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el pan es el alimento base, imagen de vida, alegría, prosperidad, ganarse el pan es ganarse la
Pan vida. Es símbolo de unidad. El pan resulta de la unión de muchos granos. El Pan Consagrado u
Hostia Consagrada es Cristo mismo. (Jn 6, 35).
es signo de alegría y vitalidad. Los judíos pensaban que el vino alimentaba la sangre, por lo
tanto daba vida. Jesús compara el vino con su sangre. El vino es signo de sacrificio expiatorio
Vino (es símbolo de dolor y tragedia, nos recuerda la Sangre de Cristo) y de sacrificio festivo. Por
eso, el vino eucarístico no sólo es víctima sino también alegría y vida. El vino consagrado es la
sangre de Cristo, es Cristo mismo (Lc 22, 20; Jn 15, 1).
Incienso la oración que sube al Señor.
Agua agua consagrada para bendecir a las personas y también a los objetos litúrgicos y no litúrgicos.
Bendita
VESTIMENTAS
Los vestidos u ornamentos que se usan en la celebración de la Eucaristía fueron trajes normales en los
primeros siglos de las comunidades cristianas. A medida que pasaba el tiempo los civiles dejaron de usar
estos trajes y la Iglesia decidió seguir usándolos en el culto. Ahora se revisten los presbíteros, diáconos y
los obispos. Los vestidos de la liturgia no son signos de poder o autoridad, más bien nos recuerdan que
quienes los llevan están actuando como ministros de Cristo y de la Iglesia.
Las vestiduras también ayudan a dar un carácter festivo y sagrado a la celebración.
Amito es una tela cuadrada generalmente de lino, se pone debajo del alba para cubrir
totalmente el vestido alrededor del cuello. Su nombre viene del latín "amiciere" y
significa cubrir.
Alba es una palabra latina que significa "blanca". Es la vestidura básica para todos los
ministros en la celebración litúrgica, es una túnica blanca que cubre el cuerpo desde
el cuello a los tobillos. Sus antecesores son las túnicas antiguas que se utilizaban en
el mundo civil. Esta vestidura blanca también tiene un sentido bautismal; la pueden
usar los que van a recibir el Bautismo como signo de su renacimiento en Cristo.
Cíngulo viene del latín "cingere" que significa "ceñir". El cíngulo o ceñidor es un
complemento necesario para ciertos vestidos amplios como la túnica o el alba, con
el fin de ceñirlos mejor a la cintura. Muchas veces tiene forma de cordón y son
bellamente adornados y decorados. Desde sus inicios ha simbolizado continencia y
castidad.
Estola del griego "stole". Es una banda larga de tela, más o menos de 15 y 25 cm. de
ancho, blanca o del color litúrgico correspondiente, que pende del cuello. Las estola
es común a todos los ministros ordenados, con la diferencia que los sacerdotes se la
colocan entorno a los dos hombros, sobre el alba y bajo la casulla, cayendo sus
extremos en paralelo, y los diáconos la visten de manera cruzada, sobre el hombro
izquierdo y sujetas las dos puntas en el costado derecho. Los ministros se ponen la
estola para distribuir la Comunión o para el Sacramento de la Reconciliación.
Casulla palabra latina que significa "casa pequeña" o "tienda". Se llama así a la vestidura
que el sacerdote viste encima del alba y la estola, a modo de capa o manto amplio,
abierto por los lados y con un hueco para la cabeza. En la historia ha tenido muchas
formas nobles y amplias. La forma original es amplia, propia de la vestidura romana
(la toga romana sería el antecedente de la casulla). La casulla es la vestidura que
caracteriza al que preside la Eucaristía.
Paño paño de forma rectangular que el presbítero se coloca sobre la espalda tomando con
humeral los extremos la custodia en las procesiones con el santísimo y adoraciones.
Capa capa que se utiliza en celebraciones especiales. Ésta cubre el cuerpo desde el
pluvial cuello, ensanchándose gradualmente hacia la parte inferior.
Mantel se coloca sobre el altar para revestirlo para la celebración de la Santa Misa.
Manutergio pequeño paño o toalla con el cual el presbítero se seca las manos luego de
lavárselas, con este rito se expresa el deseo de purificación interior.
Lavabo utensillos para el ritual del lavado de manos.
Crismeras vasos donde se colocan los santos óleos: de los catecúmenos, de los enfermos
(Bautismo y Unción de los Enfermos) y Santo Crisma (perfumado, para Bautismo,
Confirmación y Orden Sagrado).
Vinajeras recipientes que contienen el agua y el vino que se presentarán antes de la
Consagración. Las vinajeras deben estar siempre tapadas para evitar que en
ellas caiga suciedad o algún insecto. La vinajera del vino se pone a la derecha de
la del agua.
Copa de es un recipiente con agua, que después de dar la Comunión sirve para la
abluciones purificación de los dedos.
Campanilla o se toca de dos modos: con un simple toque o con un repique. Toque es el sonido
Carrillión producido por un solo movimiento de la mano. Repique es un sonido repetido y
prolongado. Se da un toque un poco antes de la consagración, cuando el
sacerdote pone las manos sobre el cáliz. En la Consagración se toca mientras el
sacerdote tiene en alto la Hostia Consagrada continuando durante la elevación
del cáliz.
Acetre o recipiente para el agua bendita.
calderillo
Hisopo utensilio con que se esparce el agua bendita. Consiste en un mango que lleva en
su extremo un manojo de cerdas o una bola metálica hueca y agujereada para
sostener el agua. Se utiliza con el acetre, donde recibe el agua que será
asperjada (salpicada).
Incensario o recipiente donde se colocan brasas e incienso, utilizado en ceremonias solemnes
turíbulo para incensar.
Naveta recipiente donde se guarda el incienso junto con una cucharilla. Tiene forma de
nave.
Luminaria es una lamparita, vela o lámpara de aceite (también eléctrica) que debe arder
continuamente junto al sagrario, para recordar que Jesucristo está
sacramentalmente allí y significa el amor vigilante de Dios.
LUGARES Y MOBILIARIO
Altar Altar viene de dos voces latinas: alta que significa alto, elevado y ara que significa
piedra del sacrificio. Es el centro de la celebración de la Eucaristía, pues en torno a
él se celebra la Misa. En las primeras comunidades cristianas cuando se celebraba
el culto en las casas, el altar era una mesa de madera redonda o rectangular. Con el
tiempo el altar fue una simple mesa de piedra de una sola pieza consagrada por el
Obispo. En esta mesa estaban encerradas las reliquias de los mártires. El uso del
altar de piedra nace de las catacumbas, donde los cristianos celebraban la
Eucaristía sobre las losas de los sepulcros de los mártires. También existían altares
portátiles que se podían llevar de un lugar a otro. Estos eran de piedra cuadrada de
tamaño adecuado, suficiente para que en ella entre el cáliz y la hostia. Esta piedra o
altar se incrustaba en la mesa. El altar era de piedra porque Cristo es la piedra
angular (1 Pe 2, 4-8). Ahora los altares pueden ser también fijos o móviles, pero no
necesariamente de piedra.
Credencia es la mesa colocada cerca del altar y contiene los objetos necesarios para el servicio
del altar durante la Ceremonia. El nombre viene del latín "Credere" que significa
creer, confiar. Este nombre tiene que ver con el uso de la credencia en la casa de
los nobles, ésta era una especie de consola muchas veces empotrada a la pared y
cerca de la mesa del festín. En la credencia se coloca el cáliz con los purificadores,
las vinajeras, una bandeja y el manutergio, es decir, la toalla pequeña que se usa
para secarse las manos.
Ambón es el lugar desde donde se proclama la palabra de Dios (lecturas). Debe estar
reservado sólo para ello. Los avisos y otras comunicaciones no se deben dar desde
aquí.
Sede se llama "sede" sobre todo al asiento reservado para el que preside la celebración
en nombre de Cristo. La sede es el lugar propio del que enseña, del que tiene
autoridad. Cuando el Obispo preside una celebración en su Catedral, lo hace desde
su Cátedra.
Sagrario es una especie de reservorio donde se guardan las Hostias que fueron consagradas
durante la celebración Eucarística, ya sea para llevarle como Viático a los enfermos
o ancianos, o para la comunión de los laicos en la próxima Misa.
Presbiterio lugar donde esta todo el conjunto del altar. Sólo sube el sacerdote que celebra y los
concelebrantes.
LIBROS
Misal es el que utiliza el sacerdote para celebrar la Santa Misa. Contiene todos los textos para su
celebración, el calendario con las fechas de los santos y la indicación del rango litúrgico
(rúbricas), misas comunes, misas rituales, misas y oraciones por diversas necesidades,
misas votivas, misas de difuntos, apéndice (rito de la bendición del agua, textos
musicalizados, etc.). Para llevar el Misal cerrado se toma con ambas manos, por la parte
inferior, apoyando la superior sobre el pecho. Para trasladar el Misal de la Sede, se toma
con las dos manos por ambos lados del Misal, sujetándolo bien, pero evitando el poner los
dedos sobre las hojas del Misal a fin de no mancharlas.
Pontifical es el libro que contiene las fórmulas y las ceremonias de las funciones reservadas al
Obispo.
Ritual es una colección de fórmulas para administración de los sacramentos de las bendiciones
ordinarias, exequias y otras funciones litúrgicas.
Leccionario libro con las lecturas bíblicas del antiguo y nuevo testamento para la Misa.
Libro del contine los salmos responsoriales.
Salmista
Cantatorio contiene los cantos de la Misa. Originalmente se trataba de cantos en latín y música en
gregoriano. Los cantos deben estar autorizados por las Conferencias Episcopales. En la
actualidad han sido reemplazados por los cancioneros.
Breviario es el libro del "Oficio Divino" o de la "Liturgia de las Horas". Contiene la celebración de la
oración del las distintas horas litúrgicas del día, las cuales no son propias de los
sacerdotes, sino de todos los fieles.
Calendario contiene un calendario de la organización de las celebraciones litúrgicas durante todo el
Litúrgico año.
COLORES
Celeste sólo se usa para las fiestas de la Virgen María, Madre del Señor.
SÍMBOLOS EPISCOPALES
Mitra gorro compuesto por dos secciones triangulares rígidas unidas entre sí por un
doblez; de la cara posterior penden dos cintas llamadas ínfulas. el Obispo ornamenta
así su cabeza para significar que representa a Aquel que es Cabeza del pueblo de
Dios.
Báculo (palo o cayado donde apoyarse) Es un bastón largo, que recuerda que el obispo es el
pastor de la diócesis, imagen del Buen Pastor, JesuCristo.
Solideo (a Dios solo; porque se quita solo ante el Santísimo). Casquete, generalmente de
seda que pueden usar los Sacerdotes (solideo negro), lo usan los Obispos (solideo
morado), y los Cardenales (solideo purpura) y el Papa (solideo blanco).
Palio pequeña estola de lana blanca con seis cruces negras a su alrededor que reposa
sobre los hombros de los arzobispos y que es signo de su autoridad y de su
comunión con la sede de Roma, se pone sobre la casulla.
En el siguiente enlace podrás descargar una guía completa para monaguillos, donde se describe la Santa
Misa y todo lo relacionado con el Servicio del Altar.
Gestos litúrgicos
Signos y símbolos: Catecismo de la Iglesia Catolica
1145 Una celebración sacramental esta tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de la salvación, su significación
tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela en
plenitud en la persona y la obra de Cristo.
1146 Signos del mundo de los hombres. En la vida humana, signos y símbolos ocupan un lugar importante. El hombre, siendo un
ser a la vez corporal y espiritual, expresa y percibe las realidades espirituales a través de signos y de símbolos materiales. Como
ser social, el hombre necesita signos y símbolos para comunicarse con los demás, mediante el lenguaje, gestos y acciones. Lo
mismo sucede en su relación con Dios.
1147 Dios habla al hombre a través de la creación visible. El cosmos material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea
en él las huellas de su Creador (cf Sb 13,1; Rm 1,19-20; Hch 14,17). La luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol
y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad.
1148 En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a los
hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social de
los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del
hombre hacia su Creador.
1149 Las grandes religiones de la humanidad atestiguan, a a menudo de forma impresionante, este sentido cósmico y simbólico
de los ritos religiosos. La liturgia de la Iglesia presupone, integra y santifica elementos de la creación y de la cultura humana
confiriéndoles la dignidad de signos de la gracia, de la creación nueva en Jesucristo.
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No podemos vivir sin gestos y actitudes corporales. Ellos expresan, provocan o dan realce a lo que pensamos y sentimos: el
abrazo, el beso, el apretón de manos, las lágrimas, el silencio,...y todos estos gestos surgen "naturalmente", al compás de
nuestros pensamientos y emociones.
El hombre, participa y "crea" la liturgia. Por eso, la liturgia contiene muchos gestos y actitudes con los que intentamos expresar
exterior y corporalmente nuestros sentimientos hacia Dios. Los gestos litúrgicos más importantes son: la señal de la cruz; las
unciones; la imposición de la ceniza; los ojos elevados al cielo; ciertos gestos relacionados con las manos: manos juntas y plegadas
sobre el pecho; manos que se golpean el pecho; manos elevadas y extendidas; manos que dan y reciben la paz; manos dispuestas
para recibir el Cuerpo del Señor.
La Iglesia insiste en la necesidad de renovar, actualizar, "entroncar" los gestos con cada cultura, para que las palabras y gestos
sean más "significativos" para la mentalidad del hombre moderno e incluso para cada región y comunidad. La liturgia consta de
una parte inmutable por ser de institución divina (la fórmula de la consagración por ejemplo), y de otras partes sujetas a cambio,
que pueden y aún, deben ir cambiando, como lo ilustra la historia de la Iglesia.
"Por esta razón, los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con mayor claridad las cosas santas que significan
y, en lo posible, el pueblo cristiano pueda comprender fácilmente y participar en ellas por medio de una celebración plena, activa
y comunitaria" (SC 21).
Este deseo de la Iglesia es por demás coherente: la repetición constante de los ritos, realizados generalmente sin conocer su
significado, produce un inevitable desgaste y llegan a "no decir nada". La liturgia no es un teatro. La tarea de renovación litúrgica
exige reflexión, creatividad y participación. Mientras tanto es necesario conocer el significado de los gestos y ejecutarlos con
espontaneidad y convicción, haciendo de ellos auténtica expresión de nuestros sentimientos religiosos. Los gestos más utilizados
son:
MANOS JUNTAS: Es señal de respeto y de oración. Es un gesto de humildad y vasallaje, y de actitud orante y confiada. Es el gesto
más acomodado a la celebración litúrgica cuando las manos no han de emplearse en otros ritos o no se prescribe que se tengan
levantadas. Es la mejor postura a la hora de ir a comulgar.
EXTENDER LAS MANOS Y ELEVAR A LA VEZ LOS BRAZOS: Son súplicas solemnes; colecta, plegaria de la misa, paternóster, prefacio.
Levantar y extender las manos al rezar expresa los sentimientos del alma que busca y espera el auxilio de lo alto. Hoy es un gesto
reservado al ministro que celebra la santa misa.
EXTENDER Y VOLVER A JUNTAR LAS MANOS: Es el deseo del sacerdote de estrechar a la asamblea en un común abrazo de
fraternidad, de recoger las intenciones y deseos de todos para ofrecérselos a Dios, y derramar sobre ellos las misericordias de
Dios.
MANOS QUE DAN Y RECIBEN LA PAZ: Las manos extendidas, abiertas y acogedoras simbolizan la actitud de un corazón pacífico y
fraternal, que quiere comunicar algo personal y está dispuesto a acoger lo que se le ofrece. Cuando unas manos abiertas salen al
encuentro de otras en idéntica actitud, se percibe el sentimiento profundo de un hermano que sale al encuentro de otro
hermano, para ratificar, comunicar o restablecer la paz.
BOCAS QUE RECIBEN EL CUERPO DEL SEÑOR: La boca dispuesta para recibir la Santa Comunión han de ser signo de humildad, de
pobreza, de espera, de disponibilidad y de confianza. También son signo de veneración, de respeto y de acogida, pues el Cuerpo
del Señor se acoge, se recibe.
SEÑAL DE LA CRUZ: Es el gesto más noble y el más frecuente y elocuente. No es un garabato, que termina besándose uno el dedo
pulgar. Se produce de dos modos: sobre uno mismo, con los dedos extendidos de la mano derecha; o, cuando un sacerdote debe
bendecir en nombre de Cristo, sobre las personas u objetos con la misma mano levemente encorvada. Una sola vez, al inicio del
oficio divino, se hace sobre los labios con el dedo pulgar para pedirle al Señor que Él mismo “los abra para poder proclamar con la
boca sus alabanzas”. Debe hacerse desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo al derecho. ¿Qué significa hacerse
la señal de la cruz? Primero venerar la cruz redentora de Cristo. Segundo, sellar con ella nuestra persona cristiana y así fortalecerla
para hacer el bien y evitar el mal. Esa señal comienza en la frente, para que Dios, con su Santa Cruz, nos quite los malos
pensamientos y nos proteja los buenos. Después de la frente va al pecho para que nos quite los malos deseos del corazón y nos
proteja los buenos. Y finalmente, nos envuelve de izquierda a derecha, para proteger del mal todo nuestro ser.
LA REVERENCIA: Consiste en ligeras inclinaciones de cabeza, ante el altar, ante imágenes, al recibir la Sagrada Comunión, cuando
el acólito inciensa al sacerdote y al pueblo; o al incensar el mismo sacerdote hace reverencia al crucifijo o a la imagen de los
santos, a modo de saludo reverente. Aquí no sólo es señal de cortesía humana, sino que las reverencias están revestidas de culto
sagrado. Tienen que ser hechas despacio, y sólo con la cabeza, no con todo el cuerpo, a no ser que sea en la misa después de
ofrecer el pan y el vino y antes del lavado de las manos, donde se inclina ligeramente también el cuerpo. Aquí ya no es sólo
reverencia, sino total inclinación.
LAS MIRADAS: Unas veces invitan a la admiración y adoración callada, de fe sentida y de recogimiento; por eso, clavamos la
mirada en la Hostia consagrada y en el cáliz al levantarlos el sacerdote en la consagración, en la custodia de la exposición y
bendición del Santísimo. También la mirada del sacerdote a la gente es señal de comunicación fraterna, de saludo cordial. Cuando
los ojos están cerrados simbolizan, no tanto que estamos durmiendo, sino que estamos en profundo silencio y recogimiento para
saborear la comunión, o las lecturas leídas. Es falta de respeto, cuando se da la homilía, no mirar al predicador. Simbolizaría
desinterés total, despecho; también sería falta de cordialidad e interés si el predicador no mirase a los fieles a la hora de predicar.
Cuando uno eleva los ojos hacia arriba está indicando petición a Dios o desagravio por los pecados propios y de la humanidad.
LOS BESOS: El sacerdote da un beso al altar al comenzar y al terminar la santa misa; es Cristo quien recibe ese ósculo. Los fieles se
dan el beso en el momento de la paz. Son señales de afecto, de gratitud, de adhesión, de veneración y de reconciliación. Besamos
las reliquias, el crucifijo, la mano del sacerdote que bendice y perdona. Cada uno de estos ósculos imprime un sello religioso
especial en las personas o cosas que los reciben. En muchas partes no es oportuno el beso de la paz, por motivos culturales;
entonces se prefiere el apretón de manos.
GOLPES DE PECHO CON LA MANO: Es una de las señales más expresivas de dolor y contrición de corazón, en un pecador. Se hace
en la confesión, al momento de decir el acto de contrición. Lo hacemos en el momento del “Yo confieso” de la santa misa. Así, con
ese gesto humilde, aplacamos y agradamos mejor a Dios y expresamos más sentidamente nuestra compunción ante los demás
hermanos. Los golpes deben ser hechos con suavidad.
LA IMPOSICIÓN DE LAS MANOS: Significa varias cosas, transmisión de poderes superiores a personas o grupos de elección, o de
algún carisma o misión, o absolución de culpas. También es signo de bendición de Dios y de consuelos en la unción de enfermos.
En el momento de la consagración manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de convertir el pan y el vino en Cuerpo y
Sangre de Cristo.
CAMINAR HACIA EL ALTAR: No es un simple gesto, es un rito. Es también símbolo de nuestro peregrinar al cielo. Caminamos con
otros, no solos. Así, en las procesiones, peregrinaciones, vamos con alegría, sin temores, pues sabemos que Cristo es el Camino
vivo y verdadero.
CANTAR: El que canta ora dos veces, decía San Agustín. El canto es el afecto del corazón hecho música.