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Los Conflictos derivados de la enseñanza de los Jesuitas

Entre la universidad de San Marcos y la Compañía surgieron conflictos generados por la enseñanza
superior de ambos estudios. Los jesuitas enseñaban latín, retorica, artes, griego, y otras disciplinas
de acuerdo a las necesidades de la zona. En la ciudad de Lima, el Colegio de San pablo adquirió
gran fama por el método de enseñanza de estas materias, y muchos jóvenes, criollos y españoles,
asistían a las clases dictadas por los Padres jesuitas. Esto hizo que la población estudiantil de San
Marcos disminuyera notablemente a favor de los Jesuitas. Por eso el Virrey Toledo decide cerrar el
colegio jesuita junto con otros colegios religiosos. Ante esto los jesuitas argumentaron que la
enseñanza que ellos brindaban era como una forma de ayuda para los fines de la universidad como
había ocurrido en otras partes donde los colegios jesuitas actuaban de manera conjunta con la
Universidad.

El rey vio una solución y ordeno que los jesuitas dicten estas materias en distintas horas del día sin
perjuicio a la universidad. Aun si muchos estudiantes dejaron de ir a la universidad por escuchar
las cátedras de San Pablo. Es así que el Virrey Toledo ofrece cátedras a los Padres de la Compañía
en San Marcos, lo cual no aceptaron los jesuitas porque esto podía despertar emulaciones y
ambiciones por obtener grados académicos y cátedras; eso no se podía porque la compañía fue
declarada orden mendicante por el Papa Pio V. Además los jesuitas sostenían que ellos no podían
aceptar cátedras y salarios de la Universidad San Marcos, pues su estatuto se oponía a ello.
Finalmente en 1595, el Virrey Márquez de Cañete dio una real petición que fue la de la enseñanza
de latinidad en el colegio de la compañía como si fuera escuela menor de la Universidad San
Marcos con clases de mínimos, medianos y mayores. De esta manera, todos los estudiantes de que
los colegios jesuitas debían matricularse en la universidad jurando obediencia al rector y a las
fiestas universitarias.

La herencia de los jesuitas: después de la expulsión de los Jesuitas del Perú en 1767, muchas de sus
propiedades sufrieron diferentes destinos por las ordenanzas y los decretos reales. Por ejemplo el
antiguo Colegio de San Martin debería desaparecer, pues los pocos alumnos que quedaban serian
trasferidos al Noviciado, que años más tarde sería el famoso Convictorio de San Carlos. Se dio
muchas disposiciones en contra de la Compañía, por ejemplo no se podía hablar de los motivos de
la expulsión bajo pena de ser procesado como reo de lesa majestad. Los jesuitas no podían volver
del lugar donde habían salido, bajo la amenaza de ser castigados, incluso se castigaban a las
personas que ayudasen a los Jesuitas. El exilio significo para muchos jesuitas el hambre y la muerte,
pero también la prédica incansable sobre la libertad de los pueblos que dependían de España.

El real Colegio de San Martin, que fue destinado a los descendientes de la aristocracia, fue una
construcción solida con un hermoso patio, con salones amplios y pasadizos holgados. Este edificio
por el área que ocupaba fue utilizado como aduanas y después convertido en Palacio de Justicia.
Otro edificio que llamo la atención en la Republica fue el Colegio de San Pablo, donde también
funciono el Colegio de Caciques. Este local que construyeron los Jesuitas, con un esfuerzo de 15
años tomando como modelo la Casa Profesa de Roma. En la Republica, los terrenos que sirvieron
que sirvieron a los Padres de la Compañía, actualmente se han levantado la Biblioteca Nacional y
mediados del siglo XX la actual sede del Banco de Reserva del Perú.

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