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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

Facultad de Educación. Seminario: Memoria, Historia y Educación. Profesor José Manuel González Cruz 
 
Estudiantes: Jeffrey Adrián Garzón Lasprilla CÓDIGO; 2018287536
Contenido.
En el marco del segundo eje central del seminario de Memoria, Historia y Educación en Colombia 1948-
2016, dirigido por el profesor José Manuel González, se abordaron cinco textos vinculados bajo el tema
Memoria y Memoria Histórica del Conflicto en Colombia. Procesos históricos en Colombia. Los autores centran sus
trabajos en las experiencias violentas de una guerra endémica que, desde los orígenes de la república, ha logrado
permearse en cada recoveco de la sociedad colombiana, y a su vez, nubla la búsqueda de los responsables de
perpetuar el conflicto. Por lo tanto, utilizan la memoria, sus funciones y usos, para visibilizar a los olvidados
y evocar eventos desconocidos por la narrativa hegemónica utilizada por las élites para hablar de Historia de
Colombia.
Dicho lo anterior, cada autor acude al pasado relatado por los vencidos, las comunidades o las personas que
han sido víctimas o testigos de la guerra para tratar de darle sentido al presente y brindar nuevos horizontes
para transitar a un futuro en paz. Para Gonzalo Sánchez, el uso de la memoria cobra una relación cada vez
más estrecha con la guerra. Desde el siglo XIX, Colombia ha sido testigo en cada una de sus guerras de los
intentos del poder por eliminar o desfigurar la memoria a través de pactos amnistías o indultos, sin embargo, las
huellas de las víctimas y los testigos con sus relatos reclaman nuevos sentidos del pasado, resistiendo en el
presente contra el olvido(Sánchez, 2003).
En cuanto al capítulo 5 del Basta Ya, las narrativas de las víctimas y testigos de las confrontaciones de los
diferentes actores armados permiten construir relatos alternativos a partir de los datos, hechos y elementos
evocados en sus recuerdos. A lo largo del texto, el ejercicio de memoria posibilita la construcción de
explicaciones desde la experiencia de quienes padecieron y se opusieron a las complejas formas de la
violencia. Quienes relatan, nos permiten viajar a lugares y contextos pasado para significar un presente de
una sociedad reclamante de un futuro estructurado en la premisa de la no repetición(GMH, 2013).
Por su parte, Federico Muñoz y Patricia Reyes en sus trabajos, resaltan la importancia de las narrativas para
comprender y objetar desde la subjetividad una realidad deformada por la naturalización de la violencia en la
cotidianidad. El primero realiza un ejercicio de memoria colectiva con poblaciones de las montañas de
Buenos Aires, Cauca, afectada históricamente por varias violaciones al DIH. Utiliza el relato de don Miguel
Carabali Charrupi, adulto mayor habitante de la región para hilar los acontecimientos de violencia en los
últimos 55 años(Muñoz, 2013). El segundo aborda las narrativas desde la relación dialéctica entre realidad e
imaginación. Hace un análisis sobre los limitantes del lenguaje tanto en la enunciación de narrativas como en
la desnaturalización de conceptos como la violencia y propone el uso del arte desde sus diferentes
creatividades y expresiones como enlace entre las experiencias del pasado con el panorama social y político
del presente (Reyes, 2013).
Por último, Carlos Lozano Guillen (QEPD) encadena una recopilación de manera ordenada y detallada de
relatos periodísticos enmarcados en el proceso de paz entre el Gobierno colombiano y las Fuerza Armadas
revolucionarias de Colombia, FARC. En sus crónicas, por un lado, acude a la memoria para interpretar los
testimonios de los actores de la historia reciente del proceso de paz. Por otra parte, menciona a varios
sectores sociales y populares que han decidido incluirse en el atrancado escenario político del No en el
Plebiscito del 2016 para reclamar por sus comunidades y territorios(Muñoz, 2013). Por último,
Planteamientos teóricos y de contenido de los autores utilizados en los textos.
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Gonzalo Sánchez plantea que en Colombia es necesario reflexionar acerca de la perdurabilidad de la guerra y
su relación con la memoria. Mientras en otras experiencias la memora ha permitido a sociedades redundar
sus democracias desde el recuerdo, en Colombia, el odio, el rencor y la venganza son ejemplos del abuso de
la memoria para justificar causas políticas o vindicaciones sociales. Dicho lo anterior, se realiza un análisis
sobre las guerras en Colombia desde el siglo XIX y sus procesos de amnistías e indultos para entender la
prolongación del conflicto y la incrustación de la violencia en nuestra identidad. Por último, reflexiona
acerca del olvido como instrumento del poder para deformar o erradicar la memoria de los vencidos.
En cuanto al Capítulo V del Basta ya, se organizan los relatos de las víctimas y los testigos en tres ejes: el
primero se ubican en el eje narrativo que expone el sufrimiento causado por las pena y el dolor generado por
la crueldad de los actores armados y la indiferencia del Estado y otros agentes convocados a la protección de
la sociedad civil, El segundo ubica los relatos de personas estigmatizadas testigos de las acciones violentas y
las relaciones de poder entre actores armados con poderes locales, comunidades y vecinos; por último, el
tercer eje reúne las memorias de quienes, con sus actos, cuestionaron las acciones violentas y señalaron a
responsables de atentar contra la población civil.
Federico Guillermo Muñoz en su trabajo utiliza las funciones de la memoria para viajar al pasado, aclarar los
sucesos y las causas detrás de los actos violentos de los habitantes de la Vereda Villa Asacia. De igual forma,
se trabaja la memoria como elemento agenciador de las víctimas para devenir verdades, reconocer los
intentos de olvido en la sociedad y asumir una posición política frente al relato oficial. En el ejercicio
realizado surgen dos categorías interesantes de la memoria, los emprendedores de la memoria y la memoria
colectiva; El primero indica a las personas que logran transmitir memorias alternativas o contrahegemónicas,
como el caso de don Miguel, persona de la tercera edad en cuanto al segundo, señala la importancia de
contrastar los hechos con otros relatos para llenar los vacíos del relato individual.
Por otro lado, Patricia Reyes Aparicio hace una crítica al lenguaje por retener una carga de verdades
inmóviles sin vigencia, legitimadas dentro de una comunidad que las empleó en sus orígenes como
metáforas o aproximaciones de la realidad. Con el paso del tiempo, los conceptos se desfasan de la realidad y
pierden su valor. Por lo tanto, las narrativas enunciadas desde las experiencias desafían las regularizaciones
del lenguaje. Brotan de diferentes lugares y acuden al ejercicio de memoria desde diferentes estéticas para
compartir la huella. La literatura como narrativa posibilita evocar diversas memorias desde la ficción para
combatir contra el olvido
Por último, Carlos Lozano Guillén en su recopilación de doce crónicas sobre el proceso de paz, realiza un
análisis coyuntural del Acuerdo de paz firmado en la Habana y sus componentes estructurales sobre la tierra,
la dejación de armas y la participación política, de igual forma, se detiene en el No del Plebiscito para
cuestionar sobre los responsables de desbaratar el andamiaje jurídico de los acuerdos y sabotear su
cumplimiento. Finaliza con una mirada al proceso de incorporación política de las FAR y una entrevista al
padre Francisco de Roux para entender la importancia de la participación política, la verdad y reparación de
las víctimas para fortalecer el discurso de la no repetición
Alcances
Cada autor utiliza diferentes métodos y herramientas para desarrollar conceptos como memoria, funciones
de la memoria, memoria colectiva, narrativas, guerra, violencia, victimas, verdad y proceso de paz. Gonzalo
Sánchez realiza una serie de preguntas conexas con el uso de la memoria y los olvidos intencionados para
realizar un repaso arqueológico(Sánchez, 2003, p. 23) de las guerras civiles y los procesos de negociación en
el Frente Nacional y en los 90.
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El Grupo de Memoria Histórica realiza una selección de entrevistas realizadas a víctimas de la violencia en el
periodo comprendido entre 2009 y 2011. Los relatos se codifican a partir de las preguntas: ¿qué es lo que se
recuerda y cuenta sobre lo que pasó?, ¿cómo se recuerda y de qué maneras se interpreta lo que pasó?(GMH,
2013, p. 329) y se distribuyen a lo largo del capítulo a partir de tres énfasis: narrativo, interpretativo y de
significado Enuncia una serie de preguntas para comenzar un repaso arqueológico de las guerras en
Colombia.
Por su parte, Federico Muñoz participa en sesiones de evocación de recuerdos y de recuperación de
memoria con adultos mayores de la vereda La Alsacia. Para entender la percepción de los habitantes de
territorio, se les plantea la pregunta: ¿cómo era Buenos Aires antes?(Muñoz, 2013, p. 222) Con los datos
recolectados hace una representación geográfica, simbólica y cultural utilizando la cartografía social como
herramienta. En cuanto a Patricia Reyes, se busca ampliar con sus consideraciones dialogando con tres
conceptos durante el texto: narrativas violencia y memoria. Acude al psicoanálisis para exponer sobre la
relación narrativa- subjetividad en el individuo. Así mismo, resalta el arte como la insubordinación del
intelecto sobre el mundo esbozado por las estructuras lógicas del lenguaje(Reyes, 2013, p. 238).
Por último, Carlos Lozano Guillén se apoya en sus relatos periodísticos sobre el proceso de paz para
concentrar una serie de crónicas tejidas por tres momentos de la historia reciente del país: El acuerdo de paz
de la Habana, el triunfo del No en el plebiscito del 2016, el acuerdo final del teatro Colón y las
modificaciones coyunturales desde diferentes ramas del poder al acuerdo final(Muñoz, 2013).
Conclusiones
A diferencia de la objetivación de los hechos en la historia, los autores coinciden en la importancia de la
memoria para comprender las dinámicas históricas del conflicto armado en Colombia y sus múltiples
expresiones de violencia. La memoria permite viajar al pasado y transportar al presente diversas narraciones
cargadas de ideologías y experiencias sin corresponder a las rigurosidades de los acontecimientos(Sánchez,
2003, p. 24). Por lo tanto, hacer memoria no implica utilizar un relato con recuerdos fijos, exactos y
uniformes. Por el contrario, nos obliga a circular entre varias experiencias recordadas para reconstruir el
pasado(Muñoz, 2013, p. 226).
De manera que, quienes han sido desterrados de los hechos emblemáticos citados en la narrativa histórica
devanada por gobiernos hegemónicos, encuentran en sus relatos, la manera para denunciar las atrocidades
perpetradas contra comunidades personas y sus propias vidas, de igual forma, les permite tener una
participación política para cuestionar los contextos del presente(Muñoz, 2013, p. 224) y reivindicar su
dignidad. Sus memorias, con sus acentos y tonos, fijan con su huella los contenidos que se pretender
manifestar(Reyes, 2013, p. 238)
Dicho lo anterior, para superar una guerra que no deje vencidos ni vencedores y así, la sociedad colombiana
transite de los hechos crueles y terribles de la violencia hacia la paz(Muñoz, 2013, p. 80), se necesita de la
participación toda la sociedad colombiana. Es en esta coyuntura donde las víctimas, a través de sus
memorias, nos permite entender los problemas políticos que la historiografía ha intentado comprender
desde las Guerras dadas en el siglo XIX y estructurales asumidos por las Ciencias Sociales la segunda mitad
del siglo XX(Sánchez, 2003, p. 27)
Por consiguiente, los testimonios de las víctimas permiten identificar rasgos, escenificar lugares, significar
frases enunciadas o movimientos imprevistos le permiten a las víctimas o testigos cuestionar moralmente su
accionar, de igual forma, al relatar los momentos en donde fueron estigmatizados y humillados, los relatos
concluyen con un reclamo por su inocencia y dignidad(GMH, 2013, p. 235). Evocar este tipo de memorias
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le permite a una sociedad en transición seleccionar las huellas o símbolos que buscan resistir el
olvido(Sánchez, 2003, p. 24) para alcanzar la justicia, verdad y reparación.
Por último, el uso de la memoria desde las víctimas permite encontrar nuevas formas de conmemorar el
pasado y comprender el presente. Quien relata o se relata, acude a la creatividad para hilar sus recuerdos con
diferentes lugares y prefiere usar su vocablo como herramienta para dotar de veracidad sus razonamientos
por encima de las abstracciones conceptuales(Reyes, 2013, p. 242). Es en este ejercicio narrativo donde el
arte y sus diferentes formas de expresión contrarrestan las narrativas oficiales encasilladas en el
lenguaje(Reyes, 2013, p. 239)
Comentarios
De las temáticas trabajadas en el segundo eje central del seminario, el tema de la memoria nos permite como
sociedad transformar los rumbos políticos e históricos del país en una coyuntura donde todos los sectores
sociales somos convocados al ejercicio democrático desligado de las vías armadas, y a su vez, sectores
políticos tradicionales utilizan el odio para continuar su permanencia en el poder. Gonzalo Sánchez nos
advierte que la guerra se expone en diferentes maneras en la cotidianidad de las personas hasta el punto de
deslucir sus fundamentos, sus orígenes, impidiendo su comprensión en el presente(Sánchez, 2003, p. 19).
De igual forma, Patricia Reyes nos recuerda bajo qué lógicas del lenguaje se ha naturalizado la guerra, hasta
el punto que la palabra violencia recorre en la gran mayoría de colombianos y colombianas sin mayor
trascendencia(Reyes, 2013, p. 219).
Por lo tanto, como sociedad debemos acudir a los reclamos de verdad, justicia y reparación de las víctimas
desde la memoria. Si la guerra nos ha dejado un largo periodo de suspensión de la memoria(Sánchez, 2003, p.
102), el fin del conflicto entre el Gobierno Nacional Y Las FARC es la oportunidad para movilizar miles de
memorias de quienes han sido olvidados, derrotados, humillados y ultrajados en el pasado, nos permitan
solucionar los problemas estructurales de nuestro país para construir un futuro con garantías políticas y
confianza en las instituciones para alcanzar la tan anhelada paz. De no hacerlo, retornará la violencia como
medio para luchar por los olvidos impulsados por el poder.
Con los acuerdos firmados en el Teatro Colón, tenemos la oportunidad para que la sociedad practique una
manera pacífica de solucionar conflictos sin las armas a partir de del diálogo e intercambio de ideas. En ese
sentido, las formas para buscar la justicia, la verdad y la reparación de las víctimas, en todos los trabajos
citados en este texto, se exponen de diversas maneras al momento de usar la memora; viajar a las guerras
civiles del siglo XIX para comprender los procesos de cierre de guerra e inicio de violencias, recoger
testimonios en diferentes regiones del país de quienes sufrieron, conocieron los actores armados y se
rebelaron contra el terror, penetrar inhóspitas montañas para conocer testimonios de adultos mayores,
sonreír con las narrativas en los espacios monocromáticos del lenguaje y transmitir años de militancia a
través de crónicas con un sentido ético y crítico.
GMH. (2013). Memorias: la voz de los sobrevivientes. En ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y
dignidad (pp. 328-387). Bogotá: Imprenta Nacional. Recuperado de
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2013/bastaYa/basta-ya-colombia-
memorias-de-guerra-y-dignidad-2016.pdf
Muñoz, F. G. (2013). Relato sobre el accionar violento en las montañas de Buenos Aires (Cauca) durante los
últimos 55 años: un testimonio vivo de memoria. En Violencia, memoria y sociedad (pp. 219-237). Bogotá:
USTA.
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Reyes, P. (2013). Narrativa, violencia y memoria: rupturas y secuencias. En Violencia, memoria y sociedad: debates
y agendas en la Colombia Actual. (pp. 237-256). Bogotá: USTA.
Sánchez, G. (2003). Las huellas de la Guerra; ¿Cómo nombrar el pasado?; Guerras inconclusas, memorias
circulares (págs.17-65), y Guerra y memoria (pág. 89-110). En Guerras, memoria e historia. Bogotá:
Instituto Colombiano de Antropología e Historia, ICANH.

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