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¿La solidaridad y la subsidiariedad pueden servir de aporte para la

definición de principios empresariales? ¿Cómo? ¿Por qué?


Nuestra época está sufriendo transformaciones a nivel general entre los distintos
aspectos que configuran la realidad, es decir, en campos como el social, el político
y el económico. Esto, debido a que nos espera un nuevo gobierno por un periodo
de cuatro años, que, desde su campaña, fue incidente en los cambios y reformas
que se hacen necesarias al momento de generar un país estable y equitativo.
Ahora bien, lo que acude a nuestro escrito con mayor importancia es la
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) que, según Sandra Patricia Sierra Vélez,
directora Ejecutiva, Corporación Fenalco Solidario corresponde a “Acciones
voluntarias que hace una empresa de interés social, que contribuye a la
sostenibilidad social y ambiental de nuestro planeta” (2011: Sierra)
Sin embargo, alcanzar esta visión conjunta de sostenibilidad social, posee una
serie de implicaciones al momento de llevarla a cabo, pues requiere de una
“combinación” -según la directora ejecutiva- de varios grupos que posean el mismo
interés, es decir, que varias gerencias se complementen logrando la transformación
social. La pregunta entonces es ¿cómo lograr o cómo articular las distintas visiones
empresariales, creando una estrategia para que apunten en una misma dirección,
donde se logre un desarrollo sostenible que respete la integridad social y humana?
Debemos en primera instancia, para lograr dar una respuesta coherente,
entender cómo aportan los principios de solidaridad y subsidiariedad a dicha visión.
Entendemos que la responsabilidad social, es una acción ante todo “voluntaria”,
razón por la cual, debemos buscar principios universales en los cuales fundamentar
dicha visión y así hacerla estable. Es en este punto donde la solidaridad y la
subsidiariedad cobran sentido. Veamos su definición.
El principio de solidaridad, es entendida en la Doctrina social de la iglesia como
una manera de cerrar la brecha en una sociedad forjada por las desigualdades
sociales y por los grandes cambios intrínsecos de los sujetos, es decir, donde la
primacía se establece a partir del egoísmo.
“(…) es así que, en este mundo dividido y perturbado por toda clase de
conflictos, aumenta la convicción de una radical interdependencia, y, por
consiguiente, de una solidaridad necesaria, que la asuma y traduzca en el plano
moral. Hoy quizás más que antes, los hombres se dan cuenta de tener un destino
común que construir juntos, si se quiere evitar la catástrofe para todos. [...] El bien,
al cual estamos llamados, y la felicidad a la que aspiramos no se obtienen sin el
esfuerzo y el empeño de todos, sin excepción; con la consiguiente renuncia al propio
egoísmo.” (Sollicitudo rei socialis, núm. 26)

Por otra parte, superada esta disyuntiva social, la empresa aparece como un
cúmulo donde se comienzan a germinar también una serie de desigualdades,
económicas, sociales y financieras, que llevan a que se establezca una ruptura en
el equilibrio social y en algunas ocasiones, del ambiental (dado el tipo de empresa).
Sin embargo, esta complejidad social, es consecuencia del mercado o sistema bajo
el cual funciona la sociedad, es decir, un libre mercado que ofrece oportunidades
sin garantizar una responsabilidad con ninguno de los ofertantes. Bajo estas
condiciones, es inevitable que algunas empresas sobresalgan económicamente
sobre otras, pues su oferta se adapta mucho mejor a las necesidades sociales. Es
en este punto, donde aparece el principio de subsidiariedad, que según la doctrina
social de la iglesia pretende hallar un acogimiento de las economías superiores
sobre las inferiores, ello es, que se parta de una filosofía social, donde las grandes
empresas, antes de subsumir a las pequeñas, se integren con ellas, logrando una
visión conjunta que lleve al sostenimiento de las partes y de la sociedad.
“La exigencia de tutelar y de promover las expresiones originarias de la
sociabilidad es subrayada por la Iglesia en la encíclica « Quadragesimo anno », en
la que el principio de subsidiaridad se indica como principio importantísimo de la «
filosofía social »: « Como no se puede quitar a los individuos y darlo a la comunidad
lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo,
constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las
comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y
dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad,
por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda los miembros del cuerpo
social, pero no destruirlos y absorberlos ». Conforme a este principio, todas las
sociedades de orden superior deben ponerse en una actitud de ayuda («subsidium»)
—por tanto, de apoyo, promoción, desarrollo— respecto a las menores. De este
modo, los cuerpos sociales intermedios pueden desarrollar adecuadamente las
funciones que les competen, sin deber cederlas injustamente a otras agregaciones
sociales de nivel superior, de las que terminarían por ser absorbidos y sustituidos y
por ver negada, en definitiva, su dignidad propia y su espacio vital.” (CDSI: s.f)

Es de esta manera, como vemos cómo y porqué son importantes para el


desarrollo sostenible y la sostenibilidad empresarial-social que se incluyan estos
dos principios de la doctrina social de la iglesia como dos principios empresariales
que garanticen la unidad, referenciando un claro indicador, además de un
acogimiento de las partes y sobre todo, una visión conjunta de la economía donde
la primacía sea el humanismo promulgado a través de la Responsabilidad Social
Empresarial, obteniendo como resultado un balance social.
BIBLIOGRAFÍA
Sierra, S.P. (Negocios En Tu Mundo) (Publicado el 12 jul. 2011) ¿Sabe usted
qué es Responsabilidad Social Empresarial? (Archivo de video). Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=OZg34jMGb2E
Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia. (s.f) IV. PRINCIPIO DE
SUBSIDIARIEDAD. Disponible en: http://www.vatican.va/

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