Você está na página 1de 17

I.

INTRODUCCION
En estos últimos años la apuesta del sector agrícola por las técnicas de control
integrado de plagas como parte de un sistema de producción sostenible, ha
dado lugar a un incremento muy importante en la utilización de organismos de
control biológico.
Una consecuencia inmediata de este importante giro en el control de plagas, ha
sido un drástico cambio en el uso de productos fitosanitarios, tanto en el
número de aplicaciones, como en el tipo de materias activas utilizadas en los
diferentes cultivos, poniendo especialmente cuidado en utilizar productos
químicos muy selectivos, con el objetivo de evitar cualquier efecto secundario
sobre los principales enemigos naturales introducidos. Este importante cambio
en la protección fitosanitaria, también se está reflejando en la primera fase de
la producción agrícola.
II. OBJETIVOS
- Investigar sobre la utilización de los virus en el control biológico de
plagas, ingeniería genética, etc.
III. MARCO TEORICO
- Celaya. 2017, menciona a los entomopatógenos que es microorganismo que
es capaz de causar una enfermedad al insecto plaga, conduciéndolo a su
muerte después de un corto período de incubación. Hoy en día se conocen
pocas especies de estos microorganismos, aunque muchos de ellos atacan a
una gran variedad de insectos plaga que afectan a los cultivos. En la actualidad
se ha incrementado potencialmente su aplicación en el campo agrícola como
insecticida biológico, debido a que resultan ser una alternativa bastante
rentable en los programas de manejo integrado de plagas.
Bacterias
Dentro del grupo de bacterias, las del género Bacillus son las más empleadas
para el control de los insectos plaga. Las principales especies de este género,
utilizadas con mayor frecuencia en los programas de manejo integrado, son
Bacillus thuringiensis, B. popilliae, B. sphaericus y B. moritai. Las bacterias
atacan al insecto en su etapa larvaria y de acuerdo a sus hábitos y su grado de
infección, se pueden clasificar en potenciales, facultativas y obligatorias.
Bacillus thuringiensis es la bacteria de mayor difusión en campañas de control
biológico de insectos plaga en cultivos como hortalizas, granos, especies
forestales y algunos frutales. Esta bacteria forma cristales proteínicos en forma
de diamante, los cuales contienen toxinas denominadas proteínas Cry o Cyt.
Las toxinas Cry son capaces de paralizar el intestino de la mayoría de las
larvas de insectos. Una vez infectadas disminuyen su alimentación, se debilitan
y mueren. Por otra parte, no existe un intervalo entre aplicaciones, por lo que
se puede aplicar hasta que la plaga cese. Las ventajas de usar estas bacterias
es que no dañan al cultivo, no contaminan si se usan adecuadamente y su
actividad no se ve afectada por altas temperaturas.
Hongos
Los hongos son los principales organismos causantes de enfermedades en los
insectos. Algunos de estos hongos son considerados patógenos obligados
como los del género Entomophthora; pero también existen los facultativos. El
ataque de los hongos entomopatógenos se asocia a una gran cantidad de
insectos, los cuales son infectados preferentemente en los estadios inmaduros
(ninfa o larva). La especificidad con la que atacan a los insectos plaga es
bastante variable, ya que algunos tienen un amplio rango de hospederos,
mientras que otros están restringidos a una especie de insecto. Entre los
principales géneros de hongos entomopatógenos que se utilizan en la
agricultura se encuentra Beauveria, Metarhizium, Paecilomyces, Verticillium y
Trichoderma. El éxito de estos entomopatógenos está en función de la biología
de los insectos plaga y del medio ambiente en que se encuentren para poder
decidir cuál es la especie más adecuada y el momento oportuno para aplicarlo.
Por lo general, estos hongos infectan a los insectos mediante la penetración de
su cutícula, volviéndose con ello en una gran alternativa para el control de
insectos chupadores. También la infección puede ocurrir a través de la
ingestión indirecta o a través de aberturas externas. Una vez que el hongo se
encuentra dentro del insecto, este coloniza el interior. Al inicio de la infección
pueden o no observarse síntomas, pero el insecto comienza a perder movilidad
y apetito. Al cabo de 7 o 10 días el insecto muere debido a la deficiencia
nutricional, aunque existen hongos que producen toxinas durante su
crecimiento; con estos compuestos la muerte del insecto ocurre en 48 horas. Al
morir el insecto o poco antes de hacerlo, el hongo forma estructuras
reproductivas que permiten su dispersión rápida a través de una población y
provocan el colapso de esta en pocas semanas.
Nematodos
Aunque existen muchas especies parásitas de nematodos, las cuales causan
daños a los cultivos, también existen otras que son benéficas. Los nematodos
parásitos de insectos penetran al hospedero a través de la cutícula o por
aberturas naturales (boca, ano, espiráculos) para depositar bacterias
patogénicas del género Xenorhabdus que provoquen su posterior muerte.
También los nematodos pueden utilizar aminoácidos del hospedero, evitando la
síntesis de proteínas que utiliza el patógeno para llevar a cabo la muda o
reproducción. Los nematodos en algunos casos invaden el ovario de la hembra
de la plaga o los huevos, evitando de igual forma su reproducción. Estos
organismos atacan al insecto en cualquier estadio y tienen un rango de
hospederos que incluye la mayoría de los insectos. Se reproducen en gran
escala y pueden ser aplicados a través de larvas infectadas. Las principales
especies empleadas para el control de insectos plaga son Romanomermis
culicivorax y Mermis nigrescens, debido a que matan a su hospedero en un
corto período de tiempo. Se debe destacar que los nematodos de las familias
Steinernematidae y Heterorhabditidae poseen este atributo también, ofreciendo
una alternativa para el control biológico de insectos.
Protozoarios
Son microorganismos que de forma directa o en asociación con algún virus
matan cantidades significativas de insectos. Existen aproximadamente 1,200
especies de protozoarios que causan enfermedades en los insectos, dentro de
estas encontramos a Lambornella clarki, Mattesia trogodermae, Trogoderma
ssp., Malamoeba locustae, Nosema pyrausta, Nosema locustae y Vairimorpha
necatrix. Sin embargo, no son considerados prioridad como agentes patógenos
en el control biológico de plagas, ya que requieren mucho tiempo para matar al
hospedero. Los protozoarios que muestran baja virulencia generalmente viven
en el intestino del insecto y causan tan sólo diarrea, mientras que los que
tienen una alta virulencia atacan frecuentemente el cuerpo graso del insecto. El
modo de acción de estos organismos inicia al ser ingeridos por el hospedero,
llegando hasta al intestino grueso, ahí causan una infección viral que prolonga
la etapa de larva. Lo anterior, permite que éstas queden más tiempo expuestas
a depredadores o la radiación solar para finalmente causarles la muerte. De
igual forma llegan a reducir la fecundidad de los adultos sobrevivientes.
Virus
Los virus que causan enfermedades a insectos plaga son sumamente
importantes en programas de control biológico, dada la infección que provocan
y lo especifico que actúan. Las familias más utilizadas para el control de plagas
son Baculoviridae, Reoviridae, Poxviridae y Polydnaviridae. Al igual que las
bacterias y otros entomopatógenos, los virus deben ser ingeridos para causar
una enfermedad y posteriormente la muerte de los insectos plaga. De acuerdo
al tipo de virus se ven afectados sitios específicos dentro del insecto, causando
pérdida de apetito, cuerpo flácido, movimiento hacia la parte superior de la
planta, posiciones colgantes, y fluido que escapa del tegumento.
- Rubio. 2017, menciona a los virus entomopatógenos que en recientes
investigaciones han dado lugar al desarrollo de nuevos aislados víricos de alta
eficacia, persistencia y patogenicidad para el control de plagas clave en cultivos
hortícolas. Se abren nuevas oportunidades en el control integrado de plagas
hortícolas, obteniéndose eficacias similares a las moléculas de síntesis de
última generación, sin aumentar la carga de residuos y sin riesgo alguno de
afectar a la fauna auxiliar.
Qué son y cómo actúan
Los virus de la poliedrosis nuclear o nucleopoliedrovirus (NPV) pertenecen a la
familia de los baculovirus, la familia de virus entomopatógenos más estudiada.
Afectan exclusivamente a lepidópteros.
Una vez pulverizado, las orugas ingieren el virus, que se multiplica en su
interior. Dejan de alimentarse y se produce el colapso de sus órganos vitales,
sin que se produzca ningún tipo de toxina durante el proceso. El cuerpo del
gusano se licua, liberando millones de nuevas partículas virales al ambiente,
las cuales pueden infectar a otros gusanos.
Ensayos de laboratorio demuestran que la ingestión de una sola partícula viral
es suficiente para matar una larva del primer estadio y que es eficaz contra
estadios larvarios más avanzados. Esto supone una importante ventaja frente a
los Bacillus thuringiensis, que prácticamente sólo afectan a los estadios L1 y
L2.
Seguridad alimentaria
El uso de baculovirus es seguro y no supone ningún riesgo para las personas o
medio ambiente tal y como recoge la publicación de la OCDE de 2002 que
recopila exhaustivos estudios de numerosos autores. Precisamente su alta
especificidad y la ausencia de toxinas, hace que sean incluso más seguros que
otros microrganismos de origen bacteriano o fúngico. Reflejo de ello es el
reciente Reglamento (UE) 2017/1432 de 2017, que los clasifica como
sustancias activas de bajo riesgo por defecto.
Todos los formulados comercializados por AgrichemBio se producen bajo
estrictas condiciones de calidad y se someten a un exhaustivo control. Además,
incorporan coformulantes de carácter alimenticio para garantizar la máxima
seguridad alimentaria.
Productos con garantía de AgrichemBio
En la actualidad, AgrichemBio ofrece tres productos basados en NPV: Spexit®
para rosquilla verde o gardama, Helicovex® para Heliothis y Littoralis® para
rosquilla negra. Cada formulado es altamente específico, y sólo actúa para la
plaga en cuestión. La eficacia de los mismos queda garantizada al llevarse a
cabo bioensayos de eficacia insecticida para todos los lotes comercializados.
Utilización y modo de empleo
Para garantizar el éxito y eficacia en la aplicación de baculovirus es esencial
saber qué especie de gusano está afectando el cultivo.
Herramientas para un control sostenible
Debido a su alto nivel de eficacia, su modo de acción específico, su ausencia
de residuos, y su alta compatibilidad con la fauna auxiliar, los virus
entomopatógenos presentan un alto potencial para ser incorporados como una
herramienta clave en la gestión integrada de plagas en cultivos hortícolas en
invernadero y al aire.
A pesar de ello, su alta especificidad ha limitado su uso entre agricultores y
técnicos, sobre todo cuando se suceden infestaciones de lepidópteros de
diferentes especies. En estas circunstancias, experiencias recientes
demuestran su alta valía en estrategias combinadas con otros insecticidas
biológicos o de síntesis.
Gestión de resistencias
El uso de virus para control de gusano permite prevenir y retrasar el desarrollo
de poblaciones resistentes a nuevos ingredientes activos de síntesis.
Herramienta para programas GIP y control biológico
Son totalmente respetuosos con todas las especies de fauna auxiliar y
polinizadores. Se pueden mezclar con la gran mayoría de productos sin tener
riesgo de quemaduras alguno. Es más, su uso combinado con insecticidas de
síntesis, permite reducir la dosis de éstos de manera considerable,
obteniéndose efectos sinérgicos mejorando la eficacia.
- Anzaldo. 2012, menciona a los virus en la ingeniería genética, que a
principios de los años sesenta, Bertani, Weigle y Arber demostraron en forma
independiente que la modificación inducida por el hospedero ocurre en el nivel
del ADN del fago, y el fenómeno de restricción es consecuencia de la
degradación por hidrólisis enzimática del ADN viral que no ha sido modificado.
El ADN de la bacteria hospedera y otros ADNs presentes en dicha céla son
modificados por la adición de grupos metilo (CH3) en sitios específicos los
cuales son normalmente reconocidos por un tipo de enzimas conocidas como
enzimas de restricción, las cuales solamente pueden degradar ADN no
metilado. Así, la metilación de una base en particular presente en la secuencia
de nucleótidos reconocida por la enzima, impide la hidrólisis y ruptura del ADN
en la región de esta secuencia. Las enzimas de restricción son endonucleasas
capaces de reconocer secuencias específicas de nucleótidos en el ADN de
cadena doble y cortar ambas cadenas a la altura de dichas secuencias. Cada
tipo de enzima de restricción reconoce una secuencia de nucleótidos en
particular, la cual generalmente consta de cuatro a seis pares de bases. Una
caracterísuca notable de los sitios donde actúan las enzimas de restricción
consiste en que la secuencia de bases es palindrómica y el sitio de corte está
localizado en forma simétrica con respecto al doble eje de simetría, por
ejemplo: la secuencia reconocida por la enzima de restricción Eco Rl, obtenida
de la bacteria E. coli, es:

FIGURA XIII.1. Recombinación in vitro de dos fragmentos de ADN.


En este caso, la unión AG presente en cada cadena de nucleótidos es
hidrolizada por la endonucleasa.
Hasta la fecha han sido purificadas y caracterizadas más de cien diferentes
enzimas de restricción. Su nomenclatura consiste en una abreviatura de tres
letras correspondientes a la bacteria productora de la enzima (por ej.: Hae =
Haemophilus aegyptum) más una letra en ciertos casos, que designa a la cepa
bacteriana, y un número romano, por ej.: Hae III.
La caracterización de las enzimas de restricción ha permitido desarrollar
técnicas refinadas para manipular los genes. El factor principal en estas
técnicas está dado por la capacidad de ciertas enzimas de restricción para
producir cortes escalonados (indentados) en sitios bien definidos presentes en
las moléculas de ADN. La figura XIII.1 ilustra la manera en que estas enzimas
pueden ser utilizadas: ADN procedente de dos fuentes diferentes es cortado
con la misma endonucleasa (por ej.: Eco Rl) para producir fragmentos que
poseen colas o términos de cadena sencilla cuyas secuencias de nucleótidos
son complementarias. Incubando mezclas de ambos fragmentos en
condiciones que favorecen la reunión de los mismos en presencia de la enzima
ADN ligasa, es posible producir fragmentos de ADN híbrido también conocido
como ADN recombinante.
Es relativamente sencillo introducir en una bacteria fragmentos de ADN por
medio del proceso conocido como transformación. Sin embargo, dichos
fragmentos de ADN no pueden replicarse y acaban siendo eliminados. Para
evitar este problema, el fragmento de ADN es insertado en un vector o vehículo
de clonación, el cual consiste en una molécula de ADN capaz de replicarse en
forma autónoma. Entre los vectores más a menudo utilizados se encuentran los
plásmidos bacterianos, que son pequeñas moléculas de ADN circular de
cadena doble, los cuales generalmente contienen genes que codifican toxinas
o enzimas capaces de inactivar ciertos antibióticos. Los plásmidos son
cromosomas bacterianos accesorios y se diferencian del cromosoma principal
en que los plásmidos no son estrictamente necesarios para la subsistencia y
reproducción de la bacteria en cuestión. Los plásmidos pueden replicarse
independientemente del cromosoma principal. Las bacterias pueden contener
plásmidos tipo unicopia o multicopia (más de 20). En general, los plásmidos
multicopia son pequeños y a menudo se utilizan como vehículos moleculares
de donación. Por ejemplo, una célula de E. coli generalmente contiene 20
moléculas (copias) de plásmidos y sólo una molécula del cromosoma principal.
Otros vectores de donación están representados por ciertos bacteriófagos,
particularmente el fago ha sido utilizado con éxito en diversos protocolos de
manipulación genética. El fago l tiene dos grandes ventajas como vector de
clonación. En primer lugar, el ADN recombinante puede ser preparado en
grandes cantidades, ya que cada bacteria produce cientos de copias del ADN
viral recombinante. Dicho ADN recombinante puede ser purificado fácilmente,
ya que aparece como componente de las nuevas partículas del fago l.
Utilizando cepas mutantes del fago l defectuosas en su capacidad para lisar la
célula hospedera, es posible incrementar el rendimiento de nuevas partículas
virales, las cuales pueden ser recuperadas induciendo artificialmente la lisis de
la bacteria hospedera. El actual conocimiento detallado de la estructura del
genoma del fago l permite construir mutaciones que incrementan la
transcripción del ADN recombinante insertado en el genoma del fago l. Es
posible eliminar grandes regiones del genoma del fago l que no son esenciales
para la replicación del ADN viral y la lisis de la bacteria hospedera; las regiones
eliminadas pueden ser substituidas por fragmentos de ADN recombinante
procedente de las más variadas fuentes. Solamente se requiere un 25% del
genoma del fago l para permitir el crecimiento lítico de este fago en la bacteria
hospedera. Sin embargo, la eliminación del exceso de ADN viral, incluso de
ADN que no contiene secuencias esenciales para la replicación del fago
provoca que las nuevas copias de ADN no pueden ser empacadas en
partículas virales. Esta última propiedad es muy útil en ingeniería genética,
pues el ADN del fago l puede ser reducido en tamaño cortándolo con una
enzima de restricción posteriormente, este ADN l puede ser mezclado con un
ADN foráneo que ha sido cortado con la misma enzima de restricción, de
manera que ambos tipos de ADN pueden recombinarse formando un ADN
híbrido de suficiente tamaño como para ser introducido por transfección en
bacterias susceptibles. El ADN recombinante puede replicarse en la bacteria,
dando origen a nuevas moléculas de ADN recombinante con un tamaño
suficiente para ser empacadas en partículas virales. Sólo las partículas que
contienen ADN recombinante en cantidad equivalente a 7S-105% del ADN
originalmente presente en el genoma del fago l pueden ser empacadas en
nuevas partículas virales que producirán la formación de placas en un cultivo
infectado; de esta manera, pueden ser distinguidas y separadas de aquellas
partículas que contienen un ADN l de tamaño insuficiente debido a la ausencia
de recombinación con el ADN foráneo (figura XIII.2).

FIGURA XIII.2. Esquema que muestra cómo puede ser utilizado un


mutante del fago 1 como vector de clonación. La reacción de
empacamiento selecciona las moléculas de ADN recombinante.
Actualmente existen métodos análogos a los empleados para donar ADN
recombinante en bacterias, para propagar fragmentos de ADN recombinante en
células eucarióticas. En este caso, los vectores de donación están
representados por virus de animales como el SV4O, los adenovirus y algunos
rotavirus, además de algunos virus de plantas útiles para clonar genes en
céEXISTEN dos principales teorías con respecto al origen de los virus. Una
teoría propone que los virus son consecuencia de la degeneración de
microorganismos (bacterias, protozoarios y hongos) que alguna vez fueron
parásitos obligatorios de otras células, a tal grado que se convirtieron en
parásitos intracelulares y perdieron paulatinamente todos los componentes
necesarios para desarrollar un ciclo de vida libre independiente de la célula
hospedera. Sin embargo, el hecho de que la organización de los virus es de
tipo no celular, es un importante argumento en contra de esta teoría, ya que las
cápsides virales son análogas, desde el punto de vista morfogenético, a los
organelos celulares constituidos por subunidades de proteína, tales como
flagelos y filamentos que forman el citoesqueleto, y no son parecidas a las
membranas celulares. Por otra parte, las envolturas de los virus no muestran
similitudes arquitectónicas con las membranas celulares o en caso de poseer
dicha arquitectura es debido a que la envoltura viral fue adquirida como
consecuencia de la protrusión o brote de la partícula viral a través de la
membrana celular.
La otra teoría propone que los virus son el equivalente a genes vagabundos.
Por ejemplo, es probable que algunos fragmentos de ácido nucleico hayan sido
transferidos en forma fortuita a una célula perteneciente a una especie
diferente a la que pertenecen dichos fragmentos, los cuales en lugar de haber
sido degradados (como ocurre generalmente), por causas desconocidas
podrían sobrevivir y multiplicarse en la nueva célula hospedera.
En 1967, Diener y Rayner descubrieron que el agente causal de cierta
enfermedad de la papa simplemente consiste en una pequeña molécula de
ARN circular de cadena sencilla, carente de cápside proteica. Este ARN
desnudo presenta ciertas regiones en las cuales ocurre apareamiento entre
nucleótidos con bases complementarias por medio de puentes de hidrógeno.
Estas moléculas, denominadas viroides, constituyen el tipo más pequeño de
agente infeccioso capaz de replicarse.
Los viroides se caracterizan por producir diversas enfermedades en plantas. Ha
sido posible determinar la secuencia de nudeótidos en el ARN de ciertos
viroides como el PSTV. Estudios de hibridación de ácidos nucleicos han
demostrado que cuando menos 60% de la secuencia de nucleótidos del PSTV
está presente también en el genoma de las plantas que son usualmente
infectadas por este viroide. Lo anterior sugiere que los viroides representan
ejemplos de genes vagabundos que se originaron a partir del genoma de
ciertas plantas.
El reciente descubrimiento de que los oncogenes retrovirales son casi idénticos
a ciertos genes normalmente presentes en las células eucarióticas
(protooncogenes) ha permitido establecer que los virus son capaces de
incorporar en sus genomas secuencias de nucleótidos presentes en la célula
hospedera. Estas secuencias adquiridas por el retrovirus pueden ser
introducidas por el propio virus en otra célula perteneciente a una estirpe
diferente. De esta manera, los retrovirus, y quizá también otros tipos de virus,
pueden actuar como vectores de la evolución, transfiriendo fragmentos de
información genética entre diferentes especies. Por lo tanto, no es improbable
que los retrovirus sean el resultado de la eliminación de ciertos fragmentos de
ácido nucleico originalmente presentes en el genoma de células eucarióticas.
Es poco probable que todos los virus conocidos hayan derivado del mismo
progenitor ancestral. Es más probable que diferentes tipos de virus hayan
surgido en diferentes ocasiones por medio de cualquiera de los mecanismos
invocados por las teorías mencionadas. Sin embargo, una vez que se ha
formado un virus en particular, éste estará sujeto a presiones evolutivas al igual
que los organismos procarióticos y encarióticos. Un proceso que contribuye a la
evolución viral es la recombinación entre dos diferentes tipos de virus. Por
ejemplo, el fago P22, que afecta la Salmonella, puede recombinarse con otros
fagos cuya morfología es diferente (por ej.: fagos Fels1 y Fels-2) e incluso con
el fago que infecta la E. coli, pero no a la Salmonella. Casos similares de
recombinación "ilegítima", la cual ocurre entre moléculas de ADN que muestran
poca homología entre sus respectivas secuencias de bases, han sido
observados en diferentes tipos de virus animales.
Los avances en la caracterización de los virus a nivel molecular, sugieren que
los virus coevolucionan con sus organismos hospederos, posiblemente esto se
debe a que los virus son parásitos intracelulares extremos y, por lo tanto,
requieren de la supervivencia del hospedero para poder asegurar su propia
supervivencia. Es interesante notar que cuando un virus se replica en su
hospedero natural, tiende a no causar enfermedad en el mismo o causa una
enfermedad leve y autolimitada en la mayoría de los casos. Varios de los virus
conocidos producen enfermedades severas sólo cuando infectan organismos
diferentes a sus hospederos naturales. Lo anterior sugiere que buena parte de
los virus asociados con la producción de enfermedades, son virus que están en
proceso de adaptarse a un nuevo tipo de hospedero y que una vez lograda
dicha adaptación, la estrategia del virus consiste en perpetuarse y propagarse
sin afectar al organismo hospedero.lulas vegetales.
Para ciertos filósofos, y no sin razón, el universo del hombre es equivalente al
lenguaje, o sea, es a través del lenguaje, de sus palabras, conceptos y
definiciones, como podemos comprender y enfocar el universo que nos rodea.
De acuerdo con este punto de vista, la definición precisa de cualquier objeto o
fenómeno es la condición primaria necesaria para poder lograr la cabal
comprensión del mismo.
Usualmente ha sido conveniente dividir las ciencias biológicas en tres grupos
de acuerdo con la naturaleza de sus temas de estudio: ciencias taxonómicas,
ciencias integrativas y ciencias reduccionistas. Las disciplinas taxonómicas,
como la botanica y la zoología, se refieren a grupos de organismos que tienen
un origen y desarrollo histórico en común. Por su parte, disciplinas como la
fisiología y la genética se dedican al estudio de las propiedades comunes o
especializadas de los organismos vivos y por lo tanto son disciplinas de tipo
integrativo. Las disciplinas reduccionistas examinan los procesos elementales y
las funciones de los organismos en el nivel molecular; ejemplos de estas
disciplinas son la biofísica y la bioquímica.
La virología no encaja con facilidad en ninguno de los grupos mencionados
debido a que su tema de estudio: los virus, no pueden ser definidos
adecuadamente a partir de los criterios que por lo general se emplean para
clasificar plantas y animales. La muy citada frase: "un virus es un virus",
atribuida a André Lwoff, a la vez que carece de significado también testifica la
dificultad de explicar o definir al virus. Esta dificultad deriva del problema de
reconciliar las propiedades vitales y no vitales mostradas por los virus. Los
virus, incluyendo los viroides, representan las entidades biológicas más
pequeñas con capacidad de autorreplicación. Con frecuencia se les confunde
con las bacterias debido a que ambos tipos de organismos son capaces de
causar enfermedades infecciosas; sin embargo, es fácil distinguirlos de las
bacterias debido a que los virus solamente contienen un tipo de ácido nucleico
y son incapaces de multiplicarse cuando están afuera de una célula viva,
además de que no son afectados por los antibióticos que matan a las bacterias.
La clasificación de los virus presenta serios problemas. Por una parte, el
registro fósil de los virus es prácticamente inexistente, lo que impide que
puedan ser agrupados de acuerdo con su desarrollo evolutivo. Una situación
similar ocurre con las bacterias, las cuales son clasificadas a partir de una
arbitraria selección de características morfológicas y fisiológicas. Sin embargo,
este método jerárquico y no filogenético para clasificar bacterias ha sido
aceptado por los microbiólogos acostumbrados a consultar el Bergey's Manual
of determinative bacteriology, considerado la autoridad definitiva sobre el tema.
Los intentos por aplicar el sistema de clasificación de Bergey, basado en
binomiales latinizados, a la clasificación de los virus, han dado resultados poco
satisfactorios debido a que el criterio de clasificación se basa demasiado en los
efectos causados por el virus en el hospedero en lugar de basarse en las
propiedades intrínsecas del virus. La mayoría de los nombres de los virus
derivan de las características clínicas, patológicas y epidemiológicas asociadas
con las infecciones virales. Como ejemplos podemos citar el virus de la
dermatitis postular contagiosa que pertenece al grupo de los poxvirus, y el virus
de la degeneración vascular del frijol grueso. Algunos virus han sido
nombrados de acuerdo con la localidad geográfica donde fueron aislados por
primera vez: el virus de Sendai. Otros virus llevan el nombre de sus
descubridores: virus de Epstein-Barr. Algunos virus son conocidos solamente
en la versión abreviada de su nombre original; así, reovirus corresponde a
respiratory enteric orphan virus, y arbovirus corresponde a arthropod-borne
virus.
El método más extendido y aceptado para clasificar los virus agrupa a estos
agentes de acuerdo con el tipo de hospedero que infectan: bacterias, hongos,
plantas, invertebrados (particularmente insectos), animales, humanos.
Los virus pueden ser subdivididos de acuerdo con un particular nivel de interés
sobre los mismos. En años recientes el uso de un sistema taxonómico racional
basado en principios de estructura y formación molecular ha sido promovido
por el Comité Internacional de Taxonomía de los Virus; la figura XV1 es un
esquema simplificado de este tipo de clasificación.
Considerando lo anterior, podemos citar algunas de las múltiples definiciones
de virus producidas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, André Lwoff propuso en
1957 que un virus es: "una entidad estrictamente intracelular y potencialmente
patógena que se caracteriza por tener una fase infecciosa, poseer solamente
un tipo de ácido nucleico, multiplicarse en la misma forma que su material
genético, incapaz de crecer o dividirse en forma binaria, carente de un sistema
productor de energía metabólica". De acuerdo con esta definición, el virus es
fundamentalmente de naturaleza no celular y es dependiente por completo del
metabolismo de la célula hospedera, además de que en cierto estadio del ciclo
replicativo el material viral se reduce exclusivamente al ácido nucleico.
Otra definición muy conocida es la propuesta por Salvatore Luna en 1959: "los
virus son elementos de material genético que pueden determinar en las células
donde se reproducen la biosíntesis de un sistema que constituye un aparato
específico para permitir la propia transferencia del virus hacia otras células".

Figura XV.1
Esta definición recalca la independencia del genoma viral con respecto al
genoma del hospedero, así como la capacidad reproductiva de dicho genoma
viral y su especialización que le permite ser transferido de una célula a otra.
Luna y Darnell propusieron otra definición en 1967: "los virus son entidades
cuyos genomas son elementos de ácido nucleico que se replican dentro de las
células vivas utilizando para este fin la maquinaria sintética de la propia célula
hospedera y provocando la síntesis de elementos especializados que pueden
transferir el genoma viral hacia otras células."
Renato Dulbecco, 1975: "un virus es un parásito intracelular obligatorio que
puede ser considerado como un bloque de material genético (ya sea ADN o
ARN) capaz de replicarse en forma autónoma, y que está rodeado por una
cubierta de proteína y en ocasiones también por una envoltura membranosa
que lo protege del medio y sirve como vehículo para la transmisión del virus de
una célula a otra."
Es obvio que todas las definiciones citadas comparten ciertos elementos, pero
también subrayan o pasan por alto factores considerados importantes por una
u otra definición. Así, surge la posibilidad de que en realidad cada investigador
en el campo de la virología puede tener un concepto de virus en particular,
concepto que no será compartido del todo por el resto de sus colegas y esto
lleva al corolario de que diferentes virólogos estarán en realidad estudiando
diferentes objetos o fenómenos que en forma superficial resultan ser similares
pero profundamente distintos en el nivel conceptual. Esta posibilidad es
apoyada cuando consideramos definiciones más antiguas de virus. El criterio
decimonónico que definía a un virus es la propiedad de filtrabilidad, o sea, la
propiedad del agente infeccioso de pasar a través de filtros normalmente
capaces de retener las más pequeñas bacterias conocidas hasta entonces.
Recordemos que Beijerinck denominó al agente del mosaico del tabaco como
Contagium vivum fluidum, queriendo recalcar la naturaleza dispersa, y por lo
tanto molecular, del novedoso agente infeccioso capaz de pasar a través de los
filtros antibacterianos. Beijerinck concibió al virus como un tipo de molécula
soluble en agua, capaz de replicarse sólo cuando se encuentra incorporada en
el protoplasma vivo de una célula en la cual la reproducción del virus ocurre en
forma pasiva.
Previamente, Pasteur había declarado (en 1890) que todos los virus eran
microbios. Pasteur utilizó el término virus para referirse en particular a cualquier
agente infeccioso capaz de producir inmunidad después de la recuperación del
organismo infectado. Finalmente, recordemos que en el siglo I d.C., el médico
romano Celso denominó virus al agente causal de la rabia, queriendo significar
o referirse a un veneno desconocido presente en la viscosa saliva de los
animales afectados por esta enfermedad.
Una consecuencia inevitable del análisis de todas las definiciones de virus
mencionadas consiste en que el término virus ha tenido significados muy
diferentes a lo largo del tiempo. Muchos de estos significados son
incompatibles o inconmensurables entre sí. Por ejemplo, es obvio que el
concepto del virus de la rabia definido por Celso no tiene nada que ver con el
virus de la rabia observado por cualquier virólogo molecular contemporáneo. Si
consideramos que las conductas adoptadas en relación con cualquier
fenómeno observado dependen de la interpretación conceptual de dicho
fenómeno, entonces es obvio que el moderno agente causal de la rabia está
totalmente fuera de la visión del mundo de los médicos de la antigua Roma, o
sea, diferentes científicos ubicados en diferentes épocas han estado
observando un fenómeno llamado rabia, el cual es similar en todas las épocas
en el nivel superficial, pero es radicalmente diferente cuando se le considera
dentro del marco psicológico y cultural de cada época a lo largo del tiempo.
La virología es una de tantas disciplinas que constituyen el panorama de la
ciencia. Por lo tanto, es pertinente finalizar esta introducción al estudio de los
virus co una breve reflexión sobre la naturaleza de la ciencia.
No puede dejar de llamar nuestra atención el hecho de que la mayoría de los
avances teóricos en el campo de la virología han sido, en sus respectivos
tiempos, recibidos con escepticismo por la mayor parte de la comunidad
científica. También es notable que se requiere el paso de varios años y la
acumulación de fracasos experimentales con resultados negativos que
contradicen los postulados de la ortodoxia científica, antes de que la mayoría
de los investigadores estén dispuestos a considerar seriamente la otra
evidencia disponible que apoya teorías alternativas que han permanecido
ignoradas hasta entonces. Como ejemplo de lo anterior tenemos el caso de
Peyton Rous, que a principios de este siglo produjo sólida evidencia
experimental de que algunos tumores en animales son causados por virus
filtrables. Se necesitaron casi cincuenta años para que el trabajo de Rous
recibiera el debido reconocimiento y aceptación por la mayor parte de la
comunidad científica. En forma similar, las observaciones y experimentos de
Avery, MacLeod y McCarty, que demostraron que el ADN es el factor capaz de
transformar bacterias inocuas en bacterias patogénicas, no fueron cabalmente
apreciados por la mayoría de sus contemporáneos que suponían que las
proteínas eran capaces de contener y transmitir la información genética.
En otras ocasiones los científicos se encuentran inmersos en un marco teórico
y conceptual que les impide interpretar adecuadamente la evidencia
proporcionada por el método experimental y la simple observación. Ejemplo de
lo anterior es el caso de Ivanovsky, que fue el primero en establecer la
filtrabilidad del agente causal del mosaico del tabaco, pero atribuyó este
fenómeno a un microorganismo productor de toxinas difusibles, negándose a
considerar la posibilidad de que existieran partículas con actividad biológica
capaces de pasar a través de los poros de filtros antibacterianos. Un caso
similar es el de Pasteur, que nunca sospechó que el agente de la rabia era de
naturaleza diferente a las bacterias.
En otras ocasiones, los científicos manifiestan cierta timidez o excesiva reserva
para formular hipótesis innovadoras, pues se sienten indirectamente
restringidos por el marco cultural y las ideas dominantes en un periodo
determinado. Tal es el caso de F. W. Twort, que fue el primero en observar el
fenómeno de lisis bacteriana causada por fagos, y en forma muy cautelosa y
sin comprometerse sugirió que este fenómeno podía ser causado por un virus
filtrable bacteriano, dejando así el campo libre para que D'Herelle elaborara y
reclamara para sí el descubrimiento del bacteriófago.
Otro problema que enfrentan los científicos es la incomprensión de sus ideas
debido a la falta de un marco de referencia adecuado que permita integrarlas
dentro de la corriente del pensamiento científico contemporáneo. Tal es el caso
de la hipótesis del provirus, propuesta por Temin con base en sus
observaciones sobre la replicación de ciertos virus ARN. Dicha hipótesis
permaneció casi ignorada hasta que el propio Temin y David Baltimore
proporcionaron evidencia de que existe la enzima transcriptasa inversa que
puede hacer fluir la información genética de ARN hacia ADN, evento que hasta
entonces era considerado anatema por el llamado dogma central de la biología
molecular ejemplificado por el esquema: ADN ARN Proteína.
En otras ocasiones, la ausencia de ciertos conceptos teóricos e incluso
taxonómicos, impide establecer el eslabón entre observaciones aparentemente
independientes, pero que en realidad corresponden a dos versiones de un
mismo tipo de fenómeno. Un ejemplo de lo anterior fue la incapacidad de
establecer una correlación entre las observaciones de Ellerman y Bang sobre la
leucemia aviaria y los experimentos de Rous con el sarcoma de los pollos,
debido a que a principios de este siglo las leucemias no eran consideradas
como una forma de cáncer.
Por otra parte, tenemos el caso de los investigadores solitarios, capaces de
proponer teorías o hacer observaciones avanzadas, las cuales tienden a ser
incomprendidas o pasadas por alto por los pocos contemporáneos que tienen
noticia de las mismas. Tal es el caso de Beijerinck y su hipótesis del Contagium
vivum fluidum, referente al agente del mosaico del tabaco. Similar es el caso de
Fred Griffith, que en 928 realizó los primeros experimentos de transformación
bacteriana in vitro, los cuales permanecieron ignorados por casi veinte años
hasta que fueron actualizados por Avery, MacLeod y McCarty.
También debemos considerar el caso de observadores empíricos (sean
científicos o no lo sean) que son capaces de aplicar el sentido común para
obtener resultados prácticos a partir de observaciones empíricas. Ejemplos
extremos de lo anterior son el caso de Edward Jenner y su descubrimiento de
la vacuna contra la viruela, o el caso de los capitanes de Francisco Pizarro, que
habiendo notado la correlación entre la viruela y la enorme mortandad entre la
población indígena, solían enviar por delante de las tropas conquistadoras a
soldados o esclavos portando lanzas con lienzos impregnados con secreciones
obtenidas de enfermos de viruela con la idea de que así podrían obtener una
fácil victoria al diseminar la enfermedad entre la población del Imperio inca.
El registro histórico nos muestra que una disciplina científica avanza no tanto
por causa de la acumulación de observaciones fenomenológicas, sino por
causa de la transformación de conceptos y teorías que permiten la
reinterpretación de dichas observaciones. En ocasiones, los nuevos conceptos
y teorías incorporan parte de las ideas contenidas en teorías e hipótesis
previas, pero también en muchos casos representan una ruptura total con el
saber del pasado a la vez que significan la adopción de un nuevo marco de
referencia teórico e incluso psicológico, a veces totalmente incompatible con
las pautas científicas y culturales de épocas previas. Por ejemplo, las ideas y
conceptos del médico romano Celso, que indiscutiblemente corresponden a las
de un notable sabio del siglo I, guardan muy poca correlación y difícilmente
pueden ser incorporadas en el marco de la virología molecular.
Sin embargo, es un error aplicar sin restricción los criterios y normas de una
época como la nuestra a los eventos y actividades desarrolladas por los
científicos de épocas pasadas. Ni Celso ni Pasteur eran ignorantes u
obscurantistas; por el contrario, ambos representan brillantes intelectos
trabajando en un particular contexto cultural y psicológico. Conceptos que eran
válidos para Celso resultan carentes de sentido para Pasteur, al igual que bajo
criterios contemporáneos Pasteur resulta estar equivocado al clasificar virus y
bacterias en un mismo grupo. Igualmente, varios de los conceptos y teorías
actualmente considerados como ejemplos de ortodoxia científica resultarán
erróneos e incluso carentes de sentido y poder explicativo para los científicos
del siglo XXI.
El filósofo Thomas Kuhn ha propuesto la existencia de una "tensión esencial"
entre la comunidad de científicos ortodoxos y aquellos innovadores capaces de
vislumbrar y sugerir nuevas teorías e interpretaciones que amplían el panorama
de la ciencia por fuera de los límites del conocimiento establecido en una época
en particular. Quizá es el silencioso conflicto entre una ortodoxia y una
heterodoxia científica uno de los principales factores de la dinámica de la
ciencia.
La ortodoxia científica es necesaria, pues contribuye a crear un marco de
referencia a partir del cual es posible obtener resultados que algunas veces se
ven reflejados en aplicaciones prácticas del conocimiento científico, mismas
que contribuyen a elevar la calidad de la vida de los seres humanos. Esta
ortodoxia con sus dogmas y teorías, también sirve como un filtro que permite
descartar proposiciones erróneas o falsos caminos para el avance científico.
Sin embargo, esta ortodoxia también conduce al estancamiento científico y al
desvío o a pasar por alto nuevas teorías con mayor poder explicativo.
Un factor común a la mayoría de los eventos considerados como revoluciones
en la historia de la ciencia es la imaginación demostrada por los científicos
responsables de tales hitos científicos. Esta imaginación científica a veces se
nutre de ciertos factores racionales como la observación y experimentación
paciente, objetiva y rigurosa. Pero con mayor frecuencia la imaginación
científica se basa en la intuición y la capacidad creativa de ver en el mismo
fenómeno posibilidades que permanecen ocultas para la mayoría de los
contemporáneos.
En todo gran hombre de ciencia convergen la intuición e imaginación que son
características también del filósofo. Ciertamente, el rigor y la disciplina son
factores que pueden hacer un buen científico. Pero es quizá el culto a la
imaginación en un clima de tolerancia lo que da lugar a la aparición del
científico trascendente que, al igual que el artista, es un creador de nuevos
horizontes y por lo tanto profundamente humano.
BIBLIOGRAFIA
- Celaya, 2017, INTAGRI, Los Entomopatógenos, Control Biológico de
Plagas, SE, Guanajuato, México.
https://www.intagri.com/articulos/fitosanidad/los-entomopatogenos-
control-biologico-de-plagas
- Rubio Ana, 2017, El Periódico, Virus entomopatógenos: avances en
control de plagas, SE, Madrid, España.
https://joseantonioarcos.es/2017/09/25/virus-agricultura-plagas/
- Anzaldo Armando, 2012, En la frontera de la vida: los virus, Los virus y
la ingeniería genética, SE, México.
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/071/ht
m/sec_17.htm

Você também pode gostar