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Revista Lasallista de Investigación

ISSN: 1794-4449
marodriguez@lasallista.edu.co
Corporación Universitaria Lasallista
Colombia

Yepes Muñoz, Wilfer Alexis


La educación como ideal de Estado: reflexiones en torno al libro VIII de la Política de Aristóteles
Revista Lasallista de Investigación, vol. 10, núm. 2, julio-diciembre, 2013, pp. 118-127
Corporación Universitaria Lasallista
Antioquia, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=69529816013

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Artículos de reflexión / Reflection article / Artigo Reflexão

La educación como ideal de Estado: reflexiones


en torno al libro VIII de la Política de Aristóteles
Wilfer Alexis Yepes Muñoz*

Resumen sity for our economically and not structurally globa-


lized world, as globalization is like a net of connec-
En el presente artículo se reflexiona sobre el libro tions that aim to an economic telos in which the parts
VIII de la Política de Aristóteles frente al ideal de are ordered to favor individualism and the particular
la ciudad perfecta, estudiada por el Estagirita en interests of the market.
libros anteriores de la misma. La educación apare-
cerá entonces como la forma de encaminar al zoon Key words: Aristotle, virtues, education, politics,
politikón. También se reflexiona sobre la unidad ethics, polis.
teleológica que subyace a toda la obra del filósofo
mencionado como necesidad para nuestro mundo
globalizado en la economía y no en la estructura, es A educação como ideal de estado: reflexões
decir, como una red de conexiones que apuntan a em torno do livro viii da política de aristóteles
un telos económico en donde las partes se ordenan
a favor del individualismo y de los intereses particu-
Resumo
lares del mercado.
No presente artigo reflexionamos o livro VIII da Po-
Palabras clave: Aristóteles, virtudes, educación,
lítica de Aristóteles frente ao ideal da cidade perfei-
política, ética, polis.
ta, estudada pelo Estagirita em livros anteriores da
mesma. A educação aparecerá então como a forma
Education as an ideal of the state: reflections de encaminhar ao Zoom Politikón. Também reflexio-
on the VIII book of Arstotle´s Politics namos a unidade teleológica que subjaze a toda
a obra do filósofo mencionado como necessidade
Abstract para nosso mundo globalizado na economia e não
na estrutura, isto é, como uma rede de conexões
This article is to reflect on book VIII from Aristotle´s que apontam a uma cautela econômica em onde as
Politics against the idea of perfect city he studied in partes se ordenam a favor do individualismo e dos
prior books of the same work. Education will, then, interesses particulares do mercado.
appear as the way to address to the zoon politikón.
We also reflect on the teleological unit that underlies Palavras importantes: Aristóteles, virtudes, edu-
throughout the work of this philosopher as a neces- cação, política, ética, polis.

* Candidato a Doctor en Filosofía, Magíster en Filosofía, Filósofo y Licenciado en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana,
sede Medellín. Docente de cátedra en la Facultad de Filosofía y el programa de Estudios Literarios de dicha universidad.

Correspondencia. Wilfer Alexis Yepes Muñoz. e-mail: waymes4@hotmail.com


Artículo recibido: 06/06/2013; Artículo aprobado: 01/11/2013

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Introducción aristotélico frente a un mundo de intereses par-
ticulares, económicos, líquidos y deshumani-
No podemos ser ajenos a la violencia y la bar- zados, donde la educación se hace sierva de la
barie que ha ocasionado la razón instrumen- globalización económica, el pensamiento único
tal. De hecho, esa razón no puede menos y un positivismo a ultranza.
que reflejar su naturaleza: ella es también una
razón-instrumento. Corre tras el progreso es- 1. La educación y la política
tropeando y desgarrando todo obstáculo que
se le cruza por el camino. Va contra el tiempo, “La ciudad se te aparece como un todo en
es enemiga del tiempo. Pero este panorama es el que ningún deseo se pierde y del que tú
apenas la superficie del problema. formas parte, y como ella goza de todo lo
que tú no gozas, no te queda sino habitar
La Modernidad entronizó la razón, y al hacerlo ese deseo y contentarte”.
enemistó las partes de la unidad, compuesta (Ítalo Calvino)
por la política, la ética y el conocimiento. La
educación moderna, incluso las propuestas
educativas de los Estados-nación, no puede Nuestro mayor invento no han sido los aviones,
menos que servir ciegamente a sus ideales: los microscopios, los telescopios, los barcos, la
el ideal de individualizarse en el conocimiento, rueda o las brújulas. Tal vez detrás de ese te-
en la vida pública, en el consumo, en el ocio lón de inventos que nos asombran y configuran
y en las artes. El problema no es la ciencia o nuestro habitar el mundo, hay una causa que
la economía, sino la ciencia individualizadora, las posibilita. Digamos que todas estas produc-
la economía individualizadora, y por tanto, la ciones forman parte de un deseo profundo, au-
ciencia de la violencia, de la incomprensión y tor de hombres, carreteras, oficios y palabras.
la barbarie. Esa ciencia individualizadora ocul- Si leemos atentamente el libro de la historia,
ta el rostro del otro, el rostro común del espacio nos encontramos con un telos de largo alcance
compartido. en el cual se inscriben todos nuestros deseos,
incluso nuestra felicidad.
Con todo el panorama anterior, es preciso pre-
guntar: ¿Qué relación existe entre la política y En esta medida, nos acercamos a la propues-
la educación en el libro VIII de la Política de ta de Aristóteles. No es un invento lo que en
Aristóteles? ¿Qué aportes brinda a la educa- primera instancia nos hace humanos; es el
ción hoy? ¿Puede la ciudad, incluso el Estado- hecho de ser animales políticos. La ciudad fue
nación moderno envolver al hombre a tal punto nuestro gran artificio. Lo demás apareció en la
de educarlo no solo en escuelas y universida- necesidad de configurar y estructurar ese ho-
des, sino en sus ideales, en aquellos ideales rizonte común. Por lo menos, esa ciudad que
que predican y aplican los próceres, los gober- nos abrazaba a todos, aquella polis donde to-
nantes, los niños, los ancianos y hasta los mu- dos los hombres eran hombres por el hecho de
rales y las acciones de cada uno de sus inte- ser ciudadanos en menor o en mayor medida.
grantes como hijos de una patria? Nos dirá William Ospina (1994, p. 94):
Para contestar a estas preguntas, dividimos La ciudad era como una proyección
la reflexión en dos grandes momentos. En el ideal del hombre: su provisión en los
primero de ellos, la educación y la política, mercados, su salud en los gimnasios,
vislumbraremos la relación estrecha entre el su valor en los cuarteles, su dolor en los
horizonte común de construcción política y la hospitales, su poder en los palacios, su
formación que ese horizonte exige. El segun- elocuencia en las ágoras, su espíritu en
do momento de la reflexión, que denominamos los teatros, su veneración en los tem-
educación para la felicidad común, nos permi- plos, su conclusión en los cementerios,
tirá integrar el aporte del libro VIII de la Política su equilibrio en los tribunales, su sinra-
a los conceptos fundamentales de la Ética a zón en los sanatorios, su rebeldía en las
Nicómaco. Finalmente, en las conclusiones ha- cárceles, su supremacía en los tronos,
remos una apología del modelo de educación su derrota en las ergástulas.

La educación como ideal de Estado: reflexiones en torno al libro VIII de la Política de Aristóteles 119
En las ciudades encontramos el espacio co- Algo similar ocurre con la propuesta de Aristó-
mún, el deseo común, la necesidad común de teles. Traduzcamos ese deseo a un telos po-
instituir la humanidad: la ciudad como humani- litikós; lo común sería el deseo del zoon poli-
dad. Incluso el nacimiento de un individuo, su tikón. En este sentido, la conciencia del hombre
muerte, su enfermedad, su dolor y su felicidad griego se integra a una conciencia común (cf.
constituían experiencias socio-políticas. En lo Reyes, 2001, p. 328). El deseo sería eviden-
temente un deseo común de los ciudadanos.
común nos hacemos individuos, racionales,
Pero hace falta algo. Aristóteles comprende en
niños, jóvenes, incluso esclavos y extranjeros.
esa naturaleza teleológica una necesidad ca-
Sobre el supuesto de la ciudad como natura- pital: educar al hombre para que su deseo se
leza teleológica del hombre descansan todas oriente a la eudaimonía, y que no sea presa de
sus relaciones: con la familia, con el otro e in- las pasiones que lo cierran y deshumanizan:
cluso con los dioses. “Por lo cual debemos ser educados de alguna
manera directamente desde la niñez, tal como
El hombre se hace en la polis, es un elemento dice Platón, de manera que nos alegremos
dinámico que se integra armónicamente a un y suframos con las cosas que se debe, pues
todo común que es la polis misma. Pertenece esta es la recta educación” (Ética a Nicóma-
a un horizonte común de representación, ex- co 1104b). La Ética condujo al Estagirita a la
periencia, conocimiento, vida y acción. En esta Política, y la Política a una paideia, ordenada
medida, su naturaleza se ordena a un telos; al plan de realización de la ciudad perfecta. Al
respecto, Alfonso Reyes (2001, p. 322) explica:
un telos que, por lo demás, encierra, abraza y
se interesa por ese hombre común, por ese
Paideia es la modelación paulatina del
animal político. Luego, ese fin que dignifica al ideal del Hombre, y aún de cada hom-
hombre lo reviste de cierto poder para reinar bre con relación a ese ideal. Y esto
en la polis, guiado siempre por la ley como ra- no solo en el modesto sentido escolar
zón que ordena los fines, de tal manera que o educacional, sino entendiendo en el
estos fines se integren a un telos politikós, es concepto la suma de todas las energías
sociales que obran sobre el individuo a
decir, un fin común para el bien común. En este
lo largo de su vida y establecen esa po-
sentido, estamos de acuerdo con José Ramón sibilidad de convivencia humana que es
Ayllón (2011, p. 150) cuando afirma: la Polis, el grupo policiado.

El ciudadano se realiza plenamente Si bien podemos equiparar ese deseo común


cuando su vida es útil para sus conciu- al ciudadano revestido de poder, es necesario
dadanos, para la prosperidad de la so- agregar que el deseo común exige una pai-
ciedad en la que vive. A su vez, la polis
deia, la estructuración de una educación que
alcanza su plenitud cuando educa a to-
sirva a tales fines. Quienes gobiernan deberán
dos sus ciudadanos por medio de leyes,
tener un interés especial por la educación de
usos y costumbres. Al respetar esa nor-
mativa común, el hombre no obedece los jóvenes. “Y, en efecto, si no se hace así
a otro hombre sino a la misma razón, en las ciudades se daña su constitución po-
decantada en una sabiduría de siglos. lítica, ya que la educación debe adaptarse a
ella” (Política 1337a). Esta debe ser una ciudad
No es, por tanto, un deseo egoísta el que nos educadora, que enfoca su interés no solo en
la escuela, porque “todos los seres humanos
motiva a obrar en pos de un horizonte común.
estamos aprendiendo a cada instante” (Ospi-
Hacemos parte de un deseo mayor, de ese de-
na, 2012, p. 38). Se aprende lo común en la
seo que es la ciudad misma como organización casa, en el ágora, en el gimnasio e incluso, en
teleológica. Entonces, ningún deseo se pierde la orientación de los deseos personales. La
en ella. Ella sería la fuente de un deseo común ética aristotélica sería, por tanto, un elemento
de construcción. Es lo que Ítalo Calvino deno- dinamizador de ese aprendizaje y de esa cons-
minó deseo, la ciudad como deseo común que trucción colectiva, que apuntala a un objetivo
todo deseo individual traduce a su vida. común, a la vez individual. Por ello, el Estagiri-

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ta vincula estos elementos con la educación en das ellas las reúne una única inspiración. Esa
el libro VIII de la Política1: inspiración es el todo. Solo que ese es un todo
teleológico, una causa final. Lo que hacen las
Puesto que el fin de toda ciudad es úni- partes es mirar en esta dirección. En este caso,
co, es evidente que necesariamente será la educación, siendo la preocupación de la ciu-
una y la misma educación de todos, y dad perfecta, no desencaja con la búsqueda de
que el cuidado por ella ha de ser común la eudaimonía.
y no privado, a la manera como ahora
cuida cada uno por su cuenta de la de La ciudad perfecta debe ser una ciudad edu-
sus propios hijos y les da la instrucción cadora. Entonces podemos afirmar que el
particular que le parece bien. El entrena- pensamiento aristotélico deriva la educación
miento en los asuntos de la comunidad
de la ciudad perfecta, asunto desarrollado en
ha de ser comunitario también. Al mismo
el libro VIII de la Política. No es por menos. En
tiempo hay que considerar que ninguno
la Ética despliega este camino con sus reflexio-
de los ciudadanos se pertenece a sí mis-
nes sobre el obrar humano marcado por la vir-
mo, sino todos a la ciudad, pues cada
uno es una parte de ella. Y el cuidado de
tud y orientado a la eudaimonía: “Las acciones
cada parte ha de referirse naturalmente que tenemos que efectuar dependen de los fi-
al cuidado del conjunto (Política 1337a). nes que perseguimos, es decir, de cuáles son
nuestros bienes. En general, la felicidad se vin-
cula con los fines y la virtud domina las reglas”
Quien gobierna la ciudad, en este caso las
(MacIntyre, 2006, p. 117). Esa ciudad perfecta
polis encaminadas a la realización del bien
sería el rostro visible de la eudaimonía, perse-
común –la monarquía, la aristocracia y la de-
guida en la Ética a Nicómaco a través de la
mocracia–, tiene la educación como preocupa-
virtud (cf. Ética a Nicómaco 1102a).
ción capital. Aristóteles considera la educación
como una acción de ciudad; pensamos noso-
La polis tiene en sus manos la difícil tarea de
tros, siguiendo sus planteamientos, que los
hacer que en los hombres prevalezca la racio-
ciudadanos también son educadores. De esta
nalidad; encaminará las pasiones a esa eudai-
manera, la educación no está restringida a un
monía pública. Por ello debemos pensar que el
centro educativo, sino a una ciudad educado- tratamiento que Aristóteles da a la Ética no se
ra. Sin embargo, como veremos en el libro VIII, cierra sobre el individuo, puesto que ese indivi-
esta acción común demanda la enseñanza de duo está sometido al paisaje de sus pasiones;
aquellas disciplinas que cultivan ese telos en de aquellas pasiones que desfiguran el poder
los jóvenes. de la razón, corrompiendo las partes constituti-
vas de la polis. Además, toda virtud incluye una
2. Educación para la eudaimonía política relación para y con el otro. Las pasiones por sí
solas no pueden menos que cerrar al individuo
La educación en Aristóteles se desarrolla ex- sobre sí.
plícitamente en la Política y no en la Ética.
Estudia por separado dos asuntos íntimamen- El Estagirita asienta la virtud como ejercicio ra-
te coligados. Es solo una división metodoló- cional-político en las coordenadas de un poder
gica en nuestra perspectiva. Esta separación que solo pertenece a la razón, aquella que en-
no desliga los elementos de una filosofía que vuelve el conjunto, y en ella, la polis, lo que es
podríamos llamar holística: estudia las partes común. Ahora bien, lo común y la razón se en-
por separado, pero las comprende únicamente treveran a tal punto que no pueden compren-
en el todo. Luego, podemos ilustrar esta afir- derse por separado; solo en relación recíproca.
mación con el siguiente ejemplo: la Política es La eudaimonía sería un concepto igualmente
distinta de la Ética y del Organon, pero a to- político y ético.

1 Lo político y lo ético en Aristóteles no podemos comprenderlos por separado. En su texto Antropología filosófica, José Ramón Ayllón
(2011, p. 150) explica al respecto: “En la filosofía aristotélica, las ciencias prácticas estudian al hombre como individuo (Ética) y al hombre
como ciudadano (Política), y la ética se subordina a la política siguiendo la tradición platónica y helénica, que situaba la polis por encima
de la familia y del individuo. Para Aristóteles la plenitud humana solo es posible en la polis. Entre otras razones, porque la vida del
individuo no es una totalidad completa en sí misma, sino parte del todo social”.

La educación como ideal de Estado: reflexiones en torno al libro VIII de la Política de Aristóteles 121
Se trata de configurar un principio de individua- Leer, escribir, ejercitar el cuerpo, el sentido
ción ordenado a un telos común que hace del ético y estético de las acciones conjuntas y
individuo parte fundamental de un todo, como la música parece poco, si comparamos esta
una unidad en apertura. Esta comprensión estructura curricular con aquella que hereda-
antropológico-política no la recibimos al nacer mos del pensamiento moderno, por lo menos,
como el ver, el respirar o el oír. De hecho, na- desde una perspectiva ilustrada que ha debi-
cemos realmente cuando aprendemos a sen- litado esa unidad entre la ética y la política, y
tirnos partes integrantes y activas de ideales con este fenómeno ha dislocado y desfigurado
comunes. La polis tendría su lugar en esta el fin de toda ciencia, de todo arte y de toda
configuración del hombre, en el acto paidético acción: el interés general que prevalece sobre
y luego en la deliberación y el poder ser-en-la- el interés privado. En la Modernidad sobresale
polis como parte fundante del ser del hombre. lo matemático sobre lo ético. Por el contrario,
estas disciplinas, integradas a la ciudad per-
Teniendo en cuenta que la educación es un fecta, favorecen la vida común, el diálogo, la
elemento fundante y una preocupación esen- deliberación en el habla, en la escucha, en la
cial de las constituciones puras que, estructu- lectura de tradiciones, de puntos de vista. Se
rada de acuerdo con ese horizonte común y enseña a escribir y a hablar, porque estas son
articulada a los ideales nobles de la ciudad per- acciones del zoon logón, que es respectiva-
fecta, Aristóteles hace una radiografía de las mente zoon politikón. Leer lo común, escribir lo
disciplinas que solían enseñarse en su época, común, ejercitar la fuerza común, ese cuerpo
tratando de integrarlas a su propuesta filosó- activo y defensor que es la polis en el efebo y
fico-política. Confirma entonces los momentos en el sabio, en el prudente2 y en el guerrero;
que favorecen la construcción permanente del el dibujo de un espacio común, de un hombre
zoon politikón y desecha aquellos otros que común, de una ciudad que se lee, se escribe,
desvían el sentido del actuar conforme a las delibera, se ejercita, dibuja y escucha conjun-
virtudes cívicas: tamente. No puede ser otro el sentido de estas
disciplinas. Están centradas en el hombre, en
Son cuatro las disciplinas que general- el individuo que se individua –en el contexto de
mente se suelen enseñar en la educa- la ciudad perfecta, el hombre no se individua-
ción: la de leer y escribir, la gimnástica, liza– en acciones políticas, en aprender a ver
la música y, en cuarto lugar, algunas al otro simétricamente, es decir, como un ser
veces el dibujo. El arte de leer y escribir humano y no como un instrumento. Pero esta
y el dibujo por ser útiles para la vida y visión requiere de un proceso como lo explica
por sus múltiples aplicaciones; la gim- Martha Nussbaum (2011): “Aprender a ver a
nástica porque contribuye a desarrollar
otro ser humano como una persona en lugar de
la hombría; en cuanto a la música, uno
como un objeto no es un proceso automático,
podría preguntarse el motivo de su in-
sino un logro que requiere la superación de nu-
clusión. Ahora la mayoría la cultivan por
placer. Pero los que desde un principio
merosos obstáculos, el primero de los cuales
la introdujeron en la educación lo hi- es la mera incapacidad de distinguir entre uno
cieron porque, como muchas veces se mismo y el otro” (p. 132).
ha dicho, la naturaleza misma busca
no solo el trabajar correctamente, sino Estas disciplinas tienen en su centro al hombre
también la capacidad de gozar bien del común, al ciudadano, lo ejercitan para atender
ocio. Este es, por repetirlo una vez más, y no solo para defender; realizan su telos, lo
el fundamento de todo (Política 1337b). hacen ser en el otro. En este sentido, ensan-

2 La prudencia es propia de quienes gobiernan. Ser prudente en nuestra interpretación es centrar la construcción de un mundo común
en la educación. El prudente ve la totalidad y las necesidades propias de esa totalidad. Por ello, nuestra propuesta considera que: “La
prudencia no es solo una virtud en sí misma: es la clave de todas las virtudes. Sin ella no es posible ser virtuoso. Un hombre puede tener
excelentes principios, pero no actuar de acuerdo con ellos. O bien puede realizar acciones justas y valientes sin ser justo o valiente, al
actuar por asó decirlo, ante el temor a un castigo. En ambos casos carece de prudencia. La prudencia es la virtud que se manifiesta al
actuar en forma tal que la adhesión personal a las demás virtudes queda ejemplificada en las propias acciones” (MacIntyre, 2006, p. 87).

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chan su visión del mundo, despliegan la visión En este punto, Aristóteles separa las discipli-
de totalidad que es inherente al zoon logon- nas siguiendo su antropología de la unidad
politikón: somos plurales, somos en el otro y sustancial entre el cuerpo y el alma. Es nece-
con el otro. Ellas comunican el deber, la virtud sario aclarar que esta antropología supera todo
de ser para el otro, de construir una ciudad que dualismo. No separa para dividir, sino para or-
ha sido un habitar humano; un poco antes que denar. Se cultiva el cuerpo, pero no se cultiva
las casas, los templos y las carreteras. el cuerpo como se cultiva el alma. Estos ele-
mentos exigen un momento y un tiempo espe-
No son por ello, disciplinas egoístas, centradas cíficos. Así da prioridad al hombre, al desarrollo
en el lucro de unos cuantos: los ricos, los po- de sus facultades: “Además, en todas las facul-
bres o el déspota tirano que presume su poder, tades y habilidades hay unos elementos que
desgarrando la polis. Estas disciplinas han sido hay que educar y habituar previamente a sus
lavadas de la corrupción, si entendemos por actividades respectivas, de forma que eviden-
corrupción, la prevalencia del interés personal temente también es preciso para las prácticas
experienciado en las relaciones asimétricas de la virtud” (Política 1337a). Cada parte es
señor-esclavo de algunas constituciones que distinta sin dejar de ser esencial, y requiere por
denuncia el mismo Aristóteles. Son disciplinas ello un tratamiento acorde. En la virtud respec-
para hombres libres. Esta es, por el contrario, tiva se perfecciona. No desatiende, por tanto,
una educación para relaciones simétricas. las edades y diferencias disciplinares –des-
prendidas de las facultades–, que serán esen-
Aristóteles tuvo que pasar primero por el aná- ciales en la construcción de esa ciudad perfec-
lisis de las constituciones. Es que no se puede ta. De hecho, es consecuente con lo planteado
pensar la educación sin la polis, porque aclarar anteriormente en la Ética a Nicómaco:
el telos dispone los caminos mejores para di-
cha construcción. La educación sería el cami- Más aún: de cuanto se origina en no-
no. Pero siempre una educación que traduce y sotros por naturaleza primero recibimos
actualiza el telos de la ciudad perfecta. He aquí las facultades y después ejercitamos
un ejemplo de esa construcción paidética: sus actividades. (Ello es evidente con
los sentidos, pues no por ver muchas
Después de haber dedicado tres años a veces o por oír muchas veces hemos
partir de la pubertad a otras enseñanzas, recibido estos sentidos, sino al revés:
entonces conviene que ocupen el si- los utilizamos porque los tenemos, no
guiente periodo de su vida en los ejerci- los hemos adquirido por utilizarlos).
cios fatigosos y con un régimen alimenti- Las virtudes, en cambio, las recibimos
cio riguroso. No se debe ejercitar a la vez después de haberlas ejercitado primero
la mente y el cuerpo, ya que cada uno de (Ética a Nicómaco 1103a).
estos ejercicios resulta contrario al otro
en sus efectos; el trabajo del cuerpo es Es interesante que esas virtudes abran el es-
un obstáculo para la mente y el de ésta pacio al juego como juego pedagógico y al
para el cuerpo (Política 1339a). descanso como descanso pedagógico. En la
ciudad perfecta se aprende en el ocio, en el
Ejercitar al hombre implica definir al hombre. juego y en el placer: “Pero disponer del ocio
Este hombre es alma y es cuerpo. Solo que la parece ser la base misma del placer, de la feli-
educación se ocupa de los asuntos del cuer- cidad y de la vida dichosa” (Política 1338b). Es
po cuando el hombre puede orgánicamente tan ordenada la propuesta de Aristóteles que,
desarrollar toda esta estructura. Este trabajo en teoría, los hombres libres pueden ser feli-
no puede mezclarse con la ejercitación de las ces en todo lo que hacen: “Como resulta que
mentes. No son dos actividades que se hacen la música es una de las cosas placenteras, y
simultáneamente: “Hay que considerar embru- que la virtud consiste en gozar, amar y odiar de
tecedor todo trabajo, oficio y aprendizaje que modo correcto, es evidente que nada hay que
deje incapacitado el cuerpo, el alma o la inte- aprender y practicar tanto como el juzgar con
ligencia de los hombres libres para dedicarse rectitud y el gozarse en las buenas disposicio-
a las prácticas y ejercicio de la virtud” (Política nes morales y en las actitudes hermosas” (Id.
1337b). 1340a). Claro está, ese juego, ese ocio y ese

La educación como ideal de Estado: reflexiones en torno al libro VIII de la Política de Aristóteles 123
placer están politizados y moralizados, porque mos sin más, ya lo explicaremos más
encajan con el todo y su finalidad: claramente en nuestro escrito sobre
Poética), y en tercer lugar, en la diver-
El juego se hace con vistas al descanso, sión para relajamiento y descanso, tras
y el descanso tiene que ser placentero la tensión del trabajo (Id. 1341b).
(ya que es una cura de las penalidades
del trabajo), y la diversión ha de conte- Sería una música para el alma. Hasta la mú-
ner, según el común acuerdo, no solo la sica y las artes tendrían una finalidad clara
belleza, sino también placer (ya que la en el pensamiento aristotélico. No adornan,
felicidad se compone de estos dos fac- no solo embellecen. Son disciplinas que, cul-
tores). Todos afirmamos que la música tivadas con cuidado, actualizan y alimentan
es una de las cosas más placenteras, la ciudad de los hombres libres. Quizá en un
tanto si es sola como si es con acompa-
mundo como el nuestro, un mundo con tantos
ñamiento de canto (Id. 1339b).
derechos, necesitemos esos hombres; ese tipo
de felicidad que no nos pueden vender el pen-
En el juego nos hacemos humanos; al jugar,
samiento económico y una ciencia desfigurada
compartimos lo común; jugamos a ser hombres,
por su labor antipedagógica y antiética: una
nos jugamos el ser hombres. El juego se hace
ciencia del mundo como caja de herramientas
cívico y los asuntos de la polis, que implican tra-
y del hombre como engranaje. Las palabras de
bajo, nos conducen a la búsqueda de espacios
William Ospina (1994, p. 15) no pueden más
de juego, pero siempre socializados. Por este
que retratar nuestra situación:
motivo, la ciudad y todas las decisiones del go-
bernante prudente tienden a forjar lo común en
El universo desacralizado en que vivi-
los jóvenes, enseñándoles a reconocer y a iden- mos hoy, el que nos describe el perio-
tificarse con el todo. Pero también, −y esto no lo dismo, el que nos vende la publicidad,
tiene en cuenta el libro VIII, porque los hombres el que nos ofrece el turismo; ese univer-
libres se esfuerzan en ser virtuosos− se educan so explorado por la ciencia, manipulado
los hombres maduros; se educan en la perseve- por la técnica, transformado por la in-
rancia de la virtud que los sostiene en la razón dustria, se va cambiando gradualmente
y en la ley. Esto significa que en la ciudad per- en un reino de escombros donde sobra
fecta, todo hombre es un ser perfectible y está toda religión, donde sobra toda filosofía,
llamado a educar y a educarse. donde sobra toda poesía; un mundo
vertiginoso y evanescente donde todo
La música vendría en ayuda de esta perspec- es desechable, incluidos los seres hu-
tiva. Aristóteles destituye aquella música que manos, donde los innumerables signifi-
invita al desenfreno de las pasiones (cf. Id. cados posibles de toda cosa se reducen
a un único significado: su utilidad.
1340a). La virtud vendría en salvamento de
esas pasiones, incluso en momentos de ocio.
Urgimos de esa clase de hombre que todavía
Esta es una experiencia que proporciona pla-
tiene el alma del otro en la suya, de ese hom-
cer y descanso. Pero a la vez, es una música
bre que tiene un alma común, un deseo indivi-
que purifica, que enseña lo mejor, mostrando
dual equiparado a su deseo común, como lo
siempre el camino:
describía bellamente Ítalo Calvino. Urgimos de
una educación centrada en el hombre y no en
Admitimos la división de las melodías
de algunos filósofos, que las distinguen el dinero; de sociedades educadoras y teleoló-
en éticas, prácticas y entusiásticas, y gicas donde lo único útil sea la ciencia, el cono-
que distribuyen a la naturaleza propia cimiento y la globalización de la comprensión.
de cada una de estas armonías una fun-
ción peculiar y distinta. Afirmamos que Necesitamos humanizar las relaciones huma-
la música no debe estudiarse con vistas nas y un conocimiento desembarazado del
a un fin único, sino a varios, pues debe hombre. Es por ello que a continuación, re-
usarse para la educación y para la pu- flexionaremos algunos puntos del libro VIII de
rificación (y qué es lo que entendemos la Política como necesidades impostergables
por «purificación», que ahora emplea-

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de este mundo tirano, oligárquico o demagó- en un kosmos político, ético, metafísico, antro-
gico en el conocimiento, en el poder y en la pológico y poético.
ciencia. Quizá la víbora de Hobbes constituya
la radiografía moderna de las constituciones La filosofía de Aristóteles es kosmos, porque
corruptas de la Política de Aristóteles. El hu- es estructura. Por ello se diferencia del con-
manismo moderno es un humanismo devora- cepto red, que es más reducido. Una red se
dor de hombres. Al fin y al cabo, un humanismo reduce a conexiones viciadas por el interés
inhumano. Pero en este panorama desolador de una parte de ese todo: es un todo resba-
arde aún la llama de una esperanza común. loso. Una red es, en otras palabras, un todo
asimétrico. Existe en ella un interés particular
que desfigura un horizonte común. Zygmunt
Conclusiones Bauman (2010, p. 9) se refiere al mundo con-
temporáneo como una red: “La sociedad se ve
«Si quieres paz, preocúpate por la justicia», y se trata como una red, en vez de como una
aseveraba la sabiduría antigua, y, a diferencia estructura (menos aún como una totalidad só-
del conocimiento, la sabiduría no envejece. lida): se percibe y se trata como una matriz de
Hoy, igual que hace dos mil años, la ausencia conexiones y desconexiones aleatorias y de un
de justicia obstruye el camino hacia la paz. número esencialmente infinito de permutacio-
nes posibles”.
(Zygmunt Bauman).
La educación en Aristóteles representa un cui-
dado de esa estructura. Y ese cuidado se tra-
Aristóteles es un personaje ilustre del libro de
duce en teleología. La educación mira y actúa
la historia; de esa historia de las ideas que se
en función de lo común, de lo simétrico. Por
piensan en función de aquellos fines deseables
ello, la importancia de las letras, la gimnástica,
por todos, sin desconocer, por ello, el paisa-
el dibujo y la música. Estas disciplinas forjan al
je de los acontecimientos que las realizan en
hombre como hombre y como ciudadano. Es
mayor o en menor medida. Su filosofía apa-
por ello que la antropología aristotélica no re-
rece como horizonte de posibilidad donde se
suelve únicamente el dualismo de la República
deben mirar y donde se deben cambiar las di-
de Platón. Se asienta más bien en el reconoci-
námicas del mundo contemporáneo. Apremia,
miento de las partes, ordenando sus funciones
en este caso, elogiar sus reflexiones sobre la
educación, ya que fueron pensadas en función y armonizando sus relaciones, de tal manera
de una teleología que no solo es común a las que puedan perfeccionarse en su causalidad
generaciones de su tiempo. Su filosofía de la final. En la Política de Aristóteles se educa al
educación es envolvente: envuelve la naturale- hombre, forja su teleología de la ciudad perfec-
za del hombre, puesto que reconoce las pasio- ta, forja la orientación de las disciplinas: “Está
nes como juego de los extremos. Las pasiones claro que hay que fijar en la educación estos
no desfiguran al hombre. Por el contrario, son tres márgenes de atención: el término medio,
domadas y perfeccionadas por la virtud. Así la lo posible y lo conveniente” (Política 1342b).
educación constituye esa luz que se enciende La educación es ética, política, antropológica y
en medio de la oscuridad de las pasiones. metafísica. Y las artes son útiles, porque sirven
a un telos de largo alcance: el bien común, el
En primer lugar, tenemos que aludir a la visión reino de la ley impasible. Esta misma necesi-
estructural del concepto de polis. Es estructural dad es propia de un mundo globalizado, como
en la medida en que obedece a un principio de lo explica Martha Nussbaum (2011, p. 147):
causalidad que encierra una causa: la causa
final. En toda estructura pervive una intencio- En otras palabras, las artes cumplen
nalidad de perfección. Por ello, esa causa final una función doble en las escuelas y
sería para nosotros, lo propio de una natura- las universidades; por un lado, cultivan
leza perfectible, sea la naturaleza del hombre, la capacidad de juego y de empatía en
del conocimiento, como de la polis. Aristóteles, modo general y, por el otro, se enfocan
a diferencia de una época como la nuestra, en los puntos ciegos específicos de
apela a una estructura que articula las partes cada cultura. La primera función pueden

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cumplirla las obras de arte que se alejen fuerzas totalitarias. La educación contemporá-
de la época y el lugar de los lectores, nea no puede perder su vocación ético-política:
aunque no sirve cualquier pieza elegida la construcción de una ciudadanía de la comu-
al azar. La segunda función requiere un nicación y el interés general. Pero no puede
olfato más aguzado para detectar áreas estar sola. Necesita que la política, lo que que-
de malestar social. Existe continuidad
da de la política, vuelva su mirada al interés
entre una y otra, ya que la capacidad
puro de las constituciones puras. Por ello, este
general de juego y de empatía, una vez
que está desarrollada, facilita la detec- tiene que ser un mundo educador. Esto signi-
ción de los puntos ciegos, incluso de los fica poner en su lugar a aquella ciencia miope
más pertinaces. que ha visto al hombre, no como ciudadano,
sino como instrumento de la red que lo devora.
Las artes no pueden más que afianzar el deseo Cerremos esta apología con la reflexión que
común, la justicia que ocupa la conciencia de hace Martha Nussbaum (2011, p. 189) sobre la
los hombres. Solo que en este mundo globali- importancia de las humanidades en un mundo
zado, tenemos que incluir otro concepto: la es- mirado con los ojos de la ciencia:
pecie. No educamos para una polis cualquiera.
La educación tiene, hoy más que nunca, un Si el verdadero choque de civilizacio-
reto titánico: educamos para esa polis que so- nes reside, como pienso, en el alma
de cada individuo, donde la codicia y el
mos todos como ciudadanos del mundo. Así,
narcisismo combaten contra el respeto
la antropología aristotélica se convierte en una
y el amor, todas las sociedades moder-
necesidad global y envolvente: nas están perdiendo la batalla a ritmo
acelerado, pues están alimentando las
En un nivel antropológico, la sociedad fuerzas que impulsan la violencia y la
vive para el individuo, que vive para la deshumanización, en lugar de alimentar
sociedad; la sociedad y el individuo vi- las fuerzas que impulsan la cultura de la
ven para la especie, que vive a su vez igualdad y el respeto. Si no insistimos
para el individuo y la sociedad. Cada en la importancia fundamental de las
uno de estos términos es simultánea- artes y las humanidades, estas desapa-
mente medio y fin: son la cultura y la so- recerán porque no sirven para ganar di-
ciedad las que permiten que los indivi- nero. Solo sirven para algo mucho más
duos se realicen y son las interacciones valioso: para formar un mundo en el que
entre individuos las que permiten la per- valga la pena vivir, con personas capa-
petuidad de la cultura y la autoorganiza- ces de ver a los otros seres humanos
ción de la sociedad (Morin, 2011, p. 73). como entidades en sí mismas, merece-
doras de respeto y empatía, que tienen
Como maestros, estamos llamados a la com- sus propios pensamientos y sentimien-
plejidad, a la ciudadanía global, a la conciencia tos, y también con naciones capaces de
de todos, a la responsabilidad con la huma- superar el miedo y la desconfianza en
nidad. En esta línea de reflexión, Morin plan- pro de un debate signado por la razón y
tea que “La complejidad humana no se puede la compasión.
comprender disociada de estos elementos que
la constituyen: la evolución verdaderamente Queremos la paz. Sí. Pero sin esa justicia que
humana significa desarrollo conjunto de la au- nos enseña a ver en el otro, mi otro, aquel con
tonomía individual, de la participación comuni- quien puedo construir ese mundo para todos,
taria y del sentido de pertenencia a la especie este sería un querer vacío. Querer la paz sig-
humana” (Morin, 2011, p. 74). nifica aprender a ver el mundo con los ojos
de toda la humanidad. La ciencia sola camina
Sin embargo, en la educación contemporánea ciega. Una educación humanizada que, como
deben entrar todos los hombres; debe buscar en Aristóteles, considere la música, las letras,
la convergencia de horizontes culturales comu- la gimnástica y el dibujo como remedio, puede
nes para la convivencia y la paz. Debe también abrirnos los ojos. Pero necesita que la tomen
salvaguardar los arraigos culturales, sin permi- en serio, que tomemos en serio las humanida-
tir por ello que esas idiosincrasias constituyan des y las artes para la purificación, el cultivo

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de un yo común, dispuesto al diálogo y a la ri- • MacIntyre, A. (2006). Historia de la ética. Barce-
queza de costumbres. Entonces, ese choque lona: Paidós, 288 p.
de civilizaciones, esa mentalidad común de • Morin, E. (2011). Los siete saberes necesarios
intereses comunes actualiza la sabiduría de para la educación del futuro. Trad. Mercedes
los griegos, porque entonces la paz sería el Vallejo Gómez. Barcelona: Paidós, 159 p.
espacio común.
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