
11 suce d .
educa y crea por la vía de la selección económica los sujetos (empresa~ , economía específicamente capitalista o que no saben adaptarse a ella.
46 rios y trabajadores) que necesita. Ahora bien, JJ en este punto precisa_
mente saltan a la vista los límites del concepto de "selección" como llle-
i o es que en las épocas precapitalistas no JJ se conociera el "impulso
ad~uiSitiVO", o no estuv.iese desarrol~do (como se ha dicho con fre-
48

dio de explicar los fenómenos históricos. Para seleccionar aquel modo _ /' '1i que la aun sacra james fuese entonces -'-y aún hoy-
cueD cl'a) .L
*
de conducción de vida (Lebensjührung) y de concebir la profesión más
i' .... . r~nt·¡ este trabaJ'o, la antigua edición de Bonucci, pero no la más moderna de Man-
1a unp
adecuada a la esencia del capitalismo (es decir, para que este modo pu- ¡l . . ,,( . . . . ,
.. Ya antes hemos reproducIdo hteralmente el pasaje de Franklm; ¿donde se encuen-
diera vencer a otros), debería nacer primariamente no en los individuos Cln!. I b d Alb' . 1mente una maxlma
' . como Ia de" e1
. . . ~ análogos en a o ra e
a -aJ'o<
'ran p:,.
ertI, especIa
aislados, sino como una concepción de un grupo de hombres. Este ori. " -po es dinero" y todas las advertencias que son su consecuencia? Lo único que podría
t'eTll
1..

gen es, por tanto, lo que precisa explicar ante todo. Más tarde nos referi_ : ''''ar algo así como un eco anticipado del pensamiento frankliniano se encuentra al
slgn ldc . . . '
remos a la idea del materialismo histórico ingenuo, para el cual las "ideas" final del libro I de De la famtlta (ed. de BonucC!, vol. n, p. 353), donde se habla muy en
,wera! del dinero como el nervus rerum de la casa, necesario para el buen gobierno de la
son "reflejos" o "superestructuras" de situaciones económicas en la vida.
~conomja doméstica, de modo semejante a como se expresa Catón, De re rustica. Es
Bástenos recordar, para nuestro fin, que en la patria de Benjamin Franklin completamente equivocado considerar a Alberti, que repetidamente insiste en proceder
* (Massachusetts)* el "espíritu capitalista" (en el sentido aceptado por de una noble familia oren tina de caballeros ("nobilissimi cavalieri": Della jamiglia,
nosotros) existió con anterioridad al "desarrollo del capitalismo" [(ya pp. Zl3, z28, 247 de la edición de Bonucci), como un hombre con la "sangre envenenada",
en 1632 hay quejas en Nueva Inglaterra, a diferencia de otros territo- como un burgués lleno de resentimiento contra la nobleza, que lo excluyó de su seno en
su cDlidad de hijo bastardo (lo que en modo alguno lo desclasificaba). Ciertamente, es ca-
rios americanos, sobre las específicas manifestaciones de la especula-
racterístico de Alberti su entusiasmo por los grandes negocios, los únicos dignos de una
ción y explotación económicas)]; en cambio, en las colonias vecinas nobile e ones/.afamiglia y de un libero e nobile animo (op. cit., p. 209); y, sobre todo, son
(lo que después fueron los estados del sur de la Unión), ese espíritu Jos que menos trabajo cuestan (cf Del governo dellajamiglia, IV, p. 55; véase también la
alcanzó un desarrollo mucho menor a pesar de haber sido vitalizadas p. 116, en la redacción de los Pandolfini: por eso es lo mejor el negocio en seda y lana, en
por grandes capitalistas con fines comerciales, mientras que las colo- la industria doméstica); pero también recomienda una administración ordenada y austera
de la economía doméstica, acomodando los gastos a los ingresos. Por tanto, la santa mas-
nias de Nueva Inglaterra lo fueron por predicadores, y graduados, en
serizia, cuya representación se atribuye a Gianozzo, es primariamente un principio de
unión de pequeños burgueses, artesanos y labradores, con fines religio- gobierno doméstico, no de lucro (lo cual no debía ignorar Sombart), del mismo modo
sos. En este caso, por tanto, la relación causal es la inversa de la que que en la discusión sobre la esencia del dinero trátase primariamente no de la colocación
habría que postular desde el punto de vista del "materialismo". Pero la de la fortuna (dinero o posesiones), sino de la inversión del capital. Como una protec-
juventud de tales ideas ha sido más tormentosa de lo que imaginan los ción contra la inseguridad de la "fortuna", recomienda acostumbrarse tempranamente a la
aeti\~dad in cose magnifiche ample (Dellajamiglia, p. 192), de modo constante, único me-
teóricos de la "superestructura", y su desarrollo no se ha parecido al de
dio también de conservarse siempre sano (pp. 73-74), Y la evitación de toda ociosidad,
una flor. El espíritu capitalista, en el sentido que nosotros damos a este peligrosa para el mantenimiento 11 de la propia posición, aprendiendo cuidadosamente
concepto, ha tenido que imponerse en una lucha difícil contra un mun- un oficio adecuado a su clase para prevenir posibles casos de cambio de fortuna (empero,
do de adversarios poderosos. En la Antigüedad o en la Edad Media, una toda opera mercenaria es indigna: Delia jamiglia, vol. l, p. 209). Su ideal de la tranquilitá
mentalidad como la que se expresa en los razonamientos citados de dell' animo y su potente inclinación al epicúreo "Aa:te ~w(JO:C;" (vivere a se stesso, loe.
eit., p. 282), su hostilidad a todo cargo como fuente de desasosiego, enemistad y compli-
Benjamin Franklin hubiera sido proscrita como expresión de impura caciones en negocios sucios, su ideal de vida en la villa campestre, su cultivo del senti-
avaricia, de sentimientos indignos,11 como todavía es hoy corriente que miento de sí mismo por el pensamiento puesto en los antepasados, y la consideración del
honor de la familia (la cual, por lo mismo, siguiendo e! modelo florentino, debe conservar
11 [Aprovecho esta ocasión para intercalar aquí algunas observaciones 11 "anticríticas". y no dividir su fortuna) como medida y finalidad decisivas, todo esto hubiera sido a ojos
* Sombart no tiene derecho a afirmar (Der Bourgeois, Munich y Leipzig, 1913)* que esta de un puritano una pecaminosa y del todo recusable "idolatría" y un patetismo aristocrá-
ética de Franklin es la reproducción "literal" de los razonamientos del gran genio univer- tico desconocido para un hombre como Benjamin Franklin. Recuérdese también su alto
* sal del Renacimiento: L,eón Battista Alberti,* quien, aparte de sus libros teoréticos sobre aprecio por la literatura (pues su "industria" se refiere en primer término al trabajo litera-
matemáticas, plástica, pintura, especialmente arquitectura, y sobre el amor (siendo, per- rio-científico, que es el verdaderamente digno de! hombre, y en esencia sólo el iletrado
sonalmente, enemigo de las mujeres), compuso también una obra sobre la familia (Della Gianozzo se atribuye como equivalente la masserizia -en el sentido de "economía do-
jamiglia) en cuatro libros (de los cuales sólo poseo, por desgracia, en e! momento de dar méstica racional" como medio de vivir con independencia de los demás y no caer en la

92 93
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

49 menor fuera del capitalismo II burgués que dentro de la esfera manos /j o de los modernos agricultores resiste toda comparación. Y la 50
mente capitalista, como imaginan muchos románticos. No es ahí, uri sacra fames del cochero o barcajuolo napolitano, o la de los repre-
duda, donde radica la distinción entre el espíritu capitalista y el :e~tantes asiáticos de industrias semejantes, o la del artesano de los
pitalista: la codicia de los mandarines chinos, de los viejos patricios ¡'ses sureuropeos o asiáticos es mucho más aguda JI y, sobre todo, 51
pa"
miseria- e imputando así a un antiguo sacerdote e! origen de este concepto, man ente que, como "reflejo" efectivo de circunstancias económicas, se encuentra por
de la ética monacal, p. 249). Compárese todo esto con la ética y la conducción de doquiera Y en todas las épocas aun en escritores dotados del máximo interés por la "obje-
(Lebensfuhrung) de Benjamin Franklin y sus ascendientes puritanos, y pónganse los tividad", en e! clasicismo chino y en la Antigüedad no menos que en el Renacimiento y en
critos literarios de! Renacimiento, dirigidos al patriciado humanista, al lado de los h época d~ la Ilustración. Ciertamente, tanto en la Antigüedad, con Catón, Varrón y Colu-
Franklin, dirigidos a las masas de la clase media burguesa (expresamente los commis), mela, como en Alberti y sus afines, la doctrina de la "industria" representa un consecuente
los tratados y sermones de los puritanos para poder calcular toda la profundidad de desarrollo de la ratio económica. Pero nadie creerá que tales pasatiempos literarios des-
diferencia. El racionalismo económico de Alberti, siempre apoyado en citas de escritorei>' , . encadenasen un poder capaz de transformar e! modo de conducción de vida (Lebens-
clásicos, tiene afinidades esenciales con la manera como es tratada la materia económica~': fuhrung) como hizo una doctrina religiosa sobre la salvación con la conducción de vida
en los escritos de Jenofonte (a quien no conocía), Catón, Varrón y Columela (a qUienJ:r del 1/ hombre, metodizándola y racionalizándola. Lo que significa una "racionalización"
cita), si bien conviene advertir que en Catón y Varrón e! lucro en cuanto tal ocupa un lu>1 religiosa de la vida (y eventualmente de la actividad económica), puede verse no sólo en
gar mucho más importante que en Alberti. Por lo demás, los razonamientos meramenfét: las distintas sectas puritanas, sino también en los jainas, los judíos, en ciertas sectas ascéti-
ocasionales de Alberti sobre el empleo de los fattod, su división de! trabajo y disciplinaf.{; cas medievales, en Wycliff,*en los "hermanos bohemios"* (reminiscencia de! movimiento * *
sobre la desconfianza de los campesinos, etc., actuaron como una traducción de la pru;'~: hus;¡ita)," en los skoptzi, * los stundistas* rusos y en diversas órdenes monásticas (natu- * * *
dencia carnal catoniana de la esfera de los siervos de la gleba a la de! trabajo libre en la' . ralmente, con distinto sentido en cada uno de estos casos). Anticipemos que lo caracte-
dustria doméstica y la labranza. Cuando Sombart (cuya referencia a la ética estoica es rístico de la distinción consiste en que una mera doctrina del arte de vivir como la de
completamente desacertada) encuentra ya en Catón "desarrollado hasta sus últimas con-~: Alberti no tiene a su disposición las recompensas psicológicas, de carácter no económi-
secuencias" e! racionalismo económico, no va del todo desacertado; es posible inordinaf" co, singularmente eficaces cuando la fe religiosa está todavía viva, como las que concede
bajo la misma categoría el diligens pater familias de los romanos y el ideal albertino del,,:: una ética fundamentada en una religión a favor de la conducta que ella misma provoca.
massajo. Lo característico de // Catón es la consideración de la tierra como objeto de posi~i(', Esa ética solamente ejerce una influencia autónoma sobre la conducción de vida (Lebens-
ble "inversión" de! patrimonio. En cambio, e! concepto de "industria", por la influencfu'::" fulzrung) (y, por tanto, sobre la economía), en la medida en que esas recompensas son
cristiana, posee distintos matices. Y en eso consiste la diferencia. En la concepción de li:: eficaces y, sobre todo, en cuanto lo son en una dirección que a menudo se aparta de la
"industria", nacida con la ascesis monacal y desarrollada por los escritores monjes, doctrina de los teólogos (que nunca es más que "teoría"), y esto es lo decisivo. En realidad
los gérmenes de un ethos que sólo fue plenamente desarrollado en el ascetismo purarne:até>i .• esta afirmación constituye el eje de todo este trabajo, y yo podía esperar que fuese objeto
intramundano del protestantismo (véase más adelante), y de ahí deriva, como veremos, de tan grande incomprensión. En otro lugar hablaré de los moralistas teólogos de la Edad
afinidad de una y otra, la cual, empero, es menor en relación con la doctrina eclesiástica 0&; Media tardía (singularmente de Antonino de F1orencia* y Bernardino de Siena),* de sen- * *
cial del tomismo que respecto de los moralistas mendicantes de Siena y Florencia. Este et¡IO~' tido relativamente favorable al capital, y que Sombart interpreta muy erróneamente. En
es lo que falta en Catón y en la exposición de Alberti: ninguno de los dos expone una étialh', todo caso, 1. B. Alberti no es de éstos. Sólo el concepto de industria proviene en' él de
sino una doctrina de sabiduría de la vida. Franklin es también utilitarista. Pero no puedt: ciertas doctrinas monacales, recibidas de segunda mano. Alberti, Pandolfini y sus afines
desconocerse el patetismo ético de los consejos al joven comerciante, que es precisament~} son representantes (a pesar de toda su "obediencia" oficial y de su sumisión a la ética
lo característico de éL Franklin considera toda falta de cuidado con el dinero una especie de" cristiana vigente) de una mentalidad emancipada de los ligámenes eclesiásticos tradicio-
"asesinato" de embriones de capital, lo cual constituye, a su juicio, un defecto ético. . nales y de sentido clásico y "pagano", mentalidad cuya "ignorancia" me imputa Brentano,
En lo que de hecho tienen una íntima afinidad Alberti y Franklin consiste en que en suponiendo que yo no he visto su fundamental alcance para el desarrollo de la moderna
e! primero todavía no aparecen, como ya no aparecen tampoco en e! segundo, los ligáme- . doctrina económica y la: moderna política económica. Es cierto que en este lugar no me
nes entre la concepción religiosa y su sentido de la "economicidad"; Sombart, sin embar" " he preocupado para nada de investigar esta serie causal, sencillamente porque no interesa
go, llama "piadoso" a Alberti, quien hallábase ordenado y poseía un beneficio en Rorrut( para una investigación sobre "la ética protestante y e! espíritu del capitalismo". Pero ya en
como tantos otros humanistas, sin perjuicio de lo cual no recurría a motivos religiosos otro lugar demuestro que, lejos de desconocer su fundamental importancia, pensaba y
(salvo en algunos pasajes secundarios) para dar una orientación a la conducción de vida. tengo buenas razones para seguir pensando que la esfera y la dirección de su influencia
(Lebensführung) por él recomendada. Uno y otro son, en este terreno, puramente utilitá.... · han sido absolutamente distintos de los de la ética protestante (cuyos precursores, prácti-
ristas, al menos formalmente; Alberti profesa también un utilitarismo social mercantilis< camente nada despreciables, fueron las sectas y la ética wyclifiano-hussita). Lo que influ-
ta ("empléense muchos hombres en el trabajo", op. cit., p. 292), cuando recomienda la;:, yó no fue el modo de conducción de vida (Lebensführung) de la incipiente burguesía,
industria de la seda y e! algodón. Los razonamientos que en este punto emplea Albertl2i. sino la /1 política de los estadistas y los reyes; y por eso mismo queremos separar pulcra-
constituyen un paradigma muy adecuado de esa especie de "racionalismo" económico irn';;': mente ambas series causales, convergentes en parte, en modo alguno en todo. En este pun-

94 95
EL EspíRITU DEL CAPITALISMO
EL PROBLEMA

más falta de escrúpulos que la de un inglés, por ejemplo, en el misrn " "[específicamente moderno] del capitalismo. [En todas las
"E splfl tu
caso, como cualquiera puede comprobar. 1z Precisamente este univers~ , oca:,'
, ha habido ganancias inmoderadas, no sujetas a norma alguna,
.
dominio de la falta más absoluta de escrúpulos cuando se trata de i ep aS veces se ha presentado la ocasión de realizarlas. Así como se per-
poner el propio interés en la ganancia de dinero es una característ~-
cuan t 1 ' se a d" , tamb'len, e 1 comerclO. l'b
", 'a guerra Y a piratena, mltla 1 re, es
. , ~a rllltlan 1< • -
peculIar de aquellos paises cuyo desarrollo burgués capitalista apare . ~ '1' no sujeto a normas, en las relaclOnes con las razas extranas, con
"ret~asado" [en rela~ión co~ la medida del desarrollo del capitalismo;ri d"cIextranjeros;
, la "
mora l ' ' permltla
extenor ' ' . en este campo 1o que cond e-
los - r,~hción "entreh "
ermanos. Y na d a t'lene d e extrano
- que por
OCCldente]. CualqUler fabncante sabe que es justamente la falta de COs_ na ba en la - e

cienziosita de los trabajadores de países como Italia (a diferencia d . , 'cra se hallase esa mentalidad de aventurero, para uso interno,
aoqUl' e

Alemania, por ejemplo) uno de los obstáculos principales de su des: e burla de los límites marcados por la moral desde el momento
arrollo capitalista, y aun de todo progreso económico en general. ll El' que S e todas las constituciones económicas que conocían el dinero y
en qu ' . .. ' .
52 capitalismo no puede II utilizar como trabajador al representante prác- ,.. ncedían la pOSibilIdad de hacerlo rentable -por medIO de arrenda-
tico delliberum arbitrium indisciplinado, así como tampoco puede usar ~:ientos de impuestos, empréstitos estatales, financiación de guerras,
(como enseñaba Franklin) al hombre de negocios que no sabe guardar sostenimiento de casas reales y empleados, etc.- admitían la industria
la apariencia, al menos, de escrupulosidad. La distinción no está, por capitalista como "aventura". Muy a menudo coexistían el d.e~~nfreno
tanto, en el grado de intensidad y desarrollo del "impulso" adquisitivo. absoluto Y consciente de la voluntad de lucrar y la fiel sumlSIOn a las
La auri sacra James es tan antigua como la historia de la humanidad, en ' normas tradicionales. Cuando la tradición se derrumbó y la libre con-
cuanto nos es conocida; y, en cambio, veremos que aquellos que cedían currencia penetró con mayor o menor intensidad incluso en el interior
sin reservas a su hambre de dinero -como aquel capitán holandés que deJas organizaciones sociales, no se siguió II de ordinario una afirma- 53
"por ganar bajaría a los innernos, aunque se le chamuscase la vela"~ ción y valoración ética de esta novedad, sino que más bien se la toleró
no eran en modo alguno los representantes de aquella mentalidad de prácticamente, considerándosela como algo indifer~nte .desde el punto
la que nació (y esto es lo que interesa), como fenómeno de masas, el .< de vista ético o como cosa reprobable, aun cuando meVltable, por des-
gracia, en la práctica. Tal era no sólo la actitud normal de las teorías
to, los tratados de economía privada de Benjamin Franklin (utilizados durante algún éticas, sino también la conducta práctica del hombre medio de la época
tiempo en América como libro de lectura en las escuelas), a diferencia de las voluminosas
obras de Alberti (apenas conocidas fuera del círculo de los investigadores), entran en la
precapitalista -"precapitalista" en el sentido de que todavía la utiliza-
categoría de las ideas que han ejercido una grande y real influencia sobre el comporta- ción industrial racionalizada del capital y la organización racional del
miento práctico en la vida. Ahora bien, yo lo cito expresamente como un hombre que trabajo no eran las fuerzas dominantes que oríentaban la actividad eco-
estaba por completo más allá de la reglamentación puritana de la vida, ya por entonces nómica-o Pero justamente esta conducta fue uno de los más potentes
harto debilitada lo mismo que la "ilustración" inglesa, cuyas relaciones con el puritanis- obstáculos internos con los que hubo de luchar en todas partes la adap-
mo se han expuesto repetidas veces.]
12 [Desgraciadamente Brentano ha confundido toda especie de aspiración al lucro (bé-
tación del hombre a los supuestos de una economía capitalista y bur-
lica o pacifica), considerando como lo específico de la tendencia "capitalista" al lucro (en guesa ordenada.]
contraposición, por ejemplo, a la feudal) únicamente el orientarse hacia el dinero (en lu- El adversario, pues, con el que en primer término necesitó luchar
gar de la tierra); y no sólo ha rechazado toda ulterior diferenciación -que es lo que po- el "espfritu del capitalismo" [(en el sentido de un nuevo estilo de vida
dría conducir a formar conceptos claros-, sino que (p. 131) incluso de nuestro concepto sujeto a ciertas normas, sometido a una "ética" determinada)] fue
capitalismo moderno (elaborado con vistas a nuestra investigación) hace la incomprensi-
ble afirmación de que presupone lo mismo que debía probar.]
aquella especie de mentalidad y de conducta que se puede designar
13 Cf las acertadas observaciones de Sombart sobre la economía nacional alemana du-
como "tradicionalismo". No intentaremos definir tampoco este fenó-
* rante el siglo XIX (p. 123, supraJ.* Aun cuando los subsiguientes estudios [, en su orien- meno de modo concluyente, y nos limitaremos a aclararlo -de modo
tación fundamenta!,] se basan en trabajos míos más antiguos, debo decir lo mucho que provisional también- con algunos ejemplos. Comencemos por los
deben [en su formulación] al mero hecho de existir los grandes trabajos de Sombart con
trabajadores.
sus fórmulas tajantes, incluso -y precisamente- en aquello en lo que siguen camino
distinto. Esto tiene que reconocerlo aun el que se sienta impulsado decididamente a con-
Uno de los medios técnicos que acostumbra emplear el moderno
tradecir muchas de las opiniones de Sombart y refutar directamente muchas de sus tesis. empresario para conseguir de "sus" trabajadores el máximo posible de

97
He R O " " M A r · w H",'mu nEL C,",TAmMO

<endimiento. pata aneee, la intemidad de ,ti trabajo. e, el "lario a do.. ~i aneia en el emp,e,",io. El eapitali,mo !l ,iguió e<ta ,uta ""de 55
tajo. En la economía agrícola, por ejemplo, un caso que exige imperio~Zi· de la ~~ipiO, y durante varios siglos ha sido un artículo de fe que los
samente acrecer en lo posible la intensidad del trabajo es la recolecCiÓ~. ··~...'. u. n P~os inferiores son "productivos", es decir, que aumentan el rendi-
de la cosecha, ya que, dada la inseguridad del tiempo, de la mayor ace]e~t ' sa~anto del trabajador, ya que, como había dicho Pieter de la Court* *
ración de la n:isma ~e~enden posibilid~des extraordinariamente gran-:.'> r:~~ acuerdo en esto, según veremos, con el espíritu del antiguo cal-
des de ganancIas o perdIdas. Por esa razon se recurre entonces al trabajo'~¡' ; 'sm O- , el pueblo sólo trabaja porque y en tanto que es pobre.
a destajo. Como el empresario busca obtener el máximum de producto
~umentando ~a int~nsidad del trabajo, trata d~ ,hacer coincidir al traba~'61
r'l' v1nt Pero la eficacia de este medio, aparentemente bien acreditado, tiene
SUS límites. H Es cierto que el ca~i:alismo exige para. su desarr.ollo la
Jador en su mteres por acelerar la recoleccIOn alzando los destajos, \"r ~ istencia de un exceso de poblaCIon, que puede alqUIlar por baJO pre-
ofreciéndole así el medio de obtener en poco tiempo una ganancia eXerl "~- en el mercado del trabajo. Sin embargo, un "ejército de reserva"
54 traord,in~ria para él. II Pe~o aquí s~r?en c.iertas dificultades que son cae:. r ~~:asiado numeroso es verdad que puede. fa:-orecer su.ex~ansi~n cuan-
ractenstIcas de la mentalIdad tradICIOnalIsta en el obrero: el alza de los· f.... titativa, pero en cambio detiene su creCImIento cualItatIVO, smgula~-
salarios no aumentó en los trabajadores la intensidad de su rendimiento, . J ente el tránsito a aquellas formas de industria que recurren al trabajO
sino que más bien la disminuyó. Un obrero, por ejemplo, gana un marco . ,". . . . ~ tensivo. Salario inferior no es idéntico en modo alguno a trabajo ba-
diario por cada fanega de grano segado, y para ganar al día dos marcos Y . :ato. Aun desde un punto de vista rigurosamente cuantitativo, el rendi-
medio ha de segar dos fanegas y media; si el precio del destajo se au-~. miento del trabajo desciende fatalmente cuando el salario no basta para
menta en 25 centavos diarios, el mismo hombre no tratará de segar, i satisfacer las necesidades fisiológicas del obrero, y si esa insuficiencia
como podía esperarse, tres fanegas, por ejemplo, para ganar al día tres ~.. es permanente constituye, en verdad, una "selección de los más inúti-
marcos con setenta y cinco centavos, sino que sólo seguirá segando las ~.. les". El campesino de la Silesia, poniendo todo su esfuerzo, siega poco
mismas fanegas de antes, para seguir ganando los dos marcos y medio, í más de dos tercios de la tierra que en el mismo tiempo trabaja el cam-
con los que, según la frase bíblica, "tiene suficiente". Prefirió trabajar Í> pesino de la Pomerania o el Mecklemburgo, mejor pagado y alimenta-
menos a cambio de ganar menos también; no se preguntó cuánto po-- [ do, y el campesino II polaco oriental rinde otro tanto menos que el 56
dría ganar al día rindiendo el máximum posible de trabajo, sino cuánto l: alemán en el mismo tiempo. Desde un punto de vista comercial, el sa-
tendría que trabajar para seguir ganando los dos marcos y medio que ha f lario bajo como base de desarrollo capitalista fracasa siempre que se
venido ganando hasta ahora y que le bastan para cubrir sus necesidades f trata de conseguir productos que exigen un trabajo calificado (intelec-
tradicionales. Esta conducta es un ejemplo de lo que he llamado "tradi- i tuaI), o bien el empleo de máquinas costosas y fácilmente inutilizable s
cionalismo": lo que el hombre quiere "por naturaleza" no es ganar más f por impericia del que las maneja; o, en general, un mayor esfuerzo de la
y más dinero, sino vivir pura y simplemente, como siempre ha vivido, y U atención y una mayor iniciativa. En estos casos, el salario bajo no es
g~tnal~ lo n~ctesart~o para setgUirl ~~vienddo't~~ddad~edz qlute ebl ~mhoderno] ca- 1:...... rentable y caulsa efectos contra:i~s
atloshPrtetedndidosl'lyadoqude nlaorseOs'plOonse
pl a Ismo In en o acrecen ar a pro uc IVI a e ra aJo umano au- requiere en ta es casos un sentImIen o ar o esarro a e -
mentando su intensidad, hubo de tropezar con la tenaz resistencia de
este leitmotiv precapitalista, con el que sigue luchando aún hoy en pro.. 14 Como es natural, aquí renunciamos no sólo a investigar en dónde radican estos lími-
tes sino incluso a tomar posición ante la doctrina de la conexión entre el salario alto y la
porción directa del "retraso" (desde el punto de vista del capitalismo) ,t elevada prestación de trabajo representada y formulada primeramente por Brassey, e1eva-
en que se halla la clase trabajadora. Volvamos a nuestro ejemplo: al ver t da a teoría por Brentano y -con sentido histórico y constructivo a la par- por Schul-
que fracasaba la apelación al "sentido de lucro", aumentando los jorna- r ze-Gavemitz. La discusión ha sido suscitada de nuevo por los penetrantes estudios de
les, se quiso intentarlo con los medios opuestos: se rebajaron los tipos i Hasbach (Schmollers Jahrbuch [Anuario de Schmoller), 1903, pp. 38 5-39 1 ss.) [y todavía
de salarios para forzar a los trabajadores a trabajar más que hasta ahora, lí·.. no puede considerarse resuelta]. Para nosotros nos basta con el hecho indudable, y por
nadie puesto en duda, de que el salario bajo no implica ni provecho elevado ni probabili-
para que pudiera conservar lo que actualmente ganaba. Parece a prime- dades favorables de desarrollo industrial, y de que las simples operaciones mecánic<ts di-
ra vista, y así se ha creído y se sigue creyendo por muchos, que hay nerarias no son causa de "educación" para la cultura capitalista ni de la posibilidad de una
una estricta correlación entre el bajo nivel de los salarios y el aumento economía capitalista. Todos los ejemplos elegidos son simplemente ilustrativos.

99
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

sabilidad, sino la existencia de una mentalidad que, al menos durante el es \6 que esta educación religiosa ofrece la más favorable coyun-
canta bI ' .
trabajo, necesita desentenderse de la eterna cuestión de combinar la ara una educación económica. Entonces aparecen unIdas en es-
ganancia acostumbrada con el máximum de comodidad y el mínirnul1l . turaho P maridaje la capaCl·d a d d e concentracIOn., d I·
e pensamIento y 1a
de rendimiento, y que, por el contrario, practica el trabajo como abso_ tre e·t d ridurosamente f un damenta 1 d " . bl· d" 1
e sentIrse o Iga o a tra aJo, b·
aetl u b . .' .
luto fin en sí, como "profesión". Pero esta mentalidad no existe natural_ ] 'l1ás fino sentido económico, que calcula la gananCla y su cuan-
con e. 1 • , • . • ,
mente, ni puede ser creada por salarios altos ni bajos, sino que es el , un austero dominio sobre SI mIsmo y una moderacIOn que acre-
producto de un largo y continuado proceso educativo. Para un capita_ na, Y l · d d d eren 1 d··ImIento en e 1 trab·
CIen extraordinariamente a capaCl a
. ta aJo.
lismo que ha alcanzado la cima es hoy fácil el reclutamiento de sus tra- E" tonces es prácticamente posible la consideración del trabajo como
bajadores en todos los países industriales y, dentro de cada país, en to- 6: en sí como "profesión", que es lo que el capitalis~o e~ige, y .e~ton­
das las esferas de la industria. Pero en el pasado era un problema ces hay probabilidades prácticas de superar la parSImOnIa tradICIOna-
extraordinariamente difícil en cada caso. 15 y aun hoy necesita contar l' 'a que el nuevo tipo de educación religiosa hace imposible. Estas
.dS l ,
57 con un auxiliar poderoso que, como más II adelante veremos, ya le ayu- consideraciones que sugiere la observación de lo que ocurre en el capi-
dó en las primeras fases de su desarrollo. Podemos ilustrar con Un talismo actuaP7 sirven para mostrar II todo el interés de la indagación 58
ejemplo lo que queremos decir. Una reminiscencia de tradicionalismo acerca de cómo fueron posibles en la época de su formación estas
lo ofrecen las obreras, sobre todo las solteras. Todos los patronos que conexiones de la capacidad capitalista de adaptación con los factores
dan trabajo a muchachas, especialmente alemanas, se quejan de su ab- religiosos, ya que la observancia de muchos fenómenos aislados no
soluta incapacidad y aun de su falta de voluntad para abandonar sus !ermite concluir que entonces existió del mismo modo que ahora.
formas tradicionales de trabajo y aprender otras más prácticas; no les ra repulsión y la persecución de que fueron objeto los trabajadores me-
interesa adaptarse a formas nuevas de trabajo, no aprenden, no concen- todistas, por ejemplo, por parte de sus camaradas en el siglo XVIII, con
tran la inteligencia y aun casi ni saben usarla. Toda explicación sobre la la continua destrucción de sus útiles de trabajo, no fue en virtud de sus
posibilidad de aligerar el trabajo y, sobre todo, de hacerlo más producti- excentricidades religiosas, pues Inglaterra había conocido más extraños
vo choca con la máxima incomprensión; un ofrecimiento de alza en los fenómenos religiosos, sino por su específica "docilidad para el trabajo",
destajos se estrella en la muralla de la rutina. En cambio, con las mu- como diríamos hoy.
chachas que poseen una específica formación religiosa, especialmente Empero, nos limitaremos por lo pronto a insistir en fenómenos
con las de origen pietista, ocurre un fenómeno distinto, que, por lo actuales refiriéndonos ahora a los empresarios, para acabar de perfilar
mismo, presenta un especial interés para nosotros. Se afirma con fre- en ellos el concepto y la significación de "tradicionalismo".
cuencia, y la afirmación ha sido generalmente comprobada por cálculos o. En sus investigaciones sobre la génesis del capitalismo,I8 ha distin-
í
guido Sombart como los dos grandes leitmotiv entre los que se ha mo-
15 Por eso incluso la naturalización de industrias capitalistas no ha sido posible gene-
1, vido la historia económica la "satisfacción de las necesidades" y el "lu-
ralmente más que en virtud de amplios movimientos migratorios de los países de más
antigua civilización. Las observaciones de Sombart sobre la oposición entre las "habillda- 16 [Cf los autores citados en la nota 22 del cap. r.]
des" y los "secretos del oficio" del artesano, y la moderna técnica científicamente objeti- 17 Las observaciones precedentes pudieran dar lugar a errores de II interpretación.
vada, son exactas; pero semejante distinción apenas existe en la época de nacimiento del Con los fenómenos que tratamos aquí nada tiene que ver, por ejemplo, la inclinación de
capitalismo; más aún, las cualidades éticas (por así decirla) del trabajador capitalista (y, en cierto tipo de hombres de negocios a interpretar en su provecho el principio: "no debe
cierta medida, también del empresario) poseyeron a menudo un mayor "valor de rareza" arrancarse la fe del corazón del pueblo", o la propensión [antes tan frecuenteJ,especialmen-
que las habilidades rutinarias de! artesanado, mantenidas en un secular tradicionalismo. te en amplios círculos del clero luterano, que se ponía incondicionalmente a disposición
Incluso la industria actual, al elegir su lugar de emplazamiento, no es del todo indepen- de la autoridad como "policía negra", movido por su abstracta simpatía hacia lo autorita-
diente de las propiedades adquiridas por el pueblo en una larga tradición y educación en el rio, siempre que se trataba de condenar las huelgas como pecado, de anatematizar los
trabajo intensivo. El actual círculo de representación integral de lo "científico" se inclina sindicatos como fomentadores de la "codicia", etc. En e! texto nos referimos a hechos no
a pensar que allí donde se observa esta dependencia, la causa no está en la tradición y la aislados, sino extraordinariamente frecuentes y que, como veremos, se repiten genérica-
educación, sino en determinadas cualidades heredadas, biológicas, de raza; opinión ésta mente.
sumamente dudosa, cuando menos, a mi juicio. 18 Der moderne Kapitalismus (El capitalismo moderno), 1" ed., vol. 1, 1902, p. 62.

100 101
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

cro", según que haya dominado la medida de la necesidad personal o el . , Oca en la que su imprenta no se distinguía, por su forma, en nada de
afán de enriquecerse independientemente de los límites de aquélla y ep 1 uier otro oficio manual. Y ya veremos que, por lo general, en los
posibilidad de lograrlo en el ejercicio de la actividad económica eua ' f
q de la nueva epoca,
¡bares no ' "
ueron . .
umca, m SIqUIera prepon d erant e-
tada en determinada dirección. Lo que Sombart llama "sistema de la amen.te , los empresarios capitalistas del patriciado comercial, sino más
.
59 nomía de satisfacción de las necesidades" parece coincidir, a II bien las capas más audaces de la clase m,:dia,i~dustriall~s ~epre~entan-
vista, con lo que llamamos nosotros "tradicionalismo económico". de aquella mentalidad que llamamos espIntu del capItalIsmo .21 Y en
te~,
coincidencia es exacta cuando se equiparan los conceptos "necesidad".;, 1 'glo XIX, sus representantes clásicos no son los nobles gentlemen de
e~ SI .
y "necesidad tradicional"; de no hacerse así, grandes masas de econo_';:' Liverpoolo de Hamburgo con el patrimonio comercial he.redado de sus
mías que por su estructura deberían ser consideradas como "capitalis~t aniepasados, sino los parvenus de Manchester, de Renama y de West-
tas", incluso en el sentido que en otro lugar de su obra da Sombart al falia; procedentes de las más modestas capas sociales. [Pero ya en el si-
"capitalismo",19 caen fuera de la esfera de las economías "adquisitivas"y lo XVI ocurría lo propio: las nuevas industrias entonces nacidas fueron
entran precisamente en el ámbito de las "economías de satisfacción de. ~readas por los parvenus.]22 II 61
necesidades". Igualmente pueden tener un carácter "tradicionalista" in- De seguro, tipos de actividad económica como la banca, la expor-
cluso aquellas economías que son dirigidas por empresarios privados tación en grande, la dirección de un gran establecimiento de géneros al
que invierten el capital (dinero o bienes con valor pecuniario) para fi- por menor, etc., sólo pueden ser ejercidos en la "forma" de empresa ca-
nes lucrativos, mediante la compra de los medios de producción y con- pitalista; pero es po.si?le q~e el "espíritu" que anime ~u dirección sea el
siguiente venta de los productos, es decir, empresas típicamente "capi- de un estricto tradICIOnalIsmo; de hecho, los negocIOS de los grandes
talistas". Este fenómeno se ha dado en el transcurso de la reciente bancos de emisión no podrían ser dirigidos de otro modo; el comercio
historia económica no con carácter excepcional, sino como regla gene- ultramarino durante largas épocas se apoyó en la base de monopolios y
ral, aun cuando periódicamente interrumpida por la irrupción repetida reglamentaciones de carácter rigurosamente tradicionalista; en el co-
y cada vez más potente del "espíritu capitalista". Es cierto que, por lo mercio al por menor -y no hablamos de los pequeños sobranceros
general, entre la forma "capitalista" de una economía y el espíritu con faltos de capital, que hoy claman por la ayuda del Estado- todavía está
que es dirigida media una relación "adecuada", pero no una dependen.c
cia "legal". Si, a pesar de todo, utilizamos provisionalmente la expresión 21 Limitémonos aquí a señalar que, a priori, no estamos obligados a admitir que la
"espíritu del capitalismo [moderno]"2o para designar aquella mentali- técnica de la empresa capitalista, de una parte, y el espíritu de! "trabajo profesional", de
dad que aspira a obtener un lucro ejerciendo sistemáticamente una otra, a los que debe e! capitalismo su energía expansiva, hayan tenido que encontrar ori-
profesión [, una ganancia racionalmente legítima,] como se expuso en ginariamente su savia en las mismas capas sociales. Lo mismo ocurre con las relaciones
sociales de los idearios religiosos. Históricamente, el calvinismo fue uno de los más firmes
el ejemplo de Benjamin Franklin, es por la razón histórica de que dicha
apoyos de una educación en el "espíritu capitalista"; y, sin embargo, por razones que más
mentalidad ha encontrado su realización más adecuada en la [moder- tarde expondremos, los poseedores de grandes capitales de dinero en Holanda no eran
60 na] empresa II capitalista, al mismo tiempo que ésta puede reconocer partidarios del calvinismo de observancia estricta, sino arminianos. Aquí y en todas par-
en aquélla su más adecuado impulso mental. tes, la pequeña [y mediana] burguesía que ascendía socialmente hasta la dirección de las
Por lo demás, es posible que la coincidencia no exista en modo al- grandes empresas era precisamente el "típico" titular de la ética capitalista y de la Iglesia
calvinista [; y esto confirma cuanto llevamos dicho a este propósito: pues en todos los
guno. Benjamin Franklin estaba transido de "espíritu capitalista" en una
tiempos ha habido grandes poseedores de capitales monetarios y comerciantes en gran-
de. En cambio, la organización racional capitalista del trabajo industrial burgués fue co-
19 Der moderne Kapitalismus, op. cit., p. 195. nocida por primera vez en la transición de la Edad Media a la Edad Moderna (aber hat
20 [Nos referimos, naturalmente, a la industria moderna racional específica de Occi- erst die Entwicklung van Mittelalter zu Neuzeit gekannt)].
dente, no al capitalismo extendido por todo el mundo desde hace tres milenios hasta la 21 [Véase sobre esto la excelente tesis doctoral de Julian Maliniak, Die Entstehung der
actualidad en China, India, Babilonia, Grecia, Roma y Florencia, representado por los usu- Exportindustrie und des Unternehmerstandes in Zürich im 16. Und 1J. Jahrhundert (El na-
reros, los proveedores de guerra, arrendatarios de impuestos y cargos públicos, grandes cimiento de la industria de exportaciones y la situación de los empresarios en Zurich en los
empresarios comerciantes y magnates de las finanzas. (Véase la "Introducción general" a siglos XVi y XVII), Universidad de Zurich, 1913, cuaderno 2 de los Zürcher volkswirtschaft-
los tres volúmenes de Ensayos sobre sociología de la religión.)] ¡iche Studien.]

102
1°3
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

en plena marcha la revolución que puso fin al viejo tradicionalisn-.. rcial del empresario y al hecho de ser necesaria la aportación de ca-
"'0,
arrumbando las formas del antiguo sistema de trabajo doméstico,t Con ~e les que se invertían en el negocio, o si se mira el aspecto objetivo
pita -
el que el trabajo doméstico moderno sólo posee semejanza de fonn. . ddroceso económico o el modo de llevar la contabilidad. Pero era una
Un ejemplo podrá aclarar el rumbo y el significado de esta revolució~: " co~omía "tradicionalista" si se considera el "espíritu" que animaba a
Hasta mediados del siglo XIX, la vida del jefe de una empresa de f ~os empresarios: el género tradicional de vi~a: la ganancia tradiciona.l, la
trabajo doméstico (Verleger), al menos en muchas ramas de la indus_\ cdida tradicional de trabajo, el modo tradICIOnal de llevar el negocIo y
tria textil continental, era bastante cómoda juzgando desde nuestro ¡ ~s relaciones con los trabajadores, la clientela también tradicional y el
punto de vistaY Véase a grandes rasgos cómo transcurría. Los campesi_' ~. ma do ¡l1ualmente
b
tradicional de hacerse c.on ella y de efectuar las tran-
nos acudían a la ciudad, donde habitaban los empresarios, con los teji" ¡ sacdones; este tradicionalismo dominaba la práctica del negocio y pue-
dos fabricados por ellos con materias primas, también producidas por de decirse que constituía la base del ethos de este tipo de empresario.
ellos en la mayoría de los casos (sobre todo, tratándose de lino); se exa- pero llegó un momento en que este bienestar fue perturbado de
62 minaba II la calidad de los tejidos, a menudo oficialmente, y el campesi~ ;' pronto, sin que todavía se hubiese producido una variación II funda- 63
no recibía el precio acostumbrado. Los clientes del jefe de la empresa se t' mental en la forma de organización (por ejemplo, el paso a la industria
constituían en intermediarios para la venta del artículo a mayores dis- ~, cerrada, al telar mecánico, etc.). Lo que ocurrió fue sencillamente esto:
tancias, haciendo viaje de propósito y haciéndose la compra no por { un joven de cualquiera de las familias de empresarios habitantes en la
muestras, sino según las calidades corrientes y en el almacén, ya veces ~, ciudad iría un buen día al campo y seleccionaría allí cuidadosamente los
habían sido ya directamente encargadas a los campesinos. Raramente tejedores que le hacían falta y los sometería progresivamente a su de-
visitaba a su clientela, y de hacerlo, era viaje largo que tardaba en repe" pendencia y control, los educaría, en una palabra, de campesinos a tra-
tirse; el resto del tiempo bastaba la correspondencia y el envío de ~ bajadores; al mismo tiempo, se encargaría directamente de las transac-
muestras aumentado lentamente. Las horas de despacho eran pocas, ciones poniéndose en relación directa con los compradores al por
nunca más de cinco o seis al día, y con frecuencia menos; sólo durante menor; procuraría directamente hacerse con una nueva clientela, haría
la campaña, cuando la había, aumentaba el trabajo; la ganancia era razo- viajes por lo menos una vez al año y trataría, sobre todo, de adaptar la
nable, la suficiente para vivir decentemente y, en los buenos tiempos, calidad de los productos a las necesidades y los deseos de los compra-
capaz de contribuir a la formación de un pequeño capital; en general, dores; aprendería así a "acomodarlos al gusto" de cada cual y comen-
los concurrentes se llevaban bastante bien entre sí, por la gran coinci- zaría a poner en práctica el principio "precio barato, gran consumo".
dencia en los principios del negocio; y, para completar el cuadro, la visi- y entonces se repetiría una vez más el resultado fatal de todo proceso
ta diaria repetida a las "arcas", y, después, el tarro de cerveza, la reunión de "racionalización": quien no asciende, desciende. Desapareció así el
con los amigos y, en general, un ritmo moderado de vida. idilio, al que sustituyó la lucha áspera entre los concurrentes; se consti-
A no dudarlo, esto constituía una forma completamente "capitalis- tuyeron patrimonios considerables que no se convirtieron en plácida
ta" de organización, si se atiende al carácter puramente mercantil y co- fuente de renta, sino que fueron de nuevo invertidos en el negocio, y el
género de vida pacífica y tranquila tradicional se trocó en la austera so-
t Verlagssystem, término que desde C. Bücher sustituye al de Hausindustrie (indus- briedad de quienes trabajaban y ascendían porque ya no querían gastar,
tria doméstica). El Verlagssystem es, según Sieveking (Historia económica universal, trad.
sino enriquecerse, o de quienes, por seguir aferrados al viejo estilo, se
de P. Ballesteros, p. 121), una forma de empresa en la que el empresario suministra antici-
padamente algún elemento material o instrumental sin llegar a centralizar el trabajo, que se vieron obligados a limitar su plan de vida. 24 Y véase lo más interesante:
hace a domicilio y según su propia técnica. (Nota de Legaz Lacambra,) en tales casos, no era la afluencia de dinero nuevo lo que provocaba esta
23 El cuadro que a continuación trazamos es un ejemplo de nuestro método de redu-

cir la realidad a "tipos ideales"; así, hemos simplificado las circunstancias de las distintas
ramas de la industria doméstica en los distintos lugares, siendo indiferente para el fin 24 [Por esta misma razón, no es tampoco un azar que en este primer periodo del inci-

puramente ilustrativo que perseguimos el que en ninguno de los ejemplos en que hemos piente capitalismo los primeros vuelos de la industria alemana, por ejemplo, hayan ido de
pensado se haya reflejado con toda exactitud el proceso, de la manera que lo hemos des- la mano con una completa mutación del estilo de los "objetos de necesidad" para la vida
crito. cotidiana (des Alltagslebens).J

1°4 1°5
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

revolución, sino el nuevo espíritu, el "espíritu del capitalismo [moder_ ' que, por tanto, el fundamento propio de este sentido mercantilis-
no]" que se había introducido (conozco casos en los que con sosd~ la conducción de vida (Lebensführung) es de carácter más bien
cuantos miles tomados en préstamo a los parientes se ha puesto ta ativo: la capacidad de sustraerse a la tradición recibida (es decir,
64 obra todo el proceso de transformación). La cuestión // acerca de ~~gstración" liberal, en primer término). De hecho, esto es lo más co-
fuerzas impulsoras de [la expansión del moderno] capitalismo no l i~nte en la actualidad; hoy no sólo acostumbra faltar una relación en-

principalmente sobre el origen de las disponibilidades dinerarias ~e la conducción de vida (Lebensführung) y los principios religiosos,
zables en la empresa, sino más bien sobre el desarrollo del espíritu capi- , ' ~; o que, cuando la relación existe, es de carácter negativo. En Alema-
talista. Cuando éste despierta y logra imponerse, él mismo se crea las o,,'
:Y',n las naturalezas transidas de "espíritu del capitalismo" son hoy di-
n13
~ -tamente anticlericales o, al menos, indiferentes en religión, La idea
1

posibilidades dinerarias que le sirven de medio de acción, y no a la in- ,et.


versa. 25 Pero este nuevo espíritu no se introdujo de modo pacífico. Una del aburrimiento beatífico en el cielo tiene muy poco de atrayente para
ola de desconfianza, de odio más bien, y de indignación moral, envolvió' el que siente la alegría de la acción, y la religión le parece un medio de
de ordinario a los primeros innovadores, ya menudo (conozco sustraer a los hombres del trabajo en el mundo. Si a estos hombres se
casos de ello) comenzó a formarse una leyenda en torno a las sombras 0°,
les preguntase por el "sentido" de esa actividad incansable, jamás satis-
misteriosas de su vida pasada. No es fácil encontrar quien reconoZca fecha de su propia posición (por lo cual dentro de una orientación pu-
sin prejuicios que un empresario de este "nuevo estilo" sólo podía man- ramente terrenal de la vida debería ser algo sin sentido), supuesto que
tener el dominio sobre sí mismo, y salvarse del naufragio moral y eco- supiesen dar una respuesta, sería la de "la preocupación por los hijos y
nómico, mediante una extraordinaria firmeza de carácter; y que (aparte los nietos"; o bien (puesto que este motivo se encuentra también en
de su clara visión y su capacidad para la acción) fueron precisamente hombres de espíritu "tradicionalista") dirían simplemente que para
ciertas cualidades "éticas" claramente acusadas las que le hicieron ganar ellos el negocio, con su incesante trabajo, "es indispensable para su
la confianza indispensable de la clientela y de los trabajadores, dándole vida". De hecho, ésta es la única motivación de su actividad, un modo
además la fortaleza suficiente para vencer las innumerables resistencias de conducción de vida (Lebensführung) irracional [visto desde el lado
con que hubo de chocar en todo momento; y, sobre todo, a esas cuali- de la felicidad personal], puesto que el hombre existe para el negocio y
dades debería la extraordinaria capacidad para el trabajo que se requiere no a la inversa. Naturalmente, ante tales hombres no falta tampoco el
en un empresario de esta naturaleza, y que es del todo incompatible sentimiento que inspira su poder y sobre todo la consideración que
con una vida regalada; en una palabra, el nuevo espíritu encarna cuali- siempre garantiza el hecho de la riqueza; y cuando la fantasía de todo
dades éticas específicas, de distinta naturaleza que las que se adaptaban un pueblo sólo se deja deslumbrar por las magnitudes cuantitativas,
al tradicionalismo de los tiempos pasados. como en los Estados Unidos, este romanticismo de los números opera
[Yesos nuevos empresarios no eran tampoco especuladores osa- con magia irresistible sobre los "poetas" que hay // entre los mercade- 66
dos y sin escrúpulos, naturalezas aptas para la aventura económica, res. Pero, en general, esto no reza con los empresarios verdaderamente
como las ha habido en todas las épocas de la historia; ni siquiera "gen- señeros y. sobre todo, con aquellos de mayores y más duraderos éxitos.
tes adineradas" que crearon este nuevo estilo de vida oscuro y retraído; De modo especial, los que van a parar al puerto de la riqueza fideicomi-
aunque decisivo para el desarrollo de la economía, sino hombres educa- saria y de la nobleza otorgada, con hijos cuya conducta en la universi-
65 dos en la dura escuela de la // vida, prudentes y arriesgados a la vez, so- dad o en el ejército trata de hacer olvidar su origen, como frecuente-
brios y perseverantes, entregados de lleno y con devoción a su causa, mente ha ocurrido en tantas familias de advenedizos del capitalismo
con concepciones y "principios" rígidamente burgueses.] alemán, constituyen un producto epigonal de decadencia. El "tipo ideal"
Creerán algunos que estas cualidades morales personales no tienen de empresario capitalista,26 encarnado en algunos nobles ejemplares,
nada que ver con determinadas máximas éticas o pensamientos religio-
" Es decir, de aquel tipo de empresario que nosotros hacemos objeto de nuestra in-
25 [Esto no quiere decir que, por ejemplo, el movimiento del valor de los metales pre- vestigación, no del tipo corriente dado empíricamente (sobre el concepto de "tipo ideal"
ciosos sea indiferente desde el punto de vista económico.] véase lo que dijo en el Archiv für Sozialwissenschaft, voL XIX, fascículo 1).* *

106 1°7
EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO
EL PROBLEMA

. ncepóón del enriquecimiento como un fin en sí obligatorio para el


nada tiene que ver con este tipo vulgar o afmado de ricachón. AqUél
ca ore, como "profesión", contradecía el sentimiento ético de épocas
aborrece la ostentación, el lujo inútil y el goce consciente de su poder· rn de la histona.
hoteras . E n e lpnnClplO
' .. D I'
eo p acere V1X potest, * pasa d o a1 *
le repugna aceptar los signos externos del respeto social de que disfrut~ ;
~~recho ca~ónico ~ teni~o en:onces 'p.or auténtico, así c.o~o el pasaje
porque le son incómodos. Su comportamiento presenta más bien ras- 68
del EvangellO relatIVO al mteres,27 utilizado II por la actiVIdad del co-
gos ascéticos (habremos de insistir repetidamente en la significacio'n
histórica de este fenómeno tan importante para nosotros), como los 1C [Quizá sea éste el lugar adecuado para referirnos con cierto detalle a las observacio-
exige el "sermón" antes citado de Franklin. Y, sobre todo, no es raro contenidas en el escrito ya citado de F. Keller (voL 12 de los escritos de la Sociedad
sino muy frecuente, hallar en él un grado de modestia mucho más sin~ y a 1os razonamIentos
ne5
Goerresiam) . que, . . dos en e'1 , se encuentran en el libro de
InSpIra
cera que la reserva tan prudentemente recomendada por Benjami.~ Sornbart sobre el "burgués". Me parece fuerte cosa que se haya podido criticar un libro en el
e no se habla en absoluto de la prohibición canónica del préstamo a interés (salvo en
Franklin. "Nada" de su riqueza lo tiene para su persona; sólo posee el :a nota 11 Y sin la menor relación orgánica con la argumentación expuesta en el texto),
sentimiento irracional de "cumplir buenamente en su profesión". ...... ,1 dando que es precisamente esta prohibición (que, por lo demás, tiene su paralelo en
.U~b
Pero esto precisamente es lo que el hombre precapitalista conside_ casi todas las morales religiosas del mundo) lo que caracteriza la diferencia entre la ética
ra tan inconcebible y misterioso, tan sucio y despreciable. Que alguien cátólic;a Y la reformada: en verdad, sólo deben criticarse aquellos trabajos que realmente
han sido leídos o que, de haberlo sido, no han sido olvidados. La lucha contra la usuraria
pase su vida trabajando, guiado por la sola idea de bajar un día a la tum~
. pravitas'. nena toda la historia de la Iglesia hugonota y holandesa en el siglo XVI. Los *
ba cargado de dinero, sólo le parece explicable como producto de in¿ "lombardos", es decir, los banqueros, fueron excluidos de la comunión, a menudo por su
tintos perversos, de la auri sacra james. . simple cualidad de tales. (Véase la nota 12 del cap. l.) La concepción más tolerante de Calvi-
Actualmente, con nuestras instituciories políticas, civiles y comer': no (quien, por lo demás, tampoco impidió que el primer proyecto de Ordenanzas contu-
viese prescripciones sobre la usura) no se impuso plenamente sino por obra de Salmasio.* *
67 ciales, con las actuales formas de la industria y la estructura II propia de por lamo, la diferencia no estaba aquí, sino al contrario. Pero todavía son peores las pro-
nuestra economía, este "espíritu" del capitalismo podría explicarse, se-
pias argumentaciones del autor que, en este punto, contrastan penosamente por su
gún ya indicamos, como producto de adaptación. El orden económico superficialidad con los escritos de Funck y otros sabios católicos (a quienes el autor cita,
capitalista necesita esta entrega a la "profesión" de enriquecerse: es una inoportunamente a mi juicio) y con las investigaciones anticuadas en algún punto, pero
especie de comportamiento ante los bienes externos, de tal modo ade~ siempre fundamentales, de Endemann. Ciertamente, Keller se ha librado de incurrir en ex-
cuado a aquella estructura, ligado de tal manera a las condiciones del cesos como los contenidos en ciertas críticas de Sombart (op. cit., p. 321), observando
formalmente que los "hombres piadosos" (el autor se refiere singularmente a Bernardino
triunfo, en la lucha económica por la existencia, que ya no es posible
de Siena y Antonino de Florencia) "fomentaron de todas las maneras el espíritu de empre-
hablar hoy de una conexión necesaria entre esa conducción de vida sa", por cuanto que (de modo semejante a como se hizo en todo el mundo con preceptos
* (Lebensjührung) "crematística"* y una determinada "concepción uni- análogos) interpretaron la prohibición del préstamo usurario de manera que no afectase a
taria del mundo". Sobre todo, ya no requiere apoyarse en la aprobación la colocación "productiva" (como diríamos hoy) del capital. (El hecho de que Sombart,
de los poderes religiosos; y considera como un obstáculo toda influen- por una parte, incluya a los romanos entre los "pueblos heroicos" y, por otra -con evi-
dente contradicción-, afirme que el racionalismo economico ya había sido desarrollado
cia perceptible sobre la vida económica de las normas eclesiásticas O
por Catón hasta sus "últimas consecuencias" -p. 267-, constituye la mejor prueba para
estatales. La "concepción del mundo" va determinada por la situación afirmar que el autor compuso un "libro de tesis" en el peor sentido de la palabra.) Ahora
de los intereses político-comerciales y político-sociales. [Quien no bien, el autor desfigura por completo la significación de la prohibición del préstamo a in-
adapta su conducción de vida (Lebensjührung) a las condiciones del terés (a la que tanta importancia se concedió en un principio, para ser despreciada más
éxito capitalista, se hunde o, al menos, no asciende demasiado. Pero tarde y revalorizada hoy de nuevo, precisamente en la era de los católicos multimillona-
rios, con fines apologéticos); por lo demás, ya es sabido que, a pesar de hallarse fundada
todo esto ocurre en una época en la que el moderno capitalismo ha
enJa Biblia, la prohibición fue derogada en el último siglo por instrucción de la Congre-
triunfado ya, emancipándose de sus antiguos asideros. Así como sólo gación del Santo Oficio, ciertamente, sólo temporum ratione habita* e indirectamente, *
pudo romper las viejas formas de la constitución económica medievaJ prohibiendo perturbar al penitente con preguntas sobre la usuraria pravitas cuando se
apoyándose en el incipiente poder del Estado moderno, lo mismo pudo· . duda de su obediencia, // aun en caso de que el precepto volviese a estar en vigor. Pues
ocurrir (diremos provisionalmente) en sus relaciones con los poderes nadie que haya estudiado un poco a fondo la muy complicada doctrina eclesiástica sobre
la usura (con sus interminables controversias en torno, por ejemplo, a la licitud de la
religiosos. En qué caso, y en qué sentido lo ha sido realmente, es lo qu~
compra de rentas, el descuento bancario y ciertos contratos y, sobre todo, acerca de
debemos investigar aquí; pues apenas requiere demostración que l.lf

10 9
108

-,i
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

* merciante, y en la designación de turpitudo* que dio santo Tomás strechamente ligadas con la Iglesia desde el punto de vista 11 polí- 70
afán de lucro (lo mismo que al inevitable y, por lo mismo, . ez~ Pero aun d on d e 1a d octnna
tan . se h"IZO mas acamo d atICla,
. . como en
69 lícito provecho)] hubo ya, // frente al parecer radicalmente tlCO~nino de Florencia, nunca desapareció del todo el sentimiento de
tístico de amplios sectores, una complacencia de la doctrina Ant
ue la activida d encamIna
. d aaI ' ..
ennquecImIento 11 como fi n en SI' cons- 71
con los intereses de los poderes financieros de las ciudades i q , IIn v,'dendum, * que las ordenaciones de la vida entonces existen- *
titUla •~ .
tes obligaban a tolerar. [Algunos moralistas, singularmente de la escue-
la materia sobre la que recayó la mencionada disposición de la Congregación del 1 nominalista, aceptaron como dadas las formas ya implantadas de la
Oficio con motivo de un empréstito municipal) podrá afirmar que la prohibición
'~da capitalista, tratando de demostrar su licitud, sobre todo por la ne-
préstamo a interés se refirió únicamente al crédito necesario, que tuvo como
"conservar e! capital" y que fue "fomentador de la empresa capitalista" (pp. ":<:idad del comercio, probando que la "industria" desenvuelta así cons-
verdad es que la Iglesia tardó bastante en reflexionar de nuevo sobre la prohibición C~t~fa una fuente legítima de ganancia, éticamente irreprochable por
tI
interés, y cuando lo hizo, las formas corrientes de negociar con la colocación del tanto; pero, al mismo tiempo (contradiciéndose), la doctrina dominan-
no eran préstamos a interés fijo sino foenus nauticum, commenda, societas maris y el te siguió considerando como turpitudo el "espíritu" del provecho capi-
ad proficuum de mari (empréstitos tarifados según la clase, de riesgo en la cuantía
talista 0, al menos, no podía valorarlo positivamente desde el punto de
participación en ganancias y pérdidas, y así tenía que ser, dado e! carácter de la
ción), las cuales no fueron condenadas en su totalidad (salvo por algunos ~d"Vll";Ias vista ético.] Entonces hubiera sido sencillamente imposible una doctri-
goristas); y más tarde, cuando fueron posibles y corrientes los descuentos y las . na "ética" como la de Benjamin Franklin. La actividad de los capitalistas
ciones de capital a interés fijo surgieron nuevas dificultades por parte de la prohibición (fieles a la tradición eclesiástica] era algo éticamente indiferente, en el
la usura, dificultades que dieron lugar a toda clase de medidas severas por parte de los gre.-.' mejor de los casos, algo que podía tolerarse, pero que, en definitiva,
mios de comerciantes (así, las "listas negras"); sin embargo, la prohibición canÓnica dl' ponía en peligro el logro de la bienaventuranza, puesto que podía en
interés tenía un carácter puramente jurídico-formal (en general) y, desde luego sin Jt·'
tendencia "protectora del capital" que le atribuye Keller; y, en último término, si ~s pos(}~
cualquier momento incurrir en conflicto con la prohibición eclesiástica
ble hallar en los canonistas una determinada actitud ante el capitalismo, ésta sería, de ll11{:'
parte, una hostilidad tradicionalista (aun cuando ciega, inconsciente) contra e! poder cr~1!{ comprobación de la propia salvación, la certitudo salutis, en la profesión: es decir, las re-
ciente e impersonal -y por eso, de difícil sumisión a reglas morales- de! capital (refl¿¡,1:& compensas psicológicas que esta religiosidad ponía en la "industria", las cuales tenían que
jada, por ejemplo, en las manifestaciones de Lutero sobre los Fugger en los negocios cmi'; faltar necesariamente en el catolicismo, por cuanto que eran otros sus medios de salva-
dinero en general); y, de otra parte, una tendencia y una necesidad de acomodación a I~F¡:: ción. Prácticamente, en estos escritores se trata de doctrinas éticas, no de impulsos prác-
circunstancias. Pero en realidad todo esto nos interesa muy poco, pues ya hemos dicho': ticos individuales determinados por e! interés de salvarse; y cuando no, de acomodación
que la prohibición del interés y su destino tienen para nosotros simple valor sintomátko (como fácilmente puede verse), no de argumentaciones sobre la base de una posición re-
y, aun éste, muy l i m i t a d o . : ; .. ligiosa central como en el ascetismo intramundano. (Por lo demás, Antonino de Floren-
La ética económica de los teólogos escotistas, y especialmente de ciertos mendicant~'/ cia y Bernardino de Siena han sido de antiguo objeto de estudios mejores que el de F.
de! quattrocento, como Bernardino de Siena y Antonino de Florencia -escritores mon~~ Keller.) y aun estas acomodaciones han sido objeto de disputas en los tiempos más recien-
ticos de orientación estrictamente racional-ascética-, merecería una investigación es';:" tes. Con todo, el alcance de estas concepciones éticas monacales no ha de ser considerado
pecial que no podemos llevar a cabo en este lugar. Tendría que anticipar en una autocríti~·~· nulo en modo alguno, al menos como síntoma. Empero; los "atisbos" reales de una ética
ca todo lo que habré de decir al exponer // la ética económica católica en su relació~," religiosa de la que arranca e! moderno concepto de profesión se encuentran en las sectas
positiva con el capitalismo. Todos estos escritores -anticipándose al punto de vista Ú'; yen la heterodoxia, especialmente en Wyclif, aun cuando su importancia haya sido noto-
muchos jesuitas- tratan de justificar como éticamente lícita (más ya no puede afirmar. riamente exagerada por Broditz, quien afirma (Engl. Wirtchafstsgeschichte [Historia eco-
Keller naturalmente) la ganancia del comerciante, como retribución de su "industria". . nómica de Inglaterra, vol. 1, 1918J) que su influencia fue tan grande que el puritanismo
Naturalmente, el concepto y la valoración de la "industria" procede en último térnúno . no encontró nada nuevo que hacer. No podemos ni debemos ahondar más en esto; pues no
del ascetismo monacal, y lo mismo el concepto de masserizia que Alberti pone en boca es éste el lugar de explicar si, y hasta qué punto, ha contribuido de hecho la ética cristiana
de Gianozzo, tomándolo del lenguaje eclesiástico y dándole curso en e! lenguaje vulgar.' medieval a la creación de los supuestos del espíritu capitalista.]
Más tarde hablaremos de la ética monástica como precursora de las distintas denomina: 28 [Las palabras "¡.tTlOEVa ¿mEA.1t:l<;ov'w;" (Luc. 6, 35) Y la traducción de la Vulgata

ciones de ascetismo intramundano (innerweltliche asketischen) del protestantismo (en~' "nihil inde sperantes" constituyen a juicio de A. Merx una desfiguración de ¡.tTloEva
Antigüedad se encuentran concepciones análogas en los cínicos, en las inscripciones fu· Cl1teA.1l:t<;ov'tc<; (= neminem desperantes),* que prescriben el // préstamo a todo hermano, *
nerarias de! helenismo tardío y -en distintas condiciones- en ciertos documentos egip-. aun pobre, sin hablar en absoluto del interés. Ahora, al principio Deo placere vix potest* *
cios). Pero lo que falta en absoluto (lo mismo que en Alberti) es lo que nosotros cons.i";., se atribuye un turbio origen arriano* (lo que para nosotros carece positivamente de *
deramos decisivo: la concepción, tan característica del protestantismo ascético, de!a'~ interés).]

110 111
EL PROBLEMA EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO

del préstamo a interés: como prueban las fuentes, sumas importantísi{ '. " sino incluso obligatoria? Querer hablar a cuenta de todo esto de
mas pasaban, a la muerte de la gente rica (como "dinero de concien~. eUCO," .. tleJ'o" de las rel ' 'matena
aClOnes ' ' 1" es en 1a superestructura 1. d ea, 1
un. le . . ,
cia"), a las instituciones eclesiásticas y, en ciertos casos, a los antiguos' " un craso contrasentldo. Por tanto, hemos de preguntarnos: ¿que
deudores, en calidad de "usura" injustamente ejercida con ellos. [Otro':' . . sena
'd 'IS fueron las d '
etermInantes .
para que un tIpO d e con d UCClOn
.. d e VI. d a
era el comportamiento de los círculos aristocráticos ya emancipador. ~T\ensfiihrung), sin más finalidad aparente que el enriquecimiento,
interiormente de la tradición (prescindiendo de las sectas heréticas <) .
sospechosas),] pero incluso los espíritus escépticos y anticlericales So-
t:se 1/ integrado en la categoría de "profesión", ante la cual el indivi-
dl~!O se sentía obligado? Pues esta "obligación" es justamente lo que su-
73

lían hacerse su seguro para la otra vida porque, cuando menos, sentían' ~ . . ínistra apoyo y base ética a la conducción de vida (LebensJührung)
la incertidumbre natural ante lo que pueda haber después de la mUerte ~. rn
de! empresario de " nuevo estl'1 o ".
y porque, según la concepción más laxa (y, por lo mismo, más extendi~' r . Se ha señalado como motivo fundamental de la moderna econo-
da), para conseguir la eterna felicidad bastaba la sumisión externa al ~; mía el "racionalismo económico": así, especialmente, Sombart, en razo-
(r
72 precepto eclesiástico. 29 Aquí se pone de 11 relieve con la mayor claridad ¡ mientos felices y convincentes. Ello es exacto a condición de enten-
na
el carácter amoral e incluso inmoral que, según confesión de los proc' t der por racionalismo un crecimiento tal de la productividad del trabajo
pios interesados, caracterizaba esta conducta. ! que hizo a éste romper los estrechos límites "orgánicos" naturalmente
¿Cómo es posible que esta conducta, simplemente tolerada en el ~.: dados de la persona humana en que se hallaba encerrado, quedando so-
mejor de los casos, pudiera convertirse con el tiempo en una "profe- t metidO todo el proceso de la producción a puntos de vista científicos,
sión" en el sentido de Benjamin Franklin? ¿Cómo se explica histórica_ l:, Este proceso de racionalización en la esfera de la técnica en la econo-
mente que en el centro de máximo desarrollo capitalista en el mundo mía influye también, indudablemente, sobre el "ideal de vida" de la mo-
de aquella época, en la Florencia de los siglos XIV y xv) el mercado de L derna sociedad burguesa: la idea de que el trabajo es un medio al ser-
dinero y de capital de los grandes poderes políticos fuese considerado vicio de una racionalización del abasto de bienes materiales a la
sospechoso desde el punto de vista moral L o simplemente tolerable,] " humanidad ha estado siempre presente en la mente de los representan-
mientras que en el reducido ambiente pequeñoburgués d e 1a Pensilva- t. tes del "espíritu capitalista" como uno de los fines que han marcado
(
nia del siglo XVIII (donde la economía, por falta de dinero, apenas había h directrices a su actividad. Bastal leer, por ejemplo, para convencerse de
superado la fase primitiva del cambio de productos, donde no existía~ esta verdad, las descripciones que hace Franklin de sus esfuerzos en
huellas de grandes empresas industriales y donde los bancos poseían la t servicio de los improvements* comunales en Filadelfia. El moderno em- *
más rudimentaria organización) la actividad "capitalista" constituía el 1: presario siente una específica alegría vital, de matiz indudablemente
contenido de una conducta no sólo laudable desde el punto de vista ¡ "idealista", proporcionada por la satisfacción y el orgullo de "haber dado
~
trabajo" a muchos hombres y de haber contribuido al "florecimiento"
29 Una muestra de cómo se pensaba acerca de la prohibición de la usura la tenemos, por
i
~ de la ciudad nativa, en el doble sentido censitario y comercial en que lo
ejemplo, en el libro 1, c. 65, del estatuto del Arte di // Calimala (en este momento poseo ~ J entiende el capitalismo. Y, naturalmente, una de las propiedades de la
solamente la redacción italiana transcrita en la Stor, dei Com. Ital., vol. IlI, p, 246, de Emi- :~ economía privada capitalista es también estar racionalizada sobre la base
liani-Giudici); "Procurino i consoli con quelli frati, che parra loro, che perdono si faccia e ' del más estricto cálculo, hallarse ordenada, con plan y austeridad, al lo-
come fare si possa il meglio per l'amore di ciascuno, del dono, merito o guiderdono, owe- •~
ro interesse per ]' anno presente e secondo che altra volta fatto fue". * Esto constituía en i·
gro del éxito económico aspirado, en oposición al estilo de vida del
*
realidad una especie de remisión que de modo oficial concedía el gremio a sus miembros, a i campesino que vive al día, a la privilegiada parsimonia del viejo artesa-
cambio de que éstos se sometiesen. Otra prueba característica del carácter extramoral del f' no [y al "capitalismo aventurero", que atiende más bien al éxito político
provecho capitalista se encuentra también en las indicaciones que van a continuación y en ~.• y la especulación irracional].
el precepto inmediatamente anterior (c. 63) se anotan como "regalo" todos los intereses y ~ Parece, pues, que sería posible comprender el desarrollo del 11 "es- 74
provechos. Las actuales "listas negras" de las bolsas contra los que oponen la objeción de 1:
diferencia (se hace alusión al llamado "negocio de diferencia", cuyos créditos no son aecio- 1 píritu capitalista" como un caso especial del desarrollo global del racio-
nables [nota de Legaz Lacambra]) tuvieron su precedente en el descrédito de que se hacía !' nalismo, explicable por la posición de éste ante los últimos problemas
* objeto a los que recurrían al tribunal eclesiástico con la exceptio usurariae pravitatis.* J de la vida. En tal caso, el protestantismo sólo interesaría en calidad de
,.
112
¡ 113

t
EL PROBLEMA

anticipo de las concepciones racionalistas de la vida. Ahora bien, IIl. Concepción luterana
investigación a fondo demuestra que no es posible simplificar las
hasta ese punto, puesto que el racionalismo no ofrece en modo de la vocación
el carácter de una evolución progresiva paralela en todas las esferas Tema de nuestra investigación
la vida. La racionalización del derecho privado, por ejemplo, L~U""lU'"
da como simplificación y ordenación conceptual de la materia
se logró en su forma más avanzada por el derecho romano de la
imperial, mientras que en los países económicamente más
dos, como Inglaterra, quedó mucho más rezagada; el renacimiento
manista fracasó en manos de los grandes juristas ingleses, mientras
ha sido una realidad en los países católicos sudeuropeos. La
laica y racionalista del siglo XVIII no floreció de modo exclusivo, ni
quiera dominante, en los países económicamente más desarrollados:
volterianismo sigue siendo patrimonio de las capas superiores y Es INNEGABLE que en la palabra alemana "profesión" (Beruf), como 77
-lo que prácticamente es más importante- de la sociedad en los l-liil,""":". . quizá más claramente aún en la inglesa calling, hay cuando menos una
ses católico-romanos. Si quiere comprenderse por "racionalismo reminiscencia religiosa: la idea de una misión impuesta por Dios. Este
tico" aquel modo de conducción de vida (Lebensführung) que sentido religioso de la palabra se revela en toda su nitidez en cada caso
conscientemente el mundo a los intereses terrenales del yo individual y" concreto en que se la tome en la plenitud de su significado. Siguiendo
hace de ellos la medida de toda valoración, un tal estilo de vida siguef~, la génesis histórica de la palabra a través de las distintas lenguas, se ve
siendo todavía hoy una característica peculiar de los países del liberum\. en primer término que los pueblos preponderantemente católicos ca-
arbitrium, como Francia e Italia, que lo llevan en la masa de la sangre; yt~ recen de una expresión coloreada con ese matiz religioso para designar
por el contrario, podríamos convencernos de que semejante racionalis~,~ ,,~,
lo que los alemanes llamamos Beruf (en el sentido de posición en la
mo no es en modo alguno campo abonado para que florezca esa rela<'+ vida, de una esfera delimitada de trabajo), como careció igualmente de
ción del hombre con su "profesión", en el sentido misional, que requie:t~:f'; ella la Antigüedad clásica,! mientras que sí existe l/en todos los pue- 78
re el capitalismo. [Como lema de toda investigación en torno aLlf:
racionalismo debería figurar este sencillo principio, olvidado a menu~{~. 1 [De los antiguos idiomas, sólo el hebreo posee expresiones de matiz semejante. Por lo

do: que] es posible "racionalizar" la vida desde los más distintos punto~,{~ pronto, en la palabra ;'1=t~'?1? usada en relación con las funciones sacerdotales (Ex., 35, 21;
Neh.. 11. 22; 1 Chr.. 9; 13; 23.4; 26. 30), los negocios en servicio de! rey (especiahúente 1
de vista y en las más variadas direcciones. El "racionalismo" es un con({
Sam .• 8. 16; 1 Chr., 4,23, 29,6), e! servicio de un funcionario real (Esth .. 3.9; 9. 3). de un
75 cepto histórico que encierra un mundo de II contradicciones, y necesi,:';' c.elador del trabajo (Reg .. 2, 12, 12), de un esclavo (Ger.:39. 11). de la labranza (I Chr., 27.
tamos investigar de qué espíritu es hija aquella forma concreta del pen~;E 26). de los artesanos (Ex., 31, 5; 35. 21; 1 Reg., 7. 14). de los comerciantes (Ps .• 107.23) Y de
samiento y la vida "racionales" que dio origen a la idea de "profesión" y;~ todo "trabajo profesional" en el pasaje correspondiente de Sir., 11, 20. La palabra deriva de
la dedicación abnegada (tan irracional, al parecer, desde el punto de visl:~. la raíz lN7 = mandar, enviar, y por eso significaba primariamente "misión".
Con arreglo a estas' citas, parece evidente que su origen está en los conceptos buro-
ta del propio interés eudemonístico) al trabajo profesional, que era
cráticos del Estado egipcio y de! salomónico (inspirado en aquél), organizados sobre la
sigue siendo uno de los elementos característicos de nuestra cultura, base de la prestación personal. Cabe pensar, como me enseñó A. Merx, que'ya en la Anti-
capitalista. Este elemento irracional que se esconde en éste y en todo:~ güedad se perdió por completo este concepto originario, aplicándose la palabra a todo
concepto de "profesión" es precisamente lo que nos interesa. "trabajo", convirtiéndose entonces en algo tan incoloro como nuestra "profesión', con la
que compartió el destino de ser utilizada primeramente para designar funciones sacerdo-
tales. La expresión pn = lo "determinado", "asignado", "pensum", que también aparece en
Sirach, 11,20 -traduciéndose de los LXX como "OtaOT]?(.'T(-, procede también del len-
guaje de la burocracia cuasifeudal, como ai'-.,~"1 (Ex., 5, 13; cf Ex., 5, 14, donde los LXX
tienen también traducido oLao1Í?CTl por "pensum". Sirach, 43, 10, traduce en los LXX con la

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