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El maestro involuntario 25
Raúl Camargo
Relaciones y reflexiones 59
Un día 133
Juan Castillo
Filmografía 175
Agradecimientos 183
Introducción. Nota editorial
Camila José Donoso
Eva Sangiorgi
Camila: Cuando me encontré con Eva Sangiorgi en un café del exDF, no pude
más que emocionarme por el hecho de reunir a personas que escribieran sobre
Ignacio. Las personas que aquí escriben han sido propuestas por él mismo,
por lo que nos ha acompañado codo a codo en la realización de este libro,
con la vergüenza sensata de quien no quiere vanagloriarse ni autoelogiarse,
y más bien con la solidaridad de compartir y pensar con nosotras lo que es
el cine. Eva me propuso hacer el libro con la intención de dar a conocer el
cine de Ignacio en México, en Latinoamérica, en todo el mundo, incluso en
Chile, donde adolecemos de no conocernos a nosotros mismos y donde la
distancia entre la gente y el cine es cada vez más amplia con los éxitos de
taquilla de las grandes multisalas y la profunda cultura “agringada” que se
apodera de nuestra cotidianidad. O quizá, si intento descentrarme entre los
límites de la cordillera de los Andes y el Pacífico, la geografía austral de Chile,
sea algo que sucede en todas partes, a través del olvido de la inmediatez de
nuestros tiempos.
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Camila José Donoso • Eva Sangiorgi
a través de una búsqueda que nunca tiene descanso, una vida entera hecha
de momentos íntimos y de encuentros del oficio. Ignacio nunca deja de
cuestionarse sobre lo que está haciendo. En su ejercicio crítico a través de
la cámara, el cine está en el proceso y es un evento compartido. Me pareció
inspirador.
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Introducción. Nota editorial
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Nunca subí el Provincia
Ignacio Agüero
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Ignacio Agüero
pasado con la plata del premio Prince Klaus. Aun así, como dice en sus
cartas Alejandra Moffat, Raúl Ruiz sale hasta en la sopa.
El otro día (no la película), en una exhibición de Como me da la gana II,
en la conversación con el público dije que no entendía cómo me había de
morado tanto, cómo habían pasado tantos años para que se me ocurriera
preguntarme acerca de lo propiamente cinematográfico y hacer una pelícu
la con eso, pues se trata de una pregunta básica. Carlos Pérez, filósofo, quien
presentó la película, respondió que era imposible haberla hecho antes, que
tenían que haber pasado los años y las películas, y los hechos para pensar
con eso una estructura de tiempo, un montaje sobre el tiempo, con el dis
positivo del cine. Que la película era eso: el trabajo sobre el tiempo en cada
una de sus imágenes, planos y asociaciones. Y no por nada la primera imagen
de la película es de otro tiempo y de otra película, la primera que hice. Tam
bién es cierto que era imposible haberla hecho sin haber conocido antes a
Ruiz.
Es muy difícil transmitir la realidad de los momentos en torno a mi
primera película, No olvidar, más conocida como la película de Lonquén.
Mejor ni intentarlo. El vacío, la orfandad, el miedo, el olor a muertos, el olor
de las bestias en el aire, todo el tiempo lo contrario a la poesía por todas
partes, y al mismo tiempo la vida cotidiana fluyendo y, por sobre todo, la
necesidad de hacerla. Y tener con quien hacerla. En los créditos aparece
que la película fue realizada por el Grupo Memoria. Pero habría que agregar
hoy los nombres que en ese tiempo había que ocultar, completar los créditos
con los nombres del director de fotografía y del sonidista, del montajista,
del narrador, y una lista larga de agradecimientos, incluyendo al dueño de
la cámara, a quien se la tomaba a escondidas, sin su permiso, durante los
fines de semana, y que cuando lo supo, mucho tiempo después, se alegró.
En esos días también eran muy importantes los encuentros en casa de
Alicia Vega. Ella invitaba regularmente a ver películas en 16 mm. La casa era
hermosísima, y buenas las conversaciones entre sus amigos, todos mayores.
No sólo eran buenas las películas. Lo mejor, la comida. Pequeñas fiestas en
medio del infierno. Ahí vimos todo el nuevo cine alemán y el cine francés
desde Renoir en adelante. Desde la gran distancia de hoy aparece muy claro
que Alicia, los encuentros en su casa y los efectuados en casa de Lotty Ros
enfeld con el grupo cada y sus colaboradores en torno a sus acciones, fue lo
que nos salvó, nos permitió respirar y hacer.
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Nunca subí el Provincia
Mientras aquí a duras penas hacía una película de 30 minutos, los ci
neastas chilenos, casi todos en el exilio, hacían una tras otra sin que supié
ramos nada de las mismas. Mucho tiempo después me interesó esta figura
de un cineasta solitario que hacía su primera película en el infierno, en el
sitio mismo del crimen, como material para otra película, con el que escribí
un guión. Basada en hechos casi totalmente reales es la historia de un ci
neasta joven chileno que consigue viajar para terminar su primera película
en París, semiclandestina, firmándola con otro nombre, y que a la vuelta de
una esquina ve pasar a Raúl Ruiz con su séquito de colaboradores mientras
los escucha hablar de La hipótesis del cuadro robado. Ruiz haciendo una pe
lícula sobre Klossowski y el joven cineasta atrapado en una película de
muertos en la dictadura. En su primer viaje fuera de Chile, a su perplejidad
ante los crímenes de la dictadura se le agregaba la perplejidad ante el mun
do, que está en Europa, en una esquina por donde pasa Ruiz. El cineasta,
anonadado, recién llegado a París, se queda en esa esquina pensando, y eso
es la película. Todavía me gustaría hacerla. Cuando la presenté a los fondos,
no ganó. Ahora pienso que debí contarle esto a Ruiz.
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Ignacio Agüero
Mucho antes hubo otro guión: “El día que el hombre llegó a la luna”,
basado también en hechos casi totalmente reales. También había un cineas
ta joven que tenía un amigo en el campo, un campesino, asalariado. Viene
el golpe militar y a su amigo lo detienen y lo fusilan. Pero cuando va a ver
a su mujer su amigo lo está mirando por una ranura desde el entretecho. Lo
fusilaron pero no murió, se hizo el muerto, escapó y llegó a esconderse a su
casa. Un día su amigo lo manda a llamar para contarle su historia. Es la
historia de un campesino que pasa de ser casi un animal a un hombre con
plena conciencia de sí mismo y del mundo, dirigente de la reforma agraria
que paraliza toda la provincia de Santiago con las tomas de fundos. Cuando,
presionado por el gobierno, debe tomar la decisión de continuar la toma o
deponerla, sube a reflexionar al cerro de su infancia, de noche. Desde ahí se
ven las fogatas de los campos en toma y al mismo tiempo, en el cielo, la
Luna. Es el 20 de julio. Por su radio de pilas escucha que alguien dice: “Es
un paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. En ese mismo
momento Neil Armstrong está caminando sobre la Luna. Tal como Gavino
en Padre Padrone, este campesino también tuvo que alejarse de su padre para
crecer. Esta película de los hermanos Taviani, que había visto hacía muy
poco, invitado por Alicia Vega, me acompañó durante la escritura del guión
y me marcó hasta hoy. Alcanzamos a conversar con un financista que le
gustaba el cine y también le agradó el guión. Pero nunca firmó el cheque.
Durante la dictadura no era fácil filmar tomas de fundos.
Mientras pensaba mis películas de ficción hice documentales. Fui des
cubriendo lo que era hacer un documental y su forma me fue fascinando.
Siempre trabajé con el mismo montajista: Fernando Valenzuela, desde No
olvidar hasta Sueños de hielo, incluyendo Como me da la gana y Cien niños
esperando un tren. Es mucho tiempo pero son sólo cuatro películas. Con
Fernando trabajábamos muy bien. Para mí era un gran apoyo. Cada pelícu
la era muy distinta de la otra, pero Fernando detectaba su forma de inme
diato y era muy rápido, y al mismo tiempo audaz. Era egresado del Centro
Experimental de Roma. Empecé a trabajar con él en la moviola a su cargo
en Cinecittá, en el montaje de No olvidar que yo había comenzado en Chile
y que terminamos en Roma después de una peripecia verdaderamente an
gustiante que no es el momento de contar. Después vienen las películas que
monté con Sophie, desde Aquí se construye (o ya no existe el lugar donde nací).
Pero no voy a pasar revista por la historia de mis películas.
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Nunca subí el Provincia
Más o menos por ese tiempo escribí otro guión de ficción que tampoco
se filmó. ¿Será que en mi caso la ficción se escribe y el documental se hace?
Se me ocurre que a estas alturas podría invertir la ecuación: escribir docu
mentales y hacer ficciones. Pero la mejor ecuación es sin duda hacer las dos
cosas. Se llamó La deriva de Renée y también me gustaría mucho hacerla hoy.
No la voy a contar pero sí puedo decir que una característica de ese guión,
que todavía hoy me encanta, fue su método de escritura. Me propuse no
inventar nada (casi nada) sino observar durante un tiempo lo que veía y
escuchaba, y armar con eso una historia. Aparecieron varias historias cen
tradas en una familia que generaba muchas relaciones y todas eran más o
menos delictivas, completamente antisistema. Todos los personajes son
calcados de personas que conozco. Y los hechos que se narran son también
tomados de la realidad. Sin embargo, parece una película irreal, y en ello está
su belleza. Aparece muy protagónicamente, entre otros, mi amigo Juan Cas
tillo y su obra. Juan me acompaña desde la realización de mi primera pelí
Agüero con Alicia Vega y el afiche de Cien niños esperando un tren. Foto: © Isabel Valenzuela.
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Ignacio Agüero
Agüero con niños del Taller de cine de Cien niños esperando un tren. Foto: © Isabel Valenzuela.
cula, cuando íbamos los dos solos a filmar a los hornos de Lonquén, que era
como “meterse en la boca del lobo”. La he postulado varias veces a los
fondos y realmente no puedo entender cómo no ha ganado. He escrito varios
guiones más que no se han hecho, pero tampoco voy a pasar revista por
todos ellos.
Me gustaría poder destinar todo el tiempo a escribir y hacer películas, y
mucho más tiempo a ver películas. ¿Cómo hacerlo? Recién acordé con una
amiga —que quiere lo mismo y como yo tiene muchos proyectos que no han
obtenido los fondos— jugar todas las semanas a la lotería; y establecimos
un sistema de reparto en el caso de que cualquiera de los dos gane. Pero hay un
problema: si ganamos, podría dejar de dar clases; y al poder dedicarle todo
el tiempo a la escritura y realización, tendría que dejar de hacer otras cosas
que también me interesan. Las clases de taller en el máster en cine documen
tal en la universidad me hacen muy bien y me gusta impartirlas. Y dedico
tiempo en avanzar, junto con otros cineastas y profesores, hacia el diseño de
un plan de introducción del cine que permita a los niños y jóvenes de todas
las escuelas de Chile tener una relación con el cine, viendo y haciendo pe
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Nunca subí el Provincia
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El Provincia es un cerro precordillerano ubicado en la zona oriental de Santiago de Chile y muy
visitado por los montañistas capitalinos.
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Historias de encuentros y de cine
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El maestro involuntario
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Raúl Camargo
una vez que egresara la última generación que inició sus estudios en plena
dictadura militar de Pinochet. Clave para su enseñanza será la profesora
Alicia Vega, que se volvería una persona fundamental en su filmografía.
Pues bien, entre la certeza de la desaparición de la escuela en un país de
desaparecidos, y la voluntad de hacer algo para combatir el olvido, Agüero
realizó sus primeros trabajos fílmicos en un Chile donde el horror de la
violación a los derechos humanos convivía con una incipiente sociedad de
consumo incentivada desde una industria publicitaria que se transformó en
la verdadera escuela de aprendizaje de los cineastas chilenos. Agüero se dio
cuenta tempranamente del nivel de esquizofrenia que eso significaba, con
directores que por una parte asentaban el nuevo modelo económico con su
trabajo de piezas audiovisuales para distintas marcas, y por otra la necesidad
artística y política de expresarse a través del cine y/o denunciar el país que
se vivía bajo la dictadura de Augusto Pinochet.
La lógica inicial del novel cineasta era construir su relato con base en
imágenes centrales que resumieran y diesen sentido al sinsentido reinante. Y
para su primera película esta imagen fue la de una marcha de familiares de
detenidos desaparecidos, haciendo una romería hasta el lugar donde final
mente sus cuerpos fueron encontrados. Esa imagen, la de una familia mar
chando en sentido inverso a la marcha del país (un nuevo Chile líder
económico, de altos edificios y sueños comprados con tarjetas de crédito)
hasta llegar a un lugar dinamitado para borrar las huellas del horrendo crimen,
fue para el cineasta una fuerte impresión, al grado de que se sintió en la obli
gación de hacer una película. Pero, ¿como hacerla en plena dictadura militar?
La fórmula ideada fue la siguiente: seguir con su trabajo publicitario de
lunes a viernes, como el más común de los empleados, para luego trabajar
de manera clandestina en su interés por dejar testimonio del Chile que se
vivía y que no se difundía en las noticias. A escondidas de su jefe, toma los
equipos de filmación los fines de semana y comienza a registrar los hornos
de Lonquén, en donde habían sido encontrados los restos de estos detenidos
desaparecidos, concediendo espacio a los familiares para dar su testimonio
y filmando aquella marcha en donde los deudos caminaban portando las
imágenes de los rostros de sus muertos. El resultado de estas filmaciones
será el documental No olvidar (1982), el cual firmará bajo el pseudónimo de
Pedro Meneses, nombre de un campesino amigo suyo asesinado en la dic
tadura, para evitar las represalias del régimen militar.
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Raúl Camargo
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El maestro involuntario
nejaba todo esto?” La figura del narrador que duda, que no maneja toda la
información y cuyo camino no es seguro, es un quiebre notable a la tradición
del relato occidental. Película secreta y fascinante, Sueños de hielo es el triun
fo de lo cinematográfico sobre lo publicitario, de un filme por encargo, y una
apuesta por el naufragio antes llegar a su destino final.
Luego de esa aventura, Agüero realizará dos particulares sinfonías urba
nas, pero no desde la lógica épica, sino desde el punto de vista de aquellas
comunidades que desaparecen sin darnos cuenta, tanto los anónimos obre
ros de la construcción personificados en la figura de un profesor universita
rio que ve cómo su propia historia va acabando ante sus ojos (Aquí se
construye, 2000), como un pueblo en donde el tren ya no se detiene, que
dará paso a mostrar cómo el propio pueblo construye el relato de su historia
(La mamá de mi abuela le contó a mi abuela, 2014). Así, la forma de contar
una historia se establece con base en historias que parecen mínimas, pero
que denotan complejos procesos no visibles.
El retorno a la democracia no significará el olvido del trabajo de resis
tencia iniciado con el pseudónimo de Pedro Meneses. Agüero evidenciará la
complicidad con la dictadura por parte del medio periodístico más podero
so de Chile: El Mercurio. Con El diario de Agustín (2008) pone de manifies
to su propio compromiso, tanto con el cine como con el devenir de Chile, a
riesgo de padecer las mismas censuras que vivió con la dictadura, arriesgan
do su propia tranquilidad para revelar y dejar registro de lo ocurrido en este
caso.
Sin embargo, ese constante propósito de develar los procesos sociales
del país no impedirá que el cineasta chileno continúe con la experimentación
cinematográfica. Ese terreno en donde otros autores se enredan en disquisi
ciones filosóficas y estéticas, en Agüero se resuelve con una mirada simple,
como, por ejemplo, hacer una película en su casa. Lo que nace como una
anécdota de producción (la filmación de La mamá de mi abuela… que ocurría
a horas de su hogar y le impedía registrar en su casa situaciones en todo
momento y a su entera disponibilidad) se transformará en un deseo, en un
“qué ganas de hacer una película en mi propia casa”.
De este propósito de Agüero a la construcción de un universo fílmico
había un paso, y éste será El otro día (2012). “Según se sabe, en latín las
palabras inventar y descubrir son sinónimas.” Borges llevado a la práctica
por Agüero con un filme construido en su particular Aleph: su propia casa,
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Ignacio Agüero en la escuela
Naomi Orellana
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Naomi Orellana
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Ignacio Agüero en la escuela
II
El experimento Cero en Conducta
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Naomi Orellana
Durante julio, Daniel Cruz dio inicio a sus sesiones en la escuela Nueva
Collilelfu. Daniel es subdirector del Departamento de Artes Visuales de la
Universidad de Chile, y su taller La imagen sonora tuvo un enfoque desde
esta área. Un mes más tarde, sería el turno de Constanza Contreras y Nico
lás Guzmán, en la Escuela Básica Diagonal Los Castaños, donde Nicolás
grabó su primer largometraje, Si escuchas atentamente. El último en iniciar
fue el de Daniela Sabrovsky en el colegio Pedro Aguirre Cerda, y se enfocó
en la realización documental.
El buen cine opera de maneras subterráneas. Intentar entenderlo, expli
carlo, enseñarlo, nos puede llevar siempre a un peligroso reduccionismo. La
pregunta es entonces: ¿cómo transmitir a los estudiantes ese germen del cine,
más allá de los roles, del lenguaje cinematográfico, que es lo que tradicional
mente se enseña, pero que no alcanza para dar cuenta siquiera de la superficie?
Los objetivos, metodologías y el sentido de cada uno de los talleres fue
ron propuestos por los tutores, a partir de su propia mirada de lo que es el
cine. Para mí, entre otras cosas, un arte que no se deja reducir a una forma
y aún se sigue inventando.
“El taller no quiere discutir las películas ni analizarlas. Sólo pretende dejar
las en los niños. Parece simple y trataremos de que así lo sea”, fue una de las
ideas que expresó Ignacio Agüero en la propuesta de su taller.
La primera sesión de este taller se dispuso para tapar todas las ventanas
de sala con bolsas de basura que él había llevado. Días antes de que partiera
a Coyhaique nos juntamos para hacer una entrevista. Me comentó especial
mente lo de las bolsas. Me dijo que llevaba de esas “bien gruesas”, haciendo
un gesto con el índice y el pulgar.
Luego de tapar las ventanas, probarían la proyección, buscando que la
luz se enfocara sólo en el recuadro de la pantalla. El sonido también sería
revisado y ajustado, en presencia de todo el grupo, el séptimo básico de la
escuela Pedro Mansilla.
El taller se compondría de dos módulos: “Ver películas” y “Hacer una
película”.
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Ignacio Agüero en la escuela
Ver películas
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Naomi Orellana
según la entienda. Yo estoy seguro —les dijo— que se van a acordar de estas
películas.
En una reunión del proyecto coincidimos con Willy Thayer en el tema
mostrar y no hablar, o “hablar o mostrar”, propuso. Algo nos sucede, a mí
personalmente también, con hablar inmediatamente después de ver una
película. No es descartar de plano la conversación, es sólo procurar no di
seccionarla a sangre fría. Sentirla un rato. No comenzar a pensarla inmedia
tamente. La películas buenas saben más que uno. Dejémoslas hacer su
trabajo.
“Los talleristas piensan que todos los alumnos saben filmar y saben cómo se
hace una película”, señala Agüero en su propuesta.
Es bonito que Ignacio use siempre la palabra “filmar”. Para la segunda
etapa del taller “Hacer una película” sólo se les entregan algunas nociones
básicas de cómo usar bien la cámara, con el fin de que no exista la idea en
los chicos que harán algo difícil o que no conocen.
—Cada una de las películas que vieron está hecha por alguien que la
pensó, la imaginó y la hizo. Así también entonces va a ocurrir con este taller
en agosto, con una cámara igual a ésta, que es muy fácil de usar, es una muy
buena cámara —les dice Ignacio, mientras manipula una cámara del porte
de su mano.
—¿Es con nota? —pregunta uno de los chicos.
—No, el cine nunca es con nota —sentencia Ignacio con seriedad e in
mediatamente vuelve a sonreír—. Van a hacer tres tomas cada uno, y cada
toma de un minuto. El sábado les llevamos las cámaras a sus casas. Servicio
a domicilio —bromea en serio.
Ignacio y Alejandro (ayudante del taller) recorren en un auto la pequeña
ciudad del sur austral, con un mapa y las direcciones de los niños para ir
hasta a sus casas a dejarles la cámara. En cualquier momento llueve.
—Buenos días —saluda Ignacio.
—Buenos días —le responde un adulto que sale a abrir la puerta.
—Venimos a dejarle su cámara a Alex —indica.
Lo hacen pasar y mientras suena una ranchera de fondo, Ignacio le en
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Ignacio Agüero en la escuela
III
Alicia Vega, la maestra de Ignacio
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Naomi Orellana
Nao
Pilar Quinteros:
30 de noviembre
Me parece bacán todo! Juntémonos el sábado tipo 7 te tinca? El viernes
no puedo porque es el cumpleaños de mi mom.
Dime qué te parece.
Un abrazo y gracias por pensar en mí para este fantástico plan (Alicia
siempre usa la palabra fantástico con mucha energía).
Naomi Orellana:
30 de noviembre
¡Fantástico!
Nos vemos el sábado.
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Ignacio Agüero en la escuela
Naomi (N): En una entrevista a Alicia, que leí hace poco, ella decía que “el
arte tiene el poder de aumentar la fuerza interior necesaria para resistir la
crudeza de la vida”.1
cia-vega-duran/.
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Naomi Orellana
Pilar (P): Creo que es muy así. Porque tienes la capacidad de abstraerte.
Más que abstraerte, puedes generar distancias, ver las cosas y pensarlas.
Hacer el ejercicio de alejarse.
N: ¿Cuándo empezaste a trabajar con Alicia?
P: Estuve como seis años. El Seba partió (Sebastián Riffo, marido de
Pilar) porque era ayudante de Vilches (Eduardo Vilches, marido de Alicia
Vega) y después el mismo Vilches le dijo que Alicia estaba buscando rem
plazo porque se le había ido un monitor. Y Seba dijo que él quería [colabo
rar], y estuvo un año. Después empezamos a pololear y me invitó. Había
invitado a otra amiga pero no aguantó mucho porque Alicia es bien ruda.
N: Seguro. Hay que tener cuero de chancho.2 Es muy perfeccionista. Al
principio a mí me costó, los primeros talleres, pero después bien. ¿Cómo
eran los talleres?
P: Primero había que ordenar la sala. Alicia traía material de apoyo y daba
una instrucción en la que había que trabajar. Luego había un recreo. La pelícu
la siempre la ven después del recreo. Y después hay que hacer un dibujo de la
película. Y al final tienen que llenar una ficha. Ah bueno, y al principio del
taller les pasamos un bolsito de tela, donde guardan una carpeta que tienen
que traer cada vez que vienen al taller. Esa carpeta tiene todo el programa. Y
ellos van marcando con una calcomanía las veces que asistieron. Y te tratan
de hacer trampa, y ponen que sí vinieron, pero tú te acuerdas que no. Porque,
claro, es bacán tener todas las calcomanías. Luego tienen que llenar una ficha
donde ponen toda la información de la película que vieron: el nombre, el
autor, el año, y sale el resumen de todo lo que hicimos en ese taller. Archivan
la ficha y después se van para la casa. El taller dura como dos horas y media.
N: ¿Y ese taller lo hacían los sábados?
P: Todos los sábados. Pasara lo que pasara. Duraba como un semestre.
N: ¿En el mismo colegio?
P: Claro, todo ese tiempo, es en el mismo colegio, con los mismos niños.
Después buscaba otro. Se iba moviendo entre comunas, y siempre es en
escuelas o a veces asociado con una parroquia, como en el documental Cien
niños esperando un tren.
N: ¿Y cómo lo financia?
Chilenismo que se usa para expresar que la experiencia te hace más resistente. En otros casos,
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Ignacio Agüero en la escuela
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Asumir una actitud desafiante.
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No me importa.
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seriedad, pero es mucho juego también. Por eso hace estos ejercicios que se
asocian con el juego, con el dibujo, que es creación.
Vemos una película y después la dibujamos. Dibujamos una escena. Y
eso es crear a partir de algo que ya viste. Es crear a partir de otra creación.
El trato con los niños lo desarrollamos harto con Alicia.
N: ¿Por ejemplo?
P: Primero no tratarlos como cabros chicos. Hablarles de igual a igual.
Alicia siempre los trató como iguales. Uno no se equivoca porque es niño,
uno se equivoca porque está pajareando. No hace distinción de edad, porque
ella es superniña, como que conservó algo de esa época. Me da la sensación
de que ella se acuerda de cuando era niña.
La forma que tiene de enseñar es superinteresante. Delimita cuáles son los
márgenes en los que uno va a trabajar. Si te paso una hoja grande, tienes que
hacer un dibujo grande. Si hay que recortarla donde está la línea, recortarla
donde está la línea. Son reglas superbásicas, pero no hay un dibujo mejor que
el otro o una buena forma de dibujar o una mala. Dentro de todo, los niños
son superlibres de hacer lo que quieran. Pero creo que lo principal, que es lo
más interesante y que busca Alicia, es que los niños se asombren. Creo que es
la herramienta de educación más importante. Provoca la necesidad de saber.
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Ignacio Agüero en la escuela
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Naomi Orellana
P: Me pasaba algo con las cosas que veíamos con Alicia: que parte tanto
de lo básico, de cómo partió el cine, que es superemocionante ver que hay
gente pensando detrás. Cuando me gusta mucho una obra de arte, es porque
me imagino a la persona que la hizo, pensando. Le veo la mano. Es muy emo
cionante. Me pasa con cosas que a veces se ven muy sencillas, y con lo que
nos mostró Alicia me pasaba lo mismo. Me imaginaba a estos tipos tratando
de resolver un problema, de cómo juntar una imagen con otra, y se les ocurrió
ponerla en una película. No era necesario que ella nos hablara de todas esas
personas, uno se los podía imaginar; eso era demasiado emocionante. Y era
bueno que no lo mostrara, porque uno igual lo imaginaba y lo veía.
N: ¿Te acuerdas de una situación específica que hayas tenido, que te haya
impresionado, algo que haya pasado o haya dicho Alicia?
P: Me cuesta pensar en una sola cosa porque pienso en toda la dimensión
que inventó. Inventó todo eso, y lo siguió haciendo como por 30 años. Qué
poder. No puedo resumirlo en una sola cosa. Es mucho poder.
N: Me llama la atención la palabra “dimensión”; es como construir un
mundo.
P: Y era tanto el compromiso con ese mundo, que aunque fuesen fiestas
patrias el taller se hacía, aunque lloviera y estuviese todo Santiago inunda
do, se hacía igual. Llegábamos todos, con botas de agua; los niños sabían
que iba a haber taller. Sí o sí. Eso era increíble. No era excusa decir: “No,
es que no sabía que sí habría taller”, porque siempre había. Entonces, en ese
lugar tú sabías que ibas a encontrar a Alicia, y eso era muy bonito también.
Existía ese lugar. Se abría esa dimensión, todos los sábados en la mañana,
a las 10 en punto.
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Ignacio Agüero en la escuela
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El cine no puede enseñarse,
sólo puede experimentarse
Lorena Best
Ignacio Agüero recordaba que la primera vez que visitó Perú fue en 1970, en un
viaje mochilero en el que recorrió Arequipa y Cusco. Contó que se quedó a dor-
mir durante tres noches en la ciudadela de Machupichu, cobijado entre los
muros de piedra del recinto. Recordaba la noche de luna llena en las alturas, la
lluvia persistente y, sobre todo, un vasto silencio. Por la mañana llegaba el tren
cargado de turistas, y uno de esos días llegó un hombre vestido impecablemente
con un terno blanco, sombrero y bastón. Era como si Peter O’Toole se hubiera
escapado de una película para recorrer Machupichu.
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Lorena Best
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El cine no puede enseñarse, sólo puede experimentarse
ceso. En ese sentido, por más que una película esté terminada, siempre es
el estado de un proceso, de un modo de hacer cine. Regresemos a la imagen
en el cine, ésta es material y concreta, y nace de la realidad, pero construye
otra realidad. Sobre todo se vale por sí misma. Desprecio la imagen cuando
la uso para un propósito determinado, cuando la uso para servir a una his
toria previa o para decir algo. Con este pensamiento Ignacio nos invitó a
salir de la dualidad imagen-representación. De esta manera, la imagen deja
de tener la función de representar algo y se convierte en una posibilidad para
explorar la complejidad del mundo. Así, la imagen creada por el cine es un
enunciado en sí mismo que tiene el potencial de desplegarse infinitamente,
como infinitos son los significados que podemos atribuirle. Luego de algunas
intervenciones, Ignacio deja que sean las imágenes las que tomen el espacio
y colmen el encuentro; proyecta los primeros minutos de su película El otro
día. Me quedo con la luz del sol como una celebración de la vida en el espa
cio, la luz que proyecta sombras móviles en los rincones de su casa y con
esa misma luz que “mágicamente” ilumina como un reflector la antigua
fotografía de los padres de Ignacio.
Sobre la luz
La luz que solamente es luz
Cuando ilumina una cosa
No es la luz verdadera. La luz
Que pasa velozmente y no deja sombra
Que todo lo sostiene y lo anima
Es quizás la luz divina. Pero la luz
De que hablo es otra luz
Hundida en mi memoria como un anillo de oro
En la espesura. Es una luz que brilla
Muy rara vez en la vida
Que no tiene peso ni medida
Pero que convierte el corazón
En una estrella
Una luz que no se explica que no
Se explica que improvisadamente aclara
Todo lo que existe
Como si fuera un espejo
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El cine no puede enseñarse, sólo puede experimentarse
berbio que todo lo controla y deja a las imágenes de lado, restándoles ambi
güedad y la posibilidad de desplegarse. Por otro lado, es muy posible que al
tener que responder a esa “necesidad de decir algo” con imágenes casi
siempre estemos al límite del cliché o que directamente elaboremos imáge
nes cliché. Ignacio nos ayudó a ver algo que es real: sucede que todo lo que
pensamos o escribimos es un cliché de lo establecido. Entonces, ¿cómo
evitar el cliché? Trabajando con placer y sorpresa permanentes, sobre nues
tra materialidad, con nuestra forma, que es la imagen.
“Tener conciencia de que el trabajo de la imagen puede ser un trabajo
de descubrimiento y exploración de las imágenes, en el cual el mismo artis
ta se sorprende con lo que va encontrando”, nos dijo Ignacio en su charla
en Lima. Así, el cine te da el espacio para pensar, recordar, asociar, indagar,
extraviar. La imagen te va llevando por esos caminos y el autor va perdiendo
centralidad. Entonces, ¿hay necesidad de decir algo en el cine? Ignacio cree
que no. Más bien hay que confiar en la imagen y en el pensamiento que el
cine crea en nosotros, que es una forma bastante concreta de pensar. Pues
es distinto pensar con palabras que pensar con imágenes. Sabemos que
existe lenguaje sin palabras, está el lenguaje de los sueños, está el lenguaje
de los bebés antes de que dominen la palabra. Ellos asocian las imágenes
con el sonido, el olor, el tacto. También está el lenguaje del mito, que no
siempre usa las palabras. En este instante me detengo e intuyo que hace
algún tiempo leí un fragmento sobre el lenguaje e inmediatamente lo busco.
Lo encuentro:
Falto de luz, mi lenguaje se detiene donde comienza la vida real. Tales son las
movedizas fronteras que separan la mixtificación escrita de la verdad pura,
desnuda. Los antiguos peruanos, que nada sabían de las letras, no conocían la
mentira ni el subterfugio. No conocían la literatura. En el lenguaje oral, fluido,
materialmente inestable, mentir, tergiversar, alterar, no eran sino crear, trans
figurar, descubrir. Lenguaje y lengua puras, generadores del mito.
Ignacio nos pide que volvamos a ver otro fragmento de El otro día. Luego
comenta el proceso de la película. Él ejercita su mirada, va probando cómo
mira. Avanza y retrocede elaborando imágenes e ideas. La película está hecha
55
Lorena Best
por asociaciones de imágenes que, por ser ambiguas, tienen una rendija
abierta por donde el espectador puede entrar. Estas asociaciones en la pelí
cula provocan distintos pensamientos y emociones en uno. La película es su
propio dispositivo. En el caso de El otro día la imagen concepto es la puerta
de la casa: hacia el interior significa el universo de adentro y hacia el exterior,
significa el universo de afuera, de la ciudad. Sin embargo, lo rico de hacer
una película es que nunca tenemos certezas sobre ella; el dispositivo se va
poniendo a prueba mientras se va haciendo la película. Entonces se pregun
ta: ¿qué es lo que hace que un dispositivo resulte? Que la película vaya lo
grando densidad. Que la imagen, a medida que avanza la película, vaya
cargándose de sentido, y la densidad se hace mayor. Y esto se siente en el
proceso, pues hacer una película es una oportunidad de sentir que se des
cubre, de experimentar, de sentir entusiasmo y curiosidad. Si esto no se da,
es que algo no está funcionando. Si uno se aburre al hacer una película y no
la siente, tal vez no hay que hacerla. Eso sí, una película siempre será un
aprendizaje. Y con ganas de seguir aprendiendo, experimentando, jugando,
conversando y preocupándose por lo que es el cine.
Ignacio Agüero nos presentó su última película, Como me da la gana II.
De esta producción me quedo con las imágenes de su archivo familiar, de su
pequeño hijo mirando, contemplando la vida como se contempla a temprana
edad, y la de la niña en uno de los talleres de Alicia Vega. El rostro fascinado
de esa pequeña mirando una película, mientras las luces de las imágenes se
reflejan en su rostro y en su mirada (y nada, ni siquiera las atractivas panta
llas del celular, la distraen de su fascinación). Tal vez eso sea para mí lo ci
nematográfico.
56
El cine no puede enseñarse, sólo puede experimentarse
PD: Y qué hacemos con la frase de Glauber Rocha: “Una cámara en la mano
y una idea en la cabeza”. Tal vez Glauber se refería a la idea como pensa
miento, como imagen, como despliegue en el espacio y tiempo. Sobre todo
él, que ha sido un delirante creador de imágenes en el cine.
57
Relaciones y reflexiones
Oskar Alegría
60
El mar de Drake y la imagen
de Chile antitropical
Camila José Donoso
Introducción
En los apartados que integran este texto están incluidas las lecturas, relaciones
y reflexiones de dos cineastas, Ignacio Agüero y yo, que por el azar, entre los
viajes y los encuentros, se hicieron amigos.
Nací en 1988, unos días después del plebiscito que destituyó a Pinochet y
puso fin a su sangrienta dictadura. A finales de los ochenta, Ignacio había
hecho varias películas (No olvidar, Cien niños esperando un tren, Como me da
la gana, además de trabajar en la campaña del No, entre otros). Me ha pasa-
do que Ignacio me cuenta cosas (sobre sus películas, sobre su vida) y pien-
so que yo tenía apenas cinco años cuando algunas ocurrieron. Hace unos
meses, cuando me regaló el libro de Alain Bergala, La hipótesis del cine, el
cual no conocía, me dijo: “No te preocupes, yo lo conocí cuando tenía cin-
cuenta años”.
Cuando me invitaron a realizar este libro y escribir de Ignacio, hice varias
cosas, aunque dos fueron las principales: recuperé escritos de mi celular,
como son los apuntes de viajes, en lugares donde compartí con Ignacio y en
otros donde no, e intenté escribir por qué he sentido este magnetismo, pri-
mero por su cine y luego hacía él. Por ello, el primer apartado de este escri-
to se titula “En la casa de Ignacio”, lugar en donde recuerdo algunos
fragmentos del último taller de Alicia Vega, al cual él me invitó.
61
Camila José Donoso
En la casa de Ignacio
62
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
subjetivo, que pierde los sentidos del tiempo y del espacio. Cuando comen-
cé a ver las películas de Ignacio con el orden del azar de irlo conociendo,
encontré evidentemente muchas cosas que me acercaron primero a las per-
sonas que él retrató, como Alicia Vega, las mujeres de Lonquén, los niños y
niñas en Cien niños esperando un tren y un sinfín de retratos y rostros, mira-
das que se me quedaron marcadas, imágenes que jamás olvidaré y personas
que amé mientras corría el metraje.
Luego conocí a Ignacio y nos reuníamos con mayor frecuencia con la
“excusa” de hacer la retrospectiva de su obra en la Cineteca de México, y digo
“excusa” no por el hecho de que nos haya parecido maravilloso hacerlo, sino
porque creo que había algo más espontáneo y magnético que sucedió: la amis-
tad. Así, este mapa entrecortado y bello que es conocer a alguien sin saber
mucho de la persona, y simplemente descubrirla poco a poco, con la curiosi-
dad que eso significa, ha motivado estos textos y mi participación en este libro.
Viendo el recorrido de Ignacio en estos últimos tres años, es impresio-
nante cómo promueve (lo digo por el tiempo y la energía invertida) proyec-
tos que intentan llevar el cine a niños y niñas durante su proceso educativo;
actividad que podemos comprobar desde la realización de Cien niños espe-
rando un tren hasta Como me da la gana II, donde grabó el último taller que
realizó Alicia Vega, en la comuna de Recoleta.
Recuerdo que era invierno y hacía mucho frío. El taller partía temprano
y, digamos, era “lejos” del centro, y nunca había ido por ahí desde las peri-
ferias donde me movía. Cuando llegué, Ignacio estaba filmando con un
equipo básico: una grúa movía un auto a las afueras del colegio donde se
desarrollaba el taller; era sábado, cuando no hay clases y se respira en el
barrio una cierta tranquilidad que evita el estrés semanal. Luego entramos
a la escuela vacía y cruzamos una pequeña cancha de futbol hasta llegar a
un gran salón construido de ladrillos. Estudié cuando era niña en una es-
cuela pública parecida a ésta, pero claro, no tuvimos la oportunidad de que
alguien como Alicia llegará a enseñarnos, y lo más lindo, de forma tan com-
prometida y atenta. Junto con su esposo, Eduardo Vilches, quien además es
un gran artista, llegaba con todos los implementos necesarios para fabricar
los más variados inventos del cine de mediados del siglo xix: el zoótropo, el
traumatropo, el libro mágico, el mismo cinematógrafo, un metraje comple-
to de distintos frames dibujados por cada niño y niña. Ignacio grabó eso con
detalle; las imágenes que los niños dibujaron estaban colgadas con mucha
63
Camila José Donoso
Fotograma de No olvidar.
prolijidad y cuidado para integrar la exposición final del taller con los tra-
bajos realizados. Fue emocionante caminar por esa sala rodeada de niños y
niñas jugando con objetos cinematográficos. Ver sus imágenes era recordar
en vivo Cien niños esperando un tren y ver nuevamente los dibujos de las
protestas. Sí, más de 30 años han pasado entre la película y este último taller.
La imaginación de los niños se había nutrido de películas comerciales de
balazos y cuanto efecto especial puede ofrecer una multisala cinematográfi-
ca. Los dibujos muestran una batalla, digamos más tecnológica (las bombas
molotov son remplazadas por rayos láser), aunque la lucha seguía siendo en
la calle, con barricadas y helicópteros sobre la población.1
También estaban en la exposición los artefactos que los niños constru-
yeron. Ignacio filmó todo lo ocurrido durante ese día y, como se ve en sus
películas, de manera poco invasiva. Me impresionó ver a Alicia en acción,
con una agilidad y energía que ya la hubiera querido yo y cualquiera. No se
sentó durante toda la mañana. Estuvo con cada niño y niña, y sus familiares
En Chile se dice población a los barrios más populares, que normalmente rodean el centro de
1
64
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
Alicia Vega comenzó en 1985 su primer taller para niños y niñas en Huamachuco. Ignacio, en su
2
película Como me da la gana II, va tirando, una tras otra, las evaluaciones que Alicia ha escrito tras
terminar cada año su labor. Esta acumulación de escritos, encuadernados e impresos, es una forma
impresionante de ver su trabajo (serio, responsable y constante) durante 30 años exactos.
65
Camila José Donoso
Una transficción3
Desde nuestra localidad en el fin del mundo, en una angosta tierra en des-
censo hacia la Antártica, se encuentra un cineasta sencillo que vive en un
barrio a medio destruir, me refiero a Providencia y la casa que inspiró El otro
día. Esa casa es como un oasis dentro de la urbanidad destructiva y ascen-
dente de toda capital que debe crecer. Ir a esa casa siempre significa disfru-
tar de una tranquilidad de oasis, entre el jardín estilo colonial, la cocina y
los libros. Con Ignacio conversamos de muchas cosas, con la fragilidad de
dos despistados que vagabundean entre los recuerdos y las cosas que han
sucedido. Creo que muchos han sido parte de este diálogo abierto y fraterno
que entrega Ignacio, muchos han tocado su puerta, como las personas que
filmó en El otro día, la mayoría provenientes de otros barrios para pedir al-
guna ayuda, o eran trabajadores de la zona desde hace mucho tiempo (como
Más que querer encasillar nuevamente o reducir la experimentación a una metodología que se
3
copia y multiplica, lo que la transficción quiere es entender el cine como un universo único e
irrepetible, donde finalmente crear es descubrir una forma particular de hacer. La transficción
intenta reflexionar críticamente acerca de nuestro quehacer (con todos los privilegios que sig-
nifican dedicarse a la realización de películas, sobre todo donde la palabra industria y mercado
están sobrevaloradas).
Cuando impartí la cátedra Transficciones en la Universidad de Chile, en el máster de documen-
4
tal que coordina Ignacio, llegaba de vivir casi medio año en México. En ese tiempo, me encon-
tré con los textos de Pasolini en una recopilación realizada por la unam llamada Cinema, el cine
como semiología de la realidad. Aquí Pasolini se pregunta muchas cosas acerca de cómo pensar
una gramática propia del cine, entre otras plantea la pregunta acerca de qué es lo cinematográ-
fico (como Ignacio en Como me da la gana II).
66
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
67
Camila José Donoso
El Mar de Drake está ubicado en plena Antártica. Cercano al extremo sur de la Patagonia, próxi-
5
mo a Cabo de Hornos. En estos mares de corrientes y olas que superan fácilmente los cuatro
metros, se junta el Pacífico con el Atlántico, en la curva del fin del mapa (literalmente).
68
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
69
Camila José Donoso
70
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
71
Camila José Donoso
Todos los años hay primavera, es el único consuelo respecto al invierno que
termina.
El invierno santiaguino de estos años esconde la cordillera de Los Andes,
la referencia principal de la ciudad. Ignacio siempre me comentó que antes la
cordillera se veía más. Cuando llueve, el “virus” de la contaminación se
desvanece, aparece la cordillera alta y nevada, majestuosa, que sólo una
clase conoce. Cuando veo una película de Ignacio hay un Santiago que no
conozco, que desapareció como se ve en Aquí se construye.
Santiago (octubre)
“Me siento cada vez más joven”, me dijo entre algún vaso de vino compar-
tido. Cuando se desarma la propia construcción de la adultez, y sobre todo
en una sociedad como la nuestra, en un país donde el lema fue “quedarse en
la casa viendo tele”, comenta Ignacio, recordando los tiempos de la dictadu-
ra chilena, claramente sentirse joven a la edad que se tenga después de
medio siglo, es una novedad.
72
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
¿Cómo se podía rebelar una persona en aquellos años, sin morir o exi-
liarse? Cómo algo que algunos quieren creer sucedió hace mucho tiempo,
sigue doliendo y estrujando la vida de los que se quedaron en Chile, de las
familias de los que murieron y desaparecieron.
Agradezco a Ignacio por filmar No olvidar.
Fotograma de No olvidar.
73
Camila José Donoso
Arica (julio)
En Transfrontera8 conocimos a Delia, una joven del lago Titicaca. Delia filma
de manera increíble y alucinante. Tomaba la cámara sin nivelarla, chueca,
torcida y al revés (en sentido vertical) y con un gran ojo en los detalles de
la naturaleza. En Arica filmó el reflejo de las aguas de las fuentes en la plaza
principal, el agua acumulada del mar entre la carretera y las líneas del tren
que unen Tacna y Arica. Los barcos en un zoom que se cruzan y salen de
cuadro. La resolución de la cámara casera hi8 hace que el agua vibre, y esa
vibración se siente con el pulso de la mano que filma, la mano de Delia. Lo
que un mal profesor o tallerista hubiese hecho, y lo he visto y vivido, sería
corregir el hecho de “tomar mal la cámara”. En las escuelas de cine enseñan
incluso cómo se toma una cámara (en sentido horizontal, y no puede estar
ladeada; eso significa que no sabes usar un trípode); se enseña una forma de
encuadrar, y eso es finalmente una forma de mirar. Cuando vi a Delia fil-
mando recordé a las personas que suelen comentar con ese tono del profe-
sionalismo chileno posterior a los noventa tan terrible de la “especialización”:
“El cuadro está desnivelado, la cámara está ladeada”; en fin, tantas correc-
ciones arbitrarias que se pueden hacer.
Mientras Delia filmaba el mar y las fiestas, Ignacio trabajaba junto con
dos mujeres feministas del grupo Mujeres Creando de Bolivia. Ambas veían
el mar por primera vez, e Ignacio un día les dijo, y que creo que fue el primer
paso para que quedaran encantadas con él: “No es el mar, es la mar, la mar,
en femenino”. Ignacio estaba muy involucrado con el pensamiento pragmá-
tico, que en ocasiones puede ser explicar el feminismo a otros. Las chicas
nunca habían conocido a un hombre tan admirable como Ignacio, me refie-
ro a alguien tan abierto y libre (un hombre transparente), sin la contamina-
ción que puede tener un director de cine. En una semana, Ignacio, Alejandra
y Danitza crearon un vínculo afectivo y colectivo. Eso es el cine.
Ignacio ha participado durante los últimos años en diferentes talleres y proyectos a lo largo de
8
74
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
Sin pudor hablan mal de los indios, de los bolivianos que al bajar al mar se
apunan9 pero a la inversa, de que siempre estarán más jodidos y que cierta
supremacía según ellos blanca —jamás mestiza— los salvó. Así también los
salvó ser hombres: quién como mi abuelo, que sin ser milico creía que era
una buena forma de progresar, de tener casa y una jubilación digna. Por
suerte él —y no sé por qué no lo hizo, quiero pensar que porque poseía una
9
Apunarse se refiere al “mal de altura”.
75
Camila José Donoso
Pichilemu (julio)
Con mi abuela, Josefina Ramírez, estoy realizando desde 2013 la película Nona, un proyecto
10
76
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
Arica-Santiago (julio)
Crucé el desierto completo, tuve dos horas y 45 minutos para mirar cómo
lo árido se iba mezclando con los deshielos de Los Andes. En el desierto una
puede ver lo valioso del agua. Lo que una línea de agua puede crear a su
alrededor.
Cuando en el Chile de los años noventa del pasado siglo se decidió partici-
par en la exposición de Sevilla (Expo 92), la cual coincidía con un aniver-
sario más del “descubrimiento de América”, se construyó “El pabellón de
Chile” para conmemorar la fecha en que Cristóbal Colón “descubría” un
nuevo continente porque, como se sabe, Colón también estaba bastante
perdido en su ruta de navegación.
Chile hizo una “valiosa” hazaña, se cuenta de manera novelesca en los
diarios de la época. El pabellón es un edificio de madera de exportación del
país, para exhibir esta materia prima transportada por toda América, al igual
77
Camila José Donoso
que los iceberg. La madera es fuerte como el bosque al cual había pertene-
cido antes de que llegaran los saqueadores (no descubridores). Trasladar
toneladas de árboles es igual a romper los glaciales, todo con el argumento
de realizar una exposición “artística” que recuerda estas recreaciones climá-
ticas al estilo de Walt Disney World. El iceberg es el atractivo principal del
pabellón, una construcción que costó 12 millones de dólares en un Chile
que recién “salía” de la pobreza de la dictadura (en los noventa ocurre la
falsa adquisición de cosas mediante los créditos de consumo, y el pago a
crédito a plazos). Con Alwyn como presidente y de la mano de un exminis-
tro de Pinochet, Fernando Léniz, y un montón de publicistas y arquitectos
nefastos, Chile arma esta exposición con la intención de proyectar la imagen
de un nuevo país.
Comenté este episodio con la crítica cultural Nelly Richard, y como ella
lo escribe en su libro Residuos y metáforas, comentamos esta nueva imagen
limpia que Chile buscaba para alejarse del cliché latinoamericano de sub-
desarrollo, de drogas, prostitución y pobreza, para mostrar un país sin dic-
taduras y sin violencia (como si fuera una campaña publicitaria de algún
producto para blanquear la ropa). El iceberg como imagen que blanquea con
su esplendor, buscaba desmarcar a Chile de un continente. Asimismo se
celebra un supuesto “éxito” gracias al desarrollo y la tecnologización que
significa la maniobra de trasladar hielos de la Antártica en barco desde real-
mente el final del mapa de América, hasta el otro lado del mundo, como dice
Ignacio, en sentido contrario a la ruta seguida por los colonizadores. Chile
traslada estos trozos de iceberg, que en Sueños de hielo tienen sonidos de
ballenas llorando o comunicándose, que reclaman su salida de la naturaleza.
El barco remolcador es uno de los más potentes, como me contó Ignacio,
capaz de arrastrar otros buques. Aparece la imagen de un barco pequeño y
fuerte moviendo la mitad de un trozo de la Antártica, en una misión que
finalizó “conforme a los requerimientos”, ejecutada por marinos aventurados
en medio de las islas más australes, donde la perspectiva del planeta es más
oblicua. Los hielos removidos y cortados son transportados en modernos
contenedores con las etiquetas de “Hielo antártico”. Comienza el proceso de
crear etiquetas de la mano de los publicistas. El proceso de la dura vía al
capitalismo profundo que se experimenta en Chile. Ignacio filmó el conte-
nedor que mantiene la temperatura glacial. En la película, cuando el director
está perdido y agobiado por la monotonía de cruzar el Pacífico de inicio a
78
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
Quiero señalar un detalle contextual: estas páginas se escribieron al son de la salsa, entre Ray
11
Barreto y los discos de Fania All Stars en mi casa de Santiago y otras de Valparaíso. Además,
cuando salía de compras mis vecinos peruanos escuchaban cumbia y la peluquería dominicana
de la esquina estaba rebosada de gente trenzando sus cabellos, mientras en la calle se escuchaba
a Romeo Santos. O sea, señores, sí somos un poco tropicales.
79
Camila José Donoso
Un regalo a Susy12
Perdón, Susy, disculpa mami.
Entre el café con piernas, el hotel y las galerías del centro.
La gente acá no sabe moverse, somos medios tiesos.
No todos.
Vi que empezaste a usar jeans y zapatillas y dejaste tus faldas y vestidos
floreados.
¿Por qué ya no delineas tus cejas como antes? Rojas e intensas. Ahora
están cafés…
Dos años entre Los Andes y la mar no son en vano, lo sé.
La calle San Antonio ha cambiado desde el 2012 hasta hoy. Mami, no te
gustaría.
Susy Payams es una amiga de República Dominicana. La conocí mientras filmaba Naomi Camp-
12
bell. Con Susy planeo filmar otra película que lleva su nombre.
80
El mar de Drake y la imagen de Chile antitropical
Afiche No olvidar
J. Balmes
81
82
Sobre la confusión y la pregunta
en la creación cinematográfica
Tiziana Panizza Montanari
Una vez escuché a alguien preguntarle a Ignacio Agüero cómo hacer para
elaborar un determinado discurso en un documental, a lo que respondió:
“Si tiene algo que decir, dígalo, no es necesario hacer una película para eso”.
Esto me hizo sentido y al mismo tiempo fue un alivio saber que se pueden
realizar películas que no sean una declaración, un argumento o una evidencia,
cuando hoy todo apunta a que hacerlas con ese sentido debería ser una de-
mostración de lucidez. Se celebra la claridad cuando probablemente se crea
más tiempo en un estado de confusión que de acertividad. Asumir esa fragi-
lidad y convertila en materia creativa fue el impulso inesperado que llevó a
Ignacio Agüero a la realización de Como me da la gana (1985):
Yo cineasta, ¿qué tengo que hacer ahora?, ¿qué debo hacer?, ¿qué quiero hacer?:
estaba confundido. Esa película es una confusión, es la respuesta o el curso a
una confusión que viene de lo siguiente: de siempre querer hacer una ficción
y haber salido recién de haber hecho un documental, No olvidar, entonces esta
película, Como me da la gana, es darle curso a esa confusión.1
1
M. Claro, M. Jure, Una perspectiva de la memoria histórica del país: los documentales de Ignacio
Agüero, tesis de licenciatura en Comunicación Social, Tiziana Panizza, Santiago, Universidad
Diego Portales, 2002.
83
Tiziana Panizza Montanari
Lo que aprendí es que se puede hacer una película con la confusión. Que una
confusión puede ser una película, que una pregunta es una película. Eso es una
respuesta, que no hace falta una historia desarrollada, que Pepito conoció a
Luchita y después qué sé yo… como en todas las estructuras clásicas de las
películas. Sino una pregunta puede tener una forma.
Lo que interesa es relacionar cosas para darle forma a la confusión. Por eso
me gusta mucho esta película, porque tiene ese contenido y esa forma, esa
solución.4
2
Rull Gurvinder, “Acute Confusional State”, patient.info. Document ID/Version/Reference, 2009,
p. 1714.
3
R. Carney, The Films of John Cassavetes: Pragmatism, Modernism, and the Movies, Cambridge,
Cambridge University Press, 1994, p. 312.
4
M. Claro, op.cit.
84
Sobre la confusión y la pregunta en la creación cinematográfica
Contra el guión
5
A. Martin, Qué es el cine contemporáneo, Santiago, Uqbar Ediciones, 2011.
6
Como lo define en “Las seis funciones del plano”.
85
Tiziana Panizza Montanari
7
M. Claro, op. cit.
8
José Román, “Raúl Ruiz: el guión lo hago al final”, en Enfoque, núm 7, diciembre de 1986, pp.
37-41.
9
Albeto Dallal (ed.), El proceso creativo, Mexico, UNAM, 2006.
10
Federico Sabatini (ed.), Sobre la escritura. James Joyce, España, Alba Editorial, 2011.
86
Sobre la confusión y la pregunta en la creación cinematográfica
11
“Contra el guión cinematográfico, una entrevista a Pedro Costa”, diario El Mundo. Consultado
en http://www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/contra_el_guion_cinematografi-
co_una_entrevista_a_pedro_costa.php#
12
Jorge Ruffinelli, El cine de Patricio Guzmán: en busca de las imágenes verdaderas, Santiago, Uqbar
Editores, 2011.
87
Tiziana Panizza Montanari
13
M Claro, op. cit.
14
Jean Luc Godard, JLG/JLG, Buenos Aires, Caja Negra Editores.
15
Tiziana Panizza, Joris Ivens en Chile: el documental entre la poesía y la crítica, Santiago, Cuarto
Propio, 2011.
88
Sobre la confusión y la pregunta en la creación cinematográfica
89
Tiziana Panizza Montanari
Conectar y vincular
90
Sobre la confusión y la pregunta en la creación cinematográfica
Bibliografía
Carney, R., The Films of John Cassavetes: Pragmatism, Modernism, and the Movies,
Cambridge, Cambridge University Press, 1994.
Claro, M., M. Jure, Una perspectiva de la memoria histórica del país: los documentales de
Ignacio Agüero, tesis de licenciatura en Comunicación Social, Tiziana Panizza,
Santiago, Universidad Diego Portales, 2002.
“Contra el guión cinematográfico, una entrevista a Pedro Costa”, diario El Mundo,
consultado en http://www.elmundo.com/portal/cultura/palabra_y_obra/contra_el_
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Dallal, Albeto (ed.), El proceso creativo, Mexico, unam, 2006.
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Román, José, “Raúl Ruiz: el guión lo hago al final”, en Enfoque, núm 7, diciembre de
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Ruffinelli, Jorge, El cine de Patricio Guzmán: en busca de las imágenes verdaderas, San-
tiago, Uqbar Editores, 2011.
Sabatini, Federico (ed.), Sobre la escritura: James Joyce, España, Alba Editorial, 2011.
91
92
Como me da la gana II.
Una poética del desvío
Elizabeth Ramírez Soto
Raúl Ruiz
Raúl Ruiz explicaba en una entrevista que, a pesar de lo que se cree, la cá-
mara es un dedo y no un ojo: “es un dedo que señala algo…‘esta cámara
aquí, muestra aquello’… El ojo reflexiona, el dedo muestra. Cuando hago
cine, mostrar es el primer gesto; después viene la reflexión. Uno muestra y
después contradice lo mostrado, porque todo es muy ambiguo… la imagen
es tan rica en elementos que siempre hay algo que contradice lo que uno
quiere comunicar” (Jurado, 2000, p. 214). Podría decirse que en Como me
da la gana II (2016) la cámara de Ignacio Agüero también es un dedo que
indica, que señala hacia dónde está lo cinematográfico, y que, como en un
juego —o un sueño— aquello que se apunta, apenas revelado, pareciese
esfumarse. Es un juego donde lo cinematográfico es, a la vez, mostrado y
ocultado. Y donde aquello que el dedo apunta está siempre fuera de campo.
Como me da la gana II ha sido presentada como una suerte de secuela de
un mediometraje del mismo nombre que el realizador dirigió en 1985. Ese
93
Elizabeth Ramírez Soto
año Agüero sale a filmar a sus colegas que se encontraban rodando diversos
proyectos en el país para conocer qué tipos de películas era posible hacer
durante la dictadura. El contexto era hostil: a pesar de las obstinadas pro-
testas callejeras que caracterizaron la década de los ochenta todavía no se
avizoraba el retorno a la democracia. El mundo audiovisual sobrevivía como
podía, escindido entre lo que ha sido llamado el exilio interior y el destierro
propiamente tal. ¿Qué películas se filman en dictadura? ¿Quiénes van a
verlas? ¿Tiene sentido todo esto? Ésas son algunas de las preguntas que
llevaron a Agüero a interrumpir, literalmente, los rodajes que sus compañe-
ros llevaban a cabo en el Chile dictatorial. Andrés Racz (filmando Dulce
patria), Juan Francisco Vargas (trabajando en Santiago blues) y Tatiana Ga-
viola (realizando Machalí 1951: Fragmentos de una historia) son algunos de
los directores entrevistados mientras rodaban sus proyectos documentales
o de ficción, en cine o en video, como les diera la gana y a pesar de todo.
En su crítica a esta primera Como me da la gana (1986) publicada en la
revista Enfoque, el crítico de cine José Román nota ciertas “vacilaciones” y
“vacíos” por parte de los realizadores al responder las preguntas planteadas
por el documentalista (Román, 1986). Estos balbuceos son esperables, ex-
Como me da la gana II, conversación con Marialy Rivas. Foto © Mario Díaz.
94
Como me da la gana II. Una poética del desvío
plica Román: por algo los cineastas han optado por expresarse a través de
las imágenes y no de las palabras. Treinta años más tarde, Agüero se embar-
ca en una aventura similar. O al menos eso es lo que parece. En Cómo me da
la gana II el gesto inicial es el mismo; el director vuelve a irrumpir en los
sets de rodaje de sus colegas. Pero ni el contexto de filmación, ni las condi-
ciones económicas ni materiales, ni los soportes ni los formatos, son los
mismos. Los directores a quienes Agüero aborda en su nueva película también
son otros. Hay un recambio generacional evidente. El director entrevista
ahora a una nueva camada de realizadores: Pablo Larraín, Marialy Rivas, José
Luis Torres Leiva, Alicia Scherson, Cristián Jiménez, Christopher Murray y
Niles Atallah son quienes ensayan ahora sus respuestas in situ. Es posible,
en todo caso, determinar un hilo conductor crucial en la obra del documen-
talista. Él mismo lo explicita en estos términos en el estreno de Como me da
la gana II en la Universidad de Chile: “Cuando hago No olvidar me hago la
misma pregunta que ahora, pero ahora la verbalizo. La verdad es que siem-
pre me he hecho la misma pregunta y es lo que me lleva a hacer las películas,
es: ¿dónde está el cine?” La pregunta, reformulada entonces y lanzada aho-
ra a los directores, es la siguiente: “¿qué es lo propiamente cinematográfico?”
95
Elizabeth Ramírez Soto
Ahora bien, podría decirse que la cuestión detrás de esta interrogante es más
específicamente “¿qué es el documental?”; porque como veremos, Como me
da la gana II es una puesta en escena radical de las posibilidades expresivas
infinitas del documental, que es, para Agüero, el espacio de la experimenta-
ción cinematográfica por excelencia.
En los cineastas actuales podemos advertir las mismas vacilaciones que
notaba Román en los primeros cineastas entrevistados. Después de todo, a
pesar del tono cándido y coloquial con el cual Agüero enmascara su pregun-
ta —su característica “pregunta ingenua” (De los Ríos y Donoso, 2015, pp.
103-106)—, no es sencillo, en absoluto, definir aquello que es propiamente
cinematográfico. Las respuestas ensayadas, eso sí, son ricas y diversas. Van
desde que lo cinematográfico es el “artificio” (Larraín), hasta que el cine es
un juego de “miradas” (Scherson); desde que es lo “mágico” que surge del
encuentro entre un relato y la comunidad (Murray) hasta que es aquello que
está en “en otro lado” (Rivas). O bien, como ensaya Torres Leiva (en el ro-
daje de El viento sabe que vuelvo a casa, 2016, que busca precisamente fundir
los límites entre la ficción y el documental, y el cual, no por casualidad,
protagoniza el mismo Agüero), se trata de la búsqueda de las posibilidades
del lenguaje cinematográfico, en su caso, en función de la creación de una
“atmósfera”. El cine es también aquello que surge en la respuesta pausada y
radical de Atallah, cuya exploración apunta hacia el ejercicio estilístico asu-
mido por el propio director de Como me da la gana II. Para Atallah, su película
“ya no funciona como para registrar la historia. Es tan volátil el soporte
mismo, que no es capaz de mantener una sola historia constante. Cuando
proponemos algo, siempre está al punto de ser interrumpido o corrompido
por otra idea”. El documental de Agüero, cual organismo vivo, parece ir
nutriéndose de estas respuestas espontáneas e invocar a lo largo de su bús-
queda estas múltiples concepciones del cine.
Reconociendo, precisamente, los límites de la palabra para expresar lo
propiamente cinematográfico, Agüero moviliza varias estrategias formales
para esbozar sus propias respuestas, de los que nos interesa destacar dos.
Por una parte, el énfasis en el fuera de campo, lo cual pone de relieve el rol
activo de la espectadora y su imaginación. Por otra, la resurrección de un
vasto y heterogéneo material de archivo de distinta naturaleza. Ambas le
permiten ensayar potenciales respuestas a través del desvío y la interrupción.
El director nos va revelando permanentemente el carácter artificioso de su
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Como me da la gana II. Una poética del desvío
1
Extraído de una entrevista realizada al director para la colección de documentales Viviendas al
margen 1957-1975 del Archivo Fílmico UC, donde presenta su cortometraje Aquí se construye
(1977). Esta metáfora del árbol se encuentra desarrollada también en el documental de José Luis
Torres Leiva ¿Qué historia es ésta, y cuál es su final? (2013) que registra una larga conversación
entre Agüero y Sophie França. Véase también De los Ríos y Donoso que retoman esta imagen
en su libro sobre el director (2015, pp. 142-143).
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Elizabeth Ramírez Soto
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Como me da la gana II. Una poética del desvío
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Elizabeth Ramírez Soto
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Como me da la gana II. Una poética del desvío
de las nociones de viaje y la de una estadía planificada. “Lo que hace que un
verdadero viaje sea único son los accidentes mágicos, los cambios de idea,
los descubrimientos, los prodigios inexplicables, el tiempo perdido y recu-
perado al final de la película. En un viaje organizado, en cambio, el placer
viene del respeto sádico del programa” (2013, p. 96). ¿No es acaso a parti-
cipar de este viaje mágico, plagado de accidentes y cambios de planes, inte-
rrupciones y desvíos a lo que nos invita Agüero en su propia película?
En un breve ensayo titulado “Agüero por Agüero: Pequeña autobiografía”
el documentalista entrega algunas pistas sobre su obsesión con el fuera de
campo. Aquí reconoce su casa de la infancia como una verdadera escuela
de cine (2015, pp. 17-18). Recuerda cómo estas ventanas constituían verda-
deros encuadres a través de los cuales veía el mundo pasar. El mundo (o el
cine, que finalmente parecieran ser un solo indivisible, según su relato) era
aquello que estaba más allá de esos marcos. Para el director, las personas que
atravesaban por su ventana sólo se convertían en imagen cuando ya no es-
taban dentro de su campo de visión; solamente “cuando la colegiala sale de
mi ángulo de visión, cuando ya no se ve por la ventana, se convierte en
imagen” (2015, p. 18). Agrega que “el mundo entero no era más que el es-
pacio en off de los encuadres de todas las ventanas… Así, desde mi casa,
entraba y salía de la Historia, como desde un refugio atemporal lleno de
rincones, habitaciones y secretos” (2015, pp. 18-19). No es casual entonces
que las películas caseras movilizadas por el realizador sean casi puras ven-
tanas tomadas desde el interior de espacios domésticos, ni que el fuera de
campo sea una figura a la que vuelva insistentemente. Muchas veces la in-
formación nos llega desde el espacio aural, como el espacio de la sala de
montaje que mencionábamos arriba, por ejemplo. Lo que se nos oculta con
frecuencia es poderoso, capaz de provocar fascinación, como lo demuestra
el plano sostenido por un largo tiempo en la mirada de una niña que con-
templa absorta una película que nosotros no vemos, pero que sí se nos
permite escuchar, durante una de las sesiones del Taller de cine para niños.
En “El cine como viaje clandestino”, Ruiz vuelve a la metáfora del viaje
para sostener que “toda película siempre es portadora de otra, secreta” (2013,
p. 133). Ruiz subraya el rol de la espectadora en la construcción de esta
“película secreta”, puesto que este cine secreto no sería otra cosa que una
película paralela que hacemos nosotros mismos mientras vemos las imágenes
proyectadas en la pantalla. Es una película oculta que la espectadora debe
101
Elizabeth Ramírez Soto
descubrir a través de “una doble visión” que todos somos capaces de desa-
rrollar, y que consiste sencillamente en ir más allá de la narración que se nos
muestra, enfocándonos en cambio en “el potencial simbólico y narrativo de
las imágenes y los sonidos aislados del contexto” (2013, p. 133). Ruiz de-
fiende aquí un cine que renuncie a su capacidad de narrar y encantar, “y
prefiera volverse sobre sí mismo para permitir que proliferen series de imá-
genes circulares, fueras-de-campo que exploten el déjà-vu, de modo de
pluralizar secuencias narrativas que se demuestren capaces de dar a luz una
forma inédita de narración cinematográfica, con reglas que haya que inven-
tar y una poética que descubrir” (2013, p. 135). ¿Qué es sino el deseo de
poner en relieve la existencia de esta otra película —secreta y propia— la
que manifiesta Agüero, al velarnos y mostrarnos información, al volver una
y otra vez al fuera de campo, al inventar sus propias reglas del juego?
Decíamos que es posible vislumbrar una estética de la interrupción en
Como me da la gana II. Las interrupciones son de diversa índole. Tenemos,
en primer lugar, la irrupción literal de Agüero en los sets de rodaje de las pe-
lículas de sus colegas. En segundo lugar están los múltiples finales de la pelícu
la, la que termina y comienza en tres ocasiones; es decir, hay numerosas
interrupciones en el flujo narrativo que desconciertan y obligan a la espec-
tadora a estar en alerta permanente. Existe también una interrupción a nivel
de la imagen y de la pista sonora, que está marcada, principalmente, por el
tratamiento del material de archivo que es de una heterogeneidad radical,
como señalábamos. Películas caseras en video o súper 8, trabajos anteriores
del director en 16 mm y grabaciones en teléfonos móviles se van sucediendo
en un montaje que busca hacerse visible a través de la abierta manipulación
de estos materiales: congelamientos de la imagen, cortes abruptos y saltos
del sonido y la imagen, y desajustes entre ambas pistas, por ejemplo.
El teórico Roger Odin denomina “figuras de la agresión” (Odin, 2010,
p. 53) a las características poco cuidadas o “mal hechas” (2010, p. 40) de
las películas caseras. Odin se refiere a los movimientos bruscos de cámara,
los saltos, desenfoques, en general, al ruido de la imagen, es decir, a la im-
perfección característica de este tipo de filmación familiar. Es curioso notar
que Agüero, que pareciera querer difuminar las jerarquías entre los tipos de
archivos, soportes audiovisuales y tecnologías de la imagen, utilice estas
figuras en las secuencias que no corresponden necesariamente a sus pelícu-
las caseras. Vemos cortes abruptos de una escena e incluso congelamientos
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Como me da la gana II. Una poética del desvío
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Como me da la gana II. Una poética del desvío
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Ignacio Agüero, un perfil
y tres títulos:
El arquitecto del hilo rojo / El
cómplice del frío /
Un niño esperando el tren
Oskar Alegría
Para definir a una persona muchas veces hay que alejarse, tomar distancia,
conscientes de que el máximo de kilómetros que pongamos puede posibilitar
un retrato más certero y detallado. Un maestro en la semblanza del otro en
la lejanía fue el gran antropólogo Lévi-Strauss que en varias ocasiones certi-
ficó este mismo pensamiento al hablarnos del país más alejado de su hogar,
y con ello, de su conocimiento: “Los japoneses son como la imagen misma
de nosotros mismos reflejada en un espejo”. También en Japón, Atahualpa
Yupanqui, en su maravillosa guía de viaje por el país del sol naciente, encon-
tró más respuestas a su pampa natal que en la propia Argentina. Del algarro-
bo al cerezo, que así se titula ese naravilloso librito, no es sólo un viaje
botánico y musical, es un hermanamiento entre dos naturalezas gemelas.
Pero dejemos de citar, no hagamos de este texto una casa de citas, o por
lo menos no lo hagamos en su comienzo, y hablemos de Agüero, de don
Ignacio Agüero, como nos piden en este largo perfil. Sirviéndonos de la
entrada que acabamos de hacer, trataré de definir al cineasta chileno a través
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Oskar Alegría
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Ignacio Agüero, un perfil y tres títulos: El arquitecto del hilo rojo / El cómplice del frío / Un niño esperando el tren
conjunto en nuestra fiesta del cine de aquel invierno. Aquí las notas de las
palabras dichas por Ignacio Agüero.
Y Pema Tseden, el otro púgil que vino al seminario de Punto de Vista para
ponerse frente a Ignacio Agüero y proyectar con él un cine en común, es un
escritor tibetano que reconoce honestamente haber comenzado a hacer cine
tras haber visto sólo un puñado de películas de Charlie Chaplin. Si decimos
que es un cineasta que se inventa su propio cine, sabemos que el sujeto de
109
Oskar Alegría
esta frase puede ser Pema Tseden, pero también lo podría ser su alter ego en
ello, Ignacio Agüero (aunque sea este último alguien con más cine en la
retina y mayor experiencia como espectador por circunstancias geográficas,
podríamos decir). Sea como sea, esa virginidad en el tibetano, que habita a
5 000 metros de altitud, le permite no tener muchas influencias y partir de
cero para producir un cine sin oxígeno. Como se cuenta del estilo más puro
de subir a las montañas, el que se conoce como estilo alpino, donde no hay
campamentos base, se porta todo el equipo uno mismo y se camina sin otra
ayuda extra de oxígeno que el del aire. Así su cine. El suyo es un cine que
tiene que pasar dos censuras estrictas del gobierno chino, como nos conta-
ba, la primera del guión, la segunda una vez rodada la película, y donde su
maestría consiste en esconder en aparentes ficciones el canto a su paisaje y
una crítica solapada a su desaparición. Hay militancia en una capa obliga-
damente más escondida que la que tiene el cine político de Agüero, igual
que hay un camuflaje en la obra del chileno donde se usa la poesía de los
días para ocultar el llanto por lo que se va o la injusticia de quienes lo sufren.
Entonces, ya dispuestos a establecer esos hilos rojos entre estos dos ci-
neastas, tendremos que decir que hay en ambos una imagen liberada del
relato, como gran tronco común. Son ambos dos cineastas sin guión que
improvisan y abren la puerta a la realidad cuando ésta llama con fuerza, y
ambos (resulta muy curioso) se consideran cineastas que no tienen gran cosa
que decir.
En en el chileno y en el tibetano el cine es como una Misión (con mayús-
cula), y un cine como aventura, que tan pronto relata el viaje de un bloque
de hielo que cruza el océano para ser exhibido en una exposición universal
(Sueños de hielo, en el caso de Agüero), como se detiene en la desaparición
de los últimos mastines de pastoreo en las altas praderas del Himalaya (Old
dog en el caso de Pema Tseden). Y la realidad firma muchas veces el guión
principal: en Aquí se construye del chileno hay un maravilloso duelo de mi-
radas: la mirada hacia abajo de los que llegan al nuevo barrio se contrapone
y cruza con la mirada hacia arriba del que pierde su espacio de siempre ante
el avance de la construcción-destrucción de nuevos edificios. En Old dog del
tibetano hay una oveja descarriada que nos regala el plano más largo y el más
metafórico del filme, al quedar separada de su rebaño tras una valla, por la
que no puede cruzar y reunirse de nuevo con su grey. Plano real.
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Ignacio Agüero, un perfil y tres títulos: El arquitecto del hilo rojo / El cómplice del frío / Un niño esperando el tren
• Escenas naturales
• Personajes
• Luz y sonido
• Improvisación
• Sentimiento
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Oskar Alegría
Primer hilo rojo. Dos cineastas del frío. Ambos comparten un mismo fondo
helado, donde terminan las preguntas. Sueños de hielo para Ignacio Agüero
es su película más gélida, podríamos decir. En ella narra el viaje de un iceberg
por el Atlántico, un gran bloque de hielo que se transporta para mostrarlo
en la Expo Universal de España. Y la nieve anciana de Pema Tseden, una
nieve que siempre ha estado en aquel lugar que lo vio nacer a él, a sus padres,
a sus abuelos y a sus bisabuelos... Los dos cines han tenido que escapar a la
censura y a un férreo control político. Son dos cines pegados a la memoria.
No olvidar, es el lema de Agüero. Filmar la tradición sería el de Pema.
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Ignacio Agüero, un perfil y tres títulos: El arquitecto del hilo rojo / El cómplice del frío / Un niño esperando el tren
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Oskar Alegría
Dos cineastas sin cine unidos en Pamplona por cinco hilos rojos nos dio
como resultado el advenimiento y la celebración de una nueva amistad. Pema
Tseden e Ignacio Agüero se hicieron, podemos decirlo, verdaderos amigos
en nuestra cita, cómplices del frío, y gracias al riesgo del que hablábamos al
inicio todo funcionó. Es más, Ignacio Agüero se propuso ir un día a tocar el
timbre de la casa de Pema Tseden en el Tíbet y comenzar con ello una pelí-
cula sin guión, lo que demuestra que de nuevo un cineasta como él sólo
precisa de un punto de partida, un timbre como inicio y dejarse llevar por
lo que se esconde tras la puerta. Por eso nuestro encuentro terminó en una
agradable conversación-diálogo. Pema Tseden también se aventuró a con-
tarnos sus ganas de conocer el mundo de Agüero después de haberse aso-
mado y disfrutado de su cine. Otra visita prometida con cámara en mano
para darnos un nuevo cine-sorpresa de su creación.
Nuestra labor de enlace, como embajadores de estos antípodas, se limi-
tó finalmente a entrelazar a través de esos hilos rojos dos preguntas cruzadas.
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Ignacio Agüero, un perfil y tres títulos: El arquitecto del hilo rojo / El cómplice del frío / Un niño esperando el tren
Una pregunta tibetana fue ofrecida a Ignacio Agüero y una pregunta chilena
a Pema Tseden. Nuestro festival, amante de las interrogantes sin respuesta,
les pidió a ambos lanzarse esas dudas cruzadas, pero no responderlas, claro.
Y así fue.
Nada hay más bello que llamar a alguien usando una metáfora de tu pro-
pio cine. Significa que le has dado acogida y lo has apadrinado en tu propia
familia. Ignacio Agüero abrió el fuego y calificó a Pema Tseden como un niño
esperando un tren, como los colegiales que en su fabulosa película aprenden
los primeros balbuceos del cine, y fue precisamente esa película la que más
le gustó al tibetano de la filmografía del chileno. Los niños de la película son
cien en el título original, Cien niños esperando un tren, pero tras esta nueva
adopción, con Pema Tseden pasaron a ser 101, como los dálmatas. Tras el
cumplido, la pregunta de Agüero para su compañero tibetano fue la siguien-
te: ¿Cómo sería tu cine si fuera un cine sin guión, es decir, sin tener que presen-
tar un guión obligado?
Una duda a la que Pema correspondió con la suya hacia Agüero: ¿Cómo
harías una película sin guión que pudiera pasar la censura china?
Dudas gemelas, dudas de espejo, dudas finales.
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Oskar Alegría
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Ignacio Agüero, un perfil y tres títulos: El arquitecto del hilo rojo / El cómplice del frío / Un niño esperando el tren
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Correspondencias,
recuerdos y poemas
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Alejandra Moffat escribe,
Ignacio Agüero escribe
Alejandra Moffat
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Alejandra Moffat
Febrero
Querido Ignacio
Estoy totalmente de acuerdo con Luis: tienes más cabeza que un clavo de 4.
Qué memoria de elefante y tonteras así. Un clavo de 4. Debo confesarte que
yo sólo he memorizado el teléfono de mi papá, el de la casa de Concepción
y el mío. Tres números en total. Estoy fuera de entrenamiento. Desconozco
el nombre de las calles por las que transito a diario. Tú te esfuerzas por me-
morizar los cerros de Valparaíso, ¿cuándo piensas lograrlo? La próxima vez
que vengas a México te haré una prueba exhaustiva al respecto. ¿Cómo es
Luis?, ¿cuántos años tiene?, ¿anda vestido de conserje?, ¿sabe todo de todos?
Creo que es el mejor premio que te podrían haber dado en la vida. Regalar-
te ese piropo. Los premios deberían ser escritos así, con frases contundentes;
¿te das cuenta que todo cada vez se parece más a las etiquetas de vino? Las
cosas tienen olor a, sabor a, con un dejo de, la profundidad de. Tanto len-
guaje a la basura. Iba a decir: Dios mío, ten piedad de nosotros, pero te rei-
rías de mí.
Mi próxima carta empezará así:
Querido clavo de 4,
¿Cómo se encuentra usted?, ¿alguien lo ha martillado?
Saludos cordiales,
Franagan Garmín
[...]
Tú estás en pleno verano y yo en pleno invierno. Pero como dicen aquí: fe
brero loco y marzo otro poco. En junio no puedo usar vestido por la lluvia, en
cambio ahora, hasta chalas he usado. Aquí a las chalas les dicen chanclas. A
mí me gustan los huaraches, ¿los conoces? No se ven muchas mujeres de
vestido corto en el metro y los hombres miran en exceso si uno sube las
escaleras.
[...]
Hoy fui a un restaurante ruso y me gustó mucho porque uno puede comer
puré con carne. Extraño mucho las papas de allá. También extraño el pan
amasado y la pastelera. Cada día soy más resistente al chile.
[...]
122
Alejandra Moffat escribe, Ignacio Agüero escribe
Martes 24
Querida Ale
Esta mañana, aunque bastante fría, abrí las puertas y ventanas que dan al patio,
pues el día estaba luminoso y limpio, con algunas nubes en movimiento, y entró
el aire limpiando los pulmones de la casa, y también los míos. En resumen, un
día precioso. Inmediatamente entran al living y se internan dos chincoles1 sin
ninguna timidez. Se sienten en su casa. Me siento en uno de los sofás y les hablo.
Luego se van como después de haber hecho una visita de cortesía, o como dos
primos de vacaciones que andan viajando e intruseando por la ciudad. Los pier
do de vista en el patio. No vuelan, quedan por ahí. Voy al baño del fondo. Un
movimiento en el tronco del ciruelo llama mi atención. Son los movimientos de
un pájaro carpintero, el carpinterito chileno, que sube buscando gusanos en la
madera hasta que los encuentra y se pone a picotear con su linda cabeza roja.
Picotea como un pájaro loco y suena como un martilleo apurado. No piensa más
que en comer, ¿o pensará también otras cosas?, ¿sabes que los pájaros habitan
siempre un mismo lugar?, ¿qué pájaros ves en tu barrio mexicano?
[...]
Abril
Querido Ignacio
[...]
Todos nos vamos a morir.
...
Todos deberían probar la receta de pescado que le robaste a Raúl Ruiz. Re-
cuerdo que tiene más de 10 ingredientes. Y que para prepararla, además de
los ingredientes, se necesita tiempo y un horno que caliente, ¿viste que mi
memoria va mejor?
[...]
¿Cuando vaya a Chile me invitarás a desayunar o tomar once2 a tu casa?
Quiero mermelada de guinda y huevos revueltos.
[...]
1
Pájaro copetudo de Chile, pertenece a la familia de los fringílidos; de canto melodioso y color
pardo rojizo.
2
Almuerzo.
123
Alejandra Moffat
Casi Navidad
Querido Ignacio
De hombre solitario, tienes poco. Prueba de esto es que te acompañan los
porotos granados, el cochayuyo, la merluza, la virgen del cerro San Cristóbal,
la bicicleta, los domingos de visitas familiares. Las marcas de crecimiento en la
pared. Los barcos varados en el refrigerador. Los loros que atacas con agua
de manguera. Te acompañan los ríos y montañas de Hierba Loca. Te acom-
pañan algunos recuerdos de la infancia. De la casa de la infancia. De la
madre. De una vecina que usaba calcetines blancos. Te acompaña una lista
de faltas de un padre marino rebelde:
• Expulsado de aritmética.
• Velador desordenado.
• No saludar a un oficial fuera de la escuela.
• Último en llegar a la capilla.
• Cometer desorden en el curso en presencia del profesor.
• Presentarse a la recogida con la funda de la gorra sucia.
• Expulsado de inglés.
124
Alejandra Moffat escribe, Ignacio Agüero escribe
Diciembre
Ale querida
Por corte directo, como en el montaje de una película, salto ahora a Ámsterdam
(12 diciembre). También hoy voy saliendo de vuelta a Santiago, pero no quiero
irme sin escribirte desde aquí. En tu última carta me pides que te explique, un
poco molesta, por qué ando diciendo en las entrevistas que no me gusta la ficción
y que me aburre contar historias. Y como hemos invertido mucho tiempo traba
jando juntos en contar la historia filipinas, encuentro que sí, que bien te mereces
una explicación, y la explicación es ésta.
125
Alejandra Moffat
Marzo
Querido Ignacio
Me queda claro que si fueras ministro de Educación te quedarías dormido
en todas las reuniones burocráticas y te pondrías de mal genio cuando alguien
se riera de sus propios chistes. Que si fueras ministro de Educación elimi-
narías todos los ramos y harías que los niños fueran a la escuela sólo a ver
y hacer películas. Y hacer todo lo que a ellos se les ocurriera hacer a propó-
sito de ver. Yo sé que no es broma ni exageración, no te preocupes por eso.
Te conozco. Hay cosas con las que no bromeas. Qué ganas de haber tenido
una experiencia similar en mi escuela sureña. Imagino que en vez de ramos
en la primera hoja del cuaderno, hubiera tenido una lista de películas sub-
rayadas. Y aprender historia, cocina, matemáticas viendo cine. Y hacer in-
ventos. Y la luz. Y la oscuridad de la sala. Y el sonido de unos viejos pero
firmes parlantes. Esos pasillos llenos de aserrín del sur de Chile. Y una leche
y una galleta en un comedor de madera. Y la canción nacional de los lunes.
Las efemérides interminables, los poemas de Gabriela Mistral dichos por
niños nerviosos, y más de uno, que se quedaba en blanco a la mitad. Al
borde del ataque de pánico a los siete años. Y la escuela sin nombre, sólo
con número y letra.
Horror.
Te hubiera querido ministro [de Educación] en mi infancia.
[...]
Otoño
[...]
Deseo que nuevas catástrofes te acompañen, que te manden señales de exis-
tencia. Sin centros. Tal como el universo. Y que así las sientas y las pienses.
Con la libertad que merecen. Con el desorden que las hace existir. Con la
fuerza que las impulsa. Eso, entre cada texto e imagen. Sin saber bien por
qué ni hasta dónde. Porque tanto querer saber a veces hace daño. Sigue ese
instinto. Si tienes cualquier problema, tendremos que volver a la Basílica sin
contarle a nadie. Y conversar con G, y pedirle un par de favores-misiones al
respecto.
[...]
126
Alejandra Moffat escribe, Ignacio Agüero escribe
Lunes 14
Paro para almorzar pero antes abro el cuaderno para terminar de escribirte
porque quiero echar esta carta al correo hoy. Pienso escribirte de los viajes, de
lo que me gusta andar solo por lugares desconocidos y también lo que me gusta
volver a mirar y caminar por lugares donde ya he estado antes, reconocer luga
res e incluso caras de personas que vuelvo a reconocer. Todo eso me encanta. Me
encanta leer libros de otros idiomas en cafés. Me preparo ñoquis, los verdaderos,
de pura papa, y antes de sentarme a escribirte suena el timbre. Es mi amigo, el
recolector de cosas que viene cada cierto tiempo, en su triciclo. Esta vez le paso
una tabla de planchar (de aplanchar), uno porque yo no plancho y dos porque
tengo otra que es una antigüedad. Me muestra lo que ya ha recolectado. Dos
revistas Estadio. Una de 1945, otra de 1951. En las dos aparece tu Ilse Barends!!!
Se las compro y aquí las tendré para ti como regalo de tu cumpleaños número
34.
Primavera
[...]
Estoy totalmente de acuerdo: los ojos son puerta de entrada.
[...]
Octubre
Querida Ale
Te prometo que traté de rescribir o transcribir la última carta que escribí para
ti y que perdí en la calle (alguien tiene que haberla abierto y leído, y como ésta
es una ciudad muy chica, seguramente ese alguien es un conocido tuyo, porque
tú tienes muchos amigos), pero no puedo. Me siento un burócrata copiándote de
la foto del teléfono, así es que te estoy escribiendo otra. Te puedo contar cosas
que escribí en esa carta, de lo que me acuerdo, porque tampoco la voy a releer
para rescribirte.
[...]
127
Alejandra Moffat
Invierno
[...]
Yo también tengo muchos más libros de los que he leído. Sospecho que si
alguien tiene más de 20 libros siempre tiene alguno que no ha leído, que fue
regalado, comprado o encontrado. Y descansa en la estantería. Amo ese olor
a libro. Me recuerda a mi abuelo y a mi mamá, ¿cuándo vas a ser su alumno
de historia?, tienes que hacerte el tiempo, apuesto a que aprenderías mucho
y conversarían de lo lindo. Te mantendré al tanto, ¿por qué las escuelas no
enseñan con recorridos por la ciudad y nombres de las calles?, tantos libros
malos que se imprimen. Me preocupa porque después los niños no quieren
leer, lo asocian a algo aburridísimo, y los entiendo. Qué horror estar en
contacto con manuales. Qué horror confundir la educación con instrucción.
Los matan. Mientras que tú que eres más fresco que una lechuga, sigues
siendo un desfachatado para improvisar en tus clases y talleres. Me pregun-
to si alguien te mirara de reojo.
[...]
Otoño nuevamente
[...]
Fui a una premiación de un festival de cine. Totalmete ridícula. Machista a
decir basta. Salí indignada.
Tus alumnas bolivianas no lo hubieran soportado. Me gustaría ver lo que
grabaron, ¿será posible?
[...]
Tienes que aprender de forma urgente a hacer sopaipillas y pan amasado. Es
probable que en octubre del próximo año vaya a Santiago, ¿estarás allá?
Deberíamos aprovechar para grabar algo. Y hacer lecturas de guión. Pegar
papelitos con ideas en la pared.
[...]
Estoy corriendo una hora y diez minutos cuatro veces a la semana. Me gus-
taría, de aquí a febrero, lograr dos horas.
[...]
128
Alejandra Moffat escribe, Ignacio Agüero escribe
Junio
[...]
Definitivamente hay que conocer China. Y te tengo que mandar una postal
cuando vaya a Japón el año 2023.
[...]
Verano
[...]
Tus días favoritos son entre Navidad y año nuevo. Lo imagino perfecto. La
ciudad está sola. Hace calor. El patio se ha convertido en selva. Sales a regar.
Espías a los pájaros, expulsas a los loros que los tratas como si no fueran
pájaros, piensas en que el techo de la casa está arreglado para el próximo
invierno, piensas en qué pasaría si tuvieras a Pinochet en el cobertizo y él
no parara de hablar, y tu venganza fuera que nunca pudiera terminar de
contar su historia. Subirte al techo a mirar el cielo y la cordillera.
[...]
Me preocupa que estén derribando tu barrio y que tu casa sea la única so-
breviviente. Me preocupa que los pájaros y gatos ya no vuelvan a visitarte,
¿qué películas harás entonces? ¿Si ya nadie toca tu timbre y si los edificios
no dejan pasar la luz? Ése será el momento de huir por mucho que la ames.
[...]
Lunes 2
[...]
Yo sé que hace un par de años te recomendé que aprovecharas de viajar y
conocer nuevos lugares y personas pero ahora te voy a recomendar que
vuelvas a quedarte más en tu casa. No me va a gustar no tener postales de
distintas partes del mundo, pero tienes que cuidarte. Y tanto viaje no te hace
bien. Esto te lo dice seriamente la doctora Moffat, especialista en salud in-
tegral del más allá. Y así terminas tu próxima película, pronto. ¡Listo! ¡Es-
pero haya quedado claro! No voy a enumerar las razones porque tú mismo
las has expuesto en reiteradas ocasiones. Así es que hora de quedarse más
encerrado y dejar los aviones y festivales. Y algunos talleres. Total tienes
suficientes recuerdos. Por lo menos, por un par de años. No seas poto loco.
Quédate quieto un ratito.
[...]
129
Alejandra Moffat
Hay veces en que las meseras dejan su nombre en las boletas para ti, ¿de
dónde sacarás tiempo para todas las cosas que quieres hacer y estudiar?
[...]
Raúl Ruiz sale hasta en la sopa.
[...]
Enero
Querido Ignacio
Me parece perfecto que te vayas a morir a los 96, yo tendré casi 66, ¿quieres
estar enterrado y que te coman los gusanos del sur?, ¿quieres estar en Chiloé
o Valdivia?, ¿o prefieres tus cenizas al viento en Hierba Loca?, últimamente
la muerte anda rondando muy seguido, debe ser la edad. Antes era la edad
de los primeros pololeos, después de los que se independizaban, después de
los que optaban ser padres, casarse. Y ahora está llegando la hora de las
muertes. Te debo confesar que no me gusta nada. Se extraña mucho a la
gente muerta. Y aunque les hablo en las noches, les prendo velas y ahora les
hago un altar, no es lo mismo. Faltan los olores y los sonidos. Sobre todo
eso. Así es que te advierto que lo más probable es que cuando te mueras yo
me enoje contigo un tiempo. Además, ¿a quién le voy a escribir cartas para
contarle leseras?, obligada a escribir al más allá.
Hace unos cuatro años vi un video familiar, debo haber tenido unos cinco o
seis años, estaba en la cocina de campo con mi abuelo, mi abuela grababa y
se quejaba de que no sabía usar la cámara. Mi abuelo, muy serio, me prepa-
raba un pan con mantequilla. Estaba tal como lo recordaba, camisa blanca
y suéter azul. Sus lentes grandes. La imagen muy movida porque mi abuela
se preguntaba dónde estaba el botón para grabar sin saber que ya estaba
grabando; yo, muy flacuchenta y de ojos grandes, la miraba. Mi abuelo me
acercaba el pan a mis manos y decía: listo. Hace 24 años que no escuchaba
su voz. Y ese listo me conmovió mucho. Por suerte José Luis Torres Leiva
estuvo aquí hace pocos días y me trajo manjar. Así es que comí pan con
mantequilla y manjar para acompañar la nostalgia.
[...]
Yo sé que entiendes cuando te hablo de tristeza profunda, de no tener ganas.
Y junto con eso la inquietud, que no deja en paz.
[...]
130
Alejandra Moffat escribe, Ignacio Agüero escribe
Julio
Antes de describirte mi idea para mi próxima película, te transcribo una frase
del libro Un cuarto propio de Virginia Woolf, que acabo de leer. Lo hago porque
en esa pura frase define lo que es una escritora, ¿por qué? Porque en 36 pala
bras, en una sola frase, dice demasiado y con gran belleza:
“El río reflejaba lo que había escogido de cielo y puente y árboles ardiendo, y
cuando el estudiante había surcado con su bote los reflejos, éstos se unían de
nuevo, como si él jamás hubiera existido.”
Esta frase da para pensar en un ejercicio que seguramente tú das a tus talleristas.
Por lo menos yo se los daré a los míos en mi próximo taller, que será en La Sere
na, en febrero, más o menos cuando estés recibiendo esta carta. Ejercicio: escriba
en una sola frase de no más de 40 palabras una imagen que contenga un antes
y un después. La imagen de V. Woolf es tan literaria como cinematográfica.
[...]
Agosto
Querida Ale
Llueve. Llueve como llovía antes y mi casa suena como un barco cruzando el
Drake en plena tormenta. Llovió toda la noche y ayer todo el día. Mucha agua,
el techo como escudo ante un ataque de cataratas, porque llueve muy fuerte y
aquí adentro calentito y oscuro, y el concierto Núm. 4 de Beethoven. ¡Qué lujo!
¡Qué privilegio! Con mucho trabajo, dejo todo botado porque llueve y te escribo.
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Un día
Juan Castillo
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Juan Castillo
Escena 1
Escena 2
Escena 3
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Un día
Escena 4
Escena 5
Escena 6
Escena 7
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Juan Castillo
Escena 8
Escena 9
Escena 10
136
Una mañana1
Sophie França
Éstos son los tres puntos de partida de nuestro encuentro con Ignacio,
por suerte fue de esta manera,
desde entonces, casi 20 años…
nos seguimos conociendo.
Una mañana
monto, te muestro,
miras,
sonríes, te vas.
1
Sophie escribió estas palabras a modo de poema y siguiendo su propia forma linguística, pen-
sando en y rescatando imágenes del trabajo que ha realizado como montajista de las películas
de Ignacio Agüero, desde Aquí se construye hasta Como me da la gana II.
137
Sophie França
Saco para ver, saco para respirar, saco sabiendo que va a cojear por otro lado.
Suena el teléfono, de esos que ya no existen, eres ya casi el único que lo hace
sonar…
Voy a tu casa, me sirves un café y hablamos de todo… menos de la película,
aunque algo dejas entrever,
pedaleo,
retomo,
nuevas imágenes salen a la superficie con demasiada confianza,
las saco a la superficie, las miro…
Dejar hablar el movimiento del pensamiento…
nuevas asociaciones se entrelazan,
cierta alegría y ansiedad entremezcladas,
pero no me apuro, disfruto;
la película tiene su propio ritmo,
su carácter,
y a veces sorprende… quizás en ese momento hay que detenerse.
Te hablo, te explico,
me dices “no es necesario hablar”,
no hablo más,
montamos…
silencio.
Seguimos,
te vas,
bajas las escaleras, atraviesas el taller de Joe y te quedas mirando los cuadros.
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Una mañana
Sigo,
siento las articulaciones,
algo surge,
una idea, una nueva relación,
unos recovecos a través de capas que poco a poco se dejan entrever
mucho más simple que todo lo explorado anteriormente,
escucho voces en mi cabeza,
No es el momento, ya vendrá…
siguen las voces.
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Sophie França
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Una mañana
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Siguiendo en la conversación.
Entrevistas y una conferencia
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El viento sabe. Conversación
con José Luis Torres Leiva
José Luis Torres Leiva
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José Luis Torres Leiva
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El viento sabe. Conversación con José Luis Torres Leiva
JL: Claro, fue muy buena onda, y de ahí empezó a crecer más la relación,
como una amistad, y después yo hice Verano, en la que escribí un papel más
grande para él, y de ahí fue también como dirigirlo ya más como actor.
C: ¿Cómo fue eso de dirigirlo?
JL: ¡Bien! En realidad esa película era muy simple de dirigir porque yo
también hice un trabajo previo de conversar mucho con los actores y con
Ignacio; en realidad, lo que hice fue escribir pensando que él iba hacer el
papel, entonces estaba muy pensando en él. Un día nos juntamos en su casa
y le hablé sobre el personaje y todo, y él estaba muy entregado y me dijo:
“En realidad yo voy a hacer todo lo que tú me digas”, y como el personaje
era él principalmente, la dirección era bastante simple. La película también
tuvo una metodología de trabajo donde todo estaba ya conversado, aunque
al momento de grabar se improvisaba mucho; el azar entraba en la película
también.
C: E Ignacio feliz con eso, porque es lo que le gusta.
JL: ¡Absolutamente! Sí, y me acuerdo que lo que más le comenté era que
en esta película finalmente ninguna historia se resolvía, y me dijo que le
había gustado mucho eso. Al final era una película, como dice él, que “se va
por las ramas”, donde la resolución no es lo más importante, sino contar
esos pequeños momentos de los personajes. Después trabajé con él porque
fue asesor en un documental que hice, Ver y escuchar. Me dieron un fondo
para desarrollo y él fue asesor, pero en realidad el asesoramiento se dio en
conversaciones; vio un corte, también algo muy simple. En realidad, más
que nada conversar sobre la película. Conversó también sobre los procesos
de cómo enfrentar el documental.
C: ¿Y qué cosas te acuerdas que hablabas en ese momento?
JL: Había muchas cosas que yo les pedía a las personas para la película,
y tenía muchas dudas con respecto a eso, como a respetarlo, a ver la simili
tud de las actuaciones. Me asustaba la actuación, la puesta en escena, por
decirlo así, pero en realidad Ignacio me hizo ver que no tenía nada de malo
y que era parte del proceso, y [me dijo que] no tuviera miedo si era necesa
rio para el documental. Entonces fue algo que realmente solté y empecé a
trabajar más en el documental, y me sentí más seguro en ese aspecto.
C. Hiciste muchos documentales en un momento o siempre en el mo
mento de hacer ficción en algún documental; ¿cómo ha sido eso? Una se
pierde un poco en tu filmografía, como que sale una película de repente.
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José Luis Torres Leiva
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El viento sabe. Conversación con José Luis Torres Leiva
raíso; fue cuando les propuse hacer un documental sobre el cine de Ignacio
Agüero, Qué historia es ésta y cuál es su final.
C: Con Sophie [França] e Ignacio.
JL: Entonces hablé con ellos dos. Al principio no sabía qué me iba a
decir Sophie, sobre todo porque ella es muy tímida. Pero fue muy generosa
al aparecer en la película.
C: Y estar ahí con Ignacio, haciendo su performance, porque para mí, que
lo conozco, era performance; quizá la gente que no lo conoce dice: “¡Ah, lo está
contando supernatural!”, pero uno sabe que está actuando, y es muy bueno.
JL: Sí, pero Ignacio siempre hace eso, es muy divertido. Cuando grabamos
el documental recién había terminado de editar El otro día; habían cerrado el
corte. No en ese mismo día, pero sí en ese tiempo. Fue muy bonito decidir
hacerlo ese día en su casa, y la idea de revisar sus fotos familiares también,
sobre todo porque en el último tiempo descubrí que la mayoría de sus pe
lículas tenían mucho que ver con él, con etapas personales de su vida; por
eso le pedí que hiciera un recorrido por las fotografías de su familia, del
tiempo de esa fotografía y con las películas. Esto transcurría en paralelo. Fue
una grabación muy sencilla, fueron dos días solamente, un día donde ellos
conversaron y el otro día hicimos los inserts de la fotografía; entonces fue
parte de todo.
C: Entonces la escena donde están sentados en la mesa y después en el
patio…
JL: Fue el mismo día. Fue, de hecho, en orden cronológico. En la película
pareciera que es siempre un mismo plano, pero tiene una pequeña angulación
que tiene que ver con la mesa de su casa; son tres puntos de vista con respec
to a los distintos procesos, más el último plano, que es desde la ventana de su
casa, y ese plano también tenía mucho que ver con El otro día, con esa mira
da que él tenía desde su casa hacia el exterior, por eso tomé la decisión de
hacer ese plano, ahí, en donde vivió todo el proceso de cada una de sus pe
lículas. Fue en ese momento que se me ocurrió hacer una película teniéndo
lo como protagonista. Fue en 2013. Mi idea principal en un comienzo era
que hiciéramos una película entre los dos, que él dirigiera también.
C: Yo me acuerdo que ustedes me contaron algo así cuando me invitaste
a Valparaíso, en esa época, cuando surgió la idea.
JL: Ésa era la idea al principio, yo le propuse que hiciéramos una pelí
cula dirigida por los dos; me dijo que sí pero luego prefirió que yo la diri
149
José Luis Torres Leiva
giera. En realidad el proyecto de El viento sabe que vuelvo a casa fue muy
rápido; se me ocurrió la idea, la escribí porque postulamos a un fondo finan
ciero. Se la propuse a Ignacio y él me dijo que sí, que le interesaba y le pa
recía bien, y todo se fue presentado como una cosa tras otra. Un año después
de postular la idea, ya la estábamos haciendo.
C: Sí, me acuerdo que fue rápido. Se fueron de viaje un mes, algo así.
JL: Sí, fueron tres semanas, y creo que para mí lo importante fue contar
con Ignacio, sobre todo porque lo que más me interesaba era lo que estaba
explícito en todas sus películas, especialmente en El otro día, que es esta
manera particular de acercarse a las personas. No sé si entrevistar es la pa
labra adecuada, creo que es más bien conversar con las personas, en donde
de repente hay una cosa como inadecuada, por decirlo así, pero que resulta
muy bien porque finalmente va más allá de una simple entrevista, y creo que
las personas, en ese sentido, se sienten más dentro de algo muy cotidiano
en esa conversación.
En las conversaciones conoce el estado preciso de las personas por la
manera que tienen de acercarse a él, y en poco tiempo puede llegar a algo
muy profundo con las personas, aunque les cuente una historia muy simple,
llevándolas a un lado pero de manera no forzada. Eso me llama mucho la
atención en Ignacio, y tiene que ver con su manera de ser, y eso era lo que
me interesaba explorar en la película. Entonces sabía que pasara lo que pa
sara todo me iba a servir en la película. Si no resultaba esto del director que
iba a buscar esta historia, y demás, todo lo que iba a suceder durante esas
tres semanas iba a servir para una película. Para mí fue un proceso muy li
berador aprender eso, soltar la película y confiar y entenderla de esa mane
ra. Creo que todo el equipo armonizó y todo fluyó superbien.
C: Confiaron, quizá por no saber cómo iba a terminar pero…
JL: Un día pensé, cuando iba para allá: “Vamos a un lugar superlejos, ¿y
si no resulta nada?” Pero después pensaba: “En realidad, si no resulta, igual
va a servir”.
C: Igual él llega y se va, digamos.
JL: ¡Claro! Algo iba a resultar, entonces para mí fue muy significativo
ese momento en que pensé todo lo que suceda va a servir, además el plan
teamiento era muy simple: conversar con las personas, darse el tiempo de
conversar, de escuchar, y yo sabía que teniendo a Ignacio en esa labor algo
debía ocurrírsele. Fue un gran aprendizaje hacer esa película, el estar con
150
El viento sabe. Conversación con José Luis Torres Leiva
Ignacio; el estar con ese equipo también, porque había muchos realizadores
en el rodaje, y eso fue muy productivo, y la película siempre estaba muy viva.
C: Y también el lugar fue central, más allá del ejercicio que puede ser la
idea que tuviste, creo que la elección de la isla Meulín, al sur de Chile, fue muy
importante. Es interesarte ver en la historia que investiga Ignacio, una historia
de Romeo y Julieta, en esta isla, en donde está todo esto de nuestro racismo
más profundo, digamos la separación de los “blancos” y los “indios” en un
lugar tan pequeño, en el fin del mundo, donde uno creería que esas cosas ya
no existen, esas separaciones, pero las vamos descubriendo a través de esa
historia de ficción que podría parecer cualquier otra historia; ahí uno se da
cuenta de lo poco importante que es la historia alrededor, en realidad, porque
esa historia es cualquiera, pero lo interesante es lo que en realidad pasaba.
JL: Sí, absolutamente, lo que derivaba de esa historia era lo que más me
interesaba, y en realidad ya había ido a investigar un año antes y sabía que
esas cosas ocurrían, que la gente se iba y no volvía, pero eso ocurre en todas
las islas.
C: Además hay gente que se pierde, porque las historias no son continuas,
no se puede seguir hasta su final.
JL: Claro, por supuesto, entonces siempre iba a surgir una historia a
partir de estos hechos, que son reconocibles en una isla o en esa isla espe
cíficamente.
C: ¿Y cómo llegaste a la isla?
JL: Fue por casualidad en realidad; por el trabajo de una fotógrafa belga,
Brigitte Grignet, y su libro que se llama La cruz del sur en que fotografió
distintos lugares de Chile: Ancud, Castro y hartas islas. Tenía muchas fotos
en las islas Meulín, donde fue dos veces, en 1995 y 2001; entonces son dos
libros. En el primero obtuvo las fotografías con una cámara de 6 x 6 y en el
segundo son fotos digitales, y son las que más me gustaron, porque, aparte
de paisajes en blanco y negro, hace posar a la gente de una manera muy par
ticular. Las fotos que más me gustaron, las que yo encontraba más bonitas,
eran en las de las islas Meulín. Busqué información pero en internet había
poca, casi nada, sólo la iglesia, algo así, y después, cuando fui a investigar,
llegamos preguntando dónde están las islas Meulín, hasta que llegamos y…
C: ¿Y nace la idea como en los castings?, por este acto de posar.
JL: Sí, o sea, los castings principalmente eran como…
C: Es que es muy bueno cuando cantan, cuando bailan.
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José Luis Torres Leiva
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El viento sabe. Conversación con José Luis Torres Leiva
JL: Imagina algo muy íntimo, como que nos dejaron grabar y grabamos
un montón; entonces ya todos sabían que estábamos haciendo una película,
todos tenían mucha conciencia de eso. Muchas de estas cosas que ocurrieron
espontáneamente también ellos lo sabían porque nos veían todo el rato con
la cámara.
C: Por eso no miran [a la cámara]…
JL: Claro, también creo que no miran tanto porque no había la experien
cia de ver una cámara.
C: Es verdad. Me imagino que Ignacio no vio la película hasta estar ter
minada.
JL: Vio un corto que mostré en el Fidocs y lo invité a una de esas pro
yecciones, pero todavía no era el corte definitivo, aunque estaba bastante
cerca, y asistió. Yo estaba muy nervioso ese día. Él se tuvo que ir al final de
la proyección, antes de la plática feedback.
C: Mejor, ¿para qué se iba quedar al feedback?
JL: Igual se tenía que ir, pero nosotros no supimos qué le había parecido,
pero después me llamó por teléfono y fue muy bonito lo que me dijo, así
que me quedé muy tranquilo. Me dijo que le había gustado mucho, que
estaba muy contento con la película. Entonces para mí fue un alivio.
C: Es complicado cuando uno trabaja con otras personas, ese momento.
¿Hay planes de hacer otra película?
JL: Sí, sí, a mí me gustaría seguir trabajando con Ignacio, o bien, siempre
estar cerca de sus procesos y de lo que él está haciendo. Porque para mí siem
pre… Una cosa que creo que no ha cambiado es mi percepción desde que vi
su película en vhs hasta que hice El viento sabe que vuelvo a casa; es la coheren
cia de Ignacio con respecto a cómo entiende el cine, y también sus procesos
personales con respecto a esa posición. Algo que me llamó profundamente la
atención con lo que hizo en El otro día, fue replantearse cómo era hacer una
película con sus propias manos, porque para él significaba un proceso haber
filmado en 16 milímetros y empezar a trabajar en digital, y la decisión de tomar
la cámara, hacer el sonido… Para mí era significativo, un poco lo que él dice
en Qué historia es ésta…, que quiere tener la idea central y perderse, y creo que
desde El otro día hasta Como me da la gana II éste es el tema de las películas.
Pone en escena el deseo de perderse. Creo que esas búsquedas de Ignacio tienen
que ver también con su coherencia como realizador, y a mí es lo que me gus
taría llegar a ser como director: no perder nunca esa búsqueda.
153
José Luis Torres Leiva
Creo que Cien niños esperando un tren, Aquí se construye, Sueños de hielo
son documentales muy exitosos, y que es muy fácil quedarse en esa fórmula
y repetir y repetirse, lo cual no está mal porque también puede ser una ex
ploración, una búsqueda, pero sus búsquedas son radicales porque es replan
tearse no su manera de ver el mundo, sino verlo a través del cine, y eso es lo
que me gusta de Ignacio, su cine. Creo que está en una constante exploración.
C: Sí, y eso también, como nosotros que estuvimos en esta escuela, que
es como lo opuesto de lo que te enseñan en una mala escuela, que el direc
tor es una persona que sabe todo lo que va hacer, que escribe un guión, que
no se equivoca y filma ese guión tal cual. De hecho yo me frustraba mucho
en la universidad con eso porque me gustaba mucho escribir guiones —y
me gusta todavía—, entonces le ponía mucho empeño, pero después no
entendía cómo eso que yo había escrito iba a ser igual; como nunca entendía
decía: “¡Cómo lo hacen!”
JL: Sí, es que yo creo que en las escuelas de cine hay algo, como que ahí
no dan margen de error, y considero que eso es fundamental para aprender.
La escuela de cine solamente te puede dar en ese momento herramientas,
porque finalmente el aprendizaje viene por parte de uno, y para poder apren
der también tienes que equivocarte, y creo que hay una cosa, como un factor
de “exitismo”, y es terrible.
C: Sí, pero tiene que ver con esos profesores como noventeros, como de
publicidad, digamos, que es como la escuela a la que podría haber pertene
cido Ignacio, que también hizo un montón de publicidad en los noventa,
pero obviamente como una manera de sobrevivencia, no influido por esa
manera de trabajar. Yo siento que sí hay un tipo de cine que realmente in
fluyó profundamente en la publicidad, desde su forma de producir y de
concebir el cine dedicado a los “temas” y a ciertos mundos, digamos. Hay
una cosa publicitaria blanqueada….
JL: Absolutamente, se enseñan muchas cosas que no tienen nada que ver
con el cine, porque el cine es un proceso en que el factor tiempo es muy
importante. Entonces, si uno no lo entiende así es superfrustrante hacer
películas.
C: ¡Claro! Se convierte en algo frustrante, poco sorpresivo o creativo, o
intuitivo.
JL: Sí, claro, se trata de que el proceso esté vivo, que tú te lo replantees;
no está mal que cambies todo a la mitad de la película. Es lo que dice Pedro
154
El viento sabe. Conversación con José Luis Torres Leiva
1
Habíamos comentado en otro momento con José Luis una entrevista que apareció de Pedro
Costa cuando estrenó comercialmente Cavallo dinheiro en España. Nos sentimos identificados
cuando hablaba de la indecencia del mundo del cine: “No quiero dinero, lo odio. Me resisto a
tenerlo. Cuento con él porque quiero que mis amigos tengan salarios decentes y no quiero deber
nada a nadie. Pero si uno quiere hablar de decencia, debe ser decente, y el mundo del cine es
profundamente indecente. Cuando abro esas revistas de estrenos y veo todo el dinero que se
gastan me escandalizo”.
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Por aquí se construye
Jerónimo Rodríguez
Jerónimo (J): Aquí se construye fluye de un modo que parece ser la conse
cuencia de un proceso que realizaste con mucha libertad. ¿Fue así o partis
te de algo muy específico y que controlabas desde el principio?
Ignacio (I): Sí, yo creo que la forma de Aquí se construye expresa su proceso
de creación, que fue muy libre. Partí del registro de muchas demoliciones que
estaban ocurriendo en la ciudad con el propósito de retener las imágenes que
nunca más podríamos tener: casas que siempre formaron parte de mi imagina
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Jerónimo Rodríguez
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Por aquí se construye
Al cuarto día me llamó diciéndome que su casa era mi casa y que estaba
dispuesto a hacer la película.
J: ¿Cuánto tiempo estuviste filmando?
I: Dos años y medio.
J: Las largas tomas de la construcción, de las palas mecánicas, excavado
ras y la demolición tienen una impronta, una fuerza que las coloca como un
personaje más en el filme. Algo similar ocurre con los jardines traseros de
las casas, con los árboles, la naturaleza que aflora en medio de la ciudad. En
tu mirada, tanto la demolición como los jardines están a la misma altura que
los humanos.
Todo esto que dices, de las palas mecánicas como un personaje, las casas,
jardines, demoliciones y personas, como elementos al mismo nivel, aparece
así como producto de la observación de la ciudad como un recipiente que
permite leer el estado actual de la cultura, observación que es neutra, sin
juicios de valor. Por otro lado, el documental, como creación de forma, no
es más que un dispositivo para producir relaciones, y a partir de determina
das relaciones se crean oraciones únicas, y éstas provienen, no de una ideo
logía del realizador, sino que de una lectura atenta del material filmado como
materia de una nueva realidad. Por ejemplo un jardín y un globo aerostático;
una araña en el brazo de un niño y un edificio en construcción; muebles
bajados de un camión de mudanzas y un aparador tradicional en una casa
tradicional; un cine en demolición y una mujer que muere de cáncer; un
hombre que mira hacia abajo desde la altura de un balcón, y un hombre que
mira hacia arriba desde el jardín de su casa, etcétera. Y esto es lo fascinante
de un documental en relación con el cine de ficción. En el cine de ficción
las relaciones novedosas están escritas en el guión. En cambio, en el docu
mental las relaciones novedosas son descubiertas en el rodaje y en el mon
taje, en un proceso que puede no tener fin.
Prácticamente no hay música en la película, y la banda sonora es el
audio ambiental, el ruido de las obras, la calle, los pequeños sonidos. A mí
me pasa que siento que la mayoría de las películas tienen una música que
está ahí por mero atavismo, sin aportar mucho en términos narrativos. ¿Tu
decisión de usar escasa música vino por ese lado, de la economía narrativa?
I: Siempre me ha parecido que la música es un recurso fácil. Siempre
una música y una imagen hipnotizan, pero de algún modo se traiciona lo
que la imagen está diciendo o queriendo decir. En vez de esto los sonidos
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Jerónimo Rodríguez
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Por aquí se construye
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Todo el tiempo me pregunto
qué es el cine1
Ignacio Agüero
1
Conferencia magistral ofrecida durante el Seminario Internacional de Cine Documental Punto
de Vista, en Pamplona, España, en febrero de 2014. La presentación y moderación del debate
estuvo a cargo de Oskar Alegría, el director artístico del festival.
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Ignacio Agüero
cine. Leí recientemente un libro de Alain Bergala, La hipótesis del cine (2002),
donde dice que a él la escuela pública y la cinemateca de su pueblo lo sal
varon de una vida mediocre y rural en Francia. Contaba que había tenido la
experiencia de ver envejecer a John Wayne de lunes a viernes. Eso a mí me
produce una envidia muy grande, el haber tenido una cinemateca a ciertas
cuadras de casa y ver todas las películas. Yo vi muchas películas, pero no
eran las películas de la “historia”, seleccionadas por una cinemateca, que te
permite ver buen cine. No me formé desde la cinefilia; llegué al cine muy
tarde, a los 17 años, momento en el que el cine chileno y el latinoamericano
tenían una fuerza muy grande desde el punto de vista de la conexión con la
realidad que estábamos viviendo, pero también desde el lenguaje cinemato
gráfico. Comenzaba un cine muy fresco que relacionaba a la nueva ola
francesa y al cinema novo brasileño. Pude mirar entonces muchas películas,
pero hay tres que van conmigo a todas partes: de Miguel Littín, El chacal de
Nahueltoro (1969), de Aldo Francia, Valparaíso, mi amor (1969) y de Raúl
Ruiz, Tres tristes tigres (1968). Son películas notables y que tuve oportunidad
de ver una detrás de otra. Así comenzó una pequeña cinefilia. Luego de esto
estaba completamente estimulado para hacer cine.
En los sesenta aparecen las primeras películas de directores jóvenes. Eran
completamente novedosas en la escena cinematográfica chilena que rompían
con todo lo que se había hecho hasta ese momento y tomaban contacto por
primera vez con el mundo real, con el mundo popular y con personajes
reales, y lo hacían de un modo nuevo, desde el punto de vista del lenguaje
del cine. Eran trabajos hechos con equipos muy pequeños, con cámara en
mano, con la idea del plano secuencia en tomas complejas. Eso era algo muy
atractivo para cualquiera que quisiera entrar al mundo del cine. Los cineas
tas estaban ahí, a la mano, muy cerca de uno haciendo su primera película
y pensando en la segunda. Esto fue a fines de los sesenta, donde también
había un destape a nivel cultural. Fue un periodo muy estimulante.
En ese momento, Raúl Ruiz, que era muy joven, realiza Tres tristes tigres,
su primera película, y hace otro tipo de cine, un cine que aporta otra mirada,
completamente novedosa y contraria a los demás. Porque Littín y Francia, de
algún modo hacían el cine relacionado con la manera de ver el mundo
desde el punto de vista de las clases, del pueblo, de los pobres y los burgue
ses; de la oligarquía y del proletariado. En cambio, Ruiz lo veía desde otra
perspectiva, se plantea un mundo mucho más complejo y pretende entrar
164
Todo el tiempo me pregunto qué es el cine
en la realidad sabiendo que la realidad no era esa polaridad vista por Littín
ni por Francia, mirada compartida por el cine latinoamericano, que era un
cine de combate y de alguna manera adscripto el programa del socialismo.
Raúl Ruiz, siendo un militante y miembro del Comité Central del Partido
Socialista, era un cineasta completamente contrario todas las consignas
militantes de los cineastas de esa época.
En el cine de Raúl Ruiz están los mismos actores y el mismo equipo
técnico que en el Chacal de Nahueltoro; esto es lo que ocurre con los cines
emergentes, donde la misma gente trabaja en todo. Pero plasma un cine
completamente distinto. Donde los personajes no son ni buenos ni malos,
ni ricos ni pobres, sino que pertenecen a una clase chilena media que deam
bula entre la marginalidad total y el pertenecer a algo, en un mundo de bares
y de la nada. Pertenecen a lo que Ruiz llamaba “la nada chilena”, una espe
cie de existencialismo chileno. Con esos personajes se mueve Ruiz y comien
za a trabajar desde el punto de vista de la realidad del comportamiento social
de las personas y de su lenguaje.
Eran películas frescas y completamente novedosas, y a Ruiz lo destaco
porque era un caso especial. Hacía un cine contrario a la forma del cine polí
tico, a pesar de que el suyo era el verdadero cine político, y era un cine tam
bién muy juguetón. Eso lo plantea inmediatamente en su primera película,
con esa escena en donde atrapa un momento pequeño, en el que una perso
na ve a su hermano por la ventana de un bus, el bus se detiene y tienen una
conversación y junto a un amigo se bajan. Así empieza esa historia, de un
modo completamente casual. Algo muy propio de Ruiz, historias que no tienen
antecedente, no tienen presidente y donde las relaciones entre los amigos
son relaciones de amigos nomás; es decir, no hay personajes en los cuales la
psicología sea algo muy importante, sino que hay una relación horizontal y
coreográfica de los personajes.
En Tres tristes tigres abre la película con esa canción conocida mundial
mente, y que es un juego: “Estaba la rana cantando debajo del agua”. Que
termina: “La suegra al hombre, el hombre al agua, el agua al fuego, el fuego
al palo, el palo al perro, el perro al gato, el gato al ratón, el ratón a la araña,
la araña a la mosca, la mosca a la rana, que estaba sentada cantando debajo
del agua, cuando la suegra salió a cantar, ni el mismo diablo la pudo callar”.
Una manera muy linda de empezar una película y de plantear la política de
todo su cine. Porque la política de esta canción, que es un enredo, está has
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Ignacio Agüero
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Todo el tiempo me pregunto qué es el cine
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Ignacio Agüero
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Todo el tiempo me pregunto qué es el cine
se. Eso tiene que ver también con la idea de los temas o del origen de las
películas. Pienso que cualquiera que sea el caso, el origen de una película
siempre es una imagen; está la posibilidad de desplegarla o de trabajar y de
encontrar una historia a partir de ella, y todas las fórmulas son legítimas.
Raúl Ruiz ha generado su poética y siempre jugó con la idea del lengua
je del cine y sus posibilidades. Ha desarrollado la idea de que una película
es tantas películas como imágenes o temas contenga. Él no trabaja en el
desarrollo de la progresión de una historia, en el sentido de la dramaturgia
clásica, sino que trabaja la idea de una película por acumulación de pelícu
las. Una película es la acumulación de películas y también la posibilidad de
muchas películas. Yo lo planteo en términos de la imagen versus la historia,
es decir, la relación entre imagen y relato. La imagen y su liberación o su
esclavitud a una historia o liberada de ésta.
Láminas de Almahue (1962) de Sergio Bravo es una película sin historia.
Allí se determina un espacio, un lugar, un fondo, una zona donde hay mo
linos de agua y vida campesina, donde está la herrería de la rueda de carre
ta, la trilla, el caballo que gira en redondo, el sol, un reloj redondo y la tierra
que, según atestigua Yuri Gagarin, es redonda. Bravo hace una película sin
historia, con imágenes de una gran calidad fotográfica y poética a través de
asociaciones. Esa película tan sencilla para mí fue muy aleccionadora, porque
sólo habla del valor de la imagen y del cine, y de su capacidad poética, pero
está muy lejos de una historia. Y mientras veíamos esta película, estaban los
profesores de guión diciendo que para ser cineasta había que tener mucho
para decir. Entonces uno se iba a la casa a pensar qué era lo que tenía para
decir para volver al día siguiente con un guión.
Después de muchos años encuentra el libro de Bergala que dice lo si
guiente: “Un cineasta digno de este nombre no es un cineasta que hace su
película principalmente para decir lo que tiene para decir acerca de un de
terminado tema, incluso si ese tema es crucial. El verdadero cineasta es
trabajado por una cuestión, que a su vez su película trabaja. Es alguien para
quien filmar no es buscar la traducción en imágenes de las ideas de las que
ya estás seguro, sino es alguien que busca y piensa en el acto mismo de ha
cer la película”. Cuando leí esto me sentí amigo, compañero, hermano de
Bergala. Dejé de sentirme solo. Al final, encontré alguien que decía que un
cineasta no es alguien que tenga algo para decir. Me encantó su postura
porque era exactamente lo contrario de todo lo que me habían enseñado.
169
Ignacio Agüero
Una película es un trabajo tras una obsesión que trabaja sobre el cineasta y
el cineasta trabaja sobre esa obsesión. Y eso produce una película.
Cofralandes, rapsodia chilena (2002) es la primera película que Raúl Ruiz
hace en Chile tras regresar de Europa y del cine de gran presupuesto. Ruiz
filma con un presupuesto ridículo, muy pequeño, muchas veces él mismo
hace la cámara estimulado por la aparición de las pequeñas cámaras digita
les. Cuenta que cuando hizo esa película fue la primera vez que logró prac
ticar su pensamiento simultáneamente: lo que estaba pensando sobre el cine
lo estaba filmando. Y eso es por la inmediatez de la producción, lo que
piensa lo hace. Una idea de artesano que consiste en construir una película
como un organismo independiente que funciona por sí mismo, que tiene
relaciones internas; es decir, la película como un cuerpo autónomo, con
referencias internas, que habla dentro de sí mismo. Es importante que una
película se sostenga como organismo.
Cuando hago Cien niños esperando un tren (1989) se produce algo que
es muy significativo: una imagen y un espacio se transforman. Eso es lo
constitutivo desde el punto de vista dramático de una imagen. En esta pelícu
la es muy claro porque una iglesia católica se transforma en un aula, y esa
aula se transforma en una sala de cine. En un segundo cambian las cosas,
mueven el altar, ponen una sala, y ya es otro lugar. Esa situación me ha
perseguido en todas las películas, instintivamente, naturalmente, y ha pasa
do a ser como una idea: la del espacio que se transforma. Toda la película
transcurre en ese lugar que no es fotogénico, es un set que nadie escogería
para filmar porque es muy feo; son cuatro murallas. Pero, en la persistencia
y lo que ocurre con la experiencia del taller de cine, ese espacio pasa a ser
muy cinematográfico. También podría haber tenido un mapa con hilos rojos
porque de este lugar voy a las casas de los niños que asisten al taller, y de
ese modo entra toda la población y todo Chile en la película con los testi
monios de sus vidas en sus casas.
En Aquí se construye (2000) también aparece la determinación de un
espacio y su transformación. Esta película es la transformación de ese espa
cio en un tiempo. La imagen central es la muralla que relaciona lo que
ocurre de la muralla hacia un lado y el otro. Dos mundos en combate. Es la
idea de una película que determina un espacio para existir, pero lo intere
sante es que al delimitar un espacio se está facilitando una posibilidad de
relato y una expansión gigantesca de sentido. Es interesante ver cómo ocu
170
Todo el tiempo me pregunto qué es el cine
rre que, por permanecer en un lugar, la forma en que ese lugar tiene comien
za a significar más de lo que contiene, o su propia consistencia puede hablar
mucho más que ese puro espacio. Este espacio me lleva a hablar de eso por
los personajes que habitan en ese lugar. A mí me interesan también las infi
nitas posibilidades de asociación que comienzan a aparecer a partir de un
sólo lugar.
Como me da la gana (1985) es la segunda película que hice, y la realice
a propósito de lo que me pasó con No olvidar. En ese entonces me pregunté
qué podía hacer un cineasta como yo, en un país aislado bajo una dictadura,
y apareció de manera natural Como me da la gana. Una película sobre los
cineastas que filmaban en Chile, que no eran más de seis, durante un año
en el que trabajaban en distintas cosas. Yo los filmo preguntándoles qué
sentido tiene lo que hacen. Lo que a mí me interesó de esa película fue la
forma de hacerla y delimitar un lugar. Yo iba a los rodajes donde estaban
filmando, los interrumpía, llamaba a los directores para que me contaran
qué estaban haciendo y qué sentido tenía. Era muy interesante lo que res
pondían. Entonces me gustó también eso, una película que se hace a partir
de no saber qué película hacer.
Con Sueños de hielo (1993) tuve mucho tiempo para pensar porque fue
un rodaje muy largo. A medida que iba teniendo lugar, porque fueron muchas
navegaciones en distintos barcos y distintos periodos de tiempo, supe que
me iba alejando de mi idea original, porque era una película que superaba
mis posibilidades de producción y de dinero. Entonces, durante el proceso
de ir navegando y filmando, iba pensando todo el tiempo en cómo hacerlo,
y filmé muchas escenas que finalmente no incluí en la cinta y que podrían
servir para hacer otras películas. Hay muchas escenas de motines que inven
tábamos con los marineros, porque los marineros cuando van en alta mar
no tienen nada que hacer, entonces los teníamos a disposición y podíamos
inventar todo tipo de juegos con ellos. Hay una escena en donde todos van
leyendo un libro de literatura marinera, leen a Conrad, a Coloane, a Poe, a
Melville.
El otro día (2013) sugiere un camino y la entiendo como una película
que resume todas mis otras obras. Esta idea mía de los hilos rojos que utilizo
en El otro día, y que no la he visto en otros, es la idea de la expansión de la
imagen. Y yo puedo jugar con eso como un niño juega en una mesa de dibu
jo. Puedo ver la expansión de los hilos con la idea de que el cine quiere
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Ignacio Agüero
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Todo el tiempo me pregunto qué es el cine
grafía de mis padres y se producen sola, porque no las produzco yo, pero
surge porque yo estaba filmando. Y el sol en un momento entra y sucede esa
iluminación tan especial que hace que esa imagen sea determinante para lo
que viene. Esa imagen se origina al comienzo del rodaje, entonces empiezo
a operar así: lo que se va echando a la olla y lo que va apareciendo, pero por
lo menos sabemos qué olla es, qué tamaño tiene y dónde está puesta. Está
bastante claro, pero hay muchas posibilidades durante el rodaje y durante el
montaje, y eso es bueno, que haya muchas, muchas posibilidades.
Desde Sueños de hielo a El otro día siempre hago la misma película, una
reflexión sobre dónde está parado uno; películas sobre espacios que van ti
rando hilos a distintos lados. Son la misma película, sólo que la última es
más consciente de sí misma.
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Filmografía
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Filmografía
Heredia & Asociados (2004, serie de tv, ficción; digital, cuatro capítulos,
50 min cada uno). Director. Productora Valcine. Basada en las novelas negras
del escritor chileno Ramón Díaz Eterovic. Fue exhibida en Televisión Na-
cional de Chile.
Cuentos de una villa alegre (2003, programa de tv, Betacam, 55 min). Direc-
tor, guionista, productor. Coproducción con Televisión Nacional de Chile
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Filmografía
Neruda, todo el amor (1998, filme para televisión, Betacam, 35 min). Zetra
Producciones/Canal Plus España. Director. Guión de Antonio Skármeta.
Exhibida en Canal Plus de España; Festival Internacional de Programas
Audiovisuales, Biarritz; III Festival de Documentales de Santiago, 1999; sala
de cine Hoyts, Santiago.
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Filmografía
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Sobre los autores
Alejandra Moffat nació en 1982 en una pequeña ciudad del sur de Chile.
Novelista, dramaturga y guionista. Actualmente reside en una ciudad gran-
de que huele a maíz. La mitad de su tiempo lo destina a dar talleres y aseso-
rar proyectos de guión.
Camila José Donoso nació en 1988, en la parte final del continente latinoa-
mericano: Chile. Es cineasta, profesora y gestora cultural feminista. Codirigió
Naomi Campbel (CPHDOX y FICValdivia, 2014). Junto con su productora,
Rocío Romero, creó el centro de cine experimental Transfrontera entre Chi-
le, Perú y Bolivia (donde participa Ignacio Agüero, entre otros). Ha realiza-
do diversos seminarios y talleres, entre ellos la cátedra de Transficciones en
el magíster de documental de la Universidad de Chile. Actualmente está por
terminar su película más personal, Nona, si me mojan, yo los quemo, y estre-
nar su siguiente realización, Casa Roshell (Berlinale, 2017).
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Sobre los autores
Juan Castillo, artista visual chileno. Trabaja con ideas-fuerzas con las que
desarrolla ciclos que cierran temporalmente para retomarlos en el futuro;
considera su trabajo como una obra abierta, en la que destacan, Te devuelvo
tu imagen, Campos de luz, El rostro es el paisaje, Invandrakonst, Frankestein
y otras. Reside en Suecia.
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Sobre los autores
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Sobre los autores
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Agradecimientos
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Ignacio Agüero. Dos o tres cosas que sabemos de él,
editado por la Dirección General de Publicaciones
y Fomento Editorial de la UNAM,
se terminó de imprimir el 20 de febrero de 2017en los talleres de
Solar Servicios Editoriales, S. A. de C. V.,
ubicados en Calle 2, núm. 21, colonia San Pedro de los Pinos
delegación Benito Juárez, CP 03800, Ciudad de México.
Para su composición se utilizaron los tipos Berkeley Oldstyle Std y Franklin
Gothic Std de 11 puntos
El tiro fue de 20 ejemplares.
Cuidado de la edición: Odette Alonso y
Alejandro Soto Valladolid.
Coordinación editorial: Elsa Botello L.
Corrección de estilo: Felipe Sierra.