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JOSÉ ROBERTO GALLEGOS TÉLLEZ ROJO*

Los cursos
del Museo Nacional

H
acia el último cuarto del siglo XIX ya existe una nueva división inter-
nacional del trabajo y una nueva geografía en el mundo que cubre
el orbe como nunca antes lo había hecho: ya no se trata de un afán
por conocer y registrar los territorios que animó a las grandes explo-
raciones verificadas durante ese mismo siglo. El objetivo era el esta-
blecimiento de un nuevo nivel de dominación y de control sobre pueblos, territorios,
68 | riquezas y culturas, uno como nunca antes se había visto: el imperialismo.
Literalmente, el nuevo esquema que se imponía fue aplicado a nivel mundial. Los
países europeos se extendieron, invadieron y controlaron prácticamente la totalidad
del continente africano, extensas áreas de Asia y sometieron al yugo colonial amplias
áreas de Oceanía. Incluso América Latina se vio sometida a su empuje, a su influen-
cia económica principalmente, y con ello se integró a una nueva división internacio-
nal del trabajo que puso el acento en la necesidad de materias primas que se vendían
o transportaban a los países desarrollados, donde eran procesadas industrialmente y
regresaban a América —o a los demás países— como productos manufacturados.
Estas prácticas de dominación y sometimiento directo plantearon problemas que nun-
ca antes habían sido imaginados, como el hecho de que los pobladores del mundo fueran
diferentes, tan diferentes que no por tener la piel de algún color y provenir de una mis-
ma región geográfica —Oceanía, por ejemplo— significaba que hablaran el mismo len-
guaje y pudieran entenderse, o que sus formas de comportamiento fueran similares.
El hecho de que las potencias entraran en un abierto conflicto —que en más de una
ocasión llegó a la guerra— por los territorios y las materias primas también significó la
lucha por los mercados y la mano de obra, lo que dio relevancia a la cuestión de cómo
controlar a las poblaciones para que llevaran a cabo las tareas agrícolas y de extracción

* Instituto de Estudios sobre la Universidad-UNAM.

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Fotógrafo no identificado. Fragmento de un monolito que representa un chimalli o escudo, ca. 1940. Fototeca de la CNMH-INAH.

mineral —fundamentalmente— de las regiones lista e imperialista en el último cuarto del siglo
adquiridas, y en general para la explotación de XIX, y con apoyo de la Corona. La antropología
los territorios. alemana y francesa no se quedaron a la zaga.
Ante la enorme diversidad, y bajo influencia Este proceso coincidía con fenómenos que te-
del sueño de la razón, desde las escuelas y los nían lugar en el ámbito del conocimiento y de la
ministerios, desde los centros del poder y de la filosofía, lo mismo que en la biología, y el con-
inteligencia comenzó a pensarse en la manera de cepto que sintetizaba todo aquello era el de posi-
entender, describir, analizar y someter al Imperio tivismo.
de las leyes de la ciencia —y de las coronas reales, En primer lugar existía la idea de progreso.
así como de los señores del dinero—, los territo- La confianza en las ciencias y en el conocimien-
rios, las poblaciones y en general todos aquellos to era tal, y se apoyaba en las manifestaciones
fenómenos novedosos a los que se enfrentaban. Y materiales de crecimiento y de que las ideas arti-
una vez logrado esto deberían derivarse, de mane- culaban la vida diaria, que se pensaba que nun-
ra lógica, las herramientas para dar solución a los ca se había vivido mejor que entonces y que el
múltiples conflictos que planteaba la realidad. mañana sería mejor que el hoy. Bajo esa ideolo-
Así, la antropología, particularmente la britá- gía, todo debía ser orientado para apoyar el desa-
nica, nació con un carácter claramente colonia- rrollo de esa tendencia ascendente, porque con

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certeza —para le época— pocas etapas en la vida El impacto se hizo sentir también en la eco-
habían sido tan prósperas para el mundo. nomía política, la historia, la medicina y otras
La noción de progreso tenía uno de sus pun- formas tradicionales del conocimiento que se
tos centrales de apoyo en la idea de la evolución, había actualizado epistemológica y cognositiva-
donde la línea del tiempo ya no principiaba y ter- mente, pero su impacto fue tal que dio como
minaba en Dios; de hecho no se le preveía fin y resultado la formación de una serie de discipli-
sí, en cambio, había sido desentrañada la direc- nas nuevas y campos de conocimiento que no
ción en que avanzaba, y era hacia algo mejor. existían previamente, o que en el mejor de los
Para completar la dimensión de la secularización casos habían tenido una existencia precaria;
del conocimiento, la filosofía positiva, los descu- pronto las universidades las incorporan y le pro-
brimientos de Darwin y de huesos fósiles —más veen de recursos. Es el caso de las disciplinas
adelante los descubrimientos genéticos de antropológicas.
Mendel— plantearon graves retos para el conoci- La idea de que la selección natural operaba
miento: podría existir una dimensión cronológica como la base para el funcionamiento del desa-
mucho mayor que la que planteaba la Biblia; las rrollo de las especies fue tan duramente critica-
especies podrían modificarse, evolucionar en la da como aceptada con pasión. Permitía avizorar
línea del tiempo, y por tanto los humanos podría- un mejor futuro, pero separaba el reino de los
mos ser mucho más que hermanos en Dios. Ade- cielos del reino de este mundo. Y asignaba a
más habría bases biológicas para poder plantear- cada quien un lugar en la cadena de la produc-
se las diferencias entre razas. Las implicaciones ción así como un sitio en la larga marcha evolu-
70 | para las sociedades no podrían retrasarse. tiva de una humanidad que estaba determinado
Estos problemas fueron trasladados hacia el ya no históricamente cuanto por las condiciones
ámbito de lo social, primero para justificar y objetivas del progreso.
hacer notar la enorme diferencia que existía De esta manera, para los países desarrollados
entre los pueblos que vivían el progreso —con el el problema de la antropología estaba relaciona-
modelo industrial y victoriano de Inglaterra— y do con la manera de ver, entender y dominar a
los que no; los que eran atrasados, comunidades los pueblos aborígenes, así como a los grupos
primitivas, los pueblos ágrafos —o pueblos sin marginados. Porque ellos, los países que enton-
historia, para usar el concepto hegeliano— o ces se ubicaban en el máximo nivel del progre-
como terminarían siendo denominados más so, habían resuelto ya el problema de la integra-
adelante, los pueblos aborígenes. Y de ellos las ción nacional como se entendía en ese
colonias estaban llenas. momento: la enorme mayoría —si no la totali-
Para dar cuenta de las diferencias y acentuar dad— de la población hablaba la lengua oficial;
las distancias, así como para explicar las dinámi- aprendían a leer y a escribir en número crecien-
cas tan distintas entre las sociedades, en térmi- te; en una dimensión todavía mayor estaban
nos de conocimiento se desarrollan disciplinas incorporados a los sistemas del mercado interno,
diferentes; la sociología para las sociedades desa- y no pocos de ellos —particularmente en las ciu-
rrolladas y las disciplinas antropológicas para los dades— vivían en la dinámica de la industria
pueblos primitivos. Y con ello aparecían inevita- moderna. Lo que es más importante, la narra-
blemente las cargas ideológicas. ción histórica no era ajena a la población, y la

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Fotógrafo no identificado. Colección de máscaras prehispánicas en el Museo Nacional, ca. 1940. Fototeca de la CNMH-INAH.

idea de la historia de la nación era cada vez más plejos de la cerveza, el acero y, en menor medi-
generalizada y compartida. da, de la industria textil.
La situación de México era por completo dife- La mayor parte de la población vivía de las
rente. Más que al de Inglaterra o al de Francia, el actividades agrícolas, y una cantidad importante,
ambiente que se vivía se asemejaba al de Polo- sobre todo en la costa de Veracruz y el norte del
nia, o al del Cercano Oriente que, incluso al de país, de la industria extractiva. Según el Censo
Japón o Rusia; ante los países desarrollados exis- de 1910, la mitad de la población no hablaba
tía un abismo enorme. español, una parte mucho más considerable
Apenas a partir de 1877 se había logrado una estaba excluida del mercado interno, que apenas
cierta estabilidad política, mas no necesariamen- se estaba conformando a partir de la construc-
te suponía ni el imperio de la ley ni el dominio ción de las líneas ferroviarias. No hacían falta los
y control del gobierno federal sobre la totalidad relatos de viajeros o reseñas de expediciones
del territorio. Ello había permitido un creci- geográficas, ni siquiera sesudos libros, para per-
miento económico y social, el desarrollo de cla- cibir que existía un problema muy severo con la
ses medias, generación de grupos obreros y una población: lo que se entendía como el problema
muy tenue industrialización a partir de los com- indígena. Durante siglos, desde la etapa colonial

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y el dominio español, tales grupos humanos Había avanzado la construcción del sistema
habían demostrado ser un severo problema para de educación básica, con fuerte participación de
el control político, económico y social. Durante particulares y de la Iglesia católica, la cual se
la primera mitad del siglo XIX, y de hecho hasta extendía por todo el territorio de la república. Se
los años de la derrota del Imperio de Maximilia- había construido un camino hacia la educación
no, los grupos indígenas habían estado en cons- superior, que pasaba por la Escuela Nacional
tante agitación y en procesos de rebeldía que Preparatoria y podía continuarse en las diferen-
condujeron a situaciones extremas y difíciles tes escuelas nacionales, que en 1910 daría origen
cuando no claramente amenazadoras, como en a la Universidad Nacional de México.
el caso de las rebeliones de la Sierra Gorda de Pero en los estados también existían otros
Querétaro y la Guerra de Castas en Yucatán. caminos; se podían hacer estudios de varias
El triunfo alcanzado por Benito Juárez, y lue- carreras, especialmente derecho y medicina,
go por Porfirio Díaz, debe entenderse como un estudios preparatorios en los célebres institutos
triunfo de las ideas liberales y de la supremacía científico literarios —del Estado de México, de
mestiza; ya en el Porfiriato las ideas liberales Campeche, Sinaloa o Oaxaca, por señalar sólo al-
serán sustituidas por las positivistas. A la victoria gunos— que, como las instituciones liberales de-
militar seguiría una lucha en el ámbito econó- cimonónicas por excelencia, contribuían de ma-
mico con la aplicación de las Leyes de Reforma; nera muy significativa a la construcción de las
también se inicia una conquista “del alma” indí- elites locales; hacia mediados del siglo XX esos
gena. No son pocos los proyectos culturales que mismos institutitos se convertirían en el núcleo
72 | intentan resolver el problema indígena a través de las universidades de los estados, masa críti-
de la educación de distintas tendencias, muchas ca de la educación universitaria nacional de los
de ellas con un claro componente católico. años sesenta.
Durante el Porfiriato una de las prioridades na- Además se dio un importante auge a la edu-
cionales fue la educación, lo cual resulta claramen- cación técnica, con las escuelas de artes y oficios
te visible durante los últimos años del régimen: a para varones o para mujeres, que al final de los
nivel institucional, en 1903 se crea la Secretaría del años treinta se convertirían en la base sobre la
Despacho de Instrucción Pública y Bellas Artes, que se construiría el Instituto Politécnico Nacio-
encomendada a Justo Sierra y donde fungía como nal, ya en los años del cardenismo. Y se apoyó
subsecretario Ezequiel A. Chávez. En ella se con- de manera muy importante la construcción de
solida un área administrativa, presupuestal y polí- escuelas para la formación de maestros, es decir,
tica dedicada única y exclusivamente a la educa- de escuelas normales: la de México y la de Xala-
ción, pues antes era una dependencia vinculada a pa descollaban.
la impartición de la justicia —la Secretaría de Justi- El avance tan notable tiene que ver con la
cia e Instrucción Pública, también de la era porfi- manera como nos insertamos a la dinámica
riana—, y antes de ello apenas ocupaba una ofici- mundial, pero nunca se logró un desarrollo
na en el seno de la misma Secretaría de Justicia. El como lo hizo Japón después de la revolución
analfabetismo en 1910 era de 70 por ciento, quizá meiji. La presión progresista y hacia la moderni-
incluso más alto; pero antes de la llegada de Díaz zación del conjunto de la nación no conducía
al poder las tasas eran muchísimo mayores. directamente hacia la industrialización, porque

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Fotógrafo no identificado. Vista del salón de los Monolitos en el Museo Nacional. En primer plano aparece la cabeza de Coyolxauqui, la diosa de los cascabe-
les en el rostro y el monumento a Tizoc, ca. 1910. Fototeca de la CNMH-INAH.

era otra nuestra ubicación en la organización No es casual que en 1910 Porfirio Díaz haya
mundial del trabajo. dicho al periodista James Creelman en el
Sin embargo el camino seguido por Díaz y la Castillo de Chapultepec, profundamente ufano y
clase política empujó hacia una integración: las orgulloso, que por primera vez el humo cruzaba
revoluciones tecnológicas y los nuevos materiales el aire de la ciudad de México: las primeras
se incorporaban con mayor o menor celeridad. Se industrias —es decir, que se hacen aquí produc-
estaban construyendo y haciendo realidad los tos y que ya no hay que importarlos— se habían
sueños de tener una patria, de construir un mer- asentado y estaban trabajando en el país:
cado interno, de tener control efectivo sobre el te- Contreras y el Río de la Magdalena, por ejemplo,
rritorio nacional y someter a los caciques y hom- eran un importantísimo corredor fabril que hor-
bre fuertes; así como atender el problema de las migueaba de un nuevo tipo de trabajador, el
finanzas públicas y la integración de la población, obrero, muchos de ellos con tendencias anar-
aun cuando estas tareas sólo se hayan completa- quistas de influencia española. Ahora sí el pro-
do hasta los años de Lázaro Cárdenas. greso estaba al alcance de la mano. El optimismo

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campeaba ente los intelectuales, lo mismo Parra cial; se bucaba de escribir sin necesidad de hacer
que Sierra. o estar en el oficio político; se requerían pensa-
Pero no se trataba sólo de las cifras y de los dores de tiempo completo. La figura de investi-
logros que pudiera explicar un secretario de gador tal y como hoy la conocemos no existía, lo
Hacienda como José Ives Limantour —renego- que más se le acercaba era la de profesor. Y en
ciar la deuda, lograr finanzas sanas—. Había cre- muchos casos se requería de nuevos ámbitos y
cimiento. Claro que crecimiento no implica jus- ambientes, de nuevos marcos institucionales
ticia y democracia. Es significativo que el avance que partieran de nuevas realidades jurídicas. Se
va poniendo en claro que hay una serie de pro- pretendían nuevos espacios en que pudieran de-
blemas, tareas y trabajos que es necesario aten- sarrollarse nuevas ideas, cosas que antes ni si-
der, estudiar y resolver; ya no sólo como políti- quiera se habían imaginado. Ése fue el origen de
cas públicas de Estado vinculadas a la economía, los institutos de investigación, entre ellos el Ins-
sino relacionadas con el siguiente nivel del desa- tituto Bacteriológico y el Museo Nacional.
rrollo, el abordaje de las tareas de la integración, Pocos son los escogidos. Siguen existiendo
la desigualdad, la percepción y diseño de los des- autores que viven fuera de este marco, que no
tinos nacionales. por surgir quiero dar la idea de que fue grande,
Los intelectuales positivistas de la época esta- amplio y sobre todo suficiente. Pensemos por
ban profundamente preocupados por ello: ejemplo en Genaro García, que pagaba sus in-
vestigaciones con el trabajo de su hacienda de
[…] la actividad que desarrollaron las generaciones Santa Clara Montefalco, la más moderna del
de positivistas a lo largo de medio siglo fue nota- mundo azucarero de Morelos —que no es decir
74 | ble; observaron, analizaron, compararon, debatie-
poco—; o Justo Sierra, que debería trabajar como
ron, convencidos de su credo comtiano-spenceria-
no, conscientes de las múltiples asignaturas burócrata, así fuera su cargo el de secretario de
pendientes que la sociedad mexicana debía supe- Instrucción Pública; o don Andrés Molina Enrí-
rar para alcanzar el anhelado progreso.1 quez, que llegó a escribir Los grandes problemas
nacionales y su libro sobre Juárez, siendo juez en
Abordaron los problemas con una seriedad la villa de Jilotepec, Estado de México.
que sigue sorprendiendo y asombrando. Para Para el problema que me interesa, quizá uno
poder hacerlo se dio principio a la creación de de los ejemplos más interesantes de este nue-
nuevas condiciones para desarrollar ese trabajo; vo mundo que surge y se abre a la investigación
así, con el crecimiento del sistema educativo —mundo del que se pueda vivir, escribir, ense-
vimos aparecer el desarrollo de ámbitos y luga- ñar y para el que no se requiera ser rico— es
res específicos para ser maestro y poder desa- Nicolás León. Su vida fue particularmente ilus-
rrollar con más amplitud el pensamiento. trativa: además de la práctica libre de su profe-
Se trataba de desarrollar el trabajo académico sión, medicina, se vinculó con el gobierno del
más allá en los ratos libres, del tiempo del ocio o estado de Michoacán para crear un espacio don-
cuando se conseguía alguna subvención espe- de se mostrara la historia y se desarrollara la in-
vestigación, que sería el Museo Michoacano. Y
1 Ignacio Sosa, prólogo y selección, El positivismo en México,
con los años, al salir de su tierra natal y migrar a
Antología, México, UNAM (Biblioteca del Estudiante Univer-
sitario, 140), 2005, p. XIV. Oaxaca procedió a hacer lo mismo. Pero la fragi-

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Compañía Industrial Fotográfica. MN. Dios de Las Flores. México 225. Como fondo de Xochipilli apa-
rece el altar de los cráneos, ca. 1910. Fototeca de la CNMH-INAH.

lidad de la academia y de las ideas frente al poder Más allá de que el grupo de los científicos tu-
personal eran tales, que un decisión del gober- viera muy mala prensa y sus integrantes hayan
nador cerró el espacio o despidió al personaje. sido falsamente entendidos como una camarilla
Con todo, a principios del siglo XX el poder de intrigantes cercanos al poder, tuvieron y com-
reconocía que se hallaba frente a nuevas reali- partieron una sólida formación académica, así
dades que debía enfrentar y a las cuales habría como la convicción de que existía la necesidad de
de dar solución cubriendo el primer paso: enten- desarrollar la investigación científica como una
der de qué se trataba. Para eso se requería de se- manera de entender y resolver los problemas del
sudos trabajos e ideas iluminadoras. país. Incluso sus enemigos políticos —reyistas o

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dehesistas, liberales o católicos— compartieron Se requería pensar en cómo era la gente que
en buena medida la convicción en el conoci- vivía en el país y cómo con ella poder construir-
miento y su uso político y social. Y esto quiere se una nación moderna; la Guerra de Castas no
decir que se requería de ideas, de esquemas teó- estaba totalmente olvidada, como tampoco que
ricos, metodológicos y de estudios para entender la vida de las comunidades no estaba abierta a la
qué había pasado y estaba pasando en la realidad, participación en el mercado y de hecho podía re-
para poder actuar sobre ella. Se percibían proble- sultar reaccionaria al progreso, como parecía su-
mas que antes no se habían imaginado o para los ceder con los indios rebeldes en la península de
que se habían obtenido respuestas ideologizadas, Yucatán. Las ideas positivistas se enfocarían en
pero que para el futuro era necesario resolver. cómo comprender la diversidad étnica y cómo a
Para eso servía el conocimiento. Y para desarro- partir de ésta, insisto, formar la nación mexi-
llarlo se necesitaba de apoyos: sueldos, instala- cana.
ciones, ideas, escuelas, alumnos y publicaciones. No menos importante resultaba estudiar la
Uno de los problemas que llama poderosamen- raza, porque las ideas de la época en torno a ese
te la atención durante el último cuarto del siglo XIX concepto eran definitorias de las posibilidades
era el de la construcción de la nación, considerada del futuro de un país. Sin lugar a dudas partían de
mucho más grande que el mercado interno, las los parámetros que movían la idea de construc-
comunicaciones modernas y el control político; ción de la nación en el mundo. Abordar estas
noción que ya resultaba clara para los intelectuales cuestiones no resultaba una tarea sencilla. Du-
porfiristas. Se pretendía pensar el pasado, por ser el rante las décadas anteriores pocos textos se ocu-
76 | origen y por indicar el camino futuro, así como las paban de discutir el tema; sin embargo, pocas
simpatías y diferencias con tradiciones de las que eran las obras que sí cumplían con el encuadre
se derivaron posturas políticas. Daniel Schávelzon científico que la época reclamaba. Parecían dis-
ha documentado parte de las disputas entre los cursos liberales que aún confiaban en las bonda-
grupos indigenistas e hispanistas desatadas en tor- des de las leyes de Reforma. Pero tampoco hacían
no a los monumentos a Colón y Cuauhtémoc, en falta muchas horas dedicadas a la investigación
el Paseo de la Reforma de la ciudad de México.2 Y para concluir que en el mundo los especialistas
es que el pasado se volvió una zona donde se pelea eran escasos y no existía una disciplina que se
el proyecto político. En ese sentido, saber qué ocupara de estas tareas. En los primeros desarro-
hacer y cómo indagar de manera científica lo que llos de lo que con el tiempo serían las disciplinas
sucedió antes de la Conquista fue considerado antropológicas subyacía una clara orientación
como algo relevante. Debe pensarse también en la geográfica, que dividía al mundo en áreas en las
lengua que se habla y las lenguas que se han habla- que se agrupaban los especialistas. Para el caso
do, en especial las de los grupos indígenas; pues no que nos atañe, los estudios sobre México en rea-
era un secreto que en el nacionalismo de la época lidad avanzaban sobre la etapa anterior a la Con-
eran la lengua, el idioma y la literatura los aspectos quista y se reunían en los congresos de america-
que definían la nacionalidad. nistas. La mayor parte de los especialistas eran
amateurs y diletantes, muchos de ellos, además,
2 Daniel Schávelzon (comp.), La polémica del arte nacional en
coleccionistas de piezas. Y desde 1885 ya había
México, 1850-1910, México, FCE (Sección de Obras de Histo-
ria), 1988. mexicanos participando. La historia eurocéntrica

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Compañía Industrial Fotográfica. México 255, trofeo indígena montado en una de las salas del Museo Nacional, ca. 1910. Fototeca de la CNMH-INAH.
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en realidad no concedía espacio a las historias así como ante la necesidad de las elites locales de
locales, a menos que tuvieran un vínculo directo ubicarse —y ubicar las zonas que gobiernan y a
con el progreso europeo. sus pobladores— en la línea del progreso y de la
El estudio del pasado remoto, anterior a la evolución, se planteaba el desarrollo de la cien-
Conquista, despertaba el mayor interés entre los cia. Pero había dos opciones: la sociología —que
americanistas —especialmente por las piezas tenía en Comte y Spencer a sus paladines— o la
arqueológicas— y en la búsqueda de los orígenes antropología. Las opiniones estaban divididas.
por una indudable singularidad; pero a diferen- En 1916 Manuel Gamio planteó que como
cia de los trabajos de Schliemann —que saqueó México carecía de la estadística básica para
Troya y burló al gobierno turco— en México, poder desarrollar la sociología, sólo quedaba uti-
desde los trabajos de Charnay en 1882, se plan- lizar las herramientas que estaban aplicando los
teaba un contrato —y más tarde una ley— para imperios para conocer a sus dominados, para
proteger un patrimonio que, se entiende, es de entender a los pueblos primitivos. Además pen-
la nación y de nadie más. Incluso esto se discu- saba que la mayor parte de la población era indí-
te ampliamente en las cámaras del Congreso. gena y estaba atrasada, y la estadística no alcan-
Y ante las ideas —revisadas antes— sobre el zaba para consignar los detalles mínimos y
imperio, el progreso y la superioridad de los blancos, necesarios para entenderla, para dar cuenta

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cabal de sus características.3 Y esa opinión debió dar los nuevos problemas porque sus herra-
haber sido generalizada. Dónde y cómo formar a mientas no resultaban adecuadas para dar cuen-
estos especialistas era algo que no se tenía claro. ta de los mismos. Por ello se requería formar a
Los congresos de americanistas no eran opción, un nuevo tipo de especialista y era el Estado
pues en ellos participaban profesores y aficiona- quien se abrogaba la tarea cuando decidía en-
dos cuyas formaciones disímbolas no resultaban frentar el problema sin recurrir a la formación
propiamente un espacio de profesionalización. de especialistas en el extranjero, ocupando, en
La educación superior en el país, por otro lado, cambio, a los miembros más preparados de la
estaba orientada hacia las profesiones liberales, elite intelectual local, muchos de los cuales en
con poco énfasis incluso en la preparación de realidad se encontraban bastante marginados de
técnicos o de científicos, además de que sus los premios, los honores y los salarios.
dimensiones eran muy limitadas —como señala En principio se empleó la bibliografía que se
Javier Mendoza—,4 ya que la Universidad generaba en el extranjero, tanto teórica como de
Nacional estaba a cargo de poco más de 380 información, pues había pocos estudios de
maestros y comprendía cerca de 1,800 alumnos, nacionales y, en cambio, resultaba indispensable
repartidos de la manera que se muestra en la la lectura de Charnay, Starr y Lumholtz. Empe-
tabla 1. ro, se procuró acelerar los procesos para que se
produjeran aquí textos derivados de investiga-
Tabla 1.
ción y textos básicos para apoyar las clases; y lo
Centro educativo Alumnos Porcentaje
que es más interesante: con el apoyo de Agustín
78 | Escuela Nacional de Agüeros, un alumno de los cursos, muchos de
Jurisprudencia 156 8.6 estos textos fueron publicados en El Tiempo, un
Escuela Nacional de Medicina 398 22.0 diario católico de amplia circulación en la época.
Escuela Nacional de Ingeniería 231 12.8 Así se cumplía también con el espacio de la difu-
Escuela Nacional de Bellas sión y la socialización del conocimiento. El Es-
Artes, sección de tado no escatimaría en gastos, mucho menos en
Arquitectura 031 1.8 intercambios y en una política de comunicación
Escuela Nacional Preparatoria 991 54.8 con instituciones de primer orden a nivel mun-
dial, que conduciría a la formación de la Escuela
Más de la mitad de los estudiantes eran bachi- Internacional de Arqueología y Etnografía
lleres; de la mitad que cursaba una carrera pro- Americana.
fesional, los médicos ocupaban poco menos de A diferencia de la antropología de la época, su
la mitad; los ingenieros casi 30 por ciento y 20 interés no estaba relacionado con un proceso de
por ciento los abogados. Y ellos no podían abor- dominación colonial, sino con la integración de la
nación. El cambio de enfoque era copernicano,
3 Al respecto puede consultarse Manuel Gamio, Forjando pa- porque la intención del desarrollo de las disci-
tria, México, Porrúa, 1982; José Roberto Téllez Rojo, “Ma-
nuel Gamio y la formación de la nacionalidad, el problema plinas antropológicas estaba vinculada con la
de los indios y los derechos de los pueblos”, tesis, México, necesidad de conocer cómo eran las poblaciones
Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 2000.
4 Javier Mendoza Rojas, Los conflictos en la UNAM, México,
de este país; abordar el conocimiento científico
UNAM/Plaza y Valdés, 2001. de las poblaciones indígenas y plantear su cono-

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Luis Limón. La arqueóloga Eulalia Guzmán estudia sobre una mesa neo-indígena en la Biblioteca del Museo Nacional, ca. 1942. Fototeca de la CNMH-INAH.

cimiento, para en algún momento buscar meca- grado la historia— pudieran ocuparse de los in-
nismos para integrarlas a la vida nacional. Esto dios muertos mientras la etnografía, la etnología,
último era una idea particularmente polémica la antropología física, el folclore y la lengua
que se debatiría por décadas, pues un sector con- nacional lo harían de los indios vivos.
sideraba que el proyecto debía ser meramente La construcción de la nación requería de una
académico, mientras otro juzgaba que debía con- vertiente histórica y una visión del presente y el
tarse con una serie de propuestas para acelerar pasado, de modo que las distintas disciplinas se
el progreso. integraran naturalmente. Y poca preocupación
Ahora bien, es claro que desde finales del si- despertaron los grupos urbanos y las clases me-
glo XVIII puede reconocerse una preocupación dias o los ricos, pues ellos, se asumían ya integra-
por el pasado prehispánico, y desde mediados dos. El problema eran los indios. En consecuen-
del siglo XIX, sobre qué hacer con los indios vi- cia, la antropología mexicana nacía vinculada
vos; esa diferencia, se planteaba, debía ser abor- naturalmente al pasado, del que no había fuentes
dada desde distintos espacios disciplinares, de escritas pero sí materiales, y con la mira puesta
modo que la arqueología —y en mucho menor en un futuro por construir, al que le correspon-

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dería plantear la base científica de la definición mentos y algunos otros gastos relacionados con
de las políticas públicas. el trabajo de campo.
En 1906, una vez que Justo Sierra ha trabaja- La primera de las excursiones fue a Oaxaca y
do en el proyecto, se decidió que anexo al Museo estuvo a cargo de Nicolás León, quien condujo a
Nacional se impartirían una serie de cursos dedi- su grupo a prácticas de etnología. Cada uno tuvo
cados al estudio de las disciplinas antropológi- que escribir un ensayo y con el tiempo algunos de
cas. Significaba aumentar la carga de trabajo de ellos fueron publicados en el Boletín del Museo
los profesores ya contratados. En los hechos, el Nacional. Pero no fueron los únicos casos, hubo
afán nacionalista se vertía en que el objeto prin- prácticas de arqueología, de etnografía, de antro-
cipal de estudio serían los pueblos indígenas, y pología, de folclore y muchos de estos trabajos
sólo en menor medida otros grupos, nunca los conocieron además las prensas en El Tiempo.
obreros y difícilmente los grupos urbanos. La formación del nuevo estudiante consistía
El perfil del nuevo estudiante era el de un no sólo en asistir a una clase expositiva del pro-
bachiller con certificado o el de un maestro nor- fesor, contaba también con tiempo de biblioteca
malista, quien tendría que cubrir algunos requi- y prácticas: laboratorio de yeso, de fotografía, de
sitos de materias de acuerdo con el programa de campo. Las calificaciones se asentaban y se
la Preparatoria Nacional. No se estipulaba una informaba a la “superioridad”, quien a juzgar por
edad determinada, y a lo largo de la historia nos los informes del profesor, la lectura y revisión de
encontraremos con rangos que iban de 25 a 50 trabajos y la calificación, decidían si se prorroga-
años de edad. No había restricción para que las ban o no las pensiones.
80 | mujeres ingresaran a esta escuela, aun cuando Con el tiempo surgió la figura del ayudante de
las becas para ellas quedaban restringidas al área profesor, quien fungía como adjunto del maestro
de etnología, si bien fueron muchas las que estu- titular, y a cambio de un pequeño salario le auxi-
diaron arqueología. Una de ellas, Isabel Ramírez liaba en las tareas que le eran encomendadas. De
Castañeda, llegó incluso a ocupar el cargo de ahí se perfilaban las posibles incorporaciones, en
profesora de arqueología en el ciclo 1910-1911, el cierto tiempo, a la planta del Museo mismo.
puesto académico más alto para tal disciplina en Desconozco cuántos alumnos asistieron a cla-
esa época, pues quedaban a su cargo las colec- ses porque sólo dispongo del registro de los pen-
ciones arqueológicas del Museo Nacional. sionados, que llegaron a superar ligeramente los
Una parte de los alumnos estaba pensionada, treinta, que equivaldría al número de estudian-
y había un número variable de pensiones por tes de arquitectura. Además, y es una cuestión
cátedra, de manera que los futuros antropólogos que sorprende, hay un enorme número de muje-
recibían un estipendio para dedicarse de tiempo res, mismas que con la Revolución mexicana
completo a sus investigaciones. Además de asis- prácticamente quedarían excluidas de estos es-
tir con puntualidad a clases, deberían cubrir los tudios hasta la formación de la Escuela Nacional
requisitos “aprobados por la superioridad” para de Antropología e Historia.
aprobar la materia, además de asistir a las prác- Quizá el más grande problema que hubo de
ticas de campo que se fijaran como necesarias y enfrentar —y de hecho no se pudo resolver— fue
obligatorias. Esas prácticas eran pagadas por el la personalidad y validez de los estudios, pues no
Museo y cubrían transporte, alojamiento, ali- se sabía con claridad si se trataba de una licen-

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Luis Limón. Estudiantes de la Escuela Nacional de Antropología en la Biblioteca del Museo, ca. 1942. Fototeca de la CNMH-INAH.

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ciatura, de un curso técnico o de algo diferente: La primera materia a la que habría que refe-
sólo se obtenía un diploma, constancia de que se rirse es la de Historia, impartida por Genaro
habían cursado las materias y de que se estaba García,5 y luego por Jesús Galindo Villa.6 Para
especializado en etnología, antropología física o cualquier estudioso estos nombres resultan
en arqueología. conocidos, pues la labor editorial del primero fue
Por su parte, los profesores constituyen uno de absolutamente extraordinaria; el segundo, que
los temas de investigación más interesantes porque había tenido bastante mala prensa, es autor de
estaban directamente relacionados con las materias uno de los textos teóricos sobre historia que se
que impartían. En ellos podía apreciarse cómo han editado en este país. Seguramente la idea de
transcurrían paulatinamente en el lapso de una que se impartiera la materia de historia estaba
década por el proceso de maduración de las disci- 5 Genaro García, Documentos históricos mexicanos: obra con-
plinas, de su vinculación con el Estado que termina memorativa del Primer Centenario de la Independencia de Mé-
por ser una arma a su favor —y que luego se vuel- xico, la publica el Museo Nacional de Arqueología, Historia y
Etnología, bajo la dirección de Genaro García, por acuerdo de
ve en su contra—, y donde muchos de ellos termi- la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, México,
nan rebasados por una dinámica política, social, Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1910,
7 vols.; pienso que esta obra debe ser producto de la clase
cultural e ideológica que los superaba en todos los que García impartió en el Museo.
aspectos, al calor de la emergencia de una nueva 6 Álvaro Matute Aguirre, Pensamiento historiográfico mexica-

no del siglo XX: la desintegración del positivismo (1911-1935),


elite gobernante y de una violencia revolucionaria México, Instituto de Investigaciones Históricas-UNAM/FCE,
como no se había visto en más de una generación. 1999.

LOS CURSOS DEL MUSEO NACIONAL


relacionada con el desarrollo de las fiestas del gráfica, quizá lo más significativo fue que por vez
Centenario de 1910, donde uno de los alumnos primera se planteó un ejercicio de formar histo-
del Museo, Ignacio B. del Castillo, obtendría un riadores profesionales, y que esa formación estu-
premio y además destacaría otro, Luis Castillo Le- viese vinculada a las disciplinas antropológicas, lo
dón. De esa clase también saldrían Alfonso Toro y que determinó el modelo actual de la Escuela
Alfonso Teja Zabre; el primero, junto con Ignacio Nacional de Antropología e Historia.
B. del Castillo y Juan Inginiz, trabajó en la biblio- Por su parte, la arqueología tenía como punto
teca del Museo y desarrolló proyectos bibliográ- de partida, en la percepción de su primer profe-
ficos de primer orden en los años subsecuentes, sor, el poeta José Juan Tablada, una historia que
ya en la Biblioteca Nacional. debía terminar en la conquista europea, es decir,
Pero era claro que para ese momento la in- indagar hacia atrás. Y como tal debía seguir la me-
vestigación histórica en México, con todo y el todología de la historia y trabajar con las fuentes
avance que había tenido durante el Porfiriato, es- bibliográficas, no más. Los objetos no eran en
taba retrasada en tanto había aún grandes lagu- realidad un problema porque no significaban.
nas; los profesionales del área no se habían desa- Las fuentes históricas eran las más utilizadas y,
rrollado con una adecuada formación, y la en su caso, se debería demostrar si era verdad o
mayor parte de los trabajos eran escritos por per- no lo que los autores habían escrito. Manuel
sonas que tenían otras ocupaciones y en los que Gamio, por ejemplo, realizó su primer trabajo en
además subyacían claras tendencias políticas, la materia para Tablada haciendo un recorrido
como son los casos del obispo Guillow, Eligio de campo para verificar la exactitud de las fuen-
82 | Ancona o del ministro de Instrucción Pública, tes sobre el recorrido de Cortés de Tacuba a
Justo Sierra. Se requería una historia objetiva y Tlanepantla. Sin embargo, conforme aumen-
positiva. Además, desde los primeros meses de taban las presiones de Francisco Rodríguez, fun-
1900 se estaba llevando a cabo un debate impor- damentadas en una serie de trabajos y polémicas
tante sobre cómo debía enseñarse la historia, sostenidas hacia finales del siglo XIX en varias
pues Sierra y Valverde tenían puntos de vista publicaciones relacionadas con la arquitectura y
opuestos. Se requería de un nuevo tipo de profe- la crítica de arte sobre qué era y cómo debería
sionista que diera respuesta a preguntas que aún hacerse la arqueología, consiguió financiamien-
no estaban siquiera bien formuladas. Pero sobre to para trabajar en el Tepozteco para el Congreso
el particular había más de una inquietud. de Americanistas en 1895.
La historia estaba definida como la parte del Pero quizá la influencia más significativa, y la
estudio del pasado que comenzaba con —o en el menos clara, era la de Leopoldo Batres, quien
momento o posterior a— la Conquista de México, había cambiado significativamente el rumbo de la
y se fundamentaba en el uso de fuentes escritas, disciplina con sus trabajos,7 pues planteaba que
tanto de historiadores como de materiales de debía estudiarse un mundo del que prácticamen-
archivo. No podría dudarse del enfoque positivis-
7 Una visión general de las ideas sobre la arqueología a fina-
ta, a juzgar por sus catedráticos. Si valoramos el les del siglo XIX y principios del XX puede encontrarse, en
esfuerzo a partir de los productos, en esta materia sus propias palabras, en Roberto Gallegos Ruiz y José Rober-
to Gallegos Téllez Rojo, Antología de documentos para la his-
en realidad fueron pocos, por lo que toca a los toria de la arqueología de Teotihuacan, México, INAH (Antolo-
alumnos, aunque en cuanto a la producción biblio- gías), 1997.

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T. Vidal. Arqueólogos en un gabinete del Museo Nacional, ca. 1920. Fototeca de la CNMH-INAH.

te no se sabía nada, del que no se tenían fuentes buscar asociarlas a contextos arqueológicos y en-
escritas: los objetos materiales. Pero, siendo tan tonces tratar de vincularlas con fuentes, si es
ajenos a los que se utilizaban para 1900 o 1910, que se tenía suerte. Ya para 1910 a Batres le que-
¿cómo saber qué eran? Batres había hecho descu- daba claro que las etapas se sucedían por estra-
brimientos importantes, había innovado en técni- tos asociados a piezas y tipos cerámicos. El traba-
cas de investigación arqueológica, y no es proba- jo arqueológico tendrá en su momento salidas de
ble que hubiese socializado su conocimiento, campo y con el tiempo llegó a producirse un pe-
además de que sus pleitos con los catedráticos del queño manual para la excavación de los sitios. Es
Museo lo había excluido de las clases, aun cuando muy significativo, más que en otras áreas, el
fuera el mejor arqueólogo mexicano de su tiempo. contacto que hacia 1912 se tendría con la Escue-
Así que correspondió a Ramón Mena y Porfirio la Internacional de Arqueología y Etnología
Aguirre impartir la materia durante muchos años. Americana, pues la presencia de Franz Boas per-
Una de las cosas que hizo Batres fue plantear- mitiría introducir de manera definitiva la técni-
se el problema de la organización de las piezas ca de la estratigrafía.
que ya existían en el Museo; luego habría que Esta materia obtendría algunos de los más

LOS CURSOS DEL MUSEO NACIONAL


sonados triunfos en cuanto a la colocación labo- objetivos de la enseñanza, por lo que se notaba
ral de los alumnos, pues algunos de ellos llega- la enorme diferencia en cuanto a su respectiva
rán a recibir nombramientos como inspector de formación. Quizá en el juez de Jilotepec era po-
Monumentos Arqueológicos y profesor de la cla- sible rastrear con más claridad la idea de que las
se de Arqueología. Sin embargo, una vez que los disciplinas antropológicas deberían tener una
cursos cerraban su primera etapa en 1914, los ar- utilidad para la construcción de la nación frente
queólogos formados en esa clase —con una ex- a la posición de León, mucho más académica.
cepción, que además abandona la arqueología— León señala, en los Anales del Museo, que si
dejarían la profesión, se les perdía el rastro y se- bien la pérdida de las lenguas originales entre
ría una nueva generación sin estudios en la ma- los pueblos indígenas era un hecho que deplora-
teria, encabezada por Marquina y Noguera, ba como antropólogo, lo aplaudía como creyen-
quien establecería los nuevos parámetros del tra- te en el progreso de la nación mexicana. Esa era
bajo arqueológico. la contradicción básica de los cursos del Museo,
Por su parte, las áreas propiamente antropo- pero que con un poco de reflexión, queda claro
lógicas, o que hoy entendemos así, que se impar- no era tal. Aun y esa falta de claridad sobre la
tían en el Museo comenzaban por la cátedra de vinculación de este tipo de estudios con las polí-
etnología, que solía confundirse con la etnogra- ticas de Estado, o con las maneras de operar de
fía. Los maestros de esta materia eran Nicolás los gobiernos locales —pues estaban insertos en
León y, más tarde, Andrés Molina Enríquez. En la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Ar-
particular, León era uno de los antropólogos más tes—, resulta sugestiva tal afirmación. Manuel
84 | importantes de la etapa porfirista, y de hecho Gamio, que con los años sería quizá el máximo
falleció apenas terminada la Revolución. Su obra exponente de los cursos del Museo, haría reali-
en etnología y antropología física es de notable dad esa vinculación, primero con su libro
importancia, y fue el primer maestro de esta dis- Forjando patria y más tarde con los trabajos que
ciplina. El material que preparó para estas sesio- desarrollaría en la Dirección de Antropología,
nes era importante, e incluso llegó a desarrollar particularmente con los proyectos de Teotihua-
algunos elementos sobre cómo utilizar la cámara can, Oaxaca y Yucatán.
fotográfica para el registro etnográfico.8 Una vez Pero Manuel Gamio no fue el único investiga-
que dejó esta materia para dedicarse a impartir dor destacado, como podrá verse si algún día se
la de antropología, le sucedío Andrés Molina hace una investigación profunda de los trabajos
Enríquez, cuya obra etnográfica —lamentable- de Nemesio García Naranjo al frente de la Secre-
mente— permanece dispersa y es desconocida taría de Instrucción Pública y Bellas Artes; había
en su mayor parte. A diferencia de León, que tu- sido un alumno destacado de la clase de historia,
vo mucho mayor oficio en el campo y más cono- y es muy probable que en sus planos de la “incul-
cimiento de la bibliografía especializada, don tura nacional” se encuentre una clara dimensión
Andrés presentaba en los planteamientos de su antropológica.
materia un mayor rigor y claridad teórica en los La clase de antropología tuvo una vida más
intensa en el Museo; fue la que produjo trabajos
8Al respecto véase José Roberto Gallegos Téllez Rojo, “El
maestro y los alumnos”, en Alarifes, amanuenses y escriba-
más ricos. Los viajes de los alumnos cubrieron los
nos, México, INAH, 2005. estados de Morelos, Tabasco, Oaxaca, Michoacán y

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Fotógrafo no identificado. Explicación sobre la religión mexica a un grupo de educación primaria, ca.
1950. Fototeca de la CNMH-INAH.

Estado de México, entre otros. Al parecer los ensa- dad había una clara división entre el mundo de lo
yos y el conocimiento acumulado se perdieron, aun que llamaban la “cultura material” y el mundo de
cuando algunas ideas aparecerían publicadas en la “la cultura intelectual”, que a su vez solía dividirse
década de 1920, con lo que tuvieron cierto alcance. en dos aspectos: la parte de “las ideas y creencias” y
Es aquí donde se nota más claramente el sentido de el “espacio de los conocimientos y las ceremonias
los cursos del Museo Nacional, pues la intención y rituales”.
era conocer a los grupos indígenas, saber cómo Conforme los cursos se fueron desarrollando
pensaban, en qué creían, cómo vivían, cuáles eran y las necesidades académicas aumentaban, co-
sus diversiones, si tenían o no industrias. En reali- menzaron a aparecer algunos departamentos,

LOS CURSOS DEL MUSEO NACIONAL


que no llegaron a convertirse en clases, pero sí científica, que luego era contrastada con distin-
generaron actividades que no necesariamente tos elementos, los más ideológicos, que termina-
correspondían al profesor y dieron pie a la crea- ban por hacer a las poblaciones de ciertos países
ción de algunos puestos de trabajo; por ejemplo, superiores a las demás. Sin embargo, en 1911
Paul Henning fue contratado como curador de Franz Boas en The Mind of Primitive Man, plan-
las colecciones etnográficas. teaba el problema claramente al señalar que
Los departamentos más interesantes fueron debería existir una vinculación entre los concep-
los de Arte Industrial Retrospectivo y de Arte tos de raza, cultura y lengua, y que el trabajo de
Industrial Actual, que se referían a las produc- las disciplinas antropológicas era precisamente
ciones materiales de los grupos indígenas. A par- descubrir esos vínculos en los diferentes casos,
tir de ellos se formaron colecciones que se am- en las distintas culturas, pero sin señalar uno
pliarían y continuarían funcionando como que fuera superior a los demás.
material didáctico en los años veinte. Y también En ese contexto, la clase de antropología físi-
aparecieron los conservadores. En una dimen- ca tenía como objetivo verificar el estudio bioló-
sión menos académica, considero que los obje- gico de los grupos, sentando así una de las bases
tos reunidos en estas colecciones son parte de lo para identificar y caracterizar de manera más
que se manejó durante la siguiente década como completa a los grupos indígenas. Y aun cuando
“artesanía”. Miguel Othón de Mendizábal tam- algunas de estas tareas ya las habían realizado
bién pasó por las aulas del Museo. estudiosos como Starr o Charnay, fue León
La última de las clases importantes era la de quien comenzó a hacerlas de manera más siste-
86 | Antropología física. La impartía Nicolás León y se mática en nuestro país. La intención de la clase
desprendía directamente de su trabajo y forma- era formar a quien pudiera continuar la tarea, y
ción como médico, además de que estaba vincu- para ello incluso se montó un taller de yeso y se
lada con los estudios que se realizaban en los mis- aplicó la fotografía de manera sistemática. Pero
mos años en dependencias como el Ejército y, los resultados en realidad fueron bastante
sobre todo, en la penitenciaría de Lecumberri, ba- pobres, pues, al igual que en la mayor parte de
jo la hipótesis de que en la conformación del tipo las materias, una vez pasada la dura crisis de
físico radicaban elementos que podrían determi- 1914, cuando las tropas zapatistas, villistas y
nar conductas criminales. Pero la importancia de carrancistas ocuparon la ciudad y se rompió la
esta materia era mucho mayor. Para esa época, y normalidad, los alumnos debieron abandonar
de hecho hasta los años cuarenta, el concepto de paulatinamente estos espacios académicos.
raza seguía vigente en los estudios; quedaba claro Nicolás León escribió un artículo sobre la histo-
que la somatología y la antropometría tendrían ria de la antropología física en México para una no-
que señalar las diferencias básicas entre las razas, table revista estadounidense; sin embargo, su obra
lo cual serviría para definir, y por lo tanto clasifi- en los cursos terminó en un profundo desastre;
car a las poblaciones; incluso se preparaban espe- Manuel Gamio, al frente de la Dirección de Antro-
cialistas para desarrollar este trabajo. pología durante el mandato de Álvaro Obregón, dio
La noción de raza —y su consecuente identi- poco impulso a esta disciplina, no contrató perso-
ficación y caracterización de cada una de ellas— nal ni buscó a los antiguos alumnos del Museo.
adquiría en esta disciplina una base biológica, Existieron algunas otras clases que resultan de

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Fotógrafo no identificado. La piedra solar de los mexicas abandona la Casa de Moneda de los virreyes, ca. 1964. Fototeca de la CNMH-INAH.

menor importancia, ya sea porque no alcanzaron a clore, pero fue mal vista porque, por un lado,
madurar; porque no eran obligatorias o porque los entró en competencia directa con la de etnolo-
maestros no tuvieron el nivel y la formación de sus gía; y por el otro se planteaba que fuera imparti-
colegas más reconocidos. Estas materias no tuvie- da por Isabel Ramírez Castañeda, lo que ocasio-
ron una ubicación clara dentro de la currícula y de nó una reacción general masculina que terminó
las necesidades de investigación y de trabajo del por sacarla del Museo en 1917. Poco después
Museo. En primer lugar estaba la de lengua ná- dejó de reportarse la existencia de ese curso.
huatl, cursada por varios alumnos, pero que no res- Hacia 1912 se contrató a Jorge Engerrand
pondió en realidad a ningún interés concreto o no para impartir la clase de paleontología, pero
llegó a tener un proyecto claro de vinculación con hacia 1914 o 1915 tuvo que salir del país y se
las otras experiencias docentes. Además de que estableció en Texas, donde murió.
pocos alumnos se plantearon aprender una lengua Es claro que las materias fueron impartidas
indígena, los maestros tampoco poseían un conoci- por personajes de primer nivel, que incluso hoy
miento profundo de ellas. El profesor Mariano en día son reconocidos y sus obras aún son revi-
Rojas escribió en los años de 1930 una gramática sadas. Algunos alumnos pasarían a los anales de
que hasta la actualidad permanece desconocida. la historia de las disciplina, mas la mayor parte de
Entre 1914 y 1915 apareció la materia de fol- ellos permanecen olvidados, lo que en realidad

LOS CURSOS DEL MUSEO NACIONAL


no nos habla de su calidad ni nos provee de infor- de los grupos indígenas. La integralidad implica-
mación alguna sobre lo que hacían y cómo lo ba nociones de geografía, de población, de cultu-
hacían. Pero lo expuesto permite afirmar con toda ra material, de indagar en torno a la raza y las
claridad que en el Museo existió una comunidad características específicas de los grupos. Pero fue
científica. Hubo profesores, hubo alumnos, se dio una idea que no llegó a madurar y a convertirse
un apoyo decidido por parte del Estado y un com- en el piso común de la discusión. No hubo acuer-
promiso por generar un nuevo tipo de profesio- do sobre cómo debían integrar los conocimien-
nales; para ello se invirtieron recursos en pensio- tos, ni qué partes lo integraban; ni las bases para
nes, prácticas de campo, asistentes, y en el sostener la discusión. Varios pueden ser los fac-
intento de abrir más espacios para el desarrollo de tores que propiciaron tal escenario, quizá el pri-
las actividades y tareas del Museo, de sus colec- mero fue que los cursos, iniciados en 1906, habían
ciones, de sus cursos. Hubo programas de estudio, desaparecido para 1914, sin completar siquiera
en los que se partía de textos editados en otras una década. Profesores y alumnos no dispusie-
latitudes, de intelectuales europeos primero y ron del tiempo indispensable para discutir y dige-
estadounidenses después. Se dio una vinculación rir las influencias de la escuela internacional y de
con distintas universidades y centros de investi- los contactos que se abrieron ante ellos entre
gación extranjeros. Con el tiempo fueron apare- 1910 y 1915. Y después de 1914 dejaron de recibir
ciendo materiales escritos, tanto de investigación apoyo estatal casi por completo; incluso, más de
como traducciones y obras de texto para el desa- un profesor fue despedido y los departamentos
rrollo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Sin cerrados. Y desde luego la Revolución trajo una
88 | embargo, una de las preguntas que tendríamos serie de complicaciones: don Andrés Molina En-
que hacernos es si el desarrollo de los cursos pudo ríquez fue a dar a la cárcel por levantarse en ar-
generar algo más que la propia estructura admi- mas con el Plan de Texcoco; Nemesio García Na-
nistrativa y académica, si más allá de las formali- ranjo, después de fungir como secretario de
dades existió una dimensión más o menos Instrucción Pública, tuvo que salir del país, per-
común, más o menos compartida, alrededor de la seguido por las fuerzas de la Soberana Conven-
cual se pudiesen discutir las ideas y plantear los ción y los carrancistas; Nicolás León, perseguido,
problemas y los hallazgos en un lenguaje más o huyó del país y se vio obligado a vender su biblio-
menos común. En realidad es un pregunta que no teca en Estados Unidos para poder sobrevivir;
se ha formulado y mucho menos se ha resuelto; por otra parte, aun cuando Genaro García, Cor-
sin embargo, algunos elementos indican que la tés, Mariano Rojas o Castillo Ledón permanecie-
comunidad del Museo comenzaba a tejer un con- ron en el Museo, sus alcances teóricos eran limi-
cepto alrededor del cual vincular los trabajos y tados. Miguel Othón de Mendizábal anduvo a
descubrimientos, la noción de integralidad. salto de mata; Agüeros y su periódico se desvane-
El concepto es conocido por el trabajo de cieron en el aire; las mujeres, especialmente Ra-
Manuel Gamio, pero tanto en Molina Enríquez mírez Castañeda, fueron marginadas hasta que
como en Mena y León encontramos elementos desaparecieron de la escena académica.
que claramente apuntan a la idea de tratar de Algunos intentaron establecer alianzas, pactos
conjuntar distintos conocimientos y elementos a o amistad con los nuevos grupos en el poder, sobre
fin articular las dimensiones y la caracterización todo hacia 1916. Los casos más conocidos son los

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de Gamio y de Castillo Ledón. Élfego Adán, que Una de las razones por las que se perdió el
había logrado ascender a profesor de la materia de bagaje es porque en general los triunfadores de
historia, en 1915 fundó un Comité de Salud la Revolución, o quienes se convirtieron en los
Pública inspirado en el que dirigía Robespierre, y hombres cercanos al poder, son antiporfiristas
comenzó furibundos ataques contra el Museo y aunque su formación sea positivista. Y como en
sus secretarias, entre ellas Adriana de la Peza, pa- general los profesores del Museo lo eran, el tiem-
ra luego huir a su tierra natal, Zacatecas. Algunos, po político y sus propios alumnos los condena-
como Alfonso Toro, permanecieron refugiados en ron. No obstante, insisto, la antropología moder-
la biblioteca de la institución. na, la que se establece en los años veinte, no
La comunidad se disgregó, perseguida por la puede entenderse sin los cursos del Museo.
guerra y la lucha por mantenerse en el presupues- Pero lo más notable es ver cómo la elite polí-
to. No hubo dinero para academias y la discusión tica e intelectual de un país atrasado y que mira-
se debilitó, las publicaciones se detuvieron y no ba sin descanso al ideal del progreso tuvo la
sabemos en realidad qué hicieron estos personajes capacidad de desarrollar un proyecto académico
hasta principios de 1920. Para ese momento da la y científico para estudiar y entender los proble-
impresión de que los intentos por reanimar los cur- mas de la integración de la población. El Estado
sos tuvieron poco éxito, y fue la Escuela de Altos asumió el compromiso y no escatimó los recur-
Estudios la que se quedó con ellos. sos, pues creció la planta académica, los espa-
Queda claro que la experiencia desarrollada cios de publicación, las colecciones, las pensio-
en los Cursos del Museo Nacional fue funda- nes para los alumnos y los viáticos para las
mental para la formación de la antropología en prácticas. Resulta un fenómeno extraño porque | 89
México. Pretender radicar el origen de estas dis- eran pocos los países que tenían la capacidad
ciplinas en la escuela internacional es un error, para hacerlo —uno de ellos es Polonia, sólo así se
pues sin disminuir su importancia y enorme explica la presencia de Malinowski.
capacidad de innovación, los alcances de los cur- Vale la pena recalcar, entonces, que el senti-
sos en cuanto a formación y generación de cono- do de los cursos no tuvo estrictamente un pro-
cimientos son mucho más amplios y profundos, pósito de dominación colonial sino de construc-
aunque el desconocimiento generalizado sobre ción nacional, y que la construcción nacional no
la obra de los alumnos y los profesores impida sólo comprende el problema de la población,
tener una clara perspectiva del problema. sino el del pasado y el proyecto de futuro; esa es
Una tarea básica fue la discusión de las ideas, la razón por la que se asocia a la arqueología, la
que se centró en la noción de integralidad pero historia, la antropología física y la etnografía con
fue abandonada porque la Revolución mexicana un espacio como el Museo Nacional.
hizo trizas el intercambio, partió a la comunidad Como todo proyecto de la época, sólo puede es-
y dislocó a las generaciones. Y aun cuando se tar asociado con la matriz del positivismo y, cierta-
innovó en técnicas y métodos, poca de esta expe- mente, de fuerte raíz spenceriana, dicha matriz se-
riencia fue aprovechada en los años subsecuen- ría discutida en su aplicación a las características
tes, a partir de la incorporación de los alumnos específicas y concretas de la realidad entonces vi-
de los cursos del Museo en los proyectos de la gente, y en ella se formarían recursos humanos que
antropología moderna. no se aprovecharían del todo en los años siguientes.

LOS CURSOS DEL MUSEO NACIONAL

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