Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
Las explicaciones más corrientes remiten en general a la "crisis" del Estado de bienestar
o Estado social (Welfare State)2 y del Estado-nación. Pero no bastan para comprender
los mecanismos de auto-desposesión del poder público puesta en práctica por los
dirigentes de la gran mayoría de los países. Las consecuencias de la mutación radical
operada en su visión de la sociedad, en la manera en que la analizan y explican, son
evidentes. El nuevo discurso se articula en torno de cinco elementos-clave: el individuo,
el mercado, la "equidad" , la empresa y el capital. En suma, una desconstrucción total de
lo "político".
de las desigualdades en los ingresos individuales y un aumento general del nivel de vida
en todos los países occidentales.
Sin embargo, desde fines de los ´60 el Estado de bienestar empezó a ser criticado
sistemáticamente. Se lo acusaba, en confusa superposición, de desresponsabilizar a los
individuos, de ineficacia, de impotencia o complicidad en el crecimiento de los déficits
públicos, de intervenir intempestivamente en la economía y de corromper la vida
pública3. Detrás de esas críticas interesadas se escondía la baja de la tasa de rendimiento
del capital desde fines de los ´60, en gran medida imputable a los efectos redistributivos
del Estado de bienestar en favor de los ingresos del trabajo. En las tres últimas décadas,
el principal objetivo de todos los conservadores y neoliberales, la motivación de su
combate contra el Estado social, fue el restablecimiento de altas tasas de rendimiento
del capital.
Más aún que la crítica "regionalista" , lo que dio fuerza y credibilidad a los argumentos
en contra de la pertinencia, utilidad y eficacia del Estado nacional es la globalización de
la economía. Con la libertad de circulación los Estados perdieron el control sobre la
moneda, reducida a una mera mercancía. La mundialización de los intercambios
comerciales, de las empresas y de las estructuras de producción restó valor al espacio
económico nacional como marco de referencia estratégico prioritario.
Pero sigue sin entenderse por qué los dirigentes políticos de los países occidentales, en
particular los que se autodenominan "de izquierda" , participaron en la auto-desposesión
del Estado. Se puede adelantar una hipótesis: desde la Revolución Francesa, la izquierda
consideró a la ciencia y la tecnología como motores del progreso económico,
instrumentos de liberación de las formas de opresión, de esclavitud y de limitación de la
libertad y de los derechos humanos. Cuando hacia mediados del siglo XX sus dirigentes
se transformaron en administradores de la política y de la economía y en miembros de la
clase media acomodada, su cultura positivista los acercó a otros segmentos de las clases
dirigentes en torno de dos objetivos: la productividad y la competitividad internacional.
El nuevo relato propuesto por los administradores del planeta se articula en torno de
cinco ideas-fuerza. En primer lugar, la afirmación de la primacía del individuo,
innovador, consumidor, productor. Es él, en su interacción con sus semejantes, quien
establece las reglas. Las relaciones entre individuos se basan en el principio de que cada
cual debe ser dejado en absoluta libertad para maximizar su utilidad individual,
evaluada y medida con la vara del valor monetario de los bienes y de los servicios que
cada cual posee o a los cuales tiene acceso. La sociedad se asienta sobre transacciones
económicas en las que cada individuo busca minimizar los costos y maximizar los
beneficios. La regulación social ya no es vertical, no depende de normas establecidas
desde arriba según principios "exteriores" a los individuos, sino que se vuelve
horizontal, se establece desde abajo, a través del contrato y el consenso según principios
"internos" a los individuos4.
Segundo elemento: en una situación en la que en lugar de las normas generales sólo
cuentan los procedimientos auto-definidos y cambiantes, el modelo que permite la
optimización de las transacciones es evidentemente el mercado. Se impone sobre los
otros dispositivos -cooperativas, mutuales, comunidades solidarias, Estado, gratuidad-
porque, según se lo entiende, permite encontrar entre los individuos puntos de consenso
siempre adaptables (según los precios) en materia de asignación y redistribución de
recursos. Así, la sociedad se convierte en un mercado: la "sociedad de mercado" (no ya
sólo la economía de mercado) se considera la forma "natural" de organización y
regulación de la ciudadanía.
Llegamos al quinto y último elemento clave del nuevo relato social: el capital está en el
origen del valor, es su medida, para todo bien y servicio material e inmaterial, incluida
la persona humana. Reducido a su calidad de "recurso humano" , el individuo deja de
tener valor si ya no es "rentable" . Esta regla vale más aún para un mecanismo de
producción, un bien o un servicio: su valor está en función de su contribución a la
rentabilidad del capital financiero. La sociedad de lo efímero, de lo descartable, de los
residuos, extrae su "legitimidad" de esta concepción.
Las propuestas no faltan, provenientes de la asociación Attac (ver págs. 22-23), del
Grupo de Copenhague, del Grupo de Lisboa, del Comité para la Anulación de la Deuda
del Tercer Mundo (CATDM), del Forum Mundial de las Alternativas o de la
Coordinación contra los clones del Acuerdo Multilateral de Inversiones (AMI) 8.
Algunas han sido presentadas en los encuentros internacionales de París organizados
por Attac el pasado mes de junio9. Otra urgencia: la consolidación del Tribunal Penal
Internacional (TPI), símbolo de alto alcance para la creación de una conciencia moral y
política planetaria y de un "Estado" mundial de derecho.
Ficha documental
Autor/es Riccardo Petrella
Publicado en Edición Cono Sur
Número de
Número 2 - Agosto 1999
edición
Páginas: 1, 4, 5
Traducción Patricia Minarrieta
Artículos vinculados
Deuda Externa, Mundialización (Economía),
Temas
Neoliberalismo, Estado (Política),
Geopolítica, Políticas Locales,
Socialdemocracia
Países Estados Unidos, India, Japón, Bélgica