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Sostiene Otero que durante el siglo XIX el pensamiento nacional sigue esta

escala de influencias: escolasticismo y represión coloniales; los


enciclopedistas y los principios liberales de la Revolución francesa; el
romanticismo que cubre toda la vida boliviana; evolucionismo y positivismo
que desembocan en un realismo crítico. Es evidente. Pero ese realismo
crítico ¿dónde nos lleva? Al descubrimiento de nosotros 165 mismos. Por
eso denominamos "Los Indagadores" a estos vigías de un renacimiento
espiritual, que cansados del afrancesamiento, de la influencia peninsular y
de los europeísmos en general, se afanan por estudiar y conocer lo propio.

Mariano Baptista es el cacique en la política de la época. Se le llamó "El


Mago" por sus dotes oratorias, y pertenece a la literatura patria en su doble
condición de eximio tribuno y vigoroso escritor. Imposible de leerse en los
ocho tomos de sus Obras completas —donde abundan la hojarasca y lo
inactual—, fué gran defensor de la religión y del civilismo. Puede enseñar
ética social, elocuencia, sociología a los jóvenes. Su estilo declamatorio,
florido, metafórico, recoge reminiscencias del mejor Hugo, el de los cantos
épicos y patéticos, y del conmovedor Lamartine de la Historia de los
Girondinos. Fué la mente mejor cultivada de su tiempo y supera a los
oradores y escritores políticos de la era romántica, por la precisión de las
ideas y la elegancia del lenguaje. Es el pensador que pone su pluma al
servicio de sus principios. "Nadie ha hablado con más arrebatadora
elocuencia en este país de oradores" expresa Prudencio Bustillo.

Prototipo del estadista literato, Baptista tuvo en su fecunda imaginación y en


la habilidad para expresar las ideas, los poderosos auxiliares de su talento
político. Buen gusto, destreza en los efectos contrastantes, sutil manejo de
la psicología de las multitudes, le ganan el título de Príncipe de la Oratoria
Nacional. Una selección adecuada de sus obras lo acercaría a nuestra
época, pues varios de sus notables trabajos respiran actualidad. Bastaría
recordar Los últimos momentos del Dictador Linares —esa pieza de
antología en que el tribuno ha vertido lo mejor de su inspiración y de su
estilo— para comprender que Baptista es, en lo social e intelectual, la
expresión de su tiempo. Gobernó como oligarca, con algo de guardián y
profesor.
Dió sentido político y beligerante al sentimiento religioso, exploró con
insistencia el mecanismo de la sociedad, combatió tenazmente defendiendo
los últimos reductos del tradicionalismo agonizante. Ardiente opositor a las
ideas liberales, no quiso comprender el cambio que se avecinaba. ¿Cuándo
aparece el polígrafo nacional, este raro ser, múltiple y nervios, infatigable,
lleno de energía y de ambición, aunque no siempre acierto y medida le
acompañen?
La época de Los Indagadores los presenta en tres tipos: el polígrafocientífico; el polígrafo-
publicista; el polígrafo-humanista. Examinemos a tres representativos de cada género.

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