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Recursos Educativos VillaEduca®

GUIA DE APRENDIZAJE CLASE Nº1 – SEMANA 8 ABRIL

“Textos literarios”

Objetivos de la Clase:
 Leer comprensivamente una narración
 Expresar opiniones sobre los personajes.

Lee el siguiente texto y responde:

El Príncipe Serpiente.
Hace muchos años en una pequeña ciudad de la India, vivía una mujer viejecita tan
pobre, que sólo tenía harina seca para poder comer.
Una mañana bajó al río con un puchero de cobre para llenarlo de agua, mezclarla con la
harina y así poder hacerse un pan. Antes de coger el agua, dejó el puchero en la orilla del
río tapado con un paño y decidió darse un baño. Al cabo de un rato fue a quitar el paño
del puchero para llenarlo de agua y se quedó asombrada al ver lo que dentro de él había:
¡una serpiente venenosa! Volvió a tapar el puchero con el paño y pensó:
—Prefiero morir de la mordedura de una serpiente antes que de hambre; así que llevaré
el puchero a mi casa, sacaré a la serpiente del puchero para que me muerda y mis
problemas terminen. Cuando llegó a su casa la viejecita volcó el puchero junto a la
chimenea y en lugar de la serpiente, cayó un precioso collar de perlas. Al verlo la mujer se
quedó tan impresionada, que decidió llevárselo al rajá (que era como el rey de la ciudad).
Éste al verlo, se quedó maravillado y recompensó a la viejecita con una gran cantidad de
dinero que le permitió vivir tranquilamente y sin pasar hambre el resto de su vida.
Pasaron los meses y el rajá fue invitado por el rajá de otra ciudad a celebrar el nacimiento
de su primera hija. Entonces le dijo a su mujer, la raní:
—Es una buena ocasión para que estrenes el collar de perlas que nos regaló aquella
viejecita. La mujer fue a sacar el collar del joyero donde lo guardaba y al levantar la tapa,
en lugar del collar encontró un hermoso niño que le sonreía. La raní llena de asombro y
alegría, porque ella no tenía hijos, cogió al niño entre sus brazos y dijo:
—Tú eres más hermoso que cualquier collar que pudiera tener.
El rajá mandó aviso de que no podía asistir a la fiesta del otro rajá porque tenía que
celebrar el nacimiento de su propio hijo. Pero acordaron ambos rajás que cuando sus
hijos fueran mayores, se casarían. Pasaron los años y ambos príncipes se casaron, pero
los padres de la princesa habían oído rumores sobre el extraño nacimiento de su marido;
y le dijeron a su hija que no hablase con él después de la boda y que si le preguntaba la
razón de que no hablara, le dijera:
—No te hablaré hasta que no me cuentes el secreto de tu nacimiento.
Cuando los jóvenes esposos se quedaron a solas, el príncipe le rogó a su esposa que le
hablara y ella le contestó lo que sus padres la habían dicho:
—No te hablaré hasta que no me digas el secreto de tu nacimiento.
El príncipe le contestó: —Si te digo el secreto, te arrepentirás y lo lamentarás toda la vida.
Pasaron los días y los príncipes no hablaron ni una sola palabra, vivían en silencio. Hasta
que un día, el príncipe ya no fue capaz de soportarlo más y le dijo a su esposa:

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—Está bien, a medianoche verás cumplido tu deseo; yo te diré el secreto de mi


nacimiento. Pero he de advertirte que te arrepentirás de saberlo.
La princesa no quiso hacerle caso e insistió en conocer el secreto. A medianoche
montaron en sus caballos y cabalgaron hasta la orilla del río donde la viejecita dejó su
puchero de cobre, muchos años atrás. Se bajaron del caballo y el príncipe volvió a
preguntarle:
— ¿Aún deseas saber el secreto de mi nacimiento?
La princesa le contestó: —Sí, estoy deseando saberlo.
Entonces el príncipe le contó su historia: —Quiero que sepas que yo soy el hijo de un rey
de un país muy lejano y que, por el hechizo de una malvada bruja, me convertí en una
serpien.... Cuando el príncipe pronunció la palabra, se convirtió rápidamente en una
serpiente y se metió en el río. La princesa se quedó en la orilla y vio a la luz de la luna,
que el cuerpo de la serpiente brillaba mientras se alejaba nadando suavemente río abajo.
Comenzó a llorar amargamente durante toda la noche y comprendió que debería haber
hecho caso a su marido.
Al día siguiente fue a palacio y le dijo a sus criados que le construyeran una pequeña
casa de piedra a la orilla del río. Allí se quedaría a vivir llorando la desaparición de su
marido. Vivió sola durante mucho tiempo, con la única compañía de dos guardianes en la
puerta de la casa. Pero una noche se despertó y vio que la alfombra de su habitación
tenía unas extrañas manchas de barro. Asustada llamó a los guardianes y les preguntó:
— ¿Quién ha entrado aquí esta noche?
Ellos le juraron que no había pasado nadie a su habitación. A la noche siguiente ocurrió lo
mismo y así durante varias noches más. Entonces la princesa decidió permanecer
despierta durante la noche para descubrir lo que ocurría. Con una espada se hizo un
pequeño corte en el brazo y se echó unas gotas de sal en la herida para que el dolor y el
escozor la tuviera despierta toda la noche.
Casi al amanecer, una serpiente se deslizó silenciosamente por la habitación manchando
de barro la alfombra. Se acercó a la cama donde estaba la princesa y colocó su cabeza
cerca de ella sin apartar los ojos de su cara. La princesa se quedó como paralizada por el
miedo y le preguntó — ¿Tú quién eres y qué quieres de mí? ¡Vete!
La serpiente le dijo suavemente:
—Soy yo, tu marido. ¿Recuerdas que te dije que si te decía mi secreto, lo lamentarías?
La princesa comenzó a sollozar amargamente:
—Tienes razón, cada día me arrepiento de haberte pedido que me dijeras tu secreto y
estoy dispuesta a hacer lo que sea para que vuelvas a ser mi marido otra vez.
Entonces la serpiente le dijo: —Sí hay algo que puedes hacer, pero es muy arriesgado
porque correrás un gran peligro. Mañana cuando oscurezca coloca un cacharro grande
con leche y azúcar en tu habitación. Todas las serpientes que viven en el río vendrán a
beberla; la que vaya en primer lugar será la reina de las serpientes. No debes dejarla
pasar y tendrás que decirle: ¡Reina de las serpientes, tienes que devolverme a mi esposo!
Debes decirlo sin tener miedo, enfrentándote a ella; pues si ve que te asustas, no me
volverás a ver jamás. Pero si eres valiente, se romperá el hechizo y seré libre para
siempre. A la noche siguiente, la princesa colocó el cuenco de leche y azúcar en el centro
de la habitación y esperó impaciente hasta que oyó sisear a las serpientes. Procuró
mantener la calma hasta que vio a la reina de las serpientes con una impresionante
cabeza y un larguísimo cuerpo, seguida por muchas serpientes más pequeñas. Vio que
sus guardianes habían huido asustados y al verse sola, se armó de valor y recordó las
palabras de su marido. Entonces se colocó delante de la reina de las serpientes y con voz
firme dijo: —Reina de las serpientes, devuélveme a mi esposo. Se escuchaba como un
susurro de las otras serpientes que decían: "mi essspooossso, mi essspooossso" y de
repente la serpiente reina clavó sus malvados ojos en la princesa a la vez que se

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balanceaba rápidamente hacia los lados. Pero de nuevo, con una voz aún más potente y
firme, la princesa repitió: —Reina de las serpientes, devuélveme a mi esposo.
—Mañana, mañana te devolveré a tu esposo. — dijo la reina de las serpientes y se alejó
hacia el río seguida de las demás.
A la mañana siguiente, la princesa se puso el sari más bonito que tenía y esperó
impaciente en la puerta de su casa. Al caer la tarde apareció el príncipe y se fueron
juntos al palacio donde vivieron muy felices durante toda su vida.
1. ¿Coincidieron tus predicciones con las del texto que leíste?
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2. ¿Qué tipo de texto es el que acabas de leer?


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3. Ordena las siguientes actividades según el orden que ocurrieron en la


historia:(anotando los números del 1 al 5)
 La reina de las serpientes transforma al joven en príncipe nuevamente.

 Anciana bajó al río a buscar agua.

 Collar se convierte en un niño.

 Serpiente se convierte en un collar.

 Príncipe se convierte en serpiente al confesar su secreto a su esposa.

4. Completa el siguiente cuadro con los personajes y sus acciones en el texto.


Personajes Acciones que ¿Qué opinas de la acción del
realizan personaje?

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5. Completa el siguiente cuadro con los ambientes que se presentan en el texto y


describe cada uno:
Ambientes que se presentan en el texto Descripciones de cada ambiente

6. Selecciona un fragmento del texto y lo transforma en una historieta:

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GUIA APRENDIZAJE CLASE Nº2 – SEMANA 8 ABRIL

“Textos literarios”

Objetivos de la Clase:
 Leer comprensivamente una narración.
 Producen una narración en forma oral.

Lee el siguiente texto:

El Tigre (Horacio Quiroga)

Nunca vimos en los animales de casa orgullo mayor que el que sintió nuestra gata
cuando le dimos a amamantar una tigresita recién nacida.

La olfateó largos minutos por todas partes hasta volverla de vientre; y por más largo rato
aún, la lamió, la alisó y la peinó sin parar mientes en el ronquido de la fierecilla, que,
comparado con la queja maullante de los otros gatitos, semejaba un trueno.

Desde ese instante y durante los nueve días en que la gata amamantó a la fiera, no tuvo
ojos más que para aquella espléndida y robusta hija llovida del cielo.

Todo el campo mamario pertenecía de hecho y derecho a la roncante princesa. A uno y


otro lado de sus tensas patas, opuestas como vallas infranqueables, los gatitos legítimos
aullaban de hambre.

La tigre Abrió, por fin. Los ojos y, desde ese momento, entró a nuestro cuidado. Pero, qué
cuidado! Mamaderas entibiadas, dosificadas y vigiladas con atención extrema;
imposibilidad para incorporarnos libremente, pues la tigresilla estaba siempre entre
nuestros pies. Noches en vela, más tarde, para
atender los dolores de vientre de nuestra pupila, que se revolcaba con atroces calambres
y sacudía las patas con una violencia que parecía iba a romperlas. Y, al final, sus largos
quejidos de extenuación, absolutamente humanos. Y los paños calientes, y aquellos
minutos de mirada atónita y velada por el aplastamiento, durante los cuales no nos
reconocía.
No es de extrañar, así, que la salvaje criatura sintiera por nosotros toda la predilección
que un animal siente por lo único que desde nacer se vio a su lado.
Nos seguía por los caminos, ente los perros y un coatí, ocupando siempre el centro de la
calle.
Caminaba con la cabeza Baja, sin parecer ver a nadie, y menos todavía a los peones,
estupefactos ante su presencia bien insólita en una carretera pública.
Y mientras los perros y el coatí se revolvían por las profundas cunetas del camino, ella, la
real fiera de dos meses, seguía gravemente a tres metros detrás de nosotros, con su gran
lazo celeste al cuello y sus ojos del mismo color. Con los animalitos de presa se suscita,
tarde o temprano, el problema de la alimentación con carne viva.

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Nuestro problema, retardado por una constante vigilancia, estalló un día, llevándose la
vida de nuestra predilecta con él.

La joven tigre no comía sino carne cocida. Jamás había probado otra cosa. Aún más;
desdeñaba la carne cruda, según lo verificamos una y otra vez. Nunca le notamos interés
alguno por las ratas del campo que de noche cruzaban el patio y, menos aún, por las
gallinas, rodeadas entonces de pollos.

Una gallina nuestra, gran preferida de la casa, criada al lado de las tazas de café con
leche, sacó en esos días pollitos. Como madre, era aquella gallina única; no perdía jamás
un pollo. La casa, pues, estaba de parabienes.

Un mediodía de ésos, oímos en el patio los estertores de agonía de nuestra gallina,


exactamente como si la estrangularan. Salté afuera y vi a nuestra tigre, erizada y
espumando sangre por la boca, prendida con garras y dientes del cuello de la gallina.

Más nervioso de lo que yo hubiera querido estar, cogí a la fierecilla por el cuello y la arrojé
rodando por el piso de arena del patio y sin intención de hacerle daño.

Pero no tuve suerte. En un costado del mismo patio, entre dos palmeras, había ese día
una piedra. Jamás había estado allí. Era en casa un rígido dogma el que no hubiera
nunca piedras en el patio. Girando sobre sí misma, nuestra tigre alcanzó hasta la piedra y
golpeó contra ella la cabeza. La fatalidad procede a veces así.

Dos horas después nuestra pupila moría. No fue esa tarde un día feliz para nosotros.

Cuatro años más tarde, hallé entre los bambúes de casa, pero no en el suelo, sino a
varios metros de altura, mi cuchillo de monte con que mis chicos habían cavado la fosa
para la tigrecita y que ellos habían olvidado de recoger después del entierro.

Había quedado, sin duda, sujeto entre los gajos nacientes de algún pequeño bambú. Y,
con su crecimiento de cuatro años, la caña había arrastrado mi cuchillo hasta allá.

1. ¿La historia tenía relación con tus hipótesis?

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2. Describe el ambiente físico en que se realiza la historia.

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3. Describe el ambiente sicológico de la narración.

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4. Nombra y describe los personajes de la narración.

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5. ¿Por quién crees tú que sentían más cariños los narradores, por la gallina o por la
tigresilla? ¿por qué?

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6. ¿En narrador tenía la intención de matar la tigre? ¿Cómo crees que sintió el
narrador al ver morir la tigre?

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7. Define las palabras según su contexto.

 Infranqueable.
 Dogma

8. Ahora te invito a cambiar una parte de la narración (inicio, desarrollo o final) piensa
tus ideas y luego da a conocer tu narración en forma oral.

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GUIA DE APRENDIZAJE CLASE Nº3 – SEMANA 8 ABRIL

“Textos literarios”

Objetivos de la Clase:
 Leer comprensivamente una narración.
 Dramatizar una narración.

Lee el siguiente texto y responde las preguntas:

La Guerra de colores
Azulandia era una isla en que todo era de color azul. Eran azules los hombres, el
mar y los sillones, azulados eran los conejos y azulinos los melones.
En antiquísimas leyendas se decía que hombres de otros colores vivían en remotas
regiones del planeta pero, ¡Claro!, no podía tratarse de seres humanos sino de monstruos
con los cuales ningún hombre podría convivir. Por esa razón jamás habían osado navegar
a más de treinta kilómetros de la costa.
Pero en Azulandia vivía Añil, un joven de ojos azules – y todo lo demás, claro, también
azul – muy valiente, cuyo mayor anhelo era viajar mar adentro para comprobar si aquellas
leyendas eran ciertas.
Y, ¿saben?... ¡Eran ciertas!
Como a unos ochenta kilómetros, viajando derecho por el mar, se encontraba Rojinia, otra
isla habitada por los rojinelos y en donde todo era rojo. Eran rojos los hombres, los
bostezos y los erizos, rosadas las canciones y los computadores rojizos.
Pero… Ellos también conocían leyendas semejantes y también estaban convencidos que
solo los rojos podían ser humanos; si acaso llegaran a existir seres de otros colores,
obviamente serian monstruos horripilantes. Por esa razón jamás habían osado navegar a
más de treinta kilómetros de la costa.
No obstante en Rojinia vivía una doncella de labios rojos – y, claro, todo lo demás también
rojo – llamada Grana, cuyo ferviente deseo era desentrañar aquellas misteriosas
leyendas.
Por ello, un día Grana partió navegando mar adentro en su rojo barco hasta llegar a…
¡cuarenta kilómetros de la costa!, cosa que nunca nadie se había atrevido a hacer.

Y vaya casualidad! Ese mismo día y a la misma hora, el joven Añil, embarcando en su
nave azul, enfilo recto hacia lo desconocido y navego mucho más allá de los treinta
kilómetros.
Pero entonces…
-¡Tierra a la vista! ¡Y no es azul! – grito asombrado el vigía de Azulandia.
- ¡Tierra a la vista! ¡Y no es roja! – vocifero extrañado el vigía de Rojinia.
En efecto, frente a ambos barcos – que aún no se veían uno al otro – una pequeñita isla
blanca se asomaba apenas sobre el mar.
Tanto Grana como Añil se alegraron enormemente de su descubrimiento y, sin saber que
alguien más lo hacía, decidieron desembarcar en la isla y tomar posesión de esa nueva
tierra.

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Pero les estaba reservada otra sorpresa! Habían transcurrido solo unos minutos cuando…
- ¡Ohé, ohé! – grito el vigía rojo enfocando su catalejo en un puntito del horizonte, más allá
de la isla recién descubierta. ¡Nave a la vista!
Y en ese preciso instante…
- ¡Ehó, ehó! – grito el vigía azul ajustando sus binoculares para observar mejor una
manchita en el mar, más allá de la isla blanca - ¡Barco adelante!
Entonces los rojinelos pudieron ver la nave y a unos especímenes azules que viajaban en
ella. Y los azulandeses vieron el barco y a las criaturas rojas que iban en él, y un solo grito
escapo de todas las gargantas:
- ¡Horror! Nos atacan los monstruos.
El pánico se apodero de ellos, Jamás había ocurrido algo semejante.
- ¡Hombres de Azulandia! – Les hablo Añil a los suyos – Nos enfrentamos a seres
desconocidos, pero no debemos temerles: los pintaremos de azul para que parezcan
humanos. Así es que… ¡A bajar toda la pintura azul y las brochas que llevamos a bordo!
En ese mismo instante Grana arengaba a sus hombres de idéntica manera, pidiéndoles,
claro, que bajaran la pintura roja.
Ya en tierra, ambos grupos se encontraron, y entonces…
- ¡Plum, cataplum y cataplum! – Los botes de pintura azul salieron
disparados hacia las filas de lo rojinelos y, ¡claro!, los de pintura roja
volaron hacia los azulandeses.
Pero en ese momento…
- Ohé, ohé! ¡Ehó, ehó! – Se oyeron, de nuevo, los gritos de ambos vigías - ¡Nave a la
vista!...
En efecto, por un costado de la pequeñita isla que apenas se asomaba sobre el mar, una
misteriosa nave que no era ni roja ni azul se acercaba.
¡Ah!, se los diré: Provenía de Amarilis, una isla en la que todo era amarillos. Eran
amarillos los hombres, las camas y los tenedores; los hipopótamos era rubios y ambarinos
los olores.
¿Pero, saben qué? En Amarilis también se conocían leyendas de seres de otros colores,
pero, ¡claro!... Si no eran amarillos, no eran humanos. Así de simple. Por eso no les había
interesado navegar a más de treinta kilómetros de la costa.
Sin embargo en Amarilis vivía Blondo, un joven de cabellos amarillos – claro, todo lo
demás también amarillo – que siempre había querido viajar más allá de los limites
conocidos de su mar, pues ardía en ganas de conocer lo que allí pudiera existir.

Al igual que Grana y Añil, Blondo se sorprendió al descubrir la pequeñita isla blanca que
se asomaba apenas sobre el mar. Pero su sorpresa fue mayor cuando su vigía avisto dos
navíos que… ¡Oh!, no eran amarillos y, ¡Oh, oh! Sus ocupantes tampoco.
- ¡Esta tripulado por monstruos! – gritó.
Blondo y su gente, horrorizados, bajaron a tierra provistos de brochas y tarros de pintura
amarilla a fin de pintar a aquellos extraños seres para que, por lo menos, parecieran
hombres.
¡Y ahí se armó la batahola! A brochazo limpio…
Pinceladas iban y venían coloreando caras, cuerpos y ropas; tarros amarillos, rojos y
azules surcaban al cielo. A veces, dos de ellos chocaban en el aire y, ¡plum! Los colores
se mezclaban.
Aparecieron primero los verdes, anaranjados y violetas; muy pronto siguieron los castaños
y los grises; y luego cientos de otros tonos que ni siquiera tienen nombre.

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Sucedió que en medio de la batalla, Grana, Añil y Blondo se encontraron justo en el


centro de la pequeñita isla que asomaba apenas sobre el mar u se miraron. Y se
miraron… ¡Y se miraron!
- ¿Qué cosa son ustedes? – pregunto Grana bastante desconcertada.
- Yo no soy una cosa, soy Añil de Azulandia- respondió el azulandés tan confundido como
la muchacha – Y si deseas saber qué soy, te lo diré: como soy azul, soy un hombre.

Yo soy Blondo de Amarilis, y siendo mi color el amarillo, yo sí soy un hombre de verdad –


contesto el joven amarillo - ¿Pero tú, qué eres tú? – le preguntó a su vez a la niña.
- Yo soy de Rojinia y me llamo Grana. Y como pueden ver soy de color rojo, Así es que si
aquí hay alguien humano, esa soy yo.
- Yo soy el humano aquí – afirmo Añil.
- El humano soy yo – afirmo Blondo.
Pero entonces los tres volvieron a mirarse y sin poder evitarlo, comenzaron a reírse. Lo
divertido fue que también sus tripulaciones hicieron lo mismo al mirar no solo a los
oponentes, sino que a sus propios compañeros, pues ahora era imposible diferenciar
entre rojinelos, azulandeses y amarilios. Todos estaban cubiertos por una mezcla de
pinturas; y no solo ellos, también la isla y los barcos.
- Parece – dijo Añil, comprendiendo lo sucedido – que no es el color lo que nos hace ser
humanos… Entonces cada uno volvió a su isla con su barco cargado de pinturas de todos
colores para demostrarles a sus pueblos aquella simple verdad.
Derecho a la Igualdad
Cuentos de los derechos de los niños (Saúl Schkolnik)

1. El texto anterior es:


A. Un cuento
B. Una fábula
C. Una noticia
D. Leyenda

2. Su propósito es:
A. Informa
B. Entretener
C. Expresar sentimientos
D. Argumentar

3. ¿Qué les unía a estos pueblos?


A. La diferencia de colores
B. La curiosidad por saber cómo eran los seres de más allá de su pueblo.
C. La distancia de los pueblos
D. La cercanía de los pueblos.

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4. ¿Qué tuvo que suceder para que aceptaran la igualdad?


A. Reunirse todos y saber que existen diferentes colores
B. Volver cada uno a su isla con los colores de pinturas de cada uno de los
pueblos.
C. Vivir todos en una misma ciudad
D. Ninguna de las anteriores

5. Qué derecho podemos destacar en la lectura:


A. Derecho a la igualdad
B. Derecho a la libertad
C. Derecho a la alimentación
D. Derecho a compartir.

6. Los pueblos que se mencionan en el relato son:


A. Rojinia
B. Azulandia
C. Amarillis
D. Todas las anteriores

7. Los personajes del texto son:


A. Grana
B. Añil
C. Blondo
D. Todas las anteriores

8. Ahora te invito a transformar en una dramatización un fragmento de la narración:

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