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a) Una pregunta de investigación

¿Cuál es la influencia que tiene la inflación económica del país en la deserción


estudiantil universitaria?
b) Objetivo General
Identificar si existe una relación proporcional entre la deserción estudiantil
universitaria y el aumento de la inflación económica del país.

c) Tres (3) objetivos específicos


1 Cuantificar el número de estudiantes en deserción estudiantil por año y
comparar con el porcentaje de inflación para determinar si existe relación.
2 Determinar en qué años del último plan decenal de educación existió mayor
deserción escolar y por qué.
3 Proponer un plan de choque para prevenir que la deserción estudiantil aumente
exponencialmente en los años futuros.
d) Justificación
los más de 9 millones de pesos, en promedio, que cuesta ingresar a un programa
en una universidad privada en Colombia no solo trasnochan a los padres de familia
y estudiantes que tienen la intención de entrar a la educación superior en Colombia.

También es un asunto que tiene que tener sentadas a varias instituciones de


educación superior, haciendo cuentas para elaborar un plan de choque sobre
sostenibilidad financiera, el cual tendrán que poner en manos de los dirigentes del
país buscando una posible solución..

Según cálculos realizados a partir de las estadísticas del Dane, en los últimos 9
años los precios reales de las matrículas universitarias (descontando la inflación) se
han incrementado en 20 por ciento.

Además, hay diferencias para los hogares según su nivel de ingresos. Así, para los
altos, el incremento real en este gasto fue de 23,22 por ciento, mientras que para
los medios las matrículas subieron 20,25 por ciento y para los bajos, 17,27.

Si los precios de las matrículas no hubieran subido más allá del Índice de Precios al
Consumidor (IPC), a una familia de ingresos bajos que tiene un hijo con deseos de
estudiar administración de empresas en una institución en la que un semestre
cuesta 1’542.148 pesos, le hubiera tocado pagar 1,3 millones de pesos.

Entre tanto, una matrícula para ingresos medios que hoy cueste 5 millones de pesos
valdría 800.000 menos, es decir, 4,2 millones de pesos. Y la entrada a la universidad
para el joven de ingresos altos, en una carrera que hoy cueste 10 millones pesos,
saldría en 8,1 millones de pesos.

Hay que destacar que la canasta familiar total subió 38,9 por ciento en los 9 años
del análisis, mientras que el salario mínimo lo hizo en 54 por ciento. Sin embargo,
las matrículas se incrementaron 66 por ciento nominal (es decir, sin descontar la
inflación).

La situación se presenta en un país en el que el 80 por ciento de los trabajadores


ganan hasta 2,2 salarios mínimos, y es el mismo país en donde, en el 2017, el
promedio del costo de la matrícula en las instituciones más costosas era de 13,4
salarios mínimos, según los datos revelados en un estudio del Observatorio de la
Universidad Colombiana (OUC).

No se trata de pensar en un costo paupérrimo para la educación superior, pues,


como lo advierte el investigador de la Universidad Nacional Jorge Iván González,
“la calidad comienza a mejorar a partir de cierto nivel de gasto”. Sin embargo,
tampoco se puede poner en segundo plano que, según el monitoreo que hace el
Ministerio de Educación, la variable socioeconómica es la segunda razón de la
deserción, fenómeno mayoritario en las instituciones privadas.

Incluso, la primera causa que argumentan los estudiantes que interrumpen su


formación universitaria, identificada como “motivos personales”, también estaría
ligada a la dificultad para financiar los altos costos educativos, dicen algunos
expertos.

Otro efecto de los altos costos de las matrículas es sobre la meta inscrita en el Plan
de Desarrollo, de hacer de Colombia “la más educada”. Sin contar con que hay
señales de alerta para el financiamiento de las universidades (privadas),Cada año
es más costoso, en salarios mínimos, pagar un semestre, pero es llamativo que en
los últimos tres años (salvo el programa de medicina), la mayoría de valores se han
mantenido casi estables, lo cual refleja un síntoma de desaceleración en el sector”.

Todas las instituciones de educación superior (IES), tanto públicas como privadas,
pueden subir –por norma del Ministerio de Educación– hasta el IPC, y la costumbre
que ha hecho carrera es que estas suben, en promedio, uno y dos puntos por
encima.

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