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ATENCIÓN Y ACTIVACION

El concepto de activación fisiológica o arousal se define como el nivel de


receptividad y responsividad que el sistema nervioso posee en un determinado
momento ante los estímulos ambientales. Dicha activación se manifiesta mediante
unos índices o correlatos fisiológicos y se expresa desde un punto de vista
conductual en el grado de actividad que tenemos en un momento determinado:
desde un nivel muy bajo cuando estamos dormidos, hasta un nivel muy alto cuando
estamos realizando un gran esfuerzo o nos hallamos sometidos a una gran
excitación.

El arousal se ha relacionado con diversos procesos psicológicos, pero de


manera muy especial con los procesos atencionales y emocionales. En efecto,
cuando el individuo se encuentra activado:

a) Posee unos niveles más altos de atención y es capaz de concentrarse


mejor.
b) Es más capaz de dar respuesta a una gran cantidad de información o
desempeñar tareas que exigen distintas habilidades.
c) Mantiene mejor la atención durante períodos de tiempo relativamente
amplios.

Eastbrook señaló que el arousal produce un estrechamiento del foco de la


atención sobre un número cada vez menor de índices de tarea, es decir, una
concentración intensa sobre algunos pocos de todos los estímulos relevantes para
una tarea. Sin embargo, parece que una activación intensa también va unida a una
mayor susceptibilidad a la distracción, de tal forma que los sujetos afectados por
niveles muy altos de activación, que llegan incluso a vivenciar la situación como
ansiosa, tienden a dejarse influir por un número mayor de actividades de
procesamiento irrelevantes para la tarea principal que ha de desarrollar.
Condiciones de alta activación pueden estar asociadas al fenómeno conocido
como estrés. Se llama estrés a una respuesta global del organismo ante
condiciones percibidas como amenazantes. En condiciones como esas, el
organismo experimenta un nivel de activación general. En aquellas situaciones de
gran estrés y arousal en las que se requiere atender a índices ambientales muy
variados para tomar decisiones en cada momento, se produce un deterioro, a veces
fatal de la conducta. La razón de ello radica en el fenómeno conocido como Ley de
Yerkes-Dodson. Esta ley afirma que el desempeño será óptimo bajo condiciones
de activación moderada. Un nivel muy bajo de estrés produce bajos niveles de
desempeño, un nivel muy alto de estrés tiende a perjudicar el desempeño. Por tanto,
niveles demasiado bajos o demasiado altos de estrés, que producirán niveles
demasiado bajos o altos de activación, no favorecerán un buen desempeño. De
hecho, se ha observado que cuando se usan agentes estresores externos (tales
como ruido, descargas eléctricas, etc.) aumenta el grado de activación y, siempre y
cuando este nivel se presente en tareas moderadas, se produce un aumento en el
nivel de ejecución. Un hecho adicional que merece mencionarse es que si la tarea
es sencilla, la ejecución es mejor cuando los niveles de activación son altos; por el
contrario, en una tarea compleja, la ejecución es mejor si el nivel de activación es
algo más bajo.

El nivel de activación del sistema nervioso presenta una variabilidad a lo largo


del día, por tanto, podemos suponer que las tareas atencionales pueden verse
alteradas en función de esta variabilidad. Diversos estudios muestran que los ritmos
de ejecución dependen en parte, de las demandas de la tarea. Desde este punto de
vista, se suele hacer una diferenciación entre: a) tareas que requieren un proceso
de información, denominadas en ocasiones de ejecución precepto-motora, y b)
tareas en las que están implicados mecanismos de memoria. Muchas tareas
atencionales (tachado, tiempo de reacción, etc.) se ha asociado con el primer tipo
de tareas que, por otra parte, suelen ir asociadas con el ritmo de temperatura
corporal.
Puesto que la temperatura corporal es un índice del nivel de activación, y el
punto óptimo de este varía en función de la dificultad de la tarea, este tipo de tareas
atencionales sencillas deberán realizarse mejor conforme avanza el día, al contrario
de las tareas difíciles que exigen carga de memoria. Lo demostrado hasta la fecha
indica que, al parecer, las tareas atencionales sencillas siguen casi siempre esta
pauta que hemos indicado, pero no está claro cómo la hora del día influye en tareas
que exigen mayor selectividad y control atencional.

CARACTERÍSTICAS DE LA ATENCIÓN

Amplitud. Mucha gente piensa que sólo puede atender a una cosa a la vez,
pero ésta es una creencia errónea. Existe una evidencia clara de que podemos
atender al mismo tiempo a más de un evento, un proceso de decisión o una
respuesta. El concepto de amplitud o ámbito de la atención hace, pues, referencia
a:
1) La cantidad de información que el organismo puede atender al mismo tiempo.
Por ejemplo, si presentamos visualmente una serie de 16 letras en un período
muy breve de tiempo –tan sólo 50 milisegundos- podemos percibir (atender a)
4 ó 5 letras simultáneamente.

2) El número de tareas que podemos realizar simultáneamente. Incluso en el caso


de llevar a cabo una sola tarea, hay veces que la cantidad de procesos
implicados en ella es muy grande y tenemos que utilizar varios al mismo tiempo.

El ámbito de la atención es variable y su tamaño depende de muchos


factores. Por ejemplo, el tener que realizar diversas actividades al mismo tiempo, el
poder llevarlas todas a cabo de forma eficaz o sólo una parte de ellas depende de
factores tales como el nivel de dificultad de cada una de las tareas. Desde este
punto de vista, la amplitud de la atención puede verse ampliada considerablemente
gracias al papel que ejerce la práctica.
Intensidad. Todos tenemos la experiencia de que, aun bajo las mismas
circunstancias, unas veces estamos más atentos y otras veces menos. Dicho
fenómeno se conoce con el nombre de intensidad de la atención o tono
atencional. La intensidad se define, pues, como la cantidad de atención que
prestamos a un objeto o tarea, y se caracteriza por estar relacionada directamente
con el nivel de vigilia y alerta de un individuo: cuanto menos despiertos estemos
menor es nuestro tono atencional y por el contrario, cuando estamos bajo
condiciones de alerta es cuando se intensifica dicho tono.

Un hecho importante es que la intensidad de la atención no siempre es la


misma, sino que puede variar de unas ocasiones a otras. Cuando se producen
cambios de intensidad de la atención tiene lugar un fenómeno conocido con el
nombre de fluctuaciones de la atención, y en el caso concreto en que se produzca
una descenso significativo de dichos niveles decimos que se produce un lapsus de
atención. En cualquier caso, el tiempo que puede durar cada fluctuación puede ser
variado, desde tan solo unos milisegundos, hasta horas o incluso días. Cuando los
cambios de intensidad de la atención son cortos y transitorios reciben el nombre de
cambios fásicos, mientras que cuando son largos y relativamente permanentes se
les denomina cambios tónicos.

Oscilamiento. La atención cambia u oscila continuamente, ya sea porque


tenemos que procesar dos o más fuentes de información, o porque tenemos que
llevar a cabo dos tareas y se dirige alternativamente de una a otra. Dicho fenómeno
se conoce como oscilamiento o desplazamiento de la atención.

La capacidad para oscilar la atención rápidamente es un tipo de flexibilidad


que se manifiesta en situaciones diversas, pero muy especialmente en las que
tenemos que atender muchas cosas al mismo tiempo o en aquéllas en que tenemos
que reorientar nuestra atención porque nos hemos distraído.
Control. En ocasiones, las actividades que desarrollamos no están
orientadas aparentemente a ningún fin específico y en este caso hablamos de
atención libre. Pero en la mayoría de los casos, el sujeto ha de llevar a cabo tareas
que le exigen determinadas respuestas y que tienen unos objetivos concretos.
Cuando la atención se pone en marcha y se despliega de una manera eficiente en
función de las demandas del ambiente, hablamos de control atencional o atención
controlada. A diferencia de la atención libre o no controlada, el control atencional
exige en la mayoría de los casos un cierto esfuerzo por parte del sujeto para
mantenerla.

Algunos autores consideran que el control es la principal característica de la


atención.

TIPOS DE ATENCION

Atención selectiva, dividida y sostenida.

Muchos autores han propuesto que las respuestas de atención pueden cumplir
tres funciones, dando lugar a tres tipos de atención:

1) La atención selectiva, es la que se activa cuando el ambiente nos exige dar


respuesta a un solo estímulo o tarea en presencia de otros estímulos o tareas
variados y diversos. Por ejemplo, centrarnos en lo que dice nuestro profesor en
clase y no en la conversación que paralelamente tiene lugar en el pasillo.

2) La atención dividida se pone en marcha cuando el ambiente nos exige atender


a varias cosas a la vez y no, como en el caso anterior, centrarnos en un único
aspecto del ambiente. Uno de los ejemplos más claros de esta situación es la
actividad de conducir: mientras vamos conduciendo hablamos con nuestro
acompañante, miramos por el espejo retrovisor para comprobar si alguien
quiere adelantarnos, tenemos que controlar el movimiento de los pedales y la
palanca de marchas, etc.
3) La atención sostenida, que se produce cuando tenemos que concentrarnos en
una tarea durante períodos de tiempo relativamente amplios. Un ejemplo típico
en el que el sujeto ha de estar atento durante mucho tiempo es la actividad
desarrollada por un controlador aéreo.

Atención interna versus externa.

La atención puede ser orientada, o bien hacia los objetos y sucesos


ambientales externos, o bien hacia nuestro propio conocimiento, nuestros
recuerdos, nuestras emociones y sentimientos, etc. En el primero de los casos
hablamos de atención externa y en el segundo de los casos de atención interna.

Este tipo de diferenciación no ha de ser confundido con aquel otro que se


establece entre factores determinantes externos versus internos de la atención. En
este caso, el criterio que establece la diferenciación entre unos y otros
determinantes es el origen externo versus interno de la fuente de información que
pone en marcha los mecanismos de funcionamiento de la atención.

La investigación psicológica en general se ha centrado más en el estudio de


la atención hacia los acontecimientos del medio ambiente externo; sin embargo, el
análisis del fenómeno conocido en ocasiones con el nombre de autofocalización
está cobrando cada vez mayor importancia. Ello se evidencia fundamentalmente
cuando se analizan ciertas disfunciones atencionales que tienen lugar en algunos
trastornos mentales, y en el entrenamiento de ciertas estrategias de concentración
como en el ámbito deportivo.

Atención visual versus auditiva.

Los sistemas sensoriales son las estructuras que permiten a un organismo


recibir información del medio ambiente. Conocer qué información reciben y cómo la
reciben es importante. En nuestro caso concreto, nos interesa fundamentalmente
saber cómo seleccionan la información que les llega.

De las distintas modalidades sensoriales existentes, las dos más estudiadas


en el caso de la atención han sido la visual y la auditiva. Se suele hacer una
diferenciación entre estos dos tipos de atención porque la mayor parte de las
investigaciones evidencian una serie de diferencias claras entre ambas. Una de
ellas es que mientras que la información visual se halla continuamente disponible
en todas las superficies visibles, la información auditiva se halla disponible en
momentos temporales aislados. Esto ha dado lugar a afirmar que mientras que el
procesamiento de la información visual se realiza en paralelo, esto es, toda la
información al mismo tiempo, el procesamiento de la información auditiva se lleva a
cabo serial o secuencialmente.

Pero la diferencia que a nosotros más nos interesa resaltar en estos


momentos es la forma que cada modalidad sensorial tiene de seleccionar la
información: los mecanismos que permiten tanto codificar como seleccionar la
información visual tienen lugar en buena parte a nivel periférico. Por ejemplo,
mediante los movimientos sacádicos de los ojos o la acomodación del cristalino a
distintos niveles de profundidad, se selecciona buena parte de la información. Por
el contrario, los receptores auditivos, una vez superado su umbral, recogen todos
los estímulos acústicos del medio ambiente, y no pueden acomodarse para rechazar
parte de ellos: no recogen un mensaje y rechazan otros, sino que han de recoger
toda la información auditiva de forma indiscriminada, y tan sólo cuando la
información llega al cerebro, esto es, a nivel central, actúan los mecanismos de
selección auditiva.

El hecho de establecer mecanismos de selección distintos para la atención


visual y auditiva ha dado lugar a hablar de una especificidad sensorial del
mecanismo atencional.

Atención global versus atención selectiva.

La atención tiene una determinada amplitud y puede ser más o menos


intensa, y desde ese punto de vista el foco atencional se puede ensanchar o
contraer, según las demandas del ambiente.

Desde este punto de vista, se ha establecido una distinción entre atención


global y atención selectiva. Mientras que la atención global tiene como finalidad
llevar a cabo una estructura organizada de las partes o elementos que componen
una información o una tarea, la atención selectiva se centra en el análisis de los
detalles que componen una información o tarea. En otras palabras, mientras que la
atención selectiva busca la intensidad, la atención global busca la amplitud.

Atención voluntaria versus atención involuntaria.

Cuando dirigimos nuestra atención hacia nuestros objetivos e inhibimos


respuestas inapropiadas se ponen en marcha los mecanismos de la atención
voluntaria, también llamada en ocasiones secundaria. En estos casos, se dice que
tenemos un gran “control atencional”, y suele exigir un cierto esfuerzo por nuestra
parte para mantenerlo. Pero también existe una atención involuntaria o primaria que
tiene lugar sin que medie proceso volitivo alguno. A nivel perceptivo, este tipo de
atención de pende fundamentalmente de las características de los propios
estímulos ambientales; y cuando se trata de llevar a cabo una tarea, nuestro
rendimiento se ve mediatizado por factores motivacionales y emocionales que, o
bien nos permite concentrarnos mejor y atender más intensamente, o bien hace que
cualquier estímulo o situación nos distraiga e influya negativamente sobre la
ejecución de la tarea.

Al analizar las variables que afectan la atención hemos visto cómo ciertos
rasgos físicos de los objetos pueden captar involuntariamente la atención. Pero aún
en estos casos, pronto ejercemos mecanismos de control para seguir atendiendo o
no a los objetos que poseen estos rasgos.

Una de las respuestas que tradicionalmente se ha considerado de naturaleza


involuntaria ha sido la respuesta de orientación (RO), tanto por la psicología
soviética (Luria, 1979) como por algunos psicólogos cognitivos (por ejemplo, Glass,
Holydak y Santa, 1979). Sin embargo, parece que dicha respuesta puede ser
también provocada por procesos de pensamiento, y no sólo por estímulos externos.
Ello ha hecho que algunos autores (por ejemplo, Maltzman, 1977) distingan entre
respuestas de orientación voluntarias e involuntarias.

Ya hemos señalado antes, los mecanismos psicológicos que explican la


atención voluntaria e iunvoluntaria.

Atención consciente versus atención inconsciente.


El hecho de que en muchas ocasiones nos demos cuenta o nos percatemos
de que atendemos a los estímulos, o que estamos más o menos concentrados a la
hora de llevar a cabo una tarea, ha dado lugar a que, en ocasiones, atención y
consciencia hayan sido considerados como un mismo fenómeno. Sin embargo, esto
no es del todo cierto. Atención y consciencia no son sinónimos, ya que no todo lo
atendido se hace consciente. Muchas veces podemos prestar atención sin darnos
cuenta de que estamos atendiendo. Un ejemplo típico en nuestra vida cotidiana es
el fenómeno que se conoce con el nombre de atención habitual, y que se refiere a
la atención automática e inconsciente que prestamos a aquellos objetos y/o tareas
que forman parte de nuestros hábitos: poner las llaves en el mueble del recibidor
cuando llegamos a casa, quitarnos anillos o sortijas y depositarlos en el cajón de la
mesilla cuando vamos a dormir, etc. Generalmente, si se nos pregunta si hemos
realizado estas acciones al cabo de un cierto tiempo de haberlas hecho, no solemos
recordarlo a no ser que hagamos un claro esfuerzo de memoria, y aún así hay
ocasiones en que no somos capaces de recordar. Sin embargo, puede decirse que
todo lo que es consciente ha sido atendido.

VARIABLES QUE AFECTAN LA ATENCION

Las variables que afectan la atención son factores que modifican el control
de los estímulos, y por tanto, modifican una o varias de las características de la
atención ya mencionadas (amplitud, intensidad, oscilamiento o control). Algunas de
estas variables pertenecen a los estímulos, otras al sujeto, y otras más a la
interacción entre los estímulos y el sujeto. Usualmente, el efecto final dependerá de
la interacción de varios de estos factores y de su intensidad relativa.

VARIABLES DEL ESTIMULO

1. Intensidad del estímulo. Cuando los estímulos son muy intensos tienen
mayores probabilidades de “llamar la atención.” Es evidente que un sonido
de gran intensidad es capaz de atraer nuestra atención. Lo mismo sucede
con los colores intensos, con respecto a los de tonos más suaves.

2. Cambio del estímulo. Siempre que se presenta un cambio que modifica el


campo perceptual del individuo, se produce una respuesta a los estímulos
que modifican la situación de estabilidad. Este principio se aplica
consistentemente en los medios de comunicación, tratando de presentar una
serie de estímulos que rompan con la rutina, a fin de mantener la atención de
los receptores de la información.

3. Tamaño. Normalmente, los objetos de mayor tamaño llaman más la


atención. En concreto, el doblar el tamaño aumenta el valor de la atención
en, aproximadamente un 42-60 % y no en un 100 %.

4. Repetición. Un estímulo débil, pero que se repite constantemente, puede


llegar a tener un impacto de gran fuerza en la atención. Cuando se generan
las campañas políticas y publicitarias, se acostumbra utilizar este principio
para lograr una gran efectividad en los seguidores políticos o en los
consumidores. Las compañías en sus anuncios suelen elaborar varios
comerciales que manejan una misma idea. Sin embargo, después de cierto
límite, la repetición produce los fenómenos de adaptación y de habituación,
mediante los cuales se produce una disminución de las respuestas al
estímulo y, por tanto, el estímulo pierde toda su capacidad de atraer la
atención.

5. El color. Los estímulos en color suelen llamar más la atención del sujeto que
los que poseen tonos en blanco y negro.

6. El movimiento. Los estímulos en movimiento captan antes y mejor la


atención que los estímulos inmóviles.
7. La posición. La parte superior atrae más, la mitad izquierda más que la mitad
derecha. Por lo tanto, la mitad superior izquierda de nuestro campo visual es
la zona que capta primero la atención.

FACTORES DEL SUJETO

1. Necesidades físicas. Este factor se relaciona con las pulsiones que


experimenta el individuo al momento de recibir la estimulación. Si una
persona se encuentra sedienta, es seguro que le atraerán más intensamente
los estímulos relacionados con la satisfacción de la misma. Está comprobado
que cuando un consumidor hace sus compras en una tienda de autoservicio
el volumen de ellas se ve afectado por el hambre que posee la persona en el
momento de su visita al establecimiento.

2. Intereses. Tendemos a prestar más atención a aquello que nos interesa más.
Por supuesto, la atención está en función de los intereses de cada individuo;
un aficionado al alpinismo se sentirá fuertemente atraído por una vista de
montañas nevadas, mientras que un biólogo será atrapado por la imagen de
una especie en peligro de extinción.

3. Expectativas. Se conoce como expectativas, las ideas acerca de lo que el


sujeto espera en una situación determinada, por ejemplo, lo que espera sobre
las características de la información que va a recibir o sobre la tarea que va
a llevar a cabo. Las expectativas son importantes porque facilitan el proceso
exploratorio, al limitar el ámbito de la atención a lo esperable. Las
expectativas también reducen las alternativas de interpretación de la
situación (lo que ocurre es lo que se esperaba que ocurra), lo que facilita la
acción. Obviamente, las expectativas no siempre se cumplen. Pero cuando
las expectativas no confirmadas, ello puede tener el efecto de sostener la
actividad atencional.

4. Fatiga. Mientras mayor sea la fatiga, es más difícil concentrar o mantener la


atención.

5. Curso del pensamiento. Independientemente de las pulsiones o de los


intereses del individuo, si el curso de su pensamiento se encuentra siguiendo
ciertas ideas, y un estímulo relacionado se presenta ante sí en ese momento,
este último captará su atención en forma inmediata.

6. Estrés. Como ya hemos indicado, bajo condiciones de estrés moderado, el


individuo puede lograr un rendimiento óptimo, mejor que con niveles bajos
de estrés, o que con niveles demasiado altos. Cuando el estrés alcanza
niveles muy altos, el foco atencional se estrecha y se restringe hacia los
estímulos que provocan el estrés, sin atender a otros estímulos no
estresantes que también podrían ser importantes para la adaptación del
individuo al medio.

7. Drogas. Los medicamentos que más claramente se ve que afectan a los


procesos de atención son dos cuyos efectos son totalmente distintos: los
tranquilizantes y los estimulantes. Dentro de los primeros, uno de los que
más sistemáticamente ha sido estudiado ha sido el diazepán. Aunque no
siempre influye directamente en tareas atencionales, sí influye en tareas en
las que hay implicados oscilamientos de la atención, haciéndolos más lentos.
También produce una disminución de los niveles de alerta del individuo.

8. Sueño. Uno de los efectos principales de la privación del sueño es el


descenso del nivel de activación. En consecuencia, disminuye la capacidad
para enfocar la atención sobre los estímulos relevantes o críticos, aumenta
la susceptibilidad a los efectos perturbadores de los distractores, y disminuye
la intensidad de la atención.

VARIABLES DE LA INTERACCIÓN SUJETO-ESTIMULO

1. Complejidad. La complejidad se define como el grado de información que


es trasmitida por el estímulo. En términos generales, los estímulos complejos
captan antes la atención que los no complejos. Sin embargo, los objetos
excesivamente complejos no captan tanto la atención como aquellos que
sufren ciertas modificaciones con respecto a otros que sí nos son familiares.
De hecho, parece que las personas se sienten atraídas por patrones de
complejidad intermedia.

2. La relevancia. Se entiende por relevancia el hecho de que el estímulo


posee, en determinado momento, gran importancia para el sujeto. La
importancia del estímulo puede, suele, hallarse determinada por diferentes
factores, por ejemplo, instrucciones de realizar una respuesta motora ante
ese estímulo; procesos de pensamiento, la historia del sujeto, etc.

3. La novedad. La novedad de un estímulo se define como el cambio de uno


o varios de los atributos que componen un estímulo. El carácter novedoso
de un estímulo puede conseguirse de diversas maneras: alterando o
modificando las dimensiones físicas de un estímulo, tales como su
intensidad, duración, localización, etc., omitiendo la presencia de estímulos
esperados, alterando el orden de una secuencia de estímulos y, muy
fundamentalmente, haciendo que aparezca un estímulo de forma repentina.
La novedad es considerada uno de los factores determinantes más
importantes, aunque a veces no es fácil diferenciarla de otros factores como
la sorpresa, la incongruencia, el conflicto, la incertidumbre e incluso la
complejidad del estímulo. Y es que en realidad, todos estos factores
consiguen su efecto determinante sobre la atención a partir de la
comparación que el sujeto realiza entre el estímulo recibido y los patrones de
estímulo que dicho sujeto ya conoce.

Aunque los estímulos novedosos e inusuales atraen más la atención


que los familiares, esta relación no siempre es tan sencilla. Ello debido a que
la concepción de hasta qué punto un objeto es novedoso para un individuo,
depende, evidentemente, de la experiencia previa de dicho sujeto.

4. Adaptación y habituación. Cuando un estímulo se repite varias veces, o se


halla presente de manera continua, puede ocurrir que las respuestas
provocadas por él pierdan gradualmente su intensidad, de manera que en
cada repetición del estímulo, o a medida que pasa el tiempo, la respuesta
sea cada vez más débil, hasta que en algún momento cese por completo. En
algunos casos, esto ocurre porque han cesado las respuestas sensoriales al
estímulo, es decir los sentidos dejan de “captar” el estímulo. Este fenómeno
se denomina adaptación. En otros casos, el cese de la respuesta no se debe
a que los órganos sensoriales dejan de captar el estímulo, sino que más bien
ocurre un proceso de aprendizaje, por el cual disminuye la atención a un
estímulo que ya no es novedoso. En este último caso, hablamos de
habituación. Un ejemplo de adaptación sucede cuando entramos a un local
donde hay música ruidosa, el volumen del sonido parece al comienzo muy
alto, pero a medida que pasa el tiempo, el volumen ya no se percibe tan alto.
En cambio, en la habituación lo que va a suceder es que al comienzo nos
hallamos muy interesados por un hecho novedoso, pero a medida que el
mismo hecho se repite, deja de tener interés y por consiguiente, ya no le
prestamos atención.

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