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PRINCIPIO DE TERRITORIALIDAD

 Concepto de territorio
Territorio, espacio sobre el que se asienta la comunidad
nacional. Sobre el territorio, sin embargo, existen dos
visiones no siempre coincidentes. La primera, variable a lo
largo de la Historia, es de índole política; la segunda
responde a concepciones jurídicas que se derivan del
Derecho internacional y del Derecho de Estado. En el ámbito
político, el territorio es definido por teorías que lo
consideran un elemento constitutivo de los Estados, entre
la población y el Gobierno; como el objeto y límite de la
acción institucional, pues el territorio sería el lugar
donde las autoridades ejercitan el poder y, con una clara
orientación autoritaria, que algunos analistas repudian, un
ámbito en expansión, como se desprende de los postulados
nacionalsocialistas del 'espacio vital', fundamentados
sobre todo en interpretaciones racistas

Existen agrupaciones humanas en las que el territorio no es


de importancia primordial; por ejemplo: la Iglesia, las
organizaciones internacionales, etcétera. Pero tratándose
del Estado, el territorio es un elemento de primer orden,
colocado al lado del elemento humano en cuanto a que su
presencia es imprescindible para que surja y se conserve el
Estado.

Los hombres llamados a componer el Estado, deben estar


permanentemente establecidos en su suelo, suelo que se
llama patria; que deriva de dos vocablos latinos: Serra
patrum (tierra de los padres).

La formación estatal misma supone un territorio. Sin la


existencia del territorio no podría haber Estado.

Desde este momento hacemos la aclaración de que no por


afirmar lo anterior queremos decir que el territorio forma
parte de la esencia del Estado. Simplemente afirmamos que
es un elemento necesario para su vida. Este hecho se
expresa por Jellinek diciendo que el Estado es una
corporación territorial.
Hay autores que niegan lo anterior, que el territorio sea
un elemento indispensable para el Estado. Tratan de
desmaterializar totalmente al Estado con la mira de
asegurar en cualquier hipótesis la preponderancia del
elemento humano sobre el territorio.

Pero es absurdo desmaterializar instituciones que de hecho


postulan un elemento material.

El hombre, compuesto también de materia (y espíritu),


depende en su personalidad física del espacio, del suelo.

Por otra parte, no puede hacerse parangón del Estado con la


Iglesia, en este aspecto territorial, porque la misión y
fines de la Iglesia, puramente espirituales, son diferentes
de la misión y fines del Estado, en los que se involucran
fundamentalmente intereses materiales. La tierra, interés
material, tiene en la comunidad política una categoría y
una función primordiales.

La extensión del territorio del Estado no tiene


trascendencia decisiva, en lo que se refiere a los
principios de la doctrina política. Lo importante es que
exista ese territorio; la mayor o menor extensión
territorial y la abundancia o escasez de bienes materiales
en el Estado, determinarán su mayor o menor extensión, e
incluso tendrá repercusión en lo que se refiere, según
veremos oportunamente, a las formas de Estado; en su mayor
o menor riqueza y poderío, pero no son esenciales a la
existencia del Estado en determinada cantidad. Siempre han
existido Estados ricos y pobres, grandes y pequeños, pero
Estados al fin y al cabo.

El Estado es una agrupación política, no una expresión


geográfica o económica.

El territorio comprende además de la superficie terrestre,


el subsuelo, la atmósfera y el mar territorial,
comprendiendo en el mismo la plataforma continental.
 Naturaleza y teorías jurídicas sobre territorio
Naturaleza:
El territorio es la porción de la superpie del globo
terráqueo sobre la cual el Estado ejerce habitualmente su
soberanía. Constituye la base física del Estado, así como
el pueblo en su base personal. Es un elemento necesario
para la subsistencia del Estado, el cual individualiza
geográficamente, por virtud de la permanencia de un pueblo
en un suelo.
Además constituye la determinación del imperium, ya que la
validez del orden jurídico debe ser referida a límites del
espacio.
El Estado se distingue de otras entidades por virtud del
poder y por su carácter territorial. En tanto que las demás
asociaciones son aterritoriales, pues coexisten en un mismo
ámbito espacial, en un determinado territorio solo puede
existir un Estado; tal es la característica de la
impenetrabilidad.
Puede ser más o menos extenso, o bien sufrir alteraciones,
pero ha de permanecer en condición indispensable para la
subsistencia de un Estado.
Debido a las tendencias nacionalistas que inclinan a la
aglutinación política en base a la afinidad histórica, el
territorio es mirado como el confín natural de la patria.
La adhesión al territorio acentúa la solidaridad del grupo
y engendra el patriotismo, sentimiento que se nutre del
suelo como una planta.
El territorio ha ser mirado, también como el espacio dentro
del cual el Estado ejerce su potestad de imperio, o sea el
macro de su competencia legal, peor es sobre todo una base
de acción, el medio indispensable para que el Estado
realice su misión.
El derecho de residencia, así como el de propiedad,
representan vínculos de sujeción del individuo al Estado
por el temor de perderlos.
El derecho concebido antiguamente como noción personal, se
ha territorializado, pues en el territorio del Estado todos
los individuos se hallan sujetos a su ley, por ser el área
de coacción y soberanía.
Debemos concluir que el territorio es tanto la base física
del Estado como su marco de competencia legal.
Comprende la superficie del suelo, el subsuelo, el fondo
marino, las aguas y el espacio aéreo. Puede ser continuo o
discontinuo, según sea una superficie compacta o bien se
trate de una unidad política con sus partes separadas.
Teorías sobre el carácter del territorio
Sobre el carácter del territorio existen tres teorías:
La del territorio sujeto, la del territorio objeto y la del
territorio como nuevo marco de competencia.
Hay parcialidad en la visión exclusiva desde cualquiera de
estos ángulos, pues, según sea la posición que se adopte,
el territorio parece únicamente como parte integrante de
la personalidad del Estado, o como instrumento y propiedad
de éste o como simple frontera de su actividad. Lo acertado
es no escindir tales consideraciones, pues el territorio
participa, al menos en cuanta construcción técnica, de los
tres caracteres. Por eso se ha comparado con el organismo
humano, el cual es, a la vez, componente del sujeto
personal, materia dominada por éste y contorno de la
personalidad.
A continuación las tres teorías acerca del carácter del
territorio:
 El territorio mirado como elemento integrante de la
personalidad del Estado
Fundándose en el carácter indispensable que tiene el
territorio para la vida del Estado, algunos tratadistas
deducen que es un elemento del ser y de la personalidad
del Estado. Pero, en puridad, el territorio es una
condición de existencia y no un elemento constitutivo.
Es un medio al servicio del Estado, el cual es,
esencialmente, Poder ejercido sobre un pueblo.
El territorio es la base física que sustenta a la
colectividad políticamente organizada. Pueblo y Poder
son la dualidad esencial del fenómeno Estado; el tercer
elemento, el territorio, no es propiamente constitutivo
y vale como base de acción y en cuanto factor de
continuidad histórica.
 El territorio como objeto del dominio.
El Estado tiene la facultad de disponer del territorio y
de las cosas contenidas en él: Quidquid est in
territorio est etiam de territorio. La inmunidad de la
cual gozan las representaciones diplomáticas ha
establecido reservas de la soberanía respecto a los
inmuebles ocupadas por ellas.
Pero se trata simplemente de limitaciones que el propio
Estado impone a su soberanía, pues dichos inmuebles
continúan perteneciendo al territorio nacional.
La ficción de extraterritorialidad, abandonada desde
hace décadas, no es sino un homenaje a los principios
que rigen la inmunidad diplomática y no supone la
avulsión del territorio nacional.
El derecho del Estado sobre el territorio se contrae a
ciertas facultades de utilización pero sin desconocer
los derechos de propiedad.
Como persona jurídica, puede el Estado poseer bienes
que no sean de uso público y que se hallan sometidos a
normas del derecho privado.
Pertenecen al Estado los bienes de uso público, las
playas, las tierras públicas, o sea aquellas que no han
tenido dueño o que han sido abandonadas, el mar
adyacente , su fondo y su subsuelo, las minas, los
bosques, las fuentes naturales de riqueza antes de su
concesión, los ríos y demás aguas corrientes, así como
los lagos y los respectivos cauces y álveos.
Los bienes de uso público son inalienables e
imprescindibles. Pero el Estado puede desvincular del
uso público de un terreno que no presta utilidad y
transferirlo a su dominio privado, como en le caso de un
camino antiguo. Una vez desafectado, el bien es
enajenable y sigue las normas del derecho privado.
 El territorio como marco de competencia legal:
El territorio es el límite material de la soberanía; es
el área de compulsión, como define Duguit: “Bajo el
imperio del as necesidades prácticas, el Derecho
Internacional Público ha formulado reglas sobre la
separación de territorios en los cuales se ejercita la
acción de Gobiernos diversos. El territorio es, por
tanto, la parte del globo sobre la cual un gobierno
determinado puede ejercer su poder de compulsión,
organizar y hacer funcionar los diversos servicios
públicos”.
Para Kelsen, el territorio no es sino el ámbito espacial
de validez del orden estatal, al modo como el pueblo es
al ámbito personal. “La validez del sistema normativo
que constituye el orden jurídico estatal se
circunscribe, en principio a un determinado territorio.
Los hechos regulados por esas normas tienen la nota
especial de que han de ocurrir precisamente en un
territorio determinado.
Solo en virtud de esta limitación del ámbito espacial de
la validez de la norma es posible incurrir en conflictos
de unos con otros, dada la variedad de sus contenidos”.
Delimitar los restantes ámbitos de validez de cada orden
jurídico, subraya Kelsen, es una de las funciones
específicas del Derecho Internacional. Anota también que
el territorio no es superficie sino espacio
tridimensional; los territorios son cuerpos cónicos
cuyos vértices se encuentran en le punto central de la
tierra, ya que esta es esférica.

 El territorio como límite de competencia del orden


jurídico.
Desde el punto de vista jurídico, el territorio incorpora
los siguientes aspectos:
Es zona de jurisdicción absoluta y exclusiva del
Estado:”como un atributo esencial de su soberanía, el
Estado ejerce una jurisdicción absoluta y excluyente sobre
todas las personas y cosas que se hallan en su
territorio”.
El Estado tiene la plenitud y exclusividad de la
competencia en su territorio; ejerce en él todas las
funciones, despliega todas las formas de la actividad
jurídica y material, principalmente las funciones de
coacción y ejecución al poder público. Para el derecho
internacional, toda competencia ejercida por un Estado en
el cuadro de su territorio se presume legítima.
Cada Estado ejerce en su territorio su competencia de una
manera exclusiva: es el principio de la exclusividad de las
competencias territoriales. Esta plenitud y exclusividad de
competencia encuentra como límite de la de los otros
estados sobre sus respectivos territorios.
El Estado ejerce una especie de “supra-propiedad”. Sobre el
territorio: desde luego, este derecho no es propiedad. Es
una especie de derecho real eminente, o sea de
superpropiedad, que no debe ser confundido con el que
ejerce sobre sus bienes de dominios privados. El derecho
del estado sobre el territorio se contrae a ciertas
facultades de utilización, pero sin desconocer los derechos
de propiedad. Cuando el estado ordena a los propietarios
determinados actos de abstención, lo hace por que los
terrenos forman parte del territorio y sobre este le
corresponde ejercer un derecho real de uso que, por
fundamentarse en el interés público esta por el encima del
privado.
El territorio del estado es intangible y por el respeto de
este atributo se han pronunciado diversos organismos y
convenios internacionales.
El artículo 2 inciso 4 de la carta de las Naciones Unidas
establece la obligación de sus miembros de abstenerse de
recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la
integridad territorial o la independencia política de
cualquier estado.

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