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Podemos comenzar cuestionándonos algunos aspectos esenciales que son importantes

tener en cuenta cuando utilizamos el concepto de clase obrera. La clase obrera es la


agrupación de una gran masa de trabajadores que se encuentran sujetos a las mismas
relaciones de producción, soportando por tanto las mismas condiciones de trabajo y de
existencia. En este sentido la clase obrera no es una cosa que posea una existencia real y
que posee determinantemente ciertos intereses como propios y absolutos. Por lo tanto,
podemos decir que la clase obrera no es, como creían y creen los marxista:
ontológicamente revolucionaria. La clase obrera no esta por mandamiento divino, o por
evolución natural, destinada a transformar sus condiciones de existencia. La clase obrera
es una relación, una formación social, económica y cultural que surge de procesos en un
periodo histórico determinado. De la conciencia de estos procesos surgirán propuestas,
mas o menos revolucionarias, mas o menos contemporizadoras, para transformar o mitigar
las condiciones de explotación. Podemos decir que para 1780 y 1832 la mayor parte de la
población trabajadora inglesa llego a sentir una identidad de intereses en común a ella
misma y frente a sus gobernantes y patrones. El hecho destacable del periodo es la
formación de la clase obrera, donde por primera vez, estos sectores sociales que sufren
las mismas penurias, pasan el mismo hambre y se ven sometido a la misma explotaciones
se descubren como "clase en sí" y "clase para sí". En este proceso ocurren dos cosas. En
primer lugar, el dominio de la ideología burguesa empieza a desmoronarse. Y en segundo
lugar, los trabajadores comienzan a cambiar no sólo sus condiciones, sino también a sí
mismos. La enajenación y la mezquindad que dominan la vida son sustituidas por un
impulso a la solidaridad y la confianza en su propia capacidad para dar forma al mundo. En
este sentido, a decir de E. P Thompson1 la formación de una clase obrera comienza a
revelarse primero en el desarrollo de la conciencia de clase; la conciencia de una identidad
de intereses que tienen en común todos esos grupos de población trabajadora en
contradicción a los intereses de otras clases que componen el cuerpo social explotador,
capitalista y burgués. Una vez constituida una conciencia de la realidad y la situación
histórica en la que se encuentran los trabajadores, la lucha pasa a ser el elemento clave
en la transformación de una "clase en sí" a "una clase para sí". La lucha abre paso a la
organización y así, a decir de Thompson, en segundo lugar la gestación del movimiento
obrero lo podemos observar en la construcción de formas de organización política y
laboral. Para 1832, ya existían instituciones obreras: sindicatos, sociedades de socorro
mutuo, movimientos educativos y religiosos, organizaciones políticas, publicaciones
obreras, pautas obreras de comportamiento colectivo y una concepción de la sensibilidad2.
Sin embargo y aquí se encuentra la disyuntiva historiográfica, a decir de Erick Hobsbawm,
En cuanto a los pobres de la clase obrera carecían de organización, de madurez, de
dirigentes y, posiblemente, sobre todo de coyuntura histórica para proporcionar una
alternativa política3. Para el ingles historiador de corte marxista , las revueltas del 1848 no
son más que revueltas liberales, donde las masas obreras, si bien participan en las
barricadas y se ofrecen como carne de cañón ante la arremetida reaccionaria; su
participación política es escasa. El momento de la clase obrera , su coyuntura histórica se
ubicaría unas décadas después, con la formación de la internacional con Marx como
conductor político ideológico de las masas proletarias del mundo. Hobsbawm señala el
proletariado para 1848 se encontraba en una fase de adolescencia –de ahí el título que
lleva su primer capítulo del libro La era del capital: La Primavera de los pueblos- e
inmadurez ideológica, por tanto apenas tenía consciencia de su clase. Según el
historiador, fueron los artesanos pre-industriales parisienses el único grupo políticamente
consiente de la Europa a mediados del S XIX. No obstante, según el ingles, el Paris
proletario era todavía incapaz de ir más allá de la república burguesa aparte en ideas, en
imaginación. Agregando más adelante que los revolucionarios de esas horas no deseaban
el derrocamiento de la burguesía y lo más que pudieron hacer fue lograr perpetuar la
república burguesa. Para Hobsbawm el socialismo previo a 1848 fue un movimiento muy
apolítico dedicado a la creación de utópicas cooperativas. El término utópico, fue utilizado
por Marx, como un calificativo despectivo del cual se valió para deslegitimar la obra
emprendida por Owen y Fourier, y para legitimar los fundamentos de una teoría científica
fundado por él. Sera según Hobsbawm, a partir de la liga comunista formada por Marx en
Alemania las primeras manifestaciones clara de una consolidación ideológica por parte del
ya conformado proletariado internacional. Por otro lado, historiadores anarquistas de la
talla del austriaco Max Nettlau4 encuentran en las obras de Robert Owen y Charles Fourier
las más bellas iniciativas socialistas del S XIX. A decir de Nettlau, Owen a lo largo de
sesenta años (1791-1858) intentó, a través de las experiencias colectivas, del
razonamiento, de la organización y la propaganda, elaborar y preconizar un socialismo
voluntario, integral, recíproco. Los townships, municipios libres, eran manifestaciones de
organización laboral libre y de una voluntad de actividad productiva y distributiva, donde el
patrón, los comerciantes y el Estado no tenían cabida en las nuevas relaciones de
producción autogestionadas. Por tanto, sería un error afirmar pues que la clase obrera no
tiene conciencia de si antes de 1848 debido a que experiencias socialistas, como las
anteriormente señaladas, marcan no el comienzo sino la continuación de la construcción
de relaciones económicas anticapitalistas, que tienen, en la ayuda mutua, en la
autogestión y en los federalismos, las bases teóricas y practicas que sustentan las
concepción libertarias socialistas. Por su parte, este análisis permite observar que la
historia no puede ser concebida como una verdad absoluta, pues como hemos percibido,
cada historiador contempla y destaca según sus intereses, deseos, motivaciones. Por ello
afirmamos que la historia es una construcción parcial en un tiempo y en un lugar
determinado. 1E. P Thompson La Formacion de la clase obrera en Inglaterra, Ed Critica.
Barcelona, 1989. 2Thompson ob cit. 3Eric Hobsbawm La Era del capital Ed Critica. 1998.

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