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Así, los sindicatos ya eran izquierdistas cuando el general Velasco tomó el poder
en octubre de 1968. Pero, durante su mandato los trabajadores lograron una
conquista laboral muy importante. Se trata de la estabilidad laboral, que impedía
despidos injustificados y obligaba a sustentarlos legalmente. Esa norma de
Velasco permitió que los dirigentes sindicales puedan cumplir su trabajo sin
mayores temores. Pero, la ley era tan drástica que introdujo elevada ineficiencia al
sistema económico, puesto que el mismo efecto se hubiera podido lograr de otra
manera.
Sin embargo, Velasco no se llevaba del todo bien con los sindicatos. Los
consideraba comunistas y sospechosos de apoyar a una política extranjera, como
era la Unión Soviética y Cuba. Velasco era muy nacionalista, tenía recelo de las
posturas políticas que adherían a bloques extranjeros. Además, era autoritario y
trataba a todo el país como cuartel, queriendo que se obedeciera “sin dudas ni
murmuraciones”.
Por ello, no hubo luna de miel entre Velasco y los sindicatos. Por el contrario, en
esta época se forjó el clasismo, una ideología que expresaba el esfuerzo por
conservar autonomía con respecto al gobierno militar.
Ese movimiento clasista significó el punto más alto de la influencia política del
sindicalismo durante la segunda parte del siglo XX. Se fortaleció gracias a
Velasco, aunque logrando independencia para empujar un proyecto donde jugaba
un importante papel, que fue la izquierda desunida de los 1970. Pero, desde los
ochenta se inició el retroceso del sindicalismo. Sus protestas se gastaron, su
discurso se quedó corto y perdió efectividad. Los cuadros políticos de las
izquierdas ingresaron a la arena electoral y la competencia por cargos públicos.
Nadie se quedó a trabajar junto a los sindicatos.
Pocas veces la perspectiva sindical de este proceso ha merecido una narrativa tan
coherente y bien contada como en la reciente crónica de Samuel Soplín.
LA SINDICALIZACION ¿DERECHO DE EMPLEADORES O TRABAJADORES?
Sin libertad sindical no puede haber diálogo social ni progreso hacia la justicia
social. Esta libertad garantiza a los trabajadores la posibilidad de expresar sus
aspiraciones, fortalecer su postura en la negociación colectiva y participar en la
elaboración y aplicación de la política económica y social. Es además un requisito
previo esencial para una colaboración entre trabajadores, empleadores y
gobiernos, en condiciones de igualdad.
Asimismo, señala que la libre sindicalización va más allá de estos límites: alcanza
también la prerrogativa del sindicato de aliarse con otros sindicatos congénitos,
constituyendo federaciones y confederaciones en planos sucesivos y
ascendentes. Es una nueva visión de la idea de libre sindicación. Así como no se
puede impedir u obligar a un trabajador a participar en el sindicato, éste a su vez,
tiene la prerrogativa de crear o no, los órganos sindicales de grado superior.
Los juristas acentúan el carácter de derecho individual del trabajador que tiene la
libre sindicación. Esta afirmación es correcta y nos permite subrayar la
circunstancia de que le derecho subjetivo envuelve siempre el poder de sus
titulares de hacer o no uso de la facultad que le es concedida por el ordenamiento
jurado, sin riesgo de sufrir sanción alguna.
En ese sentido, considerando a la libertad de sindicación como un derecho del
individuo son tres aspectos que ella nos ofrece: el trabajador ejercita el derecho a
la libre sindicación en sentido positivo, cuando ingresa al sindicato, los ejercita en
sentido negativo, cuando rehúsa a participar de él, y por último el trabajador
decide libremente, en el caso de que esté inscrito en el sindicato, permanecer o
retirarse del sindicato. Lo esencial es que se ejercite la prerrogativa de libre
sindicación sin que el trabajador sufra o pueda sufrir sanción alguna.
CODIGO: 13241034