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Tm Lak RAL ONCOENE Teresa Zamanillo Lourdes Gaitan 1 La evidencia empirica Teresa Zamanillo E neste capitulo se analizan las diferentes for- mas de ayuda que se han ido sucediendo a lo largo de la historia, hasta desembocar en la moder- na profesion de trabajo social. Esta larga marcha hacia una concepcién y una prictiea organizadas de la ayuda dista mucho de constituir tun proceso lineal. De aqui, el evidente interés de esclarecer algunos aspectos que perma- necen oscurecidas en las versiones al uso, que inten- tan explicar los hechos desde una perspectiva mera- mente evolutiva Por esta razon recorremos algunos momentos de ta historia, mas no para hacer historia del trabajo social ~nada mas lejos de nuestro proposite-, sino para situar a aquél dentro del contexto que, leno de contradicciones, le dio la identidad profesional que hoy tiene. Se pretende invitar al lector a que seflexione acerca de hechos e intenciones que, de verdad, se encuentran inmersos en los enrevesados laberintos dela historia de la humanidad. Dentro de ésta, y en Jo que hace al objeto de esta obra, el tinico hecho que sobresale con nitidez es el empeno de los seres humanos por ayudar a sus semejantes. Esta es la evidencia ala que nos referimos, la inica con la que demos contar, a evidencia empirica La naturaleza de las cuestiones de las que nos ocupamos hard inevitable que la lectura de este capitulo deje el sabor propio de toda aportacion inacabada: orden y desorden, equilibrio y desequi- libro, estabilidad y caos son categorias propias del Pensamiento moderno que, lejos de apuntar hacia uu fin terminal, hablan de un proceso continuo en cl que, por ejemplo, el orden provoca el desorden, y viceversa, Por eso, todo intento de describir esia aventura (la génesis y la evolucién del trabajo so- cial) como si de tn proceso unidireccional se trata- ra (con su principio y su final), esté de antemano condenado al fracaso. La circularidad virtuosa, en spiral, ¢s el discurso apropiado; de nada valen los intentos lineales. Cabe aqui anticipar que el orden es concebido desde y por el Estado, que se une a la clase domi- nante para imponer la supremacia de la norma y la jerarquia entre los hombres y las cosas, «operacio- nes todas que, en la formacion capitalisa, se basan en una simbolizaci6n dirigida por instanctas de po- der ‘separadas de la comunidad’, Una simboliza cidn que, sobre todo, expresa la redutecién ‘a un orden que no agota todo lo real's (G. Balandier, 1989: 145). Asi, el Bstado de Bienestar es la respuesta del poder politico, respuesta, por tanto, de control y mantenimiento del orden establecido. Fue en su ira compeenpen st-reasaro soca. — 17 momento tna intervencién estratégica innovadora de extraordinaria racionalidad, a pesar de que hoy, més que nunca, esti rando sus contradicciones y Jagunas, muchas de ellas téenicas, otras menos Svidentes, producto del einismo politico que le hizo hacer. En In primera seccién partimos, precisamente, de la siguiente premisa: la pobreza es generadora de desoiden. Yor tanto, el conflicto que a existencia dela pobreza ha supuestoa lo largo de Ja historia es tratado aqui como posibilidad, como fuente poten- cial de creacién e innovacién, El acto espontaneo se revela, las mas de las veces, como una fuerza net tralizelora que pretende imponer orden en un wni verso que tiende al caos. Mas, en determinados mo- rmentos de la histori, cl orden puede convertirse en ‘ortlen por misteriosas fuerzas del mismo proce- 50 La segunda seccién gira en torno al concepto de ayuda organizada: un proceso que conduce a la legitimacion y al reconocimiento de la profesién de trabajo social en la moderna divisién del trabajo, dentro de un contexto social cuya complejided au- menta sin cesar, La hipétesis que aqui se propone esta contenida en la primera seccién: el trabajo social es wna forma de ayuda racionalizada para neuttaliza los fendmenos de desorganizacion so- cial, producto de situaciones de desigualdad. Esta hipétesis se prolonga hasta la tercera sec cién (cE trabajo social como practica de una polit. ca social reformistas), para poder completarta en la cuarta («E! trabajo social como practica en una concepcién revolucionarias), en donde se informa de los conflictos sociales producidos por una ere- te desigualdad que amenaza con dislocar el sis- tema Con la quinta seccién, que se encuentra intima- iente ligada a las dos primeras, finaliza la argu- mentacién desarrollada a lo largo de este capitulo, ccuyas conclusiones se exponen en tiltimo lugar 1, Del acto esponténeo al acto consciente Fue de un modo ineonsciente, primario y visce- ral, como el acto espontaneo se opuso, en un princi- 18 paza coupaenDer £1 7RaBAO SOCIAL pio, al caos que Ja inereia de Ja ambicién y de los Tniereses humanos podria haber provocado al en= freniar por siempre a dos mundos antagénicos: los pobres, los de la nada y los sin sombra apenas, por tun lado y, por el otzo, los estimados y los poseedo- res, los resistentes y los benelicindos por la vida, Limosna, consejos, obligaciones sociales y otras tra- diciones sostenian la conducta de los hombres orientada hacia la justicia y la caridad. Qué papel, pues, cumplieron las meixinyas y las exhortaciones, las abligaciones y las costumbres que conformaron la larga tradicién de ayuda y oli datidad social? La ayuda como acto espontinco cniste y existié siempre entre los seres humanos. Mas tarde fueron legitimandose dichos actos por medio de los sistemas de la caridad y la filantropia, al institucionalizar progresivamente un orden que ccomenzé a comprenderse como deber social para con los desafortunados, Estos actos, todavia espon- taneos, en medio de una cierta organizacién, no fueron mas que neutralizadores de unas fuerzas opuestas que, abanconadis a su invariable e indile- rente accién, habrian sembrado tn constante Caos. Todas las culturas, en todos los siglos, sancionan sus creencias en el bien y en el amor, en la justicia y cn la compasién, con consejos morales. El amor otro como a uno mismo, no es tinicamente wn man damiento cristiano. Ya antes, en el siglo V a.C,,en China, podemos encontrar una recomendacién de Mo sen expresada asit ¢(..)Si todo el mundo adopta el amor universal y si cada uno ama al otro como a si misino, cexistiran todavia los impios? Pues al considerar al padre, yal hermano, y al Principe como a uno mismo, equién sera impio con ellos? ¢Existiran todavia Jos que no tienen benevolencia? Pues al considerara su hermano ‘menor, a su hijo y a su stibdito como a uno mismo, aguién ser malévolo con ellos? La impiedad y la ‘aleyolencia de esta manera ya no existen(.) » En el mismo texto se incluye una alusion expre- sa al orden: «Si el mundo entero adopta el amor universal, un Estado no invade ya a otro Estado, una familia no incomoda ya a otra familia, los la- drones y los bandidos ya no existen, el principe y l stibdito, el padre y el hijo, observan sw deber de piedad y de benevolencia, Este estado de cosas Constituye ef buen orden en el mundo, EI santo, Is ae ET

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