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Resumen
La dominancia del hemisferio izquierdo para el lenguaje es un hecho bien es-
tablecido. Esta superioridad no es absoluta. La posible contribución del hemisferio
derecho al procesamiento verbal se ha estudiado desde diferentes perspectivas. En
este artículo se presenta una revisión de la bibliografía al respecto, atendiendo
especialmente a los efectos de las lesiones del hemisferio derecho sobre el lengua-
je, a los estudios con sujetos comisurotomizados y a los realizados con sujetos
neurológicamente normales. Tomados en su conjunto, los datos disponibles apo-
yan la idea de que el procesamiento del lenguaje no es competencia exclusiva del
HI. La integridad del HD es necesaria para el procesamiento léxico-semántico y para
una adecuada relación lenguaje-contexto. La definición de la contribución real del
HD es aún una tarea por completar.
PALABRAS CLAVES: asimetría cerebral, hemisferio derecho, lenguaje.
Abstract
The dominance of left hemisphere for language is a well-estabished fact. This
superiority is not absolute. The possible contribution of the right hemisphere to
verbal processing has been studied from different approaches. In this article we
present a review of the literature, with special attention to a) the effects of right
hemisphere damage on language, b) studies with commissurotomized patients and
c) studies with neurologically normal subjects. Taken as a whole, the data support
the idea that language processing is not an exclusive competence of left hemisphere.
The integrity of the right hemisphere is necessary for lexico-semantic processing
and for an adequate relation language-context. The definition of the actual
contribution of the right hemisphere is a work that remains to be done.
KEY WORDS: cerebral asymmetry, right hemisphere, language.
Introducción
Una primera mirada a nuestro cerebro nos llevaría a pensar que existe una sime-
tría derecha-izquierda casi perfecta. De hecho, no es hasta el siglo XIX cuando se
introduce la idea de la existencia de una asimetría cerebral. La primera constatación
de la asimetría funcional cerebral se le atribuye a Paul Broca. En 1861, este autor
localiza un área en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo (HI), que sería respon-
sable del control del habla, sin equivalencia en el hemisferio derecho (HD). En los
años siguientes, las aportaciones de John Hughlings Jackson, Carl Wernicke, etc.,
completan el cuadro de la dominancia cerebral izquierda para el control del lengua-
je. Mientras tanto, el hemisferio derecho permanece prácticamente inexplorado,
siendo considerado como el hemisferio «subordinado», «menor» o «dominado». El
reconocimiento de unas funciones específicas para este hemisferio se realiza poste-
riormente, a partir de los primeros informes sobre déficits en las habilidades espa-
ciales y musicales producidos por lesiones derechas. A partir de este momento, los
estudios de asimetría cerebral se orientan a la detección de las capacidades especí-
ficas de cada hemisferio y sus interrelaciones. El término dominancia cerebral deja
de utilizarse para referirse a la superioridad absoluta de un hemisferio, pasando a
reflejar, en cada caso, el mayor predominio de un hemisferio frente al otro en el
control de una determinada función. A medida que se avanza en esta línea va
emergiendo la concepción de la especialización hemisférica como un fenómeno
relativo y no absoluto. Desde esta concepción, y situándonos en el campo de la
lateralización del lenguaje, el HI no se contempla actualmente como el único res-
ponsable del procesamiento verbal. Aunque su papel predominante es un hecho
bien establecido, diversos autores han propuesto la existencia de ciertas capacida-
des lingüísticas en el hemisferio derecho. El origen de estos informes es diverso. Un
primer grupo lo constituyen los estudios sobre la capacidad del HD para asumir al-
gunas funciones verbales tras lesión del HI. Los resultados de estos trabajos pueden
considerase como evidencias indirectas sobre una potencialidad del HD para parti-
cipar en los procesos verbales en condiciones no patológicas. Evidencias más direc-
tas proceden de estudios específicamente dirigidos al examen de esta capacidad.
Estas investigaciones podemos, a su vez, agruparlas en función del acercamiento
metodológico realizado: el estudio de los efectos de las lesiones del HD sobre el
lenguaje, el examen minucioso de las consecuencias de la sección de las comisuras
cerebrales y el estudio de sujetos neurológicamente normales.
Evidencias indirectas
men detallado de estos sujetos pone de manifiesto que la capacidad del HD para
asumir las funciones lingüísticas no es completa. El grupo de Dennis ha contrastado
el efecto de hemisferectomías izquierdas y derechas, observando que el desarrollo
del lenguaje no era equivalente en ambos casos. Las principales diferencias se de-
bían a la dificultad de los hemisferectomizados izquierdos para el procesamiento
sintáctico y fonológico de cierta complejidad (Dennis 1980; Dennis, Lovett y Wiegel-
Crump, 1981; Dennis y Whitaker, 1976). Este tipo de estudios ha estado sometido
a diversas críticas metodológicas relativas a la comparabilidad de los grupos de su-
jetos, el procedimiento de examen, etc. (p.ej., Bishop, 1983). En cualquier caso, la
significación de estos datos es difícil de determinar: los sujetos hemisferoctomizados
constituyen una población con una grave y masiva patología, de etiología y curso
diverso. Esto limita la interpretación de los resultados obtenidos, tanto por lo que
respecta a la plasticidad cerebral en general, como a la ontogenia de la especializa-
ción hemisférica, o a las capacidades verbales del hemisferio derecho. Hay que re-
saltar que el desarrollo del lenguaje en el HD puede ser también fruto de lesiones
tempranas focales. Así, por ejemplo, Guerreiro, Castro-Caldas y Martins (1995) in-
forman de una paciente afásica tras lesión temporoparietal derecha. Esta paciente
había sufrido a la edad de dos años una hemiplejía derecha y pérdida del lenguaje
adquirido hasta ese momento. Posteriormente, experimentó una lenta recuperación
de los déficits, alcanzando un nivel normal de lenguaje a los 7 años. El examen de
neuroimagen constató la presencia de un lesión isquémica frontal izquierda anti-
gua, responsable del episodio infantil y de la consiguiente reorganización de los sis-
temas neurales para el control del lenguaje en el hemisferio derecho.
En esta misma línea de evidencias indirectas podemos incluir los estudios con
adultos que han sufrido una lesión izquierda que afecta al área silviana. Un primer
grupo de evidencias lo constituyen los datos sobre la evolución de la afasia global
producida por lesiones masivas del HI. En general, el lenguaje espontáneo se man-
tiene prácticamente ausente, aunque con la posibilidad de realizar ciertos
automatismos verbales o emplear sustantivos; la comprensión, aunque muy limita-
da, suele experimentar una evolución más positiva, permitiendo la realización de
ciertas tareas de designación o la comprensión de órdenes simples (Cambier, Elghozi,
Signoret y Henin, 1983; Landis, Cummings y Benson, 1980). Dada la destrucción
masiva de las áreas clásicamente vinculadas al lenguaje, esta evolución ha sido atri-
buida a la participación del HD. Además, el cuadro es similar al que nos encontra-
mos en los escasos casos de hemisferectomías izquierdas en adultos que han podi-
do ser sometidos a un estudio evolutivo: un grave trastorno expresivo, junto a una
evolución positiva de la comprensión auditiva y una cierta capacidad para producir
automatismos orales (Burklund y Smith, 1977).
EL hecho de que el HD pueda contribuir a la recuperación de la afasia se ve
reforzado cuando una segunda lesión en el HD produce un empeoramiento del
cuadro afásico. A favor de esta idea, formulada ya a finales del siglo XIX por W.R.
Gowers, contamos con los informes de Basso, Gardelli, Grassi y Mariotti (1989),
Cambier et al. (1983) o Lee et al. (1984). El grupo de Basso, por ejemplo, estudia
dos pacientes que presentaron una afasia global tras lesión izquierda con una recu-
peración parcial posterior. Como consecuencia de una segunda lesión vascular de-
288 José Barroso y Antonieta Nieto
mente una tarea, mientras que el hemisferio contrario no es capaz de ello, tendre-
mos una considerable evidencia sobre la importancia de la relación entre esa tarea
y el hemisferio que se trate.
Tal como hemos señalado anteriormente, este acercamiento ha sido clave en el
estudio de la asimetría cerebral. A pesar de ello, las limitaciones inherentes al estu-
dio de los sujetos comisurotomizados obligan a mantener cierta cautela a la hora de
contemplar sus resultados como definitivos (Barroso, 1994). Por un lado, se trata de
sujetos con características muy particulares y que, además, forman una población
reducida y poco homogénea. Por otro lado, el grado de aislamiento de cada hemis-
ferio a largo plazo es aún tema de debate. Finalmente, la desconexión interhemisférica
hace desaparecer, o altera significativamente, los procesos de interacción hemisférica
característicos de un cerebro intacto. En resumen, aunque estos sujetos nos brindan
una oportunidad única para estudiar el funcionamiento de cada hemisferio, debe-
mos tener presente las limitaciones comentadas a la hora de valorar los datos obte-
nidos mediante su estudio.
Por lo que al lenguaje se refiere, la especialización del HI quedó patente desde
los primeros estudios. Así, por ejemplo, al proyectar el dibujo de un objeto en el
CVD-HI, el sujeto nombraba y describía el objeto. Si la proyección se realizaba sobre
el CVI-HD, el sujeto no podía referirse verbalmente a ella. No se trataba de un pro-
blema de percepción o reconocimiento, ya que al mostrarle después varios objetos
podía elegir correctamente el que se correspondía con el dibujo, o bien elegirlo
mediante el tacto (mano izquierda) entre varias alternativas. El problema residía, por
tanto, en la incapacidad para referirse verbalmente a lo percibido por el HD aislado.
Usando la modalidad táctil o auditiva para la presentación lateralizada, los resulta-
dos fueron en la misma línea. En resumen, los sujetos se mostraban «afásicos» y
«agráficos» cuando la información se proyectaba al HD, sin acceso a los centros del
lenguaje del HI; cuando la información se lateralizaba al HI, mostraban tener una
capacidades verbales aparentemente intactas. Estos resultados vienen a abundar en
la dominancia izquierda para el lenguaje. Posteriormente, comenzaron a reunirse
datos que ponían de manifiesto que el HD podía tener una cierta participación en
el lenguaje. Estos datos proceden, por un lado, del examen en condiciones «norma-
les» de la competencia lingüística de los sujetos comisurotomizados y, por otro, del
empleo de las técnicas ya mencionadas que permiten la lateralización de informa-
ción a cada hemisferio.
Cuando se interactúa verbalmente con un comisurotomizado, o cuando se le
administra una serie de pruebas para evaluar sus habilidades lingüísticas, se asume
que se está interactuando con el HI del paciente. Los posibles déficits pueden ser
atribuidos a la ausencia de la contribución del HD a la comunicación verbal. Admi-
nistradas en estas condiciones de «campo libre», las pruebas clásicas para la evalua-
ción de la afasia no ponen de manifiesto alteraciones. Sin embargo, cuando se rea-
lizan exámenes más minuciosos se observa la presencia de ciertos déficits. Se apre-
ció un empobrecimiento crónico de la descripción verbal de la experiencia emocio-
nal personal, trastornos en la comprensión lectora y déficits en la interacción con-
versacional. Mediante tareas similares a las utilizadas con los sujetos con lesiones
unilaterales, se detectaron problemas para comprender metáforas, para la compren-
Asimetría cerebral: hemisferio derecho y lenguaje 293
1979; Gazzaniga et al., 1982). Según estos autores, la razón de esta evolución y del
alto nivel lingüístico alcanzado por el hemisferio derecho reside en el desarrollo de
una especial habilidad para establecer comunicación entre los dos hemisferios, esta-
bleciendo vías alternativas para la interacción interhemisférica. Esta capacidad pue-
de haberse desarrollado igualmente en otros pacientes. Finalmente, si se acude a
realizar una comisurotomía es, precisamente, porque existe algún tipo de patología
cerebral. Una patología extracallosa y temprana en el HI habría propiciado el desa-
rrollo de unas habilidades lingüísticas en el HD, y serían estas habilidades «anorma-
les» las puestas de manifiesto tras la comisurotomía. Según Gazzaniga, por tanto,
las capacidades detectadas en los comisurotomizados no pueden generalizarse a la
población normal, en la que el HD carecería de capacidad lingüística. La argumen-
tación de Gazzaniga no puede, sin embargo, dar cuenta de todos los resultados
comentados. En primer lugar, el procedimiento de lateralización empleado por Zaidel
permite, gracias al uso de las lentes «Z», una exploración libre y sin restricciones de
la información presentada en el campo visual izquierdo y, por consiguiente, el uso
de una gran diversidad de estímulos y tareas que posibilitan un examen en mayor
profundidad. En segundo lugar, los pacientes a las que se refiere Gazzaniga (P.S. y
V.P, de la serie de Cornell) no son en los que Zaidel basa sus conclusiones. Tanto P.S.
como V.P. pueden considerase excepciones dentro de la población de comisuroto-
mizados ya que han desarrollado un nivel de habla importante en el HD. En ambos
casos la sección no incluyó la comisura anterior. En P.S. existía una lesión temporal
izquierda temprana y en V.P. se presume también la existencia de daño temprano en
el HI. Por lo que respecta a los sujetos estudiados por el grupo de Zaidel, ya hemos
señalado que se trata de pacientes de la serie de California; de entre ellos ha estu-
diado de forma especial a L.B. y N.G., que han sufrido una sección completa del
cuerpo calloso, comisura anterior y comisura hipocampal. El interés de estos pacien-
tes reside en que son los que presentan un menor daño extracalloso y, en ningún
caso, lesión sustancial del HI. La revisión realizada por el propio grupo de Gazzaniga
de las historias clínicas de estos pacientes, no ha detectado ningún factor crítico
que pueda ser responsable de la presencia de una reorganización del lenguaje en el
HD (Gazzaniga, Nass, Reeves y Roberts, 1984). De hecho, en el caso de N.G. los
signos preoperativos indicaban la presencia de una lesión derecha. Ninguno de es-
tos pacientes, además, ha desarrollado capacidades de producción de habla por parte
del HD. Por tanto, las capacidades lingüísticas demostradas por el HD de estos y
similares sujetos comisurotomizados deben ser tomadas en consideración, aunque
mantengamos las debidas precauciones a la hora de realizar generalizaciones desde
una población con tales características. En cualquier caso, tal y como el propio Zaidel
señala, los límites precisos de las capacidades verbales del hemisferio derecho son
desconocidos aún y el estudio de una única población no puede aportar todos los
datos necesarios para su esclarecimiento.
normales. Entre los diferentes procedimientos, las técnicas taquistóscopicas son las
de mayor uso. La presentación durante un breve tiempo del estímulo visual en un
hemicampo visual nos permite proyectar la información a un hemisferio determina-
do. Ahora bien, las comisuras cerebrales permanecen intactas en estos sujetos, por
tanto, la información puede transferirse vía cuerpo calloso al otro hemisferio. Las
diferencias entre las presentaciones en cada campo visual pueden deberse, por un
lado, a la necesidad de transmitir la información de un hemisferio a otro cuando ha
sido recibida por el hemisferio que no dispone de los mecanismos necesarios para
procesarla. En ese caso, se producirían mayores tiempos de reacción y/o errores en
el procesamiento de los estímulos que deben ser transferidos, en comparación con
los recibidos directamente. Sin embargo, algunos autores proponen que la transmi-
sión transcallosa es lo suficientemente rápida y precisa como para poder explicar la
existencia de diferencias entre las presentaciones lateralizadas. En este caso, los re-
sultados deben interpretarse en términos de las diferentes capacidades de procesa-
miento de cada hemisferio, esto es, cada hemisferio procesa la información recibida
con un cierto nivel de eficacia y las diferencias, si se producen, se deben a las distin-
tas capacidades de los hemisferios para el tratamiento de la información o tarea de
que se trate. Zaidel (1985) señala que estas dos posibilidades pueden ser considera-
das como los extremos de un continuo teórico, en el que los dos hemisferios
interaccionan, en mayor o menor medida, para la realización de una tarea determi-
nada. Con ciertos planteamientos metodológicos, podemos intentar diferenciar en
cuál de las posibilidades se sitúan nuestros resultados. Así, por ejemplo, la transmi-
sión callosa pudiera verse afectada por factores relacionados con la calidad de la
información a transmitir (p.ej., tamaño de los estímulos, calidad gráfica, longitud y
familiaridad, etc.), pero no por el contenido verbal de los estímulos (p.ej., palabras
concretas frente a abstractas). Sin embargo, si manipulando factores relacionados
con el propio contenido/naturaleza de la información verbal observamos algún efecto
sobre la diferenciación entre campos, se favorece la interpretación de las diferencias
observadas como un reflejo de las capacidades de cada hemisferio.
Dada la dominancia del HI para el procesamiento lingüístico, es de esperar que
las presentaciones lateralizadas de material verbal produzcan una ventaja del CVD,
esto es, del material proyectado al HI. Si bien este es el resultado que, efectivamen-
te, solemos encontrar, diversos factores pueden hacer desaparecer esta superiori-
dad del CVD-HI o, incluso, invertirla. Un primer grupo de factores están relaciona-
dos con los aspectos sensoriales /perceptivos. Así, por ejemplo, Gibson, Dimond y
Gazzaniga (1972) pidieron a los sujetos que realizasen un juicio «igual-diferente»
entre pares de palabras, la primera presentada en visión libre (no lateralizada y du-
rante varios segundos) y la segunda lateralizada a un hemisferio determinado, uti-
lizando tiempos de exposición muy breves, de tan sólo 40 milisegundos. Los sujetos
respondían con mayor precisión cuando las palabras fueron presentadas en el CVI-
HD. Resultados similares se han obtenido en otras tareas de identificación con la
utilización de tipos de letras complejas o inusuales (Bryden y Allard, 1976), estímu-
los muy similares perceptivamente (Jonides, 1979), o la degradación del estímulo
mediante enmascaramiento (Polich, 1978). La manipulación de la estrategia utiliza-
da por los sujetos para realizar la tarea puede también modificar la dirección de las
Asimetría cerebral: hemisferio derecho y lenguaje 297
diferencias entre los campos visuales. Niederbhul y Springer (1979) obtienen una
superioridad del CVD-HI cuando se le instruye a los sujetos para que utilicen una
estrategia de tipo verbal y una ventaja del CVI-HD al pedir la utilización de una
estrategia basada en la forma del estímulo. En nuestro laboratorio hemos obtenido
una ventaja del CVD cuando la tarea primaba la utilización de un procesamiento
analítico, junto a una desaparición de las diferencias cuando se demandaba un pro-
cesamiento holístico-espacial (Barroso y Nieto, 1986). En ocasiones, aunque haya
una clara superioridad del CVD, el análisis del tipo de error cometido para los estí-
mulos proyectados a cada hemisferio puede resultar también revelador. En esta lí-
nea, Pirozzolo y Rayner (1977) observaron que para las presentaciones del CVI los
errores eran predominantemente visuales.
En los estudios de asimetría cerebral en procesos de decisión léxica (decidir si
una secuencia de letras es una palabra) y de naming, no es frecuente la manipula-
ción de variables que afecten a la calidad sensorial del estímulo. Aunque algunos
autores han obtenido ventajas del CVI manipulando factores como el tiempo de
exposición y el tamaño del estímulo (Bradshaw, Hicks y Rose, 1979; Pring, 1981), el
resultado mayoritario es la permanencia de la ventaja del CVD (Babkoff, Genser y
Hegge, 1985; Chiarello, Senehi y Soulier, 1986; Regard, Landis y Graves, 1985; Young
y Bion, 1980). Por tanto, si bien algunos autores defienden la influencia de este tipo
de factores sobre las diferencias observadas entre las presentaciones a uno u otro
hemisferio (Sergent, 1983, 1984), su relevancia no parece ser tal en tareas léxicas
(Chiarello, 1988). Si parecen relevantes, por el contrario, variables como la orienta-
ción del estímulo (horizontal vs. vertical) o la tipografía utilizada. En este sentido, la
presentación vertical del estímulo parece favorecer la disminución de las ventajas
del CVD (Howell y Bryden, 1987; Lambert y Beaumont, 1983), así como la utiliza-
ción de códigos taquigráficos (Regard et al., 1985). En resumen, a pesar de la exis-
tencia de datos contradictorios, se puede concluir que la manipulación de ciertas
variables que afectan a los primeros niveles de análisis de los estímulos puede dismi-
nuir la ventaja del CVD, llegando en ciertas ocasiones a hacer aparecer una superio-
ridad del CVI. Esto pone de manifiesto la participación del HD en el procesamiento
de estímulos verbales en los niveles de análisis visoespacial o perceptivo, lo que es-
taría más relacionado con sus capacidades de procesamiento espacial, gestáltico,
etc., que con una participación en el procesamiento verbal en sí mismo.
Mayor interés revisten los estudios donde las posibles capacidades verbales del
HD se han puesto a prueba manipulando la naturaleza de las palabras (concretas
frente a abstractas, familiares frente a no familiares, nombres frente a verbos o
adjetivos, etc.). Para ello se ha utilizado, mayoritariamente, tareas de decisiones léxicas
y de naming. Según algunos autores, la superioridad habitual del CVD disminuye o
desaparece cuando se presentan palabras concretas o de alta imagen (Day, 1977,
1979; Ellis y Shepered, 1974; Mannhaupt, 1983; Young y Ellis, 1985), incluso en la
utilización del American Sign Language por parte de sujetos sordos (Emmorey y
Corina, 1993). Otros estudios, por el contrario, no han observado este efecto de la
«imaginabilidad» o concreción (Boles, 1983; Howell y Bryden, 1987; Jackman, 1985;
Lambert y Beaumont, 1983; McMullen y Bryden, 1987; Schmuller y Goodman, 1979).
Una posible razón para estas discrepancias puede residir en el grado de familiaridad
298 José Barroso y Antonieta Nieto
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