en la introducción del Libro “El Misterio del Culto Cristiano” de Odo Casel
En el contexto de la reflexión teológica de la Iglesia Católica de la primera mitad
del siglo XX, encontramos el concepto de misterio, el cual es entendido como una verdad sobrenatural revelada. El misterio está íntimamente vinculado a la obra de salvación realizada por Jesucristo, como aparece mencionada por San Pablo en la Biblia. Sin embargo, en un nivel un poco más profundo de comprensión, el concepto no es del todo unívoco en ese período. Por un lado hace alusión a la comprensión en el sentido teológico clásico consagrado por el Magisterio Eclesiástico, y, por otro, al sentido que Odo Casel, teólogo alemán del movimiento litúrgico, presenta como fruto de sus estudios. El misterio entendido como una verdad sobrenatural revelada de carácter estático es la comprensión que el Magisterio de la época consagró basada en el sentido clásico que este concepto tiene en la teología. Así el misterio se presenta como algo que no puede ser comprendido por el entendimiento creado pero que al mismo tiempo forma parte del objeto de la revelación. Casi en contraposición, Casel, fruto de sus estudios de la Escritura, los Padres y la Tradición de la Iglesia, presenta una comprensión del misterio como una verdad sobrenatural revelada pero de carácter dinámico. Así estaría, según él, en conformidad con la concepción de misterio que tiene San Pablo en su Epístola a los Colosenses. El misterio, al ser dinámico, se presentaría como algo que no hay que admitir con el entendimiento ni hacer objeto de la propia contemplación sino ser vivido y participado. Sería algo que compromete al ser entero del hombre participante y lo transforma. En esta comprensión el misterio haría alusión, en primer término, a una «una acción sagrada y cultual en la que se actualiza, por medio de un rito, el hecho de la salvación» y, en último, término el «Misterio de Cristo» o «Evangelio de Cristo». Siguiendo el razonamiento anterior, en su acepción de Misterio de Cristo (Mysterium Christi), el Misterio significa el propio Cristo en lo relativo a su muerte y resurrección. Y, como acción cultual, el Misterio designa la actualización y aplicación del Misterio de Cristo. Se trata de la prolongación en el tiempo del ‘Dios-Hombre’, en un doble carácter: ‘la majestad divina que obra’ y ‘el ocultamiento bajo los símbolos materiales tomados de lo de aquí abajo, que a la vez encubre y muestran’. Así, el Misterio como acción cultual estaría más propiamente identificado con el Mysterium Fidei, la presencialización de Cristo bajo las especies sacramentales, la Eucaristía.