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Michel Sibalis
Introducción
Durante las últimas décadas, los “guetos gays” han aparecido en muchas grandes
ciudades en Norteamérica y Europa occidental. La palabra gueto se origina en la
Venecia del siglo XVI, e inicialmente se refería a un área de la ciudad donde las
autoridades locales forzaron a residir a los judíos. Los sociólogos americanos de la
Escuela de Chicago, se apropiaron de la palabra en 1920 para designar a los distritos
urbanos habitados predominantemente por minorías raciales, étnicas o sociales, ya sea
por compulsión o por elección. En 1970, los sociólogos aplicaron el término “gay gueto”
para hacer referencia a barrios caracterizados por la presencia de instituciones gays
(bares, librerías, restaurantes y tiendas de ropa), una eminente y dominante sub-
cultura gay que esta socialmente aislada de la comunidad en general, y una población
residente que es sustancialmente gay (Levine, 1979, p. 364), tales como West Hollywood
en los Ángeles y el West Villaje parte de Greenwich Village en New York.
*
Publicado originalmente Sibalis, M. (2003) Urban Space and Homosexuality: the
Example of the Marais, París Gay Ghetto. Urban Studies (41: 9) 1739-1758]. Traducción
Nahuel Contreras.
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para la gentrificación, en la cual los gays no solamente han respondido a los incentivos
económicos (bajas rentas y buenos precios inmobiliarios), sino también, han buscado
crear un territorio, en el que poder habitar y controlar, y donde se puedan sentir en
casa dentro de una comunidad independiente apartada del mundo que los percibe de
manera indiferente e incluso hostiles. Su presencia anima la apertura de bares y otros
negocios que atraen a la clientela gay. Un gueto gay los provee de una base territorial
para el desarrollo de un movimiento gay, el cual puede convertirse en una fuerza
dentro de las políticas municipales.
Gran Bretaña, también tiene sus guetos gays, sin embargo, enclaves residenciales, han
aparecido más lentamente que en Norteamerica. En Londres, “The gay villaje” de Soho
y especialmente Old Compton Street (“las 100 calles más gays en gran Bretaña”), son
un barrio comercial y no residencial respectivamente (Binnie, 1995, p. 194- 198). La
escena gay de Newcastle's es “predominantemente no residencial en el centro de la
ciudad, a excepción de un gran número de apartamentos compartidos en Waterloo
Street, de los cuales muchos residentes son gays” (Lewis, 1994 p. 90). El “gay villaje” de
Manchester, está ubicado sobre Bloom Street y Canal Street y son reconocidas como
las más grandes en Bretaña además de las ubicadas en Londres, compuestas de bares,
clubes, negocios y centros comunitarios que sirven a la población gay de la ciudad,
pero otra vez es primariamente una escena social más que un distrito residencial, sin
embargo, muchos hombres solteros, han empezado a mudarse hacia el centro de la
ciudad en los 90' (Hindle, 1994, pp. 17- 22; Quilley, 1997).
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Este artículo comienza con una descripción del carácter histórico específico del
distrito de Marais, y cómo éste ha sido modificado por el desarrollo urbano y los
cambios económicos a través de varios siglos. La Gentrificación y la proliferación de
sitios gays, constituyen solamente la más reciente fase de la muy larga historia de este
barrio. Después de examinar la relación entre hombres homosexuales y el espacio
parisino durante el siglo XX, el artículo indaga los factores económicos y sociales que
permitieron el desarrollo de Marais como un gueto gay en los años 80' y 90', y más
notablemente los motivos y el papel de ciertos hombres de negocios gays que
financiaron dicha transformación. El artículo entonces muestra la relación entre el
gueto gay (territorialidad) y el nuevo sentido de identidad en la emergente comunidad
gay francesa. Finaliza con un detallado resumen de las disputas que se han suscitado
alrededor de la existencia de Marais y la “guetizacion” de la vida homosexual que
supuestamente representa, asunto que han hecho de Marais el blanco de virulentas
críticas fuera y dentro de la comunidad gay.
El Marais:
El Marais, situado en el centro de parís sobre el flanco izquierdo del río Sena, es el
distrito más viejo de la ciudad que ha sobrevivido a través de los siglos, relativamente
intacto. (Chatelain, 1967) Marais significa “marismas” y ciertamente gran parte de
Marais fue un pantano hasta que fue drenado en el siglo VIII, pero en tiempos
medievales, la palabra también hacía referencia a la tierra utilizada para el cultivo de
vegetales; la prevalencia de esta actividad en el área explica de mejor manera su
nombre. El Marais ocupa dos de los veinte arrondissements (distritos administrativos),
en compañía de gran parte del tercer arrondissement (casi todo excepto las partes al
oeste de la Rue Beaubourg o el norte de la Rue de turbigo) y cerca de la mitad del cuarto
arrondissement (excluyendo lo que se encuentra al oeste de la Rue Du Renard, el sur del
banco derecho del río Sena, al este del Boulevar Enrique IV). La muralla fortificada del
rey Felipe Augusto (construida entre 1190 y 1215), tomó solamente la parte sur de este
área, y órdenes religiosas construyeron conventos y monasterios en los campos
aledaños a ésta. Además el desarrollo urbano seguido tras la construcción de un nuevo
muro por Carlos V, en la mitad del siglo XIV, ubicó por completo a Marais dentro de
los límites de la ciudad. En la primera década del siglo XVII, Enrique IV, decidió
reformar el Marais como un lujoso distrito residencial. En su apogeo, en la mitad del
siglo XVII, el Marais estaba invadido por numerosos palacios y mansiones habitadas
por ricos aristócratas, altos oficiales del estado y financistas (Babelon, 1997; Faure, 1997,
pp. 7- 51; Gady, 2002, pp. 9- 21). El resultado fue un relativamente homogéneo paisaje
urbano en lo concerniente tanto a época y estilo. Las mansiones de la aristocracia
fueron colocadas aparte de los edificios de sus subalternos – el ensamble completo, es
un ejemplo apropiado de la configuración del modo de vida del siglo XVII (Kain, 1981,
p. 209).
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La elite social comenzó a abandonar el Marais luego de que Luis XIV trasladó la corte
real a Versalles en 1680. El proceso continuó rápidamente en los siglos XVIII y XIX,
cuando los aristócratas prefirieron vivir en los nuevos distritos al oeste de parís: el
Faubourg Saint-Germain sobre el lado izquierdo del Sena y el Faubour Saint- Honore
sobre el derecho (Le Moel, 1997). Su partida “dejo campo abierto para una nueva
ocupación social del espacio” por tenderos, artesanos y trabajadores. (Prigent, 1980, p.
19). Hacia finales del siglo XIX, la instalación de pequeñas industrias y comercios en el
Marais y la subdivisión de sus mansiones en apartamentos, transformó la mayoría del
Marais aristocrático en un barrio bajo sobrepoblado y venido a menos. En 1965, el
Marais seguía siendo la residencia de cerca de 7000 negocios (especialmente
manufacturas y ventas al por mayor, en joyerías, óptica, cuero y vestimenta)
empleando 4000 personas (Kain, 1981, p. 239). En 1975, solo el 17,3% de todas las casas
parisinas fueron construidas antes de 1871, pero en el Marais lo estaba el 65.1%; es decir
uno de cada cinco apartamentos parisinos habían sido construido desde 1948, pero
solo uno de cada 20 había sido construido desde esta fecha en el Marais (Prigent, 1980,
pag 32). Por lo tanto, era inevitable que el Marais con su belleza arquitectónica, su
ambiente tranquilo y su relativa locación central algún día regresaría a su status
original como un distrito de moda y riqueza (Emenson, 1979, pag. 320).
Esto resultó gracias a la ley Malraux del 4 de agosto de 1962 (Stungo 1972). Esta fue “una
de las más importantes e influyentes piezas de legislación sobre la conservación en
Europa”, la cual “declinó un” gran diseño “ por el renacimiento de los distritos
históricos de las ciudades francesas” (Kain, 1981, p. 200). La meta no era preservar
solamente edificios individuales y monumentos, si no una zona urbana completa, para
mantener el carácter tradicional del barrio, al mismo tiempo que se modernizaban las
condiciones de vida de estos. En 1964/65, la Ciudad de París, con el apoyo del gobierno
nacional, designó 126 hectáreas de el Marais como un sector de “protegido” para la
preservación y renovación ( Kain, 1981, pag 200).
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Se conoce mucho acera de los espacios urbanos usados por los homosexuales parisinos
(generalmente llamados sodomitas o pederastas antes del 1900), desde inicios del 1700,
tanto en espacios públicos (parques, jardines, riberas, muelles y calles) y espacios
interiores (tabernas, bares, clubes y restaurantes). En el siglo XVIII y XIX, estaban
dispersos por toda la ciudad, pero la mayoría se encontraban en su periferia, ya sea
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La popularidad de Rue Saint-Anne duró algo más de una década. En junio de 1983, un
periodista gay, escribió que la geografía homosexual de la capital había cambiado
dramáticamente. Saint Germain y la Rue Saint-Anne ya no estarán de moda, los
reemplazaran Les Halles y especialmente el Marais (Jaller, 1983, pag 35).
“No hay otro área de París que tenga tan fuerte personalidad en términos de su
diversidad (arquitectónica). La misma belleza de sus habitantes puede ser vista
en cada calle, el mismo refinamiento de las piedras, la misma calidez de sus
espacios públicos y en todas partes la misma poética poesía (sic). El Marais…
tiene un espíritu, un alma, una existencia inmaterial, más allá del espejo de la
vida” (Auffray, 2001, pag 8).
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Hay un tercer factor que explica cómo y por qué el Marais se convirtió en el centro de la
vida gay parisina. Los empresarios gays reconocieron que el Marais, con bajas rentas y
precios inmobiliarios era una oportunidad de inversión. En lo que respecta, el Marais
gay como las Gays Villages y guetos en Gran Bretaña y norte América, se desarrollaron
espontáneamente, en respuesta a las condiciones favorables del mercado. Pero los
inversionistas gays en París estaban preocupados, no solo por el balance de sus
finanzas, sino también por crear un nuevo distrito gay de acuerdo a sus convicciones
personales, y no por una evidente oportunidad comercial.
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1979, pero en septiembre de 1980, el se separó y abrió uno propio, bajo el nombre de
“Bar Central”, en la intersección de Rue de la Bretonnerie (Le Douce, 1983). Como
Leroux, McGrath creía que “era necesario cambiar la escena gay en Francia… la idea de
un bar abierto durante el día, había sido iniciada con The Village y yo aproveché la
oportunidad… una de las metas que me impuse tras la apertura de Le Central, era
hacer la vida homosexual parte de la vida diaria” (Roland Henry, 1983): “Mi ambición
entonces era hacer de la homosexualidad un lugar común, hacerla visible a pleno día”
(Chayet, 1996).
Para hombres como Leroux y McGrath, abrir un local gay en el Marais, fue
evidentemente una decisión de negocios y una declaración política. Sus bares
personificaron un nuevo tipo de cultura gay, basado en la escena contemporánea
americana: militante y afirmativa; los días de la clandestinidad y la vergüenza
internalizada, estaban definitivamente acabados, pero la militancia, no termina en un
sentido sagaz para los negocios ni en un ojo para la oportunidad financiera. Como un
periodista lo menciono:
“Tras la creación de establecimientos manejados por y para ellos mismos, gays…
han agrupado en el mismo sector, actividades interdependientes, por razones
prácticas, sin desconocer los motivos propios que hacen parte de un negocio: han
puesto juntos en el mismo lugar oferta y demanda (Madesclaire, 1995, p. 48).
Bernand Bousset, es hoy uno de los más exitosos de estos empresarios gays que
construyeron el Gay Marais, negocio tras negocio. Comenzó su carrera administrativa
en Saint-Tropez, en los años 1960s. y eventualmente adquirió un sauna gay en Paris, el
IDM, en el noveno arrondissement En abril de 1987, abrió Le Quetzal, un bar gay sobre la
Rue de la Verrerie en el Marais, y pronto adquirió otros negocios en el distrito. En 1990,
fundó el SNEG (Sindicato Nacional de Empresarios Gays) un grupo de empresarios
gays que él lideraría durante la primera década de su existencia (Neuville, 1995).
Gradualmente, más y más bares, cafés, y restaurantes orientados predominantemente
a una clientela gay aparecieron en el Marais (Martel, 1999, pag 171- 173), mientras otros
negocios con propietarios gays o “gays friendly” abrieron para vender libros (Les Mots
a la Bouche, la librería más gay de la ciudad desde 1980, se mudó a el Marais en 1983,
negocios de ropa, muebles, arte, antigüedades, decoración para el hogar y así
sucesivamente. Incluso ha existido una farmacia gay en el Rue du Temple, desde
mediados de los 1990s. Su propietario explica, en palabras que cualquier empresario
gay puede hacer eco, que la Farmacie Du Village usa su ubicación geográfica, en el
corazón de Marais, para apuntar a una clientela gay ganando su confianza y
estableciendo complicidad con sus clientes (Laforgerie, 1997, p. 26).
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Como la cita anterior indica, a gran mayoría de la clientela gay del Marais son
hombres. Hay presencia de no más de tres o cuatro bares lésbicos en el Marais. Las
mujeres pueden entrar, (no a todos), los bares de los hombres, ellas rara vez se sienten
bienvenidas en estos lugares. A pesar de que los cafés, restaurantes y tiendas, dan la
bienvenida a las mujeres, éstas, no son más que una clara minoría. En general, las
comunidades lésbicas son menos territoriales que las comunidades gays masculinas y
la socialización lésbica, se da mucho más allá de los bares y los clubes, cosa que no
sucede entre los hombres homosexuales (Lockard, 1985; Retter, 1997). Un estudio
publicado 15 años atrás, sugiere que mientras las lesbianas son mayormente aceptadas
entre los residentes del centro de París, “lugares lésbicos” (bares, restaurantes y clubes
nocturnos, pero también centros sociales, cines y tiendas de libros) son menos
geográficamente concentrados que aquellos que son hechos para hombres gays,
(Winchester y White, 1988).
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Incluso, solo teniendo en cuenta a los hombres homosexuales, la expresión Gay Marais
es de alguna manera engañosa. Ante todo, los gays no han tomado el control entero del
Marais. El conjunto de negocios gay, están relativamente ubicados en pocas calles,
principalmente en la esquina sur-oeste de este distrito, lo que equivaldría
aproximadamente a los primeros 200 metros de la Rue Desarchives o los relativamente
cortos 300 metros de la Rue de la Saint de Croux de la Bretonnerie, la cual ha sido
llamada por un periódico “la vidriera gay de París” (Baverel, 1996). Segundo, si bien los
homosexuales van allí a consumir y a socializar, solo una pequeña minoría se ha
mudado al Marais., el gueto es primordialmente comercial (Chaiet, 1996).
El Marais tenía la pretensión de ser Castro Street (en San Francisco) o Cristopher
Street (New York). Esto nunca sucedió por completo… la vida gay está dispersa y varias
décadas han creado lugares de reunión en los cuatro extremos de la ciudad (Vanier,
1991, pag 56).
Para poner algunos de los ejemplos más obvios: Le Palace, el cual abrió en 1978 y se
convirtió en el club gay parisino más famoso de los 1980s., está ubicado en la Rue du
Faubourg Montmartre, bastante lejos de Marais; mientras Le Queen, inaugurado en
1994, el club gay mas exclusivo de los años 1990s., está incluso mucho más lejos, en los
campos elíseos. La Rue Keller, en el arrondissement 11 y a aproximadamente 1500 metros
al este de los bares gays del Marais, ha crecido de manera independiente desde los años
1970, para convertirse en un centro alternativo de los clubes y bares gays; incluso el
centro para gays y lesbianas de la ciudad, se trasladó allí a comienzos de los 1990s.
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usualmente menos obvios para los transeúntes, que aquellos localizados en Marais,
son principalmente saunas y “sex bars” con cuartos oscuros, donde los clientes pueden
tener relaciones sexuales. (También hay algunos clubes nocturnos y discotecas en estas
zonas, que Emanuel Redoutey olvida mencionar). Finalmente la amplia base del cono
comprende espacios al aire libre (baños públicos, calles, muelles sobre el Sena y sus
canales y parques públicos) que hombres homosexuales usan para conocerse y tener
anónimas y semi-públicas relaciones sexuales. Esta gran base cubre la ciudad
completa, así como también los parques con abundante forestación en las afueras de la
ciudad: “los chicos de Bolonia”, al Oeste, y los chicos de Vincennes al Este. Para
Redoutey, el Marais, muestra una homosexualidad socialmente “aceptable” en
contraste con “una homosexualidad oculta y dispersa en saunas, sex clubs y espacios
exteriores de encuentros, los cuales ocupan las esquinas oscuras de la ciudad”
(Redoutey, 2002, pag 63). Pero es en el Marais, precisamente, porque es más visible y
más aceptable, en donde el público centrará su atención, representa el estilo de vida
gay dentro de un mundo heterosexual, y a su vez sirve como la base territorial para la
construcción de una comunidad gay.
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mundo artificial, cerrado y sofocante, donde todo fuera homosexual: no solo los bares,
restaurantes y los cines, sino también las casas, las calles (en New York varias calles
están habitadas casi en su totalidad por homosexuales), los barrios… Un mundo donde
se podría vivir una vida entera sin ver nada más que homosexuales, sin saber otra cosa
que la homosexualidad. En Europa esto son llamados guetos… Repudiamos esta falsa,
dañina y grotesca concepción de la homosexualidad. (Daniel. 1964, p.387).
Militantes gays radicales de los años 1970s., tienen en común con aquellos referentes
homófilos, pero, ellos también denuncian los guetos gays, en tanto el “gueto
comercial”, representados en los bares de Saint Germain o los ubicados en la Rue Saint
Anne; y el “gueto salvaje” constituido por los parques, jardines y baños públicos donde
hombres homosexuales salen al encuentro por una aventura sexual (Martel, 1999, p. 77).
Los radicales creían que los guetos animaban una identidad homosexual separatista (J.
Girard, 1981, pp 132- 133), estos, deseaban que los homosexuales participen en la
transformación revolucionaria de la sociedad en su totalidad: “En vez de cerrar a todo
el mundo en su propio espacio, necesitamos cambiar el mundo, para así encontrarnos
a nosotros mismos todos juntos” (Boyer, 1979/80, p. 74).
Otros análisis invierten aquella ecuación, es decir, insisten en que el Marais creó una
comunidad gay y no a la inversa. Por ejemplo, Yves Roussel, ha notado que no importa
cuál sea el campo político, los activistas homosexuales de los años 1950s. al 1970s.,
rechazaron la formación de una comunidad gay distintiva (los más conservadores
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Incluso les decía a sus clientes: “esta es la vida gay que está más presente y
diversificada en París,… la cual, ante todo ustedes crearon por el consumismo” (D.
Girard, 1983). Este fue precisamente el mensaje publicado en una campaña publicitaria
del SNEG en 1996: “el consumir gay es afirmar tu propia identidad”. El propósito de la
campaña, declarado por sus miembros era “que esta fuera igualmente una campaña
comunitaria, así como una forma de atraer al hogar de las personas de forma visible a
los establecimientos gays” (Primo. 1998).
Argumentos como este, son ciertamente solo de utilidad por parte de los empresarios
que toman ventaja de esto, lo que no significa que no tengan merito alguno. Como
Scott Gunther recientemente ha destacado:
“el renovado Marais de los 80, proveyó un espacio para el desarrollo de una
identidad gay que no existía antes en Francia. Como la comunidad creció, los
gays por si mismos ganaron una reputación como respetables, ingeniosos y
opulentos… a través de los 80, la aparición de la identidad gay y el espacio
geográfico del Marais, se hicieron inseparables y al comenzar los 90' parecía
imposible imaginar la existencia de uno con el otro. La comunidad resultante, la
cual estaría definida inicialmente por una orientación sexual se convirtió
extremadamente unida por compartir gustos, referencias musicales y comidas e
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incluso un “Marais look” distintivo entre los hombres gays habitantes de dicho
barrio” (Gunther, 1999, p. 34).
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Las banderas pronto fueron reemplazadas por calcomanías de arco iris mas discretas,
adheridas sobre las ventanas y puertas, pero la disputa fue símbolo de una
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El asunto de la “guetización”:
En otras palabras, el reciente desarrollo en el Marais, evoca la noción de “guetización”,
un término que posee una evidente aplicación a muchos grupos minoritarios
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El debate acerca del gueto gay en Francia forma parte de una controversia más amplia
sobre el universalismo contra el comunitarismo (ver Caron 2001, pp 149- 161). El
francés considera, raza, etnia, religión y orientación sexual, como asuntos
estrictamente privados que no poseen un rol legítimo en la esfera pública. Se espera
que los individuos vivan como ciudadanos libres, iguales y autónomos. Bajo la
autoridad del Estado-Nación y se apropien de su valores culturales dominantes. Sin
embargo, tras el surgimiento, dentro de la colectividad Nacional, de algunas minorías
francesas, demandan ahora, el reconocimiento oficial de sus comunidades, buscando
derechos especiales, además de acuerdos moderados). De acuerdo a un panelista,
“estamos siendo testigos de la victoria… de una comunidad sobre la sociedad. La
comunidad es el nuevo ídolo ante el cual nos debemos arrodillar. ¿Y quiénes son estas
“minorías culturales”', primero estan las feministas, después los gays, que están en
“segundo rango” de influencia, seguidos por los franco-árabes, franceses negros con
corsicanos, los discapacitados y así sucesivamente. Cediendo a sus demandas, Francia
esta progresivamente abandonando “los valores de la República”, “el poder de la
ciudadanía y la igualdad”” (Minc 2003, pp. 17- 18). El Marais es un gueto gay en el
centro histórico de la capital Nacional, que se ha convertido en la materialización física
de fuerzas que presuntamente amenazan con arruinar las bases de la República
Francesa. Estas peligrosas fuerzas subversivas, están claramente identificadas con los
EE.UU, el cual representa una sociedad multicultural, fragmentada y disfuncional por
razones de raza, etnia, religión y orientación sexual. Dichas comunidades han
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Los hombres gays y las lesbianas están fuertemente divididos dentro del gueto,
mientras muchos lo reivindican como un espacio seguro para divertirse y socializar,
otros lo rechazan y creen que el separatista y superficial estilo de vida que este
representa, limita las posibilidades de vivir fuera del gueto y en un mundo más amplio.
Por ejemplo, Patrick Schindler, un militante anarquista, ha dicho que:
El periodista de radio Gerard Lefort, dice: “hay personas que están solas, y solo les
queda la opción de buscar a otros que son como ellos. Pero… esto es muy triste”. El
describe que el Marais es como “un juego perverso” y “un poco parecido a Jurassic park:
alguien mantienen a todos los monstruos juntos” (Gac 2000, p. 25). Incluso algunos
gays de las provincias francesas, donde los homosexuales alguna vez han soñado
mudarse a París, se han unido en coro de disidentes. En septiembre de 1998, una
revista gay publico en la Francia occidental, un articulo “París está muerta”: “el Marais
es un mercado de oportunidades como ningún otro… los comercios gays están, en su
gran mayoría, en manos de extorsionistas, que son tanto astutos como avaros”. El
artículo describe la conformidad que presuntamente reina en el Marais: “si por
infortunio un gay en el Marais se desvía del “aspecto reconocido”, es inmediatamente
objeto de reprobación y es mirado con indiferencia. Y señala que los gays tienen más
diversión en sus provincias por que “nuestros bares regionales son para convivir, son
familiares y amistosos” y “ los clubes nocturnos provinciales no caen en el espíritu del
gueto, ellos aceptan a los heterosexuales con los brazos abiertos” (Fauconnier, 1988).
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Pero si los clichés, son por definición simplistas, ellos no dejan de tener elementos de
verdad. Los gays que residen y socializan en el Marais, ¿realmente quieren vivir
aislados del mundo? Improbable. ¿Son todos ellos, hombres jóvenes, blancos,
musculosos y consumidores adinerados? Los locales gay de Marais, ciertamente
promueven un estilo orientado a los hombres que poseen un pequeño lugar para las
mujeres, el pobre o el viejo, el no atractivo, el afeminado, el gordo, quienes no forman
parte de los cánones actuales del deseo homosexual, pero incluso el más común de los
observadores, no puede evitar notar que lesbianas, hombres mayores y minorías
visibles estén mucho más presentes en los bares del distrito, o sentados en las terrazas
de los cafés.
Conclusion:
Como este articulo ha demostrado, el Marais, es tanto, un barrio real, con todos los
convenientes e inconvenientes asociados con la vida urbana moderna; y también es un
escape imaginado dentro de la ciudad que la gente interpreta bajo la luz de sus propios
prejuicios, deseos y aspiraciones. Un gueto gay se ha formado en el Marais en los
últimos veinticinco años debido a la confluencia de múltiples factores: un sitio de
atractivo histórico, un exitoso programa de renovación urbana llevado a cabo por los
gobiernos municipales y nacionales, una estratégica ubicación en el centro de París,
rentas y precios inmobiliarios inicialmente bajos para atraer inversiones, un creciente
mercado gay disponible para satisfacer a (la economía rosada), la determinación de
ciertos empresarios de promover un estilo de vida gay más abierto y animar a las
nuevas generaciones a su apropiación. El destino del Marais, durante los años
venideros, será similarmente determinado por la intersección de muchas y complejas
fuerzas sociales y económicas, que hacen imposible definir exactamente que pasara.
Las presiones financieras, podrían muy bien destruir, o al menos dispersar, el Marais
gay, forzando a más y más negocios gays hacia otros barrios. De hecho, un artículo
reciente, ha sugerido que el Marais hoy está en “crisis”, que sus lugares gays, son
“víctimas del éxito del distrito”. Debido a la notable vacilación de los clientes, que
siempre están en busca de algo nuevo, los negocios gays necesitan recuperar sus
inversiones rápidamente (dentro de los cinco primeros años). Pero los altos costos
actuales para comprar un negocio ya existente o establecer uno nuevo en el Marais,
tiende a desalentar a nuevos inversionistas, especialmente cuando ellos deben
enfrentar una competencia fuerte por parte de los comercios ya existentes. Por su
propia parte, el presidente de SNEG, insiste confiadamente que el futuro del Marais
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como el gueto gay de París está asegurado: “no es posible reproducir en otro distrito de
París, lo que ha sucedido en Marais. ¿Qué otro distrito hoy es central, accesible por el
RER y el subterráneo, con altos niveles de seguridad y barato?, estas son las
condiciones particulares que han permitido el nacimiento del Marais gay”. (Laforgerie,
2003, p. 32).
En contraste, hay muchas personas que creen (o incluso esperan), que el gueto, se
vuelva gradualmente irrelevante y se disuelva a sí mismo para que los gays sean
progresivamente aceptados e integrados a la sociedad (por ejemplo París tuvo un
alcalde gay en el 2001). Además la reticencia de los homosexuales a frecuentar el gueto
-de hecho la amenaza de hostilidad en el Marais manifestada por un numero
significante de gays y lesbianas- podría eventualmente, perjudicar su viabilidad
económica. En contraposición, el gueto podría continuar prosperando, e incluso
expandirse tras la diversificación de sus lugares con el fin de atraer a aquellos que
ahora se sienten excluidos.
El punto, es, que, en el análisis final, la continua existencia de un gueto gay parisino-
ya sea en el Marais, o quizás algún día en algún otro barrio- dependerá de factores más
intangibles que el fácil acceso a este lugar y los precios del mercado inmobiliario. El
surgimiento del Marais como un gueto gay en el corazón de París, no puede ser tenido
en cuenta solo por factores materiales, los cuales producen más o menos guetos
similares en la mayoría de las ciudades occidentales. Los motivos de los inversionistas,
las actitudes de los clientes y las percepciones subjetivas de las personas, dentro y fuera
de la comunidad gay, han sido igualmente (y a veces mucho mas) importantes, para
darle forma al gueto gay de París y determinantes en las respuestas del público. Estas
cuestiones, son todas derivadas de la cultura nacional francesa. Este estudio de caso,
sugiere, sin embargo, que cada gueto gay, debe ser estudiado no solo en términos
económicos o sociales, si no también bajo el contexto de cada cultura en particular, y
un ambiente político y social determinados.
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