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Literatura Prehispánica
Todas estas bondades se ven enriquecidas con la presencia de una unidad idiomática, el
Quechua o Runasimi, que junto con la religión son los dos pilares que unifican el
imperio incaico.
LITERATURA QUECHUA
Contra muchas opiniones podemos decir que en el antiguo imperio sí existió literatura,
aunque no conocían la letra (según nuestra concepción actual). Eran portadores de una
riqueza literaria que era transmitida en forma oral, teniendo sumo cuidado de que los
jóvenes la aprendiesen de memoria. En centros especiales (Yachay huasi) los ancianos
enseñaban a los jóvenes canciones, leyendas, tradiciones, riqueza cultural de un pueblo
que debía conservarse.
Los Amautas fueron los autores de la poesía épica y el teatro. Poetas y funcionarios
incorporados a la corte, compusieron los grandes poemas conmemorativos para celebrar
y exaltar todo suceso de importancia política y social: victorias, guerras, entronización
de los emperadores, cosechas, siembras.
• Era su misión conservar y difundir la tradición. Garcilaso afirma que no les “faltó
habilidad a los Amautas, para componer tragedias y comedias, que en días de fiesta
representaban delante del Rey”. Asimismo eran instructores, consejeros del buen
gobierno del rey, se les atribuye la creación del código moral que regía el imperio.
Los Haravicus (Harávecs) eran los poetas creadores de la lírica, con carácter sintético, y
de la épica dedicada a contar las hazañas de los incas y señores.
EL IDIOMA
La lengua del antiguo imperio fue el Runasimi, conocido ahora como Quechua, o
quechua chin chay, es decir el quechua de los chinchas que se había oficializado con el
poderío del imperio cusqueño.
Este rico y ágil idioma se extendió desde el Cusco hacia el norte llegando al Ecuador y
sur de Colombia, por el sur penetró hasta el centro de Chile, y el noroeste de Argentina
y la región de Cochabamba, Sucre y Potosí.
Este idioma en vías de expansión coexistió con algunas lenguas lugareñas y desplazó a
otras, como es el caso del Aimará, en la región del Callao; a su vez el Aimará había
desplazado al Puquina, de la antigua cultura Tiahuanaco.
Bajo el gobierno de los últimos incas el Runasimi había llegado a un altísimo nivel de
desarrollo. El ensanchamiento del imperio, el bienestar económico, el carácter nacional
de las fiestas religiosas, la importancia que se le daba a la historia y la poesía,
determinaron la prosperidad de esta lengua.
Fray Domingo de Santo Tomás, autor de Gramática o arte de la Lengua general de los
Indios de los reynos del Perú, la más antigua entre todas las compuestas durante el
coloniaje, escribió en el prólogo de su obra: “La abundancia de vocablos, la
conveniencia que tiene con las cosas que significan, las maneras diversas y curiosas de
hablar, el suave y buen sonido al oído, la facilidad para escribirse con nuestros
caracteres y letras hacen del Runasimi un idioma valioso y único.
“El conjunto de cualidades que posee el Runasimi le presenta como una admirable
interpretación de la naturaleza andina. Cada palabra es una imagen estilizada, en cada
frase hay una música esencial y el color se halla dosificado en él como en los valles
floridos. Es plástico y vigoroso como las montañas, fluido como los ríos; sonoro como
el viento, ancho y suntuoso como el Tawantinsuyo” (*)
LA ESCRITURA
Constantemente se repite que los incas no tuvieron escritura, pero esto no está muy
claro aún, porque se sigue investigando para encontrar la clave que descifre este
enigma.
Es un poco difícil aceptar que una cultura capaz de crear un imperio como el
Tawantinsuyo no fuese capaz de inventar una técnica para fijar y transmitir su
pensamiento. Muchos estudiosos piensan en una posible escritura, tal vez incipiente o
evolucionada basándose en:
1. El hallazgo de una pictografía y petrografías, signos y dibujos en piedra, lienzos,
cerarnios, paredes, etc., que son muy semejantes a Signos jeroglíficos.
Los estudios realizados en la cultura inca nos revelan la existencia de poesía, drama y
relato como manifestaciones del espíritu creador de nuestros antepasados. Así podemos
afirmar que sí hubo una literatura incaica en la que se aprecia la sensibilidad y el
pensamiento del pueblo.
a) Literatura oficial.- Cortesana con el sello del autoritarismo del Inca, era ejecutada
por los Amautas, que tenían a su cargo los cantos épicos, las crónicas imperiales, los
himnos de culto, los dramas y comedias, los poemas sociales, el teatro docente, los
cuentos moralizadores; a ellos se atribuye la creación del código moral y la dirección
filosófica que rigieron la vida social.
GÉNEROS LITERARIOS
a) Poesía lírica.-
La mayor parte de la poesía lírica conocida está unida a la danza y a la música, de allí su
predominante carácter rítmico; no obstante no se debe juzgar la poesía del imperio con
las reglas de la preceptiva literaria actual. Aunque utilizaban la métrica, los incas daban
más importancia al contenido de la poesía, con el uso frecuente del diálogo, como en el
Wawaki, que es una poesía dialogada, cantada por coros juveniles en donde se rinde
culto a la Luna; lo característico es la presencia de un estribillo que se repite después de
cada verso.
WAWAKI
El cultivo de la poesía era de carácter popular, se extendía por todo el imperio; en las
grandes fiestas religiosas, agrícolas, sociales, la poesía desempeñaba un papel
importante, con una gran variedad de estilos y formas de acuerdo a la ocasión; los
Haravicus (poetas) entonaban sus Taki, Jailli, Harazvi y los jóvenes en pandillas
bailaban Wayñu y Qashwa.
Clasificación
Versos cantados
Jailli
Harawi
Taki
Wawaki
Versos recitados
Aranway
Wanka
Es un poema breve en el que se habla sobre la lluvia. La princesa del cielo tiene un
hermano que se divierte quebrando el cántaro en que ella acostumbra traer agua de la
fuente, la rotura del cántaro origina el fenómeno del rayo, y de las manos de la princesa
cae el agua a la tierra en forma de lluvia y a veces como granizo o como nieve; el canto
termina reconociendo que todo esto sucede por voluntad del dios Wiracocha.
Uyariway, Escúchame,
Jay ñimúway. Respóndeme,
Yurajyánay Haz que viva
Pacha kama, Por muchos días,
Ashka p’uncho.u kama Hasta la edad en que deba
Kausacliiway, Encanecer,
Marq’aríway Levántame,
Jatarichiway: Tómame en tus brazos
SayJajtlyri Y en mí cansancio
Sh’asklchiway Auxíliame,
Mcujpt kaspapas, Doquiera estés,
Wiraqucha. Padre Viracocha
(JAILLI SAGRADO)
El Harawi.- Es poesía amorosa, el canto del amor, del sentimiento puro, delicado, con
sus actitudes de alegría, dolor; en ningún momento admitía el Harawi expresiones fuera
de lugar o malintencionadas. De acuerdo al sentimiento que inspiraba tomaba diferentes
denominaciones: Jaray Araki era la canción del amor triste; Kusi Harawi, de las
alegrías; Sumay Harawi, de la belleza, etc.
Taki.- Es el verso cantado que expresa una emoción, un sentimiento o una virtud de la
naturaleza; el tema era amplio y se tomaba muchas veces como sinónimo de canción.
Wayñu.- Es la expresión artística más completa, pues se expresa a través de la poesía, la
música y la danza; capta tanto el sentir humano como la belleza de la naturaleza. La
danza del Wayñu se practicaba en forma colectiva: grupos de hombres y mujeres
tomados de la mano danzaban en rondas al compás de la música.
El Aranway.- Era una poesía humorística que a veces se presentaba como fábula pero
sin moraleja; era recitada en las cosechas, en la batalla y en las labores diarias. Entre sus
personajes aparte del hombre, mencionaban al Zorro, el oso, la vicuña, el mono, etc. El
zorro personificaba la ingenuidad, lo absurdo.
Cuenta una de sus fábulas que un día el zorro decide comerse al mono, pero éste viendo
el peligro grita que detrás viene el tigre; el zorro se asusta y el mono huye, el zorro va
en su busca y lo encuentra apoyado en una pared, que según le dice está sujetándola
para que no caiga y que mientras él busca una viga se ponga el zorro en su lugar, cuando
el zorro se da cuenta del engaño parte nuevamente en su busca y lo encuentra cavando
una fosa para enterrarse hasta que pase la lluvia que no tarda en llegar, el zorro
atemorizado le pide que lo entierre a él, el mono acepta, lo entierra y se salva
definitivamente.
b) La épica
Forman parte de la épica quechua todos los mitos, leyendas, cantares que expresan las
creencias colectivas desde épocas remotas, cuando sólo existían las tinieblas, hasta la
aparición de los fundadores de pueblos y dinastías.
Estos relatos, al igual que la lírica, existieron en forma oficial y cortesana, dirigida a
fijar y perpetuar las epopeyas del imperio y las hazañas de sus emperadores, y eran
recitados en ocasiones solemnes, existía también un relato épico popular que expresaba
las creencias del pueblo, el origen de sus dioses o el resentimiento de los soldados ante
la ley del Inca.
Para fijar los relatos se usaban diferentes procedimientos. Los datos sencillos eran
registrados en los quipus y los hechos importantes en las quilicas, cuando no podían
utilizar quipus ni quilicas el quipucamayoc lo fijaba en su memoria; lo que después era
difundido entre el pueblo en extensos poemas, cuentos cortos y fábulas para ser
cantadas a los niños y a la gente del pueblo.
Por ser el pueblo inca predominantemente agrícola, sus leyendas y cuentos exaltan en
primer lugar los triunfos del hombre sobre la tierra, el cultivo y la siembra como fuente
de vida. En sus relatos se encuentra, como una constante, algunos personajes que actúan
como símbolos: tenemos, por ejemplo, la presencia del dios Wiracocha que encarna la
fecundidad, la vida, la bondad; el árbol de coca que mitiga el hambre y hace olvidar las
penas, los cuatro hermanos Ayar, símbolo de la fuerza y el poder, que van en busca de la
tierra escogida para fundar un gran imperio; Manco Cápac y Mama Ocho buscando la
tierra más fértil simboliza el destino agrario de los incas, y como castigo para el que no
obedece las leyes divinas la conversión en piedra, símbolo de la esterilidad.
Hinchó la Tierra de hombres y mujeres que creó y les dio todo lo necesario; pero sus
hijos no supieron corresponder a la bondad de su creador, provocando el enojo de Kon,
quien en castigo convierte esa zona en inmensos arenales en donde nunca llueve y dejó
sólo estrechos ríos que volcaban sus aguas al mar. Surge luego Pachacámac, dios tutelar
de la costa, hijo del Sol y de la Luna, el que forma nuevos hombres y les enseña el
trabajo de regadío para cultivar las sementeras.
Este es un mito costeño, que nos muestra la dualidad entre un dios creador ajeno a la
realidad y un dios que da vida enseñando. Se encuentra una semejanza con la idea
bíblica del pecado original y la expulsión del paraíso. Alrededor de Kon se tejieron
muchas otras leyendas, las que lamentablemente no han llegado hasta nosotros.
La leyenda de Naymlap.
Naymlap, obedeciendo al espíritu migratorio de su pueblo, sale de la región de los
mayas, en compañía de su mujer llamada Caterni y un numeroso séquito conformado
por tejedores de túnicas, preparadores de cremas de colores para pintarse la piel,
músicos, cargadores y gente para su servicio personal.
Pasaron los años y Naymlap envejeció, cuando sintió cerca su muerte llamó a sus más
íntimos y les ordenó que cuando muriese, ocultasen su cuerpo y digan a la población
que él mismo se había dado alas y volado al cielo.
Sus hijos fueron a poblar la comarca vecina y su sucesor Cium quedó al cuidado del
templo de Chot y del ídolo Llampallec.
Dicen los naturales de Lambayeque (y con ellos conforman los demás pueblos a este
valle comarcanos) que en tiempos muy antiguos que no saben numerarios vino de la
parte suprema de este Piru con gran flota de Balsas un padre de Compañías. Hombres de
mucho valor y calidad llamado Naimlap y consigo traía muchas concubinas, mas la
mujer principal dicese haberse llamado Ceterni trujo en su compañía muchas gentes que
ansi como á capitán y caudillo lo venían siguiendo. Más lo que entre ellos tenía mas
valor eran sus oficiales que fueron quarenta. Ansi como Pita Zofi que era su trompetero
ó Tañedor de unos grandes caracoles, que entre los Indios estiman en mucho, otro
Ñinagintue a culo cargo estaua la veveda de aquel Señor a manera de Botilier. Otro
llamado Fonga sigde que tenia cargo de derramar polvo de conchas marinas en la tierra
que su señor auia de pisar, otro Occhocalo era su Cocinero, otro tenia cuidado de las
unciones, y color con que el Señor adornava su rostro, a este llamauan Xarn muchee
tenia cargo de bañar iB Señor
Este señor Naymlap con todo su repuesto vino á aportar y tomar tierra á la boca de un
Río (ahora llamado Faquisllanga) y auiendo allí desamparado sus balsas se entraron la
tierra adentro deseosos de hacer asiento en ella, y auiendo andado espacio de media
legua fabricaron unos Palacios á su modo, a quien llamaron Chot. y en esta casa y
palacio contra hecho en el rostro de su mismo caudillo, este era labrado en una piedra
verde, a quien llamaron Yampallec (que quiere decir figura y estatua de Naymlap).
Auiendo vivido muchos años en paz y quietud esta gente y auiendo su Señor, y caudillo
tenido muchos hijos. Le vino el tiempo de su muerte, y porque no entendiesen sus
vassalios que tenia la muerte jurisdicción sobre el. Lo sepultaron escondidamente en el
mismo aposento donde aula vivido, y publicaron por toda la tierra, que el (por su misma
virtud) auia tomado alas, y se aula desparecido. Fue tanto lo que sintieron ausencia
aquellos que en su venida lo auian seguido que aunque tenían ya gran copla de hijos. y
nietos, y están muy apasionados en la nueva y fértil tierra lo desampararon todo, y
despulsados, y sin tiento ni guía salieron a buscarlo por todas partes, y ansi no quedo
por entonces en la tierra mas de los nacidos en ella, que no era poca cantidad porque los
demás se derrarnaron sin orden en busca de el que crean haber desaparecido. Quedo con
el Imperio y mando del muerto Naymlap. Su hijo mayor Ciurn el cual casó con una
moza llamada Zolzolofil: y en esta y en otras concubinas tubo doce hijos varones que
cada uno fue padre de una copiosa familia, y habiendo vivido y señoreado muchos años
este Cium, se metió en una bóveda soterriza. y allí se dejo morir (y todo a fin de que a
su posteridad tuviesen por inmortal y divina). Por su fin y muerte de este gobernó
Escuñain a este heredero Mascuy. A este sucedió Cuntipallec y tras este gobernó
Allascunti, y a este subcedió Nofan nech á este subcedio Mulumuslan tras este tuvo el
mando Llamecoil á este subcedio Lanipat-cum. Y tras este señoreo Acunta.
Sucediole en el Señorio Fempellec. este fue el último y mas desdichado de esta
generación porque puso su pensamiento en mudar á otra parte aquella Guaca ó Ídolo
que dejamos dicho haber puesto Naymlap en el asiento de Choc, y andando probando
este intento no pudo salir con el, y a deshora se le apareció el Demonio en forma y
figura de una hermosa mujer. Y tanta fue la falacia de el Demonio, y tan poca la
continencia de el Femllep. Que durmió con ella según se dice, y que acabado de
perpetuar ayuntamiento tan nefando comenzó a llover (cosa que jamás auian visto en
estos llanos) y duro este diluvio treinta días a los cuales subcedio un año de mucha
esterilidad y hambre; pues como á los Sacerdotes de sus ídolos (y demás principales) les
fuese notorio el grave delito cometido por su Señor entendieron ser pena
correspondiente á su culpa la que su Pueblo padecía con hambre pluvias. Y necesidad y
por tomar de el venganzas (olvidados de la fidelidad de vasallos) emprendieron y atadas
las manos, y pies. Lo echaron en el profundo mar. y con el se acabo la línea y
descendencia de los Señores, naturales del Valle de Lambayeque ansí llamado por
aquella Guaca (o Ídolo) que Naymlap trujo consigo a quien llamumm Yamnpallec.
Durante la vida de Cium hijo heredero de Naymlap (y segundo Señor en estos Valles) se
apartaron sus hijos (como dicho queda) a ser principios de otras familias y poblaciones
y llevaron consigo muchas gentes uno llamado Nor se van al valle de Cinto y Cala, fue á
Tucume, y otro á Colllque y otros a otras partes. Un Llapchillulll hombre principal de
quien dejamos dicho ha hecho mucho caudal el Señor Nayrnlap tanto por ser valeroso
cuanto por ser Maestro de labrar ropas de plumería se aparto con mucha compaña que lo
quiso seguir, y hallando asiento a su gusto en valle llamado Jayanca se pobló en el, y allí
permaneció SLL generación y prosapia.
Ya quedo visto como por la muerte merecida que dieron los suyos á Fempallec quedo el
Señorio de Lambayeque (y lo a el anexo) sin patrón al Señor natural en el cual estado
estuvo aquella numerosa republica. Muchos días hasta que cierto tirano poderoso
llamado Chimo capac vino con invencible exerclto, y se apodero de estos valles. y puso
en ellos presidios, y en el de Lambayeque Señor y Cacique de su mano, el cual se llamo
Pongmassa natural de Chimo este murió pacifico Señor, y dejó por sucesor á un hijo
sulo llamado Pallesmassa, a este sucedió su hijo Oxa. Y fue esto en el tiempo y
coyuntura que los Yngas andaban pujantes en las Provincias de Cajamarca porque es
ansi que este Oxa fue el primero que entre los de su linaje tuvo noticia de los Señores
Yngas desde las temporadas de este comenzaron a vivir con sobresalto de ser
despojados de sus Señoríos por mano y armas de los de el Cuzco. A este Oxa sucedió en
el Cacicazgo un lujo suyo llamado Llempisan muerto este le vino el señorío á
Chullumpisaua a este subcedio un hermano suyo llamado Cipromarca. y tras este
señoreo otro hermano menor que se llamo Fallenplsan. Vino después de este a tener el
mando Efquuemplsan, muerto este subcedio Secfunpisan en cuyo tiempo entraron en
este Piru los Españoles, y dejaremos aquí el hilo cortado para ayudarlo cuando á nuestra
tela conviniere, porque para dar fin a este Capitulo quiero decir la causa porque estos
Señores que avernos acabado de nombrar duraban muy poco en el Señorio y mando, y
tan poco que afirman no haberlo poseído ninguno 12 años, y algunos no ayer durado en
el dos cabales era pues la ocasión que como el Demonio tenia tanto mano y poder en sus
estragados entendimientos hacialos poner en tan estrechos y ásperos ayunos (luego que
tomaban el cargo) que con abstinencias y vigilias, y largos ayunos, se desflaquecian de
tal manera que jamás podían arribar a perfecta salud, ya que de los ayunos escapasen. Y
otros morían entre las manos de su infructuosa penitencia, y de esta manera iban
heredando hermanos a hermanos y a todos el infierno en pago y remuneración de sus
pecados. Entre las gentes y naciones que dejamos nombrados de estos Vahes tenia
Chimo capac repartidos presidios, y guarniciones y contrastando la voluntad de todos
auian de hacer su viaje los Capitanes de Topa Yngayupanqui para irse a juntar con el á
Cajamarca como quedo acordado en Pohechos de lo cual trataremos en el Capitulo
siguiente.
EL TEATRO
No les faltó habilidad para componer comedias y tragedias que en días de fiesta
representaban delante del Inca y del pueblo. Los argumentos trataban de victorias
militares, hazañas de incas anteriores y escenas familiares o agrícolas.
La tradición oral ha conservado el argumento de muchas de estas piezas.
Un inicio de teatro fueron los Taquis, que eran bailes colectivos que se realizaban en las
plazas en festividades religiosas y agrícolas. Bailarinas con máscaras y disfraces
ejecutaban complicados pasos al compás de cánticos e himnos. De acuerdo a la ocasión,
al contenido y al objetivo deseado, el teatro se clasificaba en:
1. Teatro religioso.-
Utilizado con fines educativos para lograr en el pueblo el orgullo colectivo por la gloria
de sus antepasados y el valor de sus gobernantes. Se presentaban escenas guerreras y
hazañas de sus gobernantes. Se contaba con la presencia del Inca, el pueblo y las
momias de los emperadores muertos.
3. Teatro cómico.-
ANTECEDENTES DE OLLANTAY
Cieza de León menciona también a un inca rebelde a quien Pachacútec perdonó y dio en
matrimonio una colla del Cusco. Santa Cruz Pachacuti tiene datos de un pastor que
rapta una doncella muy querida de Sinchi Roca; ambos son capturados y condenados
por el pecado. Miramontes y Suazola en su obra “Armas Antárticas” habla sobre el
general Calcuchimac y Cousi Coyllur que mantenían un dramático idilio muy semejante
con el Apu Ollantay.
Cada cronista tiene su registro, obtenido del cantar popular y perennizado por el pueblo.
La primera noticia de este drama se conoció en 1837, por el diario cusqueño “Museo
Erudito”, de don José Palacios.
Allí se hacía mención a un posible autor, el sacerdote Antonio Valdez, cura de Sicuani,
pues al morir legó a su sobrino Narciso Cuentas un conjunto de manuscritos con el
drama Ollantay (1816). Luego se han hecho otras copias, entre ellas la que se conserva
en el convento Santo Domingo, que copiada por el pintor Rugendas sirvió de base para
la versión en alemán de Von Tschudi; luego apareció el códice Zegarra que parece ser
una modificación del original de Santo Domingo y que sirvió para las versiones en
francés y castellano del escritor Gabino Pacheco Zegarra.
Sobre el origen de este drama hay varias opiniones, unas destacan su carácter incaico y
otros alegan que es un drama colonial, lo que ha dado lugar a tres tesis:
a) Tesis incaísta.
Manuel Eduardo Rivero y Juan Diego de Tschudi, en su publicación Antigüedades
Peruanas (1851) sostienen que en bibliotecas particulares cusqueñas se encuentran
copias de Ollantay en manuscritos del siglo XVII, igualmente José Sebastián Barranca y
Horacio Urteaga sostienen que el drama Ollantay es incaico, basándose en datos
tomados de la misma obra como son:
b) Tesis colonialista.-
c) Tesis intermedia
Defendida por Fernández Nóbel, quien dice que sobre una base quechua antigua, la obra
ha sido modificada por influencias coloniales, igualmente José de la Riva Agüero
sostiene la existencia de un núcleo dramático incaico, sobre el que posteriormente se
hizo el drama que hoy conocemos escrito en época colonial. Estudia el fondo y la forma
del poema opinando: “El lenguaje está cargado de imágenes nuevas e insólitas; algunas
aluden a la naturaleza con pompa idolátrica; hay expresiones de feroz pasión guerrera,
de servilismo inverosímil para el soberano, y no faltan tiernas escenas de amor, con los
más bellos trozos de la poesía lírica quechua, así como alusiones a flores, pájaros,
emblemas, lugares sagrados, tribus y regiones del Imperio.
“En cuanto al aspecto formal, abundan las singularidades métricas en el texto que ignora
las sinalefas y alterna a veces las asonantes, como en algunas oraciones de esa época.
Inserta versos aislados en metros distintos y series de asonancia pareados o
monorrimias, como los cantares de gesta europeos” (*).
Esta tesis intermedia es también compartida por Ricardo Palma que dice que el “Texto
quechua” mantiene un fondo dramático y representativo incaico que, según él, ha sido
substancialmente adulterado por el autor colonial que supone sea de los siglos XVI ó
XVII y de ninguna manera el padre Antonio Valdez.
Ollantay, el general más famoso del Imperio, ama a Cusi-Coyllur, hija de Pachacútec, y
es correspondido por ella. El matrimonio es imposible, según las leyes incaicas, porque
Ollantay no es noble, aunque sea gobernador de la provincia de los antis y luzca, por sus
grandes hazañas, el champi y el casco de oro. La princesa y el guerrero siguen
secretamente sus relaciones, no obstante las invocaciones de Willac-Uma, que conoce el
secreto, y exhorta a Ollantay a renunciar a su pasión sacrílega. Ollantay no cede y,
arrastrado por su pasión, se presenta al Inca para pedirle en matrimonio a su hija.
Pachacútec le dice:
“Recuerda que eres un simple vasallo; cada cual debe permanecer en su puesto”, luego
ordena la reclusión de Cusi-Coyllur en el Acllahuasi, donde meses después la princesa
da a luz una niña, Ima-Sumac.
OLLANTAY
ACTO PRIMERO
Cuadro 1
HUILCA-UMA: ¡Sol vivo, postrado ante ti adoro tu marcha, para ti he separado cien
llamas que sacrificaré el día de tu fiesta.
OLLANTAY (A Piqui- Chaqui, en voz baja): Es el brujo Huilca-Uma... Ese viene con
malos presagios, no lo dudes.
HUILCA-UMA (Continúa su oración, después de haber hecho algunas reverencias):
Derramaré la sangre de las cien llamas en tu presencia. Después del ayuno, arderán en el
fuego y ascenderán hacia ti... ¡Oh, Sol vivo!
OLLANTAY: Aborrezco a este agorero que cuando abre la boca sólo anuncia negros
sucesos y vaticina el Infortunio.
PIQU1-CHAQUI (Corno temiendo que el brujo oiga a Ollantay: ¡Calla, no hables, no
pienses! El sabe mejor que tú lo que sientes hacia él.
CUADRO II
(Interior del Palacio del Inca. Cusi-Coyllur llora. Su madre Coya la consuela).
COYA: ¿Por qué lloras, hija mía, tú que eres Imagen del mismo Sol? ¿Por qué se ha
eclipsado en tu rostro la felicidad? No sabes cuánto me aflige tu infortunio...
CUSI-COYLLUR: ¡Ay. Princesa! ¡Ay. Madre mía!
COYA: Contesta mis preguntas. ¿Has amado a Ollantay? ¿1 las sido su compañera.
Dime, has elegido a ese hombre por esposo? Respóndeme sin temor, hija y no llores.
CUSI-COYLLUR: ¡Cómo no he de llorar! Mi amado. Mi protector, aquel que cuidó mi
niñez. Me ha olvidado... ¡Ay. Madre mía! ¡Ay. Princesa!...
CUSI-COYLLUR: Desde que lo perdí. La Luna se vistió de luto y el Sol se oscureció
como si estuviera cubierto de ceniza. Una nube tempestuosa anunció ml pesar y la
estrella del amor se fue apagando. Todos los elementos han perdido su belleza. El
universo ha muerto... ¡Ay, madre! ¡Ay. Princesa! ¡Ay, amor!...
Aclla: Escogida.
Acllacuna: Mujeres escogidas para el servicio del Sol.
Acllahuasi: Casa de las mujeres escogidas (Vírgenes del sol).
Amauta: Consejero, filósofo, historiador.
Anacu: Vestido interior de las mujeres (también: asco)
Ama sua,
Ama llulla,
Ama quella: Frases que corresponden al saludo diario y significan: no seas
mentiroso, no seas perezoso, nos seas ladrón.
Anti: Poblador de la parte Este del imperio.
Antisuyo: Región del Este. El Imperio estaba dividido en cuatro regiones o
suyos: Antisuyo, Collasuyo, Contisuyo y Chinchasuyo.
Apu: Gran señor, jefe.
Ayllu: Comunidad india unida por lazos de familia que cultivaba la tierra
y trabaja en común.
Cápac: Poderoso, rico, ilustre, rey.
Con: Uno de los dioses creadores.
Cóndor Cancha: Morada del cóndor. Palacio de pachacútec.
Coricancha: Templo del Sol.
Coya: Reina o emperatriz, mujer del rey o emperador.
Champi: Porra, porra de oro, insignia de mando.
Chasqui: Correo, mensajero.
Chumbi: Faja, ceñidero, insignia real.
Huaylli: Canto de triunfo.
Haravicus: Poetas, creadores de la lírica incaica.
Harawi: Nombre genérico para un tipo de poesía y canto.
Huararec: Metro de parte de la poesía quechua.
Huarachicoy: Fiesta en honor de wari, dios de la virilidad. En ella se armaba
guerreros y ciudadanos a los jóvenes.
Illapa: rayo.
Inti: Sol.
Inti – Cancha: templo del Sol, después se llamó Coricancha.
Llactaruna: Ciudadano de una ciudad, provincia o región. Amante nativo en la
poesía quechua.
Llautu: Insignia real, faja que cubría la cabeza de los reyes. Cíngulo.
Lliclla: Manta de mujeres.
Mama: Madre o señora.
Mamacocha: Mar (agua).
Mamacona: Matrona, señora de sangre noble.
Mascaipacha: Borla, insignia real.
Ñusta: Princesa o mujer de sangre noble.
Pacaritambo: “Posada del amanecer”.
Pachacámac: Dios progenitor “El que creó al hombre y a la mujer”.
Pachamama: Madre tierra.
Poquecancha: Biblioteca.
Purumpancha: Tiempo o época desierta y despoblada en la historia.
Pututo: trompeta en forma de caracol.
Quillca: Tablas de madera, hojas de árbol, lienzos para escribir.
Quipucamayoc: Descifrador de Quipus.
Quipus: Sistema de contabilidad y estadística. Utilizado a veces para el
registro cronológico de algunos hechos.
Runasimi: lengua general del hombre (literalmente). Idioma adoptado por
todos los pueblos unidos en el Imperio de los incas como lengua
general. El nombre quechua fue dado por los lingüistas en el siglo
XVI.
Sinchi: Animoso, de gran ánimo, arrojado, fuerte.
Taclla: Arado de madera con rejón metálico.
Tampa Toco: Posada de las ventanas.
Taqui: Canto o canción (literalmente derivado del verbo takly). Por
extensión se denomina así a los grandes jolgorios colectivos con
canto y danza.
Yachayhuasi: Escuela “La casa donde enseñaban” (Garcilaso).
Yachachic: maestro.
Yunga: Los llanos o valles “Indios naturales de allí”.
CAPÍTULÓ II
Literatura de la Conquista -
Literatura de la Colonia y
Literatura de la Emancipación
LITERATURA DE LA CONQUISTA
RESEÑA HISTÓRICA
La conquista española del Perú puso fin a la historia incaica y dio nacimiento a una
nueva cultura que poco a poco fue adquiriendo caracteres propios; desde su lenguaje
castellano, con matices quechuas, hasta su pensamiento americano en lengua hispana.
Así los romances populares españoles se mezclaron con las viejas tonadas de los indios
y este mestizaje literario trajo como resultado una poesía nueva y una prosa plebeya en
donde se confunden la métrica quechua con el verso hispano.
Fueron dos las corrientes literarias que se desarrollaron durante el virreinato. Una
literatura clásica, pulida, cortesana, producida en universidades, palacios y conventos
con una marcada influencia francesa e italiana; otra anónima, soldadesca y campesina
transmisora de relatos, leyendas y cantares populares que hermanadas con la literatura
aborigen dieron como resultado la expresión del sentir popular.
Crónicas y cronistas
Algunos españoles letrados, testigos de la conquista, escribieron sus crónicas en calidad
de información oficial o bien impulsados por un interés personal.
Las primeras crónicas peruanas relatan hechos de la conquista, más tarde reflejarán la
cultura de la zona, tal es el caso de Cieza de León, Guamán Poma de Ayala, Garcilaso y
muchos otros cronistas.
Raúl Porras, respecto a la crónica, opina que “es por naturaleza, un género vernáculo
que brota de la tierra y de la historia. Al transplantarse a América traía ya su esencia
propia y una larga tradición” (...) “La crónica implica una cercanía en el lugar y en el
tiempo” (...) “El cronista ha de ser, pues, deliberadamente parcial, ha de escribir por un
interés candente, en favor o en contra de algo”.
El cronista es el escritor que observa, estudia y analiza los hechos pasados en el mismo
terreno donde se produjeron, actuando más como escribano que como escritor, muchos
de ellos aprenden los idiomas aborígenes formando vocabularios y gramáticas
ordenadas y codificadas.
a) Cronistas pre-toledanos, son los que escriben desde 1550, época del pacificador La
Gasca, hasta la llegada del virrey Toledo en 1569. Son en su mayoría funcionarios que
muestran antipatía por los primeros conquistadores. Los cronistas más representativos
de este período son Juan de Betanzos y Pedro Cieza de León.
b) Cronistas toledanos, los que escriben durante el gobierno del virrey Francisco de
Toledo, que llegó al Perú en 1569 y gobernó hasta 1581, este virrey trató en todo
momento de consolidar el poder del rey; los cronistas de este período trataron de
mostrar una historia anti-indigenista en donde muestran que:
Nace en Sevilla hacia el año 1519, viene a América siendo un niño, vivió primero en la
Sierra de Popayán, luego pasa a Quito caminando por la Costa, Sierra y ceja de Selva
peruana. Toma parte como observador en todos los encuentros bélicos.
En 1541 empieza a escribir su Crónica del Perú. La primera parte se imprime en Sevilla
en 1553 reuniendo datos geográficos y agrícolas. La segunda se titula “El Señorío de los
Incas”, es un relato sobre la organización del imperio, sus gobernantes, artes y letras.
CRONISTAS Y QUIPUS
Fue ordenado por los Incas lo que ya habernos escrito acerca del poner los bultos en sus
fiestas y en que se escogiesen algunos de los más sabios delios para que en cantares
suplesen la vida de los señores qué tal había sido y cómo se habían habido en el
gobierno del reino. para el efecto por mí dicho. Y es también de saber que. Sin esto, fue
costumbre delios y ley muy usada y guardada de escoger cada uno. En tiempo de su
reinado, tres o cuatro hombres ancianos de los de su nación a los cuales, viendo que
para ellos eran hábiles y suficientes, les mandaba que todas las cosas que sucediesen en
las provincias durante el tiempo de su reinado, ora fuesen prósperas, ora fuesen
adversas, las tuviesen en la memoria y delias hiciesen y ordenasen cantares, para que
por aquel sonido se pudiese entender en lo futuro haber así pasado, con tanto que estos
cantares no pudiesen ser dichos ni publicados fuera de la presencia del Señor y eran
obligados éstos que habían de tener esta razón durante la vida del rey río tratar ni decir
cosa alguna de lo que a él tocaba. y luego que era muerto al sucesor en el imperio le
decían, casi por estas palabras: “jOh Inca grande y poderoso, el Sol y la Luna, la Tierra,
los montes y los árboles, las piedras y tus padres te guarden de infortunio y hagan
próspero, dichoso y bienaventurado sobre todos cuantos nacieron! Sábete. Que las cosas
que sucedieron a tu antecesor son estas. Y luego, en diciendo esto, los ojos puestos al
suelo y bajadas las manos, con gran humildad le daban cuenta y razón de todo lo que
ellos sabían; lo cual podrían muy bien hacer, porque entre ellos hay muchos de gran
memoria. Sutiles de Ingenio y de vivo juicio y tan abastados de razones como hoy cija
somos testigos los que acá estamos e los oímos. Y así, dicho esto, luego que por el rey
era entendido mandaba llamar a otros de sus indios viejos, a los cuales mandaba que
tuviesen cuidado de saber los cantares que aquellos tenían en la memoria y de ordenar
otros de nuevo de lo que pasaba en el tiempo de su reinado, y que las cosas que se
gastaban y lo que las provincias contribuían se asentasen en los quipos, para que
supIesen lo que daban y contribuían muerto él y reinando su progenitor. Y si no era en
un día de gran regocijo o en otro que hubiese lloro o tristeza por muerte de algún
hermano o hijo del rey, porque éstos tales cijas se permitía contar su grandeza delios y
su origen y nacimiento, fuera de estos a ninguno era permitido tratar de ello, porque
estaba así ordenado por los señores suyos, y si lo hacían eran castigados rigurosamente.
Sin lo cual tuvieron otra orden para saber y entender cómo se había de hacer en la
contribución, en las provincias, de los mantenimientos, en pasase el rey con el ejército,
ora fuese visitando el reino, o que sin hacer nada de esto se entendiese lo que entraba en
los depósitos y llegaba a los súbditos, de tal manera que no fuesen agraviados, tan buena
y sutil que excede en artificio a los características que usaron los mexicanos para sus
cuentas y contratación. Y esto fue los quipos, que son ramales grandes de cuerdas
anudadas, y los que de esto eran contadores y entendían el guarismo de estos nudos
daban por ellos razón de los gastos que se habían hecho o de otras cosas que hubiesen
pasado de muchos años atrás; y en estos nudos contaban de uno hasta diez y de diez
hasta ciento y de ciento hasta mil; y en uno de estos ramales está la cuenta de lo uno y
en otro lo del otro, de tal manera esto que para nosotros es una cuenta donosa y ciega y
para ellos singular. En cada cabeza de provincia había contadores a quien llamaban
quiposcamnayos, y por estos nudos tenían la cuenta y razón de lo que habían de tributar
los que estaban en aquel distrito, desde la plata, oro, ropa y ganado, hasta la leña y las
otras cosas más menudas, y por los mismos quipos se daba a cabo de un año, o de diez o
de veinte, razón a quien tenía comisión de tomar la cuenta, tan bien que un par de
alpargatas no se podían esconder.
Yo estaba incrédulo en esta cuenta y. aunque lo oía afirmar y tratar, tenía lo más de ello
por fábula; y estando en la provincia de Xauxa, en lo que llamaban Marivilca, rogué al
señor Guacarapora que me hiciese entender la cuenta dicha de tal manera que yo me
satisficiese a mí mismo, para cierto que era fiel y verdadera; y luego mandó a sus
criados que fuesen por los quipos, y como este señor sea de buen entendimiento y razón
para ser indio, con mucho reposo satisfizo a mi demanda y me dijo que para que mejor
lo entendiese que notase que todo lo que por su parte había dado a los españoles desde
que entró el gobernador don Francisco Pizarro en el valle estaba allí sin faltar nada; y
así vi la cuenta del oro, plata, ropa que habían dado, con todo el maíz, ganado y otras
cosas, que en verdad yo quedé espantado de ello. Y es de saber otra cosa, que tengo para
mi por muy cierto, según han sido las guerras largas y las crueldades, robos y tiranías
que los españoles han hecho en estos indios, que si ellos no estuvieran hechos a tan
grande orden y concierto totalmente se hubieran todos consumido y acabado; pero ellos,
como entendidos y cuerdos y que la orden que han tenido han podido sufrir combates
tan grandes que, si Dios fuese servido que del todo hubiesen cesado con el buen
tratamiento que en este tiempo reciben y con la buena orden y Justicia que hay, se
restaurarían y multiplicarían, para que en alguna manera vuelvan a ser este reino lo que
fue, aunque yo creo que será tarde o nunca. Y es verdad que yo he visto pueblos, y
pueblos bien grandes, y de una sola vez que cristianos españoles pasen por él quedar tal
que no parecía sino que fuego lo había consumido; y como las gentes no eran de tanta
razón, ni unos a otros se ayudaban, perdíanse después con hambres y enfermedades,
porque hay poca caridad y cada uno es señor de su casa y no quiere más cuenta. Y esta
orden del Perú débase a los señores que lo mandaron y supieron ponerla en todas las
cosas tan grandes como vemos los que acá estarnos, por esta y otras cosas mayores. Y,
con tanto, pasaré adelante.
JUAN DE BETANZOS
Nace posiblemente en Valladolid, viene al Perú después de la toma de Atahualpa. Según
Porras Barrenechea llega por el año 1539, participando en la guerra civil entre
conquistadores.
En el Cusco contrae matrimonio con Angélica Yupanqui, quien según narración de
Betanzos era hija de Yamque Yupanqui, pariente de Guayna Cápac y prometida de
Atahualpa (*), con quien la unía lazos familiares.
Betanzos es un reconocido lingüista, escribe una Doctrina cristiana en quechua y dos
vocabularios para lograr la conversión de los indios. Por encargo del virrey Antonio de
Mendoza escribe sobre los hechos y costumbres de los indios naturales del Perú,
declarando en el prólogo de la crónica que los datos allí consignados los obtuvo de
fuentes originales logrados por su parentesco con la nobleza cusqueña y su
conocimiento del idioma quechua. Su obra Suma y narración de los Incas está dividida
en dos partes. La primera consta de 48 capítulos, trata sobre la formación del Cusco, de
la organización social del imperio durante el reinado de Pachacútec y de los hechos de
Topa Inca Yupanqui y de Guayna Cápac.
La segunda parte consta de 34 capítulos, trata sobre la historia de Atahualpa y Huáscar
poco antes de la llegada de Pizarro. En toda la obra se transmite una rica información
sobre el imperio, sus costumbres, fiestas, vestidos, siembras, cosechas, etc.
Y después de pasados dos años que edificó la fortaleza (Sacsahuaman) que ya habéis
oído, en los cuales estuvo holgándose y festejándose y haciendo grandes fiestas y
sacrificios al sol y a las demás guacas. Parecióle que era bien hacer un pueblo, para que
la gente del Cuzco que iban aumentando en él poblasen y para que de él hubiese más
memoria, y para tener a donde se ir a recrear él y los señores del Cuzco y que se dijese
que él había edificado este pueblo, para sí y su recreación y luego mandó que fuesen
señores orejones de toda la tierra y maridasen que se juntasen, para cierto mes señalado,
los caciques de toda la tierra con el número de gente que a él le pareció en la ciudad del
Cuzco, los cuales orejones fueron en el mes que les fue señalado. Fueron juntos en la
ciudad del Cuzco con su gente, la cual gente dicen que fueron veinte mil hombres y
como allí fuesen, el Inca dio a los señores del Cuzco el trazo del pueblo y saliendo de
esta ciudad del Cuzco fuese a un llano dos leguas de esta ciudad en la cual hay una
laguna grande y parecióle que era bien edificar este pueblo ya dicho. Luego fue traído
allí el trazo según que el Inca lo había hecho y trazado y luego que fue visto por los
jumétricos y maestros de los edificios tomaron sus cordeles y midieron el pueblo y
siendo ya medido y señaladas las casas y calles de él, mandó Topa Inca Yupanqui que
luego sacasen y abriesen los cimientos y esto hecho, mandó a los señores del Cuzco que
solicitasen y mandasen hacer aquel pueblo dando a cada uno cargo de lo que así habían
de mandar hacer y edificar, el cual pueblo fue hecho de cantería y de muy bien labrados
y edificados edificios, según que ellos usaban labrar y hecho este pueblo, repartió y dio
las casas del Topa Inca Yupanqui a los señores del Cuzco en las cuales casas y pueblos,
tenía el Inca y los demás señores algunas de sus mujeres, con las cuales se Iban a holgar
los meses y tiempos que le parecía. En edificar y hacer el pueblo se tardó cinco años y
mandó que se llamase este pueblo Chinchero.
“La obra quechua más importante de cuantas existen, un documento excepcional y sin
equivalente tanto por su contenido como por la forma...: es el único texto quechua
popular conocido de los siglos )(VI y XVII y el único que ofrece un cuadro completo,
coherente, de la mitología, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Perú
antiguo...; es el mensaje casi incontaminado de la antigüedad transmitida a las
generaciones por boca de los hombres comunes que nos hablan de su vida y de su
tiempo...,,
Allí se relata la vida campesina de la zona central del Perú, vida cotidiana ya remecida
por la intromisión de los valores culturales propios de la religión cristiana en la
cosmovisión aborigen. Numerosos dichos y locuciones se suman a las oraciones y
advocaciones a las divinidades indígenas; las fiestas y danzas son descritas con
minuciosidad; el detalle de los ritos religiosos y otras celebraciones como la limpieza de
los acueductos, son contados al lado de los relatos sobre el trabajo, los cantos y otras
actividades diarias del pueblo.
La narrativa de leyenda abarca, por su parte, otro campo de relatos de los mismos
manuscritos. Se trata esta vez de los relatos de extirpación de idolatrías, de fundación de
localidades, las explicaciones de la irrigación y la agricultura, la razón de ciertos cultos,
descripciones de luchas y guerras entre pueblos, la organización social y la distribución
del poder en la estratificación de la sociedad andina. Son numerosas las leyendas de
acontecimientos allí consignados a partir de las piedras, las huacas, las llamas, los
zorros, árboles y arbustos, etc., que en la actualidad perviven entre los campesinos de
Yauyos, San Damián y Huarochirí.
¿Quién era, pues, Francisco de Ávila, autor de esta versión? Se sabe que nace en el
Cusco en 1573, de padres desconocidos. Estudia en el colegio de los jesuitas, en 1592 se
traslada a Lima para seguir estudios universitarios, se ordena presbítero en 1596, recibe
luego el grado de bachiller y es nombrado cura de San Damián, en la provincia de
Huarochirí, de la arquidiócesis de Lima.
Reseña biográfica
No se sabe con exactitud el lugar y la fecha del nacimiento de Guamán Poma de Ayala,
tomando como base datos que él mismo da en una carta fechada en 1615, en donde
señala tener ochenta años, se deduce así que habría nacido en 1535.
Sobre el lugar de su nacimiento parece ser que es Huánuco el viejo y que siendo niño es
llevado por sus padres a Huamanga, aunque hay otra opinión que sustenta que nace en
el pueblo de San Cristóbal de Suntunto (hoy Sondondo) en Ayacucho, según una
referencia que da él mismo en su crónica. Pero parece ser una mala interpretación pues
San Cristóbal de Suntunto fue fundado en 1572, muchos años después del nacimiento
del cronista.
En cuanto a sus padres, él explica: ‘Don Felipe Guamán Poma de Ayala hijo legitimo
que soy de Capac Apo don Martín Guamán Mallqui de Ayala que fue hijo natural de los
grandes de este reino del Perú y dicho mi padre fue casado con doña Juana CosiOcllo
Coya bija legítima de Túpac Inca Yupanqui”*
Sus hermanos fueron Melchor, Diego, Francisco, Martín, Juan e Isabel de Ayala. Es
posible que fueran hijos legítimos del matrimonio Huamán Mallqui - Cori Ocho, a
excepción de Martín, cuyo padre habría sido Francisco Dávalos o el capitán Luis de
Avalos de Ayala. Martín toma los hábitos de sacerdote llevando una vida ejemplar,
fallece posiblemente alrededor de 1592.
Su nombre “Ayala” le fue concedido a su padre como una merced graciosa del capitán
Avalos de Ayala.
Su primer maestro es su hermano Martín, quien le enseña a leer y escribir, no hay
indicios que el cronista haya asistido a la escuela, por lo tanto sus conocimientos los
adquirió de lecturas de crónicas pasadas. Sus dibujos los destina “para los ciegos” (los
que no sabían leer), son todos hechos a pluma de ave, con mano firme y sin borrones,
aunque no presentan perfección artística es la mejor fuente gráfica que existe. En
muchos capítulos los dibujos son la parte fundamental de la obra y la explicación es
complementaria.
Guamán Poma tiene 33 años aproximadamente cuando es expulsado de Huamanga, en
compañía de su mujer e hijos, por litigios de tierras, denunciándolos en numerosos
memoriales o recursos que no prosperan, desechada la vía legal escoge la única que le
queda: su nueva crónica.
Es posible que haya viajado anónimamente. “haciéndose pasar por pobre” para estudiar
y comprender mejor los problemas que afrontan sus comprovincianos, a quienes debía
defender y proteger.
El cronista se lanza a la aventura de viajar por su cuenta, visita las minas, los campos,
las ciudades contando y dibujando todo lo que ve, regresando a su pueblo después de
treinta años, viejo, cano y enfermo.
Va dándole forma a su crónica. La primera nueva crónica y buen gobierno con la
intensión de denunciar a su majestad el rey de España. Las injusticias, maltratos y
crímenes que se cometían con los indios.
En este largo peregrinaje visita todas las ciudades del Perú a lomo de mula algunas
veces, y otras a pie, al final llegan a Lima y termina de escribir su obra. No se sabe
cuando fallece, posiblemente en Lima, sin lograra que el rey se entere del mal gobierno
de este virreinato.
Esta crónica consta de dos grandes libros, divididos en capítulos o secciones. Guamán
Poma llama a la primera parte “Nueva Crónica” o sea nuevas noticias sobre el Perú
desde la era preincaica hasta la colonia; y “Buen Gobierno”, nombrando, así aún
proyecto de leyes u ordenanzas para el gobierno de los indios, pues en aquellos tiempos
se llamaba “libro del bueno gobierno” a los que contenían las leyes más justas y sabias.
En la primera parte, con 14 capítulos y365 páginas, están las cartas del autor al rey de
España y al Papa. Luego diferentes capítulos que tratan sobre: la creación y edades del
mundo, según la Biblia. Las edades según los indios. Las leyes de los Incas. La
distribución de hombres y mujeres por edades para el trabajo. Los años y meses
incaicos. Las ceremonias religiosas, ídolos, huacas, sacerdotes y sacerdotisas. Las
fiestas religiosas e imperiales. La música y el canto.
Los maestros de Coro y Escuelas de este reino, están encargados de la enseñanza de los
muchachos: niños, niñas, mozos y doncellas; dando las lecciones a los varones en la
Escuela y a las niñas y doncellas en sus casas. Les enseñan a leer y escribir, a fin de que
sean buenos cristianos y al morir vayan al cielo.
La enseñanza se llevará a cabo de acuerdo con un convenio establecido por año en cada
doctrina, debiendo efectuarse el pago según dicho convenio y con las entradas de la
Iglesia o tomando de los bienes que posee ésta.
Los maestros serán exceptuados de los servicios personales y del pago de los tributos
según tasa; debiendo estar en su condición de maestro independiente del control de los
Padres de la doctrina, quienes tienen la costumbre de servirse de ellos y de las
muchachas de la Escuela en otros trabajos ajenos a la enseñanza, de manera que estos
no aprendan ni siquiera hacer la señal de la cruz. Por los maestros que permiten eso, los
padres dicen, “es un buen maestro” porque los tienen contentos a ellos pero con
perjuicio de la instrucción de los muchachos: asimismo los caciques también llaman
buenos maestros a los que se emborrachan con ellos.
El trabajo de los maestros no será considerado como mita. Sino debe ser abonado como
salario. Pagándose doce pesos, seis medias de maíz, seis de papas y seis pacos por año;
pero si se llega a comprobar que no ha enseñado o no ha aprendido, durante el año
ninguno de sus discípulos en la Escuela, no debe pagársele en plata.
Como la cantidad que se abona por este concepto es de la doctrina o de los pueblos, es
preciso que el contrato no se haga con los Padres ni con los Caciques, sino con el
Administrador de la Iglesia o con el Corregidor: Porque aún que el Maestro sea muy
bueno, si no quiere servirle, el padre con los muchachos le levantarán falsos
testimonios; lo mismo harán también los Caciques principales, porque no se
emborrachan con ellos, valiéndose de cualquier pretexto lo echarán del cargo.
Si enseña cristianísimamente y no es borracho ni coquero, puede ser Maestro toda la
vida y procurará enseñar a los indios niños y niñas la cristiandad y la letra de Dios; por
eso en todo pueblo debe protegerse esta clase de Maestros, para que enseñe en la
escuela la doctrina cristiana y haya policía y orden en todo el reino; aunque no quieran
los Padres, Caciques ni los Corregidores.
Es preciso que en todo el reino, tanto en los pueblos chicos como grandes existan
escuelas, donde puedan aprender a leer, escribir, contar y sepan tocar el órgano todos los
niños y niñas, porque así conviene para el servicio de Dios y de su Majestad, a fin de
que haya orden, cristiandad; haciéndose obligatorio si es posible la enseñanza o estudio
de los hijos de los principales.
Como ya hemos dicho, no deben intervenir los Padres ni los Caciques en los convenios
con los Maestros, sino el Corregidor y el Administrador de la Iglesia. Si se llegara a
contratar a un Maestro en un pueblo; el Cabildo, Alcalde o Cacique pagará por cada
muchacho un patacón, un almud de maíz y otro de papas: si es pobre, cuatro reales y un
almud de maíz y si es huérfano no debe pagar, en cambio los domingos y fiestas le
traerá un atado de leña, y le ayudará en los trabajos de sementera y todo cuanto servicio
sea necesario durante el año; asimismo, las muchachas deben pagar por su enseñanza,
pero que no sean ocupadas en traer leña. ni mascar maíz para chicha.
Es necesario e indispensable que aprendan a leer y escribir los niños y niñas en el
mundo, con mayor razón los de este reino, a fin de que desaparezcan las idolatrías y las
ceremonias celebradas en honor del demonio: que hasta la fecha ya deberían haber
desaparecido: pero no ha sido así y todo por culpa de los Sacerdotes: quienes por este
motivo merecen ser castigados debiendo imponérseles penas a todos ellos en este reino.
De maestro estuvo en Santiago de Queros, un indio llamado Damián, indio chanca
natural del pueblo de Santiago Uayanay, quien tuvo contrato por un año, para enseñar a
los muchachos a leer, escribir y cantar por ochenta pesos y por la comida. A este, por
darle gusto al padre le abonaron sus salarlos adelantados.
Durante todo el año no enseñó a los muchachos de la escuela, y ni él mismo sabía la
doctrina: pero en cambio todos los días estaba borracho perdido, bellaqueando y
ganando el salarlo sólo para satisfacer al Padre, a costa de los indios. Por este motivo el
maestro no debe contratar con los indios ni con los Padres, sino con el Corregidor o con
el Administrador de la Iglesia: debiéndosele tomar cuenta y examinar a fin de cada año
a todos sus discípulos. SI se comprueba que éstos han aprendido bien, recién se le
pagará su salario de doce pesos y la comida correspondiente; en ese caso se le puede
volver a contratar otra vez: debiendo duraren el cargo, permanentemente en el caso de
que el maestro no sea borracho ni coquero.
Los maestros están obligados a rezar en las Iglesias con los discípulos que ya saben,
todas las mañanas misas cantadas: el salve y vísperas todas las tardes. Debiendo los
maestros en todo el reino ocuparse en rogar en coro por vivos y muertos.
Reseña biográfica
El Inca Garcilaso de la Vega nace en el Cusco, el 12 de abril de 1539, apenas empezada
la conquista. Su padre Sebastián Garcilaso de la Vega, un hombre de noble familia,
participa junto a Pizarro en la conquista del Perú. Su madre es doña Isabel Chimpu
Ocllo, hija de Hualla Túpac Inca, hijo legitimo del Inca Yupanqui y de la colla Mama
Ocho, hermana de Huayna Cápac Inca, último rey del imperio. Estos datos los menciona
Garcilaso en sus Comentarios, en donde se observa el orgullo por su sangre española,
pero más orgullo sentirá por su estirpe de nobles incas.
Es educado en las dos culturas. Don Juan de Alcobaza lo educa junto con otros niños
mestizos, luego el canónigo Juan de Cuellar le enseña gramática y latín, poniéndolo en
contacto con la cultura europea. Al mismo tiempo el ambiente del Cusco incaico y los
recuerdos cercanos de grandezas imperiales hacen mella en el espíritu del niño. Es
frecuente la visita de los parientes maternos, de los viejos capitanes de Huayna Cápac,
Juan Pechuta y Chauca Rimache, y sobre todo de su tío carnal, Francisco Huallpa
Túpac, quienes le contaban todas las viejas tradiciones de su raza. Estas conversaciones
que empezaban alabando los hechos de los antepasados, terminaban generalmente en
forma melancólica con esta frase: ‘trocósenos el reinar en vasallaje”.
En el hogar paterno conoce a casi todos los sobrevivientes de la conquista, entre los
cuales estaban Gonzalo Pizarro y Francisco Carvajal. Por orden real el capitán
Garcilaso, su padre, se casa con una española, doña Luisa Martel de los Ríos, y su
madre es casada con don Juan Pedrache.
En 1559 muere su padre, para tristeza de su hijo a quien deja en herencia cuatro mil
pesos para que vaya a estudiar a España.
En 1560 Garcilaso emprende viaje a España, conociendo antes Lima y otras ciudades
costeñas.
Su vida en España tiene dos etapas, primero se dedica a la carrera de las armas y sirve al
rey obteniendo el titulo de capitán de su majestad, combate en la guerra contra los
moros, en las campañas en Italia, en donde aprende la lengua toscana, que le ser- viña
luego para traducir a León el Hebreo.
OBRA DE INCA
GARCILASO DE LA VEGA
Se ha señalado a Garcilaso como el primer mestizo espiritual que aparece en el
escenario intelectual americano. Pero el mestizaje de Garcilaso no es sólo producto de la
unión sanguínea de conquistadores y aborígenes; sino que responde al espíritu socio-
político de su época, recibiendo la doble influencia cultural de indios y españoles. Su
consanguinidad con Túpac Yupanqui lo hacia sentir como indio y ese sentimiento
quedará plasmado posteriormente en su obra. Los comentarios reales marcarán su
definitiva ubicación como mestizo americano.
Garcilaso pertenece, por su generación, a los cronistas postoledanos y al igual que ellos
narró historias y leyendas teniendo como base y dominio del idioma quechua.
OBRAS
- Traducción de diálogos de amor de león el hebreo, 1590.
- Genealogía de Garcí Pérez de Vargas, 1597
- La Florida del Inca, 1605
- Comentarios reales de los incas, 1609.
- Historia general del Perú, 1613 (segunda parte de los comentarios, se publicó un año
después de su muerte).
La obra del Inca Garcilaso de la vega nace de la nostalgia que infunde el destierro.
Revive las imágenes de su patria lejana, habitan en su recuerdo las anchas plazas, las
fortalezas, los campos, los ríos y así aproximadamente 1586 empieza a preparar sus
comentarios reales.
En Madrid, en 1606, se publica la Florida del Inca, relato de la expedición de Hernando
de Soto a la Península de la Florida a través de las selvas y pantanos en su afán de
dominar la tierra de los pieles rojas.
Garcilaso nunca había visitado esas tierras, por lo tanto no se propuso escribir una obra
histórica; los datos aquí consignados los obtuvo por fuentes orales de testigos
presénciales como Gonzalo Silvestre, con quien le unía gran amistad.
La Florida del Inca es la historia de los grandes esfuerzos para conquistar y colonizar la
parte de sur América del norte. La figura central es Hernando de Soto y su peregrinaje y
sufrimiento desde que dejo las costas del imperio incaico hasta que llego a un grupo de
hombres hambrientos y casi desnudos a Río grande, ahora llamado Misisipi. Luego
narrará la travesía a través de tierras inhóspitas hasta llegar a México, en donde
empiezan a pelear entre ellos y terminar separándose.
En 1609 (*) publica la primera parte de sus Comentarios reales, tomando como base sus
recuerdos y datos que le proporcionaban amigos indígenas y mestizos a quienes
escribía, así como crónicas que ya circulaban por España. Mantenía correspondencia
con su tío carnal, el Inca Francisco Hallpa Túpac, el caballero García Sánchez de
Figueroa, primo hermano de su padre, y el cura de arobaza, hijo de su buen ayo.
Por las cartas de ellos y otros amigos jesuitas, se enteraba que las novedades de lejana
patria.
Esta primera parte, tal vez la más hermosa y mejor elaborada, trata de la antigua historia
del imperio, presenta un cuadro de su civilización bajo el cetro de los incas, mucho más
completo que todos los demás cronistas. Su intención, como él mismo lo dice, no era
añadir nada nuevo a lo ya conocido sino corregir los errores que habían tenido antiguos
cronistas por ignorancia del idioma y desconocimiento de las costumbres del pueblo.
En 1616, pocos mese antes de morir, concluyó la segunda parte de su obra que fue
publicada en 1617, dedicada a la conquista y a las guerras civiles entre los españoles.
Sin embargo, sus Comentarios… han sido muy cuestionados. Se ha atribuido a
Garcilaso una tendencia imaginativa o novelesca, pero la crítica de Riva Agüero
restablece la fidelidad de Garcilaso y ha quedado establecido que no inventó ni mintió,
sino que recogió con exactitud y cariño filial, la tradición cusqueña imperial,
naturalmente ponderativa de las hazañas de los incas y defensora de sus actos y
costumbres.
EL HAILLI EN COLLCAMPATA
Dentro de la ciudad el cuzco, a las faldas del cerro donde está la fortaleza, había un
andén grande de muchas anegas de tierra, y hoy estará vivo si no lo han cubierto de
casas; llámese Colcampata. El barrio donde está tomo el nombre propio del andén, el
cual era particular y principal joya del Sol, por que fue la primera que en todo el imperio
de los Incas le dedicaron. Este andén labraban y beneficiaban los de la sangre real, y no
podrían trabajar otros en él sino los incas y Pallas. Haziase con grandísima fiesta,
principalmente el barbechar: Iván los incas con todas sus mayores galas y arreos. Los
cantares que decían en loor del Sol y de sus reyes, todos eran compuestos sobre la
significación de esta palabra hailli. Que en la lengua general del Perú quiere decir
triunfo, como que triunfaban de la tierra, barbechándola y desentrañándola para que
diese fruto. En estos cantares entremetían dichos graciosos, de enamorados discretos y
soldados valientes, todo a propósito de triunfar de la tierra que labraban; y así el
retruécano de todas sus coplas era la palabra hailli, repetida muchas veces, cuantas eran
menester para cumplir el compás que los indios traen en un cierto contrapaso que hacen,
barbechando la tierra con entradas y salidas que hacen para tomar vuelo y romperla
mejor.
Traen por arado un palo de una braca en largo; es llano por delante y rollizo por detrás;
tiene cuatro dedos de ancho: hacenle una punta para que entre en la tierra; media vara
de la punta hacen un estribo de dos palos atados fuertemente al palo principal, donde el
indio pone el píe del salto, y con la fuerza inca el arado hasta el estribo. Andan en
cuadrillas de siete en siete y de ocho en ocho, más o menos, como es la parentela o
camarada y, apalancando todos juntos a una, levantan grandísimos céspedes increíbles a
quien no los ha visto. Y es admiración ver que con tan flacos instrumentos hagan obra
tan grande, y las hacen con grañidísima facilidad, sin perder el compás del canto. Las
mujeres andan contrapuestas a los varones, para ayudar con las manos a levantar los
céspedes y volcar las raíces de las hiervas hasta arriba, para que se sequen y mueran y
haya menos que escarbar. Ayudan también a escarbar a sus maridos, particularmente con
el retruécano hailli.
Pues hemos de tratar del Perú, será bien pues digamos aquí como se dedujo este
nombre, no lo teniendo los indios en su lenguaje; para lo cual es de saber que, habiendo
descubierto la mar del Sur Vasco Núñez de Balboa, caballero natural de Jerez de
Badajoz, año de 1513, que fue el primer español que la descubrió y vio, y habiéndole
dado los reyes católicos título de adelantado de aquella mar con la conquista y gobierno
de los reinos que por ella descubriese, en los pocos años que después de esta merced
vivió (hasta que su propio suegro, el gobernador Pedro arias de Ávila, en lugar de
muchas mercedes que había merecido y se le debían por sus hazañas, le corto la cabeza)
tuvo este caballero cuidado de descubrir y saber que tierra era y cómo se llamaba la que
corre de Panamá adelante hacia el sur. Para este efecto hizo tres o cuatro navíos, los
cuales mientras él aderezaba las cosas necesarias para su descubrimiento y conquista,
enviaba a cada uno de por sí en diversos tiempos del año a descubrir aquella costa. Los
navíos, habiendo hecho las diligencias que podían, volvían con la relación de muchas
tierras que hay por aquella ribera.
Un navío de estos subió más que los otros y pasó la línea equinoccial a la parte del sur,
y cerca de ella, navegando costa a costa, como se navegaba entonces por aquel viaje, vió
un indio que a la boca del río, de muchos que por toda aquella tierra entran en la mar,
estaba pescando. Los españoles del navío, con todo el recato posible, echaron en tierra,
lejos de donde el indio estaba, cuatro españoles, grandes corredores y nadadores, para
que no se les fuese por tierra ni por agua. Hecha esta diligencia, pasaron con el navío
por delante del indio, para que pusiese los ojos en él y se descuidase de la celada que le
dejaban armada. El indio, viendo en el mar una cosa más extraña, nunca jamás vista en
aquella costa, como era navegar un navío a todas velas, se admiró grandemente y quedo
pasmado y abobado, imaginado que pudiese ser aquello que en la mar veía delante de sí.
Y tanto se embebecio y enajenó en este pensamiento, que primero lo tuvieron abrazado
los que le iban a prender que él los sintiese llegar, y así lo llevaron al navío con mucha
fiesta y regocijo de todos ellos.
Los españoles, habiéndole acariciado porque perdiese el miedo que de verlos con barbas
y en diferentes traje que el suyo había cobrado, le preguntaron con señas y por palabras
que tierra era aquella y cómo se llamaba. El indio, por los ademanes y meneos que con
manos y rostro le hacían (como un mudo) entendía que lo preguntaban, más no entendía
lo que le preguntaban, y a lo que entendió qué era el preguntarle, respondió a prisa
(antes que le hiciesen algún mal) y nombró su propio nombre, diciendo Berú, y añadió
otro y dijo Pelú. Quiso decir: “Si me preguntáis cómo me llamo, yo me digo berú, y si
me preguntáis donde estaba, digo que estaba en le río”. Porque es de saber que el,
nombre Belú en el lenguaje de aquella provincia es nombre apelativo y significa río en
común, como luego veremos en un autor grave. A otra semejante pregunta respondió el
indio de nuestra historia de la florida con el nombre de su amo, diciendo Brezos y
bredos (Libro sexto, capitulo quince), donde yo había puesto este paso a propósito del
otro; de allí lo quite por ponerlo ahora en su lugar.
Los cristianos entendieron conforme a su deseo, imaginando que el indio les había
entendido y respondido a propósito, como si él o ellos hubieran hablado en castellano, y
desde aquel tiempo, que fue en el año de 1515 o 1516, llamaron Perú a aquel riquísimo
y grande imperio, corrompiendo ambos nombres, como corrompen los españoles casi
todos los vocablos que toman del lenguaje de los indios de aquella tierra, porque si
tomaron el nombre del indio. Berú, trocaron la b por la p, y si el nombre pelú, que
significa río, trocaron la l por la r, y de alguna manera o de la otra dijeron Perú. Otros,
que presumen de más repulidos y son los más modernos, corrompen dos letras y en sus
historias dicen Pirú. Los historiadores más antiguos, como son pedro de Cieza de León
el contador Agustín de Zarate y Francisco López de Gomarra y Diego Fernández,
natural de Palencia y aun el muy reverendo padre Fray jerónimo Román, con ser de los
modernos, todos le llaman Perú y no Pirú. Y como aquel paraje q ue esto sucedió
acertase a ser tierra de los reyes Incas tenían por aquella parte conquistada y sujeta a su
imperio, llamaron después Perú a todo lo que hay desde allí, que es el paraje de Quitu
hasta los Charcas, que fue lo más principal que ellos señorearon, y son más de
setecientas lenguas de largo, aunque su imperio pasaba hasta Chile, que son otras
quinientas lenguas más adelante, y es otro rico y fertilísimo reino.
Será bien digamos brevemente la significación de los nombres reales apelativos, así de
los varones como de las mujeres, y a quién y como se los daban y como usaban de ellos,
para que se vea la curiosidad que los incas tuvieron en poner sus nombres y renombres,
que en su tanto no deja de ser cosa notable. Y principiando del nombre inca, es de saber
que en la persona real significa rey o Emperador, y en los de su linaje quiere decir
hombre de sangre real, que el nombre inca pertenecía a todos ellos con la diferencia
dicha, pero habían de ser descendientes por la línea masculina y no por la femenina.
Llamaban a sus Reyes Zapa Inca, que es sólo rey, Emperador o solo señor, porque zapa
quiere decir solo, y este nombre no lo daban a otro alguno de la parentela, ni aun al
príncipe heredero hasta que había heredado, por que siendo rey solo, no podían dar su
apellido a otro, que fuera ya hacer muchos reyes. Asimismo les llamaban
Huacchacúyac, que es amador y bienhechor de pobres, y este renombre tampoco le daba
a ningún otro sino al rey, por el particular cuidado que todos ellos, desde el primero
hasta el último, tuvieron que hacer bien a sus vasallos. Ya atrás queda dicho la
significación del renombre Cápac, que es rico de magnanimidades y de realezas para
con los suyos: dabámselo al rey sólo, y no a otro, por que era el principal bienhechor de
ellos. También le llamaban Intip churin, que es hijo del sol, y este apellido se lo daban a
todos los varones de la sangre real sangre real, porque, según su fábula, descendían del
Sol, y no se lo daban a las hembras. A los hijos del Rey y a todos los de su parentela por
línea de varón llamaban Auqui, que es infante, como en España a los hijos segundos de
los Reyes. Retenían este apellido hasta que se casaban, y en casándose les llamaban
Inca. Estos eran los nombres y renombres que daban al Rey y a los varones de su sangre
real, sin otros que adelante se verán, que, siendo nombres propios, se hicieron apellidos
en los descendientes.
Viniendo a los nombres y apellidos de las mujeres de la sangre real, es así que a la
Reina, mujer legítima del Rey, llaman Coya: quiere decir Reina o Emperatriz. También
le daban este apellido Maman chic, que quiere decir Nuestra Madre. porque, a imitación
de su marido, hacía oficio de madre con todos sus parientes y vasallos. A sus hijas
llamaban Coya por participación de la madre, y no por apellido natural, porque este
nombre Coya pertenecía solamente a la Reina. A las concubinas del Rey que eran su
parentela, y a todas las demás mujeres de la sangre real, llamaban Palla: quiere decir
mujer de sangre real. A las demás concubinas del Rey que eran de las extranjeras y no
de su sangre llamaban Mamacona, que bastaría decir matrona, mas en toda su
significación quiere decir mujer que tiene obligación de hacer oficio de madre. A las
infantas hijas del Rey y a todas las demás hijas de la parentela y sangre real llamaban
Ñusta: quiere decir, doncella de sangre real, pero era con esta indiferencia, que a las
legítimas en la sangre real decían llanamente Ñusta, dando a entender que eran de las
legítimas en sangre; a las no legítimas en sangre llamaban con el nombre de la provincia
de donde era natural su madre, como decir Colla Ñusta, Huanca Ñusta. Yunca Ñusta.
Qititu Ñusta. y así de las demás provincias, y este nombre Ñusta lo retenían hasta que se
casaban. y. casadas, se llamaban Paila.
Estos nombres y renombres daban a la descendencia de la sangre real por línea de
varón, y en faltando esta línea, aunque la madre fuese parienta del Rey, que muchas
veces daban los Reyes paneritas suyas de las bastardas por mujeres a grandes señores;
roas sus hijos y hijas no tomaban de los apellidos de la sangre real ni se llamaban Incas
ni Palias, sino del apellido de sus padres, porque de la descendencia femenina no hacían
caso los Incas, por no bajar su sangre real de la alteza en que se tenía, que aun la
descendencia masculina perdía mucho de su ser real por mezclarse con sangre de mujer
extranjera y no del mismo linaje, cuanto más la femenina. Cotejando ahora los unos
nombres con los otros, veremos que el nombre Coya, que es Reina, corresponde al
nombre Zapa Inca, que es Solo Señor. Y el nombre Mamánchie, que es madre nuestra,
responde al nombre huacchacúyac, que es amador y bienhechor de pobres, y el nombre
Palla, que es mujer de la sangre real, responde al nombre Inca. Estos eran los nombres
reales, los cuales yo alcancé y vi llamarse por ellos a los Incas y a las Pallas, porque ml
mayor conversación en mis niñeces fue con ellos. No podían los curacas, por grandes
señores que fuesen, ni sus mujeres ni hijos, tomar estos nombres, porque solamente
pertenecían a los de la sangre real, descendientes de varón en varón. Aunque Don
Alonso de Ercilla y Zúñiga, en la declaración que hace de los vocablos indianos que en
sus galanos versos escribe, declarando el nombre Palia dice que significa señora de
muchos vasallos y haciendas, díselo porque, cuando este caballero pasó allá, ya estos
nombres Inca y Palla en muchas personas andaban impuestos impropiamente. Porque
los apellidos ilustres y heroicos son apetecidos de todas las gentes, por bárbaras y bajas
que sean, y así, no habiendo quien lo estorbe, luego usurpan los mejores apellidos, como
ha acaecido en ml tierra.
LITERATURA DE LA COLONIA
PERÍODO CLÁSICO
Se caracteriza por la marcada influencia de la literatura renacentista española, las obras
de Garcilaso y fray Luis de León llegaban a América, donde encuentran muchos
seguidores.
A esta etapa pertenecen Diego Dávalos y Figueroa, con un poema épico titulado
Miscelánea Austral, el padre Diego de Ojeda con La Cristiada, Pedro de Oña con A
rauco domado; Juan de Miramontes y Zuázola con Armas antárticas; Mejía de Fernangil
con Parnaso antártico; Amarilis con Epístola a Belardo.
PERÍODO CULTERANO
Se da aproximadamente al inicio del siglo XVII, caracterizado por el uso exagerado de
la forma, se adoptan artificios poéticos siguiendo el estilo de Luis de Góngora y Argote.
Socialmente hay un crecimiento en las pretensiones de aristocratismo minoritario en la
literatura, la dificultad del estilo sirve para excluir a los posibles lectores que no sean
cultos.
El poeta quiere asombrar, se trata de crear novedades en un lenguaje difícil donde se
apela a la razón.
La literatura culterana al igual que la conceptista se da dentro del estilo barroco.
El culteranismo se caracteriza por la intensidad de imágenes y colores al estilo
gongorino. Especial mención merece en este período Juan Espinosa Medrano y Luis
Antonio de Oviedo.
El conceptismo, en cambio, busca choques paradójicos de conceptos abstractos, en un
fraseo exagerado de gran ingenio verbal.
Juan del Valle y Caviedes adoptó en su poesía algunos rasgos del conceptismo, así como
Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides, hombre de gran cultura y amplia
bibliografía.
PERÍODO AFRANCESADO
Aparece desde mediados del siglo XVIII, cuando ya se vislumbra la futura
emancipación.
La inquietud literaria tiene su momento sobresaliente en esta etapa. Influidos por los
enciclopedistas franceses nuestros jóvenes escritores se agrupan en torno a una idea
dominante, la emancipación de América.
En este período sobresalen Pablo de Olavide y José Joaquín Olmedo.
AMARILIS
Reseña biográfica
En 1621 Lope de Vega publica en España su obra La Filomena, en donde inserta la
Epístola de Amarilis a Belardo, carta poética en forma libre dirigida desde el Perú por
Amarilis, poetisa que dice ser descendiente de los fundadores de Huánuco.
Hasta hoy es un enigma la biografía de Amarilis y se duda sobre si ha sido realmente
mujer peruana, una dama española o el propio Lope de Vega, usando el seudónimo y
personalidad de Amarilis.
Muchos estudiosos han investigado sobre su personalidad, teniendo cada uno diferente
opinión; así Asenjo Barbieri, español, sostiene que Amarilis fue el seudónimo que usó
doña Martha de Nevares, amiga de Lope de Vega. Menéndez y Pelayo opina que
Amarilis fue una dama huanuqueña de esmerada educación, de nombre María de
Alvarado.
Luis Alberto Sánchez y Riva Agüero piensan que pudo ser María Tello de Lara y
Arévalo Espinosa. Don Ricardo Palma y Ventura García Calderón crearon el
desconcierto cuando sostuvieron que Amarilis fue un varón no una dama.
Guillermo Lohmann Villena, investigador de la cultura peruana, sostiene la hipótesis
que la verdadera identidad de Amarilis sería María de Rojas y Garay, dama huanuqueña
que residió en la ciudad de Lima.
Lo cierto es que quienquiera que fuera Amarilis es una de las más altas expresiones
líricas de nuestra literatura colonial.
Reseña literaria
La Epístola de Amarilis.., demuestra en sus líneas una sensibilidad muy femenina, gran
dominio de los versos clásicos que demuestran erudición, una refinada educación y
sublime sentimiento amatorio. El acento que utiliza es propio de un amor más divino
que humano.
Augusto Tamayo Vargas encuentra una relación entre Clarisa (Discurso en loor de la
poesía) y Amarilis, ambas utilizan términos mitológicos renacentistas; la presencia de
Ovidio también se encuentra en ambos poemas, luego el tono oculto propio de una clase
especial que podría ser alguna religiosa y finalmente ambos poemas centralizan al
amado, el poeta, a quien se dirigen con expresiones de un lenguaje sublime, ideal, que
va más allá de la vida.
Luego de la aparición del Discurso en loor de la poesía (1608) viene una época de
silencio, hasta que aparece Amarilis (1621), los dos parecen tener sus raíces en el
convento, ya que la cultura que se advierte en sus líneas sólo podía ser de una monja,
pues las mujeres en esa época no alcanzaban ese grado de instrucción.
La posibilidad que una sola poeta escribiese los dos poemas continúa, así como también
se mantiene hasta ahora la duda sobre la identidad de Amarilis.
La Epístola está escrita en 19 estrofas llamadas silvas, las primeras dieciocho estrofas
están formadas por dieciocho versos heptasílabos y endecasílabos y la última estrofa se
compone de once versos.
El contenido es autobiográfico, como si quisiera dejar entre líneas su identidad dando
señales y nombres de su procedencia.
Quiero, pues, comenzar a darte cuenta de mis padres y patria y de mi estado porque
sepas quien te ama y quien te escribe.
Sus abuelos, posiblemente conquistadores de América, figuran entre los fundadores de
Huánuco. Ella vive en Lima desde su infancia con su hermana Belisa, ambas huérfanas,
Belisa contraerá matrimonio mientras ella entrará al convento a vivir en limpio celibato.
De padres nobles, dos hermanas fuimos, que nos dejaron en temprana muerte, aún no
desnudas de pueriles paños.
El cielo y una tía, que tuvimos, suplió la soledad de nuestra suerte...
El amor platónico que manifiesta por Belardo se ve coronado por la más bella expresión
lírica del virreinato que por la delicadeza de la expresión pienso, contrariamente a don
Ricardo Palma, sólo pudo ser producto de un alma femenina.
(«.)
Oí tu voz, Belardo: mas ¿qué digo?
no Belardo, milagro han de llamarte
éste es tu nombre, el cielo te lo ha dado,
y Amor, que nunca tuvo paz conmigo,
te me representó parte por parte,
mas no oídos, cuya fortaleza
en ti más que en sus fuerzas confiado;
mostróse en esta empresa más osado,
por ser el artificio
peregrino en la traza y el oficio
otras puertas del alma quebrantado,
no por los ojos míos, que velando
están en gran pureza:
ha sido y es tan fuerte,
que por ellos no entró sombra de muerte,
que tales son palabras desmandadas,
si vírgenes las oyen.
que a Dios han sido y son sacrificadas.
(...)
Quiero, pues, comenzar a darte cuenta
de mis padres y patria y de mi estado
porque sepas quién te ama y quién te
escribe
bien sé que la memoria me atormenta
renovando el dolor, que aunque llorado,
está presente y en el alma vive;
no quiera Dios que en presunción estribe
lo que aquí le dijere,
ni que fábula alguna compusiere,
que suelen causas propias engañarnos,
y en referir grandezas halagamos,
que la filaucia engaña
más que no la verdad nos desengaña,
especialmente cuando
vamos en honras vanas estribando:
de éstas pudiera bien decirte muchas;
mas quédense en el silencio,
pues atento contemplo que me escuchas.
Reseña biográfica
Nace en Madrid en 1533, es educado en la corte del príncipe Felipe II. Habla latín,
francés e italiano. Es admirador de Virgilio y Ariosto.
Conoce en Londres a Jerónimo de Alderete, nombrado Capitán General de Chile, se
entusiasma con la idea de viajar a América y emprende la expedición. Entre 1556 y
1559 toma parte en algunas campañas contra los araucos, viaja a Lima donde radica por
cuatro años y regresa a España. En 1569 publica la primera parte de La Araucana, la
segunda parte será publicada en 1578 y la tercera en 1589, es decir desde que
abandonara Chile en 1559 demora treinta años en componer su obra.
Reseña literaria
La Araucana constituye una crónica épica, que se convierte en la más significante
epopeya de la conquista de América. El autor compone la primera parte del poema y
algo de la segunda en el propio campo de batalla, en medio del fragor de la contienda.
La obra está compuesta de tres partes: se divide en 37 cantos en octava real, ocho versos
endecasílabos que riman el primero, tercero y quinto versos; el segundo, cuarto y sexto
y el sétimo con el octavo.
La primera parte de La Araucana empieza con la descripción de Chile, habitantes,
costumbres, y la negada de los españoles. Sigue un canto en donde se muestra a los
caciques escogiendo un nuevo jefe; según el consejo del anciano y prudente Colocolo,
seria jefe aquel que sostenga sobre sus hombros, por más tiempo, un grueso madero. En
esta prueba triunfa Caupolicán, quien estuvo andando sin parar durante dos días y dos
noches, con la pesada carga sobre sus hombros.
En la segunda parte, el hecho principal es la Campaña del Penco y con la muerte de
Tucapel y el martirio de Galvarinos, a quien los españoles cortan las manos.
En la tercera parte, el héroe principal es Caupolicán, quien es derrotado y llevado a
prisión, donde muere valientemente en el suplicio.
El protagonista que sin duda da unidad al poema es el gran Caupolicán. El poema posee
pasajes de gran inspiración, de versificación rica y fluida. Ante el lector desfilan escenas
y personajes maravillosos y llenos de fuerza. Tucapel, audaz y fanfarrón, dispuesto a
llegar a las manos con el primero que lo contraríe, es con el cual más se identifica el
lector.
Otros personajes son: el anciano Colocolo; Llncaya, el bravo; Cayocupil, el bullicioso;
Elicura, el robusto; y, sobre todos, el inmenso Caupolicán, quien estuvo andando dos
chas y dos noches con la pesada carga y hasta la luna asombrada parece detenerse para
ver la extraña prueba.
(....)
Salió la clara luna a ver la fiesta del tenebroso albergue húmedo y frío, desocupando el
campo y la floresta de un negro velo lóbrego y sombrío; Caupolicán no afloja de su
apuesta, antes con nueva fuerza y mayor brío se mueve y se presenta de manera como si
peso alguno no trajera.
Ercilla está lejos de Chile cuando escribe su poema, pero no puede olvidar que en
América ha vivido y sufrido, sus versos entonces aunque escritos en octavas no son del
todo renacentistas. Su canto habla de una raza, de una tierra, del valor de indios y
españoles de vencidos y vencedores.
DESCRIPCIÓN DE CHILE
Es Chile norte sur de gran longura, costa del nuevo mar del Sur llamado, tendrá este a
oeste de angostura cien millas, por lo más ancho tomado, bajo el polo antártico en altura
de veinte y siete grados prolongado, hasta do el mar océano y chileno mezclan sus aguas
por angosto seno.
Y estos dos anchos mares que pretenden pasando de sus términos juntarse, baten las
rocas y sus olas tienden; mas esles impedido el allegarse por esta parte al fimi la tierra
hiende, y pueden por aquí comunicarse; Magallanes, Señor, fue el primer hombre que,
abriendo este camino, le dio nombre.
Por falta de pilotos, o encubierta causa, quizá importante y río sabida, esta secreta senda
descubierta quedo para nosotros escondida, ora sea yerro de la altura cierta, ora que
alguna isleta removida del tempestuoso mar y viento airado, encallando en la boca, lo ha
cerrado.
Digo que norte sur corre la tierra, y bañada del oeste la marina; a la banda del este va
una sierra que el mismo rumbo mil leguas camina; en medio es donde el punto de la
guerra por uso y ejercicio más se ajina; Venus y Amor aquí no alcanzan parte; Sólo
domina el iracundo Marte.
Pues en este distrito demarcado, por donde su grandeza es manifiesta, está a treinta y
seis grados el estado que tanta sangre ajena y propia cuesta: éste es el fiero pueblo no
domado que tuvo a Chile en tal estrecho puesta, y aquel que por valor y pura guerra
hace en tomo temblar toda la tierra.
Son de gestos robustos, desbarbados, bien formados los cuerpos y crecidos, espaldas
grandes, pechos levantados, recios miembros, de nervios bien fornidos ágiles,
desenvueltos, alentados, animosos, valientes, atrevidos, duros en el trabajo y sufridores
de fríos mortales, hambres y calores.
No ha habido rey jamás que sujetase esta soberbia gente libertada, ni extranjera nación
que se jactase de haber dado en sus términos pisada. ni comarcana tierra que se osase
mover en contra y levantar espada: siempre fue exenta., Indómita, temida, de leyes Ubre
y de cerviz erguida.
(De La araucana. Alonso de Ercilla)
LO BARROCO EN EL PERÚ
El movimiento barroco nace en Europa, a finales del siglo XVI. Barroco significaba
extravagante, deforme, exagerado, pero luego se manifestó como un estilo en el cual el
escritor o el artista se vuelven hacia su interior y se manifiesta de una manera
afanosamente exagerada en recursos expresivos. Socialmente, hay un crecimiento en las
pretensiones de aristocratismo minoritario en la literatura, la dificultad de estilo sirve
para excluir a los posibles lectores que no sean cultos, el recurso más usado por los
poetas es asombrar, desconcertar, deslumbrar al lector.
La literatura barroca se da sobre todo en los países católicos, especialmente en
España, con la poesía.
Dentro del barroco hay dos tendencias: el culteranismo, con don Luis de Góngora
a la cabeza, y el conceptismo que culmina con Quevedo.
Este movimiento llega a América en el siglo XVII, en donde el ambiente peruano era
sumamente cortesano, las leyes represivas absolutistas para todo lo americano y nativo,
impusieron a las letras su inconfundible marca; y así los escritores se vieron obligados a
usar la lisonja y la galantería que al no ser aceptada por la inquisición tornaron la
galantería en piropo y el erotismo en alegoría, dando como resultado una literatura
barroca y forzada.
Las corrientes literarias predominantes en España influyeron en los escritores peruanos,
quienes reaccionaron ante los valores literarios del Renacimiento con un rebuscamiento
formal, con un adorno preciosista. La alegría renacentista había conducido para dar paso
a una expresión forzada, recargada y muchas veces frívola; la descripción se convierte
en un recurso indispensable, se describen festejos, actos oficiales, nacimientos de hijos
de autoridades o fallecimientos de algún notable. Es decir, se produce un exceso de
motivos ornamentales que reflejan un desborde imaginativo y usado como válvula de
escape para los escritores de esa época.
Reseña Biográfica
Juan Espinosa Medrano nace en el pueblo de Calcauso, provincia de Aimaraes -
Apurímac.
Calcauso es una comunidad campesina situada al sur del distrito Espinosa Medrano, con
profundas quebradas y riachuelos que luego formarán el río Mollobamba. Es en este
ambiente donde nace y crece el poeta.
Sobre la fecha de su nacimiento y el nombre de sus padres hay algunas polémicas. Sus
biógrafos indican que habría nacido el 24 de junio de 1629, coincidiendo con las
afirmaciones de Clorinda Matto de Turner.
Respecto a sus padres no se tienen nombres exactos, según Luis Alberto Sánchez
pudieron haberse llamado Agustín Espinosa y Paula Medrano, y su apellido real seria
Chancahuaña A la edad de siete años aproximadamente lo tomarla a su cuidado el
sacerdote Espinosa Medrano, dándole su apellido. Estos datos son difíciles de verificar
por no haber partidas de nacimiento, bautismo u otro documento que lo pruebe.
Ingresa al seminario de San Antonio Abad en el Cusco, en donde demuestra brillante
inteligencia y aptitud para los Idiomas, en esos tiempos compone versos en latín y
castellano así como comedias y actos sacramentales.
Espinosa Medrano estudia Artes y Teología en el Seminario de San Antonio, llegando a
graduarse en la Universidad de San Ignacio de Loyola.
En 1659 pronuncia su primer sermón, y desde entonces demuestra erudición y talento,
cuando oficia misa, la gente llena el templo desde el atrio, incluso permanecen de pie en
la puerta para oír sus palabras, eso le vale el sobrenombre de “Doctor Sublime”, aunque
se le conoce más como E1 Lunarejo” por un gran lunar que tenía en la cara.
Orgulloso de ser indio, no oculta su raza ni su ancestro, y es conocida la anécdota
cuando su madre, una pequeña mujer indígena intenta abrir- se camino entre la gente
que llena la iglesia, para poder llegar a escuchar el sermón de su hijo, y al verla pide al
público que dejen pasar a esa pobre india que es su madre.
En 1662, enojado por los ataques que contra Luis de Góngora había lanzado el
portugués Manuel de Faria y Souza, publica su Apologético en favor de Luis de
Góngora, la obra más famosa de su pluma.
El 26 de febrero de 1677 es designado cura de la Parroquia San Cristóbal, una de las
más antiguas y prestigiosas del Cusco.
El 24 de diciembre de 1683 ocupa la Canonjía Magisterial del Cusco, en 1684 ocupa la
tesorería del coro de la Catedral, y en 1686 ostenta la dignidad de Chantre.
El sábado 15 de noviembre de 1688, muere el doctor Juan Espinosa Medrano, uno de
los personajes más ilustres de nuestra literatura, lo que le valió el nombre de Doctor
Sublime.
Reseña literaria
En 1662 aparece en Lima la primera obra de Juan Espinosa Medrano, bajo el titulo
Apologético en favor de D. Luis de Góngora, Príncipe de los Poetas Líricos de España,
contra Manuel de Faria y Souza, caballero portugués. Que dedica al Excmo. S. Don
Luis Méndez de Haro, Duque Conde de Olivares. Su autor. El Dr. Juan de Espinoza
Medrano, Colegial Real en el insigne Seminario de San Antonio de Magno, Catedrático
de Arte y Sagrada Teología en él. Cura rector de La Iglesia Catedral de la ciudad de
Cusco, cabeza de los reinos del Perú en el nuevo mundo. Año 1662. Al reverso: Con
licencia. En Lima en la imprenta de Juan de Quevedo y Zárate.
Con este largo título aparece una de las mejores obras de su tiempo, lo que le vale el
apelativo de “Fénix Criollo”, “Doctor sublime”, “Arpón Indiano”, etc.
Sobrecoge la riqueza de su lenguaje, la multitud de imágenes, las cualidades que
caracterizaban al culteranismo y los rasgos que demuestran su valor.
El Apolegético en favor de Don Luis de Góngora está formado por una Introducción y
doce capítulos o secciones en los que el autor rebate los argumentos y ataques que
sustenta Manuel de Faria (escritor portugués) contra Luis de Góngora.
Esta obra está escrita en una prosa al estilo culterano, en donde el autor muestra ser un
gran conocedor de las culturas clásicas y un experto en el manejo de la gramática para
explicar la poesía de Góngora, quien usa de manera reiterada el “hipérbaton”. Espinoza
nos dice: “Las palabras son las que divinizan y prestan eficacia a la materia, lo que
importa es advertir que esta colocación llamada Hipérbaton es genuina, esta
transposición castellana demuestra la hermosura de ellas”.
Espinosa Medrano emplea un lenguaje pulido, elegante, sin que la afectación llame al
ridículo va señalando las criticas de Farsas y refutándolas en cuanto al uso de la
metáfora, del hipérbaton, etc.
La defensa es excelente, no sólo en lo que a ella se refiere sino a la expresión misma del
autor, que corona con su exposición una de las mejores obras del siglo XVII.
Nos dice: “No inventó Góngora las transposiciones castellanas, inventó el buen parecer
y la senda de conseguirlas”... “Góngora levantó a toda superioridad la elocuencia
castellana y sacándola de los rincones de su hispanismo. Hízola de corte sublime, de
balbuciente fecunda, de estéril opulenta y de bárbara culta”.
Mario Vargas Llosa, con motivo de recibir el premio Príncipe de Asturias, se refirió a
Espinosa Medrano diciendo: “El Lunarejo llegó a ser uno de los intelectuales más cultos
y refinados de su tiempo, un escritor cuya prosa robusta y mordaz, de amplia respiración
y atrevidas imágenes, multicolor, laberíntico, fundó en América hispana esa tradición
del barroco”’
Refiriéndose al Apologético opina:
“En el Apologético en favor de Don Luis de Góngora y Argote, el Lunarejo cita o glosa
a más de ciento treinta autores, desde Homero y Aristóteles hasta Cervantes, pasando
por el Aretino, Erasmo, Tertuliano y Camoens. Las citas cultas eran un ritual de los
tiempos como rendir pleitesía al cielo y a los Santos. En su caso son también un
ejercicio de magia semipatética, un conjunto para atraer a esas tierras y arraigar en ellas
a quienes representaban, entonces, las cimas de la sabiduría y el arte. En el Lunarejo, la
inventiva y el brillo verbal son tan fuertes que rompen los moldes estrechos y rastreros
del género que escoge para expresarse. Su Apologético es un poema en prosa en el que
con el pretexto de reverenciar a Góngora y vituperar a Faria y Souza; juega con los
sonidos y el sentido de las palabras, fantasea, canta, Impreca, cita y va coloreando los
vocablos y los malabares con un dejo personal”.
OBRAS
- Apologético en favor de Don Luis de Góngora, Príncipe de los poetas líricos de
España, contra Manuel de Faría y Souza, caballero portugués.
- La novena maravilla,
- El hijo pródigo.
- Amar su propia muerte.
El Apologético es editado por primera vez en Lima en 1662, La segunda edición se hace
también en Lima en 1694, seis años después de la muerte de su autor,
La novena maravilla
Se publica en Madrid en 1695, siete años después de la muerte del autor, La realizó el
Capellán Real Dr. Agustín Cortés de la Cruz. Es una colección de 30 sermones y
panegíricos de El Lunarejo, pronunciados en diversas oportunidades desde los púlpitos
de los diferentes templos del Cusco.
El nombre de La novena maravilla es escogido por sus discípulos por la excepcional
calidad tanto en fondo como en forma de los sermones vertidos, catalogados como una
maravilla del arte literario -
Amar su propia muerte, es una tragicomedia de carácter profano, fue hallado por el
padre jesuita Rubén Vargas Ugarte. La fuente de inspiración está en la Biblia en el Libro
de los Jueces, Trata sobre la invasión de los ejércitos del rey de Canaan, Jabín, a los
territorios de Israel.
En la palestra nos ves (Lector mío, pero en palestra de entendimiento), pelease aquí
entre estos limites, sin que pase el decidió a la voluntad. Hombre es de crédito mí
antagonistas, que hace glorioso el triunfo la valentía del enemigo.
No te pido favorezcas este Apologético, porque no liaba hombre docto, a quien Don
Luis de Góngora no le haya merecido, el que mire con atención limpia sus causas. Si
eres lego, temo el que me aplaudas Porque no quiero y me excuso el que me lastimes
porque no siento. Tarde parece que salgo a esta empresa; pero vivimos muy lejos los
Criollos, además que cuando Manuel de Faria pronunció su censura, Góngora era
muerto; y yo no había nacido. Si alguien quisiere proseguir la batalla, la pluma me
queda sana y volveré sin temor al combate, Ya ves, cuán poco me va en defender a
quien aun sus Paisanos desamparan; pero dicen que es linaje de generosidad reñir las
pendencias de los buenos.
Sección 1
1. pensión de las luces del Ingenio fue siempre, excitar envidias que muerdan;
Ignorancias que ladren, iras entrañables delineó Alicato en el natural camino que alorbe
luminoso de la luna. En la nocturna carrera de sus resplandores rabiosa embiste,
enfurecido ladra, más como ve su figura en el celeste espejo retratada (dice el poeta)
parécele, que traba risas con sus semejantes; pero sordo a tan importunas voces prosigue
el cándido Planeta el volante lucimiento de sus rayos:
Et latrat, sed frustra agitar vax irrita ventis, et peragit cursus surda Diana suos.
Bien puede el ingenio docto brillar elevado en los cuernos de la luna; que al destino de
la envidia poco le contenta lo ilustre, cuando le asombra lo soberano. Hay algunos
hombres no ignorantes; pero no doctos; sino eruditos a lo sátiro, medio necios, y todo
locos, que con arrojo (iba a decir desvergüenza) censuran, muerden y lastiman las
venerables letras de ,los varones más insignes; canes llamo a estos Gilberto Cognato,
que voceando el argentado carro de la Luna, nos dice que el condenar los aciertos, que
no podrán imitar, es ladrido, que amotina contra la doctitud el desvanecimiento: no hay
que culpar a los totalmente ignorantes, que esta osadía no la cometen, sino los que
Gilberto llama Sabidillos. Solet excitarí a quisbusdam sciolis in viros doctos, quos cum
imitari nequeant, is obloqui non verentur, quo sensu accipio illud Alciati: Allatrani: sed
frustra agitar vax irrita ventis pergit cursus surda Diana suos. Que bien dijo un discreto,
que no temía a los muy doctos, ni al os muy ignorantes en la censura; porque la
generosidad de aquellos perdonaba; y la confusión de apuestos no ofendía. Los
entreverados son los bachilleres, mordaces y presumidos. Líbreos Dios de quien con su
poco de latín leyó cuatro poetas, dos Historiadores, un Cosmógrafo y medio Teólogo,
que no le ha de quedar Autor, que no margene: Poeta, que no muerda; Escritor, que no
lastime. ¡Oh desventurada de Gramáticos! Que luego se ha de apoderar de ellos la
jactancia, y la hinchazón. Tal vez reventaron en errores pestíferos, llórenlo melacton,
Erasmo, Vatablo, Escaligero, Laurencio Vala, Luis Vives y tal vez fue menester que el
doctor de las España, S. isidro nos dijese: Melkiores ese Grammaticos, quan Heréticos.
Que eran mejores que los herejes los Gramáticos. En verdad, que debía de haber alguna
confusión entre ellos, pues fue menester toda esa advertencia: mas como unos y otros
son hijos de la vanidad, y elación, parecense en la facilidad de condenar, como en la
progenie del presumir. Quia ingerunt hominibus perniciosam mentís elationem. Sobre
esta cláusula su ilustrador García de Loaisa dio las señas de este linaje de hombres:
Grammaticos vocat hie Aristarcos illos, qui sibi de ovni doctrina judicium vendicabant,
Censores doctrino. E styl, quorum E inanem turnoreri reprehendit Auguss tinus libro de
catecftizandls rudibus.
Estos son los Aristarcos, que con vara censoria se arrogan el tribunal de todas las letras.
Árbitros de toda doctrina. Censores de todo estilo. Luna fue esplendidísima el insigne y
raro Porta Cordobés Don Luis de Góngora (sí es que el ser Sol se quedó sólo a juicio del
Mundo para el mismo Apolo) pues heredero de sus luces resplandece en el tenebroso
siglo de tanto culto. Planeta Mayorazgo del Sol, que en la plenitud de sus esplendores
nunca le advierte corvo; sino quien menguante de seso anduviere con la Luna.
Reseña biográfica
Juan del Valle y Caviedes nace en la Villa de Porcuna, Andalucía, España, posiblemente
en el año 1652, sus padres don Pedro de Valle, Caviedes y doña María de Caviedes,
Siendo niño aún viene al Perú, posiblemente con su padre que se dedicaba al comercio o
Con un tío, don Tomás Berjón de Caviedes, que llegó a ser oidor de la Audiencia de
Lima, estos datos se extraen de la obra misma de Caviedes.
Reseña literaria
La obra principal de caviedes es el diente del Parnaso, circulo mucho en manos de
asiduos lectores, amigos del poeta pero nunca fueron impresas durante su vida.
En 1852 (160 años después de su muerte) el escritor Juan María Gutiérrez estudia la
obra del “Poeta de la Rivera” (*) e intenta implicar algunos poemas, continuando en esa
empresa don Ricardo Palma, quien llega a hacer algunas publicaciones del Diente del
Parnaso en la revista de Lima.
La producción satírica de Caviedes viene a ser completada en los documentos del
Coronel Odriozola, en 1873, debido a la colección particular de manuscritos de José
Manuel Valdez. Luis Alberto Sánchez encuentra en la obra de Caviedes algunos temas
motivadores constantes como son:
a) Sus sentimientos
b) La calle y la alegría
c) Los médicos y el rencor
d) El amor y la muerte
e) Díos y la melancolía
Estos temas, producto de sus inquietudes, alegrías y tristezas, han quedado plasmados
en la producción literaria de Caviedes, quien era un hombre sensitivo, lírico, que
expresa su pensamiento y hasta su dolor con un lenguaje picaresco, burlón y a veces
mordaz.
Los médicos y las mujeres tienen un lugar especial en su producción, unas para el alma
y otras para el cuerpo, especialmente los médicos de fines del siglo XVIII, a quienes a
descrito con perfiles crueles, parece que Caviedes sufrió alguna dolencia y la medicina
erró en curársela, lo que motivo la iracunda protesta del poeta contra los médicos a
quienes llama de distintas maneras como “Rayos en calesa”, “Asesinos Graduados”,
“Veneno con guante”, etc.
Se advierte en la producción de Caviedes la influencia de las lecturas de las obra de
Quevedo e incluso de Góngora, con sus sonetos Polifemo y las Soledades.
Comentario
Todo lo que preocupa a Caviedes está dentro de sí, en sus propios sentimientos y afuera,
en la calle, observa y asimila lo que ve, oye y presencia; y todo esto lo traslada al verso,
en tono satírico, pero que entre líneas nos presenta una realidad cruda y a veces cruel.
Por sus poemas se deduce su poco afecto a los médicos, posiblemente por la muerte de
su esposa o por su propia salud, el hecho es que los tomó como blanco de sus burlas y
críticas.
Había por este tiempo en Lima un médico jorobado, a quien Caviedes lo describe con
estas líneas:
Caviedes se siente enfermo y tiene una “Entraña hecha jigote” posiblemente el hígado,
tal vez por el abuso de la bebida, y escribe “A mi muerte próxima”.
DÉCIMAS
COLOQUIO QUE TUVO CON LA MUERTE UN MÉDICO MORIBUNDO
El mundo es testigo
Muerte de mi corazón,
que no has tenido razón
de portarte así conmigo
Repara que soy tu amigo
y que de tus tiros tuertos
en mí tienes los aciertos;
excúsame la partida,
que por cada mes de vida
te daré treinta y un muertos.
No seas desconocida
ni contigo uses rigores,
Pues la Muerte sin Doctores
no es muerte, que es media vida.
Pobre, ociosa y desvalida
quedarás en esta suerte
sin que tu aljaba concierte,
siendo en tan grande mancilla
una pobre muertecilla
o Muerte de mala Muerte.
PRIVILEGIOS
El pobre es tonto, sí calla,
y sí habla es un majadero;
si sabe, es un hablador,
y si afable, es embustero,
si es cortés, entrometido,
cuando no sufre, soberbio,
cobarde cuando es humilde,
y loco, cuando es resuelto,
si valiente, es temerario,
presumido, si es discreto,
adulador, si obedece
y si se excusa, grosero;
sí pretende, es atrevido;
si merece, es sin aprecio;
su nobleza, es nada vista;
y su gala, sin aseo;
si trabaja, es codicioso,
y por el contrario extremo
un perdido, sin descansa…
¡Miren si son privilegios!
Reseña biográfica
Nace en Lima el 26 de noviembre de 1664. Rijo de don Francisco Peralta Barnuevo,
natural de Guadalajara (España) y de doña María Magdalena Egipciaca de la Rocha y
Benavides, natural de Lima.
Por línea paterna descendía de familia de poetas y clérigos, su padre componía versos.
Sus hermanos tomaron la carrera religiosa ocupando cargos jerárquicos en la Iglesia.
Pedro de Peralta y Barnuevo estudia leyes, artes y ciencias, recibiéndose de abogado;
ya en su época de estudiante era conocido por sus amigos por los versos que componía,
en tono satírico y muchos de ellos por encargo de terceros.
Llega a dominar varios idiomas: griego, latín, italiano, francés, portugués, inglés y
quechua. Trabajó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos como catedrático,
así mismo fue cosmógrafo e ingeniero mayor del reino. Elabora un proyecto para
construir las defensas del Callao contra los desbordes del mar, edifica las murallas de
Lima.
Publica el tratado Desvío de La naturaleza y el origen de los monstruos. Es autor de
obras de geometría, música y publica investigaciones sobre cometas.
Entre 1715 y 1718 es rector de la Universidad de San Marcos, organizando una intensa
vida estudiantil universitaria.
Como historiador publica Historia de España vindicada; como poeta escribe poemas
épicos y líricos, incluso comedias como Triunfos de amor y poder, que fueron
representados en el palacio virreinal.
Enviuda de doña Juana Fernández de Rueda en 1737, y durante sus últimos años el
Tribunal de la Inquisición lo somete ajuicio por diez oraciones poéticas sobre ‘La
Pasión y el triunfo de Cristo”.
Este juicio no concluye con la condena, pues Pedro de Peralta es dispensado de
sentencia porque estaba muy enfermo. Muere el 30 de abril de 1743, a los 79 años de
edad.
Reseña literaria
Pedro de Peralta y Barnuevo es una de las figuras más representativas de la literatura
colonial, de notable erudición y gran espiritualidad, fue poeta, dramaturgo, historiador,
científico, ensayista, enciclopédico y catedrático. En él se reunieron el enciclopedismo
erudito y la poesía artificiosa dentro de un marco afrancesado y barroco. Su poesía lírica
se manifiesta en poemas religiosos; tanto en el Romance a Cristo Crucificado como en
las oraciones de su Pasi6n. En donde hace gala de su lenguaje metafórico que indican su
inclinación barroca.
En el teatro supera a sus contemporáneos en la elaboración de piezas escénicas,
adoptando el estilo del teatro francés, y produciendo un tipo de entremés costumbrista
que fue el anticipo del teatro nacional. Las comedias de Peralta iban acompañadas de
música y de gran desarrollo escénico.
La producción literaria de Peralta es amplia, una de sus primeras comedias es Triunfos
de Amor y de Poder, para celebrar la victoria de Felipe y en la batalla de Villaviciosa y
representada en Palacio de Lima a principios de 1711. Su situación de políglota
enriquece su producción literaria. Su primera composición métrica es escrita en griego,
en 1687, luego se multiplicarían sus producciones, abarcando tanto la literatura como la
ciencia y la historia. Mucho se ha criticado de la obra de Peralta y Barnuevo y lo han
calificado de “Genio, erudito, políglota” así como también lo han llamado “pésimo,
detestable, afectado y pedante”.
Luis Alberto Sánchez opina que “Pese a las transposiciones e hipérboles típicas del
gongorismo, se advierte limpieza de ejecución y predominante lógica en medio del
arrebato lírico”. Tamayo Vargas lo cataloga “Como la cima de la montaña”, al otro lado
empieza el descenso.
OBRAS
Su obra literaria y científica es amplia, pero por razones didácticas se pueden agrupar:
3. Historia de España vindicada. Con esta obra quería exaltar las grandezas de España y
enmendar errores respecto a la historia. Se proyectó para ser editada en cuatro
volúmenes, pero sólo se editó el primero, en donde se hace una descripción geográfica
de la península.
Canto 1: Pizarro en la Isla del Gallo, llegada a Tumbes, regreso de Pizarro a España.
Canto II: Romance entre Pizarro y una joven indígena, se cumplen las predicciones de
Huayna Cápac.
Canto VII: Gobierno del Perú hasta el virrey José de Armendáriz. Aparición de los
santos limeños de Santa Rosa y San Francisco Solano.
Canto IX: Ataque al Cusco por Manco Inca. Muerte de Juan Pizarro. Edificación de la
Catedral.
Canto X: Regreso de Almagro de Chile. Triunfo de los españoles sobre una sublevación
indígena en Lima. Desborde del Rímac.
5. La obra menor del poeta es tan amplia que se ha logrado formar un curioso acróstico
con su nombre y el de sus obras. Según relación que figura en las Tradiciones peruanas
de don Ricardo Palma:
P oesias líricas
E l Júpiter Olímpico
D iálogo de la Justicia y la Verdad
R odoguna
O raciones de la Real Universidad
D efensa de Lima
E l Templo de la Fama vindicado
P oesías cómicas
E 1 origen de los monstruos
R elación del gobierno de Castelfuerte
A rte de Ortografía
L ima triunfante
T eatro heroico
A probaciones varias
B ejamen
A legacías
R estitución del oficio de Contador
N acírniento del infante don Carlos
U universidad ilustrada
E ntre la honra y la vida
V arios informes jurídicos
O raciones de mi Rectorado
C anto panegírico
H istoria de España vindicada
A ritmética especulativa
Y magen política
N aúticas observaciones
A Lima inexpugnable
V ida y pasión de Cristo
1 sis y Júpiter
D el Gobierno del Conde Monclova
E xequias del Duque de Parma
S istema astrológico demostrativo
LIMA FUNDADA
CANTO TERCERO
(FRAGMENTO)
LITERATURA DE LA EMANCIPACIÓN
En la segunda mitad del siglo XVIII, con la penetración del Enciclopedismo empieza un
nuevo periodo para la humanidad, las ideas revolucionarias de Voltaire, Rousseau y
Montesquieu se propagan en todas direcciones. En España la Iglesia se debilita a raíz de
la expulsión de los jesuitas y las nuevas generaciones se rebelan ante el yugo de la
opresión.
Estos aires de libertad llegan a América, en donde las colonias agrupaban una gran masa
de criollos y mestizos bien preparados, que no podían ocupar altos puestos dirigentes,
por lo que demuestran su descontento en rebeliones pequeñas y grandes.
En 1780 se subleva José Gabriel Condorcanqui y en 1781 José Baquíjano y Carrillo
pronunciará su “Elogio” (con doble intención) con motivo de la asunción al poder del
virrey Jáuregui.
Estas primeras manifestaciones se vieron pronto apoyadas por una amplia publicación,
mayormente anónima, de volantes llamando a la insurrección, muchas copias y páginas
circulaban por Lima, Arequipa, Cusco y otras muchas ciudades.
Las nuevas generaciones de intelectuales y estudiosos ayudaban con su pluma
a romper la opresión de España, se organizan los cenáculos clandestinos, se discute
y se conspira.
Se forma la Sociedad Amantes del País desde la cátedra universitaria hasta la plaza
popular se propugna la ruptura del vasallaje, sintiéndose el fuerte apoyo de la Iglesia
que no dudó en usar el púlpito sacerdotal para apoyar la causa del pueblo.
La literatura peruana había nacido y se manifestó en sus poetas, periodistas, oradores.
“Arequipa ha dado el sí
y Cuzco la seguirá
Con La Paz, pero entre tanto
Arrebujada en su manto
La zamba vieja ¿Qué liará?
Las canciones con tono marcial llamadas canciones patrióticas en donde se nombra a la
libertad y a la patria, se tararean por todos los lados.
Como corolario aparece la marcha nacional que se transforma en Himno para quedar
oficializado por un hermano del convento de Santo Domingo José Bernardo Alcedo y
un poeta iqueño, José de la Torre Ugarte.
AL PERÚ LIBRE
Rompiendo la opresión y el vasallaje
siglos llenos de tenaz martirio
te erguiste tú, con la altivez de un lirio
que oprime umbroso secular follaje.
MARIANO MELGAR
(1790-1815)
Reseña biográfica
Nace el 8 de agosto de 1790 Arequipa. Sus padres son Juan de Dios Melgar y doña
Andrea Valdivieso.
Ingresa a estudiar en el convento de San Francisco en donde se prepara en Artes y
Humanidades A la edad de 17 años Ingresa al seminario conciliar de San Jerónimo Por
su inteligencia obtuvo una beca para estudiar Teología, al mismo tiempo que se le
encarga la cátedra de latinidad y Retórica.
Recibe el apoyo de Francisco Javier de Luna Pizarro y Francisco de Paula Gonzáles
Vigil, sacerdotes liberales; decide perfeccionar su educación, recibiendo influencia de
las lecturas de Virgilio.
Enseña Gramática y Latinidad cuando surge en él el amor por Silvia, es decir María
Santos Corrales, quien tenía entonces trece años. Melgar abandona los hábitos y antes
de cumplir veinte años, en 1811, viaja a Lima enviado por sus padres, en donde vive en
ambiente revolucionario, es aquí donde compone su Oda a la Libertad ofrecida a
Baquíjano y Carrillo y continuará escribiendo a la patria.
Al regresar a Arequipa siente el rechazo de Silvia y su sensibilidad de poeta se ve herida
escribiendo sonetos en donde revela una inclinación prerromántica
Durante un tiempo convive con los agricultores en el valle de Majes y tomará contacto
con la lírica quechua y mestiza, con el antiguo Harawi, que luego él transformará en
Yaraví ofreciendo así la primera manifestación poética mestiza
Durante la rebelión de Pumacahua, Melgar se alista en las filas revolucionarias, cae
Prisionero en Humachiri, y es condenado a muerte en la mañana del 15 de marzo de
1815. Mariano Melgar es fusilado cuando apenas tiene 25 años de edad.
Reseña literaria
Mariano Melgar representa en la literatura de nuestro país al precursor del romanticismo
con acento mestizo; y marca el inicio de auténtica lírica peruana.
En la obra literaria de Melgar Podemos apreciar dos momentos. en el primero el espíritu
neoclásico motiva sus producciones, escribe elogios Utilizando los tercetos
endecasílabos, se aprecia en ellos la influencia de las lecturas de Virgilio y Ovidio con
un dulce y poético lamento.
En Otros yaravíes intercala octosílabos (cuatro más Cuatro) con trisílabos que rompe el
ritmo con una fuerza melódica similar al lamento quechua.
Aproximadamente son diez los yaravíes que se conservan de Melgar, porque la mejor
parte de su obra se ha perdido pues su hermana Josefa la quema a Indicación del
confesor que la consideraba poco edificante por sensual y escéptica En la tradición
Popular existen muchos de sus poemas y en todos los lugares se repiten algunos de sus
versos, pues Melgar representa el nacionalismo en la poesía romántica su amor por la
tierra, Sus raíces Populares Sus ideales de la libertad hacen de él un claro representante
de la lírica mestiza ya sea fusionando el sentimiento grecolatino con el lamento quechua
Toda la poesía amorosa de Melgar se desarrolla en torno al amor de una mujer, Silvia, o
María Santos Corrales, aunque no se sabe si Silvia conocía de este amor; el poeta
soñaba con su amada y ella constituye el foco de su poesía.
A manera de anécdota se sabe que el militar que Condenó a muerte a Melgar se llamaba
Manuel de Amat y que se casó con Silvia (Maria de los Santos Corrales) en 1819, cuatro
años después de la muerte del poeta, naturalmente ellos ignoraban este hecho.
OBRAS
a) Cinco elegías:
Dedicadas a su amor por Silvia
b) Odas:
“AL Conde de Vista Florida” (composición a Baquijano y Carrillo)
-Oda a la libertad
-Oda a la soledad
-Oda al autor del mar
- Oda al sueño
c) Sonetos:
-A Silvia
-La mujer
d) Fábulas:
-El cantero y el asno
-Las abejas
-Las Cotorras y el zorro aves domésticas
-El asno Cornudo
e) Yaravíes:
Diez dedicados a Silvia
YARAVÍ:
Todo mi afecto puse en una ingrata;
y ella inconstante me llegó a olvidar.
Sí así si así se trata
Un afecto sincero.
Amor, amor no quiero,
No quiero más amar.
La prenda mía
En quien tenía
Puesto mi gusto.
Hoy me persigue
Con odio injusto.
Ya yo en sus ojos
Sólo hallo enojos;
Cuando antes era
Su vista sola
Mi dicha entera
Ya su voz suave
Llenar no sabe
Mi triste oído;
sus dulces ecos
Ya se han perdido.
Murió el acento
En que el contento
Tuve cifrado:
Ya no me dice
“Tú eres ml amado”.
YARAVÍES
Sin ver tus ojos
Mandas que viva
Mi pecho triste;
Pero el no verte
Y tener vida
Es Imposible.
El sol me envía
Para alegrarme
Luz apacible;
Más si no trae
Tu Imagen bella,
¿De qué me sirve?
En mi retiro
Aguardo solo
Hasta que vive
De negro luto
El orbe entero
La noche horrible.
Mientras...
van silenciosos
Al mar a hundirse,
Yo revolviendo
Estoy las penas
Que el pecho oprime.
En mi desvelo
Mi amor y pena
Suelo decirte:
Pero está lejos,
No oyes ml llanto.
Ni por mí gimes.
Hacer tú puedes
¡Ay, vida mÍa!
Que yo respire,
Amando fina
A quien tan solo
De tu amor vive.
VII
¿Con que al fin. Urano dueño,
Tanto amor, clamores tantos,
Tantas fatigas,
No han conseguido ea tu pecho
Más premio que un duro golpe
De tiranía?
Yo procuraré olvidarte
Y moriré bajo el peso
De mis desdichas;
Pero no pienses que el cielo
Deje de hacerte sentir
Sus justas iras.
Literatura de la República
EL COSTUMBRISMO
Se conoce por costumbrismo a la corriente que intenta reflejar las costumbres regionales
tanto en la literatura como en las demás disciplinas artísticas.
a) La corriente pasadista (*)._ Que satiriza el presente con cierta nostalgia del pasado
y con ánimo de formar un gobierno fuerte, frente a la tendencia parlamentaria de los
liberales, como en el caso de Felipe Pardo y Aliaga.
Reseña biográfica
Don Felipe Pardo y- Aliaga nace en Lima, el 11 de junio de 1806. Sus padres fueron don
Manuel Pardo y doña Mariana de Aliaga. Su padre pertenecía al grupo de funcionados
virreinales Contrarios a la Independencia del Perú, por dicho motivo, al declararse ésta,
la familia Pardo y Aliaga se embarca rumbo a España. Felipe recibe allá una esmerada
educación, siendo discípulo del sacerdote Alberto Lista, de ideas liberales y
afrancesadas. Por este tiempo Conocerá a José de Espronceda y a Ventura de la Vega.
En 1828, terminada su educación, decide regresar al Perú, era el gobierno del mariscal
Gamarra, que había derrocado a La Mar.
Su obra se torna copiosa y variada. Al final de sus días queda ciego y paralítico, pero
continúa creando, dictándole sus apuntes a su hija Paca.
Fallece el 24 de diciembre de 1868.
Reseña literaria
Felipe Pardo y Aliaga se dedica a la literatura desde muy joven, cantándole a la libertad
con juvenil ideal y fervoroso sentimiento nacional, después poco a poco irá adoptando
la sátira como una forma de corregir los defectos que ve en los momentos que vive el
país, y empieza a Componer comedias y letrillas, que resultan una amplia galería de
costumbres en donde mostrará su afición por lo criollo. La sátira se hacía en ese tiempo
de una manera muy informal, generalmente entre amigos, en el café. Pardo la convierte
en un género literario, elegante y clásico.
Su obra en prosa nos muestra una literatura costumbrista de alto valor, su crítica fina, su
lenguaje vistoso demuestra su personalidad.
OBRAS
Podemos agruparlas en:
a) Letrillas y epigramas:
- El ministro y el aspirante
- A mi levita
- Qué guapo chico
- El paraíso de Sempronio
- Constitución política
b) Comedias teatrales:
- Frutos de la educación, 1829, sátira contra la zamacueca.
- Una huérfana en Chorrillos, 1833, crítica de costumbres locales.
- Don Leocadio y el aniversario de Ayacucho, 1833, es una observación burlona a la
joven república.
Si numerosos contrarios
a la vanguardia sorprenden
y en ella saciar pretenden
apetitos sanguinarios;
el jefe astuto decreta
que haga en tan terrible aprieto
parapeto
de la jeta.
Si le castiga la suerte,
si adversa le es la victoria,
ha resuelto hacer con gloria
de su jeta plaza fuerte,
pensando no hay quien someta,
aunque triunfe en cien batallas,
las murallas
de la jeta.
EL MINISTRO Y EL ASPIRANTE
UN VIAJE
El niño Goyito está de viaje. El niño Goyito va a cumplir cincuenta y dos años; pero
cuando salió del vientre de su madre le llamaron niño Goyito, y niño Goyito le llaman
hoy y niño Goyito le llamarán treinta años más, porque hay muchas gentes que van al
panteón como salieron del vientre de su madre.
Este niño Goyito. en cualquiera otra parte sería un don Gregorión de buen tamaño, ha
estado recibiendo por tres años enteros cartas de Chile en que le avisan que es forzoso
que se transporte a aquel país a arreglar ciertos negocios interesantísimos de familia,
que han quedado embrollados con la muerte súbita de un deudo. Los tres años los
consumió la discreción gregoriana en considerar cómo se contestarían estas cartas y
cómo se efectuaría este viaje. El buen hombre no podía decidirse ni a uno ni a otro. Pero
el corresponsal menudeaba sus instancias; y ya fue preciso consultarse con el profesor, y
con el médico, y con los amigos. Pues, señor, asunto concluido: el niño Goyito se va a
Chile.
La noticia corrió por toda la parentela, dio conversación y quehaceres a todos los
criados, afanes y devociones a todos los conventos; y convirtió la casa en una Liorna.
Busca costureras por aquí, sastre por allá, fondista por acullá. Un hacendado de Cañete
mandó tejer en Chincha Cigarreras. La Madre Transverberación del Espíritu Santo se
encargó en un convento de una parte de los dulces; Sor María en Gracia, fabricó en otro
su buena porción de ellos; la madre Salomé tomó a su cargo en el suyo las pastillas: una
monjita recoleta mandó de regalo un escapulario: otra, dos estampitas, el Padre
Florencio de San Pedro corrió con los sorbetes, y se encargaron a distintos manufactures
y comisionados sustancias de gallina, botiquín, vinagre de los cuatro ladrones para el
mareo, camisas a centenares, capingo (don Gregorio llamaba capingo a lo que llamamos
capote), chaqueta y pantalón para los días fríos, chaqueta y pantalón para los días
templados, chaqueta y pantalón para los días calurosos. En suma, la expedición de
Bonaparte a Egipto no tuvo más preparativos.
Seis meses se consumieron en ellos, gracias a la actividad de las niñas (hablo de las
hermanitas de don Gregorio. la menor de las cuales era su madrina de bautismo),
quienes, sin embargo del dolor de que se hallaban atravesadas con este viaje tomaron en
un santiamén todas las providencias del caso.
Vamos al buque. Y ¿quién verá si este buque es bueno o malo? ¡Válgame Dios! ¡Qué
conflicto! ¿Se acudirá al inglés don Jorge, que vive en los altos? Ni pensarlo; las
hermanitas dicen que es un bárbaro capaz de embarcarse en un zapato. Un catalán
pulpero, que ha navegado de condestable en la Esmeralda, es por fin, el perito. Le
costean el caballo, va al Callao, practica su reconocimiento y vuelve diciendo que el
barco es bueno, y que don Goyito Irá tan seguro como en un navío de la Real Armada.
Con esta noticia calma la inquietud.
Despedidas. La calesa trajina por todo Lima. ¿Conque se nos va usted? ¿Conque se
decide usted a embarcarse?... ¡Buen valorazo! Don Gregorio se ofrece a la disposición
de todos: se le bañan los ojos en lágrimas a cada abrazo. Encarga que le encomienden a
Dios. A él le encargan jamones, dulces, lenguas y cobranzas. Y ni a él le encomienda
nadie a Dios, ni él se vuelve a acordar de los jamones, de los dulces, de las lenguas ni de
las cobranzas.
Llega el día de la partida. ¡Qué jarana! ¡Qué bulla! ¡Qué Babilonia! Baúles en el patio,
cajones en el dormitorio, colchones en el zaguán, diluvio de canastas por todas partes.
Todo sale, por fin, y todo se embarca, aunque con bastantes trabajos. Marcha don
Gregorio, acompañado de una numerosa caterva, a la que pertenecen también, con
pendones y cordón de San Francisco de Paula, las amantes hermanitas, que sólo por el
buen hermano pudieron hacer el horrendo sacrificio de ir por primera vez al Callao. Las
infelices no se quitan el pañuelo de los ojos, y lo mismo le sucede al viajero. Se acerca
la hora del embarque, y se agravan los soponcios. ¿Si nos volveremos a ver?... Por fin,
es forzoso partir; el bote aguarda. Va la comitiva al muelle: abrazos generales, sollozos,
los amigos separan a los hermanos: “¡Adiós hermanitas mías!”
“¡Adiós, Goyito de mi corazón! La alma de mamá Chombita te lleve con bien”.
Este viaje ha sido un acontecimiento notable en la familia; ha fijado una época de eterna
recordación; ha constituido una era, como la cristiana, como la de la Hégira, como la de
la fundación de Roma, como el Diluvio Universal, como la era de Nabonasar.
Se pregunta en la tertulia:
- ¿Cuánto tiempo lleva Fulana de casada?
- Aguarde usted. Fulana se casó estando Goyito para Ir a Chile.
- ¿Cuánto tiempo hace que murió el guardián de tal convento?
-Yo le diré a usted; al padre guardián le estaban tocando las agonías al otro día del
embarque de Goyito. Me acuerdo todavía que se las recé, estando enferma en cama de
resultas del viaje al Callao...
- ¿Qué edad tiene aquel jovencito?
-Déjeme usted recordar. Nació en el año de... Mire usted, este cálculo es más seguro,
son habas contadas: cuando recibirnos la primera carta de Goyito estaba mudando de
dientes. Conque, saque usted su cuenta...
Así viajaban nuestros abuelos, así viajarían si se determinasen a viajar muchos de la
generación que acaba, y muchos de la generación actual, que conservan el tipo de los
tiempos del Virrey Avilés, y ni aun así viajarían otros, por no viajar de ningún modo.
Pero las revoluciones hacen del hombre, a fuerza de sacudirlo y pelotearlo, el mueble
más liviano y más portátil; y los Infelices que desde la infancia las han tenido por
atmósfera, han sacado de ellas, en medio de mil males, el corto beneficio siquiera de
una gran facilidad locomotiva. ¿La salud, o los negocios, o cualesquiera otras
circunstancias aconsejan un viaje? A ver los periódicos. Buques para Chile.
-Señor consignatario. ¿Hay camarote?
-Bien. -¿Es velero el bergantín?
-Magnífico. -¿Pasaje? -Tanto más cuanto.
-Estamos convenidos. -Chica, acomódame una docena de camisas y un almofrez.
Esta ligera apuntación al abogado, esta otra al procurador. Cuenta, no te descuides con
la lavandera, porque el sábado me voy. Cuatro letras por la imprenta, diciendo adiós a
sus amigos. Eh: llegó el sábado. Un abrazo a la mujer, un par de besos a los chicos, y
agur. Dentro de un par de meses estoy de vuelta. Así me han enseñado a viajar, mal de
grado, y así me ausento, lectores míos, dentro de muy pocos días.
Este y no otro es el motivo de daros ml segundo número antes que paguen sueldos.
No quisiera emprender este viaje pero es forzoso. No sabéis bien cuánto me cuesta el
suspender con esta licencia mis dulces coloquios con el público. Quizás no sucederá
otro tanto a la mayor parte de vosotros, que corresponderéis a mi amistosa despedida
exclamando ¡Mal rayó te parta. y nunca más vuelvas a incomodarnos la paciencia! En
fin, sea lo que fuere, los enemigos descansad de mi insoportable tarabilla: preparad
vuestros viajes con toda la calma que queráis, hablad de la ópera como os acomode;
idos a Amancaes como cuando os parezca; bailad zamacueca a taco tendido, a roso y
velloso, a troche y moche, a banderas desplegadas: haced cuanta tontería os venga a las
mientes: en suma, aprovechad estos dos meses. Los amigos y amigas tened el presente
artículo por visita o tarjeta de despedida, y rogad a Dios me dé viento fresco, capitán
amable, buena mesa y pronto regreso.
Reseña biográfica
Nace en Lima el 23 de junio de 1805, hijo de un militar español, ingresa al ejército
realista, como cadete en 1824, en donde continuó hasta 184 1, cuando dejó el ejército
con el grado de Sargento Mayor, ese mismo año funda el diario La Bolsa, en donde
publicó artículos costumbristas.
Ocupó cargos públicos como la secretaria de la Prefectura de Piura en 1849 y una
diputación por Loreto en 1860.
Funda en Piura el semanario satírico El Moscón, en donde luce su lenguaje ameno,
criollo, costumbrista, lleno de giros y voces popu1ares convirtiéndose en maestro de las
nuevas generaciones.
Estuvo presente en las tertulias literarias de su tiempo pero huye del aplauso y de las
manifestaciones admirativas.
Por razones de salud deja la administración pública escribiendo en el retiro Ña Catita,
Lances de Aman- caes, La saya y el manto.
Fallece el 17 de setiembre de 1871, descansando en una modesta tumba.
Reseña literaria
La obra de Manuel Ascencio Segura tiene un temperamento cómico con tendencia
colorista de cuadros nacionales, sin trascendencia, sin crítica, como una reproducción
alegre de la sociedad en la que vivía.
La clase media encuentra en él su mejor exponente. Los personajes que habitan sus
obras son el empleado público, la vieja chismosa del barrio, la niña que busca novio, los
pregones y todos los personajes de la vida diaria de un barrio criollo, con su lenguaje
característico en donde se mezcla la jerga con el refrán popular.
En su obra pueden observarse la poesía festiva y la comedia. La poesía festiva
circunstancial y periodística llena de giros populares en los que advierte una disimulada
campaña contra la erudición poética, utilizando palabras como guasaquio’, ¡Dale
zamba! “Mala-Laya!’, etc.
Segura nos presenta las costumbres de su época como una acuarela, viva y risueña, sus
comedias son dialogadas con oraciones cortas y salpicadas de gracia pero que a través
de ellas se deja ver la erudición del autor.
Augusto Tamayo Vargas encuentra en las comedias de Segura la influencia de la
comedia latina de Plauto y Terencio, quienes copiaron las costumbres y usos de su
época con un lenguaje popular; así cada obra de Segura será el resultado de una lectura
motivadora anterior.
OBRAS
Poesía:
- A los muchachos, sextillas dirigidas a niñas pacatas.
- La Pelimuertada, de mucho carácter lírico adornado con giros y gracia criolla.
Letrillas sueltas publicadas en diarios. Sainetes:
- Lances de Amancaes
- El cacharpari
- Dos para una
Comedias:
- El sargento Canuto
- Blasco Núñez de Vela
- Amor y política
- La saya el manto
- Ña Catita
- Panchita
Artículos periodísticos:
- Los carnavales
- Las calles de Lima
- Un paseo al puente
A UNA VIUDA
De la vida en el desierto
solitario peregrino
sin amor,
es como sombra de un muerto
que aparece en el camino
con terror.
A LAS MUCHACHAS
ARGUMENTO DE ÑA CATITA
Los esposos don Jesús y doña Rufina tienen una hija casamentera llamada Juliana, todo
candor y dulzura que Corresponde a los amores de don Manuel, un joven pobre y sin
porvenir.
Doña Rufina pretende casar a su hija con don Alejo, señor de leyenda donjuanesca y
mucho dinero pero a quien Juliana detesta y ante esta resistencia, la madre recurre a las
artes casamenteras de Na Catita, quien valiéndose de mil artimañas convence a Juliana
que acepte a don Alejo. Desoyendo las protestas de don Jesús y los lamentos de don
Manuel se sella el compromiso, cuando aparece don Juan, un viejo amigo de la familia,
quien trae del Cusco una carta para don Alejo que la envía su esposa.
Rufina desfallece de espanto y llora de desgracia. Na Catita es arrojada a la calle.
Juliana y Manuel aseguran su matrimonio y don Jesús perdona a Rufina.
COMENTARIO
Ña Catita, publicada en 1856, es la comedia más celebrada por Segura, toma de la vida
limeña un personaje típico y al moldearlo crea el personaje de mayor relieve del teatro
nacional, la “Vieja endemoniada, con capa de virtud”.
En la obra de Segura hay gracia y espontaneidad y aunque su métrica es irregular
muestra un genio intuitivo que no se ciñe a los patrones que ofrece la educación, sino a
observaciones hechas de los sucesos cotidianos
El lenguaje utilizado en Ña Catita es claro, festivo, con rasgos caricaturescos, en los que
no se encuentra otra influencia o antecedente que los que obtiene de la naciente
República.
Los personajes que intervienen son de clase media risible, como Doña Rufina y don
Alejo, que presumen distinción y abolengo, y también aparece la hábil celestina,
murmuradora y maldiciente, que por entrometida es echada de la casa de don Jesús.
ÑA CATITA
(FRAGMENTOS)
ACTO PRIMERO
(A la casa de doña Rufina llega Catita, quejosa, con sed y hambre, y mucho filo para chismeas)
CATITA No. no. deja; tomaré Cualquier Cosa.
Te molestas.
RUFINA. ¡Qué molestia!
CATITA: ¿Y cómo va por acá?
RUFINA: Siempre. Ña Catita, en guerra.
CATITA: ¿Conque no hay forma de que entre su marido por vereda?
RUFINA: Cada día está más terco: no hay que tocar otra tecla, matarlo o dejarlo.
Ahora he tenido una gresca con él; pena pero para nada. ¡Es más duro que una peña!
CATITA: ¡Y quién lo ve?
RUFINA. SÍ señor; pero es más malo que Gestas.
CATITA: ¡Qué trabajo! ¿Cómo siento lo que ese hombre te atormenta? (con misterio)
Hace poco que en la iglesia
Ideaba cierto proyecto…
RUFINA:,Sobre esta misma materia?
CATITA: Y con el favor de Dios nos ha de salir de perlas. Adentro te lo diré que ahora
no está mi cabeza para nada. ¡Ay! ¡Ay!...
RUFINA: ¿Qué es eso?
¿Le ha dado a Ud. la jaqueca?
CATITA: No es cosa, hija. Estas beatas, que son unas sinvergüenzas, son las que me han
de quitar la vida. ¡Ay qué gente ésta! ¿Creerás que se están las más toda la mañana
entera al pie del confesionario en consultitas secretas con el padre. y con risitas y otras
dos mil morisquetas, sin dejar que una se llegue a descargar la conciencia? ¡Que Dios
las haga unas santas! Y mira, hija, si no fuera pecado hacer malos juicios y darle gusto a
la lengua, yo diría que estas cosas no pueden ser nada buenas, ¡Qué tal! ¿Con que tu
marido te trata como una negra? ¡Qué desgracia!
RUFINA: Ña Catita cada día más me pesa haberme unido con él.
CATITA: No hay mal que por bien no venga.
RUFINA: Yo sola tengo la culpa. No faltó quien me advirtiera del geniazo que tenía;
pero yo niña inexperta cerré el ojo y me casé con ese perro de presa. Bien merecido me
está. Bastante caro me cuesta la ansia de tener marido.
CATITA: ¿Por qué no haces la promesa a fin de que se componga de ir en el año que
entra, descalza, echando sahumerio, hasta Santa Ana siquiera, al Señor de los Milagros?
Puede ser que te conceda este señor lo que pides. Vamos a ver; haz la prueba.
RUFINA: ¡Ojalá que en eso sólo Ña Catita, consistiera!
CATITA: Pero hablando de otra ¿No sabes que la Malena peleó ayer con su marido? La
puso, hija, como nueva. ¡Serrano había de ser! Daba compasión el verla. ¡Tenía la cara..,
así...! ¡Tamaña!
RUFINA: ¡Qué vergüenza!
CATITA: Pero ya se ve; si tiene también tan poca cautela. Recibir, niña, visitas cuando
el otro sale fuera sin poner por lo que “potest” uno que aguaite en la puerta Pero ya,
gracias a Dios, están como unas ovejas. Y agradézcanmelo u mí y a la buena moza
aquella que te he contado otras veces que tiene tan ricas prendas sin que nadie sepa
hasta ahora cómo ni de dónde vengan, que fuimos las que mediamos para que en paz se
pusieran... pero, hija, por vida tuya no sea que esto se sepa.
RUFINA: ¡Cómo, Ña Catita!
CATITA: ¡Ay, hija! Yo no quiero que me metan en cuentos. ¡Pobre de mí!
RUFINA: No soy. Ña catita, de esas.
ACTO CUARTO
Don Jesús, Don Juan, Don Manuel, Doña Rufina, Doña Juliana, Mercedes y Ña Catita.
CATITA: Pues... Ya perdí el Jubileo, por estarme aquí metida.
JESUS: Ahí la tiene Ud., don Juan. Esa es la santita, la hidra.
CATITA: Adiós, pues, hija... Ya es tarde. Hasta mañana, cosa.
JULIANA: ¡Maldita!
JESUS: Escuche usted. ml señora...
CATITA: ¡Ml señora! ¡Habrá manía! ¿Del Carmen, o del Rosario?
JESUS: ¡Cuidado como en su vida vuelva usted ni por candela por apuestas cercanías;
Pues si por su mala estrella así no lo verifica se expone usté a que le mande dar una
buena paliza! ¡Vaya Ud. a enredar al diablo!
CATITA: Usted será el enredista. JESUS: ¡Salga usted de aquí!
CATITA: ¡Guá! ¡Guá! ¡Abrase visto estantigua! ¡Era lo que me faltaba!
JESUS: ¡Silencio! ¡Ande usted de prisa!
CATITA: ¡Váyase el muy indecente a donde no cause grima! ¿Yo para qué necesito ni
de usted ni su familia? ¡Judío! ¡Descomulgado!
JUAN: ¡Váyase usted, ml querida!
CATITA: ¿Y a usted quién le ha dado vela en este entierro...? ¡Cochinas! Por eso está
Lima así... ¡Ya se ve. Dios la castiga! ¡Por cuenta de ellas no más de repente hay una
ruina, o con más violencia que antes vuelve la fiebre amarilla!
¡Escandalosas...!
JUAN: - Señora, basta de majaderías.
CATITA: ¡Quite que me da calor!
JUAN: No se exponga usted.
MERCEDES: (Qué lisa!)
CATITA: Mejores habían de ser, no tan sucias, tan mezquinas.
JESUS: ¡Vamos...!
CATITA: ¡Vaya usté a la porra! ¡Espantajo! ¡Sin camisa! ¡Muñecón! ¡Matusalén!
LA PELIMUERTADA
(EPOPEYA DE ÚLTIMAS MODA)
INTRODUCCIÓN
Cante Ercilla al araucano
Tasso cante a Godofredo,
cantó a Bolívar Olmedo
Y a César, cantó Lucano;
vate del codo a la mano.
Como me suelen llamar,
yo también voy a cantar
más que alborote el cotarro
y aunque estoy con un catarro
que no puedo resollar.
Ya el estro me va inflamando;
siento el pecho como fragua...
echadme una pipa de agua...
¡Por Dios, que me estoy quemando!
Ya el preludio va cansado,
y si un poco más me embromo!
me derrito como plomo
o me transformo en carbón....
Silencio, pues y, ¡atención!
que voy a hablar como un tomo.
CANTO PRIMERO
En el Callao ¡oh, fortuna!
al pie de una santa cruz
vio Peli - muerto la luz
en una noche de luna.
NARCISO ARSTEGUI
(1818 - 1869)
Nace en el Cusco, se gradúa de abogado en el colegio seminario de San Antonio Abad,
siendo catedrático de Literatura e Historia. En 1867 encabeza la revolución contra la
dictadura de Prado en el Cusco, uniéndose a Balta. En 1868 es nombrado prefecto de
Puno. El 9 de febrero muere ahogado en el lago Titicaca.
Una de las obras más representativas de Aréstegui es El padre Horán, que tiene el mérito
de ser la primera novela peruana; llevaba por subtítulo Escenas de la vida del Cusco”.
El tema central es el hecho verídico del asesinato de Ángela Barreda por su ex confesor
fray Eugenio Oros, llevado a cabo en 1836, según consta en los expedientes
criminalísticos del Cusco. Junto a este tema se desenvuelven otras varias historias, como
la historia, también verídica, del colegial que se suicida en la puerta del colegio de artes
porque su padre lo abofetea en público; la de la mujer abandonada cuyo marido ha
muerto por la causa de la independencia.
En toda la obra se advierte una dura crítica a toda organización de la vida republicana
del país y la disconformidad del poblador peruano en la primera mitad del siglo XIX.
Muchos de estos problemas que aún subsisten están plasmados en la obra de Aréstegui,
quien siendo costumbrista se adelanta, no obstante, al realismo de la segunda mitad del
siglo XIX.
FLORA TRISTAN
(1803-1844)
Nace en Paris, de padre arequipeño y madre francesa. Su padre era el coronel don
Mariano Tristán y Moscoso, su madre Teresa Leysné. Por línea paterna era sobrina de
don Pío Tristán, fugaz presidente de la república.
Su padre muere cuando ella tenía la edad de cinco años. A los quince contrae
matrimonio pero al poco tiempo se separa.
En 1832 emprende viaje al Perú, en busca de la familia de su padre, que desconoce el
parentesco y le niega su ayuda.
Regresa a Francia en 1834, iniciándose en la lucha revolucionaria en favor de los
desposeídos. Funda la Unión Obrera y dedica su vida a defender los derechos de los
obreros. Fallece en 1844, víctima de una hemorragia cerebral.
Su libro Peregrinaciones de una paria está dedicado a los peruanos. Narra con crudo
realismo, primero sus antecedentes familiares, luego su desagradable encuentro con la
esclavitud y la realidad americana. Las costumbres de Arequipa, los conventos, salones,
ciudades, su admiración por la mujer limeña, todo quedará grabado en su obra. Vive
pocos años en el Perú, pero en Europa será conocida como La Peruviana, aunque no
figure dentro de nuestra literatura.
Durante mi estancia en Lima. Asistí muchas veces a los debates del Congreso. (...) Los
miembros de la asamblea hablan generalmente desde su sitio; sin embargo, hay una
tribuna; pero sólo recientemente la he visto ocupada. Esta asamblea es mucho más seria
que las nuestras. Cuando habla un orador, nadie lo interrumpe; se le escucha en
religioso silencio; no se pierde ninguna de sus palabras, todas se oyen. Esta lengua
española es tan hermosa y tan majestuosa, sus desinencias tan llenas, tan variadas y al
mismo tiempo los pueblos que la hablan, tienen en general tanta imaginación, que todos
los oradores a quienes escuché me parecieron muy elocuentes. La dignidad de su porte.
su voz sonora, sus palabras bien acentuadas, sus gestos imponentes, todo en ello
concurre a encantar al auditorio. Los sacerdotes, particularmente. se distinguen entre los
demás oradores. El extranjero que juzgara a esta nación por los discursos de sus
representantes sentiría un desengaño mayor que la opinión que hubiera concebido al
juzgar un libro por el anuncio del editor. (...) Presuntuosos, atrevidos en sus palabras,
pronuncian con seguridad discursos pomposos, en los cuales se respira la abnegación, el
amor a la patria, mientras cada uno de ellos sólo piensa en ‘sus Intereses privados y
nada en esta patria, a la cual, por lo demás, estos fanfarrones serían incapaces de servir.
No hay en esta asamblea sino permanentes conspiraciones para apropiarse de los
recursos del Estado; ese propósito se oculta en el fondo de todos los pensamientos; la
virtud tiñe todos los discursos, pero el más vil egoísmo se muestra en los actos. (...)
EL ROMANTICISMO
El romanticismo es un movimiento que abarca tanto las letras como el arte en general,
aparece en Europa alrededor de la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del
siglo XIX.
En América este movimiento aparece junto con las ideas de libertad, amor y progreso;
alentado por los movimientos libertadores.
El romanticismo peruano aparece con Sebastián Lorente y una generación de poetas.
Estas nuevas generaciones se nutrían de las ideas de Lorente, tratando de romper la
monotonía del estilo clásico.
Los escritores en boga como Pardo y Aliaga y Ascencio Segura se dejaban arrastrar por
el naciente romanticismo que estaba ya en marcha en Argentina con Echeverría.
Al empezar la década del 40, nadie podía sustraerse al influjo de la nueva tendencia
imperante en Europa. Es en estos años en que aparece la novela de Aréstegui El padre
Horán, que pregonaba ya el romanticismo en sus líneas.
En Europa los románticos procuraban expresar su desacuerdo con la mesura y
puntualidad burguesas, no solamente en sus obras artísticas, sino hasta en su aspecto. La
palidez del rostro era otro medio de expresión, fue como una protesta contra la sociedad
burguesa. Nuestros románticos imitaban estos estilos como una aceptación de la
influencia europea.
Desde 1840 al 1900, aproximadamente, el romanticismo peruano avanza; según Jorge
Basadre, este movimiento infundía a los jóvenes escritores y poetas el pesimismo de
haber llegado tarde a un mundo demasiado viejo.
Temas: El amor, la libertad, el culto por la naturaleza y la tendencia a volver a los
valores del pasado.
Entre los principales representantes del romanticismo peruano tenemos a Carlos
Augusto Salaverry, Clemente Althaus, Luis Benjamín Cisneros, José Arnaldo Márquez
y Ricardo Palma, todos ellos unidos por un mismo estilo y clara influencia francesa, de
donde toman la melancolía, la musicalidad y el sentimiento. De España adoptan el
fondo y el mensaje.
Forma:
a) Introducción de estrofas nuevas.
b) Combinación del verso y la prosa dentro de una misma obra, lo que se ha dado en
llamar prosa versificada.
c) Predominio de la forma sobre el fondo, el poeta romántico se preocupa ante todo por
la musicalidad de los versos aunque su contenido sea intrascendente.
Reseña biográfica
Nace en Piura el 4 de diciembre de 1830, de las relaciones extramatrimoniales de Felipe
Santiago Salaverry y doña Vicenta Ramírez. Los primeros años de su vida transcurren
en Piura, luego vendrá a Lima a educar- se al lado de doña Juana Pérez de Infantes,
esposa del general Salaverry-, quien se dedica a su cuidado,
Fusilado su padre, parte, junto con su madre adoptiva y su hermano Felipe. a Chile, en
donde viven por tres años. Al cabo de ese tiempo regresará al Perú e ingresa al cuartel,
tenía 15 años, es allí donde le nace la inquietud por las letras. Y algunos de sus versos
son publicados en El Heraldo. Participa en la revolución del coronel Mariano Ignacio
Prado y en el combate del Dos de Mayo.
Contrae matrimonio con Mercedes Felices, de quien se separa al poco tiempo y
empiezan los agitados años del teatro y de su fervoroso amor por ‘amena Torres, su
inspiración su “Silvia’, con quien no pudo unirse debido a la Oposición de los padres de
ella.
de
Viaja, con cargos diplomáticos a Europa, pero un cambio de política lo subroga de su
cargo y empieza para el poeta una nueva etapa de crisis y sinsabores. En edad madura
contrae nuevamente matrimonio, viajando constantemente a diferentes ciudades.
Atacado por la parálisis fallece en París el 7 de abril de 1891.
Reseña literaria
El Salaverry poeta se hace en el cuartel y entre guardia y guardia compondrá sus
poemas. Respetuoso de las formas clásicas la mayoría de sus composjcio5 están
trabajadas dentro de los cánones del clasicismo.
Su producción literaria es amplia, tanto en versos de corte erótico, amoroso como en sus
dramas, pero será en la poesía lírica donde encuentra su temperamento el verdadero
camino.
En su composición lírica vemos reflejada su trayectoria poética, desde el ardoroso
triunfo de la juventud pasará a la melancolía de Cartas a un ángel para terminar
obsesionado con la muerte en Misterios de la tumba.
Se inicia con Albores y destellos, luego vienen Diamantes y perlas y finalmente Cartas a
un ángel. Los tres se publicaron en un solo tomo en 1871, en ellos se nota las imágenes
infantiles COmO una añoranza Constante:
¡Oh! ¡Cuánto tiempo silencioso el alma mira en redor su soledad que aumenta! ¡Como
un péndulo inmóvil, ya no cuenta las horas que se van!
Los temas en la poesía de Salaverry tienen una secuencia biográfica, pero el amor y la
muerte serán Una Constante.
Ya que huyen mis lozanas primaveras, quiero ser por vosotros consolado, en un mundo
fantástico, poblado, de delirios, de sombras y quimeras”,
Otro tema constante es el mar, la visión del mar mostrará la inmensidad de Dios. Del
fondo del mar también surgirán acentos de ternura:
¡El mar! ¡El mar!... emblema de mi vida, imagen mía que en el alma siento siempre
contra las rocas combatidas, ola tras ola a la merced del viento.
Las formas métricas utilizadas por Salaverry son: el soneto, el octosílabo popular y el
endecasílabo itálico.
Repetirá palabras como: ángel, niño, dolor, muerte, tumba, vida, mar, amor, etc., que
indican los rasgos románticos de sus poemas.
En cuanto a sus dramas, estaban dotados de un hondo contenido social, como El hombre
del siglo XX y otros de sabor indio como Abel el pescador americano y El pueblo y el
tirano.
OBRAS
Poesía:
- Albores y destellos, 1871 - Diamantes y perlas, 1889 Cartas a un ángel, 1890
- Misterios de la tumba, 1883
Dramas:
- Arturo
- Atahualpa
- El bello ideal
- El amor y el oro El hombre del siglo XX El pueblo y el tirano
Diamantes y perlas:
Es una colección integrada en su mayor parte por sonetos. Son versos circunstanciales
en donde el tema, el amor, aparece enlazado con otros poemas de intención festiva. No
hay una unidad de tema, y tal vez este hecho sea lo que más atraiga del poemario.
Albores y destellos:
Concentra la gran mayoría de versos político-sociales, también encontramos los que
hablan de la muerte. Se nota la influencia del momento que vivía el país, pues se respira
patriotismo y también aires de guerra.
Cartas a un ángel:
Son versos inspirados por una sola mujer, escritos en la misma época. Es un libro
heterogéneo en donde encontramos poemas de hondo lirismo como también
composiciones secundarias.
Es el libro del amor, es el canto al dolor, a la ausencia, al pasado feliz, al sentido del
tiempo. Es aquí donde encontramos la verdadera Inspiración de Salaverry.
Misterios de la tumba:
Es el libro de su madurez, le preocupa la muerte y la propia desaparición exalta la
inmortalidad del alma.
ILUSIONES
(Diamantes y perlas)
A UN RETRATO
(Diamantes y perlas)
Su belleza virginal
contemplaba ella al espejo
y él que adora aún su reflejo
le dio un beso en el cristal
Centuplicada veía
ella su faz celestial
mientras el limpio cristal
en mi pedazos rompía.
Mí corazón es tu espejo:
y si lo rompe el amor,
cada fibra de dolor
tendrá intacto tu reflejo.
(Cartas a un ángel)
ACUERDATE DE MÍ
En cuanto a la rima notamos la carga tónica en llanas, pero selladas por los cuartos
versos de cada estrofa en aguda que da la variedad sonora.
CLEMENTE ALTHAUS
(1835-1881)
Nace en Lima en 1835, hijo de un militar alemán al servicio del Perú, estudia en Chile y
luego en Lima, en el colegio San Carlos. Durante más de seis años viaja por Francia,
Italia y Alemania y al regresar al Perú trae nuevas ideas de libertad.
En 1872 publica su Obra poética. Atacado de trastornos nerviosos regresa a Europa, en
donde fallece en 1881 con la razón extraviada.
Es el típico representante del romanticismo, dentro de su angustia fue el cantor de la
naturaleza en tono sentimental, con una inclinación a las cosas sencillas que atacaban su
espíritu.
Se advierte en su poesía la influencia de fray Luis de León, enriquecida por sus
experiencias y sentimientos propios. La presencia de la naturaleza como un personaje
con sentimientos humanos, y la búsqueda constante de la paz con un dejo de melancolía.
Don Ricardo Palma en La bohemia de mi tiempo se expresa así de Althaus: “Era un
individuo que rayaba en lo excéntrico o extravagante, y su pulcritud en afeminamiento.
Era un romántico, que vivía en lucha con el prosaísmo social”.
YARAVÍ
El culto clásico se advierte en estas líneas, tal vez producto de sus lecturas y la idea de
libertad que lo acompañó en todo momento.
En su juventud cultiva el género dramático, pero siente la fuerte Inclinación a la
literatura francesa, lo que lo llevó a escribir novelas, en donde refleja las costumbres
sociales de esa época.
Entre sus obras podemos citar:
28 DE JULIO DE 1821
El momento suprema
RICARDO PALMA
(1833-1919)
Reseña biográfica
Ricardo Palma Soriano nace en Lima el 7 de febrero de 1833. Su infancia transcurre en
el ambiente criollo y popular de Lima antigua. Estudia en el convictorio de San Carlos y
en la Universidad de San Marcos, sin llegar a culminar sus estudios por motivos
sentimentales.
Con el cargo de contador de la Armada, viaja por diferentes lugares de la costa del país.
En 1860 el presidente Castilla lo destierra a Chile, debido a su actuación revolucionaria
junto a los hermanos Gálvez. Seis años después es nombrado Cónsul en Brasil, luego
pasará a Estados Unidos y Europa.
De regreso al Perú participa en el combate del 2 de Mayo al lado de José Gálvez. Luego
de la muerte de Balta se retira definitivamente de la política.
Contrae matrimonio hacia 1876, al estallar la Guerra con Chile participa en la defensa
de Miraflores desde el Batallón N2 4. Durante el gobierno del general Iglesias se le
encarga la misión de reorganizar la Biblioteca Nacional, logrando recuperar numerosas
obras que estaban en poder de los chilenos, también consigue valiosas donaciones del
extranjero, se le llama desde entonces “El bibliotecario mendigo”.
En 1892 viaja a España como representante del Perú para la celebración del cuarto
centenario del descubrimiento de América. Sus últimos años los pasa en Miraflores.
Muere en 1919.
Reseña literaria
La obra de Ricardo Palma está íntimamente ligada a su vida; se nutre de todos los
elementos típicos de la ciudad, los detalles sociales y políticos saldrán luego a relucir en
sus obras.
En la obra de Palma apreciamos dos momentos bien definidos, tanto en su poesía como
su prosa. Aunque de más resonancia y vigencia sus tradiciones, su poesía marca un
momento en la historia literaria de nuestro país. En él se halla el poeta lírico, miembro
del grupo romántico, como lo demuestran sus primeros versos.
TRADICIONES PERUANAS
La tradición es un género propio que se extiende tanto al cuento como a la historia, y a
la novela y la leyenda. De la historia toma sus argumentos y los adorna con el misterio
del cuento y el aroma de la novela, que se convierte en leyenda; así la anécdota, el
episodio histórico, o el lance de amor quedaron plasmados en un relato único llamado
tradición.
No podemos decir que Ricardo Palma inventó o creó la tradición como género literario,
es claro que tuvo influencias de lecturas extranjeras, pero sí podemos afirmar que dio a
este género una originalidad y dimensión universal.
‘Las Tradiciones peruanas, al Igual que los Comentarios reales del Inca Garcilaso,
Pájinas libres de González Prada y el Apologético de Espinoza Medrano, representan lo
más alto de la prosa peruana antes de 1900” (*)
Las Tradiciones peruanas son un producto auténticamente popular. Escritas en lenguaje
ágil, pícaro y criollo, utiliza giros y voces populares extraídos de un grupo mestizo de
hablantes.
Las voces como Mozas de rechupete, sinónimo de gracia y belleza, o la relación de
pregones van a enriquecer nuestro vocabulario criollo, allí se encuentra el vigor y fuerza
expresiva de sus adjetivos y verbos; la función sintáctica y valor estilístico de los
epítetos. Los verbos cumplen una función determinante, traen el pasado al presente
dando la sensación de estar viviendo esos hechos.
Otras características de la obra es la descripción y denominación de mujeres. En pocas
palabras se describe físicamente y se instruye psicológicamente al personaje femenino,
utiliza para ello los diminutivos, la adjetivación y la nominación.
La técnica de las tradiciones ha sido estudiada muchas veces, generalmente se inicia con
una anécdota o un dato, luego hábilmente continúa con una copla o un cantar y empieza
el relato ágil y festivo.
La obra de Palma ha traspasado fronteras territoriales e idiomáticas, ubicándose entre
las obras ‘clásicas de la literatura universal.
OBRAS
Poesía:
- Poesías (1885)
- Juvenilia (1865).
- Pasionarias (1870)
- Verbos y gerundios (1877).
Prosa:
- La hermana del verdugo
- Anales de la Inquisición de Lima
- La bohemia de mi tiempo
- Neologismo y americanismo
- Papeletas lexicográficas
- Tradiciones peruanas.
Generalizada creencia era entre nuestros abuelos que a las mujeres encinta debía
complacerse aun sus más extravagantes caprichos, Oponerse a ellos equivalía a
malograr obra hecha. Y los discípulos de Galeno eran los que más contribuían a
vigorizar esa opinión, si hemos de dar crédito a tesis o disertaciones médicas, impresas
en Lima. en diversos años, se encuentran reunidas en el tomo XXIX de Papeles varios
de la Biblioteca Nacional.
Las mujeres de suyo son curiosas, y bastaba que les estuviese vedado entrar en claustros
para que todas se desviviesen en sen por pasear conventos. No había, pues en el siglo
pasado limeña que no los hubiese recorrido desde la celda del prior o abadesa hasta la
cocina.
Tan luego como en la familia se presentaba la hija de Eva en estado Interesante, las
hermanitas, amigas y hasta las criadas se echaban a arreglar programa para un mes de
romería por los conventos. Y la mejor mañana se aparecían diez o doce tapas en la
portería de San Francisco, por ejemplo, y la más vivaracha de ellas decía, dirigiéndose
al lego portero:
-¡Ave María purísima!
-Sin pecado concebida. ¿Qué se ofrece, hermanitas?
-Que vaya usted donde el reverendo padre guardián y le diga que esta niña, como a la
vista está, se encuentra abultadita, que se le ha antojado pasear el convento y que
nosotras venimos acompañándola por si le sucede un trabajo.
-¡Pero tantas!... - murmuraba el lego entre dientes.
-Todas somos de su familia: esta buena moza es su tía carnal; estas dos son sus
hermanas, que en la cara se les conoce; estas tres gordifloncitas son sus primas por parte
de madre, yo y esta borradita sus sobrinas, aunque no lo parezcamos: la de más allá, esa
negra chicharrona, es la mama que la crió; esta es su...
-Basta, basta con la parentela, que es larguita -interrumpía el lego sonriendo.
Aquí la niña del antojo lanzaba un suspirito, y las que la acompañaban decían en coro:
-¡Jesús, hijita! ¿Sientes algo? Vaya usted prontito, hermano, a sacar la licencia. ¡No se
embrome y tengamos aquí un trabajo! ¡Virgen de la Candelaria! ¡Corra usted, hombre,
corra usted!
Y el portero se encaminaba paso entre paso a la celda del guardián: y cinco minutos
después regresaba con la superior licencia, que su paternidad no tenía entrañas de ogro
para contrariar deseo de embarazada.
-Puede pasar la niña del antojo con toda la sacra familia.
Y otro lego asumía las funciones de guía o cicerone.
Por supuesto que en muchas ocasiones la barriga era de pega, es decir, rollo de trapos:
pero ni guardián ni portero podían meterse a averiguarlo. Para ellos vientre abovedado
era pasaporte en regla.
Y de los conventos de frailes pasaban a los monasterios de monjas; y de cada visita
regresaba a casa la niña del antojo provista de ramos de flores, cerezas y albaricoques,
escapularios y pastillas. Las camaradas participaban también del pan bendito.
Y la minería en Lima duraba un mes por lo menos.
Un arzobispo, para poner algún coto al abuso y sin atreverse a romper abiertamente con
la costumbre, dispuso que las antojaditas limeñas recabasen la licencia, no de la
autoridad conventual, sino de la curia; pero como había que gastar en una hoja de papel
sellado y firmar solicitud y volver al siguiente día por el decreto, empezaron a disminuir
los antojos.
Su sucesor, el Sr. La Reguera, cortó de raíz el mal, contestando un no rotundo a la
primera prójima que le fue con el empeño.
-¿Y si malparo. Ilustrísimo señor? - Insistió la postulante.
-De eso no entiendo yo, hijita que no soy comadrón, sino arzobispo. Y lo positivo es que
no hay tradición de que limeña alguna haya abortado por no pasear claustros.
Entre los manuscritos que en la Real Academia de la historia, en Madrid, forman la
colección de Matalinares, archivo de curiosos documentos relativos a la América, hay
un (cuaderno 3° del tomo LXXVII) códice que no es sino el extracto de un proceso a
que en el Perú dio motivo la niña del antojo.
Guardián de la Recoleta de Cajamarca era por los años de 1806 fray Fernando Jesús de
Arce, quien contrariando la arzobispal y disciplinaria disposición, dio en permitir el
paseíto por su claustro a las cristianas que lo solicitaban alegando el delicado achaque.
La autoridad civil tuvo o no tuvo sus razones para pretender hacerlo entrar en vereda, y
se armó proceso, y gordo.
El padre comisario general apoyó al padre Arce, presentando, entre otros argumentos, el
siguiente que a su juicio era capital y decisivo: ‘la conservación del feto es de derecho
natural y el precepto de la clausura es de derecho positivo, y por consideración al último
no sería caritativo exponer una mujer al aborto”
El padre Arce decía que para él era caso de conciencia consentir en el capricho
femenino; pues una vez que se negó a conceder tal licencia acontecióle que. a los tres
días, se le presentó la niña del antojo llevando el feto en un frasco y culpándolo de su
desventura. Añadía el padre Arce que por él no había de ir otra almita al limbo y que no
se sentía con hígados para hacer un feo a antojos de mujer encinta.
El vicario foráneo se vió de los hombres más apurados para dar su fallo, y solicitó el
dictamen de Matalinares, que era a la sazón fiscal de la Audiencia de Lima. Matalinares
sostuvo que no por el peligro del feto, sino por corruptela y consideraciones de
conveniencia o por privilegios apostólicos para determinadas personas de distinción, se
había tolerado la entrada de mujeres en clausura de regulares, y que eso de los antojos
era grilla y preocupación. En resumen: terminaba opinando que previniese al padre
comisario general ordenase al guardián de la Recoleta, que por ningún pretexto
consintiese en lo sucesivo visitas de faldas, bajo las penas designadas por la Bula de
Benedicto XV, expedida en 3 de enero de 1742.
El vicario, apoyándose en tan autorizado dictamen, falló contra el guardián; pero éste no
se dio por derrotado y apeló ante el obispo, quien confirmó la resolución.
Fray Fernando Jesús de Arce era testarudo, y dijo en el primer momento que no acataba
el mandato mIentras no viniese del mismo Papa; pero su amigo. ci comisario general,
consiguió apaciguar- lo, diciéndole:
-Padre reverendo, más vale maña que fuerza. Pues la cuestión ante todo es de amor
propio, éste quedará a salvo acatando y no cumpliendo.
El Padre Arce quedó un minuto pensativo; y luego, pegándose una palmada en la frente,
como quien ha dado en el quid de intrincado asunto, exclamó:
-¡Caballito! ¡Eso es!
Y en el acto hizo formal renuncia de la guardianía para que otro y no él cargase con el
mochuelo de enviar almitas al limbo.
EL REALISMO
Nace en Moquegua en 1845, llega a Lima a los 20 años, algunos años más tarde se casa
con un prestigiado médico, el Dr. Urbano Carbonera.
Mercedes Cabello se inicia en el Correo del Perú y en la Revista de Lima, en donde
escribe artículos radicales en pro de la emancipación de la mujer, este empeño en la
ilustración femenina se verá plasmado en su ensayo Perfeccionamiento de la educación
y de la condición social de la mujer.
En 1886 es premiada por su ensayo novelado Sacrificio y recompensa, animada por este
triunfo publicará el año siguiente Los amores de Hortensia, obra que refleja un drama
hogareño muy frecuente en nuestra sociedad, en donde los sentimientos del corazón son
acallados por las exigencias de la posición económica.
Su obra más importante es indudablemente Blanca Sol. La primera edición es 1889.
Presenta un cuadro de la vida limeña, en el cual la protagonista supera su ruina
satisfaciendo las esperanzas de los galanes que antes la cortejaron.
En 1892 publica El conspirador, sátira política, mediante la cual se burla de don Nicolás
de Piérola.
Reseña biográfica
Nace el 11 de noviembre de 1852, en 4el Cusco; sus padres fueron don Ramón Torres
Mates y doña Grimanesa Usandivaras. El apellido
Torres Mates es transformado más tarde, por Clorinda, en Matto.
Pasa su infancia en su pueblo natal y se educa en el colegio nacional de Educandos del
Cusco.
En 1871 contrae matrimonio con don Juan Turner, caballero inglés radicado en el
Cusco, y pasa a residir al pueblo de Tinta. Continúa con su producción literaria para El
Heraldo, El Mercurio, El Ferrocarril y El Eco de los Andes, utilizando como
seudónimos Mary”, ‘Lucrecia y “Rosario”.
En 1881 enviuda, quedándose sola al frente de la economía del hogar. Viaja a Arequipa
y acepta la jefatura de redacción en La Bolsa, publicando sus primeras tradiciones
cuzqueñas:
Tradiciones, Leyendas y hojas sueltas, con prólogo de Ricardo Palma.
Al terminar la guerra con Chile viaja a Lima, donde se vincula con la generación
intelectual de su época, realizando veladas literarias. Perseguida por Piérola debido a su
filiación cacerista es desterrada a Chile y Argentina y desaparece la editorial Mattos
Hnos.
En 1901 se imprime en Lima su traducción al quechua del Evangelio de San Lucas.
En Buenos Aires, en 1902. Publica Boreales, miniaturas y proclamas. En la parte
denominada “Boreales” nos pinta a Lima, la revolución de Piérola, la personalidad
indiscutible de Cáceres y su destierro a Chile y Argentina.
En ‘Proclamas” destaca la obra literaria de la mujer en América, y en “Miniaturas”
resalta las figuras de algunos hombres representativos de América.
El 25 de octubre de 1909 fallece en Buenos Aires.
Reseña literaria
La trayectoria literaria de Clorinda Matto de Turner es amplia, sus publicaciones en
diarios y revistas han enriquecido la tradición popular.
Sus vivencias marcan su evolución literaria y su primer contacto con la realidad social
andina quedará reflejado en sus Tradiciones cuzqueñas.
Su perfil se logrará definitivamente en Arequipa, allí se forjará su personalidad,
recogiendo diversas corrientes en boga. Su pensamiento rebelde y su carácter de
“Peruanista” hallarán en la tristeza del indio un motivo para su producción lírica. Se le
atribuye el mérito de haber introducido “el problema del indio” en la narrativa peruana y
la “novela indigenista” encontró en ella su creadora.
Pertenece a la corriente realista, sin lograr dejar de lado un sentimentalismo que añora
sus raíces indígenas.
Su estilo demuestra emoción y talento y’ a juicio de Tamaño Vargas “aunque cae en
fundamentales errores de estructuración novelística, obtiene un gran impacto en la
literatura iberoamericana”.
Sus temas son preferentemente:
a) Narraciones históricas de interés local, fundamentalmente sus tradiciones.
b) La presentación de aspectos de nuestra serranía.
c) La denuncia de los abusos cometidos contra los indígenas.
OBRAS
- Tradiciones, leyendas y hojas sueltas (1883)
- Himacc-Sumac -Drama (1883)
- Elementos de Literatura según el Reglamento de Instrucción Pública -para uso del
Bello Sexo.
- Aves sin nido -Novela (1889)
- Bocetos al lápiz de americanos célebres (1890)
- Índole -Novela (1891)
- Leyendas y recortes (1891)
- Herencia -Novela (1895)
ABELARDO GAMARRA
(1850-1924)
DON FLEMÓN
Don Flemón, es un católico a su modo, practica la Religión por hábito, para él ciertas
formas son el todo del culto; si oye dar la oración, se detiene y. sin apartar los ojos del
vecino que pasa, de la puerta que se abre, de la mujer que sale o del prójimo que entra.
se descubre y balbucea: “ci ángel del Señor anunció a Maria”. Si pasa por la puerta de
un templo, se descubre también, aunque al mismo tiempo levante la cabeza para ver
quién está en el balcón que tiene delante. A don Flemón le gusta ayudar a misa, llevar el
estandarte en los días de procesiones y abrirse en cruz para significar su devoción.
Siempre está visitando a este canónigo, a aquel padre, como quien no tiene otra cosa
que ocuparse. Por lo demás, don Flemón es buena caña de pescar; pero tiene tal
suavidad, se insinúa tan dulcemente que parece que no pisa en el suelo.
Un su casa pelea con su mujer como los demás pecadores y descuida la educación de
sus hijos como los demás pecadores; gasta lujo como los demás pecadores y sólo se
diferencia de los demás pecadores en que trabaja poco y vive mejor que todos los demás
pecadores; es devoto de San Miguel y parece que lo que no consigue del Santo lo
consigue del de debajo, el hecho es que pasa la gran vida; y como en el Perú la mitad se
ocupa de política y la otra mitad de lo mismo; él que sólo se ocupa de su devoción, dice
para sus adentros:
‘medio mundo se ríe del otro medio, y sólo yo me río del mundo entero”.
Tiene tal modo de filtrarse y se sabe dar tales trazas, que desde el año 1801 la cofradía
del Arcángel no tiene otro, mayordomo que el amable, el amabilísimo don Flemón: la
dulzura con leva.
¡SI vieran ustedes el presupuesto que forma para la celebración de la fiesta!
Helo aquí:
Diez arrobas de cera; doce varas de raso para la pollera del Arcángel; veinte varas de
franja; cuarenta soles para hacerle dorar el escudo, platear la espada y esmaltar el
turbante; veinte para retocar su diablo, ponerle un cuerno que le falta y arreglarle el rabo
que se le ha descompuesto; cincuenta para hacerle esmaltar las alas; diez para que le
muden peana; en una palabra doscientos para que lo pongan como nuevo; ltem para
lamparines, floreros, retablos, etc.
A juzgar por el presupuesto, don Flemón va a poner hecho una ascua al Arcángel; pero
¡quiá! una vez que la hermandad ha entregado el bodoque, se le despierta tal espíritu de
economía que vacila para convertir tanto caudal en una cosa que se puede arreglar de
otra manera; lo medita, lo consulta en familia y recuerda que en casa sobró raso cuando
la niña se hizo traje; que en vez de franja se podía poner un fleco de abrigo de la señora,
discute las conveniencias de mejorar al diablo y comprende que en lugar de ponerle el
cacho que le falta fuera mejor romperle el otro para hacerlo más feo, y en cuanto al
rabo, hay más polémica de sobremesa que discusión en el Congreso.
La señora dice que de dónde viene eso de que el Demonio tenga rabo; don Flemón le
replica que Demonio sin rabo es como mujer sin traspontín; las niñas protestan y están
porque al Diablo se le deje cutulo: se somete a votación el asunto y resulta el Diablo
como cuy en lugar de resultar como rata. Las niñas continúan con la palabra y proponen
que se compren los floreros más lindos que haya; pero comprometiéndose ellas a vestir
al Arcángel, ponen la condición de que pasada la fiesta los floreros vengan a casa. En
este caso dice la señora yo doy mis flores, que para iglesia están muy buenas, si me dan
unos maceteros, de esos que se están usando:
Aceptado. Resulta que el pobre Diablo es el que sale más mal parado. y que el Arcángel
va a hacer el papel de un pelón al que se va a vestir con los rezagos de la familia, y ya
que todas y cada una de las de casa van a resultar hermanas de la Cofradía del Arcángel.
¿Tú qué harás?, pregunta la señora al mayordomo, como quien dice: te dejamos sin
parte, y él contesta echándose hacia atrás; yo arreglaré la cera.
Este arreglo de la cera tiene también su economía, como que cada cera no ha de arder
hasta no dejar mecha.
Distribuida así la parte financiera de la fiesta, cada cual cumple su palabra y si el
Arcángel luce el raso que sobró de la pollera de la niña, ésta luce el surá de la pollera
del Arcángel; y si el fleco del abrigo de la señora cuelga del vestido de San Miguel, el
importe de la franja cuelga de las orejas de la señora en forma de aretitos de última
moda; todo es cuestión de colgadera; no lleva cola el Diablo; pero sí la lleva el traje de
la otra señorita, que con sus propias ruanos acaba de dejar mucho en la retaguardia a la
imagen de Satanás; cola por cola.
Así es corno por este bonito cambalache, que nada tiene de pecado, por supuesto,
resulta armado el Arcángel y todos los diablitos de la casa de don Flemón.
Termina la fiesta, se gasta la cuarta parte de la cera y lo demás (“la cabería”) venite
adoremus, vuelve a casa del cerero y se convierte en soles redondos no para el bolsillo
del mayordomo ¡Dios nos libre y nos favorezca! sino para aplicarlo con aprobación
general a un merendón con todos los hermanos de la “cabería, queremos decir de la
Cofradía, terminada la cual se practican las elecciones y vuelve a salir reelecto por las
1.899 veces nuestro don Flemón (1a cabería”) el más gallazo de los mayordomos, y sea
dicho en honor de los que lo fuesen: la excepción de la regla.
Reseña biográfica
Manuel González de Prada y Ulloa nace en Lima el 6 de enero de 1848, estudia en el
colegio inglés de Valparaíso, en donde se encontraba su familia por razones políticas.
De regreso al Perú continúa sus estudios en el Seminario de Santo Toribio de Lima, pero
no se adapta a la vida monacal y fuga de allí para trasladar- se al Convictorio de San
Carlos.
La opinión familiar lo indujo a estudiar Derecho en San Marcos, pero abandona sus
estudios para seguir ciencias y matemáticas, que era su vocación.
Desde muy joven manifiesta su espíritu rebelde. Se refugia en una hacienda familiar en
el valle de Cañete, para cultivar la tierra y disfrutar de soledad, ya se había iniciado en
la labor literaria y durante ocho años alterna la literatura con la tierra.
Declarada la guerra con Chile en 1879, ingresa al ejército peruano como oficial de
reserva, tomando parte en la batalla de Miraflores. Durante la ocupación de Lima por
los chilenos se encierra en su casa como señal de protesta, dedicándose a la creación
literaria; de esos años datan Escenas nocturnas, La rendición de la mujer y Mojiganga.
Luego de firmada la paz con Chile saldrá a continuar su labor de renovación nacional
desde la presidencia del Círculo Literario, se hará conocido por sus discursos
pronunciados en los escenarios de El Ateneo y el Politeama.
Contrajo matrimonio con Adriana de Vermil, por razones familiares viaja a Europa y se
establece en París, estudiando en La Sorbona.
Después de varios años regresa al Perú y en 1908 publica Horas de lucha.
En 1912 acepta el cargo de director de la Biblioteca Nacional, dos años después
renuncia al cargo en protesta contra el golpe militar que derrocó al presidente
Billinghurst, en 1916 es ratificado en el cargo.
Fallece en Lima el 22 de julio de 1918.
Reseña literaria
Manuel González Prada, poeta, ensayista, filósofo, político, ha sido estudiado por
muchos autores y al final se llega a la misma conclusión, González Prada era un
buscador de la verdad, toda su vida la dedicó a señalar el mal por eso fue perseguido y
acusado: Una sola cosa debemos a nuestros semejantes: La verdad; por lo demás siendo
irrefutables como axioma, podemos ser violentos como una tempestad” -
Su razón lo llevó al convencimiento de que sólo la ciencia podía abrirle el camino de la
verdad.
Aceptó la vida como un hecho. En P4jinas libres define al hombre como ‘puñado de
polvo que la casualidad reúne y la casualidad dispersa”.
Los poemas iniciales de González Prada se ubican dentro de la naciente corriente
realista, con un espíritu científico, y fueron publicados en El Correo del Perú.
Mientras duró su retiro voluntario, durante la ocupación chilena, compuso numerosos
sainetes y letrillas, como Cuartos para hombres vacíos, Escenas nocturnas, El corneta de
1882, pero no pudo callar más y sale a denunciar a los malos dirigentes del país,
convirtiéndose en el predicador de una patria desgarrada por luchas intestinas y por
acciones de países vecinos.
Lucha contra el sistema de gobierno, contra la estructura educacional dogmática y ávida
de lucro, contra la administración pública, contra las castas privilegiadas.
Para el aniversario patrio preparó un discurso que fue leído el 28 de julio de 1888, al
que se le conoce como Discurso en el Politeama, se trataba de una función escolar con
el fin de reunir fondos para pagar el rescate a Chile de las provincias de Tacna y Anca.
“Los que pisan el umbral de la vida, se juntan para dar hoy una lección a los que se
acercan a las puertas del sepulcro. La fiesta que presenciamos tiene mucho de
patriotismo y algo de ironía: el niño quiere rescatar con el oro lo que el hombre no supo
defender con el hierro”... ‘¡Que vengan árboles nuevos a dar flores y frutas nuevas! ¡Los
viejos a la tumba los jóvenes a la obra!”. Esto generó una represión por parte del
gobierno.
Con su obra La muerte y la vida precisa su ateísmo, su racionalismo intransigente y los
grupos de estudiantes, escritores e intelectuales lo proclaman Maestro.
En Europa publica Pájinas libres (1894) en el que reúne sus discursos y ensayos, y en
1901 sale la primera edición de Minúsculas, en el cual las estrofas empleadas eran los
triolets, róndeles, laúdes y coplas.
En 1991 publica Exóticas.
Con posterioridad a su muerte, su hijo Alfredo publica: Trazos de vida, versos
publicados en 1933 en París. Bajo eL oprobio (1933), París. Baladas peruanas, Chile,
1935. Figuras y figurones (1937).
EL INTELECTUAL Y EL OBRERO
Se hace tanto bien al sembrar el trigo en los campos como al derramar Ideas en los
cerebros, no hay diferencia de jerarquía entre el pensador que labora con la Inteligencia
y el obrero que trabaja con las mano, el hombre de bufete y el hombre de taller, en vez
de marchar separados y considerarse enemigos, deben caminar Inseparablemente
unidos.
¿Existe acaso una labor puramente cerebral y un trabajo exclusivamente manual?
Piensan y cavilan: el herrero al forjar una cerradura, el albañil al nivelar una pared. el
tipógrafo al hacer una compuesta, el carpintero al ajustar un ensamblaje, el barretero al
golpear una vela; hasta el amasador de barro piensa y cavila. Sólo hay un trabajo ciego
y material: el de la máquina; donde funciona el brazo de un hombre, ahí se deja sentir el
cerebro. Lo contrario sucede en las faenas llamadas intelectuales: a la fatiga nerviosa del
cerebro que imagina y piensa, viene a juntarse el cansancio muscular del organismo que
ejecuta. Cansan y agobian: al pintor los pinceles, al escultor el cincel, al músico el
instrumento, al escritor la pluma; hasta al orador le causa y agobia el uso de la palabra.
¿Qué menos material que la oración y el éxtasis? Pues bien: el místico cede al esfuerzo
de hincar las rodillas y poner los brazos en cruz.
Las obras humanas viven por lo que nos roban de fuerza muscular y de energía
nerviosa. En algunas líneas férreas, cada durmiente representa la vida de un hombre. Al
viajar por ellas, figuré- ¡nonos que nuestro vagón se desliza por rieles clavados sobre
una serie de cadáveres; pero al recorrer museos y bibliotecas, Imaginémonos también
que atravesamos una especie de cementerio donde cuadros, estatuas y libros encierran
no sólo el pensamiento sino la vida de los autores. (...)
Cuando preconizamos la unión o la alianza de la inteligencia con el trabajo no
pretendemos que a título de una jerarquía Ilusoria, el intelectual se erija en tutor o
lazarillo del obrero. A la idea de que el cerebro ejerce función más noble que el
músculo, debernos el régimen de las castas: desde los grandes imperios de Oriente,
figuran hombres que se arrogan el derecho de pensar, reservando para las
muchedumbres la obligación de creer y trabajar.
Los intelectuales sirven de luz, pero no deben hacer de lazarillos, sobre todo en las
grandes crisis sociales donde el brazo ejecuta lo pensado por la cabeza. Verdad, el soplo
de rebeldía que remueve hoy a las multitudes, viene de pensadores y solitarios. Así vino
siempre. La justicia nace de la sabiduría, que el ignorante no conoce el derecho propio
ni el ajeno y cree que en la fuerza se resume toda la ley del Universo. Animada por esa
creencia la Humanidad suele tener la resignación del bruto: sufre y calla. Más, de
repente, resuena el eco de una gran palabra y todos los resignados acuden al verbo
salvador, como los insectos van al rayo de sol que penetra en la oscuridad del bosque.
El mayor inconveniente de los pensadores es figurarse que ellos solos poseen el acierto
y, que el mundo ha de caminar por donde ellos quieran y hasta donde ellos ordenen. Las
revoluciones vienen de arriba y se operan desde abajo. Iluminados por la luz de la
superficie, los oprimidos del fondo ven la justicia y se lanzan a conquistarla, sin
detenerse en los medios ni arredrarse con los resultados. Mientras los moderados y los
teóricos se imaginan evoluciones geométricas o se enredan en menudencias y detalles
de forma, la multitud simplifica las cuestiones, las baja de las alturas nebulosas y las
confina en terreno práctico. Sigue el ejemplo de Alejandro: no desata ci nudo, lo corta
de un sablazo.
AL AMOR
TRIOLET
TRIOLET
TRIOLET
RONDEL
TRIOLET
GRAU
Épocas hay en que todo un pueblo se personifica en un solo individuo: Grecia en
Alejandro; Roma en César: España en Carlos V; Inglaterra en Cronwell; Francia en
Napoleón; América en Bolívar. El Perú de 1879 no era Prado, La Puerta, ni Piérola: era
Grau.
Cuando el Huáscar zarpaba de algún puerto en busca de aventuras, siempre arriesgadas,
aunque a veces Infructuosas, todos volvían los ojos al comandante de la nave, todos le
seguían con las alas del corazón, todos estaban con él. Nadie ignoraba que el triunfo
rayaba en lo Imposible, atendida la superioridad de la escuadra chilena: pero el orgullo
nacional se lisonjeaba de ver en el Huáscar un caballero andante de los mares, una
imagen del famoso paladín que no contaba sus enemigos antes del combate, porque
aguardaba contarlos vencidos o muertos. (...)
El Huáscar forzaba los bloqueos, daba caza a los transportes, sorprendía las escuadras,
bombardeaba los puertos, escapa ileso de las celadas o persecuciones, y más que nave
parecía un ser viviente con vuelo de águila, vista de lince y astucia de zorro. Merced al
Huáscar. el mundo que sigue la causa de los vencedores, olvidaba nuestros desastres y
nos quemaba incienso: merced al Huáscar, los corazones menos abiertos a la esperanza
cobraban entusiasmo y sentían el generoso estímulo de sacrificio; merced al huáscar, en
fin, el enemigo se desconcertaba en sus planes, tenía vacilaciones desalentadoras y
devoraba el despecho de la vanidad humillada, porque el Monitor, vigilando las costas
del Sur, apareciendo en el instante menos aguardado, parecía decir a la ambición de
Chile: Tú no pasarás de aquí”. Todo esto debimos al Huáscar, y el alma del Monitor era
Grau.
(...)
El año 1865 hubo momentos en que Grau se atrajo las miradas de toda la nación, es que
tuvo pendiente de sus manos la suerte del país. Conducía de los astilleros Ingleses un
buque de guerra a tiempo que la República se había revolucionado para deshacer el
tratado Vivanco-Pareja. Plegándose a los revolucionarios, entregándoles el dominio del
mar, Grau contribuyó eficazmente al derrumbamiento de Pezet.
La popularidad de Grau empieza al encenderse la guerra contra Chile. Antes pudo
confundirse con sus émulos y compañeros de armas o diseñarse con las figuras más
notables del cuadro; pero en los días de la prueba se dibujó de cuerpo entero, se destacó
sobre todos, les eclipsó a todos. Fue comparado con Noel y Gálvez y disfrutó como
Washington la dicha de ser “el primero en el amor de sus conciudadanos”. El Perú todo
lo apostrofaba como a Napoleón Goethe: “Eres un hombre”.
Y lo era, tanto por el valor, como por las otras cualidades morales. En su vida, en su
persona, en la más Insignificante de sus acciones, se conformaba con el tipo legendario
del marino.
Tal era el hombre que en un buque mal artillado, con una marinería Inexperta, se vió
rodeado y acometido por toda la escuadra chilena el 8 de octubre de 1879.
En el combate homérico de uno contra siete pudo Grau rendirse al enemigo: pero
comprendió que por voluntad nacional estaba condenado a morir, que sus compatriotas
no le habrían perdonado el mendigar la vida en la escala de los buques vencedores.
Efectivamente. Si a los admiradores de Grau se les hubiera preguntado qué exigían del
comandante del Huáscar, el 8 de octubre, todos habrían respondido, como en el Horacio
de Corneille: “¡Que muriera!”. (...)
La guerra, con todos sus males, nos hizo el bien de probar que todavía sabemos
engendrar hombres de temple viril. Alentémonos pues; la rosa no florece en el pantano,
y el pueblo donde nacen un Grau y un Bolognesi no está muerto ni completamente
degenerado. Regocijémonos, si es posible; la tristeza de los injustamente vencidos
conoce alegrías sin ceras, así como el sueño de los vencedores implacables llene
despertamientos amargos, pesadillas horrorosas. (.,.)
Humano hasta el exceso, practicaba generosidad que en el fragor de la guerra concluían
por sublevar nuestra cólera. Hoy mismo al recordar la saña implacable del chileno
vencedor, deploramos la exagerada clemencia de Grau en la noche de Iquique. Para
comprenderle y disculparle, se necesita realizar un esfuerzo, acallar las punzadas de la
herida entreabierta, ver los acontecimientos desde mayor altura. Entonces se reconoce
que no son grandes los tigres que matan por matar o hieren por herir, sino los hombres
que hasta en el vértigo de la lucha saben economizar y ahorrar dolores. (...)
Hasta en el porte familiar se manifestaba, sobrio de palabras; lejos de él la verbosidad
que falsifica la elocuencia y remeda el talento. Hablaba corno anticipándose al
pensamiento de sus interlocutores, como temiendo desagradarles con la más leve
contradicción, Su cerebro discernía con lentitud, su palabra fluía con largos Intervalos
de silencio, y su voz, de timbre femenino, contrastaba notablemente con sus facciones
varoniles y toscas.
Ese marino forjado en el yunque de los espíritus fuertes, inflexibles en aplicar a los
culpables todo el rigor de las ordenanzas, se hallaba dotado de sensibilidad exquisita,
amaba tiernamente a sus hijos, tenía marcada predilección por los niños. Sin embargo,
su energía moral no se enervaba con el sentimiento, como lo probó en 1865 al adherirse
a la revolución; rechazando ascensos y pingües ofertas de oro, desoyendo las
sugestiones o consejos de sus más íntimos amigos, resistiendo a los ruegos e
intimidaciones de su mismo padre, hizo lo que le parecía mejor, cumplió con su deber.
Tan inmaculado en la vida privada corno en la pública, tan honrado en el salón de la
casa como en el camarote del buque, formaba contraste con nuestros políticos y nuestros
guerreros, existía como un verdadero anacronismo.
Como flor de sus virtudes la resignación; nadie conocía más el peligro, y marchaba de
frente, con los ojos abiertos con la serenidad en el semblante. En él nada cómico ni
estudiado: personificaba la naturalidad. Al ver su rostro leal y abierto, al coger su mano
áspera y encallecida, se palpaba que la sangre venía de un corazón noble y generoso.
EL MODERNISMO
A fines del siglo XIX aparece en América el movimiento denominado modernismo, con
una fuerte influencia europea. Los intelectuales franceses y europeos en general,
empezaron a criticar duramente la corriente anterior, el romanticismo.
Los procesos políticos revolucionarios ocurridos en Europa, atrajeron la atención sobre
el hombre como un ser social, y surge una tendencia al examen de conciencia tanto en
prosa como en verso.
En América, el modernismo se manifiesta como una “rebeldía estática”, como una
crítica al romanticismo, y muy particularmente a la continuación de la tradición
española.
Nuestro modernismo se nutre así de algunas corrientes literarias anteriores y autores con
ideas de cambio.
Honorato de Balzac y Emilio Zola nos mostraron las degeneraciones humanas.
Mallarmé y Verlaine tratarán de buscar en la palabra clave de la poesía emocionada de
universales sentimientos humanos. Manuel Gutiérrez Nájera, mejicano, le dará color y
plasticidad a la poesía.
José Asunción Silva, colombiano, con su poesía realista, nos traerá un lenguaje nuevo,
lleno de largos silencios, y Rubén Darío, nicaragüense, elevará su voz americana.
En el Perú tenemos a González Prada, con sus formas nuevas y extrañas en las que
graba su pensamiento crítico y su protesta ante la injusticia.
En nuestro país, la producción literaria de este período fue obra de escritores
pertenecientes a distintas generaciones y escuelas literarias. Entre 1910 y 1924 aparecen
las siguientes obras:
- Iras santas y Alma América, de José Santos Chocano.
- El caballero Carmelo, de Abraham Valdelomar.
- Poesías completas y Apéndice a mis últimas Tradiciones, de Ricardo Palma.
- Simbólicas y La Canción de las figuras, de José María Eguren.
- Panoplia lírica, de Alberto Hidalgo.
- Los Heraldos Negros y Trilce, de César Vallejo.
De tanta variedad de estilos y escuelas podemos decir que el modernismo fue una
tendencia literaria dominante no sólo en el Perú sino en toda Hispanoamérica.
Reseña biográfica
Nace en Lima el 14 de mayo de 1875, se unen en él dos familias tradicionales, la
paterna de Moquegua, y la materna de Trujillo
Hizo sus estudios en el Instituto de Lima, luego se dedicaría al magisterio. Ingresa a la
Universidad de San Marcos a estudiar letras, estudios que pronto abandona para
dedicarse al periodismo y a la política.
En 1891, con motivo de celebrarse el centenario del nacimiento de Melgar, empezó a
publicar sus poemas, pero a raíz de unos escritos contra la dictadura de Cáceres fue
detenido en el Real Felipe del Callao, de donde se libró de ser fusilado por un
movimiento revolucionario.
Sigue con su actividad literaria y periodística, funda las revistas La Niebla, La Gran
Revista y El Siglo XX.
En 1901 es enviado a Centroamérica en misiones diplomáticas.
En 1905 viaja a España y conoce allá a Rubén Darío, entrando en contacto con
escritores modernistas.
Publica Alma América con prólogo de Rubén Darío. En 1908 publica Fiat Lux. Luego
viajará por Norteamérica, México, Cuba, Puerto Rico.
En Guatemala entra al servicio del dictador Estrada Cabrera, quien es derrocado; debido
a esto Chocano es detenido y condenado a ser fusilado, pero una protesta de los
intelectuales americanos y europeos logró que se anule la sentencia.
En 1922 regresa al Perú y es glorificado como el ‘Poeta de América” en una ceremonia
en el Teatro Municipal y declarado “Hijo predilecto de la ciudad de Lima”.
En una polémica que tuvo con el poeta Edwin Elmore y que terminó con la muerte de
éste, fue acusado de asesinato y juzgado, comprobada su inocencia es dejado en
libertad, radicándose en Chile. En 1934 es víctima de un demencial ataque, muriendo
apuñalado en Santiago de Chile. Sus restos son traídos al Perú 31 años después, y
descansan en el Cementerio de Lima.
Reseña literaria
Chocano es uno de los más grandes representantes del modernismo en el Perú, poseía
los caracteres universales de este movimiento. La libertad y el individualismo están
presentes en todos sus versos.
Junto a Rubén Darío, son los grandes representantes de la poesía modernista en
América. Es un cantor épico y lírico, aunque sus estrofas se identifican más con el
género épico es un poeta para ser leído en voz alta.
Se sentía el portavoz de América y el defensor de su raza: mitad española, mitad india.
En Chocano predominaba la magnificencia y el Individualismo, decía “Walt Withman,
tiene el Norte; pero yo tengo el Sur”.
Su obra poética es la representación de imágenes pictóricas y formalidades métricas que
dan la sensación de una ejecución orquestal, buscando siempre el camino de la
renovación.
Los temas en la poesía de Chocano son variados, tan pronto habla de su infancia, como
se solidariza con el humilde, pero siempre girará en torno de una constante, su espíritu
americanista, su búsqueda del paisaje americano, con su particular estilo poético de
entonación grandilocuente, de metáforas agresivas y sentimiento pictórico, extraña
mezcla de pintor y poeta.
El mensaje cristiano es también un tema de la inspiración, y a él le dedicará El Sermón
de la Montaña.
‘Mustio y enflaquecido por La fiebre
Cristo va con su caña de viajero
y sus vagos sueños de pesebre...
Solía decir Chocano que toda su obra poética había sido improvisada y que anhelaba
hallar el sosiego para deleitarse con la creación poética, expresaba que cada uno de sus
versos perpetuaba algún suceso de su vida y podía considerarse su obra como una
poesía autobiográfica. El mismo se siente un sujeto múltiple que fue americano y se
reencarnó sin oposiciones en dos razas antagónicas y dispares.
OBRAS
La obra poética de Chocano es amplia, teniendo muchas veces carácter autobiográfico,
puede dividirse en dos ciclos: antes de Alma América y después de Alma América.
Pertenecen al primer ciclo: Iras santas, En la aldea, Selva virgen, La epopeya del Morro,
El canto del siglo y Cantos del Pacifico. Pertenecen al segundo ciclo: El hombre Sol y
Oro de indias.
ALMA AMÉRICA
Es el libro fundamental de la poesía de Chocano Lo subtitula: Poemas Indo-españoles”:
es una selección de versos en donde describe la historia, geografía y tradición de
América.
Evoca a la antigua “Limeña”, menciona a Pizarro, al paisaje andino:
Andes y selva, todo tiene un lugar principal en sus versos, desde la tímida vicuña, hasta
el majestuoso cóndor; desde el tenebroso pantano hasta la brillante catarata.
Este libro señala su apogeo literario y representa la madurez espiritual e ideológica del
poeta, en él brillan la economía y la fluidez que demuestran la personalidad del autor.
Alma América marca el inicio del ciclo creativo de Chocano.
- iras santas, 1895. Inspirado en el odio a la dictadura que ordenó su prisión en el Real
Felipe, cuestionando al régimen dictatorial de esa época.
- En la aldea, 1895. Sonetos de inspiración paisajista, donde elogia a la naturaleza.
- Selva virgen y azahares, 1896. Renovación del paisaje cuya exuberancia romántica es
testimonio de juventud.
- La Epopeya del Morro, 1899. Canto heroico al sacrificio del coronel Francisco
Bolognesi en Anca, premiado en el concurso poético efectuado en ese mismo año por el
Ateneo de Lima.
- El Canto del Siglo, 1901. Elogio poético de los hechos más notables y progresos
científicos y artísticos del siglo que terminaba.
- Fiat Lux, 1908. Junto con Los cantos del Pacífico, condensa antológicamente los
mejores poemas de los títulos anteriores.
- Oro de Indias (1940-1941). Cuatro volúmenes que constituyen la obra póstuma del
poeta, en una colección de poemas neo-mundiales dividida en nueve partes, cada una de
ellas, según la explicación de Chocano, constituye por separado un libro en el que los
poemas forman un conjunto armonioso.
LA MANGOLIA
LEONIDAS YEROVI
(1881.1917)
Nace en Lima en 1881. se educa en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe. Pertenece
a una familia de clase media, con escasos recursos económicos. Ingresa al mundo del
periodismo en el diario La Prensa, dándole a sus artículos su estilo particular de fácil
lectura, entendido por todo tipo de público. Desde 1903 colabora en dos semanarios:
Actualidades y Variedades; dirige Monos y Monadas y envía artículos a las revistas
Caras y Caretas y Crítica de Buenos Aires.
Leonidas Yerovi incursiona tanto en el drama como en la poesía, pero es en la lírica
donde alcanza su mejor éxito, su extraordinaria facilidad para versificar le hacía
merecedor de aplausos y elogios.
Sus letrillas caricaturescas circulaban por los grupos literarios provocando risa, sus
personajes eran los políticos a quienes ponía sobrenombres y adjetivos.
En el teatro demuestra talento y conocimiento escénico. Su comedia más conocida es La
de cuatro mil, muy aplaudida por la crítica, escrita en verso chispeante y florido con
chistes novedosos y dominio de escena; su vida fue corta y vehemente, muere asesinado
en Lima, el 15 de febrero de 1917.
La obra de Yerovi es nutrida, así han quedado piezas dramáticas como: La de cuatro mil,
Tarjetas postales, Gente loca, La Casa de tantos y muchas más.
Posteriormente se publica, en 1921, Poesías líricas, editadas por la imprenta Malatesta y
prologadas por Ricardo Palma. Yerovi fue un poeta periodista y sus versos se
publicaban sólo en diarios y revistas. Dueño de una pluma ágil juega con las palabras y
con las ideas advirtiéndose una ligera melancolía. Jorge Basadre nos dice: “nadie le ha
negado a Yerovi su condición de heredero de una ágil y reciente tradición literaria,
pocos tuvieron como él la espontaneidad y la facilidad para la rima inspirada y
ocasional, pero al mismo tiempo la caracterizó un donoso erotismo lírico y un íntimo
sentido amargo o desengañado de las cosas, por lo cual mezcló la sonrisa con las
lágrimas y negó a escribir madrigales que eran epigramas”.
RECÓNDITA
Los primeros años de nuestro siglo se vieron enriquecidos por nuevas generaciones que
recorrían el continente americano cantándole a la libertad y a la patria.
La Generación del Novecientos en el Perú estuvo formada por un grupo de intelectuales
de prosa fina y elegante que ahondaron sus raíces en nuestra historia, modificando su
técnica y actitud positiva por una vuelta al idealismo. Se desarrolló dentro del
modernismo, tomando un estilo particular donde la fantasía se mezcla con la realidad
nutriéndose de la historia. Su presencia se hizo sentir en la poesía y la prosa, en el teatro
y en la oratoria, en la historia y en el ensayo.
El teatro no tiene la brillantez de épocas anteriores y la recién nacida comedia
languidecía esperando un exponente que siguiera las huellas del costumbrismo.
Un hecho innovador fue la introducción de la zarzuela dentro del teatro.
La oratoria florece en el aula universitaria y en el escaño parlamentario.
“Con la agitación cívica contra el militarismo, los oradores asumen el papel de
directores de opinión y, por tanto, de sacerdotes de un culto resucitado: la democracia.
Su legítima ágora será la sala del Congreso y la Universidad. Las ideas han aprendido a
vestir toga, abandonando la guerra”. (*).
Los ensayos van a suplir la falta de historias, ensayos históricos, literarios y hasta
filosóficos. Todos ellos de exquisito temperamento, pero adictos a las galas verbales del
modernismo.
Ensayo:
- José de la Riva Agüero -
- Francisco García Calderón
- Ventura García Calderón
- Víctor Andrés Belaúnde
- Javier Prado
Poesía:
- José Gálvez
- Luis Fernán Cisneros
- Alberto Ureta
Teatro:
- Felipe Sassone
- Ricardo Villarán
- Manuel Bedoya
Oratoria:
- Mariano H. Cornejo
- Manuel Vicente Villarán
- José Matías Manzanilla
Historia:
- Clemente Palma
- Hermilio Valdizán
- Julio C. Tello
- Pedro Zulen
Reseña biográfica
Nace en París, Francia, durante la estadía de su familia en esa ciudad por problemas
políticos, después de un efímero gobierno presidencial.
Realizó sus estudios en el colegio La Recoleta y luego en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, en las facultades de Letras, Ciencias Políticas y Jurisprudencia,
donde optará los títulos de bachiller y doctor y es allí donde tiene contacto con la
generación Arielista.
Luego de la muerte de su padre se dedica a la búsqueda de minas de plata por la serranía
y selva de nuestro país, viviendo momentos de peligro a lomo de mula, al borde de los
abismos o en frágiles balsas en los ríos de la selva, todo esto le dio una rica experiencia
que la vertió en sus relatos.
Durante la dictadura de Leguia se dedicó al periodismo y a la dirección de casas
editoriales.
En 1832 es nombrado delegado del Perú ante la Sociedad de las Naciones.
En 1934 es presentado como candidato al premio Nóbel de Literatura.
En 1935 fue nombrado Ministro Plenipotenciario en Bélgica y luego de cinco años
ocupó el mismo cargo en Suiza.
Como director de la Biblioteca Nacional, con la colaboración de Jorge Basadre y bajo el
auspicio del presidente Benavides, publicó trece volúmenes de Biblioteca de Cultura
Peruana. Nombrado delegado ante la UNESCO, radica en el extranjero, falleciendo en
París en 1959.
Reseña literaria
Ventura García Calderón está considerada como una de las figuras más representativas
del cuento peruano. En sus escritos se aprecia su, formación europea junto a un sincero
sentimiento americano.
Su obra es amplia, tanto en producción como en investigación literaria, pues incursionó
en poesía, crítica, crónica y narración.
Modernista por estilo y por espíritu, ha escrito algunas de las más perfectas
composiciones líricas que se han producido en el Perú.
Como narrador nos presenta, entre sus mejores obras, La venganza del cóndor, que
consta de 24 cuentos en donde nos muestra el ambiente andino y selvático, describiendo
sus paisajes y costumbres con minuciosidad y belleza, pero sobre todo presenta al
poblador, al hombre indígena y selvático con su idiosincrasia propia y particular,
manejando con maestría la técnica del cuento, con estilo limpio, elegante, de precisa
adjetivación.
El haber utilizado temas andinos para sus cuentos le ha valido críticas y halagos, que lo
han calificado como el primer cuentista de lengua castellana. Reivindicó como asunto
literario al indio y al mestizo peruano y lo impuso en el mundo gracias a sus dotes de
estilista y habilidad en el uso de recursos técnicos en el cuento.
Su libro inicial Del Romanticismo al Modernismo es una contribución al estudio de
nuestra literatura.
Entre las características de la obra de Ventura García Calderón podemos mencionar:
a. El lenguaje.- Responde aun momento de transición entre la poesía y la prosa, sus
descripciones adjetivadas y metafóricas sin perder su realismo patético hacen de sus
cuentos relatos ágiles y agradables al lector.
c. Mensaje.- Los relatos dejan al final una enseñanza, que a manera de anécdota dan su
mensaje de igualdad y defensa de los derechos humanos.
OBRAS
- Del Romanticismo al Modernismo (1910).
- La venganza del cóndor (1924).
- Couleur de Sang (1931)
- Cuentos peruanos (1935)
- Aguja de marear (1936)
- Vale un Perú (1939).
Nunca he sabido despertar a un indio a puntapiés. Quiso enseñarme este arte triste, en
un puerto del Perú, el capitán González, que tenía tan lindo látigo con puño de oro y un
jeme de plomo por contera.
Pedazo de animal —vociferaba el capitán atusándose los bigotes donjuanescos—. Así
son todos estos bellacos. Le ordené que ensillara a las cinco de la mañana y ya lo ve
usted, durmiendo como un cochino a las siete. Yo que tengo que llegar a Huaraz en dos
días...
El indio dormía vestido a la intemperie con la cabeza sobre una vieja silla de montar. Al
primer contacto del pie, se irguió en vilo, desperezándose. Nunca he sabido si nos miran
bajo el castigo, con ira o con acatamiento. Mas como él tardara un tanto en despertar a
este mundo de su dolor cotidiano, el militar le rasgó la frente de un latigazo. El indio y
yo nos estremecimos; él, por la sangre que goteaba en su rostro como lágrimas; yo,
porque llevaba todavía en el espíritu prejuicios sentimentales de bachiller. Detuve del
brazo a este hombre enérgico y evité la segunda hemorragia.
-¡Badajo! - repetía el verdugo, mirándome con ojos severos-. Así hay que tratar a estos
bárbaros. Usted no sabe, doctor.
El capitán González me había conferido el grado universitario al ver mis botas
relucientes, mi poncho nuevo, que no curtieron los vientos, y estas piedades cándidas de
limeño. Anoche mismo, después de ganarme, en la pobre fonda del puerto, cinco libras
peruanas al chaquete, me adoptaba ya con una sonrisa paternal, diciendo “Pues hacemos
juntos el viaje hasta Huaraz, mi doctorcito. Ya verá usted cómo se divierte con mi
palurdo, un Indio bellaco que en todas las chozas tiene comadres. Estuvo el año pasado
a ml servicio, y ahora el prefecto, amigo mío acaba de mandármelo para que sea mi
ordenanza. ¡Le tiene un miedo a este chicotillo!”.
Tuve que admirar por largo rato el tejido habilísimo de aquel “chicotillo de junco que
iba estrechándose al terminar en un cono de bala. En los flancos de las bestias y de los
indios aquello era sin duda irresistible.
Resonaba otra vez en el patio de la fonda la voz marcial.
-¿Y el pellón negro, so canalla? Si no te apuras vas a probar cosa rica.
-Ya trayendo, taita (padre o señor).
El indio se hundió en el pesebre en busca del pellón que no vino jamás. Diez, veinte,
treinta minutos, que provocaron, en un crescendo de orquesta, la más variada explosión
de invectivas: Dios y Virgen se mezclaban en los labios del capitán a interjecciones
criollas en los ritos de las brujas serranas. Pero el ordenanza y guía insuperable no pudo
ser hallado en todo el puerto. Por lo cual el capitán González se marchó solo,
anunciando futuros castigos y desastres.
“No se vaya con el capitán. Es un bárbaro”, me había aconsejado el posadero; y dilaté
mi partida pretextando algunas compras. Dos horas después, al ensillar mi soberbia
mula andariega, un pellejo de carnero vino a mi encuentro y de su pelambre polvorienta
salió una cabeza despeinada que murmuró:
-Si quieres contigo, taita.
¡Vaya si quería! Era el indio perdido y castigado. Por una liora yo también había
buscado guía que me indicara los malos pasos de la Sierra y se apeara para restaurar el
brevísirno camino, entre el abismo y las rocas que una galga de piedras o las lluvias
podían deshacer en segundos.
Asentí sin fijar precio. El indio me explicó en su media lengua. que lo hallaría a las
puertas del poblado. Me detenía en una choza a pedir un mate de aquella horaciana
chicha de jora que tanto alivia el ánimo, cuando le vi llegar caballero en una Jaca
derrengada, pero más animosa que mi mula de lujo. Y sin hablar, sin más tratos, aquel
guía providencial comenzó a precederme por atajos y montes. Trayéndome, cuando el
sol quemaba las entrañas, el cuenco de chicha refrigerante o el maíz reventado al fuego,
aquella tierna cancha algodonada. Confieso que no hubiera sabido nunca disponer en un
tambo del camino con los ponchos, el pellón y la silla de montar tan blando lecho como
el que disfruté aquella noche.
Pero al siguiente día el viaje fue más singular. Servicial y humilde como siempre, mi
compañero se detenía con demasiada frecuencia en la puerta de cada choza del camino,
corno pidiendo noticias en su dulce lengua quechua, las indias, al alcanzarme el
porongo de chicha, me miraban atentamente y pareciome advertir en sus ojos una
simpatía inesperada. ¡Pero quién puede adivinar lo que ocurre en el alma de estas
siervas adoloridas! Dos o tres veces el guía salió de su mutismo para contarme, en
lenguaje aniñado, esas historias que espeluznan al caminante. Cuentos ingenuos de
viajeros que ruedan al abismo porque una piedra se desgaja súbitamente de la montaña
andina. Allí viendo, taita”, en la quebrada agudísima, las osamentas lavadas por la
espuma del río.
Sin querer confesarlo, yo comenzaba a estar impresionado. Los Andes son en la tarde
vastos túmulos grises y la bruma que asciende de la puna, vecina a los picachos
nevados, me estremecía con una melancolía visible. En el flanco de las gigantescas
vértebras aquel camino rebañado en la piedra y tan vecino a la hondonada mortal
parecía llevarnos, como en las antiguas alegorías sagradas, a un paraje siniestro. Pero el
mismo indio, que temblaba bajo el rebenque, tenía agilidades de acróbata para apearse
suavemente por las orejas y llevar del cabestro a mi mula espantadiza que avizoraba el
abismo y resbalaba en las piedras, temblorosa. Una hora de marcha así pone los nervios
al desnudo, y el viento afilado en las rocas parece aconsejar el vértigo. Ya los cóndores
familiares de los altos picachos pasaban tan cerca de mí, que el aire desplazado por las
alas me quemaba el rostro y vi sus ojos iracundos.
Llegábamos a un estrecho desfiladero, de donde pude vislumbrar en la parda monotonía
de la cadena de montañas la altiplanicie amarillenta con sus erguidos cactus fúnebres.
-Tú esperando, taita -murmuró de pronto el guía y se alejó en un santiamén.
Le aguardé en vano, con la carne erizada. Palpé el revólver en el cinto, estimulando con
la voz a la mula indecisa, que las orejas al viento, oscilantes como veletas medía el
peligro y escuchaba la muerte. Un ruido profundo retembló en la montaña: algo rodaba
de la altura. De pronto. a quince metros de mí, pasó un vuelo oblicuo de cóndores, y
entonces, distintamente, porque había llegado a un recodo del camino. vi rebotar con
estruendo y polvo en la altura inmediata una masa obscura, un hombre, un caballo tal
vez, que fue sangrando en las aristas de las peñas hasta teñir el río espumante, allá
abajo. Estremecido de horror, esperé mientras las montañas se enviaron cuatro o cinco
veces el eco de aquella catarata mortal. Un cono invertido de alas pardas giraba como
una tromba sobre los cadáveres.
Más agachado que nunca, deslizándose con el paso furtivo de las vizcachas, hete aquí el
bellaco de mi guía que coge a mi mula del cabestro y murmura con voz doliente, como
si suspirara:
-Tú viendo, taita, al capitán. ¿El capitán? Abrí los ojos entontecidos. El indio me
espiaba con su mirada indescifrable; y como yo quisiera saber muchas cosas a la vez,
me explicó en su media lengua que a veces, taita, los Insolentes cóndores rozan con el
ala el hombro del viajero en un precipicio. Se pierde el equilibrio y se rueda al abismo.
Así había ocurrido con el capitán González. ¡Pobrecito ayayay!”. Se santiguó
quitándose el ancho sombrero de fieltro, para probarme que sólo decía la verdad. Con
ademanes de brujo me designaba las grandes aves concéntricas que estaban ya
devorando presa.
Yo no inquirí más, porque éstos son secretos de ml tierra que los hombres de su raza no
saben explicar al hombre blanco. Tal vez entre ellos y los cóndores existe un pacto
oscuro para vengarse de los intrusos que somos nosotros. Pero de este guía
incomparable que me dejó en la puerta de Huaraz, rehusando todo salario, después de
haberme besado las manos, aprendí que es imprudente algunas veces afrentar con un
lindo látigo la resignación de los vencidos.
OBRAS
Poesía:
- Bajo la Luna (1910)
- Jardín cerrado (1912)
Prosa:
- Posibilidades de una Literatura genuinamente nacional (tesis doctoral) (1915)
- Una Lima que se va (1912)
- Estampas limeñas (1936).
EL CABALLO DE PASO
ALBERTO URETA
(1885-1966)
OBRAS
- Rumor de almas (1911)
- El dolor pensativo (1917)
- Florilegio (1920)
- Poemas (1924)
- Las tiendas del desierto (1933)
- Elegías de la cabeza loca (193
SE QUEMA EL TIEMPO
EL POSMODERNISMO
ABRAHAM VALDELOMAR
(1888-1919)
Reseña biográfica
Nace en lea el 27 de abril de 1888. es el sexto de seis hermanos; su padre, por motivos
de trabajo, se ausentó del hogar, lo que hizo que la familia viviera en una constante
estrechez económica.
Los primeros años los vivió en lea, en una aldea de pescadores, como él mismo lo
menciona: “Yo soy- aldeano y me crié a orillas del mar, viendo mis infantiles ojos de
cerca y permanentemente la naturaleza. No me eduqué en los libros sino en el
crepúsculo. Mi profesor de religión fue mi madre; y lo fue después, el firmamento.
‘Mis maestros de estética fueron el paisaje y el mar; mi libro de moral fue la aldehuela
de San Andrés de los Pescadores, y única filosofía la que me enseñara el cementerio de
mi pueblo. Yo dejé el pueblo amado de ml corazón a los nueve años” (*).
Viaja a Lima a continuar sus estudios en el colegio Guadalupe, donde funda y dirige un
periódico escolar:
“La Idea Guadalupana”.
Terminados sus estudios secundarios ingresa a la Escuela de Ingenieros, sin embargo,
poco después se traslada a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos.
Ingresa a la política en defensa de las ideas de Guillermo Biffinghurst. Escribe en El
Perú Ilustrado, Aplausos y Silbidos, y Gil Blas. Alterna su vocación literaria con el
dibujo y la caricatura.
Llegado Biffinghurst al poder lo nombra director de El Peruano, en octubre de 1912. Al
año siguiente es nombrado secretario de la Legación del Perú en Italia. El contacto con
el viejo mundo amplia y enriquece su cultura estética y literaria, al mismo tiempo que
despierta su anhelo por la patria lejana, y sus recuerdos de infancia toman forma en sus
cuentos y narraciones.
De regreso a Lima ingresa a colaborar en la plana de redacción de La Prensa, firmando
con el seudónimo de “El Conde de Lemos”. A su alrededor reúne un grupo de
intelectuales de gran renombre. En esa época pública La Mariscala, en 1915, dedicado a
José de la Riva Agüero, luego publicaría El Caballero Carmelo y Belmonte el Trágico
En 1918 empieza una vida de giras y conferencias por el norte y sur del país. En 1919 es
elegido representante por Ica al Congreso Regional del Centro. Marcha a Ayacucho,
sede de sus nuevas actividades. En esta ciudad es invitado a una comida de gala,
sufriendo allí mismo un accidente que le fractura la espina dorsal Fallece al día
siguiente,
Reseña literaria
Valdelomar usó el seudónimo de “El Conde de Lemos” en sus artículos periodísticos, y
en algunas ocasiones firmó como “Valdelomar”, aludiendo a un ancestro árabe.
De temperamento ágil, inquieto, extrovertido, hizo un culto de la pose, del esnobismo y
el escándalo.
Dueño de una fecunda inspiración literaria, incursionó en varios géneros literarios:
poesía, cuento, novela, ensayo y drama. Su afición por el dibujo lo lleva a enriquecer su
pluma, pues transfiere al lenguaje las cualidades propias del pintor, dando colorido y
dinamismo a sus relatos.
Se pueden distinguir dos momentos literarios en su obra.
1. En el primer momento su personalidad inquieta se adorna de poses, de gestos
presuntuosos y atrevidos, Su pluma ágil toma temas exóticos y los perenniza en sus
cuentos: Cuentos yanquis, Cuentos chinos, La ciudad muerta y La ciudad y los tísicos;
para completar su carácter snob firma con el seudónimo de “Conde de Lemos” -
2. El otro momento de su estilo aparece en sus cuentos regionales, en donde el paisaje
provinciano es expresado a través de los recuerdos de un artista puro.
Los recuerdos familiares están siempre presentes y afloran de sus líneas sentidas,
dolorosas. La nostalgia de su tierra natal durante su estadía en Italia y su reencuentro en
Pisco con la “aldea encantada” serán una constante en sus futuras composiciones.
Tamayo Vargas afirma: “Las reacciones estéticas ante el paisaje con el recuerdo de la
vida simple del pequeño pueblo costero donde pasara su Infancia lo llevan a la
colección de cuentos, encabezados por El Caballero Carmelo, donde refleja su ternura
que podemos llamar universal o panteísta.
No hay otro prosista en nuestra literatura, en quien el recuerdo de la infancia esté
presente con tanta fuerza en sus narraciones. En El Caballero Carmelo evoca el hogar, la
oración antes de las comidas, los pasos suaves de su madre, los animales en el corral e
incluso la fragancia del pan caliente.
En Yerba santa, evoca los sonidos, olores, costumbres, durante la Semana Santa, incluso
los dulces que se comían en esos días y la ropa que vestía la gente durante su visita a la
iglesia.
Otro elemento constante en su obra es el mar, que es evocado con un dulce recuerdo
“sobre la arena mórbida que azota sombreando la cabaña vigila una palmera. La paraca
despeina su verde cabellera y junto al pescador gira la alba gaviota”.
No debemos olvidar que Valdelomar fue ante todo periodista, y plasmó en sus artículos
poesía y belleza, cultivando casi todos los géneros literarios.
CARACTERÍSTICAS DE SU OBRA
1. Se le puede considerar como el Iniciador del cuento criollo con El Caballero
Carmelo, Yerba santa, entre otros.
2. Su poesía y prosa tienen un lenguaje familiar, con gratos y dolidos recuerdos de
infancia que crecen a la sombra de la casona paterna, el cercano mar, la costa, el
campanario.
3. Es un pintor de costumbres, detallista y minucioso en las descripciones de
situaciones, paisajes y personajes.
4. Su lenguaje es claro, expresivo y breve, trasladando al lector al mundo narrado.
OBRAS
a. Novelas y cuentos:
- El Caballero Carmelo
- Evaristo, el sauce que murió de amor
- Los hijos del Sol
- El hipocampo de oro
- La ciudad de los tísicos
- El beso de Evans
- La paraca
b. Poesía
- Tristitia
- La cena pascual
- Confiteor
c. Otros
- Belmonte el trágico (ensayo) La Mariscala (drama). Biografía novelada.
TRISTITIA
No la tranquilidad de la arboleda
que ofrece sombra fresca y regalada
al remanso, al pastor y la manada
y que paisaje bíblico remeda.
No el suspiro de la ola cuando rueda
a morir en la playa desolada.
ni el morir de la tarde en la callada
fronda que al ave taciturna hospeda
dieron a mi niñez ésta en que vivo
sed de misterio torturante y honda,
donde todos los pasos son inciertos:
fue del panteón el árbol pensativo
en cuya fosca, impenetrable fronda
anidaban las aves de los muertos.
ABRE EL POZO
EL CABALLERO CARMELO
Un día después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos aparecer, desde
la reja, en el fondo de la plazoleta, un jinete en bellísimo caballo de paso, pañuelo al
cuello que agitaba el viento, sampedrano pellón de sedosa cabellera negra, y henchida
alforja, que picaba espuelas en dirección a la casa.
Reconocímosle. Era el hermano mayor que, años corridos, volvía. Salimos
atropelladamente gritando:
- ¡Roberto! ¡Roberto!
Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorbo y la campanilla enredábanse en las
columnas como venas en un brazo y descendió en los de todos nosotros. ¡Cómo se
regocijaba mi madre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo viejo, triste,
delgado. Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las habitaciones rodeado de
-‘nosotros: fue a su cuarto, pasó al comedor, vio los objetos que se habían comprado
durante su ausencia, y llegó al jardín:
- ¿Y la higuerilla? -dijo.
Buscaba, entristecido, aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir.
Reímos todos:
- ¡Bajo la higuerilla estás!...
El árbol había crecido y se mecía armoniosamente con la brisa marina. Tócale mi
hermano, limpió cariñosamente las hojas que le rozaban la cara, y luego volvimos al
comedor. Sobre la mesa estaba la alforja rebosante; sacaba él, uno a uno, los objetos que
traía y los iba entregando a cada uno de nosotros. ¡Qué cosas tan ricas! ¡Por dónde había
viajado! Quesos frescos y blancos, envueltos por la cintura con paja de cebada, de la
Quebrada de Humay; chancacas hechas con cocos, nueces, maní y almendras: frijoles
colados, en sus redondas calabacitas, pintadas encima con un rectángulo del propio
dulce, que indicaba la tapa, de Chincha Baja; bizcochuelos, en sus cajas de papel, de
yema de huevos y harina de papas, leves, esponjosos, amarillos y dulces; santitos de
“piedra de Guamanga” tallados en la feria serrana; cajas de manjar blanco, tejas
rellenas, y una traba de gallo con los colores blanco y rojo. Todos recibíamos el
obsequio, y él iba diciendo al entregárnoslo:
- Para mamá... para Rosa... para Jesús... para Héctor...
- ¿Y para papá? -le interrogamos, cuando terminó:
En
-Nada...
-Cómo? ¿Nada para papá?... Sonrió el amado, llamó al sirviente y le dijo:
-¡El Carmelo!
A poco volvió éste con una jaula y sacó de ella un gallo que ya libre, estiró sus cansados
miembros, agitó las alas y cantó estentóreamente:
-¡Cocorocóoooo!...
-¡Para papá! -dijo mi hermano.
Así entró en nuestra casa este amigo íntimo de nuestra infancia ya pasada, a quien
acaeciera historia digna de relato; cuya memoria perdura aún en nuestro hogar como
una sombra alada y triste: el Caballero Carmelo.
II
Amanecía en Pisco, alegremente. A la agonía de las sombras nocturnas, en el frescor del
alba en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre en el comedor,
preparando el café para papá. Marchábase éste a la oficina. Despertaba ella a la criada,
chirriaba la puerta de la calle con sus mohosos goznes; ofase el canto del gallo que era
contestado a intervalos por todos los de la vecindad; sentíase el ruido del mar, el frescor
de la mañana, la alegría sana de la vida. Después mi madre venía a nosotros, nos hacía
rezar, arrodillados en la cama con nuestras blancas camisas de dormir; vestíamos luego,
y, al concluir nuestro tocado, se anunciaba a lo lejos la voz del panadero. Llegaba éste a
la puerta y saludaba. Era un viejo dulce y bueno, y hacía muchos años, al decir de mi
madre, que llegaba todos los días, a la misma hora, con el pan calientito y apetitoso,
montado en su burro, detrás de los dos “capachos” de acero, repletos de toda clase de
pan; hogazas, pan francés, pan de mantecado, rosquillas. (...)
Aquel día, mientras contemplábamos a los discretos animales, escapóse del corral “el
Pelado”, un pollón sin plumas, que parecía uno de aquellos jóvenes de diez y siete años,
flacos y golosos. Pero “el Pelado”, a más de eso, era pendenciero y escandaloso, y aquel
día mientras la paz era en el corral, y los comían el modesto grano, él, en pos de mejores
viandas, habíase encaramado en la mesa del comedor y roto varias piezas de nuestra
limitada vajilla.
III
Quien sale de Pisco, de la plazuela sin nombre, salitrosa y tranquila, vecina a la Estación
y torna por la calle del Castillo, que hacia el sur se alarga, encuentra, al terminar, una
plazuela pequeña, donde quemaban a Judas el Domingo de Pascua de Resurrección,
desolado lugar en cuya arena verdeguean a trechos las malvas silvestres. Al lado del
Poniente, en vez de casas, extiende el mar su manto verde, cuya espuma teje
complicados encajes al besar la húmeda orilla.
Termina en ella el puerto, y, siguiendo hacia el sur, se va, por estrecho y arenoso
camino, teniendo a diestra el mar y a la izquierda mano angostísima faja, ora fértil, ora
infecunda, pero escarpada siempre, detrás de la cual, a oriente, extiéndase el desierto
cuya entrada vigilan, de trecho en trecho, como centinelas, una que otra palmera
desmedrada, alguna higuera nervuda y enana y los “toñuces” siempre coposos y
frágiles. Ondea en el terreno la “hierba del alacrán”, verde y jugosa al nacer, quebradiza
en sus mejores días, y en la vejez, bermeja como sangre de buey. En el fondo del
desierto, como si temieran su silenciosa aridez, las palmeras únanse en pequeños
grupos, tal como lo hacen los peregrinos al cruzarlo y ante el peligro de los hombres.
Siguiendo el camino, divisase en la costa, en la borrosa y vibrante vaguedad marina,
San Andrés de los Pesca- dores, la aldea de sencillas gentes, que eleva sus casuchas
entre la rumorosa orilla y el estéril desierto.. Allí, las palmeras se multiplican y las
higueras dan sombra a los hogares, tan plácida y fresca, que parece que no fueran
malditas del buen Dios o que su maldición hubiera caducado, que bastante castigo
recibió la que sostuvo en sus ramas al traidor, y todas sus flores dan frutos que al
madurar revientan.
En tan peregrina aldea, de caprichoso plano, levántense las casuchas de frágil caña y
estera leve, junto a las palmeras que a la puerta vigilan; limpio y brillante, reposando en
la arena blanda sus caderas amplias, duerme, a la puerta, el bote pescador, con sus velas
plegadas, sus remos tendidos como tranquilos brazos que descansan, entre los cuales
yacen con su muda y simbólica majestad, el timón grácil, la cabeza que “achica” el agua
mar afuera y las sogas retorcidas como serpientes que duermen. Cubre, piadosamente, la
pequeña nave, cual blanca mantilla, la pescadora red circundada de caireles de liviano
corcho. (...)
IV
Esbelto, magro, musculoso y austero, su afilada cabeza roja era la de un hidalgo altivo,
caballeroso, justiciero y prudente. Agallas bermejas, delgada cresta de encendido color,
ojos vivos y redondos, mirada fiera y perdonadora, acerado pico agudo. La cola hacía
un arco de plumas tornasoles, su cuerpo de color Carmelo avanzaba en el pecho audaz y
duro. Las piernas fuertes que estacas musulmanas y agudas defendían, cubiertas de
escamas, parecían las de un armado caballero medieval.
Una tarde, mi padre, después del almuerzo, nos dio la noticia. Había aceptado una
apuesta para la jugada de gallos de San Andrés, el 28 de julio. No había podido evitarlo.
Le habían dicho que el Carmelo”, cuyo prestigio era mayor que el del alcalde, no era un
gallo de raza. Moléstese mi padre. Cambiáronse frases y apuestas; y aceptó. Dentro de
un mes toparía el “Carmelo” con el “Ajiseco” de otro aficionado, famoso gallo
vencedor, como el nuestro, en muchas lides singulares. Nosotros recibimos la noticia
con profundo dolor. El “Carmelo” iría a un combate ya luchar a muerte, cuerpo a
cuerpo, con un gallo más fuerte y más joven. Hacía ya tres años que estaba en casa,
había él envejecido mientras crecíamos nosotros, ¿por qué aquella crueldad de hacerlo
pelear?
Llegó el terrible día. Todos en casa estábamos tristes. Un hombre había venido seis días
seguidos a preparar al “Carmelo”. A nosotros ya no nos permitían ni verlo. El día 28 de
julio, por la tarde, vino el preparador y de una caja llena de algodones, sacó una
medialuna de acero con unas pequeñas correas: era la navaja, la espada del soldado. El
hombre la limpiaba, probándola en la uña, delante de mi padre. A los pocos minutos, en
silencio, con una calma trágica, sacaron al gallo que el hombre cargó en sus brazos
como a un niño. Un criado llevaba la cuchilla y mis dos hermanos lo acompañaron.
-Qué crueldad -dijo mi madre.
Lloraban mis hermanas, y la más pequeña, Jesús, me dijo en secreto, antes de salir:
-Oye, anda junto con él. Cuidado... ¡pobrecito!
-Llevóse la mano a los ojos, echóse a llorar y yo salí precipitadamente y hube de correr
unas cuadras para poder alcanzarlos.
Llegamos a San Andrés. El pueblo estaba de fiesta. Banderas peruanas agitábanse sobre
las casas por el día de la Patria, que allí sabían celebrar con una gran jugada de gallos a
la que solían ir todos los hacendados y ricos hombres del valle. En ventorrillos, a cuya
entrada había arcos de sauce envueltos en colgaduras, y de las cuales pendían alegres
quitasueños de cristal, vendían chicha de bonito, butifarras, pescado fresco asado en
brasas y anegado en cebollones y vinagre. El pueblo los invadía, parlanchín y
endomingado con sus mejores trajes. Los hombres de mar lucían camisetas nuevas de
horizontales franjas rojas y blancas, sombreros dejunco, alpargatas y pañuelos anudados
al cuello.
Nos encaminamos a “la cancha”. Una frondosa higuera daba acceso al circo, najo sus
ramas enarcadas. Mi padre, rodeado de algunos amigos, se instaló. Al frente estaba el
juez y a su derecha el dueño de] paladín “Ajiseco”. Sonó una campanilla, acomodáronse
las gentes y empezó la fiesta. Salieron por, lugares opuestos dos hombres, llevando cada
uno un gallo. Lanzáronlos al ruedo con singular ademán. Brillaron las cuchillas,
miráronse los adversarios, dos gallos de débil contextura, y uno de ellos cantó. Colérico
respondió el otro echándole al medio del circo; miráronse fijamente; alargaron los
cuellos, erizadas las plumas, y se acometieron.’-- Hubo ruido de alas, plumas que
volaron, grito de la muchedumbre y a los pocos segundos de jadeante lucha, cayó uno d
ellos. Su cabecita afilada y roja, besó el suelo, y la voz del juez:
-¡Ha enterrado el pico, señores!
Batió las alas el vencedor. Aplaudió la multitud enardecida, y ambos gallos, sangrando
fueron sacados del ruedo, primera jornada había terminado. Ahora entraba el nuestro: el
“Caballero Carmelo”. Un rumor de expectación vibró en el circo:
-El Ajiseco y el Carmelo!
-¡Cien soles de apuesta!
Sonó la campanilla del Juez y yo empecé a temblar.
En medio de la expectación general:” salieron dos hombres, cada uno con su gallo. Se
hizo un profundo silencio y soltaron a los dos rivales. Nuestro, Carmelo al lado del otro
era un gallo viejo y achacoso, todos apostaban al enemigo, como augurio de que nuestro
gallo iba a morir.
No faltó aficionado que anunciara el triunfo del Carmelo, pero la mayoría de las
apuestas favorecía al adversario. Una vez frente al enemigo el Carmelo empezó a
picotear, agitó las alas y cantó estentóreamente. El otro, que en verdad no parecía ser un
gallo fino de distinguida sangre y alcurnia, hacía cosas tan petulantes cuan humanas:
miraba con desprecio a nuestro gallo y se paseaba como dueño de la cancha.
Enardeciéronse los ánimos de los adversarios, llegaron al centro y alargaron sus
erizados cuellos, tocándose los picos sin perder terreno. El Ajiseco dio la primera
embestida; entablóse la lucha: las gentes presenciaban en silencio la singular batalla y
yo rogaba a la Virgen que Sacara con bien a nuestro viejo paladín.
Batíase él con los aires de un experto luchador, acostumbrado a las artes azarosas de la
guerra. Cuidaba poner las arma- das patas en el enemigo pecho, jamás picaba a su
adversario —que tal cosa es cobardía— mientras que éste, bravucón y necio, todo
quería hacerlo a aletazos y golpes de fuerza. Jadeantes se detuvieron un segundo. Un
hilo de sangre corría por la pierna del Carmelo. Estaba herido, mas parecía no darse
cuenta de su dolor. Cruzáronse nuevas apuestas a favor del Ajiseco y las gentes
felicitaban ya al poseedor del menguado. En un nuevo encuentro, el Carmelo cantó,
acordóse de sus tiempos y acometió con tal furia que desbarató al otro de un solo
impulso. Levantóse éste y la lucha fue cruel e indecisa. Por fin, una herida grave hizo
caer al Carmelo, jadeante...
-Bravo! ¡Bravo el Ajiseco -gritaron sus partidarios creyendo ganada la prueba.
Pero el juez, atento a todos los detalles de la lucha y con acuerdo de cánones, dijo:
Todavía no ha enterrado el pico, señores!
En efecto, incorpórese el Carmelo. Su enemigo, como para humillarlo, se acercó a él sin
hacerle daño. Nació entonces, en medio del dolor de la caída, todo el coraje de los
gallos de “Caucato”. Incorporado el Carmelo, como un soldado herido, acometió de
frente y definitivo sobre su rival, con una estocada que lo dejó muerto en el sitio. Fue
entonces cuando el Carmelo que se desangraba, se dejó caer, después que el Ajiseco
había enterrado el pico. La jugada estaba ganada y un clamoreo se levantó en la cancha.
Felicitaron a mi padre por el triunfo y como ésa era la jugada más interesante, se
retiraron del circo, mientras resonaba un grito entusiasta:
-¡Viva el Carmelo!
Yo y mis hermanos lo recibimos y lo condujimos a casa, atravesando por la orilla del
mar el pesado camino, y soplando aguardiente bajo las alas del triunfador que
desfallecía.
V
Dos días estuvo el gallo sometido a toda clase de cuidados. Mi hermana Jesús y yo, le
dábamos maíz, se lo poníamos en el pico; pero el pobrecito no podía comerlo ni
incorporarse. Lina gran tristeza reinaba en la casa. Aquel segundo día, después del
colegio, cuando fuimos yo y mi hermana a verlo, lo encontramos tan decaído que nos
hizo llorar. Le dábamos agua con nuestras manos, lo acariciábamos, le poníamos en el
pico rojos granos de granada. De pronto el gallo se incorporó. Caía la tarde y por la
ventana del cuarto donde estaba, entró la luz sangrienta del crepúsculo. Acercóse a la
ventana, miró la luz, agité débilmente las alas y estuvo largo rato en la contemplación
del cielo. Luego abrió nerviosamente las alas de oro, enseñorease y cantó. Retrocedió
unos pasos, inclinó el tornasolado cuello sobre el pecho, tembló, desplomase, estiró sus
débiles patitas escamosas y mirándonos, mirándonos amoroso, expiré apaciblemente.
Echamos a llorar. Fuimos en busca de mi madre, y ya no lo vimos más. Sombría fue la
comida aquella noche. Mi madre no dijo una sola palabra y bajo la luz amarillenta del
lamparín, todos nos mirábamos en silencio. Al día siguiente, en el alba, en la agonía de
las sombras nocturnas, no se oyó su canto alegre.
Así pasó por el mundo aquel héroe ignorado, aquel amigo tan querido de nuestra niñez:
el Caballero Carmelo, flor y nata de paladines, y último vástago de aquellos gallos de
sangre y de raza, cuyo prestigio unánime fue el orgullo, por muchos años, de todo el
verde y fecundo valle de Caucato.
JOSÉ MARÍA EGUREN
(1874-1942)
Reseña biográfica
Nace en Lima en 1874, se educa en el colegio de los jesuitas de esta ciudad. Por razones
familiares se traslada a la hacienda Chuquitanta, en el valle de Lima, en donde vive en
contacto con la naturaleza; lo que habrá de influir luego en su poesía. A principios del
año 1900 va a vivir a Barranco, frente a la plaza de San Francisco. Cuentan sus
biógrafos que era amante de las caminatas y tenía por costumbre hacer el recorrido de
Barranco a Lima caminando, observando la naturaleza, los pájaros, el paL saje que
luego era desarrollado en sus poesías o en sus pinturas.
En 1910 aparecen sus primeros poemas en la revista Contemporáneos, y el año siguiente
edita su primer libro: Simbólicas, con un estilo propio, original, en donde nos habla de
un mundo maravilloso que su imaginación ha creado.
En 1916 publica La canción de las figuras, con prólogo del cronista Enrique A. Carrillo.
En ese mismo año el poeta Abraham Valdelomar presenta en la revista Colónida, como
figura principal, a José María Eguren, ilustrando la portada con un retrato a lápiz del
autor.
En 1920 el crítico norteamericano Isaac Goldberg lo ubica como uno de los principales
representantes del modernismo literario hispanoamericano, Igualmente José Carlos
Mariátegui publica en la revista Amauta muchas de sus poesías.
Es también durante este tiempo que es nombrado bibliotecario del Ministerio de
Educación Pública, continuando en este cargo hasta que fallece en 1942.
Tamayo Vargas lo describe con los siguientes rasgos: ‘Era un hombrecito menudo,
vivaz, de tono infantil, con un pequeño bigote negro, por lo que se le encontraba un
ligero parecido a Chaplin; modesto y descuidado, su candorosidad asomaba tras el
sombrero puesto en cualquier sentido sobre la cabeza, dejando escapar algún mechón de
cabello hacia la frente. Pintaba extrañas composiciones infantiles, se entretenía en
minucias y caminaba como desvanecido. La suya era una vida sencilla y simple, pero
había en el fondo de sus ojos una nota triste, grave, que se oponía a la ingenua expresión
generar.
Reseña literaria
La obra literaria de Eguren ha sido estudiada por muchos críticos calificándolo como
máximo representante de una poesía que cronológicamente puede ser ubicada en el
posmodernismo pero, de acuerdo al esifio, se le considera una poesía simbolista en la
que aparecen seres fantásticos que pueblan su imaginación. “Los robles que lloran como
dos niños’, Los reyes rojos con lanzas de oro”, Las campanillas de dulce aroma, “El
adormecido cielo”, “El duque nuez” y ‘La niña de la lámpara azul”. De allí que se haya
calificado a su poesía de mágica. Un mundo de visiones íntimas, que trasladan al lector
a un espacio casi místico, dejando leer entre líneas una verdad grave y una realidad
trasladada a la fantasía.
En cuanto a la forma, usa todos los recursos de la retórica, su lenguaje es figurado, con
diestro manejo de las metáforas, el hipérbaton la elipsis y la traslación con una rima
asonante y versos de arte menor en su mayoría
TEMAS Y PERSONJES
1. Eguren, que nació para la poesía, es en muchos de sus poemas
Personaje principal; sus Sueños, sus fantasías, SUS vivencias que las disfraza con
Colores mágicos
“De noche en la sala ceñida de brumas, los Sueños están, en el viejo plano, con manos
de plumas estivas canciones a los niños dan”.
2. La tristeza y la melancolía rasgos del romanticismo, están también presentes en la
obra de Eguren, quien transfiere la realidad a un mundo de cuento.
3. La costa peruana, la topografía local, en general el medio geográfico ejercieron gran
influencia en su obra, estilizándose en la manifestación poética.
La florida mañana, los lejanos olivos, los cañaverales la cordillera y la vetusta casona de
la hacienda.
‘En la orilla contemplo Suaves, ligeras, con sus penachos finos, las cañaveras…“
4. Los sueños de la niñez que el hombre nunca olvida, y ese sabor a remembranza que
endulza los labios del recuerdo, se han convertido en el tema central de su arte. Estos
sueños son muchas veces relatos íntegros de leyendas medievales que se combinan con
la realidad, otras veces son experiencias dolorosas que las pintan de azul.
5. Sus personajes son seres imaginados y fantásticos, con sentimientos y debilidades
humanas, y tan pronto encontramos un roble que llora, una muñeca que muere, o un
arlequín de estrecho Pantalón, como acéfalos caballos, una llama que seductora brilla,
etc. A cada Uno lo identifica por un adjetivo que actúa muchas Veces como Sustantivo
6. El color, según un estudio de Estuardo Núñez, tiene un significado especial en la obra
de Eguren: el Verde, da relieve a lo misterioso: el amarillo lo acerca a la muerte; el
blanco es mágico; el dorado oriental erótico y misterioso; el azul melancólico y triste, el
celeste divino» puro y frágil.
“Plomizo, carminado y Con la barba verde, el ritmo pierde el dios cansado
Y va con los ojos tristes por los desiertos rojos, de los beduinos y peregrinos.
(El dios cansado)
7. Poesía propiamente simbolista poblada de imaginación Conjunto de elementos
puestos en forma armoniosa, palabras pulidas, suaves» con las cuales disfraza los
nombres reales de las cosas para convertir… lo en Un enigma.
8. En cuanto a la forma, utiliza un lenguaje figurado, con Uso repetitivo de la metáfora,
el hipérbaton, la elipsis, la traslación y los tropos. Utiliza sustantivos adjetivados dando
así un estilo diferente a su poesía.
OBRAS
- Simbólicas (1911)
- La canción de las figuras (1916), con prólogo de Enrique Bustamante y Ballivián.
- Sombra y Rondinelas (1919)
- En 1929 se publica sus Poesías completas
- La Universidad Nacional Mayor de San Marcos, bajo los auspicios del Patronato del
Libro, Codificó sus ensayos y los publicó con el título de Motivos estéticos.
En el pasadizo nebuloso
cual mágico sueño de Estambul
su perfil presenta destelloso
la niña de la lámpara azul.
De encantación de un derroche
hiende leda, vaporoso tul
y me guía a través de la noche
la niña de la lámpara azul.
FAVILA
En la arena
se ha bañado la sombra.
Una dos
libélulas fantasmas...
Aves de humo
van a la penumbra
del bosque,
medio siglo
y en el límite blanco
esperamos la noche.
El pórtico
con perfume de algas,
el último mar.
En la sombra
ríen los triángulos.
LIED V
NOCHE
Es la noche de amargura:
¡qué callada, qué dormida!
la ciudad de la locura;
la ciudad de los fanales
clamorosos, de las señales,
en mi estancia renegrida,
mustia, ronca, pavorida,
donde duermen los estantes;
ciegos libros ignorantes,
de la muerte con esencia están los vasos
y ora vienen, ora riman,
ora lentos se aproximan
unos pasos, unos pasos.
¡Triste noche!; baja bruma
de arrecida sensación el alma llena;
es la hora que me abruma
con el vivo despertar de ml honda pena:
son las doce, la inserena
Luna llora, viene aquí la muerte mía,
a la estancia de los tristes cielos rasos;
¡cómo llegan con letal melancolía!
¡ay, sus pasos! ¡hay, sus pasos!
fue de luz tu madrugada
fue dichosa; recorriste
por la senda
coloreada
todo un sueño en esta vida que es tan triste.
Todo un sueño en esta vida inconsolada.
Infantil y reidora,
noche nunca presintiera,
en el sueño tu alma aurora:
¡fue tu senda encantadora!
¡tu balada tempranera!
y hoy en noche aridecida siento pasos
¡ay, tus pasos! ¡ay, tus pasos!
Y después la puna helada
te vio enferma, nacarada;
y tus risas matinales
se volvieron tristes notas musicales;
y de Schumann, vibraciones,
de Chopin tribulaciones
diste al plano, con azules lloros lasos,
como suenan las canciones
de tus pasos, de tus pasos.
(De Canción de Las figuras)
Desde la aurora
combaten dos reyes rojos,
con lanza de oro.
Falcones reyes
batallan en lejanías
de oro azulinas.
Viene la noche
y firmes combaten foscos
Los reyes rojos.
LOS ROBLES
Yo recuerdo la rondalla
de la onda florida de la mañana,
En la noria de la vega,
las risas y las dulces pastorelas,
Por los lejanos olivos,
amoroso canto de Caramillos.
CÉSAR VALLEJO
(1892.1938)
Reseña biográfica
César Abraham Vallejo Mendoza nace en Santiago de Chuco departamento de La
Libertad, el 16 de mayo de 1892, nieto por línea materna y paterna de sacerdote español
e india chimú, Es el menor de once hermanos. Sus estudios primarios y secundarios los
realizó en Santiago de Chuco y Huamachuco respectivamente.
En 1912 Ingresa a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la Facultad de
Ciencias, estudiando sólo los primeros años. Regresa a Trujillo y’ sustituye las ciencias
con las letras.
Abraza la carrera de jurisprudencia y Simultáneamente ejerce la docencia en el colegio
San Juan. Durante un tiempo trabaja en el asiento minero de Quiruvilca y en el Valle de
Chicama en una hacienda azucarera. Estos empleos permitieron a Vallejo conocer el
sufrimiento de la clase trabajadora.
En 1915 fallece su hermano Miguel, afectándolo intensamente El 22 de setiembre del
mismo año se gradúa de bachiller en Filosofía y Letras con su tesis EL romanticismo en
la poesía Castellana.
Establece amistad con un grupo de jóvenes intelectuales que se denominaba “La
Bohemia de Trujillo”, a ella pertenecen Antenor Orrego, José Eulogio Garrido, Víctor
Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucin, entre otros.
1918 fue un año clave para la trayectoria de Vallejo; su madre fallece el 9 de agosto, en
febrero había fallecido María Rosa Sandoval, uno de sus grandes amores.
Ese año publica su primer libro: Los heraldos negros, en los talleres de la Penitenciaría
de Lima, que lo revelan como un poeta posmodernista independiente.
Debido a una falsa acusación fue recluido en prisión y desde allí gana un concurso
literario con el poema Oda al Marqués de Torre Tagle. Es también allí que concibe un
nuevo libro: Trilce y probablemente Escalas melografiadas.
Después de probar su inocencia sale en libertad, publicando en 1922 Trilce y en 1923
Fabula salvaje; en ese mismo año César Vallejo viaja a Europa, radicando en París.
Desde ahí colabora con las revistas Variedades, Presente y Amauta. En 1929 contrae
matrimonio con Georgette Philipard, recorriendo Rusia, Berlín, Venecia, Florencia,
Praga, Viena, Roma y otras ciudades europeas. En 1930 el gobierno francés expulsa a
César Vallejo por su militancia en el partido comunista, y se asila en España, en Madrid
vive momentos de estrechez económica trabajando en periódicos locales, es en esa
ciudad donde escribe su novela Tungsteno, poco después edita Rusia en 1931; escribe
dramas y se vincula con la generación intelectual del momento.
En 1932 César Vallejo y su esposa regresan a Francia. Fatigado y enfermo, termina de
escribir Moscú contra Moscú, que titulará finalmente Entre las dos orillas corre el río,
una comedia dramática en donde expresa su pensamiento social.
En julio de 1937 regresa a España, invitado al congreso de escritores revolucionarios
que sesionó en Barcelona, Valencia y Madrid, en plena guerra civil, viendo de cerca el
dolor de España, lo que inspiró España, aparta de mí este cáliz. De regreso a París
continúa su trayectoria de poeta escribiendo una serie de poemas que se han reunido
bajo el título de Poemas humanos. Enfermo y pobre fallece un viernes santo, cuando
una ligera llovizna caía sobre París, como él lo pronosticó.
Reseña literaria
César Vallejo, poeta universal. Muy pocos poetas han conseguido romper las barreras de
los egoísmos nacionales y tomar la majestad de la universalidad, Vallejo es uno de ellos,
su poesía ha sido traducida a casi todos los idiomas y es uno de los autores más
editados. Ubicado dentro del modernismo adopta un esifio personal, distante al de
Chocano o Darío.
Su poesía considerada en muchos poemas como ‘difícil” no está hecha para recitar o
memorizar sino para la íntima y personal apreciación. En su producción literaria
podemos encontrar varias etapas:
1. Provinciana familiar, con una constante obsesión por la muerte. A esta etapa
pertenecen Los heraldos negros, que contiene sus primeros poemas, escritos antes de
abandonar el hogar.
2. Humana y melancólica, en donde los recuerdos familiares se mezclan con las terribles
experiencias del presidio. Los recuerdos de la infancia, los amores casuales, el calor de
la casa familiar, los hermanos ausentes, la madre triste, las escenas familiares más
íntimas se verán dibujadas como en un torrente y al lado de ellas los poemas llenos de
amargura por el injusto encarcelamiento. A esta segunda etapa corresponde Trilce
3. Universal, humano, solidario con el hombre; como elevando un himno y una protesta,
así con violencia nace España, aparta de mí este cáliz. Pero el sonido de una voz
individual será tan fuerte que empujado por una nostalgia de su tierra escribirá Poemas
humanos.
CARACTERÍSTICAS DE LA OBRA
Mucho se ha escrito sobre las características de la obra de César Vallejo y cada crítico
cree descubrir en ella aspectos que muchas veces no tiene, alejándose del sentimiento
real del poema.
La obra de Vallejo pertenece a distintos momentos de su vida y fueron distintas también
las causas que motivaron cada uno de sus poemas. Por razones meramente didácticas
trataré de señalar algunas características que pueden ser comunes para casi toda su obra,
respetando siempre la interpretación silenciosa, íntima y personal del lector.
1. Libertad de creación
César Vallejo no se ciñe a ninguna escuela ni teoría literaria académica, expresa sólo
una protesta plena de emoción a partir de imágenes que parecen discontinuarse y sin
embargo se unen por el mismo denominador común del sentimiento doloroso.
Un cojo pasa dando el brazo a un niño ¿Voy, después, a leer a André Bretón? Otro
tiembla de frío, tose, escupe sangre
¿Cabrá aludir jamás al Yo profundo?
Otro busca en el fango huesos, cáscaras
¿Cómo escribir, después, del infinito?
Un albañil cae del techo, muere y ya no almuerza
¿Innovar, luego, el tropo, la metáfora?
2. Amor a la humanidad
Romántico, clásico, modernista, individual. Es una mezcla de sentimientos que siempre
llegan a un mismo fin, el hombre, su amor a la colectividad, su esperanza en una
comunión definitiva del hombre en donde la vida aflore sobre la muerte.
‘Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver, triste, emocionado;
incorpórese lentamente;
abrazó al primer hombre, echóse a andar”.
3. Lenguaje
Utiliza en su poesía un lenguaje muchas veces confuso, poco entendido pero muy leído.
Su lenguaje brota de una abrupta realidad con voces proféticas, estranguladas, repetidas,
con metáforas barrocas, es la voz misteriosa de la aldea perdida en la gran ciudad.
Cambia la sintaxis frecuentemente, y no respeta la ortografía.
‘Hay gentes tan desgraciadas, que
ni siquiera
tienen cuerpo; cuantitativo el pelo,
baja, en pulgadas, la genial
pesadumbre;
el modo, arriba;
no me busques, la muela del olvido,
parecen salir del aire, sumar
suspiros mentalmente, oír
claros azotes en sus paladares!”.
(Traspié entre dos estrellas)
OBRAS
Poesía:
- Los heraldos negros (1918)
- Trilce (1922)
- Poemas humanos (1938)
- España, aparta de mí este cáliz (1938)
Narración:
- Escalas melografiadas (cuentos 1923)
- Fabla salvaje (1923)
- Tungsteno (1931)
Existen también muchos artículos publicados en diarios y revistas y algunas obras que
quedaron inéditas a su muerte como:
ESPERGESIA
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.
Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.
(De Los heraldos negros)
XXIII
INTENSIDAD Y ALTURA
A MI HERMANO MIGUEL
IN MEMORIAM
Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinazas, y espero que tu no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultos tu, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.
Miguel, tu te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas
triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte.
Y ya
cae sombra en el alma,
LA CENA MISERABLE
¡Amado sea
el que tiene hambre o sed, pero no tiene
hambre con qué saciar toda su sed,
ni sed con qué saciar todas sus hambres!
III
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral. y por donde
las gallinas que se están acostando
todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no demoraría.
Ardiendo, comprando.
viviendo, enfureciéndose,
golpeando, analizando, oyendo, estremeciéndose,
muriendo, sosteniéndose, situándose,
llorando...
EL VANGUARDISMO
Las diversas corrientes literarias cultivadas durante la segunda mitad del siglo XIX,
provocó una reacción que aspiró a romper con el pasado, surgiendo así diversas
tendencias, que pasaron a formar la literatura de vanguardia.
Los primeros cambios literarios ocurrieron en Europa, en Francia aparece el simbolismo
y el impresionismo. En Italia se da el futurismo. El cubismo francés, el dadaísmo, y el
superrealismo florecen junto con el ultraísmo. Todos estos movimientos tienen las
mismas características:
EL INDIGENISMO
Arturo Peralta (Gamaliel Churata) nace en Puno. Más conocido en Bolivia, país en el
que residió muchos años, y en donde se le concedió el Premio Nacional de Literatura
1957, que no aceptó por ser ciudadano peruano. Con su hermano Alejandro Peralta, son
los mayores exponentes del movimiento literario indigenista, a través del grupo
Orkopata de Puno, en el cual confluyen tanto el espíritu del hombre andino como las
vertientes de la cultura universal a través de la vanguardia artística de la época. Publica
las revistas La Tea (Puno 19 17-1920) y Boletín Titicaca (Puno 1925-1930), donde da a
conocer la producción de escritores regionales, nacionales e internacionales.
Su labor de promotor cultural, sobre todo en la región del Altiplano, la realizó
simultáneamente a la de su producción poética, reunida en su libro El pez de oro (La
Paz, 1957).
Muere en Lima, víctima del atropello de un automóvil, al intentar cruzar una avenida,
en noviembre de
1969.
TRENOS
XXVII
Me escurro, siento que me escurro. Siento que no soy, que Jamás fui, que seré ya nunca.
Me escurro, me escurro. ¡Ah así te libras! ¡Así te modelas! ¡Así te harás piedra y serás
montaña! ¿Me he perdido? Buscadme en el hampatu. En los ponchos. Buscadme en las
chuspas. En la chingana de las Khawras. Preguntad al waksallu, al kirki, al
waskaycholo. Y si nada sabe parad. Habrá sido inútil. El torcedor y la vergüenza me
habrán sepultado. ¡Infeliz carpintero que engendraste bazofias! ¡Pobre virgen, venida a
menos, que pariste kokollos!
Mi padre me ha recogido de la calle, donde yacía, ebrio y destartalado.
¡Oh fragante amanecer de mi chikchipa!
-Mira, hijo mío: ¡No me mates! Acabar así es acabar con tu padre. Todo se reduce a una
cosa bien chiquita: abre tu corazón y deja que Dios regrese a él:
que vuelva a su nido el pajarito amoroso. Yo te cantaré, te cantaré. ¡Ah cuando su trino
te enloquezca! Tú no sabes... ¿Trino has dicho, varón entre varones, el más noble y
sabio de los hombres? ¿Trino? Sí, padre mío y de mis huesos: ¡trino! ¡Trino! Abriré el
corazón del pajarito amoroso, y enloqueceré, desnudo con su trino...
(De El pez de oro)
ALBERTO GUILÉN
(1897-1935)
Nace en Arequipa. A los 17 años obtiene un premio local por su poemario Belleza
humilde.
Con el auspicio del presidente Leguia viaja a España, publicando allá La linterna de
Diógenes, que fue criticada por la prensa y alabada por los escritores.
En 1921 publica El libro de las parábolas, luego otras publicaciones como La imitación
de nuestro Señor Yo, un libro de poesías y prosas Laureles y otra titulada Epigramas,
una Antología de poesía peruana y otra titulada Poetas jóvenes de América. Viaja por
toda América con algunos cargos diplomáticos. Regresa a Arequipa en donde vive
rodeado de campo y vegetación estudiando en la universidad para graduarse de
abogado. Poetas y escritores de toda América le brindan tributo, a veces elogios, a veces
criticas.
Alberto Guillén pertenece a la corriente vanguardista y en su afán de conseguir la gloria
escribe mucho perdiendo algunas veces el valor literario que se advierte en sus primeras
obras. Es en su obra Deucalión, donde se encuentra su equilibrio literario. “En
Deucalión no hay bardo que declama en un tinglado ni un trovador que canta una
serenata. Hay un hombre que sufre, que exulta, que afirma, que duda, y que niega. Un
hombre henchido de pasión, de ansia, de anhelo. Un hombre sediento de verdad, que
sabe que nuestro destino es hallar el camino que lleva al paraíso” (*).
“¿Hacia dónde?
¡No importa La Vida esconde Mundos en germen
Que aún falta descubrir:
Corazón, es hora de partir
Hacia los mundos que duermen!”
OBRAS
- Prometeo (1918) (poemas)
- Deucalión (1920) (poemas)
- La linterna de Diógenes (1921) (crítica)
- El libro de las parábolas (1921)
- La imitación de nuestro Señor Yo (1921)
- Corazón infante (1923) (novela)
- El libro de la democracia criolla (1924) (sátira)
- Pequeña mitología peruana (1930).
ALBERTO HIDALGO
(1897-1967)
Hidalgo nace en Arequipa, en una tierra marcada de frenesí literario en donde Miguel
Ángel Urquieta, Percy Gibson, Francisco Mostajo, César A. Rodríguez, Aguirre
Morales, habían dejado huella de desafiante literatura. A los dieciocho años publica un
poemario Arenga lírica al emperador de Alemania. En Lima forma parte del grupo
Colónida, siendo uno de los más jóvenes. En 1917 publica su segundo libro: Panoplia
lírica, con prólogo de Valdelomar y Luis Fernán Cisneros.
En Arequipa, 1918, publica Las voces de colores en verso, y Hombres y bestias, libro
mordaz, en que trata de deshacer reputaciones consagradas y utiliza en el Perú un
lenguaje procaz cuando lo juzga necesario. En seguida emigró a Argentina, en donde
con pocas y cortas Intermitencias ha residido y donde murió” (*)
La obra en ‘verso y en prosa de Alberto Hidalgo es amplia y evidencia a un escritor de
una gran riqueza verbal y- un gran dominio del arte literario. Su poesía fue en un
principio modernista, con rasgos de romanticismo, pero luego pasa a las filas del
vanguardismo puro.
La poesía de Hidalgo corresponde, toda ella a una etapa de transición; fue trabajada
entre dos guerras y varías revoluciones. Sus temas fueron extraídos de las motivaciones
y experiencias de la mayoría de los hombres obligados a vivir en una sociedad en
descomposición, y se hallan traspasados por el sentimiento egolátrico propio del
incomprendido que desea hacerse oír” (*)
En 1964, cuando bordeaba ya los setenta años, se inicia en el teatro, género hasta ese
momento no cultivado por Hidalgo, y su primera producción La vida es de todos es
llevada a escena en Buenos Aires ese mismo año; él mismo escribe: ‘Pasarán los años,
yo moriré, mis versos serán recordados por unos cuantos espíritus excelsos; pero mis
obras de teatro seguirán apareciendo en los escenarios de América Latina”.
La Sociedad Peruana del Escritor, que Hidalgo fundara en 1964 y de la cual fue
presidente, tenía el propósito de rendirle un homenaje, pero su enfermedad no lo
permitió. A su muerte se recibió gran cantidad de adhesiones tanto del Perú como del
extranjero, lo que confirma la magnitud del prestigio alcanzado por el poeta.
OBRAS
(Se mencionan sólo las más importantes)
- Colabora con las revistas Amauta, Anunciación, Balnearios.
- Arenga lírica al emperador de Alemania (1916)
- Panoplia lírica (1917)
- Hombres y bestias (1918) (crítica)
- Las voces de colores (1918) (poemas)
- Jardín zoológico (1919) (crítica)
- Muertos, heridos y contusos (1920) (crítica)
- Los sapos y otras personas (1927)
- Actitud de los años (1933) (poemas)
- Dimensión del hombre (1938) (poemas)
- Poesía inexpugnable (1962)
MADRE
CÉSAR MORO
(1903-1956)
EL MUDO ILUSTRADO
A una distancia
A la distancia
A pesar de la distancia
Con tu frente y tu rostro
OBRAS
POEMA INÚTIL
EN TODA LA TIERRA
En toda la Tierra
A tuertas y a derechos
El hombre ha despertado
tras tanto arar y arar
Duelos, injusticias y odios,.
En toda la Tierra
El hombre ha ganado la luz
Y se levanta y anda
Con el corazón encendido.
Se quema en los infiernos
Desatados a su tránsito
Lo acuchillan
Lo ametrallan
Despedazado lo arrastran
A los precipicios más lóbregos
Pero el hombre
Con su luz ácida
Se yergue siempre
Y todo definitivo hundimiento salva.
En toda la Tierra
El hombre camina
Con la luz Invicta arrebatada
No pueden ser detenidos sus pies
Ni cerrados
Sus ojos y sus manos
No pueden ser tampoco
Sofocada o apagada
La lumbre de su corazón
No obstante la iniquidad
De las explosiones dolorosas.
En toda la Tierra
El hombre está de pie
Y camina camina.
Avanza con su luz invencible
Abriéndose extendiéndose creándose.
CAPÍTULO 1V
El paisaje campesino es uno de los más ricos y hermosos del país. Entre las muchas
cosas que perduran en el Perú tenemos la influencia que el campo ha ejercido en el
poblador peruano, en su cultura y en su tradición. En este ambiente rural, los Andes
tienen una presencia incuestionable, ampliando el paisaje y poniendo su nota de soledad
y melancolía.
El poblador andino es eminentemente agrícola, la tierra es su fuente de vida, siente su
cálido palpitar.
En el antiguo imperio se le dio mucha importancia a la tierra porque era una población
eminentemente agrícola, luego cuando la conquista, los andenes y valles quedaron
reducidos a una minoría para tomar nuevamente impulso con la República, estos
antecedentes históricos han dejado huella en la literatura peruana en forma de mitos,
leyendas, cuentos, poemas y otras manifestaciones que tienen como motivación el
mundo andino, campesino y rural.
Son muchos los autores que han tomado sus motivaciones del campo dejando una gran
huella tanto en prosa como en verso, reflejo de un mundo misterioso, en donde la
superstición se encuentra con la religión dando la espalda a la ciencia.
Encontramos en estas obras la presencia del poblador andino con sus costumbres y
creencias, el campo, los animales, los “aparecidos” y hasta los “muertos” dibujan un
escenario propio y original.
Ventura García Calderón, evocando desde Europa tierras, indios, casa-haciendas,
chalanes y caballos de paso, dibuja un precioso retrato del Perú visto desde el ángulo del
“patrón”
Enrique López Albújar, con sus memorables Cuentos Andinos nos presenta una realidad
a través de la mirada del juez, nos pinta a un indio criminal, sádico, increíblemente cruel
como el indio del Ushanan-Jampi, uno de sus cuentos más renombrados.
Ciro Alegría plantea desde su perspectiva, el enfrentamiento del hombre con el río, las
montañas, con la puna fría, con el opresor de siglos, contra la moral corrupta del
hacendado y nos da una obra como El mundo es ancho y ajeno.
José María Arguedas fue también un cronista de ese pueblo indio, campesino, es el viejo
contador de las memorias de un pueblo cautivo dentro de su propio territorio. Nos pinta
a un indio obligado a aprender otra lengua y cuando la habla, es satirizado por su
acento, por sus errores de construcción gramatical. Nos hace conocer al poblador andino
que tiene que emigrar a la ciudad y encuentra un mundo que le obliga a vivir en cerros
de arena o piedra y se burla de sus tradiciones.
Eleodoro Vargas Vicuña es otro escritor que publica una serie de relatos cortos
narrándonos el mundo andino bajo el título de Ñahuín.
Reseña literaria
Enrique López Albújar nos revela en sus relatos diferentes facetas de la psicología y del
folklore de los Andes. Cronológicamente se ubica dentro del modernismo,
caracterizándose por un estilo muy propio, con un marcado realismo, mezcla de
anarquista e iconoclasta. Se aparta de los grupos académicos y se refugia en la
provincia, enrolándose en las filas del grupo liberal antimilitar de don Augusto Durán.
Castro Arenas lo ubica en la misma línea literaria de Narciso Aréstegui y Clorinda
Matto de Turner, nos dice:
‘desligándolo de modas y escuelas pasajeras, advertimos que existe una línea que parte
de Aréstegui, reaparece en la Señora Matto, vuelve a columbrarse con nuevos bríos en
López Albújar, se orquesta con todos los líricos en Ciro Alegría, y se prolonga en
nuestros días con Arguedas. Es la lírica del realismo indígena.”
Enrique López Albújar presenta en sus novelas casos humanos con un estilo directo,
claro, igual como él los vio desde su sillón de juez. Su condición de magistrado le dio
oportunidad para conocer de cerca muchos de los casos que presenta; están allí los tipos
representativos de un folklore netamente peruano —indígena o mestizo— que su
calidad narrativa lo convierte en motivo literario.
Su lenguaje es claro y directo, con pocas palabras y sin rebuscamientos verbales; el
carácter descriptivo está presente en todas sus narraciones.
Los personajes sobre los que trata su obra son hombres y mujeres del pueblo, algunas
veces indios, otras mulatos y’ no pocas veces blancos de una clase media alta
representada por hacendados y profesionales.
Cuentos andinos, sobresale dentro de su obra literaria por la plasticidad de su estilo y su
marcada denuncia social netamente indigenista.
El tema del delito, particularmente relacionado con la situación del indio, domina la
escena, como nos muestra en Ushanam Jampi, uno de sus cuentos más conocidos. El
campeón de la muerte, relato grave con escenas escalofriantes; Las tres Jircas, El
licenciado Aponte, El Brindes de los Yagas, Cachorro de Tigre, son algunos de los
muchos cuentos violentos, dramáticos, polémicos que nos presenta López Albújar, en
donde la venganza, el apetito sexual, la injusticia, se hermanan con el amor, la
solidaridad, la lucha por los derechos de los desposeídos.
OBRAS
Cuentos y novelas:
- Cuentos andinos (1920)
- De mi Casona (1924)
- Matalaché (1928)
- Los caballeros del delito (1936)
- Nuevos cuentos andinos (1937)
- El hechizo de Tomayquichua (1943)
- Las caridades de la señora Tordoga (1955)
Poesía:
- Miniaturas (1895)
- De la tierra brava (1938)
- Lámpara votiva (1964)
ARGUMENTO DE MATALACHÉ
En el departamento de Piura se encuentra la hacienda La Tina, de propiedad del
orgulloso don Francisco de los Ríos, quien poseía en ese lugar una fábrica de jabones y
cueros.
Su hija, de nombre María Luz, joven bella y bien educada, vivía en Lima, al cuidado de
unas tías. Un día decide visitar a su padre y llega sorpresivamente a La Tina. Don
Francisco le asigna a su servicio a Rita y a ia vieja esclava Casilda.
María Luz extraña el ambiente de la ciudad, pasando los días monótonos y deprimidos.
Una tarde conoce a José Manuel, esclavo mulato, atlético y gallardo que cumplía el
oficio de “padrillo”. Al enterarse de esto María Luz siente asco y curiosidad y un día
conoce la alcoba destinada a tal fin.
Los días pasan y María Luz se siente atraída por el esclavo, quien a su vez se rinde ante
su ama. María Luz confiesa a Casilda su amor por José Manuel y le pide le concerté una
cita.
Un día María Luz, haciéndose pasar por Rita, cita a José Manuel en el cuarto de la
esclava, y se consuma la unión entre ambos. Pocos meses después María Luz descubre
su maternidad y desesperada se suicida con unas hierbas venenosas.
Don Francisco, enterado del fatal incidente, condena a José Manuel a muerte y lo arroja
a la tina de jabón hirviente.
COMENTARIO
Novela publicada en 1928, escrita en dieciséis capítulos, en forma narrativa, descriptiva
y dialogada. El realismo de López Albújar se manifiesta en Matalaché, presenta al
personaje mulato de la costa, esclavo al que al igual que a las bestias se le daba ración
contada y se le amancebaba con mulatas jóvenes para tener descendencia fuerte para el
patrón.
Pertenece, como su mismo autor la calificó, al grupo denominado “novela
retaguardista” (en oposición al vanguardismo), de estilo costumbrista sus personajes son
presentados con una gran profundidad psicológica dentro de una sociedad con prejuicios
de clase, El lenguaje empleado es claro, descriptivo, real, una limpia técnica narrativa.
Se advierte un bien disfrazado propósito polémico por ser una de las primeras novelas
de tema racial, en donde se advierten las diferencias sociales que regían en la ciudad.
MATALACHÉ
CAPÍTULO XV
LA TENTACIÓN
Dos mujeres giraban afanosas en torno del lecho de María Luz aquella noche: la Casilda
y la Martina. Ambas parecían más abatidas que su ama, a pesar de ser ésta la enferma.
Desde la fiesta memorable, de la que Iban ya corridos como tres meses, María Luz no
hacía más que llorar, y con tal desconsuelo, que nada podía aquietarle el espíritu ni
decidirla a tomar las pócimas que le ofrecían. Y era, más que el padecimiento corporal,
lo que la tenía quebrantada, la realidad de su situación, cada día más Insostenible e
inocultable.
Su padre había subido varias veces a verla, alarmado por una enfermedad que aunque
un poco imprecisa y sin manifestaciones febriles, parecía no tener término. Y si al
principio le pareció natural que el truculento remate de la fiesta hubiese impresionado
tan fuertemente a todos, particularmente a las mujeres, encontraba raro que, después de
tanto tiempo, su hija, considerada por él hasta entonces como mujer animosa y fuerte,
siguiera tomando la cosa tan a pecho, sin poder reaccionar contra su mal.
Y esto lo hallaba más extraño al ver a su hija obstinada en no querer recibir asistencia
médica, conformándose con las de sus criadas, que, por otra parte, de nada le servía.
¿Hasta cuándo iba a permanecer así? ¿Cuál era realmente la causa de su postración? Y
don Juan Francisco acabó por encogerse de hombros y pensar que todo eso no era más
que un arrechucho de doncella engreída, o uno de los medios empleados por las mujeres
para hacerse las interesantes.
-Ya te he dicho, Martina, que no son remedios lo que yo quiero -exclamó María Luz,
rechazando la bebida que aquella se empeñaba en hacerla tomar-. Otra cosa.., otra cosa
es lo que necesito. SI tú quisieras dármela...
-Lo que usté mande, ml ama; pero antes beba esta bebidita, pa que le saque Lo el aire el
cuerpo, que lo de usté, niña, es aire, y se le puede asé mal e costao si no le atajamos a
tiempo.
-No, no. ¿Qué sabes tú? Deja tus aires y tus bebidas para otra ocasión y dame algo para
acabar de una vez conmigo.
-¡Ave maría! ¡Será cuento!... ¡Ni que juera yo atormentada pa tamaña barbaridá! Vea,
niña, que no hay cosa peor que desearse la muerte.
Y la Martina, sospechando lo que le pasaba a su ama, se aventuró a decir, insinuadora:
-Yo me afiguro que la cosa no e pa desespera. Esta samba, aquí onde usté la ve, tiene
artimaña para todo, hasta pa llamar a las iguanas con el silbo, contimás pa sacar lo que
una tiene dentro por más agarrao que esté. Es deci, si me lo piden. Porque, eso sí, yo soy
una mujer de conciencia,
-No me has entendido, Martina. Lo que yo quiero, es otra cosa, pero parece que tú te vas
por otra parte.
-Yo voy pande usté me lleva, niña. Pa tómale el punto a la persona, yo. Así e que si e pa
darse, mi niña, onde se le queda a una la cara pelada y no vuelve más, como parece que
usté lo está queriendo, niquis! Pa eso no. No me acusaré ante mi Dios ese pecado.
¡Caramba! Ayúdale a un cristiano a quitarse la vida, ni loca...
-Es que hay casos, Martina, en que la vida pesa horriblemente, que está demás. ¡Cuando
le pesan a una ciertas cosas!...
-Manque nunca, niña! Así será una guara e cosa yo no áselo que puedan arrastra a
quitarse una misma la vida. Pa todo hay remedio en este mundo, menos pa la muerte.
-Y para lo mío tampoco. Martina. Cuando se llega a donde he llegado yo, cuando se
tiene lo que yo tengo, no hay más que seguir uno de estos dos canil- nos: o el de la
muerte, que nos libra de todo, o el del oprobio, que es más horrible que la muerte. Y yo
prefiero lo primero.
-¿Que tan berrinchudo e lo que l’ está pasando, niña María Luz? —observó la
enfermera, tomando su rostro una expresión de gravedad adecuada a la pregunta, y a la
confidencia que veía venir inevitablemente— pa pensá así tan Jovencita en la muerte?
-Tan serlo, que no volveré a levantarme de esta cama, si no es para que me lleven al
campo santo. Pero, mujer ¿que no lo has adivinado tú en estos tres días que me estás
asistiendo? ¿Que no te ha dicho nada este cuerpo infeliz? ¿Pues para qué has andado tú
toda la vida metiendo las manos en ciertas cosas sino para saber de ellas al primer golpe
de vista?
-¡Ya lo creo! Pa eso es la práctica, que no hay ciencia sin experiencia, como dice el
dicho. Y ya me sonrugía aquí adentro; pero, francamente, no me atrevía hasele caso.
¿Por qué no equivocarse? Y luego ¿cómo sospecha de lo que no se debe sospecha? ¿Y a
quién colgare el milagro? ¿Onde están los moros que han andan por esta costa? De
nadie se ha dicho nada. Y si después mis ojos me han dicho algo, contra ese deci
estaba... Que no sé como deshilo, niña...
-El guardián de mi honestidad, que hay que suponerla a toda mujer de mi calidad, ¿no es
así? Sí, eso es lo que hasta hoy me ha librado de las sospechas de mi padre y de las
tuyas. Pero esa reputación está ya por el suelo, enlodada, Martina, y nada podrá
devolverle su perdida pureza. Ahora sólo me servirá de mortaja.
-¿Está usté diciendo la verdá, niña? - preguntó la mulata, resistiéndose todavía a aceptar
lo que acababa de oír-. ¿Tanta e su desgracia Dios mío?
-¿Qué no lo crees? Mira, mira este vientre que se lo han de comer pronto los gusanos.
¡Tócalo!... -gritó María Luz, exaltada, destapándose y mostrando, bajo la tenue y
morena blancura del camisón de lino, la túrgida cúpula de la fecundidad-. ¡Tócalo y
convéncete!
Y después que la mulata, llena de doloroso asombro, constató la realidad:
-¿Dime ahora -son remedios lo que yo necesito para esto? ¿Es con tacitas de hinojo y
yerbaluisa con lo que se cura la honra de una mujer?
La Martina movió tristemente la cabeza antes de responder, como si así hubiera querido
desechar la desconsoladora respuesta que tenía cuajada en los labios y. rompiendo en
sollozos, murmuró al fin:
-¡Pobrecita, mi niña linda!... ¡Es preñes! ¡Es preñes! ¡Y de la legítima! ¿Pa qué deci
más? ¿Pa engañarse una mesma? ¡Ah por qué no se fió de mí, amita antes del
trambuche, que yo la habría salvao!
-No seas tonta. Martina! —murmuró con sarcástica sonrisa María Luz—. Si lo que yo
quería entonces no era salvarme sino perderme. Cuando se ama de veras, el perderse es
como amar dos veces. Y yo tenía una sed de amor desesperada.
-Perdía no. niña; perdía no —exclamó la vieja nodriza, a la cual el instinto, más que la
razón, le hizo entender que la palabra perderse, dicha en tan solemne momento, iba a
pesar sobre ella también de manera cierta y fatal—. La Martina te sacará con bien y yo
la ayudaré.
-¡Desdichada! No te imaginas el trance por el que estoy pasando. Tú. más que nadie,
vendrías a ser la más favorecida con mi muerte, porque lo que amenaza aplastarme es
tal que alcanzará a todos los de esta casa, y a ti, particularmente. Una catástrofe, peor
que un terremoto. Mientras muriendo yo, todos quedarían salvos y en paz.
-Así es, así es, niña, que ya te entiendo —prorrumpió la enfermera, convencida del
peligro que amenazaba a todos—; pero la Casilda ha dicho bien: yo la salvaría si usté
quisiera.
-Siempre que usté quisiera prestar- se... De apuros como éste sé yo sacá fácilmente. En
un dos por tres ¡juera!
-¡No! —se apresuró a decir María Luz, comprendiendo el alcance de la torva
Insinuación de la mulata—. Así no. Eso está bueno para las criadas y cierta clase de
señoras. Pero este hijo que siento yo aquí, en mis entrañas, es un hijo del amor y de la
desgracia, que no tiene por qué pagar culpas ajenas. Sobre todo que ni su padre ni yo
somos culpables de nada. Allá los prejuicios levantados entre los dos. No intentes, pues,
decirme tu modo de salvarme.
-Ta bien, niña; eso e lo que le dise su querré, pero mañana, cuando el patrón, amatrerao
po lo que le pasa a su niña, se meta a averiguarlo; ¿qué le va usté a deci? mirando a la
Casilda maliciosamente, concluyó:
-Cierto que yo no soy la que voy a baila a hora el toque, ni nadie me a dao vela en el
entierro...
-Ya lo sé, Martina. Aquí la única responsable soy yo. Ni ésta es culpable de nada. SI
algo ha hecho ha sido por mí, por habérselo mandado yo. y tú sabes que el primer deber
de un esclavo es obedecer y callar. ¿Me entiendes, Martina? Y si tú fueras mi esclava y
yo te mandase matarme, tendrías que hacerlo. Desgraciadamente no lo eres, por eso tal
vez me niegas lo que quiero en este momento.
Y María Luz, violentada por la situación sin salida en que se encontraba, comenzó a
llorar.
-¡Señorita! ¡Amita de mi corazón, si yo también soy tu esclava! — Murmuró la Martina,
sinceramente—, y estoy, se lo juro por las cenizas e mi madre, dispuesta a compartí con
usté el pedazo e suerte que le toque. Pero darle algo que se la lleve de este mundo, ¡Dios
me habre! ¡Si juera otro! Con eso quedaba usté alijada y como nuevita en menos de un
santiamén.
-¡Calla! ¡No me tientes, mujer! ¿Cómo me propones una cosa que va contra ml hijo?
¿Que sea yo la que debe matarlo para después seguir viviendo como si no hubiera
ocurrido nada? ¡Y eres tú, que sabes lo que es ser madre la que me insinúa tal cobardía!
Morir yo con mi hijo sí, pero matarle, matarle por quedar libre y seguir pasando por lo
que no soy ¡jamás! Sería un crimen horrendo, que me abrasaría la sangre. ¡Que no sabes
tú, Martina, quiénes somos los Ríos de Zúñiga?
Nosotros sabemos matar por la honra, pero no asesinar por ocultar una vergüenza. Lo
uno es justicia, lo otro es infamia.
-A mí me parece, y usté perdone el párese, que también es malo matarse una mesma. Y
en esto no la sirvo yo, niña, manque me lo mande el mismo rey que está en lo cielo.
-No importa; me dejaré morir. Desde este momento no quiero nada, nada. ¡Muera las
dos! ¿Me han oído?
-¡No nos botes, mi hijita! —Exclamó la Casilda arrodillándose e intentando bésame los
pies a su ama, después de habérselos cogido, la que los retiró conmovida—. Yo también
quiero morí con vos, pa que vea la niña Carmen del otro mundo cómo su negra Casilda
ha velao por su hijita María Luz.
-¡Cállate! No mientes a mi madre en este momento.
Y María Luz, sentada sobre el lecho, arrecida, mortal, pero firme en cierto pensamiento
sombrío, sacudió la cabeza negativamente, como queriendo así cerrarle el paso a la
diabólica tentación. Matar únicamente al ser que sentía en sus entrañas, sacárselo como
una cosa puerca y maldita para que fuera luego a pudrirse, sabe Dios en qué muladar o
mísero escondrijo, era algo para ella inconcebible. Y más inconcebible todavía el
sacárselo por obra de su propia voluntad. Y todo ¿por qué? Para entrar en una vida de
ficción y de mentira, para volver a empezar tal vez. ¿Por qué, hasta dónde podría ella
creerse segura de no reincidir, teniendo siempre a la vista al tentador, al que de un golpe
había podido subir hasta ella y, a su vez, esclavizarla?
Y sobre este sañudo y doloroso meditar cayó, como un sudario, un pesado y torvo
silencio. Cada una de las tres cabezas, que un mismo destino parecía obstinado en unir,
pensaba en cómo había de romper el muro infranqueable que las tenía aprisionadas, para
volver a los dominios de la sedante vida que habían disfrutado hasta entonces. Y dentro
de esa prisión aizábase amenazador el fantasma de la muerte. Y si para la una, la más
libre al parecer, pero en realidad la más esclava, la muerte podía ser la mejor solución,
para los otros, pobres mamíferos domésticos, aquel desenlace era algo que su instinto
rechazaba con todas las potencias de la carne, a pesar de las sentimentales protestas que
acababan de hacer.
De repente una de las tres mujeres, acosada por la idea sombría y tentadora tomó una
resolución y salió, y al pasar por la habitación contigua, que debía conducirla al
corredor, la presencia inesperada del amo, la sobrecogió, haciéndola retroceder.
-¡Ah, eres tú, Martina! —Exclamó don Juan Francisco, clavando en ella los ojos con
fijeza taladrante—. ¿A dónde ibas?
-A prepararle a la niña una tisanita.
-Otra más? ¿Qué no son suficientes las que le has estado dando todos estos días?
Pregúntale si puedo entrar.
-Perdón, mi amo —tartajeo humildemente la Casilda, asomando la cabeza por la puerta
—. Niña María Luz dise que la dispense, que va a dormí y me dijo lo deja pa mañana.
-Bueno, bueno; será mañana. Y dile que voy a traerle mañana a Marticorena para que la
vea.
Y dirigiéndose a Martina, que, contrariada por el encuentro, no sabía si salir o volverse
al cuarto de su ama, díjole en un tono singular, que la hizo estremecer hasta la médula:
-Vamos abajo. Quiero hablar contigo.
Y los dos, mudos, como dos sombras furtivas, comenzaron a descender cuidadosamente
la larga y tendida escalera, cuyos tramos no se veían bien a causa de la oscuridad
naciente de la noche. Y estarían a la mitad del descenso cuando una risa burlona y
estridente, hendió los funbitos del patio, haciéndoles pararse. Enseguida una voz
Innoble, bestial, cantó la consabida copla:
Aún no se había desvanecido el eco del canto cuando don Juan Francisco, salvando
como pudo los tramos que le faltaban, se encontró de dos saltos, al lado del cantor, que
no era otro que el congo del molino, y encarándose con él le preguntó, con mal
reprimida cólera:
-¿Por qué has cantado así? ¿Qué hacías en el patio a esta hora en vez de estar en el
galpón?
-Señó amito, conguito cogiro sueño temprano debajo l’ escalera. Rinconcito muy
abrigao. A luego pasó gente.
-¿Y por eso has tenido la Insolencia de ponerte a reír y cantar?
-Neguito congo no aribiná que era su mersé quien bajaba.
-¿Y quién te Imaginabas tú...?
-L’otro, ml amito, l’otro.
La Martina. Incorporada ya en el grupo, al ver el sesgo que tomaba el interrogatorio,
creyó necesario intervenir.
-1Ah, dianche e negro! Siempre alocao, señó, y soltando todo lo que se le viene a la
boca. Bien sabe que el señó y nosotras sernos los que trajinamos por la escalera...
-No, no; si ha dicho el otro —recalcó don Juan Francisco—. ¿Quién es otro? ¿Yo?...
¿Esta?...
-Amito es amito; l’otro es l’otro.
-¿Y quién es el otro? ¿No quieres hablar? Pues ahora mismo voy a hacerte dar cien
látigos para que me lo digas. y de manos de José Manuel, no hay necesirá asotarme! ¡Es
él, es él!
-¿Y quién es él, demonio...?
-¡José Manué, amito!
-¿José Manuel? —Repitió enronquecido de repente don Juan Francisco y con los ojos
desorbitados—. ¿Pero tú lo has visto subir alguna vez?
-Mucha, su mesé, mucha. Por eso l’Ise bromita.
-¿Y por qué le cantabas esa copla Indecente? ¿No sabes tú que arriba sólo vive ml hija
con la Casilda?
-Casilda, seño. ¿Po quién va a sé sino po Casilda? -concluyó el negro con hipócrita
humildad.
-¡Está bien! Pasen ustedes dos a esperarme a la sala, que ya voy enseguida.
Y mientras la enfermera y el congo cumplían el mandato, don Juan Francisco dio dos
fuertes palmadas, y a poco se presentó ño Antuco, soñoliento y alarmado a la vez por
tan intempestiva llamada.
-Sube a los altos y dile a la Casilda que baje, que baje que quiero hablarle
Inmediatamente. Y si se demora tráela tú mismo.
No habían transcurrido dos minutos cuando la Casilda apareció en la sala, donde le
esperaba ya el amo. Su azoramiento era tal, que el más ciego habría visto lo que pasaba
en ese momento en el alma de la pobre negra. Don Juan la azotó con una mirada de
cólera sombría y después de jugar un rato con su temor, como la garra con la presa, le
espetó a quemarropa esta pregunta:
-Desde cuándo recibes tú en tu cuarto a José Manuel?
-¿Yo, ml amo? ¿La Casilda a José Manuel? ¡En jamás!
-¡Jamás! Y entonces ¿a qué sube a los altos ese hombre?
-No sé, mi amo. Habrá sido, pues, por la Rita.
-¡No mientas! La Rita hace más de dos meses que se fue. ¿Por qué sube ese hombre,
repito? Y cuidado con mentirme, porque te hago azotar hasta que confieses.
-1Ah, sí... sí, mi amo! ¡Le diré la verdá! ¡Es por mí señó! Yo que le e consentiro una
nochesita en mi cuarto. ¡Perdóneme l’atrevimiento!
-¡No es verdad! Estás mintiendo. En tus ojos leo la mentira. Di la verdad o te hago
desollar, como haber Dios.
-¡Por mí, señó, se lo juro! José Manuel es ml hombre...
Don Juan le cortó la palabra con una sonrisa ferozmente sarcástica.
-¡Tu hombre!... ¡Eso quisieras tú, negra alcahueta, gran puta! Tú no eres ya mujer para
ningún hombre. Ni para éste que tienes aquí delante, que ha pretendido engañarme hace
un momento y que sabe más de lo que ha confesado.
Y dirigiéndose al congo:
es verdad que tú sabes a dónde sube José Manuel?
El negro miró misteriosamente a la vieja nodriza, y como en la mirada de ésta leyera,
además de una promesa, la respuesta que debía dar, contestó:
-Onde la Casilda, señó. Congo vido con sus ojo.
-¡Pícaro! ¡Bellaco! ¡Fuera de aquí! Y tú también, vieja hipócrita. Mañana me las
entenderé con los dos.
Y una vez solo con la Martina, murmuró ceñudamente:
-¡Bueno! Parece que todos se han puesto de acuerdo para no decirme la verdad. Pero tú,
Martina me la vas a decir ahora mismo.
-¿Yo señó? ¡La que menos! ¿Cómo puede una saber lo que pasa en los altos si yo no
vivo ahí? Sólo ahora no más que estoy asistiendo a la señorita he venido por acá fuera.
-¡Vamos! ¿También quieres tú venirme con que no sabes nada? ¿Y por qué decías
enantes, en la alcoba de ml hija:
‘También es un crimen quitarse la vida una misma, y yo no la ayudo en eso. ml ama”?
¿Por qué decías eso? ¿Y por qué quiso echarlas a ustedes fuera?
-Señó! —gimió la pobre mujer, que, creída de que don Juan Francisco lo había
escuchado todo, no se atrevió a seguir negando.
-¿Por qué le decías eso a ml hija? Contesta.
-Ah, la niña María Luz e muy esgrasiada! Me pedía algo que no juera remedio y yo me
negué.
-¿Desgmc1ada ml hija? ¿Y por qué? Habla, de una vez, ¡por los mil demonios!, que ya
me va faltando la paciencia.
-Pero, señó, si la verdad e muy grande! Una cosa que no cabe en esta casa...
-Pues dila, aunque tenga que pegarle fuego a la casa con todo lo que tiene adentro.
-Cómo deci, señó. que la niña María
Lu....
…-es la que ha estado recibiendo al hombre que acaba de mentar aquí el congo. ¿No es
eso?
-Mas pior q’eso entoavía, señó: que las visitas del maldito mulato l’han dejao sucio el
viente a la niña!
A tan inaudita y terrible verdad don Juan, llevándose las manos a la cabeza, se levantó
tambaleante, como si hubiera recibido una puñalada brutal en el plexo, y se quedó
mirando, de hito en hito, a la Martina, alelado, sin saber qué decirle, hasta que repuesto
al fin de la impresión y recobrada su férrea voluntad, exclamó, extendiendo la diestra en
actitud inexorable y decisiva:
-¡Lárgate de aquí! Y si esa moza Insiste en que la mates ¡mátala!
CIRO ALEGRIA
(1909-1967)
Reseña biográfica
Nace en Sartibamba, provincia de Huamachuco, en 1909. Cursa estudios secundarios en
la ciudad de Trujillo, en donde tiene ocasionalmente como maestro a César Vallejo. A
los veintidós años ingresa a militar al Partido Aprista Peruano, recientemente fundado
por Haya de la Torre, participa en el levantamiento aprista del 7 de julio de 1932; es
tomado prisionero, compartiendo el presidio con Juan Seoane.
Dejado en libertad después de la amnistía general que da el presidente Benavides en
1933, vuelve a trabajar en el diario La Tribuna, en Lima, para ser luego nuevamente
perseguido y expulsado a Chile, junto con un grupo de escritores entre los que figura
Luis Alberto Sánchez. Es en Chile donde escribe sus tres novelas entre 1935 y 1941: La
serpiente de oro, con la que obtiene el Premio de novela del concurso organizado por la
Editorial Nacimiento, auspiciado por la Sociedad de Escritores de Chile. Luego, durante
una larga enfermedad que lo recluye en el sanatorio, escribe Los perros hambrientos,
con la que gana el segundo premio del concurso organizado por la Editorial Zigzag. En
1941 participa en el Concurso Latinoamericano de novela, organizado por la Empresa
Farrar & Rinehardt de Nueva York con su novela El mundo es ancho y ajeno,
obteniendo el primer puesto, lo que le da tranquilidad económica y le otorga prestigio
Internacional como escritor.
Después dejaría de escribir, la razón se desconoce, lo que causa extrañeza entre sus
críticos.
Su obra es traducida a varios idiomas, y él se dedica a enseñar literatura en
universidades de Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba. Regresa al Perú y es elegido
diputado por Lima, por el partido Acción Popular, en 1963. Años antes había renuncia
do al Partido Aprista. Fallece en 1967, en la ciudad de Chosica.
Reseña literaria
La obra literaria de Ciro Alegría inicia un nuevo momento en la literatura peruana. En
sus tres novelas se puede apreciar su perspectiva de serrano pueblerino; es el
enfrentamiento del hombre con el río, con la montaña, con la aridez de la puna fría y
con el despiadado despojo del gamonal.
La serpiente de oro es la novela del río Marañón, del mestizo, del cholo, de un gran
valle y sus problemas. La narración está avasallada por la fuerza del río y el poderío de
la selva. Como dice Mario Castro Arenas, el acierto estilístico de Ciro Alegría consiste
en haber humanizado el paisaje, en haber obtenido la fusión del Cholo y el río, en una
gran imagen alegórica, en haber presentado con claridad y sencillez la existencia
azarosa, heroica, del mestizo de la selva baja del Marañón y del cholo del valle.
En su segunda novela, Los perros hambrientos, aparece la figura de una manada de
perros pastores, los que cobran una dimensión casi humana, pues, al igual que los
hombres, aman, odian, luchan, sufren, sobreviven y mueren ante el duro fantasma de la
sequía. El problema de la tierra convierte a esta obra en un relato indigenista lleno de
imaginación. En la soledad de la puna, la vida de los hombres transcurre hermanada con
la vida de sus perros guardianes del ganado; cuatro perros ovejeros:
Wanka, Zambo, Güeso y Pellejo que tiene cada uno su propia historia y todos giran
alrededor de la sequía, la corrupción militar, el terrateniente que atropella los derechos
de los Indios, todo ello dominado por el fuerte influjo de la tierra.
El mundo es ancho y ajeno es la sinfonía de la rebelión campesina, el relato guerrero del
indio sojuzgado que se yergue ante el opresor de siglos. Ante la moral corrupta del
hacendado, ante el amparo que éste tiene de los poderes públicos.
Hay algunas constantes en las tres novelas de Ciro Alegría que pueden ser tomadas
como características:
1. El estilo literario, utiliza una técnica de episodios hilvanados, diversas historias
aisladas que van uniéndose.
2. La presencia de cuentistas y narradores, personajes que saben y cuentan historias,
unas veces será Matías, otras Asmadeo Hilas.
3. Presencia del canto que se transforma en poesía, canto a los balseros, cantos de la
puna, y hasta el canto de los perros con su aullido.
4. Presencia del bandolero, personaje folklórico indígena, narrador y poeta del pueblo.
5. Presencia del hombre, mestizo, blanco, indio, gente pobre unida por las fuerzas de la
naturaleza.
6. Relato en primera persona de temas del pasado, en forma de recuerdos, es una
reconstrucción de hechos magnificados e inmortalizados en el relato.
COMENTARIO
EL mundo es ancho y ajeno obtuvo el primer premio en el concurso de novelas
latinoamericanas organizado por Farrar and Rinehart, editores de Nueva York, y bajo los
auspicios de la Unión Panamericana de Washington, en 1941.
Es la última novela de Ciro Alegría; presenta el conflicto entre una comunidad Indígena,
Rumi, y un ambicioso terrateniente, Alvaro Amenabar.
Es la historia del indio endurecido por la lucha sin tregua por conservar su herencia
milenaria. Pero nuevamente, como muchas veces, la razón es de la fuerza y el derecho
es vencido, la Justicia, al no ser escuchada, busca refugio en los cerros. Es la historia de
atropellos y vejámenes de falso derecho de la ley, que en nombre de una justicia
inexistente, maltrata y destroza una comunidad; es el despojo de la tierra. es la clara
imagen de la desigualdad social. Cabe destacar como elemento principal la genial
memoria del narrador, que diestramente toma un tema y lo desarrolla basado sólo en sus
recuerdos, agigantados con frases, con cuadros épicos, personajes, lugares y hechos.
PERSONAJES:
Son de tres clases: indios, mestizos y blancos.
Indios:
- Rosendo Maqui, alcalde de la comunidad de Rumi.
- Benito Castro, comunero, que abandona su comunidad deseoso de conocer el mundo.
- El Fiero Vásquez, bandolero, lucha por sus hermanos de raza.
- Augusto Maqui, hijo de Rosendo, crece viendo luchar a su padre, se interna en las
caucherías de la selva.
Mestizos:
- Julio Contreras, buscavidas, entregado a sucios negocios, es condenado a morir en una
ciénaga.
- Melba Luna, amante de un tinterillo, padece de tuberculosis.
- Jacinto Prieto, se une a la causa de Rosendo Maqui.
Blancos:
- Alvaro Amenabar, terrateniente ambicioso que se apodera de las tierras de Rumi.
- Zenobio García, gobernador, sin principios morales.
- Bismark Ruiz, traiciona a la comunidad poniéndose al servicio de Amenabar.
Esta trilogía de razas representa al poblador peruano heredero de estas tres realidades
étnicas, simbolizando el hombre Indígena al personaje estropeado, explotado, a quien se
le arroja de su propio suelo. El blanco es el poderoso, el señor, que explota tratando de
aparentar lo que río es.
Es cholo el personaje que no sabe si unirse al indio o al blanco porque Internamente
siente que pertenece a las dos razas.
Los machetes y los rejones relumbraban al sol, fusiles tronaron rabiosamente y Artemio
Charqui levantaba un hacha como quien enarbola una bandera de acero. Sonaron
algunas voces: “¡No malgasten la munición!”. Los comuneros llenaban la plaza en uno
de los más esperanzados días. El sol brillaba alegremente, un viento calmo mecía los
pajonales de El Alto y en la llanura ganada para el hombre los animales aprovechaban
los rastrojos. Algunas vacas entraron al caserío y observaban con sus grandes ojos
sorprendidos.
Los rostros estaban rasgados por tres inmensos días de dolor y unos a otros se miraban
con ceño decidido y fiero. Los ponchos y las polleras encendían el júbilo agrario de sus
colores, pero las caras morenas tenían el gesto dramático de los picachos a los cuales no
rinde el rayo y en los cuales se destroza bramando el viento. No todos eran comuneros.
Hacia un lado, a caballo, estaban seis caporales armados de fusiles a quienes había
enviado Florencio Córdova. Hicieron entrega de veinte rifles y además prestarían su
concurso personal. Los fusiles fueron repartidos por Benito Castro y. con los que
Doroteo Quispe sacó del terrado de su vivienda, formaron la treintena que hizo escuchar
su voz frenética. Artemio Cauqui se había transfigurado y agitaba su hacha diciendo:
“El indio es un Cristo clavao en una cruz de abuso; ¡Ah cruz maldita! ¡Ah, cruz que no
se cansa de estirar los brazos. Doroteo Quispe, con el sombrero echado hacia atrás,
parecía afirmar su decisión de lucha con el gran tajo que le partía la frente. Sus
compañeros de correrías avecindados en la comunidad, tenían una actitud firme, pero
sencilla. Valencio decía con sus ojuelos duros:
“A qué viene tanta bulla? Vamos a pelear, pues”. El pueblo comunero estaba de pie,
unido, resuelto, hecho un haz de colores y aceros, sobre el fondo gris de las casas de
piedra. El más joven de cuantos empuñaba fusil era Fidel Vásquez, a quien los
comuneros decían Fletito, por cariño. Era un muchacho moreno de piel tersa y ojos
hermosos. Más bien triste, sonreía y hablaba poco. Jamás había manifestado nada sobre
el padre y la misma Casiana Ignoraba su parecer, cerca de él estaba su amigo, el joven
Indalecio, quien cogía un lanzón formado por una vara en cuya punta brillaba un
cuchillo fuertemente amarrado. Porfirlo Medrano cargaba su viejo rifle Pívode. Lo
prefería. Llega un tiempo en que el hombre, a fuerza de manejar un arma, se acostumbra
a ella y no la cambiaría por ninguna otra cosa. Uno de los pequeños hijos de Paula
corrió hacia su padre y. prendiéndose del pantalón, se puso a decirle: “¡Taita, pum,
venao! ¡Taita, pum, venao!”. Doroteo lo miró y, advirtiendo que metía las manos en el
gatillo del rifle, le respondió: “Sí, venao”, e hizo seña a Paula para que se lo llevara. La
atención de todos fue llamada por tres hombres de Mancha que llegaron armados de
carabinas. Como ni el alcalde ni los regidores estaban a la vista, se pusieron a conversar
con Porfirio. Eran tres cholos de traje de dril y redondos sombreros blancos. Llevaban el
poncho doblado sobre el hombro, bajo la carabina que sujetaban por el cañón. Los rodeó
un círculo de curiosos. Algunos comuneros ensillaban caballos, menos a Voluntarlo,
quien no debía ser expuesto, pues se lo necesitaba como reproductor. Unos cuantos
caballos pertenecían a la comunidad. Los otros eran de Humay. Un rumor sordo crecía a
ratos y a ratos se apagaba hasta llegar a los limites del silencio. La voz del pueblo es
variada como la del viento. De pronto, alguien anunció: Ahí está Benito!”. Benito
Castro salía de su casa seguido de los regidores. El nuevo era un hijo de Pedro Mayta
llamado Encarnación. El alcalde y sus acompañantes montaron a caballo. Todos
cargaban fusil y Benito tenía cananas sobre los costados. También cabalgaron Doroteo
Quispe. Porfirlo Medrano y diez más. Los potros se movían con nerviosidad, excitados
por la masa pululante. Benito demandó atención, con una seña de la mano y, templando
las riendas para mantener quieto al caballo, dijo:
-Comuneros: según lo resuelto por la asamblea, ha llegado la hora de defendemos.
Sabemos que en Humay se están concentrando los caporales y guardias civiles. Vendrán
hoy en la noche o mañana a más tardar... Yo sólo tengo que pedirles un esfuerzo grande
en este momento. La ley nos ha sido contraria y con un fallo se nos quiere aventar a la
esclavitud, a la misma muerte. Alvaro Amenabar, el gamonal vecino, quiso llevarnos a
su mina primeramente. Pero consiguió que los Mercado le vendieran su hacienda y de
ahí sacó gente pa podrirla en el socavón. Aura, ambiciona unos miles de soles más y va
a sembrar coca en los valles del río Ocros. Pa eso nos necesita. Pa hacernos trabajar de
la mañana a la noche aunque nos maten las tercianas. El no quiere tierra. Quiere
esclavos. ¿Qué ha hecho con las tierras que nos quitó? Ahí están baldías, llenas de
yuyos y arbustos, sin saber lo que es la mano cariñosa del sembrador. Las casas se caen
y la de nuestro querido viejo Rosendo es un chiquero. Tampoco quiere las tierras de
Yanañahui. Sigue persiguiendo a los comuneros pa reventar- los. Cuando la ley da
tierras, se olvida de lo que va a ser la suerte de los hombres que están en esas tierras. La
ley no los protege como hombres. Los que mandan se justificarán diciendo: “Váyanse a
otra parte, el mundo es ancho. Cierto, es ancho. Pero yo, comuneros, conozco el mundo
ancho donde nosotros. los pobres, solemos vivir. Y yo les digo con toda verdá que pa
nosotros, los pobres, el mundo es ancho pero ajeno. Ustedes lo saben, comuneros. Lo
han visto con sus ojos por donde han andao. Algunos sueñan y creen que lo que no ha
visto es mejor. Y se van lejos, a buscarse la vida. ¿Quién ha vuelto? El maestro Pedro
Mayta. que pudo regresar pronto. Los demás no han vuelto y yo les digo que podemos
llorarlos como muertos o como esclavos. Es penosa esta verdá, pero debo gritarla pa que
todos endurezcan como al acero la voluntad que hay en su pecho. En ese mundo ancho,
cambiamos de lugar, vamos de un lao pa otro buscando la vida. Pero el mundo es ajeno
y nada nos da, nada, ni siquiera un buen salario, y el hombre muere con la frente pegada
a una tierra amarga de lágrimas. Defendamos nuestra tierra, nuestro sitio en el mundo,
que así defenderemos nuestra liberta y nuestra vida. La suerte de los pobres es una y
pediremos a todos los pobres que nos acompañen. Así ganaremos... Mucho, muchos,
desde hace años, siglos, se rebelaron y perdieron. Que nadie se acobarde pensando en la
derrota porque es peor ser esclavo sin pelear. Quién sabe los gobernantes comiencen a
comprender que a la nación no le conviene la injusticia. Pa permitir la muerte de la
comunidad indígena se justifican diciendo que hay que despertar en el indio el espíritu
de propiedad y así empiezan quitándole la única que tiene. Defendamos nuestra vida
comuneros. ¡Defendamos nuestra tierra!
El pueblo rugió como ventarrón y el tumulto de voces sólo podía escucharse
claramente: “¡Tierra!”. “¡Defendamos!”. Los caporales se abrieron paso hasta llegar al
lado de Benito Castro y el que parecía su jefe, habló:
-Olga, nosotros nos volvemos aura misma. Don Florencio nos mandó a pelear contra
don Amenabar y no a hacer sublevación. Dénos los veinte rifles que le entregamos...
Benito, sin responder, aferró el rifle que tenía el caporal, quitándoselo de un jalón.
Sobre los otros se abalanzaron los comuneros —mujeres y hombres— que estaban a pie
a su lado. Sonó un tiro y una mujer dio un grito, pero los caporales ya caían al suelo y
eran desarmados y dominados después de una breve trifulca. El pueblo comunero se dio
cuenta de que en Benito tenía un jefe de visión rápida y lo vitoreaban. La mujer había
sido herida en un brazo y sus familiares la condujeron a su casa, chorreando sangre.
Benito entregó los fusiles y los caballos, Inmediatamente, a los hombres que primero
pusieron mano sobre los caporales y después ordenó:
-A estos vendidos enciérrenlos pa que no vayan con el cuento...
Los seis comuneros favorecidos levantaren su orgullo sobre los caballos haciendo brillar
los fusiles. El sol descendía ya y la cima del Rumi le apuntaba su lanza de piedra. Una
coriquinga chilló a lo lejos. Benito dijo:
-Comuneros, sigan a sus jefes, en la forma que han sido nombraos...
Hombres de a pie y de a caballo marcharon hacia las cumbres rocosas de El Alto y hacia
las cresterías de Rumi o simplemente hacia el horizonte. Cada grupo tenía un objetivo.
Las mujeres daban una alforja de fiambre a los hombres, quienes partían sin decir nada.
Ellas, de pie en las afueras del caserío. se quedaban viéndoles alejarse hasta que sus
ponchos flameaban como banderas desapareciendo detrás de las peñas altas. Benito
Castro se quedó en media plaza con Doroteo Quispe y ocho hombres más, todos
montados, a los cuales había escogido detenidamente. Los tres hombres de Muncha se
acercaron a pedir órdenes y él los envió con Ambrosio Luma.
Quizá sea necesario decir que la Corte Suprema de Justicia, viendo el juicio en
apelación, había fallado en contra de la comunidad. Entonces la asamblea acordó
resistir. Bien es verdad que los dirigentes, encabezados por Benito Castro, propiciaron
esta actitud. Faltaban caballos y los fueren a capturar en el potrero de Norpa. Cuando ya
se hallaban de vuelta arreando una tropa. Ramón Briceño les salió al paso y cambiaron
unos cuantos tiros. El huyó finalmente y después se supo de la concentración de Umay.
Se esperaba el ataque de un momento a otro. Claro que los Córdova habían ofrecido a
Benito Castro su apoyo con el ánimo de crear dificultades a Amenabar. Cuando Benito
lo solicitó, cumplieron sin sospechar las proyecciones que deseaba dar a su movimiento.
Seis caporales encerrados en la más fuerte de las casas de piedra eran los primeros en
comentarlo.
Los fogones no brillan esa noche. Benito ha dado órdenes de que se cocine temprano y
se evite toda luz. Desde lejos pueden disparar sobre el caserío o por lo menos orientarse.
El, sus hombres y los dos guardianes de los caporales, son los únicos válidos que
quedan en el poblado. Se han sentado, con excepción de los vigilantes, a la puerta de la
casa de Clemente Yacu, contigua a la de Benito. El enfermo escucha la conversación y a
ratos interviene.
-Si pasan, yo sí que me fregaré. ¿Qué voy a correr con este reumatismo que no me deja
andar? Pa qué darme molestias. Mejor esperaré aquí en ml cama y si quieren, que me
maten...
-No, Clemente, qué se te ocurre. Tienen pa rato con nosotros y si llega a prender una
buena revolución... Fíjate lo que pasó con Beney. Aguantó cinco años...
-Es que ése tenía plata...
-No creas, lo que supo es Ir creciendo. Yo estaba allá y vi como lo ayudaba el pueblo.
Ahora que me acuerdo, les voy a hacer una recomendación. Ya la hice a cuantos pude,
pero es bueno repetir lo que conviene. En mi regimiento había un sargento Palomino,
muy veterano, que estuvo en el sur baleando indios sublevados en Huancané. Contaba
muchas barrisolas el maldito. Sabía trampas. Como los indios se escondían en los
cerros, entre las peñas, era difícil sacarlos de allí. Entonces, cuando los soldados estaban
en medio avance, hacía como que se les dañaba la ametralladora o les faltaba la
munición. Los sublevados creían que llegó su oportunidad y al grito de “acaban balas” y
“dañau máquina”, salían con los machetes en alto y tirando piedras con sus hondas. Los
soldados simulaban huir hasta que los tenían en campo abierto. Entonces volvían la
ametralladora o los fusiles y los entusiastas perseguidores caían como moscas. No hay
que dejarse engañar con esos chistes...
Marguicha llega llevándoles coca y Benito acaricia al hijito de un año que ella tiene en
brazos.
En la cumbre del Rumi, cerca del lugar donde Rosendo hizo ofrendas y preguntas al
espíritu del cerro, hay un pequeño grupo que también conversa. La noche los envuelve
apretadamente. En el cielo vibran escasas estrellas y la cúspide del Rumi se confunde
con la sombra. Encabeza el grupo Cayo Sulla, iridio que tiene muy buena vista. El dice:
-Po más que me esfuerzo, no veo nada. ¿Ustedes?
-Nadita, si está tan oscuro...
-Serían zonzos si traen linternas.
Miran en dirección de la puna por donde viene el camino de Umay. El viento sopla
tercamente y les traspasa los ponchos.
-Hace friazo...
-Hace, dame un poco de coca.
Al pie del Rumi, por el lado de los roquedales entre los que se bifurca el camino que
desciende al caserío, está Eloy Condorumi al mando de veinte indios. Los ha puesto en
fila, a lo ancho de la peñolería, mirando hacia el sendero. Ninguno logra ver más allá de
los perfiles próximos, a las peñas. Pero todos aguzan el oído y. para que no se les escape
ningún rumor, ni siquiera hablan. Mascan silenciosamente su coca y Condorumi, quieto
y reconcentrado, reclama su poderosa estatura sobre una gran piedra.
Por el camino que bordea las faldas de El Alto, en cierto sitio en que las peñas lo hacen
pasar bordeando un abismo, están Artidoro Otelza y diez más. Dominan el camino
desde un conglomerado de piedras.
-Por ahí tienen que pasar de uno en fondo...
-Si son muchos, les rodamos galgas...
Arriba, entre las cumbres de El Alto, bloqueando un ancho cañón lleno de frillos, están
Ambrosio Luma, Porfirlo Medrano, Valencio y veinte más. De uno en uno, de dos en
dos, se han repartido por el cañón y más allá, por los riscos. Cada munchino ha sido
puesto en compañía, de un comunero. Hace un frío de helar y mascan coca y beben
cañazo. Como el licor escasea, un hombre va de puesto en puesto dando de beber de la
misma botella.
-¿Hay novedad? —le preguntan los hombres encogidos.
-Parece que no. Valencio está un poco adelante...
-Tiene buen oído...
Se acurrucan bajo el poncho y la sombra, abrazando el fusil. Los munchinos dicen que
van a pelear contra Amenabar porque les ha rodeado las vacas llevándolas como propias
a otra hacienda. (...)
JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
(1911-1969)
Reseña biográfica
El presente es un texto autobiográfico que data de 1937, es la respuesta a un
cuestionario que le hiciera Alberto Tauro, publicado por la revista San Marcos en 1975.
1) José María Arguedas Altamirano. Nací en Andahuaylas el 1$ de enero de 1911.
2) a) Mi padre, Víctor Manuel Arguedas de Arellano, nació en el Cusco; era de origen
muy español, su aspecto lo denotaba así inmediatamente; tenía barba rubia, ojos azules
y- nariz aguileña. Mi padre fue abogado de profesión; pero nació con espíritu de
vagabundo. Ejerció su profesión en más de quince provincias. A todas partes lo
acompañé yo.
b) Mi madre, Victoria Altamirano, era bien mestiza, morena y bajita. Murió cuando yo
tenía tres años de edad. No tengo ningún recuerdo claro de ella. Era andahuaylina.
3) a) Aprendí a leer en la Escuela Elemental del Pueblo de San Juan; allí estudié hasta el
primer año. El segundo año lo estudié en Puquio en la escuela particular de un viejo
maestro, muy severo. Cuatro años estuve casi abandonado, entre una hacienda y un
pueblo de indios. En seguida me recogió, otra vez ¡ni padre; y fuimos a dar al Colegio
Nacional de Abancay; allí estudié el cuarto y quinto año de Primaria. b) La Instrucción
Media la estudié en ¡ca, Huancayo, y Lima, los dos últimos años de alumno libre,
estudiaba sólo en la sierra y venía a dar examen al Colegio de la Merced. c) La
Instrucción Superior en Lima, con las alternativas que ya conoces. d) Quizá llegue a ser
doctor en Letras, e) de idioma sólo sé castellano y kechwa.
II
a) Aprendí a leer en la Escuela Elemental del pueblo de San Juan, con una profesora
limeña. La Srta. Elena hacía como que me adoraba, yo era el hijo del Juez de la
Provincia. Estuve casi tres años en esa Escuela, mezclado con los cocoleros Indios y
mestizos. Tuve en esos tres años, varias maestras.
b) Si la pregunta se refiere a influencia intelectual, no sufrí la influencia personal de
nadie; cuando empecé a leer libros, ningún autor me influenció hasta que leí a Víctor
Hugo y Baudelaire, esos sí me sugestionaron muchísimo.
4) Una sola vez he sido burócrata: casi cinco años de honorable auxiliar de la
Administración de Correos de Lima.
5) Esta pregunta es larguísima de contestar para mí, he vivido en más de veinte pueblos;
he viajado, en detalle, casi por todo el sur del Perú. En unos pueblos nos fue muy bien,
en otros muy mal. En el pueblo de Pampas, casi nos morimos de hambre; allí odian a los
forasteros; todos los vecinos, y principalmente los tinterillos, sitiaron a mi padre. Yo y
mi hermanito menor Carlos, teníamos que robar choclos, habas y un poco de fruta;
robábamos gallinas con trampas de rata; mi padre se ocupaba en rezar y lamentarse;
pero a veces, también robaba gallinas; gallo o gallina que entraba al patio de la casa, ya
no salía, mi padre colaboraba bien en esa tarea; a veces cuando veníamos de la calle,
encontrábamos al viejo persiguiendo algún gallo o gallina entre las yerbas que crecían
en el patio. Pero lo más interesante de mi vida son los años que pasé en la hacienda
Viceca y en el pueblo de Utek’. Durante unos años conviví con los Indios en el mismo
plano, de igual a igual; y aprendí a conocerlos. Los detalles de esta experiencia sería
largo de contarlos; además mucho ya he contado en mis cuentos que he publicado; y en
los que estoy escribiendo y en los que más tarde escribiré.
6) Tú me conoces bastante. Sabes cómo es mi carácter, sabes que soy violento,
apasionado, pero que lo característico de mi corazón es la ternura. Que durante toda mi
vida he aprendido a odiar la injusticia. Que he estado enamorado varias veces, sin pizca
de suerte, que ahora estoy más enamorado que nunca, que amo a mi Ratita.
7) Agua, 1935. Cuentos en La Prensa y La Calle, Palabra, Ecos y Noticias, Literatura
Americana, de Bs. As. Traducción de Agua por la Rey. Literatura Internacional al ruso,
alemán, francés e inglés.
8) Mis canciones kechwas y dos novelas que publicaré en 1938.
Luis Alberto Sánchez completa la biografía de Arguedas con los datos siguientes:
‘Arguedas llega a Lima alrededor de 1930, o sea al comienzo de la etapa de
transformación política que hemos bocetado ya. Sus primeros libros son de cuentos y
aportaciones folclóricas, destacando leyendas quechuas. Después, según nos referirá él
mismo en la primera parte de El zorro de arriba..., sufrió una honda conmoción,
originada en un mal psíquico que padecía desde la infancia, probablemente por causa de
algún trauma inferido en la niñez. A consecuencia de ello, estuvo “neutralizado” para la
literatura durante casi cinco años; o sea, entre 1944 y 1949. En este último año recuperó
su actividad. Se casó con una mujer inteligente y culta, de la que se divorció cuando fue
absorbido por una violenta pasión que él mismo narra. Quiso anestesiarse con aventuras
que él consideraba ‘amores”. Según su propio y dramático relato, acabó casándose de
nuevo. Poco antes, bajo el peso de la angustia hizo una primera tentativa de suicidio.
Siguió escribiendo. Desempeñaba una cátedra auxiliar de antropología en la
Universidad de San Marcos. Posteriormente, en 1963, dirigió la Casa de la Cultura de
Lima. Viajó ese mismo 1963 a Génova, a un encuentro de escritores. Más tarde fue a
París, por encargo de la UNESCO, y en la misma causa a Santiago de Chile y a Buenos
Aires. Circunstancias de algunos de esos viajes se desprenden del amargo prólogo a su
libro póstumo. Cuando más alta parecía su estrella realizó su suicidio en la Universidad
Agraria. Dejó una carta rara, en que mezcla útiles temas estudiantiles con serios
conflictos psicológicos. Esa carta es un documento demostrativo de la irremediable
crisis moral por la que Arguedas atravesaba de nuevo. Fue la definitiva”.
Reseña literaria
José María Arguedas es uno de los novelistas más representativos del pensamiento
indigenista. Es difícil separar al escritor del investigador, antropólogo, estudioso de la
etnología y del folklore del pueblo quechua. No podemos afirmar si su vocación de
escritor influyó en sus estudios científicos, o el hombre de ciencia labró al escritor, lo
cierto es que su obra literaria es toda una estampa de peruanidad.
Arguedas penetra al mundo íntimo afectivo de los mitos y secretos del pueblo quechua.
Nos hace reflexionar en el problema de las interculturas entre lo hispánico y lo indígena.
En cada línea de su extensa narrativa encontramos siempre un rasgo autobiográfico,
dando a su obra un sentido confidente como si se estuviese dialogando constantemente
con el autor. El mismo se encuentra dentro del tema narrado, no se ubica dentro de un
plano de observador-narrador, sino que es el protagonista que toma diferentes nombres
y personalidades, no solamente narra el problema del indio sino que es el indio mismo.
El lenguaje que utiliza Arguedas es tal vez uno de los rasgos más característicos de su
obra, en donde usa voces quechuas y castellanas con la misma naturalidad que si
estuviese hablando un solo idioma. Su lenguaje poético transcribe el mensaje de la
naturaleza y el paisaje; los que actúan como un personaje más: el cerro, la planta, los
amaneceres, el grito de los animales, el quejido lastimero, todo adquiere forma humana,
dentro de una rica y frondosa imaginación que nos habla de un alma que sufre cuando
despierta a una realidad que no la siente suya.
Sus personajes son indios, blancos y mestizos que se mueven cada uno dentro de su
papel, allí están los hacendados, colonos, comuneros, gente de clase media de las
provincias serranas, allí están los músicos, los policías, los estudiantes y los sacerdotes.
Ha demostrado ser fiel al mito, a la tradición, al indígena.
La novela de Arguedas es el resaltado de múltiples vivencias que van desde la infancia
hasta la adolescencia y ahora basta la madurez. El autor refleja en su obra su propio
mundo.
OBRA
Entre las primeras obras publicadas de José María Arguedas están:
Agua, 1934 y Canto Keshwa en 1938. Yawar Fiesta, en 1941, en donde se definen los
rasgos del verdadero escritor y del antropólogo.
El escenario es el pueblo de Puquio, pueblo de comuneros, pueblo de Indios,
evolucionando después en una composición de mistis mineros. Nos representa la unidad
étnica de un pueblo que de pronto se ve alterada por la presencia de forasteros que
maltratan, roban y falta el respeto, por el poder de la fuerza.
Esta obra ha sido llevada al cine por el cineasta cusqueño Luis Figueroa, y traducida a
varios idiomas.
Los ríos profundos, editada por Losada, de Buenos Aires, en 1959. En esta obra se ve al
novelista más depurado. El argumento está inmerso siempre en el eterno conflicto de
razas y las sangres pero ahora con un sentido de integración racial y social. Sus
personajes son blancos, indios y mestizos que se desplazan por los caminos de Abancay.
En cada página hay un rasgo autobiográfico, por lo que toda la obra es un diálogo entre
la experiencia vivida y la observación de la realidad andina.
José María Arguedas comenta:
‘cuando publiqué mi penúltimo libro Los ríos profundos, alcancé a tener algún prestigio
en lima, y entonces señores muy importantes, unos verdaderos amigos de los escritores
y otros, que gustaban mostrar a los escritores como una decoración de sus salones, me
invitaban a sus casas y alterné un poco con la sociedad de Lima. Desgraciadamente
desaproveché algunas de las oportunidades que me ofrecieron”.
El Sexto, Buenos Aires, 1961, es la novela del presidio; Cuartel El Sexto era la
comisaría limeña donde se hacinaban delincuentes comunes y acusados políticos, todos
ellos sumergidos en la promiscuidad repugnante y dolorosa. Esta novela escapa al esifio
indigenista, común en todas las obras anteriores adoptando momentáneamente un tono
político.
La agonía de Rasu Ñiti, publicado en 1962, es la narración de una tradición en la
serranía en donde un danzarín con una rica vestimenta, envuelto en una música de
variadas tonalidades danza y danza; en este baile que será el último nacerá un nuevo
bailarín, joven, fuerte que continuará con la tradición.
Todas Las sangres, fue publicada por la editorial Losada en 1964. Se aprecia la batalla
entre dos culturas, dos civilizaciones, dos razas, algo frecuente en la zona andina
peruana. La eterna lucha entre los poseedores y desposeídos, personajes contradictorios
que actúan en forma sorpresiva.
El autor no puede escapar de su fidelidad al indígena y se parcializa colocando todo el
bien a un lado y todo el mal en otro.
Es una de las mejores obras de Arguedas, en donde se unen el verso y la prosa en un
mundo de sufrimiento y combate alimentada con un sentimiento de universalidad. Con
relación a esta obra, el autor nos dice: “no habría alcanzado a trazar su curso si no
hubiera interpretado primero en Agua la vida de una aldea, la de una capital de
provincia en Yawar Fiesta; la de un territorio humano y geográfico más vasto y
complejo en Los ríos profundos ...Conozco el Perú a través de la vida y entonces intenté
escribir una novela en que se mostrara todas las jerarquías con todo lo que tienen de
promesa y todo lo que tienen de lastre. Y escribí este libro, Todas las sangres, en que he
intentado mostrarlo todo...”.
El zorro de arriba y el zorro de abajo, novela autobiográfica, libro póstumo, 1971. Todo
cuanto había Inspirado la vida literaria de Arguedas hace crisis en este libro; sus
personajes, indios, cholos, gamonales y latifundistas han quedado atrás, ahora él está
solo manifestando en su obra su protesta social. Nos dice el autor: -. . .voy a escribir
sobre lo único que me atrae decir: esto de cómo no puedo matarme y cómo ahora me
devano los sesos buscando una forma de liquidarme con decencia.., voy a tratar de
mezclar, si puedo, este tema que es el único cuya esencia vivo y siento con los motivos
elegidos para una novela que finalmente decidí bautizarla: “El zorro de arriba y el zorro
de abajo... debo al auxilio de la Dra. Hoffman el haber escrito trece de los últimos
capítulos de mi obra”...
Ernesto, niño de 14 años, cabellos lacios, ojos inocentes, delgado, viaja constantemente
con su padre, abogado de provincia, Inestable y errante.
Empieza el relato presentándonos a “El Viejo” que es el tío de Ernesto, al cual describe
como una persona cruel, avara e hipócrita, resaltando en él el maltrato que daba a los
indios.
Luego de esta experiencia realiza viajes con su padre por la serranía, hasta que deciden
instalarse en Abancay, donde Ernesto estudiaría. Su padre, por motivos de trabajo se ve
en la necesidad de dejarlo interno en un colegio religioso. Luego de la despedida,
Ernesto se siente solo y extraña la aldea nativa, sus amigos y parientes.
El internado es escenario de diversos problemas juveniles, allí conocerá las luchas
interiores por mantener sus Ideales, allí sentirá el despertar sexual del primer
enamoramiento, el cariño a sus amigos, su encuentro con la autoridad del padre director,
etc.
A la distancia Ernesto se siente identificado con los problemas sociales que sufre el
pueblo de Abancay, en especial los colonos (que pertenecen a las haciendas) que eran
explotados y cuyas necesidades no son tomadas en cuenta por los hacendados. Esos
recuerdos lo acompañan frecuentemente.
En la última parte se narra la epidemia que se origina entre los colonos y la cual
amenaza con expandirse hasta la ciudad, por ello los pobladores y estudiantes deciden
abandonar la ciudad.
Los colonos ya contaminados y próximos a morir invaden la ciudad en busca de la
bendición del cura. Ernesto recibe una carta de su padre en donde le dice que vaya a
vivir con su tío, el viejo, él acepta porque sabe que allí estará junto a los indios y
colonos.
E1 Padre Director me llevó a la capilla del Colegio. Delante del pequeño altar adornado
con flores artificiales, me azotó.
-Es mi deber sagrado. Has seguido a la Indiada, confundida por el demonio. ¿Qué han
hecho, qué han hecho? Cuéntale a Dios, junto a su altar.
Era un pequeño azote trenzado. Recibí los golpes y el dolor, casi jubilosamente.
Recordé el trueno de los zurriagos en el caserío de Patibamba. Me Incliné sobre el
alfombrado, en las gradas del altar.
-Te han visto correr por Huanupata, detrás de las mulas robadas por las Indias.
¿Cantabas con las forajidas? ¿Cantabas? ¡Di!
-Sí cantaba. Llevaba la sal para los pobres de la hacienda. ¡Cantábamos!
Ml pecho parecía inundado de fuego.
-¿La Felipa me maldecía? ¡Confiesa! Estamos solos en la capilla. ¡A solas con Dios!
¿Me maldecía?
-No, Padre. Lo llamó, no más, fuerte, cuando descubrieron los cuarenta sacos de sal.
El Padre me puso sus manos sobre los hombros.
-Tienes ojos inocentes. ¿Eres tú, tú mismo, o el demonio disfrazado de cordero?
¿Criatura! ¿Por qué fuiste? - me preguntó.
-1Usted hubiera ido, Padre!
-Yo no sabía que la sal había llegado. El recaudador es un imbécil. Pero, que no entre la
furia aquí. Recemos, hijo. Después te confiesas; para que duermas.
Le conté todo. El reparto; las órdenes de doña Felipa. La llegada a la hacienda; mi
caminata desfalleciente a las rejas de acero del parque. Ml despertar
el regazo de la señora de ojos
Como vimos galopar los caballos en que devolvían la sal.
-No entraron por la carretera —dijo el Padre—. Felizmente alcanzaron la Prefectura
dando un rodeo. El administrador es enérgico y sutil.
-Les quitaron la sal a los pobres reventaban zurriagazos. El corazón les arrancaron —me
atreví a decirle.
-Lo robado, no, hijo. Lo robado ni para los pobres.
-Ellas no robaron; no quisieron red sobre bir nada. Les entregamos la sal y corrían.
-¿Por qué dices les entregamos?
-Yo también fui, Padre. ¿Es robo eso?
-Te atreves pequeño. Si eres inocente no juzgues. Yo soy viejo, e hijo de Dios.
-A mí también me golpearon el corazón. Los vi galopar en el camino. Y la señora lloró,
lágrimas de sangre.
Me apoyé en el pecho del fraile.
-Eres enfermo o estás enfermo. O te han insuflado algo de su Inmundicia, las Indias
rebeldes. ¡Arrodíllate!
Sobre mi cabeza rezó en latín. Y me azotó nuevamente, en la cara, aunque con menos
violencia.
-Avisaré a tu padre. No saldrás más del internado. No vagabundearás los domingos. Irás
conmigo a las haciendas. Tu alma necesita compañía. Ven.
Salirnos. El castigo y los rezos me habían empequeñecido. Temí seguir llorando hasta
ahogarme. Los Internos ya habían comido y murmuraban en el corredor semioscuro.
Lleras y el “Añuco” vigilaban la capilla desde una columna del corredor. El Padre
apoyó su brazo sobre mi hombro, como para protegerme; y me llevó al comedor. No
sentía hambre sino sueño.
El Padre comió largo rato. Tomó su vino
Hizo llamar al rosario.
-Tú ya has cumplido. Mereces la piedad de Dios. Que te lleven a acostar.
El viejo Padre Augusto me llevó al internado. Fue él quien trajo a la demente. Su rostro
gordo estaba siempre animado por una expresión bondadosa y persuasiva, a pesar de
que era avaro, famoso por avaro.
-1Eh, tú, vagabundillo; zorrillo. zorrillo! —me iba diciendo.
Los Internos subieron atropellándose al dormitorio; se persignaron, contestaron las
oraciones de costumbre a la voz del Padre, y se acostaron. Pero apenas sintieron
perderse los pasos del Padre Director en la escalera corrieron hacia ml cama. Veía mal
sus caras en la penumbra.
-¿Qué te dijo? Amenazó que te azotaría hasta que te sacara sangre.
-Nunca estuvo así. Ya no era santo; parecía un vengativo. ¿Por qué?
-¿Qué hicieron las cholas?
-Te vieron correr tras las mulas. Parecías loco.
-¡Que cuente mañana! —exclamó Romero.
-Tu cuerpo está vacío, por eso no apeteces nada. Mejor que ayunes —me dijo.
-¡Mañana! —repitió Chauca.
-¡Es un héroe! Que cuente ahora
— dijo Valle.
-¡Déjenlo, déjenlo, avispas! —Dijo el “Chipro”, y se dirigió hacia su cama—. ¡Avispas.
Akatank’as!
- Yo me cubrí la cabeza con las frazadas. Estuvieron hablando largo rato.
-Si quieren que hable, sáquenle las frazadas. ¡Échenle agua, o cállense!
—gritó Lleras.
La voz de los internos, la voz del Padre; la voz de Antero y de Salvinia, la canción de
las mujeres, de las aves en la alameda de Condebamba, repercutían, se mezclaban en mi
memoria; como una lluvia desigual caían sobre mi sueño. La luz del sol suele aparecer
en medio de las lluvias dispares; fulge por algún vacío de las nubes, y el campo resalta,
brilla el agua, los árboles y las yerbas se agitan, iluminados; empiezan a cantar los
pájaros. El hombre contempla indeciso el mundo así disputado, sacudido por el sol y las
nubes tenebrosas que se precipitan.
El Padre Director entró al dormitorio, al día siguiente, muy temprano, casi al amanecer.
No tocaron la campanilla. Abrió la puerta y vino directamente hacia mi cama.
-Levántate —me dijo—. Vamos a Patibamba.
Algunos internos se sentaron y saludaron al Padre.
-¡Sigan ustedes, sigan! No es hora todavía. Tengo una misión con Ernesto.
Esperó que me vistiera. Bajamos al patio. En la puerta del Colegio había un automóvil.
Era de la hacienda.
Ni el amanecer es penetrante en los valles cálidos. A esa hora, en la altura, el resplandor
atraviesa los elementos; el hombre domina el horizonte; sus ojos beben la luz y en ella
el universo. En el Pachachaza la luz del amanecer es blanda. Invita al sueño, flota en el
mundo como un vapor rosado.
Era el mismo camino atroz de la víspera. Pero ahora lo cruzaba en automóvil, junto al
santo de Abancay. El Padre iba rezando. Las flores inmensas de los pisonayes pasaban
rápidamente como una roja franja, en lo alto. No se les veía una por una o árbol por
árbol, como yendo a pie. Reconocí un gran molle en el camino.
-Aquí me despedí de ella —dije en voz alta.
-¿De quién? —preguntó el Padre.
-De la señora de ojos azules.
No se detuvo el automóvil frente a la reja de la casa-hacienda. Siguió de frente, hacia el
caserío de los indios.
En el patio de la fábrica estaba reunida la gente de la hacienda, todos los “colonos” o
runas de Patibamba. Las mujeres orillaban el campo, vestían de azul o negro. Los
hombres, de bayeta blanca y chaleco, de diablo fuerte.
Cuando apareció el Padre lanzaron un grito, al unísono.
Habían levantado una especie de estrado junto al arco de entrada a la fábrica. Y lo
habían adornado con hojas de palma.
Allí, frente al tabladillo, estaban los hombres que yo había buscado en vano en las
chicherías del pueblo; y más lejos, junto a los muros, las mujeres que nos recibieron, el
día anterior, aterrorizadas y huyendo, la sal del pueblo. ¿Qué iba a hacer el Padre con
ellos y conmigo? Miré a mí alrededor, buscando.
El olor a bagazo se levantaba más agriamente del suelo, con la llegada del día.
El Padre se sentó en una silla que había sobre el tabladillo. Violentamente se escucharon
los pasos del mayordomo principal que subió al palco. Tenía botas, de las más altas, con
botones de acero. Habló en quechua desde el extremo del tabladillo. Dijo que el santo
Padre de Abancay había venido temprano, a decir un sermón para la gente de la
hacienda, porque los colonos de Patibamba le preocupaban mucho; a ellos era a quienes
más amaba. El mayordomo saltó luego al suelo; no bajó por las gradas.
Cuando el Padre se puso de pie y avanzó hacia el borde del tabladillo, los indios
volvieron a lanzar un grito. Se retorcían los dedos; lo contemplaban con los ojos
brillantes, conteniendo el llanto. El viento había empezado a agitar la sotana blanca del
Padre.
Con su voz delgada, altísima, habló el Padre, en quechua:
“Yo soy tu hermano, humilde como tú; como tú, tierno y digno de amor, peón de
Patibamba, hermanito. Los poderosos no ven las flores pequeñas que bailan a la orilla
de los acueductos que riegan la tierra. No las ven pero ellos les dan el sustento. ¿Quién
es más fuerte, quién necesita más mi amor? Tú, hermanito de Patibamba, hermanito; tú
sólo estás en mis ojos, en los ojos de Dios, nuestro Señor. Yo vengo a consolarlos,
porque las flores del campo no necesitan consuelo; para ellas, el agua, el aire y la tierra
les es suficiente. Pero la gente tiene corazón y necesita consuelo. Todos padecemos,
hermanos. Pero unos más que otros. Ustedes sufren por los hijos, por el padre y el
hermano; el patrón padece por todos ustedes; yo por todo Abancay; y Dios, nuestro
Padre, por la gente que sufre en el mundo entero. ¡Aquí hemos venido a llorar, a
padecer, a sufrir, a que las espinas nos atraviesen el corazón como a nuestra Señora!
¿Quién padeció más que ella? ¿Tú, acaso, peón de Patibamba, de corazón hermoso
como el de ave que canta sobre el pisonay? ¿Tú padeces más? ¿Tú lloras más...?”.
Comenzó el llanto de las mujeres, el Padre se Inclinó, y siguió hablando:
-¡Lloren, lloren —gritó—, el mundo es una cuna de llanto para las pobrecitas criaturas,
los indios de Patibamba!
Se contagiaron todos. El cuerpo del Padre se estremecía. Vi los ojos de los peones. Las
lágrimas corrían por sus mejillas sucias, les caían al pecho, sobre las camisas, bajaban al
cuello. El mayordomo se arrodilló. Los indios le siguieron; algunos tuvieron que
arrodillarse sobre el lodo del canchón.
El sol resplandecía ya en las cumbres. Yo no me arrodillé; deseaba huir, aunque no sabía
adónde.
-¡Arrodíllate! —me ordenó el Padre—. ¡Arrodíllate!
Atravesé el tabladillo; salté lejos. y caí a los pies de un peón viejo. La voz del Padre
empezó de nuevo:
“El robo es la maldición del alma; el que roba o recibe lo robado en condenado se
convierte; en condenado que no encuentra reposo, que arrastra cadenas, cayendo de las
cumbres nevadas a los abismos, subiendo como asno maldito de los barrancos a las
cordilleras... Hijitas, hermanitas de Patibamba, felizmente ustedes devolvieron la sal que
las chicheras borrachas robaron de la Salinera. Ahora, ahora mismo, recibirán más, más
sal, que el patrón ha hecho traer para sus criaturas, sus pobrecitos hijos, los runas de la
hacienda...
Me levanté para mirarlo. Del oscuro piso bajo del tabladillo, ayudantes del mayordomo
principal arrastraban costales repletos.
El Padre Director Impartió la bendición a los colonos. Se persignaron todos. Se
buscaban unos a otros. Eran felices. Se arremolinaron murmurando confusamente, como
moscardones, que horadan madera vieja, dando vueltas, y cantando.
Salí al camino. Desde la cima de un muro vi que les repartían la sal. El sol se acercaba
al patio; había llegado ya a los penachos de los cañaverales. En ese instante, decidí bajar
a carrera hasta el río. El Padre me vio y me llamó. Le miré con temor; pero él también
sonreía.
-Vete al Colegio —me dijo—. Yo voy a decir misa en la capilla. Tú eres una criatura
confusa. Veré lo que hago. Un mayordomo te acompañará.
-Padre, ¿podría tan sólo visitar a la señora? —le pregunté.
-No. El mayordomo te llevará a caballo hasta la puerta del Colegio. Tú no saldrás, los
otros tampoco.
Y volví a Abancay. en el anca de un caballo de Patibamba. Por cuarta vez Iba huyendo
por ese camino.
-Señor —le dije al mayordomo—. ¿Conoce usted a una señora de ojos azules que ha
venido la hacienda con su patrona?
-Sí.
-¿Se va pronto?
-Mañana.
-¿Por qué?
-No llega todavía la tropa del Cuzco. Están asustados; por eso se van.
-¿La tropa?
-Dicen. Se han asustado los patrones. Viene tropa. en camión hasta Limatambo. La
señora es visita.
-Le dice usted que el estudiante del Colegio se despide de ella, que le besa las manos.
-¿Le besa las manos? ¿Por qué?
-¿Podría darle sólo ese encargo?
-Bueno. Es muy cariñosa esa señora.
-¿Y el dueño de la hacienda?
-Casi no viene. Vive en el Cuzco. No habla bien castellano.
-¿Quién se ha asustado entonces?
-El mayordomo grande. Los patrones de las haciendas de abajo.
-¿Qué va a hacer la tropa?
-No sé, joven. Vendrán pues. a asustar a las cholas, y a los Indios también. Quizá
matarán a alguien, por escarmiento.
-¿Escarmiento?
-Doña Felipa, pues, ha acorralado a los gendarmes. Los ha hecho correr.
¿Escarmiento? Era una palabra antigua, oída desde mi niñez en los pueblos chicos.
Enfriaba la sangre. (...)
MANUEL SCORZA
(1928-1983)
Reseña biográfica
Nace en Lima. Realiza sus estudios en el Colegio Leoncio Prado, Ingresando luego a la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en donde no pudieron culminar sus
estudios, pues por su militancia en el Partido Aprista fue expulsado del país.
Durante varios años vive en Argentina, México y Francia. En 1954 viaja a Bolivia, país
que se encontraba en conflictos políticos internos, componiendo su célebre Canto a los
mineros de Bolivia. Autor infatigable, obtiene el primer puesto en los juegos florales de
la Universidad Autónoma de México.
En 1974 participa, en Argelia, en el congreso de historia, en donde aporta en la
redacción de la Declaración de los Derechos de los pueblos.
En 1978 interviene en las elecciones para la Asamblea Constituyente, pero renuncia a su
escaño antes de ocuparlo.
También tuvo un destacado papel en la difusión cultural a través de la edición de la serie
Populibros, una colección obras literarias peruanas, latinoamericanas y europeas que
tuvo una gran acogida entre los lectores peruanos. Se llegaron a realizar tiradas de hasta
50,000 ejemplares.
En 1983 muere trágicamente al estrellarse el avión en el que viajaba de París a Bogotá.
Reseña literaria
Las novelas de Scorza surgen del relato hecho por el campesino preso, el minero
agónico, el oprimido, el hombre del pueblo. Es uno de los mejores expositores de la
realidad.
Pertenece al grupo denominado ‘los poetas del pueblo junto con Francisco Bendezú,
Alberto Valencia, Gustavo Valcárcel, Eduardo Jibaja.
Se inicia en la literatura haciendo poesía lírica, amorosa, juvenil, en donde predomina el
tono sensible, con un dejo nostálgico, como lo demuestran sus poemas publicados en
Las imprecaciones, poemario editado en México, con el que obtiene el Premio Nacional
de Poesía 1956. Luego aparece en él el poeta social, el poeta comprometido,
manifestándose en su obra Canto a los mineros de Bolivia.
En la narrativa se introduce en el mundo andino, de lluvias, nieves y noches silenciosas,
tomando los temas de sus novelas de hechos reales.
Entre los personajes de sus obras están siempre presentes el juez de provincia, el
prefecto servil, el poncho del indio sublevado que aparece como un fantasma, la
compañía minera que perfora la tierra, el perverso hacendado que se aprovecha de las
jovencitas a las que hace ahijadas suyas, el guardia de asalto que mata indios porque se
lo ordenan, y toda una gama de sucesos fantásticos y reales que reflejanerza y violencia
de una raza imposible de destruir.
OBRAS
Poesía:
- Las Imprecaciones (1955)
- Los adioses (1956)
- Canto a los mineros de Bolivia (1960)
- Desengaños del mago (1961)
Novela:
- Redoble por Rancas (1970)
- Historia del Garabombo, el invisible (1972)
- El jinete insomne (1977)
- Cantar de Agapito Robles (1977)
- La tumba del relámpago (1979)
- La danza inmóvil (1983)
En un pueblo de Rancas, departamento de Junín, sierra central del Perú, ejerce autoridad
un juez paradójicarnente Injusto. Francisco Montenegro, quien no es respetado sino
temido por los habitantes del pueblo de Rancas. Se suscitan pequeños hechos que dejan
en claro la malévola acción del juez, como la escena cuando se le cae una moneda de
bronce al piso y nadie se atreve a recogerla porque saben que pertenece al juez.
Un buen día llega a Fincas la Cerro de Paseo Corporation inquietando a la población,
pues saben que serán despojados de sus tierras por el abuso de los poderosos con la
ayuda de la Guardia Civil.
Héctor Chacón, un aguerrido campesino. es elegido para dar muerte al malvado juez y
se empieza a tramar la acción. El pueblo motivado por el terror no se atreve a
enfrentársele. El juez continúa con su prepotencia abofeteando a los que según él le falta
el respeto.
El inspector de Educación, el sargento Cabrera, el jefe de la Caja de Depósitos y
Consignaciones, ya habían sido abofeteados por él en público, ahora le tocó el turno al
subprefecto Arquírnides Valerlo, quien fue abofeteado por llamarlo “Don Paco” y tuvo
que pedir disculpas argumentando estar mareado.
Llega a Rancas el tren cargado con alambre para cercar terrenos del Cerro de Paseo
Corporation. el cerco tenía más de cien kilómetros de largo y los campesinos fueron
notificados que desalojen las tierras, las ovejas de los campesinos que pastaban en esa
zona fueron degolladas como una muestra de abuso y amedrentación. La Guardia Civil
prestó toda ayuda a “la Cerro” en el desalojo, incluso empezó una tenaz búsqueda de
Héctor Chacón porque se habían enterado del plan para matar al juez Montenegro.
El día señalado para el desalojo llega la Guardia de Asalto, los comuneros estaban
armados de piedras y palos para defenderse, Fortunato se enfrenta al alférez que estaba
al mando de la acción de desalojo, diciéndole que Cerro estaba invadiendo terreno de
los campesinos, los policías no lo escuchan y le dan muerte, junto con Fortunato caen
hombres y mujeres que intentaban defender sus tierras siendo derrotados por el abuso y
la Injusticia.
Seis minutos antes del mediodía del 14 de marzo de 1903 cambió, por primera vez, el
color de las caras de los cerreños. Hasta entonces los felices habitantes del lluvioso
Cerro de Paseo ostentaban rostros cobrizos. Ese mediodía sus rostros cambiaron: un
hombre emergió de una cantina donde bebía aguardiente de culebra con la cara y el
cuerpo azules; al día siguiente otro varón, que se emborrachaba en la misma cantina,
lució verde; tres días después un hombre de rostro y manos anaranjadas se paseó por la
plaza Carrión. Faltaban pocos días para el carnaval: se creyó que eran candidatos a
ocupar plazas de diablos-supay. Pero los carnavales pasaron y la gente siguió mudando
de color.
Cerro de Paseo es la ciudad más alta del mundo. Sus callejuelas se retuercen a mayor
altura que los montes más elevados de Europa. Es una ciudad donde llueve doscientos
días al año. El día se entreabre sobre una nevada. Cerro de Paseo se acurruca al final de
la pampa de Junín. Para los mismos chóferes, embufandados hasta los ojos, la pampa es
un mal paso. Todos los camioneros pegan en sus parabrisas estampas de la Beatita de
Humay: le encomiendan sus motores. ¡No vaya a ser que les fallen en esta pampa donde
el soroche, el mal de altura, fulmina a tantos costeños! Los viajeros que conocen esa
desolación vigilada por el ojo celoso del lago Junín se santiguan apenas desembocan de
los rocosos desfiladeros de La Oroya. ¡Virgen María, protectora de los caminantes,
ampáranos! ¡Santa Tecla, protectora de los peregrinos, ruega por nos!, rezan verdes por
la falta de oxígeno, apretando los limones inútiles contra la anoxia. Ni los collares de
limón ni las oraciones sirven en la estepa sin árboles. Porque los que no viajan a
Huánuco no conocen árboles ni flores: nunca los han visto; aquí no crecen. Sólo el pasto
enano desafía la cólera de los vientos. Sin ese pasto, sin el icchu, nadie viviría. El pajón
es el alimento de los rebaños de carneros, única riqueza. Millares de ovejas ramonean en
la pampa hasta las tres de la tarde. A las cuatro, cae la guillotina de la oscuridad. El
atardecer no es el fin del día sino el acabamiento del mundo.
¿Qué trajo a los hombres a esta capitanía del infierno? El mineral. Hace cuatrocientos
años que Cerro de Paseo esconde el más fabuloso yacimiento del Perú. Ahí, en una
pelada colina, casi rozando los testículos del cielo, se alinean las maltrechas tumbas de
los cateadores: vinieron por fortuna y dejaron los huesos; trescientos años después de
los empecinados gallegos subieron los duros alemanes, los desconfiados franceses, los
rígidos servios, los peligrosos griegos; todos duermen en sus tumbas maldiciendo la
nevisca.
Hacia 1900 las vetas se agotaron. Cerro de Paseo, tan orgullosa de sus doce
viceconsulados, falleció. Mineros, comerciantes, restauranteros y putas la abandonaron.
Cerro, pues. se despobló. El vago censo departamental de 1895 enumera tres mil
doscientas veintidós casas. En los cinco años siguientes el viento arrastró dos mil
ochocientas treinta y dos casas. Poco a poco, Cerro volvió al páramo. En 1900 ya sólo
quedaban unas cuantas casas, acurrucadas alrededor de Plaza Carrión, cuando una
víspera de Semana Santa llegó un gigante rubio de alegres ojos azules, de llameante
barba roja, estupendo para comilonas y borracheras. Era un ingeniero, un formidable
fornicador que desde el comienzo se mezcló y simpatizó con la gente. Al principio la
gente desconfió del norteamericano; pero vieron que más que de los teodolitos el
barbirrojo se preocupaba de buscar las galerías de las cholitas y le cobraron confianza.
El gringo anduvo unos meses recogiendo muestras y mejorando la raza. La gente se le
encarnó. Infortunadamente, el pelirrojo enloqueció. Una tarde, unas tres de la tarde,
entró al “Valiente de Huandoy”, una cantinita de mala muerte donde sobrevivía una
botella, luego dos, luego tres. Al atardecer salió a la calle a repartir whisky. A las siete lo
visitaron los diablos azules. Quizá se excedió en las copas; quizá lo afectó, finalmente,
la altura: comenzó a reírse como embrujado. La gente siguió bebiéndose emborrachaba
a costillas del cómico, pero poco a poco, a medida que la risa se convertía en una
catarata de carcajadas, en un espumoso mar de risas, en una marejada de burla, se
asustaron y salieron. No había por qué. Una hora después el de la Inolvidable barba
crepuscular se secó las lágrimas, depositó un montoncito de libras de oro y salió del
“Valiente de Huandoy”. No volvió jamás.
El dueño de aquella carcajada se reía de los mineros y cateadores de cuatrocientos años,
de Cerro de Paseo, del viento que se lleva las casas, de las nevadas de a metro, de la
lluvia interminable, de los muertos que tiritan de frío, de la soledad. ¡Había descubierto
debajo de las vetas agotadas el más fabuloso filón de la minería americana! Tras
cuatrocientos años de enriquecer a reyes y virreyes. Cerro de Paseo era virgen. La
ciudad misma, el mortecino pueblo, levantaba sus casuchas sobre la más estruendosa
yeta del Perú. Las maltrechas casas sin pintar, las calvas plazas, sin árboles, las calles
fangosas, la Prefectura a punto de caerse, la única escuela, eran la cáscara de una
riqueza delirante. (...)
Nadie podía imaginarlo en 1900. “La Compañía”, que pagaba salarios delirantes de dos
soles, fue acogida con alegría. Una muchedumbre de mendigos. de prófugos de las
haciendas, de abigeos arrepentidos, hirvió en Cerro de Paseo. Sólo meses después se
percibió que el humo de la fundición asesinaba a los pájaros. Un día se comprobó que
también trocaba el color de los humanos: los mineros comenzaron a cambiar de color; el
humo propuso variantes: caras rojas, caras verdes, caras amarillas. Y algo mejor: si una
cara azul se matrimoniaba con una cara amarilla, les nacía un cara verde. En una época
en que Europa aún no descubría las embriagueces del impresionismo. Cerro de Paseo se
alegró con una especie de carnaval permanente. Por supuesto, muchos se asustaron y
volvieron a sus pueblos. Circularon rumores. La “Cerro de Paseo” mandó pegar un
boletín en todas las esquinas: el humo no dañaba. Y en cuanto a los colores, la
transformación era un atractivo turístico único. El Obispo de Huánuco, sermoneó que el
color era, un canelón contra el adulterio. SI un cara anaranjada se ayuntaba con una cara
roja, de ninguna manera podía nacerles una cara verde: era una garantía. La ciudad se
sosegó. Un veintiocho de julio el Prefecto declaró, desde la tribuna, que. a ese paso,
pronto los indios serían rubios. La esperanza de transformarse en hombres blancos,
clausuró toda duda. Pero los campesinos continuaban quejándose: en las tierras, ni en
las azules, ni en las amarillas prosperaba la semilla. (...)
NARRATIVA DE LA CIUDAD
EL TROMPO
(FRAGMENTO)
I
Sobre el cerro San Cristóbal la niebla había puesto una capota sucia que cubría la cruz
de hierro. Una garúa de calabobos se cernía entre los árboles lavando las hojas,
transformándose en un fango ligero y descendiendo hasta la tierra que acentuaba su
color pardo. Las estatuas desnudas de la Alameda de los Descalzos se chorreaban con el
barro formado por la lluvia y el polvo acumulado en cada escorzo. Un policía, cubierto
con su capote azul de vueltas rojas, daba unos pasos aburridos entre las bancas desiertas,
sin una sola pareja, dejando la estela famosa de su cigarrillo. Al fondo, en el convento
de los frailes franciscanos se estremecía la débil campanita con su son triste.
En esa tarde todo era opaco y silencioso. Los automóviles, los tranvías, las carretillas
repartidoras de cervezas y sodas, los “colectivos”, se esfumaban en la niebla gris-
azulada y todos los ruidos parecían lejanos. A veces surgía la estridencia característica
de los neumáticos rodando sobre el asfalto húmedo y sonoro y surgía también, solitario
y escuálido, el silbido vagabundo de un transeúnte invisible. Esta tarde se parecía a la
tarde del vals sentimental y huachafo que, hace muchos años, cantaban los currutacos de
las tiorbas:
¡La tarde era triste, la nieve caía!....
Por la acera Izquierda de la Alameda Iba Chupitos y a su lado el cholo Feliciano Mayta,
Chupitos era un zambito de diez años, con dos ojazos vivísimos sombreados por largas
pestañas y una jeta burlona que siempre fruncía con estrepitoso sorbo. Chupitos le
llamaron desde que un día, hacia más de un año más o menos, sus amigos le
encontraron en la puerta de la Botica de San Lázaro pidiendo:
-Despácheme esta receta!...
Uno de los ganchos, Glicerlo Carmona, le preguntó:
-¿Quién está enfermo en tu casa?
-Nadies... Soy yo que me han salido unos chupitos...
Y con “Chupitos” quedó bautizado el mocoso que ahora Iba con Feliciano, Gil- cerio. El
Bizco Nicasio, Faustino Zapata, pendencieros de la misma edad que vendían suertes y
pregonaban crímenes, ávidamente leídos en los diarios que ofrecían. Cerraba la marcha
Ricardo, el gran Ricardo, el famoso Ricardo, que cada vez que entraba en un cafetín
japonés a comprar un alfajor o un comeycalla, salía, nadie sabía como, con dulces y
bizcochos para todos los feligreses de la tira:
-¡Pestañas que uno tiene, compadre!
Gran pestaña, famosa pestaña que un día le falló, desgraciadamente, como siempre falla,
y que le costó una noche íntegra en la comisaría, de donde salió con el orgullo inmenso
de quien tiene la experiencia carcelera que él sintetizaba en una frase aprendida de una
crónica policial:
-Yo soy un avezado en la senda del crimen.
El grupo Iba en silencio. El día anterior. Chupitos había perdido su trompo jugando a la
“cocina” con Glicerlo Carmona, ese juego Infame y taimado, sin gallardía de destreza,
sin arrogancia de fuerza. Un juego que consiste en ir empujando el trompo contrario
hasta meterlo dentro de un círculo, en la “cocina”, en donde el perdidoso tiene que
entregar el trompo cocinado a quien tuvo la habilidad rastrera de saberlo empujar.
No era ese un juego de hombres. Chupitos y los otros sabían bien que los trompos,
como todo en la vida, deben pelearse a tajos y a quiñes, con el puñal franco de las púas
y sin la mujeril arteria del empellón. El pleito tenía que ser siempre definitivo, con un
triunfador y un derrotado, sin prisionero posible para el orgullo de los mulatos
palomillas.
Y, naturalmente. Chupitos andaba medio tibio por haber perdido su trompo. Le había
costado veinte centavos y era de naranjo. Con esa ciencia sutil y maravillosa, que solo
poseen los iniciados, el muchacho había acicalado su trompo así como su padre
acicalaba sus ajisecos y sus giros, sus cenizos y sus caramelos, todos esos gallos que
eran su mayor y más alto orgullo. Así como a los gallos se les corta la cresta para que el
enemigo no pueda prenderse y patear luego a su antojo, así Chupitos le cortó la cabeza
al trompo, una especie de perilla que no servía para nada; lo fue puliendo, nivelando y
dándole cera para hacerlo más resbaladizo y le cambió la innoble púa de garbanzo, una
púa roma y cobarde, por la púa de clavo afilada y brillante como una de las navajas que
su padre amarraba a las estacas de sus pollos peleadores.
Aquel trompo había sido su orgullo. Certero en la chuzada, Chupitos nunca quedó el
último, y por consiguiente, jamás ordenó cocina, ese juego zafio de empujones. ¡Eso
nunca! Con los trompos se juega a los quiñes, a rajar al chantado y a sacarle hasta la
contumeña que, en lengua faraona, viene a ser algo así como la vida. ¡Cuántas veces su
trompo, disparado con toda su fuerza Infantil, había partido en dos al otro que enseñaba
sus entrañas compactas de madera, la contumelia destrozada! Y cómo se ufanaba
entonces de su hazaña con una media sonrisa, pero sin permitirse jamás la risotada
burlona que habría humillado al perdedor:
-Los hombres cuando ganan, ganan. Y ya está.
Nunca se permitió una burla. Apenas la sonrisa presuntuosa que delataba el orgullo de
su sabiduría en el juego y, como la cosa más natural del mundo, volver a chuzar para
que otro trompo se chantase y rajarlo en dos con la Infabilidad de su certeza. Sólo que el
día anterior, sin que él se lo pudiese explicar hasta este instante, cayó detrás de
Carmona. ¡Cosas de la vida! Lo cierto es que tuvo que chantarse y el otro, sin poder
disimular su codicia, ordenó rápidamente por las ganas que tenía de quedarse con el
trompo hazañudo de Chupitos.
-¡Cocina!
Se atolondró la protesta del zambito:
-¡Yo no juego cocina! Si quieres a los quiñes...
La rebelión de Chupitos causó un estupor inenarrable en el grupo de palomillas. ¿Desde
cuándo un chantado se atrevía a discutir a la prima? El gran Ricardo murmuró con la
cabeza baja mientras enhuaracaba su trompo:
-Tú sabes, Chupitos, que el que manda, manda: así es la ley...
Chupitos, claro está, ignoraba que la ley no es siempre la justicia y, viendo la
desaprobación de la tira de sus amigotes, no tuvo más remedio que arrojar su trompo al
suelo y esperar, arrimado a la pared con la huaraca enrollada en la mano, que hicieran
con su juguete lo que les diera la gana. ¡Ah, de fijo que le iban a quitar su trompo!...
Todos aquellos compadres sabían lo suficiente para no quemarse ni errar un solo tiro y
el arma de su orgullo iría a parar al fin en la cocina odiosa, en esa cocina que la avaricia
y la cobardía de Glicerio Carmona había ordenado para apoderarse del trozo de naranjo
torneado, en que el zambito fincaba su viril complacencia y sin pronunciar las palabras
en voz alta, Chupitos insulto espantosamente a Carmona pensando:
-¡Chotano tenía que ser!
Los golpes se fueron sucediendo y sucediendo hasta que al fin, el grito de júbilo de
Glicerio anunció el final del juego:
-¡Lo gané!
Sí… ya era suyo y no había poder humano que se lo arrebatase. Suyo, pero muy suyo,
sin apelación posible, por la pericia mañosa de su juego. Y todos los amigos le
envidiaban el trompo que Carmona mostraba en la mano exclamando:
-Ya no juego más (...)
Nace en Lima, en el seno de una familia de clase media, que se preocupó en darle una
esmerada educación.
En el campo literario es uno de los primeros narradores en manifestar en su obra su
interés por los problemas humanos, sociales y éticos que aquejan a la población de los
barrios urbano-marginales. En 1954 publica un libro de relatos: Lima, hora cero, en
donde revela ese rostro oculto, casi irreal de las barriadas, el lado oscuro del poblador
desposeído. Es un agudo observador de las denigrantes situaciones sociales y
económicas de la gente humilde.
En 1957 publica No una sino muchas muertes, en donde hace gala de grandes recursos
expresivos, descripciones de personajes, escenarios y situaciones conflictivas que dan
una imagen real, casi fotográfica de lo narrado. Muestra una sociedad alterada por el
crecimiento social, por la explosión demográfica que irrumpe con sus problemas de
urbe la capital que hasta entonces había mantenido una tranquilidad un tanto pueblerina.
En 1970 remida su labor literaria con una Antología del cuento hispanoamericano.
En 1971 publica biografías de científicos y filósofos. También pertenecen a su pluma
Kikuyo (1955), El niño de junto al cielo y domingo en la jaula de esteras.
EL NIÑO DE JUNTO AL CIELO
(FRAGMENTO)
Eso era Lima. Lima. Lima?... La palabra le sonaba a hueco. Recordó: su tío le había
dicho que Lima era una ciudad grande, tan grande que en ella vivían un millón de
personas.
¿La bestia con un millón de cabezas? Esteban había soñado hacía unos días, antes del
viaje, en eso: una bestia con un millón de cabezas, y ahora él, con cada paso que daba,
iba internándose dentro de la bestia. (...)
Desde hacía meses, cuando se enteró de la decisión de su tío de venir a radicarse a
Lima, venía averiguando cosas de la ciudad. Fue así como supo que Lima era muy
grande, demasiado grande, tal vez; que había un sitio que se llamaba Callao y que ahí
llegaban buques de otros países; que había lugares muy bonitos, tiendas enormes, calles
larguísimas... ¡Lima...! Su tío había salido dos meses antes que ellos con el propósito de
conseguir casa. Una casa. ¿En qué sitio será, le había preguntado a su madre. Ella
tampoco sabía. Los días corrieron y después de muchas semanas llegó la carta que
ordenaba partir. ¡Lima...! ¿El cerro del Agustino. Esteban? Pero él no lo llamaba así. Ese
lugar tenía otro nombre. La choza que su tío había levantado quedaba en el barrio de
Junto al Cielo. Y Esteban era el único que lo sabía. (...)
Esteban había almorzado apresuradamente y le había vuelto a pedir permiso a su madre
para bajar a la ciudad. Su tío no almorzaba con ellos, pues en su trabajo le daban de
comer gratis, completamente gratis, como había recalcado al explicar su situación.
Esteban bajó por el sendero ondulante, saltó la acequia y se detuvo en el borde de la
carretera, justamente en el mismo lugar en que había encontrado, en la mañana, el
billete de diez soles. Al poco rato apareció Pedro y empezaron a caminar juntos,
internándose dentro de la bestia de un millón de cabezas.
-Vas a ver qué fácil es vender revistas, Esteban. Las ponemos en cualquier sitio, la gente
las ve y, listo, las compra para sus hijos. Y si queremos nos ponemos a gritar en la calle
el nombre de las revistas, y así vienen más rápido... ¡Ya vas a ver qué bueno es hacer
negocios...!
-Queda muy lejos el sitio? Preguntó Esteban, al ver que las calles seguían alargándose
casi hasta el infinito. Qué lejos había quedado Tarma, qué lejos había quedado todo lo
que hasta hacía unos días había sido habitual para él.
-No, ya no. Ahora estamos cerca del tranvía y nos vamos gorreando hasta el centro.
-¿Cuánto cuesta el tranvía?
-¡Nada hombre! —Y se rió de buena gana—. Lo tomamos no más y le decimos al
conductor que nos deje ir hasta la Plaza San Martín.
Más y más cuadras. Y los autos, algunos viejos, otros increíblemente nuevos y
flamantes, pasaban veloces, rumbo sabe Dios dónde.
-¿Adónde va toda esa gente en auto?
Pedro sonrió y observó a Esteban. Pero. ¿Adónde iban realmente? Pedro no halló
ninguna respuesta satisfactoria y se limitó a mover la cabeza de un lado a otro. Más y
más cuadras. Al fin terminó la calle y llegaron a una especie de parque.
-¡Corre! —le gritó Pedro, de pronto. El tranvía comenzaba a ponerse en marcha.
Corrieron, cruzaron en dos saltos la pista y se encaramaron al estribo.
Una vez arriba se miraron, sonrientes... Esteban empezó a perder el temor y llegó a la
conclusión de que seguía siendo el centro de todo. La bestia de un millón de cabezas no
era tan espantosa como había soñado, y ya no le importaba estar siempre, aquí o allá en
el centro mismo, en el ombligo mismo de la bestia.
Parecía que el tranvía se había detenido definitivamente, esta vez, después de una serie
de paradas. Todo el mundo se había levantado de sus asientos y Pedro lo estaba
empujando.
-Vamos. ¿Qué esperas?
-¿Aquí es?
-Claro, baja.
Descendieron y otra vez a rodar sobre la piel de cemento de la bestia. Esteban veía más
gente y las veía marchar
—sabe Dios dónde— con más prisa que antes. ¿Por qué no caminaban tranquilos,
suaves, con gusto, como la gente de Tarma? (...)
Habían llegado al lugar. Tras el portón se veía un patio más o menos grande. puertas,
ventanas, y dos letreros que anunciaban revistas al por mayor.
-Ven, entra —le ordenó Pedro.
Estaban adentro. Desde el piso hasta el techo había revistas y algunos chicos como
ellos, dos mujeres y un hombre, estaban seleccionando lo que deseaban comprar. Pedro
se dirigió a uno de los estantes y fue acumulando revistas bajo el brazo. Las contó y
volvió a revisarlas.
-Paga.
Esteban vaciló un momento. Desprenderse del billete anaranjado era más desagradable
de lo que había supuesto. Se estaba bien teniéndolo en el bolsillo y pudiendo acariciarlo
cuantas veces fuera necesario.
-Paga —repitió Pedro, mostrándole las revistas a un hombre gordo que controlaba la
venta.
-¿Es justo una libra?
-Sí, justo. Diez revistas a un sol cada una..
Oprimió el billete con desesperación, pero al fin terminó por extraerlo del bolsillo.
Pedro se lo quitó rápidamente de la mano y lo entregó al hombre.
-Vamos —dijo jalándolo.
Se instalaron en la Plaza San Martín, y alinearon las diez revistas en uno de los muros
que circundan el jardín. Revistas, revistas, revistas señor, revistas señor, revistas,
revistas. Cada vez que una de las revistas desaparecía con el comprador. Esteban
suspiraba aliviado. Quedaban seis revistas y pronto, de seguir así las cosas, no habría de
quedar ninguna.
-¿Qué te parece, ah? —preguntó Pedro, sonriendo con orgullo.
-Está bueno, está bueno... —y se sintió enormemente agradecido a su amigo y socio.
-Revistas, revistas, ¿no quiere un chiste, señor? -El hombre se detuvo y examinó las
carátulas. — ¿Cuánto? Un sol cincuenta no más... — La mano del hombre quedó
Indecisa sobre las revistas. ¿Cuál, cuál llevará? Al fin se decidió. —Cóbrese—. Y las
monedas cayeron, tintineantes, al bolsillo de Pedro. Esteban se limita a observar,
meditaba y sacaba sus conclusiones: una cosa era soñar, allá en Tarma, con una bestia
de un millón de cabezas, y otra cosa era estar en Lima, en el centro mismo del universo,
absorbiendo y paladeando con fruición la vida.
El era el socio capitalista y el negocio marchaba estupendamente bien. Revistas, revistas
gritaba el socio industrial, y otra revista más que desaparecía en manos impacientes.
¡Apúrate con el vuelto!, exclamaba el comprador. Y todo el mundo caminaba a prisa,
rápidamente. ¿Adónde van que se apuran tanto?, pensaba Esteban.
Bueno, bueno, la bestia era una bestia bondadosa, amigable, aunque algo difícil de
comprender. Eso no importaba; seguramente, con el tiempo, se acostumbraría. Era una
magnifica bestia que estaba permitiendo que el billete de diez soles se multiplicara.
Ahora ya no quedaba más que dos revistas sobre el muro. Dos nada más y ocho
desparramándose por desconocidos e ignorados rincones de la bestia. Revistas, revistas,
chistes a sol cincuenta, chistes... Listo, ya no quedaba más que una revista y Pedro
anunció que eran las cuatro y media.
-¡Caray me muero de hambre, no he almorzado...! —prorrumpió luego.
-No, no he almorzado.. —observó a posibles compradores entre las personas que
pasaban, y después sugirió:
-¿Me podrías ir a comprar un pan o un bizcocho?
-Bueno —aceptó Esteban inmediatamente.
Pedro sacó un sol de su bolsillo y explicó:
-Esto es de los dos cincuenta de mi ganancia. ¿Ya?
-Sí, ya sé.
-¿Ves ese cine? —preguntó Pedro señalando a uno que quedaba en la esquina. Esteban
asintió. Bueno, sigues por esa calle y a mitad de cuadra hay una tiendecita de japoneses.
Anda y cómprame un pan con jamón y tráeme un plátano y galletas, cualquier cosa. ¿ya
Esteban?
-Ya.
Recibió el sol, cruzó la pista, pasó por entre dos autos estacionados y tomó la calle que
le había indicado Pedro. Sí, ahí estaba la tienda. Entró.
-Déme un pan con jamón —pidió a la muchacha que atendía.
Sacó un pan de la vitrina, lo envolvió en un papel y se lo entregó. Esteban puso la
moneda sobre el mostrador.
-Vale un sol veinte —advirtió la muchacha.
-¡Un sol veinte! —devolvió el pan y quedó indeciso un instante. Luego se decidió: —
Déme un sol de galletas, entonces.
Tenía el paquete de galletas en la mano y andaba lentamente. Pasó junto al cine y se
detuvo a contemplar los atrayentes avisos. Miró a su gusto y. luego, prosiguió
caminando. ¿Habría vendido Pedro la revista que le quedaba?
Más tarde, cuando regresara a Junto al Cielo, lo haría feliz, absolutamente feliz. Pensó
en ello, apresuró el paso, atravesó la calle, esperó a que pasaran unos automóviles y
llegó a la vereda. Veinte o treinta metros más allá había quedado Pedro. ¿O se había
confundido? Porque ya Pedro no estaba en ese lugar, ni en ningún otro. Llegó al sitio
preciso y nada, ni Pedro, ni revistas, ni quince soles, ni... ¿Cómo había podido perderse
o desorientarse? Pero, ¿no era ahí, donde habían estado vendiendo revistas? ¿Era o no
era? Miró a su alrededor. Sí, en el jardín de atrás seguía la envoltura de chocolate. El
papel era amarillo con letras rojas y negras, y él lo había notado cuando se Instalaron,
hacía más de dos horas. Entonces, ¿no se había confundido? ¿Pedro. y los quince soles,
y la revista? (...)
Reseña biográfica
Nace en Lima el 31 de agosto de 1929. Sus estudios los realiza en la Universidad
Católica y en San Marcos.
En 1955 viaja becado a España, luego pasa a la Sorbona. En 1958 regresa a su patria y
ejerce la docencia en la Universidad de Huamanga.
En 1960 es redactor de la agencia noticiosa France Press y años después será agregado
cultural en París.
Desde 1965 radica en el extranjero ejerciendo labores periodísticas, docentes e
intelectuales.
Reseña literaria
Es uno de los mejores cuentistas de la literatura actual, ha sabido mantener una
constante representación del mundo de la clase media peruana.
Lo más valioso de su producción literaria está en el cuento corto; al- terna allí la Imagen
grotesca del barrio marginal con recuerdos autobiográficos de poética melancolía y
como una constante, la nostalgia por el celeste reino de la infancia.
El personaje principal de la obra de Ribeyro es el anónimo habitante de la ciudad, que
camina por este mundo sin pena ni gloria; el hombre que no tiene voz y es espectador y
víctima de la sociedad.
Encontramos en sus cuentos al típico hombre de clase media.
También está el hombre de la barriada. Son personajes de un submundo desconocido
que de momentos se dan la mano con la fantasía.
Otro de los personajes constantes presentes en primer o en segundo plano como víctima
inocente de lo que pasa, son los niños, que ya a corta edad buscan los recursos para
subsistir recurriendo al hurto, a la mendicidad, al dolo.
Ante esto se plantea una interrogante: ¿De dónde toma Ribeyro a sus personajes? ¿En
qué momento ha contactado con ellos? Por su estrato de hombre de clase media,
educado en un ambiente casi exclusivo ¿conoce los hechos que narra o los crea?
En cuanto al lenguaje, no busca la perfección verbal, sino que trata de ser fiel a un
lenguaje propio del ambiente que describe, con sus variaciones dialectales y su propia
fonética.
OBRAS
Además de sus cuentos ha escrito una novela: Crónica de San Gabriel, de ambiente
rural, carente de las virtudes de sus relatos urbanos.
Los gallinazos sin plumas (1955). En este cuento late una honda emoción social, con
una escondida intención acusadora a los responsables de las lacras que aquejan a la
sociedad en crisis de valores humanos y éticos que ataca al propio hombre y a los niños.
Tres historias sublevantes (1964), refleja la realidad social del Perú en todo su territorio.
Las botellas y los hombres (1964), demuestra la frustración y soledad de la clase media
al querer aparentar lo que no son.
La palabra del mudo (1972-1993) recoge toda la producción cuentística de Ribeyro
incluyendo Los Cautivos, El próximo mes me nivelo y otros.
Narra la historia de dos niños hermanos, Efraín y Enrique, que viven en una miserable
choza en un viejo corralón, junto a su abuelo don Santos, quien tiene una pierna de palo
y su principal obsesión es engordar a un cerdo que cría en un chiquero en el patio, al
que llama Pascual. Los niños diariamente son lanzados a la calle a recoger desperdicios
de comida para alimentar a Pascual.
Un día domingo Efraín y Enrique llegan hasta el barranco que da a la playa en donde
descargan los camiones de baja policía, el acantilado despide un olor nauseabundo a
excremento, materiales descompuestos y animales muertos, en esa inmundicia buscan
los alimentos peleándose con los gallinazos y los perros que también husmean la
carroña entre la basura.
Cuando tienen sus baldes llenos regresan a la casa donde don Santos se alegra y da de
comer a Pascual, sin importarle el peligro al que expone a sus nietos.
Un día Efraín se corta el pie con un vidrio, se le infecta y no puede ir por la comida,
Enrique tiene que hacer solo todo el trabajo.
A la mañana siguiente Enrique también amanece con fiebre muy alta y no puede ir por
la comida para el cerdo, así pasan tres días, los niños enfermos, sin probar alimentos, y
don Santos rumiando su odio contra sus nietos por no dar de comer a Pascual. Un día,
sin ningún miramiento, arroja dentro del chiquero al perro de los niños para saciar el
hambre de Pascual, esto motivó la reacción de Enrique, quien se abalanza sobre el
anciano que pierde el equilibrio cayendo al chiquero donde instantes antes Pascual había
devorado al perro. Los niños huyen despavoridos mientras desde el chiquero llega el
rumor de una batalla.
Alas siete de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros
pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera
encantada. LAs personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de
otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal. Las beatas se arrastran
penosamente hasta desaparecer en los pórticos de las Iglesias. Los noctámbulos,
macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su
melancolía. Los basureros Inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de
escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía,
policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los
cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna,
aparecen los gallinazos sin plumas.
A esta hora el viejo don Santos se pone la pierna de palo y sentándose en el colchón
comienza a berrear:
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora!
Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. Con
la tranquilidad de la noche el agua se ha remansado y en su fondo transparente se ven
crecer yerbas y deslizarse ágiles Infusorios. Luego de enjuagarse la cara, coge cada cual
su lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con
su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios.
-¡Todavía te taita un poco, marrano! Pero aguarda no más, que ya llegará tu turno.
Efraín y Enrique se demoran en el camino, trepándose a los árboles para arrancar moras
o recogiendo piedras, de aquellas filudas que cortan el aire y hieren por la espalda.
Siendo aún la hora celeste llegan a su dominio, una larga calle ornada de casas elegantes
que desemboca en el malecón.
Ellos no son los únicos. En otros corralones, en otros suburbios alguien ha dado la voz
de alarma y muchos se han levantado. Unos portan latas, otras cajas de cartón, a veces
solo basta un periódico viejo. Sin conocerse forman una especie de organización
clandestina que tiene repartida toda la ciudad. Los hay que merodean por los edificios
públicos, otros han elegido los parques o los muladares. Hasta los perros han adquirido
sus hábitos, sus itinerarios, sabiamente aleccionados por la miseria.
Efraín y Enrique, después de un breve descanso, empiezan su trabajo. Cada uno escoge
una acera de la calle. Los cubos de basura están alineados delante de las puertas. Hay
que vaciarlos íntegramente y luego comenzar la exploración. Un cubo de basura es
siempre una caja de sorpresas. Se encuentran latas de sardinas, zapatos viejos, pedazos
de pan, pericotes muertos, algodones inmundos. A ellos solo les Interesa los restos de
comida. En el fondo del chiquero. Pascual recibe cualquier cosa y tiene predilección por
las verduras ligeramente descompuestas. La pequeña lata de cada uno se va llenando de
tomates podridos, pedazos de sebo, extrañas salsas que no figuran en ningún manual de
cocina. No es raro, sin embargo, hacer un hallazgo valioso. Un día Efraín encontró unos
tirantes con los que fabricó una honda. Otra vez una pera casi buena que devoró en el
acto. Enrique, en cambio, tiene suerte para las cajitas de remedios, los pomos brillantes,
las escobillas de dientes usadas y otras cosas semejantes que colecciona con avidez.
Después de una rigurosa selección regresa la basura al cubo y se lanzan sobre el
próximo. No conviene demorar- se mucho porque el enemigo siempre está al acecho. A
veces son sorprendidos por las sirvientas y tienen que huir dejando regado su botín.
Pero, con más frecuencia, es el carro de la Baja Policía el que aparece y entonces la
jornada está perdida.
Cuando el sol asoma sobre las lomas, la hora celeste llega a su fin. La niebla se ha
disuelto, las beatas están sumidas en éxtasis, los noctámbulos duermen, los canillitas
han repartido los diarios, los obreros trepan a los andamios. La luz desvanece el mundo
mágico del alba. Los gallinazos sin plumas han regresado a su nido.
***
Don Santos los esperaba con el café preparado.
-A ver. ¿Qué cosa me han traído? Husmeaba entre las latas y si la provisión estaba
buena hacía siempre el mismo comentario:
-Pascual tendrá banquete hoy día.
Pero la mayoría de las veces estallaba:
-¡Idiotas! ¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han puesto a jugar seguramente! Pascual se
morirá de hambre!
Ellos huían hacia el emparrado, con las orejas ardiendo de los pescozones. mientras el
viejo se arrastraba hasta el chiquero. Desde el fondo de su reducto el cerdo empezaba a
gruñir. Don Santos le aventaba la comida.
-¡Mi pobre Pascual! Hoy día te quedarás con hambre por culpa de estos zamarros. Ellos
no te engríen como yo. ¡Habrá que zurrarlos para que aprendan!
Al comenzar el invierno el cerdo estaba convertido en una especie de monstruo
Insaciable. Todo le parecía poco y don Santos se vengaba en sus nietos del hambre del
animal. Los obligaba a levantarse más temprano, a invadir los terrenos ajenos en busca
de más desperdicios. Por último los forzó a que se dirigieran hasta el muladar que estaba
al borde del mar.
-Allí encontrarán más cosas. Será más fácil además porque todo está junte.
Un domingo, Efraín y Enrique llegamos al barranco. Los carros de la Baja Policía,
siguiendo una huella de tierra, descargaban la basura sobre una pendiente de piedras.
Visto desde el malecón, el muladar formaba una especie de acantilado oscuro y
humeante, donde los gallinazos y los perros se desplazaban como hormigas. Desde lejos
los muchachos arrojaron piedras para espantar a sus enemigos. Un perro se retiró
aullando.
Cuando estuvieron cerca sintieron un olor nauseabundo que penetró hasta sus pulmones.
Los pies se les hundían en un alto de plumas, de excrementos, de materias
descompuestas o quemadas. Enterrando las manos comenzaron la exploración. A veces,
bajo un periódico amarillento, encubrían una carroña devorada a medias. En los
acantilados próximos los gallinazos espiaban Impacientes y algunos se acercaban
saltando de piedra en piedra, como si quisieran acorralarlos. Efraín gritaba para
intimidarlos y sus gritos resonaban en el desfiladero y hacían desprenderse guijarros que
rodaban hasta el mar. Después de una hora de trabajo regresaron al corralón con los
cubos llenos.
-¡Bravo! -exclamó don Santos- Habrá que repetir esto dos o tres veces por semana.
Desde entonces, los miércoles y los domingos. Efraín y Enrique hacían el trote hasta el
muladar. Pronto formaron parte de la extraña fauna de esos lugares y los gallinazos,
acostumbrados a su presencia, laboraban a su lado, graznando, aleteando, escarbando
con sus picos amarillos, como ayudándolos a descubrir la pista de la preciosa suciedad.
(...)
Reseña biográfica
Nace en Arequipa, el 28 de marzo de 1936, su infancia transcurre en Cochabamba
(Bolivia). Con su familia se traslada a Piura donde pasará parte de su adolescencia.
Es en Lima donde tiene contacto con la vida escolar, difícil y variada, se encontrará con
personas y situaciones diversas. Cursa estudios en el colegio particular La Salle y en el
colegio militar Leoncio Prado.
Ingresa a San Marcos y es bachiller en Letras en 1958, cuando se inicia en el
periodismo gana una beca para seguir estudios en Europa, viajando por España y
Francia.
En 1962 obtiene el premio Biblioteca Breve por La ciudad y los Perros. En 1967 gana el
Premio Internacional de Literatura Rómulo Gallegos, por su novela La casa verde.
En 1982 es nominado al Premio Nóbel de Literatura.
En la década del 80 incursiona en la política peruana, funda el Movimiento Libertad y
postula a la presidencia de la república. Actualmente vive en España.
Reseña literaria
Vargas Llosa es considerado por la crítica internacional como uno de los mejores
novelistas de la literatura peruana. Su obra ha sido traducida a diferentes idiomas, se
alaba su agilidad narrativa y la originalidad de sus temas.
Dueño de un estilo propio, utiliza expresiones que ubican a los protagonistas en
diferentes planos con relatos entrecruzados que se interrumpen para luego aparecer
hilvanándose con lo anterior. La técnica que utiliza Vargas Llosa es singularmente rica
en medios expresivos, perfectamente asimilados y extraídos de todas las corrientes de la
novelística contemporánea. Ha utilizado al anáximo el caudal de expresividad brindado
por el ‘monólogo interior” y la disociación del tiempo lineal. La expresión monologante
usada a ratos por los protagonistas va definiendo su pensamiento y psicología. El
retroceso o el progreso de la acción rompen con gran efecto expresivo la continuidad del
tiempo.
“El novelista juega así con el lector y lo conduce, en un alarde de vital agilidad, a un
momento anterior o posterior con respecto a la acción que estaba relatando’. (*)
La novela de Vargas Llosa no es costumbrista ni indigenista, se podría ubicar mejor
dentro de la narrativa urbana realista, es el reflejo de una realidad objetiva; lo cotidiano,
lo vulgar, la pandilla de barrio, las experiencias del colegial, etc., constituyen los
elementos que le han servido de base para hacer su novela. La mayoría de las obras de
Vargas Llosa tienen un contenido autobiográfico, aunque en algunas trate de ocultar su
presencia y sólo se insinúe como un personaje más. Maneja con maestría la narración
conduciendo al lector a la trama misma de la obra, quedando atrapado en su argumento
y en sus cambios bruscos de escenario y de tiempo.
OBRAS
Narración:
- La ciudad y los perros (Editorial Selx Barral, Barcelona, 1963), brota de las vivencias
del adolescente en oposición a la realidad circundante. Coloca al lector frente al cuadro
de la enseñanza militar del colegio Leoncio Prado. Los ‘perros” son los alumnos nuevos
que son víctima de los alumnos antiguos.
- La casa verde (1965), la novela trata sobre los incidentes que se dan en una casa de
citas en Piura, llamada ‘La casa verde”, donde acuden personas de todas las regiones
con diferentes problemas, buscando ilusamente, placer y descanso.
En este segundo libro de Vargas Llosa se advierte la Influencia de nuevas técnicas
narrativas asimiladas en Europa, su estilo es muy diferente al empleado en la Ciudad y
los perros, se empeña en que el lector viva los episodios narrados, que suceden en
diferentes lugares y por distintos personajes al mismo tiempo.
- Los cachorros (1967), sucede en Miraflores, barrio de clase media, en donde una
pandilla de jóvenes se reúne en el parque Salazar, los episodios narrados afloran
espontáneamente con la magia del recuerdo, ágil, ameno, transparente, este mismo
estilo se mantiene en los cuentos Día domingo, El hermano menor, etc.
- Conversación en la Catedral (1969). Esta novela está ambientada en la década del ‘50,
en Lima.
Se advierte un estilo nuevo, un deseo de reflejar diálogos múltiples, mediante el sistema
de intercalar conversaciones de dos personajes con la de otros dos, y éstos dos a su vez
con otros dos, tratando de dar sensación de conversaciones simultáneas que hacen difícil
la lectura y confunden al lector.
- Pantaleón y las visitadoras (1973). Es una sátira sobre la vida en la selva con la
presencia de las ‘visitadoras” que realizan el oficio de la prostitución. Se puede advertir
que el novelista deja volar su imaginación utilizando al mismo tiempo hechos reales y
ficticios.
- La tía Julia y el escribidor (1977). Novela autobiográfica sobre sus relaciones
sentimentales con una mujer madura que luego se convierte en su esposa, la tía Julia.
- La Guerra del fin del mundo (1981)
- La Historia de Mayta (1984)
- ¿Quién mató a Palomino Mólero? (1986)
- Elogio a la madrastra
- El pez en el agua (Memorias, 1993)
- Lituma en los Andes (1993)
Teatro:
- La señorita de Tacna (1981)
- Katy y el Hipopótamo (1983)
- La Chunga (1986)
Ensayo:
- Historia de un deicidio (1971)
- La verdad de las mentiras (1993)
LOS CACHORROS
I
Todavía llevaban pantalón corto ese año, aún no fumábamos, entre todos los deportes
preferían el fútbol y estábamos aprendiendo a correr olas, a zambullirnos desde el
segundo trampolín del Terrazas, y eran traviesos, lampiños, curiosos, muy ágiles,
voraces. Ese año, cuando Cuéllar entró al Colegio Champagnat.
Hermano Leoncio. ¿Cierto que viene uno nuevo?, ¿para el “Tercero A”, Hermano? Sí, el
Hermano Leoncio apartaba de un manotón el moño que le cubría la cara, ahora a callar.
Apareció una mañana a la hora de la formación, de la mano de su papá y el Hermano
Lucio lo puso a la cabeza de la fila porque era más chiquito todavía que Rojas, y en la
clase el Hermano Leoncio lo sentó atrás, con nosotros, en esa carpeta vacía, jovencito.
¿Cómo se llamaba? Cuéllar, ¿y tú? Choto, ¿y tú? Chingolo, ¿y tú? Mañuco, ¿y tú? Lalo.
¿Miraflorino? Si, desde el mes pasado, antes vivía en San Antonio y ahora en Mariscal
Castilla, cerca del Cine Colina.
Era chanconcito (pero no sobón): la primera semana salió quinto y la siguiente tercero y
después siempre primero hasta el accidente, ahí comenzó a flojear y a sacarse malas
notas. Los catorce incas, Cuéllar, decía el Hermano Leoncio, y él se los recitaba sin
respirar, los Mandamientos, las tres estrofas del Himno Marista, la poesía Mi bandera de
López Albújar: sin respirar. Qué trome, Cuéllar, le decía Lalo y el Hermano mano muy
buena memoria, jovencito, y a nosotros ¡aprendan bellacos! El se lustraba las uñas en la
solapa del saco y miraba a toda la clase por encima del hombro, sobrándose (de a
mentiras, en el fondo no era sobrado, sólo un poco loquibambio y juguetón. Y, además,
buen compañero. Nos soplaba en los exámenes y en los recreos nos convidaba chupetes,
ricacho, tofis, suertudo, le decía Choto, te dan más propina que a nosotros cuatro, y él
por las buenas notas que se sacaba, y nosotros menos mal que eres buena gente,
chanconcito, eso lo salvaba). (...)
Cuéllar, que era terco y se moría por jugar en el equipo, se entrenó tanto en el verano
que al año siguiente se ganó el puesto de interior izquierdo en la selección de la clase:
menos sana incorpore sano, decía el hermano Agustín, ¿ya veíamos?, se puede ser buen
deportista y aplicado en los estudios, que siguiéramos su ejemplo. ¿Cómo has hecho?, le
decía Lalo, ¿de dónde esa cintura, esos pases, esa codicia de pelota, esos tiros al ángulo?
Y él: lo había entrenado su primo el Chispas y su padre lo llevaba al Estadio todos los
domingos y ahí, viendo a los craks, les aprendía los trucos ¿captábamos? Se había
pasado los tres meses sin ir a las matinés ni a las playas, sólo viendo y jugando fútbol
mañana y tarde, toquen esas pantorrillas, ¿no se habían puesto duras? Sí, ha mejorado
mucho, le decía Choto al hermano Lucio, de veras, y Lalo es un delantero ágil y
trabajador, y Chingolo qué bien organizaba el ataque y. sobre todo, no perdía la moral, y
Mañuco ¿vio cómo baja hasta el amo a buscar pelota cuando el enemigo va dominando.
Hermano Lucio?, hay que meterlo al equipo. Cuéllar se reía feliz, se soplaba las uñas y
se las lustraba en la camiseta de “Cuarto A”, mangas blancas y pechera azul: ya está, le
decíamos, ya te metimos pero no te sobres.
En julio, para el Campeonato Interaños, el Hermano Agustín autorizó al equipo de
“Cuarto A” a entrenarse dos veces por semana, los lunes y los viernes, a la hora de
Dibujo y Música. Después del segundo recreo, cuando el patio quedaba vacío, mojadillo
por la garúa, lustrado como un chimpún nuevecito, los once seleccionados bajaban a la
cancha, nos cambiábamos el uniforme y, con zapatos de fútbol y buzos negros, salían de
los camarines en fila india, a paso gimnástico, encabezados por LAlo, el capitán. En
todas las ventanas de las aulas aparecían caras envidiosas que espiaban sus carreras,
había un vientecito frío que arrugaba las aguas de la piscina ¿Que tú te bañarías?,
después del match, ahora no, pero qué frío, sus saques, y movía las copas de los
eucaliptos y ficus del Parque que asomaban sobre el muro amarillo del Colegio, sus
penales y la mañana se Iba volando: entrenamos reglo, decía Cuéllar, bestial,
ganaremos. Una hora después el hermano Lucio tocaba el silbato y. mientras se
desaguaban las aulas y los años formaban en el patio, los seleccionados nos vestíamos
para ir a sus casas a almorzar. Pero Cuéllar se demoraba porque (te copias todas las de
los craks, decía Chingolo. ¿Quién te crees?, ¿Toto Terry?, se metía siempre a la ducha
después de los entrenamientos. A veces ellos se duchaban también, guau pero ese día,
guau, guau, cuando Judas se apareció en la puerta de los camarines, guau guau guau,
sólo Lalo y Cuéllar se estaban bañando: guau guau guau guau. Choto, Chingolo y
Mañuco saltaron por las ventanas, Lalo chifió se escapó mira hermano y alcanzó a
cerrar la puertecita de la ducha en el hocico mismo del danés. Ahí, encogido, losetas
blancas, azulejos y chorritos de agua, temblando, oyó los ladridos de Judas. el llanto de
Cuéllar, sus gritos, y oyó aullidos, saltos, choques, resbalones y después sólo ladridos, y
un montón de tiempo después, les juro (pero cuánto, decía Chingolo, ¿dos minutos?,
más hermano, y Choto ¿cinco?, más mucho más), el vozarrón del Hermano Lucio, las
lisuras de Leoncio ¿Quien español. Lalo?, sí, también en francés, ¿le entendías?, no,
pero se Imaginaba que eran lisuras, idiota, por la furia de su voz), los carambas, Dios
mío, fueras, sapes, largo largo, la desesperación de los Hermanos, su terrible susto,
Abrió la puerta y ya se lo llevaban cargado, lo vio entre las sotanas negras,
¿desmayado?, sí, ¿calato, Lalo?, sí y sangrando, hermano, palabras, qué horrible: ci
baño entero era punta sangre. Qué más, qué pasó después mientras yo me vestía, decía
Lalo, y Chingolo el Hermano Agustín y el Hermano Lucio metieron a Cuéllar en la
camioneta de la Dirección, lo vimos desde la escalera, y Choto arrancaron a ochenta
(Mañuco cien) por hora, tocando bocina y bocina como los bomberos, como una
ambulancia. Mientras tanto el Hermano Leoncio perseguía a Judas que iba y venía por
el patio dando brincos, volantines, lo agarraba y lo metía a su jaula y por entre los
alambres (quería matarlo, decía Choto, silo hubieras visto, asustaba) lo azotaba sin
misericordia, colorado, el moño bailándole sobre la cara.
Esa semana, la misma del domingo, el rosario del viernes y las oraciones del principio y
del fin de las clases fueron por el restablecimiento de Cuéllar, pero los Hermanos se
enfurecían si los alumnos hablaban entre ellos del accidente, nos chapaban y un
cocacho, silencio, toma, castigado hasta las seis. Sin embargo ése fue el único tema de
conversación en los recreos y en las aulas, y el lunes siguiente cuando, a la salida del
Colegio, fueron a visitarlo a la Clínica Americana, vimos que no tenía nada en la cara ni
en las manos. Estaba en un cuartito lindo, hola Cuéllar, paredes blancas y cortinas
cremas. ¿ya te sanaste, cumpita?, junto a un jardín con florecitas, pasto y un árbol. Ellos
lo estábamos vengando. Cuéllar. en cada recreo pedrada y pedrada contra la jaula de
Judas y él bien hecho, prontito no le quedaría un hueso sano al desgraciado, se reía,
cuando saliera Iríamos al Colegio de noche y entraríamos por los techos, viva el
jovencito pam pam, el Águila Enmascarada chas chas y le haríamos ver estrellas, de
buen humor pero flaquito y pálido. a ese perro, como él a mí. Sentadas a la cabecera de
Cuéllar había dos señoras que nos dieron chocolates y se salieron al jardín, corazón,
quédate conversando con tus amiguitos, se fumarían un cigarrillo y volverían, la del
vestido blanco es mi mamá, la otra una tía. Cuenta. Cuéllar, hermanito, qué pasó, ¿le
había dolido mucho?, muchísimo, ¿dónde lo había mordido?, ahí pues. y se muñequeó.
¿En la pichulita?, sí, coloradito, y se rió y nos reímos y las señoras desde la ventana
adiós, adiós corazón, y a nosotros sólo un momentito más porque Cuéllar todavía no
estaba curado y él chiste, era un secreto, su viejo no quería, tampoco su vieja, que nadie
supiera, ml cholo, mejor no digas nada, para qué, había sido en la pierna nomás, corazón
¿ya? La operación duró dos horas, les dijo, volvería al Colegio dentro de diez días, fíjate
cuántas vacaciones qué más quieres le había dicho el doctor. Nos fuimos y en la clase
todos querían saber, ¿le cosieron la barriga cierto?, ¿con aguja e hilo, cierto? Y
Chingolo, cómo se empavó cuando nos contó, ¿sería pecado hablar de eso?, Lalo no,
qué iba a ser, a él su mamá le decía cada noche antes de acostarse ¿ya te enjuagaste la
boca, ya hiciste pipí?, y Mañuco pobre Cuéllar. qué dolor tendrías, si un pelotazo ahí
sueña a cualquiera cómo sería un mordisco y sobre todo piensa en los colmillos que se
gasta Judas, cojan piedras, vamos a la cancha, a la una, a las dos. a las tres, guau guau
guau guau, ¿le gustaba?, desgraciado, que tomara y aprendiera. Pobre Cuéllar, decía
Choto, ya no podría lucirse en el Campeonato que empieza mañana, y Mañuco tanto
entrenarse de balde y lo peor es que, decía halo, esto nos ha debilitado el equipo, hay
que rajarse si no queremos quedar a la cola, muchachos, juren que se rajarán.
2
Sólo volvió al Colegio después de Fiestas Patrias y, cosa rara, en vez de haber
escarmentado con el fútbol, (no era por el fútbol, en cierta forma, que lo mordió Judas?)
vino más deportista que nunca. En cambio, los estudios comenzaron a importarle
menos. Y se comprendía, ni tonto que fuera, ya no le hacía falta chancar: se presentaba a
los exámenes con promedios muy bajos y los Hermanos lo pasaban, malos ejercicios y
óptimo, pésimas tareas y aprobado. Desde el accidente te soban, le decíamos, no sabías
nada de quebrados y. qué tal raza, te pusieron dieciséis. Además, lo hacían ayudar misa.
Cuéllar lea el catecismo, llevar el gallardete del año en las procesiones, borre la pizarra,
cantar en el coro, reparta las libretas, y los primeros viernes entraba al desayuno aunque
no comulgara. (...)
Sólo volvió al colegio después de Fiestas Patrias... Por ese tiempo, no mucho después
del accidente, comenzaron a decirle Pichulita, el apodo nació en la clase... Poco a poco
fue resignándose a su apodo y en sexto año ya no lloraba ni se ponía matón. (...)
3
El primero en tener enamorada fue Lalo cuando andábamos en tercero de media. (,,.)
Pero pasó algo: Cuéllar comenzó a hacer locuras para llamar la atención. Lo festejaban
y le seguíamos la cuerda, ¿a qué me robo el carro del viejo y nos íbamos a dar curvas a
la Costanera, muchachos?, a que no hermano, y él se sacaba el Chevrolet de su papá y
se iban a la Costanera; ¿a que bato el récord de Boby Lozano?, a que no hermano, y él
vssst por el Malecón vssst desde Benavides hasta la Quebrada vssst en dos minutos
cincuenta, ¿lo batí?, sí y Mañuco se persignó, lo batiste, y tú qué miedo tuviste,
rosquetón; ¿a que nos invitaba al Oh, qué bueno y hacíamos perro muerto?, a que no
hermano, y ellos iban al Oh, qué bueno nos atragantábamos de hamburguers y de milk-
shakes, partía uno por uno y desde la Iglesia del Santa María veíamos a Cuéllar hacerle
un quite al mozo y escapar ¿qué le dijiste?; ¿a que me vuelo todos los vidrios de esa
casa con la escopeta de perdigones de mi viejo?, a que no, Pichulita, y él se los volaba.
Se hacía el loco para impresionar, pero también para ¿viste. viste? sacarle cachita a
Lalo, tú no te atreviste y yo sí me atreví. No le perdona lo de Chabuca, decíamos, qué
odio le tiene.
En Cuarto de Media, Choto le cayó a Fina Salas y le dijo que sí, y Mañuco a Pusy Lañas
y también que sí. Cuéllar se encerró en su casa un mes yen el Colegio apenas si los
saludaba, oye, qué te pasa, nada. ¿por qué no nos buscaba, por qué no salía con ellos?,
no le provocaba salir. Se hace el misterioso, decían, el Interesante, el torcido, el
resentido. Pero poco a poco se conformó y volvió al grupo. Los domingos, Chingolo y
él se iban solos a la matiné (solteritos. les decíamos. viuditos), y después mataban el
tiempo de cualquier manera, aplanando calles, sin hablar o apenas vamos por aquí, por
allá, las manos en los bolsillos, oyendo discos en casa de Cuéllar, leyendo chistes o
jugando naipes. y a las nueve se caían por el Parque Salazar a buscar a los otros, que a
esa hora ya estábamos despidiendo a las enamoradas. (...)
OBRAS
- Huerto cerrado (cuentos, 1968)
- Un mundo para Julius (1970)
- La felicidad, ja, ja (cuentos, 1974)
- Tantas veces Pedro (novela, 1977)
- A vuelo de buen cubero (1977)
- La vida exagerada de Martín Romaña (novela, 1981)
- El hombre que hablaba de Octavia de Cadiz (novela, 1985)
- Magdalena peruana (cuento, 1987)
- La última mudanza de Felipe Camilo (novela, 1988)
- Dos señoras conversan (1990)
- Permiso para vivir (crónicas, 1993)
E1 palacio los esperaba lleno de luz. El sol de ese verano se filtraba por las amplias
ventanas y llegaba hasta los últimos rincones, alegrándolo todo. Entre Celso y Daniel
habían logrado que cada cosa volviera a relucir y que los pisos recuperaran el brillo de
antes. Todo recuerdo ingrato debía desaparecer, todo estaba listo para una nueva vida, y
ellos se aprestaban a servir al nuevo señor. De tanto cocinar, de tanto planchar, encerar,
barrer, baldear, de tanto lustrar se habían acostumbrado a que la niña Cinthia ya no
estuviese.
Madrugaron el día del aeropuerto. Nilda llenó la despensa de productos alimenticios,
mientras Vilma controlaba la ropa del niño y Carlos limpiaba los automóviles. A Julius
le dijeron que no se fuera a meter en la carroza y que esperara tranquilito la hora de
partir. Lo habían vestido prácticamente de primera comunión y le habían puesto su
corbatita de torero. Esperaba nervioso, recordando, asociando este segundo viaje al
aeropuerto con el primero, prefería no esperar en el salón del piano. A cada rato venían a
verlo; lo encontraban siempre tranquilo, muy bien, él mismo lo decía, sin quererlo
estaba aprendiendo el arte del disimulo y las manos tembleques.
Carlos le conversó durante todo el camino. Le iba diciendo que Santiaguito volvería
hecho ya todo un hombre. En casa habían decidido lo mismo:
Santiaguito iba a cumplir dieciséis años, tenía que regresar convertido en un
hombrecito, Europa tenía que haberlo cambiado. Insistían en esa Idea, como si unos
cuantos meses de ausencia fueran suficientes para que aceptaran la superioridad del
niño, haciéndolo crecer en sus mentes. Boby también ya iba para los trece, entraba a
secundaria, ya no volvería a usar pantalón corto, estaría muy crecidito. Se acercaban al
aeropuerto, y Carlos seguía habla y habla, en su afán de entretener a Julius, estaba
alegre Carlos, te has divertido bastante en Chosica, ahora unos mesecitos más y al
colegio, así es la vida, todos crecen, todos vuelven...
Todos vuelven al lugar donde nacieron, cantó Carlos, bembón, desforzado de alegría,
señalándole el avión, encantado. “ahora con tal de que no nos haga la de Jorge Chávez”,
dijo, por decir algo. “Con tal de que no se nos vaya de culata, a ver, prepárese para
saludar a su mamá. No podía quedarse callado, ni quieto tampoco, no lo dejaba mirar:
sí, sí, el avión que él escogió para Cinthia, Cinthia, Cinthia, los altoparlantes lo
confirmaban: Mr France, vuelo 207, procedentes de París, Lisboa, Pinta-Pitre, Caracas,
Bogotá. Lima. Sintió náuseas pero no era el momerito...
Los dos se aguantaban. “Ábrete Sésamo”, parecía decir Carlos, parado inquieto, ahí en
la terraza, esperando que se abriera la puerta del avión, a ese animal sí que le tenía
mucho miedo, el cielo para los ángeles, gallinazo no vuela más alto del techo, pero ¿por
qué no abren? Ya hasta se estaba poniendo agresivo el chofer, se autocriticaba y todo:
pero ¿qué te pasa? ¿Qué tanta emoción? ni que fuera tu mamá laque llega, llega tu jefe y
nada más... Pero no bien vio que se abría la puerta del avión. se quitó la gorra, llega la
patroncita, y empezó atararear valsecitos criollos, como siempre que se mortificaba por
algo que no debía mortificarse. “El señor Juan Lucas!”, exclamó, al verlo aparecer en la
escalinata. Julius postergó el vómito para otro día y empezó a hacer adiós como loco.
En efecto, ahí estaba Juan Lucas, vestido para la ocasión (probablemente el día en que
haya terremoto aparecerá Juan Lucas gritando ¡socorro! ¡Mis palos de golf y
perfectamente vestido para la ocasión).Junto a él. Una aeromoza que hubiera querido
pasar una temporada con él: la niña andaba en la época aventurera de su vida, volabay
aún no quería casarse. Pero se fue a la mierda cuando apareció Susan; eso que apareció
aterrada, como diciendo adónde me han traído, no reconocía, sabe Dios en qué había
estado pensando en los últimos minutos. Linda, de cualquier manera, mucho más linda
ahora que se mataba haciéndole adiós, adiós adiós, sin haberlo visto todavía. Se quitó
las gafas de soly casi la mata la luz, Inmediatamente se las volvió a poner, ¿dónde está
Julius? ¡Allá mamá!, ¡allá!, le gritaba Santiago, en la oreja, por el aire, ¡allá!, ¿no ves?”
Veía a Carlos, no veía a Julius. ¡No importa, mamá! ¡Baja! ¡No dejas pasar a nadie! Se
habían apropiado de la escalinata. ¡Apúrate!
Por supuesto que pagaron varios sueldos de alguien por exceso de equipaje, pero eso no
era nada. Lo principal venía por barco: palos de golf para todo el mundo, colecciones
enteras; ropa inglesa, francesa, italiana; regalos hasta para la lavandera, comprados así,
por montones, sin es- coger realmente; licores raros, finísimos; adornos, lámparas,
joyas; más colecciones de piñas Dunhill con sus tabaqueras de cuero y su puntito de
marfil en cada una. Había sido un viaje feliz, demasiado corto, ahora que ya se sentían
en Lima. Imposible resumirlo así, en tan poco tiempo. La gente les preguntaría. Todo lo
que coritaran era poco. En fin, ya de eso se encargarían las crónicas sociales con
“Inimitable mentecatería”, según Juan Lucas. Hablarían de su viaje sin que ellos lo
quisieran... (Ya por ahí no me meto: eso es algo que pertenece al yo profundo de los
limeños; nunca se sabrá; eso de querer salir, o no, en “sodales”, juran que no...)
¡Cómo había cambiado el palacio! ¿Quién había comprado esos muebles tan lindos?
¿Quién había escogido esas pinturas para las paredes? Ordenes de Juan Lucas llegadas
en alguna carta dirigida a algún apoderado de buen gusto y eficiente. Carlos seguía
cargando las maletas de cuero de chancho, con cara de yo-ya-estuve-con-ellos, y se
sentía superior. Vilma notó que Santiaguito ya era un hombre y que la miraba.
Enseguida se fijó en Juan Lucas. ci señor, y aceptó su elegante metro ochenta y siete, sin
explicarse porqué, en realidad sin comprender tanta fama de buen mozo, la verdad, no
se parecía a ningún artista de cine mejicano. Era para la señora. Volteó nuevamente y
Santiago la seguía mirando. Nilda se había lavado las manos de ajo, para soltar su grito
de felicidad, interrumpido esta vez por la mueca del señor, qué tanta euforia de las
mujeres, que desaparezcan de una vez, que esté todo Instalado ya, que haya un gin and
tonic en alguna terraza ventilada de este mundo. Susan sí los quería, pero había toda la
tradición de Nilda oliendo a ajos, además Arminda estaba llorando, no tardaba en
persignarse y arrancar con eso de Dios bendiga a los que llegan a esta casa. Pobre
Susan, hizo un esfuerzo y besó a la cocinera, pero, ya ven, Arminda estalló con lo de su
hija Dora y el heladero de Donofrio. Celso y Daniel tuvieron que abandonar el equipaje
para venir a consolarla y. de paso, arrancársela a la señora de los brazos. Por fin Juan
Lucas terminó con tanta con fraternidad; sus brazos se ex- ten dieron nerviosos, años
que no se escuchaban órdenes superiores en el palacio, Susan lo admiraba: ponga las
maletas en su sitio, por favor; con cuidado de no arañar el cuero; suban para que nos
ayuden a colgar las cosas; mujer, ya no llore, por favor. No sabía su nombre, tampoco el
de Nilda que reaparecía gritando que ese era su hijo, que lo iba a educar como aun niño
decente, y les enseñaba al monstruito. Juan Lucas empezó a crisparse, las típicas arrugas
del duque de Windsor se dibujaron a ambos lados de sus ojos. Julius desapareció,
mientras Susan decidía amarlos a todos un ratito y acariciaba al bebe. Celso y Daniel
corrieron detrás del señor.
Al día siguiente, por la mañana, llamó Susana Lestarria. Susan sintió una extraña
mezcla de pena y flojera al oír su voz en el teléfono. Con verdadera resignación soportó
media hora de su envidia y le contó todo lo que quería saber del viaje, de la boda, sobre
todo. Finalmente, cuando ella creía que ya Iba a terminar. Susana le preguntó si Iba a
celebrar el santo de Julius. Susan hizo un esfuerzo gigantesco por recordar, captar y
expresar en palabras la manera de pensar de su prima: No, le respondió; creo que aún es
muy pronto para tener fiestas en casa; aunque se trate de niños.’
-¡Claro! Me parece muy bien. Tienes toda la razón. Qué diría la gente...
Llegó el cumpleaños de Julius, pero no los regalos de Europa, y tuvieron que correr a
comprarle un tren eléctrico. Vino un hombre para armarlo y él se pasó toda la tarde
haciéndole demasiadas preguntas. Por fin, a eso de las seis, el tren empezó a funcionar
en una sala y toda la servidumbre apareció, aprovechando que el señor no estaba. Julius
decidió cuál era la estación de Chosica. Prácticamente se olvidó del tren cuando empezó
a contarle de Chosica a su mamá, que era toda para él esa tarde, hasta las siete, en que
tenía que cambiarse para un cóctel. Le contó del pintor Peter del mercado, lo de los
mendigos y, cuando se arrancó como de Palomino y las inyecciones. Nilda dijo que era
hora de cocinar y se marchó. Pero tanto miedo fue en vano porque estuvo de lo más
atinado y solo contó lo que se podía contar.
Lo hizo tan bien, además, que Susan empezó a agradecerles y a decirles que nunca
olvidaría lo buenos que habían sido, el señor los iba a recompensar. Inmediatamente
ellos replicaron que no lo habían hecho por interés, a lo cual Susan, a su vez, replicó
diciendo que trajeran helados para todos, Coca-Cola también. Nilda volvió a aparecer
trayendo al monstruito, seguida por Celso y Daniel con los azafates.
-¡Brindemos con Coca-Cola por los seis años de Julius! -dijo Susan, mirándolos, a ver
qué tal recibían su frase.
Le salió perfecto. Se emocionaron todos. Tanto que ella terminó sacando la cuenta y
Cinthia tendría ya once años; se le llenaron los ojos de lágrimas anticóctel, se me van a
hinchar los ojos. Los sirvientes habían enmudecido. Por qué?, se preguntaba ella,
¿notarán?” En ese instante Nilda, en nombre de todos, dijo que acompañaban a la señora
en su recuerdo. Susan se quedó pensativa, en todo están cuando se trata de... ¡qué
bárbaros para querer!...
-¡El tren no puede quedarse eternamente parado en Chosica! -dijo, reaccionando.
Todos sonrieron. Por una vez un cumpleaños sin los Lastarria”, pensó Julius,
inclinándose alegre para poner en marcha el tren. Todos sonreían mientras tomaban sus
helados y sus Coca-Colas. Y el tren circulaba, pasaba y pasaba por Chosica. Sin
detenerse porque él se había entretenido escuchándola: Susan les estaba contando de
Europa; omitía los nombres para no confundirlos; Francia. Inglaterra, Italia, eso era
todo; contaba y el tren giraba, se terminaban los helados y seguía, ni cuenta se daba de
que ellos habían volteado a mirar hacia un lado de la sala, miraban con sonrisas
nerviosas hacia la puerta desde donde Juan Lucas, Santiago y Boby, recién llegados del
Golf, seguían la escena Irónicos, burlándose, avergonzándola.
CAPÍTULO V
Desde el inicio del presente siglo aviva entre la nueva generación universitaria san
marquina el interés por las investigaciones históricas, sociales y literarias del Perú,
dando a luz valiosas publicaciones que han pasado a enriquecer el ensayo peruano. Esta
primera generación de investigadores formada por Raúl Porras Barrenechea, Jorge
Guillermo Leguia, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, dedica sus esfuerzos a temas
diversos. Así serán publicados los ensayos El periodismo en el Perú (Raúl Porras
Barrenechea, 1921), Vida y pasión de la cultura en América (Luis Alberto Sánchez,
1935), Perú, problema y posibilidad (Jorge Basadre, 1931), Meditaciones sobre el
destino histórico del Perú (Jorge Basadre, 1947), Nueva historia de la literatura
americana (Luis Alberto Sánchez). Se ha citado sólo una muestra de esta amplia
producción.
Estuardo Núñez (Literatura peruana en el siglo XX) opina que una de las características
de la literatura del siglo XX es el surgimiento del ensayo, ya que anteriormente se
escriben tratados monográficos, discursos, memorias, o alguna otra forma de
investigación.
Para una mejor interpretación podemos clasificar el ensayo en:
4. Ensayo social, cultivado por José Carlos Mariátegui, José Uriel García, Jorge
Basadre, Manuel Seoane
Los temas sociales, tratados reiteradamente en la poesía y la narrativa, también
encuentran eco en el ensayo, siguiendo la línea iniciada por González Prada, el ensayo
social es la interpretación más lúcida de la realidad peruana en donde los problemas
sociales, económicos y éticos son estudiados desde una perspectiva dialéctica.
Predomina en ellas las vivencias del Perú profundo con su historia y su presente, con su
antigua tradición y su angustia actual. En este tipo de ensayo se nota un fenómeno
nuevo, es el caso del surgimiento de escritores que se mueven en el ambiente político y
sienten la necesidad de plasmar sus ideas y alternativas en serios tratados, tal es el caso
de Fernando Belaúnde Terry, José Luis Bustamante y Rivero, Víctor Raúl Haya de la
Torre.
Reseña literaria
José Carlos Mariátegui es uno de los ideólogos más lúcidos que haya tenido la literatura
peruana; dueño de un estilo claro, penetrante, adoptó rápidamente el sello modernista en
su ensayo.
Empleó un lenguaje de frases cortas e incisivas, directas y precisas, poniendo su
pensamiento revolucionario en sus líneas.
A su regreso de Europa, en donde se nutre de ideas socialistas, intentó una
interpretación de la problemática socio-económica del Perú basándose en la tesis del
materialismo histórico; era la primera vez que se enfocaba los problemas sociales
peruanos desde un ángulo teórico apriorístico.
En la trayectoria literaria de Mariátegui encontramos cuatro momentos bien marcados:
1. Etapa lírica.- Etapa inicial en la que José Carlos Mariátegui cultiva la poesía lírica de
rimas forzadas y tono dolido, su vida de continua pobreza, su enfermedad, su orfandad
dejan huella en su poesía formada generalmente de sonetos alejandrinos. Sus cuentos
demuestran su agilidad de prosista con estilo modernista, es la época en que escribe,
junto con Valdelomar, La Mariscala.
2. Etapa periodística.- En este segundo momento de su vida se manifiesta el intelectual
periodista, funda el diario La Razón, desde donde protesta contra el gobierno del
presidente Leguia, escribe en favor de la reforma universitaria, defiende la jornada de
ocho horas de trabajo, aboga por las reivindicaciones obreras. Es una etapa de fructífera
labor periodística, colaborando con diarios, revistas y periódicos populares.
Durante esa época viaja a Europa con una beca a seguir estudios en Italia, su labor
periodística continuará con los continuos artículos que envía al diario El tiempo, en los
que trata temas políticos internacionales.
3. Etapa social.- Se inicia con su regreso de Europa y su identificación con el problema
del obrero peruano, es la etapa de la discusión de las ideas de Marx y Lenín y la lucha
por los derechos de la clase obrera.
Su actividad principal son las largas conversaciones y conferencias en las Universidades
Populares (González Prada). Se funda la re- vista Amauta, que agrupa a los intelectuales
más notorios del momento, marcando época en la literatura nacional.
4. Etapa socialista.- Es la etapa final en la vida de Mariátegui, que se presenta como un
ideólogo claro, preciso y tajante en sus ideas políticas, funda el Partido Socialista del
Perú (PSP) y participa en la creación de la Confederación General de Trabajadores del
Perú (CGTP). Su salud se ve quebrantada. Fallece el 16 de abril de 1930.
Estuardo Núñez nos dice sobre él:
‘Mariátegui constituye el más conspicuo cultor del ensayo. Con Mariátegui empieza en
el Perú el ensayo cabal como materia y estructura. Su pensamiento meridiano,
sustantivo, nítido, hace pareja con su léxico fresco, certero, directo y centellante.
‘Mariátegui lucía un estilo antirretórico, de frases cortas e incisivas, sin vacilaciones ni
rodeos, directas y precisas.
‘Su economía de adjetivos contrastaba contra la riqueza de sustantivos. Sin duda
inaugura un nuevo lenguaje, un estilo inconfundible y original, que no es el lenguaje
bélico de los manifiestos políticos sino la lengua del ensayista que descorre las cortinas
de una nueva realidad” (*).
OBRA
La obra literaria de José Carlos Mariátegui es productí9 entre los años 1920 y 1930, en
este tiempo logra publicar dos obras:
La escena contemporánea (1925), que es una colección de artículos de temas políticos.
- Siete ensayos de interpretaci6n de la realidad peruana (1928), que es un profundo
análisis crítico sobre la situación social, política y económica de nuestro país.
Póstumamente se publican:
Defensa del marxismo (1934)
El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy (1950)
La novela y la vida (1955)
El artista y la época (1959)
Signos y obras (1959)
Historia de la crisis mundial (1959)
Temas de nuestra América (1960)
Peruanicemos al Perú (1970)
Ideología y política (1969)
Temas de educación (1970)
Cartas de Italia (1969)
Figuras y aspectos de La vida mundial (3 tomos, 1970)
JORGE BASADRE
(1903-1980)
Reseña biográfica
Nace en Lima al Inicio del presente siglo. Realiza sus estudios en el colegio La
Recoleta, pasa luego a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, doctorándose en
Letras en el año 1922. Su inclinación literaria se remonta a la ¿poca escolar, cuando
publica un boletín con artículos de figuras literarias de la literatura peruana.
En 1921 edila su primer libro: Los poetas de la colonia; a partir de aquí, su pluma no
descansará, teniendo más de cuarenta obras publicadas.
A partir de 1927 dicta la cátedra de Literatura Peruana en la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos y forma parte de la historia de la Universidad, pues ha sido rector
en tres oportunidades: en 1945, 1961 y 1966.
Desde joven Incursiona en la política como militante del Partido Aprista Peruano,
motivo por el cual ha sido expatriado en varias oportunidades.
En 1931 inicia su ciclo como parlamentario, su voz se ha perennizado en el recinto del
Congreso Peruano. Diputado por Lima en dos oportunidades y Senador de la República
en va ríos períodos, posee una equilibrada actitud.
Reseña literaria
Una de sus obras más completas es Literatura peruana, que como su mismo autor dice:
En el primer tomo presento como un todo los principales problemas de nuestra
personalidad intelectual: el medio, el hombre, la imitación, la originalidad y la literatura
quechua”... se inauguraba una visión de la cultura peruana y allí, por primera vez, se
consideró la contribución indígena e incaica a las letras del Perú”.
Luis Alberto Sánchez, ensayista, poeta, periodista, critico y sobre todo maestro, ha dado
brillo a las letras peruanas, llevando su conocimiento a través de conferencias y escritos
a casi todos los países de América.
De su amplia producción literaria citamos algunas de sus obras:
- Los poetas de la revolución (1919) Los poetas de la colonia (1921)
- Elogio a don Manuel González Prada (1922)
- Sobre la huella del libertador (1929)
- Lima y don Ricardo Palma (1927)
- Góngora en América (1927)
- Literatura peruana (3 tomos 1928, 1929 y 1936; en 6 tomos 1950, 1951; en 5 tomos
actualizados 1966)
- Se han sublevado los indios (1928)
- Don Manuel (biografía, 1930)
- América, novela sin novelistas (1933)
- Panorama de la literatura actual (1934-1936)
- Vida y pasión de la cultura en América (1935 y 1938)
- Breve tratado de literatura general y notas sobre literatura nueva (1935)
- Historia de la literatura americana (1937 y 1944)
- Historia de América (1941)
- Una mujer sola contra el mundo (biografía de Flora Tristán, 1941)
- Balance y liquidación del novecientos (1941)
- Valdivia, el fundador (1941)
- El pueblo en la revolución amencena (1942)
- Los fundamentos de La historia americana (1943)
- ¿Erciste América Latina? (1945)
- El señor Segura, hombre de teatro (1948)
- Proceso y contenido de la novela hispanoamericana (1953)
- EL Perú: retrato de un país adolescente (Buenos Aires, 1962)
- Aladino o vida y obra de José Santos Chocano (1960)
- El pecado de Olazábal (novela, Lima, 1963)
- El doctor Océano
- Testimonio personal (Memorias)
EL TEATRO
Uno de los más altos representantes del teatro peruano a nivel mundial es Enrique Solari
Swayne. Estadía medicina en Alemania (Munich), en donde vive durante varios años, a
su regreso al Perú colabora con diferentes diarios y revistas.
La obra de Enrique Solari Swayne es muy’ importante por su profundo dramatismo y
sus temas de color americano.
En 1959 publica Collacocha, que fue aplaudido tanto dentro como fuera del país
Durante diez años obtiene éxito no sólo en el Perú sino también en México, Colombia,
Chile y Argentina.
Es la lucha del hombre por dominar la naturaleza. El ingeniero Echecopar se enfrenta a
la naturaleza, que con su fuerza avasalladora se enfurece llevando hombres y casas.
En 1965 presenta su segunda obra dramática La mazorca, que él califica como comedia
‘épica”, pero no llega a ser teatro épico, sino que es un drama social en donde se retrata
la conquista de la tierra cultivable en medio de la selva impenetrable.
ARGUMENTO DE COLLACOCHA
Se inicia con la llegada del ingeniero Fernández, quien reemplazará al ingeniero Díaz en
las obras de caminos cerca a la laguna Collacocha.
El ingeniero Díaz explica a Fernández que la cabaña donde se encuentran pertenece a la
central dos, que está justo al centro de dos túneles, por uno de ellos se va a la central
uno y por el otro a la central tres; luego viene una serie interminable de túneles, puentes
y quebradas, en lo alto queda la laguna Collacocha. De pronto entra Echecopar, hombre
rudo de hablar pausado y enérgico, gran amigo de los indios que trabajan en los túneles,
y empieza a dar órdenes por un dictáfono a todas las centrales. Luego aparece Soto,
quien tiene a su cargo la central de Collacocha e informa a Echecopar que el nivel de la
laguna ha descendido 60 cm. en 6 horas, lo cual significa que la presión del agua ha
aumentado tanto que se ha agrietado el fondo provocando filtraciones que podrían
terminar en un aluvión; Echecopar no da importancia a la noticia pues llegaba en ese
momento el primer camión proveniente de la selva con destino a la costa, conducido por
Jacinto Taura, quien informa haber visto un pequeño arroyo a la entrada del túnel, lo que
significa que el agua empezaba a filtrarse. La desgracia se presenta, el aluvión sepultó
hombres y carretera. Después de cinco años se sabe que Echecopar ha construido al lado
el cementerio, junto a sus cholos, y él mismo limpia y cuida las tumbas de los que
murieron en el aluvión, interiormente se siente culpable y los recuerdos no lo dejan
vivir.
LA POESÍA CONTEMPORÁNEA
GENERACIÓN DEL 50
Conocida como la Generación del 50, fue un grupo de poetas cuya aparición se dio en
momentos que empezaba a reconocerse a Vallejo como el exponente máximo de la
poesía peruana. Se identifican dos opciones: la pura, integrada por Jorge Eduardo
Eielson, Javier Sologuren, Blanca Varela, Leopoldo Chariarse, y la social, a cuya cabeza
siempre figura Alejandro Romualdo, y que integran Gustavo Valcárcel, Julio Garrido
Malaver, Manuel Scorza, Juan Gonzalo Rose, Leoncio Bueno, Arturo Corcuera y varios
más.
Pero hay poetas que participan de ambas opciones, éstos son: Washington Delgado,
Carlos Germán Beifi, Francisco Bendezú, Pablo Guevara, poetas de gran valía a nivel
hispanoamericano.
En los últimos años la poesía ha tomado un estilo impresionista, las nuevas
generaciones buscan expresar sus vivencias con estilo propio y el uso del lenguaje
cotidiano, que podríamos llamar antiacadémico.
La poesía se levanta para denunciar el sentir de las nuevas generaciones. En este
caminar literario encontramos nombres ya conocidos como Javier Heraud, Luis
Hernández, Juan queda, Antonio Cisneros, Rodolfo Hinostroza, Marco Martos, poetas
que se les ubica en la generación del 60.
Entre los poetas más jóvenes podemos mencionar a Jorge Pimentel, José Watanabe,
Abelardo Sánchez León, Tulio Mora, José Cerna, Enrique Verástegui, Carlos López
Degregori y un buen número de poetas de reconocida calidad.
MARTÍN ADÁN
(1908-1985)
Vacía.
La densidad externa asentada en flora...
¿Nada era antes ni después de la piedra que flota?
Cállate, Yo mismo,
Que todo ya te estorba,
Sobré el agua que fuga,
Bajo la luz que azoto...
QUARTA RIPRESA
LA CASA DE CARTÓN
(FRAGMENTO)
Mi primer amor tenía doce años y las uñas negras. Mi alma rusa de entonces, en aquel
pueblecillo de once mil almas y cura publicista, amparó la soledad de la muchacha más
fea con un amor grave, social, sombrío que era como una penumbra de sesión de
congreso Internacional obrero. Mi amor era vasto, oscuro, lento, con barbas, anteojos y
carteras, con Incidentes súbitos, con doce idiomas, con acechos de la policía, con
problemas de muchos lados. Ella me decía, al ponerse en sexo:
Eres un socialista. Y su almita de educanda de monjas europeas se abría como un
devocionario íntimo por la parte que trata del pecado mortal.
Mi primer amor se iba de mi, espantada de ml socialismo y mi tontería. “No vayan a ser
todos socialistas...”. Y ella se prometió darse al primer cristiano que pasara, aunque éste
no llegara a los doce años. Solo ya, me aparté de los problemas sumos y me enamoré
verdaderamente de mi primer amor. Sentí una necesidad agónica, toxicomaniaza, de
Inhalar, hasta reventarme los pulmones. el olor de ella: olor de escuelita, de tinta china,
de encierro, de sol en el patio, de papel del estado, de anilina, de tocuyo vestido a flor de
piel. —Olor de la tinta china, flaco y negro—; casi un tiralíneas de ébano, fantasma de
vacaciones... Y esto era mi primer amor.
Mi segundo amor tenía quince años de edad. Una llorona con la dentadura perdida, con
trenzas de cáfiarno, con pecas en todo el cuerpo, sin familia, sin ideas, demasiado
futura, excesivamente femenina... Fui rival de un muñeco de trapo y celuloide que no
hacía sino reírse de mí con una bocaza pilluela y estúpida. Tuve que entender un sin fin
de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sin fin de cosas perfectamente
indecibles. Tuve que salir bien en los exámenes, con veinte —nota sospechosa.
Vergonzosa, ridícula; una gallina delante de un huevo—. Tuve que verla a ella mimar a
sus muñecas. Tuve que oírla llorar por mí. Tuve que chupar caramelos de todos los
colores y sabores. Mi segundo amor me abandonó como en un tango: Un malevo...
Mi tercer amor tenía los ojos lindos, y las piernas muy coquetas, casi cocotas. Hubo que
leer a Fray Luis de León y a Carolina Invernizzio. Peregrina muchacha; no sé por qué se
enamoró de mí. Me consolé de su decisión Irrevocable de ser amiga mía después de
haber sido casi ml amante, con las doce faltas de ortografía de su última carta.
Mi cuarto amor fue Catita.
Mi quinto amor fue una muchacha sucia con quien pequé casi toda la noche, casi en el
mar. El recuerdo de ella huele como ella olía, a sombra de cinema. a perro mojado, a
ropa interior, a pan caliente, olores superpuestos y. en sí mismos, individualmente, casi
desagradables, como las capas de las tortas, jengibre, merengue, etcétera. Ia suma de
olores hacía de ella una verdadera tentación de seminarista. Sucia, sucia, sucia. Ml
primer pecado mortal. (...)
MARIO FLORIÁN
(1917)
Nace en Contumazá, Cajamarca. Fue un niño pastor de las serranías, lo que le ha dado
el sabor dulce y profundo de la lírica neonativista, provinciana y cholista”; en sus versos
apresamos un lirismo sencillo centrado en la emoción andina y el desconcierto del
destino de la raza indígena.
En 1945 publica Urpi, en donde se advierte la emoción campesina, el aire de serranilla
pastorala, el paisaje y la mujer aparecen idealizados.
“Pastorala
Más herniosa que la luz de la nieve, más que la luz del agua enamorada, más que la luz
bailando en los arco iris Pastorala
Pastorala “.
Pero también se revela el olvido de su raza y sus vivencias se tornan agrias,
melancólicas, rebeldes,
“Campesino, dolor, musgo crecido sobre los pedernales de los siglos. ¿Por qué tu
comentario, tus rodillas, la sangre sin pecado de tus látigos? Ya que el maguey más alto
no remeda a la alta eternidad de tu tristeza,, ya que el cerro no alcanza a tu sollozo:
¡Vámonos de esta tierra.’”.
OBRAS
- Agonía (1942)
- Noval (1943)
- Urpi (1945)
- Tierra del Sol (1945)
- El juglar andinista (1951)
- Un icono mural en Batán Grande (1951).
- Machu Picchu de voces triunfantes (1961).
ARENGA AL PERUANO
JAVIER HERAUD
(1942-1963)
Considerado uno de los más jóvenes valores poéticos, su temprana muerte en Puerto
Maldonado deja inconclusa una trayectoria literaria prometedora.
En 1960 publica su poemario El río, y en 1961 El viaje.
Un buen retrato de este joven poeta nos lo da Estuardo Núñez:
Destaquemos a un gran temperamento poético, promesa extinguida a quien segó
absurdamente la muerte a los 21 años. Había alcanzado en la adolescencia poemas
significantes y maduros, cristalinos y puros, nutridos de experiencias primarias con los
hombres y la vida’.
Luis Alberto Sánchez, expresa:
‘Estudiante de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, muchacho atlético,
sediento de novedad y justicia, se enroló entre los activistas del castrismo en el Perú;
viajó a Cuba después de publicar El río y El viaje, y apareció de pronto en Madre de
Dios, en donde muere en un encuentro con la policía”.
EL RÍO
1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mí
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.
2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
a veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado. a la gente dócil de
día
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte,
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más
las hago una
a una pedazos
Interminables.
Los animales
huyen
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus corazones.
4
Y es aquí cuando
más me precipito,
cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde adentro.
Y mí furia se
torna apacible
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.
5
Yo soy un río.
Yo soy el río
eterno de la dicho.
Ya siento
las brisas cercanas,
ya siento el viento
en mis mejillas,
y mi viaje a través
de montes, ríos,
lagos y praderas
se torna inacabable.
6
Yo soy el rio anochecido
Yo bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidarlos,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río,
ya voy por las praderas,
hay árboles a mí alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.