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CAPÍTULO

DERECHO II
SUCESORIO

CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES


TESTAMENTARIAS

310. Enunciación. Las asignaciones testamentarias pueden ser clasi-


ficadas desde diversos ángulos. Estas divisiones son:
1º Asignaciones puras y simples y sujetas a modalidades, se-
gún que los efectos de la asignación se produzcan inmediatamen-
te o vayan a verse afectados por algunas de las modalidades, las
cuales son la condición, el plazo y el modo;
2º Asignaciones a título universal o herencias, y asignaciones
a título singular o legados, y
3º Asignaciones voluntarias o forzosas.
Las primeras son aquellas que el testador está en libertad de
efectuar o no, según su arbitrio o deseo. Las forzosas está en la
obligación de hacerlas, y el legislador las suple, aun con perjuicio
de sus disposiciones expresas.
En este capítulo nos ocuparemos de la dos primeras clasifica-
ciones. Las asignaciones forzosas el legislador las trata en otro
Título (el V del Libro III) por su importancia y porque se aplican
también a la sucesión intestada. Nos ocuparemos de ellas en la
parte siguiente de esta obra.

Sección primera
D E LAS ASIGNACIONES SUJETAS A MODALIDADES

311. Generalidades. Dijimos que la primera clasificación de las asig-


naciones testamentarias era en puras y simples y sujetas a modali-
dades. Respecto de las primeras, nada tenemos que insistir; en
cambio, en lo referente a las asignaciones sujetas a modalidades,
existen en el Código normas especiales, que vamos a examinar en
esta sección.

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CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

Las asignaciones sujetas a modalidades pueden ser de tres clases:


1º Asignaciones testamentarias condicionales, de que trata el
párrafo 2º del Título IV;
2º Asignaciones testamentarias a día o a plazo, reglamentadas
en el párrafo 3º del mismo título, y
3º Asignaciones modales propiamente tales, de que se ocupa
el párrafo 4º del título en estudio.
Dedicaremos un párrafo especial a cada una de estas asigna-
ciones sujetas a modalidades.

Párrafo 1º
Asignaciones condicionales

312. Concepto. El artículo 1070 dispone que “las asignaciones testa-


mentarias pueden ser condicionales”, y que “asignación condicio-
nal es en el testamento aquella que depende de una condición,
esto es, de un suceso futuro e incierto, de manera que según la intención
del testador no valga la asignación si el suceso positivo no acaece o si
acaece el negativo”.
En base a este precepto y al artículo 1473, que da un concepto
de las obligaciones condicionales, se puede definir la condición
como el hecho futuro e incierto del cual depende el nacimiento o
extinción de un derecho.
Los elementos de la condición son entonces: 1º Debe tratarse
de un hecho futuro, y 2º Debe ser incierto, como tendremos opor-
tunidad de insistir en este mismo párrafo y en el siguiente.

313. Disposiciones que rigen las asignaciones condicionales. Gobier-


nan estas asignaciones tres clases de disposiciones legales:
1º Las normas especiales del párrafo 2º del Título IV del Li-
bro III.
2º Las contenidas en el Título IV del Libro IV, sobre obliga-
ciones condicionales. Así lo establece el inciso final del ar-
tículo 1070: “las asignaciones testamentarias condicionales se
sujetan a las reglas dadas en el título De las obligaciones condiciona-
les, con las modificaciones y excepciones que van a expresarse”.
Como contrapartida, el artículo 1493 establece que las disposi-
ciones sobre asignaciones condicionales se aplican a las conven-
ciones en lo que no pugne con lo establecido en el Título IV del
Libro IV.

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DERECHO SUCESORIO

3º Finalmente, según el artículo 1079, si la asignación condi-


cional lleva envuelta la constitución de un fideicomiso, se aplican
las reglas de la propiedad fiduciaria, establecidas en el Título VII
del Libro II del Código.

314. La condición debe consistir en un hecho futuro. Consecuencias. De-


cíamos que, según la propia definición del artículo 1070, la condi-
ción debe consistir en un hecho futuro e incierto. Respecto al primer
aspecto, los artículo 1071 y 1072 se ponen en el caso de que las
condiciones impuestas por el testador consistan en un hecho presen-
te o pasado, debiendo entenderse lo presente, futuro y pasado con
relación al momento de testar, salvo que se exprese otra cosa.
Si el hecho presente o pasado existe o ha existido, la condi-
ción se mira como no escrita, o sea, la asignación es pura y simple.
Si el hecho no existe o no ha existido, no vale la disposición.
Pero bien puede haber ocurrido que la condición fuere real-
mente un hecho futuro al momento de dictarse el testamento,
pero se cumplió en vida del testador. En este caso, el artículo 1072
formula un distingo según si el testador supo o no que había
ocurrido el hecho.
Si el testador supo que había ocurrido el hecho, preciso es
distinguir según si éste es de los que admiten repetición o no. Si la
permite, se presumirá que el testador exige la repetición. Si no, se
tendrá la condición como cumplida.
Finalmente, si el testador no supo que se había cumplido la
condición, ésta se mirará como cumplida, cualquiera que sea la
naturaleza del hecho, es decir, admita o no repetición.

315. Condición de no impugnarse un testamento. La condición im-


puesta por el testador al asignatario de no impugnar el testamen-
to, no se extiende a las demandas de nulidad por algún defecto de
forma (artículo 1073). Por ejemplo, el testador deja un legado a
Pedro, pero agrega que si pretende atacar de nulidad el testamen-
to, caducará la asignación. Si Pedro impugna el testamento por
faltas de las disposiciones testamentarias, la condición está cumpli-
da y Pedro pierde su asignación. Pero si lo hace por vicios de
forma, entonces la ley dispone que no caduca la asignación. Y ello
porque el legislador en todo momento ampara las solemnidades
del testamento.

316. Condición de no contraer matrimonio. El Código se preocupa


de otra condición especial en los artículos 1074 y 1075, los cuales

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determinan que por regla general se tendrán por no escritas las


condiciones impuestas al asignatario de no contraer matrimonio o
permanecer en estado de viudedad. Así, por ejemplo, si el testa-
dor dice: “dejo $ 1.000 a mi cónyuge con la condición de que no
vuelva a contraer matrimonio”, tal condición se tiene por no escri-
ta y la asignación es pura y simple. Se fundamenta esta prohibi-
ción en que el legislador está interesado en la buena constitución
de la familia, que sólo se obtiene en el matrimonio.
Sin embargo, este principio tiene las siguientes excepciones:
1. Se puede establecer como condición que un menor no
contraiga matrimonio antes de los 18 años o una edad menor
(artículo 1074).
Las leyes Nos 7.612, de 21 de octubre de 1943, y 19.221, de 1
de junio de 1993, modificaron sucesivamente el precepto para ir
adecuándolo a la mayoría de edad;
2. Se puede imponer la exigencia de permanecer en estado
de viudedad, si el asignatario tiene uno o más hijos del anterior
matrimonio al momento de deferírsele la asignación (ar-
tículo 1075);
3. Se puede proveer a la subsistencia de una persona mien-
tras permanezca soltera o viuda, dejándole por ese tiempo un
derecho de usufructo, de uso o habitación o una pensión periódi-
ca (artículo 1076). En realidad, en este caso, no hay tanto una
condición de no contraer matrimonio, como el deseo de favore-
cer al cónyuge sobreviviente mientras carezca de marido o mujer
que pueda socorrerlo.
El precepto fue modificado por la Ley Nº 19.335, de 23 de
septiembre de 1994, que reemplazó la expresión “mujer” por “per-
sona”, dentro del espíritu de esa ley de eliminar las diferencias en
el Código de la mujer con el varón.
4º Vale la condición de no casarse con una persona determi-
nada (artículo 1077). Por ejemplo, dice el testador: “dejo $ 1.000
a Pedro si no se casa con María”. En este caso, se particulariza la
persona excluida y no se atenta contra el interés del legislador, y
5º Vale, igualmente, la condición de abrazar un estado o pro-
fesión cualquiera, permitido por las leyes, aunque sea incompati-
ble con el estado de matrimonio. Es el caso de que se ponga como
condición la de abrazar el estado sacerdotal (artículo 1077).

317. Asignaciones condicionales resolutorias y suspensivas. Generali-


dades. De las clasificaciones que establece el Código al hablar de
las condiciones en los contratos, la más importante y la única que

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tiene normas especiales en las asignaciones, es la que distingue


entre la condición suspensiva y resolutoria.
La asignación condicional puede estar sujeta a una condición
suspensiva o resolutoria. El artículo 1479, aplicable a las asignacio-
nes en virtud del artículo 1070, nos da el concepto de condición
suspensiva y resolutoria. Conforme a dicho precepto, la condición
se llama suspensiva si mientras no se cumple, suspende la adquisi-
ción de un derecho. Por tanto, asignación condicional suspensiva
es aquella en que se halla en suspenso la adquisición de la asigna-
ción como, por ejemplo, si el testador dice: “lego $ 1.000 a Pedro,
siempre que se reciba de abogado”.
Condición resolutoria es aquella que por su cumplimiento extin-
gue un derecho. En consecuencia, asignación condicional resoluto-
ria es aquella en que verificada la condición se extingue la asignación,
como si, por ejemplo, dice el testador: “dejo a Pedro una pensión de
$ 100 mensuales, pero la perderá si se va al extranjero”.
La condición, tanto suspensiva como resolutoria, puede hallar-
se en tres estados: pendiente, cumplida y fallida. Pendiente, si el
hecho futuro e incierto que constituye la condición no se ha cum-
plido, pero puede aún cumplirse. Cumplida, si el hecho se verifi-
có (artículos 1483 a 1486). Y fallida, si la condición no se ha
cumplido, pero es un hecho que ya no se verificará (artículos 1480
a 1482). Estudiaremos las asignaciones condicionales resolutorias
y suspensivas a través de estos tres estados.

318. Asignación condicional resolutoria. A la inversa de lo que


ocurre en las obligaciones condicionales, las asignaciones condi-
cionales resolutorias presentan menos interés que las sujetas a
condición suspensiva.
La condición resolutoria, cuando está pendiente, coloca al
asignatario condicional en calidad de propietario de los bienes
que se dejan bajo condición. En consecuencia, el asignatario pue-
de ejercitar su derecho de dominio como si fuera propietario
puro y simple.
Si falla la condición, el dominio sujeto a la condición resoluto-
ria se consolida, y pasa a ser puro y simple.
Y si la condición se cumple, el asignatario pierde la asigna-
ción; ésta se extingue. El asignatario debe restituir lo que haya
recibido (artículo 1487), pero conserva los frutos, salvo que la ley
o el testador hayan dispuesto otra cosa (artículo 1488), y las enaje-
naciones que haya efectuado quedan sin efecto según los casos: si
se trata de bienes muebles, cuando los terceros adquirentes esta-

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ban de mala fe (artículo 1490); y si se trata de bienes raíces, cuan-


do la condición constaba en el título respectivo inscrito u otorga-
do por escritura pública (artículo 1491).

319. Asignación condicional suspensiva pendiente. La condición sus-


pensiva pendiente suspende la adquisición de la cosa asignada. Es
característica propia de la condición, por su misma incertidum-
bre, que produzca este efecto.
Por ello el inciso primero del artículo 1078 dispone que “las
asignaciones testamentarias bajo condición suspensiva, no confie-
ren al asignatario derecho alguno, mientras pende la condición,
sino el de implorar las medidas conservativas necesarias”. El asig-
natario no tiene derecho alguno, como no sea la magra facultad
de solicitar medidas conservativas o precautorias. Iguales disposi-
ciones se aplican a las obligaciones condicionales y al fideicomiso.
De este principio se derivan varios corolarios de interés, algu-
nos ya estudiados:
1º El asignatario debe existir al momento de cumplirse la
condición.
Por regla general, es incapaz de recibir asignaciones el que no
tiene existencia natural o legal al momento de la apertura de la
sucesión; el asignatario condicional debe existir además al tiempo
de cumplirse la condición (artículo 962).
2º La delación de la asignación se produce una vez cumplida
la condición.
La delación de las asignaciones, o sea, el actual llamamiento
que hace la ley para aceptarlas o repudiarlas, se produce general-
mente al fallecimiento del causante. En las asignaciones condicio-
nales el llamamiento se hace al cumplirse la condición (artículo 956).
3º El asignatario condicional nada transmite a sus herederos.
Si el asignatario condicional fallece antes de cumplirse la con-
dición, nada transmite a sus herederos (inciso segundo del ar-
tículo 1078), lo que es lógico, pues para ser capaz de suceder, el
asignatario condicional requiere existir al momento de cumplirse
la condición; si fallece antes de cumplirse ésta, nada adquiere y
nada puede transmitir a sus herederos. Por eso se explica que el
artículo 1492, luego de establecer la solución inversa respecto de
las obligaciones condicionales, disponga que “esta regla no se apli-
ca a las asignaciones testamentarias ni a las donaciones entre vi-
vos”. Ni el asignatario condicional ni el donatario condicional
transmiten su expectativa a sus herederos; en cambio, el acreedor
condicional la traspasa a los suyos.

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4º El asignatario condicional no puede ejercer la acción de


partición.
Según el artículo 1319, el coasignatario bajo condición sus-
pensiva no puede solicitar la partición mientras pende la condi-
ción. Si los demás coasignatarios proceden a efectuarla, deben
asegurar competentemente al condicional lo que cumplida la con-
dición le corresponda (ver Nº 718).
5º La Corte Suprema declaró en un fallo186 que si un acree-
dor del asignatario condicional embarga los bienes dejados a éste
bajo condición suspensiva, es admisible la tercería entablada por
los herederos, pues el acreedor ha embargado un bien que aún
no le corresponde al asignatario condicional.

320. Asignación condicional suspensiva cumplida. Cumplida la con-


dición, nace el derecho del asignatario condicional, adquiere éste
la cosa asignada.
El inciso final del artículo 1078 dispone que, una vez cumplida
la condición, el asignatario condicional no puede solicitar la resti-
tución de los frutos producidos por la cosa asignada antes de
cumplirse la condición, salvo que el testador hubiere dispuesto
otra cosa. El artículo 1338, número primero, consagra igual regla
para los legados de especie condicionales.
Y se comprende que el asignatario condicional no adquiere
los frutos, conforme al principio de que las cosas producen y
perecen para su dueño. Cumplida la condición suspensiva, se ad-
quiere la asignación, y desde ese momento el asignatario se hace
dueño de los frutos. Es éste uno de los casos en que la condición
cumplida no opera con efecto retroactivo.

321. Asignación condicional suspensiva fallida. Si la condición


suspensiva falla, se esfuma la mera expectativa del asignatario. En
consecuencia, si el asignatario solicitó alguna medida conservativa
o precautoria, ésta debe ser alzada.
El artículo 1480 dispone que “si la condición suspensiva es o
se hace imposible, se tendrá por fallida” y el 1481 hace aplicable
esta disposición aun a las asignaciones testamentarias. Agrega este
precepto: “así, cuando la condición es un hecho que depende de
la voluntad del asignatario y de la voluntad de otra persona, y deja
de cumplirse por algún accidente que la hace imposible o porque

186 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XII, sección 1ª, pág. 185.

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la otra persona de cuya voluntad depende no puede o no quiere


cumplirla, se tendrá por fallida, sin embargo de que el asignatario
haya estado por su parte dispuesto a cumplirla. Con todo, si la
persona que debe prestar la asignación se vale de medios ilícitos
para que la condición no pueda cumplirse, o para que la otra
persona, de cuya voluntad depende en parte su cumplimiento, no
coopere a él, se tendrá por cumplida”. El caso en que se pone el
legislador es el de una condición mixta, o sea, que depende tanto
de la voluntad del asignatario como de otra persona, como, por
ejemplo, si el testador deja una asignación sujeta a la condición de
que el legatario se case con cierta persona; si ésta no quiere con-
traer matrimonio o no puede, verbigracia, por haber fallecido, la
condición ha fallado. Pero si el heredero gravado con el legado
ofrece, por ejemplo, dinero a dicha persona para que no se case,
la condición se tiene por cumplida.

Párrafo 2º
Asignaciones testamentarias a día

322. Generalidades y concepto. Dispone el artículo 1080, que encabe-


za el párrafo tercero de las asignaciones testamentarias a día: “las
asignaciones testamentarias pueden estar limitadas a plazos o días
de que dependa el goce actual o; extinción de un derecho y se
sujetarán entonces a las reglas dadas en el título De las obligaciones
a plazo, con las explicaciones que siguen”.
El plazo, por tanto, suspende el goce actual de un derecho, su
exigibilidad. El derecho mismo a la asignación existe, pero el
asignatario no puede exigirla desde ya. Por ejemplo, el testador
deja $ 1.000 a Pedro, a quien se le entregarán un año después de
la muerte del causante. Fallece éste y Pedro adquiere su asigna-
ción, pero la exigibilidad del derecho está en suspenso; pasado el
año fijado por el testador, Pedro puede cobrar los $ 1.000. No le
es posible hacerlo antes.
En las asignaciones a plazo rigen las reglas especiales del
párrafo 3º y las del Título V del Libro IV del Código sobre obli-
gaciones a plazo. A la inversa, a éstas se aplican también las
normas de las asignaciones testamentarias a día (artículo 1498).
Aunque la ley no lo dice en este caso expresamente, como ocu-
rre en las asignaciones condicionales, si la asignación a plazo
lleva envuelta la constitución de un usufructo, se aplicarán ade-

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más las reglas propias de esta institución, contempladas en el


Título IX del Libro II.

323. Asignaciones a día y asignaciones a plazo. Advertencia. El pá-


rrafo tercero trata de las asignaciones a día; no debe creerse que
esta expresión es equivalente a asignación a plazo. La asignación a
plazo no puede contener incertidumbre de ninguna especie, pues
el plazo es el hecho futuro pero cierto, del cual depende la exigi-
bilidad o cumplimiento de un derecho u obligación. Por su carác-
ter de cierto se diferencia precisamente de la condición. La
asignación a día, en cambio, puede llevar envuelta cierta incerti-
dumbre respecto del día. Desde el momento en que en una asig-
nación sujeta a modalidades se introduce la incertidumbre, nos
hallamos ante una condición y no un plazo.
Quiere decir, entonces, que las asignaciones a día, como ten-
dremos oportunidad de verlo en el curso de las explicaciones,
pueden ser tanto a plazo como condicionales, según si existe o no
incertidumbre en ellas.

324. Certidumbre y determinación del día. El día en las asignacio-


nes puede ser cierto o incierto, determinado e indeterminado.
La certidumbre e incertidumbre de la asignación a día está en
relación con la certeza o no de que va a llegar el día fijado a la
asignación testamentaria. Es cierto el día cuando tiene que llegar,
y entonces constituye típicamente un plazo; es incierto cuando no
existe certidumbre respecto de si va a llegar el día, y entonces es
una condición.
La determinación o indeterminación del día depende de si se
sabe o no cuándo va a llegar el día. Es determinado si se conoce
cuándo va a llegar el día, como, por ejemplo, si se trata del prime-
ro de enero de tal año. Y es indeterminado el día si no se sabe
cuándo va a llegar éste. Por ejemplo, cuando el día es el de la
muerte de una persona.

325. Clasificación de las asignaciones a día, conforme a su certidum-


bre y determinación. En conformidad a lo dicho, combinando los
elementos de la certidumbre y determinación tenemos la siguien-
te clasificación de las asignaciones a día:
1º Asignaciones a día cierto y determinado.
El inciso primero del artículo 1081 dice que “el día es cierto
y determinado, si necesariamente ha de llegar y se sabe cuándo,
como el día tanto de tal mes y año, o tantos días, meses o años

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después de la fecha del testamento o del fallecimiento del tes-


tador”.
El precepto da, pues, dos ejemplos: el día tanto de tal mes y
año. Verbigracia, el primero de enero de tal año. El día es cierto
porque se sabe que va a llegar, y determinado en cuanto se cono-
ce a ciencia cierta cuándo ello ocurrirá. Y el otro ejemplo es tan-
tos días, meses o años desde la muerte del testador o del
otorgamiento del testamento. Verbigracia, un año después del
fallecimiento del causante. El día es cierto y determinado por las
mismas razones anteriores.
2º Asignaciones a día cierto e indeterminado.
Dice el artículo 1081 en su inciso segundo: el día “es cierto,
pero indeterminado, si necesariamente ha de llegar, pero no se sabe
cuándo, como el día de la muerte de una persona”.
El ejemplo típico al respecto es el que da el precepto: el día de
la muerte de una persona; es evidente que tal acontecimiento se
ha de producir, y por ello el día es cierto, pero es indeterminado
por cuanto se ignora cuándo ocurrirá el fallecimiento.
3º Asignaciones a día incierto y determinado.
El día es incierto, pero determinado, si puede llegar o no,
pero suponiendo que haya de llegar, se sabe cuándo (inciso ter-
cero del artículo 1081). El precepto da como ejemplo típico el
día en que una persona cumpla veinticinco años. El día es incier-
to porque no se sabe si esta persona va a cumplir o no dicha
edad, pues puede fallecer con anterioridad. Y es determinado
porque, suponiendo que tal día llegue, se conoce la fecha en
que ello ocurrirá.
4º Asignaciones a día incierto e indeterminado.
El inciso final del precepto en estudio dispone que el día es
incierto e indeterminado si no se sabe si ha de llegar ni cuándo.
Por ejemplo, el día en que una persona contraiga matrimonio; es
incierto, porque no se sabe si esta persona va a contraer matrimo-
nio o no, e indeterminado, pues no se conoce, si lo lleva a cabo, el
día en que va a hacerlo.

326. Asignaciones desde tal día y hasta tal día. Las asignaciones a
día admiten otra clasificación en asignaciones desde tal día (dies
ad quo) y hasta tal día (dies ad quem), que corresponde a la
clasificación del plazo en suspensivo y extintivo y de la condición
en suspensiva y resolutoria.
Por ejemplo, la asignación es desde tal día, si el testador dice
que lega $ 1.000 a Pedro, quien llevará el legado un año después

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DERECHO SUCESORIO

del fallecimiento del causante. Y es hasta tal día, si deja a Pedro


una pensión periódica durante toda su vida.
Esta clasificación la combina el Código con la anterior, dando
lugar a las divisiones que estudiaremos en los números siguientes.

327. Asignaciones desde tal día. Conforme a lo dicho, estas asig-


naciones pueden ser de cuatro clases:
1º Asignaciones desde día cierto y determinado.
Esta asignación a día es típicamente a plazo. Por ejemplo, dice
el testador: “dejo a Pedro $ 1.000, quien los llevará un año des-
pués de mi fallecimiento”. El día es cierto y determinado, porque
se sabe que ha de llegar y cuándo ha de hacerlo, y constituye
típicamente un plazo.
Y como consecuencia de que sea asignación a plazo, el dere-
cho se adquiere desde el fallecimiento del causante y sólo está en
suspenso su exigibilidad. Por ello el inciso primero del artículo 1084
dispone que “la asignación desde día cierto y determinado da al
asignatario, desde el momento de la muerte del testador, la pro-
piedad de la cosa asignada y el derecho de enajenarla y transmitir-
la; pero no el de reclamarla antes que llegue el día”. Como se ve,
la situación del asignatario a plazo es muy superior a la del condi-
cional. Aquél lo único que no puede hacer es exigir el cumpli-
miento de la asignación, pero en cambio la transmite a sus
herederos y puede enajenarla.
La regla general es entonces que el asignatario desde día cier-
to y determinado sea a plazo; pero según el inciso segundo del
artículo 1084 si el testador impone expresamente al asignatario la
condición de existir en ese día, en el ejemplo, de existir al año del
fallecimiento del causante, la asignación pasa a ser condicional y
se rige por las normas de las asignaciones condicionales. Lo que
ocurre en este caso es que el testador introduce un elemento de
incertidumbre, y siendo ésta elemento característico de la condi-
ción, la asignación pasa a ser condicional.
2º Asignaciones desde día cierto pero indeterminado.
Un ejemplo de este tipo de asignaciones sería el siguiente:
dice el testador que deja a Pedro una asignación periódica de
$ 1.000 si fallece Juan. El día es cierto, porque la muerte de Juan
ha de ocurrir, y es indeterminado, pues no se sabe cuándo llegará
tal día. Según el inciso primero del artículo 1085, esta asignación
es condicional. A primera vista no parece lógico que existiendo
certidumbre en el día haya una condición; lo que acontece aquí
es lo siguiente: es el legislador quien introduce en este caso la

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incertidumbre al establecer una condición, la de que exista el


asignatario en ese día. En el ejemplo anterior el legislador exige a
Pedro estar vivo al fallecer Juan, en lo cual hay ya una incertidum-
bre, pues bien puede acontecer que la muerte de Pedro sea ante-
rior a la de Juan. La incertidumbre la introduce la ley al presumir
en el testador esa condición que no ha expresado.
Pero si se sabe que el asignatario va a existir el día fijado,
como cuando la asignación es a favor de un establecimiento per-
manente, la asignación es a plazo y se rige por el inciso primero
del artículo 1084. Así lo dispone el inciso segundo del artículo 1085.
Por ejemplo, dice el testador: “dejo $ 1.000 a la Universidad de
Chile si fallece Juan”. Aquí no existe ya incertidumbre de ninguna
especie, pues es un hecho que la Universidad de Chile, como
institución permanente, va a sobrevivir a Juan. Como consecuen-
cia de que el asignatario sea a plazo quiere decir que adquiere la
asignación por el solo fallecimiento del causante, puede enajenar-
la y transmitirla, pero no reclamarla antes de la llegada del día.
3º Asignaciones desde día incierto pero determinado.
Por ejemplo, dice el testador: “dejo a Pedro una pensión de
$ 100 mensuales desde que Juan cumpla veinticinco años de edad”.
Al tenor del artículo 1086 esta asignación es condicional. Y el
precepto se justifica ampliamente porque en este caso hay incerti-
dumbre, pues no se sabe si Juan va a alcanzar a cumplir dicha
edad; bien puede acontecer que fallezca antes.
4º Asignaciones desde día incierto e indeterminado.
Sería, por ejemplo, el caso de que el testador legara a Pedro
un inmueble si se recibe de abogado. El día es incierto, pues no es
del todo seguro que Pedro se reciba de abogado, y es indetermi-
nado, porque si ello llega a ocurrir no se sabe cuándo será. Esta
asignación es típicamente condicional y así lo declaran los artícu-
los 1083 y 1086.

328. Asignaciones desde un día que llega antes de la muerte del testa-
dor. Puede ocurrir, como en las condiciones, que en lo asignado
desde tal día, éste llegue antes de la muerte del testador. En este
caso, según el artículo 1082, la asignación se entenderá hecha
para después del fallecimiento del testador, y sólo se deberá desde
que se abra la sucesión.

329. Asignaciones hasta tal día. Las asignaciones hasta tal día o
dies ad quem también pueden ser de cuatro clases, a saber:
1º Asignaciones hasta tal día cierto y determinado.

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DERECHO SUCESORIO

Según el inciso primero del artículo 1087, la asignación hasta día


cierto y determinado constituye un usufructo a favor del asignatario.
Por ejemplo, el testador deja una propiedad por dos años a Pedro, a
contar desde el fallecimiento del causante. El día de que depende la
asignación es un plazo cierto y determinado; cierto, porque tiene que
llegar, y determinado, por conocerse la fecha en que va a ocurrir. Y
como existe un plazo de esta naturaleza nos hallamos ante un usu-
fructo, como muy acertadamente lo dice el Código.
2º Asignaciones hasta tal día cierto e indeterminado.
Dice el testador, por ejemplo: “dejo mi propiedad a Pedro por
toda su vida”. Nos hallamos ante un plazo cierto pero indetermi-
nado; lo primero, porque Pedro debe morir, y lo segundo, por no
saberse cuándo ha de ocurrir el fallecimiento. Y como existe un
plazo, el inciso primero del artículo 1087 declara que en este caso
también hay un usufructo. Por las razones dichas, la jurispruden-
cia ha determinado que la asignación por toda la vida del asigna-
tario es un usufructo.187
3º Asignaciones hasta día incierto pero determinado.
Por ejemplo, dice el testador: “dejo mi propiedad en goce a
Pedro hasta que cumpla veinticinco años de edad”. El día es in-
cierto, porque no se sabe si va a llegar el día, pero determinado,
porque si Pedro cumple dicha edad, se conoce la fecha en que
ello va a ocurrir.
Según el artículo 1088, esta asignación también es a plazo y cons-
tituye un usufructo. Llama la atención que, existiendo incertidum-
bre, haya un plazo. Don Andrés Bello, valiéndose del ejemplo que
hemos dado, explica en notas al margen del proyecto de 1853 por
qué existen plazo y usufructo y no condición. En esta asignación
pueden ocurrir dos cosas: a) Pedro vive hasta cumplir veinticinco
años de edad; en este caso, se extingue el usufructo por la llegada del
plazo. b) O bien, Pedro fallece antes de cumplirse el plazo, y también
se extingue el usufructo por ser éste intransmisible.
El inciso segundo del artículo 1088 se pone en el caso de que
se deje una asignación a una persona hasta que un tercero cumpla
una edad determinada. Por ejemplo, dice el testador: “dejo mi
casa a Pedro hasta que Juan cumpla veinticinco años de edad”.
También hay aquí un usufructo, y si Juan fallece antes de cumplir
esa edad el usufructo subsiste hasta el día en que de vivir Juan
hubiere cumplido dicha edad.

187 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo IV, sección 1ª, pág. 53.

286
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

4º Asignaciones hasta día incierto e indeterminado.


Sería el caso en que el testador dijese: “dejo una pensión pe-
riódica a Pedro hasta que se vaya al extranjero”. El día es incierto
e indeterminado, porque no se sabe si va a llegar y cuándo ello va
a ocurrir. Y como hay incertidumbre, el artículo 1083 dispone que
esta asignación es condicional.

330. Síntesis de cuándo las asignaciones a día son condicionales o a


plazo. Resumiendo lo dicho en los números anteriores, podemos
sentar dos reglas generales:
1º Las asignaciones desde día son siempre condicionales, sal-
vo que sea desde un día cierto y determinado o desde día cierto e
indeterminado a un establecimiento permanente; en estos dos
casos constituyen asignaciones a plazo.
2º Las asignaciones hasta tal día son, por regla general, cons-
titutivas de un plazo y representan un usufructo en favor del asig-
natario, salvo las hasta día incierto e indeterminado, en las que
existe una condición.

331. Importancia de lo dicho para distinguir el usufructo del fideico-


miso. Todo lo dicho tiene gran importancia no sólo para determi-
nar las reglas aplicables a la asignación, sino que también para
distinguir el usufructo del fideicomiso. En efecto, en la práctica es
difícil decidir cuándo nos hallamos ante una u otra institución;
aplicando las reglas anteriores, podemos determinar si la asigna-
ción constituye un usufructo o un fideicomiso, ya que si la asigna-
ción a día lleva envuelto un plazo, existirá lo primero, y si una
condición, un fideicomiso.
Un fallo de nuestros tribunales ha declarado que para que
haya fideicomiso es indispensable una condición que determine el
traspaso de la cosa de un primer asignatario a un segundo que al
efecto se designe, en términos que la entrega a éste sea incierta.
No existe tal incertidumbre si se sabe que la entrega debe necesa-
riamente verificarse.188
Bello da al respecto varios ejemplos en el proyecto de 1853.
Verbigracia, dice el testador: “dejo mi inmueble tal a Pedro, el
que a su muerte pasará a Juan”. Pedro es usufructuario, pues su
asignación es hasta día cierto, pero indeterminado. Cierto, por-
que su muerte ha de llegar, pero indeterminado por no saberse

188 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XLVII, sección 1ª, pág. 552.

287
DERECHO SUCESORIO

cuándo va a ocurrir el hecho de que pende la restitución. Aplica-


mos el artículo 1087 y llegamos a la conclusión de que para
Pedro la asignación es un usufructo. Pero Juan no es el nudo
propietario, sino que es fideicomisario. En efecto, su asignación
es desde día cierto –pues la muerte de Pedro es un hecho que
tiene que ocurrir–, pero indeterminado, porque no se sabe cuán-
do se va a producir el fallecimiento de Pedro. Aplicando el ar-
tículo 1085, nos hallamos ante una asignación condicional, porque
la ley exige a Juan existir al fallecimiento de Pedro y, en conse-
cuencia, estamos frente a un fideicomiso. En este ejemplo, los
nudos propietarios y los propietarios fiduciarios son los herede-
ros abintestato del testador, o sea, del que ha constituido el
usufructo y el fideicomiso.
Pero estas reglas no son inmutables, porque hay que aten-
der en todo caso a la intención, al espíritu del testador y no a
las palabras con que se exprese. En efecto, bien puede suceder
que en el fideicomiso sea la muerte del propietario fiduciario
la condición de la cual penda la restitución. Así se desprende
de la parte final el artículo 739, que dispone: “toda condición
de que penda la restitución de un fideicomiso, y que tarde más
de cinco años en cumplirse, se tendrá por fallida, a menos que la
muerte del fiduciario sea el evento de que penda la restitución”. Puede
acontecer entonces en el fideicomiso que el evento de que
penda la restitución sea la muerte del propietario fiduciario.
En tal caso, la asignación es hasta día cierto pero indetermina-
do, o sea, el mismo ejemplo anterior, y no habría, sin embargo,
usufructo con fideicomiso, sino sólo fideicomiso, en virtud del
artículo 739. ¿Cómo distinguir entonces en el caso de que el
evento del cual dependa la restitución sea la muerte de una
persona si se trata de un usufructo o un fideicomiso? Como
decíamos, en definitiva, para decidir si nos encontramos frente
a una u otra institución, hay que estarse a la intención del
testador.
La jurisprudencia ha tenido oportunidad de resolver algunos
casos prácticos. Así, la Corte Suprema se pronunció sobre la si-
guiente situación: dijo el testador que donaba su casa a la hermana
tal, a cuyo fallecimiento pasaría a sus otras hermanas. Es el mismo
caso del ejemplo anterior, y sin embargo la Corte Suprema dijo
que no había usufructo con fideicomiso, sino que la hermana a
quien se donaba la casa era propietaria fiduciaria, y las otras her-
manas, fideicomisarias. Nuestro más alto tribunal se basó en que
el testador en su testamento habló de donación, lo cual daba a

288
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

entender que dejaba a su hermana la propiedad de la casa, y no el


mero usufructo.189
Veamos otro caso de jurisprudencia: el testador dejó una cuota
de su herencia en usufructo en favor de sus hijos, para que a la
muerte de éstos pasara a los descendientes legítimos de los hijos.
Estos eran usufructuarios, y los descendientes legítimos fideicomisa-
rios, porque, aplicando el artículo 1085, existía la condición de que
los descendientes existieran al momento del fallecimiento del usu-
fructuario.190 El caso era exactamente igual al anterior, pero la solu-
ción distinta. ¿Por qué? Porque el testador había hablado de usufructo,
manifestando su intención de constituir dicha institución.
En igual sentido se interpretó la siguiente cláusula testamenta-
ria: “lego a mis dos sobrinos la casa tal para que la gocen y usu-
fructúen por partes iguales y con derecho a acrecer por toda su
vida, y por el fallecimiento de éstos pasará la propiedad y dominio
absoluto a la descendencia legítima de ambos o de uno si el otro
falleciere sin sucesión, y si ambos fallecieren sin sucesión pasará la
propiedad y dominio absoluto a fulano o su descendencia legíti-
ma”. La Corte declaró que los sobrinos eran usufructuarios y sus
descendientes legítimos, el tercero y su descendencia legítima eran
fideicomisarios. Igualmente, el testador había hablado de “goce” y
“usufructo”.191
Otra interesante sentencia ha interpretado la cláusula testa-
mentaria que dice: “lego a mi esposa en absoluto dominio y pro-
piedad la mitad de todos mis bienes, y asigno a mi misma esposa
la otra mitad de la totalidad de esos referidos bienes para que los
goce durante los días de su vida, debiendo pasar a su muerte a mis
hermanas tales, a quienes instituyo herederos universales”, en el
sentido de que en la parte en que deja la mitad de sus bienes a su
cónyuge sobreviviente de por vida existe un usufructo a favor de
ésta siendo las hermanas nudas propietarias. La calidad de fideico-
misarias que tendrían las hermanas al conferírseles, para después
de la muerte de la cónyuge, la misma cuota de herencia que ésta
tuvo en usufructo (asignación que envuelve la condición de existir
las hermanas al fallecimiento de la cónyuge), se altera al instituir-
las más adelante herederas universales, lo que las hace dueñas de
la herencia desde la muerte del causante, pudiendo a su vez trans-

189 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XIX, sección 1ª, pág. 433.
190 Ídem, tomo XLIII, sección 1ª, pág. 263.
191 Ídem, tomo XLIX, sección 2ª, pág. 429.

289
DERECHO SUCESORIO

mitirla, y en tal calidad, están en aptitud de entrar por sí o por


intermedio de quien las represente en el goce de los bienes cuan-
do termine el usufructo.192
De todo lo dicho se desprende la conclusión de que hay que
estarse más al espíritu del testador. Si su intención fue dejar la
propiedad y no el usufructo, la asignación es una propiedad fidu-
ciaria, y si ella fue dejar a una persona no la propiedad sino el
goce de una cosa, nos hallamos ante un usufructo.193

Párrafo 3º
Asignaciones modales propiamente tales

332. Concepto y generalidades. Trata de las asignaciones modales el


párrafo 4º del Título IV, artículos 1089 y siguientes.
El primero de dichos preceptos esboza una definición de modo,
diciendo que “si se asigna algo a una persona para que lo tenga
por suyo con la obligación de aplicarlo a un fin especial, como el
de hacer ciertas obras o sujetarse a ciertas cargas, esta aplicación
es un modo y no una condición suspensiva. El modo, por consi-
guiente, no suspende la adquisición de la cosa asignada”. El pre-
cepto es típico de las legislaciones del siglo antepasado, en las
cuales el legislador no se limita a mandar, sino que entra en expli-
caciones más propias de la cátedra, para convencer de sus disposi-
ciones a aquellos a quienes la ley se va a aplicar. Y es así como nos
dice que el modo no es una condición suspensiva y, en consecuen-
cia, no suspende la adquisición de la cosa asignada.
En base al artículo citado, podemos definir el modo en la siguien-
te forma: es la carga que se impone a quien se otorga una liberalidad.
Por ejemplo, dice el testador: “instituyo heredero universal a
Pedro, y le impongo la obligación de fundar un hospital”. O bien
dice: “lego $ 10.000 a Juan, con la carga de que costee los estudios
secundarios de Diego”. Son ejemplo típicos de cargas impuestas a
personas a quienes se hace una liberalidad.
Un fallo de nuestros tribunales declara que si la testadora deja
sus bienes a una institución de caridad para que los tenga por

192“Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XLVII, sección 1ª, pág. 552.


193 Los artículos 6º, 7º, 8º y 11 de la Ley Nº 16.271 sobre Impuesto de
Herencias, establecen rebajas especiales para el pago del impuesto de herencia
tratándose de asignaciones con usufructo, fideicomiso, uso o habitación.

290
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

suyos, con la obligación de aplicarlos íntegros a determinados fines


que se expresan, nos encontramos ante una asignación modal.194

333. La asignación modal puede ser una herencia o legado. El ar-


tículo 1089 comienza diciendo: “si se asigna algo a una persona”,
etc. Como la ley no distingue, la asignación modal puede ser tanto
a título universal, una herencia, como a título singular, o sea, un
legado. Así lo ha estimado también la jurisprudencia.195

334. En la asignación modal concurren dos personas: el asignatario y


el beneficiado con el modo. ¿En cuál de ellas deben concurrir los requisitos
para suceder? En las asignaciones modales tienen interés dos perso-
nas: 1) el asignatario modal, y 2) la persona beneficiada con el
modo. En uno de los ejemplos anteriores, Juan, a quien se legan
los $ 10.000, es el asignatario modal, y Diego, cuyos estudios se-
cundarios debe costear el primero, es el beneficiado con el modo.
Una situación semejante se presenta en el albaceazgo fiducia-
rio. El albacea fiduciario es la persona a quien el testador enco-
mienda la ejecución de sus encargos secretos. Por ejemplo, dice el
testador en su testamento: “de mi herencia, $ 1.000 serán inverti-
dos por mi albacea fiduciario Pedro en la ejecución de los encar-
gos secretos que le cometí. La diferencia fundamental que existe
entre el albacea fiduciario y el asignatario modal es que el prime-
ro no es asignatario en cuanto a albacea fiduciario, aunque nadie
le impide serlo a la vez del testador, y, en cambio, el asignatario
modal es heredero o legatario del causante en cuanto a tal. Trata-
remos este punto al hablar del albaceazgo fiduciario (ver Nº 697).
Volviendo a las personas que concurren en una asignación
modal, cabe preguntarse en cuál de ellas deben cumplirse los
requisitos necesarios para suceder (capacidad, dignidad y deter-
minación de la persona), si únicamente en el asignatario modal o
solamente en el beneficiado con el modo, o en ambos a la vez.
La Corte Suprema ha dicho que los requisitos necesarios para
suceder deben concurrir únicamente en el asignatario modal, pero
no en el beneficiado con el modo, pues el verdadero asignatario
es el que se instituye como tal. El beneficiado con el modo no es

194 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo LIII, sección 1ª, pág. 325.

Véase en sentencia de 19 de junio de 2002, de la Excma. Corte Suprema un


interesante caso en que se alegó la existencia de una asignación modal.
195 Ídem, tomo VI, sección 1ª, pág. 481.

291
DERECHO SUCESORIO

heredero ni legatario, ni tiene vínculo jurídico alguno con el cau-


sante.196 Así no es nula la asignación si el beneficiado no goza de
personalidad jurídica, o no es persona determinada.
La solución dada por nuestro más alto tribunal puede ser peli-
grosa, pues sabemos que las asignaciones hechas a personas incapa-
ces son nulas, aun cuando se disfracen de contratos onerosos o se
hagan por interpósita persona (artículo 966). En la práctica, la asig-
nación modal puede llevar envuelta la interposición de personas a
fin de burlar las prohibiciones sobre incapacidad. Por ejemplo, el
testador puede dejar como asignatario a Pedro, con la carga de
entregar una pensión periódica al sacerdote que hubiere confesado
al causante durante su última enfermedad. En tal evento, es eviden-
te la interposición de personas, con el fin de burlar la ley.
Frente a esta situación habrá que determinar en cada caso en
particular, para la validez de la asignación modal, si hubo ánimo
fraudulento del testador al instituir un modo en favor de un inca-
paz, o no hubo intención dolosa de su parte.

335. Características del modo. El modo presenta algunas caracterís-


ticas interesantes. En primer lugar, el artículo 1089 nos dice que el
modo no es una condición suspensiva; en consecuencia, el asignata-
rio modal adquiere desde ya y por el solo fallecimiento del causante
la asignación sujeta a la carga del modo. La ley dice expresamente
que el modo no suspende la adquisición de la cosa asignada.
El artículo 1091 agrega: “para que la cosa asignada modalmen-
te se adquiera no es necesario prestar fianza o caución de restitu-
ción para el caso de no cumplirse el modo”.
La segunda característica que presenta el modo está contem-
plada en el artículo 1095: la obligación modal es transmisible por
regla general. Dispone el precepto que “si el modo consiste en un
hecho tal, que para el fin de que el testador se haya propuesto sea
indiferente la persona que lo ejecute, es transmisible a los herede-
ros del asignatario”. De manera que, por regla general, la obliga-
ción modal es transmisible, salvo si se impone en consideración a
la persona del asignatario.

336. Incumplimiento del modo. De la cláusula resolutoria en general.


Si el asignatario modal no cumple con la carga impuesta por el
testador, el beneficiado con el modo tiene dos derechos:

196 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomos VI, sección 1ª, pág. 481; XI,

sección 1ª, pág. 21; XII, sección 1ª, pág. 107, y LIII, sección 1ª, pág. 325.

292
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

1º El de todo acreedor de solicitar la ejecución forzada de la


obligación, siempre que concurran los requisitos legales; este de-
recho no constituye sino una aplicación de las reglas generales en
materia de obligaciones.
2º El derecho de pedir la resolución de la asignación modal.
Este se ejerce en virtud de la cláusula resolutoria, que define
el artículo 1090 en los siguientes términos: “en las asignaciones
modales se llama cláusula resolutoria la que impone la obligación de
restituir la cosa y los frutos, si no se cumple el modo”.
Por regla general, la cláusula resolutoria no va envuelta en el
modo, salvo que el testador la imponga (inciso segundo del precep-
to). La cláusula resolutoria no se subentiende en el modo, en lo
cual se diferencia de la condición resolutoria tácita, que contempla
el artículo 1489, que va envuelta en todo contrato bilateral por el
incumplimiento de las obligaciones emanadas de él. La condición
resolutoria tácita no necesita expresarse; la cláusula resolutoria debe
ser establecida por el testador en el testamento, salvo si el asignata-
rio modal es un banco, porque en conformidad al artículo 86, Nº 6º,
del D.F.L. Nº 3, de 26 de noviembre de 1997, publicado en el Dia-
rio Oficial de 19 de diciembre de 1997, que fija el texto refundido
del Decreto con Fuerza de Ley Nº 252, de 1960 (en que a su turno
se refundió la Ley Nº 4.827 de Comisiones de Confianza), Ley Ge-
neral de Bancos, en este caso se subentiende la cláusula resolutoria.
En los números siguientes estudiaremos algunos aspectos de
esta cláusula.

337. Quiénes pueden solicitar la resolución del modo. El legislador


fue de suyo parco con la cláusula resolutoria, y así no dijo quién
podía solicitarla. Aplicando el principio de que es el interés jurídi-
co el que hace nacer la acción, podemos concluir que pueden
hacerlo dos personas:
1º El beneficiado con el modo, pues, declarada la resolución
de la asignación modal, debe entregársele, según el artículo 1096,
una suma proporcionada de dinero. En ello radica su interés;
2º Los demás asignatarios, pues declarada la resolución de la
asignación modal, esta asignación, deducido lo que debe entre-
garse al beneficiado con el modo, acrece a los herederos, según el
artículo 1096 citado. En este acrecimiento radica el interés de los
demás asignatarios.

338. Prescripción de la acción para pedir la resolución. Como tam-


poco existe reglamentación especial, debe aplicarse la regla gene-

293
DERECHO SUCESORIO

ral del artículo 2515, y como acción ordinaria prescribe en cinco


años contados desde que se hace exigible la obligación, o sea,
desde que existe incumplimiento del modo.
Así lo resolvió la Corte Suprema en el siguiente caso: el testa-
dor dejó un legado sujeto a la carga de establecer una escuela;
ésta funcionó durante quince años y posteriormente dejó de ha-
cerlo. Se opuso a la demanda correspondiente la excepción de
prescripción, pero la Corte Suprema declaró que procedía la reso-
lución de la asignación modal, pues el modo había dejado de
cumplirse desde que la escuela cesó de funcionar, y desde enton-
ces se comenzaba a contar el plazo de prescripción.197

339. Efectos de la resolución de la asignación modal. En primer


lugar, el asignatario modal debe restituir la cosa asignada y sus
frutos; hay en ello una nueva diferencia con la condición resoluto-
ria tácita, pues en ésta no se restituyen los frutos, a menos que la
ley, el testador, el donante o los contratantes, según los casos,
hayan dispuesto otra cosa (artículo 1488).
En seguida, debe entregarse al beneficiado con el modo una
suma de dinero proporcionada al objeto, y el resto de la asigna-
ción acrece a la herencia, si el testador no ha ordenado otra cosa;
pero el asignatario modal quedará excluido de este beneficio (ar-
tículo 1096).

340. Cumplimiento del modo: cómo debe cumplirse y enunciación de los


casos en que puede dejarse de hacerlo. El artículo 1094 se pone en el
caso de que el testador no disponga la manera como ha de cumplir
el modo y establece: “si el testador no determinare suficientemente
el tiempo o la forma especial en que ha de cumplirse el modo,
podrá el juez determinarlos, consultando en lo posible la voluntad
de aquél, y dejando al asignatario modal un beneficio que ascienda
a lo menos a la quinta parte del valor de la cosa asignada”.
O sea, corresponde a la justicia determinar el tiempo y la forma
de cumplirse el modo con las indicaciones y limitaciones indicadas
en el precepto. Debe tenerse presente que para los bancos no rige
el mínimo de remuneración fijado en el precepto (art. 86, Nº 6,
inc. 2º del D.F.L. Nº 3 de 1997, Ley General de Bancos).
El legislador señala dos casos en que el asignatario modal pue-
de dejar de cumplir la carga que se le ha impuesto. Son ellos:

197 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XV, sección 1ª, pág. 601.

294
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

1º Imposibilidad o ilicitud del modo, y


2º Modo que va en beneficio del propio asignatario modal.
Analizaremos estos dos casos en los números siguientes.

341. 1º Imposibilidad o ilicitud del modo. Se refiere a esta materia


el artículo 1093, que distingue entre imposibilidad absoluta y rela-
tiva; la imposibilidad absoluta puede ser posterior al estableci-
miento del modo o coetánea a él. En mérito a ello, el precepto
distingue tres situaciones:
1º Modo por su naturaleza imposible absolutamente o ilícito.
Si el modo es por su naturaleza imposible o inductivo a un
hecho ilegal o inmoral o concebido en términos ininteligibles, no
valdrá la disposición.
Se comprenden aquí tres situaciones diversas: en primer lu-
gar, la ilicitud del modo que vicia toda la disposición. Por ejem-
plo, dice el testador: “dejo una asignación con cargo de colocar
una casa de juego”. La disposición es nula, y en este caso es la
ilicitud del motivo psicológico la que trae consigo la nulidad de la
asignación.
En seguida, la misma suerte corre la disposición si por su
naturaleza misma es imposible el cumplimiento del modo. Final-
mente, igual cosa ocurre con los modos concebidos en términos
ininteligibles.
2º Modo que se hace absolutamente imposible con posteriori-
dad a su establecimiento.
Si el modo, sin hecho o culpa del asignatario, se hace absolu-
tamente imposible, subsistirá la asignación sin el gravamen (inciso
final del artículo 1093).
Por ejemplo, el testador impuso al asignatario modal la obliga-
ción de pagar una pensión alimenticia a una persona mientras ésta
viva, y ella fallece antes que el causante. Hay imposibilidad absoluta
de cumplir el modo, y la asignación subsiste sin el gravamen.
3º Imposibilidad relativa.
Finalmente, decíamos que la imposibilidad de cumplir el modo
podía ser relativa. El inciso segundo del artículo 1093 dispone que
“si el modo, sin hecho o culpa del asignatario, es solamente impo-
sible en la forma especial prescrita por el testador, podrá cumplir-
se en otra análoga que no altere la substancia de la disposición, y
que en este concepto sea aprobada por el juez, con citación de los
interesados”.
Por ejemplo, el testador deja un legado de $ 500 con la carga
de fundar un hospital. Fallece el testador, pero resulta que en la

295
DERECHO SUCESORIO

actualidad es imposible fundar un hospital con esa cantidad; se


cumplirá entonces el modo por equivalencia, por ejemplo, se cos-
tearán dos camas en un hospital.

342. 2º Modo que va en beneficio del propio asignatario. Es posible


que el modo vaya en beneficio exclusivo del asignatario. Por ejem-
plo, dice el testador: “lego $ 10.000 a Pedro para que se construya
una casa”. Según el artículo 1092, el modo en este caso no impo-
ne obligación alguna, a menos que lleve cláusula resolutoria.

343. Aplicación de estas reglas a las obligaciones modales. El Título IV


del Libro IV se intitula “De las obligaciones condicionales y moda-
les”. En realidad, el legislador en esta parte no dio ninguna norma
especial respecto del modo, sino que se limitó en el artículo 1493
a hacer aplicable a las convenciones lo dispuesto en el Título IV
del Libro III, sobre asignaciones testamentarias modales. Y tuvo
razón en hacerlo así, pues el modo es más propio de la sucesión
por causa de muerte que de las convenciones. En todo caso, fren-
te a un modo emanado de un contrato rigen todas las reglas
estudiadas anteriormente.

Sección segunda
ASIGNACIONES A TÍTULO UNIVERSAL O HERENCIAS

344. Concepto y generalidades. Referencia. Trata de esta materia el


párrafo 5º del Título IV, artículos 1097 y siguientes. Hemos estu-
diado ya este punto, pero desde el ángulo de los asignatarios a
título universal (Nos 16 y 17). Ahora lo analizaremos desde el
punto de vista de la asignación misma.
Asignaciones a título universal son aquellas en que se deja al
asignatario la totalidad de los bienes del difunto o una cuota de ellos.
La asignación recibe el nombre de herencia, y el asignatario de
heredero.
El artículo 1097 nos dice que los asignatarios a título universal
con cualquier palabra con que se les llame son herederos; repre-
sentan a la persona del difunto; adquieren todos los derechos
transmisibles y cae sobre ellos la obligación de pagar las deudas
hereditarias y las cargas testamentarias que no se impongan a
determinada persona (ver Nos 16 y 19).

296
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

345. Características de las asignaciones a título universal. Los here-


deros y las asignaciones a título universal presentan las siguientes
características:
1º Pueden ser testamentarias y abintestato.
Los herederos o asignatarios a título universal pueden ser tes-
tamentarios o abintestato, según que el título para suceder emane
del testamento o de la sola ley.
Los legatarios, en cambio, sólo puede ser testamentarios; el
legado supone siempre una declaración del testador en orden a
establecerlo; requieren de un testamento.
2º Los herederos adquieren la asignación y la posesión legal
por la muerte del causante.
Los herederos adquieren la herencia, la asignación universal
por causa de muerte. Si no existe condición suspensiva, se hacen
dueños de la asignación por el solo fallecimiento del causante; si
hay condición suspensiva, adquieren la herencia cuando ella se
cumple.
Según los artículos 722 y 688, los herederos también adquie-
ren la posesión legal de los bienes hereditarios por la muerte del
causante (Nº 47).
3º Los herederos pueden adquirir personalmente o en forma
indirecta.
Los herederos pueden adquirir la herencia en forma directa o
indirecta. Pueden hacer suya la asignación universal personalmen-
te o por derecho de representación cuando éste proceda.
Los herederos pueden también adquirir a título universal por
transmisión.
4º Los herederos gozan de ciertas acciones.
El legislador otorga a los herederos diversas acciones para am-
parar sus derechos. En primer lugar, la acción de petición de
herencia, que les concede el artículo 1264 y es la acción propia
del derecho real de herencia. Tiene por objeto obtener la restitu-
ción de una herencia que está siendo poseída por un falso herede-
ro (ver Nos 629 y siguientes).
En segundo lugar, puede acontecer que el heredero sea legiti-
mario, es decir, heredero forzoso. Si su asignación forzosa es des-
conocida por el testador, el legitimario puede exigir la modificación
del testamento en la parte que perjudica su legítima mediante la
acción de reforma del testamento establecida en el artículo 1216
(Nos 543 y siguientes).
5º Si existen varios herederos se forma una indivisión heredi-
taria.

297
DERECHO SUCESORIO

Existiendo varios asignatarios a título universal por el falleci-


miento del causante, nace la indivisión hereditaria, a la que se
pone fin ejerciendo la acción de partición establecida en el ar-
tículo 1317 (ver Nos 710 y siguientes).
6º El heredero sucede en todo el patrimonio transmisible del
causante o en una cuota de él.
El heredero sucede en la universalidad de la herencia o en
una cuota de ella; no hereda bienes determinados. Y el heredero
no sucede sólo en todos los derechos transmisibles del causante
en el activo de la herencia, sino que también en el pasivo. Le
afectan, como se verá en la parte décima de esta obra, las deudas
de la herencia y las cargas testamentarias, a menos que el testador
las imponga a determinadas personas.
Pero como lo hacíamos notar en otra oportunidad (ver Nº 16),
el heredero sucede en los derechos y obligaciones transmisibles
del causante. La parte intransmisible del activo y pasivo del patri-
monio no pasa a los sucesores. Como derechos intransmisibles
citábamos los personalísimos (uso, habitación, alimentos) y el de
usufructo; como obligaciones intransmisibles, las intuito personae.
7º Los herederos representan a la persona del causante.
El heredero representa a la persona del difunto, es el conti-
nuador jurídico de su persona; así lo dice expresamente el ar-
tículo 1097. Merced a esta verdadera representación jurídica, se
evita la estagnación de las relaciones jurídicas del causante, como
lo destacamos en otra oportunidad (ver Nº 2). Por ello en los
contratos se dice que el que contrata para sí también lo hace para
sus herederos.
Este principio, de que el heredero represente a la persona del
difunto en todos sus derechos y obligaciones transmisibles, es rico
en consecuencias jurídicas. Citaremos las más importantes:
a) Existe cosa juzgada respecto de los herederos, en un juicio
seguido contra o por el causante.
No hay en este caso identidad física de personas, pero sí la
identidad legal que exige la ley. Así lo declaró la Corte Suprema
en un juicio de reivindicación seguido contra el causante, y gana-
do por éste, y reiniciado contra los herederos. Nuestro más alto
tribunal acogió la excepción de cosa juzgada.198 Igualmente, los
herederos no podrían iniciar nuevos juicios en asuntos promovi-
dos por el causante y fallados en vida de éste.

198 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XXI, sección 1ª, pág. 228.

298
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

b) Los herederos no podrán alegar la nulidad absoluta si el


causante carecía del derecho para hacerlo.
En conformidad al artículo 1683, no puede alegar la nulidad
absoluta el que celebró el acto o contrato sabiendo o debiendo
saber el vicio que lo invalidaba. La jurisprudencia, aplicando el
principio de que los herederos son los continuadores de la perso-
na del difunto, ha declarado que ellos tampoco tienen derecho a
alegar la nulidad absoluta si el causante no podía hacerlo.199 Los
principales fundamentos de estos fallos son: 1º Nadie puede trans-
mitir más derechos de los que tiene, y el causante carecía del
derecho de alegar la nulidad y, en consecuencia, tal derecho no
pasa a los herederos; 2º En seguida, en el causante ha existido
dolo al celebrar un acto y contrato, sabiéndolo nulo, y nadie pue-
de aprovecharse del dolo propio; tampoco podrán hacerlo los
herederos como continuadores que son de la persona del difunto.
Cierto que el dolo es personalísimo y no se transmite, pero en este
caso se trata no del dolo propiamente tal, sino que de sus conse-
cuencias civiles, las cuales son perfectamente transmisibles; 3º En
conformidad al artículo 1685, los herederos de un incapaz no pue-
de alegar la nulidad si éste hizo uso de dolo para la celebración
del acto o contrato; si los herederos del incapaz no pueden alegar
la nulidad, con menos razón estarán en situación de hacerlo los
de un causante plenamente capaz.
Sin embargo, debe tenerse presente que no todos están de
acuerdo con esta interpretación, principalmente en base al carác-
ter personalísimo del dolo; contraargumentan también diciendo
que el artículo 1683 establece una sanción y, en consecuencia,
siendo ésta de derecho estricto, no puede aplicarse sino al caso
expresamente penado; pues bien, el artículo 1683 habla única-
mente del que celebró el acto o contrato sabiendo o debiendo
saber el vicio de que adolecía, pero no menciona a sus herederos.
En todo caso, la jurisprudencia se inclina a aceptar que los
herederos accionen de nulidad absoluta en contra del acto otor-
gado por su causante por simulación en contra de alguno de ellos,
justamente para burlar sus derechos hereditarios, pues, en tal caso,
resolver lo contrario, sería dejar impune el fraude a los herederos.
Estamos absolutamente de acuerdo con esta interpretación.
c) En contra de los herederos del deudor hipotecario proce-
de la acción personal y no la de desposeimiento.

199 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomos XXXVI, sección 1ª, pág. 289,

y XXXII, sección 1ª, pág. 7.

299
DERECHO SUCESORIO

En la hipoteca, el acreedor hipotecario, fuera de su acción


personal, goza de la acción de persecución, de desposeimiento en
contra de los terceros poseedores de la finca hipotecada. Respecto
de los herederos del deudor hipotecario, no procede la acción de
desposeimiento, pues ella se confunde con la acción personal. Los
herederos están obligados a la deuda personal y no son terceros
poseedores porque representan jurídicamente al causante. Así lo
ha declarado la jurisprudencia.200

346. Clasificación de los herederos. Enunciación. Como lo dijéra-


mos en el número 17 de esta obra, los herederos pueden ser
universales y de cuota. Los primeros son llamados a la herencia
sin determinárseles la cuota que les corresponderá en ella; a los
de cuota se les asigna una porción determinada de la herencia.
A esta clasificación se agrega una tercera categoría de herede-
ros: los del remanente, que en el fondo van a ser herederos ya
universales, ya de cuota.
Los herederos pueden ser también herederos testamentarios o
abintestato, según si son nombrados tales por el testador o por la ley.
Finalmente, hay herederos voluntarios y forzosos. Los primeros
el testador los elige libremente. Los forzosos son los legitimarios.
En los números siguientes analizaremos estas distintas catego-
rías de herederos.

347. Herederos universales. El inciso primero del artículo 1098


dispone: “El asignatario que ha sido llamado a la sucesión en
términos generales que no designan cuotas, como ‘Sea Fulano mi
heredero’, o ‘Dejo mis bienes a Fulano’, es heredero universal”.
Los herederos universales se caracterizan, entonces, porque son
llamados sin designación alguna de cuota.
Y como lo dijéramos en otra oportunidad (Nº 17), aunque la
designación de heredero universal parece significar heredero de to-
dos los bienes, es perfectamente posible que existan dos o más here-
deros universales, pues la característica única del heredero universal
es ser llamado sin designación de cuota. Y así, por ejemplo, si el
testador dice: “dejo todos mis bienes a Pedro, Juan y Diego”, todas
estas personas son herederos universales, pues en el testamento no se
les ha designado cuota, y son tan herederos universales como una
persona a la cual el testador hubiere dejado todos sus bienes.

200 “Gaceta de los Tribunales” de 1907, primer semestre, sentencia Nº 83,

pág. 203.

300
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

Recordamos también que no es lo mismo asignatario universal


y heredero universal. Lo primero es el género, lo segundo la espe-
cie. Todo heredero universal es asignatario a título universal, pero
hay asignatarios a título universal que no son herederos universa-
les, sino de cuota.

348. Parte que les corresponde en la herencia a los herederos universa-


les. El inciso final del artículo 1098 dispone que si son varios los
herederos universales, en definitiva dividen entre sí por partes
iguales la herencia o la parte que en ella les corresponda.
Y la ley se pone en el caso de que el testador hubiere estableci-
do varios herederos de cuota y uno universal, disponiendo que a
este heredero llamado universal por el testador le corresponde la
parte de la herencia que falta para completar la unidad. Por ejem-
plo, el testador deja un tercio de bienes a Pedro, un tercio a Juan
y en otra disposición instituye heredero universal a Diego. A éste
le corresponde en la herencia la tercera parte que falta para com-
pletar la unidad.

349. Herederos de cuota. Son aquellos que son llamados a una


cuota determinada de la herencia. Lo que caracteriza a estos here-
deros es que se les determina su cuota en el llamamiento que
hace el testador. Por ejemplo, dice éste: “dejo un tercio de mis
bienes a Pedro, un tercio a Juan y un tercio a Diego”. Estas perso-
nas son herederos de cuota.
Para determinar si el heredero es universal o de cuota no hay
que atender al beneficio que en definitiva lleva en la sucesión, sino
a la forma en que son llamados a la herencia; al heredero universal
no se le determina la parte que le corresponde; a los de cuota se les
fija en el testamento la porción que deben llevar. Y puede ocurrir
en definitiva que lleve una mayor porción de la herencia un here-
dero de cuota que uno universal. Así, el testador puede instituir
herederos universales a Pedro, Juan y Diego, los cuales, en definiti-
va, llevarán un tercio de la herencia cada uno, pues como hemos
dicho, entre los herederos universales la herencia se divide por
partes iguales. Pero puede decir también el testador: “dejo la mitad
de mis bienes a Pedro y la otra mitad a Juan”; Pedro y Juan, herede-
ros de cuota, llevarán en definitiva la mitad de la herencia. Y estos
herederos de cuota obtendrán en su herencia un beneficio mayor
que los universales del ejemplo anterior en la suya.
Nuestra jurisprudencia ha tenido ocasión de pronunciarse res-
pecto a algunos casos: un fallo declara que si varias personas son

301
DERECHO SUCESORIO

llamadas a la herencia por partes iguales, son herederos universa-


les, porque no existe determinación de cuota.201
Otra sentencia resolvió el siguiente caso: dijo el testador en su
testamento que legaba al albacea el 10% de su fortuna. La Corte
Suprema declaró que el albacea era en este caso heredero de
cuota; era heredero, a pesar de haber sido designado como legata-
rio por el testador, porque no sucedía en bienes determinados,
sino en una cuota de la herencia, y el artículo 1097 dice expresa-
mente que los asignatarios a título universal son herederos con
cualquier palabra que se les llame y aunque se les designe como
legatarios. Y era heredero de cuota porque se le fijaba como parte
en la herencia el 10% de los bienes.202

350. Importancia de distinguir entre herederos universales y de cuota.


La única importancia de esta clasificación estriba en que entre los
herederos universales opera el derecho de acrecimiento, no así
respecto de los de cuota. El derecho de acrecimiento consiste, en
síntesis, en que faltando un asignatario, sus derechos se agregan,
se juntan, aumentan los de los otros asignatarios (ver Nos 394 y
siguientes). Como se verá en su oportunidad, es requisito sine qua
non para que opere el acrecimiento que los asignatarios lo sean
sin determinación de cuota (ver Nº 400).
Por ejemplo, dice el testador: “dejo mis bienes a Pedro, Juan y
Diego”. Al fallecer el testador, Diego ha dejado de existir. En tal
caso, opera el acrecimiento y la parte de Diego se la reparten
Pedro y Juan; acrece a sus asignaciones respectivas. Pero si el
testador dejó a estas tres personas un tercio de sus bienes para
cada una, si falta alguna de ellas, su porción no acrece a la de los
demás herederos de cuota, sino que va a pertenecer a los herede-
ros abintestato.
Y la razón de esta diferencia estriba en que el testador mani-
festó claramente su voluntad, limitando la parte que debía llevar
cada heredero de cuota.

351. Síntesis de los principios que gobiernan la clasificación de los


herederos en universales y de cuota. Resumiendo lo dicho respecto de
los herederos universales y de cuota, podemos sentar tres princi-
pios generales:

201 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XX, sección 1ª, pág. 211.
202 “Gaceta de los Tribunales” de 1928, sentencia Nº 111, pág. 709.

302
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

1º Para clasificar a un heredero como universal o de cuota,


hay que atender a la forma del llamamiento, y no al beneficio que
lleve en definitiva en la herencia;
2º El estatuto jurídico que los rige es exactamente igual para
los herederos universales y de cuota, y
3º La única excepción es que, en presencia de herederos uni-
versales opera el derecho de acrecimiento, no sucediendo lo pro-
pio entre los de cuota.

352. Herederos del remanente. En realidad, el heredero del rema-


nente no es una especie distinta de los herederos universales o de
cuota, porque en el fondo pertenecen a una u otra categoría de
asignatarios a título universal.
Podemos definir al heredero del remanente como aquel que es
llamado por el testador o la ley a lo que queda después de efectuadas las
disposiciones testamentarias. Su característica esencial es que llevan
lo que resta de la herencia.

353. Clasificación de los herederos del remanente. En conformidad a


los artículos 1099 y 1100, los herederos del remanente pueden ser
testamentarios o abintestato, según si son llamados a lo que queda
de la herencia por el testador o la ley, y universales o de cuota.
Serán universales si el testador sólo ha instituido legados en el
testamento, y de cuota si ha establecido otros herederos de cuota.
Combinando estas clasificaciones, tenemos cuatro categorías
de herederos del remanente, a saber:
1º Herederos del remanente testamentarios universales.
Se presentan cuando el testador sólo ha instituido legados, y
dispone también en el testamento del remanente de sus bienes.
Por ejemplo, dice el testador: “dejo mi automóvil a Pedro, mi casa
a Juan y el resto de mis bienes a Diego”. Diego es heredero testa-
mentario, porque es llamado en el testamento, y es universal, pues
no se le designa cuota.
2º Herederos del remanente testamentarios de cuota.
Tiene lugar esta clase de herederos del remanente cuando el
testador ha instituido asignaciones de cuota a título universal y
asignatarios del remanente. Según el artículo 1099, el heredero
del remanente se entiende constituido en la cuota que falte para
completar la unidad. Por ejemplo, dice el testador: “dejo un ter-
cio de mis bienes a Pedro, y el resto de mi patrimonio a Juan”.
Este es heredero testamentario, pues se le designa en el testa-
mento, y es heredero de cuota en el remanente, pues se entiende

303
DERECHO SUCESORIO

instituido en la cuota que falta para completar la unidad, o sea,


en los dos tercios de la herencia.
3º Herederos del remanente abintestato universales.
Se presentan cuando en el testamento no hay sino asignacio-
nes a título singular, y el testador no dice nada respecto del resto
de sus bienes. Según el inciso final del artículo 1100, los herede-
ros abintestato son herederos universales del remanente. Por ejem-
plo, dice el testador en su testamento que deja su casa a Pedro y
su automóvil a Juan y nada más Los herederos abintestato son
herederos universales en el remanente.
4º Herederos del remanente abintestato de cuota.
Finalmente, nos hallamos frente a esta clase de herederos cuan-
do en el testamento sólo se designan herederos de cuota, y las
cuotas designadas en el testamento no alcanzan a completar la
unidad. Por ejemplo, dice el causante solamente en su testamen-
to: dejo la mitad de mis bienes a Pedro. La otra mitad correspon-
de a los herederos abintestato, que van a ser herederos del
remanente y de cuota.

354. Caso en que el testador efectúe asignaciones de cuota en el testamento


que completen o excedan la unidad, y designe otros herederos. Puede ocurrir
que las asignaciones de cuota hechas por el testador completen o
excedan la herencia, y existan en el mismo testamento otros herede-
ros. Para determinar lo que ocurre en este caso es necesario distin-
guir si estos herederos son del remanente o universales.
En conformidad al artículo 1101, si son herederos del rema-
nente nada llevarán en la herencia. Por ejemplo, dice el testador:
“dejo un tercio de mis bienes a Pedro, un tercio a Juan y otro
tercio a Diego, y lo que reste de mis bienes corresponde a Anto-
nio”. En tal caso, Antonio nada lleva.
Pero si el heredero es universal no queda excluido. Dice el
testador, por ejemplo: dejo la mitad de mis bienes a A, la tercera
parte a B y la cuarta a C, y además en otra cláusula nombra
heredero universal a D. Este último participa en la herencia en la
forma que veremos en seguida.
¿Cuál es la razón de esta diferencia entre el heredero del
remanente y el universal? Consiste en lo siguiente: en el ejemplo
anterior, el testador, al instituir a D heredero universal, manifestó
su intención de dejarle algo en la herencia; este espíritu del testa-
dor es evidente, pues lo instituye heredero universal. No ocurre lo
mismo con el heredero del remanente, pues el testador le deja lo
que resta de sus bienes, y si nada queda, nada puede llevar.

304
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

Ahora bien, para solucionar la dificultad que se presenta para


determinar cuánto lleva el heredero universal en el caso en estu-
dio, los artículos 1001 y 1002 dan reglas aritméticas para la divi-
sión de la herencia, que explicaremos auxiliándonos del mismo
ejemplo anterior.
El heredero universal se entiende instituido en una cuota cuyo
numerador es la unidad (o sea, uno) y el denominador el número
total de herederos, incluyendo al universal (artículo 1001).
En el ejemplo, a D, heredero universal, le corresponde un
cuarto de la herencia, ya que con él hay cuatro herederos. Pues
bien, si a A le toca la mitad, a B un tercio, a C un cuarto y a D otro
cuarto, resulta que las asignaciones exceden en un tercio a la
herencia. Es necesario entonces hacer desaparecer ese tercio de
exceso, disminuyendo proporcionalmente las cuotas de cada cual.
¿Cómo se procede a hacerlo? El artículo 1002 dispone que se
reducen estas cuotas, estas fracciones, a un mínimo común deno-
minador.
En el ejemplo de que nos estamos valiendo, este mínimo es
12; realizamos la operación de reducir las fracciones a este míni-
mo común denominador y tenemos el siguiente resultado:

A B C D
6 4 3 3
— — — —
12 12 12 12

A continuación se representa la herencia por la suma de los


numeradores que han resultado, o sea, se suman en el ejemplo los
seis duodécimos de A, los cuatro duodécimos de B y los tres duo-
décimos de C y D, lo cual da un total de dieciséis duodécimos.
Que se represente la herencia por esta suma significa que las
fracciones tendrán como denominador esta cantidad (dieciséis) y
como numeradores los mismos de la operación anterior. Tene-
mos entonces:

A B C D
6 4 3 3
— — — —
16 16 16 16

Y en esta forma a cada cual le corresponde la parte proporcio-


nal a que fue llamado en la herencia. Recordemos, sin embargo,

305
DERECHO SUCESORIO

que esto se hace solamente cuando el heredero es universal, pues


si es del remanente nada lleva.

355. Todo lo dicho anteriormente se entiende sin perjuicio del ejercicio


de la acción de reforma, cuando proceda. El artículo 1103 dispone que
todo lo dicho en el párrafo de las asignaciones a título universal es
sin perjuicio de la acción de reforma que la ley concede a los
legitimarios y al cónyuge sobreviviente. Esto significa que el testa-
dor al efectuar sus disposiciones testamentarias puede haber viola-
do, no haber respetado ciertas asignaciones forzosas: las legítimas,
las mejoras o la porción conyugal del cónyuge sobreviviente; en
este caso, los legitimarios y el cónyuge sobreviviente pueden impe-
trar la acción de reforma del testamento, o sea, solicitar la modifi-
cación de éste en lo que los perjudique ilegítimamente (véanse
Nos 543 y siguientes).

356. Herederos forzosos y herederos voluntarios. Los herederos se


clasifican también en herederos forzosos y voluntarios. Los prime-
ros son los legitimarios, o sea, los herederos cuyos derechos here-
ditarios el testador está obligado a respetar, y que se suplen por el
legislador aun con perjuicio de las disposiciones testamentarias
expresas de aquél.
Herederos voluntarios son aquellos que el testador es sobera-
no de instituir o no, pudiendo elegirlos a su arbitrio.
No son designaciones iguales las de heredero forzoso y here-
dero abintestato. Los herederos forzosos son los legitimarios, indi-
cados en el artículo 1182, o sea, las siguientes personas: 1º Los
descendientes legítimos; 2º Los ascendientes legítimos; 3º Los hi-
jos naturales, personalmente o representados por su descendencia
legítima, y 4º Los padres naturales que hubieren reconocido vo-
luntariamente a sus hijos.
El término heredero abintestato es más amplio, pues quedan
incluidas en él personas que no son herederos forzosos. El térmi-
no heredero abintestato es el género; el forzoso es una especie de
heredero abintestato. Todo heredero forzoso es, a la vez, herede-
ro abintestato, pero no todo heredero abintestato es legitimario.
Dicho de otra manera, el artículo 983, que indica quiénes son
herederos abintestato, contempla un mayor número de personas
que las indicadas en el 1182, precepto que establece quiénes son
legitimarios; pero todas las personas señaladas por éste están com-
prendidas en aquél. Así, por ejemplo, los hermanos, los colatera-
les y el Fisco son herederos abintestato y, en cambio, no son

306
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

herederos forzosos. A la inversa, los descendientes, los ascendien-


tes y el cónyuge son, a la vez, herederos forzosos y abintestato.

Sección tercera
LAS ASIGNACIONES A T ÍTULO SINGULAR

357. Concepto. Lo contempla el artículo 951, que encabeza este Li-


bro III de la Sucesión por Causa de Muerte, en su inciso tercero.
Dispone el precepto que la asignación es a título singular “cuando
se sucede en una o más especies o cuerpos ciertos, como tal caba-
llo, tal casa; o en una o más especies indeterminadas de cierto
género, como un caballo, tres vacas, seiscientos pesos fuertes, cua-
renta fanegas de trigo”. La asignación se llama legado y el asigna-
tario, legatario (ver Nos 18 a 20).

358. Características del legatario y los legados. Los asignatarios a


título singular y los legados tienen características propias que los
diferencian de las herencias. Algunas de ellas las hemos ya analiza-
do al hablar de los legatarios (ver Nº 18). Las más importantes son:
1º Los legatarios no representan al causante.
Así lo dice expresamente el artículo 1104: los legatarios “no
representan al testador; no tienen más derechos ni cargas que las
que expresamente se les confieran o impongan”. Responden de
las deudas hereditarias en subsidio de los herederos.
2º Los legatarios suceden en bienes determinados.
En los legados no se sucede en todos los bienes o en una cuota
de ellos, sino que en bienes determinados, ya sea en especie o
cuerpo cierto o genéricamente.
3º Los legados constituyen siempre asignaciones testamen-
tarias.
Otra característica de los legados es que necesariamente de-
ben ser testamentarios; suponen en todo caso una manifestación
de voluntad del testador. No hay legatarios abintestato. Como una
consecuencia de ello, en favor de los legatarios no opera el dere-
cho de representación, porque éste es propio de las herencias y
de la sucesión abintestato, en los casos expresamente contempla-
dos por la ley; entre ellos no figuran los legados.
4º Los legados pueden adquirirse por transmisión.
El legado, eso sí, puede adquirirse por transmisión, pues el
artículo 957, que contempla este derecho, comienza diciendo: “el

307
DERECHO SUCESORIO

heredero o legatario cuyos derechos a la sucesión no han prescri-


to” y fallece antes de haber aceptado la herencia o legado que se
le ha deferido, transmite a sus herederos el derecho de aceptar o
repudiar dicha herencia o legado. El precepto deja bien en claro
que puede adquirirse por transmisión una herencia o legado, pero
que un legatario no puede adquirir por transmisión, pues el fun-
damento de este derecho es que se adquiere la universalidad de la
herencia en la cual va comprendida la facultad de aceptar o repu-
diar la asignación respecto de la cual el transmitente no se alcanzó
a pronunciar (ver Nº 31).

359. La posesión en los legados. En ellos no existe posesión legal ni


efectiva, sino únicamente la del artículo 700. Decíamos en otra oportu-
nidad (Nº 46) que la posesión en las herencias podía ser de tres
clases: legal (Nº 47), material o real (Nº 48) y efectiva (Nos 49 y
siguientes). Pues bien, cabe preguntarse entonces qué ocurre con
la posesión en los legados. En primer lugar, debemos advertir que
el problema se plantea sólo respecto de los legados de especie o
cuerpo cierto y no en los de género, pues estos últimos se adquie-
ren solamente desde que los herederos los cumplen.
Como lo advertimos en otra oportunidad, en los legados de
especie o cuerpo cierto no existe ni la posesión legal ni la efectiva,
sino únicamente la del artículo 700 del Código.
No existe posesión legal, pues los artículos 688 y 722 que la
establecen la refieren únicamente a la herencia. Y ello se justifica
ampliamente, pues dichos preceptos no constituyen sino una apli-
cación del principio de que los herederos son los continuadores
de la persona difunta y suceden en todos los elementos activos de
su patrimonio. El legatario, en cambio, no representa al testador.
Tampoco hay posesión efectiva, porque la ley en todos los
preceptos la refiere únicamente a la herencia. La posesión efecti-
va sólo tiene por objeto determinar frente a los terceros interesa-
dos quiénes son los herederos y representantes de la sucesión. La
Corte Suprema ha declarado precisamente que los legatarios no
representan la persona del causante y no cabe, en consecuencia,
concederles la posesión efectiva.203
En conclusión, en los legados sólo existe la posesión definida
en el artículo 700 del Código, o sea, la tenencia de la especie o
cuerpo cierto con ánimo de señor y dueño, y siempre cuando

203 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XXII, sección 1ª, pág. 161.

308
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

concurran los elementos exigidos por dicho precepto, o sea, el


corpus y el animus.

360. En los legados de inmueble no es necesaria la inscripción especial


de herencia. Cómo se efectúa la entrega de este legado. Vimos en otra
oportunidad que el artículo 688 exige inscribir los inmuebles he-
reditarios a nombre de todos los herederos (ver Nº 68). Legado
un inmueble, no tiene por qué inscribirse en el Registro del Con-
servador a nombre de todos los herederos, pues él no forma parte
de la indivisión hereditaria; en efecto, el legado de especie o cuer-
po cierto se adquiere por el solo fallecimiento del causante y, en
consecuencia, muerto éste, el inmueble sale de la universalidad de
la herencia.
Pero con el fin de conservar la historia de la propiedad raíz, el
inmueble deberá inscribirse en el Conservador. Esta inscripción se
hace directamente a nombre de los legatarios.
En la práctica los herederos o el albacea con tenencia de bie-
nes suscriben una escritura de entrega del legado, y con esta escri-
tura se realiza directamente la inscripción a nombre del legatario.
Sin embargo, podría pensarse que esta forma de entrega no es
ni siquiera necesaria y que bastaría para practicar la inscripción a
nombre del legatario la sola presentación del testamento. En efec-
to, el legatario de especie o cuerpo cierto adquiere la cosa legada
por el solo fallecimiento del causante; su título de dueño emana de
éste y no de los herederos. Por tanto, no se ve qué necesidad existe
de que éstos le hagan entrega del legado, máxime si no tienen en él
derecho alguno, pues no forma parte de la indivisión hereditaria.
La inscripción en el Conservador se exige en este caso para conser-
var la historia de la propiedad raíz, y no juega papel de tradición, y
no puede ser tradición, pues el legatario adquiere el inmueble por
otro modo de adquirir: la sucesión por causa de muerte.
Sin embargo, la jurisprudencia ha solido sostener que, si bien
el legatario de especie adquiere el legado por sucesión por causa
de muerte, no puede entrar en posesión del mismo sin que se le
haga entrega del bien legado, que tratándose de inmuebles se
efectúa por la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces.204
Se podría incluso llegar más lejos y concluir que ni siquiera es
necesario inscribir el inmueble legado a nombre del legatario. De
partida la ley no exige dicha inscripción; ella sólo tendría por

204 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo L, sección 2ª, pág. 84.

309
DERECHO SUCESORIO

objeto, como decíamos, conservar la historia de la propiedad raíz.


¿No se podría pensar que este objetivo está suficientemente obte-
nido con la inscripción del testamento y del auto de posesión
efectiva que exige el artículo 688? Sin embargo, nos parece que
esta interpretación sería llevar las cosas un poco lejos.205

361. Clasificación de los legados. La principal clasificación de los


legados es en legados de especie o de cuerpo cierto y legados de
género (ver Nº 20). En el legado de especie la determinación de
la cosa legada es máxima, se hace en especie o cuerpo cierto. Tal
ocurre, por ejemplo, si el testador lega su casa habitación ubicada
en tal parte.
En el legado de género la determinación es meramente gené-
rica y en cantidad, como, por ejemplo, si se legan $ 1.000 a una
persona.

362. El legado de especie. Como lo acabamos de hacer presente,


el legatario de una especie o cuerpo cierto adquiere el bien lega-
do por el solo fallecimiento del causante. Consecuencia de este
principio es que aun cuando el legado sea de inmuebles, el legata-
rio adquiere el dominio independientemente de toda inscripción
en el Conservador de Bienes Raíces. Esta se requiere únicamente
para conservar la historia de la propiedad raíz.
El artículo 1118 dispone que el legado de especie se debe en
el estado en que existiere a la muerte del testador, comprendien-
do los utensilios necesarios para su uso y existentes con él.
El hecho de que el legatario sea dueño de la especie desde el
fallecimiento del causante trae consigo variadas consecuencias del
más alto interés:
1º Si los herederos se niegan a efectuar la entrega de la espe-
cie legada, el legatario puede reclamarla mediante la acción reivin-
dicatoria, pues es un propietario desprovisto de la posesión. Así lo
ha declarado la Corte Suprema.206
2º En consecuencia, el derecho del legatario a la especie lega-
da se extingue cuando prescribe su acción reivindicatoria, o sea,
en el caso de que el heredero o un tercero adquieran la especie
legada por prescripción adquisitiva.

205 Estas observaciones nos han sido formuladas por el profesor señor Fer-

nando Mujica.
206 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomos IV, sección 1ª, pág. 147,

y XXX, sección 1ª, pág. 436.

310
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

3º El legatario de un cuerpo cierto se hace dueño de los


frutos desde el fallecimiento del causante, conforme al principio
de que las cosas producen y perecen para su dueño, y desde ese
momento el legatario es dueño de la especie.
Por ello el artículo 1338 dispone en su número primero que
“los frutos percibidos después de la muerte del testador, durante la
indivisión se dividirán del modo siguiente: 1º los asignatarios de
especie tendrán derecho a los frutos y accesiones de ella desde el
momento de abrirse la sucesión, salvo que la asignación haya sido
desde día cierto o bajo condición suspensiva, pues en estos casos no
se deberán los frutos sino desde ese día, o desde el cumplimiento
de la condición, a menos que el testador haya expresamente orde-
nado otra cosa”. El hecho de que el legatario condicional no ad-
quiera los frutos con efecto retroactivo es aplicación del inciso final
del artículo 1078, el cual dispone que el asignatario condicional no
adquiere los frutos mientras la condición esté pendiente, salvo que
el testador se los haya expresamente concedido, pues en tal caso
prima la voluntad de éste.

363. El legado de género. En el legado de género la situación es


diametralmente opuesta a la del legado de especie. En aquél, por
el solo fallecimiento del causante, el legatario no adquiere dere-
cho real de ninguna especie. Sólo se hace dueño de un derecho
personal para exigir a los herederos o a las personas a quienes se
ha impuesto la obligación de pagar el legado, la entrega de éste y
el cumplimiento de dicha obligación.
Y, en definitiva, el dominio de los géneros o cantidades legadas
no se adquiere por sucesión por causa de muerte, sino por tradi-
ción. Por ejemplo, el testador lega a Pedro diez vacas; Pedro legata-
rio, adquiere por sucesión por causa de muerte nada más que un
derecho personal en contra de los herederos para exigirles el cum-
plimiento del legado, y va a ser dueño de las diez vacas cuando los
herederos cumplan su obligación, y le efectúen la tradición.
Efectuada ésta, el derecho del legatario que se ejercía sobre
un género va a recaer sobre una especie, pues el dominio, como
derecho real que es, sólo se puede tener respecto de especies o
cuerpos ciertos. Al efectuarse la tradición de las cosas legadas
genéricamente, se determinan las especies o cuerpos ciertos que
en definitiva va a recibir el legatario.
Aplicando los principios enunciados, la Corte Suprema deter-
minó que en el caso del legado de dinero –ejemplo típico de
legado de género– la cesión que el legatario hace de su derecho,

311
DERECHO SUCESORIO

de su legado, queda sujeta a las reglas de la cesión de créditos.207


Por ejemplo, se legan a Pedro $ 1.000; este legado no representa
sino un derecho personal en contra de los herederos para exigir-
les el pago de esa cantidad, o sea, un crédito; este crédito es lo
único que puede ceder el legatario, y por ello la Corte Suprema
estimó que en este caso hay cesión de créditos. En consecuencia,
esta cesión debe cumplir con los requisitos de la cesión de crédi-
tos: entrega del título al cesionario, y notificación o aceptación del
deudor (el o los herederos).
Igualmente, aplicando la regla general del artículo 2515, tene-
mos que la acción del legatario de género para reclamar su legado
prescribe, si es ordinaria, en cinco años, y si es ejecutiva dura tres
años como ejecutiva y luego dos como ordinaria. Así lo ha estima-
do también la jurisprudencia.208
Otra diferencia entre estos legados y los de especie es en cuanto a
los frutos. El número segundo del artículo 1338 determina que los
legatarios de cantidades o géneros no tendrán derecho a ningún
fruto sino desde el momento en que la persona obligada a prestar
dichas cantidades o géneros se hubiere constituido en mora, y este
abono de frutos se hará a costa del heredero o legatario moroso.
Dicho de otra manera, los legatarios de género sólo adquieren
los frutos desde el momento en que se les efectúa la tradición de las
cosas legadas, o los herederos se colocan en mora de entregarlas.
Respecto de la mora, cabe recordar que el artículo 1551 dispo-
ne que el deudor está en mora cuando no cumple su obligación
en el término “estipulado”. Puede acontecer que el testador im-
ponga un plazo para cancelar el legado al heredero; por ejemplo,
determina que éste deberá pagarlo un año después del falleci-
miento del causante. En este caso no se aplica el artículo 1551,
pues éste habla de término “estipulado” y la estipulación supone
acuerdo de voluntades; en el ejemplo citado no existe tal acuerdo,
sino que la fijación de un plazo unilateralmente por el testador.
Quiere decir entonces que los herederos no quedan constituidos
en mora por la no entrega del legado en el plazo fijado, sino una
vez que exista requerimiento judicial. Así lo ha declarado también
la jurisprudencia.209

207 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XXXIII, sección 1ª, pág. 219.
208 Ídem, tomo VI, sección 1ª, pág. 423.
209 Ídem, tomo II, sección 1ª, pág. 5.

312
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

364. Cosas susceptibles de legarse. Los preceptos del párrafo sexto


son de suyo reglamentarios y nos limitaremos a efectuar un resu-
men de las principales disposiciones.
En cuanto a las cosas que pueden legarse, existe la más amplia
libertad. Pueden legarse tanto las cosas corporales como incorpo-
rales. Así lo dice expresamente el inciso primero del artículo 1127:
“pueden legarse no sólo las cosas corporales sino los derechos y
acciones”.
Pueden legarse las cosas muebles y los inmuebles. Incluso, con
ciertas modalidades, el legado puede consistir en una cosa ajena
(ver Nº 371), y en la cuota que se tenga en un bien (Nº 368).
Según el artículo 1113, puede legarse una cosa futura con tal
que llegue a existir, lo cual constituye una aplicación lisa y llana
del inciso primero del artículo 1461, según el cual las cosas que
se espera que existan pueden ser objeto de una declaración de
voluntad.
Por excepción no son susceptibles de legarse las cosas inco-
merciables. Dispone el artículo 1105 que no pueden legarse las
cosas comunes como la alta mar, las cosas que al tiempo del testa-
mento sean de propiedad nacional o municipal y de uso público,
las pertenecientes al culto divino; pero, eso sí, pueden legarse los
derechos que sobre ellas se tengan y que según el derecho canóni-
co no son intransmisibles.
Tampoco pueden legarse las cosas que forman parte de un
edificio, de manera que no puedan separarse sin deteriorarlo.

365. Determinación de las cosas que se entienden legadas cuando el


testador no lo hace expresamente. Los artículos 1111, 1112 y 1114
a 1117 determinan qué cosas se entienden legadas en ciertos casos
particulares y dan al respecto, en forma de síntesis, las siguientes
reglas:
1º Caso en que se legue una especie indicando el lugar en el
cual se halla guardada.
En tal evento, puede acontecer que la especie no esté guarda-
da en dicho lugar, pero sí en otro; de todos modos deberá entre-
garse la especie, pero si ella no se encuentra en ninguna parte,
sólo deberá cumplirse el legado cuando él haya sido hecho en
favor de un ascendiente o descendiente legítimo o del cónyuge. El
legado se cumple entregando al asignatario de él una especie de
mediana calidad del mismo género (artículo 1111). En los demás
casos el legado quedará sin efecto.

313
DERECHO SUCESORIO

2º Legado de cosa fungible.


Las cosas fungibles son aquellas que tienen igual poder libera-
torio y pueden intercambiarse entre sí; principalmente lo es el
dinero. Para que las asignaciones de cosas fungibles sean válidas
es necesario que su cantidad se determine de algún modo.
Esta determinación puede hacerse indicando el lugar en que
se encuentran las cosas legadas, en cuyo caso se deberá la canti-
dad que allí se encuentre al momento de la muerte del testador.
Pero puede acontecer que en el legado de cosa fungible se indi-
que a la vez la cantidad que comprende y el lugar en que se hallan.
En este caso, es preciso distinguir. Si en dicho lugar existe una canti-
dad mayor a la indicada por el testador, sólo se debe ésta. Si hay una
menor, sólo se debe la que exista en dicho lugar. Finalmente, si no
existe ninguna cantidad de la cosa legada en el lugar indicado por el
testador, nada se debe al legatario, salvo dos excepciones.
a) Se deberá siempre la cantidad determinada por el testador,
aun cuando no se encuentre en el lugar designado por él, si el
legado es a favor de sus ascendientes, descendientes legítimos o
cónyuge, y
b) También se deberá cumplir el legado, si éste y el señala-
miento de lugar no forman una cláusula indivisible. El inciso final
del artículo 1112, que se refiere a esta materia, da un ejemplo
explicativo. Dispone: “así el legado de ‘treinta fanegas de trigo,
que se hallan en tal parte, vale, aunque no se encuentre allí trigo
alguno’; pero el legado de las ‘treinta fanegas de trigo que se
hallarán en tal parte’, no vale sino respecto del trigo que allí se
encontrare, y que no pase de treinta fanegas”.
3º Legado de una especie entre muchas que existen en el
patrimonio del testador.
Si de varias especies que existieren en el patrimonio del testa-
dor, se legara una sin decir cuál, se deberá una especie de calidad
mediana o mediano valor entre las comprendidas en el legado
(artículo 1114).
El legado de un género determinado por cantidad, existiendo
mayor cantidad de él en el patrimonio del testador, como si se
lega una vaca, y el testador tenía muchas, sigue la misma regla
anterior, o sea, debe darse al legatario una cosa de mediano valor
o calidad, del mismo género (artículo 1115).
Ahora bien, puede acontecer que el testador haya dejado una
cosa entre varias que creyó tener, pero en realidad sólo tenía una;
en tal evento, se deberá ésa. Pero si no ha dejado ninguna, el
legado, por regla general, no vale, sino cuando ha sido hecho en

314
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

favor de los ascendientes o descendientes legítimos del causante o


de su cónyuge, quienes tendrán derecho sólo a pedir una cosa
mediana del mismo género, aun cuando el testador les haya otor-
gado derecho a elegir. Pero si la cosa es de aquellas cuyo valor no
tiene límites (como una casa, una hacienda de campo, etc.), el
legado no se cumple ni aun respecto de estas personas (ar-
tículo 1116).
Finalmente, si la elección de la cosa legada entre muchas se
deja al criterio de la persona obligada, del legatario o de un
tercero, ellas elegirán a su arbitrio la cosa legada. Si el tercero
no hace la elección en el tiempo señalado por el testador o por
el juez, se entregará al legatario una cosa de mediana calidad o
valor entre las comprendidas en el legado. La elección no pue-
de ser dejada sin efecto, salvo en caso de engaño o dolo (ar-
tículo 1117).

366. Determinación de las cosas que van comprendidas en el legado.


Los artículos 1119 a 1123 determinan los accesorios que van com-
prendidos en todo legado, y se ponen en los casos siguientes:
1º Legado de un predio.
En este caso no se comprenden en el legado las cosas que el
testador le haya agregado después del testamento. Si al tiempo de
abrirse la sucesión lo nuevamente agregado formare con el predio
legado un todo indivisible, hay que distinguir: 1º Si lo agregado
vale más que el predio, se debe únicamente el valor que tenía el
predio antes de las agregaciones; 2º Si vale menos, se entrega todo
al legatario, quien deberá pagar el valor de los agregados.
Si se lega una medida de tierra (como mil metros cuadrados),
el legado no se aumenta por la adquisición de tierras vecinas y si
el predio pasa a formar un todo indivisible, sólo se debe el valor
del legado (artículo 1119).
Finalmente, dejándose una parte de un predio, se compren-
den en el legado las servidumbres que para su goce o cultivo le
sean necesarias (artículo 1120).
2º Legado de una casa o hacienda con todo lo comprendido
en ella.
Si se hace el legado de una casa con todo lo comprendido en
ella, es necesario distinguir según si se trate de una casa o hacien-
da de campo.
a) Si se trata de una casa, se comprende el ajuar de la casa que
se encuentra en ella, pero no las cosas que constituyen los mue-
bles de la casa según el inciso segundo del artículo 574;

315
DERECHO SUCESORIO

b) Si se trata de una hacienda de campo, sólo se comprenden


en el legado las cosas que sirven para el cultivo y beneficio de la
hacienda.
En ambos casos se deberán además los accesorios expresamen-
te designados por el testador, pero no otros (artículo 1121).
3º Legado de un carruaje de cualquier clase.
Si se lega un carruaje de cualquier clase se entenderán legados
los arneses y las bestias de que el testador solía servirse para usar-
lo, y que al tiempo de su muerte existan con él (artículo 1122). El
precepto ha pasado a ser, como se comprende, una reminiscencia
histórica.
4º Legado de un rebaño.
En caso de legarse un rebaño, se deberán los animales de que
se componga al tiempo de la muerte del testador, y no más (ar-
tículo 1123).
Como puede apreciarse, las normas estudiadas sobre determi-
nación de las cosas legadas y sus accesorios son de mero detalle y
de suyo reglamentarias.

367. Legado de una misma cosa a varias personas. Puede suceder


que una misma cosa sea legada a dos o más personas, como si, por
ejemplo, dice el testador: “lego mi propiedad tal a Pedro y Juan”.
En este caso, según el artículo 1124, se forma una comunidad,
una copropiedad a título singular entre Pedro y Juan. Pero, como
nadie puede ser obligado a permanecer en la indivisión (ar-
tículo 1337), cualquiera de ellos tiene derecho a solicitar la parti-
ción de la cosa común.

368. Legado de cuota. El artículo 1110 dispone que “si el testador


no ha tenido en la cosa legada más que una parte, cuota o derecho,
se presumirá que no ha querido legar más que esa parte, cuota o
derecho. La misma regla se aplica a la cosa que un asignatario es
obligado a dar, y en que sólo tienen una parte, cuota o derecho”.
De modo que si el testador era copropietario o comunero en
la cosa legada, sólo transmite a sus legatarios la respectiva cuota.
El artículo 1743 constituye una marcada excepción a este prin-
cipio. Se pone dicho precepto en el caso de que uno de los cónyu-
ges legue a otra persona un bien perteneciente a la sociedad
conyugal. Para determinar la suerte de este legado, hay que espe-
rar las resultas de la partición, de la liquidación de la sociedad
conyugal: si en ella el bien legado se adjudica a los herederos del
cónyuge testador, se debe al legatario la cosa legada. Si el bien se

316
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

adjudica al cónyuge sobreviviente, el legado se cumple por equiva-


lencia, o sea, el legatario tiene derecho a exigir que se le entregue
el valor del bien legado.
La excepción al artículo 1110 consiste en lo siguiente: de no
haber existido el artículo 1743, como al fallecimiento del cónyuge
se disuelve la sociedad conyugal y se forma una comunidad, apli-
cando el artículo 1110 se presumiría que el cónyuge sólo habría
legado la cuota o parte que le correspondía en el legado.

369. Legado de especies o cuerpos ciertos gravados con prenda o hipo-


teca. Examinaremos en este número las obligaciones y derechos
que tiene el legatario respecto de las prendas o hipotecas con que
esté gravada la cosa legada. Al respecto, hay que formular varios
distingos: en primer lugar, si el legatario debe pagar la deuda
garantizada con dichas cauciones o no, y si en definitiva va a
soportar él dicho pago.
Es evidente, respecto de lo primero, que el legatario deberá
cancelar la deuda al acreedor prendario o hipotecario. El ar-
tículo 1125 dispone que “la especie legada pasa al legatario con
sus servidumbres, censos y demás cargas reales”. De modo que el
acreedor prendario o hipotecario podrán ejercitar en contra del
legatario la acción prendaria o hipotecaria. Es precisamente la
característica de estas acciones que, por ser reales, se ejercitan sin
respecto a determinada persona. Los acreedores prendarios o hi-
potecarios gozan del derecho de persecución en contra de quien-
quiera que tenga la cosa empeñada o hipotecada.
Pero, ahora bien, pagada la deuda, ¿el legatario deberá sopor-
tar en definitiva el pago de la prenda o hipoteca, o bien podrá
repetir en contra de alguien por la cantidad que él canceló a los
acreedores? Al respecto, cabe formular un nuevo distingo, según
si el testador manifestó su voluntad en el sentido de gravar al
legatario con la prenda o hipoteca o no.
Si existe voluntad expresa o tácita del testador de gravar al
legatario con la prenda o hipoteca, éste deberá soportar su pago
en definitiva sin derecho a repetición.
En primer lugar, el testador puede gravar expresamente al
legatario con el pago de la prenda o hipoteca. En efecto, el ar-
tículo 1104 dispone que el legatario no tiene más derechos ni
cargas que las que se le impongan expresamente. De modo que es
perfectamente posible que el testador grave al legatario con el
pago de la prenda o hipoteca, en cuyo caso es evidente que éste
soportará en definitiva su pago.

317
DERECHO SUCESORIO

El legatario también puede ser gravado tácitamente en el caso


del inciso tercero del artículo 1135, o sea, cuando el testador des-
pués de efectuado el legado constituye sobre el bien legado una
prenda o hipoteca. El legislador entiende que en tal evento existe
voluntad tácita de gravar al legatario, y éste deberá soportar la
cancelación del gravamen.210
En síntesis, si el testador manifiesta su voluntad tácita o expre-
sa de gravar al legatario, éste deberá pagar la deuda garantizada
con prenda o hipoteca y soportar en definitiva la extensión del
gravamen real.
En el caso inverso, o sea, si no existe voluntad expresa o tácita
de parte del testador de gravarlo con la prenda o hipoteca, es
necesario formular de conformidad al artículo 1366 un último
distingo, según si el gravamen se ha constituido para garantizar
una deuda del causante o de un tercero. Pero, eso sí, advirtamos
que en todo caso el pago definitivo del gravamen no lo soporta el
legatario.
Si la prenda o hipoteca garantizaba una deuda del causante, el
inciso primero del artículo 1366 dispone: “el legatario que en vir-
tud de una hipoteca o prenda sobre la especie legada ha pagado
una deuda hereditaria con que el testador no haya querido expre-
samente gravarle, es subrogado por la ley en la acción del acree-
dor contra los herederos”. Nos hallamos, entonces, ante un caso
de subrogación legal. El artículo 1610, en el Libro de los Contra-
tos y Obligaciones, establece los principales casos en que la subro-
gación opera por el solo ministerio de la ley. Este precepto no es
taxativo en su enumeración, como lo comprueba este artículo 1366,
que subroga al legatario en los derechos del acreedor prendario o
hipotecario, y en contra de los herederos.
Si el gravamen no garantizaba una deuda del causante sino de
un tercero, se aplica el inciso final del artículo 1366: “si la hipote-
ca o prenda ha sido accesoria a la obligación de otra persona que
el testador mismo, el legatario no tendrá acción en contra de los
herederos”.
¿Quiere decir entonces que el legatario deberá soportar en
definitiva el pago del gravamen? La respuesta es negativa, pues es
el caso de aplicar la regla general, contemplada en el artículo 2429,

210 Don José Clemente Fabres opina que, en este caso, el legatario puede ser

perseguido por la deuda hipotecaria o prendaria, pero una vez pagada podrá
repetir en contra de los herederos, basándose en que el artículo 1366 da este
derecho al legatario cuando el testador “no haya querido expresamente gravarlo”.

318
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

según el cual el tercer poseedor de la finca hipotecada que paga


la deuda se subroga en los derechos del acreedor en contra del
deudor. Este precepto es perfectamente aplicable al caso en estu-
dio, pues el legatario de la especie gravada con hipoteca es un
caso típico de tercer poseedor de la finca hipotecada, y si paga la
deuda hipotecaria queda subrogado en los derechos del acreedor
hipotecario para ejercitarlos en contra del deudor personal. No se
subroga en contra de los herederos, porque el artículo 1366 le
niega ese derecho, pero nada lo priva del de subrogarse en contra
del deudor personal.

370. Legados con cláusula de no enajenar. Se presenta en nuestro


derecho el problema de la validez de las cláusulas de no enajenar
que se impongan al propietario. Hay casos en que el legislador
acepta expresamente esta cláusula (fideicomiso, usufructo y dona-
ción). En otros casos repudia semejante estipulación (arrenda-
miento, censo, hipoteca). Así, el artículo 2415 dispone que si se
hipoteca una propiedad, el dueño conservará siempre la facultad
de enajenarla, etc.
Pues bien, el problema se presenta entonces en los casos en
que el legislador nada ha dicho; respecto de ellos, se concluye en
general que las cláusulas de no enajenar son ineficaces, pues aten-
tan contra la mira fundamental del legislador de que los bienes
circulen, cambien de manos, ideal señalado en el propio Mensaje
del Código y que lo llevó a prohibir los fideicomisos y usufructos
sucesivos (artículos 745 y 769) y a determinar que el comunero o
copropietario no puede renunciar al derecho a solicitar la parti-
ción (artículo 1337). Por otra parte, se agrega que el jus abunten-
di, la facultad de enajenar, es de orden público, pues es lo que
configura el dominio.
Excepcionalmente, la doctrina reconoce validez a las cláusulas
de no enajenar cuando concurren dos circunstancias: 1º que ellas
sean establecidas por un tiempo determinado, pero no por un
lapso indefinido, y 2º que exista interés de alguna persona en el
establecimiento de esta cláusula.
El artículo 1126 recoge estos principios en los legados. Dis-
pone que “si se lega una cosa con calidad de no enajenarla, y la
enajenación no comprometiere ningún derecho de tercero, la
cláusula de no enajenar se tendrá por no escrita”. El precepto
confirma lo dicho: en principio, semejante cláusula es nula,
pero si existe en ella comprometido el interés de un tercero es
eficaz.

319
DERECHO SUCESORIO

371. Legado de cosa ajena. Se refieren a esta materia los artícu-


los 1106 a 1109.
Se entiende por legado de cosa ajena, el legado de un bien
que no pertenecía al testador o al asignatario a quien se impone la
obligación de pagarlo.
Por regla general, el legado de cosa ajena es nulo, salvas las
siguientes excepciones:
1º El legado de cosa ajena vale si aparece en el testamento que
el testador tuvo conocimiento de estar legando una cosa ajena;
2º Es igualmente válido si es a favor de un ascendiente o
descendiente legítimo o cónyuge.
En estos dos casos se entiende que el legado impone a los
herederos o al asignatario gravado la obligación de adquirir la
cosa legada. Si el propietario se negare a enajenarla o pidiere un
precio excesivo, el legado se cumplirá por equivalencia: se entre-
gará al legatario el justo valor de la cosa legada (artículos 1106
y 1107).
Si el asignatario obligado a prestar el legado de cosa ajena
adquiere el bien legado con posterioridad, es obligado a darlo al
legatario, quien deberá restituir lo que haya recibido por equiva-
lencia (artículo 1109).
Finalmente, puede presentarse una última situación: que la
cosa legada haya pasado antes de la muerte del testador al domi-
nio de éste o del asignatario a quien se había impuesto el legado;
en este evento, se deberá el legado (artículo 1108).
3º El tercer caso en que el legado de cosa ajena vale en nues-
tra legislación se presenta en las asignaciones a título singular de
los bienes pertenecientes a la sociedad conyugal, pues sabemos
que este legado siempre se cumple, sea si el bien legado es adjudi-
cado a los herederos del cónyuge causante o no (ver Nº 368).
Podría considerarse que en este caso hay legado de cosa ajena,
pues al momento de instituirse éste la especie legada pertenecía a
la sociedad conyugal y no al cónyuge causante.

372. Legado de crédito. El inciso segundo del artículo 1127 dis-


pone que “por el hecho de legarse el título de un crédito, se
entenderá que se lega el crédito”. La expresión título está utiliza-
da aquí en el sentido de documento o instrumento justificativo
del crédito.
Por ejemplo, dice el testador: “lego a Pedro el pagaré que está
guardado en mi caja de fondos”. Lo legado en este caso es el
crédito mismo de que da fe el pagaré.

320
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

El legislador no ha resuelto la situación en que queda el deu-


dor del crédito frente al legado de éste hecho por el causante a
otra persona, es decir, no ha dicho a quién deberá pagar el deu-
dor del crédito legado. Es evidente que éste puede pagar al legata-
rio, porque el legado de un crédito es un legado de especie o
cuerpo cierto, y el legatario adquiere el legado por sucesión por
causa de muerte desde el momento del fallecimiento del testador.
Pero también podría pagarles a los herederos del causante acree-
dor, pues el deudor no tiene por qué conocer la existencia del
testamento; claro que si el deudor paga a los herederos, el legata-
rio puede dirigirse en contra de ellos para que le entreguen el
monto de lo pagado por el deudor.
Sin embargo, estimamos que la situación es distinta si se notifi-
ca al deudor la existencia del legado; en este caso, no hay inconve-
niente alguno para aplicar por analogía las reglas de la cesión de
créditos, y concluir que el deudor tendría que pagar al legatario y
no a los herederos. Pero entiéndase bien: no es que en este caso
exista propiamente una cesión de créditos, pues no hay tradición
sino sucesión por causa de muerte; si aplicamos la misma solu-
ción, es por la analogía existente entre ambas situaciones.
Finalmente, en relación con el legado de crédito, cabe decir
que él tiene una forma especial de extinción, contemplada en el
inciso final del artículo 1127: se entiende revocado tácitamente en
caso de que el testador con posterioridad al testamento reciba el
pago del crédito y sus intereses de parte del deudor. Si el pago es
sólo parcial, subsiste el legado en la parte no cancelada del crédito.

373. Legado de condonación. Consiste en que el testador diga lisa


y llanamente en su testamento que perdona o remite su obliga-
ción al deudor. Por ejemplo, Pedro debe $ 500 al causante, y éste
en su testamento declara perdonada la deuda. En este caso, la
deuda se extingue por el modo de extinguir las obligaciones de-
nominado remisión, de que trata el Título XVI del Libro IV, con
la modalidad especial de que el perdón se hace por testamento.
Este legado también tiene una forma especial de extinción,
señalada por el artículo 1129: se entiende revocado tácitamente si
el testador con posterioridad al otorgamiento del testamento de-
manda al deudor el pago de la deuda perdonada, o bien acepta el
pago que se le ofrece, a menos que se pague sin consentimiento o
conocimiento del testador, pues en este caso subsiste el legado. Y
esta regla es lógica, porque el testamento sólo va a producir sus
efectos después de la muerte del testador.

321
DERECHO SUCESORIO

Finalmente, si se perdona a una persona lo que debe, sin


determinarse suma, sólo se comprende en la condonación las deu-
das existentes a la fecha del testamento (artículo 1130).

374. Legado de cosa empeñada hecho al deudor. Es el caso de que


el deudor, para garantizar el cumplimiento de una obligación
contraída con el testador, le haya dado una garantía prendaria.
Por ejemplo, Pedro debía al testador $ 500, y para garantizarle el
pago de la deuda le da en prenda su automóvil. Si el testador lega
al deudor la cosa empeñada, el automóvil en el ejemplo, el efecto
de este legado es que se extingue la garantía (la prenda), pero
subsiste la deuda, a menos que aparezca claramente la voluntad
del testador de extinguir ésta, en cuyo caso ella se entiende perdo-
nada (artículo 1128).

375. Legado de confesión de deuda. Respecto de las deudas confe-


sadas por el testador en su testamento, hay que distinguir según si
existe de ellas un principio de prueba por escrito o no. Si no hay
este principio de prueba por escrito, se entiende que existe lisa y
llanamente un legado gratuito, y se aplican las reglas de los lega-
dos. En caso contrario, hay propiamente deuda confesada en el
testamento.
Así lo dispone el artículo 1133 y así lo había dicho ya el ar-
tículo 1062 respecto de las deudas confesadas a favor del notario
que otorga el testamento (véase Nº 112).211
Y para el presunto acreedor es de vital importancia determi-
nar si la confesión de deuda va a constituir una confesión de
deuda propiamente tal o un legado, por las siguientes razones:
1º Porque si existe un principio de prueba por escrito, la
confesión de deuda va a constituir una deuda hereditaria, que en
conformidad al artículo 959 será una baja general de la herencia
y, en consecuencia, se pagará antes de efectuarse la distribución
de los bienes hereditarios. Si no hay principio de prueba por

211 Existen, sin embargo, marcadas diferencias entre ambas situaciones. De

partida, el artículo 1133 es de aplicación general; el 1062 se refiere solamente al


caso de la incapacidad del notario. En seguida, los efectos son distintos en un
caso u otro: respecto del notario, el legado será nulo por ser éste incapaz. La
asimilación a los legados en el 1133 produce los efectos señalados en el número
en estudio. Finalmente, éste exige principio de prueba por escrito, y el 1062 que
el crédito conste por otro medio fuera del testamento, para que exista confesión
de deuda y no legado.

322
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

escrito, estamos frente a un legado gratuito que se paga con cargo


a la parte de la cual el testador ha podido disponer libremente.
Quiere decir entonces que existe una preferencia para el pago de
las deudas hereditarias respecto a la cancelación de los legados,
de manera que si el patrimonio del causante no era muy flore-
ciente, van a alcanzarse a pagar únicamente las deudas heredita-
rias y no los legados (artículo 1374).
2º También tiene importancia determinar si estamos ante una
deuda hereditaria o frente a un legado, porque las primeras no
están sujetas al pago del impuesto de herencias, donaciones y
asignaciones. Si por no haber un principio de prueba por escrito,
la confesión de deuda constituye un legado, deberá pagar la co-
rrespondiente contribución.
La solución dada por el artículo 1133 a la confesión de deuda
por testamento se justifica ampliamente, porque si existiera liber-
tad para reconocer deudas en dicho instrumento, el testador po-
dría burlar el derecho de los asignatarios forzosos, confesando
deudas supuestas que excedan la parte de libre disposición.
El artículo 1132 completa estas disposiciones diciendo que si
el testador manda pagar lo que cree deber y no debe, la orden se
tendrá por no escrita. Y si manda pagar más de lo debido, no se
deberá pagar el exceso, a menos que aparezca la intención de
donarlo. En este caso estamos ante un pago de lo no debido, y el
artículo 1132 no constituye sino una aplicación al testamento del
artículo 2299, que dice: “del que da lo que no debe, no se presu-
me que lo dona, a menos de probarse que tuvo perfecto conoci-
miento de lo que hacía, tanto en el hecho como en el derecho”.

376. Legado hecho al acreedor. Lo legado a un acreedor del testa-


dor no se entiende que sea a cuenta de la deuda, a menos que se
exprese así o aparezca claramente la intención del testador de
pagar la obligación con el legado.
El acreedor puede elegir entre exigir el pago de la deuda en
los términos a que estaba obligado el testador, o en los expresados
por éste al instituir el legado (artículo 1131).

377. Legado de pensiones alimenticias. Se refiere a esta materia el


artículo 1134. Debe tenerse presente que este precepto contempla
únicamente las pensiones alimenticias voluntarias; comienza pre-
cisamente diciendo: “si se legaren alimentos voluntarios”, etc. En
realidad, la situación de las pensiones alimenticias forzosas es dia-
metralmente opuesta a la de las voluntarias; aquéllas constituyen

323
DERECHO SUCESORIO

una asignación forzosa (artículo 1167, número primero) y una


baja general de la herencia y, en consecuencia, se pagan antes de
cumplirse las disposiciones del testador (artículo 959, número cuar-
to). El artículo 1134 se refiere solamente a los alimentos volunta-
rios, los cuales constituyen un legado, y se pagan con cargo a la
parte de que el testador ha podido disponer libremente. A las
asignaciones alimenticias forzosas se refieren los artículos 1168 a
1171 (ver Nos 432 y siguientes).
Respecto de las asignaciones alimenticias voluntarias, si no se
determina la forma y cuantía de los alimentos legados, se deberán
en la forma en que el testador acostumbraba suministrarlos a la
misma persona; a falta de esta determinación, se regularán toman-
do en cuenta las necesidades del legatario, sus relaciones con el
testador y las fuerzas del patrimonio en la parte de que el causan-
te ha podido disponer libremente.
Si el testador no determina el tiempo que debe durar la pen-
sión alimenticia, se entenderá ésta instituida por toda la vida del
legatario. Pero si se trata de una pensión anual para la educación
de éste, durará hasta que cumpla los dieciocho años, y cesará si
muere antes de cumplir esa edad.212 La disposición fue modifica-
da por las Leyes Nos 7.612, de 21 de octubre de 1943, y 19.221, de
1º de junio de 1993, para adecuarla a la actual mayoría de edad.

378. Extinción de los legados. Las asignaciones a título singular y,


en especial, las de especie o cuerpo cierto, se extinguen de las
siguientes maneras:
1º Por la revocación del testamento en que se instituyó el
legado, lo cual no constituye sino una aplicación de la facultad del
testador de dejar sin efecto sus disposiciones testamentarias.
Existe, además, un caso de revocación tácita del legado, con-
templada por el inciso segundo del artículo 1135. Dispone el pre-
cepto que “la enajenación de las especies legadas, en todo o parte,
por acto entre vivos, envuelve la revocación del legado en todo o
parte, y no subsistirá ni revivirá el legado, aunque la enajenación
haya sido nula, y aunque las especies legadas vuelvan al poder del
testador”. La ley entiende que si el testador enajena la especie
legada, existe de su parte intención tácita de revocar el legado.

212 Los artículos 9º y 10 de la Ley Nº 16.271 de Impuesto a las Herencias


contemplan normas especiales relativas a la determinación del impuesto cuando
las asignaciones consisten en pensiones periódicas.

324
CLASIFICACIÓN DE LAS ASIGNACIONES TESTAMENTARIAS

La jurisprudencia ha resuelto que si otorgado un testamento


en el cual se instituye un legado de inmueble, al fallecer el causan-
te se había suscrito la escritura pública de compraventa en que el
testador vendía dicho inmueble, pero aún no se había efectuado
la inscripción en el Conservador, no había revocación tácita del
legado, porque el artículo 1135 habla de enajenación y la sola
compraventa no constituye enajenación.213
Con mayor razón no hay revocación del legado si el contrato
de compraventa, no obstante ser firmado por las partes, quedó sin
efecto por no cumplirse formalidades legales, pues la enajenación
debe consumarse.214
2º Por la alteración sustancial de la cosa legada mueble.
El inciso final del artículo 1135 dispone que “si el testador
altera sustancialmente la cosa legada mueble, como si de la made-
ra hace construir un carro, o de la lana, telares, se entenderá que
revoca el legado”.
Se supone en este caso la intención de revocar tácitamente el
legado. Por ejemplo, el testador legó veinte metros de casimir
inglés, y con posterioridad hizo de ellos trajes y abrigos; la ley
entiende que el testador tuvo la intención de dejar sin efecto el
legado.
3º Por la destrucción de la cosa legada.
Dice el inciso primero del artículo 1135: “por la destrucción
de la especie legada se extingue la obligación de pagar el legado”.
Este modo de extinguirse el legado es aplicación de los principios
generales sobre extinción de las obligaciones en caso de imposibi-
lidad en su ejecución, por pérdida de la cosa debida.
Finalmente, recordemos también que ciertos legados tienen
una forma especial de extinción: así, el de crédito termina si el
testador recibe el pago de la deuda (artículo 1127), y el de condo-
nación si se acepta o demanda el pago de la obligación (ar-
tículo 1129).

379. Parte de la herencia con cargo a la cual se pagan los legados.


Los legados se pagan de la parte en que el testador ha podido
disponer libremente. Y para determinar cuál es la parte de la
herencia de que el testador puede disponer libremente, es necesa-
rio efectuar algunos distingos:

213 “Revista de Derecho y Jurisprudencia”, tomo XXII, sección 1ª, pág. 161.
214 Ídem, tomo L, sección 1ª, pág. 169.

325
DERECHO SUCESORIO

1º Si el causante no deja herederos forzosos, legitimarios, pue-


de disponer libremente de la totalidad de sus bienes;
2º En el caso contrario, hoy sólo puede disponer libremente
de una cuarta parte de sus bienes. Antes se distinguía según la
calidad de los legitimarios, pero en virtud de varias reformas, la
solución ahora es la señalada (Nº 432). Veremos igualmente que
los legados hechos a favor de los herederos forzosos por regla
general se imputan a su asignación forzosa (Nº 500).

326

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