Você está na página 1de 9

“TEXTO Y CONTEXTO DEL GÉNERO” Oscar Steimberg

Las definiciones del género: La confrontación entre género y estilo

El género abordado desde su carácter de institución puede definirse como:

Clase de texto u objeto cultural, discriminable en cualquier lenguaje o soporte


mediático, por las diferencias sistemáticas que presenta entre sí. A lo largo de su
recurrencia histórica, presenta condiciones de previsibilidad en áreas de
intercambio social y de desempeño semiótico.

Bajtín definió ese efecto de previsibilidad en relación a las articulaciones históricas,


adjudicándole al género la condición de horizonte de expectativas. El género funciona
como medio de transmisión entre la historia de la lengua y la historia de la sociedad.

Los géneros pueden catalogarse cómo géneros primarios o formas simples, son
universales, como una adivinanza o un saludo, pero son los menos frecuentes porque el
horizonte de expectativas está condicionado por las restricciones culturales. La mayoría
de los géneros se definen puntualmente, focalizando las propiedades características y los
rasgos diferenciales, catalogados como géneros empíricos.

Al abordar la teoría de los géneros, Aristóteles propuso definir los rasgos que lo
describen y lo diferencian de otros. Estos rasgos son factores retóricos, temáticos y
enunciativos. El problema es que los mismos rasgos definen al estilo, entendido como:

Modo de hacer que es postulado socialmente como característico de distintos


objetos culturales y que es percibido en ellos.

La diferencia entre el género y el estilo es que el primero se identifica por


similitudes (operaciones de inclusión textual similares) y el segundo por sus diferencias,
ya que es considerado un objeto de indagación a partir del rechazo de la problemática del
género.

1) Tanto el estilo como el género se definen por características


temáticas, retóricas y enunciativas

Las formas de clasificar tanto géneros como estilos se basan en conjuntos de


regularidades que asocian entre sí distintos componentes de áreas de productos
culturales. La repetición de estos componentes permite establecer condiciones de
previsibilidad en la lectura de los textos u objetos culturales.
Al describir un género, los rasgos temáticos y retóricos sobresalen por encima de
una base de regularidades enunciativas.

Género: retórico y temático > enunciativo


El estilo, en cambio, se manifiesta en torno al componente enunciativo, porque se
basa en torno a la descripción de un hacer. Los componentes retóricos y temáticos se
supeditan a él.
Estilo: enunciativo > retórico y temático

DEFINICIONES
Punto de partida

 Concepto de retórica: Combinación de rasgos que permiten diferenciar a un texto


de otro. No se considera un ornamento del discurso, sino una dimensión esencial
de todo acto de significación.
 Concepto de temática: Acciones y situaciones que pertenecen a distintos
esquemas de representabilidad, elaborados y relacionados entre sí, que son
precedentes al texto. El tema se diferencia del contenido porque posee un carácter
externo al texto, que forma parte de la cultura. Sólo puede definirse en función de
la totalidad del texto.
 Concepto de enunciación: Efecto de sentido por el que en un texto se produce
una situación comunicacional, entre una imagen de un receptor y un emisor no
necesariamente personalizables, ya sea por medio de un lenguaje o no.

Los textos contemporáneos de teoría y crítica no lo consideran un sistema de


clases excluyente, sino vinculable. Los rasgos retóricos de un texto (empleo de jergas en
un texto) pueden circunscribirse a los efectos enunciativos producidos por el texto (el
empleo de la jerga construye un imagen de receptor y de emisor) y a su vez estos,
deben circunscribirse al eje temático.
A pesar de que los momentos y corrientes teóricas son diferentes, no es un
obstáculo para que analicen rasgos similares y haya coincidencia en la definición de los
mismos.

Genette: Aristóteles, para definir la tragedia, apunta a dos realidades: una relacionada al
modo enunciativo con que imita la tragedia (el modo es dramático, difiriendo de la
epopeya que es narrativo, haciendo referencia a la inclusión o exclusión de un narrador) y
otra que es puramente temática (temas que exceden al género). El componente retórico,
aparece en los rasgos qua asientan las enumeraciones genéricas dentro de cada modo.

Bajtín: Aborda a los géneros discursivos como tipos relativamente estables de


enunciados. La conclusividad, rasgo del enunciado, se revela por medio de tres factores
interrelacionados:
 El agotamiento del sentido del objeto enunciado – Temática
 La intencionalidad o voluntad discursiva del hablante – Enunciativa
 Formas típicas, genéricas y estructurales de conclusión – Retórica

Auerbach: Al abordar las diversas manifestaciones narrativas occidentales, distingue los


estilos teniendo en cuenta:
 Procedimientos (alusión de elementos retardadores o de tensión) - Retórica
 Visiones del mundo o posibilidad de ingreso al texto de determinada temática -
Temática
 Relación con el público – Enunciativa

Lukacs: Al abordar la epopeya y la novela


 Enunciación narrativa: Formas que corresponden a la estructuración del mundo.
 Tematizarán de modo opuesto.
 Ordenamientos retóricos inversos.

Todorov: Reconduce el problema del género hacia una teoría del género en aspectos:
 Verbal: incluye registros de habla como problemas de la enunciación -
Enunciativo
 Sintáctico: relaciones que mantienen entre sí las partes de la obra - Retórico
 Semántico: temas del libro - Temático

Abrahams: Análisis del género en la antropología.


“Se nombra al género mediante una combinación de modelos formales, de contenido y de
contexto”.
 Contexto (lectura enunciativa): modelos de uso conectados con relaciones entre
los participantes de la transacción estética – Enunciativo
 Contenido: Modelos temáticos

Gertz: Propuestas para una nueva filología, privilegiando cuatro relaciones textuales:
coherencia, intertextualidad, intención y referencia.
 Coherencia e intertextualidad – Retórica
 Intención – Enunciativa
 Referencia: especio de delimitación de lo temático
Gombrich/ Francastel: Los géneros pictóricos
 Un tema (remisión narrativa) o motivo
 Un componente retórico: tratamientos de la representación que no pueden
abandonarse sin quebrar las expectativas de reconocimiento
 Un componente enunciativo limitado por el género, dado por las formas de titular y
en los rasgos de representación o composición, más allá de la variación estilística,
dado por ejemplo por el abandono del motivo.

2) No hay rasgos enunciativos, retóricos o temáticos que permitan


diferenciar los fenómenos de género de los estilísticos

La conexión de un estilo con un determinado género discursivo, según Bajtín, se


muestra en su asociación a determinadas unidades temáticas , a la forma que se
estructura una totalidad y a las relaciones que establece el hablante con los demás
participantes de la comunicación discursiva; vale decir los tres rasgos analizados
anteriormente. Bajtín logra hallar coincidencias entre el género y el estilo. Si se quiere
hallar diferencias entre ellos, deberán buscarse más allá de la indagación de esos
atributos, aunque son imprescindibles para determinar los componentes diferenciales de
cada género y estilo o sus articulaciones históricas.

TRATAMIENTO HISTÓRICO DEL CONCEPTO DE ESTILO

La palabra estilo implica múltiples significados que refieren a una condición de


unidad dentro de una variedad de objetos culturales o comportamientos sociales. Las
descripciones de esta condición de unidad dieron lugar a formulaciones opuestas:
normativas, cuándo se indican qué rasgos estilísticos son pertinentes en relación a la
producción de un área de textos u otros objetos culturales y descriptivas, cuando se
señalan los aspectos que permiten diferenciar o clasificar estilos individuales, de época o
de región cultural o social.

Las definiciones de estilo han implicado la descripción de rasgos que por su


repetición y su remisión a modalidades de producción características, permiten
asociar entre sí objetos culturales diversos, pertenecientes o no al mismo medio, lenguaje
o género.

Concepto de Estilo en la Antigüedad clásica

En Aristóteles, se desarrollaron conjunto de rasgos que se definieron como lo


estilístico propio de cada género. Los rasgos retóricos (elección del tipo de lenguaje),
temáticos y enunciativos (planteo de una determinada relación con el público) permitían
oponer lo correcto a lo incorrecto en relación con la estructuración de diferentes tipos de
textos refiriendo a la manera legítima de producir un tipo de obra. Se expande la
clasificación de estilos que se registran en distintos tipos de obras, identificando al
conjunto de la producción de un autor, de una época o de un sector social.

En esta época, Virgilio propuso la tripartición de un estilo simple, estilo medio y


estilo sublime, cada uno con condiciones sociales, nombre y entornos que le son propios
articulando temas y personajes característicos. El estilo humilde sería empleado por
pastores con una vida semisilvestres, usuarios de un léxico y propiedades narrativas y
descriptivas “humildes”; guerreros atacantes o defensores de ciudades requerían un estilo
elevado en los mismos aspectos. Sin embargo, la oratoria romana se había impuesto la
utilización de un único estilo llano y directo propio del imperio. Buscaba defender el
oficio retórico de la nueva normativa de la sencillez. Platón, alegaba por un
antirretoricismo ante el reclamo por parte del Estado o institución de la condición de
expresión directa de un pueblo para sí, de la verdad o de la realidad social o política de su
tiempo.

A esta altura, no sólo existía la puesta en relación de determinados temas y


contextos con ciertos atributos de la narración o la argumentación, sino también con un
contexto cultural o étnico, real o ideal.
San Agustín propone que no hay texto sin estilo (en respuesta a quienes se
oponían a la retórica pagana, proponiendo un estilo libre de construcciones estilísticas) y
que el tratamiento estilístico siga incluyendo los aspectos temáticos. Estas
proposiciones sentaron las bases para que el estilo sea comprendido como parte de los
haceres de su época y su región cultural.

Concepción de estilo en la Edad Media

La sistematización de los estilos históricos fue propuesta por Vasari para las
artes plásticas. Vasari privilegia por primera vez la posibilidad de reproducir, además de
imitar, el movimiento creador de un momento del pasado, también conocido como
revivalismo. Él relaciona los rasgos de cada etapa u obra individual con
condicionamientos psicológicos y socioeconómicos con los de una geografía
cultural dependiente de la época, así como descripciones de sus particularidades
técnicas y sus modos de transmisión del saber artístico.

Concepción de estilo en la Modernidad

A fines del S XVIII, se produce un primer acercamiento al tratamiento científico


de los temas estilísticos en los trabajos de Winckelman. Su obra es la primera moderna
donde se reconoce una concepción negativa del arte de su contemporaneidad, ya que
focalizan estilos de época a partir de la preocupación por la supuesta decadencia de las
prácticas artísticas. Sin embargo su obra produjo otro efecto: el fortalecimiento de la
valorización por el romanticismo de los rasgos del genio individual sino también de
todo nuevo saber sobre artes nacionales. Estilos regionales, populares y de época
pasan a ser objetos de múltiples recuperaciones.
En el S XIX, Riegl y Wofflin, buscan establecer criterios de descripción específica
que permitan oponer con rigor los rasgos de distintas etapas históricas de las artes
visuales. En cada voluntad formal se expresaría el estilo de época.
Los formalistas rusos consideraban que los fenómenos de estilo debían ser
observados por sus cualidades diferenciales atendiendo a propiedades sistemáticas
presentes en las grandes obras.

Concepción de estilo en la contemporaneidad

En la estilística literaria contemporánea, la acentuación de distintas áreas de


problemas permite diferenciar dos tipos de escuelas: aquellas en las que prevalece la
indagación de estilos de autor (con remisión a determinaciones globalizadoras en
cuanto a personalidad o inserción social) y aquellas que prevalece la búsqueda del
rasgo desviante o el procedimiento estilístico en una obra o grupo de obras
(estudio de la intertextualidad que la condicionan históricamente).
Enkvist señala el carácter complementario de tres relaciones en que puede
inscribirse el estilo:
 De desvío con respecto a una norma,
 De adición a un contexto no marcado estilísticamente, o
 De connotación cuando extrae su sentido de una relación particular con el texto y
la situación comunicacional en que se ubica.

Conclusión

Estableciendo un paralelo con el tratamiento de los géneros, entendemos que el


estilo se circunscribe a los rasgos temáticos, retóricos y enunciativos. El estilo define sus
productos de manera similar al género, pero posee un doble emplazamiento: como
espacio de una relativa previsibilidad social y como el acto sintomático y
diferenciador (respecto a la historia o al contexto cultural presente). Este doble
emplazamiento remite a la consideración del cambio histórico y el carácter original de
cada momento de la producción discursiva. En cada etapa histórica, el estilo se manifiesta
una conflictiva imbricación del pasado con un presente de producción sígnica (productora
de signos) que están en constante articulación. Las obras de vanguardia poseen un
“desenganche” con ese pasado que aún está en vigencia y con las articulaciones
socialmente perceptibles que los estilos de época establecen con la contemporaneidad
(temas que legitiman, sus configuraciones retóricas y las imágenes enunciativas que
crean a través de los dispositivos de producción de sentido).
La diferenciación de un estilo con respecto a otros exigen la consideración de
estos tres rasgos pero otros mecanismos intra y extratextuales deben focalizarse para
diferir entre estilo y género

3) Es condición de la existencia del género su inclusión e n un campo


social de desempeño o juego de lenguaje; no ocurre lo mismo con el
estilo.

Los estilos, son trans-semióticos: no se circunscriben a ningún lenguaje, práctica o


materia significante, porque pertenecen a una época, a una región o corriente artística o a
un área socialmente restringida; no a un área de desempeño semiótico* como el género,
que debe restringirse a un soporte perceptual (géneros pictóricos, musicales, etc.) o a su
forma de contenido (forma/materia) agregando previsibilidad a sus rasgos retóricos,
temáticos y enunciativos. Esta restricción es la causante de su vigencia. No sucede lo
mismo con el género porque es expansivo, transciende las fronteras del lenguaje, propio
de una manera de hacer. El género es especificativo, acotado.
El género puede remitirse a un momento social de emisión, el estilo se
circunscribe a obras o desempeños que sólo le son específicos como una excepción.
La definición del espacio y el tiempo característico de los géneros no los convierte
en formaciones de emplazamiento universal.

*Un área de desempeño semiótico puede ser cualquier situación de intercambio


discursivo, es decir situaciones de producción de sentido relativamente
institucionalizadas, ej. Cine, literatura, artes visuales, etc. Campo semiótico viene de
semiología, que es el estudio de los signos, es decir el estudio de los mecanismos de la
producción de sentido.
4) La vida social del género supone la vigencia de fenómenos
metadiscursivos permanentes y contemporáneos

La historia de la crítica contrastaba cada obra con un órgano o instrumento de la


crítica para percibir el “uso correcto del género”. En las artes visuales, operan como textos
metadiscursivos, los textos de los distintos géneros (literarios, científicos, etc).
Pero tanto en estos soportes genéricos como en el área de los lenguajes masivos
las acotaciones metadiscursivas son intra y extramediales. Ejemplo: en la televisión,
cuyos programas son definidos y ubicados en sus espacios genéricos por el periodismo o
la radio; y también son definidos en los mismos programas y en los avances de la
televisión misma.
También los estilos se articulan con operaciones metadiscursivas internas y
externas. Las definiciones metadiscursivas intratextuales en cualquier género o soporte
medial hablan del rol del lector como elemento constitutivo de la obra. Este lector modelo
se hace leer de determinado modo, cuya condición no se agota en las características de
su estilo, ni de su contenido, ni de su organización discursiva. El lector implícito como
efecto enunciativo, ya está pensado de antemano, y genera un contrato de lectura: efecto
de conjunto de las diversas estructuras enunciativas de un texto que abarcan desde los
dispositivos de apelación, las modalidades de construcción de las imágenes y la de los
tipos de recorridos propuestos al lector.
Los rasgos de permanencia, contemporaneidad y co-presencia de los mecanismos
metadiscursivos del género son los que permiten establecer diferencias con los que
pueden registrarse en relación con el estilo. Los estilos se articulan con operaciones
metadiscursivas internas y externas, pero las que le son contemporáneas mientras están
vigentes no son permanentes ni universales, porque no son compartidas en su espacio de
circulación. Estas operaciones presentan un carácter fragmentario, valorativo y no
evidente carácterístico de su articulación con opciones conflictivas de una producción de
época.

5) Para que haya género, tanto en la instancia de la producción como en


la de reconocimiento, tiene que haber metadiscurso.

El metadiscurso se registra tanto en la instancia de producción como en la de


reconocimiento. Esto implica que deben contener propiedades comunes, lo que hace
posible el funcionamiento social del “horizonte de expectativas” que define al género.
Esto no implica que esos mecanismos sean idénticos. La distancia entre la definición de
un género operada en sus instancias productivas y la implicada, y también operada en
sus instancias de recepción y circulación puede generar la progresiva muerte social del
género. Y la distancia puede ser condicionada por alteraciones en cualquiera de los polos
de esa circulación.

6) Los géneros hacen sistema en sincronía, no así los estilos.


Un género se diferencia de otro a partir de co-presencias, de sincronías. Por ejemplo, el
género de terror contemporáneo debe pensarse en relación a la ficción dramática
contemporánea, es decir, hay que diferenciarlos en los mismos bloques temporales.
Todorov dice que cada género se redefinirá, en cada momento de la historia literaria, en
relación con los otros géneros existentes. Cada género no constituye un sistema cerrado
sino abierto, móvil, es histórico, con nacimiento, muerte y revivals permanentes. Este
sistema en sincronía no es aplicable a los estilos ya que tiene un carácter más lábil y
menos consolidado.

7) Entre los géneros se establecen relaciones sistemáticas de primacía,


secundaridad o figura-fondo; no así entre los estilos.

La interpretación, y también la valoración social de los géneros, dependen de estos


desplazamientos históricos y del carácter permanente de su pluralidad. Como indicador
de una elección estilística de época, un género puede también operar como contrarréplica
de otros.
En cambio, los estilos son categorías que conviven, no se establecen primacías.

8) Como efecto de sus relaciones de primacía, secundaridad y figura-


fondo, un género puede convertirse en la dominante de un momento
estilístico.

Roman Jakobson señaló que un arte o un género pueden convertirse en la “dominante”


de un momento cultural. De grandes géneros pueden desprenderse otros nuevos (por
ejemplo, del policial televisivo puede desprenderse el policial unitario)

9) Un estilo se convierte en género cuando se produce la acotación de


su campo de desempeño y la consolidación social de sus dispositivos
metadiscursivos.

Un ejemplo de la conversión de un estilo o sub-estilo en genero puede ser ejemplificada


dentro de la historia de los medios: “las películas de complejo”, que entre los años ’40 y
’50 constituyeron un género cinematográfico, habían irrumpido antes como una
diferenciación estilística dentro de las “películas de amor”. También, pueden señalarse los
casos en los que se registra la constitución de un nuevo género como efecto de la
inclusión de un género ya existente en un campo estilístico que le era ajeno.

10- Las obras “antigéneros” quiebran los paradigmas genéricos en tres


direcciones: la referencial, la enunciativa y la estilística.

Se entiende como antigénero a la obra que produce rupturas en los tres niveles sobre la
base del mantenimiento de indicadores habituales de los géneros. Ejemplo: en el caso de
los westerns, los spaghetti westerns produjeron ese quiebre tanto en el orden del tema
como en la enunciativa y el retorico.
La novedad referencial rompe con la costumbre temática, la enunciativa con las
regularidades de la relación emisión-recepción, y la del estilo con las previsibilidades en el
nivel retórico. Igualmente, no siempre el abandono de algún sector de las repeticiones del
género producirá el apartamiento de la obra con respecto a él.

11- Las obras antigéneros pueden definirse como géneros a partir de la


estabilización de sus mecanismos metadiscursivos, cuando ingresan en
una circulación establecida y socialment e previsible.

En este caso la transformación de los desvíos en fórmulas de una nueva previsibilidad


fílmica, contribuyó a constituir un nuevo tipo de film, planificable y consumible.

Você também pode gostar