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MISCELÁNEA

AGAMIA: RELACIONES SEXOSENTIMENTALES PARA


INDIGNADXS

por Israel Sánchez1

Sabemos que nuestro modelo sexosentimental, o


relacional, o amoroso, no está perfectamente engra-
sado. Sabemos, incluso, que recibe críticas en su con-
junto y que se nos ofrecen alternativas en algunos de
sus aspectos más significativos. Pero, si hacemos un
pequeño recorrido por los síntomas de lo que se
viene llamando la “crisis de la monogamia”, nos
encontraremos con algo más que una crítica.
Veámoslos en su conjunto o, mejor, recordémoslos,
todos a la vez, de modo que descubramos con clari-
dad hasta donde alcanza la “gravedad” del enfermo.
He denominado simplemente “monogamia” a lo
que el feminismo denomina, con toda exactitud y jus-
ticia, “modelo patriarcal monógamo heteronormati-
vo”, y que se materializa en la pareja heterosexual
indisoluble o concebida con vocación de indisolubili- monogamia desde el flanco de la heteronomatividad.
dad. Esta estructura de familia tradicional entró, a Lo que pudo parecer un movimiento exclusivamen-
finales de los años 50 (discúlpese aquí el etnocentris- te gay se enriqueció enseguida con el lesbianismo, la
mo occidental), en una recesión que se ha mostrado bisexualidad, la transexualidad y, por fin, el queer y
imparable hasta nuestros días. Las bodas dejaron de la performatividad del género. Atacado en dos de sus
ser religiosas y, después, de ser bodas, mientras, en pilares, el modelo patriarcal monógamo heteronor-
paralelo, crecían los divorcios, aumentaba el número mativo de raigambre religiosa se ha convertido, a día
de parejas que cada persona llegaba a formar a lo de hoy, en un manojo de dudas, inseguridad e inefi-
largo de su vida, y se reducía la duración de las mis- cacia, tanto teórica como práctica, hasta el punto de
mas. El modelo monógamo indisoluble de raigambre que se puede decir que todo el sistema, a pesar de su
religiosa ha sido, así, paulatinamente sustituido por mencionada hegemonía, vive en pleno cuestiona- página 79
la monogamia secuencial laica que hoy podemos consi- miento.
derar hegemónica. Las tentativas de resolución de tan extenso pro-
Es evidente que el factor que más ha contribuido blema no sólo no se han hecho esperar, sino que en
a esta transformación ha sido la larga y constante muchos casos han procurado adelantarse a las etapas
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lucha del feminismo por obtener una igualdad que, a más graves de la afección. Desde que Fromm actua-
medida que empoderaba a la principal víctima de la lizara el concepto de amor a mediados de los 50, defi-
pareja, la mujer, ha ido liberándola de la cárcel de la niendo una nueva manera de “ser en el amor”, innu-
pareja. Pero el cuestionamiento de la igualdad de merables propuestas, más o menos reformistas, han
género se acompañó enseguida del cuestionamiento buscado la piedra filosofal que permitiera rencon-
del género, y las luchas de las minorías sexuales dis- trarse con la solución eficaz, a ser posible conservan-
ISBN: 1885-477X

criminadas se sumaron al despedazamiento de la do la estructura de pareja.

1.- El artículo justificará y expondrá brevemente un modelo relacional que aparece desarrollado en la web www.agamia.es y en el blog
www.contraelamor.com.
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Si bien la sangría ha sido contenida, especialmente mecanismo masivo de destrucción de lazos sociales,
con la ayuda de la revolución conservadora de los se puede decir, sin pretensión poética alguna, que el
años 80, cuyas consecuencias ideológicas aún sufri- amor es una forma de hostilidad.
mos, tanto la desarticulación del modelo como su La otra evidencia lacerante es la existencia de un
inadaptación a las necesidades sociales han ido inva- ejército de excluidos afectivos, lumpen del amor,
riablemente a más, hasta alcanzar el estado actual en frente al que el sistema de parejas cerradas se mues-
el que, junto al cuestionamiento teórico, coexiste un tra impermeable. No me remitiré, de momento, a la
generalizado escepticismo, fruto del fracaso y la infe- lógica de la ideología del amor para demostrar su
licidad personales, también generalizados. existencia necesaria, sino a la experiencia personal de
Este rápido vistazo debería ofrecer razones más cada lector/a a la hora de ubicar afectivamente a la
que suficientes para un cuestionamiento radical, gran masa de perdedores que el juego amoroso deja
tanto del modelo clásico, que llamaré también “amo- como un genocidio de soledad invisibilizada.
roso”, como de su actualización secuencial. Pero aña- Ancianxs, discapacitadxs, personas que no encajan
diré a ellas dos hechos evidentes cuya gravedad con- en el modelo cultural de normalidad o incluso de
sidero que convierten la crítica con vocación de alter- belleza, inadaptadxs, y, en general, pertenecientes a
nativa en una necesidad insoslayable. La primera la mitad de cola en las escalas mediante las que el
evidencia es el efecto destructivo que el modelo amo- amor determina el objeto de deseo ortodoxo, se
roso tiene sobre los afectos no amorosos. El balance encuentran presos en una vida que el amor mismo, y
afectivo de la monogamia puede llegar a dar un ellos como pertenecientes a la cultura que lo glorifi-
resultado neto positivo sólo en el caso de que la lupa ca, considera invivible.
se aplique exclusivamente sobre la relación de pare-
ja. Si la mirada se amplía, es indefectible que el juego La alternativa reformista
de incompatibilidades dará como resultado una
reducción de la integración social de la persona. Si a En 1956, el psicólogo humanista Erich Fromm publi-
esta pérdida de integración del individuo en pareja ca El Arte de Amar. El nuevo enfoque con el que, en
se suma la pérdida de integración de las otras perso- este texto, es tratada la formación y conservación de
nas con respecto a ella, es decir, si a lo que pierde la pareja monógama heteronormativa sigue siendo
uno, compensado tal vez con la formación de la pare- hoy el punto de partida de innumerables publicacio-
ja, se suma lo que pierden los terceros, obtenemos el nes mediante las que se ofrece y reactualiza una
balance socio-afectivo negativo tan característico del misma solución a un mismo problema, siempre igual
amor. Obtenemos, dicho sea de paso, una paradoja de irremediable.2
que le es aún más propia: el amor queda, en la prác- La novedad característica introducida por
tica, íntimamente emparentado con el odio, y no pre- Fromm, que da título al texto, es el tratamiento de la
cisamente como su opuesto. Al actuar como un monogamia como un arte. Ante la tendencia históri-
ca a su disolución, el psicólogo alemán entiende que
se debe pasar al ataque. La productividad espontá-
nea del amor se ha reducido notablemente, de modo
que a su inercia se añade una actitud proactiva: Hay
que ayudar al amor. Nadie puede quejarse de fraca-
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sar en su proyecto de pareja si antes no se ha forma-


do expresamente para ese proyecto.
La originalidad del texto no estriba en el reperto-
rio de herramientas ofrecidas, (extraídas, según él
mismo confiesa, de Zen en el arte del tiro con arco, de
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Herrigen), sino en la decisión de aplicarlas a un


ámbito que, hasta ese momento, se había entendido
como un proceso natural, que debería conducir al
éxito a poco que cada quién se dejara llevar por el
instinto y la voluntad.
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2.- Hago un análisis pormenorizado de la estrategia desplegada en El Arte de Amar en http://www.contraelamor.com/2014/03/sobre-el-


arte-de-amar-manual-agamo-de.html?zx=6b420401d1a386c, y http://www.contraelamor.com/2014/04/sobre-el-arte-de-amar-ii-la-
endeblez-de.html
Pero el verdadero problema queda escamoteado

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desde el principio. Fromm establece, con escaso rigor
y nulo análisis sociológico, la necesidad absoluta del
amor como respuesta a la búsqueda de sentido exis-
tencial. El amor, dirá, resuelve la “separatidad” origi-
naria, fuente de toda angustia, mediante el encuentro
con otra persona en la estructura de la pareja heterose-
xual, para la que estamos naturalmente conformados.
Que la naturaleza humana tenga un destino tan
específico despierta un sinnúmero de suspicacias
que Fromm procura acallar mediante un lenguaje
irracionalista de inspiración oriental, cuyo recurso
argumentativo típico será la paradoja. Frente a las
contradicciones trágicas de los amores cortés y
romántico, este lenguaje paradójico de supuesta
complementariedad armónica de contrarios será res- conseguirlo, frente a la visibilidad.
catado una y otra vez por los defensores del modelo No deja de ser irónico que el vicio al que se atri-
amoroso tradicional en su versión revisada, hasta el buye este fracaso sea, precisamente, el individualis-
punto de convertirse en el rasgo característico de la mo. La tendencia contemporánea a la fragmentación
actual cultura popular del amor. en células individuales debe ser compensada con el
El éxito del que El Arte de Amar ha disfrutado trabajo individual para formar parejas. Inconsciente-
desde su publicación lo ha convertido en el clásico mente, Fromm regatea como un experto negociante:
por excelencia en la materia. El hecho de que las pro- Nos amenaza primero con la soledad absoluta, para
puestas posteriores no hayan realizado apenas apor- ofrecernos después una pareja solipsista que, aunque
taciones significativas le otorga, además, la condición empeora nuestra integración social original, la mejo-
de Biblia contemporánea del amor. ra con respecto a su primera oferta.
Gracias al libro de Fromm y a sus numerosos En general, las propuestas posteriores han acepta-
sucedáneos, nuestra cultura ha incorporado la idea, do la obligación de luchar individualmente contra el
de profundo significado conservador, de que, si el individualismo en pos de la formación de una pareja
amor no funciona, es porque no se ha realizado sufi- que constituye, aislada y por sí misma, la excelencia
ciente trabajo amoroso. Logrando así eludir la crítica de la socialización. Cuando, en 2005, Z. Bauman
radical, el amor queda integrado a la filosofía capita- extiende su crítica a la modernidad líquida hasta los
lista del trabajo, según la cual, el nacimiento no con- vínculos humanos, está reivindicando de nuevo el
cede derecho a la vida, sino a ganarse la vida, hacien- compromiso de la voluntad contra sí misma; el traba-
do posible el no ganarla y ser reducido a la falta efec- jo forzado del amor.
tiva de vida. La preocupación que subyace a toda esta línea
Así, la narración del éxito de una sola relación ideológica es, obviamente, la disolución de la familia
amorosa (la del autor, casado en terceras nupcias, por tradicional. Ésa es la razón por la que el problema de
ejemplo), justifica la continuidad del sistema comple- la igualdad de género queda siempre al margen de la
to, dado que el parámetro “trabajo” da acceso a dicho discusión. El amor, y la pareja como su producto página 81
éxito. Con la normalización de este enfoque se consi- natural, son bienes autónomos y superiores a la
gue, además, un triunfo clave: Controlar el progresi- igualdad, dado que la implican, junto con otras innu-
vo aumento de la visibilización del fracaso. Dado que merables excelencias. Bastarán unas leves notas de
éste es consecuencia de no merecer amor, la persona determinismo biologicista para defender que la
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fracasada asumirá la responsabilidad de su propia mujer debe liberarse/realizarse dentro de la pareja,


ocultación como mal menor. Más que invisibilizado pues fuera de ella las únicas igualdades posibles son
mediante la desviación de la atención, el fracaso la de la soledad y la de la frustración de sus predis-
amoroso queda oculto por la propia lógica de la posiciones naturales y existenciales.
exclusión: si no tener amor es no merecerlo, la ocul- La sensibilidad de género ha producido, sin
tación de esa carencia es una ventaja, a la hora de embargo, su propio reformismo3. Recogiendo las
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3.- No me detendré en opciones intermedias en las que un cierto “despertar” a la existencia de las mujeres produce fórmulas de igua-
litarismo accidental como el “amor confluente” de A. Giddens (La transformación de la intimidad, Cátedra, 1995) o la “ambigamia” de
J. Sherman (http://www.psychologytoday.com/blog/ambigamy/201406/ambigamy-the-secret-living-the-good-double-life)
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suspicacias expresadas por Simone de Beauvoir con- el amor no romántico acaba reduciéndose a un
tra el papel que el amor, como parte del sistema ide- esfuerzo voluntarista por conservar el amor ampu-
ológico patriarcal, otorgaba a la mujer, diversxs tando en él todo aquello que se considera indeseable.
autorxs han señalado y recopilado a lo largo de déca- En esta cirugía ideológica, el género también pasa-
das la lista de agravios de las que el amor debía rá por el quirófano para recibir unos retoques que eli-
retractarse, y producido, contra todo pronóstico, no minen los aspectos más castigados por los críticos fac-
un análisis crítico del amor como subsistema del tores atmosféricos, sacando a la luz una forma de ser
capitalismo patriarcal, sino una disociación teórica mujer u hombre de frescura renovada. Cuando estos
entre dos tipos de amores, uno asociado a la opresión recortes se extreman, el nuevo amor queda reducido a
machista, y otro a la nueva mujer feminista. un vago concepto de fuerza universal positiva que
A ésta línea ideológica se la ha llamado “crítica al quita toda razón de ser a la distinción.
amor romántico”. Una crítica superficial y confor- Frente a una exigua crítica al sistema ideológico
mista, por las razones que a continuación expongo. del amor como conjunto, la crítica al amor romántico
En primer lugar, como ya he insinuado, opino se ha convertido en la actitud hegemónica dentro del
que el concepto “amor romántico” se utiliza como feminismo, constituyendo lo que Kathleen Barry
cajón de sastre en el que se vierten todos los recortes llama “defeminismo”, es decir, paso atrás del femi-
desechados del viejo traje del amor. No hay tal cosa nismo que adquiere su preeminencia al recoger a las
como el “amor romántico”. Hay un amor del roman- fuerzas conservadoras descolgadas de la vanguardia.
ticismo y un amor actual cuya exaltación destructiva Al prevalecer sobre la crítica al amor, la crítica al
enraíza parcialmente en el primero y es producto amor romántico tapona las dinámicas transformado-
genuino de las transformaciones culturales del. s XX. ras usurpando un lugar de punta lanza que no le
Lo que llamamos “amor romántico” no se puede corresponde.
entender, entre otras cosas, sin el empoderamiento La usurpación de este lugar no coincidente con su
femenino contemporáneo, que tiene como indesea- sensibilidad ideológica es mi tercera objeción. La
ble consecuencia la extensión de la sensibilidad del cuarta será, precisamente, dicha sensibilidad.
oprimido en tanto que tal, así como la utilización de Aventurando un juicio de intenciones, me atreveré a
esa sensibilidad por parte del opresor para que aquél decir que la crítica al amor romántico es la tentativa
entregue su recién adquirida libertad a la satisfacción de aunar las exigencias mainstream del feminismo,
de los anhelos que más lo debilitan. especialmente la denuncia de la relación entre el
En segundo lugar, la distinción entre “amor amor y la violencia de género, con la resistencia a
romántico” y “verdadero amor” no es radical, pues renunciar al amor como experiencia emocional, es
acepta en el sustituyente las señas de identidad de lo decir, como placer. El amor como conjunto placente-
sustituido, siempre que éstas mitiguen su intensi- ro de emociones ligado a una pareja cuya exclusivi-
dad4. El amor no romántico sigue formando parejas dad no se problematiza ha sido, hasta ahora, el
definidas y suscitando los sentimientos posesivos núcleo último que la crítica al amor romántico con-
que le son propios. Conservar al amor como el rey de serva tras aceptar la combatividad que acompaña de
todos los bienes5, así como la estructura en que tal suyo a la crítica al patriarcado. En realidad, la crítica
bien se alcanza a través del compromiso de otra per- al amor romántico no hace sino reconocer el sentido
sona, es conservar las condiciones de fomento de la y la fuerza de esa combatividad, evitando poner por
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posesión, némesis del nuevo amor no romántico. ello en peligro el propio ideal romántico. Si este jui-
Aderezado con el culto a la intuición emocional en cio es cierto, estaríamos ante un planteamiento sola-
detrimento del pensamiento racional y consciente, y padamente hedonista de riesgo mínimo y escaso
llevadas por ella a la reducción de la exigencia ética, aliento transformador.
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4.- En su libro Love and Limerance: The Experience of Being in Love (1979), D. Tennov utiliza la interesante estrategia de eludir el término
“enamoramiento” para acuñar el concepto, pretendidamente más científico, del estado emocional “limerancia”. La limerancia, que
no es otra cosa que lo que siente quien está enamoradx (en el sentido más popular y tradicional del término), puede así ser descri-
ta sin miramientos como una forma de obsesión, perfectamente patológica, inherente a la ideología del amor.
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5.- En la, por lo demás muy acertada, conocida campaña de la Comunidad de Madrid contra el maltrato de género en las relaciones
sexosentimentales adolescentes, “No es amor, identifícalo”, aún en vigor, subyace, junto a la condena de aquellos comportamien-
tos ya señalados como generadores de violencia, el principio inamovible de que el amor es, de por sí, incompatible con el mal. Junto
con el apoyo institucional, el/la usuarix recibe la tarea de filtrar los subproductos tóxicos que el amor genera. La campaña convier-
te a la adolescente maltratada en una trabajadora en contra de la persona que la maltrata pero a favor de la ideología que la susten-
ta, en un típico ejercicio de autolegitimación ideológica. Esta crítica de doble moral es mediáticamente unánime e independiente de
la orientación política, lo cual parece razón suficiente para ser suspicaz con respecto a su supuesto igualitarismo.
“pareja abierta”, acogidos con entusiasmo mayorita-

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rio, sufrieron una regresión con la revolución neo-
conservadora de los años 80, que encontró un firme
punto de apoyo en las carencias buenistas de las nue-
vas actitudes sexuales.
Pero, en los años 90, la retraída libertad sexual
recobró bríos en la forma de una propuesta notable-
mente articulada: el poliamor6.
Desde sus orígenes, el poliamor buscó mecanis-
mos para anteponer la libertad sexosentimental a la
fidelidad, embarcándose en una aventura cuya deter-
minación y audacia han resultado disuasivas para la
mayoría, y ha impedido el alcance cultural de que
gozaron sus menos elaboradas antecesoras. Mediante
una ética de pactos explícitos que permite graduar la
El hedonismo convertido en bandera de liberación exposición al dolor de las personas involucradas en las
sexosentimental ha ofrecido una vía mucho más fér- relaciones, el poliamor reserva, si no de facto, al menos
til cuando se ha atrevido a enfrentarse a la pareja de iure, la autonomía amorosa individual. La conse-
monógama como estructura y a liberar al sexo, antes cuencia es hoy día aún casi impensable para la gran
que al sentimiento, de su aparato represivo. mayoría de la sociedad: el establecimiento de un
número indefinido de relaciones de pareja.
El compromiso con la libertad: poliamor y queer La premisa capital del poliamor es revoluciona-
ria, y la consecuencia es nada menos que el estallido
No todas las alternativas a la monogamia heteronor- de la definidísima pareja tradicional en una multipli-
mativa se han situado del lado de la seguridad emo- cidad de posibilidades estructurales cuya lista (trieja,
cional. Ante el chantaje al que el amor somete a la cuatreja, tribu, matrimonio grupal,…) aún hoy no ha
persona mediante la amenaza de los celos, los márge- terminado de escribirse.
nes del sistema se han poblado de actitudes diversas El poliamor toma por los cuernos el toro de la
cuyo factor común es la renuncia a la paz afectiva doble moral amorosa y se lanza sin red al otro lado
como lugar de llegada existencial. En la supuesta feli- del problema: dado que el amor es una ficción de feli-
cidad completa del amor, estas opciones ven una ata- cidad en la que la frustración sexosentimental condu-
raxia o evitación del dolor que conlleva la renuncia al ce al daño muto sistemático, afrontemos la realiza-
placer. La adopción del principio inverso, es decir, la ción sexosentimental y abordemos de forma abierta,
búsqueda del placer como fin prioritario, ha produci- consciente y colectiva, el daño que suscite. Se sitúa,
do diversos modelos de relación que se explican en así, en una categoría ética netamente superior, tanto
gran medida mediante los mecanismos que utilizan al amor como a sus alternativas reformistas, y da res-
para minimizar el dolor, así como por los desiguales puesta, además, a los problemas del solipsismo
éxitos obtenidos en el descubrimiento del componen- monógamo y de la depredación sexual a la que se
te sugestivo de este dolor, y las estrategias desarrolla- expone el ideal del amor libre.
das para combatirlo. La puesta en entredicho del número dos como página 83
Desde que la sexualidad femenina irrumpió constitutivo de la perfecta relación sexosentimental
como poder político entre las décadas de los 50 y 60, conducirá a idéntica relativización del fundamento
produciendo como resultado lo que conocemos biológico y cultural de dicha cantidad mágica: el
como “revolución sexual”, no ha habido solución de complejo biológico-cultural del sexo-género.
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continuidad en las tentativas por escapar a la jaula de Contemporánea de la constitución formal del polia-
la monogamia. Los conceptos de “amor libre” y mor, la teoría queer7 ofrece el perfecto marco de refle-
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6.- La bibliografía de referencia sobre poliamor es reducida y se puede consultar en cualquier fuente. Recientemente se ha traducido al espa-
ñol uno de sus textos principales, con el título Ética Promiscua (D. Easton, J. W. Hardy, Melusina, 2013). Inspirado en su título original
(The Ethical Slut, literalmente “La Puta Ética”) la página mayoritariamente española http://www.golfxsconprincipios.com/ es el principal
sitio web en lengua castellana. La mayor comunidad en esta lengua se encuentra, sin embargo, casi con seguridad, en México D.F.
7.- La teoría “queer”, término inglés traducible como “raro” o “aberrante”, sitúa su punto de mira en la diversidad sexual y de géne-
ro, así como sobre la marginación que ésta produce. Su vocación, por ello, no suele ser tanto una reflexión sobre la conveniencia de
dicha categoría, como sobre el derecho a disponer libremente ella.
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mérica y, sobre todo, ignorada. Para la gran mayoría


de la población de estas regiones no sólo el término
resulta desconocido, sino que ni siquiera existe alter-
nativa “civilizada” a la pareja monógama tradicional
(recuérdese que el contenido sexual del superbestse-
ller literario Los Hombres que no Amaban a las
Mujeres, causa evidente de su éxito, no tenía sólo que
ver con el morbo del componente sádico de las rela-
ciones entre el asesino y sus víctimas, sino también
con la novedad mostrada por el carácter toscamente
poliamoroso de las relaciones sexosentimentales de
lxs protagonistas).
¿Qué ha impedido que la formalización de la
pareja abierta, que con tanto entusiasmo fue recibida
en los 60 en su versión informal, se convierta en una
xión para replantear, no ya el número de las relacio- tendencia dominante o, al menos, comparable con su
nes posibles, sino la condición de las personas que las popular precedente?
integran. Así, la suspensión de la categoría de géne- Es obvio que la oleada de conservadurismo sufri-
ro refuerza el sentido de la multiplicidad de las rela- da desde los 80 tiene mucho que decir. Pero hay razo-
ciones, desvaneciendo definitivamente el mito plató- nes endógenas al poliamor que merece la pena anali-
nico del andrógino demediado que busca su restau- zar. Decía que uno de los problemas que éste venía a
ración. solventar frente al amor libre era la depredación
Las reglas en que se fundamentan los pactos sexual. Es inevitable que ésta tenga lugar en los
poliamorosos han sido objeto de constantes revisio- ámbitos del poliamor, pero está perfectamente tipifi-
nes, especialmente en lo que respecta al estableci- cada como ilegítima (de hecho, tiene incluso un nom-
miento de jerarquías. Los conceptos de pareja “pri- bre: “polifake”, o falso poliamor) y, por lo tanto, la
maria”, “secundaria” y “terciaria” barajados por el teoría poliamorosa ofrece herramientas para cons-
primer poliamor, heredados de la estructura de truirse al margen de ella. Sin embargo, no todo el
“pareja” y “amantes” de la cultura monógama, han estrés emocional que acompañaba a la incertidumbre
sido contestados con una idea de horizontalidad de la pareja abierta ha sido abordado con el mismo
entre las relaciones que busca desplazar la atención éxito por la teoría poliamorosa. Si el contragolpe con-
hacia el componente tanto sentimental como colecti- servador encontró a una sociedad que, en parte,
vo de las relaciones. Este poliamor “no jerárquico” o agradecía retornar a un modelo donde los celos vol-
“de segunda ola” recibe un nuevo impulso crítico a vían a ser escuchados como expresión de la protesta
través de la llamada “anarquía relacional”8, que frente a las relaciones sexuales externas, esta ventaja
denuncia la separación entre relaciones sexuales y no no ha perdido vigencia para restringir la expansión
sexuales conservada por los poliamores de primera y del poliamor. La respuesta ofrecida por la teoría
segunda ola. Se critica, asimismo, la “política de pac- poliamorosa, la “compersión” o empatía con la ale-
tos”, que resulta amenazante para la libertad efecti- gría que a la pareja le produce su relación externa, es
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va, considerándola fundada en una desconfianza ori- interesante y necesaria, pero enteramente insuficien-
ginal impropia de las relaciones sentimentales más te, y la prueba es que el tema central de cualquier
relevantes. taller poliamoroso son siempre los celos y las actitu-
Pero la expansión del poliamor es reducida. des que sirven, no para erradicarlos, lo que se consi-
Aunque goza de una cierta popularidad tanto en los dera imposible, sino para mitigarlos lo suficiente
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países nórdicos como en EEUU (se calculaban como para que resulten llevaderos.
500.000 poliamorosxs estadounidenses en 2009, El contexto de hambruna sexosentimental al que
muchos de los cuales, sin embargo, viven el poliamor nos entrega nuestra cultura decanta a la gran mayo-
desde una perspectiva socialmente conservadora o ría por la conservación de lo que se tiene en detri-
incluso religiosa), se trata de una forma de vida muy mento de la persecución de lo que se desea. Ésa es la
minoritaria en la Europa mediterránea o Latinoa- razón por la que el poliamor sí ha prosperado en
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8.- Una traducción del Manifiesto de la anarquía relacional (2006), escrito por la sueca Andie Nordgren, puede leerse aquí: http://elbos-
queenelquevivo.blogspot.com.es/2013/12/manifiesto-corto-e-instructivo-para-la.html
colectivos altamente cohesionados y sexualizados una relación gámica. Los términos “compañerx”,

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como los LGTB y BDSM, pero no fuera de ellos. Para “amigx especial” o “persona especial” son otros tan-
que la compersión sea una emoción accesible se debe tos sinónimos de “relación gámica”. El uso del con-
antes superar el pánico a la soledad no deseada que cepto “relación” es subordinado por nuestra cultura
puede sobrevenir a la apertura de la pareja, amenaza a la relación gámica. Cualquier otra relación necesita
muy real entre la/el ciudadanx de clase obrera medix ser especificada para dar a entender correctamente
cuya integración sociosexual es altamente precaria, su naturaleza. Necesita además, y por ello, definirse,
especialmente pasada la época de la vida a la que se en primera instancia, en función de la presencia o
asigna la tarea de buscar pareja. Ni el poliamor de ausencia de gamos y, por tanto, del sexo que le da
segunda ola ni la anarquía relacional dan respuesta a existencia. Se habla de “amistad” o “relación de
esta dificultad. La razón es su apego a otros aspectos amistad” allí donde existe una relación inespecífica
clave de la ideología amorosa en la que se fundamen- de cierta intensidad sin gamos. Se habla de “relación
ta la heteronormatividad monógama, especialmente laboral” allí donde hay una relación laboral sin gamos
aquéllos identificados con la obtención de placer (mientras que, en presencia de gamos, se hablará de
sexosentimental, como la glorificación del amor o el “relación” y se añadirá “con compañerx de trabajo”
culto a una liberación sexual que debe traducirse, cuando se quiera especificar la identidad de la perso-
ingenuamente, no en una transformación del papel na con la que se ha formado). Se habla de “amante”
social del sexo, como insinuaba Foucault9, sino en la allí donde existe una relación sexual clandestina, en
satisfacción sexual que el sistema promete a la vez tanto que el sexo, o sacramento del gamos, es concul-
que reprime. cado al evitar el establecimiento de gamos.
Sostengo que una rápida ojeada de la evolución La agamia es un modelo de relación consistente
del modelo sexosentimental desde los 50 expuesta en la eliminación del gamos y, con ello, de la relación
hasta ahora revela una progresiva transformación gámica, mediante la reconsideración y redistribución
libertaria que arranca con la sustitución de la mono- de los componentes de la relación gámica para su uti-
gamia indisoluble por la secuencial, y que llega hasta lización libre en las relaciones. Según la terminología
la punta de lanza marginal de la anarquía relacional, de la agamia, el significado de “relación” se remite a
encontrando, como resistencia, junto a la reivindica- su significado genérico de “vínculo o conexión entre
ción ultraconservadora de la indisolubilidad del seres”. De manera más o menos estrecha, todos los
matrimonio, las adaptaciones circunstanciales al seres están vinculados. La relación o vínculo entre
cambio ofrecidas por el modelo de trabajo forzado seres humanos es un término completamente inespe-
del amor, de Fromm, y la defensa encubierta del cífico con respecto a las características de dicha rela-
amor que constituye la crítica al amor romántico. ción. Cualquier determinación de la naturaleza de
El objetivo del presente texto es la exposición una relación necesita ser descrita por añadidura
somera de esta historia, así como la presentación de mediante la descripción de dichas características. La
un modelo que aspira a dar respuesta a los conflictos relación entre los seres es, simplemente, el ser que
clave de los que aquélla no ha logrado aún desemba- intermedia su existencia.
razarse. Doy por concluida la primera tarea y paso a La agamia es, por tanto, el abandono del elemen-
realizar la segunda. to sustancial de la estructura de nuestras relaciones
sexosentimentales; un modelo diferente y opuesto al
Agamia sistema monógamo heteronormativo, así como a página 85
cualquiera de sus alternativas, todas ellas, hasta
Llamo “gamos” a la unión o casamiento sobrentendi- ahora, gámicas.
dos inspirados en el matrimonio objetivo y formal. La agamia es contraria al establecimiento de
Llamo “relación gámica” a aquélla cuya sustancia es estándares de relaciones cuyo objetivo sea concretar
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un gamos. El sexo, sea cual sea su forma, es el sacra- a priori las conductas que a dichos estándares les son
mento del gamos; el acto que lo constituye. propias. Entre esos estándares, la agamia rechaza con
Lo que llamamos “relación de pareja”, “noviaz- especial determinación el modelo de finalidad repro-
go” o, simplemente, “relación”, no es otra cosa que ductiva, centrado en la actividad sexual, llamado
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9.- “Al crear ese elemento imaginario que es “el sexo”, el dispositivo de sexualidad suscitó uno de sus más esenciales principios inter-
nos de funcionamiento: el deseo del sexo -deseo de tenerlo, deseo de acceder a él, de descubrirlo, de liberarlo, de articularlo como
discurso, de formularlo como verdad-. Constituyó al “sexo” mismo como deseable”” M. Foucault, Historia de la Sexualidad I. La
Voluntad de Saber. (1976) Siglo Veintiuno Editores (1995). Pág.190
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“pareja”, y preconizado por la filosofía del amor. La Según el subsistema ideológico del amor, las perso-
agamia considera las relaciones como fenómenos nas necesitamos alcanzar el clímax sentimental que
dinámicos cuyo análisis sólo puede ser descriptivo y sólo el amor ofrece, a lo que se añade que la realiza-
circunstancial, y cuyos objetivos sólo se preestablece- ción completa de la vida sexual es imprescindible y
rán en el entorno de la realización de un bien. La aga- sólo puede producirse en un contexto amoroso. La
mia es la evitación activa de que un determinado agamia niega este principio. Para la agamia, el clímax
estereotipo de relación, tradicionalmente llamada sexosentimental amoroso es la compensación a la
“amorosa”, subsuma al resto bajo su patrón. La aga- deficiente socialización a la que el propio amor con-
mia no establece modelos de relación, y los protoco- tribuye, y es esta misma socialización deficiente la
los que puede generar son siempre modificables y que predispone a la experiencia extática del enamo-
quedan subordinados a su eficacia. ramiento. En una integración social suficiente y cor-
Así, la agamia no es un paso más en la transfor- dial, la única razón para que una sola relación sexo-
mación de las relaciones amorosas monógamas e sentimental produzca un éxtasis afectivo es que su
indisolubles en relaciones de amor libre. Es un paso aportación sea destacadamente superior a cualquiera
otro, que abandona y rechaza la sustancia misma del de las restantes, e incluso a su conjunto, lo que resul-
modelo para establecerse fuera de él. La agamia es la ta contradictorio. En otras palabras: la persona social-
confianza plena en que la pareja es una estructura mente sana (no digo realizada, sino sólo sana) no
innecesaria y que la vida de las personas y las socie- puede experimentar enamoramiento en el sentido en
dades puede y debe construirse en el desentendi- el que lo presenta el amor, del mismo modo que la
miento de ella. Los obstáculos que este desentendi- persona normalmente alimentada, aunque experi-
miento presenta son producto tanto de la omnipre- mente hambre, no puede hacerlo de un modo cróni-
sencia de la cultura del amor, como de los hábitos en camente voraz. Aunque dicha experiencia sea posi-
que ésta nos ha educado, y no de dificultad alguna ble en circunstancias excepcionales (y que no tienen
que la agamia propiamente presente. La agamia se por qué ser ventajosas), debe entenderse que el
entiende, por ello, no sólo como el modelo más dese- modelo no es susceptible de ser adoptado por indivi-
able, sino como el sexosentimentalmente más econó- duos afectivamente equilibrados, y que el primer
mico, toda vez que es aquél del que diariamente nos requisito para su éxito es inducir una pandemia de
arranca la cultura del amor. Y digo “nos arranca” soledad.
porque el libre crecimiento de nuestras relaciones es Para evitar el adoctrinamiento amoroso, la aga-
el espacio abierto que el gamos encauza en forma y mia se declara “contra el amor” de manera radical,
contenido. El gamos, por lo tanto, es algo, mientras evitando la masiva propaganda amorosa del sistema,
que la agamia es todo. No es un modelo, sino el espa- así como el caballo de Troya de las propuestas refor-
cio de generación de los modelos en tanto que mistas.
adquiere conciencia. Pero, ¿cómo construir, en un entorno hegemóni-
De todas las herramientas de que la agamia se camente amoroso, una sana vida social en sus pará-
acompaña para no convertirse en un propósito esté- metros sexosentimentales?
ril, la primera y principal es el rechazo al relato ideo- La adscripción a la sustitución de la familia por la
lógico del amor. El mensaje principal de este relato, agrupación libre no es suficiente, incluso en el modo
en torno al que se mueven el resto de las ideas que abierto, no reducido a la formación de tribus polia-
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transmite, es que el amor, es decir, la formación del morosas, que entiende la agamia. El problema prin-
gamos, es la única vía para la realización afectiva per- cipal es la eliminación de la hambruna sexosentimen-
sonal, y que ésta es el eje de la felicidad en su sentido tal, que sirve de fermento a la lucha fratricida en la
más amplio. que la ética desaparece y los celos se convierten en la
“Sin gamos, el resto de la vida sólo puede ser lógica de construcción del gamos.
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miserable, mientras que con gamos la vida miserable Ya se ha dicho que la persona socialmente inte-
es digna de ser vivida”. La perversión clasista de este grada no extrae beneficio alguno de la sobrecompen-
principio salta a la vista cuando se expresa con clari- sación afectiva obtenida en el gamos. No necesitamos
dad. Pero, a la vez, su verdad parece insoslayable si ser considerados especiales si el papel cotidianamen-
no se desarticula la estructura sexosentimental del te realizado en el grupo es el resultado de nuestro
gamos que el amor prescribe. Es decir, que incluso desarrollo específico, y tanto papel como especifici-
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considerando que el amor forme parte de un sistema dad son reconocidos por el grupo. El sexo, sin embar-
socioeconómico injusto, no hay alternativa a empe- go, está atado y bien atado a este reconocimiento, de
zar la construcción de la felicidad a través del amor. modo que no hay tal si no se realiza sexualmente. En
En este escollo han naufragado hasta ahora todas las nuestra cultura, lo que somos para el grupo nos lo
propuestas contramorosas. expresa el grupo a través del sexo que nos concede.
que está lejos de ser el placer, y pasa a convertirse en

MISCELÁNEA
un significante vacío, apto para adoptar significados
nuevos, asociarse a otros lenguajes, o diluir su rele-
vancia social. El sexo habrá perdido, además, el
poder motivador que alimenta su búsqueda en nues-
tra sociedad. Es a esta pérdida del morbo sexual a la
que las propuestas más transgresoras no se han atre-
vido a enfrentarse hasta la fecha, por su carácter de
aparente retorno a la represión sexual. Pero debemos
entender que el hecho de que hubiera un sexo que
liberar no implicaba la existencia de un sexo en liber-
tad, sino sólo la existencia de un sexo cautivo, que tal
vez lo fuera sólo en tanto que cautivo.
La designificación, con su consecuente explora-
ción erótica y su resignificación posterior, se acompa-
Por eso, los celos no son un simple dolor superable ña de una estrategia de afrontamiento de los celos
mediante paciencia y esfuerzo. Los celos son la enteramente imprevista. Para la agamia, los celos son
auténtica pérdida de lugar social en el grupo, que es la manifestación socialmente deslegitimada de la
como decir “la pérdida del ser”, en tanto que el ser indignación individual en el ámbito de la posesión
humano es ser social. Es por esta razón por lo que sexual: La denuncia de la filosofía de la competencia
sólo colectivos de notable cultura sexual combaten cuando se produce la derrota en dicha competencia.
con éxito la represión sexual de los celos. Para la Los celos señalan pérdida de papel social a través de
mayoría, sin embargo, la ausencia de alternativas pérdida de posesión sexual. Son, por lo tanto, una
sexuales, la biografía de hambruna sexual, determina forma de indignación, es decir, de denuncia de una
una descompensación entre dolor generado por los injusticia, con la particularidad de que esa injusticia
celos y placer generado por la liberación sexual, que está socialmente deslegitimada y corresponde, ade-
decanta del lado de la vida dentro del gamos, incluso más, a un orden moral injusto. Pero lo que debemos
en los casos en que existe una sólida convicción en su entender, y aquí tanto los poliamores de primera y
contra. Esto explica también la aparente liberación segunda ola como la anarquía relacional se descuel-
sexual de la que disponen las clases altas, frente a las gan por completo de la agamia, es que los individuos
tendencias conservadoras de que la clase obrera hace necesitan construir su pertenencia al grupo, y esta
gala en el ámbito sexual10. pertenencia depende en gran medida de los vínculos
La agamia se dota de tres herramientas claves afectivos establecidos en él. La agamia sustituye el
para desatar el nudo del sexo. La primera es su desig- término “celos” por el de “indignación” para hablar
nificación. El poder del sexo como símbolo de reco- de la reivindicación de los afectos de los que depen-
nocimiento social se asienta en cuatro significados de el individuo para experimentar su pertenencia al
fundamentales: reproducción, protección frente a la grupo. El peso de la pertenencia escapa, mediante la
hostilidad externa y del sexo mismo, fusión amorosa designificación, de lo sexual, para extenderse por
(realización del gamos) y posesión. De todos ellos, la toda forma de interacción. La indignación será legíti-
posesión es el más arraigado en nuestra psique y el ma cuando responda a expectativas razonables, e ile- página 87
más poderoso a la hora de otorgar significado. gítima cuando no lo sean.
Debemos entender, pues, cómo el sexo significa para Junto con el concepto de “expectativa razonable”,
recordar que no significa, y empezar por profundizar responsabilidad del receptor de la acción, es clave el
en la conciencia (es decir, accediendo a la inconscien- de “evitación de trauma”, responsabilidad del efec-
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cia) de que relacionarse sexualmente no debe conlle- tor de la acción. En el contexto de una pareja gámica
var posesión alguna. Vaciado por completo de signi- que proyecta escapar del gamos podría considerarse
ficado, el sexo pierde su verdadera función social, expectativa razonable una apertura sexual sincroni-
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10.- En The Pshychology of Jealousy and Envy, P. Salovey (comp) The Guilford Press (1991), conjunto de estudios experimentales realiza-
dos por psicólogos mayoritariamente especializados en la emoción de los celos, encontramos reiteradamente una conclusión con-
traria al tratamiento dado por el nuevo discurso amoroso, que pretende convertirlos en un indicio de amor opresivo y machista.
Según los autores, el factor determinante de su aparición no es condicionante genético, caracterológico o familiar alguno, sino un
conjunto de factores situacionales. Mi conclusión es que esto es tanto como decir que el individuo sano siente celos si las circuns-
tancias son propicias para ello, de modo que la emoción de los celos queda así despatologizada y equiparada a cualquier otra de su
sistema afectivo funcional.
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zada, y un comportamiento traumatico, causa de consiste, simplemente, en la comprobación experi-


indignación legítima, la liberación sexual individual. mental de la belleza.
Una expectativa no razonable sería, por ejemplo, la Es posible que, tras lo expuesto, parezca un des-
conservación indefinida del gamos. propósito afirmar que la agamia es un modelo de
Por último, la agamia propone la sustitución del aplicación sencilla cuya vocación es no restringirse a
modelo de belleza opresiva, propio de la cultura esté- los colectivos en los que se confina el poliamor. La
tica de origen audiovisual contemporánea, por el de sencillez teórica del poliamor se acompaña de un
una belleza literalmente ética, es decir, la asociación notable esfuerzo emocional que dificulta su práctica.
de la belleza al fin del bien: Será bella aquella perso- La agamia, por el contrario, sólo necesita de la teoría
na cuya vida sea más ética. como impulso, siendo su aplicación inmediata y de
Esta aparente excentricidad o utopía de la agamia nulo sacrificio emocional. Renunciar al gamos, espe-
es un paso, en realidad, muy pequeño, cuyo obstácu- cialmente si no se vive ya dentro de él, sólo requiere
lo, otra vez, es la propaganda de la ideología del de la determinación de hacerlo. La vida ágama no
amor, esta vez en su componente estético. Es sólo en exige una formalización de pertenencia que conlleve
el ámbito del sexo donde la estética prevalece por aparecer en un desierto inhóspito que, con suerte, se
sobre la ética. En cualquier otro entendemos, y aquí irá poblando poco a poco. Muy al contrario, es el
no hay conflicto con la cultura popular, que la belle- reconocimiento de que nuestra actual y precaria inte-
za es trivial, y que el valor de los individuos es ajeno gración sexosentimental gámica es nuestro necesario
a este parámetro. Pero la sobrevaloración del amor punto de partida, del que tenemos derecho a liberar-
arrastra consigo la sobrevaloración de la belleza, nos sin riesgos traumáticos toda vez que nuestros
imponiendo la escala de atractivo sexual a la escala actos sean éticos, es decir, que concedan el mismo
de valor social. Somos lo que nuestra belleza, en el valor a nuestros fines que a los fines de lxs otrxs.
sentido amplio del concepto “atractivo”, nos atribu- Actuar a partir de la renuncia al gamos es, como la
ye (y nuestro valor de belleza se efectúa, como indi- construcción del mismo, una opción sexosentimental
caba más arriba, en el sexo obtenido). (habría que decir ahora “eróticoafectiva”) que cons-
En una sociedad en la que el amor no es hegemó- truye nuestro lugar social a lo largo de nuestra vida.
nico, un sexo designificado no encuentra herramien- Pero mientras que el gamos lo hace mediante grandes
tas para otorgar valor social. Las encontraría, eso sí, apuestas suicidas tras cuya pérdida obliga a empezar
para otorgar valor sexual, fuera éste de la importan- de cero, la agamia afirma progresivamente sus vín-
cia que fuera. Pero no hablamos de una vida social culos, y las evoluciones de éstos tienen como resulta-
para buenxs al margen de una vida sexual para do un crecimiento neto continuo. Así, si la vida gámi-
guapxs. La designificación hace aflorar el verdadero ca es una apuesta por el paraíso cuyo resultado es la
origen del placer sexual, si es que éste es su función soledad, la agamia es la integración progresiva cuyo
más deseable, poniendo en entredicho el valor de resultado es la evolución del crecimiento individual
nuestro concepto de belleza, y generando el de una al social.
nueva belleza sexual que se relaciona, lógicamente, La agamia, por lo tanto, nace con una vocación
con la capacidad para producir mayor placer sexual, netamente mayoritaria, como propuesta para todxs
es decir, con la propia técnica sexual. Como en cual- aquellxs que son conscientes de que el amor tiene la
quier otra actividad, la belleza será el correlato de la forma de indeseable vía forzosa, y que la única razón
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habilidad, y ésta accesible a cualquier persona hasta para no renunciar a él es la ausencia de alternativas
niveles sobradamente adaptativos. El acceso al sexo viables. La agamia es viable. La agamia es todo lo
es así democratizado por esta nueva belleza ética que demás.
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