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LOS TALIBANES
Por Valeria Giordana
Observatorio de Conflictos, Argentina
La invasión soviética
En los años que siguieron a la ocupación rusa, Afganistán no conoció momentos de paz.
En lugar de extender su poder, la URSS se involucró en una compleja e incontrolable guerra de
guerrillas. Negociar con la resistencia fue imposible para Moscú. La guerrilla mantuvo, desde
las montañas, el 80% del país en su poder.
Hasta 1986, EEUU, archienemigo ruso en el contexto de la Guerra Fría; permaneció
expectante ante el conflicto ruso-afgano. A partir de ese momento, la más poderosa oposición al
régimen soviético, fue armada por los norteamericanos vía Pakistán y con el apoyo de Arabia
Saudí.
Las luchas entre las diferentes facciones rebeldes y contra los rusos, provocaron 3 millones de
refugiados. Tras varios intentos de detener una guerra que ya era incontrolable, en 1988 se
firmó en Ginebra un acuerdo de no injerencia y no intervención, y Mijail Gorbachov retiró el
Ejército Rojo de Afganistán.
Afganistán terminó siendo para la URSS lo que Vietnam fue para EEUU. Gran parte del
colapso definitivo del régimen soviético se debió a la derrota de sus tropas en territorio
musulmán.
Ya sin la presencia de los rusos, el país se sumergió en una guerra civil entre más de 20
tribus. En 1992, las fuerzas del comandante Ahmed Shah Massud llegan a controlar Kabul. Los
partidos de la resistencia se reparten provincias y regiones donde se afirma la autonomía, cada
uno organiza su territorio. El Afganistán de posguerra se encuentra desgarrado.
La guerra civil estuvo determinada, en gran medida, porque Kabul cayó en manos de las
fuerzas tayikas al mando de Rabbaní y su jefe militar Massud; y de las fuerzas uzbekos, que
atacaron desde el norte, al mando del general Dostum. Fue un golpe psicológico devastador,
por primera vez en tres siglos, los pashtunes perdieron el control de la capital.
A fines de 1994, Afganistán se hallaba en estado de desintegración. El país estaba
dividido en feudos regionales por señores de la guerra, los cuales habían luchado, cambiado de
bando y luchado de nuevo en una serie de alianzas, traiciones y muertes; estos señores
dominaban el sur de Afganistán y Kandahar. Eran ex muyahidín y bandidos que saqueaban a la
población.
Hacia 1995, el gobierno enfrentaba serios problemas internos: el desarme de la
población trajo como consecuencia la corrupción de los oficiales y la arbitrariedad hacia los
civiles. Los talibán estaban bien informados de esos problemas. Además, la conquista de
Kandahar y luego de Herat significó el comienzo del fin del gobierno de Rabbani. Para intentar
frenar la incontrolable guerrilla, el presidente acuerda un plan de paz que debía aprobarse por
todos los líderes guerrilleros. Sin embargo, el surgimiento del grupo Talibán impidió el fin de la
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guerra civil afgana. Desde 1994 los talibán serían el elemento aglutinador que polarizaría de
nuevo la contienda en dos claros bandos: ellos contra la Alianza del Norte.
En 1996, los talibán toman Kabul, la victoria fue total. Ninguna fuerza afgana había
llevado jamás una serie de operaciones tan rápida y compleja en una zona tan amplia.
CONCLUSIONES
Toda la población afgana ha sido desplazada, no una, sino varias veces. La destrucción
de Kabul es total. El cruce de caminos de Asía en la antigua ruta de la seda, no es más que
kilómetros de cascotes, no existe nada parecido a una infraestructura capaz de sostener a una
sociedad, ni siquiera en el mínimo denominador común de la pobreza.
Las divisiones de Afganistán son múltiples: étnicas, sectarias, rurales y urbanas, incultas
y cultas, los que tienen armas y los que fueron desarmados. La economía es un agujero negro
que está succionando sus vecinos con el comercio ilícito y el contrabando de drogas y armas.
Las complejas relaciones de poder y autoridad desarrolladas en el transcurso de los
siglos se han desbaratado por completo. No hay un dirigente o grupo concreto que esté
legitimado para reunificar el país. Gran parte de la culpa de que la guerra se prolongue la tienen
los poderes externos que siguen apoyando a unos y otros.
BIBLIGRAFIA
Barnett, Rubin: Afganistán, la crisis olvidada. 1996. http://www cip.fuhem.
Dorronsoro, Giles: La doble cara de la política. Le Monde Diplomatique, ed. Española, N068,
Junio 2001.
Allix, Stéphane: De la resistencia a la toma de Kabul, la historia secreta de los talibanes. Le
Monde Diplomatique, N015, Enero 1995
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