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Artículo 69.

- Requisito especial de la demanda

Para la procedencia del proceso de cumplimiento se requerirá que el demandante previamente


haya reclamado, por documento de fecha cierta, el cumplimiento del deber legal o
administrativo, y que la autoridad se haya ratificado en su incumplimiento o no haya contestado
dentro de los diez días útiles siguientes a la presentación de la solicitud. Aparte de dicho
requisito, no será necesario agotar la vía administrativa que pudiera existir.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículo 5.4

Constitución: Artículo 200.6

COMENTARIO E N R I Q U E P E S T A N A U R I B E

Más que un requisito especial de la demanda, el requerimiento escrito previo al cual se


refiere el artículo comentado, constituye un elemento de procedibilidad de la demanda de
cumplimiento, pues el es único medio para demostrar la renuencia del funcionario o autoridad
obligada. Tan es así, que de haberse omitido efectuar dicho requerimiento, esto determinará
que la demanda sea desestimada por improcedente, conforme lo establece el inciso 7) del
artículo 70° que comentaremos más adelante. Sin embargo, debemos hacer una necesaria
distinción entre la ausencia del requerimiento, es decir que este no se haya efectuado, con
la omisión de recaudar el cargo de recepción del mismo a la demanda, pues si bien en el
primer caso en efecto habrá de provocar la improcedencia de esta, en el segundo caso lo
que más bien correspondería es declarar la inadmisibilidad de la demanda otorgándosele al
demandante un plazo de tres días para que proceda a efectuar la subsanación respectiva,
bajo apercibimiento de declararse la improcedencia y correspondiente archivamiento
definitivo de la causa, ello en aplicación analógica de lo prescrito en el artículo 48° del
Código, más aún teniéndose en cuenta que como ya lo dijéramos anteriormente, las reglas
procesales aplicables al proceso de amparo rigen en el proceso de cumplimiento (art. 74°
del C.P.Const.). De ahí que sea aventurado para el Juez constitucional rechazar
liminarmente la demanda por ausencia del documento de requerimiento sin antes haber
establecido si es que la parte demandante cumplió o no con dicho requisito, pues bien
podría haber olvidado recaudarlo a su escrito de demanda, en cuyo caso es preferible, optar
por la inadmisibilidad, a no ser que del texto de aquella se evidencie que nunca se efectuó
el emplazamiento previo.

Es necesario precisar que el requerimiento no exige ninguna formalidad como


equivocadamente lo consideran algunos jueces, pues se han dado casos en que se ha enviado
una solicitud sin mencionar que se otorga el plazo de diez días para el cumplimiento del deber
omitido o incluso en el documento se ha hecho mención a la intención de entablar un proceso
contencioso administrativo en vez de uno de cumplimiento proceso de cumplimiento cuyo
plazo es de quince días. De haber ocurrido ello, nada obsta para que el requerimiento se
considere válido efectuado, siempre que se respete el plazo, se haya consignado claramente el
cumplimiento que se exige, que haya fecha cierta y sobre todo certeza de su recepción por el
emplazado. Respecto a esto último, hay quienes sostienen que al no haberse señalado
expresamente que el requerimiento debe enviarse por vía notarial, bastaría cualquier medio
siempre que quedase una constancia de su recepción. Sin embargo, cualquier duda al respecto
queda despejada cuando nos remitimos al inciso 8 del artículo 70° del Código, el cual hace
referencia expresa a la “notificación notarial”, aunque ciertamente no entendemos porqué el
legislador omitió ser claro al respecto al redactar el artículo materia de comentario, omisión en
la que por cierto incurre también en el artículo 62° respecto al requerimiento que se exige en
el proceso de hábeas data.

JURISPRUDENCIA

“Conforme a lo dispuesto por el artículo 69 del Código Procesal Constitucional, el único


requisito previo a la interposición de una demanda de cumplimiento es que el recurrente
haya reclamado por documento de fecha cierta el cumplimiento del deber legal o
administrativo y que la autoridad se haya ratificado en su incumplimiento o no haya
contestado dentro del plazo...

Si bien se advierte que por error en la carta notarial se ha consignado un monto distinto
del que corresponde a la referida resolución, el hecho de que ésta se haya adjuntado al
comunicado y que haya sido expedida por la misma entidad requerida, evidencia que se
trata de un error que no enerva la validez de lo solicitado pues la demandada estuvo en
plena posibilidad de conocer cuál era el acto cuyo cumplimiento se requería. En virtud de
estas consideraciones este Tribunal no comparte los argumentos del ad quem, siendo
procedente emitir un pronunciamiento sobre el fondo”. (Exp. 07320-2006-AC FJ 2,3)

“En principio, importa señalar que este Tribunal disiente del argumento de la recurrida para
desestimar –vía una interpretación absolutamente restrictiva, y que no se condice con la
naturaleza de los procesos constitucionales– la demanda, pues, en la medida que la
resolución cuyo cumplimiento se pretende ha sido expedida por el Alcalde de la
Municipalidad Distrital de San Juan de Lurigancho, con la carta notarial de fojas 3 de autos
se ha satisfecho el requisito de cumplir con agotar la vía previa a que se refiere el artículo
69° del Código Procesal Constitucional”. (Exp. 00058-2005-AC FJ 1)

“Uno de esos presupuestos procesales al que está condicionado el ejercicio del derecho de
acción en este proceso, que puede denominarse de carácter subjetivo, es el que se deriva
del hecho de que mediante la acción de cumplimiento no se controla la mera o simple
inactividad administrativa, sino aquella que asume la condición de “renuente”, conforme
lo expresa el inciso 6) del artículo 200° de la Constitución.

El legislador ordinario ha previsto que ese presupuesto procesal... no es otro que ‘el
requerimiento por conducto notarial, a la autoridad pertinente, del cumplimiento de lo que
se considera debido, previsto en la ley o el cumplimiento del correspondiente acto
administrativo o hecho de la administración, con una antelación no menor de quince días
[...]’. Con la satisfacción de dicho presupuesto procesal, se persigue que se demuestre que
no se trata de un simple letargo administrativo, sino que la autoridad responsable persiste
en la inacción, pese a que el afectado en sus intereses legítimos le ha recordado que existe
un mandato contenido en la ley o en un acto administrativo que aún no se ha cumplido”.
(Exp. 00191-2003-AC FJ 3)
“... tampoco cabe invocar la falta de emplazamiento notarial de la totalidad de demandantes
de la presente causa respecto del Presidente de la República, pues se trata de una demanda
sustentada en intereses de tipo colectivo (distintos por cierto de los intereses individuales
e incluso de los intereses difusos) donde cualquiera de los afectados puede tramitar el
requerimiento notarial correspondiente, a nombre del resto de afectados por idéntica
situación, siendo carente de toda lógica que por un lado se acepte la posibilidad de
interponer acciones constitucionales por terceras personas o por los representantes de los
afectados... y por el otro, se niegue la posibilidad de que sean esas mismas terceras
personas o sus representantes, los que promuevan, el requerimiento notarial
correspondiente”. (Exp. 01277-1999-AC FJ 3)

ARTÍCULO. 70° CAUSALES DE IMPROCEDENCIA

No procede el proceso de cumplimiento:

1)
CONTRA LA RESOLUCIONES DICTADAS POR EL PODER JUDICIAL, TRIBUNAL
CONSTITUCIONAL Y JURADO NACIONAL DE ELECCIONES;

2)
CONTRA EL CONGRESO DE LA REPÚBLICA PARA EXIGIR LA APROBACIÓN O LA
INSISTENCIA DE UNA LEY;

3)
PARA LA PROTECCIÓN DE DERECHOS QUE PUEDAN SER GARANTIZADOS
MEDIANTE LOS PROCESO DE AMPARO, HÁBEAS DATA Y HÁBEAS CORPUS;

4)
CUANDO SE INTERPONE CON LA EXCLUSIVA FINALIDAD DE IMPUGNAR LA
VALIDEZ DE UN ACTO ADMINISTRATIVO;

5)
CUANDO SE DEMANDA EL EJERCICIO DE POTESTADES EXPRESAMENTE
CALIFICADAS POR LA LEY COMO DISCRECIONALES POR PARTE DE UNA
AUTORIDAD O FUNCIONARIO;

6)
EN LOS PUESTOS EN LOS QUE PROCEDA INTERPONER EL PROCESO
COMPETENCIAL;

7)
CUANDO NO SE CUMPLIÓ CON EL REQUISITO ESPECIAL DE LA DEMANDA
PREVISTO POR EL ARTÍCULO 69º DEL PRESENTE CÓDIGO; Y,

8)
SI LA DEMANDA SE INTERPUSO LUEGO DE VENCIDO EL PLAZO DE SESENTA DÍAS
CONTADOS DESDE LA FECHA DE RECEPCIÓN DE LA NOTIFICACIÓN NOTARIAL.
CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 5.7, 5.8, 25, 37, 61, 69, 109

Constitución: Artículos 93, 142

COMENTARIO E N R I Q U E P E S T A N A U R I B E

1) Control de reducciones dictadas por el Poder Judicial, Tribunal Constitucional y


Jurado Nacional de Elecciones;

sta causal se justifica en el hecho de que el proceso de cumplimiento ha sido concebido


Eúnicamente para hacer cumplir actos y resoluciones administrativas. Es decir que no
tienen carácter jurisdiccional, pues los mandatos de este tipo emitidos por el Poder
Judicial, el Tribunal Constitucional o el Jurado Nacional de Elecciones deben ejecutarse
mediante el proceso de ejecución de resoluciones judiciales que regula el Código Procesal
Civil, lo que además normalmente suele ocurrir a través de los jueces encargados de la
ejecución de las sentencias. Sería por lo tanto innecesario y absurdo desde el punto de vista de
la economía procesal que luego de concluido un proceso con sentencia firme se tuviera que
iniciar otro proceso, esta vez constitucional, para hacerla cumplir. En el caso de los actos y
resoluciones administrativas la vía judicial de cumplimiento si es indispensable porque sólo los
jueces gozan de facultad coercitiva y ejecutiva.

Vale la pena aclarar que cuando el Código señala la improcedencia del proceso de
cumplimiento contra resoluciones emanadas del Jurado Nacional de Elecciones,
necesariamente se refiere a aquellas que se dictan en materia electoral y que tienen carácter
jurisdiccional en ejercicio de la función que le concede el artículo 178 inciso 4 de la
Constitución1, pues esta entidad también expide resoluciones administrativas que no
resuelven conflictos en materia electoral, en cuyo caso sí podría demandarse su
cumplimiento. Corresponderá por lo tanto al juez determinar cuando está ante una
resolución meramente administrativa – por ejemplo una que ordena el pago de una suma
de dinero a un trabajador – y cuando ante una decisión jurisdiccional.

2) Contra el Congreso de la República para exigir la aprobación o la insistencia de una


ley;

En este caso se trata de preservar las atribuciones constitucionales de los congresistas


quienes por imperio de la Constitución no están sujetos a mandato imperativo (artículo
93°). Se entiende que la decisión de aprobar una ley o insistir en ella cuando e sta haya
sido observada por el Presidente de la República implica un acto discrecional de los
legisladores reunidos en Congreso. Empero, cabe mencionar que en aquellos casos en los
que la propia Constitución ordena al Congreso expedir una norma de desarrol lo
constitucional y esto no sea cumplido dentro del plazo asignado o un plazo razonable,
cualquier ciudadano podría entablar una demanda contra el Congreso a través de su
presidente para que la disposición constitucional sea cumplida. Debemos aclarar, no

1 Compete al Jurado Nacional de Elecciones……(inciso 4) Administrar justicia en materia electoral


obstante, que hay quienes consideran que en ese supuesto estaríamos ante una
inconstitucionalidad por omisión y que no habiéndose establecido ningún mecanismo
procesal para hacerla cesar, nada podrá hacerse para que el legislativo cumpla con el
mandato constitucional. Consideramos que incluso podría entablarse un amparo por
omisión, siempre que esta provoque la afectación a un derecho constitucional, caso
contrario la vía del cumplimiento sería la correcta y habilitada. En todo caso, ante la
imprecisión del Código Procesal Constitucional bastaría recurrir al derecho
constitucional comparado para comprobar que la Constitución brasileña de 1988 ha
diseñado el mandato de injucao precisamente para estos casos de inconstitucionalidad
por omisión del legislador.

3) Para la protección de derechos que puedan ser garantizados mediante los procesos de
amparo, hábeas data y hábeas corpus;

En este caso, el legislador procesal constitucional se refiere, evidentemente, a situaciones


en donde se incurre en omisiones inconstitucionales que pueden dar lugar a la interposición de
los demás procesos constitucionales de la libertad. Además, hay que tener en cuenta que el
proceso de cumplimiento no está destinado a proteger derechos constitucionales, sino ha
garantizar el cumplimiento de las normas legales resoluciones y actos administrativos firmes,
los que si bien pueden contener derechos, no necesariamente han de ser de dimensión
constitucional.

4) Cuando se interpone con la exclusiva finalidad de impugnar la validez de un acto


administrativo;

Es evidente que cuando se está impugnando la validez de un acto administrativo, la vía del
proceso de cumplimiento no se encuentra expedita, dado que ésta se encuentra destinada a
hacer cumplir actos administrativos firmes, es decir que no han sido cuestionados o que
habiéndolo sido, han alcanzado la calidad de cosa decidida. De cualquier forma, quien desee
impugnar la validez de un acto administrativo tendría que recurrir a los medios impugnatorios
previos señalados en la Ley N° 27444 que regula el procedimiento administrativo general y en
su caso al proceso contencioso administrativo regulado en la ley N° 27584.

5) Cuando se demanda el ejercicio de potestades expresamente calificadas por la ley


como discrecionales por parte de una autoridad o funcionario;

Obviamente que no se puede pretender exigir a una autoridad o funcionario decidir o


hacer algo que se encuentra dentro de la esfera de sus atribuciones funcionales recurriendo
para ello a un proceso de cumplimiento, pues se estaría afectando sus atribuciones
discrecionales. Así, no será procedente un proceso de cumplimiento para exigir que un
alcalde extienda o expida una licencia de funcionamiento o una autoridad designe a
determinada persona para que desempeñe tal o cual función.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que para establecer en qué casos estamos ante
potestades discrecionales, necesariamente debemos remitirnos a lo que establece la ley al
respecto, de modo que en ningún supuesto deberá entenderse que una potestad es discrecional
si la ley no la califica como tal de modo expreso. Tampoco podremos asumir que existen
potestades implícitas dentro de otras.
6) En los supuestos en los que proceda interponer el proceso competencial;

Si se tratase de una entidad del Estado que pretenda se dé cumplimiento a una norma
expedida por otra entidad pública, no será factible interponer un proceso de cumplimiento, no
solo por que lo prohíbe el inciso 9) del artículo 5° del Código, sino por que en ese caso lo que
correspondería es entablar un proceso competencial, si es que la entidad obligada a dar
cumplimiento a la norma es omisa a ello, pese a estar establecida por ley la obligación.7)
Cuando no se cumplió con el requisito especial de la demanda previsto en el artículo 69
del presente Código; y

Conforme ya lo habíamos sostenido al comentar el artículo 69°, la norma introduce un


requisito de procedibilidad cual es que antes de interponer la demanda de cumplimiento
se haya compelido al funcionario o autoridad obligada a que cumpla con la norma legal,
acto o resolución administrativa y que esta se haya mantenido renuente una vez
transcurrido el plazo de diez días útiles siguientes al de la presentación de la solicitud.
Sin embargo, antes de que se aplique el inciso bajo comentario, el juez debería declarar
la inadmisibilidad de la demanda concediendo el plazo de ley para que se subsane la
omisión, a no ser que haya evidencia de que el demandante no ha cumplido con hacer
el requerimiento.

8) Si la demanda se interpuso luego de vencido el plazo de sesenta días contados desde la


fecha de recepción de la notificación notarial.

Esta causal de improcedencia se determina esencialmente por el vencimiento del plazo


establecido en el artículo 44° del Código para interponer la demanda de amparo y que por
remisión se aplica al proceso de cumplimiento. Como bien sabemos, se trata de un plazo
de prescripción, aunque respecto al proceso de cumplimiento el plazo comienza a correr
desde la fecha de recepción de la notificación notarial del requerimiento y no desde que se
vence el plazo de los diez días a que se refiere el articulo 69°,como erradamente algunas
veces se ha venido aplicando. El dispositivo ha conseguido establecer un punto de partida
a partir del cual se pueda computar el plazo de prescripción, aunque consideramos que
debió haberse establecido que el plazo corre recién una vez vencido el término de los diez
días de notificado el obligado, pues en tanto ello no ocurra es imposible establecer la
renuencia de aquel dado que aún dispondría de ese lapso para cumplir.

Por último, no debemos olvidar que las reglas para la aplicación de los plazos se encuentran
establecidas en el artículo 183° del Código Civil.

JURISPRUDENCIA

“... se desprende de la demanda que lo que pretende el accionante es que se le brinde


determinada información, la misma que le ha sido negada; por lo que el derecho
constitucional presuntamente violado sería el de información, reconocido por el artículo
2, inciso 5 del Código Fundamental.

Que, siendo así, el medio procesal de defensa del derecho a la información es el proceso
de hábeas data. En tal virtud, debe declararse la improcedencia de la demanda en
aplicación del artículo 70º del Código Procesal Constitucional, que establece que no
procede el proceso de cumplimiento para la protección de derechos que puedan ser
garantizados mediante los procesos de Amparo, Hábeas Data y Hábeas Corpus”. (Exp.
00605-2007-AC FJ 4,5)

“... este Tribunal ha señalado [en el Fundamento Jurídico 14 de la Sentencia recaída en el


Expediente 00168-2005-ACC/TC] que para que mediante un proceso de la naturaleza que
ahora toca resolver –que, como se sabe, carece de estación probatoria–, se pueda expedir
un sentencia estimatoria, es preciso que el mandato previsto en la ley o en un acto
administrativo tenga determinados requisitos. Entre los que se encuentran, que debe: a)
Ser un mandato vigente; b) Ser un mandato cierto y claro, es decir, debe inferirse
indubitablemente de la norma legal; c) No estar sujeto a controversia compleja ni a
interpretaciones dispares; d) Ser de ineludible y obligatorio cumplimiento; y, e) Ser
incondicional; excepcionalmente, podrá tratarse de un mandato condicional, siempre y
cuando su satisfacción no sea compleja y no requiera de actuación probatoria”. (Exp.
05974-2006-AC FJ 3)

“... este Colegiado debe precisar que el uso de la facultad de rechazar in límine no puede ser
entendida como una opción absolutamente discrecional en el obrar de los jueces
constitucionales, sino como una alternativa a la que sólo cabe acudir cuando, además de
configurarse las causales de improcedencia general previstas [en la norma procesal]... no
exista ningún margen de duda respecto de la configuración de los supuestos de hecho
consignados en dichos dispositivos; es decir, que no se pueda presentar controversia
alguna con relación a las variables de improcedencia, lo que supone, por el contrario, que
cuando existan elementos de juicio que admitan un razonable margen de debate o
discusión, la aplicación de tal dispositivo resulta impertinente”. (Exp. 01334-2004-AC
FJ 3)

“El inciso 6) del artículo 200° de la Constitución establece, expresamente, que la acción de
cumplimiento “procede contra cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar una
norma legal o un acto administrativo, sin perjuicio de las responsabilidades de ley”. En
ese sentido, es necesario contar con una norma legal o un acto administrativo que ordene
lo peticionado por el accionante... En consecuencia, la acción incoada no es la vía idónea
para demandar el cumplimiento de la resolución judicial que en el proceso de amparo
reconoce al actor el goce de su pensión minera con arreglo a la Ley N° 25009, extremo
que debe ser peticionado en el proceso en que dicha resolución fue emitida, sobre todo
porque ella no puede ser equiparada a una norma legal o acto administrativo, pues la
naturaleza de cada una de ellas (norma legal y resol. jud.), así como la autoridad de la que
emanan, son diferentes”. (Exp. 00413-2004-AA FJ 1,3)

“... en materia de acción de cumplimiento, se exige que la norma legal o acto administrativo
contenga un mandato claro, cierto, expreso, incondicional y vigente.

En el caso se aprecia que el acto administrativo materia de cumplimiento, y que corre a


fojas 9 de autos, reúne los requisitos señalados en el fundamento 2, supra, y que el mismo
no ha sido cuestionado en sede judicial, habiendo adquirido la calidad de firme. Siendo
así, al contener un mandato ejecutable y vigente, no resulta de aplicación el plazo
prescriptorio fijado por el artículo 37° de la Ley N° 23506”. (Exp. 03397-2003-AC FJ
2,3)

“Es necesario señalar que en ningún caso puede interponerse una acción de garantía, y menos
de cumplimiento, para iniciar un proceso de ejecución de resoluciones judiciales.

Por consiguiente, el derecho a la ejecución de las sentencias –que es la pretensión de los


recurrentes- exige que los propios órganos judiciales reaccionen frente a ulteriores
actuaciones o comportamientos enervantes del contenido material de sus decisiones, y
que lo hagan en el propio procedimiento en ejecución de resolución judicial, sin obligarles
a asumir la carga de un nuevo proceso que resultaría incompatible con la tutela eficaz y
oportuna que deben prestar los órganos judiciales”. (Exp. 00338-2002-AC FJ 2,3)

ARTÍCULO. 71° DESISTIMIENTO DE LA PRETENSIÓN

El desistimiento de la pretensión se admitirá únicamente cuando ésta se refiera a actos


administrativos de carácter particular.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículo 49

Constitución: Artículo 200.6


2
COMENTARIO EDWIN FIGUEROA GUTAR RA*

La delimitación de la pretensión de desistimiento a actos administrativos de carácter


particular confiere un carácter de regulación material de naturaleza especial respecto a esta
forma de conclusión especial del proceso. Solo tratándose de actos particulares, cuyo ámbito
de disponibilidad se encuentra en la esfera del demandante, será procedente que el
desistimiento se materialice.

Contrario sensu, el desistimiento de la pretensión devendrá improcedente en los casos en


los cuales el objeto de proceso de cumplimiento se refiera al cumplimiento de una norma legal
o se ejecute un acto administrativo firme de carácter público. Ahora bien, ¿por qué esta
exclusión respecto a pretensiones cuya vinculación sea de orden público? ¿No sería acaso más
congruente que si se configuran condiciones de fuerza mayor, sea el propio interesado quien
prevea desistirse de la acción? ¿Por qué solo las pretensiones particulares serían objeto de
desistimiento?

2* Doctor en Derecho. Juez Superior Titular en Lambayeque. Profesor Asociado Academia de la Magistratura del
Perú. Docente del Área Constitucional de la Universidad San Martín de Porres, Filial Chiclayo, Lambayeque.
Becario del curso de DD.HH. en la Washington College of Law de la American University, Washington D.C.,
EE.UU. Becario del Aula Iberoamericana de la Universidad de Cádiz, España.
La explicación reside en la naturaleza de sumariedad, tutela de urgencia y carácter
excepcional de protección de los derechos fundamentales que informan los procesos
constitucionales, en particular en el caso en comento, respecto de los derechos que tutela el
proceso de cumplimiento, en esencia derechos públicos subjetivos. En adición a ello, los actos
con caracteres particulares revisten un carácter de disponibilidad, situación que en términos
referidos a derechos de origen público, expresan irrenunciabilidad3. En esa línea de reflexión,
tiene validez la tesis de que los derechos de origen público exigen un tipo de tutela especial,
circunstancia que no identifica in toto a los derechos de origen particular.

De otro lado, respecto a los caracteres de los derechos públicos resulta pertinente precisar
por qué las controversias respecto a ellos han de ser la sumariedad, la tutela de urgencia y el
carácter excepcional de protección de los derechos fundamentales. La sumariedad nos refiere
una noción de inmediación respecto al pronunciamiento sin que ello involucre ni afectación
del derecho de defensa ni tampoco del derecho al contradictorio, así como tampoco el derecho
a ser oído en juicio. Lo sumario no es sinónimo de vulneración de otros derechos fundamentales
que conciernan al debido proceso sino de celeridad en la definición de la controversia.

A su vez, la tutela de urgencia, noción complementaria de la sumariedad, implica el aval


de la justicia constitucional respecto a derechos fundamentales que merecen ser objeto de
protección.

Siendo Colombia, nuestro referente de utilidad en materia de derechos fundamentales, dado


su amplio desarrollo constitucional a partir de la Constitución de 1991, resulta de interés hacer
un símil comparativo respecto a cómo aprecia el vecino país la figura del desistimiento. El
artículo 19 de las Ley 393 de 1997, norma procesal constitucional que desarrolla el proceso de
cumplimiento contemplado en el artículo 874 de la Constitución de Colombia, señala:

“Artículo 19: Terminación anticipada. Si estando en curso la acción de cumplimiento, la


persona contra quien se hubiere dirigido la acción desarrollara la conducta requerida por la Ley
o el Acto Administrativo, se dará por terminado el trámite de la Acción dictando auto en que
se declarará tal circunstancia y se condenará en costas, sin perjuicio de los dispuesto en el
artículo 24 de esta Ley.”

El legislador colombiano no ha contemplado en estricto el mecanismo del desistimiento, a


diferencia del caso peruano que condiciona el desistimiento a una pretensión de origen
particular. Sin embargo, nada obstaría, a juicio nuestro, la opción procesal de no proseguir la
acción, atendiendo al carácter de persecución que toda acción exige.

3 Cfr. FIGUEROA GUTARRA, Edwin. La irrenunciabilidad de los derechos laborales. Un estudio


constitucional, comparado y doctrinario. Editorial San Marcos. Lima, 2010.

4 Constitución de Colombia 1991. Artículo 87º


Toda persona podrá acudir ante la autoridad judicial para hacer efectivo el cumplimiento de una ley o un
acto administrativo. En caso de prosperar la acción, la sentencia ordenará a la autoridad renuente el
cumplimiento del deber omitido.
Nuestra jurisprudencia constitucional ha fijado algunos caracteres respecto del
desistimiento, entre ellos, siguiendo al Código Procesal Civil, aplicable en forma supletoria, la
distinción entre el desistimiento de la pretensión y la del proceso5.

De la misma forma, el desistimiento está sujeto a una serie de formalidades que exigen ser
observadas6 a efectos de determinarse su procedencia. En ese sentido, exigencia formal de
primer orden es la legalización de firma de la parte interesada en materializar su desistimiento.

De igual forma, la jurisprudencia del supremo intérprete de nuestro país ha señalado la


necesaria exigencia de que el desistimiento se realice a título personal 7, salvo facultad
expresamente delegada. La razón de ser de dicha exigencia reside en la titularidad del
derecho cuya realización se persigue, más aún en sede constitucional en la cual el concepto
de tutela urgente confiere a las pretensiones sobre vulneraciones a los derechos
fundamentales un carácter de suyo especial. En efecto, a diferencia de los derechos que
podemos denominar de configuración legal, por oposición a los derechos fundamentales,
aquellos solo enuncian una posición subsuntiva o silogística, cuya naturaleza es distinta en
alcances, contenidos y dimensión. No se trata en rigor de derechos de menor valor, esta no
es una proposición racional, sino de derechos cuyo rango de protección es distinto al status
especial que enuncian los derechos fundamentales.

En conclusión, el desistimiento en todo proceso de cumplimiento exigirá como supuesto


formal y material que no existan actos administrativos de carácter público, los cuales prima
facie, asumen el derecho de irrenunciables.

JURISPRUDENCIA

5 STC 03334-2008-PHC/TC Caso Stojan Colakov y otros.


3. (…) el artículo 340º del Código Procesal Civil establece que el desistimiento puede ser: i) Del proceso o
de algún acto procesal, y ii) De la pretensión. Que asimismo dicho cuerpo legal señala que el desistimiento
del proceso lo da por concluido sin afectar la pretensión (artículo 343º), mientras que la resolución que
aprueba el desistimiento de la pretensión, produce los efectos de una demanda infundada con la autoridad
de la cosa juzgada (artículo 344º).
6 STC 03334-2008-PHC/TC Caso Stojan Colakov y otros.
4. (…) el pedido del desistimiento en tanto forma especial de conclusión del proceso está sujeto a una serie
de formalidades, siendo una de ellas, que el escrito que lo contiene debe precisar su contenido y alcance,
legalizando su firma el proponente ante el Secretario respectivo. Al respecto, el artículo 37º del Reglamento
Normativo del Tribunal Constitucional señala “Para admitir a trámite el desistimiento debe ser
presentado por escrito con firma legalizada ante el Secretario Relator del Tribunal Cons titucional,
Notario o, de ser el caso, el Director del Penal en el que se encuentre recluido el solicitante”. En la
misma línea este Tribunal precisa que si se trata de personas que se encuentran fuera del territorio
de la República deben acudir a las autoridades respectivas a afectos del cumplimiento de la formalidad
exigida para el desistimiento.
7 STC 03334-2008-PHC/TC Caso Stojan Colakov y otros.
5. Que el desistimiento no se presume y sólo comprende a quien lo propone, por lo que las formalidades
exigidas deben ser efectuadas por el propio accionante, (…) dicha formalidad debe ser realizada por el
propio favorecido y no por otra persona, salvo se encuentre debidamente facultada para ello. La exigencia
de esta formalidad se encuentra justificada en la posibilidad de lograr la tutela efectiva del derecho
involucrado y ante la eventualidad de que tales pedidos sean presentados por terceras personas con
intereses particulares, incluso en algunos casos con resistencia o desconocimiento del propio beneficiario.
“... conforme lo establece el artículo 71° del Código Procesal Constitucional, en el proceso de
cumplimiento se admitirá el desistimiento únicamente cuando la pretensión esté dirigida
a cuestionar actos administrativos de carácter particular.

Que, en el presente caso, el recurso de agravio constitucional está dirigido a que el


Tribunal Constitucional se pronuncie sobre la reincorporación del recurrente a su centro
de labores, por lo que no existe impedimento alguno para que se tramite el presente
desistimiento”. (Exp. 02374-2006-AC FJ 1,2)

“... conforme lo establece el artículo 71° del Código Procesal Constitucional, en el proceso de
cumplimiento se admitirá el desistimiento únicamente cuando la pretensión esté dirigida
a cuestionar actos administrativos de carácter particular.

Que, en el presente caso, el recurso de agravio constitucional está dirigido a que el


Tribunal Constitucional se pronuncie sobre el reajuste de la pensión mínima solicitado
por el demandante, por lo que no existe impedimento alguno para que se tramite el
presente desistimiento”. (Exp. 07094-2005-AC FJ 1,2)

“... la solicitud de desistimiento ha sido debidamente legalizada ante la Secretaría de Relatoría


de este Tribunal, ratificándose así en su contenido, tal como se acredita de fojas treinta y
tres del Cuaderno del Tribunal. Que, este desistimiento, en aplicación del artículo 343°
del Código Procesal Civil, fue notificado a la parte demandada, quien expresó su
conformidad, como es de verse de fojas treinta y cinco”. (Exp. 00322-2000-AA FJ 2,3)

“... la acción de cumplimiento no es la vía idónea para que se le reconozca a la actora un


derecho adicional, pues no puede solicitarse el cumplimiento de un derecho que no está
previamente reconocido, como es el caso de autos; por lo que, carece de objeto entrar a
dilucidar sobre el fondo de la cuestión; ya que sólo procede esta acción cuando exista un
reconocimiento previo y cuyo cumplimiento sea incondicional y obligatorio”. (Exp.
00234-1997-AC FJ 2)

ARTÍCULO. 72° CONTENIDO DE LA SENTENCIA FUNDADA

La sentencia que declara fundada la demanda se pronunciará preferentemente respecto a:

1) LA DETERMINACIÓN DE LA OBLIGACIÓN CUMPLIDA;

2) LA ORDEN Y LA DESCRIPCIÓN PRECISA DE LA CONDUCTA A


CUMPLIR;

3)
EL PLAZO PERENTORIO PARA EL CUMPLIMIENTO DE LO RESUELTO, QUE NO
PODRÁ EXCEDER DE DIEZ DÍAS;

4)
LA ORDEN A LA AUTORIDAD O FUNCIONARIO COMPETENTE DE INICIAR LA
INVESTIGACIÓN DEL CASO PARA EFECTO DE DETERMINAR RESPONSABILIDADES
PENALES O DISCIPLINARIAS, CUANDO LA CONDUCTA DEL DEMANDADO ASÍ LO
EXIJA.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 17, 66

Constitución: Artículo 200.6

COMENTARIO EDWIN FIGUEROA GUTARRA

1) La determinación de la obligación incumplida;

La fijación del mandamus resulta un contenido relevante en el proceso de cumplimiento


en tanto este tipo de proceso parte de la propuesta de ejecución de un mandato vigente,
cierto y claro, no sujeto a controversia compleja, ser de ineludible y obligatorio
cumplimiento, y ser incondicional8. En consecuencia, el juez constitucional, al estimar la
demanda, cuidará la descripción del acto cuyo incumplimiento ha sido objeto de la
pretensión.

Ahora bien, aquí corresponderá diferenciar entre el cumplimiento de una norma legal o de
un acto administrativo, pues en función a ello han de estructurarse los términos de la ejecución.

En el primer caso- tratándose de una norma legal- apreciamos algunas cuestiones


controversiales, a diferenciar necesariamente en tanto resulta necesario determinar si se trata
del cumplimiento de una norma legal o de un reglamento.

Sobre este particular, resulta necesario advertir que a pesar de que la ejecutoria vinculante
168-2005-PC/TC caso Villanueva Valverde, ha señalado las características mínimas del
mandato de cumplimiento, estimamos que no se ha analizado en la forma suficiente las
características del mandamus de cumplimiento cuando las pretensiones aluden a que no se ha
desarrollado la reglamentación de una ley.

En efecto, si una pretensión pretende el cumplimiento de una norma y señalamos que ésta
no ha sido reglamentada, asumimos prima facie que se trata de una norma heteroaplicativa, es
decir, que requiere reglamentación y por ello, la pretensión deviene improcedente. Con esta
interpretación, asumimos que solo se puede demandar el cumplimiento de una norma
autoaplicativa, es decir, que no requiere reglamentación y así asumimos una interpretación
literal. Sin embargo, la no reglamentación de una ley, en nuestra opinión, no debe ser una
causal de improcedencia pues si la ley o la norma ya contienen un mandamus, es omisión
propia del legislador no haber desarrollado la reglamentación respectiva. Más aún, se presenta
un aparente conflicto con la inconstitucionalidad por omisión, figura ampliamente tratada en
forma reciente por el Tribunal Constitucional9. Corresponde al Poder Judicial, entonces, a

8 STC 0168-2005-PC/TC F.J. 14. Caso Villanueva Valverde

9 STC 05427-2009-PC/TC Caso AIDESEP F.J. 23.


través de sus jueces constitucionales, asumir una posición pro homine a favor de los ciudadanos
que solicitan tutela urgente para que se cumplan los mandatos de una norma, la cual, en la
óptica kelseniana, representan mandatos definitivos y como tales, exigen un cumplimiento total
de la obligación.

Por tanto, es importante inferir que no debemos optar por la improcedencia en estos
tipos de demandas, pues el concepto garantista que informa nuestra Ley Fundamental, nos
habilita para que la decisión a expedir, en el tipo de casos indicados, pueda ser estimatoria,
precisándose que debe cumplir el Poder Legislativo con emitir la norma reglamentaria
respectiva, ello a fin de no dejar en estado de indefensión a los justiciables que piden el
cumplimiento de una norma y se encuentran en la difícil posición de que la prestación que
solicitan se cumpla, no se encuentra reglamentada.

En el sentido expuesto, debería considerarse, a modo de formulación legal, el criterio


siguiente respecto del artículo 71 inciso a del Código Procesal Constitucional:

“En los casos de pretensiones de cumplimiento respecto de normas que no han sido
reglamentadas, habiéndose verificado la procedencia del mandato de la norma legal respectiva,
corresponderá que los jueces constitucionales del Poder Judicial estimen la demanda,
señalando la obligación del Poder Legislativo de emitir la reglamentación respectiva. “

2) La orden y la descripción precisa de la conducta a cumplir;

En nuestra opinión, esta precisión es un complemento de la descripción anterior,


simplemente en argumento de contraste, esto es, el inciso 1) describe la obligación incumplida
y sobre esa omisión, se construye la forma de subsanación, es decir, cómo ha de cumplirse la
conducta que precisamente deja sin efecto la conducta renuente y dañosa que lesiona el efectivo
cumplimiento de la obligación.

3) El plazo perentorio para el cumplimiento de lo resuelto, que no podrá exceder de diez


días;

(…)este Colegiado considera que detenerse en la no configuración del proceso de cumplimiento para
controlar las omisiones normativas inconstitucionales, cuando no existe a su vez ningún otro mecanismo
procesal que dé respuesta a la problemática jurídica planteada, sería tanto como denegar justicia
constitucional lo cual, como ya se dijo, también está prohibido por la Constitución. Ante la aparente solución
distinta que muestran dos disposiciones constitucionales (la primera que no ha previsto el control de las
omisiones normativas inconstitucionales a través del proceso de cumplimiento y la segunda que obliga al
juez a no dejar de impartir justicia por vacío o deficiencia de la ley) este Tribunal estima que es su deber
inexcusable preferir aquella que más favorece la defensa de la Constitución, la persona y su dignidad y,
por ello, aquella que mejor resguarda sus derechos fundamentales. Ello se desprende no sólo del principio
de unidad de la Constitución al cual ha recurrido este Colegiado en constante jurisprudencia (STC 5854-
2005-PA/TC, Caso Lizana Puelles, FJ. 37-39), sino del argumento mucho más fuerte, que se deriva del
artículo 1 de la Constitución, según el cual el Estado y con él el sistema de administración de justicia, están
al servicio de la persona humana y deben buscar como fin último la protección de su dignidad y no, en
sentido contrario, convertirse en un obstáculo para la tutela de los derechos fundamentales.
Notemos un aspecto de necesaria concordancia: el cumplimiento de prestaciones
económicas en los procesos constitucionales puede implicar hasta un período de 4 meses 10,
esto es, en condiciones de imposibilidad inmediata del cumplimiento de la prestación
ordenada, la ley procesal peruana considera un plazo razonable siempre que la parte
emplazada esté en condiciones de no cumplir la prestación impuesta por el juez
constitucional.

Sin perjuicio de ello, el proceso de cumplimiento, dada su naturaleza especial de


proceso de tutela inmediata de otros derechos fundamentales, o de un proceso ejecutivo
propiamente dicho aunque con matiz constitucional, debe contemplar, como en efecto la
norma prescribe, la efectivización de la obligación proveniente del mandamus, en un
término no mayor a 10 días.

La ratio legis del dispositivo en comento obedece, en gran medida, precisamente a esa
naturaleza de efecto inmediato del cumplimiento, frente a cuya exigencia no cabe
razonablemente, la prórroga de la obligación determinada. En ese orden de ideas, no
devendría atendible que sobre la naturaleza cuasi ejecutiva del proceso de cumplimiento,
asumamos una distinción de regularidad que les asiste a otro tipo de procesos
constitucionales. En virtud de lo señalado, el plazo de 4 meses se reduce a 10 días.

4) La orden a la autoridad o funcionario competente de iniciar la investigación del caso


para efecto de determinar responsabilidades penales o disciplinarias, cuando la
conducta del demandado así lo exija.

La disposición aquí enunciada exige un margen de razonabilidad suficiente dado que


corresponde asumir con mensura si ha existido franca reticencia del funcionario emplazado a
cumplir con la obligación que en su momento fue exigida.

Un caso discutible en la práctica está representado por la configuración de conductas


que amparan su incumplimiento en normas regulares presupuestales de la Administración
Pública. Más aún, es posición corriente de algunas Procuradurías y entidades del Estado,
en las contestaciones de demandas, que ellas están en imposibilidad de cumplir un mandato
pues no existe la disponibilidad presupuestaria para atender la obligación.

Esta posición de incumplimiento se vino basando, en muchos casos, en el precedente


vinculante Villanueva Valverde11, y se alegaba como fundamento que si el mandato se
encontraba sujeto a controversia, entonces la obligación asumía un matiz de complejidad y por
tanto, no correspondía estimar la demanda.

10 Código Procesal Constitucional. Artículo 59.


(…) Cuando la sentencia firme contenga una prestación monetaria, el obligado que se encuentre en
imposibilidad material de cumplir deberá manifestarlo al Juez quien puede concederle un plazo no mayor
a cuatro meses, vencido el cual, serán de aplicación las medidas coercitivas señaladas en el presente
artículo.
11 STC 0168.-2005-PC/TC Caso Villanueva Valverde. F.J. 14
En nuestro ejercicio profesional en la magistratura constitucional, en muchos casos de este
tipo, los alegatos de incumplimiento por controversia de la obligación, se circunscribieron a
resoluciones municipales y regionales firmes, las cuales para la efectivización de la obligación,
señalaban que la obligación habría de cumplirse “una vez efectuado el desembolso del caso
por parte del Ministerio de Economía y Finanzas”. De esta forma, transcurrían varios años en
los cuales los municipios y algunas entidades del sector público, no cumplían con abonar
quinquenios, gratificaciones por tiempo de servicios u otros beneficios, bajo la excusa de que
la resolución cuyo cumplimiento se demandaba, contenía una cláusula cuya naturaleza era
condicionada, pues debía esperarse el desembolso del Ministerio de Economía y Finanzas.

La posición de la Sala Constitucional de Lambayeque fue considerar en su decisión


estimatoria, el estándar del término de incumplimiento por transcurso del tiempo. Si la
resolución era de data reciente, no resultaba atendible la pretensión, dado que debía producirse
un margen de exigencia de plazo razonable. Sin embargo, ¿y si la obligación no había sido
cumplida por largos espacios de tiempo? En este último caso, optamos por tener por no puesta
la cláusula de condicionamiento, en razón de que si habían transcurrido varios años, entre 5 a
más, no resulta válida la cláusula de condicionamiento, dada una actitud renuente, de
manifiesto perjuicio a la obligación de cumplimiento. Por consiguiente, las decisiones de la
Sala se orientaban a que se cumpliera los mandatos de pago exigidos.

JURISPRUDENCIA

“Si bien es cierto que la dependencia en la que el actor ejercía el cargo de técnico
administrativo del programa Asamblea Regional de la Región Grau en la actualidad se
encuentra desactivada [mediante los Decretos Leyes Nos 25418 y 25432, de abril de 1992,
que regularon transitoriamente la organización y funcionamiento de los Consejos de
Administración Regionales], también lo es que dicha situación no puede perjudicar al
recurrente, por lo que debe ser reincorporado en la dependencia que en la actualidad haga
sus veces, y en un cargo de igual nivel y categoría, respetando la evolución remunerativa
que se haya producido en el tiempo respecto de la prestación salarial que le pudiera
corresponder, situaciones que deberán ser dilucidadas en ejecución de sentencia”. (Exp.
03397-2003-AC FJ 4)

“Evidentemente, para que mediante un proceso de la naturaleza que ahora toca resolver
[Acción de cumplimiento] –que, como se sabe, carece de estación probatoria–, se pueda
expedir una sentencia estimatoria, es preciso que el mandato previsto en la ley o en un
acto administrativo tenga determinadas características. Entre otras, debe tratarse de un
mandato que sea de obligatorio cumplimiento, que sea incondicional y, tratándose de los
condicionales, que se haya acreditado haber satisfecho las condiciones; asimismo, que se
trate de un mandato cierto o líquido, es decir, susceptible de inferirse indubitablemente de
la ley o del acto administrativo que lo contiene y, en lo que al caso se refiere, que se
encuentre vigente”. (Exp. 02840-2002-AC FJ 6)

ARTÍCULO. 73° EJECUCIÓN DE LA SENTENCIA


La sentencia firme que ordena el cumplimiento del deber omitido, será cumplida de
conformidad con lo previsto por el artículo 22 del presente Código.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículo 22

Constitución: Artículo 200.6

COMENTARIO EDWIN FIGUEROA GUTARRA

El aplazamiento del cumplimiento de una obligación determinada al interior de un


proceso constitucional reviste caracteres especiales, pues debemos tener en cuenta que no
se trata de derechos de orden regular sino de derechos fundamentales, aún cuando la
discusión siga en estricto en vigencia dado que no existe acuerdo o consenso en la doctrina
respecto a la real tutela de un derecho fundamental en el proceso de cumplimiento.

En efecto, si es un proceso constitucional o constitucionalizado constituye una discusión de


rigor en medios académicos pues en tanto los procesos de habeas corpus, amparo, y habeas
data, prima facie, protegen los derechos a la libertad personal, otros derechos distintos a la
libertad personal, y el acceso a la información pública y autodeterminación informativa,
respectivamente, el proceso de cumplimiento no asegura rigurosamente un derecho
fundamental en estricto a ser protegido.

Podríamos cuestionarnos ¿no protege acaso el proceso de cumplimiento por extensión


el derecho a que otros derechos fundamentales sean tutelados? En vía de ejemplo, ¿no
protegería un proceso de cumplimiento, en rigor, el derecho a la remuneración, como
derecho fundamental, cuando la pretensión o mandamus señala, como hemos referido
supra, que el servidor público de una Municipalidad solicita se le abonen sus quinquenios
impagos que a su vez obran en una resolución administrativa firme? En nuestra opinión, la
vinculación es de orden directo pues existe una base de difusión e irradiación de un derecho
fundamental respecto a otro. En el caso señalado, el proceso de cumplimiento sirve de base
para que otros derechos fundamentales logren su eficacia y realización.

Veamos qué dice sobre esta materia el legislador colombiano en la Ley 393 de 1997, la
cual, como hemos señalado supra, desarrolla a nivel infraconstitucional el proceso de
cumplimiento:

“Artículo 23: Alcances del fallo. El cumplimiento del fallo no impedirá que se proceda
contra quien ejerció la Acción de Cumplimiento, si las acciones u omisiones en que incurrió
generasen responsabilidad.”

De otro lado, la referencia en el artículo en comento al artículo 2212 del Código Procesal
Constitucional, merece un comentario especial y hemos creído conveniente destacar la

12 Código Procesal Constitucional. Artículo 22.- Actuación de Sentencias


importancia de la prevalencia de las sentencias constitucionales sobre aquellas que en nuestro
caso se denominan de la jurisdicción ordinaria.

En nuestro caso concreto, respecto al proceso de cumplimiento, el mandamus de una


sentencia de este tipo gozará de preferencia, dado su carácter de sentencia de tutela urgente y
por lo tanto será oponible a cualquier otro tipo de pronunciamiento judicial respecto al cual se
presente un conflicto de ejecución o de materialización de un mandato. Ahora bien ¿acaso
representa una decisión en sede constitucional un pronunciamiento de mayor importancia en
relación a las decisiones de la jurisdicción ordinaria? A juicio nuestro, no, pues únicamente
concierne, respecto a los jueces constitucionales, una habilitación funcional por disposición
legal, para ejercer función revisora respecto de aquellos actos cuya naturaleza sea la de
corresponder a decisiones de la justicia ordinaria.

El juez constitucional, en forma extraordinaria, se encuentra investido de la potestad que


confieren la Carta Fundamental y la ley, para revisar si existen vulneraciones constitucionales
graves en actos sometidos a control constitucional. En consecuencia, ni el Derecho
Constitucional es una supra disciplina ni el juez constitucional goza de un supra poder frente a
sus homólogos de la justicia ordinaria, para modificar las decisiones o situaciones abordadas
en el ámbito de las relaciones entre sujetos y normas, a excepción de la facultad habilitante
revisora de naturaleza constitucional que confiere la jurisdicción constitucional.

Otro extremo del artículo 22, directamente vinculado al proceso de cumplimiento, hace
referencia a la aplicación de multas para materializar un mandato de cumplimiento 13. La
premisa es puntual: tratándose de un proceso de tutela urgente, no son admisibles
situaciones de excepción al cumplimiento e inclusive, un escenario excepcional lo
constituye la destitución del responsable renuente al cumplimiento de una obligación, como
medida extraordinaria frente a la renuencia en el cumplimiento del mandato.

Nuestra experiencia jurisdiccional de algunas causas en la Sala Constitucional de


Lambayeque, reflejó casos en los cuales la parte emplazada solía invocar que la orden de
efectivización de un pago ordenado por el Poder Judicial a funcionarios públicos en sede
constitucional, bien podía hacer incurrir a éstos en responsabilidad penal al contravenir normas
de austeridad. El debate jurídico producido revestía sumo interés: ¿obligaba el Poder Judicial,
a través de sus decisiones constitucionales en procesos de cumplimiento habilitando como
tutela urgente la orden de pago de un mandato administrativo, a incurrir en ilícitos penales?

La sentencia que cause ejecutoria en los procesos constitucionales se actúa conforme a sus propios
términos por el juez de la demanda. Las sentencias dictadas por los jueces constitucionales tienen
prevalencia sobre las de los restantes órganos jurisdiccionales y deben cumplirse bajo responsabilidad.(…)
13 Código Procesal Constitucional. Artículo 22.- Actuación de Sentencias
(…) La sentencia que ordena la realización de una prestación de dar, hacer o no hacer es de actuación
inmediata. Para su cumplimiento, y de acuerdo al contenido específico del mandato y de la magnitud del
agravio constitucional, el Juez podrá hacer uso de multas fijas o acumulativas e incluso disponer la
destitución del responsable. Cualquiera de estas medidas coercitivas debe ser incorporada como
apercibimiento en la sentencia, sin perjuicio de que, de oficio o a pedido de parte, las mismas puedan ser
modificadas durante la fase de ejecución.(…)
A juicio nuestro, las situaciones producidas debían ser objeto de una ponderación
racional y razonable, en paráfrasis de las ideas de Peces Barba 14: racional por el contenido
de juricidad que reviste todo derecho fundamental, y razonable, por la valoración
axiológica o de moralidad que reviste todo mandato de cumplimiento ceñido a defender
otros derechos fundamentales.

Por consiguiente, debía ponderarse, en un escenario de jerarquía móvil 15, como derecho
prevalente el derecho a que se efectivice un mandato regulado constitucionalmente en
nuestro ordenamiento jurídico, frente al otro derecho, preterido, vinculado al deber
funcional en las actuaciones de los funcionarios públicos. En nuestra posición, estos
funcionarios no pueden, en el propósito de defender una posición formalista, evadir , diferir
o postergar, sin mayor sustento, las obligaciones fijadas por los jueces, más aún si de por
medio están involucrados derechos fundamentales.

Podemos concluir señalando que la ejecución de los procesos de cumplimiento goza


de caracteres preferenciales en razón de que constituye un pronunciamiento de carácter
preferente frente a otro tipo de pronunciamientos de la jurisdicción ordinaria. De la
misma forma, no pueden admitirse situaciones de excepción que no concurr an bajo
circunstancias debidamente justificadas pues el incumplimiento representa de la misma
forma infracción a valores constitucionales, más aún si vivimos en un Estado
Constitucional o Estado Democrático y Social de Derecho.

Sobre el cumplimiento de obligaciones en el Estado Democrático y Social de Derecho, ya


el Tribunal Constitucional se ha pronunciado16, en clara referencia a que resulta exigible

14 PECES-BARBA, Gregorio. Curso de Derechos Fundamentales. Teoría General. Madrid. Universidad


Carlos III de Madrid. Boletín Oficial del Estado, 1999. p. 37.

15 Vid. PRIETO SANCHIS, Luis. Neoconstitucionalismo y ponderación judicial. Publicado en Anuario de la


Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid. 5, 2001. p. 13

16 STC 3149-2004-AC/TC Caso Gloria Yarlequé Torres


10. El Estado Social y Democrático de Derecho constituye no sólo un conjunto de reglas de derecho a las
que está supeditada la actuación del poder público, sino también un conjunto de actitudes, es decir, una
cultura o, como lo sugiere Böckenförde, un “ethos”, que presupone “(...) determinados modos de
comportarse (...) Estos modos de comportamiento, en los que se incorporan los principios y los criterios de
ordenación de la democracia, constituyen el ethos de la democracia. Y este ethos no es otra cosa que la
cultura política en la aquella vive y se apoya”.
11. En esta línea de razonamiento es necesario recordar que el Estado Social y Democrático “(...) está
sujeto a un plebiscito de todos los días (...)(015-2001-AI/TC) o, como lo expresáramos en otra sentencia,
es un imperativo que “(...) sus contenidos axiológicos se plasmen en la vida cotidiana (...)(008-2003-AI/TC,
F.J. 13.d). Es decir, su concreción requiere de una colaboración permanente entre todos los poderes
públicos y, de modo especial, de la Jurisdicción, poder premunido por excelencia de potestades y
competencias para hacer realidad los mandatos de la Constitución y la ley en cada caso concreto(…) En
este sentido dada la trascendencia del tema que se resuelve, se hará uso de las técnicas resolutivas y las
facultades que la doctrina y el ordenamiento permiten, para dejar un mensaje claro a todos aquellos
funcionarios o poderes públicos que no sólo desconocen el sistema legal imperante, sino que desalientan
la de un modelo de convivencia civilizada a partir de la Constitución. La edificación de una cultura
cumpla el Estado con materializar aquellos derechos especiales a favor de sus ciudadanos,
como aquellos que provienen de un mandato de cumplimiento.

Precisamente son los modos de comportamiento de un Estado, como señala la sentencia


materia de comento, aquellos que determinan en qué medida existe una cultura política
constitucional por efectivizar mandatos que no solo gozan de una naturaleza formal sino
también material, más aún cuando un proceso de cumplimiento configura cuál es el nivel de
realización de las obligaciones expresadas en normas legales o actos administrativos firmes.
Esto es, no nos encontramos frente a pretensiones que van a ser objeto de un esclarecimiento
en sede constitucional, sino de mandatos cuya naturaleza es en propiedad la de un proceso de
ejecución.

JURISPRUDENCIA

“... mediante escrito de abril de 2007 los recurrentes ponen en conocimiento de este Tribunal
la certificación de la sesión privada del Pleno del JNE que da cuenta del acuerdo suscrito
por los señores Mendoza Ramírez, Soto Vallenas, Vela Marquillo y Velarde Urdanivia de
fecha 20 de febrero de 2007, por el que se aprueba el informe presentado por el abogado
Aníbal Quiroga León y se dispone “remitir el pedido de la Asociación de Fonavistas del
Perú al Congreso de la República para que se proceda conforme a sus atribuciones
estipuladas en el artículo 5º del Reglamento del Congreso de la República”, así como el
Oficio Nº 549-2007-SG/JNE, de fecha 27 de febrero de 2007, dirigido por el Secretario
General del JNE al Oficial Mayor del Congreso de la República en cumplimiento del
referido acuerdo.

Con fecha 14 de mayo de 2007 el oficial Mayor del Congreso de la República remite, al
JNE mediante Oficio Nº 254-2006-2007-DDP-CD/CR el acuerdo adoptado por el
Consejo Directivo del Congreso por el que se remite el Oficio Nº 396-2006-2007-CCYR-
CR de la Comisión de Constitución y Reglamento y se deja constancia que se ha
“expresado que no es de su competencia, bajo el argumento de efectuar sus funciones de
control político, avocarse a un procedimiento previo a la presentación de una acción de
inconstitucionalidad ya que ello afectaría los principios y derechos de la función
jurisdiccional establecidos en la Constitución del Perú”

Que mediante Oficio Nº 1173-2007-SG/JNE remitido a este Colegiado, el 16 de mayo de


2007, se comunica la transcripción de la Resolución Nº 105-2007-JNE, que resuelve
poner en conocimiento del Tribunal Constitucional la certificación de 7824 registros
válidos de adherentes en el trámite de la acción de inconstitucionalidad contra la ley 28642
para los efectos del numeral 5) del artículo 203 de la Constitución Política del Perú.

Que el inciso 5 del artículo 203 de la Constitución Política del Perú establece que la acción
de inconstitucionalidad se ejercita por cinco mil ciudadanos con firmas debidamente
comprobadas por el Jurado Nacional de Elecciones.

constitucional es también objetivo y compromiso de este Colegiado con la sociedad peruana, a la que debe
su mandato.
Que conforme lo establece el artículo 8 del Código Procesal Constitucional, aplicable al
presente proceso, “Cuando exista causa probable de la comisión de un delito, el Juez, en
la sentencia que declara fundada la demanda en los procesos tratados en el presente título,
dispondrá la remisión de los actuados al Fiscal Penal que corresponda para los fines
pertinentes. Esto ocurrirá, inclusive, cuando se declare la sustracción de la pretensión y
sus efectos, o cuando la violación del derecho constitucional haya devenido en irreparable,
si el Juez así lo considera”.

Que resulta evidente que los miembros que componen el Pleno del JNE han interferido en
la demanda de inconstitucionalidad de autos con el propósito de impedir el ejercicio que la
Constitución Política del Perú otorga a los ciudadanos para demandar la inconstitucionalidad
de las leyes y los fines del proceso estipulados en los artículos II del Título Preliminar y 73º
del Código Procesal Constitucional, incumpliendo el deber de cumplir la Constitución que
la Carta impone a todos los funcionarios de conformidad con lo dispuesto en su artículo 38º”.
(Exp. 00029-2006-AI FJ De 3 a 8)

“... el proceso constitucional de cumplimiento tiene por objeto controlar la ‘inactividad


material de la administración’, es decir, el incumplimiento de mandatos nacidos de la ley
o de actos administrativos, donde no media la petición de un particular, sino donde se
encuentra vinculado, prima facie, un deber o el ejercicio de una atribución relacionada
con sus competencias naturales, protegiendo, así, los derechos e intereses legítimos de los
administrados afectados por la inacción de los órganos de la Administración Pública.

Que de acuerdo con lo establecido en el inciso 2) del artículo 33° de la Ley N° 27444, los
procedimientos de evaluación previa están sujetos a silencio positivo, junto a los recursos
destinados a cuestionar la desestimación de una solicitud, cuando el particular haya
optado por la aplicación del silencio administrativo negativo”. (Exp. 02433-2004-AC FJ
2,3)

ARTÍCULO. 74° NORMAS APLICABLES

El procedimiento aplicable a este proceso será el mismo que el previsto por el presente Código
para el proceso de amparo, en lo que sea aplicable. El Juez podrá adaptar dicho procedimiento
a las circunstancias del caso.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 22, 40, 41, 42, 43, 44, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 56, 57, 58, 59, 60, 67,
71, 72

Constitución: Artículo 200.6

COMENTARIO EDWIN FIGUEROA GUTARRA


La adaptibilidad del proceso de cumplimiento al proceso de amparo constituye una
referencia implícita al principio procesal de elasticidad constitucional enunciado por el artículo
III del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional17. La adaptibilidad puede ser
asimilada, en términos procesales, como adecuación del procedimiento según las exigencias
de realización de los derechos fundamentales a ser tutelados. Sin embargo, una perspectiva de
análisis de sumo interés es la siguiente: ¿y cuál es la medida de adecuación? ¿Es acaso la
adaptibilidad una facultad irrestricta del juzgador bajo la pauta de que se defienden derechos
fundamentales? ¿La tutela urgente per se implica superar la valla de las reglas procesales que
informan el principio de legalidad y el principio de congruencia procesal? ¿Y convierte la
adaptibilidad al juez constitucional en un regulador sin restricciones de los procesos
constitucionales pues de por medio se encuentran procesos vinculados a la libertad?

En definitiva, la respuesta es negativa en la medida que el principio del self restraint18 o de


autolimitación, informa de una necesaria actitud de suficiencia material respecto a las
decisiones a adoptar en sede constitucional. Ello quiere decir, con consistencia, que el juez
constitucional no se debe exceder en los fallos a emitir pues de lo contrario, incurre en excesos
o arbitrariedad que en buena cuenta, suponen la configuración de controles formales y
materiales respecto a sus decisiones.

El self restraint, como principio de autolimitación, ha sido abordado por Jorge Carpizo19 de
la siguiente forma:

“Más allá de los límites que el Tribunal (Constitucional) tiene como cualquier órgano de
poder, resulta muy importante que sepa autolimitarse, es decir, el self-restraint, que el activismo
judicial no sea desbordado, que aplique con prudencia las técnicas de la interpretación
constitucional, que jamás pretenda usurpar funciones que la Constitución atribuye a otros
órganos, que siempre tenga presente que está interpretando la Constitución, no creando una
filosofía o moral constitucionales.”

Las ideas de Carpizo refieren el necesario equilibrio que exigen las decisiones
constitucionales, más aún si de por medio éstas abordan la defensa integral del principio de
interdicción de la arbitrariedad. Sobre el mismo tema de límites a la labor constitucional de
los jueces, señala con propiedad Bachof 20

17 Código Procesal Constitucional. Artículo III.- Principios Procesales


(…) Asimismo, el Juez y el Tribunal Constitucional deben adecuar la exigencia de las formalidades
previstas en este Código al logro de los fines de los procesos constitucionales.
18 El concepto de self restraint hace una referencia a la idea de auto control. En el ámbito judicial la
vinculación respecto a los jueces de suyo señala que éstos no incurran en excesos en sus decisiones. Las
decisiones judiciales razonables, coherentes y suficientes son un ejemplo claro de auto control.

19 CARPIZO, Jorge, El Tribunal Constitucional y sus límites. Grijley. Lima, 2009. Pág. 57

20 BACHOF, Otto. Nuevas reflexiones sobre la jurisdicción constitucional entre derecho y política en Boletín
Mexicano de Derecho Comparado, Año XIX, núm. 57, UNAM- Instituto de Investigaciones Jurídicas,
México, 1986, p. 844.
“La Corte ha necesitado conquistar su actual posición con mucho trabajo y con muchas
resistencias. Que lo haya logrado radica, y no es la menor de las razones, en que con sabia
autolimitación haya entendido correctamente trazar las fronteras entre derecho y política. “

Por tanto, un discernimiento con autolimitación se verá reflejado en decisiones


respetuosas del orden democrático a que los jueces están preponderantemente obligados,
no trasvasando las fronteras de la política. Un juez podrá asumir premisas políticas en su
pensamiento personal pero no podrá exteriorizar decisiones con matiz político. No se le
valora la tarea judicial por los contextos de descubrimiento que justifiquen sus posiciones
personales sino por los contextos de justificación que informen las razones de su decisión.

En relación a los controles formales, los jueces constitucionales pueden ser objeto de una
acusación formal ante el Congreso, si se trata de magistrados del Tribunal Constitucional21, o
en su caso, ante los órganos de control22, si se trata de jueces del Poder Judicial que ejercen
jurisdicción constitucional. De otro lado, los controles materiales son más difíciles de enunciar
pues se refieren a la propia pauta de autolimitación a observar. Autolimitarse implica asumir
con ponderación, racionalidad y razonabilidad el encargo de impartir justicia constitucional y
al respecto, son factores en juego las calidades personales de los jueces constitucionales. Una
Corte fuerte23, con magistrados íntegros, preparados y fundamentalmente independientes, es
sinónimo y expresión de una manifestación de autocontrol sustantivo. A su vez, lo contrario
implica por cierto la necesidad de aplicar controles formales si las circunstancias así se
configuran.

En otro ángulo del problema, ¿Por qué la supletoriedad del amparo respecto del proceso de
cumplimiento? A juicio nuestro, ello se expresa en la organicidad del proceso de amparo, el
cual no solo es aquel tipo de proceso cuya carga es notoriamente mayoritaria a nivel de
procesos ante el Tribunal Constitucional24 y Poder Judicial, sino que igualmente ha sido

21 Constitución Política del Perú 1993. Artículo 99°.


Corresponde a la Comisión Permanente acusar ante el Congreso: al Presidente de la República; a los
representantes a Congreso; a los Ministros de Estado; a los miembros del Tribunal Constitucional; a los
miembros del Consejo Nacional de la Magistratura; a los vocales de la Corte Suprema; a los fiscales
supremos; al Defensor del Pueblo y al Contralor General por infracción de la Constitución y por todo delito
que cometan en el ejercicio de sus funciones y hasta cinco años después de que hayan cesado en éstas.
(Énfasis nuestro)
22 Reglamento de Organización y Funciones de la Oficina de Control de la Magistratura OCMA. Resolución
Administrativa Nº 129-2009-CE-PJ.Artículo 9.- Finalidad.- Es finalidad de la OCMA:
(…) 3. Evaluar permanentemente la conducta funcional de los magistrados y auxiliares jurisdiccionales.
23 Un ejemplo de activismo judicial es de la Corte Warren (1953-1969), Colegiado de la Corte Suprema de
EE.UU., que desplegó una labor notable en defensa de los derechos de los ciudadanos. Entre sus
sentencias más importantes figuran Brown vs. Board of Education, Loving vs. Virginia, entre otras
decisiones, que replantearon en enfoque de los derechos de las minorías en EE.UU. La referencia a una
Corte fuerte tiene relación con el principio de independencia judicial en el sentido de una actividad de los
jueces por desplegar decisiones que defiendan los principios, valores y directrices que alberga toda Carta
Fundamental.

24 Discurso del Presidente del Tribunal Constitucional, magistrado Juan Vergara Gotelli,, en la ceremonia de
apertura del años jurisdiccional constitucional 2010:
delimitado en el Código Procesal Constitucional con mayor énfasis25 respecto de los otros tipos
de procesos.

Finalmente, en el caso colombiano la Ley 393 de 1997, ya referida supra, aborda la


referencia a normas aplicables que enuncia el artículo 74 del Código Procesal Constitucional
de Perú, en los términos siguientes:

“Artículo 30. Remisión. En los aspectos no contemplados en esta Ley se seguirá el Código
Contencioso Administrativo en lo que sea compatible con la naturaleza de las Acciones de
Cumplimiento.”

El detalle a observar puede revestir interés. En el caso peruano, la referencia es al proceso


de amparo; en el caso colombiano, no son otros procesos constitucionales los cuales habrán de
regular los espacios de vacío que presente un proceso de cumplimiento en la realidad
colombiana, sino una norma igualmente infraconstitucional, de rango por cierto similar al
Código Procesal Constitucional peruano, esto es, el Código Contencioso Administrativo de
Colombia.

JURISPRUDENCIA

“En relación con esta cuestión, este Tribunal comprende la preocupación del Colegio
demandante, pero debe poner de manifiesto que la demanda de inconstitucionalidad tiene
por finalidad –conforme a lo dispuesto por el artículo 74 del Código Procesal
Constitucional– la defensa de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía
normativa.

En el presente caso, empero, el problema se circunscribe a dar respuesta a la pregunta


sobre si existe o no confusión -y por ende un riesgo para la salud pública- entre la
denominación del profesional de la carrera de Medicina Especializado en Medicina
Ginecoobstétrica y la del profesional de la carrera de Obstetricia.

No obstante e independientemente de las alegaciones del Colegio demandante, tal


confusión no ha quedado acreditada y no se verifica si en efecto su preocupación tiene o
no sustento en la realidad”. (Exp. 00010-2006-AI FJ 19)

“... de conformidad con lo dispuesto en la [en la normativa procesal] son de aplicación


supletoria a estos procesos las disposiciones de las leyes que regulan la acción de amparo.
En ese sentido, de la interpretación concordada de los plazos previstos... se concluye que

“al 11 de diciembre hemos expedido 1.343 sentencias en procesos de hábeas corpus, 39 en procesos de
hábeas data, se ha resuelto 421 quejas, 27 en procesos de inconstitucionalidad, 368 sentencias de
cumplimiento, 7 decisiones en procesos competenciales y 6.444 sentencias en procesos de amparo, lo
cual totaliza 8.649 sentencias (…) al 31 de diciembre hemos concluido la producción de todo el año que
pasó con la expedición de 8.962 sentencias (…)
El orden que aquí podemos apreciar es que el rubro de procesos de amparo asciende al 74.50% del total
de sentencias del Tribunal. Los procesos de cumplimiento representan solo el 4.25% de procesos.
25 Artículos 37 a 60 del Código Procesal Constitucional
en las acciones de cumplimiento, el plazo prescriptorio debe computarse desde el primer
día posterior a los 15 días de realizado el requerimiento por conducto notarial, salvo que
los actos que constituyan la afectación sean continuados”. (Exp. 00722-2004-AC FJ 3)
Título VI

DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE ACCIÓN

POPULAR E INCONSTITUCIONALIDAD

ARTÍCULO. 75° FINALIDAD

Los procesos de acción popular y de inconstitucionalidad tienen por finalidad la defensa de la


Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa. Esta infracción puede ser,
directa o indirecta, de carácter total o parcial, y tanto por la forma como por el fondo.

POR CONTRAVENIR EL ARTÍCULO 106 DE LA CONSTITUCIÓN, SE PUEDE


DEMANDAR LA INCONSTITUCIONALIDAD, TOTAL O PARCIAL, DE UN DECRETO
LEGISLATIVO, DECRETO DE URGENCIA O LEY QUE NO HAYA SIDO APROBADA
COMO ORGÁNICA, SI DICHAS DISPOSICIONES HUBIEREN REGULADO MATERIAS
RESERVADAS A LEY ORGÁNICA O IMPLIQUEN MODIFICACIÓN O DEROGACIÓN DE
UNA LEY APROBADA COMO TAL.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos I, IV, VI, 76, 77, 78, 80, 81, 83

Constitución: Artículos 51, 103, 104, 106, 118.8, 118.19, 138, 200.4, 200.5
26
COMENTARIO JORGE LUIS CÁCERES ARCE*

El siguiente comentario deviene de los procesos sujetos a control normativo o procesos


constitucionales orgánicos.

Como es conocido la finalidad de los procesos constitucionales esta expresamente normada


desde una óptica jurídica y desde una concepción axiológica, en el artículo II del Título
Preliminar de la Ley de Desarrollo Constitucional Nº 28237.

La esencia de estos procesos nos conducen a que los órganos constitucionales tanto
Poder Judicial como Tribunal Constitucional, garanticen la vigencia efectiva de los

26* Abogado, Magíster y Doctor en Derecho por la Universidad Católica d e Santa María de Arequipa.
Profesor Principal Investigador de Pre y Post Grado en la UCSM. Ex Decano del Colegio de Abogados
de Arequipa. Miembro de la Comisión de Estudio y Análisis de la Reforma del Código Procesal
Constitucional.
Derechos Constitucionales vía los procesos de Hábeas Corpus, de Amparo, Hábeas Data y
el mal denominado proceso constitucional de Cumplimiento, que a decir del destacado
jurista Francisco Eguiguren, no justifica la categoría de constitucional, porque no protege
derechos fundamentales y constitucionales, como así lo expresa el Art. 70, Inc. 3, del propio
Código Procesal Constitucional. Considerando que este proceso cautela derechos difusos
y/o colectivos (Art. 67 del C.P.C.).

La razón de ser de estos procesos, es el de garantizar la primacía de la carta política, ello en


base al principio de “supremacía de la Constitución”, y para ello contamos con el proceso de
inconstitucionalidad vía el control concentrado, tarea exclusiva y excluyente reservada a siete
“magistrados a doc”, que conforman el magno tribunal, el proceso de Acción Popular, cuya
finalidad es asegurar que ninguna norma administrativa vulnere a la ley pura, impura o a la
misma carta política. Este proceso constitucional es el único que no es revisable ni por la regla
ni por la excepción por el Tribunal Constitucional. Cuya competencia se encuentre reservada
al Poder Judicial (Art. 85 del C.P.C.) la razón fundamental radica en el control difuso judicial
de leyes administrativas.

En este segundo bloque podemos encontrar de igual forma a los procesos de solución
de conflictos constitucionales de: competencias y atribuciones, cuya instancia única la
constituye el Tribunal Supremo. Los conflictos de competencia se producen entre los
niveles de gobierno (nacional, regionales y locales) que pueden ser de naturaleza
horizontal, vertical, positivo, negativo, activos y pasivos), y los conflictos de atribuciones
entre los poderes del Estado y organismos constitucionales, donde incluimos la naturaleza
del conflicto de atribuciones por menoscabo, que en el caso concreto fueron resueltos por
el Tribunal Constitucional, en febrero del 2007, producto de la demanda de conflictos de
atribuciones que interpuso el Poder Ejecutivo, Ministerio de Comercio Exterior y Turismo
en contra del Poder Judicial, en relación a los procesos judiciales y constitucionales
“amparo”, referidos con la explotación de casinos de juego y máquinas tragamonedas.

La finalidad de los procesos de control normativo, la podemos desarrollar desde una


concepción de la jerárquica de leyes y de normas del ordenamiento jurídico, las mismas
que están sujetas al control respectivo.

El control concentrado que ejerce el Tribunal Constitucional, en aplicación de los principios


de autonomía e independencia, están referidos a que ninguna ley integrante del sistema jurídico,
vulnere al texto constitucional. Estas leyes, son las denominadas puras e impuras. Las puras
encuentran su fuente en el orden legislativo en el parlamento nacional y los parlamentos
subnacionales como son: (Consejo Regional y/o Municipal)

Estas normas son: Las leyes orgánicas y las de desarrollo constitucional, las leyes
ordinarias, los tratados internacionales en materia de derechos humanos, las resoluciones
legislativas, las ordenanzas regionales y municipales.

Es necesario precisar que la distinción entre las leyes orgánicas y desarrollo constitucional
con las ordinarias se dan por su contenido normativo y por su tratamiento legislativo, en este
sentido considero que la ley orgánica y la de desarrollo constitucional deben estar en un escalón
superior de la ley ordinaria por estas dos razones, ya que las orgánicas y de desarrollo se
encargan de implementar mandatos constitucionales. Las orgánicas de organizar y estructurar
órganos y poderes públicos de rango constitucional y las de desarrollo que se convierten en
reglamentos de las normas constitucionales, desarrollan los institutos y principios
constitucionales como la descentralización, los partidos políticos, los procesos constitucionales
entre otros.

Es por ello, que el legislador le otorga un tratamiento especial a la ley orgánica, y al


desarrollo constitucional, tanto en su aprobación, modificación o derogación, ya que para
poder prosperar alguna de estas figuras de formación de leyes, se requiere del consenso
político de los integrantes del Congreso (mayoría calificada Art. 106º Const.), mientras
que para aprobar, derogar o modificar una ley ordinaria lo exigido por la Constitución es
la votación de los parlamentarios, sin requerir mayor consenso (mayoría simple).

El otro bloque de normas sujetas al control de constitucionalidad de las leyes, son las
denominadas leyes impuras con rango tal, cuyo origen no lo encontramos en el parlamento
nacional sino en el Poder Ejectivo.

Producto de la delegación de facultades el Poder Ejecutivo (Art: 104° de la Const.),


asume las funciones legislativas y emite decretos legislativos previo acuerdo del Consejo
de Ministros, en las materias que le han sido delegadas y por un plazo expresamente
señalado, en la ley autoritativa. A ésta figura constitucional Enrique Chirinos Soto, la
denominaba “la dictadura legal”.

El Poder Ejecutivo a su vez emite normas con rango de ley, vía decretos de urgencia (art.
118° Inc. 19 Const.) en materia económica y financiera con cargo a dar cuenta al Congreso.

Las otras normas puras sujetas a control concentrado, son las denominadas ordenanzas
regionales y municipales emitidas por el Consejo Regional o por el Consejo Municipal, que se
constituyen en parlamento regional y parlamento local, órganos de los gobiernos
subnacionales.

El control constitucional de las leyes lo ejerce el Tribunal Constitucional, vía el control


concentrado, pudiendo ser este control por la forma, por el fondo, en todo y en parte de materia
orgánica. Los facultados para interponer la demanda son aquellos ciudadanos envestidos de
mandato constitucional expreso (Art. 203° Const.). Los accionantes son funcionarios que
ejercen atribuciones constitucionales y que requieren acuerdos de los órganos autónomos, para
interponer la demanda a excepción de Defensor del Pueblo. En el caso de los ciudadanos (cinco
mil) se requiere la verificación de las firmas de parte de la ONPE y deberán designar a su
representante y/o promotor.

En el caso que el demandante es un Colegio Profesional, (órgano autónomo con


personalidad de Derecho Público, que cuentan con jerarquía constitucional estando al numeral
20 de la Constitución Política), deberán acompañar el acuerdo de la Junta Directiva.

Es conocido que la infracción al texto supremo se produce de tres modos,


inconstitucionalidad directa o indirecta, total o parcial, por la forma o por el fondo y estas en
materia orgánica.
- Al respecto se hace necesario comentar si la infracción es al dispositivo o a la norma
constitucional: nos encontramos en el escenario de la interpretación constitucional y frente
a ello considero que no podemos dejar de analizar el estudio que distingue al dispositivo de
la norma, conceptos aplicados como sinónimos.

- El maestro italiano Alessandro Pizzoruso, nos alcanza los elementos que distinguen al
dispositivo de la norma, los dispositivos son “las proposiciones […] contenidos en los
textos que resultan de una fuente - acto ”27 y las normas son “reglas elaboradas por los
jueces o por otros operadores del derecho para su aplicación aun presupuesto de hecho
concreto a través de la interpretación de las disposiciones contenidas en los actos
normativos o bien de la comprobación de los hechos normativos correspondientes a una de
las fuentes hecho”28.

- Podemos deducir que el dispositivo es el enunciado que se encuentra desarrollado en un


artículo de determinado cuerpo normativo.

- En ejercicio de la seguridad jurídica, no dudemos que el sentido de la norma que debe ser
acorde con la Constitución, es tarea reservada a los jueces ordinarios y constitucionales,
que son los centinelas del Estado Constitucional.

- Retomamos el análisis del numeral 75 de la Ley de Desarrollo Constitucional, en relación


a las formas de inconstitucionalidad.

a) La inconstitucionalidad directa o indirecta:

-
Contamos con normas con rango de Ley, que están sujetas a control de constitucionalidad
y que requieren incorporar algunas reglas materiales o de producción Jurídica, que sean
indispensables para establecer su validez o invalidez de la norma sujeta a control
concertado, estamos en el espacio de inconstitucionalidad directa, porque violan de manera
inmediata a la Constitución y no a la Ley

-
Cuando se nombra la inconstitucionalidad indirecta, se trata de actos medianamente
subordinados a la Ley fundamental, como arquetipo cuando un reglamento contiene rasgos
de inconstitucionalidad que estropean a la Ley, que la Constitución ordena respetar.

b) La Inconstitucionalidad Total o Parcial

27 Pizzorusso Alessandro. Las Fuentes del Derecho en el Ordenamiento Jurídico Italiano. Entrevista del
Centro de Estudios Constitucionales Nº 3. Madrid. 1989. Pág. 282.

28 Pizzorusso, Alessandro. Ob. Cit. Pág. 282.


-
Cuando el texto de la norma en todo su contenido es inconstitucional y por ende el
Tribunal la declara en su integridad contraria a la ley magna.

-
La inconstitucionalidad parcial, se presenta cuando un inciso, un artículo, un capitulo
de la norma no se ajusta a los principios constitucionales.

c) Inconstitucionalidad Formal y de Fondo

-
Las leyes deben ser elaboradas respetando el procedimiento debidamente establecido en la
Constitución Política (FORMA) una ordenanza municipal que no haya sido aprobada por
el Consejo Municipal Provincial y/o Distrital.

-
Se produce la inconstitucionalidad de fondo cuando el texto legal irrumpe, contraviene los
valores, los principios, a los derechos fundamentales y constitucionales que la informan.

-
La inconstitucionalidad orgánica, se presenta cuando la ley orgánica y/o de desarrollo
constitucional, no han sido aprobados por lo menos con 61 votos que se exige para su
vigencia, o en su defecto el proyecto de Ley no cuenta con dictamen de la comisión
congresal; trasgrediendo el numeral 105 de la carta política o el proyecto normativo no se
remita a Palacio de Gobierno para su promulgación y luego publicación, conforme al
Artículo 108 de la ley suprema.

-
La inconstitucionalidad material se presenta cuando las leyes orgánicas en su
contenido confrontan con la norma élite del sistema jurídico.

-
Finalmente devienen en inconstitucionales los decretos legislativos y/o los de
urgencia cuando regulan materias reservadas al Parlamento que no hayan sido
delegadas del Poder Legislativo al Ejecutivo.

JURISPRUDENCIA

“No está demás recordar que la doctrina ha señalado que la Constitución es la norma de
normas o norma subordinante porque es obra del Poder Constituyente (pueblo); en ella se
reconocen los derechos fundamentales del ser humano, se establecen las reglas básicas de
convivencia social y política, y además crea y regula el proceso de producción de las
demás normas del sistema jurídico nacional. Es así que por su origen y su contenido se
diferencia de cualquier otra fuente del derecho. Y una de las maneras como se traduce tal
diferencia es ubicándose en el vértice del ordenamiento jurídico. Desde allí la
Constitución exige no sólo que no se cree legislación contraria a sus disposiciones sino
que la aplicación de tal legislación se realice en armonía con ella misma.
Lo expuesto en el fundamento precedente ha sido recogido por el artículo 75º del Código
Procesal Constitucional cuando señala que el proceso de inconstitucionalidad, tiene por
finalidad “la defensa de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía
normativa”.

Este precepto contiene el principio de jerarquía normativa que nos dice que cualquier otra
norma con rango menor está sometida a la supremacía de la Constitución resultando que
una norma con rango de ley será válida sólo en la medida en que sea compatible formal y
materialmente con la norma suprema; en consecuencia, el parámetro de control de
constitucionalidad de las leyes o normas de su mismo rango, está integrado, siempre y en
todos los casos, por la Constitución”. (Exp. 00006-2008-AI FJ 2,3)

“El artículo 75º del Código Procesal Constitucional empieza especificando la finalidad del
proceso de inconstitucionalidad como proceso objetivo, señalando que no es otra que la
de defender a la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa.

Con ello se quiere expresar que el fin del proceso es garantizar la condición de la
Constitución como norma suprema y, por lo tanto, como aquella norma que presta el
fundamento de validez de la legislación de inferior jerarquía. En ese sentido, en el seno del
proceso de inconstitucionalidad se confía al Tribunal Constitucional verificar si el legislador
cumplió o no con observar a aquellos límites impuestos por la Constitución en un tema tan
complicado como es la descentralización.

Ese control supone un juicio de compatibilidad abstracta entre dos normas de diferente
jerarquía, tal como nos proponemos analizar a través de dos ámbitos concretos de la Ley N°
28274, pero siempre tomando en cuenta que unos de los fines primordiales de la
Constitución, según lo señala el artículo 44º, es promover el bienestar general que se
fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y equilibrado de la Nación, y hacia ello
debe dirigirse cualquier norma de descentralización emitida por el Congreso de la
República”. (Exp. 00028-2005-AI FJ 1)

“El artículo 75º del CPConst. establece que la infracción a la jerarquía normativa de la
Constitución, puede ser: a) por la forma o por el fondo; b) parcial o total; y, c) directa o
indirecta.

3.3.1 Infracciones constitucionales por la forma o por el fondo.

Una norma incurre en una infracción constitucional de forma, fundamentalmente, en 3


supuestos:

a)
Cuando se produce el quebrantamiento del procedimiento legislativo previsto en la
Constitución para su aprobación. Dicho evento tendría lugar, por ejemplo, si, fuera de las
excepciones previstas en el Reglamento del Congreso de la República, un proyecto de ley
es sancionado sin haber sido aprobado previamente por la respectiva Comisión
dictaminadora, tal como lo exige el artículo 105º de la Constitución.
b)
Cuando se ha ocupado de una materia que la Constitución directamente ha reservado a
otra específica fuente formal del derecho. Así, por ejemplo, existen determinadas materias
que la Constitución reserva a las leyes orgánicas (v.g. de conformidad con el artículo 106º,
la regulación de la estructura y el funcionamiento de las entidades del Estado previstas en
la Constitución), razón por la cual en caso de que una ley ordinaria se ocupe de dicha
regulación, incurriría en un vicio de inconstitucionalidad formal.

c)
Cuando es expedida por un órgano que, constitucionalmente, resulta incompetente para
hacerlo. Ello tendría lugar, por ejemplo, si el Poder Legislativo expidiera decretos de
urgencia, pues la posibilidad de dictar dichas fuentes normativas ha sido reservada al
Presidente de la República, conforme a lo previsto en el artículo 118º 19 de la
Constitución.

Las infracciones constitucionales de fondo tienen lugar cuando la materia regulada por la
norma con rango ley, resulta contraria a algunos de los derechos, principios y/o valores
constitucionales, es decir, cuando resulta atentatoria no de las normas procedimentales o
del iter legislativo, sino de las normas sustanciales reconocidas en la Constitución.

3.3.2 Infracciones constitucionales parciales o totales.

La totalidad o parcialidad de las infracciones constitucionales, no se encuentra referida a


un quantum de la fuente afectada (la Constitución), sino de la fuente lesiva (la ley o norma
con rango de ley). En efecto, una ley puede ser totalmente inconstitucional cuando la
totalidad de su contenido dispositivo o normativo es contrario a la Constitución. En tales
supuestos, la demanda de inconstitucionalidad es declarada fundada, y la disposición
impugnada queda sin efecto.

Contrario sensu, la ley es parcialmente inconstitucional cuando sólo una fracción de su


contenido dispositivo o normativo resulta inconstitucional. En caso de que el vicio parcial
recaiga sobre su contenido dispositivo (texto lingüístico del precepto), serán dejadas sin
efecto las palabras o frases en que aquel resida. Si el vicio recae en parte de su contenido
normativo, es decir, en algunas de las interpretaciones que pueden ser atribuidas al texto
del precepto, todo poder público quedará impedido, por virtud de la sentencia del Tribunal
Constitucional, de aplicarlo en dichos sentidos interpretativos.

3.3.3 Infracciones constitucionales directas e indirectas. El bloque de constitucionalidad.

Finalmente, el artículo 75º del CPCont., alude a la afectación directa o indirecta de la


Constitución en la que puede incurrir una ley o norma con rango de ley.

La infracción directa de la Carta Fundamental por una norma, tiene lugar cuando dicha
vulneración queda verificada sin necesidad de apreciar, previamente, la incompatibilidad
de la norma enjuiciada con alguna(s) norma(s) legal(es). Se trata de aquellos supuestos en
los que el parámetro de control de constitucionalidad, se reduce únicamente a la Norma
Fundamental. Así, todos los ejemplos a los que se ha hecho referencia hasta el momento
revelan una vulneración directa de la Constitución.
Por su parte, la infracción indirecta de la Constitución implica incorporar en el canon del
juicio de constitucionalidad a determinadas normas además de la propia Carta
Fundamental. Se habla en estos casos de vulneración “indirecta” de la Constitución,
porque la invalidez constitucional de la norma impugnada no puede quedar acreditada con
un mero juicio de compatibilidad directo frente a la Constitución, sino sólo luego de una
previa verificación de su disconformidad con una norma legal perteneciente al parámetro
de constitucionalidad.

Tal como ha afirmado este Colegiado,

‘en determinadas ocasiones, ese parámetro puede comprender a otras fuentes distintas de
la Constitución y, en concreto, a determinadas fuentes con rango de ley, siempre que esa
condición sea reclamada directamente por una disposición constitucional (v.g. la ley
autoritativa en relación con el decreto legislativo). En tales casos, estas fuentes asumen la
condición de `normas sobre la producción jurídica´, en un doble sentido; por un lado,
como `normas sobre la forma de la producción jurídica´, esto es, cuando se les encarga la
capacidad de condicionar el procedimiento de elaboración de otras fuentes que tienen su
mismo rango; y, por otro, como `normas sobre el contenido de la normación´, es decir,
cuando por encargo de la Constitución pueden limitar su contenido.’ (STC 0007-2002-
AI/TC, Fundamento 5).

De esta manera, la afectación indirecta de la Constitución responde al esquema que se


presenta en el cuerpo de la sentencia.

En tal sentido, se produce una afectación indirecta de la Constitución, ante la presencia


de una incompatibilidad entre la norma sometida a juicio y otra norma legal a la que el
propio Constituyente delegó:

a) La regulación de un requisito esencial del procedimiento de producción normativa.

En la STC 0041-2004-AI.htm” target=”_blank”>0041-2004-AI, el Tribunal


Constitucional tuvo oportunidad de centrar su análisis en un vicio de esta índole,
estableciendo que el requisito de ratificación de las ordenanzas distritales por parte de la
Municipalidad Provincial, previsto en el artículo 40º de la Ley Nº 27972 —Ley Orgánica
de Municipalidades (LOM)—, constituye un requisito de validez de tales ordenanzas: ‘En
un Estado descentralizado como el peruano, los distintos niveles de gobierno deben
apuntar hacia similares objetivos, de modo que el diseño de una política tributaria integral
puede perfectamente suponer —sin que con ello se afecte el carácter descentralizado que
puedan tener algunos niveles—, la adopción de mecanismos formales, todos ellos
compatibles entre sí, lo que implica que un mecanismo formal como la ratificación de
ordenanzas distritales por los municipios provinciales coadyuva a los objetivos de una
política tributaria integral y uniforme acorde con el principio de igualdad que consagra el
artículo 74º de la Constitución’ (STC 0041-2004-AI.htm” target=”_blank”>0041-2004-
AI, Fundamento 10).

b)
La regulación de un contenido materialmente constitucional. Es el caso, por ejemplo, de
las leyes que, por mandato de la propia Constitución, se encuentran encargadas de
configurar determinados derechos fundamentales.

c)
La determinación de las competencias o límites de las competencias de los distintos
órganos constitucionales. Tal es el caso de la LBD. Normas legales de esta categoría
servirán de parámetro cuando se ingrese en la evaluación de la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de las ordenanzas regionales incoadas.

Mientras las normas legales a las que se ha hecho referencia en el fundamento precedente
sean plenamente compatibles con la Constitución, formarán parte del denominado ‘bloque
de constitucionalidad’, a pesar de que, desde luego, no gozan del mismo rango de la lex
legum. En estos casos, las normas delegadas actúan como normas interpuestas, de manera
tal que su disconformidad con otras normas de su mismo rango, que sean impugnadas en
un proceso de inconstitucionalidad, desencadena la invalidez constitucional de éstas”.
(Exp. 00020-2005-AI FJ De 21 a 29)

“Según el Código Procesal Constitucional, en su artículo 75, éste tiene como objeto ‘(...) la
defensa de la Constitución frente a infracciones contra su jerarquía normativa’. Queda
claro, entonces, que este Colegiado no se encuentra sometido a las sentencias emitidas
cuando regían las normas constitucionales ahora modificadas, pues el sentido de la
‘jerarquía normativa’ de la Constitución ya ha variado. Esto no significa que las sentencias
expedidas en el anterior contexto normativo constitucional en materia pensionaria quedan
sin efecto, por cuanto fueron expedidas válidamente”. (Exp. 00050-2004-AI FJ 9)

“... es deber de este Colegiado preservar la supremacía jurídica de la Constitución, haciendo


respetar los valores constitucionales -función valorativa-, expulsando la norma contraria
a la Constitución -función pacificadora-, y restableciendo la racionalidad y unidad del
ordenamiento jurídico-constitucional -función racionalizadora-”. (Exp. 00050-2004-AI
FJ 6)

ARTÍCULO. 76°
PROCEDENCIA DE LA DEMANDA DE ACCIÓN POPULAR

La demanda de acción popular procede contra los reglamentos, normas administrativas y


resoluciones de carácter general, cualquiera que sea la autoridad de la que emanen, siempre
que infrinjan la Constitución o la ley, o cuando no hayan sido expedidas o publicadas en la
forma prescrita por la Constitución o la ley, según el caso.

ANTECEDENTES:

Ley 24968. Art. 1

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículo 88
Constitución: Artículos 51, 118.9, 200.5

COMENTARIO J O R GE L U IS C Á C E R E S A R C E

La demanda de Acción Popular y su proceso es de conocimiento exclusivo del Poder


Judicial, la primera instancia es la Sala Civil o Mixta del Distrito Judicial correspondiente, por
razón de materia al que pertenece el órgano emisor, cuando la norma administrativa es de
carácter regional o local, mientras que, cuando la norma es de carácter nacional le corresponde
conocer a la Sala Civil respectiva del Distrito Judicial de Lima, y en ambos casos el recurso de
apelación es resuelto por la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia.

En el caso del proceso de Acción Popular funciona el control judicial de leyes


administrativas (decretos supremos, resoluciones supremas, resoluciones ministeriales,
resoluciones de presidencia regional, resoluciones y decretos de alcaldía, entre otras
normas administrativas), que vulneren o violen a una ley pura o impura o al texto
constitucional. Esta demanda puede ser interpuesta por cualquier ciudadano (intereses
difusos) o por el Defensor del Pueblo, es resuelta garantizando la pluralidad de instancias
por los jueces ordinarios y no por los jueces constitucionales a pesar que es un proceso con
rango constitucional. La demanda puede ser por la forma, por el fondo, directa e indirecta,
total o parcial según el contexto de la ley administrativa que haya vulnerado o transgredido
a la norma constitucional o legal.

Es necesario comentar que la demanda, en razón de la aplicación de los derechos difusos,


puede ser interpuesta por la procuraduría pública en materia constitucional adscrita al
Ministerio de Justicia, estando el D.S. 058-2010-PCM, que se encarga de asumir la defensa del
Estado en los procesos constitucionales de inconstitucionalidad, acción popular y conflicto
constitucional de competencias y atribuciones.

En este proceso se aplica el principio de jerarquía de leyes y el irrestricto respeto a los


principios de supremacía de la Constitución, razonabilidad jurídica, entre otros.

La Acción Popular como bien lo explica Francisco Chirinos Soto “una de las fallas más
graves de técnica jurídica es la que le da el nombre de acción popular a un procedimiento
judicial que bien podría denominarse acción de legalidad, porque persigue precisamente la
invalidez de los reglamentos, normas administrativas, así como resoluciones y decretos de
carácter general, que infrinjan la constitución o las leyes”29

Es necesario precisar que en la Constitución del 79, en apropiada elaboración, decía en el


último párrafo del Artículo 295 “Hay Acción Popular ante el Poder Judicial por infracción de
la Constitución o la ley”30

29 Chirinos Soto, Francisco. La Constitución – Lectura y comentarios. Ed. RODHAS. 1era Edición. Lima 2008,
Pág. 573.

30 García Belaúnde, Domingo. Las Constituciones del Perú. Tomo II. Fondo Editorial USP. Lima 2006. Pág.
258
Con el proceso de Acción Popular se ejerce el control de legalidad, a cargo del Poder
Judicial, de las leyes de rango administrativo que violentan a la Constitución o a la ley
ordinaria.

- Lo indicado refleja, que la jurisdicción ordinaria está llamada a pronunciarse sobre la


validez de las normas de carácter general emitidas por la esencia de la burocracia de los tres
niveles de gobierno (Nacional, Regional y Local).

- Nos encontramos en el control abstracto y orgánico, se dirige de modo directo a golpear a


la norma ilegal – ilegitima que trasgrede la ley o la norma magna.

- Deberán recordar que por tratarse, de defender intereses difusos, sus objetos serán siempre
“erga omnes” , no cautela derechos subjetivos y específicos. Empero este proceso
constitucional, nos lleva a un juicio de validez, en abstracto y objetivo, referido a una norma
infralegal.

JURISPRUDENCIA

“... el hecho de que el Decreto Supremo N° 158-99-EF no requiera de acto posterior alguno
para su obligatoriedad, lo hace un dispositivo legal de eficacia inmediata, imperativo
frente a los sujetos pasivos del impuesto, por lo que no puede negarse su naturaleza
autoaplicativa o de “acto aplicatorio”, es decir, con mayor certeza de ocurrencia que la
amenaza de violación del derecho, a que se refiere el artículo 3° de la Ley N° 23506 para
la procedencia de una acción de amparo y por ende, procedía esta acción de amparo, aún
cuando en la práctica no se hubiera realizado todavía el acto de aplicación y cobranza del
impuesto”. (Exp. 01311-2000-AA FJ 1)

ARTÍCULO. 77°
PROCEDENCIA DE LA DEMANDA
DE INCONSTITUCIONALIDAD

La demanda de inconstitucionalidad procede contra las normas que tienen rango de ley: leyes,
decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados que hayan requerido o no la aprobación del
Congreso conforme a los artículos 56 y 57 de la Constitución, Reglamento del Congreso,
normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales.

ANTECEDENTES:

Ley Orgánica d|el T.C. Art. 20

CONCORDANCIAS:

Const. Art. 56,57,74,83,101.4,102 a 108,118.8.200.4,203.


C.P.Co. Art. I, II, II, IV, 84 a 97,104.

COMENTARIO J O R GE L U IS C Á C E R E S A R C E

El recurso de inconstitucionalidad puede ser interpuesto por aquellos funcionarios con


facultad expresa para dicho fin, en representación de los organismos constitucionales, están
facultados para ello:

- El Presidente de la República con el acuerdo del Concejo de Ministros, en representación


del Poder Ejecutivo. (En este extremo se encarga a la Procuraduría Pública en materia
constitucional regulada por D.S. 058-2010-PCM).

- El Fiscal de la Nación, con la anuencia de la Junta de Fiscales Supremos y en la materia de


su competencia.

- El 25% de Congresistas, en cualquier materia y con la certificación del Oficial Mayor del
Congreso de la firma de los parlamentarios que suscriben la acción, a lo cual podemos
deducir que la exigencia de certificación mencionada, crea un mecanismo de control de
transparencia, por la falta de credibilidad y seriedad de algunos integrantes del parlamento
nacional.

- Los Presidentes Regionales con el acuerdo de su colegiado (Consejo Regional), en temas


exclusivos de su competencia, al igual que los Alcaldes Provinciales y exceptuando a los
Alcaldes Distritales con el acuerdo del parlamento local.

Podemos identificar que se produce una discriminación de rango administrativo, ya que si


hablamos de democracia representativa, en nuestro país contamos con Alcaldes distritales
que representan a mayor población que Alcaldes provinciales, por lo que, considero que el
principio de representatividad e igualdad han sido quebrados con esta exclusión de los
Alcaldes distritales de poder interponer demandas de inconstitucionalidad con previo
acuerdo de su consejo municipal, a pesar que las normas sujetas a control de
constitucionalidad no solo violan, discriminan o irrumpen contra el sistema jurídico,
afectando a jurisdicciones provinciales, sino también a las jurisdicciones distritales que
cuentan con mayor presencia social, al ser de alcance general las normas cuestionadas.

- Los Colegios Profesionales, con el acuerdo de su junta directiva, en temas relacionados a


su formación profesional, considerando que son gremios dotados de autonomía y
representación pública.

- Debemos traer a mención que el Colegio de Abogados de Arequipa bajo el Decanato del
Dr. Luis Velando Puertas, (2005) interpuso demanda de inconstitucionalidad contra el art
22° inc. “c” (Exp. 0025-2005-PI/TCyExp. 0026-2005-PI/TC) de la Ley Orgánica de
Consejo Nacional de la Magistratura, en relación a los cursos del PROFA organizado por
la Academia de la Magistratura, consideramos que dicha norma era discriminatoria,
arbitraria e inconstitucional ya que exigía al abogado de a pie haber cursado
obligatoriamente el curso del Profa para acceder a la carrera jurisdiccional, generando ello
un trato discriminatorio ya que con ello se creo requisitos excluyentes para ingresar al Poder
Judicial y al Ministerio Público, debido a que el postulante debía haber aprobado el curso
mencionado31.

Es necesario precisar que la exclusividad de estos cursos es para el ascenso y no para el


acceso a la carrera judicial, como se desprende de la interpretación literal y exegética
del artículo 151° de la Constitución de Estado.

- A su vez puede ser interpuesta la demanda por el Defensor del Pueblo, quien no requiere
de acuerdo colegiado para que prospere dicha iniciativa de control constitucional.

- Finalmente 5000 vecinos debidamente identificados, cuyas firmas deben ser verificadas por
ONPE, quienes deben señalar a su promotor o representante, dicha iniciativa puede
considerarse como un pleno ejemplo de acceso a la democracia constitucional y social, ello
es reflejo del ejercicio de participación efectiva y representativa, (caso concreto es la
demanda que interpuso el Dr. Alberto Borea Odría, quien con el respaldo de mas de 5000
ciudadanos, buscó la declaración de inconstitucionalidad del «documento del 93» (Exp.
00014-2003-AI/TC sentencia del 10 de diciembre del 2003, cuya demanda fue declarada
infundada con el voto singular y sesudo del destacado ex magistrado Dr. Manuel Aguirre
Roca).

Una reciente demanda interpuesta por el letrado Alberto Borea (EXp. 013-2010-AI del
21-06-2010) en contra del numeral 1 de la ley orgánica del Tribunal Constitucional Nº
28301 que establece, que le sede del órgano interprete de la carta es la Ciudad de Arequipa,
por razones de índole histórico, jurídico, constitucional e institucional. El Doctor Borea y
cinco mil ciudadanos (limeños) pretenden que el pleno del Tribunal declare
inconstitucional al numeral primero de la ley acotada, sin mayor fundamentación jurídica
y constitucional. Los demandantes no han considerado que el Poder Judicial (Cuarta sala
civil de la Corte Superior de Arequipa) resolvió en diciembre del 2009, confirmar la
sentencia emitida por el Juez Rubén Herrera (11vo Juzgado Civil) en el sentido que le sede
oficial y constitucional del T.C. es la ciudad de Arequipa, encontrándose el proceso de
cumplimiento en la etapa de ejecución de sentencia, cuyo plazo vence en Diciembre del
2010, para que el T.C. se traslada institucionalmente a la ciudad de caudillo y capital de la
juridicidad (Exp. 7193-2008-PC)

Frente a este escenario jurídico el pleno del T.C. solo le queda acatar el fallo judicial que
ha adquirido autoridad de cosa juzgada y que dispone el estricto cumplimiento de lo normado
en el artículo 1 de la Ley 28301. el T.C. como guardián incólume de la Constitución, está
obligado a respetar las decisiones de los órganos constitucionales dentro del ejercicio del
equilibrio de la función estadual.

La leyes sometidas al control concentrado son las ya mencionadas (leyes puras e


impuras) que vulneren a la Constitución Política del Estado, por no haberse aprobado,

31 Aclaro que la postura del académico comentarista no es opuesta a la realización del curso del Profa, en el
cual es docente en sede de Arequipa, estando convencido del nivel académico en pro de una adecuada
formación académica de los operadores del derecho, empero, no compartimos que la asignatura sea
exclusiva y excluyente para postular, debiendo respetarse la naturaleza de su origen.
promulgado y publicado conforme a ley (forma), por atentar al núcleo constitucional y a
los principios reguladores del sistema jurídico (fondo), cuando la ley ...en su contenido
íntegro violenta a la Constitución en su naturaleza y esencia de protección a los derechos
fundamentales y estructura del Estado (total), y procede la inconstitucionalidad parcial,
cuando un artículo, inciso o acápite contraviene al texto supremo y la inconstitucionalidad
orgánica se presenta por la forma o por el fondo, en todo o en parte, cuando hablamos que
la ley sometida al control de constitucionalidad es una orgánica o de desarrollo
constitucional.

Debemos aclarar que las normas sujetas a control de Constitucionalidad, vía control
concentrado a través del Tribunal Constitucional , no sólo son debidamente enumerados en este
precepto, sino también aquellas leyes emitidas por los gobiernos de facto (Decretos Leyes) y
las leyes que son producto de las reformas constitucionales y las que aprueban las consultas
ciudadanas (referéndum del FONAVI del 03 de octubre del 2010).

- A su vez las leyes derogadas en materia Tributaria y penal, están sujetos a control así
lo ha establecido el Tribunal Constitucional (Expediente Nº 0004 – AI – TC, caso
Impuesto a las Transacciones Financieras) y ello en concordancia con el Artículo 81 del
Código Procesal Constitucional.

JURISPRUDENCIA

“3. Dadas las consecuencias que su ejercicio puede tener sobre la ley, que es expresión de la
voluntad general representada en el Parlamento, el Tribunal ha recordado que la declaración
de inconstitucionalidad debe considerarse como la última ratio a la que un Juez debe apelar
(STC 0141-2002-AA/TC, Fund. Jur. Nº 4 “o; STC 0020-2003-Al/TC, Fuñó. Jur. We. 5),
habida cuenta que:

Los jueces y Tribunales sólo inaplican las disposiciones que estimen incompatibles con
la Constitución cuando por vía interpretativa no sea posible la adecuación de tales normas
al ordenamiento constitucional.

Conforme dispone la segunda Disposición General de la Ley Nº 28301, Orgánica del


Tribunal Constitucional.

4. Así, la necesidad de Interpretar la ley conforme con la Constitución no sólo se presenta


como una exigencia lógica y consustancial al carácter normativo de la Ley Fundamental,
que de esta manera exige que el derecho infraordenado se aplique siempre en armonía con
ella, sino también, en lo que ahora importa, como un límite al ejercicio mismo del control
judicial de constitucionalidad de las leyes, que demanda de todos los jueces (y de este
mismo Tribunal, tanto cuando actúa como Juez de casos, como cuando ejerce el control
abstracto de constitucionalidad) buscar, hasta donde sea razonablemente permisible, una
interpretación de la ley que armonice con la Norma Suprema del Estado.

Un límite, por cierto, al que se suman otros, de no menor importancia:

5. A)
Por un lado, que el control de constitucionalidad se realice en el seno de un caso judicial,
esto es, tras el planteamiento de un problema jurídicamente relevante que se haya
sometido al juez para su dirimencia. El ejercicio de esta delicada competencia
efectivamente no puede realizarse fuera del ejercicio de lo que es propio de la función
jurisdiccional, pues los tribunales de justicia no son órganos que absuelvan opiniones
consultivas en torno a la validez de las leyes. Tampoco órganos que resuelvan casos
simulados o hipotéticos, ni entes académicos que se pronuncien sobre el modo
constitucionalmente adecuado de entender el sentido y los alcances de las leyes.

6. B)
En segundo lugar, el control de constitucionalidad sólo podrá practicarse siempre que la
ley sobre la que se duda de su validez sea Relevante para resolverla controversia sometida
al juez. En ese sentido, el juez sólo estará en actitud de declarar su invalidez cuando la ley
se encuentre directamente relacionada con la solución del caso, término este último que
no puede entenderse como circunscrito sólo a la pretensión principal, sino que comprende
incluso a las pretensiones accesorias y también alas que se promuevan en vía incidental.

El juicio de relevancia que subyace al ejercicio válido del control de constitucionalidad


no sólo tiene el propósito de recordar el carácter jurídico del control de constitucionalidad
de las leyes, sino también se establece como un límite a su ejercicio, puesto que como
antes se ha recordado, está vedado cuestionar hipotética o abstractamente la validez
constitucional de las leyes.

7. C)
En tercer lugar y directamente relacionado con el requisito anterior, es preciso que quien
plantee al juez la realización del control judicial de constitucionalidad de la ley acredite
que su aplicación le haya causado o pueda causarle un agravio directo, pues, de otro modo,
“el juez estaría resolviendo un caso abstracto, hipotético o ficticio. A su vez, para que un
planteamiento de esta naturaleza pueda realizarse en el seno del proceso constitucional de
amparo contra resoluciones judiciales, es preciso que su aplicación ¡real o futura)
repercuta en el ámbito constitucionalmente protegido de algún derecho sometido a este
proceso y que el afectado lo haya cuestionado oportunamente en el proceso ordinario, ya
que de otro modo no sería posible atribuir al juez la lesión de alguno de los contenidos
del derecho a la tutela procesal, en los términos del artículo 4- del Código Procesal
Constitucional.

8. D)
Finalmente, el ejercicio del control judicial de constitucionalidad de las leyes tampoco
puede realizarse respecto de leyes o normas con rango de ley cuya validez haya sido
confirmada por este Tribunal en el seno de un control abstracto de constitucionalidad.
Tal límite tiene el propósito de poner en evidencia que si bien este Tribunal no tiene el
monopolio del control de constitucionalidad, pues su ^cuidado» es una tarea que
compete a la sociedad abierta de los intérpretes jurisdiccionales de la Constitución, sin
embargo, es en este Tribunal en el que la Constitución ha confiado su custodia
«especializada”.

De ahí que el segundo párrafo del artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional prevenga que los jueces no pueden dejar de aplicar una norma cuya
constitucionalidad haya sido confirmada en un proceso de inconstitucionalidad o en un
proceso de acción popular, y también que la primera disposición final del mismo Código
Procesal Constitucional establezca que los jueces y Tribunales interpretan y aplican las
leyes y toda norma con rango de ley y los reglamentos respectivos según los preceptos y
principios constitucionales, conforme a la interpretación de los mismos que resulte de las
resoluciones dictadas por el Tribunal Constitucional en todo tipo de procesos”. EXP.
N°1679-2005-PA/TC. F.J.3a8.

“...en los procesos de inconstitucionalidad no se evalúa la constitucionalidad de las leyes


a la luz de un caso concreto en el que estas hayan tenido o tengan oportunidad de aplicarse,
sino en atención a la compatibilidad o incompatibilidad que, en abstracto, exista entre dos
fuentes formales del derecho, a saber, las leyes o normas con rango de ley y la
Constitución. Ello, sin perjuicio de reconocer que en el control abstracto de
constitucionalidad de las leyes corresponde ingresar también en una evaluación relacional
entre las normas y la realidad en las que sean susceptibles de aplicarse, pero no con el
propósito de inaplicadas a un supuesto concreto, sino, únicamente, con la intención de
reconocerlos sentidos interpretativos de aquellas que pudieran resultar contrarías a la
Norma Fundamental”. EXP. W° 005-2004-Al/TC, F.J. 2.

“.... En el proceso de inconstitucionalidad de las leyes, el Tribuna! juzga sí una norma con
rango de ley es o no incompatible con la Constitución, y no si el legislador, al regular una
materia dada, lo hizo de la manera más conveniente. Al legislador le corresponde optar
por cualquiera de las medidas que, dentro del marco constitucional, se puedan dictar: en
tanto que al Tribunal Constitucional, velar porque esa opción no rebase el ordenamiento
constitucional. De ahí que si el artículo 11.2 de la Ley 27153 optó por establecer que el
“examen técnico previo” se realice por una entidad nacional autorizada por autoridad
competente, no se puede concluir de ello que ¡al precepto sea inconstitucional”, EXP. N°
009-2001-AI/TC. F.J.5.

“ Por ello, en línea de principio, el Tribunal considera que cuando el obligado –o sea un
particular o el Estado- no cumple lo ordenado por la sentencia o la resolución judicial
firme, el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales autoriza al afectado con el
incumplimiento a pedir del órgano jurisdiccional competente la adopción de las medidas
y providencias necesarias para que se ejecute lo dispuesto”. EXP. N° 0015-2001-PI/TC.
FJ. 14.

ARTÍCULO. 78° INCONSTITUCIONALIDAD


DE NORMAS CONEXAS

La sentencia que declare la ilegalidad o inconstitucionalidad de la norma impugnada, declarará


igualmente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión o consecuencia.

ANTECEDENTES:

Ley 24968. Art. 23

CONCORDANCIAS:
Const. Art. 51,138,204,205.

C.P.Co. Art. VI, 3,17,22,34,72,79.

COMENTARIO J O R GE L U IS C Á C E R E S A R C E

El artículo comentado es novedad del Código Procesal Constitucional, referida a la


inconstitucionalidad de normas conexas en el sentido, que cuando se produce la ilegalidad
de una norma administrativa por parte del Poder Judicial (proceso de Acción Popular) o la
inconstitucionalidad de una norma pura o impura por parte del Tribunal Constitucional
(proceso de Inconstitucionalidad), podemos señalar que se aplica el principio procesal de
consecuencia de actos, referido “a que lo accesorio deviene de la suerte de lo principal» y
a su vez el principio de razonabilidad jurídica de las normas que en su naturaleza determina
que una ley cualquiera fuera su rango no puede atentar a los principios de igualdad, equidad
y de justicia, ya que de lo contrario esta se convertiría en una norma con contenido
inconstitucional e ilegal, y por ende irrumpiría con los principios de legitimidad y legalidad,
que son el sustento del principio de supremacía de Constitución y del sistema y
ordenamiento jurídico del Estado y la Nación, por que en ello descansa la soberanía de un
Estado y la identidad de una Nación.

Este numeral procesal, desarrolla que el Tribunal Constitucional en los procesos abstractos
con sentencia estimatoria, sobrepasa al petitorio y se pronuncia declarando la ilegalidad o
inconstitucionalidad de las leyes que no hayan sido invocadas en la demanda.

- Nos encontramos en el escenario de la autonomía procesal del Tribunal y por supuesto del
Poder Judicial, que les permite actuar más allá de lo debidamente normado.

JURISPRUDENCIA

«Mediante STC N.° 0053-2005-PI/TC publicada el 17 de setiembre de 2005, con motivo de


la evaluación de la constitucionalidad de diversas ordenanzas sobre arbitrios del distrito de
Miraflores, el Tribunal Constitucional estableció que las reglas generales en ella
desarrolladas constituían precedente vinculante para el resto de municipalidades del país, en
virtud de lo dispuesto por el artículo 78° del Código Procesal Constitucional, que dispone
que «La sentencia que declare la ilegalidad o inconstitucionalidad de la norma impugnada,
declarará igualmente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión o
consecuencia». EXP. N° 0012-2005-PI/TC. F.J. 5.

«107. El proceso de inconstitucionalidad tiene un doble carácter: objetivo y subjetivo. En


tal sentido, el Tribunal no puede omitir que la controversia constitucional involucra los
derechos de concretos y determinados colectivos y que, por tanto, el Tribunal no puede
pasar por alto las consecuencias que sus decisiones podrían ocasionar en el ámbito de los
derechos e intereses de tales personas. En el presente proceso de inconstitucionalidad, tras
la controversia de si la norma impugnada es o no constitucional (dimensión objetiva) se
halla el problema del derecho de acceso a la magistratura de un concreto colectivo de
profesionales (dimensión subjetiva) de nuestro país. Por ello, la consideración de las
implicancias o consecuencias de la sentencia no puede ser omitida.
108. El principio de previsibilidad de las consecuencias de una sentencia constitucional
impone al Tribunal disponer que se adopten determinadas medidas para el tratamiento de
una consecuencia ocasionada por la sentencia constitucional, así como los principios o
parámetros constitucionales que han de regirlas. Ello tiene lugar sólo en el caso de que la
consecuencia pueda ser eventualmente lesiva de derechos o principios constitucionales,
de modo que las medidas ordenadas estarán orientadas a evitar tales consecuencias. »
EXP. N° 0025-2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC. F.J. 107 y 108

“Mediante STC N.° 0053-2005-PI/TC publicada el 17 de setiembre de 2005, con motivo de


la evaluación de la constitucionalidad de diversas ordenanzas sobre arbitrios del distrito
ce Miradores, el Tribunal Constitucional estableció que las reglas generales en ella
desarrolladas constituían precedente vinculante para el resto de municipalidades del país,
en virtud de lo dispuesto por el artículo 78° del Código Procesal Constitucional, que
dispone que “La sentencia que declare la ¡legalidad o inconstitucionalidad de la norma
impugnada, declarará igualmente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión
o consecuencia”. EXP. N° 0012-2005-PirrC. F.J. 5.

“Por tales motivos, este Colegiado considera conveniente declarar la inconstitucionalidad


de la palabra «sólo» del artículo 2° de la Ley N.° 26756, de forma tal que, en lo sucesivo,
dicha disposición se interprete y aplique en este sentido: Los bienes del Estado que se
incluyan en la futura ley y que, por el hecho de estar allí expresados, sean los únicos bienes
que puedan ser embargables, lo serán porque tienen, o deberán tener, la condición de
bienes de dominio privado.” EXP. N° 015-2001-AI/TC. F.J. 24.

“En efecto, mediante la STC 0053-2004-PI/TC publicada con fecha 17 de setiembre del
2005, -a propósito del proceso de inconstitucionalidad interpuesto contra la
Municipalidad de Miraflores- este Tribunal, pudo alertar una serie de vicios de
inconstitucionalidad que trascendían al caso de Miraflores, motivo por el cual, consideró
razonable que la ratio decidendi (motivación) y el fallo (mandato) de esta sentencia,
constituyan precedente vinculante para el resto de Municipios. (Punto XIV, STC 0053-
2004-AI/TC), en mérito a lo dispuesto en el artículo 78 del Código Procesal
Constitucional:

Art. 78: “la sentencia que declara la ilegalidad o inconstitucionalidad ríe la norma
impugnada, declarará igualmente la de aquella otra a la que debe extenderse por conexión
o consecuencia» La declaración de inconstitucionalidad de normas conexas resulta
perfectamente admisible en nuestro ordenamiento jurídico. Así, a diferencia de lo
establecido en el art. 38 de la anterior Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Ley
26435, actualmente la declaratoria de inconstitucionalidad no se restringe únicamente a
los preceptos derivados de la misma norma cuestionada, que haya sido materia del
contradictorio; sino que, se extiende a aquellas otras normas que se encuentren ligadas
por conexión o consecuencia, evidentemente, aun cuando no hayan sido materia del
petitorio.” EXP. N° 0592-2005-PA/TC. F.J. 3.

ARTÍCULO. 79° PRINCIPIOS DE INTERPRETACIÓN


Para apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal Constitucional considerará,
además de las normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional, se hayan
dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órganos del Estado o el
ejercicio de los derechos fundamentales de la persona.

ANTECEDENTES:

Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Art. 22

TRATADOS INTERNACIONALES:

C.A.DD.HH.Art.29.

P.I.D.E.S.yC. Art.5

CONCORDANCIAS:

Const.Art.51,55,138.4DF.

C.P.Co. Art, V, VI. 75.

COMENTARIO J O R GE L U IS C Á C E R E S A R C E

Además de los principios procesales señalados en el artículo III del Título Preliminar, como
son dirección judicial del proceso, gratuidad en la actuación del demandante, economía, inmediación y
socialización procesal, los procesos constitucionales requieren de la aplicación de principios de
interpretación constitucional como el de presunción de constitucionalidad, de concordancia
practica, unidad de la Constitución, fuerza normativa, la preferencia por los derechos humanos,
de previsión de consecuencias, como bien lo señala el profesor y actual magistrado del Tribunal
Constitucional Dr. Carlos Mesía Ramírez32.

Aún cuando el Código no dice nada, debemos destacar que la labor interpretativa del
Tribunal Constitucional, tiene lugar bajo ciertos principios de interpretación que responden a
la naturaleza especial de la Constitución, dado su carácter de norma fundamental y fundadora
del sistema. Tanto jurídico, político como social. Estos principios son, como el que precisa el
magistrado Mesía Ramírez:

Principio de presunción de Constitucionalidad:

32 Mesía Ramírez, Carlos, Exégesis del Código Procesal Constitucional Editorial Gaceta jurídica, Lima, 2007,
p. 564 y ss.
La inconstitucionalidad de la ley es la última ratio. La ley se presume constitucional y
sólo debe optarse por declarar su inconstitucionalidad cuando no sea posible su
interpretación conforme o compatible con la Constitución.

Principio de concordancia práctica y de unidad de la Constitución:

En los años 50 el profesor Linares Quintana y otros, lanzaron la tesis sobre la posible
existencia de normas constitucionales inconstitucionales. Tal afirmación que a simple vista
parece ser sugestiva en el estado actual de la teoría de la interpretación constitucional, ha
quedado totalmente en desuso y descartada. Hoy en día se parte de entender a la
Constitución como una unidad lógica imposible de albergar en su seno contradicciones
insalvables.

Como ha hecho notar el jurista Domingo García Belaúnde, «... en caso de que surjan dudas
al interior del texto constitucional, debe buscarse una concordancia de la Constitución consigo
misma. En los últimos tiempos se ha hecho referencia al serio problema de la ponderación de
valores en el mundo jurídico en el sentido de que en un mismo texto puedan entrar en cuestión
valores contrapuestos, donde aparentemente una norma va en desmedro de otra, al punto que
se ha alegado la existencia de normas constitucionales que en realidad son inconstitucionales.
Esto puede ser cierto en el orden de los valores, pero no debe serlo en el orden formal, que es
el baremo final a la cual se remite como cierre toda interpretación. Por cierto, que dentro de la
Constitución no todas las normas son iguales; así hay normas generales, otras más precisas,
otras que necesitan reglamentación, otras, en fin, que son transitorias o reflejan tan sólo
declaraciones de largo alcance (como los preámbulos). Pero si tomados dos normas en pie de
igualdad y apreciamos que los valores que ellas encierran se encuentran en aparente
contradicción no hay más alternativa que, con independencia a la ponderación de valores,
salvemos el principio formal de la unidad de la Constitución y de la coherencia consigo
mismo (en tanto y en cuanto no sea modificada).

No puede ser de otro modo, por cuanto el objetivo de toda interpretación es la búsqueda de
un resultado constitucionalmente correcto por medio de un procedimiento racional y
controlable, debidamente fundamentado, que produzca certeza y seguridad jurídica (Konrad
Hesse).

Principio de Forma Normativa:

Consiste en la obligación de dar preferencia en la solución a los puntos de vista que ayuden
a las normas de la Constitución a obtener la máxima eficacia. Todo el ordenamiento jurídico
tiene que interpretarse de conformidad con la Constitución liando preferencia a los criterios
que permitan extraer de ellas consecuencias de aplicación inmediata.

Principio de preferencia por los Derechos Humanos:

Por mandato de apertura constitucional, la defensa de la persona humana y su dignidad son


el fin supremo de la sociedad y del Estado. De ahí que en toda la interpretación de la
Constitución se debe tener en cuenta el también llamado principio pro nomine o favor libertatis,
es decir que en caso de colisión, entre normas que regulan los derechos humanos y los poderes
públicos se debe preferir a las primeras. También se opta por la interpretación que optimiza
con más fuerza el derecho Constitucional en caso de duda interpretativa.

Principio de previsión de consecuencias:

Si bien es verdad que el resultado final de la labor interpretativa no viene determinada


por las consecuencias del fallo, en la interpretación constitucional no pueden dejar de
considerarse los efectos sociales, económicos y políticos que supone darle a la
Constitución un específico significado.

A su vez para una adecuada interpretación fundamentalmente valorativa no podemos dejar


de apreciar los siguientes principios:

Supremacía de la Constitución, que nos conlleva a considerar al texto como norma de élite
del sistema jurídico, por su contenido axiológico y eminentemente jerárquico, el principio de
razonabilidad jurídica de las leyes, que nos conduce a que una norma legal o administrativa no
puede contener inequidad ni menos rasgos de desproporcionalidad que nos guíe a la aplicación
de actos arbitrarios.

Como el principio de Estabilidad Estadual, que determina a nuestro entender que las
decisiones de los tribunales constitucionales, ordinarios, electorales y administrativos;
deben prevalecer los intereses del Estado y la Nación, en su esencia, en su naturaleza
jurídica e histórica sin apartarse del respeto al derecho consuetudinario, debidamente
reconocido por el sistema jurídico y garantizando el pluralismo étnico y cultural de los
pueblos.

Es necesario considerar el principio de Jerarquía de la Leyes, que establece un tema de


respeto de gradualidad de cada una de ellas, el principio de Legalidad que descansa en el
derecho, y que el mismo no puede contravenir a los derechos fundamentales ni al principio de
supremacía, sin dejar de lado al principio de Legitimidad. Este último encuentra su soporte en
razones de orden axiológico y no de orden exegético, los principios de Eficacia y Eficiencia,
buscan la aplicación de las leyes en un tiempo determinado y en un espacio social, cultural y
político.

Los principios de Independencia y Autonomía en el ejercicio de atribuciones y


competencias de los órganos constitucionales y administrativos, donde debe respetarse las
decisiones adoptadas por entes públicos, empero garantizando que las mismas no contravengan
al ordenamiento constitucional, ya que ante ello se podrán interponer la demanda de control
orgánico de las normas.

No podemos olvidarnos de los principios de Igualdad ante la Ley, de Naturaleza de las


cosas, que establece que podrán dictarse leyes por las diferencias de las mismas, pero no por la
distinción de los individuos.

El principio de Solidaridad Generacional, que debe aplicarse fundamentalmente cuando


hablamos de interés difusos en los aspectos medio ambientales. El principio de
Proporcionalidad que nos lleva a la aplicación de los mecanismos de la ponderación a través
de la adecuada gradualidad de los actos en donde el Tribunal Constitucional debe ponderar sus
decisiones, considerando aspectos de orden institucional y normativo.

No podemos dejar de mencionar que la aplicación de los principios mencionados


debe guardar una estrecha coherencia con lo ya resuelto por el Tribunal Constitucional
y que tiene la calidad de precedente vinculante.

Evaluados los principios constitucionales no podemos dejar de mencionar a uno de los


casos más peculiares, que guarda relación con la validez constitucional de las normas. El caso
de Pedro Lizana Puelles (expediente Nº 5854 – 2005 – PA/Tc), vinculado a la declaratoria de
vacancia que fue confirmada por el pleno del Jurado Nacional de Elecciones y que permitió la
facultad de enjuiciamiento de las decisiones electorales bajo la competencia del órgano
interprete.

- Como comentario final, en relación al trabajo académico de la Comisión de Estudio y


Análisis de reforma del Código Procesal Constitucional (designada por Resolución
Ministerial Nº 0201 – 2009 – Jus, del 20 de octubre del 2009), este grupo de trabajo a
revisado y debatido los contenidos de los numerales bajo análisis (artículos 75 al 79) y los
planteamientos de modificación están referidos al Artículo 75, primer párrafo donde
incorpora los términos “estas infracciones” frente a lo desarrollado en el Código vigente
como “esta infracción”, pluralizando los alcances de las violaciones al texto fundamental

JURISPRUDENCIA

«Consecuentemente, ningún municipio puede eximirse de efectuar la constatación referida,


dado que, por la declaración de inconstitucionalidad de normas conexas, este Colegiado
declaró inválida toda ordenanza que presente los vicios de inconstitucionalidad alertados
en su jurisprudencia. Así las cosas, siendo claros e identificables tales supuestos, la labor
de los municipios quedó sujeta únicamente a constatarlos en las ordenanzas de su
circunscripción, lo cual, evidentemente, no puede equipararse a un supuesto de arrogación
de facultades jurisdiccionales, sino simplemente a ejecutar lo dispuesto por una sentencia
de este órgano». EXP. N° 0012-2005-PI/TC. F.J. 9.

«...este Tribunal dejó sentado, en la STC 0017-2003-AI/TC, que la declaración de


inconstitucionalidad de una ley o norma con rango de ley podía deberse a la infracción de
los límites competenciales previstos por la Constitución, y que dicho vicio podía asumir
la siguiente tipología:

a.
Objetivo: cuando la Constitución establece que una determinada fuente es apta o no
para regular ciertas materias; esto es, cuando señala una reserva de competencia a favor
de una fuente, de modo tal que una ley o norma con rango de ley sería inválida si es que
esta regulase una materia que la Constitución reservara a otra fuente.

b.
Subjetivo: cuando la Constitución establece que un órgano es competente para expedir
una fuente o ejercer una competencia.». EXP. N° 0022-2003-AI/TC. F.J. 3.
«...el concepto de validez se debe entender en relación con el vínculo de la obligatoriedad
que una norma pueda tener. Así, una norma es válida si ésta -ley o Constitución- tiene
fuerza vinculante y, por ello, será una a la que se debe obediencia.

Para quienes sostienen este concepto, la obligatoriedad de una norma depende de su


existencia, es decir, de su pertenencia al ordenamiento jurídico. Y una norma «existe» por el
hecho de que haya sido promulgada por una autoridad normativa o, sencillamente, porque
se encuentre en vigor.

De este modo, el tema de la validez termina resolviéndose en un problema de valoración.


Una Constitución es válida si es que ésta es obligatoria. Y esto último se produce por el
sólo hecho de que se encuentre en vigor y/o haya sido promulgada por una autoridad
normativa.

Y si de lo que se trata es de explicar por qué la Constitución es obligatoria, es decir,


válida, la respuesta no debe encontrarse en el ordenamiento, sino en un supuesto lógico.
Para Hans Kelsen, en efecto, la respuesta a tal interrogante no se encuentra en el sistema
normativo, sino en lo que él denominaba «Norma hipotética fundamental», es decir, no
en una «norma puesta», sino en una «norma presupuesta». Desde ese punto de vista, la
búsqueda de un fundamento para el carácter obligatorio de la Constitución se traduce,
pues, en el intento de encontrar una respuesta al por qué existe una obligación política.
Como expresa María José Fariñas Dulce [El problema de la validez jurídica, Civitas,
Madrid 1991, pág. 84], «si partimos, como hace Kelsen, de una noción normativa del
concepto de validez, de tal forma que validez sea sinónimo de obligatoriedad, entonces
preguntarnos por el fundamento de dicha validez equivale a preguntar por el fundamento
de la obligatoriedad del Derecho, esto: ¿por qué el Derecho debe obedecerse?
Indudablemente, esta cuestión no hace ya referencia a un problema de legalidad, sino a
la cuestión de la ‘legitimidad’».

Parece evidente que esta construcción sobre la validez de la Constitución, ha


desembocado, pese a que el mismo Kelsen lo evitó durante toda su existencia, en un tema
ajeno a la ciencia del derecho. Como expone Guastini, dado que no se trata de un
problema que atañe a la legalidad, sino a la legitimidad, «semejante problema pertenece
al horizonte ideológico del positivismo jurídico», puesto que detrás de la afirmación de
que «la Constitución debe ser observada porque es efectiva...», se esconde una
«argumentación falaz...: no se puede fundar lógicamente una obligación sobre la
constatación de un hecho» [Ricardo Guastini, «Sulla validitá delta Costituzíone dal
punto di vista del positivismo giurídico», en Rivista internazionale di filosofía del
diritto, N.” 3, 1989, págs. 435-436].

15. En tercer lugar, otros postulan que el concepto de validez alude a la relación de
compatibilidad entre dos normas de distinto rango. Así, una norma es válida siempre que
haya sido creada conforme al iterprocedimental que regula el proceso de su producción
jurídica, es decir, observando las pautas previstas de competencia y procedimiento que
dicho ordenamiento establece (validez formal), y siempre que no sea incompatible con
las materias, principios y valores expresados en normas jerárquicamente superiores
(validez material).
Desde esta perspectiva, la validez de una norma jurídica puede ser formal y material. Es
válida formalmente cuando el proceso de su producción se ajusta al Derecho vigente
que determina el iter de formación de esa norma jurídica, esto es, que haya sido emitida
por el órgano competente y a través del procedimiento establecido. En tanto que es
válida materialmente cuando su contenido es compatible y coherente con otras normas
de rango superior dentro del ordenamiento jurídico.

Sin embargo la validez de una norma no debe confundirse con la cuestión relativa a su
«pertenencia» al sistema normativo. Esta última incluye a las normas válidas e, incluso, a
las inválidas, pues, tratándose de estas últimas, existe una presunción de validez que
subsiste en tanto no se expida un acto jurisdiccional que la declare como inválida. Y es
que si bien, por definición, toda norma válida se considera vigente, no necesariamente
toda norma vigente es una norma válida.

Para que una norma jurídica se encuentre vigente, sólo es necesario que haya sido
producida siguiendo los procedimientos mínimos y necesarios previstos en el
ordenamiento jurídico, y que haya sido aprobada por el órgano competente. En tanto
que su validez depende de su coherencia y conformidad con las normas que regulan
el proceso [formal y material] de su producción jurídica [STC N.° 0010-2002-AI/TC].
Por ello es que la pertenencia de una norma al sistema jurídico atañe, incluso, a las
normas derogadas, siempre que éstas tengan una vocación de aplicación ultraactiva. De
modo que, pese a no estar vigentes, puede confirmarse que pertenecen al ordenamiento
jurídico.

16. Sin embargo, este criterio de validez, formulado básicamente para explicar el caso de las
normas infraconstitucionales, no puede ser trasladado acríticamente al caso de la
Constitución, dado que ésta es la norma suprema del ordenamiento jurídico. Esa
posición jerárquica no es el único elemento que la diferencia del resto de las normas
jurídicas. También lo son las formas y procedimientos para su elaboración, que, como se
sabe, implican un proceso constituyente democrático, sujeto a reglas extrañas al orden
normativo preexistente.

17. La Constitución no está sujeta a una evaluación de validez formal, dado que no existe un
precepto [superior] que haga las veces de una norma sobre su producción jurídica, en
virtud de ser ella misma el fundamento y cúspide de todo el ordenamiento jurídico de
un Estado. Y es que la Constitución , «define el sistema de fuentes formales del
derecho... es la primera de las normas de producción, la norma normarum, la fuente de
las fuentes... es la expresión de una intención funcional, configuradora de un sistema
entero que en ella se basa...» (Eduardo García de Eritema, La Constitución como norma
y el Tribunal Constitucional, 3ra. Edición, Civitas, Madrid 1985, pág. 50). De manera
que no adquiere esa validez a partir de que haya sido emitida por un órgano investido con
dicha potestad y de acuerdo a un procedimiento previsto por el Derecho vigente, pues es
el resultado del ejercicio del Poder Constituyente, cuyo titular es el Pueblo. En efecto, al
Poder Constituyente no se le pueden imponer límites formales, pues se encuentra más allá
del Derecho positivo; y, siendo un poder extra ordinem, se fundamenta en sí mismo y en
las valoraciones sociales dominantes.
Por las mismas razones, tampoco puede ser objeto de una evaluación de validez material,
pues no existe una norma superior sobre ella, que determine sus contenidos mínimos. Lo
anterior, desde luego, no significa que cualquier documento pueda ser considerado como
una Constitución. Ésta debe ser obra del Poder Constituyente y, en su texto, como expresa
el artículo 16° de la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
debe mínimamente reconocerse y garantizarse los derechos esenciales del hombre, así
como la separación de poderes, que son los valores primarios del Estado Constitucional.
EXP. N° 0014-2003-AI/TC. F.J. 14 a 17.

«Tal constatación evidencia que a la dimensión objetiva de los procesos de


inconstitucionalidad acompaña una subjetiva. Y es que no puede olvidarse que aunque el
control concentrado de las normas tiene una finalidad inmediata, que es defender la
supremacía normativa de la Constitución, depurando el ordenamiento de aquellas
disposiciones que la contravengan, tiene, como fin mediato, impedir su aplicación, es
decir, impedir que éstas puedan generar afectaciones concretas (subjetivas) a los derechos
fundamentales de los individuos. Pudiendo, incluso, en determinados casos, declarar la
nulidad de aplicaciones pasadas.

Si, como sostiene Zagrebelsky, «toda concepción de la Constitución trae consigo una
concepción del procedimiento, como toda concepción del procedimiento trae consigo una
concepción de Constitución, [pues] no existe un prius ni un posterius, sino una
implicación recíproca», para luego sostener que las dos vocaciones del proceso
constitucional (subjetiva y objetiva), son «mezclas que se hacen necesarias todas las veces
en que la tutela primaria de uno de los dos intereses (subjetivo y objetivo) comporte el
abandono o la violación del otro», es deber del juez constitucional tener presente que el
proceso orientado por antonomasia a defender la supremacía de la Constitución (proceso
de inconstitucionalidad), siempre tendrá también, en última instancia, la vocación
subjetiva de preservar los derechos fundamentales de las personas,». EXP. N° 0020-2005-
PI/TC. F.J.18.

«Como se verá en detalle luego, de conformidad con lo previsto por el artículo 43B de la
Norma Fundamental, el Estado peruano es unitario, pero descentralizado. Es una
república distribuida territorialmente en regiones, departamentos, provincias y distritos,
y, gubernativamente, en los niveles nacional, regional y local (artículo 189e de la
Constitución), circunstancia que da lugar a la existencia, junto al ordenamiento jurídico
nacional, de ordenamientos jurídicos regionales y locales y, consecuentemente, a la
potencial incompatibilidad entre fuentes normativas (v.g. la ley y la ordenanza regional)
que, por ostentar idéntico rango (artículo 200B 4, de la Constitución), no puede ser
resuelta apelando al principio de jerarquía normativa, sino al de competencia.» EXP. N°
0020-2005-PI/TC. F.J.14.

«Apreciados los asuntos de forma, corresponde ingresar al fondo de la controversia


planteada en la demanda, la cual exigiría el empleo del control difuso respecto del artículo
3° de la Ordenanza Municipal N. ° 040-MPH/ CM, requiriéndose para ello la verificación,
en el presente caso, de los siguientes presupuestos:
a.
Que la acción de garantía tenga por objeto ¡a impugnación de un acto que constituya la
aplicación de la norma considerada inconstitucional (artículo 3- de la Ley N.°.23506);

b.
Que la norma a inaplicarse tenga una relación directa, principal e indisoluble con la
resolución del caso, es decir, que ella sea relevante en la resolución de la causa;

Que la norma a inaplicarse por su inconstitucionalidad revista evidente e inexorablemente


tal condición, aun luego de haberse acudido a interpretarla de conformidad con la
Constitución, en virtud del principio interpretativo de interpretación conforme a la
Constitución, y de la inconstitucionalidad como última ratio, pues, a tenor de la Segunda
Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional: «Los Jueces y
Tribunales sólo inaplican las disposiciones que estimen incompatibles con la Constitución
cuando por vía interpretativa no sea posible la adecuación de tales normas al
ordenamiento constitucional.» EXP. N° 0141-2002-AA/TC. F.J. 4.

«...En anteriores oportunidades el Tribunal Constitucional ya se pronunció sobre el


contenido del parámetro de constitucionalidad, señalando que el mismo «(...) puede
comprender a otras fuentes distintas de la Constitución y, en concreto, a determinadas
fuentes con rango de ley, siempre que esa condición sea reclamada directamente por una
disposición constitucional (v.g. la ley autoritativa en relación con el decreto legislativo).
En tales casos, estas fuentes asumen la condición de «normas sobre la producción
jurídica», en un doble sentido; por un lado, como «normas sobre la forma de la producción
jurídica», esto es, cuando se les encarga la capacidad de condicionar el procedimiento de
elaboración de otras fuentes que tienen su mismo rango; y, por otro, como «normas sobre
el contenido de la regulación», es decir, cuando por encargo de la Constitución pueden
limitar su contenido». (STC N° 007-2002-AI/TC y STC N.° 0041-2004-AI/TC). Ahora
bien, en nuestro ordenamiento jurídico, la referencia al parámetro de constitucionalidad o
Bloque de la Constitucionalidad, tiene como antecedente inmediato el artículo 22° de la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, que hoy se incorpora en el artículo 79° del
Código Procesal Constitucional como principio de interpretación, cuyo tenor es:«(...) para
apreciar la validez constitucional de las normas el Tribunal Constitucional considerará,
además de las normas constitucionales, las leyes que, dentro del marco constitucional, se
hayan dictado para determinar la competencia o las atribuciones de los órganos del Estado
o el ejercicio de los derechos fundamentales de la persona» (Subrayado nuestro)....».
EXP.N° 00053-2004-PI/TC. F.J. 2.

ARTÍCULO. 80° RELACIONES INSTITUCIONALES


CON OCASIÓN A LOS PROCESOS
DE CONTROL DE NORMAS

(…)EL CÓDIGO PROCESAL CONSTITUCIONAL (EN ADELANTE CPCONS) EN EL


TÍTULO VI RECOGE LAS DISPOSICIONES GENERALES DE LOS PROCESOS DE
ACCIÓN POPULAR E INCONSTITUCIONALIDAD. ASÍ, EN LAS SIGUIENTES LÍNEAS
ANALIZAREMOS LOS ARTÍCULOS 80 AL 83.

LOS JUECES DEBEN SUSPENDER EL TRÁMITE DE LOS PROCESOS DE ACCIÓN


POPULAR SUSTENTADOS EN NORMAS RESPECTO DE LAS CUALES SE HA
PLANTEADO DEMANDA DE INCONSTITUCIONALIDAD ANTE EL TRIBUNAL, HASTA
QUE ÉSTE EXPIDA RESOLUCIÓN DEFINITIVA.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos VI, VII, 81, 82

Constitución: Artículos 200.4, 200.5


33
COMENTARIO JOSÉ F. PALOMINO MANCHEGO*
34
MARIO G. CHÁVEZ RABANAL**

El antecedente inmediato del artículo 80 del CPCONS lo encontramos en la primigenia


Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, Ley 26435, publicada en el diario Oficial El
Peruano el día 10 de enero de 1995, en el segundo párrafo del artículo 39, que señalaba:

“Artículo 39: (…)

Los jueces suspenden la tramitación de los procesos de Acción Popular sustentados en


normas respecto de las cuales se ha planteado demanda de Inconstitucionalidad ante el
Tribunal, hasta que se expida su resolución”.

El precitado antecedente lo teníamos redactado de similar forma en la Ley Orgánica del


Tribunal de Garantías Constitucionales, Ley Nº 23385,

publicado el 20 de mayo de 1982, regulado de igual forma en el artículo 39, segundo párrafo35,
el mismo que posteriormente es recogido en el artículo 21, in fine, de la Ley Procesal de la
Acción Popular, Ley Nº 24968, publicada el 22 de diciembre de 1988.

33* Profesor de Derecho Constitucional y Filosofía del Derecho de las universidades Nacional Mayor de San Marcos,
de Lima, UIGV, USMP y de la Academia de la Magistratura. Secretario Ejecutivo del Instituto Iberoamericano
de Derecho Constitucional (Sección Peruana). Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional.

34** Abogado egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con estudios de maestría con
mención en Derecho Constitucional y Derechos Humanos en dicha Universidad.

35 El artículo 39, segundo párrafo, de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional señalaba:”(…) Los jueces
suspenden la tramitación de los Procesos de Acción Popular fundados en normas cuya inconstitucionalidad
se halle en trámite ante el Tribunal, hasta que éste expida su resolución”.
El artículo 80 del CPCONS hace referencia a las relaciones existentes entre los fines del
proceso de Acción Popular y al objeto del Proceso de Inconstitucionalidad. Así, el Proceso de
Acción Popular está dirigido a proteger la constitucionalidad y la legalidad de los reglamentos,
normas administrativas y resoluciones de carácter general36, cualquiera que sea la autoridad de
la que emanen.

A este propósito, al ser la ley uno de los parámetros principales para determinar la
legalidad y por ende la constitucionalidad de las normas impugnadas a través del Proceso
de Acción Popular se debe tener en cuenta que al ser esta la ley sobre la cual va girar en
principio el control de legalidad de la norma o normas impugnadas, se tiene que establecer
o previamente definir que esta norma con rango legal no se encuentre cuestionada ante el
Tribunal Constitucional, ya sea antes del inicio o durante el Proceso de Acción Popular. De
tal manera, se garantiza que la ley que sirve o va a servir como parámetro de control del
juicio de legalidad de las normas cuestionadas en el Proceso de Acción Popular es conforme
a la Constitución.

De lo contrario, se llegaría a la contradicción y al absurdo de realizar el juicio de legalidad


a través del Proceso de Acción Popular de un reglamento, resolución o norma jerárquicamente
inferior a la ley en función de una ley contraria a la Constitución, lo que necesariamente
produciría un vicio de inconstitucionalidad antes que uno de legalidad, en tanto esta norma
jerárquicamente inferior, resolución o reglamento sería compatible con la ley inconstitucional.
Es decir, la norma o reglamento cuestionada en el Proceso de Acción Popular sería compatible
y conforme a una ley inconstitucional, situación de la cual se debe de cuidar el juez al momento
de ejercer la función de guardián de la Constitución.

Por otro lado, teniendo en cuenta que la ley dentro del ordenamiento jurídico ocupa un lugar
especial, en tanto su función democrática y su rol de garante de la libertad frente al poder
absolutista, hace que se la considere como el medio adecuado para desarrollar los contenidos
y los mandatos de la Constitución, y que sea estimada como un instrumento necesario de la
eficacia de la Constitución. Razones por las cuales ante un cuestionamiento de la ley, se debe
de contar con los mecanismos adecuados para evitar cualquier infracción a la jerarquía
normativa de la Constitución y los derechos fundamentales consagrados en ella.

Así, en términos generales, al ser el ordenamiento constitucional jerárquicamente


ordenado, donde la conformidad o regularidad de la norma inmediata inferior a la norma
inmediata superior determina su validez, hace indispensable que en el ordenamiento
constitucional existan recursos y garantías jurisdiccionales adecuados para proteger su
propia constitucionalidad. Así, como sucede por ejemplo con el Proceso de
Inconstitucionalidad, donde se busca determinar si la ley impugnada es conforme a la
Constitución. Lo cual, según el caso, determinará la validez constitucional de dicha ley.
Por otro lado, en el Proceso de Acción Popular se pretende además de verificar la
legalidad de las resoluciones, reglamentos o normas jerárquicamente inferiores a la ley,
la constitucionalidad de dichas disposiciones a través de que estas sean conformes y
compatibles con la ley y con la Constitución, de tal manera que ante su incompatibilidad,

36 Artículo 76 del CPCONS


en principio devienen en ilegales y en segundo lugar, por afectar la Constitución y la ley,
entendido en el último caso como afectación al ordenamiento jurídico, en
inconstitucionales.

De este modo, en el supuesto de que las resoluciones o reglamentos estén revestidos de


legalidad y sean compatibles frente a una norma inconstitucional, queda la posibilidad de
ejercer un control sobre ellas y de expulsarlas del ordenamiento constitucional, ya sea por
vulnerar la jerarquía normativa de la Constitución, o por ir en contra de la propia Constitución.
Razones por las cuales, dentro del Proceso de Acción Popular no sólo se determina la legalidad
de las normas impugnadas, sino también, de forma directa y diferida, según el caso, su
constitucionalidad.

Por otra parte, sobre el trámite que se debe seguir cuando se presenta el supuesto señalado
en el artículo 80 del CPCONS, el encargado de decir sobre la suspensión del proceso es el juez
(la Sala Superior competente) donde se tramita el Proceso de Acción Popular y que conoce de
la existencia de la presentación de una demanda de Inconstitucionalidad donde se impugna una
norma legal que resulta relevante para resolver la demanda planteada en el Proceso de Acción
Popular, y sea puesta a conocimiento por solicitud de parte o de oficio. De tal manera, para
suspender el Proceso de Acción Popular en aplicación del artículo 80 del CPCONS se requieren
los siguientes requisitos:

1. Relevancia

2. No exista pronunciamiento del Tribunal Constitucional.

3. Decisión judicial.

Relevancia: Es indispensable que la norma impugnada en el Proceso de


Inconstitucionalidad tenga vinculación directa con la norma que sirve de parámetro de
control, y que a la vez sea la norma principal que se alega la que ha sido vulnerada por
la resolución, reglamento o norma cuestionada o demandada en el Proceso de Acción
Popular. De tal forma, lo que se impugna en el Proceso de Inconstitucionalidad sea la
norma que se ha vulnerado con el reglamento o resolución cuestionada en el Proceso de
Acción Popular. O que, en todo caso, sirva para delimitar y definir la ilegalidad de las
resoluciones o reglamentos demandados.

No exista pronunciamiento del Tribunal Constitucional: Se requiere que la ley que sirve
como parámetro de control de legalidad en el Proceso de Acción Popular y que se impugna
ante el Tribunal Constitucional aún no haya sido objeto de pronunciamiento por este
máximo órgano de control de la constitucionalidad. De tal manera, mientras dure el Proceso
de Inconstitucionalidad y no exista resolución definitiva en esta sede, el Proceso de Acción
Popular quedará suspendido. Si el Tribunal Constitucional confirma la constitucionalidad
de la ley impugnada en su fuero, el trámite en el Proceso de Acción Popular continuará su
curso de conformidad a lo dispuesto por las normas que regulan el Proceso de Acción
Popular. Por otro lado, si el Tribunal Constitucional declara la inconstitucionalidad de dicho
dispositivo legal, parcialmente, la Sala Superior continuará el trámite del Proceso de Acción
Popular y determinará la legalidad de las normas cuestionadas teniendo en cuenta lo
resuelto por el Tribunal Constitucional. En el caso que el Tribunal declare la ilegalidad total
de la ley, la Sala Superior se pronunciará sobre el fondo declarando ilegales e
inconstitucionales las normas, resoluciones o reglamentos cuestionados en el Proceso de
Acción Popular.

Decisión judicial: La suspensión del Proceso de Acción Popular tiene que ser declarado
por la Sala de la Corte Superior competente del Poder Judicial ante quien se interpuso la
demanda. En el caso que el Proceso se encuentre en grado de apelación o de consulta, y en
este estadio se presente la demanda de Inconstitucionalidad en contra de la norma que sirve
como parámetro de control en el Proceso de Acción Popular, será la Sala Constitucional y
Social de la Corte Suprema de la República quien dictamine la suspensión del proceso,
hasta que exista pronunciamiento del Tribunal Constitucional.

JURISPRUDENCIA

“... mediante la presente acción se pretende cuestionar la validez constitucional del Decreto
Supremo Nº 095-96-EF, debido a que no se identifica ningún acto concreto contra el cual
ésta se dirija… Que la facultad de inaplicar una norma por ser incompatible con la
Constitución, no puede hacerse en forma abstracta sino como resultado de la existencia
de una situación concreta de hechos que, en el caso de autos, no ha sido cuestionada…
Que, por lo antes mencionado, para el caso de autos, la acción pertinente era una Acción
Popular, que conforme al artículo 200º inciso 5) de la Constitución Política del Estado,
procede contra los reglamentos, normas administrativas, resoluciones y decretos de
carácter general, cualquiera sea la autoridad de la que emanen, por infracción de la
Constitución y de la ley...”. (Exp. 00084-1998-AA FJ De 1 a 3)

ARTÍCULO. 81° EFECTOS DE LA SENTENCIA FUNDADA

Las sentencias fundadas recaídas en el Proceso de Inconstitucionalidad dejan sin efecto las
normas sobre las cuales se pronuncian. Tienen alcances generales y carecen de efectos
retroactivos. Se publican íntegramente en el Diario Oficial El Peruano y producen efectos
desde el día siguiente de su publicación.

CUANDO SE DECLARE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE NORMAS TRIBUTARIAS


POR VIOLACIÓN DEL ARTÍCULO 74 DE LA CONSTITUCIÓN, EL TRIBUNAL DEBE
DETERMINAR DE MANERA EXPRESA EN LA SENTENCIA LOS EFECTOS DE SU
DECISIÓN EN EL TIEMPO. ASIMISMO, RESUELVE LO PERTINENTE RESPECTO DE
LAS SITUACIONES JURÍDICAS PRODUCIDAS MIENTRAS ESTUVO EN VIGENCIA.

LAS SENTENCIAS FUNDADAS RECAÍDAS EN EL PROCESO DE ACCIÓN POPULAR


PODRÁN DETERMINAR LA NULIDAD, CON EFECTO RETROACTIVO, DE LAS
NORMAS IMPUGNADAS. EN TAL SUPUESTO, LA SENTENCIA DETERMINARÁ SUS
ALCANCES EN EL TIEMPO. TIENEN EFECTOS GENERALES Y SE PUBLICAN EN EL
DIARIO OFICIAL EL PERUANO.

CONCORDANCIAS:
Internas: Artículos 17, 22, 83

Constitución: Artículos 74, 103

COMENTARIO J O S É F . PA L O M IN O M A N C H E G O

MARIO G. CHÁVEZ RABANAL

El presente artículo tiene su antecedente inmediato básicamente en los artículos 35 y 36 de


la primigenia Ley Orgánica del Tribunal Constitucional en lo referente a las disposiciones del
Proceso de Inconstitucionalidad. Asimismo, la segunda parte del primer párrafo tiene sus
antecedentes más remotos en los artículos 35, in fine, y 38 de la Ley Orgánica del Tribunal de
Garantías Constitucionales.

El artículo en mención, en lo que concierne a los efectos de la sentencia fundada del Proceso
de Inconstitucionalidad manifiesta la concretización de una de las características principales
del modelo concentrado o europeo del control de la constitucionalidad de las leyes. Dentro de
una de las características del modelo concentrado creado por Hans Kelsen (1881-1973) es que
el órgano especializado, el Tribunal Constitucional, tiene la potestad de derogar y declarar la
inconstitucionalidad de las normas con rango de ley que contravengan o vulneren la
Constitución, total o parcialmente, con efectos generales. Así, a las características del modelo
europeo de ser concentrado, abstracto, objetivo, principal y de tener una legitimidad procesal
activa privilegiada, en el presente artículo se manifiestan las características de derogar normas,
declarar inconstitucionales las leyes y de tener efectos generales.

De tal manera que la declaratoria de Inconstitucionalidad de una de las disposiciones


de la ley, determina que los otros dispositivos o interpretaciones que resulten conforme a
la Constitución permanezcan en el ordenamiento jurídico. En cambio, las que resulten
contrarias a la Constitución son expulsadas, siendo derogadas y se deja sin efecto sus
disposiciones normativas dentro del orden constitucional. La derogatoria de las
disposiciones de la ley cuestionada en el proceso de inconstitucionalidad se hace con
efectos generales, para la totalidad de la población, órganos e instituciones del Estado, y es
vinculante a partir del siguiente día de su publicación en el diario Oficial El Peruano.
Asimismo, los efectos de la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley cuestionada no
tiene efectos retroactivos.

Al respecto, el Tribunal Constitucional ha señalado que “en nuestro ordenamiento jurídico


existen límites, tanto constitucionales como legales, para la aplicación de las normas.
Respecto de los límites constitucionales, tenemos los artículos 103 y 109 de la Ley
Fundamental(…). Conforme a ello, es posible inferir que, como regla, las normas rigen a
partir del momento de su entrada en vigencia y carecen de efectos retroactivos… En nuestro
ordenamiento se adopta la teoría de los hechos cumplidos (excepto en materia penal cuando
favorece al reo), de modo que para aplicar una norma en el tiempo debe considerarse esta
teoría y, consecuentemente, el principio de aplicación inmediata de las normas”37.

37 STC 0002-2006-PI/TC, fundamentos jurídicos 10 -12.


En relación al segundo párrafo del artículo 81 del CPCONST, el antecedente lo
encontramos en el segundo párrafo del artículo 36 de la primigenia Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional, Ley 26435, que de forma similar recogía la figura de la aplicación de las normas
tributarias en el tiempo. En tal sentido, cuando el Tribunal Constitucional se pronuncia sobre
la inconstitucionalidad de las leyes o dispositivos con rango legal que contienen normas
tributarias, en el momento de fundamentar su decisión debe determinar los efectos que tendrá
la sentencia en el tiempo. Es decir, se precisará si se otorga efectos retroactivos a la decisión
adoptada o si las mismas sólo son aplicables a partir de la publicación de la sentencia y sólo a
las nuevas situaciones jurídicas.

En esta dirección, sobre el segundo párrafo del artículo 81 del CPCONS, el Tribunal en la
sentencia recaída en el Exp. Nº STC 0002-2006-PI/TC, ha señalado que: “El mencionado
artículo regula el efecto retroactivo de las sentencias del Tribunal Constitucional,
permitiéndole modular sus decisiones y resolver respecto de las situaciones jurídicas
producidas durante su vigencia, evaluando el entorno económico, jurídico y político, a fin de
que no se perjudiquen intereses superiores respecto a los que se han visto afectados por la ley
inconstitucional”38. De tal manera que: “En el contexto descrito, el Tribunal se ve obligado a
determinar los efectos de su decisión en el tiempo, considerando que la declaración de
inconstitucionalidad de la Disposición Transitoria Única de la Ley N.º 28647 con efecto
retroactivo (ex tunc) involucraría, en ciertas circunstancias, la devolución o compensación de
lo recaudado por tratarse de pagos indebidos, hipótesis que debe ser descartada pues afectaría
el principio de equilibrio presupuestal y fiscal recogido en el artículo 78 de la Constitución
Política, el cual exige, de manera imperativa, más que el equilibrio contable que todo
presupuesto por antonomasia presenta, el equilibrio en términos financieros efectivos”39.
“Por ello y a fin de no provocar un desequilibrio presupuestal que termine suscitando una
inestabilidad de mayores proporciones que la provocada por la norma inconstitucional, este
Tribunal considera pertinente declarar que esta sentencia tiene efectos hacia el futuro (ex
nunc); por ende, las obligaciones tributarias de los responsables solidarios extinguidas, en
virtud de los medios contemplados en el Código Tributario o en virtud de resoluciones
administrativas o judiciales firmes emitidas con anterioridad a la presente sentencia,
conservan su estado. No obstante, las obligaciones tributarias de los responsables solidarios
que estén pendientes deberán resolverse conforme a la presente declaratoria de
inconstitucionalidad”40.

Finalmente, sobre el último párrafo del artículo 81 del CPCONS, aplicable al Proceso de
Acción Popular, y a diferencia del Proceso de Inconstitucionalidad, las sentencias emitidas
podrán declarar la nulidad de las normas impugnadas en su sede con efectos retroactivos,
precisando el alcance en el tiempo de la decisión adoptada y aplicable con efectos generales a
partir del día siguiente de su publicación en el Diario Oficial El Peruano. Esta figura es nueva
en relación a lo que estaba estipulado en la Ley Procesal de Acción Popular, Ley Nº 24968, la

38 Fundamento jurídico Nº 35.

39 Fundamento jurídico Nº 36.

40 Fundamento jurídico Nº 37.


misma que no concedía efectos retroactivos a las sentencias recaídas en los Procesos de Acción
Popular, conforme lo establecía su artículo 25.

Consiguientemente, como se señalaba, el Proceso de Acción Popular se diferencia del


Proceso de Inconstitucionalidad, en el cual a partir de la Constitución se pueden establecer dos
supuestos para aplicar retroactivamente las decisiones adoptadas en su seno, que son en materia
penal y tributaria. En cambio, en el Proceso de Acción Popular, la regla es que retroactivamente
es aplicable a todos los supuestos, quedando la Sala Superior competente para determinar sólo
sus alcances en el tiempo.

Los autores del Anteproyecto del Código Procesal Constitucional sobre este artículo
señalan lo siguiente: “probablemente la novedad más importante sobre esta materia está
contenido en el artículo 8041 conforme al cual las sentencias que declaren fundadas las
demandas de acción popular determinan la nulidad, con efecto retroactivo, de las normas
impugnadas. Dichas sentencias tiene efectos generales y se deben publicar obligatoriamente
en el Diario Oficial El Peruano (…) el fundamento constitucional de la citada regla se
encuentra en el segundo párrafo del artículo 200 de la Constitución, que remite a la ley de la
materia la determinación de los efectos de la declaración de inconstitucionalidad o ilegalidad
de las normas. Se ha estimado conveniente otorgar carácter declarativo a las sentencias
estimatorias, para revitalizar el funcionamiento del Proceso de Acción Popular, que ha sido
muy pocas veces utilizado debido a los efectos tradicionalmente limitados de sus sentencias,
lo que ha conllevado a que en la práctica las veces que se ha querido cuestionar disposiciones
reglamentarias se haya preferido recurrir al Proceso de Amparo, generándose distorsiones en
su utilización. En consecuencia la regla que asigna efectos retroactivos a las sentencias
recaídas en procesos de Acción Popular que declaran la nulidad de las disposiciones
administrativas, el artículo 93 permite la posibilidad de solicitar la adopción de medidas
cautelares que impliquen la suspensión de la eficacia de las citadas normas, siempre que en
primer grado se hubiera expedido sentencia estimatoria de la demanda”42.

En esta línea de pensamiento, “la sentencia que estima inconstitucional o ilegal un


reglamento, restituye la legalidad vulnerada mediante el contrafuero incurrido por la
Administración Pública, declarando un vicio que ya existía en la norma. Por tanto, se suprime
la existencia del reglamento desde el inicio mismo de su vigencia, debiendo deshacerse los
efectos que hubiera podido producir durante su eficacia. Las tesis a favor del efecto de
inaplicación, o de la anulación, a partir de la constatación del vicio por la autoridad, han cedido
en favor de la tesis objetiva de la juridicidad. El Poder Ejecutivo ya queda advertido, si incurre
en una inconstitucionalidad o ilegalidad cuando apruebe un reglamento, no podrá beneficiarse

41 En el Anteproyecto del Código Procesal Constitucional el artículo 81 del Código Procesal Constitucional
que estamos comentando estaba regulado en el artículo 80.

42 Samuel Abad Yupanqui, Jorge Danós Ordóñez, Francisco Eguiguren Praeli, Domingo García Belaúnde,
Juan Monroy Gálvez y Arsenio Oré Guardia, Código Procesal Constitucional. Anteproyecto y legislación
vigente, Palestra Editores, Lima, 2003, págs. 26 -27.
de su transitoria vigencia, pues cuando la autoridad judicial lo declare –a pedido de cualquier
ciudadano– tendrá un efecto ab initio”43.

JURISPRUDENCIA

“... resulta constitucionalmente exigible establecer una regla de Derecho vinculante y con
alcance general que permita cubrir la inconstitucional omisión legislativa, el Tribunal
Constitucional, como supremo intérprete de la Constitución (artículo 201 ° y 202° de la
Constitución y 1 ° de su Ley Orgánica), de conformidad con los artículos 81 ° y 82° del
CPConst., y en interpretación del articulo 65° de la Constitución, establece que:
Constituye causal de desafiliación del SPrP y de consecuente derecho de retorno al SPuP,
la acreditación de que la decisión de afiliarse al SPrP fue consecuencia de una indebida,
insuficiente y/o inoportuna información por parte de la AFP o de la Administración
pública”. (Exp. 00014-2007-AI FJ 20)

“Ahora bien, tal como se efectuó en las sentencias emitidas en los expedientes Nos 0041-
2004-AI/TC y 0053-2004-AI/TC, en el presente caso deben modularse los efectos del
presente pronunciamiento a fin de no generar un caos financiero y administrativo, lo que
derivaría también en un perjuicio para los propios contribuyentes. Así, el artículo 81° del
Código Procesal Constitucional autoriza a este Colegiado a modular los efectos en el
tiempo de la sentencias de inconstitucionalidad que recaigan sobre normas tributarias.

Es por ello que, al igual que en las sentencias mencionadas, el Tribunal se ve impedido
de hacer uso de su facultad excepcional de declarar la inconstitucionalidad de una norma
legal con efecto retroactivo”. (Exp. 00030-2007-AI FJ 36,37)

“El proceso de inconstitucionalidad si bien es de naturaleza abstracta tiene una doble


dimensión: objetiva y subjetiva. En reconocimiento de la dimensión objetiva se debe
ejercer un control de constitucionalidad acorde con los valores y principios consagrados
por la Constitución Política; es decir, que no se reduce, únicamente, a un mero examen de
la ley, sino que se orienta a hacer respetar la unidad o núcleo constitucional. Esto es
promoviendo la superación de las situaciones reales conflictivas de los diversos intereses
que coexisten en el marco del Estado Constitucional de Derecho, a fin de otorgar una
razonable aplicación de las normas constitucionales.

En mérito a la dimensión subjetiva, el Tribunal Constitucional puede valorar la


constitucionalidad de los actos concretos realizados al amparo de la norma legal
impugnada, lo cual definitivamente no supone la resolución del problema en un caso
concreto; sino otorgarle un canon valorativo constitucional–función de valoración, para
la resolución del presente proceso de inconstitucionalidad”. (Exp. 00002-2005-AI FJ 2)

43 Vid. Juan C. Morón Urbina: “Aporte para el estudio del nuevo régimen de la Acción Popular en el Código
Procesal Constitucional”, en José F. Palomino Manchego (Coordinador), El Derecho Procesal
Constitucional Peruano. Estudios en homenaje a Domingo García Belaunde, Biblioteca Peruana de
Derecho Constitucional, T. II, Lima, pág. 1103.
“El artículo 204° de la Constitución establece que la norma declarada inconstitucional queda
sin efecto al día siguiente de la publicación de la sentencia que así la declara, debiéndose
determinar, dado el caso de excepción y según lo previsto por los artículos 36° y 40° de
la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, los efectos de la sentencia en el tiempo al
tratarse de la declaratoria de inconstitucionalidad de normas tributarias por transgresión
del artículo 74° de la Carta Magna.

Como se ha señalado en la Sección 1, supra, la Quinta Disposición Transitoria y Final de


la Ley N° 27804 estableció para los contribuyentes del impuesto a la renta el pago del
AAIR a partir del 2 de agosto de 2002, lo que importa que la citada norma ha desplegado
sus efectos desde la fecha indicada, más allá de que su aplicación concreta se haya dado
desde el 1 de enero de 2003 hasta ser derogada por el Decreto Legislativo N° 945, texto
legal que desarrolló de manera integral la misma materia tributaria, y que determina, sin
perjuicio de que resulta evidente que los efectos de la norma primigenia continuaron a
través del tiempo, que los alcances de la declaratoria de inconstitucionalidad comprenden
también a los que se produjeron a partir de la vigencia de la Quinta Disposición Transitoria
y Final de la Ley N° 27804”. (Exp. 00033-2004-AI FJ 20,21)

ARTÍCULO. 82° COSA JUZGADA

Las sentencias del Tribunal Constitucional en los Procesos de Inconstitucionalidad y las


recaídas en los Procesos de Acción Popular que queden firmes tienen autoridad de cosa
juzgada, por lo que vinculan a todos los poderes públicos y producen efectos generales
desde el día siguiente a la fecha de su publicación.

TIENE LA MISMA AUTORIDAD EL AUTO QUE DECLARA LA PRESCRIPCIÓN DE LA


PRETENSIÓN EN EL CASO PREVISTO EN EL INCISO 1) DEL ARTÍCULO 104.

LA DECLARATORIA DE INCONSTITUCIONALIDAD O ILEGALIDAD DE UNA


NORMA IMPUGNADA POR VICIOS FORMALES NO OBSTA PARA QUE ÉSTA SEA
DEMANDADA ULTERIORMENTE POR RAZONES DE FONDO, SIEMPRE QUE SE
INTERPONGA DENTRO DEL PLAZO SEÑALADO EN EL PRESENTE CÓDIGO.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos VII, 6, 16, 104

Constitución: Artículos 200.4, 204, 205

COMENTARIO J O S É F . PA L O M IN O M A N C H E G O

MARIO G. CHÁVEZ RABANAL

El artículo 82 del CPCONS, en lo concerniente al Proceso de Inconstitucionalidad,


encuentra su antecedente inmediato en el artículo 37 de la primigenia Ley Orgánica del
Tribunal Constitucional. Asimismo, la Ley Orgánica del Tribunal de Garantías
Constitucionales otorgaba la calidad de cosa juzgada a la sentencia emitida en un Proceso de
Inconstitucionalidad en su artículo 34.

A su turno, el artículo 25 de la Ley Procesal de Acción Popular otorgaba la calidad de cosa


juzgada a las sentencias recaídas en los Procesos de Acción Popular. La calidad de cosa
juzgada que se otorga en los procesos orgánicos a las sentencias emitidas por el colegiado
(Tribunal o Sala, según corresponda) requiere que exista pronunciado, en el caso del Proceso
de Acción Popular, de la Sala correspondiente de la Corte Suprema, en el supuesto que se emita
fallo declarando fundada la demanda en la Sala Superior respectiva y no se presente recurso de
apelación, siendo el expediente elevado en consulta a la Sala de la Corte Suprema para su
resolución, conforme lo estipula el artículo 95 del CPCONS; y si no es apelada por el
accionante o por el órgano emisor de la resolución cuestionada, la sentencia de primera
instancia que resuelva declarando improcedente o infundada la demanda adquirirá la calidad
de cosa juzgada.

En cambio, en el Proceso de Inconstitucionalidad, al actuar el Tribunal Constitucional como


única instancia, hace que cuando este emita una resolución sobre el fondo, hace que la sentencia
adquiera la calidad de cosa juzgada, y excepcionalmente, las que se pronuncien sobre la forma
cuando el plazo para presentar la demanda ya haya prescrito según lo dispuesto por el inc. 1
del artículo 104 del CPCONS.

Así, cuando se presente una demanda de inconstitucionalidad y se declare improcedente la


demanda por adolecer de un requisito de forma, este puede ser subsanado dentro del plazo de
ley señalado por el Tribunal, o en su defecto si no se llega a subsanar dentro del plazo
establecido y aún no haya prescrito el plazo para demandar la inconstitucionalidad de dicha
norma, se podría plantear otra demanda subsanando el error formal.

Ahora, en el supuesto que se cuestione una norma por la forma, por adolecer de un requisito
formal para su validez, y se declare infundada la demanda, existe la posibilidad de cuestionar
dicha norma, ya no por las razones o fundamentos formales esgrimidos en la demanda anterior,
sino, por considerar que por el fondo dicha norma vulnera la Constitución, siempre y cuando
se encuentre dentro del plazo establecido por el artículo 100 del CPCONS.

En general, lógicamente, las sentencias recaídas en el Proceso de Inconstitucionalidad y de


Acción Popular tienen efectos generales y son vinculantes para todos los poderes públicos.
Sobre los efectos generales ya se dio algunos alcances en lo que respecta al artículo 81. Sobre
la obligatoriedad de las sentencias emitidas en los Procesos de Inconstitucionalidad y de Acción
Popular, cabe señalar que dentro del ordenamiento jurídico-constitucional, la Constitución al
ocupar un lugar prevalente, suprema sobre las demás normas que lo conforman, esta, cuenta
con mecanismos adecuados para hacer efectivos sus mandatos y contenidos, siendo que dentro
de dicha estructura se ha dado a la magistratura constitucional, que puede ser ejercida por el
Tribunal Constitucional y por los jueces de la constitucionalidad del Poder Judicial, un rol
preponderante en cuanto concierne a la justicia constitucional.

De tal manera, los órganos competentes de la jurisdicción constitucional tienen la


función y el deber de velar en todo momento por la plena eficacia o vigencia de la
Constitución. Así, dentro de las competencias otorgadas cuentan con la función de declarar
la inconstitucionalidad e ilegalidad de las normas y por ende de expulsarlas del
ordenamiento constitucional. Decisiones a las cuales por mandato constitucional están
vinculados y obligados a obedecer todos los poderes públicos y la ciudadanía en general.
Las decisiones de los órganos competentes de la jurisdicción constitucional son de
obligatorio cumplimiento desde su publicación en el diario Oficial El Peruano o desde su
notificación, según el caso. En ese orden de ideas, no sólo las partes que participan en el
proceso se encuentran obligadas a acatar lo resuelto, sino, por ser decisiones con carácter
general vinculan a todos los entes del Estado, a pesar de que no hayan participado en el
proceso.

Los efectos generales y la obligatoriedad de las decisiones adoptadas en los procesos


orgánicos es una característica del modelo concentrado de control de la constitucionalidad de
las leyes. Para lo cual, por ejemplo, el Tribunal declara inconstitucional con efectos generales
una ley o un dispositivo de la misma, siendo lo decidido en dicho proceso de cumplimiento
obligatorio para las partes y para el Estado en su totalidad. En el caso que se presente renuencia
por alguna autoridad de acatar lo decidido en sede constitucional, se adoptan las medidas
disciplinarias, coercitivas, administrativas, civiles o penales que fueren aplicables y de
competencia de los funcionarios correspondientes.

JURISPRUDENCIA

“... en el ámbito de un proceso constitucional de instancia única como es el caso del proceso
de inconstitucionalidad, ello supone que es el Tribunal Constitucional a quien
corresponde mantener su competencia jurisdiccional a efectos de emitir las órdenes y
mandatos, forzosos de ser el caso, a efectos de no ver vaciado de contenido sus
decisiones jurisdiccionales y, con ello, reducida la fuerza vinculante así como el carácter
de cosa juzgada de sus decisiones, en los términos del artículo 204 de la Constitución,
así como también del artículo 82 del Código Procesal Constitucional.

Que no debe olvidarse, por obvio que parezca, que las decisiones de este Colegiado, en
tanto órgano jurisdiccional por excelencia, gozan también de los atributos y le asisten las
mismas garantías que la Constitución otorga a toda decisión jurisdiccional, máxime si se
trata de decisiones sobre la inconstitucionalidad de una ley o norma con rango de ley. En
este sentido, el artículo 139.2 de la Constitución establece como principio de la función
jurisdiccional del Estado la prohibición de que cualquier autoridad se avoque a causas
pendientes ante el órgano jurisdiccional o interfiera en el ejercicio de sus funciones;
asimismo, “Tampoco [se] puede dejar sin efecto resoluciones que han pasado en autoridad
de cosa juzgada, ni cortar procedimientos en trámite, ni modificar sentencias ni retardar
su ejecución.

Que en esta misma dirección, la jurisprudencia de este Colegiado ha sido enfática en


señalar que: “Si bien nuestra Carta Fundamental no se refiere en términos de significado a
la “efectividad” de la tutela jurisdiccional, resulta claro que la tutela jurisdiccional que no es
efectiva no es tutela. En este sentido, el derecho al cumplimiento efectivo y, en sus propios
términos, de aquello que ha sido decidido en el proceso, forma parte inescindible del derecho
a la tutela jurisdiccional a que se refiere el artículo 139.3 de la Constitución” (STC 4119-
2005-AA/TC, fundamento 64).

En el ámbito de los procesos constitucionales debe entenderse, además, que el principio de


ejecutoriedad de las resoluciones judiciales comporta, en una dimensión objetiva y
desde una perspectiva institucional, el mantenimiento del principio general de
constitucionalidad del sistema jurídico, en tanto se asume que aquello que quedó
decidido en una sentencia constitucional sólo puede pasar a formar parte del orden
jurídico constitucional si lo prescrito en la parte dispositiva del fallo se cumple en sus
propios términos, convirtiéndose de ese modo la forma jurídico-constitucional en
realidad fáctica constitucional. Por otro lado, es evidente que ante la renuencia por parte
de los poderes públicos de acatar los fallos de este Colegiado, y desprovisto éste de la
competencia para compeler al cumplimiento de sus propias decisiones, no existiría
poder jurídico capaz de asegurar dichos mandatos, generándose de este modo un
mensaje desalentador sobre las posibilidades mismas del modelo de Estado
Constitucional de Derecho”. (Exp. 00023-2007-AI FJ De 4 a 6)

“Las sentencias desestimativas son aquellas que declaran, según sea el caso, inadmisibles,
improcedentes o infundadas las demandas de garantía, o resuelven desfavorablemente las
acciones de inconstitucionalidad. En este último caso la denegatoria impide una nueva
interposición fundada en idéntico precepto constitucional (petición parcial y específica
referida a una o varias normas contenidas o en una ley); además, el rechazo de un supuesto
vicio formal no obsta para que esta ley no pueda ser cuestionada ulteriormente por razones
de fondo.

Ahora bien la jurisprudencia constitucional reconoce las siguientes formas y contenidos


sustantivos de una sentencia desestimativa (STC Nº 00004-2004-CC/TC, fundamento 4):

a)
La desestimación por rechazo simple. En este caso el órgano de control de la
constitucionalidad resuelve declarar infundada la demanda presentada contra una parte o
la integridad de una ley o norma con rango de ley.

b)
La desestimación por sentido interpretativo. En este caso el órgano de control de la
constitucionalidad establece una manera creativa de interpretar una ley parcial o
totalmente impugnada. Es decir, son aquellas en donde el órgano de control de la
constitucionalidad declara la constitucionalidad de una ley cuestionada, en la medida que
sea interpretada en el sentido que éste considera adecuado, armónico y coherente con el
texto fundamental.

En ese entendido, se desestima la demanda presentada contra una ley, o norma con rango
de ley, previo rechazo de algún o algunos sentidos interpretativos considerados como
infraccionantes del texto demandado. Por ende se establece la obligatoriedad de
interpretar dicha norma de “acuerdo” con la Constitución, vale decir de conformidad con
la interpretación declarada como única, exclusiva y excluyentemente válida”. (Exp.
00023-2008-AI FJ 36)
“... la parte demandante solicita que se declaren inaplicables, a su caso, los artículos 29° y 65°
inciso c) de la Ley N° 29062 y el Decreto Supremo N° 003-2008-ED, alegando que son
inconstitucionales toda vez que la evaluación de su desempeño laboral como docente
vulnera y/o amenaza su derecho al trabajo.

Que mediante la STC 00025-2007-PI/TC, publicada en el diario oficial El Peruano el 13 de


diciembre de 2008, se declaró infundada la demanda de inconstitucionalidad interpuesta contra
la Ley Nº 29062, sentencia que tiene autoridad de cosa juzgada y vincula a todos los poderes
públicos, de conformidad con el artículo 82º del Código Procesal Constitucional, y estando a
que el artículo VI del Título Preliminar del citado cuerpo legal dispone que “los Jueces no
pueden dejar de aplicar una norma cuya constitucionalidad haya sido confirmada”, su aplicación
no vulnera o amenaza derecho constitucional alguno, razones por las que debe rechazarse la
demanda”. (Exp. 01299-2009-AA FJ 1,2)

“... el Tribunal Constitucional ha sostenido que las sentencias de inconstitucionalidad de una


norma legal emitidas por el Tribunal Constitucional tienen una triple identidad: fuerza de
ley, cosa juzgada y vinculan a todos los poderes públicos. La afirmación de que la
sentencia de inconstitucionalidad de una ley, por su carácter de cosa juzgada, tiene efectos
vinculantes u obligatorios para los poderes públicos, se deriva del carácter general que
produce los efectos derogatorios de su sentencia. Ello se refrenda con la Constitución
(artículo 204°), y con el artículo 82º del Código Procesal Constitucional, que dispone que
“Las sentencias del Tribunal Constitucional en los procesos de inconstitucionalidad (...)
vinculan a todos los poderes públicos”.

Específicamente, sobre la cosa juzgada, este Colegiado ha sostenido en anterior


oportunidad que “mediante el derecho a que se respete una resolución que ha adquirido la
autoridad de cosa juzgada se garantiza el derecho de todo justiciable, en primer lugar, a que
las resoluciones que hayan puesto fin al proceso judicial no puedan ser recurridas mediante
medios impugnatorios, ya sea porque estos han sido agotados o porque ha transcurrido el
plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las resoluciones que hayan
adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, sea por actos de otros
poderes públicos, de terceros o, incluso, de los mismos órganos jurisdiccionales que
resolvieron el caso en el que se dictó”. (Exp. Nº 04587-2004-AA/TC, FJ 38).

ARTÍCULO. 83° EFECTOS DE LA IRRETROACTIVIDAD

Las sentencias declaratorias de ilegalidad o inconstitucionalidad no conceden derecho a


reabrir procesos concluidos en los que se hayan aplicado las normas declaradas
inconstitucionales, salvo en las materias previstas en el segundo párrafo del artículo 103
y último párrafo del artículo 74 de la Constitución.

POR LA DECLARACIÓN DE ILEGALIDAD O INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA


NORMA NO RECOBRAN VIGENCIA LAS DISPOSICIONES LEGALES QUE ELLA
HUBIERA DEROGADO.

CONCORDANCIAS:
Internas: Artículo 6

Constitución: Artículos 74, 103

COMENTARIO J O S É F . PA L O M IN O M A N C H E G O

MARIO G. CHÁVEZ RABANAL

El presente artículo encuentra su antecedente inmediato en el artículo 40 de la primigenia


Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Asimismo, se encontraba regulado en el artículo 41
de la Ley Orgánica del Tribunal de Garantías Constitucionales, con la salvedad que a los
supuestos excepcionales de la materia tributaria o penal se configuraba dentro de este
dispositivo la materia laboral, pro operario, figura que fue excluida en el texto de la
Constitución de 1993.

A la regla general de irretroactividad de los efectos de las decisiones emanadas en los


Procesos de Inconstitucionalidad y de Acción Popular, se encontraba que en el primer caso, a
decir del artículo 81, segundo párrafo, en materia tributaria el Tribunal Constitucional podía
determinar el alcance de los efectos de su decisión en el tiempo, existiendo la posibilidad si la
decisión adoptada en su sede se aplicaba a las situaciones jurídicas anteriores al fallo o partir
del mismo.

En todo caso, quedaba en potestad del Alto Tribunal determinar los alcances de sus
decisiones en el tiempo sólo en materia tributaria y penal, siendo en los demás supuestos
la decisión adoptada con efectos constitutivos, es decir se aplicaban desde el día siguiente
de la publicación de la sentencia en el Diario Oficial El Peruano, u otra posterior que
determine el Tribunal.

En cambio, lo que sucedía en el Proceso de Acción Popular los efectos de su decisión se


podrían establecer con efecto retroactivo como regla general, quedando reservado a la Sala
correspondiente determinar los alcances del mismo en el tiempo.

En el presente caso, se establece que de manera general por la declaratoria de


inconstitucionalidad o de ilegalidad de una norma no se otorga el derecho a reabrir procesos
concluidos en los que se haya aplicado las normas declaradas inconstitucionales o ilegales.
Pero de manera excepcional se establece que en los casos de que se traten de materia penal y
tributaria se da la posibilidad de reabrir dichos procesos.

Para tales efectos, se requiere que en razón de la norma declarada inconstitucional se haya
impuesto una medida que pesa sobre la libertad, materia penal, o la propiedad, materia
tributaria. Situación que se diferencia de aquella ley, por ejemplo en materia penal, que
habiendo sido aprobada por el Congreso y puesta en vigencia por el Poder Ejecutivo, es
declarada inconstitucional y a partir de sus efectos vertidos en el tiempo que estuvo vigente se
pretenda aplicar retroactivamente las disposiciones vigentes temporalmente que resulten
favorables para el procesado, sin que a partir de dicha ley se haya aplicado una medida
restrictiva de la libertad, como por ejemplo se pretendía con la Ley N.º 28568, que modificaba
el artículo 47º del Código Penal44. De ello se puede desprender que mediante dicha norma se
buscaba aplicar retroactivamente una norma inconstitucional para favorecer inconstitucional e
ilegítimamente a un grupo determinado de procesados.

En este sentido, la generación del derecho de reabrir procesos concluidos en razón de la


declaratoria de inconstitucionalidad de una norma se aplica sólo a los casos donde se hayan
visto afectados los bienes jurídicos relacionados a la materia penal y tributaria, y que se haya
impuesto en función de dicha norma declarada inconstitucional una medida restrictiva de
derechos que afectan la libertad y la propiedad.

Finalmente, el último párrafo del artículo 83, se encontraba igualmente regulado en el


artículo 40, in fine, de la primigenia Ley Orgánica del Tribunal Constitucional. Así, en este
dispositivo se establece que por la declaratoria de ilegalidad e inconstitucionalidad de una
norma no recobran vigencia las disposiciones legales que ella hubiera derogado. Para tales
efectos, en el caso del Proceso de Inconstitucionalidad, el Tribunal Constitucional mediante su
sentencia llena los vacíos legislativos que se generarían con la declaratoria de
inconstitucionalidad, constituyéndose para tales efectos sus fallos de observancia obligatoria.
O en su defecto, exhorta a las entidades competentes para que en un plazo razonable legislen
sobre la materia, teniendo en cuenta lo estipulado en su sentencia.

JURISPRUDENCIA

“... sin bien es cierto que el artículo 83º del CPCo., establece que “[p]or la declaración de (…)
inconstitucionalidad de una norma no recobran vigencia las disposiciones legales que ella
hubiera derogado” —y dejando del lado el hecho de que es un artículo referido a los procesos
de control normativo (de inconstitucionalidad y de acción popular)—, también lo es que la
finalidad del proceso de amparo es reponer “las cosas al estado anterior a la violación o
amenaza de violación de[l] derecho constitucional” (artículo 1º del CPCo.). Por ello, aún
cuando no era de recibo restablecer la vigencia abstracta del Decreto Supremo Nº 017-2007-
EF, sí lo era restablecer provisionalmente uno de sus efectos, a saber, la aplicación de la tasa
del 12%. Se trata, en consecuencia, de una medida adoptada por este Tribunal de manera
provisional y que tiene por objeto evitar que se continúen violando los derechos
fundamentales concernidos”. (Exp. 03116-2009-AA FJ 7)

“[Se discute] la posibilidad de que la declaración de inconstitucionalidad de una norma penal


o tributaria habilite la reapertura de procesos en que aquella fue aplicada, conforme
establece el artículo 83 CPConst. Este supuesto ya ha sido incorporado por la
jurisprudencia de este Tribunal al haber afirmado que el examen de constitucionalidad de
una disposición derogada se da: `cuando, (…), la sentencia de inconstitucionalidad puede
alcanzar a los efectos que la norma cumplió en el pasado, esto es, si hubiese versado sobre
materia penal o tributaria´.

De conformidad con el artículo 83° CPConst, la declaratoria de inconstitucionalidad de


una norma no habilita la reapertura de procesos concluidos donde ella haya sido

44 Cfr. STC 0019-2005-PI/TC, fundamentos jurídicos 51-65.


aplicada, con excepción de los supuestos de materia penal y tributaria. A contrario
sensu, los procesos concluidos relativos a materias distintas de las anteriores no pueden
ser reabiertos. Precisamente, la posibilidad de reapertura de procesos donde se haya
aplicado una norma penal o tributaria ya derogada, pero cuya inconstitucionalidad sea
advertida posteriormente, impone que el Tribunal examine su constitucionalidad.

En consecuencia, si una norma penal o tributaria fuera derogada y hubiera sido aplicada
en la resolución de procesos, corresponderá el examen de su constitucionalidad”. (Exp.
00045-2004-AI FJ 12)

“Estima el Tribunal que las especiales características del impuesto a los juegos, consideradas
conjuntamente, hacen que éste resulte confiscatorio y, por tanto, contrario al artículo 74
de la Constitución.

En efecto: Si bien el artículo 36 de la LEY establece que el impuesto a los juegos grava
‘la explotación’ de estos juegos, conforme se desprende de la regulación conjunta de los
artículos 38.1 y 39 de la LEY, la alícuota del impuesto asciende al 20% sobre la base
imponible, ‘constituida por la ganancia bruta mensual ... entendiéndose por ésta a la
diferencia resultante entre el ingreso total percibido en un mes por concepto de apuestas
o dinero destinado al juego y el monto total de los premios otorgados el mismo mes’,
esto es, que con el nombre o etiqueta de impuesto ‘a la explotación’, la metodología
impositiva de la ley grava en realidad las utilidades. Considerando además, y
conjuntivamente, que la alícuota del impuesto parece ser excesiva, que recae sobre una
base fijada sin deducir los gastos realizados para la obtención de las utilidades y que no
es considerado, el monto pagado, como pago a cuenta del impuesto a la renta, debe
concluirse que el gravamen presenta una vocación confiscatoria del capital invertido,
prohibida por la Constitución.

Por lo expuesto, y en vista a la combinación de todos esos factores, el Tribunal


Constitucional considera inconstitucional el régimen tributario del llamado impuesto a la
explotación, contenido en los artículos 38° y 39° de la Ley impugnada.

El Tribunal debe, además, pronunciarse respecto a los efectos de esta declaración de


inconstitucionalidad, en el lapso que dicho régimen tributario estuvo vigente, conforme a
lo dispuesto en el artículo 36° Ley Orgánica y arreglando su decisión, especialmente, a
los principios de justicia, razonabilidad, igualdad y proporcionalidad, y con pleno respeto
a la función legislativa del Congreso de la República.

Es obvio, por un lado, que la declaración de inconstitucionalidad del régimen tributario


aludido ocasionará un vacío legal. Por otro lado, también resulta claro que el Congreso de
la República suplirá ese vacío con una nueva normatividad tributaria, ajustada a la
Constitución y a esta sentencia del Tribunal.

En consecuencia, las situaciones jurídicas y los efectos producidos por el régimen


tributario que este fallo declara inconstitucional, se sujetarán a las reglas siguientes:
Las deudas acumuladas en relación con la alícuota del 20% del llamado impuesto a la
explotación, se reducirán al monto que, según la ley que cubra el vacío legal creado,
resulte exigible.

Los montos pagados en aplicación de la mencionada alícuota que excedieren el monto


que la nueva ley establezca, serán considerados como crédito tributario.

De concurrir, respecto del mismo contribuyente, deudas y créditos, ellos se compensarán entre
sí, y de quedar un saldo será considerado como deuda acumulada o como crédito
tributario, según el caso”. (Exp. 00009-2001-AI FJ 16)

“... en lo que se refiere a la Primera Disposición Final de la Ley N° 26597, resulta igualmente
evidente su inconstitucionalidad, pues al establecer que, para efectos del cumplimiento de
lo dispuesto en ella, recobrarán su vigencia aquellas normas que hubiesen sido derogadas,
pretende revivir normas obsoletas, creando un sistema de desigualdad en lo que respecta
al trato expropiatorio y al ‘justisprecio’”. (Exp. 00022-1996-AI FJ 1) Título VII

PROCESO DE ACCIÓN POPULAR

ARTÍCULO. 84°
LA DEMANDA DE ACCIÓN POPULAR PUEDE SER IMPUESTA POR
CUALQUIER PERSONA

La demanda de acción popular puede ser impuesta por cualquier persona.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 80

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO*

La Constitución establece que procede la acción popular por “infracción de la Constitución


y de la ley, contra los reglamentos normas administrativas y resoluciones y decretos de carácter
general, cualquiera que sea la autoridad de la que emanen”45; es decir, mientras la acción de
inconstitucionalidad está prevista para las leyes y normas con rango de ley, la acción popular se
interpone contra los reglamentos y normas de inferior jerarquía; por tanto, es una garantía que si
bien no está encargada de proteger de manera directa los derechos reconocidos por la

45* Doctor en Derecho (Universidad de Navarra) Titular de la Cátedra Jean Monnet de Derecho Comunitario
Europeo, Profesor de Derecho Constitucional (Universidad de Piura) Miembro de la Asociación Peruana de
Derecho Constitucional. Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Piura.
Cfr. Artículo 200. 5 de la Constitución peruana de 1993.
Constitución sí puede defenderla, indirectamente, de las normas de carácter general que también
afecten las disposiciones que reconocen los derechos y libertades.

Con relación a la legitimidad, dado que la protección del orden constitucional y legal son valores
supremos del Estado y la sociedad, cualquier ciudadano puede cuestionar la constitucionalidad y
legalidad de las disposiciones reglamentarias y administrativas ante el Poder Judicial; incluso los
ciudadanos extranjeros residentes en el país pueden interponer esta garantía, así como también, la
judicatura debe tutelar ese derecho para cualquier ciudadano46.

De esta manera, a diferencia del proceso de constitucionalidad, cuya legitimidad procesal


es cerrada47, la acción popular es un procedimiento de carácter abierto para la defensa de las
normas infralegales que, por el fondo o la forma, afecten la Constitución, la Ley o las normas
con rango de ley48. Al respecto, el profesor Garcia Belaunde nos dice que se trata de “una suerte
de control que ejerce cualquier ciudadano sobre el poder reglamentario de la administración
pública, y más en particular, contra el Poder Ejecutivo, en la medida que la administración,
mediante su propia actividad, puede vulnerar las leyes y la Constitución”49.

Se trata entonces de un proceso al alcance de cualquier ciudadano, aunque no tenga un


manifiesto interés directo; por eso no es preciso ser titular de un derecho o de un interés legítimo
para poder interponer esta garantía, sino que basta con invocar la defensa de la legalidad y
constitucionalidad que se considere afectada para proteger los intereses colectivos50. Cabe
añadir que el artículo 9, inciso 2, de la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo amplía la

46 LANDA ARROYO, César: Teoría del Derecho Procesal Constitucional, Palestra editores, Lima, 2004, pág.
148-149.

47 De acuerdo con la Constitución sólo están facultados para interponer acción de inconstitucionalidad: el
Presidente de la República, el Fiscal de la Nación, el Defensor del Pueblo, el veinticinco por ciento del
número legal de congresistas, y cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de
Elecciones; y si la norma es una ordenanza municipal, está facultado para impugnarla el uno por ciento de
los ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este porcentaje no excede del número de
firmas anteriormente señalado; véase el artículo 203 de la Carta de 1993; véase además, CÁCERES
ARCE, Jorge Luis: El control constitucional en el Perú, Legislación Peruana General (LPG), Arequipa, 2004,
págs. 28-29.

48 De acuerdo con el artículo 200, inciso 4, de la Constitución de 1993, las normas que poseen rango de ley
son las siguientes: leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados, reglamentos del Congreso,
normas regionales de carácter general y las ordenanzas municipales.

49 Cfr. GARCÍA BELAUNDE, Domingo: “Garantías constitucionales en la Constitución peruana de 1993” en


Lecturas sobre temas constitucionales Nro 10, Comisión Andina de Juristas, Lima, 1994, pág. 261.

50 CASTAÑEDA OTSU, Susana: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar” en AA.VV:
Introducción a los procesos constitucionales, Jurista editores, Lima, 2005, pág. 252.
legitimación procesal de esta institución para interponer la acción popular así como el resto de
garantías constitucionales reconocidas en la Carta de 199351.

Finalmente, existen una serie de obligaciones que surgen para aquellas personas que
presentan una demanda de acción popular, las cuales están previstas para evitar cierta
“inmadurez” y “frivolidad” en su interposición. El artículo 97 del Código Procesal
Constitucional establece que “si la demanda fuese desestimada por el Juez, este podrá
condenar al demandante al pago de los costos cuando estime que incurrió en manifiesta
temeridad”52.

JURISPRUDENCIA

“... [el] tratamiento diferenciado que hace el Decreto Supremo N° 158-99-EF entre las
distintas marcas y tipos de cigarrillos a fin de imponerles, con eficacia inmediata, el
Impuesto Selectivo al Consumo, repercute directa e inminentemente en la entidad
demandante. No repercute, sin embargo, en el resto de la población y por eso la
demandante no pretende la declaración erga ommes de su ineficacia jurídica, sino la
inaplicación a ella sola. De ahí que, en el caso de autos, no sea pertinente la acción
popular, que se ejercita para dejar sin eficacia a la norma”. (Exp. 01311-2000-AA FJ 1)

ARTÍCULO. 85°
LA DEMANDA DE ACCIÓN POPULAR
ES DE COMPETENCIA EXCLUSIVA
DEL PODER JUDICIAL, SON COMPETENTES:

1)
La sala correspondiente, por razón de la materia de la Corte Superior del Distrito Judicial al
que pertenece el órgano emisor, cuando la norma objeto de la acción popular es de carácter
regional o local; y

2)
LA SALA CORRESPONDIENTE DE LA CORTE SUPERIOR DE LIMA, EN LOS DEMÁS
CASOS.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 80

51 “Ejercitar ante el Tribunal Constitucional la acción de inconstitucionalidad contra las normas con rango de
ley a que se refiere el inciso 4) del Artículo 200° de la Constitución Política, asimismo, para interponer la
Acción de Hábeas Corpus, Acción de Amparo, Acción de Hábeas Data, la de Acción Popular y la Acción
de Cumplimiento, en tutela de los derechos constitucionales y fundamentales de la persona y de la
comunidad”; véase además, CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…,
pág. 253.

52 HUERTA GUERRERO, Luis Alberto: “Comentario al artículo 200.5 de la Constitución de 1993” en La


Constitución comentada, análisis artículo por artículo, Gaceta Jurídica, tomo II, 2006, pág. 1099.
Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO

La competencia es la medida cómo la jurisdicción se distribuye entre las diversas


autoridades judiciales; ningún juez, salvo para la realización de determinadas actuaciones
judiciales fuera del ámbito territorial, puede delegar en otro la competencia que la ley le
atribuye; una atribución que se deriva del principio constitucional que preconiza que la función
jurisdiccional es indelegable53.

Si bien las demás garantías constitucionales son resueltas en última y definitiva instancia
por el Tribunal Constitucional, la Constitución omitió indicar expresamente la competencia de
este proceso54, ya sea en su máximo intérprete o en la judicatura55. De acuerdo con la
legislación anterior, y ahora con el nuevo Código, los jueces ordinarios son los competentes
para controlar la constitucionalidad de las normas de inferior jerarquía que la ley, nos estamos
refiriendo a los reglamentos, decretos y resoluciones de carácter administrativo que vulneren
la ley y la Constitución; para estos casos existe la demanda de acción popular pero, si no
tenemos cuidado, podría suscitarse un descontrol si la judicatura mediante una resolución
decide inaplicar un reglamento por considerar que afecta derechos fundamentales, dado que el
Tribunal Constitucional no puede tomar conocimiento sino solamente la Sala Constitucional y
Social de la Corte Suprema cuando sube a consulta56. Por eso, salvo el artículo 39 de la Ley
Orgánica del Tribunal Constitucional respecto a las leyes, observamos que no existe para las
normas infralegales un punto de contacto entre ambos modelos (difuso y concentrado) que
pueda ser detectado a tiempo por el máximo defensor de la constitucionalidad.

Las disposiciones del Código en materia de competencia siguen la línea establecida en la


legislación anterior; no obstante, sobre el efecto de la sentencia en primera instancia que declara
fundada una demanda de acción popular, el Código no señala de modo expreso que dicha

53 CARRIÓN LUGO, Jorge: Tratado de Derecho Procesal Civil, volumen I, Editorial Grijley, 2004, págs. 94-
96.

54 LANDA ARROYO: Teoría del Derecho Procesal Constitucional…, pág. 146.

55 A la judicatura se le otorgó esta competencia en la Constitución de 1979 para conocer las demandas
de acción popular y la Ley Nro. 24968 fue la norma que la reguló.

56 “Las decisiones jurisdiccionales que se adopten en aplicación del control difuso de la constitucionalidad de las
normas, serán elevadas en consulta a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República, si no fueran impugnadas. Lo son igualmente las resoluciones judiciales en segunda instancia en las
que se aplique este mismo precepto, aun cuando contra éstas no proceda medio impugnatorio alguno. En todos
estos casos, los Jueces se limitan a declarar la inaplicación de la norma por incompatibilidad inconstitucional,
para el caso concreto, sin afectar su vigencia, realizando interpretación constitucional, conforme a la forma y
modo que la Constitución establece. Cuando se trata de normas de menor jerarquía, rige el mismo principio, no
requiriéndose la elevación en consulta, sin perjuicio del proceso de acción popular. La consulta a que hace
alusión el presente artículo se hace en interés de la ley”; cfr. Artículo 3 del Código Procesal Constitucional
peruano.
resolución comienza a tener efectos inmediatos, pero sí establece la posibilidad de solicitar una
medida cautelar para alcanzar ese objetivo. En ese sentido, el artículo 94 señala que “procede
solicitar medida cautelar una vez expedida sentencia estimatoria de primer grado. El contenido
cautelar está limitado a la suspensión de la eficacia de la norma considerada vulneratoria por
el referido pronunciamiento”57.

Desde un punto de vista sustantivo, la acción popular está estrechamente vinculada a la


acción de inconstitucionalidad contra las leyes, en la medida que su objeto también es asegurar
el orden constitucional objetivo, además del legal; pero, examinando las normas inferiores a la
ley58. El control de los decretos, reglamentos y demás normas administrativas, debe realizarse
no sólo con relación a las normas constitucionales y legales, sino también a las sentencias del
Tribunal Constitucional que hayan59, desde luego, estimado o también desestimado la
declaración de una ley como inconstitucional. Es tan necesaria la unidad jurisprudencial en
materia constitucional, que el artículo 39 de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional
establece que: “los jueces suspenden la tramitación de los procesos de acción popular
sustentados en normas respecto de las cuales se ha planteado demanda de inconstitucionalidad
ante el Tribunal, hasta que éste expida su resolución”60.

La Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema actúa como segunda instancia61, si la


sentencia que declara fundada la demanda no es apelada, los autos se elevarán en consulta
también a este tribunal62. La frase del artículo comentado que nos dice “la sala correspondiente
por razón de la materia”, el profesor Ortecho Villena nos lo explica sosteniendo que si la norma
inconstitucional o ilegal es de materia civil, será de conocimiento de la sala civil, y si la norma

57 HUERTA: “Comentario al artículo 200.5 de la Constitución de 1993”…, pág. 1101

58 LANDA ARROYO: Teoría del Derecho Procesal Constitucional…, pág. 148.

59 “De conformidad con la Constitución, el control abstracto de constitucionalidad de las normas con jerarquía
de ley se efectúa a través del proceso de inconstitucionalidad (artículo 200°, inciso 4). Dicho proceso es
de competencia del Tribunal Constitucional (artículo 202°, inciso 1) Por su parte, el control abstracto de
constitucionalidad y legalidad de las normas de jerarquía infralegal se realiza a través del proceso de acción
popular (Artículo 200, inciso 5). Dicho proceso es de competencia del Poder Judicial (Artículo 85, CPconst).
En este contexto, el Tribunal Constitucional está prohibido del control abstracto de constitucionalidad de
las normas de jerarquía infralegal debido a que el proceso constitucional establecido para tal efecto está
reservado al Poder Judicial. Sin embargo, el Tribunal Constitucional sí puede efectuar el control abstracto
de constitucionalidad de una norma de jerarquía infralegal y, así, pronunciarse sobre su validez
constitucional, cuando ella es también inconstitucional `por conexión o consecuencia´ con la norma de
jerarquía legal que el Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucional”; Cfr. Exp. Nro. 00045-2004-
AI/TC (Fundamento jurídico 73).

60 Véase LANDA ARROYO: Teoría del Derecho Procesal Constitucional…, pág. 148.

61 Véase el artículo 93 de Código Procesal Constitucional.

62 Véase el artículo 95 del Código Procesal Constitucional; además véase HUERTA: “Comentario al artículo
200.5 de la Constitución de 1993”…, pág. 1101.
administrativa inconstitucional o ilegal es de materia penal, será de conocimiento de la sala
penal63.

Con relación a la competencia, existe una posición en la doctrina, según la cual el proceso
de acción popular debería ser finalmente resuelto por el Tribunal Constitucional. El profesor
César Landa nos dice que “(…) resulta incongruente que la acción popular siga siendo
competencia de la justicia ordinaria, cuando es a la jurisdicción constitucional a quien le
corresponde la función de control constitucional y eventualmente legal. En este sentido, la
acción popular si bien podría tramitarse en sede judicial debería, en última instancia, ser
resuelta en sede constitucional, a fin de integrar las decisiones judiciales dentro de la
supremacía de interpretación de la Constitución a cargo del Tribunal Constitucional”64. Cabe
preguntarse si este tipo de control de constitucionalidad concentrado que realiza la judicatura
puede ser observado por el Tribunal Constitucional, consideramos que no es posible salvo que
se establezca una reforma al texto de 1993 que le permita conocer también en última y
definitiva instancia las resoluciones de acción popular dictadas por la Corte Suprema. Sin
embargo, el Tribunal Constitucional considera que sí puede existir un caso en que el máximo
intérprete de la constitucional pueda conocer y pronunciarse sobre una norma infralegal, pese
a que se trata de un proceso de competencia del poder judicial; al respecto, nos dice que “ (…)
sí puede efectuar el control abstracto de constitucionalidad de una norma de jerarquía infralegal
y, así, pronunciarse sobre su validez constitucional, cuando ella es también inconstitucional
`por conexión o consecuencia´ con la norma de jerarquía legal que el Tribunal Constitucional
ha declarado inconstitucional”65.

Si bien el proceso de acción de popular controlará la constitucionalidad de las normas


infralegales que contravengan la Constitución y las leyes, ¿cuáles son las normas de carácter
general a las que hace referencia la Carta de 1993?

A) Entre las normas de carácter general de rango infralegal que expide el Poder Ejecutivo a
través de los órganos de la Administración central, se encuentran los Decretos Supremos,
Resoluciones Supremas, Resoluciones Ministeriales, Directorales, Reglamentos y otras
normas administrativas (como circulares, directivas, etc)66.

B) Con relación a las normas de carácter general de los gobiernos regionales, la Ley Orgánica
de Gobiernos Regionales establece como norma de carácter general a los Decretos
Regionales67, los cuales son dictados por el Gobierno Regional a través de la Presidencia
Regional, quien los aprueba y suscribe con el Acuerdo del Directorio de Gerencias
63 ORTECHO VILLENA, Víctor Julio: “ El proceso constitucional de acción popular” en CASTAÑEDA
OTSU, Susana (coordinadora): Derecho Procesal Constitucional, pág. 425.

64 LANDA ARROYO: Teoría del Derecho Procesal Constitucional…, pág. 150.

65 Cfr. Exp. Nro. 00045-2004-AI/TC (Fundamento jurídico 73).

66 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”..., pág. 249.

67 Véase su título III: ordenamiento normativo regional, capítulo I: régimen normativo de la Ley Nro. 27867.
Regionales68; por otro lado, se han dejado de contemplar los llamados Decretos Ejecutivos
Regionales, para sólo señalar que los Decretos Regionales pueden ser impugnados
mediante acción popular, omitiéndose precisar su procedencia por lo que es de aplicación
los dispuestos por la Constitución de 1993 y el Código Procesal Constitucional69.

C) Sobre las normas de carácter general emanadas de los gobiernos locales, la nueva Ley
Orgánica de Municipalidades dejó de establecer como norma municipal a los Edictos70, las
materias que eran reguladas por éstos pasarán a serlo por las Ordenanzas71, debido a que
mediante ellas se crean, modifican, suprimen o exoneran, los arbitrios, tasas, licencias,
derechos y contribuciones, todas conforme a la ley.

No debemos olvidar que la nueva ley otorga carácter general a los Decretos de Alcaldía,
mediante ellos los alcaldes ejercen las funciones ejecutivas de Gobierno, establecen normas
reglamentarias y de aplicación de las Ordenanzas, sancionan los procedimientos necesarios
para realizar la administración de los municipios, así como regular los asuntos de orden
general que no sean de competencia del Concejo Municipal; precisamente, en el inciso 2
del artículo 52 de la Ley Nro. 27972, se establece que agotada la vía administrativa procede
acción popular ante el Poder Judicial contra los citados Decretos que contravengan las
normas legales vigentes72.

D) Con referencia a las normas de carácter general dictadas por otros órganos de la
administración pública73, nos encontramos con las emitidas expresamente por las
instituciones autorizadas por la propia Constitución: el Banco Central de Reserva; y la
Oficina Nacional de Procesos Electorales74; además de otros órganos constitucionales y
entidades públicas que según ley están facultadas para dictarlas, como son, entre otros, el
Tribunal Constitucional, la Superintendencia Nacional de Banca y Seguros, el Instituto
Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual
(conocido como Indecopi) y el Poder Judicial75.

68 Véase el artículo 37, en concordancia con el artículo 40.

69 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, págs. 247-248.

70 Ley Nro. 27972 publicada el 27 de mayo de 2003, cabe añadir que contra las ordenanzas procede la acción
de inconstitucionalidad (artículo 200, inciso 4, de la Constitución de 1993).

71 Véase el artículo 40 de la Ley Nro. 27972.

72 Véase el artículo 200, inciso 5, de la Constitución de 1993 y el artículo 76 del Código Procesal; véase
además, CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, págs. 248-249.

73 DIAZ ZEGARRA: Los procesos constitucionales, Palestra editores, 1999, Lima, págs. 93-94.

74 Véanse los artículos 84 y 186 de la Constitución peruana de 1993.

75 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, pág. 250.
Nos queda decir que por tratarse de una garantía establecida en la Constitución peruana, su
grado de aplicación y difusión, especialmente por el contenido de sus resoluciones, no es
conocida con la misma facilidad que el habeas corpus, habeas data, amparo y la acción de
inconstitucionalidad; a tal punto que, irónicamente, podríamos decir que la acción popular
es una institución algo “impopular”.

JURISPRUDENCIA

“De conformidad con la Constitución, el control abstracto de constitucionalidad de las normas


con jerarquía de ley se efectúa a través del proceso de inconstitucionalidad (artículo
200°, inciso 4). Dicho proceso es de competencia del Tribunal Constitucional (artículo
202°, inciso 1) Por su parte, el control abstracto de constitucionalidad y legalidad de las
normas de jerarquía infralegal se realiza a través del proceso de acción popular (Artículo
200, inciso 5). Dicho proceso es de competencia del Poder Judicial (Artículo 85,
CPconst). En este contexto, el Tribunal Constitucional está prohibido del control
abstracto de constitucionalidad de las normas de jerarquía infralegal debido a que el
proceso constitucional establecido para tal efecto está reservado al Poder Judicial.

Sin embargo, el Tribunal Constitucional sí puede efectuar el control abstracto de


constitucionalidad de una norma de jerarquía infralegal y, así, pronunciarse sobre su validez
constitucional, cuando ella es también inconstitucional `por conexión o consecuencia´ con
la norma de jerarquía legal que el Tribunal Constitucional ha declarado inconstitucional”.
(Exp. 00045-2004-AI FJ 73)

“... el artículo 2º inciso 20 numeral ‘L’ de la Constitución de 1979, aplicable al caso, contiene
una norma procesal constitucional que preceptúa nadie puede ser sometido a
procedimientos diferentes a los previamente establecidos en la ley; esta regulación
adquiere supremacía y de imprescindible cumplimiento si la norma de procedimiento y
competencia como la anotada, está regulado por la misma Carta Magna.

Que, efectivamente, el artículo 295º segunda parte de la Constitución citada,


expresamente señala el procedimiento y la jurisdicción competente para resolver
conflictos derivados de supuesta inconstitucionalidad de Decretos y Resoluciones que
expida el Poder Ejecutivo, como el que se controvierte en la presente causa; precisa la
Constitución, que en tal caso, se debe recurrir al Poder Judicial vía Acción Popular.

Que, se ratifica este claro contenido normativo en la vigente Constitución de 1993 al prescribir
en el artículo 200º inciso 2 que no procede acción de amparo contra normas legales, ninguna
ley menos doctrina alguna puede desnaturalizar e incumplir la voluntad clara del constituyente
de 1979 y de 1993; máxime si el legislador ha cumplido con promulgar el mandato de remisión
contenido en el artículo 2 inciso 20 numeral ‘L’ citado en el punto Nº 1 al poner en vigencia la
Ley Nº 24968 la cual precisa la forma del procedimiento de Acción Popular para impugnar ante
el Poder Judicial las resoluciones que detalla el artículo 295 de la Constitución glosada”. (Exp.
00273-1993-AA FJ De 1 a 3)
ARTÍCULO. 86°
LA DEMANDA ESCRITA CONTENDRÁ
CUANDO MENOS, LOS SIGUIENTES
DATOS Y ANEXOS

1) La designación de la Sala ante quien se interpone

2) EL NOMBRE, IDENTIDAD Y DOMICILIO DEL DEMANDANTE.

3)
LA DENOMINACIÓN PRECISA DEL DOMICILIO DEL ÓRGANO EMISOR DE LA
NORMA OBJETO DEL PROCESO.

4)
EL PETITORIO, QUE COMPRENDE LA INDICACIÓN DE LA NORMA O NORMAS
CONSTITUCIONALES Y/O LEGALES QUE SE SUPONEN VULNERADAS POR LA QUE
ES OBJETO DEL PROCESO.

5)
COPIA SIMPLE DE LA NORMA OBJETO DEL PROCESO PRECISÁNDOSE EL DÍA, MES
Y AÑO DE SU PUBLICACIÓN.

6) LOS FUNDAMENTOS EN QUE SE SUSTENTA LA PRETENSIÓN.

7)
LA FIRMA DEL DEMANDANTE, O DE SU REPRESENTANTE O DE SU APODERADO, Y
LA DEL ABOGADO.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 80, 87, 89, 91

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO

La adecuada determinación de la competencia es el primer requisito de este artículo por


ser de especial importancia la designación de la Sala ante la que se interpone. Como explicamos
en el comentario al artículo 84, el proceso de acción popular se caracteriza por una legitimidad
abierta, pues puede interponerla cualquier ciudadano siendo más flexible que el proceso de
constitucionalidad pero, como toda demanda, también es necesario individualizarlo como actor
del proceso; por eso, para presentar una demanda de acción popular se requiere el nombre y
número de libreta electoral o de carné de extranjería del demandante y su domicilio; si el
demandante es una persona jurídica, se deben indicar sus datos registrales y acompañar el
nombramiento o poder otorgado a su representante legal; en ambos casos, debe añadirse la
denominación precisa y el domicilio del órgano emisor de la norma materia de la demanda.
Luego de los requisitos generales para determinar la competencia, legitimidad e
individualización del demandante, ya sea como persona natural o jurídica, la demanda deberá
señalar la norma o normas, infralegales que serán objeto del proceso de acción popular. Se debe
indicar además el día, mes y año de la publicación, acompañando una copia simple de la norma
o normas; de esta manera, se considera como una novedad la imposibilidad de un control previo
de las normas al haberse excluido el último párrafo del inciso 4 del artículo 11 de la Ley Nro.
24968 que establecía que “si aún no ha sido publicada se expresa la forma en que el demandante
ha tomado conocimiento de ella”76.

No olvidemos la necesaria argumentación jurídica en la demanda de cómo dichas normas


o normas infralegales, han vulnerado la legalidad y constitucionalidad del ordenamiento
positivo; además, la demanda de acción popular debe ser acompañada con copias de las normas
para efecto de las respectivas notificaciones77.

El código establece que aquellas sentencias que la Judicatura haya declarado fundadas en
el proceso de acción popular tienen efectos generales (erga omnes) y, a diferencia de la acción
de inconstitucionalidad, podrán determinar la nulidad con efecto retroactivo de las normas
impugnadas. En tal supuesto, la sentencia determinará sus alcances en el tiempo78. De esta
manera, gracias esta acción de garantía, el poder judicial se convierte también en el defensor
de la Constitución peruana y las leyes contra las normas infralegales que las contravengan79.

La demanda de acción popular tiene unas especiales características como proceso,


destacamos las siguientes: una etapa postulatoria o expositiva, constituida por la presentación
de la demanda que contiene la pretensión de inconstitucionalidad o ilegalidad de una norma
infralegal. No existe una etapa probatoria, tratándose de un proceso de puro derecho. La etapa
conclusiva, donde se realizan los alegatos, conclusiones, sobre todo lo actuado en el proceso;
la resolutoria que es la expedición de sentencia o decisión judicial de la pretensión; la
impugnativa, que sí admite una instancia plural, lo cual no ocurre con el proceso de
inconstitucionalidad; y, finalmente, la etapa de ejecución, en la cual se inaplica la norma
jurídica, siempre y cuando haya sido declarada fundada y confirmada la demanda de acción
popular80.

76 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, pág. 254.

77 ORTECHO VILLENA: “El proceso constitucional de acción popular”…, pág. 425-426.

78 Véase el artículo 81 del Código Procesal Constitucional.

79 “(...) el tratamiento diferenciado que hace el Decreto Supremo N° 158-99-EF entre las distintas marcas y
tipos de cigarrillos a fin de imponerles, con eficacia inmediata, el Impuesto Selectivo al Consumo, repercute
directa e inminentemente en la entidad demandante. No repercute, sin embargo, en el resto de la población
y por eso la demandante no pretende la declaración erga ommes de su ineficacia jurídica, sino la
inaplicación a ella sola. De ahí que, en el caso de autos, no sea pertinente la acción popular, que se ejercita
para dejar sin eficacia a la norma”; cfr. Exp. Nro. 01311-2000-AA/TC.

80 DIAZ ZEGARRA: Los procesos constitucionales…, págs. 92-93.


JURISPRUDENCIA

“... la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República declaró


fundada la demanda de acción popular dirigida contra la Resolución Ministerial N° 053-
93-TR, de fecha 14 de abril de 1993, esta ejecutoria se emitió básicamente porque de
acuerdo con lo dispuesto por el segundo párrafo del artículo 45° del Decreto Ley N°
25593, la determinación del nivel de negociación no puede efectuarse por acto
administrativo. En ese sentido, si bien por el fondo esta norma se adecuaba a un efectivo
fomento de la negociación colectiva, no lo hacía por la forma. Sin embargo, ello no es
obstáculo para que a través de los medios de producción normativa pertinentes se
interprete adecuadamente la normativa constitucional para posibilitar la negociación
colectiva en el sector de construcción civil”. (Exp. 00261-2003-AA FJ 1)

ARTÍCULO. 87°
EL PLAZO PARA INTERPONER LA DEMANDA DE ACCIÓN POPULAR
PRESCRIBE
A LOS CINCO AÑOS CONTADOS DESDE
EL DÍA SIGUIENTE DE SU PUBLICACIÓN
DE LA NORMA

El plazo para interponer la demanda de acción popular prescribe a los cinco años
contados desde el día siguiente de su publicación de la norma.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 5.10, 75, 76, 78, 80, 86, 88, 91

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO

El Código Procesal uniformiza los plazos a diferencia de la ley anterior que variaba de
acuerdo a la norma a impugnar, ya sea su legalidad o constitucionalidad. De acuerdo con la
Ley Nro 24968, si se trataba de normas violatorias de la Constitución, el plazo era de cinco
años; pero si se trataba de normas contrarias a la ley, el plazo era de tres. El Código establece
que al entrar en vigencia, los procesos en trámite continuarán rigiéndose por las normas
anteriores a efectos de, entre otros aspectos, el cómputo de los plazos que hubieran empezado81.

El artículo 100 del Código establece que, una vez vencido el plazo para presentar una
demanda de inconstitucionalidad prescribe la pretensión, sin perjuicio de lo dispuesto por el
artículo 51 y por el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución, es decir, sin perjuicio
que los jueces puedan hacer uso de su facultad de revisar la constitucionalidad de las normas
jurídicas, lo cual confirma el carácter mixto o dual de nuestro sistema de control

81 Véase la segunda disposición final del Código Procesal Constitucional.


constitucional82. Si bien una disposición similar no se ha previsto respecto al proceso de acción
popular, consideramos que también debe ser aplicada83, lo cual no impide que los jueces,
vencido el plazo de prescripción y en uso de las atribuciones conferidas por los artículos 138 y
51 de la Constitución, prefieran la norma superior sobre cualquier otra norma de rango
inferior84.

JURISPRUDENCIA

“... dada la fecha de vigencia del D.S. N° 051-91-PCM, que también se impugna en la presente
demanda, es evidente que esta pretensión también está sujeta a la caducidad; además de
que, por razón de rango legal, su supuesta improcedencia debe tramitarse según la Ley N°
24968 sobre Acción Popular”. (Exp. 00012-2002-AA FJ 3)

ARTÍCULO. 88° ADMISIBILIDAD E IMPROCEDENCIA

Interpuesta la demanda, la Sala resuelve su admisión dentro de un plazo no mayor de


cinco días desde su presentación. Si declara la inadmisibilidad, precisará el requisito
incumplido y el plazo para subsanarlo. Si declara la improcedencia y la decisión fuese
apelada, pondrá la resolución en conocimiento del emplazado.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 5.10, 75, 76, 78, 80, 86, 87, 89

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO

El artículo 88 del Código establece que interpuesta la demanda de acción popular, la Sala
debe resolver dentro de un término no mayor de cinco días desde su presentación. Sobre su
inadmisibilidad, la Sala debe indicar el requisito incumplido y el plazo para subsanarlo,
introduciendo una modificación con relación al artículo 12 de la Ley Nro. 24968, que establecía
que contra la resolución de inadmisibilidad procedía un recurso de apelación dentro de los tres
días posteriores a su notificación85.

82 Es decir, los jueces podrían inaplicar normas administrativas contrarias a la constitución y a la ley, vencido
el plazo prescriptorio, pero en vía incidental en un proceso judicial ordinario, mas ya no en un proceso de
acción popular; véase LANDA ARROYO, César: Teoría del Derecho Procesal Constitucional, Palestra
editores, Lima, 2004, pág. 150; véase además GARCÍA BELAUNDE, Domingo: “La Jurisdicción
Constitucional en Perú” en FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco y GARCÍA BELAUNDE, Domingo
(coordinadores): La Jurisdicción Constitucional en Iberoamérica, Dykinson, Madrid, 1997, pág. 837.

83 HUERTA: “Comentario al artículo 200.5 de la Constitución de 1993”…, págs. 1099-1100.

84 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, pág. 257.

85 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, pág. 256.
Si bien no se establece en qué casos se debe declarar improcedente la demanda, señalando
que si la decisión fuese apelada se pondrá la resolución en conocimiento del emplazado; al
respecto, consideramos que el artículo 104 del Código, que establece los supuestos de
improcedencia de la demanda del proceso de inconstitucionalidad, deberíamos recurrir a dichas
disposiciones gracias a una interpretación sistemática y a la finalidad común de ambos
procesos: proteger la supremacía constitucional y el principio de legalidad86; en ese sentido, la
improcedencia de la demanda de acción popular se presentaría en los siguientes supuestos:

a) Si la demanda se ha interpuesto vencido el plazo previsto en el artículo 87.

b) Si se haya desestimado anteriormente una demanda de acción popular contra la misma


norma, sustancialmente igual en cuanto al fondo.

c) Si el órgano jurisdiccional carezca de competencia para conocer la norma impugnada87; es


decir, cuando se interpone esta garantía constitucional contra una norma con rango de ley,
o ante una Sala que no es competente por razón de la materia88.

JURISPRUDENCIA

“... el recurrente solicita la inaplicación de las normas impugnadas, sin que haya acreditado, o
siquiera alegado, la existencia de algún acto que las aplique. En tal sentido, pretende que
se realice un control abstracto de la constitucionalidad de las normas, asunto que se
encuentra estrictamente reservado a la acción de inconstitucionalidad, para el caso de
normas legales, y a la acción popular, para el caso de las normas infralegales”. (Exp.
00741-2003-AA FJ 4)

ARTÍCULO. 89°
EMPLAZAMIENTO Y PUBLICACIÓN
DE LA DEMANDA

Admitida la demanda, la Sala confiere traslado al órgano emisor de la norma objeto del proceso
y ordena la publicación del auto admisorio, el cual incluirá una relación sucinta del contenido
de la demanda, por un sola vez, en el Diario Oficial El Peruano si la demanda se promueve en
Lima, o en el medio oficial de publicidad que corresponda si aquella se promueve en otro
Distrito Judicial. Si la norma objeto del proceso ha sido expedida con participación de más de

86 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis prel iminar”…, pág. 256.

87 “(...) el recurrente solicita la inaplicación de las normas impugnadas, sin que haya acreditado, o
siquiera alegado, la existencia de algún acto que las aplique. En tal sentido, pretende que se realice
un control abstracto de la constitucionalidad de las normas, asunto que se encuentra estrictamente
reservado a la acción de inconstitucionalidad, para el caso de normas legales, y a la acción popular,
para el caso de las normas infralegales”; cfr. Exp. Nro. 00741-2003-AA (Fundamento jurídico 4).

88 CASTAÑEDA OTSU: “El proceso de Acción Popular: un análisis preliminar”…, pág. 257.
un órgano emisor, se emplazará al de mayor jerarquía. Si se trata de órganos de igual nivel
jerárquico, la notificación se dirige al primero que se subscribe el texto normativo. En el caso
de normas dictadas por el Poder Ejecutivo, el emplazamiento se hará al Ministro que la
refrenda; si fuesen varios, al que haya firmado el primer término. Si el órgano emisor ha dejado
de operar, corresponde notificar al órgano que asumió sus funciones.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 84, 86, 88, 4º DF

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO CARLOS HAKANSSON NIETO

El contenido del artículo 89 del Código hace alusión a un conjunto de principios que
entran en juego al inicio de un proceso, especialmente cuando se trata de la posible
inaplicación de una norma infralegal por colisionar con una ley o contra la propia
Constitución. Desde este punto de vista, el principio de publicidad previsto apunta a dar a
conocer a la sociedad el auto que admite la demanda de acción popular, la cual pone en
conocimiento que la función jurisdiccional se está ejerciendo con relación a una norma
cuya legalidad y constitucionalidad se ha cuestionado mediante esta acción de garantía; la
cual una vez conocida por el juez, conocidos los fundamentos en que se sustenta la
pretensión y su defensa, emitirá una resolución que ponga fin a esa instancia. La prelación
de los órganos públicos que expidieron la norma, así como de los ministros que la
refrendaron para su debido emplazamiento, se fundamenta en los principios de unidad y
coherencia, debido el grado de responsabilidad para su expedición.

Sobre la refrendación ministerial a la que hace referencia el artículo 89, recordemos que la
Carta de 1993, establece que los actos del Presidente de la República son nulos si carecen de
refrendo ministerial; sin embargo, en la práctica, esta institución no reviste ninguna amenaza
para el Presidente de la República, pues, como sabemos, él es quien nombra y destituye a los
ministros. El artículo 76 del reglamento parlamentario establece que las proposiciones
presentadas por el Presidente deben estar refrendadas por el Primer Ministro y, en forma
opcional, por los ministros cuyas carteras se relacionen en forma directa con la materia cuya
regulación se propone. El refrendo ministerial lo encontramos en el artículo 120 de la
Constitución que nos dice que son nulos los actos del Presidente de la República que carecen
de refrendación ministerial.

Como sabemos, gracias a su elección directa, el Presidente de la República no es


responsable político de sus actos ante el Congreso y, por esa razón, pese a promulgar las leyes,
son los miembros de su Gabinete quienes responden ante ellos. El artículo 128 de la
Constitución peruana nos dice que los ministros son individualmente responsables por sus
propios actos y por los actos presidenciales que refrendan89.

89 Todos los ministros son solidariamente responsables por los actos delictivos o violatorios de la Constitución o de
las leyes en que incurra el Presidente de la República o que se acuerden en Consejo, aunque salven su voto, a
no ser que renuncien inmediatamente.
En la firma del ministro encontramos un doble aspecto, el formal, que se menciona en el
hecho mismo de rubricar un acto presidencial, y el material, por el que debe entenderse la
decisión libre del ministro en colaborar con el Presidente y que ‹‹le carguen en su cuenta›› las
consecuencias del acto presidencial90. No obstante, a diferencia de la Constitución peruana, la
Carta francesa de 1958 establece que algunos actos del Jefe de Estado no precisan de refrendo91
como, por ejemplo, proponer un referendum92, disolver del Parlamento93, los poderes en casos
excepcionales94 y el nombramiento de tres magistrados para el Consejo Constitucional95.

La facultad del Presidente de la República para nombrar y remover a sus ministros y la


posibilidad de disolver el Parlamento hacen que esta institución sea algo extraña en un
modelo presidencialista96. El refrendo en la Forma de Gobierno peruana tiene el propósito
de trasladar la responsabilidad política del Presidente a su Gabinete, pese a que en los
presidencialismos la elección popular del Jefe de Estado hace que no responda de sus actos
al Parlamento. Por ese motivo, pensamos que el refrendo es una institución que resulta
extraña en un modelo presidencial, a no ser que la firma del ministro sólo sea un medio de
autenticación de los actos del titular del ejecutivo que luego permitan al Congreso la
facultad de poder censurar a los ministros 97, de lo contrario no se justificaría la exigencia
de responsabilidad política al Gabinete que se fundamenta, a su vez, en el vínculo creado
por el procedimiento de investidura del Presidente del Consejo de Ministros por el
Congreso98; por ese motivo, gracias al principio de publicidad, la disposición del Código
tiene en cuenta la refrendación al momento de comunicar al ministro el auto que admite de
la demanda de acción popular.

JURISPRUDENCIA

90 En el mismo sentido véase VALLE RIESTRA, Javier: La responsabilidad constitucional del jefe de estado,
Benites y Montero editores, Lima, 198, pág. 30.

91 Véase el artículo18 de la Constitución francesa de 1958.

92 Véase el artículo 11 de la Constitución francesa de 1958.

93 Véase el artículo 12 de la Constitución francesa de 1958.

94 Véase el artículo 16 de la Constitución francesa de 1958.

95 Véase el artículo 56 de la Constitución francesa de 1958.

96 Sobre la disolución parlamentaria, véase el artículo 134 de la Constitución de 1993; véase además,
FERNÁNDEZ SEGADO, Francisco: “El nuevo ordenamiento constitucional del Perú; aproximación a la
Constitución de 1993” en Revista de Estudios Políticos Nro. 84, 1994, pág. 52.

97 En el mismo sentido, véase VALLE RIESTRA: La responsabilidad constitucional.., pág. 40.

98 Véase el artículo 130 de la Constitución de 1993.


“... si bien el proceso de acción popular es uno donde se cuestiona en abstracto la
constitucionalidad o no de una norma infralegal que atenta contra preceptos
constitucionales o legales, y prima facie, no se persigue intereses subjetivos, sino la
defensa de la jerarquía normativa de la Constitución y las leyes; sin embargo, aún al
margen de dicho carácter fundamentalmente objetivo, también se puede afirmar que este
proceso tiene una dimensión subjetiva, en la medida que son fines esenciales de todo
proceso constitucional, garantizar la primacía de la Constitución y la vigencia efectiva
de los derechos fundamentales (artículo II del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional).

Que, en ese orden de ideas, se explica que de manera sumamente excepcional y de


acuerdo al tipo de proceso, pueda disponerse la inclusión o no de aquellos sujetos
distintos al demandante(s) o demandado(s) (órgano emisor de la norma) tal y como lo
regula el artículo 89 del Código Procesal Constitucional, dependiendo de que el juez
avizore una eventual afectación a algún derecho fundamental. Este criterio, por lo
demás, también ha sido aplicado por este Colegiado en los procesos de
inconstitucionalidad, pese a su carácter fundamentalmente objetivo”. (Exp. 02335-
2009-AA FJ 5,6)

“... conforme lo establece el artículo 103° de la Constitución, es un requisito de la eficacia


de las leyes y, en general, de cualquier norma jurídica, que éstas sean publicadas.

Que, en un Estado Constitucional de Derecho, que es el ‘gobierno del público en público’,


el secreto sólo puede concebirse de manera excepcional y siempre que con él se persiga
promover la optimización de otros bienes, principios o valores constitucionales, lo que
evidentemente no sucede, por su propia naturaleza, con la regulación del régimen
disciplinario de los miembros de la Policía Nacional del Perú”. (Exp. 02050-2002-AA FJ
1,2)

“... en cuanto al extremo de la demanda en el cual se solicita que se declare que las
disposiciones complementarias cuarta y quinta del Reglamento Nacional de Servicio
Público de Transporte Urbano e Interurbano de Pasajeros, aprobado por el Decreto
Supremo N° 12-95-MTC, son inconstitucionales, debe tenerse en cuenta que, tratándose
de un decreto supremo, el proceso que corresponde es el establecido en la Ley Procesal
de Acción Popular”. (Exp. 00001-2000-CC FJ 8)

ARTÍCULO. 90° REQUERIMIENTO DE ANTECEDENTES

La Sala puede, de oficio, ordenar en el auto admisorio que el órgano remita el expediente
conteniendo los informes y documentos que dieron origen a la norma objeto del proceso, dentro
de un plazo no mayor de diez días, contado desde la notificación de dicho auto, bajo
responsabilidad. La Sala dispondrá las medidas de reserva pertinentes para los expedientes y
las normas que así lo requieran.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 88, 89


COMENTARIO 99 E R N E S T O BLUME FORTINI*

En puridad, siendo el proceso constitucional de acción popular uno de puro derecho, en el


cual el órgano jurisdiccional competente hace un análisis de constitucionalidad o de legalidad,
según se haya cuestionado por causal de inconstitucionalidad o por causal de ilegalidad o por
ambas causales la norma infralegal cuestionada, a fin de dejarla sin efecto vía la sentencia
respectiva en caso determine la existencia de tales causales, extirpándola del cuerpo normativo
nacional, no existe en dicho proceso etapa probatoria ni es necesaria la presentación, y menos
actuación, de medios probatorios. Ello es así, porque a fin de determinar si la norma infralegal
objeto de impugnación adolece de alguna causal de inconstitucionalidad o de ilegalidad basta
un análisis comparativo entre aquella y las normas de rango constitucional o de rango de ley,
según sea el caso, que estaría violentando; se trate de infracción directa o indirecta, de carácter
total o parcial, o por la forma o por el fondo.

Sin embargo, el legislador ha optado por habilitar a la Sala competente de la Corte Superior
de Justicia, que es la que conoce el proceso en primera instancia, para disponer la remisión por
el órgano emisor de la norma impugnada del expediente que contenga los informes y
documentos que le dieron origen. Esto es, aquellos antecedentes que pudieran existir y que
permitan explorar en las razones que llevaron a la expedición de la norma infralegal materia
del proceso, sea ésta una contenida en un reglamento, en una norma administrativa o en una
resolución de carácter general.

En tal sentido, se trata de una habilitación para disponer, con carácter coercitivo por cierto,
la remisión de los antecedentes respectivos contenidos en el expediente formado para tramitar
la expedición de la norma; habilitación concedida para permitir a la Sala encargada de conocer
el proceso en primera instancia ilustrarse sobre el origen de aquella, a los efectos de contar con
mayores y mejores elementos de juicio que le permitan explorar en la racionalidad desarrollada
por el legislador infralegal, así como en las razones y los fundamentos fácticos y jurídicos que
lo llevaron a promover, tramitar e impulsar su dación. En el fondo, conocer la inspiración y la
lógica del legislador respecto a la norma impugnada.

EXÉGESIS:

Interpretando el artículo en comento debe, en primer término, dejarse aclarado que cuando
se establece que la Sala puede, de oficio, ordenar la remisión del expediente que contenga la
documentación que dio origen a la norma, de lo que se trata es de una potestad de la Sala sujeta
a su discrecionalidad y, por lo tanto, que puede ser utilizada o no, dependiendo del criterio de
sus miembros, quienes determinarán si es necesario o no tener a la vista el referido expediente.

99* Magíster en Derecho con mención en Derecho Constitucional y Doctorando en Derecho por la Pontificia
Universidad Católica del Perú. Profesor de Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la
Universidad de Lima y en la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Miembro
de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional y del Consejo Consultivo de la Comisión de
Constitución del Congreso de la República. Integró la Comisión de Reforma Constitucional nombrada por
el ex Presidente Constitucional de la República don Valentín Paniagua Corazao.
En segundo lugar, debe también dejarse aclarado que la oportunidad de ejercer esta
potestad es, en principio, al momento de dictarse el auto admisorio. Es decir, que al emitir
el auto admisorio de la instancia debe la Sala consagrar en él, si lo cree pertinente, la orden
de remisión del expediente conteniendo la información antes referida. Vale decir, que la
Sala al calificar la demanda y disponer su admisión a trámite debe haber evaluado la
necesidad o no de disponer que se le remita tal expediente, no encontrándose contemplada
expresamente la posibilidad de hacerlo en oportunidad posterior. Sin embargo, una
interpretación integral, que obliga a concordar la legislación procesal constitucional con
las normas que le son de aplicación supletoria, permite arribar a la conclusión que, en casos
especiales y en virtud del impulso procesal de oficio, dado que el cuestionamiento a una
norma infralegal en realidad encierra también un interés colectivo por resguardar la
constitucionalidad y la legalidad, que son esenciales en el Estado Constitucional, la Sala
puede también en resolución posterior y debidamente motivada disponer el envío de la
información que requiera para realizar el análisis constitucional y legal de la norma
impugnada.

En tercer orden, es pertinente enfatizar que se ha establecido que el plazo para la


remisión del expediente y la documentación solicitada no debe ser mayor de diez días. En
este punto se hace notar que se trata de un plazo máximo, por lo que la Sala está igualmente
habilitada para disponer la remisión en un plazo menor a diez días; debiendo en ambos
supuestos, sea que se trate del plazo de diez días o sea que se trate de un plazo menor,
contarlo desde la notificación del auto admisorio y sólo en días hábiles.

De otro lado y en cuarto lugar, nótese que la remisión del expediente y demás antecedentes
ordenada por la Sala conlleva responsabilidad del órgano emisor y de las entidades públicas
que posean la información requerida, no habiendo precisado la norma objeto de este análisis
de que tipo de responsabilidad se trata: funcional, civil o penal, lo cual tendrá que determinarse
analizando cada situación.

Finalmente, en quinto orden, es menester hacer hincapié que la Sala debe disponer las
medidas de reserva que correspondan para el envío y el manejo de los expedientes que así lo
requieran, toda vez que, ciertamente, habrá casos en los que, dada la naturaleza de la
información contenida en ellos, será conveniente disponer medidas de reserva.

Sobre este último particular, no debe dejarse de mencionar que la extensión de las medidas
de reserva a las normas que así lo requieran que se consigna al final del artículo es inadecuada
y hasta inconstitucional, en razón que las normas para existir deben ser publicadas, por lo que
no cabe alegar reserva de normas. Se trata sin lugar a dudas de un error del legislador, que se
arrastra del artículo 15° de la derogada Ley 24968, Ley Procesal de la Acción Popular, el
mismo que en el Código Procesal Constitucional se ha reproducido en su integridad y sin
modificación alguna.

JURISPRUDENCIA

“... mediante una Acción de Amparo no puede declararse que la demandante se encuentra
adecuada al Decreto Legislativo Nº 882, porque mediante este proceso no puede
verificarse el cumplimiento de las disposiciones del decreto legislativo precitado ni de los
requisitos establecidos en el artículo 4º del Decreto Supremo Nº 001-98-ED. Asimismo,
el artículo 1º de la Ley Nº 27278, publicada el cuatro de junio de dos mil, modificó la
Tercera Disposición Transitoria del Decreto Legislativo Nº 882, estableciendo en el inciso
b) de la referida Disposición Transitoria que la adecuación al Decreto Legislativo Nº 882
debe acordarse en la Asamblea Universitaria.

Que, la demandante para cuestionar la constitucionalidad de los artículos 6º y 10º del


Decreto Supremo Nº 001-98-ED pudo interponer una Acción Popular”. (Exp. 00392-
2000-AA FJ 3,4)

ARTÍCULO. 91° CONTESTACIÓN DE LA DEMANDA

La contestación deberá cumplir con los mismos requisitos de la demanda, en lo que


corresponda. El plazo para contestar la demanda es de diez días.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 86, 89

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

La contestación a la demanda corresponde al ejercicio del derecho de contradicción que tiene


toda parte emplazada en un proceso, en virtud del cual fija su posición respecto a la pretensión o
pretensiones contenidas en la demanda, que en el caso del proceso de acción popular obligan al
órgano emisor, por aplicación extensiva del artículo 99° del mismo Código Procesal Constitucional
y dado el interés público que encierra, a asumir una posición de defensa de la norma materia de la
demanda.

Como lo establece la doctrina del Derecho Procesal en general y lo ratifica el Derecho


Procesal Constitucional la contestación de la demanda debe cumplir con aquellos requisitos
exigidos para la demanda, en cuanto ellos sean aplicables, lo cual permite al órgano
jurisdiccional contar con los elementos necesarios para analizar la controversia constitucional,
conociendo la argumentación de la parte impugnante y la argumentación del órgano emisor
que, como está dicho, debe asumir la defensa de la norma imputada de inconstitucionalidad o
de ilegalidad, según el caso.

Así, con la contestación precluirá una primera etapa del proceso de acción popular, que
permitirá a la Sala encargada de emitir la sentencia contar con los fundamentos de ambas partes
atinentes a la validez o invalidez, según corresponda, de la norma objeto de análisis en la
sentencia.

EXÉGESIS:

La contestación a la demanda debe cumplir con los mismos requisitos, en cuanto sean
aplicables, exigidos para la demanda, los cuales detalla el artículo 86° del Código Procesal
Constitucional; requisitos que, respecto de la contestación a la demanda, son los siguientes:
designación de la Sala ante la que se contesta la demanda; denominación y demás datos del
órgano emisor de la norma objeto del proceso; nombre e identidad de la parte demandante;
exposición de los fundamentos que demuestren la constitucionalidad y la legalidad, según
corresponda, de la norma impugnada; y firma del representante del órgano emisor, así como
autorización de abogado.

De otro lado, nótese que el plazo de diez días para contestar la demanda es de carácter
perentorio y se computa en días hábiles a partir del día siguiente de la notificación del auto
admisorio.

JURISPRUDENCIA

“... si bien con fecha 24 de abril de 1996 la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema
de Justicia de la República declaró fundada la demanda de acción popular dirigida contra
la Resolución Ministerial N° 053-93-TR, de fecha 14 de abril de 1993, esta ejecutoria se
emitió básicamente porque de acuerdo con lo dispuesto por el segundo párrafo del artículo
45° del Decreto Ley N° 25593, la determinación del nivel de negociación no puede
efectuarse por acto administrativo. En ese sentido, si bien por el fondo esta norma se
adecuaba a un efectivo fomento de la negociación colectiva, no lo hacía por la forma. Sin
embargo, ello no es obstáculo para que a través de los medios de producción normativa
pertinentes se interprete adecuadamente la normativa constitucional para posibilitar la
negociación colectiva en el sector de construcción civil”. (Exp. 00261-2003-AA FJ 3)

ARTÍCULO. 92° VISTA DE LA CAUSA

Practicados los actos procesales señalados en los artículos anteriores, la Sala fijará día y hora
para la vista de la causa, la que ocurrirá dentro de los diez días posteriores a la contestación de
la demanda o de vencido el plazo para hacerlo.

A LA VISTA DE LA CAUSA, LOS ABOGADOS PUEDEN INFORMAR ORALMENTE. LA


SALA EXPEDIRÁ SENTENCIA DENTRO DE LOS DIEZ DÍAS SIGUIENTES A LA VISTA.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 84, 88, 89, 90, 91, 93

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

Tratándose de un proceso que, en el fondo, es de puro derecho no existe etapa


probatoria, por lo que contestada la demanda o vencido el plazo para hacerlo sin que la
parte emplazada haya cumplido con contestar la demanda la causa quedará expedita para
ser vista por la Sala en audiencia pública, en la línea trazada por el artículo 17° de la
derogada Ley Procesal de la Acción Popular; vista de la causa en la que los abogados
pueden informar oralmente, en resguardo del derecho de defensa de sus patrocinados.

La vista en audiencia pública, en la cual se brinda a las partes la posibilidad que sus
abogados defensores informen oralmente, es una oportunidad procesal de especial importancia
en los procesos de examen de constitucionalidad y legalidad, como lo es el de acción popular,
ya que en la misma podrán ampliarse y confrontarse fundamentos y argumentos atinentes a la
materia controvertida y permitir a los miembros de la Sala solicitar las explicaciones del caso;
todo ello en aras de un examen más prolijo y profundo de la norma impugnada.

EXÉGESIS:

Cuando este artículo se refiere a los actos procesales señalados en los artículos anteriores
está aludiendo a aquellos actos producidos a partir del auto admisorio, que aparecen regulados
en los artículos 89°, 90° y 91°. Es decir, traslado al órgano emisor u órganos emisores, según
sea el caso, de la norma objeto del proceso; publicación del auto admisorio por una vez en el
diario que corresponda, la cual incluirá una relación sucinta del contenido de la demanda;
requerimiento de antecedentes, en caso la Sala lo considere pertinente; recepción de tales
antecedentes; y contestación de la demanda dentro del plazo oportuno o, en el supuesto de no
haberse contestado la demanda, vencimiento del plazo para hacerlo.

La oportunidad de realización de la vista de la causa es dentro de los diez días posteriores


a la contestación a la demanda o de vencido el plazo para hacerlo sin que ésta se haya
contestado; días que deben computarse como hábiles. Es decir, excluyendo sábados, domingos,
feriados y aquellos días en que no haya despacho judicial.

En la vista de la causa, como está dicho, los abogados pueden informar oralmente. Se trata
de un derecho del justiciable cuyo ejercicio está librado a su decisión. En tal sentido, la falta
de solicitud de informe oral no impide la vista de la causa pues no constituye requisito para su
realización, desde que se trata de una opción otorgada a las partes, que éstas pueden utilizar o
no. No obstante ello, de haberse pedido informe y de haberse realizado la vista de la causa sin
admitir la solicitud y sin permitir el informe oral solicitado, se habría producido una violación
del derecho de defensa, así como del derecho a la tutela procesal efectiva, que podría dar lugar
a un pedido de nulidad de la vista.

Realizada la vista de la causa la Sala debe expedir sentencia dentro de los diez días
posteriores a la misma.

JURISPRUDENCIA

“... la Directiva N° 001-96-CE-MPDS aprobada por la Resolución de Alcaldía N° 0881 de


fecha dieciocho de noviembre de mil novecientos noventiséis (folio 35 y 36) que es
materia de la presente Acción de Amparo, es un Reglamento del Decreto Ley N° 26093;
por consiguiente, si el Sindicato demandante lo consideró inconstitucional, en vez de
incoar la Acción de Amparo, debió sustentar su pretensión en el numeral 5) del Artículo
200° de la Carta Magna vigente y en la Ley N° 24968, para interponer Acción Popular
contra la cuestionada Directiva, que según consideran los demandantes, infracciona la
Constitución Política del Estado”. (Exp. 00834-1997-AA FJ 2)
ARTÍCULO. 93° APELACIÓN Y TRÁMITE

Contra la sentencia procede recurso de apelación el cual contendrá la fundamentación del error,
dentro de los cinco días siguientes a su notificación. Recibidos los autos, la Sala Constitucional
y Social de la Corte Suprema dará traslado del recurso concediendo cinco días para su
absolución y fijando día y hora para la vista de la causa, en la misma resolución. Dentro de los
tres días siguientes de recibida la notificación las partes podrán solicitar que sus abogados
informen oralmente a la vista de la causa.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 92

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

En el proceso constitucional de acción popular, a diferencia del proceso de


inconstitucionalidad, que es de instancia única, se han establecido dos instancias: la primera
instancia, que corresponde a la Sala respectiva por razón de la materia de la Corte Superior del
Distrito Judicial al que pertenece el órgano emisor, cuando la norma objeto de la acción popular
es de carácter regional o local, y a la Sala correspondiente de la Corte Superior de Lima en los
demás casos; y la segunda instancia, que corresponde a la Sala Constitucional y Social de la
Corte Suprema.

En esa dirección, se ha mantenido la opción contenida en el artículo 18° de la derogada Ley


de la Acción Popular N° 24968, que consagraba también dos instancias para el proceso de
acción popular.

Por tal razón, la parte afectada por la sentencia dictada en primera instancia tiene
expedito su derecho de interponer contra tal resolución recurso de apelación en el plazo
establecido, a los efectos que el superior jerárquico, la Sala Constitucional y Social de la
Corte Suprema, se pronuncie, sea confirmando, sea revocando o sea anulando la resolución
de la instancia inferior.

EXÉGESIS:

El recurso impugnatorio especial que tienen las partes involucradas en el proceso de


acción popular contra la sentencia de primer grado es el de apelación. Constituye un
requisito expresamente señalado en el artículo en comentario que la parte que interpone el
recurso de apelación fundamente las razones por las que estima que la sentencia debe ser
modificada, debiendo por tanto exponer en el recurso de apelación él o los errores en que,
a su juicio, habría incurrido la Sala respectiva al dictar la sentencia.

El plazo para interponer el recurso de apelación es de cinco días hábiles y se computa desde
el día siguiente al de la notificación de la sentencia a las partes. Adviértase que se trata de un
plazo perentorio, trascurrido el cual el justiciable perderá la oportunidad de interponer el
recurso de apelación por haber incurrido en causal de extemporaneidad, deviniendo el mismo
en improcedente.

A pesar que el artículo materia de exégesis no establece específicamente el trámite a seguir


para la elevación del expediente al superior jerárquico una vez concedido el recurso de
apelación, debe entenderse que debe elevarse de inmediato a la Sala Constitucional y Social de
la Corte Suprema, la que, recibido el expediente, debe correr traslado del recurso de apelación
a la parte contraria concediéndole el término perentorio de cinco días hábiles para su absolución
y, simultáneamente, fijando día y hora para la vista de la causa en la misma resolución;
oportunidad en la cual las partes pueden solicitar que sus abogados informen oralmente,
solicitud que debe ser presentada dentro de los tres días siguientes de recibida la notificación
que fija día y hora para la vista de la causa.

JURISPRUDENCIA

“...el hecho de que una disposición normativa haya emanado de una autoridad jurisdiccional
superior, no justifica que la autoridad jurisdiccional inferior se limite a comportarse como
un ente meramente aplicador o carente de todo raciocinio respecto de la validez o
justificación que, desde el punto de vista constitucional, pueda o no acompañarle a dicha
disposición. Para efectos del control constitucional, no existe por lo tanto ni pueden
invocarse en modo alguno jerarquías funcionales de ningún tipo, pues la única y
excluyente vinculación sólo opera respecto de la norma fundamental, y de la
obligatoriedad de que todos los sujetos públicos o privados deban acatarla en su contenido
posibilitando en todo momento la plena realización de sus valores y derechos esenciales”.
(EXP. 02206-2002-AA FJ 4)

ARTÍCULO. 94° MEDIDA CAUTELAR

Procede solicitar medida cautelar una vez expedida sentencia estimatoria de primer grado. El
contenido cautelar está limitado a la suspensión de la eficacia de la norma considerada
vulneratoria por el referido pronunciamiento.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 15, 16, 105, 111

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

Este artículo constituye una novedad en la legislación procesal constitucional peruana. La


Ley Procesal de la Acción Popular N° 24968, hoy derogada, no contemplaba la medida cautelar
en el proceso de la acción popular.

Fue introducida al revisarse el anteproyecto de Código Procesal Constitucional que elaboró


un grupo de juristas comprometidos con el tema, como un mecanismo que permite suspender
la eficacia de la norma infralegal que se considera infractora de la Constitución o de la ley,
según el caso, en armonía con la regla contemplada en el último párrafo del artículo 81° del
Código Procesal Constitucional, que otorga al órgano jurisdiccional competente la potestad de
emitir sentencias con efectos retroactivos, teniendo en cuenta la gravedad del vicio que aqueja
a la norma cuestionada y la necesidad de una urgente atención.

EXÉGESIS:

La opción del legislador ha sido la de imponer una condición previa para solicitar una
medida cautelar en los procesos de acción popular, pues sólo procede peticionarla cuando se
haya expedido una sentencia estimatoria en primera instancia, lo cual tiene relación con la
certeza o verosimilitud de la pretensión incoada por la parte actora en el proceso.

Finalmente, el artículo señala que el contenido cautelar está limitado a la suspensión de la


eficacia de la norma considerada vulneratoria por el pronunciamiento estimatorio de primer
grado. Esto es, que la resolución que concede la medida cautelar únicamente se circunscribe a
ordenar la suspensión de aquello que la sentencia estimatoria de primera instancia considera
violatorio de la Constitución o la ley.

JURISPRUDENCIA

“La Cooperativa de Servicios Múltiples Miguel Grau cuestiona la validez –en general e in
abstracto- de la Resolución SBS N° 0540-99, en virtud de la cual se aprueba el
Reglamento de las Cooperativas de Ahorro y Crédito No Autorizadas a Operar con
Recursos del Público, publicada el diecisiete de junio de mil novecientos noventa y nueve.
No habiéndose pedido, por tanto, la inaplicación de la norma a su caso concreto, ya sea
como acto que viola o amenaza alguno(s) de sus derechos constitucionales, de
conformidad con el artículo 200°, inciso 5) de la Constitución, ésta no es la vía idónea
para ventilar la pretensión planteada, sino la acción popular”. (Exp. 01215-2000-AA FJ
1)

ARTÍCULO. 95° CONSULTA

Si la sentencia que declara fundada la demanda no es apelada, los autos se elevarán en consulta
a la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema. La consulta se absolverá sin trámite y
en un plazo no mayor de cinco días desde que es recibido el expediente.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 76, 78, 93, 94

Constitución: Artículo 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

Reproduciendo lo previsto en el último párrafo de su antecesor, el artículo 18º de la


derogada Ley Procesal de la Acción Popular N° 24968, el artículo 95º del Código Procesal
Constitucional establece la obligación de elevar los autos en consulta a la Sala Constitucional
y Social de la Corte Suprema, en caso la sentencia de primera instancia que declara fundada la
demanda no fuese apelada.

Tal exigencia es consecuencia del interés público que subyace en el proceso de acción
popular, que no es otro que garantizar la primacía normativa de la Constitución, en cuanto
norma suprema y expresión normativa del poder constituyente, respecto de las normas
infralegales que conforman el sistema jurídico peruano. Interés público que trasciende el de las
partes involucradas en el proceso y, como está dicho, obliga a una revisión final y definitiva
por la máxima instancia del Poder Judicial; revisión que, por lo demás, permite alcanzar una
jurisprudencia uniforme.

EXÉGESIS:

Como una obligación impuesta por el legislador, si no es impugnada la sentencia


estimatoria del aquo, la Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la
República deberá pronunciarse en consulta en un plazo no mayor de cinco días desde recibido
el expediente, debiéndose precisar que resulta razonable que se suspendan los efectos de la
sentencia, hasta que se pronuncie la Corte Suprema.

JURISPRUDENCIA

“[la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lima emite un auto en el que dispone] su
elevación en consulta a la Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema
de Justicia de la República, de conformidad con el artículo 14º de la Ley Orgánica del
Poder Judicial. La Sala de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema de
Justicia de la República, a fojas ciento noventa y cinco, con fecha tres de junio de mil
novecientos noventa y tres, declaró nula la resolución elevada en consulta, por considerar
que, de conformidad con el precitado artículo 14º, la consulta procede con respecto a
sentencias y la resolución objeto de consulta no es una sentencia; dispone, finalmente, la
devolución de los autos”. (Exp. 00352-2000-AA FJ 1)

ARTÍCULO. 96° SENTENCIA

La sentencia expedida dentro de los diez días posteriores a la vista de la causa será publicada
en el mismo medio de comunicación en el que se publicó el auto admisorio.

DICHA PUBLICACIÓN NO SUSTITUYE LA NOTIFICACIÓN DE LAS PARTES. EN


NINGÚN CASO PROCEDE EL RECURSO DE CASACIÓN.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 14, 75, 76, 78, 81, 82, 83

Constitución: Artículo 200.5


COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

Dado los efectos generales que produce la sentencia dictada en el proceso de acción
popular, que en caso de ser estimatoria de la demanda dejará sin efecto la norma infralegal
impugnada, que dejará de regir y será eliminada del sistema jurídico nacional, es
imprescindible su publicación en el mismo medio en el que se publicó el auto admisorio.
Es más, siendo condición de vigencia de toda norma su publicidad, al dejar sin efecto una
de rango infralegal y con alcances generales, como ocurre en el caso del proceso de acción
popular, también debe cumplirse con tal condición. Ello, sin perjuicio de la notificación en
el domicilio fijado por las partes.

EXÉGESIS:

La norma es clara. La publicación a la que se ha hecho referencia en el párrafo anterior no


sustituye a la notificación a las partes litigantes, debiendo éstas ser notificadas de todos modos.
Tampoco es procedente el recurso de casación ni ningún otro recurso, por cuanto el proceso de
acción popular culmina con el pronunciamiento de la Sala Constitucional y Social de la Corte
Suprema de la República en segunda y definitiva instancia o en consulta, si es que, como está
dicho, la sentencia de primera instancia estimatoria de la demanda no es apelada.

JURISPRUDENCIA

“... el párrafo segundo del inciso 2) del artículo 200° de la Constitución Política del Estado
establece que no procede la Acción de Amparo contra normas legales ni contra
Resoluciones Judiciales emanadas de procedimiento regular.

Que la norma legal impugnada por el demandante es la Resolución Presidencial Regional


N°289-95-CTAR-RENOM/P, de fecha doce de setiembre de mil novecientos noventa y
cinco, de nivel administrativo y carácter general, que podría ser objeto de una acción de
garantía en la modalidad de Acción Popular, empero, no de una Acción de Amparo, máxime
si no ha demostrado en este expediente que dicha norma administrativa le haya producido
algún agravio personal, evidente y actual.

Que el control jurisdiccional de la constitucionalidad y legalidad de las resoluciones


dictadas con carácter general por los gobiernos regionales -como en este caso- se rigen por
la Ley N° 24968, que regula en forma específica el trámite de la Acción Popular, en cuanto
a requisitos, procedimiento y efectos de las resoluciones judiciales recaídas en dicho proceso,
que es totalmente distinto a la Acción de Amparo, instaurada por el demandante”. (Exp.
00513-1996-AA FJ De 1 a 3)

ARTÍCULO. 97° COSTOS

Si la sentencia declara fundada la demanda se impondrán los costos que el juez establezca, los
cuales serán asumidos por el Estado. Si la demanda fuere desestimada por el Juez, éste podrá
condenar al demandante al pago de los costos cuando estime que incurrió en manifiesta
temeridad. En todo lo no previsto en materia de costos, será de aplicación supletoria lo previsto
en el Código Procesal Civil.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos III

Constitución: Artículo 47, 200.5

COMENTARIO ERNESTO BLUME FORTINI

A diferencia de su antecesora, la Cuarta Disposición Complementaria de la Ley Procesal


de la Acción Popular Nº 24968, el artículo bajo análisis si regula lo concerniente al pago de
costos y específica que se podrá condenar al demandante vencido al pago de los mismos
únicamente cuando se estime que incurrió en manifiesta temeridad. Caso contrario, si el Estado
resulta vencido deberá pagar el íntegro de los costos en que incurrió el demandante.

EXÉGESIS:

La norma contiene un evidente error material cuando señala que es el juez quien desestima
la demanda y condena al pago de costos en los procesos constitucionales de acción popular,
pues, como se sabe, este tipo de procesos se promueven ante la Sala de la Corte Superior
respectiva y no ante un juez. Por lo tanto, la referencia hecha al juez en el artículo 97º del
Código Procesal Constitucional debe entenderse como una alusión efectuada a la Sala
correspondiente de la Corte Superior de Justicia.

De otra parte, el artículo en mención remite supletoriamente a la regulación común en


todo lo no previsto por el en materia de costos, por lo que son aplicables al proceso
constitucional de acción popular los artículos 410º, 411º, 412º, 413º, 414º, 415º, 416º, 417º,
418º y 419º del Código Procesal Civil.

JURISPRUDENCIA

“... la Cooperativa de Ahorro y Crédito del Centro Ltda.-Centrocoop cuestiona la validez


constitucional de la Resolución SBS N.º 0540-99 y del Reglamento de las Cooperativas de
Ahorro y Crédito No Autorizadas a Operar con Recursos del Público, la cual fue publicada
el quince de junio de mil novecientos noventa y nueve, por lo que de conformidad con el
artículo 200º inciso 5) de la Constitución Política del Perú, pudo interponer una Acción
Popular”. (Exp. 00582-2000-AA FJ 2) Título VIII

PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD

ARTÍCULO. 98º COMPETENCIA Y LEGITIMACIÓN


La demanda de inconstitucionalidad se interpone ante el Tribunal Constitucional y sólo puede
ser presentada por los órganos y sujetos indicados en el artículo 203 de la Constitución.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 77, 78, 99

Constitución: Artículo 203


100
COMENTARIO LUIS R. SÁENZ DÁVALOS*

El dispositivo en mención, se refiere tanto al órgano competente para conocer del proceso
de inconstitucionalidad como a los sujetos legitimados para promover el citado mecanismo de
defensa constitucional.

En relación a la primera, no se hace otra cosa que concretizar parte del esquema de
distribución de procesos que opera de acuerdo con el modelo de jurisdicción dual o paralela
que nos caracteriza, y según el cual, así como existen procesos de carácter compartido, existen
también los de carácter exclusivo, siendo estos últimos competencia única o del Tribunal
Constitucional o por el contrario, del Poder Judicial.

Conviene si precisar que cuando la competencia del proceso de inconstitucionalidad es


atribuida al Tribunal Constitucional, es para que dicho órgano conozca no sólo de manera
exclusiva y excluyente del citado proceso, sino para que actúe como única y definitiva
instancia. Es esta última perspectiva, la que de pronto podría merituar una mayor explicación,
habida cuenta de la inexistencia bajo tales circunstancias de un régimen de instancia plural.

A nuestro entender, el proceso de inconstitucionalidad supone un mecanismo procesal


atípico donde por la magnitud de la controversia planteada y las características especializadas
del órgano llamado a resolver, no se hace necesario la exigencia de la citada garantía procesal.

Cualquier eventual cuestionamiento que pudiera hacerse respecto de la forma en que se


ejerce dicha competencia, deberá analizarse tomando en consideración que el Tribunal actúa
bajo tales circunstancias, no como un simple colegiado ordinario, sino en sesiones de Sala
Plena conforme lo establece el primer párrafo del Artículo 5º de su Ley Orgánica Nº 28301.
Ello, en pocos términos, supone que ha de contarse con la presencia de siete o en el más
pequeño de los casos, de cinco de sus Magistrados.

Tratándose por consiguiente de una competencia asumida dentro de la estructura de un


colegiado no sólo amplio, sino altamente especializado, es evidente que cualquier eventual
objeción hacia el régimen procesal comentado, queda verdaderamente desvirtuada.

100* Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor de Derecho
Constitucional y Procesal Constitucional en la Academia de la Magistratura. Asesor Jurisdiccional del
Tribunal Constitucional. Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Constitucional.
La segunda parte del dispositivo en mención toma como marco de referencia directa lo
establecido en el Artículo 203º de la Constitución de acuerdo con el cual, son sujetos
legitimados para interponer el consabido mecanismo procesal a) El Presidente de la República,
b) El Fiscal de la Nación, c) El Defensor del Pueblo, d) El veinticinco por ciento del número
legal de Congresistas, e) Cinco mil ciudadanos con firmas comprobadas por el Jurado Nacional
de Elecciones, o el uno por ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial en el caso
de las ordenanzas municipales, f) Los Presidentes de Región o los Alcaldes Provinciales y g)
Los Colegios Profesionales en las materias de su especialidad.

Sobre este último aspecto, en esencia taxativo, convendría reparar en la necesidad de


incorporar al Poder Judicial como uno de los sujetos legitimados, de manera similar a como lo
reconocía el modelo de la Carta constitucional de 1979. Pensamos que ello resultaría adecuado
en un contexto en el que dicho órgano constitucional, asume un rol institucional protagónico,
que a nuestro juicio no puede ni debe ser ignorado. Una propuesta como la señalada,
evidentemente pasaría, más que por una modificación al Código por una reforma a la propia
Constitución que es en resumidas cuentas, la que ha establecido los criterios a seguir.

En relación con los mismos sujetos legitimados y al margen de la observación antes


señalada, bastará con relievar el acierto de haber conferido una amplia gama de
posibilidades, todas ellas razonablemente vinculadas a sectores institucionales con
indiscutible protagonismo en el Estado.

Sobre lo dicho bastará con matizar alguno que otro detalle, como el de la legitimación en
el caso de los Congresistas. Aunque para algunos se podría pensar que se trata de una suma
equivalente a un número mínimo de treinta, tal temperamento no sería consecuente con la
verdad, ya que la norma no se refiere a un veinticinco por ciento determinado en función al
numero constitucional de Congresistas (que como se sabe es de ciento veinte), sino al que
determina la ley (en este caso, el que determina el Reglamento del Congreso).

Importante es asimismo la precisión de que en el caso de las ordenanzas municipales, el


referente numérico de ciudadanos, no se mida por una cantidad fija o preestablecida, sino por
un porcentaje determinado (en este caso del uno por ciento), ya que lo que manda en tales
supuestos es la densidad poblacional, que en unos casos puede ser muy amplia, pero en otros,
por el contrario, bastante reducida.

Otra observación que valdría la pena efectuar tiene que ver con lo previsto para los Colegios
Profesionales. Aún cuando la norma limita su participación a las materias de su especialidad,
creemos que cuando de los Colegios de Abogados se trata, dicho condicionamiento no tendría
sentido, pues por más especialidad que tenga la materia implicada, esta se vincularía siempre
al derecho (materia propia de los abogados) con el sólo hecho de verse normativamente
reconocida. En otras palabras, la limitación sería distinta entre la que corresponde a los diversos
colegios profesionales y la que se refiere a los Colegios de Abogados.

JURISPRUDENCIA

“... el partícipe es un sujeto procesal del proceso de inconstitucionalidad, pero no constituye


parte. Debido a ello, este Tribunal ya ha prescrito que el partícipe puede presentar informe
escrito, así como intervenir en la vista de la causa para sustentar sus apreciaciones, si lo
estima conveniente.

En consecuencia, este Colegiado reitera lo resuelto en la resolución del 19 de abril de


2006, recaída en el Expediente Nº 0033-2005-PI/TC, en el sentido que la intervención del
partícipe se circunscribe estrictamente a los actos señalados, no pudiendo solicitar la
abstención por decoro de los magistrados del Tribunal Constitucional, plantear
excepciones como la de falta de legitimidad para obrar activa, ni nulidades, pretensiones
que sólo pueden proponerlas, en su momento, quienes detentan la condición de parte en
el proceso de inconstitucionalidad, más no quienes intervienen en la condición de
partícipes.

En efecto, el Jurado Nacional de Elecciones no puede ostentar la calidad de litisconsorcio


necesario que reclama, pues ésta constituye una institución procesal que “(...) consiste en
la presencia plural de sujetos en el proceso, en la calidad de actores, de demandados o de
actores y demandados (...). Si hay disposición legal que obligue a que varias personas, en
forma activa o pasiva litiguen unidas como actores o demandados, estaremos en presencia
del litisconsorcio necesario (...)”. En general, “(...) es una de las modalidades del proceso
que consiste en la pluralidad de actores o demandados. Por lo tanto, hay litisconsorcio,
cuando varias personas ejercitan una acción contra un solo demandado, cuando una
persona demanda a varias, y cuando dos o mas demandan a dos o más personas” –
subrayados agregados–”. (Exp. 00007-2007-AI FJ De 3 a 5)

“... como ya se ha dejado establecido en la resolución antes citada, la incorporación del


Partícipe en el proceso de inconstitucionalidad tiene una justificación muy concreta: `La
razón de su intervención es la de ‘aportar una tesis interpretativa en la controversia
constitucional que contribuya al procedimiento interpretativo.’(…)´ (Fundamento Nº 2).
En tal sentido, el Partícipe es un sujeto procesal del proceso de inconstitucionalidad, pero
no constituye parte. Debido a ello, este Tribunal ya dejó establecido que el Partícipe `debe
ser notificado de la demanda y de la contestación, pudiendo presentar informe escrito así
como intervenir en la vista de la causa para sustentar el informe oral si es que así lo
estimara por conveniente. (…)´ La intervención del Partícipe se circunscribe así
estrictamente a los actos señalados, no pudiendo plantear nulidades o excepciones,
pretensiones que sólo pueden proponerlas quienes detentan la condición de Parte en el
proceso de inconstitucionalidad, mas no quienes intervienen en la condición de Partícipes.

Que, en atención a lo anterior, la nulidad de la vista solicitada y la excepción propuestas


por el Gobierno Regional de Huánuco no proceden.

Que, en la medida que el Partícipe tiene como `razón y propósito de su intervención´ el


`enriquecer el proceso interpretativo en la controversia, es su intervención en la vista de
la causa el momento estelar y trascendental de su actuación´ (Fundamento Nº 3, de la
Resolución antes citada). De esta forma, el carácter democrático del proceso de
inconstitucionalidad se pone de manifiesto, en una pluralidad de tesis interpretativas de la
Constitución que se concretiza en un ámbito de publicidad: la Audiencia Pública. Así las
cosas, el Partícipe tiene la oportunidad de exponer sus argumentos en la vista de la causa
a modo de un `diálogo constitucional, democrático, plural y aberto´.
Que la intervención de los participes no implica que los informes escritos sean tratados
como contestaciones de la demanda pues no se condice con el propósito de su intervención
en el proceso”. (Exp. 00033-2005-AI FJ De 5 a 8)

“... la presente demanda cumple con ser interpuesta por el uno por ciento de los ciudadanos
del respectivo ámbito territorial, con firmas comprobadas por el Jurado Nacional de
Elecciones, y cuenta con patrocinio de letrado y representante.

Que en el presente caso se pretende impugnar ordenanzas emitidas por la Municipalidad


Distrital de San Luis que regula el régimen tributario (Ordenanzas Nos 003-2004-MDSL,
006-2004-MDSL, 016-2004-MDSL y las emitidas en el período de 1998 al 2003).

Que si bien es cierto que algunas de las ordenanzas materia de cuestionamiento datan del
año 1998, este Colegiado, reiterando el criterio jurisprudencial establecido en la
resolución de fecha 17 de julio de 2002, emitida en el Exp. N° 010-2002-AI/TC, estima
que el plazo para contabilizar el periodo en que debe promoverse el proceso de
inconstitucionalidad no puede considerar el lapso comprendido entre el 30 de mayo de 1997
y el 18 de noviembre de 2000, en que el Tribunal Constitucional se encontraba imposibilitado
para resolver demandas de inconstitucionalidad. Por consiguiente, la demanda ha cumplido
con interponerse dentro del plazo previsto por el artículo 100° del anteriormente citado
Código Procesal Constitucional”. (Exp. 00012-2005-AI FJ De 1 a 3)

“... si bien el proceso de inconstitucionalidad de las leyes es un proceso de carácter objetivo


de defensa de la Constitución, tratándose de un colegio profesional, además de ese interés
de defender objetivamente la Norma Suprema, es preciso que se sustente que la norma
impugnada contiene una materia de especialidad del colegio profesional recurrente,
conforme se deriva del inciso 7) del artículo 203 de la Constitución, concordante con el
inciso 7) del artículo 25 de la LOTC”. (Exp. 00019-2004-AI FJ 3)

“el inciso 6) del artículo 203° de la Constitución concede legitimidad activa, en los procesos
de inconstitucionalidad, a los presidentes regionales y a los alcaldes de las
municipalidades provinciales, mas no a los alcaldes de las municipalidades distritales”.
(Exp. 00018-2004-AI FJ 1)

“... el artículo 203 de la Constitución Política establece, de manera taxativa, quienes son
los sujetos que tienen la legitimación para interponer acción de inconstitucionalidad, no
estando comprendidas las comunidades campesinas.

Que la legitimidad es un requisito sine qua non para proceder con la admisibilidad de la
demanda”. (Exp. 00008-2004-AI FJ 1,2)

“[la normativa procesal constitucional] en concordancia con el artículo 203° de la


Constitución Política del Perú, considera entre los sujetos de derecho legitimados para
promover las acciones de inconstitucionalidad a los alcaldes provinciales con acuerdo de
su Concejo, en materias de su competencia, lo que en efecto ha ocurrido en el presente
caso, según aparece del escrito de subsanación de la demanda de fecha 2 de setiembre
último”. (Exp. 00010-2003-AI FJ 2)
ARTÍCULO. 99º REPRESENTACIÓN PROCESAL LEGAL

Para interponer una demanda de inconstitucionalidad el Presidente de la República requiere del


voto aprobatorio del Consejo de Ministros. Concedida la aprobación, designa a uno de sus
Ministros para que presente la demanda de inconstitucionalidad y lo represente en el proceso.
El Ministro designado puede delegar su representación en un procurador público.

EL FISCAL DE LA NACIÓN Y EL DEFENSOR DEL PUEBLO INTERPONEN


DIRECTAMENTE LA DEMANDA.

PUEDEN ACTUAR EN EL PROCESO MEDIANTE APODERADO.

LOS CONGRESISTAS ACTÚAN EN EL PROCESO MEDIANTE APODERADO


NOMBRADO AL EFECTO.

LOS CIUDADANOS REFERIDOS EN EL INCISO 5) DEL ARTÍCULO 203 DE LA


CONSTITUCIÓN DEBEN ACTUAR CON PATROCINIO DE LETRADO Y CONFERIR SU
REPRESENTACIÓN A UNO SOLO DE ELLOS.

LOS PRESIDENTES DE REGIÓN CON ACUERDO DEL CONSEJO DE COORDINACIÓN


REGIONAL O LOS ALCALDES PROVINCIALES CON ACUERDO DE SU CONSEJO,
ACTÚAN EN EL PROCESO POR SÍ O MEDIANTE APODERADO Y CON PATROCINIO
DE LETRADO.

PARA INTERPONER LA DEMANDA, PREVIO ACUERDO DE SU JUNTA DIRECTIVA,


LOS COLEGIOS PROFESIONALES DEBEN ACTUAR CON EL PATROCINIO DE
ABOGADO Y CONFERIR REPRESENTACIÓN A SU DECANO.

EL ÓRGANO DEMANDADO SE APERSONA EN EL PROCESO Y FORMULA


OBLIGATORIAMENTE SU ALEGATO EN DEFENSA DE LA NORMA IMPUGNADA, POR
MEDIO DE APODERADO NOMBRADO ESPECIALMENTE PARA EL EFECTO.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 75, 77

Constitución: Artículos 126, 203

COMENTARIO LUIS R. SÁENZ DÁVALOS


El Artículo bajo comentario precisa los requisitos que deben cumplirse a los efectos de
acreditar una rigurosa representación procesal de cada uno de los sujetos legitimados.

De acuerdo con lo señalado en la norma y al hilo de lo que representa un típico control


intra-orgánico, el Presidente de la República a los efectos de promover demanda de
inconstitucionalidad, deberá contar con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros.

La participación de los Ministros de Estado no es al parecer intrascendente en este caso


pues quien ha de representar al Presidente será uno de sus Ministros, salvo que este último opte
por delegar sus funciones en un Procurador Público.

En los casos del Fiscal de la Nación y el Defensor del Pueblo, se ha optado por conferir una
participación directa, que los legitima a decidir por si mismos. En todo caso, se les deja abierta
la posibilidad de nombrar un apoderado que los represente. Aunque la norma no lo precisa,
dicha representación podría suponer la presencia de un letrado proveniente o no de sus propias
instituciones.

Cuando se trata del Congreso de la República, la norma establece representación obligatoria


por apoderado, sin precisar si este proviene o no de dicha entidad. En la práctica sin embargo,
se ha corroborado que el Congreso actúa casi siempre a través de sus propios representantes,
los que normalmente son funcionarios del propio ente legislativo.

En el caso de la participación ciudadana el Código impone necesariamente el


nombramiento de letrado para los efectos del patrocinio así como la necesidad de que la
representación recaiga en uno sólo de los demandantes.

Otro de los supuestos donde se establece una regla intra-organica se presenta en el caso de
los Presidentes de Región y los Alcaldes Provinciales. Mientras que a los primeros se les exige
un acuerdo previo con su Consejo de Coordinación Regional, a los segundos se les impone un
acuerdo también preliminar, con su respectivo Consejo. En cualquiera de ambos casos podrán
actuar directamente en el proceso o por medio de apoderado así como contar con el patrocinio
de un letrado.

A pesar de tratarse de entidades corporativas, no precisamente pertenecientes al Estado,


se establece una suerte de control interno en el caso de los Colegios Profesionales. Estos
podrán actuar sólo en la medida en que exista acuerdo de su correspondiente Junta
Directiva. Su patrocinio quedará a cargo de un letrado y su representación a cargo de su
Decano.

La última parte del dispositivo comentado se refiere a la representación del órgano


demandado. Aunque se establece que este debe actuar por medio de apoderado nombrado
especialmente al efecto, no nos queda muy claro el porque de la obligatoriedad, en todos los
casos, de defender la norma impugnada.

Si bien lo lógico es asumir el patrocinio en defensa de los intereses de la parte demandada,


no se puede excluir la posibilidad de que sea el propio demandado quien convenga, vía
allanamiento, en lo sostenido por la demandante. Forzar a una defensa obligatoria para todos
los supuestos, pareciera responder a una concepción rancia que no repara o distingue entre un
patrocinio formal y una razonada conducta.

JURISPRUDENCIA

“Es llamativo el hecho que la demanda haya sido interpuesta por la Fiscal de la Nación,
persona con legitimación procesal [artículo 200º, inciso 4) de la Constitución y artículo
99º del Código Procesal Constitucional], pero no por un interés directo en plantearla, sino
porque recibió un requerimiento por parte de la Corte Suprema de Justicia de la República
para realizarlo [Oficio Nº 10778-2008-SG-CS-Poder Judicial, de fecha 24 de diciembre
de 2008]. Aun cuando un accionante no debe explicar su interés para plantear su demanda,
la propia Fiscal de la Nación juzga apropiado mencionar que acude a esta judicatura
constitucional en vista que el Presidente del Poder Judicial no posee la legitimidad que
ella sí tiene [Punto I de la Demanda; y Alegato de su abogado en Audiencia Pública, del
11 de agosto del 2009], aunque indirectamente le preocupa la discusión existente de una
próxima Ley de Carrera Fiscal. Al respecto, a este Colegiado le parece sugestiva la
posición que tiene el Poder Judicial en un proceso de inconstitucionalidad. Es lógico que
este Poder del Estado, por las consecuencias directas de la ley cuestionada, tenga el obvio,
y justo por lo demás, interés de participar en el proceso a cargo de la alta investidura de
este Tribunal Constitucional (incluso lo cataloga como ‘magnífico tribunal’ [Alegato del
Presidente de la Corte Suprema en Audiencia Pública, del 11 de agosto del 2009]), pero
la realidad es que sólo puede hacerlo por haber sido admitida su calidad de partícipe
[Resolución del Tribunal del 5 de mayo de 2009].

En cuanto a ello este Colegiado, si bien es consciente que es el Poder Constituyente el


órgano que define las atribuciones, competencias, facultades y derechos que configuran
nuestro Estado, y es jurídicamente válido que haya determinado las personas con
legitimidad extraordinaria para accionar en los procesos de inconstitucionalidad, estima
que bien pudo haber incluido al Presidente de la Corte Suprema de la República, en tanto
funcionario de la más alta investidura del Poder Judicial, tal como lo hace con los otros
poderes del Estado, máxime si la emisión de alguna norma con rango legal le podría
afectar...

Han pasado más de 15 años desde que la Constitución de 1993 mantiene la vigencia de
dicha omisión, la que debe ser salvada precisamente a partir de la Ley de Carrera Judicial
pues el error constituyente termina debilitando de alguna manera la independencia del
Poder Judicial. Ante ello, es ineludible que pueda habilitarse su capacidad para presentar
demandas de inconstitucionalidad, y así no recurran a otros órganos estatales para que lo
hagan o se tengan que presentar como partícipes, cuando bien podrían haber accionado
directamente. Esta cuestión, visible en el caso concreto que se está resolviendo, debe ser
analizada por el Congreso de la República, en tanto Poder Constituyente derivado,
reformando la Constitución de acuerdo a su artículo 206º. Al respecto, es válido mencionar
que se ha presentado el Proyecto de Ley Nº 2320/2007-CR, Proyecto de Ley de Reforma
Constitucional que modifica el artículo 203° de la Constitución y el artículo 99° del Código
Procesal Constitucional, que concede legitimidad activa al Poder Judicial, a través de su
Presidente, en el proceso de inconstitucionalidad”. (Exp. 00006-2009-AI FJ 3,4,7)
“La jurisprudencia de este Colegiado ha ido reconociendo progresivamente la intervención en
el proceso de inconstitucionalidad de algunos sujetos procesales atípicos que, sin
equipararse a las partes procesales en sus derechos y deberes, asumen un ámbito razonable
de participación en el mismo. Ello es consecuencia lógica de una concepción de la
Constitución como proceso público, que convierte a la misma en una norma que no se
desvincula de la realidad y, al mismo tiempo, pretende ser una norma de consenso, en la
cual deben verse reflejadas las distintas posiciones plurales. La Constitución de esta
manera se “abre” también a una pluralidad de intérpretes constitucionales y de
“partícipes” en el proceso de inconstitucionalidad.

El Derecho Procesal Constitucional entendido como Derecho constitucional concretizado.


“opera en beneficio de la interpretación de la Constitución en cada uno de los procesos
constitucionales que el juez y el Tribunal Constitucional conocen con motivo de responder
a una concreta controversia constitucional planteada. (…) esta concretización de la
Constitución en cada controversia constitucional, impone correlativamente que la
hermenéutica de la norma procesal constitucional deba efectuarse conforme a una
interpretación específicamente constitucional de las normas procesales constitucionales,
una interpretación del Código Procesal Constitucional desde la Constitución. Se trata, en
definitiva, de una interpretación teleológica de la norma procesal constitucional orientada
a la concretización y optimización de los mencionados principios constitucionales
materiales” (RRTC 0025 y 0026-2005-AI/TC, FJ 15).

Reflejo de esta concepción de la Constitución y de su Derecho Procesal Constitucional es el


hecho de que el Tribunal Constitucional haya reconocido a partir de su autonomía
procesal (vía reglamentaria o vía jurisprudencia) figuras procesales como el amicus
curiae y el partícipe. El primero tiene relevancia por sus aportes técnicos o científicos
sobre determinadas materias relacionadas con la controversia en un proceso
constitucional; el segundo aporta más bien una tesis interpretativa propia de la
Constitución y de la ley objeto de control. No es pues un “interés subjetivo” el que los
fundamenta, sino más bien un interés objetivo que es, en el primer caso, proveer de
elementos técnicos o científicos para la mejor resolución de una controversia
constitucional, y en el segundo proponer un punto de vista interpretativo que enriquezca
la interpretación constitucional.

La intervención de estos sujetos procesales atípicos no es privativa del proceso de control


abstracto de constitucionalidad, sino también de los demás procesos constitucionales”.
(Exp. 00009-2008-AI FJ De 2 a 5)

“... este Tribunal, en línea informativa respecto a la regla establecida en el último párrafo del
articulo 99° de Código Procesal Constitucional, recuerda que ésta dispone la necesaria
participación de los titulare de los órganos involucrados en el proceso de
inconstitucionalidad, la que se materializaría mediante la designación especial, y
actualizada, para la defensa específica de esta causa, del representante que se haga cargo
de ella”. (Exp. 00020-2008-AI FJ 3)
“Que el artículo 99 in fine del Código Procesal Constitucional establece que el órgano
demandado se apersona en el proceso y formula obligatoriamente su alegato en defensa
de la norma impugnada, por medio de apoderado nombrado especialmente al efecto.

Que la representación de la Municipalidad Distrital de Miraflores recae en su alcalde y,


en su caso, le correspondería a éste nombrar apoderado conforme al artículo antes citado.

Que el escrito de vista no ha sido suscrito por el alcalde de la municipalidad demandada


ni se ha nombrado al apoderado que la represente, por lo que el Tribunal Constitucional
no tiene por contestada la demanda”. (Exp. 00007-2006-AI FJ De 1 a 3)

ARTÍCULO. 100º PLAZO PRESCRIPTORIO

La demanda de inconstitucionalidad de una norma debe interponerse dentro del plazo de seis
años contado a partir de su publicación, salvo el caso de los tratados en que el plazo es de seis
meses. Vencido los plazos indicados, prescribe la pretensión, sin perjuicio de lo dispuesto por
el artículo 51 y por el segundo párrafo del artículo 138 de la Constitución.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos VI, 3, 55.2, 104.1

Constitución: Artículos 51, 138

COMENTARIO LUIS R. SÁENZ DÁVALOS

Al igual como acontece con otros procesos, el Código prevé una regla en materia de plazos
para accionar vía demanda de inconstitucionalidad. De acuerdo con la misma el plazo para
promover un proceso de inconstitucionalidad es de seis años contabilizados desde la fecha de
publicación de la norma impugnada.

Las normas objeto de cuestionamiento mediante el presente proceso son como se sabe, las
de rango o jerarquía legal a las que se refiere el Artículo 200º inciso 4) de la Constitución. Ello
no obstante, el Código a querido otorgar un tratamiento especial para el caso de los Tratados
Internacionales, respecto de los cuales y según se establece, el plazo resulta mucho más
restringido (6 meses).

Consideramos que dicho tratamiento especial, se sustenta en un criterio de seguridad


jurídica. A diferencia del resto de normas eventualmente impugnables (leyes, decretos
legislativos, decretos de urgencia, ordenanzas municipales, normas regionales de carácter
general y reglamentos del Congreso) que en lo fundamental, tienen incidencia interna, no
ocurre lo mismo con los tratados (en cualquiera de sus variantes) habida cuenta de los ámbitos
interno y externo sobre los cuales, estos se aplican. Si se les sometiera a un control
excesivamente prolongado en términos temporales, podría verse resquebrajada, cuando no
eliminada, la capacidad de negociación que frente a otros Estados, pueda tener nuestro país.
Por consiguiente y en la lógica de equilibrar el sensato control con la seguridad jurídica en la
que reposa toda negociación que culmina en un tratado internacional, se busca optar por un
término medio, traducido en el tipo de plazo otorgado para supuestos como el comentado.

Quienes promuevan demanda fuera del plazo ordinario o del especial que aquí se señalan,
automáticamente incurrirán en una causal de prescripción de la demanda, dando lugar a una
eventual declaratoria de improcedencia de la misma de conformidad con el Artículo 104º inciso
1) del mismo Código.

Queda claro sin embargo que muy al margen de lo que puedan representar los periodos para
promover una demanda, siempre quedará a salvo la facultad jurisdiccional de control difuso de
conformidad con lo previsto en los Artículos 51º y 138º de la Constitución. Ello en pocas
palabras significa, que aunque el control concentrado pueda culminar por efectos del tiempo,
no ocurrirá lo mismo, cuando del control difuso y la declaratoria de inaplicabilidad al caso
concreto, se trate.

Un último aspecto que vale la pena comentar y que a nuestro juicio, puede tener
notables implicancias para los efectos del control constitucional, tiene que ver con el
referente en función del cual se contabiliza el periodo de impugnación. Según afirma
el Código el plazo para impugnar se cuenta desde el momento de la publicación de la
norma impugnada.

Si de las normas comunes y corrientes se trata, no cabe duda que el enunciado del Código
no hace otra cosa que reflejar lo elemental. Sin embargo y como es bien sabido, existen
determinadas normas que por excepción nunca fueron publicadas, fundamentalmente por
encontrarse vinculadas con asuntos de seguridad del Estado o Defensa Nacional. Aunque sobre
la naturaleza de estas últimas, se discute bastante en la doctrina, se acepta su existencia y
validez bajo determinados y muy concretos supuestos (sólo en tanto se refieran a temas
susceptibles de reserva).

Pensar sin embargo que normas como las descritas no pueden ser susceptibles de un
eventual cuestionamiento, sería incurrir un error, pues aunque las mismas han estado destinadas
en la mayoría de los casos a la regulación de materias razonablemente reservadas, se ha podido
detectar en los últimos años y sobre todo a raíz de diversos procesos de tutela de derechos
resueltos por el Tribunal Constitucional, situaciones en las que se ha tenido que definir acerca
de la legitimidad constitucional de algunos de sus contenidos esencialmente por vulnerar
derechos que poco o nada tenían que ver con las materias sometidas a reserva. Temas
vinculados a derechos laborales, a derechos pensionarios a derechos económicos, y sobre todo
a diversas categorías del debido proceso en el ámbito disciplinario, han sido verdaderamente
recurrentes y no han hecho otra cosa que patentizar el mal uso que en diversos casos se ha
producido en relación con la citada opción de reserva de publicidad (lo que incluso y desde ese
sólo hecho ya es un tema constitucionalmente controvertible).

Entendemos por tanto que si lo que se cuestionara por vía del presente proceso fuera una
de estas normas especiales, estamos convencidos que el referente temporal no operaría. Se
trataría en pocos términos de un supuesto ubicado fuera de los alcances de la regla de
prescripción prevista en el Código.

JURISPRUDENCIA
“... sentado lo anterior, conviene recordar que el artículo 100º del Código Procesal
Constitucional señala que la demanda de inconstitucionalidad de una norma debe
interponerse dentro del plazo de seis años contado a partir de su publicación, salvo el caso
de los tratados en que el plazo es de seis meses. Sobre este último supuesto, cabe recordar
que este Tribunal también ha precisado que “Conforme a una interpretación conjunta de
los artículos 200° inciso 4) y 55° de la Constitución, los tratados, en tanto normas
susceptibles de ser controladas mediante el proceso de inconstitucionalidad, sólo lo serán
cuando se trate de tratados que formen parte del derecho nacional, es decir cuando sean
tratados celebrados por el Estado y que se encuentren en vigor” (Exp. Nº 00033-2006-
PI/TC, fundamento 3. El énfasis es nuestro). En tal virtud, el plazo para la interposición
de una demanda de constitucionalidad contra un tratado se inicia a partir de la entrada en
vigor de dicho instrumento internacional.

Que la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y de los


Crímenes de Lesa Humanidad entró en vigor para el caso del Estado peruano el 9 de
noviembre de 2003, esto es, luego de haberse realizado el procedimiento complejo de
celebración y de la comunicación por parte del Ministerio de Relaciones Exteriores sobre
el cumplimiento de las condiciones establecidas en el tratado, a fin de se publique la fecha
de entrada en vigor, y consecuentemente, forme parte del derecho nacional (Diario Oficial
“El Peruano del 21 de agosto de 2003 -Sección Convenios Internacionales-). Así pues,
advirtiéndose que la demanda de inconstitucionalidad ha sido interpuesta con fecha 5 de
junio de 2009, se tiene que el plazo prescriptorio de seis (6) meses para solicitar la
inconstitucionalidad del tratado antes mencionado ha vencido en demasía, habiéndose
producido la prescripción de la pretensión.

Que bajo las circunstancias antes descritas, este Tribunal considera que declarar la
inconstitucionalidad de la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, supondría además el vaciamiento del
contenido axiológico y jurídico de los principios de pacta sunt servanda (los pactos son
ley entre las partes), y su cumplimiento de acuerdo al principio de buena fe que incluye
la obligación de las partes de abstenerse de realizar actos destinados a frustrar el objeto y
fin de los tratados (Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, del 23 de
mayo de 1969. Artículo 26º: ´Todo tratado en vigor obliga a las partes y debe ser
cumplidor por ellas de buena fe´”. (Exp. 00018-2009-AI FJ De 14 a 16)

“Que, conforme lo dispone el artículo 99° del Código Procesal Constitucional, Ley N.° 28237,
el Defensor del pueblo se encuentra legitimado para promover demanda de
inconstitucionalidad.

Que aunque en el presente caso algunas de las Ordenanzas materia de cuestionamiento


datan de los años 1997 y 1998, este Colegiado, reiterando el criterio jurisprudencial
establecido en la resolución del 17 de julio de 2002, emitida en el Exp. N.° 010-2002-
AI/TC, estima que el plazo para contabilizar el periodo en el que debe promoverse el
proceso de inconstitucionalidad, no puede considerar el lapso comprendido entre el 30 de
mayo de 1997 y el 18 de noviembre de 2000, en que el Tribunal Constitucional se
encontraba imposibilitado para resolver demandas de inconstitucionalidad. Por
consiguiente, la demanda ha cumplido con interponerse dentro del plazo previsto por el
artículo 100° del anteriormente citado Código Procesal Constitucional.

En atención a lo expuesto, el plazo para interponer demandas de inconstitucionalidad


contra normas expedidas con anterioridad a la fecha de instalación del Tribunal
Constitucional (24 de junio de 1996), prescribirá el 14 de diciembre de 2005”. (Exp.
00053-2004-AI FJ 1,2)

ARTÍCULO. 101º DEMANDA

La demanda escrita contendrá, cuando menos, los siguientes datos y anexos:

1)
LA IDENTIDAD DE LOS ÓRGANOS O PERSONAS QUE INTERPONEN LA DEMANDA Y
SU DOMICILIO LEGAL Y PROCESAL.

2)
LA INDICACIÓN DE LA NORMA QUE SE IMPUGNA EN FORMA PRECISA.

3) LOS FUNDAMENTOS EN QUE SE SUSTENTA LA PRETENSIÓN.

4) LA RELACIÓN NUMERADA DE LOS DOCUMENTOS QUE SE


ACOMPAÑAN.

5) LA DESIGNACIÓN DE APODERADO SI LO HUBIERE.

6)
COPIA SIMPLE DE LA NORMA OBJETO DE LA DEMANDA, PRECISÁNDOSE EL DÍA,
MES Y AÑO DE SU PUBLICACIÓN.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 102, 103, 104

Constitución: Artículos 202.1, 203

COMENTARIO LUIS R. SÁENZ DÁVALOS

Bajo el dispositivo en mención se ha querido prestar especial atención a los datos


esenciales que deben precisarse por parte de quien promueve una demanda de
inconstitucionalidad. Aunque la norma también menciona anexos (en plural), dicho supuesto
sólo parece haberse previsto para el último de los incisos.

El primer dato a precisarse es la identidad de los órganos o personas que promueven


la demanda así como el domicilio legal y procesal que corresponda.
Se exige igualmente la norma objeto de impugnación sea adecuadamente precisada.

La demanda no debe ser meramente enunciativa sino que debe respaldarse en fundamentos
que acrediten lo que se afirma.

Debe asimismo efectuarse una relación numerada de cada uno de los documentos que se
acompañan.

En la medida en que se haya nombrado apoderado (sea este obligatorio o facultativo),


deberá precisarse los datos correspondientes.

Deberá por último, acompañarse copia simple de la norma materia de la publicación,


precisándose el día, mes y año de su publicación.

De los requisitos antes referidos, el que nos merece atención es el último de los
mencionados.

En efecto, como ya lo habíamos precisado pueden existir y de hecho existen normas


que nunca fueron publicadas. Siendo esto así, no nos queda muy claro el que el dispositivo
en mención establezca de una manera imperativa y para todos los casos, el que se tenga
que acompañar copia de la norma impugnada, precisando además el día, mes y año de la
publicación.

La preocupación no sería tanta si no fuese porque el Artículo 103º inciso 1) ha previsto


como eventual causal de inadmisibilidad, el haber omitido precisamente los requisitos a los
que se refiere este Artículo 101º, lo que podría colocar en un dilema a los eventuales
demandantes de una norma no publicada ¿Cómo conseguirla? ¿Cómo precisar el día, año
y mes de su publicación?

Somos del criterio, que el Código bien pudo prever circunstancias excepcionales como las
mencionadas. Sin embargo al no haberse procedido del modo señalado, creemos que podría
recurrirse a otro tipo de razonamientos. Uno de ellos podría ser la recurrencia al principio de
elasticidad procesal o al propio principio pro actione (previstos ambos en el Artículo III,
párrafos segundo y tercero del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional). Ello
evitaría una eventual declaratoria de improcedencia, en aquellos supuestos en los que
precisamente, no pueda cumplirse con el requisito al que formalmente se refiere el dispositivo
comentado.

JURISPRUDENCIA

“... en el considerando 3 de la Resolución del 11 de mayo de 2005 recaída en el proceso


signado con el número 0003-2005-AI/TC se sostuvo que: “(…) cuando se solicita a este
Tribunal que declare la inconstitucionalidad de una norma con rango de ley, y que tal
impugnación se sustente en criterios de validez material, es preciso no solo que se
identifiquen las disposiciones o preceptos de dicha fuente, sino, además, que se
identifique la norma constitucional lesionada por cada uno de dichos dispositivos,
detallándose los argumentos jurídico-constitucionales por los que, a su juicio, debería
declararse su invalidez”.
A través de dicho criterio recogido por lo demás en los incisos 2) y 3) del artículo 101 del
Código Procesal Constitucional, se quiere poner en evidencia que a los legitimados
activamente para iniciar el proceso no solo se les ha confiado la posibilidad “de abrir la vía
para que el Tribunal pueda pronunciarse, sino también la de colaborar con la justicia del
Tribunal en un pormenorizado análisis de las graves cuestiones que se suscitan. Es justo por
ello hablar de una carga del recurrente y en los casos en que esta no se observe, de una falta
de diligencia procesalmente exigible, que es la diligencia de ofrecer la fundamentación que
razonablemente es de esperar” (Fundamento 115, STC 0010-2002-AI/TC y considerando 3
de la RTC 0003-2005-AI/TC)”. (Exp. 00003-2008-AI FJ 2)

“... se sostuvo que: “(…) cuando se solicita a este Tribunal que declare la inconstitucionalidad
de una norma con rango de ley, y que tal impugnación se sustente en criterios de validez
material, es preciso no solo que se identifiquen las disposiciones o preceptos de dicha
fuente, sino, además, que se identifique la norma constitucional lesionada por cada uno
de dichos dispositivos, detallándose los argumentos jurídico-constitucionales por los que,
a su juicio, debería declararse su invalidez”.

A través de dicho criterio, recogido por lo demás en los incisos 2) y 3) del artículo 101
del Código Procesal Constitucional, se quiere poner en evidencia que a los legitimados
activamente para iniciar el proceso no solo se les ha confiado la posibilidad ‘de abrir la
vía para que el Tribunal pueda pronunciarse, sino también la de colaborar con la justicia
del Tribunal en un pormenorizado análisis de las graves cuestiones que se suscitan. Es
justo, por ello, hablar de una carga del recurrente y en los casos en que esta no se observe,
de una falta de diligencia procesalmente exigible, que es la diligencia de ofrecer la
fundamentación que razonablemente es de esperar’”. (Exp. 00005-2008-AI FJ 3)

“Que el recurrente alega que la Resolución cuestionada por la cual este Colegiado admitió a
trámite la demanda de inconstitucionalidad incurre en error porque del escrito de
subsanación de los demandantes se advierte que, a pesar de habérseles concedido un plazo
prudencial, no cumplieron con los requisitos establecidos en los incisos 2º y 3º del artículo
101º del Código Procesal Constitucional, referidos a la obligación de precisar la norma
que se impugna y la sustentación debida de su pretensión.

Que en efecto, mediante Resolución de fecha 14 de junio de 2006 este Colegiado


consideró que en el escrito de demanda el Colegio de Abogados del Cono Norte mencionó
y dirigió su petitorio contra las Leyes Nº 28117 y Nº 27833, que modifican los artículos
5º y 9º del Decreto Legislativo Nº 124, respectivamente, pero que el demandante no
fundamentó su pretensión por lo que se le concedió el plazo de cinco días para subsanar
tal omisión.

Que la Resolución cuestionada entendió subsanada la omisión mencionada y por ello


admitió a trámite la demanda. Sin embargo, de un exhaustivo análisis del escrito de
subsanación se concluye que se incurrió en error toda vez que los demandantes no han
fundamentado las razones jurídico constitucionales por las cuales las modificatorias
introducidas por las Leyes Nº 28117 y Nº 27833 a los artículos 5º y 9º del Decreto
Legislativo Nº 124 son inconstitucionales.
Que en efecto los demandantes fundamentan su escrito de subsanación en la supuesta
inconstitucionalidad de otros artículos del Decreto Legislativo Nº 124º, sobre los cuales no
es posible pronunciarse toda vez que sobre ellos ha vencido el plazo para interponer la
demanda de inconstitucionalidad. Asimismo, tanto en la demanda como en el escrito de
subsanación se insiste en la inconstitucionalidad de la totalidad del Decreto Legislativo Nº
124. En tal sentido, su fundamentación gira en torno a otros artículos de la mencionada
norma y no al 5 y 9”. (Exp. 00016-2006-AI FJ De 1 a 4)

“... previamente a verificar el cumplimiento de los requisitos exigidos por el Código Procesal
Constitucional (CPConst), cabe precisar, respecto del cuestionamiento a los artículos 5°
y 10° del Decreto de Urgencia N° 122-2001, que los demandantes han sostenido que, si
bien el mencionado Decreto de Urgencia ha sido derogado por la cuestionada Ley Nº
28476, estuvo `(...) vigente entre el 28 de octubre de 2001 y el 24 de marzo de 2005, [y]
que hasta el presente continúa desplegando sus efectos a través de las decisiones judiciales
y administrativas que han dispuesto que los fondos expropiados de La Caja de Pensiones
Militar Policial y que hubiesen sido incautados por las autoridades judiciales no [hayan]
sido devueltos por éstas a su legítimo propietario, sino remitidos directamente al
FEDADOI, entidad administrativa que los ha distribuido, disponiendo de propiedad
ajena´.

Que, sobre el particular, cabe precisar que la derogación del Decreto de Urgencia Nº 122-
2001 no impide un pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre la
constitucionalidad de sus efectos jurídicos, ya que, como se ha sostenido en la sentencia
recaída en el Expediente Nº 0004-2004-AI/TC, Caso ITF, `(...) no toda norma derogada
se encuentra impedida de ser sometida a un juicio de validez pues, aun en ese caso, existen
(...) supuestos en los que procedería una demanda de inconstitucionalidad: a) cuando la
norma continúe desplegando sus efectos (...)´ [FJ 2]. En todo caso, será dentro del proceso
de inconstitucionalidad donde se verificará en qué medida la disposición derogada viene
surtiendo efectos de modo tal que resulte necesario que este Colegiado se pronuncie sobre
su constitucionalidad”. (Exp. 00005-2006-AI FJ 2,3)

ARTÍCULO. 102º ANEXOS DE LA DEMANDA

A la demanda se acompañan, en su caso:

1)
CERTIFICACIÓN DEL ACUERDO ADOPTADO EN CONSEJO DE MINISTROS, CUANDO
EL DEMANDANTE SEA EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA;

2)
CERTIFICACIÓN DE LAS FIRMAS CORRESPONDIENTES POR EL OFICIAL MAYOR
DEL CONGRESO SI LOS ACTORES SON EL 25% DEL NÚMERO LEGAL DE
CONGRESISTAS;

3)

CERTIFICACIÓN POR EL JURADO NACIONAL DE ELECCIONES, EN LOS FORMATOS


QUE PROPORCIONE EL TRIBUNAL, Y SEGÚN EL CASO, SI LOS ACTORES SON CINCO
MIL CIUDADANOS O EL UNO POR CIENTO DE LOS CIUDADANOS DEL RESPECTIVO
ÁMBITO TERRITORIAL, CONFORME AL ARTÍCULO 203 INCISO 5) DE LA
CONSTITUCIÓN;

4)

CERTIFICACIÓN DEL ACUERDO ADOPTADO EN LA JUNTA DIRECTIVA DEL


RESPECTIVO COLEGIO PROFESIONAL; O

5)
CERTIFICACIÓN DEL ACUERDO ADOPTADO EN EL CONSEJO DE COORDINACIÓN
REGIONAL O EN EL CONSEJO PROVINCIAL, CUANDO EL ACTOR SEA PRESIDENTE
DE REGIÓN O ALCALDE PROVINCIAL, RESPECTIVAMENTE.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 101, 103

Constitución: Artículos 203

COMENTARIO LUIS R. SÁENZ DÁVALOS

Más que anexos simples, el dispositivo en mención se refiere a lo que podríamos llamar
anexos especiales, por encontrarse todos ellos vinculados a la acreditación de las condiciones
de quienes demandan vía proceso de inconstitucionalidad.

Si se trata del Presidente de la República, la norma impone acompañar la certificación del


acuerdo adoptado en el respectivo Consejo de Ministros.

Si se trata del veinticinco por ciento del número legal de Congresistas, deberá adjuntarse la
certificación de las firmas respectivas por parte del Oficial Mayor del Congreso.

Cuando se trata de demandas promovidas por la ciudadanía, la certificación de las firmas


respectivas la deberá realizar el Jurado Nacional de Elecciones utilizando al efecto, los
formatos proporcionados por el Tribunal Constitucional.

En los supuestos en que el demandante sea un Colegio Profesional, deberá acompañarse la


certificación del acuerdo realizado por la respectiva Junta Directiva.

Finalmente y cuando se trata de procesos promovidos por un Alcalde Provincial o por el


Presidente de una Región, deberá presentarse la certificación del acuerdo adoptado por el
Consejo Provincial o por el Consejo de Coordinación Regional, según sea el caso.

Sobre el particular, poco se puede agregar. Se trata de documentos que respaldan o


acreditan le legitimidad de quien promueve la demanda constitucional y ha hecho bien el
Código en consignarlos como exigencias.

JURISPRUDENCIA
“... este Tribunal, al momento de evaluar la admisibilidad de las demandas de
inconstitucionalidad que interponen las Municipalidades Provinciales, debe verificar si el
Acuerdo del Concejo se ajusta a lo establecido en la LOM; sin embargo se ha apreciado,
a través de la casuística, una gran variedad de criterios adoptados por las municipalidades
demandantes respecto del cumplimiento del requisito de admisibilidad dispuesto en el
citado artículo 102 del Código Procesal Constitucional, específicamente en lo relativo al
anexo de la certificación del Acuerdo de Concejo a que se refiere el inciso 5) del artículo
102 del mismo cuerpo legal; provocando muchas veces que la etapa de admisibilidad se
dilate ocasionando gasto de tiempo, energía y dinero que se podrían evitar con el dictado
de pautas procesales que se sustenten en el principio de economía procesal y que permitan
verificar adecuadamente el cumplimiento de dicho requisito y, con ello, el presupuesto de
procedibilidad.

Que por ello, a efectos de apreciar positivamente que el requisito establecido en el inciso
5 del artículo 102º del Código Procesal Constitucional se cumple, este Colegiado dispone
que la parte demandante presente la certificación del Acuerdo de Concejo que, como
información mínima, contenga lo siguiente:

- Firma del Alcalde Provincial;

- Número del acuerdo;

- Fecha de la certificación;

- Designación de la municipalidad que realiza el acuerdo;

- Fecha de la sesión del Concejo;

- Información sobre la convocatoria de la sesión de Concejo

- Datos de los asistentes a la sesión (Alcalde y regidores);

- El número del quórum;

-
El número de aquellos que adoptaron el acuerdo con la indicación del número de votos a
favor y en contra o unanimidad;

-
Transcripción del proceso de formación del acuerdo o copia fedatada o notarial del acta
de sesiones en la parte pertinente y en el que conste la autorización respectiva al Alcalde
y el número y designación de la norma que se autoriza impugnar;

-
Indicación expresa de que no hay solicitud de reconsideración del acuerdo pendiente de
resolver, atendiendo lo establecido en el artículo 41 de la LOM y, de ser el caso, la
certificación del acuerdo que resuelve la reconsideración”. (Exp. 00029-2007-AI FJ
10,11)
ARTÍCULO. 103° INADMISIBILIDAD DE LA DEMANDA

Interpuesta la demanda, el Tribunal resuelve su admisión dentro de un plazo que no puede


exceder de diez días.

EL TRIBUNAL RESUELVE LA INADMISIBILIDAD DE LA DEMANDA, SI CONCURRE


ALGUNO DE LOS SIGUIENTES SUPUESTOS:

1)
QUE EN LA DEMANDA SE HUBIERA OMITIDO ALGUNO DE LOS REQUISITOS
PREVISTOS EN EL ARTÍCULO 101; O

2)
QUE NO SE ACOMPAÑEN LOS ANEXOS A QUE SE REFIERE EL ARTÍCULO 102.

EL TRIBUNAL CONCEDERÁ UN PLAZO NO MAYOR DE CINCO DÍAS SI EL REQUISITO


OMITIDO ES SUSCEPTIBLE DE SER SUBSANADO. SI VENCIDO EL PLAZO NO SE
SUBSANA EL DEFECTO DE INADMISIBILIDAD, EL TRIBUNAL, EN RESOLUCIÓN
DEBIDAMENTE MOTIVADA E INIMPUGNABLE DECLARA LA IMPROCEDENCIA DE
LA DEMANDA Y LA CONCLUSIÓN DEL PROCESO.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 101, 102

Constitución: Artículos 202.1, 203

COMENTARIO 101 JUAN CARLOS MORÓN URBINA*

Este artículo esta dedicado al examen de admisibilidad de la demanda de


inconstitucionalidad que como primera actuación procesal debe realizar el Pleno del Tribunal
Constitucional y a su consecuencia negativa, esto es, su inadmisibiidad o rechazo por motivos
procesales. A través de este examen, el Tribunal controla si la demanda contiene o no todos
los requisitos de forma, es decir los requisitos extrínsecos e intrínsecos de la demanda
contenidos en los artículos 101 y 102 del Código Procesal Constitucional. Debemos recordar
que siendo una decisión que niega el derecho a la jurisdicción, debe ser sumamente motivada,
so pena de convertirse en una negación del derecho mencionado. En cierta medida, cabe asumir
como regla, que en caso de duda, corresponde favorecer el acceso a la justicia constitucional
del demandante.

101* Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor de Derecho Administrativo de la P.U.C.P.
Miembro de la Asociación Peruana de Derecho Administrativo.
Socio principal del Estudio Echecopar de Abogados. Miembro de la Comisión de Estudio y Reforma del Código
Procesal Constitucional comentado por el Ministerio de Justicia.
Si el examen de admisibilidad resulta positivo, el juez admitirá la demanda, a contrario
sensu, la declarará inadmisible y ordenará al demandante subsane la omisión o el defecto
incurrido dentro de un plazo máximo de cinco días. Entonces, la declaración de
inadmisibilidad que compete dar a la Sala Plena con quórum calificado de cinco votos
conformes (Art. 5 Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y 10 de su Reglamento
Normativo) constituye un estado provisional basado en la falta o defecto de algún requisito
formal que dura en tanto sea subsanado. Solo si el demandante no cumpliera con lo
ordenado dentro del plazo prudencial otorgado, el Tribunal procederá a rechazar la
demanda por improcedente y ordenará el archivo del expediente. Nada dice la norma si
todos los requisitos de admisibilidad deben ser evaluados conjuntamente o si es posible
hacerlo de modo sucesivo, de tal suerte que el Tribunal pudiera decretar la inadmisibilidad
de la demanda más de una vez en función de los requisitos formales que aprecie
incumplidos. No obstante, es de sentido común, que así suceda. Los supuestos de
inadmisibilidad son de dos tipos: defectos u omisiones en la información que debe contener la
demanda misma y en los recaudos documentales que la deben escoltar.

Los defectos u omisiones de la demanda que conducen a la inadmisión de la demanda son


la falta de identidad de los órganos o personas que interponen la demanda y su domicilio legal
y procesal, la no indicación explicita de la norma o artículos que se impugna en forma precisa,
los fundamentos en que se sustenta la pretensión, la relación numerada de los documentos que
se acompañan, la designación del apoderado si lo hubiere, y la copia simple de la norma objeto
de la demanda, precisándose el día, mes y año de su publicación, salvo que precisamente el
vicio que se alegue sea precisamente su falta de publicación.102

Respecto a la no indicación explicita de la norma impugnada el Tribunal Constitucional ha


considerado que cuando se exige la indicación de la norma que se impugna en forma precisa,
no sólo comprende la numeración de la norma con rango de ley que se impugna con la
identificación de los preceptos de dicha fuente, sino, sobre todo “los preceptos que ésta pueda
comprender y que se estimen inválidos, sino también el detalle de los argumentos jurídico-
constitucionales por los que, a su juicio, debería declararse su invalidez”.103

Por su parte, aquellos defectos u omisiones en los recaudos de la demanda que conducen
a decretar la inadmisión de la demanda son fundamentalmente las certificaciones expedidas
por las autoridades competentes sobre los acuerdos o firmas que autorizan su interposición,
esto es, las condiciones para acreditar la legitimación que alega el presentante de la
demanda.

Entre ellos, destacamos la omisión o algún defecto, en la certificación del acuerdo


adoptado en Consejo de Ministros, cuando el demandante sea el Presidente de la República;

102 En el Exp. No. 00027-2008-PI/TC Lima Alcalde de la Municipalidad distrital de pueblo nuevo –
admisibilidad, el Tribunal declaro la admisibilidad de demanda pese a no identificarse fecha de publicación
de ordenanza demandada precisamente porque se cuestionaba en la demanda el vicio formal de la falta
de publicación.

103 Por ejemplo, en fj. 115 de la STC 0010-2002-AI/TC y considerando 3 de la Resolución del 11 de mayo de
2005 recaída en el proceso 0003-2005-AI/TC
en la certificación de las firmas correspondientes por el Oficial Mayor del Congreso si los
actores son el 25% del número legal de Congresistas; en la certificación por el Jurado
Nacional de Elecciones, si los actores son cinco mil ciudadanos o el uno por ciento de los
ciudadanos del respectivo ámbito territorial, conforme al artículo 203 inciso 5) de la
Constitución; en la certificación del acuerdo adoptado en la Junta Directiva del respectivo
Colegio Profesional; o la Certificación del acuerdo adoptado en el Consejo de Coordinación
Regional o en el Concejo Provincial, cuando el actor sea Presidente de Región o Alcalde
Provincial, respectivamente.

A propósito de la Certificación del Acuerdo de Consejo aludido, el Tribunal


Constitucional104 ha reglado que los aspectos mínimos que debe cubrir la certificación es la
firma del Alcalde Provincial, el número del acuerdo, la fecha de la certificación, la designación
de la municipalidad que realiza el acuerdo, la fecha de la sesión del Concejo, la Información
sobre la convocatoria de la sesión de Concejo, el dato de los asistentes a la sesión (Alcalde y
regidores); el número del quórum, el número de aquellos que adoptaron el acuerdo con la
indicación del número de votos a favor y en contra o unanimidad, la transcripción del proceso
de formación del acuerdo o copia fedateada o notarial del acta de sesiones en la parte pertinente
y en el que conste la autorización respectiva al Alcalde y el número y designación de la norma
que se autoriza impugnar, la Indicación expresa de que no hay solicitud de reconsideración del
acuerdo pendiente de resolver, atendiendo lo establecido en el artículo 41 de la LOM y, de ser
el caso, la certificación del acuerdo que resuelve la reconsideración.

Finalmente debemos destacar que por técnica legislativa el artículo 5 del Código Procesal
Constitucional contiene causales de improcedencia general que deberían entenderse para todo
proceso constitucional, incluso para los procesos de inconstitucionalidad. No obstante, sus
causales resultan aplicables a procesos de libertad, salvo la contenida en el inciso 6) que esta
subsumida como causal de improcedencia liminar en el numeral 2) del artículo siguiente.

JURISPRUDENCIA

“Que mediante Resolución de fecha 31 de marzo de 2009 este Tribunal resolvió declarar
inadmisible la demanda y por consiguiente otorgó al recurrente un plazo de cinco días
hábiles para que subsane la omisión a que se refiere el inciso 5) del artículo 101º del
Código Procesal Constitucional, en concordancia con el artículo 99º del mismo cuerpo
legal. Tal resolución fue debidamente notificada, como consta en autos.

Que sin embargo el requisito omitido no ha sido subsanado, siendo de aplicación lo


dispuesto por el artículo 103 del Código Procesal Constitucional”. (Exp. 00033-2008-AI
FJ 1,2)

“... conforme dispone el articulo 203° de la Constitución Política del Estado, tratándose de la
legitimación procesal activa de los ciudadanos para interponer demanda de
inconstitucionalidad contra una ordenanza municipal, es preciso que esta se interponga

104 EXP. 00029-2007-PI/TC, Cusco (Alcalde Provincial De Urubamba)


por el uno por ciento de los ciudadanos del respectivo ámbito territorial, siempre que este
porcentaje no exceda el número de cinco mil ciudadanos.

Que, en el presente caso, la demanda contra las Ordenanzas Municipales N° 108, 137 y
297 ha sido interpuesta por cuatro ciudadanos sin adjuntarse la certificación del Jefe del
Registro Nacional de Identificación y Estado Civil en los formatos que proporciona el
Tribunal Constitucional, las firmas del consignado uno por ciento de los ciudadanos del
respectivo ámbito territorial, conforme dispone el artículo 30°, inciso 3), de la Ley N°
26435, Orgánica del Tribunal Constitucional... Por estas consideraciones, el Tribunal
Constitucional, en uso de las atribuciones que le confieren la Constitución Política del
Estado y su Ley Orgánica, RESUELVE: Declarar INADMISIBLE la demanda de
inconstitucionalidad”. (Exp. 00003-2002-AI FJ 1,2)

ARTÍCULO. 104° IMPROCEDENCIA LIMINAR DE LA DEMANDA

El Tribunal declarará improcedente la demanda cuando concurre alguno de los siguientes


supuestos:

1)
CUANDO LA DEMANDA SE HAYA INTERPUESTO VENCIDO EL PLAZO PREVISTO EN
EL ARTÍCULO 100;

2)
CUANDO EL TRIBUNAL HUBIERE DESESTIMADO UNA DEMANDA DE
INCONSTITUCIONALIDAD SUSTANCIALMENTE IGUAL EN CUANTO AL FONDO; O

3)
CUANDO EL TRIBUNAL CAREZCA DE COMPETENCIA PARA CONOCER LA NORMA
IMPUGNADA.

EN ESTOS CASOS, EL TRIBUNAL EN RESOLUCIÓN DEBIDAMENTE MOTIVADA E


INIMPUGNABLE DECLARA LA IMPROCEDENCIA DE LA DEMANDA.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 82, 100

Constitución: Artículos 51, 138, 200, 202.3

COMENTARIO JUAN CARLOS MORÓN URB INA

El rechazo al inicio del proceso por razón de improcedencia es un supuesto de excepción


a la regla general de acceso a la jurisdicción y, en el caso del proceso de inconstitucionalidad,
al interés público de realizar el control de constitucionalidad de las normas legales.
Por ello, siendo grave decisión del Tribunal Constitucional de declarar improcedente in
limite una demanda se le premune de algunas exigencias razonables: encontrarse incurso
en alguno de los supuestos únicos tasados en este artículo, decretarlo mediante sentencia
interlocutoria y una motivación suficiente sobre cómo se evidencia que se encuentra frente
a uno de tres supuestos insubsanables que impiden realizar un proceso válido.

Los únicos supuestos tasados que permiten resolver la improcedencia in limine de la


demanda son: si el plazo para demandar esta vencido, si la pretensión de
inconstitucionalidad propone revisar un pronunciamiento ya consolidado por la cosa
juzgada constitucional a favor de la constitucionalidad de la norma o cuando el tipo de
norma cuestionada no se encuentre entre las que considera explícitamente el articulo 200
inciso 4) de la Constitución Política del Estado, por ejemplo, si fuera una norma de tipo
reglamentario.

La causal que ha sido materia de mayor desarrollo jurisprudencial por parte del Tribunal
Constitucional la improcedencia liminar de la demanda por existir ya cosa juzgada
sustancialmente igual en cuanto al fondo a favor de la desestimación de la inconstitucionalidad,
esto es, a favor de la constitucionalidad de la norma.105

Conforme a la tesis del Tribunal Constitucional no basta que se haya declarado antes
infundada una demanda de inconstitucional contra una norma para que toda pretensión de
inconstitucionalidad posterior contra esa misma disposición, deba per se ser declarada
improcedente in limine. En efecto, si bien el inciso 2) del presente artículo pareciera referirse
a que se haya expedido una sentencia desestimatoria de una demanda y, por tanto, la questio
iuris ha sido resuelta reconociendo la constitucionalidad de la norma, la disposición precisa,
que debe tratarse de la desestimatoria de una demanda “sustancialmente igual en cuanto al
fondo”. Esta última alusión –“en cuanto al fondo”- denota que la controversia constitucional
planteada en la demanda haya sido dilucidada materialmente en la sentencia desestimatoria.
Por tanto, se trata aquí que la controversia constitucional haya sido resuelta en la sentencia
desestimatoria.

Adicionalmente el inciso 2) precisa que debe tratarse de la desestimatoria de una demanda


“sustancialmente igual” a la controversia constitucional que ahora se plantea en la nueva
demanda. A contrario sensu, cuando la nueva demanda no plantee una controversia
constitucional “sustancialmente igual” a la resuelta en la preexistente sentencia desestimatoria,
la causal de improcedencia no será de aplicación. En consecuencia, siguiendo el mismo criterio
del Tribunal Constitucional, el supuesto para la declaración liminar de improcedencia de una
demanda de inconstitucionalidad está conformado por la preexistencia de una sentencia
desestimatoria de inconstitucionalidad que haya resuelto una controversia constitucional
“sustancialmente igual” a la planteada en la nueva demanda. Esta exigencia nos ubica en el
camino de analizar si la nueva demanda plantea un asunto que ya constituye, o no, cosa juzgada
constitucional.

105 La tesis la podemos encontrar en el Exp. N.° 0025-2005-PI/TC y 0026-2005-PI/TC (Colegio de Abogados
de Arequipa y otro)
La respuesta a este interrogante ha de resolverse en atención a los límites de la cosa
juzgada de una sentencia desestimatoria de inconstitucionalidad.

Para examinar los límites objetivos de la cosa juzgada de la sentencia desestimatoria puede
acudirse a dos esquemas.

El primero consiste en examinar, en línea con la doctrina procesal clásica, si entre la


controversia resuelta por la sentencia y la planteada por la nueva demanda de
inconstitucionalidad, hay o no identidad de petitum e identidad de causa petendi. Bajo esta
idea, el petitum representa la disposición impugnada y la causa petendi viene a ser el o los
motivos de la inconstitucionalidad, es decir, el vicio causante de la infracción de una
determinada norma constitucional.

Desde esta perspectiva, por ejemplo, una variación en la causa petendi, es decir, en el
motivo de la inconstitucionalidad –la norma constitucional parámetro del juicio-
ocasionaría la ausencia de identidad entre la causa petendi de la nueva demanda y aquella
que fue resuelta por la sentencia desestimatoria. En consecuencia, en tal supuesto, al no
haber identidad de causa petendi, el efecto de la cosa juzgada no operará y podrá admitirse
la demanda.

El segundo prescinde de entender el límite objetivo desde la dualidad petitum/causa petendi


para ser sustituido por la noción italiana de “situación normativa”. En este contexto, la cosa
juzgada de la sentencia desestimatoria resultaría alterada sólo si la situación normativa definida
por aquélla habría modificado en el curso del tiempo.

Esta modificación puede producirse ya sea en el ordenamiento constitucional, la norma


objeto de control o, incluso, en la relación entre norma y ordenamiento. Si alguno de estos
supuestos aconteciere, no habría identidad de situación normativa y, por tanto, no habría cosa
juzgada. O, más exactamente, la controversia planteada sería diferente a la resuelta por la
sentencia desestimatoria y por ende, se admitiría la demanda.

En este sentido, los elementos a considerar para definir si se configura el límite objetivo de
la cosa juzgada de la sentencia desestimatoria, son la identidad entre la norma impugnada y el
parámetro del juicio (el ordenamiento constitucional).

En base a estos argumentos, el Tribunal Constitucional ha establecido que a efectos de


examinar cuándo una nueva demanda de inconstitucionalidad afecta el límite objetivo de la
cosa juzgada de la sentencia desestimatoria de inconstitucionalidad anterior, corresponde
analizar:

a)
Si la norma constitucional que ha sido empleada como parámetro de juicio es la misma o
es otra distinta.

b) Si la norma constitucional parámetro de juicio ha variado en su sentido.


c)
Si la norma legal impugnada, objeto de control, ha variado en el sentido por el cual se dictó
la sentencia desestimatoria.

d)
Si la conclusión a que conduce la aplicación de un principio interpretativo distinto es
sustancialmente diferente a la que se aplicó en la sentencia desestimatoria.

El supuesto contemplado en a) es el típico caso donde la norma que ha sido empleada


como parámetro de juicio en la sentencia desestimatoria es diferente a la que debe
emplearse en la nueva demanda. Tal la situación que se genera a consecuencia de la
variación de la causa petendi. (V.gr. la sentencia desestimatoria examinó la
constitucionalidad de una ley respecto a la libertad de información, empero, la nueva
demanda impugna la constitucionalidad de la misma ley respecto a la libertad de trabajo).

El supuesto de b) se origina en el cambio de sentido de la norma constitucional. La


variación reside aquí en que la disposición que sirvió de parámetro de juicio en la sentencia
desestimatoria fue empleada asignándole un determinado significado, una concreta norma A;
mientras que la que ha de ser empleada en la nueva demanda es una norma A’. Es decir,
aparece la misma disposición constitucional pero enunciando una norma diferente, la cual
aún no ha sido empleada como parámetro de juicio.

Lo descrito en el supuesto b), puede también ocurrir en el supuesto c), esto es, la variación
de la disposición impugnada, de un sentido, de una norma B, en la que se basó la sentencia
desestimatoria, hacia una norma B’, que ha de ser aquella en la que debe ser examinada la
nueva demanda de inconstitucionalidad. Es decir, aparece la misma disposición legal
impugnada, pero enunciada una norma diferente, la cual aún no ha sido examinada en cuanto
a su constitucionalidad.

El cambio de norma de la disposición parámetro del juicio se debe a una evolución de la


jurisprudencia o a una interpretación mutativa y dinámica de la Constitución efectuada por el
Tribunal Constitucional. La comprensión de la cosa juzgada no puede estar exenta de esta
consideración y de las consecuencias que inexorablemente ello ocasiona.

El cambio de norma de la disposición impugnada se debe a la variación que ella ha sufrido


como consecuencia de su aplicación por sus operadores y por los propios órganos
jurisdiccionales.

JURISPRUDENCIA

“... el objeto de la demanda es que se declare la inconstitucionalidad del Decreto Supremo N°


025-2007-PCM, el cual dicta medidas sobre los ingresos por todo concepto de los
alcaldes, alegándose que el referido Decreto vulnera el principio de jerarquía de las leyes,
invocándose, a tal efecto, el artículo II del Título Preliminar de la Ley N° 27972 “Ley
Orgánica de Municipalidades” así como el inciso 28° del artículo 9 del mismo cuerpo de
leyes. La municipalidad alega que la norma cuestionada transgrede lo establecido en le
artículo 194° de la “Constitución Política del Estado”...
Que estando la presente demanda dirigida a cuestionar una norma de rango infralegal,
como lo es un Decreto Supremo, este Colegiado no es competente para conocer la norma
impugnada, toda vez que el proceso de inconstitucionalidad no está diseñado para ello,
siendo de aplicación lo establecido en el inciso 3 del artículo 104° del Código Procesal
Constitucional”. (Exp. 00015-2007-AI FJ 1,4)

“... estando la presente demanda dirigida a cuestionar una norma de rango infralegal, como lo es
un Decreto Supremo, este Colegiado no es competente para conocer la norma impugnada,
toda vez que el proceso de inconstitucionalidad no está diseñado para ello, siendo de
aplicación lo establecido en el inciso 3 del artículo 104 del Código Procesal Constitucional”.
(Exp. 00018-2006-AI FJ 2)

“... de conformidad con el artículo 104º, inciso 2), del citado Código, `[c]uando el Tribunal
hubiere desestimado una demanda de inconstitucionalidad sustancialmente igual en
cuanto al fondo´, procede su declaración liminar de improcedencia.

De conformidad con esta disposición se tiene que el Tribunal Constitucional ha expedido


una sentencia desestimatoria de una demanda y, por tanto, la questio iuris ha sido resuelta
en el sentido de reconocer la constitucionalidad de la norma cuestionada. Tal es el sentido
del enunciado de la disposición comentada en su primera parte –`[c]uando el Tribunal
hubiere desestimado una demanda de inconstitucionalidad (...)´-: la expedición de una
sentencia desestimatoria.

La disposición precisa, empero, que debe tratarse de la desestimatoria de una demanda


`sustancialmente igual en cuanto al fondo´. Esta última alusión –`en cuanto al fondo´-
denota la controversia constitucional planteada en la demanda y que ha sido dilucidada
en la sentencia desestimatoria. Por tanto, se trata aquí de la controversia constitucional
resuelta en la sentencia desestimatoria.

Adicionalmente se precisa que debe tratarse de la desestimatoria de una demanda


`sustancialmente igual´ a la controversia constitucional resuelta en la sentencia
desestimatoria y que ahora se plantea en la nueva demanda.

A contrario sensu, cuando la nueva demanda no plantee una controversia constitucional


`sustancialmente igual´ a la resuelta en la preexistente sentencia desestimatoria, la causal
de improcedencia no será de aplicación.

En consecuencia, el supuesto para la declaración liminar de improcedencia de una


demanda de inconstitucionalidad está conformado por la preexistencia de una sentencia
desestimatoria de inconstitucionalidad que haya resuelto una controversia constitucional
`sustancialmente igual´ a la planteada en la nueva demanda. A contrario sensu, si la
controversia constitucional no es “sustancialmente igual”, no corresponderá la
declaración de improcedencia.

Ahora bien, el análisis de si la controversia constitucional planteada en una demanda de


inconstitucionalidad es `sustancialmente igual´ a la resuelta en una preexistente sentencia
desestimatoria, no es sino, dogmáticamente, el análisis de si la nueva demanda plantea un
asunto que ya constituye, o no, cosa juzgada constitucional”. (Exp. 00025-2005-AI FJ 5)
“... siendo la norma impugnada una ley de reforma constitucional, es pertinente evaluar si este
Tribunal es competente para admitir la demanda interpuesta y ejercer el control de
constitucionalidad sobre la ley. En primer lugar, porque ella no se encuentra expresamente
enumerada en el artículo 200°, inciso 4 de la Constitución como supuesto normativo
pasible de impugnación. En segundo lugar, porque cuando el Congreso del República
expide una ley de reforma constitucional, lo hace en ejercicio del poder de reforma
constitucional que le confía el artículo 206° de la Norma Suprema, desplegando su
capacidad de modificar elementos de la propia Constitución, que es el parámetro de
control de este Colegiado, conforme al artículo 1° de la Ley N° 28301 –Orgánica del
Tribunal Constitucional–.

Que, respecto al primer tema, este Tribunal ha precisado anteriormente que la lista de
normas contempladas en el artículo 200°, inciso 4 de la Constitución, como susceptibles
de ser impugnadas en un proceso de inconstitucionalidad, tiene un carácter estrictamente
enunciativo, mas no taxativo (STC N° 0010-2002-AI/TC, Fundamento N.° 21). Un
criterio distinto implicaría reconocer la existencia de normas eventualmente infractoras
del ordenamiento constitucional y que, sin embargo, se encuentran exentas de ser
sometidas a un juicio de constitucionalidad, lo que a todas luces resulta inaceptable”.
(Exp. 00050-2004-AI FJ 4,5)

ARTÍCULO. 105° IMPROCEDENCIA DE MEDIDAS CAUTELARES

En el proceso de inconstitucionalidad no se admiten medidas cautelares.

CONCORDANCIAS:

Internas: Artículos 15, 94, 111

Constitución: Artículos 200.4

COMENTARIO JUAN CARLOS MORÓN URBINA

El Código Procesal Constitucional consideró necesario incluir expresamente esta cláusula


con el objeto de evitar alguna interpretación en el sentido que careciéndose de regulación
concreta sobre la posibilidad de suspender la norma impugnada, se pretenda aplicar
analógicamente las disposiciones del ordenamiento procesal ordinario. Con ello, ni la admisión
de la demanda por sí misma, ni el propio Tribunal Constitucional puede durante el proceso
decretar la suspensión cautelar de la norma. La única decisión que puede afectar la vigencia de
la norma será la resolución final del proceso.

Este artículo refleja una posición mayoritaria en el derecho constitucional comparado –


periódicamente revisada- orientada a no admitir en los procesos de control concentrado de
constitucionalidad con efectos generales que los órganos de control puedan dictar medidas
cautelares de suspensión de la vigencia de las normas cuestionadas por inconstitucionales106.

106 Afirmamos que esta posición no es unánime por cuando existen legislaciones constitucionales como la
guatemalteca que si considera perfectamente factible esta suspensión cautelar de leyes con efectos
Abonan en contra de esta medida de suspensión provisional, factores tales como la prevalencia
de la presunción de constitucionalidad de las leyes por el origen democrático de sus autores, la
imposibilidad de apreciar en un proceso de control normativo abstracto si existe apariencia de
buen derecho del demandante y sobretodo el peligro de afectar la seguridad jurídica con una
decisión así –dictada además en instancia única- pudiera producir en el sistema.

Nótese que esta fundamentación no resulta aplicable de modo idéntico al sistema de control
difuso de constitucionalidad donde la cuestión de constitucionalidad se plantea en vía de
excepción, la decisión es inter partes y la posibilidad de otorgar medidas cautelares de este tipo
queda regulada por las reglas procesales ordinarias.

Es importante dar cuenta que esta posición ha sido flexibilizada tratándose del control
de legalidad de reglamentos como muestra el artículo 94 del mismo Código Procesal
Constitucional que ha abierto la posibilidad de conceder medidas cautelares de suspensión
de reglamentos cuando la primera instancia ya ha declarado fundada la demanda de acción
popular.

JURISPRUDENCIA

“... [se acepta la posibilidad de] otorgar al Tribunal Constitucional la libertad necesaria en
el marco de los principios generales regulados por el CPConst, para que, a través de su
jurisprudencia, pueda perfeccionar el derecho procesal aplicable a los procesos de
inconstitucionalidad, supone el reconocimiento de una capacidad para ‘la creación de
principios y reglas procesales propias para la complementación judicial de la ley en el
seno de un proceso concreto’”. (Exp. 00048-2004-AI FJ 4)

generales. En efecto, el articulo 138 de la Ley de Amparo, Exhibición Personal y de Constitucionalidad


establece lo siguiente:
ARTICULO 138. Suspensión provisional. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 136, la Corte de
Constitucionalidad deberá decretar, de oficio y sin formar artículo, dentro de los ocho días siguientes a la
interposición, la suspensión provisional de la ley, reglamento o disposición de carácter general si, a su
juicio, la inconstitucionalidad fuere notoria y susceptible de causar gravámenes irreparables.
La suspensión tendrá efecto general y se publicará en el Diario Oficial al día siguiente de haberse
decretado.
También esta medida es aceptada en el derecho constitucional español cuando se trata de demandas de
inconstitucionalidad presentadas por el Gobierno Nacional contra disposiciones normativas de los
Gobiernos Autonómicos, como se puede apreciar en el articulo 30 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional:
Artículo treinta
La admisión de un recurso o de una cuestión de inconstitucionalidad no suspenderá la vigencia ni la aplicación
de la Ley, de la disposición normativa o del acto con fuerza de Ley, excepto en el caso en que el Gobierno se
ampare en lo dispuesto por el artículo 161.2 de la Constitución para impugnar, por medio de su Presidente,
Leyes, disposiciones normativas o actos con fuerza de Ley de las Comunidades Autónomas.

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