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El citoesqueleto eucariota:
Microfilamentos (actina y miosina):
Microfilamentos de actina.
Microfilamentos (actina y miosina)[editar]
Artículo principal: Microfilamento
Los microfilamentos tienen un diámetro de unos 3-7 nm (nanómetros)
y se componen de dos cadenas de actina, que forman una hélice. Su
mayor concentración se encuentra justo por debajo de la membrana
plasmática, porque una de sus funciones es mantener la forma de la
célula. Otras funciones son la formación de protuberancias
citoplasmáticas como pseudópodos y microvilli, participar en las
uniones intercelulares o de células con la matriz, la transducción de
señales, la movilidad celular (en el caso de las células musculares, y
junto con la miosina, permiten la contracción muscular) y en la
citocinesis de células animales, la formación de un anillo contráctil que
divide la célula en dos.
Filamentos intermedios:
El citoesqueleto Procariota:
En el pasado se creía que el citoesqueleto era una característica única de las
células eucarióticas, pero desde entonces se han encontrado homólogos
bacterianos a las principales proteínas del citoesqueleto eucariota. A pesar
de que las relaciones evolutivas son tan distantes que no se pueden inferir
analogías a partir de las secuencias de aminoácidos, la similitud de la
estructura tridimendional, las funciones en el mantenimiento de la forma y
en la polaridad de las células proporcionan pruebas sólidas de que los
citoesqueletos eucariotas y procariotas son realmente homólogos.
El citoesqueleto es dinámico y no por ello pierde la capacidad del
mantenimiento de la forma, la funcionalidad y la estructura de la red
tridimensional que lo conforma. Uno de los sitios más recomendables de la
WEB para observar mediante visualización científica lo que se ha generado al
respecto, y para el cual se aplica el conocimiento generado al momento para
el interior de una célula y su relación con la membrana plasmática. En este
sitio, en The inner life of the cell, se puede observar lo que podría suceder al
interior de unas células y la relación que con ello tiene el citoesqueleto, el
cual está sujeta a propiedades biomecánicas relacionadas con tensión y
compresión, las cuales son medibles y explicables mediante las leyes de la
física relacionadas con la biomecánica. El balance entre estas propiedades le
confieren a la célula una integridad tensional (conocida en el idioma inglés
como “tensegrity”) y la cual se basa en lo visualizado en 1993 por el Dr.
Donald Ingber,científico que trasladó el concepto arquitectónico (en el cual
se le conoce como tensegridad) al ámbito intracelular y que se mantiene
vigente en nuestros días. En este sentido, una forma de ampliar visualmente
la influencia de los fenómenos de tensión, longitud, rigidez, compresión
producidas por las proteínas del citoesqueleto actina y tubulina, así como de
la matriz extracelular y las integrinas, es lo presentado en la página WEB del
Children's Hospital Boston denominado Tensegrity in a Cell; sitio en el cual las
animaciones producidas de manera interactiva por la influencia de las fuerzas
indicadas generan cambios en las células y los cuales pueden ser comparados
con imágenes obtenidas mediante el microscopio de fluorescencia.
La estructuración y la dinámica del citoesqueleto dependen de la forma en
que la célula se relaciona con la matriz extracelular y tal relación es lo que
determina la biomecánica de las células. Un ejemplo de ello podría ser la
dinámica con la que las células ciliadas se presentan ante su entorno como lo
propuesto para las células flama de los protonefridios del céstodo Taenia
solium. Recientemente, Hersen y Ladoux12 han hecho referencia a que la
mecanobiología es un campo emergente que investiga como las células vivas
sienten y responden a las fuerzas mecánicas de su entorno. Su comentario
hace referencia a que las células están continuamente percatándose de las
fuerzas que se suceden a su alrededor aun cuando se encuentran en
migración. Tales fuerzas inducen que las células no solo sufran
deformaciones sino que también inducen a que se presenten fenómenos
como señalización por adhesión y reorganización del citoesqueleto. Estos
fenómenos, en referencia a la estrategia experimental que publicaron
Delanoë-Ayari y colaboradores, indican que una célula tiene la capacidad de
sentir tanto las fuerzas horizontales como las verticales que se presentan
durante su desplazamiento y que muestran la importancia que juega la
interacción tridimensional entre las células y la matriz extracelular. Las
características mecánicas de la matriz extracelular (rigidez y deformabilidad)
son factores importantes que influyen en la conducta y la dinámica de las
células14 tales como la diferenciación, la proliferación, la supervivencia, la
polaridad y la migración.La mecanotransducción, que se ha establecido como
la transformación de fuerzas físicas en señales químicas, es capaz de generar
una morfogénesis de un epitelio y ello se puede dar por la generación de
modificaciones postransduccionales como la fosforilación de filamentos
intermedios como lo demostrado recientemente con el estudio del
nematodo Caenorhabditis elegans. Esto resulta un aspecto interesante de la
dinámica de la reestructuración del citoesqueleto, ya que se ha encontrado
que con los estudios que se efectuaron se muestran que los filamentos
intermedios también se mueven y no solo son de soporte y estructura
celular. Esto abre un universo importante de como en un ambiente tisular las
células contráctiles pueden ejercer influencia en las células de epitelio para
que se diferencien y con ello, se favorezcan aspectos de regeneración tisular
o diseminación de procesos cancerosos.